Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias Antonio José Osorio Restrepo Gledys Montes Rivera Rigoberto Carmona Orozco Ricardo Gómez Arana Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias Relatos de vidas de Maestros en Cartagena de Indias Antonio José Osorio Restrepo Gledys Montes Rivera Rigoberto Carmona Orozco Ricardo Gómez Arana Relatos de vidas de Maestros en Cartagena de Indias Autores: Antonio José Osorio Restrepo Gledys Montes Rivera Rigoberto Carmona Orozco Ricardo Gómez Arana Imagen de Portada: Maritza Zuñiga Orozco ISBN: 978-958-56582-0-2 Diagramación e Impresión: Alpha Editores Bosque, Tv. 51 # 20-109 Tels.: 57-5 672 2518 E-mail: comercial@alpha.co www.alpha.co Cartagena de Indias, Bolívar, Colombia Todos los derechos reservados. Esta obra está amparada por las normas que protegen los derechos de propiedad intelectual. Está prohibida su reproducción parcial o total sin permiso de los autores. Impreso en Colombia 2018 Agradecimientos En especial reconocemos como autores a las personas que nos entregaron en palabras lo que cada quien fue contando y recordando. El ethos costeño hace presencia aquí a través de una mente abierta al mundo, de una alegría que se sobrepone a todos los infortunios. Las palabras de la Costa Caribeña colombiana marcan el ritmo de los relatos y por ello, son únicas, sinceras, propias de quienes habitamos los pueblos de Cien años de felicidad. Agradecemos igualmente a la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias como cuerpo social, académico, pedagógico y cultural que hizo posible la concepción de la obra mediante la propuesta curricular que desarrolla, al Dr. Armando Zambrano Leal como cómplice de nuestras aventuras y a todas y todos aquellos que nos apoyaron para que por escrito quedara lo que durante tanto tiempo fue objeto de nuestro pensamiento. Contenido PRÓLOGO: Un rostro sin territorio, un rostro sobre sí 11 INTRODUCCIÓN 15 CAPÍTULO 1: El contexto investigativo y pedagógico El contexto institucional Aproximación metodológica Narrar la experiencia Biografización como práctica pedagógica 19 19 22 26 29 CAPÍTULO 2: Relatos desde la tradición y la formación de maestros La Piragua, al vaivén de las danzas ancestrales Pulcritud y Corrección en la formación de maestras Luisa Balseiro de Tijera: Cultura y jolgorio en la escuela Nidia Fontalvo Rivera: Escuela e Infancia. La escuela detenida Una escuela trashumante El espíritu de la infancia 37 37 40 46 50 59 62 66 CAPÍTULO 3: Relatos de formación desde las prácticas pedagógicas Observar la práctica pedagógica Prácticas del miedo Ele-a, la: Afectos, rutinas y prácticas escolares La práctica reflexiva Prácticas de investigación formativa Registros y prácticas pedagógicas CAPÍTULO 4: Trayectos de vida de maestros en Cartagena de indias Regina Miranda: Oralidad e Identidad Cultural Afro. ¿Cómo decir en lengua extraña lo que se piensa y se siente? Virgelina Ruiz: Cautivadora de niños Maritza Negrete: Pedagogía desde el contexto sociocultural, lecturas prohibidas Leer con placer Leer en contexto Patricia Sliger: Una mirada sociopolítica desde la escuela Voces desde la práctica pedagógica: Leer a Macondo Villadiego tiene química Pacheco el matemático CAPÍTULO 5: Narraciones desde nuestros terruños Vivencias y voces de los actores Gledys Montes Rivera del tabaco al maíz: un viaje hacia la educación ¿Raíces, una predestinación al número nueve? 75 76 81 85 90 101 108 117 117 122 130 135 138 140 145 159 165 168 173 173 174 174 Un viaje a la Tierra prometida De la parcela a la escuela La disgregación familiar y el viaje al mar El viaje continúa: De Santa Catalina a Cartagena de Indias De andariega a educadora y contadora de historias De Caño del Oro al barrio El Pozón en Cartagena de Indias Ricardo Gómez Arana: El maestro cuestionador. La violencia y la cotidianidad: una historia que permea a la escuela Dos senderos y una mirada a la práctica pedagógica Formación de maestros sin pedagogía Un acercamiento reflexivo a las teorías pedagógicas El arribo a la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias: un encuentro con la vocación y la profesión Antonio José Osorio Retrepo: El maestro irreverente se mira al ombligo Radicalidad religiosa y agnosticismo Antonio, un estudiante proficiente La liberación de la escuela y del docente, el ideario de Antonio Encuentro con la vocación, la profesión y el Inicio laboral De Santa Rosa del Sur de Bolívar a Cartagena de Indias El vaivén entre Liceo de Bolívar y la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias 176 178 180 183 186 189 193 193 196 200 203 205 218 218 219 221 222 224 225 Rigoberto Carmona Orozco: Del mar a la profesión docente El mar, la ciénaga, la escuela y yo De la escuela al colegio, de la Boquilla a Cartagena Del bachillerato a la normal Gimnasio del Carmen Sus inicios, una experiencia gratificante. El regreso a casa De la Boquilla a San Jacinto Bolívar Proceso evolutivo en las prácticas pedagógicas La Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias, una experiencia estructurante. 228 228 234 236 239 240 243 246 CAPÍTULO 6: Reflexiones finales: escribir en la escuela La escritura de sí: ¿Un propósito institucional? Escritura y tiempo escolar Otros espacios y superficies para leer y escribir Narrar la Escuela 249 251 254 257 261 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 269 PRÓLOGO Un rostro sin territorio, un rostro sobre sí Siempre hemos creído que la escuela define nuestro territorio y si por este entendemos lo que somos en la vida, seguramente nos equivocaremos. La escuela es un momento físico y espiritual en nuestra historia, no la historia total de nuestro ser. La escuela es un momento; algunas veces tendiendo hacia la totalidad, otras, retrayéndose en su cotidianidad. La escuela es un paso en el gran momento de la vida y aunque esto no es poca cosa, ella no es totalidad. La escuela es un instante y a veces muy doloroso. Sí, la escuela es un momento cuyos instantes fraguan algo de nuestro territorio y éste se entiende aquí como el ser de nuestro ser. La escuela es, más allá de su semiosis, un instante obligado pero no necesario. No necesario aunque se nos haya dicho que es obligado porque de otro modo no podríamos ser en sus fines. La escuela es una invención de la modernidad cuyas raíces brotan, a cada instante, en nuestra conciencia como disciplina, poder, voluntad, valor, silencio o alegría. Diferente al vuelo del pájaro y al enroscamiento de la serpiente, la escuela grita su incesante ruido y lo hace para convencernos de que sin ella poco somos en nuestro territorio. 11 12 El territorio no es la escuela, sino lo que allí acontece. Lo que acontece define los linderos de nuestro ser, marca nuestro territorio, delimita el porvenir que no es poca cosa. El territorio del ser está ahí, pleno y majestuoso en la esfera de la experiencia. Es la experiencia la tierra firme de nuestro territorio pues ¿de qué otra forma el hombre se nombra en su majestuosidad o en su inclemencia? Lo que el hombre es sigue diversos cursos y proviene de los dolores y alegrías en la vida. La piedra es al viento como la lluvia a la nube y en esto hay similitud entre la escuela y nuestro ser, como territorio o morada. Pues bien, ha llegado a mis manos este texto que se nombra como Los relatos de maestros y maestras en Cartagena de Indias, texto fascinante por su prosa pero también porque, frase a frase, encierran el ruido de un sol que pica y una arena que hierve a borbotones. Este libro nace del sol que a la vez es lluvia y cuyos ruidos muestran la alegría de un grupo de maestros y maestras que se dieron a la tarea de seguir las voces de otros maestros. La voz del maestro muestra, señala, dice, afirma, reta al poder de una práctica. Cada uno, cada una, es un hilo de una trama que teje y teje esa incesante necesidad de tener un lienzo para dibujarnos en él. Este lienzo se pinta a sí mismo, es un espacio que refracta lo que cada uno es en su historia, no en su territorio. Aquí la experiencia y la práctica tienen un lugar, el del lienzo de un rostro que dice y gime su existir. Este libro es un verso y como todo verso tiene su musicalidad. Su rima está en la experiencia y su sonido en los rostros. Cada rostro mira hacia el pasado y haciéndolo nos expresa la gratitud. Cada rostro es un cuerpo cuya palabra se muestra en ese lienzo que nos Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 13 envuelve y sobre el cual nuestro ser es ya una forma de color. Los maestros y las maestras, pero también los estudiantes, están ahí, sobre el lienzo de un territorio llamado escuela. Cada recuerdo, cada frase, cada punto y suspiro tejen eso que, por momentos, llamamos experiencia. El libro, este libro, rompe con el tiempo seco de la escritura. No tiene forma y esto ya es su forma. Su estructura es una experiencia hecha de experiencias y sus relatos, las voces de unos maestros que han sabido proseguir esa bella obra de los diaristas o biografistas para ser un poco más precisos. Los autores habitan en este estilo y al hacerlo rompen con el formato seco, fragmentario, controlado de una escritura cuyo presente narra el asedio a la creatividad. En esto son clásicos y en su apuesta, mucho más. Este horizonte es una apuesta refrescante en este mundo académico que dicta y dice cómo escribir. Fieles al pensamiento clásico, los autores se dieron a la tarea de traer sobre el lienzo la experiencia de otros maestros, otras maestras. Ellos, en este ejercicio, han dado prueba de grandes maestros. Un maestro escribe sobre su maestro y al hacerlo se encuentra en él. Escribir sobre otros maestros es una forma de hurgar el territorio cuyo rostro no es la escuela, sino la experiencia genuina de cada uno en ella. Esta obra muestra la frescura de un género que por momentos parece extinguirse; esta obra es un grito contra el control de la escritura que tanto vemos en la tecnología