Breve biografía de Martin Sheffield Historia de un pionero singular Autor: Daniel Sheffield Seminario Historia Patagónica Profesor: José María Mendes IFDC El Bolsón Introducción Martin Sheffield fue uno de los tantos pioneros que a fines del siglo XIX deciden continuar sus vidas e iniciar nuevos caminos en las alejada y olvidadas tierras del sur del continente, territorio llamado Patagonia. La presente biografía apunta a rescatar la vida del pionero Sheffield, sus prácticas, sus relaciones, enmarcadas en un periodo particular de la historia argentina donde la iniciativa de poblar la Patagonia expropiada a los pueblos indígenas serán uno de los objetivos principales de estado nacional argentino en el marco de un modelo agroexportador. La vida de Martin Sheffield en esta biografía, sus aventuras y problemas estarán contextualizados desde un enfoque regional, donde la inmigración, el comercio en la frontera, la concentración de tierras en manos capitales ingleses, serán también actores de esta obra. Apuntamos e invitamos a conocer la vida de este particular pionero que con su encendido espíritu incidió a su manera en la historia de la región. Viaje al lejano Sur. Estrella de sheriff Martin Sheffield nació en Washington en el mes de noviembre de 1868 durante un suave invierno típico de la capital de EEUU. De muy joven se mudó a Tom Greem, un condado del Estado de Texas, lugar donde pasó su juventud. Martin era uno de los tantos hijos surgido del matrimonio entre el inglés John Sheffield (inmigrante de la localidad de Sheffield en la parte sur de Inglaterra) y la danesa Susan Mac Lere. De sus hermanos solo sabemos de la existencia de un tal James, que luego lo visitaría en su estancia en La Patagonia. Estados unidos por esos años recibía muchos inmigrantes de Europa, en su mayoría protestantes que migraban hacia esa zona en búsqueda de tierras y oportunidades.1 Si bien se dice que Martin habría nacido en Tom Greem Texas, como reza la inscripción en su tumba, esto es imposible puesto que, en 1860, el condado de Tom Greem todavía no existía. Dicho condado fue establecido por la legislatura estatal recién el 13 de marzo de 1874. El asiento de condado original era la ciudad de Ben Ficklin. En 1882, las aguas de la inundación del río Concho destruyeron la ciudad y se cobraron la vida 65 personas. Por ese motivo el asiento de condado fue movido a Santa Angela.2 Hacia fines de la década de 1890, varios años antes de que la famosa wild Bunch de Buch Cassidy y Sundance Kid asaltara el First National Bank de Winnemuca, Martin Sheffield llega al puerto de Buenos Aires3. Parece ser que el mito del sheriff cazarrecompensas que viaja a las tierras lejanas del sur del continente en busca de los forajidos de la Wild Buch resulta ser solo un mito, a menos que el perseguidor llegara antes que los perseguidos. De igual manera, también es un mito lo que cuenta el relato popular respecto a que Martin era un sheriff texano del condado de Tom Greem, puesto que la estrella de plata con la inscripción Deputy Sherifff que llevaba en su pecho permanentemente (la cual le construyó esa fama de comisario texano) en realidad es una estrella de “ayudante” de sheriff, como expresa el concepto Deputy en inglés4. Esto tiene más lógica, si tenemos en cuenta que Martin llegó a Buenos Aires con 21 años, un muchacho todavía como para tener a cargo la peligrosa tarea de ser 1 Sales, Catania (2001) “ El Bolsón de antes”, edición de los autores, Pág. 55 Disponible en página web: http://genealogytrails.com/tex/panhandle2/tomgreen/history.html 3 Oscar Sheffield, Entrevista realizada por el autor en Cuesta del Ternero, 2018. 4 Disponible en página web: https://diccionario.reverso.net/ingles-espanol/deputy+sheriff 2 sheriff de un condado y lidiar con toda clase de asaltabancos, ladrones y forajidos que por ese entonces pululaban en EEUU. La idea de que haya sido ayudante, entonces, parece más probable. Pero si la persecución de los míticos bandoleros no fue el motivo de su viaje hacia las ignotas tierras de sur, ¿Cuál fue?, Los motivos podrían haber sido varios. Hay una curiosa historia que explicaría su partida, según relata su nieto Oscar Sheffield, todavía residente en Cuesta del Ternero: “A mí me contó mi abuela María Pichún, esposa de Martín, que el viejo se viene de EEUU por un chiste que le hace a una prima con la serpiente, la prima de el se iba a casar y él no pudo llegar al día del casamiento, llega unos días después. El tema es que va a la casa donde vivía la prima, le golpea la puerta y (él llevaba una serpiente que había encontrado en el camino), se la deja en la puerta y cuando la prima sale se encuentra con la serpiente, se asusta tanto que se desmaya y cae al piso y se muere, de ahí dice mi abuela que fue preso, a la cárcel, y estando preso se escapa por una ventana, por un árbol”5 Por lo pronto no era para nada extraño que una persona de Estados Unidos decidiera probar suerte en el sur del continente. Hay que recordar que a principios del siglo XX Argentina era uno de los principales lugares de arribo de inmigrantes del mundo. Utilizando oficinas de propaganda en varios lugares de Europa y Estados Unidos. Incluso ya había algunas empresas estadounidenses en el país por aquellas épocas. Quizás hasta podría haber oído de La Patagonia ya que muchos colonos galeses e ingleses del Chubut habían vivido previamente en Estados Unidos antes de viajar sur y que seguramente mantenían vínculo con sus parientes o amigos del país del norte de América. Hasta es posible que haya visto algún anuncio en el diario, de esos que solían aparecer en el New York Times, y que consistían en propagandas enviadas por el gobierno argentino invitando a los inmigrantes a poblar la joven nación o podría haber leído la famosa revista National Geographic, que por esos años publicaba artículos sobre las fantásticas tierras de sur, invitando a la aventura.6 Otra posibilidad, que en mi opinión es la más plausible, es la que menciona Gavirati en su libro “Buscados en la Patagonia” y es que el arribo pudo haber sido a través de la familia Newbery, quienes trajeron a muchos inmigrantes norteamericanos para esa época para trabajar en sus estancias. La familia Newbery era una familia aristocrática vinculada con la realeza británica del siglo XVI, y tenía en Argentina un capital social importante, con conocidos en el poder político, incluso mantenían una relación cercana con el General Roca, quien lo insta a invertir en la Patagonia7. Ese entusiasmo por la región hará que unos de los hermanos Newbery viaje a Estados Unidos convocando a cowboys compatriotas para emplearlos en sus establecimientos de la provincia de Buenos Aires y la Patagonia. Entre los cowboys que acompañan a Newbery se encuentra John W. Crockett, proveniente del condado de Fayette en Texas, y, según él decía, pariente del legendario David Crockett, pionero, cazador y combatiente en la lucha contra los indios, convertido en una leyenda del folclore estadounidense a través de los relatos orales. Junto a Crockett, también venia su amigo Jarred Augustus Jones, proveniente de Bosque, también texano y otros norteamericanos que a su llegada a Buenos Aires rompen el acuerdo con Newbery y deciden seguir su propia estrella8. Es bastante 5 Oscar Sheffield. Entrevista realizada por el autor en Cuesta del Ternero, 2018 Gavirati (2014): “Buscados en la Patagonia, La historia no contada de Butch Cassidy y los bandoleros norteamericanos.”. Editorial La bitácora Patagónica. Argentina, Págs.33. 7 Gavirati (2014): “Buscados en la Patagonia, La historia no contada de Butch Cassidy y los bandoleros norteamericanos.”. Editorial La bitácora Patagónica. Argentina, Págs. 35-36. 8 Gavirati (2014): “Buscados en la Patagonia, La historia no contada de Butch Cassidy y los bandoleros norteamericanos.”. Editorial La bitácora Patagónica. Argentina, Pag 36. 