Derecho Constitucional| El ordenamiento jurídico, tema 2 - Bloque 2 2011 2.1-El ordenamiento jurídico 2.1.1-Concepto genérico Estará integrado por aquel conjunto de normas procedentes de uno o varios centros de producción normativa organizados bajo criterios de convivencia interna con la pretensión de garantizar el grado máximo de obligatoriedad en su cumplimiento. Entendido así, un ordenamiento no es más que un conjunto jurídico normativo articulado bajo el principio de no contradicción y dotado de los mecanismos suficientes para evitar que tal contradicción se produzca o, de producirse, para solucionar el conflicto así creado: Principio de jerarquía + principio de competencia = validez de la norma jurídica. Principio de prevalencia = no anula la norma no aplicable. Pluralidad de centros de producción jurídica Tanto la convivencia en una comunidad estatal como la convivencia en la sociedad internacional se encuentran reguladas por normas jurídicas cuyo carácter básico reside en establecer obligaciones y derechos que pueden ser exigidos. Existen muchos tipos de normas producidas por los diversos centros de producción, aunque el eslabón último que asegure su exigibilidad es el Estado. Así, por ejemplo, hablamos del conjunto de normas que rigen la comunidad internacional, que poseen capacidad de creación de normas propias e incluso instancias jurisdiccionales internacionales, también con capacidad de creación normativa, pero este tipo de normas sólo se mantiene porque los Estados se comprometen a ello. En el ordenamiento constitucional español, cada Comunidad Autónoma es, por sí misma, un centro de producción normativa que genera, a su vez, un ordenamiento propio integrado en el ordenamiento general del Estado. 2.1.2-El significado de “ordenamiento jurídico” en España En la tradición jurídica española el concepto de ordenamiento hace referencia al conjunto de normas a las que el Estado español confiere validez bien porque provengan de las fuentes internas de creación de la normas jurídicas o bien porque, procediendo del exterior, el propio Estado las reconoce como normas internas –concepción similar a la de Hans Kelsen–. Para el Derecho positivo español, ordenamiento jurídico y sistema jurídico son conceptos muy parecidos, pues hacen referencia a una misma realidad: entender al conjunto de normas jurídicas como una estructura articulada por una serie de principios que tienden a impedir la contradicción y que le dotan de unidad. El concepto de ordenamiento en el art. 9 CE El art. 9.1 CE dice que “los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico”; el art. 9.3 CE dice que “la Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos”. La primera conclusión es que la Constitución entiende ser norma jurídica obligatoria y que el ordenamiento está formado, además, por el resto de normas que ella admite válidas. La segunda conclusión es que tanto la propia Constitución como ese resto de normas vinculan a los poderes públicos y a los ciudadanos. Y la tercera es que todas esas normas se han de fundamentar en los valores de la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. 1 Derecho Constitucional| El ordenamiento jurídico, tema 2 - Bloque 2 2011 Por tanto, podríamos definir el ordenamiento jurídico español como el conjunto integrado por la Constitución y las demás normas cuya validez y capacidad de obligar viene derivada de la propia fuerza normativa de esa misma Constitución. Partiendo de esta premisa, hablamos de una serie de principios de distinto orden. Los hay estructuradores, y los hay operantes. Entre los primeros, destacan el principio de jerarquía y el de seguridad jurídica; entre los segundos destaca el principio de legalidad. Principio de jerarquía. Establece que unas normas son superiores a otras, con lo que la norma inferior no debe contradecir a la superior y ha de ser congruente con sus mandatos cuando ambas actúan sobre el mismo ámbito material. Principio de seguridad jurídica. El ordenamiento debe ser cognoscible; la eficacia de sus mandatos, previsible; y la relación entre sus normas, congruente. Este principio es resultado de una amplia jurisprudencia congruente. 