Mario Liverani - “Relaciones internacionales en el Próximo Oriente Antiguo. 1600.1100 A.C.” Tal como señala la cátedra, Unidad1-clase 1, la hipótesis que enmarca el escrito de Liverani es saltarse de los esquemas, métodos, teorías y modelos económicos propios del modernismo, cifrados todos en derredor del capitalismo, para poder penetrar, interpretar con mayor aproximación a la certeza, sociedades tan antiguas y aspectos poco frecuentados como son la vida económica, el oikos, la economía del hogar singular y de algún grupo de dicha sociedad, por ejemplo los aristoi. Para tan plausible cometido, “...en un primer nivel de aproximación, se han seleccionado dos «modelos de integración» de Karl Polanyi: la reciprocidad y la redistribución." (9) Reciprocidad entendida como “...movimientos entre elementos homólogos de complejos simétricos”. Redistribución en tanto “...movimientos de apropiación en dirección a un centro y luego fuera de él” (9) Liverani agregará a estos tipos estructurales, herramientas analíticas que favorezcan la descripción de las situaciones históricas. Que posibiliten la descripción de las sucesivas fases evolutivas. Así entonces es posible “integrar” en un mismo modelo de integración, dos modelos distintos -reciprocidad y redistribución-, sin forzar los datos para que “encajen” en ellos. Considerados en conjunto ambos modelos, tal como si fueran uno sobre la integración, la primera distinción lógica está referida al ámbito reducido del alcance de su aplicación. Este aspecto estará constantemente presente cuando Liverani se refiera a sus fuentes, aún en forma crítica. Concretamente a las relaciones familiares y de pequeños grupos -ya vigentes en la prehistoria-, ámbitos en los que prevalece la relación directa, “cara-a-cara” (10). Aunque luego el modelo redistributivo fuera ampliado a las relaciones interestatales -datadas desde aprox. 35003000 a.C-, visto la gran interrelación existente entre ambos espacios, en orden a la cultura campesina dominante, no dejó de reflejar “...huellas de sus orígenes”. Es que la organización estatal era concebida como “casa ampliada o una gran casa” (10). El modelo de reciprocidad entre estados apareció más tarde, cuando las relaciones se diversificaron y densificaron, y además crecieon en volumen. “...ambos modelos tienen distintas tradiciones y reclaman distintas valoraciones: la redistribución sería históricamente más «arcaica» y la reciprocidad más «evolucionada». La diferenciación por las magnitudes de poder entre estados, el desequilibrio de fuerza e influencia fueron empequeñeciendo “...la visión multicéntrica y “simétrica” de las primigenias relaciones políticas”. Sin embargo la reciprocidad adquiere aún mayor importancia. (11) Para el autor los modelos de reciprocidad y distribución son aplicables a todas las relaciones sociales y políticas aunque no necesariamente reflejen circulación de bienes: más que modelos descriptivos de intercambios diferenciados, son modelos de interpretación -aportes mentales modélicos- aplicados a una sola realidad que, como tal, “...no pertenece a ningún modelo”. En esto difiere y critica a Polanyi, por cuanto éste parte desde un enfoque que no reconoce el carácter eminentemente ideológico de las realidades fácticas, y así no puede llegar a integrarlos con certeza, considerandolas a una y otra, como dinámicas separadas e irreductibles. La aplicación del principio de realidad hace diferentes a ambos autores. En fin, cada lógica en ambos sistemas se puede resumir, tal como lo hace el autor: * “...la reciprocidad presupone como escenario unos complejos situados en simetría.” Es decir, el movimiento ha de ser entre elementos homólogos. Aquí es conveniente señalar que lo homólogo no se refiere a la definición y acepciones de la lengua castellana, sino más bien a la intersubjetividad dinamizada por los interlocutores que priman o privilegian el mantenimiento de la relación por sobre el valor o materialidad del objeto o acto intercambiados. Es un significado y sentido antes que cosa, y en esto reside la equivalencia de los objetos y acciones. Es no objetivo y convencional. (12) * “...