6 probable que Martin Sheffield viniera con ese grupo ya que luego establecerá relaciones con algunos de esos norteamericanos que arribaron a nuestro país de la mano de George Newbery como veremos más adelante. En fin, hacía falta un buen motivo para decidir probar suerte en el lejano sur, que por eso años era un lugar de atracción para los inmigrantes, o solo hacía falta atrevimiento y un espíritu aventurero, y de esto último Martin Sheffield tenía suficiente. Luego de su llegada a Buenos Aires en 1889, el joven Martin comienza a visitar diversas oficinas que administraban estancias inglesas en la Patagonia, con la esperanza de encontrar empleo. Luego decide ir para Chile en barco, desembarcando en el Puerto de Conchamó 9. Hay testimonios orales que mencionan allí se enamora y tiene dos hijos con una mujer de la cual se desconoce el nombre, pero se presume que era de origen mapuche, el nombre de sus hijos según relatos sería Dolores y Santiago. Su estancia en el país trasandino no fue muy duradera, puesto que su inquieta personalidad lo lleva abandonar su familia para cruzar la cordillera con rumbo hacia Argentina. En dicho, habría entablado una buena amistad con un inglés llamado Walter Kennedy, de quien no se tiene información. En la Patagonia, luego de un tiempo en lo que hoy se conoce como la Comarca Andina del Paralelo 42, un lugar por entonces paradisiaco con escasos habitantes en su mayoría chilenos, trabaja en la estancia de Leleque de capitales ingleses para desempeñar tareas rurales. Se dice que aquí también tuvo dos hijos, no sabemos si los dos hijos que supuestamente habría tenido en Chile serían los mismos que se dice que tuvo en Leleque, trasvasándose la historia. Lo cierto es que luego de un tiempo, por su carácter contestatario y la poca experiencia que tenía, (tendría en ese entonces una edad no mayor a 22- 23 años) deja el trabajo debido a unos problemas en los que se vio envuelto. De Leleque, Martin se dirigió a Esquel donde visitó tolderías indígenas. Viajero incansable, anduvo por Trelew, Gaiman y Dolavon10. En 1893, según cuenta el viajero galés Llwyd Ap Iwan, Sheffield abrió un almacén de ramos generales en Tecka en donde se dedicaba al comercio e incluso el tráfico con tribus indígenas, por eso lo llamaba el “cowboy cacique” 11. Un año después, según descubrimos en un permiso de cateo registrado en 1894, se dedicó a la búsqueda de oro en el afluente del Rio Lepá, arroyo que él denominó su Klondike, en referencia al famoso río cerca de Yukón, Canadá, que, a fines del siglo XIX desató la fiebre del oro. La técnica para la búsqueda de oro en los ríos, utilizada tanto por los mineros del Yukón como por los mineros en la Patagonia, es bastante simple, se necesita un recipiente con forma de plato hondo o “sombrero chino” (batea) para lavar la tierra con la ayuda del agua del río, luego se coloca una pequeña cantidad de grava de río en la batea y se remueve el material en agua, haciendo que toda la solución se lave y se separe. El material más ligero sube a la parte superior, y los materiales más pesados como el buscado oro se hunden a la parte inferior. Con este fin solicita el permiso Martín Sheffield presentándose el 28 de marzo de 1894 con petición formal y en papel romaní (con el timbrado de un peso y número 000135) ante el director del Departamento Nacional de Minas y Geología en Rawson. Se presentaba como soltero, minero, mayor de edad y domicilio en la costa del río Tecka para que se le otorgara el permiso de cateo minero-aurífero y según un plano adjunto el 9 Sales, Catania (2001) “ El Bolsón de antes”, edición de los autores, Pág. 55 Sales, Catania (2001) “ El Bolsón de antes”, Edición de los autores, Pág. 56 11 Gavirati, Marcelo y Roberts, Tegai (2007) “Diarios del explorador Llwyd Ap Iwan”, Ed. La Bitácora patagónica, Argentina, Pág. 80 10 lugar se encontraba en un arroyo tributario del rio Lepá, que a su vez es afluente del Chubut, Según consta en dicha petición, Martin Sheffield sostenía que “el terreno es inculto, no medido, ni ocupado, ni cercado, ni cultivado”.12 Así con 25 años, comenzaba sus prácticas de minería que lo acompañarían hasta el fin de sus días. El incidente Sheffield- Williams En 1899 Martin Sheffield viaja a Ñorquincó (se desconoce el motivo), en este lugar es participe de un incidente. Al parecer el 16 de enero de 1899 se encontraba junto a otro norteamericano, Charles Williams, bebiendo alcohol. Luego de varias “copas” y en estado de ebriedad ambos norteamericanos le propinaron una paliza a un aborigen chileno llamado Manuel Pichilef, que trabajaba como ovejero para un tal Ciro Marcus en dicho paraje. El nombrado Pichilef pasa la noche escondido en un arroyo maltrecho por la paliza y por un hachazo que el tal Williams le habría pegado en la espalda. Al día siguiente y pasada la borrachera, los atacantes se habrían arrepentido y tratan de curar al herido. Williams huye a Chile mientras Sheffield paga por adelantado al comerciante Agustín Pujol lo que Pichilef necesite, lo deja al cuidado de la pareja de Pujol y monta a caballo rumbo a El Portezuelo y El Maitén.13 La empleada de Ciro Marcus, Rosa Muñoz, que intercede por Pichilef cuando los agresores habrían comenzado a pegarle, asegura que fue amenazada por Sheffield y corrió fuera de la casa volviendo al día siguiente con un tal Krausse y un tal Arancibia. El peón Francisco Guaiqui también cuenta que huyó y que no vio nada. Al regresar encontró “tirado cerca de un corral” a Pichilef herido en la espalda y cuello y una ventana de la casa había sido forzada. Guaiqui y su esposa comprobaron que faltaban “2 calzoncillos, una camiseta de punto, un rebenque, un tarro de duraznos y otro de conservas” estimados en 24 pesos. Rosa Muñoz partió dos días después de la trifulca, el 19 de enero hasta la estancia inglesa Fofo-Cahuel, dejando un mensaje para el comisario del departamento. El proceso sumarial del hecho estuvo a cargo de funcionarios chubutenses a pesar de que el suceso había ocurrido en Rio Negro. Ante el juez de Paz Juan Milher, Rosa Muñoz relata de nuevo lo sucedido, la pelea y la huida, entregándole un revolver descompuesto que Williams le habría dejado en custodia, Rosa menciona que también tiene en su poder la estrella, al parecer de plata, de unos cinco centímetros con la inscripción Deputy Sheriff y un sombrero ambos pertenecientes a Sheffield. Rosa también le contó al juez que Sheffield había roto la ventana y habría dormido dentro de la casa la segunda noche.14 Por su parte Pichilef también le relata al juez el incidente, la huida de Williams la segunda noche con pilchero y valija con rumbo a Chile y la actitud de arrepentimiento de Sheffield quien le habría comprado medicamento en lo del vasco Pujol. 15 El 31 de enero de 1899 llegó la denuncia al comisario Eduardo Humphreys, de la colonia galesa 16 de octubre. Recién el 6 de febrero, se presenta en Ñorquincó e interroga a la denunciante y a la víctima que ratifican lo dicho. Guaqui, por su parte, quien dice ser chileno y de 54 años, cuenta que intenta separar a los norteamericanos que se habían enzarzado a puñetazos la primera noche y ratifica lo 12 Expedientes 3877-N-1256 de cateo del departamento nacional de geología y minas de Rawson. Diario Rio Negro, febrero, 2000 , pag 28. 14 Diario Rio Negro, febrero, 2000 , pag 28. 15 Diario Rio Negro, febrero, 2000 , pag 28. 