1er Parcial CLÍNICA DE ADULTOS (VAZQUEZ). PRÁCTICO B HASTA PRÁCTICO Nº9 INCLUSIVE PRÁCTICO 1. PSIQUIATRÌA Y PSICOANÁLISIS Freud. CONFERENCIA 16. En esta conferencia, Freud cuestiona la posición de la psiquiatría frente a su renuencia por tomar en cuenta al psicoanálisis. Dice que los médicos se comprometen muy poco con los neuróticos, que prestan poca atención a lo que ellos tienen por decir de su propio malestar y así se pierden de hacer valiosas intelecciones en profundidad. Plantea el caso de una mujer de unos 50 años que sufre delirio de celos hacia su marido. Postula que la psiquiatría poco tiene que hacer frente a este caso, y que sólo se remitiría a buscar razones que den cuenta de un factor hereditario y se detendría allí. Pues bien, Freud encuentra en el discurso de la propia paciente que su delirio de celos no sólo puede deberse a factores hereditarios, sino que lo que sucede allí es un mecanismo de desplazamiento en la persona del marido acerca de sus propias mociones de infidelidad. No contradice la hipótesis médica, más bien la complementa. El psicoanálisis es a la psiquiatría lo que la histología a la anatomía: esta estudia las formas exteriores de los órganos; aquella, su constitución a partir de los tejidos y de las células. Es inconcebible una contradicción entre estas modalidades de estudio, una de las cuales continúa a la otra. Freud confía en que en una época no muy lejana comprenderemos que no es posible una psiquiatría profundizada en sentido científico sin un buen conocimiento de los procesos de la vida del alma que van por lo profundo, de los procesos inconcientes. Rubinstein. LA PRACTICA DEL PSICOANALISIS EN EL HOSPITAL. EN UN ACERCAMIENTO A LA EXPERIENCIA. ¿Tiene alguna especificidad el psicoanálisis en los hospitales? ¿Cuáles son las condiciones de la practica? ¿Qué consecuencias tiene al quedar inscripta bajo el marco de la salud pública? No puede hablarse de una psa diferente al del consultorio una vez recortado el espacio analítico en el hospital, sin embargo, hay ciertas condiciones de la práctica profesional que se presentan allí: la coexistencia de discursos, el trabajo con los otros profesionales de la salud, la incidencia de la idiosincrasia de la salud pública, las condiciones de tiempo y dinero y la variabilidad de las demandas que allí se presentan que hacen que no todo allí pueda ser psa. 1 Psicoanálisis y salud pública: La OMS define a la salud “como el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Esta definición impregnada de “felicidad”, que supone restaurar una armonía entre sujeto y su ambiente, obtura las condiciones de estructura que el psa descubre: “un sujeto disarmónico con la realidad”. Entonces, ¿Cuál es el lugar del analista en este marco? El analista ocupa el lugar de “saber” al que es confinado el médico por ser parte de esa institución de salud, pero como terapeuta debe tomar allí su lugar proponiendo una cura que rompa con los criterios de salud por los cuales es llamado, ofreciendo una alternativa al sujeto: abrir un espacio a la dimensión subjetiva del paciente abolida por los permanentes intentos de objetivación del modelo médico hegemónico, dando cabida a una demanda de saber, y con ello dando un lugar para que el deseo pueda desplegarse. No todo Psicoanálisis: Sólo es posible sostener el discurso psicoanalítico en este lugar si se reconoce que en el hospital no todo es psa. El discurso analítico y el discurso universitario son diferentes, pero no por eso irreconciliables. El Psa surge en el límite de la medicina, no en su reemplazo y es un hecho que en los hospitales que los médicos llaman, en su límite, al analista. Tambien ocurre lo mismo a la inversa. Se trata de reconocer las diferencias. Se trata de ver hasta que punto es posible generar un espacio dónde haya una lógica que opere diferente al discurso médico, que sostenga otra ética, que despliegue la subjetividad del que consulta, sin confundir el espacio físico en que ambos discursos se producen. Las demandas y la posición del analista: Las demandas hospitalarias se caracterizan por su enorme variabilidad y el acceso a una población a veces muy alejada de los principios del análisis. Las personas que llegan a una entrevista puede que no estén demandando análisis, por lo que las entrevistas son un momento valioso para decidir que tipo de intervención realizar: medicación, internación, interconsulta. El analista, entonces, lo primero que hace es ofrecer un espacio de escucha, A veces, se deriva un trabajo analítico, otras, el paciente sólo consigue aplacar su sufrimiento. Por otra parte, el analista, dadas las condiciones del caso por caso, se ve precisado a recurrir a intervenciones que podrían no considerarse estrictamente psicoanalíticas, pero que pueden convertirse en un paso necesario para establecer transferencia. Si bien es fundamental que el analista no ocupe la posición de un gran Otro, a veces es necesario ante emergencias subjetivas que el analista deba recurrir a ese poder (ya que la cura por sugestion no es la cura psicoanalítica), pero sin modificar los principios ni fundamentos del método. Por último, es harto importante que no se establezca como una regla fuera del caso por caso el hecho de que “si no hay demanda de análisis, lo mejor es que 2 el paciente se vaya”. Es preciso que en el ámbito hospitalario se reformule lo que se piensa como “demanda de análisis”, ya que el hecho de que un paciente no venga decidido buscando un analista para analizarse, no significa que en el transcurso de las entrevistas, el analista pueda reformular esa demanda sin rechazar al sujeto. Puede que finalmente no se de un análisis, pero hay que dar razones para ello. Muchas veces puede suceder que el deseo del analista de hacer surgir una implicación subjetiva impida al mismo analista a seguir paso a paso las condiciones singulares del caso y se impida la instalación de la transferencia. Tiempo y dinero: El límite del tiempo definido por criterios institucionales resulta ajeno a la singularidad del caso por caso. Este tiempo acotado puede introducir la dimensión de un real que como tal anticipa un efecto de castración, que si es bien utilizado puede operar analíticamente. El tema del dinero introduce un punto problemático. Si el analizante debe pagar con algo, es con su goce. Y el dinero está intrínsecamente ligado a la dimensión del goce, pero esto debe ser tomado caso por caso y no debe ser considerado una imposibilidad a priori. Por ejemplo, cuando un paciente demanda gratuidad de tratamiento o pide pagar menos, hay que ver si efectivamente hay una imposibilidad real de continuar el tratamiento por este motivo, o si no pueden hacerlo por las condiciones de su propia neurosis. Hay casos en los que los analizantes no pagan el tratamiento (niños, adolescentes, adultos que no trabajan) y hay otros en los que el pago de dinero no implique una cesion de goce. PRÁCTICO 2. CLÍNICA EN LAS INSTITUCIONES DE SALUD MENTAL Rubinstein. LA PRACTICA DEL PSICOANALISIS EN EL HOSPITAL. EN UN ACERCAMIENTO A LA EXPERIENCIA. (VISTO EN PRACTICO 1) Gamsie. LA INTERCONSULTA: UNA PRÁCTICA DEL MALESTAR. La