Reseña sobre la obra de Fernando Hernández Sánchez, “Guerra o Revolución. El Partido Comunista de España en la guerra civil”, publicado por la editorial Crítica en el año 2010 en Barcelona, y que cuenta con 574 páginas. GUERRA O REVOLUCIÓN El Partido Comunista de España en la guerra civil RAÚL YANINI ALCALDE Historia Contemporánea de España II Prof. Julián Sanz Hoya (Grupo C) Raúl Yanini Alcalde – Historia Contemporánea de España II – Grupo C El autor de Guerra o Revolución. El Partido Comunista de España en la guerra civil es Fernando Hernández Sánchez, profesor de Historia en la Universidad Autónoma de Madrid, y especialista en temas relacionados con la guerra civil española y el PCE. Además de la obra mencionada, ha realizado otros trabajos como Comunistas sin partido: Jesús Hernández, ministro en la guerra civil, disidente en el exilio o El desplome de la República, junto a Ángel Viñas. La tesis de este autor, El PCE en la guerra civil, está en clara consonancia con el contenido de su libro. Hernández Sánchez, desde el primer momento en que nos adentramos en el contenido de su obra, nos muestra el amplio estudio historiográfico y bibliográfico que hay detrás de la realización de este libro. A lo largo de su trabajo, deja claro que evitar cualquier tipo de estereotipos es fundamental. Remarca la magnificación del PCE durante la contienda bélica, tanto por una parte como por otra, e intenta trabajar con fuentes más recientes que permiten conocer, de un modo más fiable, el papel que tuvo esta organización durante la guerra civil. Las referencias a la documentación de la época son una constante, y la inclusión de este material a lo largo del libro permite al lector relacionar, de primera mano, los acontecimientos de la época con el propio discurso del autor. Pero rechazar cualquier tipo de estereotipo en relación con el proceso o con el propio PCE no excluye explicar, antes de adentrarse en materia, las diferentes visiones historiográficas que han trabajado el tema. Desde una historiografía franquista, la cual muestra al Partido Comunista como una organización sometida a los dictámenes de Stalin, hasta los últimos trabajos sobre el proceso y el partido, con especial atención a Ángel Viñas y a la importancia de los archivos de Moscú. Distintas visiones que han determinado nuestra percepción sobre el papel del PCE en este proceso, incluso desde la propia historiografía del partido. Esta mitificación es la que intenta desmentir el profesor Hernández, y para ello se nutre de una gran cantidad de fuentes primarias, que van desde artículos de periódicos, hasta las propias actas del partido, contando también con numerosos registros de afiliación o correspondencias, que permiten aclarar qué tipo de relaciones mantenían los líderes del PCE con otras formaciones políticas o con la Comintern. El punto de partida para entender la implicación del partido en la guerra civil la sitúa en las escisiones de los partidos socialistas en toda Europa, y en especial, en España. Un nuevo grupo con unos métodos de actuación más radicales. Un modo de actuación que se vería reprimido durante el periodo dictatorial de Primo, y obligado a mantener una organización y propaganda en la clandestinidad, principalmente en fábricas y otros lugares de trabajo. En estos momentos es cuando, según el autor, las juventudes del partido comienzan un proceso de bolchevización o estalinización, que sería importante en el devenir de los siguientes años, 1 Raúl Yanini Alcalde – Historia Contemporánea de España II – Grupo C especialmente en la República y la guerra civil. Esto generó un rechazo por parte del PCE a lo que consideraban un régimen burgués, refiriéndose a la II República. Pero comportó la legalización del partido. Además, la escasa representación parlamentaria contrastaba con la gran fuerza con la que contaba su sección juvenil. Hernández Sánchez dedica buena parte del libro a los antecedentes referentes a la situación del PCE una vez comenzada la guerra, haciendo hincapié en la evolución del partido durante el periodo republicano, y cómo se dieron las diferentes relaciones de este con otras fuerzas políticas y sindicales, desembocando en la formación del Frente Popular, una confluencia que acabaría teniendo como objetivo la defensa de la democracia en España y la lucha antifascista como característica identitaria. El autor no niega, en ningún caso, la influencia que la Internacional Comunista y la escuela leninista tuvieron en la organización del partido, sobre todo a través de esta sección juvenil. Algo que se hace evidente ante la llegada de la CEDA