Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y la conquista WALTER MIGNOW ¿Qué es, pues, el texto? un acto verbal conservado en la memoria colectiva y de al/a significación en la organización de una cultura. De esta definición podemos derivar dos corolarios de uso inmediato: el primero es que el texto, definido como acto verbal, es inseparable de la lengua; el segundo nos permite distinguir, aunque de manera intuitiva, el texto del documento. 1. CARTAS RELATORIAS El objetivo principal de hombres como Cristóbal Colón y Hernán Cortés no es el de escribir, sino el de descubrir y el de conquistar. Escribir es secundario y, en cierto sentido, una obligación. Colón manifiesta esta obligación muy claramente en la carta del tercer viaje. El «Diario de navegación», informe de Colón sobre su primer viaje, es el texto inaugural de la familia. Los textos del descubrimiento se diferencian, de este modo, de los de la conquista no sólo por su tema, sino por la dimensión que tal tema adquiere: en el caso del descubrimiento la carta (información verbal en la que se describe la posición de las nuevas tierras) es complemento de la carta (el mapa, información gráfica donde se diseña la posición de las nuevas tierras). He ahí una de las dimensiones textuales que tienen tanto la carta como el mapa. En la transformación de las nociones cosmográficas. «Diario de navegación » o «Libro de navegación» es ambas cosas. a la vez, dado que su realización evidencia estructuras de los tipos discursivos diario y carta. se manifiestan los rasgos distintivos de la carta y del diario. Por una parte, la apelación directa a su destinatario identifica el «escrito» como carta; por la otra, la expresión «de día en día» lo identifica como diario. No una dimensión literaria, sino una dimensión cognitivo-expresiva: la cognición de un objeto o acontecimiento, tal como se manifiesta en el discurso, que expresa tal acto cognitivo. Sabemos al respecto, que la cognición de un objeto o de un acontecimiento. No resulta únicamente de las informaciones que se «extraen» de tal objeto sino también (y quizás fundamentalmente), resultan de lo que sabemos antes de enfrentamos con el objeto. Lo cual quiere decir, expresarlo mediante el lenguaje con el que expresamos y nos referimos a los objetos conocidos. La descripción del paisaje en las cartas de Colón. De ninguna manera evidencia un aspecto «literario». Sino más bien cognitivo: isla tras isla, la descripción se resuelve en pocos renglones. Cotón de ninguna manera marca (j. e .da instrucciones a su destinatario) una intención escritural que conecte su acto de lenguaje con la tradición poética de la cual, presumiblemente, extrae sus modelos. En la trayectoria que podemos trazar desde el «Diario de navegación» y la primera carta 24 a las del tercer y cuarto viaje, vemos que las descripciones del paisaje y de la gente, se alternan con otras preocupaciones: la cosmografía y las obsesiones personales. Las obsesiones personales se manifiestan en d os direcciones: por un lado en la imaginería, paralela a la comprobación empírica. Que le lleva a pensar en las puertas del paraíso; por otro, en la manifestación de la quiebra del sujeto, notable en su cuarta carta. La fuerte convicción de estar ante las puertas del paraíso, está ligada a sus especulaciones cosmográfic3s. En primer lugar. Colón comienza por repetir la posición del paraíso terrenal en la versión de la «Sacra Escritura»: en segundo lugar, y al igual que en su argumentación sobre la forma de la tierra, continúa con la revisión de las autoridades clásicas. En tercer lugar, sitúa el Paraíso según sus conclusiones cosmográficas sobre la forma de la tierra La quiebra del sujeto, lo enfrenta al dilema entre la fama terrena y la salvación divina. La quiebra del sujeto no puede sino manifestarse en los términos que su cultura le ofrece: la salvaci6n divina como alternativa del fracaso humano. Las cartas y los diarios colombinos son los textos originales que definen el referente (Indias) de la familia discursiva en su posición geográfica; además, inician el discurso sobre lo «natural» y lo «moral que se continuara en las historias posteriores: Por otra parte, sus cartas y diarios son los informes de una empresa política y comercial y el testimonio de la imaginería y las obsesiones del sujeto a cargo de tal empresa. El descubrimiento es, para Colón, descubrimiento de lo no visto pero sabido y de ninguna manera descubrimiento de lo conocido, puesto que se sabía de antemano lo que eran: «el fi n del Orienten H. Este es el momento de la historia cultural en que la nominalización del referente (Indias; American) entra en litigio y cuando las cartas de A. Vespucio adquieren su lugar y cumplen su fu nci6n textual en los escritos del descubrimiento. Son estas cartas las que comienzan a alterar el concepto. Los dos primeros viajes se realiza ron bajo bandera española, en tanto que los dos últimos bajo bandera portuguesa. Dos aspectos nos interesa retener del epistolario vespuciano en relaci6n al tema de las cartas del descubrimiento: a) Sus cartas no son informes obligatorios y están dirigidas no a los reyes de España o de Portugal, sino a amigos italianos que son, en su mayoría. «hombres doctos» y no hombres de empresa. Este hecho pone de relieve el aspecto pragmático de la producción