interconsulta presenta ciertas dificultades a los psicoanalistas que trabajan en los servicios de psicopatología, ya que allí son llamados como “psicopatólogos” para ayudar a constituir o completar un diagnóstico ahí donde el diagnóstico médico no cierra o falta; el pedido del médico es que lo ayudemos a precisar si debe abandonar el caso y remitirlo a salud mental. En la interconsulta está en juego la restauración del saber médico. Ahí donde algo no funciona, los psicoanalistas son llamados a contribuir a que el médico pueda tomar las decisiones que le competen. Esto lleva a tener que situar algunos aspectos de la transferencia: 3 a) Del lado de los pacientes: Tienen una transferencia masiva e indiferenciada con cualquiera que porte un delantal blanco debido a los efectos desubjetivantes inherentes a la propia institución. Si llegaron a esa institución en especial, es porque algún tipo de transferencia tienen, ya que le atribuyen un saber presumible sobre la enfermedad. b) Del lado de los médicos: transferencia con el saber médico y el saber que este supone. Transferencia con la propia institución, con el hospital elegido para realizar su formación. c) Transferencia interservicios: Frente a las crecientes condiciones de pobreza, marginalidad social, violencia, estado de los servicios públicos, el médico no puede sostener la transferencia en tanto agente ancestral de sabiduría sobre la vida y la muerte que suscita en sus pacientes. Por lo que recurre a los servicios de salud mental para dirigir sus pedidos y pedir relevo. Existe en ellos una ilusión fantasmática de saber total. Frente a la desilusión de que aquí no encuentran todas las respuestas, en vez de interrogarse por sus propias prácticas, predomina la desazón y el enojo para con el servicio de salud mental con la consecuente acusación de ineficacia y la acumulación de impotencia. ¿Cuál debería ser nuestra posición frente a este tipo de demandas? Es necesario partir de la negativa a resolver a aquellas situaciones que escapan a nuestras posibilidades, y reconocer que aceptarlas llevaría al fracaso y a la frustración. Esto es porque nuestra función no es puramente asistencial, lo que no implica desentenderse de la angustia de médicos y pacientes. Ley de Salud Mental de la Nación. (No se vió en clase). PRÁCTICO 3. CLÍNICA EN LAS INSTITUCIONES DE SALUD MENTAL Galende. PSICOANALISIS Y SALUD MENTAL. PARA UNA CRITICA DE LA RAZON PSIQUIATRICA. CAPÌTULO 6. LOS TRATAMIENTOS ANALITICOS EN LAS INSTITUCIONES. Propone problematizar. Recuperar en toda su amplitud el conjunto de factores que determinan los modos en que se plantean los problemas de la Salud Mental, la manera de comprenderlo y las respuestas políticas que se efectúan. Se trata de potenciar el análisis para mejorar las respuestas prácticas. Los problemas de Salud Mental son cualitativos, es decir, tienen que ver con la calidad de la vida. Son las relaciones humanas concretas que genera la sociedad industrializada las responsables del crecimiento de poblaciones con mayor riesgo de fracasar o enfermar. 4 La idea que sustentó la Psiquiatría, de considerar a los trastornos psicológicos como a las demás enfermedades que trata el médico fue mostrando su insuficiencia, su incapacidad de dar respuesta a los nuevos problemas. Es necesaria una revaloración de lo subjetivo para esta vuelta a la preocupación y al interés por los sujetos reales y actuales, el psicoanálisis ha cobrado importancia. Pero no hay que olvidar que la respuesta psiquiátrica al malestar cultural no puede suplirse con una respuesta psicoanalítica igualmente reductora e ilusoria. RESPUESTA PSIQUIATRICA RESPUESTA PSICOANALITICA Tiende a la exclusión, segregación y encierro del loco y su custodia en los manicomios. No avala la exclusión y custodia de los enfermos, siempre sostuvo una práctica de respeto por la palabra del enfermo y una ética de la verdad y el deseo Establece una relación de asistencia No establece una relación de asistencia Busca lo patológico en el signo biológico para lo cual necesita excluir al sujeto Centra la cuestión de la producción de lo patológico en el seno mismo de la estructura de producción subjetiva Responde a la demanda. Presenta una relación asimétrica de poder. El poder está en posición del psiquiatra (sujeto de la enunciación que tiene la palabra), el sujeto es hablado por el saber No responde a la demanda sino que lo interroga psiquiátrico (sujeto del enunciado) Coloca al individuo en el lugar de objeto natural por su condición de enfermo. El sujeto ya no es más objeto de esta medicina, es solo terreno, hábitat en el que la enfermedad evoluciona Presenta modelos clasificatorios y objetivantes. Nombra por sus diagnósticos y hace entrar al enfermo en sus categorías. Generaliza Su intervención es singularizante, tiende a resituar en el sujeto su relación con lo colectivo Se caracteriza por su capacidad de problematizar la realidad sobre lo que piensa, mostrar su complejidad, tensiones, fuerzas y los caminos de resolución de sus conflictos 5 Intervenciones del Psicoanálisis: Hay 3 posibles: 1) Prácticas de tratamiento analítico en las Instituciones 2) Prácticas centradas en el análisis de la Institución 3) Intervención en prevención y promoción Abordar cuestiones relativas al tratamiento analítico en una institución es preguntarse por la transferencia. Lo que agrega la Institución a estos tratamientos es justamente la presencia de la Institución en la Transferencia. - Esta transferencia es previa a la transferencia analítica propiamente dicha y suele permanecer como un obstáculo, telón de fono de todo tratamiento en la Institución. - Está configurada por la relación regresiva que el paciente mantiene con la Institución médico-asistencial, y suele expresarse tanto como formas de sometimiento, como de exigencias despóticas de cuidados y atenciones. - Está infiltrada por la compulsión repetitiva, simbiótico materno sostenido en el Yo Ideal. buscando repetir el vínculo El psicoanalista no está exento de su propia identificación con la Institución. Es frecuente que los analistas depositen en la Institución sus propias demandas regresivas de protección, seguridad y cuidados. PSICOTERAPIAS PSICOANALISIS Si la Institución sirve al analista para protegerse de la transferencia del paciente y al mismo tiempo, sirve al paciente como resistencia para el análisis, entonces logra impedir el análisis. Aquí es preciso que se interrogue sobre la demanda de Institución. La propuesta de GALENDE: Desde la admisión misma del paciente se debe generar un espacio analítico en el que la demanda pueda ser escuchada con el mínimo de interferencia institucional. El modelo de intervención analítico no tiene por qué ser distinto al que se realiza en la práctica privada. 