al gobierno republicano, y el temor antifascista que despierta este hecho, desencadenando una serie de movilizaciones apoyadas desde Moscú. Pero durante la República se aprecia un viraje en el discurso de la organización, claramente provocado por el cambio en la dirección del partido, suavizando su mensaje y actuación a través de personalidades como José Díaz o Dolores Ibárruri, entre otras. Esto daría pie a un cambio en el papel del PCE en la política española, dejando de ser una fuerza marginal y acercándose a organizaciones como el PSOE. La necesidad de movilización y de unidad de la izquierda ante la amenaza fascista se vería reflejada en las juventudes, tanto del PCE como del PSOE. Esta movilización de la izquierda ante el peligro del fascismo viene recogida en la obra de Rafael Cruz, El Partido Comunista de España en la II República, en la que remarca el papel jugado por la prensa en la movilización de masas y la unidad política como discurso central. Algo que se traducía en pactos con otras fuerzas, no necesariamente de carácter obrerista, pero si opuestas al fascismo. Unos acontecimientos influidos por el VII Congreso de la IC, que marcó ciertas pautas en la estrategia del PCE. Diferentes pactos y relaciones que, como ya he dicho, acabarían conformando el Frente Popular, no sin caer en numerosas discrepancias entre los diferentes partidos con motivo de las listas electorales. Un Frente Popular carente de una solidez organizativa o de cohesión, algo que el PCE intentaría paliar sin mucho éxito. Existía, por tanto, cierta lejanía ideológica y de programa entre los partidos republicanos y los partidos obreristas. Este es el momento en el que el profesor Hernández se plantea si el Partido Comunista de España podría ser considerado un partido de masas, en el momento final de la República, pero la fuerza de la 2 Raúl Yanini Alcalde – Historia Contemporánea de España II – Grupo C organización se veía reflejada en la escasa influencia que tenía en la confluencia antifascista con socialistas y republicanos, siendo estos en los que recaía el mayor peso de la coalición. El estallido de la guerra supuso una ola de reacciones en toda Europa, destacando el caso de la Comintern. Las correspondencias entre miembros del PCE y esta han permitido saber cuál era la visión interna sobre la situación del conflicto durante los primeros meses. A través de las fuentes con las que ha trabajado el autor, y que nos muestra en su obra, hemos podido apreciar cierta visión optimista sobre el desarrollo de los acontecimientos, pero también del discurso adoptado por el partido, tomando como principal causa la defensa de la República. La necesidad de formar un nuevo ejército que hiciera frente a las tropas sublevadas responde a este objetivo, y el PCE fue la fuerza más comprometida, aparentemente, en conseguir esta formación. Un momento en que los planteamientos revolucionarios estaban en segundo o tercer plano en el programa comunista español, teniendo como prioridad conseguir un cuerpo profesional, ya que las milicias eran insuficientes para la defensa republicana. Por lo tanto, un planteamiento de guerra defensiva. Esta situación se tradujo en una encrucijada para el Kremlin, ya que, ante la situación internacional, Stalin debía mostrar neutralidad. Algo que no ocurrió con el Partido Comunista Francés, que mantuvo fuertes lazos con el PCE durante el comienzo de la guerra. El apoyo de Stalin, incluyendo el material, no se daría hasta mediados del mes de septiembre, cuando la guerra ya se alargaba dos meses. Esta ayuda era fundamental para poder conseguir formar y mantener el ejército defensivo, reclamando, principalmente, armamento y petróleo. La intervención de la URSS es uno de los aspectos más debatidos y mitificados en relación al papel del Partido Comunista de España en la guerra civil. La visión historiográfica, especialmente franquista, ha querido subrayar la escasa iniciativa del PCE ante las directrices dadas desde Moscú, pero Hernández Sánchez muestra en su libro que la organización comunista española no se enmarcaba únicamente en cumplir los designios de Stalin, como veremos. Esta intervención soviética en la guerra civil la podemos comprobar a través de los estudios de Ángel Viñas, en la obra colectiva La Guerra Civil Española, coordinada por Edward Malefakis. La ayuda en cuanto a inteligencia militar era indudable, pero el apoyo que debía recibir la República, según la estrategia soviética, debía ser, en primer lugar, de Londres. Finalmente, sí que hubo una ayuda directa por parte del Kremlin, coincidiendo con la llegada de las