1ª Etapa de la temporada del Club Amigos sin Límites El pasado domingo 18 de septiembre dio comienzo nuestra temporada de senderismo 2011/2012. Sonaban las campanas del Cerro. El reloj marcaba las 08, cuando el autobús tomó la salida con destino a Busquístar. Cincuenta y tres viajeros ilusionados ocupaban sus asientos. A las diez menos cuarto echamos pie a tierra en el “Paraíso escondido de los Mozárabes”. Por el Sendero del Helechal, compartido por el famoso Camino Medieval, iniciamos nuestro caminar. El paisaje se impregnó del colorido de los senderistas. A medida que avanzábamos, el sonido del agua del río se iba convirtiendo en música de otros tiempos. El suave viento que soplaba sobre las cañas y los helechos nos acompañó hasta el antiguo puente que nos llevaría al comienzo de la subida del Portichuelo. Las rampas que hubo que salvar, dejaron al descubierto el estado de forma de algunos integrantes del equipo. Se realizaron tres reagrupamientos hasta llegar junto al cruce de carreteras de Trevélez, Juviles y Almegijar. Arriba a nuestra derecha, en lo alto de la loma, se alzaba, dominando el valle, la garita de vigilancia contra incendios. A la sombra de las encinas tomamos asiento para dar cuenta del primer avituallamiento del día. Reanudamos la marcha después de cruzar la carretera con mucha precaución. El Medieval te obliga a jugarte la vida en este cruce. Bajamos por un camino polvoriento entre una finca dedicada al cultivo de la fresa. Una cuadrilla de trabajadores se ocupaba de la recolección del fruto. Esta estampa es más propia de Huelva que de las altas tierras de la sierra. De forma amable nos ofrecieron una degustación, que aceptamos con agrado. Puente sobre el río Trevélez Continuamos por el camino real de Trévelez. Pasando por el puente que protegía a los caminantes de las piedras de las vagonetas, cuando las Minas del Conjuro estaban en pleno apogeo. El empedrado se mantiene a lo largo de los siglos. Esta era la principal vía de comunicación entre estas dos localidades. En pocos minutos nos encontramos en el Barrio Alto de Cástaras. Una compañera de camino se encontraba indispuesta, por lo que, se realizó un nuevo descanso para esperar su llegada. Ante este imprevisto, acudimos a buscar ayuda. Aprovechando que nuestro compañero Miguel Martín Almendros, vive en Cástaras, acudimos en su busca. Por suerte su padre estaba en la casa, ofreciéndose de inmediato a socorrernos. La trasladó en su vehiculo hasta Juviles, al ser este nuestro lugar de fin de ruta. Detalle por el que cuenta con nuestro más sincero agradecimiento. El sol estaba ya bien alto y en dirección a las minas de Mancilla, el calor arreciaba. El roce con el tomillo, el romero y la rúa desprendían un agradable aroma a nuestro paso. Cambiamos el sendero que bordea la ladera del cerro y caminamos por la carretera en dirección a Nieles. En unos minutos nos encontramos con un espectacular salto de agua, junto a una fuente de dos caños. Realizamos un descanso para recuperar el aliento, reagruparnos y dilucidar sobre la conveniencia de recortar la ruta, para los que estaban más cansados. Así lo hicimos: Un pequeño grupo salvó por la carretera los tres kilómetros que separan estos dos pueblos y se marchó hacia el lugar del fin de etapa. El resto continuamos por el “Medieval”. Con tan mala fortuna, que a mitad de camino entre el pueblo y el río encontramos un cruce sin señalizar. Optamos por el mas transitado, pensando que sería el correcto, fue un error. Casi quinientos metros de bajada con muchísimo desnivel. Volvimos al cruce, pero la subida nos había castigado demasiado. Subiendo al Portichuelo de Cástaras Decidimos volver al pueblo, y por la carretera de Cadiar llegar a las inmediaciones de Timar, para enlazar nuevamente con el “Medieval”. La verdad es que no nos perdimos nada importante del camino y en realidad andamos unos quinientos metros menos de lo previsto. En las Alpujarras hay ayuntamientos que se desviven por el turismo, mientras otros prefieren la soledad. Antes de llegar a esta pequeña aldea. Nos desviamos hacia la izquierda, rodeando el cerro del Fuerte, pasando junto al Peñón Hundido. Una preciosa carihuela, limpia de maleza y el piso muy bien cuidado nos fue llevando hasta un barranco lleno de vegetación. La arboleda y el sonido del agua, con la suave brisa que corría y la belleza del entorno, cambiaron nuestro semblante. Habíamos sufrido mucho durante la etapa. Muchas paradas, el calor, el error en Nieles y la falta de entrenamiento, eran ya un “calvario” a estas alturas. Entramos a Juviles por la calle Canal Sur. Por la parte de atrás de la iglesia nos dirigimos a nuestro punto de encuentro. Las cuatro de la tarde más o menos. Quizá una hora tardía para el almuerzo, pero mereció la pena. Trabajando en la fresa (cerca del Portichuelo de Cástaras) Cuando salimos a caminar no sabemos las sorpresas que nos esperan. Es como una aventura permanente: Los animales que se cruzan, las flores, las plantas y la dureza. Quienes piensen que el senderismo es un camino de rosas o salir a dar un paseo por el campo, desconocen con toda seguridad el significado de este deporte. Los componentes de este Club, al que me siento orgulloso de pertenecer, forman un equipo humano digno de tener en cuenta. Su comportamiento es un ejemplo que hay que seguir. El compañerismo, en el más amplio sentido de la palabra, y el respeto son la insignia de Amigos sin Límites. Así ha quedado demostrado en este comienzo de temporada. Pedro Castillo