6 Son más fenomenológicas captación del síntoma en la Se propone una disección? de las estructuras productoras de conflicto Parten de y tienden a la unidad del sujeto Su sujeto es estructuralmente escindido Se proponen la resolución del síntoma, Devela la relación entre síntoma y verdad histórica del sujeto. La disolución del síntoma en lo cual basan su eficacia sobreviene por añadidura, por develamiento de esa unidad Responden a la demanda del paciente Interroga la demanda sin satisfacerla Autorizan en el terapeuta la utilización de Se rige por el principio de abstinencia su propia persona para lograr la cura Utilizan un saber y una experiencia que Se evita toda intención pedagógica hacen de su acción una pedagogía subyacente Ulloa. NOVELA CLINICA PSICOANALITICA. TERCERA PARTE CAPITULO 5. Cultura de la Mortificación: Lo llama Sociedad Anónima de Mortificados. Falta de fuerzas, sin viveza, mal humor, aparecen acompañadas de fatiga crónica. Se trata de sujetos coartados, al borde de la supresión como individuos pensantes. Los indicadores de esta situación son: 1) Desaparición de la valentía 2) Resignación 3) Desaparición de la inteligencia 4) Idiotismo Sujeto disminuido del accionar crítico y de la autocrítica. En su lugar se instala una queja que nunca asume la categoría de protesta. Tienden a esperar soluciones imaginarias a sus problemas sin que estas dependan de su propio esfuerzo. 7 Se diferencia de la Institución de la Ternura, que se identifica con la debilidad, la inmadurez infantil, el amor. Es posible el buen trato. Manicomialización: Es la forma clínica terminal de la mortificación. Su proceso central se resume en la locura. Promueve con frecuencia reacciones de maltrato y el maltrato eleva el sufrimiento de la locura. Ante las dificultades de diagnóstico, frecuentemente se encuadra al sujeto en un modo estándar. El maltrato comienza por repudiar el por qué y el para qué de los síntomas. Cada vez que arbitrariamente prevalece la ley del más fuerte, se instaura la protoescena manicomial: la Encerrona Trágica. El paradigma es el de la mesa de tortura (en la tortura se organiza una situación de dos lugares, sin tercero de apelación). Es toda situación en donde alguien, para vivir, trabajar, recuperar la salud, etc., depende de algo o de alguien que lo maltrata, sin tomar en cuenta su situación de invalidez. SVI: La constitución de toda cultura institucional supone cierta violentación legítimamente acordada. Cuando esta violentación se hace arbitraria en grados y orígenes diferentes, se configura el SVI. Las personas que conviven con esta violentación verán afectados la modalidad y el sentido de su trabajo: - Empieza a perder funcionalidad vocacional. - Los síntomas cobran el valor de normalidad. - Se pierde la eficacia responsable y la habilidad creativa. - En tales condiciones es difícil que alguien a cargo de un paciente pueda considerar su singularidad. - Una de sus consecuencias es el autoritarismo. - Se presenta una fragmentación en el entendimiento y la comunicación. Un mecanismo prevaleciente en esta situación es la Renegación, repudio que impide advertir las condiciones contextuales en las que se vive. Las Neurosis Actuales permiten entender la patología institucional. El grupo de mayor presencia en la institución comienza a desarrollar un comportamiento semejante a lo que Freud describió como Neurosis Actuales (desgano, falta de interés e investimento libidinal, hipocondría, depresión). El analista debe evitar quedar atrapado en las Neurosis Actuales y desarrollar el mismo un comportamiento semejante. 8 Zuberman. PSICOANALISIS Y HOSPITAL. La historia del Psicoanálisis con el Hospital es compleja. Aceptado a veces en el hospital porque trae respuestas a aquello con que la medicina no puede, rechazado otras tantas veces por interrogar al discurso médico. Para los analistas surgen preguntas novedosas: ¿Qué hacer con aquellos pacientes que consultan en el hospital y que no se presentan como síntomas neuróticos? Para algunos la respuesta es fácil: inanalizables. Para otros, en cambio, es una oportunidad de investigar qué demanda, qué busca. No se trata ya de discutir si hay o no Psicoanálisis en el hospital, sino de discutir la práctica de los analistas que deciden sostenerla en ese preciso lugar. PRÁCTICO 4. MATERIAL CLÍNICO. Galende. SANTIAGO S. Y LA INSTITUCIÓN PSIQUIÁTRICA. PRÁCTICO 5. CLÍNICA EN LA PSICOSIS. Freud. NEUROSIS Y PSICOSIS. Una fórmula simple sobre la diferencia genética más importante entre neurosis y psicosis es la siguiente: la neurosis es el resultado de un conflicto entre el yo y su ello, en tanto que la psicosis es el desenlace análogo de una similar perturbación en los vínculos entre el yo y el mundo exterior. El YO ha entrado en conflicto con el ELLO, al servicio del SUPERYÓ Y DE LA REALIDAD, he ahí la descripción válida para todas las neurosis de transferencia. Acerca de las esquizofrenias, se sabe que tienden a desembocar en la apatía afectiva, vale decir, la pérdida de toda participación en el mundo exterior. Con relación a la génesis de las formaciones delirantes, algunos análisis nos han enseñado que el delirio se presenta como un parche colocado en el lugar donde originariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del YO CON EL MUNDO EXTERIOR. La etiología común para el estallido de una PSICONEUROSIS O DE UNA PSICOSIS sigue siendo la frustración, el no-cumplimiento de uno de aquellos deseos de la infancia, eternamente indómitos, que tan profundas raíces tienen en nuestra organización comandada filogenéticamente. Esa frustración siempre es una frustración externa. El efecto patógeno depende de lo que haga el YO en semejante tensión conflictiva: si permanece fiel a su vasallaje hacia el mundo exterior y procura sujetar al ELLO, o si es avasallado por el ELLO y así se deja arrancar de la realidad. Pero esta situación se complica por la existencia del SYÓ, quien reúne en si influjos del ELLO tanto como del mundo exterior y es, por así decir, un arquetipo ideal de aquello que es la meta de todo querer alcanzar del Yo, la reconciliación entre sus múltiples vasallajes. 9 La Neurosis de Transferencia corresponde al conflicto entre el YO y el ELLO, la Neurosis Narcisista al conflicto entre el YO y el SYO, la Psicosis, al conflicto entre el YO y el MUNDO EXTERIOR. Entonces, NS y PSICOSIS son generadas por los conflictos del YO con las diversas instancias que lo gobiernan, y por tanto corresponden a un malogro en la función del yo, quien, empero, muestra empeño por reconciliar entre sí todas esas exigencias diversas. ¿Cuáles son las circunstancias y los medios con que el YO logra salir airoso, sin enfermar, de esos conflictos que indudablemente se presentan siempre? Es indudable que el desenlace de tales situaciones dependerá de constelaciones económicas de las aspiraciones en lucha recíproca. Y además: el YO tendrá la posibilidad de evitar la ruptura hacia cualquiera de los lados deformándose a sí mismo, consistiendo menos cabos a su unicidad y eventualmente segmentándose y partiéndose. Freud. LA PÉRDIDA DE LA REALIDAD EN LA NEUROSIS Y PSICOSIS. Indagué como uno de los rasgos diferenciales entre NS Y PSICOSIS que en la NS el YO, en vasallaje a la realidad, sofoca un fragmento del ELLO (vida pulsional) mientras que en la PSICOSIS, ese mismo YO, al servicio del ELLO, se retira de un fragmento de la realidad. La pérdida de realidad (objetividad) estaría dada de antemano en la psicosis, en cambio, se creería que