APA, esta obra es un trazo en el desierto de la escuela. Los maestros que se dieron a la tarea de componerlo y, a través de este ejercicio, mostrar el ruido de un silencio, han logrado apaciguar la tristeza que se apodera de mí en la fría escritura académica. Este libro es, en cualquier Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 14 caso, un desafío y por esto, el territorio no es la escuela, sino el rostro de quienes allí habitan. El rostro muestra su territorio en la experiencia del tiempo y en las contingencias de la cotidianidad. Por eso, este libro es un espejo donde cada uno puede ver incluso hasta sus propios demonios. Este libro entra en la literatura que más alegra a los maestros pues, como lo mostró la novela de formación, escribir es dar cuenta de sí. He aquí el rostro sin territorio y un rostro sobre sí Armando Zambrano Leal. Santiago de Cali, mayo 15 de 2017 Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias Introducción Se requirieron diez años para ordenar y organizar las ideas de un texto que ahora es dejado a los vaivenes del lector. Queremos darle algunas pistas para moverse dentro del mismo con la pretensión de reconocer el pluriverso de ideas que en él subyacen. Gran parte del material que conforma el cuerpo del libro le pertenece a todas las maestras y maestros en formación copartícipes del proyecto. He allí los primeros autores. Los registros y diarios tomaron la forma que ellos asumieron al haberse responsabilizado de su formación y de narrar mientras, al mismo tiempo, se narraban. Las voces de múltiples colegas nos complacen, pues son los otros autores. Bien sea porque nos permitieron entrar al aula o nos confiaron sus relatos; ellos representan a maestros que dejaron una impronta en quienes los observamos minuciosamente. Al dejarnos ver hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, se convierten en testigos de la educación cartagenera. Nuestra pretensión narrativa no consistió en trazar algún tipo de línea de tiempo sino la de atravesar los tiempos marcados en sus relatos. 15 16 Las ideas de autores de referencia representan hilos que permitieron leer el contexto escolar. Los autores del proyecto de investigación sabíamos que algo podía suceder al escuchar pacientemente el eco de la diversidad de experiencias de formación, por eso nuestra voz es apenas un hilo conductor de las historias. El primer capítulo toma algunos elementos de la historia que venimos elaborando en la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias. En él se establecen acontecimientos que nos marcaron en términos de aprender que la investigación educativa es un acto de compromiso con la educación pública. Tratamos de trazar las líneas que atraviesan el andar metodológico de quienes comprendimos que la pregunta de investigación, sólo se puede resolver en el entramado del texto. El segundo capítulo fue escrito, fundamentalmente, a partir de cinco relatos de maestras de la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias, todas ellas pensionadas: Luisa, Nidia, Isabel, Ana Carmela y Sixta fueron capaces de plasmar sus recuerdos en textos que encierran un tesoro. De allí fuimos sacando las palabras de la tradición propia de la formación de maestros. Una tradición que, a pesar de los embates de la tecnocracia, se ha sostenido en el lenguaje que pasa de labios a oídos. Dicho lenguaje mejora nuestra mirada sobre el acontecer histórico de una escuela que, como el país, se enfrenta a los aciertos y desaciertos del Estado. El tercer capítulo toma las voces de las y los maestros en formación, para decir acerca de su práctica pedagógica. La práctica, para ellos, dejó de ser un hacer mecánico para convertirse en un ir y venir Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 17 incesante de los centros de práctica a los libros, de éstos a las aulas de clase, de allí a las reuniones de colectivo, por último, al lugar sagrado de la oralidad, la lectura y la escritura como prácticas de formación. El cuarto capítulo es una amalgama de lo que somos y podemos ser los maestros en Cartagena de Indias. Provenientes de lugares diversos, cada maestra y maestro hace lo suyo. Hacer lo suyo significa ocupar el espacio y el tiempo que le corresponde de acuerdo con las necesidades de los estudiantes y las comunidades. Enseñar y aprender son verbos que se conjugan en cada uno de los relatos. La riqueza de los mismos muestra que la educación en La Heroica tiene que valorar a aquellos seres que, sin pretensión de ningún reconocimiento, se dedicaron o aún se dedican a formar a niñas, niños y adolescentes de una ciudad única. Conceptos como lectura del contexto sociopolítico, contexto cultural y otros, adquieren sentidos y significados propios de una práctica pedagógica liberadora. El quinto capítulo desnuda a quienes durante varios años compartimos el trabajo de investigar. Alejados a veces y otras tantas veces juntos, compartimos ideas que quizás sean aceptadas o rechazadas por quienes nos escuchen o lean. Sólo pretendimos que cada uno fuera cada cual. La idea a destacar consiste en decir que aprendimos a mirarnos a los ojos para que el otro pudiera contar, a su manera, lo que cada quien se atrevió a decir. Y es esta una de las ideas presentes en todo el libro. El último capítulo se introduce a partir de una pregunta que recorre todo el libro: La pregunta por la escritura nos convoca Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 18 a pensarnos como institución. Sabemos que, con el paso de los tiempos, lo sucedido sucumbe al olvido. La memoria individual no alcanza para anunciar el porvenir. La memoria colectiva, aquella que se manifiesta de manera narrativa, quizás alcance a traspasar varios años. No sabemos cuántos; sabemos que hemos dejado en cada una de las palabras escogidas el alma de cada cosa. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias CAPÍTULO 1 El contexto investigativo y pedagógico El contexto institucional Con la reestructuración de las Escuelas Normales, mediante el decreto 3012 de 1997, se creó el ciclo complementario y se estableció la investigación como uno de los núcleos del saber pedagógico, articulado con la práctica. Con el decreto 4790 del 2008 la investigación sigue siendo una de las condiciones de calidad de lo que entonces pasó a denominarse el Programa de Formación Complementaria. Al momento actual, en las instituciones formadoras de maestros para preescolar y básica primaria, la Investigación constituye uno de los ejes transversales del proceso de formación, junto con la evaluación, la pedagogía y la proyección a la comunidad, de acuerdo con las últimas disposiciones del Ministerio de Educación Nacional, recogidas en el documento Naturaleza y retos de las Escuelas Normales Superiores, de diciembre del 2015. 19 20 Desde el año 2000, una vez la ENSCI1, recibió acreditación previa en el primer semestre del ciclo complementario, se conformaban equipos de cuatro o cinco estudiantes, quienes presentaban un proyecto de investigación y se les asignaba un tutor de acuerdo con la temática. A partir de allí, el tutor orientaba el proceso, pero no investigaba. Tal situación fue cuestionada local y nacionalmente puesto que la acción y actitud investigativa debía ser asumida por los mismos maestros de las Escuelas Normales, quienes son los llamados a orientar y liderar procesos de investigación con los estudiantes. La idea predominante, hasta ahora, es que se aprende a investigar, investigando. Para el año 2004, durante el proceso de autoevaluación con fines de acreditación de calidad y desarrollo, se materializó un convenio de acompañamiento con la Universidad del Magdalena, en el que los docentes José Pimienta y Abelardo Pineda hicieron la asesoría pertinente. Para iniciar el proceso, los maestros nos dispusimos a escribir relatos de vida que se convirtieron en testimonios de nuestras experiencias de formación. Este fue nuestro primer acercamiento a los relatos de vida. De dicho ejercicio escritural nació el texto Sol naciente y sol poniente que se convirtió en el punto de partida para el proyecto de investigación Biografías de maestros, formación y prácticas pedagógicas, del que da cuenta el cuerpo de éste libro. El 17 de enero del 2007, la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias organizó una jornada de cualificación docente con el propósito de orientar mejor los procesos académicos e 1 De ahora en adelante ENSCI será usado para significar Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 21 investigativos en la institución. El evento se realizó en el Centro Recreacional Napoleón Perea Castro y estuvo, como invitado especial, el Doctor Armando Zambrano Leal. Para iniciar el encuentro y para que tuviéramos alguna referencia de su trabajo, el Dr. Zambrano nos mostró la cartilla: “Los Maestros del Valle del Cauca Investigan”, trabajo referido al programa de Formación de Educadores en Investigación Pedagógica, actividad que él había dirigido. El profesor Armando Zambrano comenzó la charla con una reflexión acerca de: “cómo el educador teje los hilos de las ciencias de la educación, la Pedagogía y la Didáctica para enfrentar los desafíos que debe encarar para ser un verdadero actor social lúcido, determinado y capaz de acompañar a cada uno a un nivel mayor de humanidad”2 El Dr. Zambrano nos ubicó frente a los siguientes interrogantes: ¿Cómo llega el investigador a ser investigador? ¿Cuándo se llega a ser investigador? ¿Qué ve un investigador? ¿Qué papel cumplen las disciplinas en la formación del docente? En aquel momento no nos habíamos hecho tales preguntas. En la búsqueda de sentido de aquellas inquietudes, se fue abriendo un amplio horizonte de reflexión. Desde el proyecto, encontramos que la biografización constituye una posibilidad para investigar en educación, en tanto permite penetrar en el mundo interior de los sujetos y dar cuenta de sus ideas, motivaciones, sentimientos, satisfacciones, angustias, 2 Tomado de Zambrano Leal Armando (2006) Los hilos de la palabra: Pedagogía y Didáctica, Editorial Magisterio, Bogotá, p. 11. El autor resalta como el relato se convierte en una alternativa para pensar la relación pedagógica entre maestro y alumnos. En este sentido el relato propicia el encuentro a partir del reconocimiento de los rostros. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 22 incertidumbres e intereses. El ejercicio de relatar nos permitió intuir acerca de la importancia de escribir trayectos de vida de maestros. Este fue el motivo inicial para que el Dr. Armando nos llevara a formular los siguientes interrogantes: ¿Cómo los trayectos de vida de un maestro inciden en su proceso de formación? y ¿Cómo esos trayectos de vida inciden en sus prácticas pedagógicas? Tales inquietudes empezaron entonces a movilizar el pensamiento de quienes, desde el 2006, constituimos uno de los equipos de investigación. Otros colectivos de investigación se conformaron para dicha época y dinamizan lo que para la acreditación de calidad del 2018 se considera un grupo de investigación. El proyecto fue tomando cuerpo desde dos tipos de conceptos: unos que dan cuenta de la naturaleza del mismo y otros que expresan su metodología. A los primeros corresponde la formación y la práctica pedagógica y a los segundos la biografización y la narración. Estos conceptos configuran el interés, los motivos y pertinencia del proyecto de investigación para la formación de maestros de la Escuela Normal. Como parte del marco referencial de la investigación el Dr. Zambrano nos señaló la importancia de leer, entre otros, los siguientes textos: “Aprender en la escuela” de Jean-Pierre Astolfi, “Déjame que te cuente” de Jorge La Rosa y “Formación, experiencia y saber” de Armando Zambrano Leal. Aproximación metodológica Para orientar el proceso metodológico del proyecto fue de gran importancia la lectura del texto: Historie de vie et Recherche biographique de Delory –Memberger, quien ilustra ampliamente la relación entre los trayectos de vida y la formación. Desde sus planteamientos pudimos comprender que la rigurosidad en el Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 23 proceso narrativo hace posible el rastreo de los trayectos de vida, las experiencias individuales y la mediación de lo social en la vida de los sujetos. Además, aprehendimos que con las historias de vida, se narra también el entramado de relaciones que se tejen en las instituciones en las que se configura el sujeto socialmente, ya sea en la familia, la escuela, las iglesias, las empresas, las comunidades. De acuerdo con el Dr. Zambrano, la investigación biográfica no es exclusiva de una teoría del individuo y de la sociedad; en su lugar, atraviesa varias disciplinas de las ciencias humanas, especialmente las que se ocupan de estudios en el ámbito educativo y cultural. De allí que esta metodología de investigación esté al servicio de la antropología, la historia, la sociología, la literatura, la filosofía y con más razón de las ciencias de la educación. Desde dichas ideas, consideramos que la biografización se constituye en una opción metodológica para investigar en su contexto. En este sentido, el maestro investigador puede analizar las interacciones entre los sujetos, las transformaciones de las prácticas y la cultura escolar. Para construir las historias de vida fue fundamental seleccionar adecuadamente a los maestros que harían parte del proyecto en calidad de asesores y a la vez sujetos participes de la investigación. Pudimos concertar con ellas y ellos el propósito de la misma, y les solicitamos tiempo y disposición para conceder la información. Los maestros asesores son destacados en la formación para la primera infancia o reconocidos por su entrega a la formación de maestros, o por su apego a los procesos de lectura y escritura y fundamentalmente, algunas de ellas, por su visión y compromiso político. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 24 Para el proyecto seleccionamos inicialmente a cuatro maestras y un profesor de amplia trayectoria en la vida de nuestra institución escolar, quienes estaban próximos a cumplir su edad de retiro profesional. Posteriormente seguimos ampliando el número de maestros asesores hasta llegar a un total de 15, ubicados ellos en diferentes instituciones educativas del Distrito de Cartagena. Para conocer más de cerca la vida de los maestros, dispusimos de un grupo de 20 estudiantes del programa de formación complementaria, a quienes se les encomendó la misión de observar activamente las prácticas pedagógicas y además de levantar registros etnográficos y diarios pedagógicos que serían luego material de reflexión. Procedimos de igual manera a elaborar los cuestionarios para las entrevistas. Las preguntas estaban relacionadas con los trayectos de vida de los maestros participantes o indagaban acerca de aspectos relevantes observados en sus prácticas pedagógicas. De esta manera fuimos recogiendo la información pertinente. Los estudiantes del programa, fueron apropiándose de la biografización como metodología de investigación articulada a su proceso de formación. Un apartado de uno de los relatos de los coinvestigadores da cuenta de ello: Recuerdo que en nuestras primeras prácticas pedagógicas investigativas necesitamos escribir las biografías de quince maestros, de acuerdo con la autoformación y las prácticas pedagógicas de cada uno de ellos; por esto no es posible abordar la estructura de un texto escrito distinto al narrativo, relatar los aspectos de los trayectos de Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 25 vida de cada maestro que son diferentes, mujeres y hombres con posturas propias, atravesados por momentos de vida especiales, únicos”3. La metodología aplicada nos enseñó que es conveniente grabar las entrevistas, escuchar a la persona e ir analizando su decir con la lectura de los autores de referencia. A su vez, resultaron muy productivas las reflexiones que semanal o quincenalmente se daban entre los miembros del colectivo. Para la realización de las entrevistas creamos un ambiente de confianza, de tal modo que no hubiese temores frente al suministro de la información. Siempre buscamos que las entrevistas fueran un encuentro que se diera de la manera más natural posible, reconociendo el carácter de reciprocidad en la escucha. Memoria del pasado. Narración de sí BIOGRAFÍAS AUTOBIOGRAFÍA Los estudiantes acompañados por los tutores observan la práctica pedagógica de los maestros y hacen entrevistas para escribir la historia de vida. Los estudiantes comparten con los maestros asesores un espacio de formación desde la práctica pedagógica, escriben acerca de su experiencia y las lecturas de las temáticas. Narran sus vivencias y evidencian las transformaciones en el proceso de formación. Escriben su historia. ESCRITURA DEL DIARIO Memoria del presente FORMACIÓN DE MAESTROS Diagrama No. 1. Recorrido metodológico del proyecto Biografías, formación y prácticas pedagógicas 3 Montes, Surjey (2008). Diario pedagógico. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 26 Narrar la experiencia Las prácticas pedagógicas investigativas de los estudiantes vinculados al proyecto, se constituyeron en un espacio para el intercambio de experiencias. Partimos de considerar que: “…la experiencia es la esencia de la formación” (Zambrano 2007, 83). A través de la experiencia el sujeto va estimulando y afinando tanto su entendimiento y sensibilidad, como su capacidad de reflexión para llegar a ser otro. “Si la formación es un estado espiritual, una transformación, sucesión de cambios en el individuo, la experiencia materializa estas cualidades” (Ibíd. 94) En la experiencia educativa se construye conocimiento, en especial, cuando se hace una observación sistemática de los hechos acontecidos en el transcurso de la vida escolar y social. Cada individuo vive situaciones y acontecimientos que dejan huellas fundamentales para proyectarse como sujeto de experiencia. Al respecto tiene sentido citar a Dewey: “El conocimiento del pasado puede convertirse en un instrumento potente para tratar eficazmente el futuro “(Dewey, 1964, 20). Dewey concibió dos principios de la experiencia, el de interacción social y el de continuidad. En cuanto al principio de continuidad afirma: “… toda experiencia emprendida y sufrida modifica al que actúa y sufre, afectando esta modificación, lo deseemos o no, a la cualidad de las experiencias siguientes” (Ibíd. 34), razón por la cual, al momento de escribir relatos, es fundamental establecer relaciones entre los sucesos vividos, pues, son ellos los que evidencian las transformaciones del maestro. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 27 Las transformaciones son la sucesión de cambios del individuo en sus actitudes y concepciones y se reflejan en el ser, saber y hacer en una comunidad de vida. Los cambios en las acciones y actitudes dan cuenta de la transformación sobre los sentimientos de animalidad, a decir de Zambrano: “Tal transformación no aparece como objetivamente dada, se logra por el esfuerzo en cada uno de nosotros por la convicción profunda y la certeza de que la educación lo puede todo” (Op.cit. 47). Cabe reconocer que en la escuela se crean las condiciones para que desde la experiencia se dé la formación, siguiendo y a la vez rompiendo con el trayecto iniciado en el seno de la familia. En el devenir del proyecto comprendimos que no se puede hablar de tener experiencia y que para hablar de ésta, no es suficiente sumar los años. En su lugar, sabemos que la experiencia se cuenta, se relata de acuerdo con los saberes que se adquieren en la vida misma. Los relatos, en su elaboración tanto oral como escrita, conllevan al individuo a reflexionar sobre sus experiencias y, por tanto, a valorar los cambios que se han dado a partir de las mismas, así como de los aprendizajes obtenidos. “El proceso de auto socialización al cual se refiere la reflexividad biográfica en la sociedad contemporánea no está alejada en su principio del proceso de formación” (Ibíd. 122). Más aún, la construcción de biografías, permite narrar la experiencia por la cual el ser individual se configura como ser social. Narrar la experiencia tiene sentido, por cuanto permite dar cuenta tanto de la vida del maestro en formación como del maestro Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 28 en ejercicio. “La razón principal para el uso de la narrativa en la investigación educativa es que los seres humanos somos organismos contadores de historias, organismos que, individual y socialmente, vivimos vidas relatadas. El estudio de la narrativa, por lo tanto, es el estudio de la forma en que los seres humanos experimentamos el mundo.” (Larrosa, 1995: 15). Con sus historias, los maestros dan cuenta de sus concepciones acerca de la práctica pedagógica y también de los cambios sociales, económicos, políticos y culturales de su contexto. En cuanto a las narraciones elaboradas, consideramos que son producto de un riguroso proceso de sistematización, en el cual se fue hilando la información obtenida, sin reducirla a una sucesión cronológica de acontecimientos, tal como lo plantea Delory – Memberger: …el espacio de lo biográfico no se reduce a la sola narración de la vida, el discurso autobiográfico, bien sea hablado o escrito, sólo es el territorio emergente y espectacular de un continente más vasto, que tiene sus raíces en una actitud más fundamental del ser humano que consiste en configurar narrativamente la sucesión temporal de su experiencia. (Ibíd.14). En este orden de ideas, consideramos que las historias de vida de maestros dan lugar a la búsqueda de alternativas para orientar la formación de las nuevas generaciones que se miran en sus pares académicos, retoman elementos de sus prácticas pedagógicas, aprecian sus características especiales, sus inquietudes frente Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 29 a las interrelaciones con los estudiantes, la función política, el trabajo con la comunidad, el dominio de la disciplina que enseñan, la creatividad para adecuar ambientes de aprendizaje, el sentido de pertenencia por la institución y su preocupación por recrear la cultura. Biografización como práctica pedagógica Establecer una relación cierta entre la biografización y la práctica pedagógica es tanto una aventura como un reto intelectual. Estas líneas tratan de mostrar cómo desde el ejercicio investigativo con maestros en formación y desde las narraciones de los otros y de nosotros mismos, podemos comprender y reflexionar nuestras prácticas pedagógicas. Blas Matamoros (2006, 96) afirma: “la biografía no es una novela”. Lo que se narra en la biografía elaborada, más que recuperar un pasado, más que novelar nuestras vidas, de lo que trata es de reflexionar acerca de nuestros trayectos de vida: No obstante, en ambos géneros hay una estricta dependencia: el biógrafo está obligado a seguir los documentos de que dispone y el novelista está obligado a seguir los pasos del personaje”, continua Blas Matamoros (2006). Desde la mirada del novelista, a pesar de que la biografía debe tener un estricto contenido objetivo, biografiar es entonces novelar en cuanto se narran los trayectos de vida del maestro objetivamente, pero mediante el acto reflexivo de dicho proceso, hacemos subjetivación. Desde este lugar, biografiar consiste en enterarnos, darnos cuenta de lo que somos a partir de la reflexión Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 30 de lo que hemos sido y de lo que hemos vivido. Luego, si tratamos de relacionar la biografía como una mirada de nuestras prácticas, consiste ésta entonces, en hacer una reflexión de lo que hemos hecho, cómo lo hemos hecho y para qué lo hemos hecho. ” El pasado no puede reconstruirse, es tiempo perdido. Tiempo recobrado en el relato” Blas Matamoros (2006). En atención a lo antes dicho, la biografía se convierte en una narración reflexiva y analítica de mis acciones, mis vivencias; no puede ser la constatación insulsa de mis prácticas instrumentalistas. La práctica no es mera acción, es reflexión de mis acciones, es vivencia. Contarse desde la práctica es mostrarse, es enterarse de cómo me formo y cómo se forma el que forma. La biografía como práctica permite mirar el hacer del otro como farol que demarca la ruta a seguir, pero sin que este otro sea mi mímesis; es otro a quien observar para cuestionarlo y cuestionarme. Cuando posibilito la narración del otro, desde sus prácticas, esto me permite ubicarme en la orilla de la imitación a ultranza o cabe la posibilidad de tomar distancia del mismo, desde la concepción de práctica reflexiva. La práctica reflexiva se opone rotundamente a la instrumentalista. En la biografía pedagógica se requiere de la pregunta auscultativa para traslucir las subjetividades que subyacen en el sujeto biografiado, evento que permite revelar la génesis de su formación profesional; se requiere registrar, recabar en el pasado para llegar al presente; seguir los trayectos transitados desde las prácticas pedagógicas para que a partir de la reflexión se puedan construir conocimientos que ayuden en la formación. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 31 La biografía, igual que otras metodologías, funciona positivamente a la hora de aprender a enseñar porque la biografización implica: “aprender a ver, aprender a hacer, aprender a ver hacer y aprender a hacer ver”, como afirman Mercedes González Sanmamed y Eduardo José Fuente Abeledo (1994) Desde el proyecto se ha podido constatar, entre otras bondades, que la observación de las prácticas pedagógicas de los maestros asesores llevada a cabo por los maestros en formación,la elaboración de los registros etnográficos, las entrevistas, los estudios de casos efectuados y los trazos biográficos y autobiográficos escritos, son excelentes estrategias para la formación de un maestro. Esta metodología le permite al docente en formación, no sólo ver lo que hace el maestro asesor, sino enterarse de cómo conceptuar la práctica; se entera de lo que lee y escribe su maestro, de cuáles son sus creencias pedagógicas, religiosas, culturales y políticas. En estos procesos dialógicos entre el maestro asesor y el maestro en formación, el “veterano” le “hace ver” y le recomienda hacer. El proyecto ha permitido darnos cuenta de que él mismo encarna una negación de la concepción de la práctica tradicionalista como ejercicio de control y moldeamiento, y se asume ésta como el encuentro y desencuentro con nosotros mismos, convirtiéndose en un ejercicio catártico que permite tomar consciencia del quehacer docente. En correspondencia con los elementos anteriormente planteados, afirman Mercedes González Sanmamed y Eduardo José fuente Abeledo (González, 1994, 57) Es evidente que las Prácticas escolares resultan insustituibles si buscamos un acercamiento Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 32 directo a la realidad, pero también a través de metodologías como el estudio de casos o las observaciones de clases grabadas se puede propiciar un conocimiento que, aunque subsidiario, nos permitirá abordar algunas de las realidades de la enseñanza, y lo que es más importante, comentarlas, analizarlas y ofrecer alternativas, lo que resulta beneficioso en los procesos de formación que queremos desarrollar en la misma universidad. Durante el proceso de biografización llevado a cabo con el proyecto, se ha encontrado que la génesis social, cultural, económica, política y hasta religiosa de la mayoría de los maestros y estudiantes biografiados, están presentes en sus relatos y se convierten en elementos consustanciales en sus procesos de formación, tal como se aprecia en las distintas voces y casos registrados con los participantes en el proyecto. A manera de abrebocas, vale la pena presentar tres recortes de la vida de tres maestros con el propósito de identificar una tesis sencilla: Se es maestro por convicción. Los orígenes de los maestros son disímiles y en todos los casos esbozados en todo el libro, provenimos del mar y la tierra de los sueños y las esperanzas Luisa Balseiro (2008), una maestra alegre y dicharachera, pero orgullosa de sus orígenes y sus cualidades artísticas; maestra gestora cultural, recientemente “Lancera” del Cabildo de Getsemaní, en Cartagena de Indias, a través de su autografía, nos cuenta: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 33 Me crie al lado de una mamá que desbordaba alegría buen humor, siempre contestaba a las preguntas de los nacimientos de sus cuatro hijos con unas historias sólo creíbles por nosotros en la época de niñez; como por ejemplo: -La cigüeña nunca tuvo tiempo de aterrizar en la cama, sino en los lugares más difíciles del entorno (deja al recién nacido enganchado en el alambre de la cerca, en las orillas del arroyo, etc.) a mí me tocó sobre un árbol de mango frondoso, escucharon el llanto y me rescataron-. Me gustaba tanto ese cuento de los nacimientos extraños, que insistía en la repetición. Lo seguro del relato era la existencia del árbol en el patio de la casa y en el pueblo de San Onofre4. Como se puede notar en el relato, Luisa señala su procedencia y, al mismo tiempo, nos muestra algunas características de las personas nacidas cerca del mar, con todas las posibilidades que éste lugar mágico ofrece para jugar y aprender: Nací entonces en San Onofre, pero mi infancia estuvo rodeada de mar. Crecí en un pueblito costero en donde el elemento principal de recreación era el juego dentro del agua. Recuerdo una melodía que me emocionaba mucho, la jugábamos entre dos personas y decía así: — ¡Tío Pepe deme un bolo!-, — ¡muchacho eso está verde!4 Balseiro, Luisa. (2008) relato de vida. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 34 — ¡Tío Pepe démelo así!— ¡muchacho cógelo ahí!De los hombros del compañero de juego, me lanzaba a las profundidades del mar. Al emerger, los pescadores nos regalaban el bolo (patilla redondita y pequeña). Me sentía como el pez, casi todo el día en el agua. La primera pizarra donde aprendí a dibujar fue la arena mojada por las olas y el inicio de los problemas matemáticos consistieron en la repartición de caracoles, cangrejos y caracuchas con los amigos y amigas de infancia”5. La profesora Nidia Fontalvo, muestra las tensiones implicadas cuando la voluntad de un maestro es ser maestro, en contra de quienes subestiman la profesión. Ese de dónde vengo me explica lo que hago hoy, Nidia nos dice: La escogencia de mi profesión causó desconsuelo, sorpresa, desavenencia y desacuerdo entre mi papá, mi mamá y yo. Ellos habían decidido que yo terminara en Bogotá u otra ciudad de Colombia el bachillerato y luego estudiar economía, derecho o medicina, pero se inclinaban por esta última porque era una carrera de prestigio…Pero después de escuchar estas ofertas yo les manifesté a mis papás que quería ser maestra6. 5 Balseiro Luisa. (2008), relato de vida. 6 Fontalvo, Nidia. ( 2008), relato de vida Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 35 Tanto la biografización, como la autobiografización de los sujetos investigados en el proyecto, muestran que la decisión de ser maestro se toma al transcurrir del ejercicio docente y no como una determinación segura y convencida de lo que queremos ser. Así lo relata el profesor Rigoberto Carmona O. en un apartado de su autobiografía: Era tanto mi apego a la pesca que para que no me dejaran durmiendo cuando en las madrugadas los adultos salían de faena, yo optaba por acostarme en el boliche, ya que sin él no podían salir a pescar, eso les preocupaba a mis padres, pero a mí me fascinaba. Recuerdo que esas vivencias me permitieron conocer cuándo había vaciante o creciente en el mar, me permitió conocer a los morros que protegen a la Boquilla de las embestidas de los vientos y de las fuertes corrientes marinas; tuve la posibilidad de establecer el contraste entre un amanecer y un anochecer en el mar. En conclusión, mis expectativas de vida estaban fincadas en el mar, pero no terminé siendo un marinero. Qué contraste ser maestro cuando lo que se quería era ser pescador7. 7 Carmona, Rigoberto (2013). Relato de vida. Pág.3. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias CAPÍTULO 2 Relatos desde la tradición y la formación de maestros La Piragua, al vaivén de las danzas ancestrales Los textos que hacen parte de este capítulo se tejieron desde los múltiples colores que hacen parte de la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias. Todos esos colores están representados por las danzas tradicionales que, desde el año 1997, son puestas en escena en la ciudad de Cartagena por parte de los estudiantes normalistas, a través del CABILDO. De igual forma, en la textura del escrito aparecen contextos escolares distintos al actual escenario de la Normal, lo cual nos permite movernos entre las ideas de tradición, tradicionalismo y modernidad. En la búsqueda de las palabras que dieran cuenta de nuestros hallazgos, jugamos con la letra de la canción “La Piragua”, de José Barros y las letras del poema “Walking around”, de Pablo Neruda. Nuestra Piragua se siente en el vaivén de las danzas ancestrales y sobre todo en la cadencia de las caderas. Casi siempre, entre 4:00 y 6.00 p: m, en un día por la época de fiestas novembrinas, nuestra institución se toma la ciudad. A lo largo de cada año, 37 38 nuestros estudiantes danzan acompasadamente como lo hacen los remeros: Doce bogas con la piel color majagua y con ellos el temible Pedro Albundia en las noches a los remos le arrancaban un melódico rugir de hermosa cumbia. En las narraciones que realizamos tanto en la acreditación de calidad y desarrollo del año 2004, como en la de verificación de condiciones de calidad en el año 2010, se tomaron figuras que representaban nuestros trayectos de vida y el transcurrir de la escuela. En el año 2004 la Normal fue concebida como un barco y en el año 2010 tomamos el mar como telón de fondo. Entre una y otra acreditación nos quedamos estáticos, como si el paso del tiempo no pasara. Como si dormitáramos en el tiempo: Doce sombras, ahora viejos ya no reman ya no cruje el maderamen en el agua solo quedan los recuerdos en la arena donde yace dormitando la piragua. Igualmente, desde el ir y venir desordenado de nuestra investigación, acudimos al estilo del poema de Pablo Neruda “Walking around”: Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos con furia, con olvido pasó, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia y patios donde hay ropas colgadas de un alambre Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 39 calzoncillos, toallas y camisas que lloran lentas lágrimas sucias. Narraremos lo que maestros en ejercicio y en formación de la ENSCI fueron diciendo y escribiendo durante un período que se pierde en los tiempos. Para narrar fue indispensable escribir, leer y pensar. Dichos actos se dieron de manera discontinua. Surgieron y se sostuvieron en el caos; luego vino el orden. Escribir, leer y pensar ocurrieron como movimientos caóticos en medio de las afujias de nuestros tiempos. De unos tiempos en los cuales el escritor cuenta sus propios extravíos: El proyecto de investigación tuvo las vidas que cada uno le fue dando. Fue guardado y dejado en los archivos. Pasaron fragmentos del mismo entre las carpetas. Y la información era abandonada ante la imposibilidad de darle una forma distinta. La forma exigente de un texto que contara las vivencias, no sucedía. Surgió el miedo a decir lo que no encontramos y el temor sincero de aceptar que no era tanta la hermosura. No sabíamos que estábamos infectados por la peste del olvido. Lo mucho o lo poco que escuchamos, se quedó sin ser aprehendido, sin poder conocer sus significados. La sensación de abandono, y también la de encuentro y reencuentro, hizo parte de la vida del proyecto. Se resaltaban aspectos superficiales: los lugares comunes de una escritura sin sentido. Luego de largo tiempo, sucedió que el texto tomó vida y formas nuevas, nada acabado. Lo minúsculo empezó a mostrarse. Lo Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 40 microscópico tomó fuerza y empezó a ser perceptible en los entresijos del texto. El texto, también bebe de la voz de Eduardo Galeano. Él, en Las palabras andantes, escribió historias cortas, escritas a su medida. Sus otras historias son igualmente precisas, preciosas, perspicaces, profundas. Es difícil saber cómo las escribió; solo él en su saber, sabía. No es posible imitarle ni seguirlo. Es posible hacer intentos para escribir como él y como uno, sin él. Lo más difícil es alcanzar el sentido histórico de sus textos. Estos adquieren tal verosimilitud, tal credibilidad, que el lector le cree. Y él, creyó en lo que encontraba, en lo que recogía en su saco tan lleno de recuerdos. Los recuerdos, aquí, los dejamos saltar y los vamos dejando como palabras. Palabras escritas al vuelo, libres de cualquier pretensión de verdad: del peso de la certeza. Galeano escribió para que el otro lea. Fue liberando las palabras. Fue y vino en un juego de denuncias, anécdotas, sentimientos, momentos, instantes de su vida y la de otros. Tomar a Galeano como uno de los referentes para escribir quiere decir que se confía en el lector oyente y no en el receptor. De allí el esfuerzo por encontrar la música y el tono apropiados. Escribir y escuchar al mismo tiempo al lector. Pulcritud y Corrección en la formación de maestras Como ya lo expresamos antes, de los relatos de vida de varias maestras de la ENSCI en el año 2004, se concibió el texto: “Sol naciente y sol poniente”. De él se toma el siguiente apartado, con el propósito de proyectar la mirada hacia tiempos y espacios que les Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 41 servirán a los lectores para pensar qué tanto ha cambiado el concepto de formación de maestros de ahora, respecto a las concepciones y prácticas que les dieron forma a algunas de nuestras protagonistas: Isabel Reyes es una de los nueve hermanos de una familia que se vino del campo; su padre se quedó en su tierra natal. Al comienzo fue difícil; gracias a Dios salieron adelante. Se formó en la Normal de Cartagena de Indias y recuerda, sobre todo, el uniforme y sus sentidos: Fueron seis años llenos de esperanza, vestida con ese uniforme blanco marinero que todavía se lleva, difícil de conservar sin manchones ni arrugas. Era difícil mantener sus pliegues en la misma posición. En ese entonces me decía: es blanco porque éste nos representa limpieza, pulcritud; marinero por ser la ciudad del puerto marítimo. Los hiladillos representaban el horizonte que el marinero sueña alcanzar después de atravesar mares, unas veces tranquilos y otras en suspenso. Hoy pienso que el blanco es la suma de todos los colores, y el maestro es la suma de nuestros saberes; los hiladillos representan las líneas de investigación del Normalista actual. El blanco es símbolo de pulcritud, de pureza, de dignidad, de moral de la época estudiantil de Isabel y Sixta Cogollo. En los detalles de una época está el sentido del hacer, sus valores, sus costumbres y una idea acerca de la educación. Por eso, resultan agradables anécdotas como la de Sixta para saber cómo se pensaba antes y un tanto para añorar el pasado: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 42 Gozaba mucho en las horas que practicábamos voleibol en el patio pequeño de tierra negra de la escuela; debido a esto, en mi maletín cargaba medias, betún Griffin, según el caso, ya que después de las jornadas de juego las medias dejaban de ser blancas por culpa del sudor y la tierra negra. Por lo tanto, para salir tan pulcra como entraba, debía