13 anteriormente mencionado. Humphreys también pide nota a los vecinos Zabalza y Pujol de los sucesos. Martin Sheffield mientras tanto se encontraba en Súnica (paraje cercano a Esquel) donde es detenido por el comisario Humphreys e interrogado. En la novena carilla del expediente figura con fecha 10 de febrero de 1899. En el interrogatorio Sheffield dice tener 31 años, ser soltero y hacendado. Ignoró todo lo que podría agravar su situación y asegura que fue el peón chileno quien provocó la pelea, abofeteando a Williams y a él. Si bien relataba otra versión de la pelea no niega la violencia con la que actuó Williams con el hacha. Además, confirma que este ultimo había huido a Chile por haber “herido al indio”. Humphreys le pregunta porque vuelven a lo de Marcus, a lo que Sheffield le responde que había quedado “una estrella de plata que la había prestado a la señora muñoz para mandar a hacer otra igual” y Williams, por su parte, había dejado “un sombrero, un revólver y sus maletas”.16 Humphreys eleva el sumario al juez el 13 de febrero y ante la fuga de Williams, sólo puso a disposición del magistrado a Sheffield. El juez Juan Milher hizo ratificar sus dichos a Sheffield en Tecka el14 de febrero y produce ese mismo día la sentencia. Por los hechos que motivaban la causa y por ser “un individuo provocativo y reincidente de prisión condeno a Martin Sheffield a sufrir quince días de prisión o 75 pesos de multa más 25 pesos que pagará al ofendido Pichilef” A Williams lo condenó en ausencia al doble de prisión y pagas y les prohibió a ambos volver a la casa de Ciro Marcus “bajo pena de 50 pesos cada vez que los verifiquen”.17 Martin Sheffield se notifica al día siguiente en Tecka, y con su ampulosa firma paga allí la multa de 75 pesos y la compensación a Pichilef de 25 pesos. Se sabe que la multa llegó a las arcas del gobierno de Chubut por el acuse de recibo en Rawson el 27 de abril donde además consta que los 75 pesos se destinaron al “fondo de Puentes y Caminos”. Lo que aparentemente jamás sucedió es que le hayan llegado los 25 pesos al pobre Pichilef puesto que el 15 de febrero Sheffield paga la penalización y el 17, en Súnica, el comisario Humphreys ya asienta: “En la fecha se hace entrega a Manuel Pichilef de 25 pesos pagado por M. Sheffield (…) Habiendo expresado Manuel Pichilef no saber firmar y pide al señor Humphrey que le haga a su ruego”. Pero Pichilef, no estaba en Súnica, sino convaleciente en Ñorquincó. Todo parece suponer que el honorable comisario Humphreys se habría quedado con el dinero. Respecto a Williams transcurriendo un tiempo de de su huida a Chile, vuelve a la región y formará parte en 1904 de una tragedia que contribuirá a que el hasta entonces tranquilo escondite de los bandoleros Butch Cassidy, Sundance Kid y su compañera Ethel Place, se transforme en un lugar peligroso para ellos. Al parecer Charles Williams vuelve a Ñorquincó a los años, y visita el almacén de Agustín Pujol, quien se había convertido en prospero comerciante, llevando lanas, pieles, quillangos entre otras cosas para su exportación en el golfo de Nuevo. En el almacén de Pujol y en estado de ebriedad, Williams comienza a agredir a los clientes del lugar, matando a tiros al encargado Brick18. El sangriento hecho y el alboroto que despertó es aprovechado por dos bandidos que iniciaban sus correrías y que habían sido recientemente atrapados, llamados Grice y Hood, este último muy cercano a Butch y Sundance y que más tarde seguiría con los atracos con el nombre de Evans, llegando a asesinar al galés Llwyd 16 Diario Rio Negro, febrero, 2000, Pág. 28. Diario Rio Negro, febrero, 2000, Pág. 28. 18 Gavirati (2014): “Buscados en la Patagonia, La historia no contada de Butch Cassidy y los bandoleros norteamericanos.”. Editorial La bitácora Patagónica. Argentina, Pág. 85. 17 ap Iwan. Estos hechos van a desatar las sospechas de la Pinkerton (agencia detectives privados de EE.UU) transformando el paraíso de los presuntos honrados ganaderos Santiago Ryan (Butch) y Enrique Place (Sundance) en un lugar inseguro y que los obligarían (por sucesos posteriores) a partir de la Patagonia. La comunidad yankee del Nahuel Huapi En los alrededores de 1900, Martin Sheffield se instala en un establecimiento ganadero en las cercanías del Nahuel Huapi, trabajando para el mencionado Jarred Jones, quien había trabajado durante algunos años para la sociedad Newbery and Crockett, pero tras ganar algún dinero decidió emprender su propio establecimiento, instalándose como hacendado a orillas del lago. Amparándose bajo la “ley del hogar”, Jones habría solicitado tierras al gobierno argentino en 1891, dedicándose a transportar ganado, arriando a los animales para las estancias de Maquinchao, Leleque y El Maitén. Pertenecientes a la Southlearn Land Company y para la central de Tecka, Chubut 19. Tambien se dedicó, Junto a su amigo John Crockett al transporte de sal a Chile a lomo de mula, proveniente de las “minas de Crockett”, en Quetrequile, paraje ubicado entre Comallo y la actual Ingeniero Jacobacci, al Sur del Rio Negro. En Nahuel Huapi Martin Sheffield habría tomado parte de los arreos de ganado organizado por sus compatriotas Jones y Crokett. Este dato hace todavía más pausible la hipótesis de que Martin Sheffield habría llegado a Buenos Aires por intermedio de los planes de los Newbery, como lo hicieron Jarred Jones y John Waugh Crockett y otros tantos norteamericanos (incluidos en su momento los mismísimos Butch Cassidy, Sundance Kid y Ethel Place) que habían formado una suerte de comunidad texana en Nahuel Huapi, donde un bolichito en el lugar parecía ser el punto de reunión.20 Dicho boliche había sido abierto por Jarred Jones a fines de la década de 1897 junto al marino inglés Henry Neil en las nacientes del Rio Limay. Este local fue en su momento el epicentro de viajeros que venían a colonizar estas tierras, punto de reunión de números norteamericanos y extranjeros que en palabras de Neil “habían establecido una pequeña colonia de habla inglesa”. Según cuenta Ricardo Vallmitjana en su libro “Un tejano en Bariloche”: “Y Era verdad si a los ya nombrados agregamos a los hermanos de Fanny Taylor de Newbery: James Marck, Blain Judson, y a Etha Taylor, casada con Recob -todos de Ohio- y a las dos hermanas de Jarred Jones, que por un tiempo vivieron en Limay: Amanda Jane con su esposo James Madison Sowell y sus hijas Alta y Alberta, casada con John Commodore Perry, un ex Sheriff de Ozona -Texas(…). LA otra hermana de Jarred Jones era Sarah Carolina, que llegó con su hija Meda Coker -nativa de Comache-. En 1900 Meda se unió en matrimonio con el joven William Smith Veck, que llegó a Nahuel Huapi desde San Angelo -Texas- de donde era oriundo.” 21. Entre estos norteamericanos inmigrantes y con muchos de los cuales habrá compartido algunas copas en ese boliche, se encontraba Martin Sheffield como menciona Ricardo Vallmitjana: 19 Gavirati (2014): “Buscados en la Patagonia, La historia no contada de Butch Cassidy y los bandoleros norteamericanos.”. Editorial La bitácora Patagónica. Argentina, Págs. 36-37. 20 Gavirati (2014): “Buscados en la Patagonia, La historia no contada de Butch Cassidy y los bandoleros norteamericanos.”. Editorial La bitácora Patagónica. Argentina, Págs. 37. 21 Ricardo Vallmitjana (2004), Un Tejano en Bariloche. Edición del autor, pág. 30 y 31. “(…) a Jeff Davies Wagner con su esposa y sus dos pequeños hijos, recién llegados de Waco, al tropero Ben Stone, al arriero Martín Sheffield oriundo de Tom Green, Texas. Ellos representaban el diez por ciento de la población registrada en 1900 en Nahuel Huapi.”22 Al parecer había cierta red de relaciones “vecinales” y familiares entre el Texas y La Patagonia. Es por esos años, alrededor del 1900, que Martin Sheffield formará parte en las exploraciones con rumbo la Patagonia, territorios -como mencionábamos- todavía en disputa, en esas exploraciones trabajará como baqueano del perito Francisco Moreno y de Clemente Onelli, este último, lo menciona en su libro Trepando a los Andes. La Patagonia por aquel entonces era considerada el limite de la civilización, tierras riquísimas todavía por poblar y en disputa entre Chile y Argentina. Uno de las grandes empresas asentadas sobre el la propiedad territorial era la Argentine Souththern Land Co. (Compañía de Tierras del Sur) de capitales ingleses. Esta compañía poseía una serie de estancias que se extendía desde Pilcaniyeu al Sur: como la de Pilcaniyeu, Fitirihuin, El Maitén, Cholila, Leleque, Fofo Cahuel, Lepá y Esquel. Todas ubicadas en las mejores tierras de la Patagonia, la llamada Campaña del Desierto había sacado al indio de sus tierras para entregárselas a grandes grupos de terratenientes emisarios del capital inglés. Al Oeste de estos lugares, se levantan los cordones Leleque y Esquel, que forman parte de la divisoria de Aguas continentales, entre esta línea y la Cordillera propiamente dicha se abren de Norte a Sur los valles Nuevo o El Bolsón, Epuyén, Cholila y 16 de Octubre23 ,valles de tierras fértiles (este último colonizado por galeses) que muy pocos se animaban a colonizar puesto que nadie sabía si quedarían del lado de Chile o de Argentina, situación que hacía que cualquier título o permiso otorgado por alguno de los países fuera dudoso en cuanto a su legitimidad. Este fue el argumento mas importante tenido por las estancias de la Argentine Southern Land Co. Para ubicar sus estancias al este de las divisorias de aguas en lugar de los fértiles valles. 