la neurosis la evita. La Neurosis como resultado de una represión fracasada. La contradicción sólo subsiste mientras tenemos en vista la situación inicial de la Neurosis, cuando el YO, al servicio de la realidad, emprende la represión de una moción pulsional. Pero eso no es todavía la Neurosis misma. La Neurosis consiste en los procesos que aportan un resarcimiento a los sectores perjudicados del ello, por tanto, en la reacción contra la represión y el fracaso de esta. El aflojamiento del nexo con la realidad es entonces la consecuencia de este segundo paso en la formación de la Neurosis. También en la PSICOSIS se perfilarán dos pasos: el 1ro de los cuales, esta vez, arrancara al yo de la realidad, y el 2do presenta el carácter de reparación, quiere compensar la pérdida de realidad, más no a expensas de una limitación del Ello, sino por otro camino, por la creación de una realidad nueva, que ya no ofrece el mismo motivo de escándalo que la abandonaba. En consecuencia, el 2do paso tiene por soporte las mismas tendencias en las Neurosis y en las Psicosis, en ambos casos sirve el afán de poder del Ello, que no se deja constreñir por la realidad. Tanto Neurosis como Psicosis expresan la rebelión del Ello contra el mundo exterior, su displacer, y su incapacidad para adaptarse al apremio de la realidad. Ambas se diferencian mucho más en la 1ra reacción, que en el subsiguiente ensayo de reparación. 10 Esa diferencia inicial se expresa en el resultado final del siguiente modo: en la Neurosis se evita, al modo de una huida, un fragmento de la realidad, mientras que en la Psicosis se lo reconstruye. O sea, en la psicosis, a la huida inicial sigue una fase activa de reconstrucción; en la Neurosis, la obediencia inicial es seguida por un posterior intento de huida. La Neurosis no desmiente la realidad, se limita a no querer saber nada ella, la psicosis la desmiente y procura sustituirla. A la psicosis se le plantea la tarea de procurarse percepciones tales que correspondan a la realidad nueva, lo que se logra de la manera más radical por la vía de la alucinación. Otra analogía entre Neurosis y Psicosis es que en ambas la tarea que debe acometerse en el 2do paso fracasa parcialmente, puesto que no puede crearse un sustituto cabal para la pulsión reprimida (Neurosis) y la subrogación de la realidad no se deja verter en los moldes de formas satisfactorias. Pero en uno y otro caso los acentos se distribuyen diversamente. En la Psicosis, el acento recae íntegramente sobre el 1er paso, que es en sí patológico y sólo puede llevar a la enfermedad, en la Neurosis, en cambio, recae en el 2do, el fracaso de la represión, mientras que el 1er paso puede lograrse y en efecto se logra innumerables veces en el marco de la salud. Estas diferencias son consecuencia de la diversidad típica en la situación del conflicto patógeno a saber, que en ella el Yo rinda vasallaje al mundo real o al Ello. Tampoco en la Neurosis faltan intentos de sustituir la realidad indeseada por otra más acorde al deseo. La posibilidad de ello la da la existencia de un mundo de la fantasía, este es un ámbito que fue segregado del mundo exterior real por la instauración del principio de realidad. El mundo de la fantasía desempeña el mismo papel en la Psicosis, constituye el lugar de donde se recoge el material para edificar la nueva realidad. Pero el nuevo mundo exterior, fantástico de la Psicosis quiere reemplazar a la realidad exterior, en cambio, el de la Neurosis gusta de apuntalarse en un fragmento de la realidad, le presta un significado particular y un sentido secreto, que llamamos simbólico. Así para ambas, no solo cuenta el problema de la pérdida de realidad sino el de un sustituto de realidad. Freud. PUNTUALIZACIONES PSICOANALÍTICAS SOBRE UN CASO DE PARANOIA DESCRITO AUTOBIOGRÁFICAMENTE. PARTE 3. ACERCA DEL MECANISMO PARANOICO. En Tres Ensayos de Una teoría Sexual Freud formula la opinión de que cada estadio del desarrollo de la psicosexualidad ofrece una posibilidad de fijación o predisposición patológica. En el caso de la paranoia, Freud sostiene que este punto de fijación ha de buscarse en el tramo entre autoerotismo, narcicismo y homosexualidad. Freud sostiene la hipótesis que el nucleo de conflicto en la 11 paranoia masculina, es la fantasia de deseo homosexual, siendo que todas las variaciones de paranoia pueden resumirse a la contradicción de una sola frase: “Yo [Un Varón] lo amo [a un varón]”. A esta frase la contradice: a) El delirio de persecución: “Yo no lo amo – pues yo lo odio”. Esta contradicción en lo inconsciente no puede devenirle a la consciencia del paranoico de esta forma. El mecanismo de formación de síntomas de la paranoia exige que la percepción interna sea sustituido por una percepción de afuera. Asi, la frase se muda por Proyección en la frase “El me odia (me persigue), lo cual me justificará después odiarlo”. Entonces, el sentimiento inconciente que pulsiona aparece como una percepción exterior: “Yo no lo amo – pues yo lo odio – porque el me persigue”. Entonces, el perseguidor es en realidad la persona amada. b) Otro punto de ataque para la contradicción lo registra la erotomanía: “Yo no lo amo – pues yo la amo”. Y aquella compulsión a proyectar imprime la mudanza: “Yo no lo amo – yo la amo – porque ella me ama”. c) Delirio de celos. d) Delirio de grandeza: La cuarta variedad de contradicción es la desautorización de la frase integra: “Yo no amo en absoluto, y no amo a nadie” psicológicamente equivalente a “Yo me amo solo a mi”. Este delirio de grandeza se puede percibir como una sobreestimacion sexual del yo propio. Además de la proyección, Freud ubica al mecanismo de formación de síntomas y al de la represión como dos factores caracteristicos de esta forma patológica. a) En la formación de síntomas de la paranoia es llamativo el mecanismo de proyección. Una percepción interna es sofocada, y como sustituto de ella adviene a la conciencia su contenido, luego de experimentar cierta desfiguración, como una percepción de afuera. En el delirio de persecusion, lo que estaba destinado a ser sentido como amor desde adentro, es percibido como odio desde afuera. Freud aclara que hasta aquí pareciera que la proyección seria el mecanismo patognomónico de la paranoia, pero postula que 1) la proyección no desemepeña el mismo papel en todas las formas de paranoia y 2) no ocurre solo en la paranoia sino bajo otras constelaciones de la vida anímica. b) La modalidad del proceso represivo se entrama de manera más íntima que la modalidad de formación del síntoma con la historia del desarrollo de la líbido y con la predisposición dada en ella. Freud divide a su vez a la represión en tres fases conceptuales: 1) La fijación precursora y condición de cada represión. La corriente libidinosa respectiva pertenece al sistema inconsciente como una reprimida. 