epistolar y destaca el rol social de quien escribe. En las cartas de Vespucio nos encontramos con un sujeto textual observador que no ocupa el primer plano en su correlación con el agente de la acción como se da, de nuevo, en los casos de Colón y de Cortés. Es, repitamos, un sujeto textual observador pero no un sujeto textual que debe asumir, con todas sus consecuencias, la responsabilidad de una empresa; ni su derrota ni su triunfo en ella. b) El segundo aspecto, semántico-referencial, se relaciona con el contenido de la epístola «Mundus Novus». En ella se desencadena la noción de la existencia de la «cuarta parte del mundo»; y se la ilustra, además, con la posición de las estrellas desde tales tierras (o mares) que se encuentran en las antípodas del «viejo mundo». El del descubrimiento -o de las letras- , las cartas de Colón y de Vespucio, el de la conquista (Cortés, Valdivia) y finalmente, el de la colonización (relaciones y «crónicas»). Se ha destacado, así, que uno de los aspectos de las cartas son los latinismos léxicos, además de ciertas reminiscencias de la sintaxis latina. Las reminiscencias de la sintaxis latina se encuentran, precisamente, en la salutatio: lo cual indica que Cortés, al menos en este preciso aspecto, era muy consciente de las exigencias retóricas impuestas a la epístola. Encontramos unos principios (literarios)) en las epístolas de Cortes: lo que encontramos es oficio: o. si se quiere, arle en el sentido que la palabra tenía en el siglo XVI. Se esforzaba por no dejar «cabos sueltos», ni en los párrafos ni en la totalidad de las cartas: del párrafo a la carta, y de una carta a las anteriores, siempre encontramos las indicaciones necesarias para no perdernos en la organización de lo narrado: la materia (podríamos arriesgar haciendo uso de la terminología retórica) es cuidadosamente controlada por la res; y a ello sirven los diversos niveles de la dispositio SI. En el párrafo, para ilustrar brevemente. Cortés abunda en morfemas conectivos y en elementos anafóricos que retoman, a cada instante, lo dicho anteriormente. En la totalidad de la carta, emplea el apelativo epistolar (<<En los capítulos pasados, muy poderosos Señor... »); los indicadores temporales y espaciales, sus «relaciones muestran una clara conciencia en el manejo de la materia verbal. 2. RELACIONES Relaciones de la conquista y de la colonización, se caracteriza tanto por sus rasgos pragmáticos como organizativos. El principio organizativo determinado por el cuestionario. Este grupo de textos, debido a las crecientes exigencias prácticas, es el que menos conexiones traza con la cultura <letrada» y el que más se ajusta, derechamente, a la información que trasmite y organiza. El sentido que tiene el vocablo, en el siglo xv, es el de «la narración o informe que se hace de alguna cosa que sucedió» (Diccionario de Autoridades): y es el vocablo castellano correspondiente a los latinos relatio y narratio. En uno de sus sentidos correspondería al actual vocablo, relato. Pero, en el contexto del grupo de textos que denominamos relaciones de la conquista y de la colonización, tiene el sentido más específico de «relato/informe solicitado por la Corona». Tres momentos históricos que caracterizan el tipo discursivo relación: 1) el periodo no oficia, que se extiende desde 1505 hasta 1514; 2) el periodo oficial posterior a 1574, y 3) los libros que se modelan, en parte, bajo el mismo principio organizativo de las relaciones cuya base es el cuestionario. El primer periodo del pedido de informes. Aunque no oficializado, comienza aparentemente- con la carta que los reyes le envían a Colón, desde Barcelona con fecha 5 de septiembre de 1493. Es un pedido de la corona; y da la pauta de lo que en gran parte aparece en las cartas de Colón y de lo que el escritor «verá» en las Indias; parcialmente su ver estará condicionado por lo que los reyes quieren saber (cotéjese, por ejemplo, la última parte de la primera carta de relación de Cortés, con la carta de Diego Velásquez). En fin, aparece aquí una de las primeras características de las relaciones y es que ellas no transcriben la observación «libre» de quien escribe, de lo que ve quien escribe, sino que responden, de alguna manera, a los pedidos oficiales. Las relaciones oficializadas a partir de 157402, En esta primera etapa, la cuestión parece ser, siguiendo el estudio de Jiménez de la Espada, que no es seguro que se estableciera obligatoriamente, ni que se diera sin alteraciones a lodos los navegantes y descubridores. Por otra parte, las instrucciones no son tampoco homogéneas. En esta trayectoria, parece de importancia la cédula de 1533, fechada en Zaragoza el 8 de marzo y firmada por ((La Reina y Sámano, secretario». Este documento (que se confecciona para asegurar los frutos económicos durante el reinado de Carlos Y, y dirigido a ((VOS el nuestro gobernador y oficiales de la provincia del Perú)) consta de siete asientos y es una de la primeras manifestaciones de una regulación sistemática de las preguntas. Desde este momento, Ovando comienza a establecer exigencias rígidas a los pedidos de información para llevar a cabo la compilación de los dalos necesarios para tal libro. Y comienza. Desde este momento, la confección de los cuestionarios que se envían a gobernadores y virreyes. Los cuestionarios sufren