(mientras que) la redistribución depende de la presencia de cierto grado de centralidad en el sistema”...es decir, que para que se verifique en tanto tal, los movimientos de apropiación de tales elementos serán primordialmente hacia un centro y recién luego fuera de él. (9) Es en el ámbito político donde la redistribución mejor muestra las consideraciones previas de la discusión: se parte del reconocimiento de la disparidad y desequilibrio entre los interlocutores (centro y periferia); de rango como característica dispar y de contribución tanto en volumen como en direccionalidad (sean centrípetas, hacia el centro; sean centrífugas hacia la periferia; o simplemente unidireccionales). En cualquier caso, advierte que se trata de la “...sistematización centralizada de las relaciones recíprocas”. Es que la dinámica diferenciadora, impuesta por el centro, ignora cualquier otro tipo de relaciones en las que no participe, como aquellas que no respeten la centralidad. Esto deja al resto de los interlocutores en libertad de apropiarse del sistema y replicarlo según sus intereses y posibilidades. El componente ideológico cubre ambos extremos de las posibilidades, sin que escinda un modelo de otro (no hay ruptura entre reciprocidad y redistribución pues el elemento vital de ambos modelos es el intercambio individual: se trata de modelos interpretativos y no descriptivos. Al ser convencionales, uno y otro de los protagonistas -y de los “observadores” externos del acontecimiento- en el intercambio pueden, cada cual, interpretarlo como simétrica o como centralista; como recíproco o como redistributivo. (13) Nota complementaria: por la misma época que denotan las fuentes conjugadas por Liverani, existía ya en nuestra América del Sur la cultura aymara, que hizo y sigue haciendo del Ayni y la Minka uno de sus ejes constitutivos, conjuntamente con el Ayllu, la comunidad. El Ayni se trataba de una elaboración más compleja que las del oriente próximo antiguo, ya que era un sistema de trabajo de reciprocidad familiar destinado a la construcción de estructuras públicas y a los trabajos agrícolas. Era intercambio de fuerza de trabajo que debía ser devuelto con la misma fuerza de trabajo y entrega. Una obligación que implicaba una ética singular, comunal y religiosa. La obligación era a la correspondencia, no a la aceptación primaria; las personas o familias podían negarse al ayni, pero la pena consistía en no recibir ayuda de nadie dentro de esa modalidad. El beneficiario públicamente aceptaba y prometía verbalmente la reciprocidad cuando le fuera requerida; además, mientras duraran los trabajos, ofrecía la alimentación necesaria. La Minka se distingue del anterior porque se trata de trabajo colectivo, por el cual se ejecutaban obras de interés y beneficio común del ayllu. Era enteramente obligatorio, por lo tanto no connotaba una deuda -ética ni material-, ya que no había contrato ni partes. ----------------- Jean Bottero y otros - “Cultura, pensamiento, escritura” El texto de Bottero tiene la particularidad de presentar una noción específica de “evolución”, que me sorprende con mi mayor gratitud. Si bien no lo dice explícitamente, contiene en su interioridad la negación de la supremacía del causalismo, de la linealidad y del inmanentismo: en su descripción se percibe la evolución como un camino abrupto, sinuoso al cual solamente se lo podrá ver como constante toda vez que se incorpore el “salto” y su contraparte, la “caída”. Es lo que encuentro en cada una de las etapas que describe. Texto que nos acerca a la concepción historiográfica romeriana que considera la historia como vida vivida. De allí la correspondencia, que asumo, con los textos complementarios luego citados y que me han servido para la interpretación. En rasgos generales, la escritura que analiza el autor, se vislumbra como una creación, ninguna adoptación, si se me permite la palabra como variante de adopción. Utilizo aquella de ex profeso por su semejanza con “adaptación”, en un juego de palabras para significar la interrelación que existe entrambas en la evolución y desarrollo de la inteligencia y del hombre todo: interrelación entre lo endógeno y lo exógeno. En este caso, con claro predominio del primero ya que no existía un antecedente de escritura que pudiera ser adaptado y ajustado a la oralidad preexistente entre los sumerios. Bottero rescata dos antecedentes pictográficos en vasos y sellos, pero les niega el valor de escritura ya que solamente fijaban un mensaje directo y finito. Esta creación, y éste es el meollo de la posible semejanza con un “acto creador” contenido en la escritura cuneiforme, es que contribuyó de manera extraordinaria al desarrollo de la inteligencia humana, partiendo del pueblo sumerio. Y está muy bien aplicado el concepto de “desarrollo” entendido como proceso acumulativo, pues indica que consistió en el “desenvolvimiento” de potencias preformadas, ínsitas en el ser humano a la espera de que éste se ordenara para hacerlo. En esto, y tomándolos como ejes hermenéuticos de mi lectura, primeramente, los sigo a Christofredo Jakob y su alumno Ramón Carrillo en sendos trabajos concurrentes: del primero, “La definición científica de la vida” (Revista del Museo Social Argentino, Año XXXVI, pp. 193-203, julio-agosto de 1948). Del segundo, “¿Qué es la vida?”, disertación del 1º de agosto de 1948 en la Facultad de Medicina de la UBA. Ambos reunidos y publicados en la Revista Electroneurobiología, vol 7, pp 1-43. SeCyT, 2000. (en): http://electroneubio.secyt.gov.ar/index2.htm