Carta de recomendaciones de un padre a su hija Autor desconocido (bajado de Internet) Querida hija mía: Escucha las instrucciones de la prudencia, y permite que los preceptos de la verdad se introduzcan profundamente en tu corazón; así los encantos de tu mente darán brillo a la elegancia de tus formas, y tu belleza, como la rosa a la cual se asemeja, conservará su dulzura después que se haya marchitado. En la primavera de tu juventud, en la mañana de tus días, cuando los ojos de los hombres te miren con placer y la naturaleza murmure en tu oído el significado de esas miradas; escucha con cautela sus palabras seductoras, cuida bien tu corazón, y procura abstenerte de prestar oído a su voz suave y persuasiva. Recuerda que eres la compañera razonable del hombre, no la esclava de su pasión; el propósito de tu Ser no es simplemente el de complacer su desenvuelto deseo, sino el de ayudarlo en los trabajos de la vida, el de consolarlo con tu ternura y el de recompensar sus atenciones con amable solicitud. Supérate a ti misma día tras día, instrúyete, trabaja. Procura mucho el aprender algo nuevo cada día. Esquiva decir “mañana lo haré”, porque ahora, ya, es el momento. Evade decir “después”, pues puede ser tarde. Deja una huella positiva al morir, cumple tu misión en esta vida. El Supremo Creador del Universo te dio inteligencia, úsala bien. El Supremo Creador del Universo te dio corazón, ama bien. Tienes un par de brazos firmes, úsalos bien. Suma tu perdón con el olvido a fin de que les des una lección de paz a tus ofensores; entonces serás simple como una niña. Disminuye tu altanería y enciende la antorcha de la humildad para alumbrar tu noche y extinguir las tinieblas de tu orgullo; entonces serás una mujer digna. Procura multiplicar tu fe para que construyas un mundo de luz donde solo la bondad pueda existir y la maldad no tenga lugar para vivir; entonces serás buena como una santa. Divide el amor entre tus semejantes dando la mayor parte a los que te quieren mal; entonces serás grande. 1 Tienes mi permiso para triunfar. Pero si por casualidad, mas no por mi culpa, llegases a fracasar, procura levantarte y superarte. Evita culpar a nadie. Tú misma tomaste tus decisiones y elecciones, tus ojos ven las cosas que quieres ver, tus oídos oyen las cosas que quieres oír, tu lengua dice las cosas que quieres decir, con tus manos haces las cosas que quieres hacer, con tus pensamientos piensas las cosas que quieres pensar. Tú creaste tu propio mundo, por eso evita en lo posible culpar a nadie de tus dificultades. Procura armónicamente superar y sobrellevar tus dolores, tus esperanzas y tus errores, con entereza y dignidad. Evita pedir piedad, ni indulgencia. No mendigues palabras de consuelo. Saca fuerzas de tus flaquezas y rehúye a considerarte vencida mientras corran gotas de sangre por tus venas. Si caes, levántate... y sigue. Algunos corazones tienen miedo de la vida y no se atreven a intentar la conquista de la felicidad que siempre va acompañada de dificultades. No se quiere cortar la rosa por temor a pincharse. Se quiere la rosa ya cortada y sin espinas. Solamente los corazones valientes tienen la audacia de llevar a cabo tales conquistas, que cuestan, es cierto, pero que se hallan enriquecidas con todo lo que han costado. Sólo hay un camino entre un millón, y ese es el tuyo. Por lo tanto siempre debes tener presente que un camino es sólo un camino. Si crees que no debes seguirlo, evita quedarte en él bajo ningún concepto. Cualquier camino es tan sólo un camino. No es nada afrentoso para ti ni para los demás, el no seguirlo si eso es lo que te aconseja tu corazón, pero tu elección y decisión de perseverar en la senda elegida o abandonarla, conviene mucho que esté libre de miedo o ambición inadecuada. Medita sobre tu camino en la vida tantas veces como lo creas preciso. Pregúntate a solas lo siguiente: ¿Tiene un sentido esencial este camino? Lo importante es que para ti tenga un profundo sentido. Procura en lo posible no responderle a un hombre cuando está irritado; aléjate de él, busca para ti el silencio. Háblale suavemente a quien te ha hablado con ira, porque las palabras suaves son una medicina para su corazón. Aléjate del hombre pendenciero, ofensivo, agresivo, belicoso, no permitas que se adueñe de tu corazón y no le tomes por compañero. Te invito a que te hagas amiga del hombre recto y justo. Finalmente hija: ojalá que en tu vida haya vibrante entusiasmo para seguir adelante, los precisos problemas para mantenerte fuerte, algunas grandes penas para mantenerte humana, infinita esperanza para mantenerte feliz, 2 algunos rotundos fracasos para mantenerte humilde y una tremenda y firme decisión para hacer que cada día sea mejor que ayer. Feliz el hombre que te haga su esposa, y feliz el niño que te llame madre. 3