PATRÍSTICA TARDIA DIONISIO AREOPAGITA. (Pseudo-Dionisio, s. V). Con el nombre de Pseudo-Dionisio se conoce un autor de inspiración neoplatónica y cristiana de finales del siglo V y comienzos del VI cuyos textos fueron atribuidos a Dionisio el Areopagita, el cual, según los Hechos de los Apóstoles, fue discípulo de San Pablo, quien lo convirtió al cristianismo en el Areópago de Atenas. Autor que quiso conciliar las tesis neoplatónicas con las del cristianismo y, por ello, todo cuanto sustenta en sus obras, aun siendo realmente neoplatónico, el Pseudo-Dionisio lo atribuye a una mera exégesis de las Sagradas Escrituras. En especial, la procesión de las tres hipóstasis neoplatónicas aparece en estos escritos como la manifestación de la santísima Trinidad. Según él, Dios es anterior al ser y a las ideas, e identifica al Uno neoplatónico con el Dios Padre; a la segunda hipóstasis o logos con Jesucristo y a la tercera hipóstasis con el Espíritu Santo. El camino del conocimiento de Dios es doble: por una parte comienza con la vía positiva, que consiste en predicar de Él las perfecciones simples de las criaturas; pero, por otra parte, acaba con la vía negativa, que consiste en negarlas, pero no privativamente, sino en sentido trascendente. En esta segunda vía la negación es como una supra afirmación, que da lugar a la llamada via eminentiae o via excellentiae de los escolásticos. Dios está más allá de todo concepto, ya que es supra-ser, supra-espíritu, supra-sustancia y supra-bondad. JUAN DAMASCENO (675-749 d.C.). Nació en Damasco (Siria) y a pesar de ser cristiano, fue un alto funcionario del tesoro del califa de Damasco, pero hacia el año 700 renunció a su cargo a causa de la hostilidad del califa hacia los cristianos. Se retiró al monasterio de Mar Saba, cerca de Jerusalén, donde se ordenó sacerdote. Cuando surgió la controversia sobre la herejía de los iconoclastas, se opuso y luchó contra los edictos del emperador bizantino León III el Isaurio que prohibían la veneración de las estatuas e imágenes sagradas; al no ser súbdito del emperador pudo hacerlo con impunidad. Escribió Fuente del conocimiento, libro de texto básico sobre la teología dogmática de la Iglesia griega primitiva, que se compone de tres partes: Maestros de la filosofía, Compendio de herejías y Exposición exacta de la fe ortodoxa. La tercera parte, la más importante, contiene un sistema teológico completo basado en las enseñanzas de los primeros padres de la Iglesia griega y en los sínodos eclesiásticos celebrados del siglo IV al VII. SEVERINO BOECIO (Anicius Manlius Torquatus Severinus Boethius) (ca. 475/480-524), nació en Roma y se educó en Atenas; fue cónsul en 510 del rey ostrogodo Teodorico y, luego, en 520, su ministro principal (magister officiorum). Acusado de conspirar contra el emperador, fue encarcelado en Pavía y ejecutado al año siguiente. Considerado por el historiador Martin Grabmann como el «último de los romanos y el primero de los escolásticos», con él se inicia la cultura y el pensamiento de la Edad Media. Gracias a él la Edad Media conoció la cultura griega, y el occidente latino comienza a conocer alguna de las obras de Aristóteles. De su proyecto inicial de traducir gran parte de las obras de Aristóteles y de Platón, sólo se hicieron realidad un comentario a la Isagogé de Porfirio (según la traducción de Mario Victorino), que luego renovó con otro comentario personal suyo, la traducción y el comentario a Categorías, la traducción iniciada. Es reconocido por su definición de persona: La persona es una sustancia individual de naturaleza racional GREGORIO MAGNO. Nace en el año 540 y muere en el año 604. Es natural de Roma. Procede de una familia cristiana importante. Transforma su casa en una especie de monasterio o casa de oración (Monte Cælo en Roma). Lo ordenó de diácono el papa Pelagio, y va a Bizancio. En el año, 590 le eligen papa. Tiene una gran cultura porque su familia es aristocrática y le había preparado para ser gobernador o prefecto de Roma. Está convencido de la agonía de una civilización, y busca las raíces morales y espirituales de esta decadencia. La interpretación que da es semejante a la que ofrece san Agustín en la Ciudad de Dios (del que depende). La decadencia es consecuencia del imperialismo (dominado sin respeto), por querer dominar el universo ahora es humillada. Por eso san Gregorio hace una Teología de la Historia. Trata de descifrar los signos de los tiempos a la luz de la Fe para orientar las conciencias de sus compatriotas. La Historia es el lugar en donde Dios se dirige hoy día a los hombres. Dios habla a través de los acontecimientos históricos. Por esto “aunque el Evangelio callase este mundo lo podemos, sus ruinas le sirven de voz, casi muerto por tantos golpes, desposeída de su gloria se muestra otro reino que está muy cercano y para llegar”. En realidad san Gregorio interpreta los acontecimientos de la Historia a la luz de los profetas. Es la idea de san Agustín en las Confesiones más o menos. Esta perspectiva es tan fuerte en el que no duda en discernir los signos que anuncian el fin del mundo sino el nacimiento de otro,. Todo parece indicar que el mundo grecorromano llega a su término y trata de convertir el tiempo de crisis en tiempo de conversión espiritual. La catástrofe no debe llevar sólo a lamentarse sino a obedecer a la voluntad de Dios. La decadencia no debe llevarnos al pesimismo (como Nietzsche parece) sino a evaluar el fundamento de nuestras acciones. Toda su enseñanza está dirigida a señalar la orientación escatológica de la vida humana. Todo lo que acontece nos lleva a ver el reino de los cielos. El fin de un mundo participa en cierto modo del fin del mundo (para la llegada del reino).