2.2-Estructura y dinámica del ordenamiento jurídico 2.2.1-Las normas y las categorías normativas Ni todas las normas son iguales, ni tienen la misma estructura. Ni siquiera todas imponen una obligación cuyo incumplimiento genere una sanción (normas técnicas, normas interpretativas, normas valorativas, etc.). La cuestión, por tanto, reside en ver si esa compleja variedad de contenidos normativos pueden ser reconducidos a alguna forma de identificación o clasificación. Y la respuesta es obvia: el criterio de agrupación de las normas en el seno del ordenamiento se halla no en su contenido sino en la forma o tipo normativo a que cada norma pertenece. Surgen así los tipos normativos característicos del ordenamiento en forma de: Constitución, Ley, norma con fuerza de ley, tratado internacional, reglamento, costumbre y jurisprudencia. 2.2.2-La creación de normas Para entender por qué un determinado mandato se convierte en norma jurídica integrada dentro del ordenamiento tenemos que descubrir cuál es el proceso de creación normativa. Ese proceso se inicia sólo en tanto en cuanto existe una norma anterior –y superior– que lo regula al prever dos elementos: La determinación y la autorización a un sujeto para que pueda crear la norma. Aparece cuando una norma habilita al sujeto de que se trate para que pueda realizar actos normativos –atribución de facultad normativa– de un determinado tipo o categoría. El procedimiento concreto que debe seguirse en su creación. Viene determinado porque el sujeto habilitado despliega el proceso normativo en los términos previstos por la norma de autorización. 2.3-Los principios generales del ordenamiento: coherencia, unidad y compleción El “orden” del ordenamiento pretende eliminar las distorsiones en su interior al establecer principios de distribución interna de las posiciones normativas con formas de equiordenación, infraordenación o supraordenación. Dicha distribución se realiza aplicando una serie de principios estructurales que sirven para determinar el lugar que corresponde a cada tipo de norma. Tales principios –jerarquía, competencia, función constitucional– derivan de la Constitución. Los principios estructurales operan dentro de otros más generales del ordenamiento a los que comúnmente se ha denominado como coherencia, unidad y compleción. 2 Derecho Constitucional| El ordenamiento jurídico, tema 2 - Bloque 2 2011 2.3.1-La coherencia El principio de coherencia o de no contradicción interna constituye la exigencia básica del sistema jurídico como tal: éste ha de hacer referencia a un conjunto de reglas sobre una materia enlazadas racionalmente. Esta coherencia se manifiesta en ese conjunto de principios estructurales –jerarquía, función, competencia–, y tienden a implantar el orden interno tanto antes de la integración de la norma como después de ella. Durante el proceso de creación normativa son varios los principios a que deben atenerse los órganos creadores de normas desde la perspectiva de la coherencia del sistema: en primer lugar, sólo pueden aprobar normas sobre la materia de que se trate cuando tengan atribuida capacidad para ello por una norma previa y válida (habilitación), y de acuerdo con la forma normativa que la materia exija (reserva). A continuación, la norma que adopten debe respetar los contenidos de las normas situadas en escalas superiores a la suya (principio de jerarquía) o con funciones constitucionales primarias (principio de función). La jerarquía, o rango normativo, es el principio básico sobre el que pivota la coherencia del ordenamiento. La habilitación es la capacidad de los órganos para producir normas, y funciona en los ordenamientos simples con la distribución de las facultades entre los distintos órganos de la instancia central (Parlamento, Gobierno y Administración), distribución realizada tanto por la Constitución como por las leyes u otras normas con capacidad para ello. La reserva se entiende como la necesidad de que determinadas materias señaladas por la Constitución o por los estatutos de autonomía sean reguladas mediante un tipo específico de norma. Por ejemplo, para el desarrollo de los Derechos Fundamentales contenidos en la CE existe la reserva de ley orgánica. Es una garantía para la materia reservada y una obligación para el órgano encargado del desarrollo jurídico de la reserva. 