muchas transformaciones hasta que, después de la muerte de Ovando (1575 ó 1576), López de Velasco, que había sido nombrado para el cargo de cosmógrafo y cronista, se ocupa de reducir el cuestionario a cincuenta preguntas. Las relaciones se presentan como ajustadas a un modelo creado sobre la marcha y basado sobre las necesidades que brotan de la información que se desea obtener. El primero de estos libros es de Juan López de Velasco, Geografía y Descripción Universal de las Indias. Siendo Velasco parte en la formulación de los cuestionarios. La Geografía sobrepasa, sin lugar a dudas. Los estrechos límites del cuestionario. Es más, al propio Velaseo se le reconoce un lugar especial en la geofísica por su trazado de las longitudes, de la declinación magnética y el trazado de las líneas de los vientos que afectan a la navegación. Pero cuando López de Velasco llega a la descripción de las tierras de Indias y de sus ciudades, el cuestionario «aparece». El segundo ejemplo del que nos ocuparemos es el Compendio y Descripción de las Indias Occidentales, del padre Antonio Vázquez de Espinosa. Comienza por describir la navegación desde España y continua, repitiendo afirmaciones sobre la redondez de la tierra, etc. importante el aspecto etnológico, religioso, histórico y naturalista ocupan éstos un lugar destacado Ambos libros se ajustan, más bien, al modelo del informe o recopilación general de noticias sobre Indias de las cuales el cuestionario, y las relaciones que de él se obtienen, son un paso intermedio para la composición de los compendios y las descripciones que no escribirán los gobernadores y los vicerreyes, ni menos (los vecinos)), sino los hombres de letras. Su rasgo distintivo, en el orden pragmático es, como dijimos, ser obra de hombre de letras; y en el aspecto sintáctico-semántico, responder a una organización que no se basa en modelos de la tradición clásica, sino en modelos forjados por las necesidades del caso: recoger y ordenar la información sobre las nuevas tierras conquistadas. 3. LA CRÓNICA y LA HISTORIA En primer lugar, historia (que provine del griego) se emplea, en la antigua Grecia en el sentido de ver o formular preguntas apremiantes a testigos oculares; y significa también el informe de lo visto o 10 aprendido por medio de las preguntas. El primer hecho que debe destacarse de este sentido del vocablo es que no contiene, de ninguna manera, el componente temporal en su definición. Es quizás por esta razón por lo que Tácito denomina anales al informe de lo pasado; en tanto que llama historia al informe de los tiempos de los cuales, por su trayectoria vital, es contemporáneo. Tal definición la recoge San Isidoro en sus Etimologías y se repite, todavía, en los tratadistas dc la historiografia en los siglos XVI y XVII. La ausencia del componente temporal explica el nombre y el concepto de «historia natural); y es así como lo encontramos, en los siglos XVI y XVII hispánicos. Crónica, por el contrario, es el vocablo para denominar el informe del pasado o la anotación de los acontecimientos del presente, fuertemente estructurados por la secuencia temporal. Más que relato o descripción la crónica, en su sentido medieval, es una “lista” organizada sobre las fechas de los acontecimientos que se desean conservar en la memoria. Ya hacia el siglo xvi los antiguos anales y crónicas habían ido desapareciendo gradualmente y fueron reemplazados por la historioe (narración del tipo gesta o del tipo vitae, éste último, que ira conformando la biografía). Es este, al parecer, el sentido en el que se emplea el vocablo “crónica” en los escritos sobre el descubrimiento y la conquista. Los aspectos que caracterizan a la historiografía como formación discursiva. Ello quiere decir que quien escribe historia no lo hace, sólo por la obligación de informar, sino que lo hace aceptando el fin que la caracteriza y la distingue (i.e.: el fin de la actividad historiográfica). El fin de la historia (del escribir historia) se caracteriza, por un lado, en un nivel filosófico y. por otro, público. En cuanto al primero, se ocupa de verdades particulares. El fin público de las verdades particulares es el de la utilidad comunitaria. Los propósitos, sin embargo, pueden variar de acuerdo a los fines. Cuando la formación discursiva existe es ésta la que de alguna manera dicta la forma y los motivos por los cuales se emprende la actividad de escribir. Un segundo y fundamental aspecto es el de la «causa eficiente»: el historiador. Como en toda formación discursiva, ésta regula las condiciones que deben cumplir los agentes de tal actividad. La historia exige que el historiador cumpla con determinadas condiciones. La escritura de la historia no puede dejarse en manos de cualquiera, sino de los letrados. Finalmente, la formación discursiva se caracteriza también por las divisiones internas que establece. 