24 “Se pelearon por una pepa de oro” Familia, trucos y pequeños problemas con la ley. Para los alrededores de 1905 -1906 Martin Sheffield, asombraba a los lugareños con su (según descrita por el relato oral) fantástica puntería y su manejo del látigo al verdadero estilo de los cowboys de los circos de Búfalo Bill, (hay que recordar que, por aquella época, la ley no prohibía la portación de armas.) Según lo que cuentan los viejos pobladores, era tal su puntería que en los bailes y con unas copas encima les sacaba los tacos a las paisanas de un tiro de su Colt 45, o el cigarrillo algún fumador con el látigo. Al parecer, estos relatos no eran solo producto de la imaginación exagerada o los recuerdos difusos de los viejos pobladores, según cuenta Carlos Sheffield, nieto de Martin: “Estuvo preso en Bariloche por mal comportamiento, por los chistes que hacía con el arma, de tirarle a los tacos de las mujeres.”25 22 Ricardo Vallmitjana (1997), La presencia de norteamericanos en el Nahuel Huapi, presentado en el “I Simposio sobre las andanzas de los bandoleros norteamericanos en Argentina, Chile y Bolivia, Esquel. 23 Gavirati (2014): “Buscados en la Patagonia, La historia no contada de Butch Cassidy y los bandoleros norteamericanos.”. Editorial La bitácora Patagónica. Argentina, Págs. 40-41. 24 Gavirati (2014): “Buscados en la Patagonia, La historia no contada de Butch Cassidy y los bandoleros norteamericanos.”. Editorial La bitácora Patagónica. Argentina, Págs. 40-41. 25 Carlos Sheffield. Entrevista realizada por el autor en El Bolsón, 2018 Además de los trabajos con animales y sus actividades de minería otro de los recursos de Martin Sheffield para ganar dinero o simplemente por diversión eran las apuestas, su habilidad para jugar a las cartas y los trucos de magia eran singularidades que lo convertían en una especie de mago para los lugareños, teniendo cierta habilidad para la ilusión y la prestidigitación, tanto es así, que muchos le decían “el mago de la baraja”. Al respecto, hay una anécdota que ocurrió allá por 1931 cuando vinieron de visita a El Bolsón un grupo de artistas, toda una novedad para la escasa población. El encuentro se haría en el viejo Hotel Turista de don Miguel Andén. Al evento fueron casi todas las familias de la región. Dio la casualidad que Martin Sheffield también andaba por el pueblo, y también quiso ir a la función. Martin estaba de visita en la casa de don Manuel Sales, en la cual habían nacido gatitos, antes de ir tomó uno y lo metió sin que nadie se enterase en un bolsillo de su saco negro de paño grueso y partió hacia el improvisado teatro. 26 Los artistas cantaban canciones camperas, tocaban la guitarra e incluso había un malabarista y entre todos entretenían a las más de 80 personas entre grandes y chicos que se habían reunido a ver el evento y entre risas y aplausos celebraban la reunión. Solo Martin se mostraba parco y acercándose a un artista le dice - “si yo hubiera sabido que era tan malo no venía”-. A lo que el malabarista respondió molesto - “si usted lo hace mejor, hágalo”-27. No hizo falta más invitación para que Martin se subiera al escenario y mirando al público pidiera que alguien le trajera un pelo que él iba a “hacer un gatito”. La muchedumbre, entre sorprendida, curiosa y expectante, veía como Martin se ponía a hacer trucos con naipes y cuchillos, hasta que le trajeron el pelo que él ponía ampulosamente en su bolsillo. Mientras le contaba al público que había que esperar un poco para la transformación, pidió un pañuelo que Adrián Estoia, el herrero del pueblo, le dio. Martin Sheffield lo tomó entre sus dedos y le rocío un poco de alcohol, después le acercó un fosforo encendido haciendo que el pañuelo ardiera y quedara hecho cenizas en cuestión segundos. Acto seguido, agarró las cenizas, las frotó entre sus manos e hizo aparecer el pañuelo de nuevo. El público aplaudía a rabiar, pero todavía quedaba el acto final, y desde la platea le pidieron que haga aparecer el gato que había prometido. Entonces Sheffield le dice unas palabras en inglés al bolsillo en donde tenía el pelo, y de pronto, diciendo que ya estaba saca del bolsillo un hermoso gatito ante el estupor del público. Mucho tiempo después todavía se recordaba el evento acompañado de la frase “cosa e mandinga.”28 Se cuenta también que apostó una vez a que podía a cruzar un rio por un tronco angosto con el caballo, apuesta que le salió mal puesto que cayó con caballo y todo al rio. El apostar o hacer trucos, eran según testimonios de parientes, un recurso bastante utilizado para ganarse algún dinero. Los testimonios orales lo también lo mencionan a Martin Sheffield como una persona muy afable, y predispuesta, además de astuto y lo bromista, un viejo poblador llamado Corría nos contaba que a su padre le dio consejos para construir una casa teniendo en cuenta el clima nevador de la zona.29 Para el año 1911 Martin contrae matrimonio con su tercer y ultima mujer. Según se documenta en el juzgado de paz de la localidad de El Bolsón, se casa con la indígena María "Santa ó Santos" Pichún.30 De acuerdo al certificado del Consulado de Chile en Bariloche con fecha 05-05-51 María Pichún, nació en Osorno, Chile el 1 de noviembre de 1883 y era residente en Los Repollos, hija de José 26 Sales, Catania (2001) “El Bolsón de antes”, edición del autor, pág. 69. Sales, Catania (2001) “El Bolsón de antes”, edición del autor, pág. 69. 28 Sales, Catania (2001) “El Bolsón de antes”, edición del autor, pág. 68. 29 Corría Manuel. Entrevista realizada por el autor en Epuyén, 2018. 30 Sales, Catania (2001) “El Bolsón de antes”, edición del autor, pág. 67 27 Manuel Pichún y Dominga Antileo31. La familia Pichún era una comunidad indígena proveniente de Chile que había cruzado la cordillera con el fin de asentarse en el paraje Los Repollos, trayendo consigo una gran cantidad de ganado, de 800 y 1000 cabezas de vacas y de yeguarizos que poblaron esa zona, quizás por eso hoy conocida como Cuesta del Ternero. 32 Con María Pichún, Martin Sheffield se instalaría en este paraje, cercano a El Bolsón, ubicado en el camino viejo a Maitén y tienen doce hijos: María, Martin Segundo, Estela, Eduardo, Dodo, Tede, Conde, Juana, Elena, Ande y Susana. En Cuesta del Ternero Sheffield se dedicaría a la ganadería, y la búsqueda de oro, yendo también hacia el arroyo las minas, en el alto rio Chubut. La búsqueda de oro en aguas auríferas era, al parecer, más que un pasatiempo para Martin Sheffield e incluso se podría decir que tenía un verdadero emprendimiento. Según Bruce Chatwin, llegó a contar con 80 hombres lavando oro de los afluentes de los ríos.33 Dato que parece exagerado, aunque si es sabido que empleo algunos hombres en su klondike, como el chileno Don Riquelme, que llega a la zona entre los años 1933-1934, trabajando de obrero en la apertura de picadas del camino San Carlos de Bariloche-El Bolsón y posteriormente como fiel lavador en las minas del comisario. La búsqueda de oro también se hacía en vertientes de Cuesta del Ternero y parece que si bien, Martin Sheffield fue su precursor, no fue el único que la practicó, al respecto tenemos una colorida anécdota: “Contaba don segundo Valle que se pelearon por una pepa de oro, Martin y el Pichún, se emborracharon con chicha y a la noche su cuñado sacó una pepa que era como una moneda grande, gorda y Pichún se la mostraba diciéndole -´vos que todavía andás buscando oro, ¡no tenés una pepa como la que tengo yo´ -. El viejo Martin como hacia desaparecer cosas, le robó la pepa y en el arte de la magia se agarraron a palos. El viejo Martin lo golpeó a Pichún, y ahí lo llevaron preso a Viedma y la pepa de oro según Valle nunca apareció”. 