cambiarme para dar muestra de mi pertenencia por nuestra Institución. Una anécdota que les he contado y les cuento a los estudiantes es que era tanto mi interés por mantener y llevar mi uniforme incólume, que no me sentaba en el bus para no dañar los pliegues de la falda y al sentarme en el aula de clases los plegaba con mucho cuidado antes de hacerlo. Añoro aquellas jornadas cívicas y religiosas en las fechas importantes donde asistía con mucho respeto e interés. Recordar los distintos lugares de la Normal, los habitantes de la Institución, los compañeros idos, los seres queridos, el sinnúmero de cambios y amenazas que han sucedido, nos coloca ante una historia incierta y rica, regocijante y melancólica. Con doña Matilde Pérez de Aiyón [Rectora de la institución en ese entonces] la imagen del maestro corresponde al respeto y al buen ejemplo que deben caracterizar la profesión docente. Esas eran las condiciones para formar al maestro integral tal y como nos lo deja entrever Ana Carmela Munera: Siempre exigiéndonos respeto, responsabilidad, comportamiento y buena presentación formal, Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 43 desde el arreglo del cabello hasta la limpieza de los zapatos. También recuerdo a mis profesores vestidos con chaqueta y sombrero del mismo color de los zapatos: Fernán Caballero Vives, Lisandro Romero Aguirre y don Simón J. Vélez. Las normas de la Escuela Normal eran estrictas en aquella época; el horizonte de formación consistía en cumplir con todas las exigencias; existía una visión mecánica en los procedimientos, una visión reguladora del comportamiento. El espacio, una vieja casona en el centro, en la calle Gastelbondo; un lugar de silencio y quietud, correspondía a la idea de formar al maestro de bien, según cuenta Luisa Balseiro, para entonces estudiante normalista: Acepté las normas de ese tiempo, me uniformé y seguí el régimen que se planteaba: ajustar severamente al practicante, leer y releer las planillas buscando los errores y pasar de curso en curso, primero, segundo, tercero cuarto y quinto grado dentro de una vieja casona colonial oscura, sin patios ni jardines. Las escuelas normales tienen un carácter muy distinto a las demás instituciones educativas. El contacto de los estudiantes con asuntos relacionados con la enseñanza hace de la Normal algo especial. Ana Carmela describe así el proceso de formación docente: Nuestra práctica pedagógica en el transcurso de los 6 años de estudio, fue primero de observaciones que hacíamos en los grados tercero Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 44 y cuarto de bachillerato en la anexa, como una adaptación a las aulas, a los estudiantes, a las maestras consejeras; ver cómo se dictaba una clase, conociendo los procesos metodológicos y cómo controlar un grupo. Luego pasábamos a la segunda etapa que se llamaba ayudantía. En ésta aprendíamos a elaborar material didáctico como el tarjetero, cartulinas, hacer las diferentes clases de letras (moldes) cuidando los cursos en compañía de la maestra y realizando actividades, ya fueran designadas por la maestra o creadas por nosotras de acuerdo a la situación presentada. Ya en quinto y sexto hacíamos las clases con los estudiantes. [Las maestras] nos entregaban los cursos hasta por 15 días y nos daban los temas que debíamos preparar para desarrollar en ese tiempo; lo hacíamos en libretas grandes, allí plasmábamos las actividades que se realizaban en cada una de las partes de una clase que eran la introducción, desarrollo, evaluación. Los viernes nos revisaban estas planillas como las llamábamos y nos corregían con lápiz rojo todos los errores para empezar los lunes con nuestro trabajo pedagógico. El sentido del hacer educativo era, en ese entonces, un proceso riguroso de control, de seguimiento, de puesta a prueba. Al maestro en formación se le señalaban los errores delante de los mismos estudiantes. Había un escarnio público por las fallas de la practicante y la vergüenza consiguiente por no haber hecho bien las cosas. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 45 Todavía hoy vemos la amalgama de formas que constituye la Escuela Normal cuando vemos a sus maestros y estudiantes. La voz recia de Ana Carmela, su imponente estatura, su convicción como maestra. Ella Considera que ahora las cosas son distintas, pues, los estudiantes reciben una mejor fundamentación pedagógica: A nosotras se nos exigía más en la presentación personal y en la disciplina. Teníamos un uniforme especial para la práctica pedagógica, era el mismo de hoy en día pero el largo iba más abajo de las rodillas y era especial porque sólo lo usábamos el día de práctica. Los maestros hacían una clase modelo haciendo énfasis sobre todo en la introducción para motivar al estudiante. Eso sí, doña Matilde nos exigía el uso del corpiño para que no se nos vieran las tiras del brasier; nos metía un pellizco cuando no lo traíamos. Íbamos a misa y permanecíamos de píe durante toda la hora. Nos vigilaban incluso por fuera del colegio. Si nos veían por ahí con novios por donde paraban los buses que iban a los distintos barrios y pueblos, en el sector donde hoy queda La Matuna, al otro día nos llamaban y tocaba aceptar y llevar al muchacho al colegio para presentárselo a los papás para que lo supieran y cuidaran a la muchacha. Puede apreciarse una labor de amoldamiento que tiene un fuerte componente moral y un respeto profundo de la norma. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 46 Luisa Balseiro de Tijera: Cultura y Jolgorio en la escuela. Luisa nació en Berrugas, un corregimiento de San Onofre (Sucre). Allí aprendió a sumergirse en el agua del mar. Jugar y cantar le dieron forma a Luisa. En sus movimientos incorporó los materiales que la rodeaban, la riqueza natural que la hizo única e irrepetible. Para ella y sus amigos, la arena de mar se convirtió en el material que curaba las heridas, el tablero de sus primeros aprendizajes, la superficie en que aprendió a ser feliz para siempre. Sentada en las piernas de su tía, maestra de escuela, también llamada Luisa, ella jugaba a ser maestra. Con el transcurrir de los años su tía sucumbió a la vejez y al olvido. Sólo las canciones de viva voz de su sobrina la hacían despertar del letargo de sus 93 años. Luisa se hizo niña en los brazos de la memoria y el olvido, fue marcada por las huellas de lo que el mar se va llevando y va dejando. Los padres de Luisa no querían que siguiera el camino de su pariente pues, en el ideario de aquel tiempo, cualquiera podía ser maestro: la bobita, la maluquita, la cojita. Además “sí estudias magisterio morirás arruinada y soltera”, según le advertían. En unas vacaciones, Luisa viajó a Cartagena a estudiar en la Escuela Normal Piloto donde aprendió pedagogía; luego fue nombrada maestra en el sector oficial. A pie desnudo se zambulló en la vida con los estudiantes: Visité Isla Grande en sus fiestas patronales, Madrid, la Prasca y otros caseríos, transportándome algunas veces en chalupa; acompañada por el Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 47 jefe y otras ocasiones por los estudiantes. Esas salidas exploratorias, recibían la censura de las compañeras de trabajo; quienes no se atrevían a refrescar los pies en las orillas del Río Magdalena que las vio nacer, ni a salir de excursión con los estudiantes, pues se les desordenaba el grupo, relató ella. Nuestra protagonista cuestionó la inmovilidad en la escuela, la pesadez misma del encierro, la incomodidad de las sillas y ante todo, la rutina escolar. Su espíritu artístico, el de quien gusta de la música, el teatro, la poesía, la danza, le permitió crear escenarios de formación a partir de su propia formación: Al pasar el tiempo me fui encontrando conmigo misma, ese encuentro de sí, que le permite al maestro dar sentido a sus prácticas, y yo lo encontré al ir desplegando el conocimiento del aula al barrio hasta articularse a un contexto sociocultural más amplio. Surgen nuevos espacios de aprendizaje, se rompe con el asignaturismo, y se fortalece la reflexión sobre los saberes populares y las raíces ancestrales, ahí encontré nuevas formas de vivir la escuela, me gozaba el día a día sin rutina, ni rituales. Antes de encontrarse consigo misma, Luisa actuó de la misma manera como lo hacían las demás maestras asesoras en la Escuela anexa No. 1, a la cual llegó en el año 1968, trasladada por su propio esposo, quien era el jefe del Distrito Educativo: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 48 Lo más relevante de la enseñanza pedagógica eran las estrategias que el normalista utilizaba en el proceso de la clase, donde se complacía más al maestro consejero, que al niño motivo del aprendizaje. Noté que en ese “cuartel del temor” había que seguir la ley de las maestras veteranas y la familiarización con el vocabulario frecuente: no sirve, no me pasa, repita y repita la planilla, toda la verdad se centraba en ellas y en los programas o guías alemanas. El alumno practicante no se podía olvidar de lo que había escrito con anterioridad, me sentía también como una practicante más, guardé mis sonrisas y me mantuve uniformada por mucho tiempo, escribió Luisa. Infundir miedo ha sido una práctica de formación que marca los gestos de los estudiantes, tal y como lo puede experimentar cualquier maestra en formación: Una vez, cierta joven practicante se acerca a corregir la planilla y no muestra su rostro. Le pregunto ¿por qué? Con rabia me contesta:- Su rostro me produce temor- Cuanto agradecí a la estudiante la forma de describirme, esa reacción me ayudó a encontrarme con el verdadero significado de mí profesión, relata Luisa. El miedo ha sido cultivado de distintas formas, tanto en la Escuela como en la Iglesia, tanto por maestras y maestros como por curas, Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 49 monjas, pastores y pastoras. Muy seguramente muchas