1) Historia Divina {Historia Natural Historia Moral Vrs. Historia Humana 2) Historia Universal vrs. General y Panicular, La división 1) se basa sobre el «contenido de la historia. Como se sabe, la historia natural y moral cubre lo que con posterioridad al siglo XVIII se divide, por un lado, en disciplinas independientes (botánica, zoología, sociología, psicología, etc.). Por otro lado, la «historia humana» se produce en un marco epistémico que no marca la división de ciencias naturales vrs. Ciencia humanas o del espíritu». La segunda división atañe no a la materia sino a los límites temporales (cronológicos) y geográficos (topográficos) en los que se enmarca la materia. Fernández de Oviedo emplea el vocablo «historia» con plena conciencia de la actividad historiográfica que emprende. Las huellas de estas orientaciones se encuentran a lo largo de la Historia General y Natural de las Indias. En primer lugar es la tendencia a valorar la experiencia, sobre todo en relación al momento cultural y a la significación de las nuevas tierras descubiertas, dejando de lado los lapidarios y bestiarios medievales. En segundo lugar, el hecho de que esa experiencia le sugiera «continuar » la obra de Plinio. Tal experiencia esté ligada al modelo que le ofrece el libro de Plinio. La concepción de la historia natural se manifiesta, entonces. En la exposición de la materia (la realidad natural de las Indias) organizada sobre el modelo de un libro. Plinio no sólo inspira, sino que dicta el orden expositivo. ¿Cuál es la concepción de la «historia moral» en Oviedo? Palabras, memorias, historias, perpetuación del pasado y perpetuación de la jama; base de la concepción de la historia moral o de la conservación de los hechos humanos mediante «historias escritas». Sobre esta base, Oviedo conecta sujustil1cación para escribir la gesta cortesiana. Esta concepción de la historia humana la veremos acentuada en el siglo XVII con el agregado de la importancia que la elocutio adquiere en la narración. En Francisco de Gómara encontramos otro ejemplo de la concepción de la historia moral Hisponia Vitrix y que se compone de dos partes: la primera la Historia General de las Indias y la segunda, La Conquista de México, «Segunda parte de la Crónica General de las Indias». En la dedicatoria: Quiso Dios descubrir las Indias en vuestro tiempo y a vuestros vasallos, para que las convirtiésedes á su santa ley (...). Comenzaron las conquistas de Indios acabada la de los moros, porque siempre guerreasen españoles contra infieles». En primer lugar, la Conquista de México se organiza desde el nacimiento hasta la muerte de Hernán Cortés. La estructura de lo que más tarde se consolidará como un tipo discursivo historiográfico: la biografía. El «fin» de esta historia es el de narrar los hechos notables de una persona para rescatar del olvido la memoria de sus hazañas: estableciendo así la fama de la persona historiada. Se resumen los problemas de la lengua en que debe ser escrita la historia, la organización del discurso y, finalmente, los criterios de verdad historiográficos, que Gómara cuidadosamente distingue entre lo que hay u ocurrió de la manera en que lo habido u ocurrido se conceptualiza en el discurso: en términos más actuales veríamos en ello el crucial problema de la referencia y la significación. En el prólogo se manifiesta aquí bajo dos principios básicos de la preceptiva historiográfica: la topografía y la cronología. La «historia general» que se complementa cuando es necesario con la dimensión cronológica sigue. en general, el derrotero norte a sur donde para «cada costa» Gómara no sólo se ocupa de las guerras de los españoles y de las conquistas sino también integra la «historia moral» de los habitantes nativos y también datos de «historia natural». Destaquemos la advertencia de «hacer alguna mixtura»: ella nos conduce, por un lado, a la razón por la que denomina también coránica al libro y. por otro lado, nos conducirá a la Apologética. Las palabras siguientes resumen y sitúan a la Apologética como un libro que oscila entre los propósitos de la dialéctica y de la retórica: por un lado, la intención manifiesta de demostrar la verdad nos remite a la primera en tanto que, por otro lado, la intención latente de forzar una posición ideológica, nos remite a la segunda. La Apologética está organizada en tres libros. El tercer libro use propone demostrar la capacidad racional del indio por sus obra s, examinadas de acuerdo al esquema aristotélico de las tres especies de prudencia: monástica, económica y política». El libro más extenso, por lo tanto, es el que trata de cuestiones morales en tanto que los otros dos se ocupan más bien de los aspectos naturales que contribuyen a hacer del indio un ente racional. El segundo libro «la castidad y otras virtudes», de la “mansedumbre y del excelente ingenio” y de la «nobleza de las almas» es porque ello se analiza desde el punto de vista de la «relación que hay entre los climas y las condiciones de los hombres». El primer libro comienza por una descripción de la isla La Española. En las cuatro vueltas loca los distintos puntos cardinales de la isla para, luego, detenerse sobre los mantenimientos, los frutos y los árboles. Los capítulos finales del primer libro los dedica a la demostración, apelando a las causas para demostrar la salubridad de la isla, y las riquezas naturales que el clima permite. La Apologético Historia es una historia en donde una de las estructuras fundamentales, no necesariamente común para la formación discursiva historiográfica, es la estructura argumentativa. La descripción y la narración son, como en todo discurso argumentativo, las pruebas de la demostración. Pero una demostración que, como dijimos al comienzo de este apartado, oscila entre el