34. Los nietos de Martin cuentan que el oro que encontraba lo acumulaba hasta tener una cantidad razonable y luego emprendía el viaje a caballo hacia Chile para venderlo. Como podemos observar, Chile se mostraba mas que como un país limítrofe, como un verdadero centro neurálgico de intercambio económico y humano para la región, llegando a tener algunas ciudades chilenas para los pequeños parajes de esta región más relevancia que la propia capital de Argentina. Martin también hacia viajes como comerciante con catangos, transporte rudimentario con ruedas de madera, a las cuales, a falta de grasa, se le untaba aceite de sauco para lubricarlas. Los viajes, dada la dificultad de los caminos, o huellas, tardaban semanas. En esos catangos transportaba mercadería, hacia Leleque. Es en uno de esos viajes, que Martin vuelve con dos hijos frutos de una relación anterior, (suponemos que los hijos que había tenido en su estancia en Leleque) hecho que va a desatar conflictos maritales con María Pichún al punto que según testimoniaba un tal Valle, vecino de la familia, María los golpeó y los echo de la vivienda, teniendo Martín que llevarlos de regreso a Leleque. Al parecer, las relaciones con María Pichún no eran de lo más estables puesto que las diferencias de carácter y estilos de vida confluían en repetidos conflictos, esto llevaba a que Martin 31 Certificado Inscripto en el Libro 14 - Folio 247 - Orden 483 - Nro.: 2951, Consulado de Chile en Bariloche. Oscar Sheffield. Entrevista realizada por el autor. Cuesta del ternero 2018 33 Bruce Chatwin. ( 1977) “IN PATAGONIA”, Ed. Jonathan Cape, Reino Unido, pág. 30. 34 Oscar Sheffield. Entrevista realizada por el autor. Cuesta del ternero 2018 32 saliera de la vivienda familiar por varios días, la mayoría de los cuales partía en busca de oro o establecía puestos de cazador en diversas zonas de la región. 35 La mayor parte de las tierras que disponían en Cuesta del Ternero la familia Sheffield-Pichún seria vendida a la familia Ruiz, que por entonces se asentaría con el objetivo de afincar un establecimiento ganadero. Es por eso años que María Pichún y sus hijos se establecerían cerca de la zona de Epuyén. No sabemos con precisión si Martin iría con ellos o se limitaría a visitarlos regularmente, dado los conflictos que ambos tenían y el espíritu aventurero de Martin que lo llevaba a no poder tener un asentamiento estable. Sobre vínculos con los famosos bandoleros de la Wild Buch, Buch Cassidy y Sundance Kid. Según la creencia popular, Martin Sheffield era un sheriff que vino a la Argentina en búsqueda de los famosos bandoleros estadounidense Butch Cassidy y Sundance Kid, una vez acá, se habría asentado, olvidando su misión original. Como vimos esta leyenda es improbable puesto que Martin llegó años antes de que los famosos bandoleros de la Wild Bunch. Pero, ¿Esto significa que no se conocieron? Como vimos, en la suerte de colonia norteamericana que menciona Valtmijana, a las orillas del Nahuel Huapi, se reunían muchos norteamericanos hacia fines de 1890. A este lugar fueron de visita Butch Cassidy, Sundance y Ethel, días después de su llegada a Buenos Aires en 1902, estableciendo amistades con Jarred Jones, el dueño de una de las estancias del Nahuel Huapi y del bar que era sitio obligado para los norteamericanos de la zona. Estas visitas serian regulares, llegando a pasar Butch hasta un mes en la estancia de los Jones y organizando posteriores visitas. Los juegos de póker y la confraternización con compatriotas eran la nota característica de estas reuniones. Si tenemos en cuenta que Martin para 1900 todavía trabajaba con los Jones y tenía una relación muy cercana, es muy pausible que se hayan encontrado en alguna de esas reuniones. Además, hay que pensar que para extranjeros en tierras desconocidas y bastantes despobladas encontrar un compatriota es un fuerte argumento para establecer una charla o compartir unas copas. Martin Sheffield, no era el único Sheffield en la región, puesto que años después de su llegada, a principios del siglo XX un tal James Sheffield habitaba por esta zona. James era hermano de Martin, de él no se conoce mucho más que una fotografía familiar con Martin, esposa e hijos, y un documento firmado en Cholila. Dicho documento era una petición de los habitantes de Cholila ante la intención de la familia Newbery en 1903 de formar una colonia norteamericana en la franja que abarcaba desde Nahuel Huapi hasta Cholila. Este pedido se superponía con el de los habitantes de Cholila que ya habían enviado al gobierno un requerimiento de 1902. Es por esos años que ocurre la visita del gobernador Lezana (por ese entonces a los gobernadores de los territorios nacionales los elegía el gobierno nacional) a la zona para comprobar in situ el estado de la cuestión. Los habitantes de Cholila, aprovechando la visita del gobernador Lezana redactan otro petitorio firmado entre otros por James Sheffield y un tal Santiago Ryan y Enrique Place, que no eran otros que los mismísimos bandoleros Butch Cassidy y Sundance Kid. Teniendo en cuenta que James Sheffield conocía a los bandoleros, es muy probable que también lo hiciera su hermano Martin. Pero si esto datos no parecen convincentes todavía hay un argumento que reforzaría aún más esta hipótesis. Oscar Sheffield nos cuenta una interesante historia que le contó María Pichún respecto a unos amigos norteamericanos de su abuelo Martin. 35 Oscar Sheffield. Entrevista realizada por el autor. Cuesta del ternero 2018 “La abuela me dijo que al abuelo Martin lo visitaban a la casa un par de gringos, que andaban con una gringa que andaba muy bien a caballo y según la abuela era muy ‘gaucha’, andaba como hombre. No me dijo quiénes eran, no sabía su nombre, con ella no hablaban mucho” 36 Quienes eran estos misteriosos visitantes y que tipo de relación tendrían con Martin Sheffield, no lo sabemos. Pero cabe suponer que estos amigos “gringos” de Martin Sheffield podrían ser nada más ni nada menos que los bandoleros de la Wild Bunch, puesto que además de todas las similitudes generales hay un detalle que inclinaría aún más la balanza. Gavirati nos cuenta en su trabajo sobre los bandoleros que hay un detalle de Ethel que llama mucho la atención de los lugareños y es que ella en lugar de montar con montura inglesa para dama como hacia la mayoría, cabalgaba como un hombre más, siendo usual verla vestida con pantalones de hombre y un par de revólveres, los cuales, dicho sea de paso, manejaba hábilmente37. Esta particularidad de Ethel es la misma que asombraba a doña María Pichun de la misteriosa mujer que acompañaba a los dos amigos de Martin Sheffield que lo visitaban en su vivienda. Todas las evidencias apuntan a que Martin Sheffield no solo conocía a Buch, Sundance y Ethel, sino que incluso podría haber existido cierta amistad, teniendo amigos o conocidos en común, como lo eran Jarred Jones o el mismo hermano de Martin, James Sheffield. Aunque por supuesto, no hay forma de corroborarlo fehacientemente. Un noble, un sheriff y un plesiosaurio. “ .. un animal hasta ahora ignorado en el mundo.”38 Para entender las razones y la lógica de esta historia que se da en año 1922, año en que Martin se hallaba establecido en Epuyén, es necesario hacer conocer al otro gran actor de este suceso fantástico que habría de desatar la atención del publico tanto en la Patagonia, como en Buenos Aires e incluso el mundo. ¿Cómo es posible que una noticia sobre un avistaje de un animal extinto hace millones de años en la remota Patagonia pudiera provocar tanto escándalo y conmoción y lo más sorprendente, que sea tomada en serio? Bueno, al parecer, es necesario un clima de época particular y un personaje casi tan singular como el propio Martin Sheffield. Clemente Onelli nació en Roma, Italia