2) La represión propiamente dicha: a la represión sucumben los retoños psíquicos de aquellas pulsiones que primariamente se retrasaron, cuando por su 12 fortaleciemiento se llega a un conflicto entre ellas y el yo. 3) El retorno de lo reprimido. Tal irrupción se produce desde el lugar de la fijación y tiene por contenido una regresión al desarrollo libidinal a ese lugar. En el caso de la Paranoia, Freud había dicho anteriormente que la fijación se ubicaba en el estadío libidinal entre autoerotismo, narcicismo y sexualidad [que luego corrige diciendo que el estadío de fijación libidinal de la paranoia es propiamente el narcicismo porque la libido liberada vuelve al yo magnificándolo (de aquí se desprende su explicación sobre el delirio de grandeza y persecusion y la imposibilidad del psicótico de establecer transferencia)], por lo que frente a una fantasía homosexual, la represión actúa sobre ella de la siguiente manera: El enfermo sustrae de las personas de su entorno y del mundo exterior en general la investidura libidinal que hasta entonces se le había dirigido; con ello, todo se le ha vuelto indiferente y sin envolvimiento para él, y tiene que explicarlo mediante una racionalización secundaria. El sepultamiento del mundo es la proyección de esta catástrofe interior; su mundo subjetivo se ha sepultado desde que el le sustrajo su amor. Y el paranoico reconstruye este mundo, no de la misma manera en que estaba establecido anteriormente, sino sustrayendo esa moción insoportable que provocó la represión y la posterior regresión libidinal, que se explica mediante el delirio. Lo que nosotros consideramos la producción patológica, la formación delirante, es en realidad, el intento de restablecimiento, la reconstrucción. Tras la catástrofe, ella se logra mas o menos bien, nunca por completo. Freud dice entonces: el proceso de represión propiamente dicha consiste en un desasimiento de la libido de personas y cosas antes amadas. Se cumple mudo, no tenemos noticias sobre el. Lo que se hace notar ruidoso es el proceso de restablecimiento, que deshace la represión y reconduce a la libido a las personas por ella abandonadas. En la paranoia, este proceso de cumple por el camino de la proyección. No era correcto decir que la sensación interiormente sofocada es proyectada hacia afuera: más bien inteligimos que lo cancelado adentro retorna desde afuera. [Este es el pié para Lacan para hablar sobre el retorno desde lo real]. Férnandez. LAS PSICOSIS Y SUS EXILIOS. MATERIAL CLÍNICO CASO L. PRÁCTICO 6. CLÍNICA EN LAS PSICOSIS. Lacan. SEMINARIO 3: LAS PSICOSIS. Apartado 6: El fenómeno psicótico y su mecanismo: 1) Lacan retoma el texto de Freud sobre Schreber. Puntualmente la frase: “Algo que fue rechazado del interior reaparece en el exterior” y articula el problema en términos de simbolización. 13 Previa a toda simbolización, hay una etapa donde puede suceder que parte de la simbolización no se lleve a cabo. Esta primera etapa precede a toda dialéctica neurótica, fundada en que toda neurosis es una palabra que se articula, en tanto que lo reprimido y el retorno de lo reprimido son sólo y una única cosa. Puede suceder entonces que algo primordial en lo tocante al ser del sujeto no entre en la simbolización, y sea no reprimido, sino rechazado [Neurosis represión; Psicosis rechazo] En la relación del sujeto con el símbolo, existe la posibilidad de una verwerfung primitiva, a saber, que algo que no sea simbolizado, se manifestará en lo real. [Entonces, la verwerfung es el mecanismo fundante de la psicosis, ya que se halla en el origen del hecho psicótico] A nivel de esa bejahung (Simbolización primaria, pura, primitiva), que puede o no llevarse a cabo, se establece una dicotomía: lo que caiga bajo esta bejahung, sufrirá diversos destinos: lo afectado por la verwerfung, sufrirá otro destino completamente disímil. 2) ¿Qué es el fenómeno psicótico? ¿Qué es lo que sucede en el momento en que lo que no está simbolizado reaparece en lo real? Lo que aparece, aparece bajo el registro de la significación que viene de ninguna parte y no remite a nada, pero que es una significación esencial que afecta al sujeto. En este punto, Lacan aclara que no es impreciso hablar de defensa y represión, pero que en el caso de la psicosis a diferencia de la neurosis no encaja, no tiene los mismos resultados. En el caso de la neurosis, cuando una pulsión pasiva o pasivizante aparece en un sujeto para quien dicha pulsión ya fue puesta juego en diferentes puntos de su simbolización previa (digamos por ejemplo en su neurosis infantil), esta se reprime y luego retorna lográndose expresar en uno o más síntomas. Esto quiere decir, que aunque fallidamente, el sujeto vía represión tiene una manera de arreglárselas con lo que vuelve a aparecer. Pero la verwerfung no pertenece al mismo nivel que la verneinung (represión), por lo tanto, cuando al comienzo de la psicosis lo no simbolizado retorna desde lo real, hay respuestas desde la represión pero son inadecuadas. A diferencia de la neurosis, todo parece indicar en la psicosis que no hay prehistoria. Frente a algo que aparece en el mundo exterior que no fue primitivamente simbolizado, el sujeto queda inerme, incapaz de hacer funcionar mecanismos represivos. Por lo que la reacción se produce a nivel del registro imaginario. Por no poder realizar mediación simbolica entre algo nuevo y él mismo, entra otro modo de mediación que sustituye la mediación simbolica por un pulular, una proliferación imaginaria, donde el significante mismo sufre profundos reordenamientos. Esto se ve a modo de ejemplo en la lengua fundamental de Schreber. La relación con el mundo es una relación de espejo, donde hay un acoplamiento con otro que es inseparable de uno mismo. La estructura subyacente que se presenta es la del estadío del espejo, donde dentro del delirio, el sujeto recibe del otro su imagen invertida. 14 Una exigencia del orden simbolico, al no poder ser integrada en lo que ya fue puesto en juego en el movimiento dialectico en que vivió el sujeto, acarrea una desagregación en cadena, una sustracción de la trama en el tapiz, que se llama Delirio. Apartado 7: La Disolución imaginaria: Lacan ubica que Freud describe la paranoia de Schreber centrándose en el narcicismo como punto casi central: Lo que repugnaba al narcicismo del presidente era la adopción de una posición femenina respecto a su padre, posición que implicaba la castración. En la fórmula de Freud “Yo no lo amo, yo lo odio, él me odia” Lacan Ubica en el meollo de la cuestión que todo el problema es ese “él” detenido, vaciado, neutralizado de su subjetividad. El fenómeno persecutorio adquiere el carácter de signos indefinidamente repetidos, y el perseguidor, en la medida que es su sostén, no es mas que la sombra del objeto persecutorio. Lacan refiere que efectivamente la relación con el objeto, y el objeto mismo, han sido modificados. Pero que no alcanza el mecanismo de retracción de la libido presente en las neurosis para explicar los efectos de la paranoia, por lo que plantea el problema en relación a los registros (I, S, R). 1) Lacan toma el caso de Dora para ejemplificar que si bien una histérica como ella, al romperse el cuadrilátero amoroso en el que se hallaba como participante necesaria, también presentó una reivindicación contra otros (“mi padre me prostituye entregándome al sr. K para poder estar con la sra. K”) como ocurre en el delirio de persecusión de la paranoia, sin embargo, Dora no era una psicótica porque no presentaba ningún trastorno del orden del lenguaje. 