argumento dialéctico (filosófico) y el argumento retórico. La dialéctica conduce a la formación de las reglas de la verdad lógica y entimemática, mientras que la retórica se ocupa de la verdad pública y de la persuasión. El padre José de Acosta en su Historia Natural y Moral de las Indias, emplea libro o relación para lo que, en otras oportunidades, llamará también historia (i.e. una relación de hechos verdaderos, un libro que cuenta hechos verdaderos); en segundo lugar, que llama la atención sobre la falta de libros que indaguen en las causas de ,tales novedades y extrañezas», En tercer lugar emplea también el vocablo argumento no para la estructura verbal demostrativa sino más bien en el sentido de «assunto o materia de que habla algún libro» (Diccionario de Autoridades). La terminología es pertinente por cuanto el discurso sobre las causas afecta fundamentalmente la «historia natural» en tanto que es notable la caída hacia lo meramente descriptivo en las «obras del libre albedrío». Esta primera parte está consagrada «al cielo y a la habitación de las Indias en general» (pág. 88). En la segunda trata de los tres elementos (aire, agua y tierra) y de los compuestos (metales, plantas y animales). La tercera está dedicada a las «obras del libre albedrío». El «repertorio» de Acosta proviene de la lógica, de la física y de la astronomía. La concepción de la naturaleza que Acosta retoma de Aristóteles. Al pasar a los mixtos o compuestos, la exposición comienza a ser fundamentalmente descriptiva más que argumentiva. Esta parte de la historia natural se mantiene sobre la estructura descriptiva dominada por los verbos «ser», «estar», «tener» y «hacer» (o equivalentes), cuando se trata de describir el uso que se hace de un metal , un vegetal o un animal. A estas descripciones se intercalan no solo las referencias clásicas pertinentes, sino también las experiencias personales del propio Acosta que comienzan a aparecer con más asiduidad .para Acosta, la razón es primera a la experiencia. Mientras que el conocimiento de la naturaleza le conduce a la admiración del Creador, el de la historia moral «no es sólo dar noticia de lo que en Indias pasa, sino enderezar esa noticia al fruto que se puede sacar del conocimiento de tales cosas, que es ayudar aquellas gentes para su salvación, y glorificar al Creador y Redentor que los sacó de las tinieblas oscurísimas de su infidelidad». Los capítulos I al IX, del libro VI, están dedicados a demostrar que ((es falsa la opinión de los que tienen a los Indios por hombres faltos de entendimiento» y a considerar, en este libro, el problema del entendimiento en relación a su ((falta de letras)). Letras, en este capítulo, se emplea en sentido restringido y es sinónimo no de «conocimiento o sabiduría)), sino dc escritura: «las letras se inventaron para referir y significar inmediatamente las palabras que pronunciamos, así corno las mismas palabras y vocablos» (cap. VI). Acosta liga estas ideas sobre las «letras» a la concepción del «discurso». Ni tienen alfabeto, ni escriben letras, ni es la diferencia de caracteres, sino en que principalmente su escribir es pintar o cifrar, y sus letras no significan partes de dicciones como las nuestras, sino son figuras de cosas, como de sol, de fuego, de hombre, de mar y así de lo demás (cap. V). Escritos que se refieren «al descubrimiento y a la conquista, centramos la atención sobre las historias particulares. Las razones por las cuales estas tienden a reemplazar las historias generales, naturales y morales pueden ser varias. Primero: El interés creciente por el conocimiento de regiones específicas más que la generalidad de Indias; por otro lado. la propia tendencia historiográfica que va concentrando la concepción del re lato histórico, los medios : la idea de una narración coherente se hace más perentoria. La conquista de México en la versión de Sahagún I. Historia General de las cosas de Nueva España Presenta un panorama general y a la vez pormenorizado de la cultura del México prehispánico; en su elaboración intervinieron, además del fraile, indígenas; está escrita en castellano, náhuatl y contiene también algunos fragmentos en latín; incluye ilustraciones y, en su última parte, narra la conquista de México desde la óptica de los indígenas. El fraile comenzó a prepararla hacia 1555 en Tepepulco, elaboró un cuestionario para que respondiera un grupo de ancianos indígenas principales. Contó con la ayuda de cuatro alumnos indios y que constituye el primer esbozo de su empresa, llamado más tarde Primeros Memoriales. Hacia 1561 Sahagún se desempeñó como profesor en el colegio Santa Cruz de Tlatelolco, donde volvió a repetir la experiencia: nuevamente le presentó el cuestionario a un grupo de señores indígenas, comparar con los datos previamente registrados. El resultado de esta segunda etapa fue otra versión, conocida como Segundos Memoriales. Paralelamente, el fraile con la colaboración de sus alumnos redactó otros borradores denominados Memoriales en tres columnas y Memoriales con Escolios. Por último, en 1565, Sahagún se estableció en el convento de San Francisco de México, donde pasó años ordenando y revisando los papeles. Allí es donde organizó la obra y, con el auxilio de los cuatro indios trilingües corrigió, amplió determinados aspectos y ensambló los testimonios