Brigadas Internacionales. Pero, como ya he dicho, y así lo destaca el autor, el PCE también seguía una estrategia propia. Tanto es así que, aún con las discrepancias que llegaron por parte de Moscú, los comunistas entraron en un gobierno dirigido por el líder socialista Largo Caballero. Finalmente, la URSS aceptaría este 3 Raúl Yanini Alcalde – Historia Contemporánea de España II – Grupo C hecho, y la deriva ideológica del partido y del gobierno, como ya se venía dando, era la de defensa de la República. Se aprecia, por tanto, la moderación del partido ante la crítica situación del régimen democrático, dejando de lado los fines revolucionarios. El entendimiento en la retaguardia era crucial para mantener la cohesión y la unidad antifascista, pero este campo se convirtió en un frente de batalla más. El control por parte de las diferentes organizaciones políticas, o al menos las que aparentemente estaban más comprometidas con el mantenimiento del ejército, ante posibles enemigos en la propia retaguardia. En este aspecto, y así lo señala Fernando Hernández, el PCE jugó un papel fundamental, tanto en el control de posibles agentes contraproducentes, como en el proceso de reclutamiento de nuevos efectivos. Aquí entraba en juego la propaganda del partido, una herramienta en la que hacen hincapié prácticamente todos los autores. En este caso, los mítines-relámpago tuvieron una gran eficacia para movilizar a las masas de población en favor de la participación activa en la contienda bélica, pero también en la retaguardia. El aparato propagandístico fue esencial durante toda la guerra civil. Dentro de la organización interna del mismo, encontramos un aparato de difusión propagandística y de agitación de masas focalizado en la transmisión de consignas políticas. Mundo Obrero es un claro ejemplo de este aparato, con numerosos artículos y publicaciones de los principales rostros del comunismo español, y que el profesor Hernández nos muestra con la inclusión de este material a lo largo de la obra. Pero, dentro de esta retaguardia republicana, las tensiones fueron una constante. El PCE afrontó diversos frentes dentro de la coalición antifascista, desde el rechazo socialista a las propuestas del partido, hasta las numerosas disputas con el movimiento anarcosindicalista, que tuvo su máximo apogeo en Cataluña y Levante, sobre todo con lo referente a las divergencias entre el colectivismo y el individualismo. Fernando Hernández nos muestra cómo las viejas rencillas entre comunistas y anarquistas no estaban cerradas, y sería un factor de gran importancia en la falta de entendimiento que hubo en la retaguardia. A pesar de esto, la CNT decide colaborar en el Frente Popular ante la situación provocada por los sublevados. Aun así, en el discurso comunista se apreciaba una retórica contra los “incontrolados” anarquistas, siendo utilizados como diana en momentos de caos o crisis en la retaguardia, como muestra Pierre Broué en su artículo El Partido Comunista y el Frente Popular. Un caso aparte, pero dentro del mismo problema, sería la lucha contra el trotskismo, identificado dentro del POUM. La línea teórica llevada a cabo por Moscú en este sentido no llegó de manera nítida a España, desembocando en la formación de este partido encabezado por Andrés Nin durante la guerra civil. El agit-prop del PCE fue muy activo contra esta organización de carácter trotskista, y, según 4 Raúl Yanini Alcalde – Historia Contemporánea de España II – Grupo C Hernández Sánchez, el PCE luchó para que todo el Frente Popular tuviera como objetivo, además de la defensa de la República, evitar que el trotskismo se afianzara en España. El control de la retaguardia afectó en gran medida al POUM, siendo ilegalizado, e incluso asesinando a su líder y a otros integrantes. En este aspecto tiene que ver mucho la influencia de Moscú, pero sin restar responsabilidad a los mandatarios del PCE. El autor es muy crítico con los dirigentes comunistas en este caso, igual que Broué, ya que estos asesinatos no se pueden achacar únicamente al factor soviético. En definitiva, vemos una falta de entendimiento entre las diferentes organizaciones, entre las cuales no podemos olvidar al PSOE, y el empeoramiento en las relaciones entre el PCE y Largo Caballero de manera progresiva. El traslado de la capital a Valencia supuso un gran desprestigio de la formación socialista, y la importancia de la defensa de Madrid supo aprovecharla el PCE. La retórica mitificada y revolucionara se fue afianzando en el discurso comunista, y poco a poco se hicieron evidentes los tintes patrióticos que se pretendía