niñas y niños de hoy no escapan de estos peligros: Empecé formalmente a estudiar la primaria en el colegio Santa Clara, dirigido por monjas Franciscanas vestidas con atuendos negros, muy rígidos en sus costumbres y altamente peligrosos en la enseñanza de la religión. El diablo y el pecado era tema obligado en sus conversaciones. Encontrarse con Luisa es como conocer un ser alado capaz de descifrar los signos8 que emitían sus maestros y el amor de su vida. En sus recuerdos, los movimientos sutiles del maestro acompañaban el decir y quedaron mejor grabados que las palabras dichas: Admiré y seguí las orientaciones del Licenciado Aníbal Bustos, q.e.p.d., quien con solo mirarlo se le reconocía su calidad de vocación; su profesión de maestros de maestros la transmitía con gusto, espontaneidad y sencillez, compartiendo el conocimiento con creatividad e insistiendo en la importancia del material didáctico para cada una de las clases que se debían realizar. Al exponer sus 8 Según Holderlin: Somos un signo por interpretar. Los gestos del cuerpo dicen tanto como las palabras. Incluso lo contrario. La palabra va al lado del gesto. En el año 2009 Jesús Alberto Echeverri, en la Normal de Copacabana (Antioquia) nos dijo que como maestros, emitimos signos. “Uno antes de decir algo como maestro ya está emitiendo signos de maestro, un segundo antes de hablar, ya uno es maestro y dispone o no a los estudiantes para prestarles atención y para que ellos presten atención. La pedagogía sirve para desbloquear las relaciones entre maestro y estudiantes. Qué tal que yo llegue y regale flores, ese es un signo.” Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 50 temas tenía un hábito frecuente: mecánicamente colocaba en el bolsillo de su camisa el dedo índice y el pulgar a manera de pinzas para sacar imaginariamente una tiza, escribió Luisa. El amor de la vida de Luisa fue el jefe del Distrito Educativo: el profesor Tijera, quien la nombró como maestra en Magangue y luego la desposó: 1968 fue el tiempo de grandes decisiones en mi vida: hubo matrimonio; “por fin”, casaron a la mariposa y al gran tenorio de maestras. La boda se realizó en el pueblo con bombos y platillos, deje amigas y amigos, recochas y demás arandelas, para consagrarme a dar felicidad como lo manda la Santa Madre Iglesia. Nos contó la profesora Luisa. Nidia Fontalvo Rivera: Escuela e Infancia. La profesora Nidia Fontalvo Rivera, a través de los años, estudió cuanto estuvo a su alcance con el firme propósito de mejorar los ambientes escolares. Estudió música en la Escuela de Bellas Artes; se graduó como experta en educación preescolar en el Colegio Mayor de Bolívar; hizo una licenciatura en educación preescolar en la Universidad de San Buenaventura; se especializó en educación sexual en la Universidad Antonio Nariño en Cartagena y otra en educación personalizada, a distancia, en la Universidad Católica de Manizales. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 51 Nidia disfrutó su niñez en el Carmen de Bolívar. Eran los tiempos en que Manuel Fontalvo Cabrera y Dilia Rivera Montes, sus progenitores, cumplían con el mandato cristiano de traer hijos al mundo. Su niñez se parece a la de aquellos que tienen o tuvieron la oportunidad de conocer de cerca los pueblos de los Montes de María: De niños, nuestras vidas transcurrían entre la ciudad y el campo. Cuando nos íbamos para una finca que mi papá tenía, llamada “El Silencio”, disfrutaba cada momento estando en contacto directo con la naturaleza; allí los totumos se convertían en ganado, las flores del plátano eran la carne y las botellas los compradores de los productos. Viví, como todos los niños, un mundo lleno de curiosidad y fantasía, explorando y descubriendo todo lo que había a mi alrededor, dándole vida a lo inanimado, elevando cometas en compañía de mis hermanos, cazando unos pajaritos llamados Fifí que eran muy rabiosos y no soportaban el encierro, por eso se morían. Solíamos irnos a escondidas para coger las patillas partirlas y comernos sólo el corazón, como decían los campesinos. Me encantaba visitar la molienda porque podía colocar la caña en el trapiche para sacar el guarapo con que se fabricaba la panela, relató Nidia. La formación de la profesora Fontalvo, en su niñez y adolescencia, estuvo marcada por ideas religiosas tanto en el hogar como en la Escuela. Estudió en el Colegio Nuestra Señora del Carmen,(En el Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 52 Carmen de Bolívar) dirigido por monjas Franciscanas y luego fue enviada como interna a la Escuela Normal la Merced de Yarumal (Antioquia), dirigida por hermanas Terciarias Capuchinas dedicadas a la formación de maestras. Durante la niñez, jugó a ser maestra al lado de la Hermana Anselma; una modelo de maestra. Desde las vivencias compartidas por ambas, la niñez significaba poder tirarse al suelo y divertirse: Por eso no perdía oportunidad para irme al Kínder a acompañar a la Hermana Anselma quien era la maestra de los más pequeños. ¡Qué bien me sentía en ese espacio pedagógico!, en segundos, el salón estaba lleno de tigres, gatos perros, caballos, y luego salíamos por todo el colegio transformados en seres imaginarios, disfrutando de ese mundo fantástico, recordó Nidia. El mundo de la imaginación surge de maestros que suelen acompañar la vida de niñas y niños. Maestros, muchas veces sin título, que portan saberes ancestrales, saberes que pasan de boca a oído. En el caso de Nidia, su abuela paterna constituye lo que, desde las ideas de Jesús Alberto Echeverri, es una maestra relámpago: María cabrera era una viejita chévere,consentidora, siempre mantenía buen humor; pasaba cantando, componiendo poesías, rimas y refranes que utilizaba para darle respuesta a cualquier hecho de la vida cotidiana. Por eso, si alguien le respondía Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 53 con prepotencia, con autoritarismo o de manera altanera, por algún desacuerdo, ella le decía: “De que te vale tu orgullo y tu tanta petulancia, andas en la ignorancia creyendo que el mundo es tuyo”. En los ratos libres me narraba leyendas como El Caballo sin Cabeza, La Pata sola y la Llorona del otro Mundo. Junto con mi mamá ocupó un lugar importante en mi hogar, nunca aprendió a cocinar pero le decíamos “Pata e’ Perro” pues le encantaba viajar, muchas veces me pedía que la acompañara y como yo en estos momentos estoy en la misma tónica, [en] mi familia me dicen: “María Cabrera”, nos contó Nidia. La profesora Nidia fue una niña inquieta, desobediente por naturaleza. Se vio obligada a escribir con la mano derecha pues ser zurda en su época, era anormal. De igual manera, aunque académicamente era sobresaliente, sus maestras no sabían dónde ubicarla, si en la fila de las malas, las regulares o las buenas, debido a su indisciplina. Ella hacia el esfuerzo por obtener billete de honor para pasar a la fila de las “buenas” aunque sus mejores amigas estaban en la fila de las “malas” o regulares, hileras a las cuales regresaba. Nidia sabía de bromas, de burlas, de risas. Debido a la gracia que le provocaba uno de sus maestros, dejó de estar en varias ocasiones en cualquiera de las tres filas. Nidia lo recordó así: … La entrada del profe al salón era toda una ceremonia, llegaba con el libro debajo del brazo o abierto como si estuviera leyendo, subía a la Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 54 tarima, alzaba la cabeza y se quedaba mirándonos; luego empezaba a hablar en inglés en tono semicortado demostrando mucha inseguridad: _¡good morning classss…!_ Repeat. Esta actitud me causaba mucha risa, por eso siempre me preguntaba o me sacaba del salón, tal vez porque había logrado leer una risa burlona o por los disparates que le respondía; nunca olvido cuando me mandó leer los números en inglés, yo empecé diciendo one [leído como en español] y él me dijo: “siéntese y tiene un one”… Risas en todo el salón, Escribió Nidia. La profesora Fontalvo conoce de manera excepcional a niñas y niños, disfruta de sus ocurrencias, registra sus palabras, gestos, sentimientos. Se preocupa por la niñez y destacó su sinceridad en el siguiente apartado de su autobiografía: Unos ojos llenos de asombro frente a cosas sencillas; una sonrisa dulce, un abrazo que te hace despertar lo más sensible, algo de adentro. Así son los niños: ese que un día se acerca con una flor y me dice: “Seño es para ti”, o aquella que viene corriendo se levanta el vestido y con la ingenuidad que caracteriza a los niños me dice: “tengo pantaletas nuevas, mira qué bonita, mi mamá me la compró”. Se encuentra también aquella que llega llorando porque su papá no le dio el millón de pesos que pidió la seño para comprar los dulces del festival, o ese que coge su Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 55 merienda y me dice; “Seño te la regalo”, aunque después me pide que se la devuelva. Confundido entre todos, está aquel que llega calladito se sienta en el puesto a esperar que lo llamen para iniciar las actividades del día. Y en cualquier lado del salón está el reconocido por el grupo, ese que me deja desarmada, sin experiencias, sin teorías, sin estrategias para abordar la problemática que lo está afectando: corre, pega, pellizca, grita, muerde, escupe, daña trabajos, se sale del salón, me dice Hijueputa, malparía, y yo sin saber qué hacer, a veces desesperada, malhumorada, otras veces comprensiva, amable, tolerante, poniendo en juego mi pensamiento creativo y buscando ayuda para sacar adelante a esta personita, quien después de tener este comportamiento, se me acerca como si nada hubiera pasado y me pregunta:¿Seño me porté bien?” Nidia empezó a trabajar como maestra en la Escuela Rural Mixta La Canalita en pleno corazón de Turbaco. Allí fue nombrada en el año 1971, en medio de uno de los paros más largos y polémicos en la historia del magisterio colombiano. Para ese entonces, se llegaba a la mayoría