dentro del plan general de la HGCNE, que concluyó hacia 1577. El manuscrito, llevado a España en 1580. Existe otra versión realizada tiempo después por el fraile: Códice de Tolosa. La elaboración de la HGCNE insumió más de veinte años. La versión definitiva de la obra consta de doce libros: de lo superior a lo inferior, de lo divino al mundo natural, con el hombre y sus instituciones en el centro. La obra definitiva tiene una configuración especial: cada página está escrita en dos columnas paralelas, la izquierda, en castellano y la derecha, en náhuatl. También, en algunos momentos, el fraile cita textos bíblicos y redacta fragmentos en latín. Pero lo más singular es que en la HGCNE se incluyeron numerosas ilustraciones intercaladas referidas a los temas que se desarrollan en el texto lingüístico, mayoritariamente, en la columna escrita en castellano, más breve que la otra. Consideramos la decisión de brindar una triple versión del mundo representado como un gesto mediante el cual Sahagún coloca en paridad el náhuatl –a través de su escritura con caracteres latinos– con el castellano, lo que implica un reconocimiento y una legitimación de la lengua mexicana, a la vez que, de este modo, se rescatan los modos expresivos de enunciación propios de este idioma. El hecho de incluir ilustraciones al modo del sistema tradicional de registro de los pueblos mesoamericanos, también reviste un sentido reivindicativo de su forma de expresión cultural. Cabe preguntarse quiénes serían los destinatarios de los textos. Es razonable inferir que la parte castellana estaba dirigida al rey y a los españoles en general, a religiosos de la propia orden y a los indios ya aculturados; en tanto que la versión náhuatl es posible que tuviese como lectores ideales a la élite indígena formada en los colegios franciscanos, lo que está conectado con el proyecto seráfico de formar una dirigencia autóctona. II. Sahagún autor y editor: sus intervenciones en la obra Es quien recolecta la información, selecciona, recorta y organiza los materiales, lo que se advierte en la toma de ciertas decisiones editoriales, como cambiar la ubicación dentro del plan general, no traducir al castellano algunos tramos del texto náhuatl, no realizar una traslación literal, sino un resumen y una glosa, e incluir ilustraciones iluminadas interpolándolas en el texto, al modo de las biblias medievales. Sus intervenciones se hacen explícitas en los prólogos y epílogos que redacta para enmarcar cada libro. Finalmente distribuye la documentación dándole coherencia y cohesión dentro de un modelo discursivo. La HGCNE surgió dentro de un contexto de enunciación colonial, caracterizado por complejas relaciones de subalternidad entre colonizadores y colonizados y disputas de poder entre los mismos sujetos españoles. Toda la preparación de la obra se desarrolló en un marco regulado por principios y valores religiosos, cuya misión evangelizadora tenía como fin la conversión de los jóvenes indígenas. En consecuencia, las respuestas dadas por los informantes estaban condicionadas por la situación descripta. III. La conquista de México El primer documento que da cuenta de la llegada de los españoles a México, del contacto con los diversos pueblos del área y con Moctezuma, y de la conquista de Tenochtitlan es la Segunda Carta de Cortés. La mirada del jefe de la expedición condiciona la versión que ofrece acerca de los personajes involucrados, los hechos y las circunstancias, ya que se dirige al rey Carlos V para explicar y justificar lo acaecido, brindar información y formular propuestas. Por la magnitud de la empresa se convirtió en modelo de futuros proyectos, como la conquista de Perú. La obra de Bernal Díaz, entre 1555 y 1580, se erige como la voz reivindicadora de un sujeto individual que asume la representación de los soldados y ofrece un testimonio pormenorizado y elocuente de lo que considera una epopeya. Bernal acentúa el carácter excepcional de la conquista, siempre ponderativamente, como la circunstancia de que un grupo reducido de españoles pudieran someter a miles de indígenas aguerridos y tenaces. También destaca los peligros extremos que acechaban en todo momento y el terror a ser sacrificados a los ídolos o a ser comidos por los indígenas. En 1528 en un relato hecho por indígenas aculturados que ya manejaban el castellano. Los Anales históricos de la nación mexicana exhiben la mirada crítica, y dramática acerca de la pérdida de la cultura propia y la destrucción de su pueblo dentro del molde de los anales. Hacia 1555, el libro XII de la HGCNE constituye una visión de los vencidos. consta de 41 capítulos breves diseñados como el resto de la obra, en dos columnas paralelas y con la inclusión de dibujos. Existen dos versiones del texto en castellano; una redactada hacia 1555 y la otra, corregida por el fraile alrededor de 1585. Ambas cuentan con palabras de Sahagún Al lector y, en la segunda versión, agrega un prólogo. En las palabras Al lector escritas en 1555, el fraile no dice que se propone presentar la versión indígena de los hechos, la motivación explícita que esgrime es de carácter lingüístico. La condición de actores o testigos directos que revestían los informantes garantizaba, la veracidad de la narración. El cambio más significativo que se observa en el texto de 