en 1864, era nieto del conde Guido Onelli. Pero a pesar de tener una educación propia de su noble origen el joven Clemente dilapidaría su fortuna. Embarcándose luego hacia el nuevo mundo buscando calmar esa sed viajes y exploraciones que convivían en su espíritu inquieto. Con un documento del museo romano della Sapienza se presenta el joven Onelli ante el director del museo de La Plata, el perito Francisco Pascasio Moreno, quien viendo en él un joven encendido y con conocimiento lo emplea. Pocos meses después comenzaría las exploraciones en la ignota y fantástica Patagonia. Con Moreno nombrado como Perito de la Comisión de Limites, Onelli proseguiría sus viajes por el sur, con la difícil tarea de la demarcación de los limites cordilleranos. Cuenta Onelli que en tres veranos descubrieron más de setenta lagos, murieron once personas en los rápidos del Futaleufú y varios hombres volvieron a sus hogares sin brazos, pies o manos por el congelamiento 39. En 1904 Julio Argentino Roca designa a Clemente Onelli al frente de la oficina de Tierras, organismo 36 Oscar Sheffield, entrevista realizada por el autor en Cuesta del ternero 2018. Gavirati (2014): “Buscados en la Patagonia, La historia no contada de Butch Cassidy y los bandoleros norteamericanos.”. Editorial La bitácora Patagónica. Argentina, Pág. 68 38 Fragmento de la carta enviada por Martin Sheffield a Clemente Onelli en 1922. 39 Onelli, Clemente, (2007) “Trepando los Andes”, Ed Atlántida, Argentina, pág 70 37 encargado de impulsar la colonización de los territorios del sur. Ese mismo año le ofrecen la presidencia del Zoológico de Buenos Aires creado para el esparcimiento de las multitudes, cargo que Onelli acepta. Durante la gestión de Onelli el zoológico se moderniza, tomando como modelo los zoológicos europeos. Tambien impulsa la formación de “La Revista del Jardín Zoológico” encargada de temas científicos. Pero además de todo este impulso que le da al zoológico en cuanto al conocimiento científico Onelli también va a implementar algunas iniciativas para generar más atracción en el público, generalmente extravagantes, tanto es así que cuando se hacia uno de estos anuncios extraños o simpáticos la gente ya sabía que era una de “las cosas de Onelli” como ellos les decían. 40 Uno de los elementos importantes para difundir el zoológico era a través de la prensa. En ese sentido, Onelli no tuvo reparo para crear acontecimientos notables que captaran la atracción de los reporteros. Uno de los mas llamativos fue en 1912 cuando con la excusa de que la recién llegada jirafa Mimí (proveniente de Dakar) no entraba en el carro de transporte, Onelli la llevó atada del cuello paseándola desde el puerto de porteño hasta el zoológico acaparando la atención de todos los que cruzaban al estrafalario dúo, teniendo la misma repercusión en los medios de comunicación. 41 Sin duda fue un pionero del marketing, con estrategias de publicidad que acrecentaron la fama y la concurrencia al zoológico, como por ejemplo “La fuente de la salud”: La municipalidad de Palermo en búsqueda de napas de aguas subterráneas hizo varias perforaciones en el predio del zoo. Onelli insistió que se multiplicaran los análisis hasta que en 1919 se estableció que el agua hallada tenía ciertas propiedades minerales que la hacían “ligeramente laxante y estimulante”.42 Entonces Onelli aprovechó enseguida para promocionar el descubrimiento con el ampuloso título “Agua medicinal del zoológico” poniendo un estrafalario surtidor al que le puso el nombre de “Fuente de la vida”. A partir de entonces la entrada dejo de ser gratuita por la concurrencia que desató el evento. Por esos años se sospechaba la presencia de un animal antiguo, las crónicas de viajeros en lugares inhóspitos parecer ser sitio ideal para que habiten los seres fantásticos sumados a los mitos indígenas de la zona que relataban sobre seres antológicos que recorrían los páramos de la Patagonia escondiéndose de los hombres, como el Yemish-che, o tigre de agua de origen tehuelche. Todos estos relatos cobraban una veracidad inusitada ante el menor reporte en el mundo científico académico de esa época. La historia del plesiosaurio tiene sus orígenes en un descubrimiento de un alemán llamado Hermann Eberhard radicado en el sur de Chile, quien en 1895 descubrió una inmensa cueva de 200 metros de profundidad y 80 de alto. Luego de explorarla Eberhard encuentra un pedazo de cuero que pertenecía a un animal desconocido para él. El cuero medía entre 1,5 metros de largo por 80 de ancho y tenía pelos duros y huesos muy pequeños insertos en toda la superficie. Era una verdadera coraza natural, flexible y dura. Sin darle importancia, Eberhard la llevó a su estancia donde la dejó colgada. 40 Gríngauz (2013). “Entretenimientos y multitudes. El jardín zoológico de Buenos Aires en sus primeras décadas”. XIV Jornadas interescuelas/ departamentos de historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013, Pág.16. 41 Gríngauz (2013). “Entretenimientos y multitudes. El jardín zoológico de Buenos Aires en sus primeras décadas”. XIV Jornadas interescuelas/ departamentos de historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013, Pág. 17. 42 Gríngauz (2013). “Entretenimientos y multitudes. El jardín zoológico de Buenos Aires en sus primeras décadas”. XIV Jornadas interescuelas/ departamentos de historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2013, Pág. 17. Meses más tarde, un sueco llamado Otto Nordenksjöld, estando de visita en la estancia de Eberhard, descubre el cuero y le llama tanto la atención que, previo permiso de su anfitrión, saca un pedazo para llevarlo a Suecia para que sea analizado por el famoso paleontólogo Lönnberg, quien dictamina que se trata de un Mylodon o perezoso gigante. Al año siguiente, en 1897, Francisco Pascasio Moreno pasa por la estancia de Eberhard y le pide al un pedazo del famoso cuero para llevárselo al museo de Ciencias Naturales de La Plata para su posterior estudio. Es entonces, cuando Florentino Ameghino publica en 1898 un artículo que dispara las controversias. En él Ameghino sostenía que un pedazo de cuero encontrado por su hermano Carlos Ameghino, pertenecía a un espécimen vivo que todavía caminaba por la Patagonia, al que él llamaba neomylodon listai, un supuesto cuadrúpedo con largas garras, aterrorizante y cuerpo impenetrable a la bala (según lo describiera Carlos Ameghino en una carta a su hermano). En 1899 el geólogo Rudolph Hautal volvió a la propiedad de Eberhard. En la caverna donde se había hallado el cuero hace algunas excavaciones encontrando restos fósiles de nuevos animales prehistóricos, entre ellos, los de un perezoso gigante al que rebautizó como Grypotheryum Domesticum, creyendo que había sido domesticado por los indios al encontrar en la caverna un supuesto corral de piedras.43 Todos estos acontecimientos crearon en el imaginario social la idea de que algunos de estos misteriosos animales estuvieran recorriendo los suelos de la Patagonia, incluso el diario londinense Daily Express organizó y mandó una expedición para cazar al monstruo en 1900. A pesar de que años más tarde la idea de un ser prehistórico en la Patagonia ya se había desvanecido de los círculos académicos y periodísticos, la leyenda seguiría persistiendo. Es unos años después, en 1922, cuando Onelli recibe esta carta: Esquel, 19 de febrero de 1922 Señor Doctor Onelli Director del Zoológico- Buenos Aires Muy Señor mío: Conociendo el empeño que Usted demuestra en fomentar el adelanto del Parque Zoológico, me permito distraer su atención sobre el siguiente fenómeno que por cierto ha de despertar su vivo interés, ya que se trata del posible ingreso a su jardín de un animal hasta ahora ignorado en el mundo. Paso a relatar el hecho: Hace varias noches que voy registrando un rastro en el pasto cerca de la laguna donde tengo establecido mi puesto de cazador; el rastro es semejante a la huella de una chata pesada, la yerba queda aplastada y no se levanta más. He podido percibir en medio de la laguna una fiera con cabeza parecida a un cisne de formas descomunales y el movimiento del agua me hace suponer un cuerpo parecido a un cocodrilo. 