Monólogo sobre-continuo “Ser o no ser” Son 3:47 am. Ser o no ser, alguna vez fue la posición que mi corazón sostuvo cuando leí a Hamlet, ¿Lo leímos?, sí, lo leímos desde el fondo de esta alma que necesita de la literatura para sobrevivir, ¿lo recuerdas?, claro que lo recuerdo, al viajar con la mirada fija en el espejo del baño, éste me da la sensación de sentir el alma, de evocar los recuerdos, puesto que mi sueño está cerca de cumplirse. Entonces… Soy el inocente estudiante que tiene suerte al ser, que también le pregunta al otro ser: ¿puedes todos los días sonreír?, claro, sonreímos tu y yo, sombra eterna que me persigues y vienes conmigo a todos lados, ratificando el deseo de ser mejor, de aprender a leer entre imaginarios, hacer con ellos un cuento o una novela, al fin, somos experiencia compartida. El colegio, espacio cuadrado y milimétrico que me recuerda el don de Don Quijote y de Miguel, aquel Cervantes que me enseñó a jugar con unos molinos de viento, si, esos recuerdos con nostalgia, porque eran divinos y le permitían al ser que soy yo, en el interno, evocar los caminos de un señor loco que estuvo escribiendo páginas por más de cien años. El ser y no ser, lo vivió dentro del aula de clases, leíamos juntos, sombra, todos los textos que la palabra creó, sintió, olió y fueron sus voces más profundas cuando mi mente no podía percibir el sonido de las letras, más le bastaba que eso pasara, para crear en este mundo de lectura, los viajes interminables, los ángeles empantanados que me enamoraron una vez, de los ladrillos y un dinosaurio que seguía vivo después de atravesar los sueños, de esas literaturas que eran gratuitas. -Y nos dieron algún centavo por eso, ¿por la hazaña de ser y no ser? Pues no, no rotundo, sin sabor, pero con aroma de pensamiento, de riqueza de letras, de conceptos y a veces, cultura de lisonjas, pasando el tiempo en casa, construyendo mundos, al lado de tu belleza mamá. ¿Mamá?, es la pregunta que también encierra el otro universo que me da la existencia, camino, es seguir vagando, entre los sufrimientos sensibles de lo que somos. Igual, explorar el ser que está en este otro ser, me dio la oportunidad de entender la palabra del maestro, del que canta, del que juega microfútbol, del que hace arte con la nariz roja, del que juega y es escritor de puntas al firmamento, del que lee con el león de Armagedón, de pintas azules, que es todo, pero puede rajarme. Ser mágico, ese soy, eres tú, somos todos. La briza del rocío del viernes disipa un poco los lamentos al fallar en la consolidación de una tarea, la de español, que vive en las entrañas de un cuaderno de líneas, el cual, quiero volverlo cuadriculado, para hacer de los cuadritos, las letras que bañan el pensamiento que tengo, es beso, solo labios morados frente al espejo. -Paso y camino lento… -Estoy aprendiendo… ¿Y tú, amigo maestro, cuantos monólogos estás escribiendo?, ser o no ser es el acto. Respiro, sondeo los pulmones de una derivación que solo da la madrugada. Esperaré el autobús, si es que la lluvia me impide seguir derecho, en la acera de la izquierda, al final creo que camino por el mismo sendero.