1585, el propósito en este caso es correctivo. Estas correcciones al texto de 1555 es el prólogo. En él, la conquista está considerada como parte de un plan providencial divino, mediante el cual los naturales. El proceso de conquista está presentado como un encadenamiento de milagros que acompañaron a los hombres de Cortés y que culminaron con la implantación del cristianismo gracias a la tarea de los predicadores. Asimismo, la glorificación de la conquista aparece potenciada por la imagen enaltecida, muy encomiástica que construye de Cortés. Esta posición celebratoria de la conquista y laudatoria de Cortés contrasta con la historia que se narra en el libro XII que recoge el punto de vista de los indígenas, específicamente de los oriundos de Tenochtitlan y Tlatelolco. En el texto primitivo se cuenta con detalle el saqueo del tesoro de Moctezuma por parte de los españoles. En la versión corregida esto no se cuenta detalladamente, sino que el episodio aparece en el marco de una disculpa referida a la conducta de los españoles que muchas veces incurren en algunos daños menores para evitar otros mayores. Con respecto a la muerte de Moctezuma, en el relato de 1555 no se aclara quién lo mató ni en qué circunstancia murió; en cambio, en la versión corregida Sahagún dice claramente que lo castigaron y mataron los españoles. La historia de la conquista empieza con la referencia, en el capítulo I, a los presagios funestos que años antes anunciaron a los nativos la futura llegada de los españoles. De manera que el arribo de los extraños al Golfo de México y la siguiente conquista se presenta como acontecimientos previstos en la concepción mítico-circular que tenían los indígenas del tiempo y de la historia. la aparición de cometas y otros fenómenos naturales realmente ocurrieron, pero luego fueron resemantizados conforme a su propio imaginario a la luz de los hechos históricos posteriores. Llama la atención que el documento más antiguo acerca de la conquista elaborado por los indígenas no incluyan los presagios. La comprensión por parte de los nativos de lo que ocurrió con la llegada de los españoles atravesó diversas fases. Se asoció a Cortés y sus hombres con el retorno de Quetzalcóatl. Los americanos carecían de la experiencia de encontrarse con sujetos de culturas radicalmente diferentes; en consecuencia no tenían marcos conceptuales comparativos para explicarse la alteridad. Es por esto que para entender la irrupción de los europeos acudieron a sus propios relatos míticos. Un conjunto de factores facilitó esta operación: hombres barbados llegados del este en grandes embarcaciones, en una fecha que coincidía con la del prometido retorno de Quetzalcóatl, que se desplazaban montados a caballos nunca antes vistos y con atuendos recubiertos de relucientes corazas de metal. Los estruendos, el olor de la pólvora y el efecto destructivo de las armas de fuego que disparaban los españoles para intimidar a los primeros mensajeros indígenas completaban un cuadro de extrañamiento y otredad. A partir de la matanza del Templo Mayor organizada por Pedro de Alvarado aparece la convicción de que los extraños no tenían nada que ver con el regreso de Quetzalcóatl. La conquista durante los primeros años haya sido percibida como un acontecimiento conmocionante que quebró el orden cósmico, social y cultural autóctono, y años más tarde recibiera una interpretación afín a la propia cosmovisión. Se integró al pensamiento tradicional. Se diseña, así, una estrategia de la continuidad mediante la cual la aniquilación que significó la conquista fue entendida como uno de los momentos del incesante proceso de creación / destrucción inherente a la concepción del tiempo mesoamericano. Los siguientes cuarenta capítulos del libro XII narran el proceso de conquista, desde la aparición de españoles en la costa del Golfo de México hasta el triunfo final sobre Tenochtitlan y ciudades aliadas. Cada capítulo conforma una instancia en la secuencia de hechos, los que son presentados con un encadenamiento lógico. Las situaciones fundamentales son: las entrevistas de Cortés con los mensajeros de Moctezuma, la alianza del jefe español con los Tlaxcaltecas, las matanzas injustificadas que llevan a cabo los intrusos en algunas poblaciones indígenas, las cavilaciones del jefe mexicano, el avance de los españoles, el encuentro de Cortés con Moctezuma, la toma del tesoro real y la prisión del jefe azteca, la matanza del Templo Mayor, la reacción de los guerreros mexicanos, la muerte de Moctezuma y de Itzcohuatzin, gobernador de Tlatelolco, la retirada de los españoles durante la noche triste, los preparativos de los combates finales, la guerra entre mexicanos y españoles, la rendición de Cuautemoc, y la caída de Tenochtitlan en poder de los españoles. IV. El tratamiento literario La utilización de diversos recursos literarios en la composición del libro XII. Con criterio artístico, dentro de una trama narrativa, lo que se advierte en la elección de situaciones, la eliminación o reducción de acciones. La narración de la conquista presenta un diseño circular: empieza con la referencia a una serie de portentos anunciadores de algo funesto que implica destrucción y finaliza con la caída de México y el triunfo de los españoles, es decir con el cumplimiento de los presagios del capítulo 