2) Lacan considera al narcicismo como la relación imaginaria central para la relación interhumana. Ante todo, la relación narcisista es esencialmente ambigua por ser una relación erotica – toda captura del otro por la imagen en una relación de cautivacion erótica, se hace a través de la relación narcicista - y también es la base de una tensión agresiva. El estadio del espejo sirve para instalar esta relación: si la relación agresiva interviene en esa formación que se llama el Yo, es porque le es constituyente, porque el Yo es desde el comienzo en sí mismo otro y de esta manera se instaura una dualidad interna en el sujeto, En toda relación con otro hay erotismo, pero también hay agresividad, porque en el plano imaginario el sujeto esta constituido de tal manera que el otro esta siempre a punto de retornar a su lugar de dominio en relación a el, que en el hay un yo que es siempre ajeno. Amo implantado en el por encima del conjunto de sus tendencias. Y este amo está a su vez siempre dentro y fuera, por esto el equilibrio imaginario siempre está marcado por una inestabilidad fundamental. En la relación imaginaria hay una tensión constante, una sensación de aplastamiento donde hay sentimiento de peligro de colisión, de 15 “despachurramiento” general. El sentido mismo del complejo de Edipo es mantener una hiancia en la relación imaginaria. Para que el ser humano pueda mantener una relación más natural, la del macho a la hembra, es necesario que intervenga un tercero que sea la imagen de algo logrado, modelo de armonía, más precisamente una ley, una cadena, un orden simbolico, la intervención del orden de la palabra, es decir el padre. El órden que impide esa colisión está fundado en la existencia del nombre del padre. 3) Para que todo no se reduzca a nada, pero que toda la tela de la relación lejos, es necesaria la red de naturaleza simbolica que conserva cierta estabilidad de la imagen en las relaciones humanas. Apartado 11: Del Rechazo de un Significante Primordial: La promoción, la valorización en la psicosis de los fenómenos del lenguaje es para nosotros la más fecunda de las enseñanzas. 1) Lacan ubica que la cuestión del ego está siempre presente en la psicosis, ya que el ego, en su relación con el mundo exterior, está en ella puesto en jaque. El ego hace surgir en el mundo exterior una señal, destinada a prevenirlo, en forma de alucinación. Ahora bien, este ego no está sólo, está siempre acompañado de un “mellizo” que es el Yo Ideal. El caso es que en las psicosis, ese Yo Ideal habla. Es una fantasía o un fantasma, no al modo del fantasma en las neurosis, sino más bien una fantasía hablada. Nombra al sujeto, hace eco de sus pensamientos, lo vigila, nombra a medida que se suceden las acciones del sujeto, pero esto no se explica por la teoría de lo imaginario y del yo especular. Los mecanismos de la psicosis no se limitan al registro de lo imaginario; ahora, ese Yo Ideal mellizo del ego que habla, no es ese otro-reflejo que amenaza constantemente al yo. El mecanismo imaginario da forma a la psicosis, pero no da cuenta de su dinámica. Encontramos la nocion de que mas alla del pequeño otro imaginario, debe admitirse la existencia otro Otro. 2) Lacan formula como tesis que la realidad está marcada de entrada por el anonadamiento simbólico. Es estructuralmente necesario postular una primera etapa primitiva en la cual aparecen en el mundo los significantes en cuanto tales. Antes de que el niño aprenda a hablar, debe de suponerse que ya hay significantes que aparecen que son del orden simbolico, como la regla de ausencia-presencia que plantea Freud en Más Allá del Principio del Placer. Ahora bien, en este campo de articulación simbólica, es donde se produce lo que Lacan denomina, tomando a Freud, como verwerfung. A propósito de la verwerfung, Freud dice que el sujeto no quería saber nada de la castración, nisiquiera en el sentido de la represión. Por lo tanto, esto supone otro mecanismo. La verwerfung se trata del rechazo, de la expulsión, de un significante primordial a las tinieblas exteriores, significante que a partir de 16 entonces faltará en ese nivel. Este es el mecanismo primordial que se haya en la base de la paranoia. Se trata de un proceso primordial de exclusión de un interior primitivo, que no es el interior del cuerpo, sino el interior de un primer cuerpo significante. ¿Qué quiere decir significante primordial? Está claro con toda exactitud que no quiere decir nada. Lacan no cree en modo alguno que haya algún momento o etapa, en la que el sujeto adquiere primero el singificante primitivo, introduciéndose luego en el juego de las signidicaciones y después habiéndose tomado de la mano significante y significado, se entre en el dominio del discurso. Empero, hay una representación necesaria en la que Freud avanza. Apartado 14: El significante, en cuanto tal, no significa nada: Freud tiene esta fórmula: “Lo que fue rechazado en el interior, reaparece en el exterior”. A lo Lacan retruca: “Lo que ha sido suprimido en la idea reaparece en lo real” o “Lo que fue objeto de una verwerfung reaparece en lo real”. ¿Pero que quiere decir esto? Lacan explica que durante la prepsicosis, no hay nada que de indicios de que se esté frente a una neurosis o a una psicosis. En este nivel, frente a un hecho fortuito, se vive algo cuya índole es la perplejidad. Schreber, frente a la idea inusitada para él “debe ser muy agradable ser una mujer sufriendo una acoplamiento”, es presa de extraños presentimientos, es invadido bruscamente por esa imagen. ¿Cómo situar el limite entre ese momento de confusión y el momento en que su delirio termino construyendo que el era efectivamente una mujer, y no cualquier mujer, sino la mujer de Dios? Lacan dice que esto no basta para ubicar la entrada en la psicosis: El punto esencial es que el delirio comienza a partir del momento en que la iniciativa viene de otro, con O mayúscula, en la que la iniciativa está fundada en una actividad subjetiva. En la psicosis se encuentra manifiestamente el mecanismo del como si, de la compensación imaginaria del Edipo ausente, que en caso de haberse constituido le hubiera permitido al sujeto el manejo de la virilidad bajo la forma, no de la imagen especular, sino del significante, del nombre del padre. En el fondo, se trata en la psicosis de una impasse, de una perplejidad respecto al significante. Todo transcurre cual si el sujeto reaccionase a él mediante una tentativa de restitución, de compensación. La crisis fundamentalmente se desencadena por una pregunta: “¿Qué es? No sé”. El sujeto reacciona a la ausencia del significante por la afirmación tanto mas subrayada de un otro, que como tal, es esencialmente enigmático. El Otro con mayúscula está excluido en tanto portador de significante. Es tanto más poderosamenre afirmado, entre el sujeto y él, a nivel del otro con minúscula, del imaginario. Allí ocurren todos los fenómenos de entre-yo que constituyen lo 17 aparente en la fenomenología de las psicosis: a nivel