dar a este, planteando la guerra como una guerra de liberación, haciendo referencia incluso a la “Guerra de Independencia”. La defensa de Madrid ante las tropas franquistas supuso un elemento más en el imaginario bélico comunista, y esta estuvo presente en todas las herramientas propagandísticas del partido, desde las publicaciones de Mundo Obrero hasta los mítines-relámpago. Las relaciones entre el PCE y el PSOE estuvieron marcadas por el ascenso a la dirección del partido de Negrín, en detrimento de Largo Caballero, hecho atribuido al Partido Comunista. Pero Fernando Hernández muestra que esto tuvo que ver, no tanto con una intervención comunista, sino con la propia situación interna de los socialistas. A partir de este momento, en pleno apogeo de la influencia comunista, los enfrentamientos con el sector caballerista fueron constantes, e incluso se produjo una división en la UGT. Además, el autor también nos muestra las contradicciones dadas entre Moscú y el propio partido, focalizadas en la estrategia del PCE en cuanto al esfuerzo de guerra y sobre los apoyos que debía mantener. Una situación que desembocaría en una falta de entendimiento con el resto de fuerzas y una fragmentación política interna entre los que defendían planteamientos más radicales y los que proponían unos más pragmáticos. El recelo que se despertó entre el resto de fuerzas ante la deriva del partido influyó también en el ejército, y se hicieron evidentes los proyectos contradictorios de las organizaciones. Vemos, por tanto, un PCE desestructurado, incapaz de reaccionar ante los últimos sucesos de la guerra y que concluiría el proceso bélico formando un aparato clandestino y de evacuación. 5 Raúl Yanini Alcalde – Historia Contemporánea de España II – Grupo C En la realización de la obra, el estudio del partido a nivel orgánico y de militancia es fundamental. Se trata de un libro en el que se puede apreciar la evolución numérica, a nivel de militancia, que explica la importancia del PCE en la guerra civil, así como la formación de esta militancia, siendo un claro reflejo proporcional de la población trabajadora de España. Esto responde al carácter interclasista que adoptó el partido durante el conflicto bélico, pudiendo ampliar su discurso a más sectores sociales. Una organización que Hernández Sánchez nos muestra a diferentes niveles, tanto territorialmente como a nivel organizativo, ilustrando una amplia red de asociaciones y grupos, como la SRI o la AMA, ejemplificando la progresiva inclusión de la mujer en temas políticos en un contexto de guerra, en la que el PCE fue uno de los partidos más destacados. Concluyendo, Guerra o Revolución es una obra que trata de desmitificar todo el discurso estereotipado que se venía dando desde la historiografía franquista hasta ahora, apoyándose, para ello, en diversas fuentes documentales y trabajos recientes. Una mitificación que tiene relación con la maximización de la influencia del partido comunista en el desarrollo de la guerra, confiriéndole un poder de agitación y político mayor del que tenía, y de la relación entre el PCE y Moscú, mostrando, en la mayoría de casos, un control estrecho por parte de Stalin sobre el modo de actuación y la estrategia de la organización comunista española, algo que el propio autor ha demostrado que no es del todo cierto. Fernando Hernández Sánchez muestra un partido que va evolucionando desde una posición marginal en cuanto a relevancia política, y que va adquiriendo presencia en el panorama gubernamental a medida que modera su discurso. Una evolución y un papel que no duda en contrastar con documentación de archivo, que pone al servicio del lector, y que permite entender su discurso de un modo más efectivo y ameno, cumpliendo su objetivo de acabar con los clichés adoptados por la historiografía tradicional, y mostrando una nueva imagen del PCE durante uno de los procesos más estudiados de nuestra historia, la guerra civil española. 6 Raúl Yanini Alcalde – Historia Contemporánea de España II – Grupo C BIBLIOGRAFÍA: - Broué, P. (1985). El Partido Comunista y el Frente Popular. Studia Histórica. Historia Contemporánea, 3(1), 21-35. - Cruz, R. (1987). El Partido Comunista de España en la II República. Madrid: Alianza Editorial. - Graham, H. (2006). La República española en guerra (1936-1939). Barcelona: Debate. - Martínez Gallego, F. A. y Laguna Platero, A. (2014). Agit-prop comunista en la guerra civil: entre el frente popular y el partido único obrero. Historia Contemporánea – UCLM, 49(1), 675706. - Viñas, A. (2006). 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