La conquista de América: España, Portugal e Inglaterra. Como señalamos anteriormente, en 1500 los portugueses arribaron a las costas de Brasil donde descubrieron las posibilidades comerciales de un árbol tropical llamado “palo brasil”. De él se podía extraer una tinta roja que servía para dar color a las telas europeas. La tala de los bosques de palo brasil dejó al descubierto un suelo fértil, apto para sembrar caña de azúcar, producto que comenzó a ser muy apreciado en Europa, donde hasta ese momento se utilizaban como endulzantes la miel y el azúcar de remolacha. Las posibilidades de cultivar en Brasil caña de azúcar en gran escala llevó a la corona portuguesa a intentar controlar el nuevo negocio en forma directa y, con ese objetivo, organizó un dominio colonial más efectivo al mando de un gobernador general que dependía directamente del rey, y estableció la capital colonial en la ciudad de Bahía. A diferencia de la extracción de “palo Brasil”, la producción de caña requirió importantes inversiones de capital para la compra de maquinarias y fuerza de trabajo esclava traída de África. Durante el siglo XVI, Portugal se convirtió, gracias a sus dominios africanos y americanos en un gran imperio esclavista y azucarero. Luego de un siglo de explotación de caña, los suelos se agotaron, la producción decayó y el ciclo económico del azúcar concluyó35. Durante las primeras décadas de la dominación los conquistadores se limitaron a apoderarse de los metales preciosos de los templos aborígenes y del oro de aluvión que arrastraba el agua de los ríos. Luego, para obtener mayor cantidad de metales preciosos los españoles tuvieron que invertir capital y organizar la producción de los centros mineros. La población indígena de cada región conquistada fue repartida entre los españoles que habían participado en la empresa por el sistema de encomienda, por el cual los encomenderos tenían la obligación de evangelizar (convertirlos al catolicismo) y proteger a los indígenas encomendados. A cambio, la Corona les reconocía el derecho de recibir tributos de los pueblos originarios y de emplearlos como mano de obra. En las haciendas y plantaciones los pueblos americanos trabajaron en actividades agrícolas y ganaderas destinadas al abastecimiento de los mercados locales. En las zonas productoras de metales preciosos se mantuvo la mita, sistema de trabajo por turnos que empleaban los incas y que, dada las condiciones con que los españoles la aplicaron, provocó la muerte de miles de gran parte de la población originaria. Esquema de las relaciones que se establecían entre el centro minero, la encomienda y la ciudad española. El centro minero se convirtió en eje central de las relaciones comerciales. Sin embargo, hacia 1650, la producción de plata del cerro de Potosí comenzó a decaer y, en consecuencia, el sistema económico que giraba a su alrededor se desorganizó. Desde entonces la producción agrícola tuvo cada vez más importancia y la propiedad de la tierra se convirtió en la principal fuente de riqueza. En lo económico se estableció un sistema comercial totalmente controlado por el Estado. La administración colonial tenía como objetivos centrales mantener la supremacía española sobre los pueblos originarios, garantizar el orden social, recaudar los impuestos y controlar el tráfico comercial. La principal preocupación de la Corona era asegurar la llegada a las arcas reales de la quinta parte de los metales preciosos extraídos de las minas de México y Perú. Para alcanzar este objetivo, la metrópoli estableció un monopolio comercial, por el cual América sólo podía comercializar con España y por determinados puertos. En la práctica este sistema, organizado en dos salidas de barcos comerciales por año, resultó lento y provocó frecuentes desabastecimientos que afectaron a la población de las colonias38. En lo político la Corona española impuso sobre sus dominios coloniales americanos un orden administrativo fuertemente centralizado.