del otro sujeto, de ese que tiene la iniciativa en el delirio. Es a nivel del entre-yo, vale decir del otro con minúscula, del doble del sujeto, que es y no es a la vez su yo, donde aparecen palabras que son una especie de comentario corriente de la existencia. Este fenómeno se ve en el automatismo mental. Apartado 15: Acerca de los significantes primordiales y de la falta de uno: Lacan ubica que la entrada a la psicosis está marcada anteriormente por una pregunta que se hace primero, antes de que el sujeto se la haga a si mismo. La sensación que le produce al sujeto de haber llegado al borde del agujero se denomina perplejidad y aquí estamos en presencia de una prepsicosis. Se trata de concebir, de imaginar, que sucede para un sujeto cuando la pregunta viene de allí donde no hay significante, cuando el agujero, la falta, se hace sentir como tal. En la psicosis el significante está en causa, y como el significante nunca está solo, como siempre forma algo coherente – es la significancia misma del significante- la falta de un significante lleva necesariamente al sujeto a poner en tela de juicio del conjunto del significante. ¿Qué ocurre cuando la verdad de la cosa falta, cuando ya no hay nada para representarla en su verdad, cuando, por ejemplo el registro del padre está ausente? ¿Qué le queda al sujeto? Le queda una imagen a la que se reduce la función paterna. Es una imagen que no se inscribe en ninguna dialéctica triangular, pero cuya función de modelo, de alienación especular, le da pese a todo al sujeto un punto de enganche que le permite aprehenderse en el plano imaginario. Esta verdadera desposesión primitiva del significante, será lo que el sujeto tendrá que cargar, y cuya compensación deberá asumir, a través de una serie de identificaciones conformistas a personajes que le darán la impresión de lo que hay que hacer para ser un hombre. Así es como el sujeto se sostiene largo tiempo. Al vivir compensados, los psicóticos tienen comportamientos viriles aparentemente normales, y de golpe, algo sucede. Algo vuelve súbitamente insuficiente la muleta imaginaria que permitia al sujeto compensar la ausencia de significante. La aparición de la pregunta formulada por la falta de significante, se manifiesta como fenómenos de franja donde el conjunto del significante está puesto en juego. Una gran perturbación del discurso interior se produce, y el Otro enmascarado que siempre está en nosotros, se presenta de golpe, revelandose en su función propia (Agrego yo: El Otro aparece sin barrar, el sujeto se encuentra a merced del goce de este). Esta función es la única que retiene al sujeto a nivel del discurso, el cual amenaza con faltarle por completo y desaparecer. 18 PRÁCTICO 7: MATERIAL CLÍNICO PSICOSIS. No hay bibliografía asignada. PRÁCTICO 9. INTERVENCIONES EN LA PSICOSIS. Aulagnier. EL APRENDIZ DE HISTORIADOR Y EL MAESTRO BRUJO. APARTADO: LA APERTURA DE PARTIDA EN LA PSICOSIS. El movimiento de apertura se elige en base a las aperturas metodológicamente viables, y también en base a la singularidad del analizado. La mejor apertura será, tanto en psicosis como en neurosis, aquella que no deje al analista en un lugar fijo para el resto del análisis. En el caso de la psicosis es difícil, ya que el psicótico ha dejado de creer que puede encontrar en su vida personas diferentes a las que ya ha encontrado. Difícil es que el analista no caiga en el lugar de figura perseguidora que antes fueron los padres, y de nada vale oponerse a esto. Pero lo que se intenta es de vez en cuando mostrarle al sujeto que se puede salir de ese lugar. Esto será posible siempre y cuando el analista no quede de entrada en el lugar de perseguidor. A veces se puede utilizar esa proyección de objeto omnipotente, pero deberá prontamente ser relativizada, para no caer en el lugar de perseguidor. Funciona al contrario de la neurosis, donde lo que se intenta es que el sujeto actualice los conflictos reprimidos a través de la actualización de vínculos transferenciales. Aquí se intenta que el psicótico no establezca de forma fija esos vínculos. En la neurosis se busca pasar la neurosis “infantil” por una neurosis de transferencia para trabajar con ella. El neurótico puede acomodarse en el registro del ser y el tener, lo que le permite llevar una “cuenta de lo perdido” (castración). El analista a veces es puesto en la liga de la persona que lleva esa cuenta. En la psicosis el sujeto ya asume que es un otro siempre el que le llevas las cuentas y no se permite cuestionamiento alguno de su sufrimiento su falta. El psicótico tiene el pasado ya armado y asumido, y no hay reinterpretación del mismo como en la neurosis. El psicótico encuentra al sujeto-supuesto-saber en los padres cuando es niño. Luego esa figura pasa a un perseguidor externo, porque la realidad ha mostrado las falencias paternas. El psicótico inviste esas figuras en forma masiva y es con ellas que se relaciona el sujeto. Pero en el análisis esta la posibilidad de otro tipo de investidura, en la cual se entabla un dialogo, y ya no es una charla sin “interlocutor” como en el delirio (donde al sujeto se le imponen los pensamientos como si fueran del Otro omnisapiente). Es esto lo que posibilita el análisis en la psicosis. Este dialogo con el otro, el analista, le 19 permite al psicótico también dialogar consigo mismo y hacerse dueño de sus pensamientos, que antes le era impuesto. Todo esto le permite sospechas al psicótico que hay relaciones que no son la repetición del pasado. Nada se lograra en el tratamiento del psicótico si no logramos que crea que ese espacio de análisis no es idéntico al espacio que antes lo determinaba, ese espacio signado por el Otro, incuestionable. Lacan. SEMINARIO 3: LAS PSICOSIS. Apartado 16: Secretarios del Alienado: Lacan plantea el lugar del analista en el tratamiento de las psicosis como “un secretario del alienado” que toma al pié de la letra lo que el psicótico dice. Propone que se obtiene algo mucho más vivaz si en lugar de tratar de determinar si las alucinaciones son verbales, sensoriales o no sensoriales, simplemente se escucha al sujeto. Por perturbada que pueda estar la relación del psicótico con la realidad, su testimonio es cabal y meramente original. Si se sabe escuchar el delirio de las psicosis alucinatorias, se manifiesta una relación muy especifica del sujeto respecto al conjunto del sistema del lenguaje en sus diferentes ordenes. En el discurso de este sujeto, el mismo da fe efectivamente de cierto viraje en relación con el lenguaje, que se puede llamar erotización o pasivizacion. Metodológicamente, entonces el analista tiene derecho de aceptar el testimonio del alienado sobre su posición respecto al lenguaje y se lo debe tomar en cuenta en el análisis del conjunto de las relaciones del sujeto con el lenguaje. Apartado 20: El Llamado, La Alusión: Lacan hace un contrapunto sobre la relación de la neurosis con el significante y la relación de la psicosis con el significante. ¿La realidad es aprehensible fuera de los significantes que la aíslan? La nocion que tenemos de la realidad como aquello en torno a lo cual giran los fracasos y tropiezos de la neurosis, no debe desviarnos del hecho de que la misma siempre está sostenida, tramada y constituida por una trenza de significantes. Cuando el sujeto no atraviesa el complejo de Edipo, queda con cierto defecto, no puede precisar las justas distancias que se llaman la realidad humana, porque justamente la realidad como la concebimos es una integración del sujeto a determinado juego de significantes. En el caso de la neurosis, lo que caracteriza a la posición histérica es una pregunta que se relaciona con los polos significantes de lo masculino y lo femenino. Se pregunta como se puede ser varon y como se puede ser hembra. El obsesivo se deniega esta posición, no quiere ser ni uno ni otro. El neurótico habita el lenguaje, el psicótico es habitado, poseído por el lenguaje. 