1. El relato se articula sobre dos ejes: uno espacial –los desplazamientos de los españoles y sus aliados desde la costa este hasta la llegada a la capital del imperio, la retirada durante la noche triste y el retorno definitivo a Tenochtitlan para su asedio final– y un eje temporal, sujeto a una presentación cronológica de los hechos, patente también en la referencia minuciosa al paso del tiempo. Los acontecimientos – presentados con un encadenamiento lógico y lineal–, se pueden distinguir dos instancias: la primera, comprende desde la llegada de los españoles al Golfo de México hasta la matanza en el Templo Mayor (capítulos 1 a 20 inclusive); la segunda, se extiende desde la declaración de guerra de los mexicanos a los españoles (capítulo 21) hasta el derrumbe final de Tenochtitlan y la rendición de Cuautemoc (capítulo 41). El núcleo de la primera parte es el encuentro de Moctezuma y Cortés; el de la segunda, está en la guerra de los Tenochcas y Tlatelolcas con los españoles y aliados, enfrentamientos narrados en varios capítulos mediante un tratamiento épico. Los acontecimientos están narrados desde la perspectiva indígena: el narrador, por su pertenencia a los vencidos, desconoce los pormenores de lo que ocurre entre los españoles. En cambio, detalla las actitudes de los indígenas de varias ciudades como las traiciones y deslealtades (Tlaxcala con Tenochtitlan) y actos viles (por ejemplo, el robo perpetrado por los de Xochimilco en los peores momentos). Por otra parte, la focalización Tlatelolca redunda en un acentuado reconocimiento de la actuación de los guerreros y dirigentes de dicha ciudad, del protagonismo que tuvieron en la tenaz defensa de Tenochtitlan y en la velada crítica al comportamiento de algunos Tenochcas. Hay una focalización interna que en ocasiones enuncia desde la conciencia de algunos personajes. La perspectiva indígena explica ciertas elipsis significativas, En los capítulos 16 y 17 se pone en escena el encuentro entre Moctezuma y Cortés. Previamente, se fue creando una creciente expectativa por los sucesivos contactos preliminares entre los españoles y los mensajeros nativos. La expectativa es doble: Moctezuma está convencido de que ha llegado el fin de su hegemonía y que será desplazado. Termina entregándose al imperativo de un designio superior que no puede controlar. El relato expresa de manera sobria y conmovedora el desgarramiento de alguien. El uso del estilo directo, el punto de vista interno, la narración desde su conciencia, contribuyen a transmitir el espanto inicial, la confusión, las dudas, vacilaciones y el temor del jefe mexicano. La tensión progresiva que se fue generando alcanza su punto más alto cuando los dos antagonistas están uno frente al otro. Esta escena fue narrada por todos los cronistas e historiadores de México antiguo. A Sahagún se la relataron los vencidos Sahagún los narra en contigüidad, subrayando la unidad de la situación y reforzando su dramatismo. El núcleo, el punto más alto literariamente hablando, es el célebre monólogo de Moctezuma. El empleo del estilo directo para los personajes históricos es influencia de la historiografía romana. El monólogo, de profundo aliento trágico, está elaborado conforme a convenciones retóricas: estilo elevado acorde a la dignidad del personaje, tono solemne y grave, discurso densamente cargado de metáforas, construido con sintagmas paralelos y repeticiones sinonímicas afines al náhuatl literario y a los formulismos protocolares. En la segunda parte: el de los combates. La retórica del heroísmo se acentúa a través del desempeño de algunas individualidades indígenas, como Cuautemoc, Ecatzin y Tzilacatzin. La historia referida diseña una imagen de los españoles muy negativa: groseros, crueles, soberbios, taimados, movidos por una desmedida ambición de dominio y de obtención de oro y de mujeres, siempre aparecen en actitudes decididas, arrogantes y demandantes, propia de conquistadores. El relato no se priva de consignar una referencia grotesca cargada de desprecio cuando se describe el comportamiento de los españoles frente al oro moviéndose como monos. V. Las ilustraciones Alrededor de 1840 ilustraciones de distinto tamaño, en su mayoría coloreadas, enmarcadas en la columna izquierda, reviste interés documental, narrativo y plástico. Además de este registro icónico, la obra exhibe más de 600 diseños plásticos de carácter puramente ornamental compuesto por arabescos, follajes serpenteantes y figuras estilizadas. Realizados por los tlacuilos, aunque ya acusan marcada influencia europea, era diferente la función de los dibujos, pues entre los antiguos mexicanos, la imagen no tenía carácter de ilustración, sino que era su escritura, pictográfica o ideográfica, según los casos, y parcialmente fonética. El libro XII presenta 161 ilustraciones y numerosos motivos ornamentales. Los dibujos están, en general, sin colorear. Los cinco capítulos finales muestran amplios espacios en blanco, lo que prueba dos cosas: que primero se redactó el texto y luego se lo ilustró, y que hubo premura en concluir la obra y entregarla. Las ilustraciones presentan una articulación narrativa en la que se pueden leer icónicamente las diversas y sucesivas etapas de la conquista de México. En este sentido, son altamente referenciales y, en general, autosuficientes