43 Revista “La Razón Histórica” (2015), N° 31, págs. 64-90. El objeto de la presente es de conseguir su apoyo material para una expedición en toda regla para lo cual se precisa una lancha, arpones, etc.; la lancha se podría construir aquí. Ahora bien, para el caso de no poder sacar al animal vivo, seria también preciso de contar con material de embalsamar. Si Usted tiene interés en el asunto podría facultar a la Casa de Pérez Gabito, en ésta, para que me facilite los medios para realizar la expedición. Espero de su gentileza me conteste a la brevedad posible y aprovéchelo la oportunidad para saludarlo con mi mayor consideración Martin Sheffield. 44 Probablemente Martin conocía las historias de este supuesto animal misterioso en la Patagonia, Además, como sugiere Austin Whitall quizás se hubiese inspirado en la obra de Arthur Conan Doyle “El Mundo Perdido” 45 publicado en 1914 por entregas en los diarios argentinos y que versa sobre criaturas extintas en rincones paradisiacos del planeta, si sumamos su fantasía exagerada y el gusto por contar historias y hacer bromas podemos obtener una idea más acabada de él “por qué” de la historia del plesiosaurio. También podemos suponer que Martin esperaba sacar algún beneficio material de lo recaudado para la expedición puesto que en la carta pareciera querer ser él el organizador de la misma, pidiéndole a Onelli que se le “faciliten recursos” y “obtener apoyo material” incluso, mencionando a un comerciante amigo para llevar a cabo los suministros de la expedición. La carta fue como pólvora para Onelli, que como vimos, tenía un espíritu particularmente inclinado hacia estas historias, mas teniendo en cuenta todos los mitos que ya mencionamos sobre un posible animal prehistórico con vida en la Patagonia. Recordemos que Martin Sheffield ya conocía a Onelli, cuando junto Emilio Frey habían trabajado junto al perito Moreno en las expediciones al sur, como el mismo Onelli relata en su libro “Trepando a los Andes”: “Cuando lo conocí en el año 98 0 99 era un hombre todavía joven. En esa época no tan lejana como las eras geológicas Martín Sheffield era un hombre de unos 30 años, más bien alto y grueso; no llevaba breach, sino bombacha criolla, calzaba botas de cuero claro, llevaba un saco de cuero del diablo color kaki y un bigote de rubio caído, y llevaba en la cabeza un casco inglés de corcho, (…) En el tirador llevaba un enorme revólver al estilo de los cowboys y tenía la peligrosa manía de despedirse de sus visitantes, cuando ya había montado a caballo, descargando su revólver entre las patas del animal en marcha y sin jamás tocarlo”46. Onelli ya lo conocía, sabía de sus manías y sus inclinaciones a la invención y a las bromas, por eso de la carta que Martin le envió no creyó todo, pero si lo suficiente como para que la historia le llamara su atención: “Su cara era muy encendida, y he descartado de la historia todo lo que pudiera ser producto de su fantasía excitada y exagerada”. 47. 44 Rey Carlos (2007) Nahuelito el misterio sumergido , Editorial Caleuche, Bariloche, Págs. 5-6. Whitall Austin Monstruos de la Patagonia. Una guía erudita sobre sus gigantes, duendes, criaturas lacustres y bestias míticas, 2011, Pág. 161. 46 Onelli, Clemente, (2007) “Trepando los Andes”, Ed Atlántida, Argentina, Pág. 20. 47 Diario La Nación, 24 de marzo 1922, Pag 5. 45 Entonces Onelli ¿Creyó la historia del plesiosaurio?, al parecer no, al menos no toda la historia. Como habíamos mencionado ya existían rumores sobre un posible animal antiquísimo en la Patagonia y Onelli, que era hijo de una época bastante laxa para creer estas historias, relacionó el plesiosaurio con este misterioso animal reportado por Eberhard y Ameghino pensando que podía tratarse de este Gliptodonte, descartando la ilógica historia de un dinosaurio que vivió hace millones de años. “El objeto principal de la expedición es el de comprobar por todos los medios posibles y hasta con abnegación y sacrificio la existencia posible de un animal desaparecido en los tiempos prehistóricos; probablemente un desdentado muy afín, si no es el mismo, al criptoterio doméstico, cuyos excrementos y cueros resecos y huesos fueron encontrados en el año 1898 en la cueva de la estancia Eberhard”. 48 Pero los objetivos de Onelli, no se restringían solo a atrapar a este posible animal y encerrarlo en el zoológico, sino que, fiel a sus simpáticas y polémicas “cosas” utilizó la fantástica noticia para promocionar a la Patagonia, a esos territorios descuidados por el Estado Nacional, llamando la atención de los medios de comunicación, la opinión pública y las autoridades nacionales. Con ese motivo alimentó a los medios, como él mismo explicitara en sus cartas privadas, se había visto obligado a recurrir al tema del plesiosaurio con tal de despertar interés por la Patagonia, hasta sugería que, buscando agua, algún día se podía encontrar petróleo.49 Sea cual fuere el motivo y el trasfondo la historia corrió como reguero de pólvora en los medios, los círculos académicos y la opinión pública. La noticia llegó tan lejos que sus ecos se escucharon en las páginas del The New York Times y hasta de Scientific American. Académicos estadounidenses promulgaban que de ser cierta la noticia, ellos eran quienes debían llevar el animal a Estados Unidos para su exhibición, uno de estos era el célebre geólogo Loomis, profesor del prestigioso Amherst College, quien quería organizar una expedición en búsqueda de la criatura. El periódico Times de Londres por su parte salió a refutar la historia diciendo que en realidad se trataba de un gliptodonte. Desde los Estados Unidos Edmund Heler – compañero de caza del presidente “Teddy” Roosevelt – le solicitaba a Onelli “en caso de que tenga éxito su misión me envíe un trozo de piel del animal para el Museo Nacional de Ciencias Naturales de mi país”. Mientras que la Universidad de Pennsylvania hacía saber que un grupo de zoólogos de esa institución participaría gustoso de un viaje a la Patagonia.50 En Argentina, por su parte, se desató una verdadera fiebre del plesiosaurio, lapiceras con su forma, cigarrillos marca Plesiosaurio, un aviso publicitario de la empresa Piccardo donde los expedicionarios lograban capturar al monstruo con sólo invitarlo a fumar un cigarrillo 43 fueron las más sonadas expresiones de la fantástica noticia. Incluso se compusieron dos temas de tango llamados “El Plesiosaurio” y “El Plesiosauro” (diferían en una sola letra) los cuales se escuchaban en radios y teatros. Se armó tanto revuelo que el doctor Albarracín, presidente de la Sociedad Protectora de Animales pedía en una emotiva carta al presidente de la Nación que: 48 Diario la Nación 24 de marzo 1922. Pag 5. Borgialli, Carlos (1943) La Argentina Austral, N° 146. Carta de Onelli. Disponible en web: hhtp://webs.advance.com.ar/Gavirati/Galería/Personalejes/Onelli.htm 50 http://www.noticiasurbanas.com.ar/noticias/la-fiebre-del-plesiosaurio-vivo/ 49 “Hay que conservarle [la vida al plesiosaurio] allí donde reside y rodearle de todas las comodidades; guardar severamente su morada para que nadie lo incomode y, si los sabios quieren estudiarle, que se costeen allí y estudien al animal en plena libertad”.51 Al respecto. la revista Caras y Caretas publicó un gracioso articulo donde el plesiosaurio pedía al Dr. Albarracín que lo protejan de los expedicionarios. El gobernador de Chubut, por su parte, firmó una resolución que prohibía hacerle daño al animal. Sin perder tiempo, la dirección del Zoológico se puso a organizar una expedición, y el anuncio mereció un editorial de los más importantes diarios porteños como La Nación, La Razón y Caras y Caretas. El dinero para la expedición se reunió a partir de donaciones de la Editorial Atlántida, los empleados de telégrafos del estado, los carteros y los barrenderos municipales, y hasta una donación de $1500 pesos de una dama de la beneficencia (suma considerable