2.3.2-La unidad Viene determinada porque el centro último de imputación de la validez del conjunto de las normas jurídicas desde el punto de vista normativo, es la Constitución y, desde el punto de vista organizativo, es el Estado. Esta unidad es una exigencia; exigencia que se ve completada por los otros dos caracteres que han de acompañar al ordenamiento general: la coherencia y la compleción. 2.3.3-La compleción Con el inicio de la codificación en Francia, se entendió que el ordenamiento articulado bajo el imperio de un tipo de ley general, racional y abstracta, preveía todas las relaciones jurídicas y sociales que debían ser reguladas; por ello, no podían existir vacíos normativos. Es decir, por definición, el ordenamiento era completo. Sin embargo, ni entonces ello era así ni tampoco lo es ahora. Existen muchos supuestos en que tales vacíos se producían y se producen: son los casos que tradicionalmente han sido denominados como lagunas del ordenamiento. Las lagunas son consecuencia de deficiencias técnicas de las normas y de cambios en la realidad social. Ni el ordenamiento es completo ni puede serlo. Frente a ello, el aplicador del Derecho, y específicamente el Juez o Tribunal, tienen la obligación de solventar todos los supuestos en que no exista una norma directamente aplicable, tal y como establece el art. 1.7 del Código civil. Para llenar esos vacíos o lagunas, el ordenamiento sí que prevé mecanismos de autointegración, de forma que pueda llegar a ser “completable”: 3 Derecho Constitucional| El ordenamiento jurídico, tema 2 - Bloque 2 2011 La analogía supone la aplicabilidad a un supuesto de hecho, que carezca de regulación, de las consecuencias jurídicas de una norma que no prevé tal supuesto pero sí uno similar. La supletoriedad, como segundo mecanismo de autointegración, supone que se pueda y se deba aplicar una determinada norma jurídica de un sector del ordenamiento a supuestos que en principio deberían estar regulados por otra norma correspondiente a otro sector y no están regulados. El reenvío consiste en la validez que confiere un ordenamiento a otro distinto y externo para que algunas de las normas de este último puedan integrarse como norma interna y producir los efectos y fuerza de obligar en ellas previstos 2.4-Las relaciones entre normas y las relaciones entre ordenamientos (no explicado. Leer) Cualquier norma, por su propia esencia, existe para ser aplicada y, en la dinámica ordinaria, a cualquier supuesto le puede ser de aplicación una notable variedad de normas jurídicas, muchas veces contradictorias entre sí. Por lo tanto, las colisiones internormativas no suelen producirse en el interior del ordenamiento, sino en el proceso dinámico de aplicación de los mandatos normativos. Esto sucede tanto en los ordenamientos jurídicos simples –como el sistema francés– como en los ordenamientos jurídicos complejos –como el español–. Sin embargo, se resuelven de distinta forma según se trate del primer tipo o del segundo, y en el caso del segundo, de distinta manera según la colisión se produzca en el interior de un mismo ordenamiento o se produzca por la confluencia de normas que provienen de ordenamientos diferentes. En los supuestos de colisión entre normas de un solo ordenamiento, si confluyen normas contradictorias que pertenecen a grados diversos, el problema se resuelve aplicando el principio de jerarquía; y si la colisión se produce entre normas del mismo grado, se aplica el principio de temporalidad –la norma más reciente en el tiempo deroga a la más antigua– o el principio de especialidad –la norma especial se impone sobre la norma general–. Es cierto que también puede ocurrir que entren en colisión dos normas del mismo rango y del mismo ordenamiento en supuestos en que no pueden aplicarse los principios anteriormente señalados (como ocurre en el ordenamiento español del Estado central entre ley ordinaria y ley orgánica); pero, incluso en estos casos, también se trata de un supuesto de especialidad: se impondrá la clase de norma que la Constitución ha destinado (reservado) a regular la materia de que se trate. Mayor