20 El psicótico presenta una exterioridad respecto al conjunto del aparato del lenguaje. Y en este punto Lacan se pregunta si efectivamente el psicótico entró verdaderamente al lenguaje. Helen Deutsch destacó cierto como si que parece marcar las etapas de quienes, en cualquier momento, caerán en la psicosis. Nunca entran en el juego de los significantes, salvo a través de una imitación exterior. (agrego yo: compensación imaginaria). Lacan expresa que cuando se toma a prepsicoticos en el análisis el resultado siempre es el de una psicosis, ya que cuando el análisis se pone arduo, la tarea que se le enfrenta al ser es la de tomar la palabra (agrego yo: tarea imposible, ya que hay una falla estructural a nivel simbolico). Existe un desfallecimiento del sujeto en el momento de abordar la palabra verdadera, el cual sitúa la entrada en el fenómeno crítico, en la fase inaugural de la psicosis. Soler. ESTUDIOS SOBRE LA PSICOSIS. APARTADO: QUE LUGAR PARA EL ANALISTA? La autora toma de ejemplo un caso clínico de una mujer psicótica con delirio de persecución, cuyo cuadro se ve actualmente estabilizado por verse su relación con la realidad bastante restablecida. Es una psicosis revelada de 12 años de tratamiento, con automatismo mental marcado. Dicha estabilización fue dada bajo transferencia. La demanda de análisis se produce al estallar el primer episodio delirante. Pide ser curada, no de su delirio, sino de una “desgarradura” evocada como una suerte de muerte subjetiva: “Yo no existo, yo floto o duermo, soy pura ausencia, no tengo funciones, no tengo roles, ¿Quién soy?” Ella refiere que no la han dado a luz. La autora reconoce en este punto lo que Lacan marcó en el caso Schreber como el “asesinato del alma”, instalado según Lacan por la falla del significante. Se está hablando de una falta del significante, pues hay una falta en la psicosis, pero no la falta neurótica que remite a la castración, sino una falla a nivel significante que se traduce en un exceso de goce en lo real. ¿Cómo remedio ella ese estado hasta el delirio? La paciente se remedió de este estado de muerte subjetiva hasta llegar al delirio mediante una suerte de relación de objeto real, persecutoria, mediante un acoplamiento a otro único que “sabe lo que le hace falta” y se lo impone. De este otro ella ha sido la masa, la marioneta, pasando de mano en mano a través de una serie de “vínculos pigmalionescos”. Todas las figuras que han venido a ocupar este lugar han sido universitarios o médicos, es decir, figuras del saber. Lejos de sentirse como un neurótico (musa inspiradora de estas figuras del saber), se siente como un objeto de tormento de este saber gozoso del Otro. Efectivamente, dice sentirse petrificada y muda ante un Otro del que ella se encuentra permanentemente pendiente. Este equilibrio dado por acoplamiento se rompe y es ahí cuando aparece el primer episodio delirante. Esta ruptura se da en el marco de la separación con su único partenaire amoroso (al que la 21 autora llama “el ojo del saber”) y es allí cuando las voces alucinatorias vienen a sustituir a la voz que hasta ese entonces se encarnó en otro se su entorno, y en lo real, le dicen lo que es y lo que debe hacer. El lugar al que es llamado el analista es a suplir con sus predicaciones el vacío súbitamente percibido por la forclusión. Es decir, que es llamado a constituirse como suplente y hasta como competidor de las voces que hablan de ella y la dirigen. Dicho de otra manera, ella le ofrece al analista el sitial del perseguidor, de aquel que sabe y que al mismo tiempo goza. A continuación, la autora nombra y explica las maniobras que utilizó vía transferencia a modo de intervención. Aclara que aquí no se puede dar paso a la interpretación porque la misma no tiene cabida alguna cuando se está ante un goce no reprimido. 1) El primer modo de intervención fue un silencio de abstención cada vez que la analista fue solicitada como Otro primordial, es decir, cada vez que es invocada a saber en lo real. Esto coloca a la analista como otro Otro, no un Otro del Otro, a saber, el que la paciente llamaba como “la fiera”, su perseguidor. De esta manera, la analista quedó ubicada en el lugar de Testigo. Esto es harto importante, ya que un testigo es un sujeto al que no se le supone un saber, ni un goce y presenta por lo tanto un vacío en el que el sujeto podrá colocar su testimonio. 2) El segundo modo de intervención fue una orientación del goce. Hubo una limitativa, cuando la analista le puso obstáculos al momento en que la paciente se veía tentada a dejarse estrangular por un hombre. Y la segunda, de carácter más positivo, fue alentar a la paciente a sostener un proyecto artístico intentándola convencer de que este era su camino a seguir. 3) La tercera intervención fue de carácter decisivo. Provocó un viraje en la relación transferencial tanto como en la elaboración de la cura. El viraje consistio en que la cura nunca más volvió a solicitar al analista como Otro, Paralelamente, a la desaparición de los episodios agudos, hubo una nivelación entre la sensación de vacio experimentada por la paciente y de su delirio. A partir de este momento, se entró en la reconstrucción del sujeto al bode del agujero en los simbólico. La maniobra analítica consistió entonces, por un lado, abstenerse a ocupar el vacio de la forclusión, y por otro, proliferando una función de límite al goce del Otro. A falta de una ley paterna, el único camino que puede tomar el analista es apuntalar la posición del propio sujeto que no tiene más solución que tomar el mismo a su cargo la regulación del goce. La autora finaliza hablando sobre la culminación de este análisis que desembocó en una estabilización aunque precaria. El goce demasiado real que 22 se encontraba al principio de la cura, da lugar hacia el final a la construcción de otro delirio que tiene como efecto una tranquilización manifiesta. Por un lado, ella asegura que su perseguidor asesinó a su madre en su más temprana infancia, y por otro lado, en lo que concierne a su padre, hay una culpa enorme que la transforma a ella misma en una deuda viviente. Este delirio queda prendado a la presencia del perseguidor y a la figura del analista, ya que hay un acoplamiento doble en la figura del analista y del perseguidor, por lo que no puede hablarse tampoco de fin de análisis. 23