para esa época). Los integrantes de la expedición eran el geógrafo Emilio Frey líder haciendo de líder del grupo, el experimentado cazador y administrador del Zoológico, José María Cinaghi; el taxidermista Alberto Merkle, (por si el animal no salía vivo de la aventura y había que embalsamarlo); el corresponsal del diario La Nación y de la Agencia Associated Press, Guillermo Estrella; el periodista de Caras y Caretas, Antonio Vaccari, y el campeón de tiro Santiago Andueza. El 23 de marzo de 1922 parten hacia la Patagonia, equipados con una gran cantidad de provisiones, entre las que se encontraban dos cajones llenos de cartucho de dinamita, llevaban, además, rifles de los llamados “Elephant Gun” (rifles utilizados para cazar elefantes) y grandes pistolas alemanas para disparar en el aire potentes cohetes de luz de una duración de 35 segundos. La delegación arribó a Bariloche unos días después de su partida, donde fue recibida con un desfile de Carnaval dominado por un enorme dinosaurio de cartón desde donde hicieron base y partieron el 19 de abril hacia la localidad de Epuyén, en cuya cercanía se encuentra la laguna que en la que Martín decía haber visto el animal. Dice Frey: “Hicimos ese mismo día una picada a través del monte donde instalamos un buen puesto de observación para dominar toda la superficie de la lagunita, a esta la llamé laguna misteriosa”52. A pesar del “bautizo” de Frey a la laguna el sitio ya tenía nombre, se llamaba Laguna Negra, la cual, según la hipótesis de Martin Sheffield, estaba conectada subterráneamente con la hoy llamada Laguna de Ruiz en Cuesta del Ternero, conexión que (según Martin) el plesiosaurio utilizaba para ir y venir de una zona a otra. Para desilusión de los exploradores, allí solo encontraron a la esposa del Martin, María Pichún quien estaba acompañada por seis de sus doce hijos y por un pariente de Sheffield que había llegado de los Estados Unidos para visitarlo.53 Martin no se encontraba allí para guiarlos, no se sabe por qué, pero en el tiempo en el que los expedicionarios estuvieron en la zona, jamás se acercó hasta su hogar para acoger y explicar su 51 http://www.noticiasurbanas.com.ar/noticias/la-fiebre-del-plesiosaurio-vivo/ Rey, Carlos, (2007), Nahuelito El misterio sumergido, Editorial Caleuche, Bariloche, Pág.77. 53 Soto Rolad Jorge, “Jorobas, Cuellos Largo y fantasía. La Leyenda del Nahuelito, la bestia lacustre del Nahuel Huapi” en Revista “La Razón Histórica” (2015), N° 31, Pág.81 52 hallazgo a aquellos que viajaron cerca de 2.000 kilómetros a instancias suyas, probablemente para evitar estar presente en el momento en que la laguna revelara que todo había sido una invención. Los excursionistas, esperaron en vano varios días. Al carecer de noticias decidieron navegar por la laguna, ocasión en la que descubrieron que no tenía, casi en ningún sector, más de un metro de profundidad. Cuando se produjeron las primeras nevadas que anunciaban la llegada del invierno, los expedicionarios partieron de regreso, luego de pedirles a los lugareños que les informaran si el plesiosaurio volvía por allí. A cambio les ofrecieron una recompensa, pero ni aun así hubo más noticias. Después de unos días el grupo regresó a Bariloche y viajaron por agua hasta Neuquén, ya que la nieve hacía intransitables los rudimentarios caminos de tierra. Emilio Frey que había encabezado la expedición, reconoció tiempo después que seguía dudando de si el dinosaurio existía realmente o si bien todo había sido una broma. Pero broma o no, el plesiosaurio de la laguna negra volvería a aparecer en el relato popular, esta vez trasvasado al plesiosaurio del Lago Nahuel Huapi, mas conocido como el Nahuelito, la fantasía todavía insistía en la existencia de un dinosaurio en la Patagonia, dinosaurio que hunde sus raíces en el cuero encontrado en una cueva por Eberhard y que nace en la mente encendida de Martin Sheffield en su puesto de cazador a orillas de la laguna Negra. Final en la mina En 1932. Martin Tenia ya 70 años, y según el relato de sus nietos, para esa época estaba descuidado y pobre. Gran parte del dinero hecho con la venta de sus tierras lo había gastado en andanzas. Sus actividades mineras era su recurso más regular para obtener dinero. Y hacia su klondike iba el 27 de noviembre, hacia Arroyo las Minas: “El viejo Oñate lo vió por ultima vez, me contaba que pasó por su casa, se quedo a dormir como hacia cada tanto y al día siguiente se fue para sus minas”54 En las minas en las que tanto busco oro fallece de muerte natural a los 70 años, fue encontrado por Raúl J. Dumas, ex jefe de correo de Ñorquincó y un tal Pablo Zúñiga. Lo sepultaron en ese mismo lugar donde murió y participaron del entierro José del Carmen Gallardo, su hijo Antonio y Julio Argentino Jordi, entre otros. Algunos todavía dicen que murió tomando querosene pensando que era alcohol debido a la fiebre del oro, esa “maldición” desatada en las grandes minas de EEUU, por las que los mineros morían en la miseria de forma inexplicable, alejados de todos, en soledad y en estado de locura. Al parecer el mito lo acompañó hasta sus últimos días. En 1959 sus restos son trasladados al cementerio de El Bolsón y un año después el concejo municipal de la ciudad le pone su nombre a una sus calles. Martin fue uno de los tantos pioneros que se animaron a iniciar sus vidas en ese rincón alejado del mundo llamado Patagonia, lugar poco conocido, donde los mitos y leyendas pululaban por la tierra y 54 Oscar Sheffield, Entrevista realizada por el autor (2018) era más lo que se suponía que lo que se sabía. Como tantos otros contribuyó a que este lugar tuviera su impronta propia, sus características particulares, que con el paso de los años todavía no se han perdido. Si Martin Sheffield nunca hubiese pasado por la Patagonia, probablemente nada substancial hubiese cambiado en ella, pero seguramente no hubiese sido la misma. Nadie sabe si vió realmente “algo” en su puesto cerca de la Laguna Negra, o si lo que único que vió fue producto de su imaginación en el fondo de un vaso de vino. Si sabemos que su historia recorrió los principales medios del mundo, y de la Argentina, poniendo a descubierto esa Patagonia olvidada por todos, con una expedición que luego derivaría en la creación del Parque Nacional Nahuel Huapi, y con un monstruo que seguiría habitando esa Patagonia mágica y fantástica, de mitos y leyendas, construcción que todavía pervive en el imaginario popular. Su historia, como la de tantos otros, no debe olvidarse puesto que la historia no es solo la de los grandes hombres, los grandes acontecimientos, sino también la de aquellos un tanto anónimos, un tanto populares que construyeron su propia historia y al mismo tiempo aportaban las hebras para la historia de todos. Uno de ellos fue el pionero Martin Sheffield, que, con una estrella, un revolver, y un espíritu singular, se aventuró por la Patagonia, a la caza de aventuras, y de no haberlas, a inventarlas el mismo. Bibliografía Borgialli, Carlos (1943) La Argentina Austral, N° 146. Carta de Onelli. Disponible en web: hhtp://webs.advance.com.ar/Gavirati/Galería/Personalejes/Onelli.htm Bruce Chatwin (1977) “IN PATAGONIA”, Ed. Jonathan Cape, Reino Unido. Capanna, Pablo “El monstruo turístico” En: Diario Página 12 1/8/2009 Certificado Inscripto en el Libro 14 - Folio 247 - Orden 483 - Nro.: 2951, Consulado de Chile en Bariloche. Expedientes 3877-N-1256 de cateo del departamento nacional de geología y minas de Rawson. Gavirati (2014): “Buscados en la Patagonia, La historia no contada de Butch Cassidy y los bandoleros norteamericanos.”. Editorial La bitácora Patagónica. Argentina. Gavirati, Marcelo y Roberts, Tegai (2007) “Diarios del explorador Llwyd Ap Iwan”, Ed. La Bitácora patagónica, Argentina. Gríngauz Lucrecia (2013). “Entretenimientos y multitudes. El jardín zoológico de Buenos Aires en sus primeras décadas”. XIV Jornadas interescuelas/ departamentos de historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. 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