Dicho de otra manera y en palabras de uno de los autores citados: la evolución se encauza “...en factores endógenos germinativos latentes (principio del "exceso orgánico"), pues los factores exógenos: "función adaptativa" y "selección", son impotentes sin tal "preformación" potencial” Christofredo Jakob, “Elementos de Neurobiología”. Primera parte “Neurobiología general”. Folia Neurobiológica Argentina 1 (1941), pp. 1-213. Estrictamente, el texto de Bottero muestra que los títulos son señales en el camino recorrido por la escritura, desde el pictograma al símbolo abstracto. De lo concreto a lo abstracto: “Las grandes etapas de este brillante recorrido no son sino otras tantas gradas, que, en lo esencial, se han escalado en mil años como máximo, hasta alcanzar el dominio de un pensamiento cada vez más capaz de liberarse de lo inmediato, de lo singular, de lo concreto y de lo casual”. (p. 2 del texto surtido por la Cátedra)1 En aquel dicho camino, irrumpirá con fuerza, a su vez motivadora, la introducción de la moneda, con el consecuente aporte en el proceso abstractivo de la noción de valor. Y con ello, el verdadero aporte mental, el cambio de la noción cualitativa a una noción cuantitativa del valor (5). Es que al desarrollarse la inteligencia preformada, se activa multiplicidad de cuestiones que operan como retroalimentadores entre sí, en el sujeto singular y en el colectivo; incidiendo no solamente en los agentes directos -v.gr. mercaderes, intelectuales -los lectores y escritores/pintores/escultores-, tanto en la vida de relación, cuanto en la ejecución de trabajos, hasta, finalmente, en el conjunto social y el entorno natural Al “incorporar” la noción de valor y su símbolo eficiente y conducente, la moneda, entrega a la abstracción dos cuestiones fundamentales: por un lado, en el aspecto objetivo, sensorial, como otro escalón en el desarrollo de la inteligencia hacia su plenitud que no es sino “confundirse” con el espíritu mismo, en, al menos, como una parte del pleno fundamental de éste encarnado en los seres humanos. 1 De aquí en más solamente pondré entre paréntesis el número de página del extracto presentado por la Cátedra como texto obligatorio La segunda “incorporación” o agregado, es configurar un nuevo plano en la marcha del ser humano en tanto ser social, siendo así otra herramienta para canalizar una parte sustancial de su energía orientada hacia la “relación”, es decir, la incorporación -todavía no consumada, escalón al fin-, del “otro” como insustituible e inescindible del ser más allá que ser. En fin, en rigor un “agrandamiento” del mundo y un agrandamiento del hombre, propio y exclusivo de esta criatura, ya que solamente el hombre puede cuestión semejante en el orden cósmico. Puesto que “inteligencia”, tal como la define Ramón Carrillo, “no es sino el modo de ver el mundo según nuestra vivencias”. Modo único, superior y distinto a los modos que tienen los seres animales de hacerlo, determinado - estrechado - excluyente, por los sentidos. Así entonces, Bottero describe tres etapas claramente definidas y caracterizadas en el proceso de abstracción progresiva: el pictograma; el ideograma; y la fonetización. Recién con esta última aparecerá propiamente la escritura gramatical y con ello, según dicen los especialistas, la lengua sumeria, pero esto no invalida el reconocimiento de escritura a los estadios anteriores. Las características específicas de cada uno de aquellos estadios son las siguientes: a) pictografía: dibujo de artistas, representando “motivos y escenas más o menos repetidos...circuito que partía de la realidad inmediata y volvía a ella” (2). A pesar de quedar circunscripto, en tanto mensaje, a lo concreto e inmediato, su primera característica es su sistematicidad: tal factura fue una decisión (elección), procedimental (uniformidad), registrable (catalogado) y finalista (pretensión comunicacional). Su facticidad queda demostrada en tanto una sola imagen (síntesis de anteriores imagenes, dispersas, sucesivas) reunía todos los mensajes y ya no solo uno: “...se despojó de todo aquello que podía conservar de individualizante y adquirió un carácter plurivalente, un alcance más general; no representó más el único objeto del que había sido tomado, sino su categoría...” (2) La otra característica de la pictografía, es que, aunque tiene valor plurivalente, se sigue refiriendo “...directamente a las cosas y no (con) las palabras...” (3), pero junto con éstas, los dibujos ya habían alcanzado un grado de abstracción no refiriéndose a especímenes o acontecimientos unitarios sino generales: ya habían superado lo meramente extramental, sensorial del mundo perceptible, para haber encontrado la categorización, que, como dice el autor en sintonía con Jakob y Carrillo, se trata de “...esa creación del espíritu que es