problema, en cambio, se presenta cuando se produce una confluencia de normas contradictorias provenientes de ordenamientos distintos porque, en tal caso, el choque se da entre los ordenamientos a que dichas normas pertenecen. Entran en escena las reglas de solución de conflictos derivadas del principio de competencia, de acuerdo con las cuales la norma aplicable es la que resulta del complejo institucional y ordinamental que válidamente la ha emitido por ser el competente para hacerlo. No obstante, en determinadas situaciones deben entrar en funcionamiento otras cláusulas que permitan, en el momento aplicativo, dirimir las contradicciones entre normas que proceden de ordenamientos diferentes, sea bien porque existe una oposición entre ellas, o bien porque en un determinado supuesto no existe norma alguna de aplicación directa. Por ello son necesarias determinadas cláusulas que pretenden cerrar tales desajustes: prevalencia (las normas del Estado prevalecen sobre las de las Comunidades Autónomas por regla general) y supletoriedad (el Derecho del Estado será supletorio del Derecho de las Comunidades Autónomas) principalmente en el ámbito autonómico, y primacía (en caso de colisión, las normas internas quedan desplazadas, que no anuladas, por la normativa comunitaria) en el ámbito comunitario. 4 Derecho Constitucional| El ordenamiento jurídico, tema 2 - Bloque 2 2011 2.5-El contenido del ordenamiento jurídico 2.5.1-La Constitución como norma última sobre la producción de normas La Constitución actúa como pieza central del sistema, ya que es en ella donde se encuentran los elementos esenciales de ordenación de las formas de producción normativa. Tales elementos son los siguientes: En primer lugar, especifica las categorías normativas o tipos normativos y las subcategorías o subtipos (ley y clases de ley, normas con fuerza de ley, potestad reglamentaria de determinados órganos, tratados internacionales, etc.). Así, pueden desarrollarse otras categorías jurídicas. En segundo lugar, introduce los sujetos y procedimientos básicos encargados de dicha producción. En tercer lugar, determina la correspondencia entre categorías normativas y materias objeto de normación, mediante los sistemas de reserva. En cuarto lugar, al ocupar el escalón más elevado del ordenamiento, condiciona negativamente el contenido normativo de dichas categorías, ya que todas ellas han de ser conformes a lo regulado por la norma fundamental. 2.5.2-La validez de las normas. Validez formal y validez material Por validez formal se entienden aquellas cualidades que posee cualquier norma jurídica al haber sido generada por un órgano con competencia para ello, poseer la forma adecuada a la materia regulada y haber sido adoptada mediante el procedimiento jurídicamente previsto. Si alguno de los requisitos anteriores no se cumple, la norma es nula. Por validez material, en cambio, se hace referencia a la necesidad de que el contenido de la norma en cuestión respete los principios ya mencionados con los que se estructura el ordenamiento jurídico –jerarquía y competencia–. Si se contravienen estos principios, la norma es nula. La nulidad puede ser originaria o sobrevenida. Cuando la nulidad es originaria, al no haberse dado los requisitos necesarios para su existencia, se produce un supuesto de nonorma aunque tenga apariencia de norma; la nulidad es sobrevenida o derivada cuando una norma válida deja de serlo por la aparición de otra distinta superior con la que entra en contradicción. La norma válida formal y materialmente proyectará su eficacia en distintos ámbitos: el territorial, el temporal, el personal, el material. El ámbito territorial queda determinado por el centro que las produce; el ámbito personal, por los destinatarios a los que se dirige; el ámbito material a veces está determinado y a veces no lo está (por ejemplo, la ley orgánica sólo puede regular determinadas materias, materias que a su vez no pueden ser reguladas por leyes ordinarias); el ámbito temporal puede venir determinado por la propia norma o por la aparición de otras posteriores que le impongan una invalidez sobrevenida, aunque el principio general es que toda norma es siempre válida en el tiempo si no es derogada. 2.5.3-La vigencia de las normas Con el criterio de temporalidad se entra en el concepto de vigencia como segundo gran elemento que afecta a la vida de las normas. Por vigencia se entiende el inicio y permanencia de la vida activa de la norma y se expresa mediante su incorporación al ordenamiento a través de su publicación y el mantenimiento en el mismo. Sin embargo, validez y vigencia no deben confundirse: la vida de la norma (vigencia) termina por la derogación, esté prevista por el ordenamiento, por la propia norma o acaezca por la aparición de una norma posterior; en cambio, el ámbito temporal de validez puede ir 5 Derecho Constitucional| El ordenamiento jurídico, tema 2 - Bloque 2 2011 más allá del de vigencia porque una vez terminada la vida de una norma pueden quedar efectos pendientes que sólo se irán realizando a lo largo de un tiempo posterior a esa vigencia. 2.5.4-La publicidad de las normas La publicidad, como requisito para la validez y la vigencia de las normas –es decir, para lograr su plenitud jurídica–, es una exigencia histórica que acompaña al nacimiento del Estado Liberal y que, como se ha indicado, viene estipulada de forma expresa por el art. 9.3 CE: “las leyes entrarán en vigor a los veinte días de su completa publicación en el Boletín Oficial del Estado, si en ellas no se dispone otra cosa”. 2.6-Las fuentes del Derecho 2.6.1-Las diversas acepciones de la expresión “fuentes del Derecho” La expresión “fuentes del Derecho” se construyó en la segunda mitad del siglo XIX para hacer referencia al origen del Derecho, a su proceso de emanación desde el no derecho hasta convertirse en Derecho. La Constitución ha ocupado la posición principal dentro del ordenamiento y ha desplazado a la ley. La Ley ha perdido ese carácter teórico de norma general, abstracta y racional expresiva del interés general. El Parlamento no es el único productor de leyes, y ni siquiera cuando las produce lo efectúa de la misma forma. El concepto de fuentes del Derecho ha de referirse a las categorías o tipos normativos por medio de los cuales se manifiesta el Derecho y se inserta en el ordenamiento. 2.6.2-Clases de fuentes Las fuentes del ordenamiento estatal Como fuentes del Derecho estatal, la Constitución determina las siguientes categorías normativas con su correspondiente régimen jurídico: tratado internacional, ley orgánica, leyes especiales (de relación con las comunidades autónomas), ley ordinaria, decreto legislativo, decreto-ley, reglamento parlamentario y reglamento administrativo. Las fuentes de los ordenamientos autonómicos Cada Comunidad Autónoma cuenta con un ordenamiento propio; la determinación final de sus fuentes viene realizada por los respectivos estatutos de autonomía. El modelo general actual en cada Comunidad, con excepciones referidas al decreto-ley, está ordenado en los siguientes escalones: Constituci6n, estatuto de autonomía (ley orgánica insertada en el sistema estatal de fuentes), ley, normas con fuerza de ley (decreto legislativo y decreto-ley), reglamento parlamentario y reglamento. Las fuentes del ordenamiento comunitario. La Unión Europea, fruto de una serie de tratados internacionales iniciados en 1952 y ampliados y reformados a lo largo del tiempo hasta llegar al Tratado de Lisboa de 13 de diciembre de 2007, cuenta con un sistema de fuentes propio cuyos caracteres esenciales residen en su efecto directo y primacía sobre los ordenamientos de sus Estados miembros. Esos dos caracteres se proyectan sobre el ordenamiento español en su conjunto cuando entran en escena las distintas normas procedentes de la UE dentro de las categorías que su sistema de fuentes contiene. Tales categorías se dividen en dos grandes grupos: por un lado, el denominado derecho originario y, por otro, el derecho derivado. Este segundo tipo, el más importante y dinámico, se subdivide en una serie de categorías: el reglamento la directiva y la decisión (también, a veces, se incluyen las recomendaciones y los dictámenes). En cuanto a los tratados, es obvio que vinculan al derecho derivado pero también lo es que vinculan de forma directa como cualquier otro tratado internacional a los ordenamientos de los países miembros. 6