una categoría” (3) b) ideografía: no existe intervalo temporal con la pictografía, sino se distingue “...por una distinción de función”. Dicho así pareciera poca cosa, pero el autor señala taxativamente que esa tal funcionalización implicó un salto en el avance de la lengua, es decir, el desarrollo de las potencias preformadas, otro acercamiento a la plenitud del espíritu. El ideograma es de mayor síntesis, pues se asienta en lo relacional y sistemático, producto práctico de la experiencia que habiendo partido de la observación y praxis cotidiana, es capaz de reunir características, actividades, actitudes diversas. Bottero ilustra este salto con el pie, que pasa de ser la extremidad del cuerpo a factor de estabilidad y movimiento local. c) fonetismo: cuando el signo de escritura se asocia con el fonema, se consigue una mayor distancia “...de la realidad inmediata” (4), un grado aún mayor de abstracción. La característica que aporta el fonema, un simple sonido como dice el autor, es la de representar, asociada al dibujo y la idea de tal, a la palabra misma, suprema creación del espíritu y capacidad, instrumento y bien exclusivo del ser humano. Sin esto el camino evolutivo de la inteligencia y la abstracción como su condición es impensable, inespeculable. Pero como señala Bottero en este punto, también se encuentra lo procesual, gradual, evolutivo al fin en el fonetismo mismo, por cuanto su eficacia fue escalonándose como instrumento de habituación en la actitud y perfección de la capacidad de abstracción. (4) Un aspecto concurrente para la comprensión, pero seguramente central para los hombres de aquel entonces, fue el proceso fáctico de cuneiformización, que deviene de los materiales, herramientas y habilidades necesarias para conseguir tal fin. Facticidad que reunió la descomposición de las figuras, la deformación “...cada vez más acentuada...los caracteres perdieron rápidamente todo parecido, aún lejano, con su patrón, y muy pronto fueron modificados y deformados”, es decir, abstractos. (4) Para cerrar, en concordancia con el autor y su señalamiento de búsqueda y mostración de la presencia y acción del espíritu en todo cuanto el hombre es y hace, más adelante habrá de señalar la recurrencia a la adivinación en el largo camino de la adquisición y constitución de la escritura. Pero esto creo está fuera de lo solicitado en la consigna. --(Tener en cuenta en la redacción) EVOLUCIÓN EN TANTO IMPULSO EVOLUTIVO, PROGRESIVIDAD, PROCESO, ESCALONAMIENTO, SEDIMENTACIÓN, DESENVOLVIMIENTO, CONTINUIDAD NO LINEAL, HOMEOSTASIS DISPAR ENTRE TRASCENDENCIA E INMANENCIA; ENDÓGENO/EXÓGENO; CENTRO/PERIFERIA; ÍNSITO/ADQUIRIDO ------------ Peter James - “Siglos de oscuridad” Si bien las dataciones de radiocarbono que, según el autor, son las que siguen apoyando las aproximaciones más convencionales, no alcanzan por sí solas para resolver la densa trama de incógnitas con las que el pasado tardío sigue desafiando a las ciertamente progresivas ciencias que de ello se ocupan; los especialistas llegaron a la encrucijada planteada por James en vista de la larga discrepancia cronológica entre las calibraciones del radiocarbono y las históricas aceptadas hasta entonces de modo excluyente. Los métodos físico-químicos no resolvían adecuadamente “...cuando se trata de pequeños lapsos de tiempo de uno o dos siglos” (27), pero la datación tradicional era aún más imprecisa. Se origina, así, en la datación cronológica, la Edad Oscura que transcurre entre el 1100-800 a.C. De allí la pregunta sencilla pero certera y eficaz de James: “¿Sería posible que hubiera algo drásticamente equivocado en el cuidadoso proceso de elaboración de la cronología del mundo antiguo? (31) La creatividad aplicada a la hermenéutica más rigurosa posible -búsqueda de evitación en lo especulativo (16)-, ha venido de la mano de James al articular mundos distintos y distantes en el tiempo, pero con cierta posibilidad comparativa, mediante la “conexión italiana”, Peschiera (29) para resolver el cúmulo de oscuridades. De la mano del radiocarbono, a pesar de sus contrariedades ciertamente minúsculas para la medición del tiempo, en comparación a los siglos de diferencia establecidos con las aproximaciones tradicionales contenidas y visibilizadas en la “falla cronológica” (Renfrew, 26), el difusionismo terminó arrumbado en un rincón. Los capítulos provistos para responder la consigna terminan con una afirmación promesante de parte de James, pero ciertamente convincente dado su enjundioso estudio anterior: “...Dado que Italia actúa de bisagra entre las secuencias de datación de Europa central y las del mundo egeo, nuestra investigación se inicia con las, al parecer, inexplicables «Edades Oscuras» de la arqueología y la historia del Mediterráneo central y occidental. La conclusión es sorprendente”. (31) ------------