de edad a los 21 años. Nidia encontró entonces al primer reto de su vida, darle forma a aquello “llamado escuela: De escuela solo tenía el nombre, estaba abandonada, sin ninguna documentación que diera información sobre ella, sin baños, los salones oscuros, el tablero hecho pedazos, unos Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 56 pupitres bipersonales, tan pesados que tenían que moverlos entre dos estudiantes; el patio de recreo ocupado por burros, lleno de malezas y sin paredilla. Iniciar mi carrera docente era empezar a enfrentarme a un grupo de cuarenta y cinco muchachos entre los doce a los diez y nueve años, cursando segundo y tercero de primaria, en extra edad; pues, sus padres como la mayoría, eran analfabetos; no habían tomado conciencia sobre la importancia de la educación y por eso no se preocupaban por ponerlos temprano en el colegio. Nidia le enseñó a sus estudiantes a verse distintos, más allá del lenguaje cotidiano, más allá de sus propios nombres: … lograron identificarse por sus nombres, pues recuerdo que, cuando llegué, todos se llamaban por sus apodos como: el Medio Ahogao, El Rayao, El Bocón, El Tragantao, El Burrito de Totumo y muchos otros que casi siempre eran motivo de discordia. Para transformar el ambiente escolar, Nidia recurrió a un trabajo en colectivo con los estudiantes y les dio participación en el proceso de aprendizaje y enseñanza: Juntos, con ellos, elaboramos un programa con todas aquellas actividades de su interés relacionadas con lectura, escritura, matemáticas Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 57 y arte. Fue una tarea de mucho compromiso y tesón pero con grandes satisfacciones. En los dos años que trabajé en esa institución se lograron cambios de actitud en los muchachos y esto se observó en su comportamiento; se interesaron en hacer sus tareas, en cuidar de la escuela, eran quienes elaboraban los materiales de enseñanza, se ayudaban y respetaban mutuamente. Nos relató Nidia. La idea que se tiene acerca de la niñez como un estado de dependencia en todos los sentidos; la realidad de una niñez abandonada y sometida a todo tipo de abusos, requiere de maestras como Nidia, capaces de leer en los cuerpos de niñas y niños, las cicatrices del alma. En dicho sentido, las siguientes palabras de Jesús Alberto Echeverri, cobran significado para la vida de cualquier maestro: Por más que haya aparatos que sirven de medio para la relación maestro estudiante, nada remplaza la relación que se establece de boca a oído. Hay que tocarles el corazón a los estudiantes para curarles las heridas…Entonces los estudiantes, los niños traen heridas y hay que curárselas, hay que hacerlas visibles. Nidia fue trasladada en el año 1974 a la escuela Hijas de María, en el Barrio Olaya Herrera en Cartagena de Indias como maestra de primer grado. La escuela mitad material, mitad madera, fue el espacio para observar los rostros de los estudiantes: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 58 Los niños y niñas con quienes inicié mi trabajo no contaban con los elementos mínimos para estudiar y venían siendo educados sobre la base del castigo. El primer día que llegué al aula observé un ambiente hostil: niños con las caras frente a la pared, algunos arrodillados y otros haciendo planas. Relató Nidia. En aquel espacio, la docente retrató el rostro de un niño que a la edad de 8 años enfrentó la vida como un adulto: “Recuerdo a Juan, muy triste, que por todo protestaba y que a la edad de 8 años ya trabajaba cuidando a una señora, tenía la responsabilidad de ayudar a la mamá en la crianza de sus hermanos…” La niñez, en lugar de ser vivida con alegría, aparece condenada al castigo y al trabajo. Una estrofa de la poesía El niño yuntero de Miguel Hernández, poeta español, retrata lo que queremos decir: Nace, como la herramienta, a los golpes destinado, de una tierra descontenta y un insatisfecho arado. En el año 1975 por reconocimiento de la labor ejercida en la Escuela de Turbaco, Doña Leonor de Guerrero, jefe de División de Educación del Departamento, trasladó a Nidia de la escuela…en Olaya Herrera a la escuela anexa Antonia Santos para desempeñarse como Maestra Consejera y con la misión de organizar el Preescolar. La descripción del espacio escolar dice acerca del tiempo escolar detenido. Este tiempo es una muestra de la corrosión y corrupción Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 59 en el plano administrativo. La directora de la institución, Gladys Bustillo de Guardo, le señaló a Nidia el espacio de trabajo: “Para iniciar con este nivel me dijo, hay disponible un salón lleno de pupitres inservibles que debes desocupar y hacer una reunión con los padres de familia para conseguir [a] los niños…” En los relatos escritos de Luisa y Nidia, aparece un lugar común, la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias. A través de su mirada es posible vislumbrar los tres siguientes recortes de la realidad escolar. La escuela detenida En la escuela, la noción de tiempo y espacio es muy diferente a la que viven los niños en sus comunidades. Las vidas de Nidia y Luisa pueden servir para analizar en qué consiste el tiempo y los espacios escolares. Cada paso en la vida de Nidia se ha dado por el amor que profesa hacia la niñez. Cada paso hace parte de su memoria, así como lo canta Pablo Milanés en “El tiempo, el implacable, el que pasó”: Cada paso anterior deja una huella que lejos de borrarse se incorpora a tu saco tan lleno de recuerdos que cuando menos se imagina afloran. La vida de Nidia Fontalvo se entrelazó con la vida de Luisa Balseiro en la Escuela Antonia Santos; en aquel entonces, escuela anexa a la Normal. Es fácil entrever que desde el primer momento, Luisa se dejó conocer, tal y como es, en el relato de Nidia: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 60 Fui ubicada en la Escuela Antonia Santos aún sin tener los requisitos para trabajar en una Anexa a la Normal como era estar clasificada en primera categoría y tener cinco años de experiencia. Ese día llegué muy temprano, sólo estaba el celador que vivía allí con su familia. Al rato empezaron a llegar los niños, las maestras y la directora Gladys de Guardo. Empecé a hacer lectura de todo lo que allí sucedía: Observé también la llegada de una maestra de baja estatura, gordita, con poco cabello pero llevaba cola de caballo, muy descomplicada, tenía un arete largo y uno corto, con unos libros debajo del brazo, refiriendo anécdotas, ella y las demás se reían a carcajadas… La idea de “lo viejo”, se comprende en la descripción que hizo Luisa acerca de su llegada a la anexa No 1: “…localizada en una vieja casona colonial del centro de la ciudad amurallada [calle Gastelbondo], muy cerca a la Normal Piloto de Bolívar.” El aspecto sombrío y autoritario de la Escuela se relaciona con el imaginario forjado de la maestra de primaria, no muy lejano de la realidad de aquellos tiempos: Una mujer de edad avanzada, con una moñona, una regla en la mano y el atuendo lo complementa un faldón, por lo regular de colores oscuros, un camisón blanco de manga larga y un bolso en el cual cargan de todo. Aquella imagen desgastada de la maestra se sostiene igualmente en una concepción cerrada del tiempo de clase. Tiempo que de acuerdo con Nidia, permaneció inamovible durante 30 años: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 61 La clase tenía unos espacios y unos tiempos. Estos eran milimetrados y debían cumplirse tal como se programaban: cinco minutos de motivación, treinta de desarrollo y diez de culminación. No distribuirlos bien era motivo para bajar la calificación. Al evocar a Pablo Milanés, él nos hace pensar sobre el tiempo detenido cuando canta: Aferrarse a las cosas detenidas es ausentarse un poco de la vida. La vida que es tan corta al parecer cuando se han hecho cosas sin querer Nidia nos hace tomar conciencia de que mientras para el maestro el tiempo se detiene, para los niños es movimiento: “En esas dos décadas [70 y 80] nos detuvimos en el tiempo. Este corría a mil velocidades y con él los niños y jóvenes; mientras nosotros nos quedábamos rezagados frente a esta realidad.” Los trayectos de vida de Nidia ofrecen una mirada amplia para hacer contrastes y llegar a saber que las prácticas escolares pueden permanecer estáticas durante mucho tiempo. Así los espacios físicos sean distintos, las prácticas de formación cargan con las costumbres de varías épocas9. Y, sí dichas prácticas corresponden 9 Los cambios en el Sistema Educativo Colombiano obedecen a cambios de nombre, tanto de quienes lo orientan a nivel nacional o local como de quienes influyen en la política educativa. En el ir y venir de una idea a otra se pierde el sentido de la acción educativa, se pierde el significado del hacer. Las instituciones educativas viven las coyunturas del momento y los maestros nos vemos abocados a entrar en la horma del cambio propuesto e impuesto. Para retratar tales situaciones vale la pena citar una anécdota de Luisa Balseiro: “Traigo a colación Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 62 a aquellas que se relacionan con la formación de maestros, quiere decir que hablar de cambios en el sistema educativo, es apenas “un decir”: El rol de Maestra Consejera, me posibilita hacer un contraste de la práctica docente desde tres contextos diferentes: La Escuela Normal donde estudié, la Normal donde actualmente trabajo y el Colegio Mayor de Bolívar donde estuve vinculada durante 18 años. Observo que esos tres escenarios no sufrieron transformaciones durante las décadas de los setenta, ochenta y noventa a pesar de que los enfoques utilizados para la formación del maestro, eran diferentes y muy rigurosos. Una escuela trashumante Al decir de Luisa, los maestros de la Escuela Normal Superior de Cartagena somos como seres trashumantes; pues, a la institución se le ha cambiado de sede y de nombre en diversas ocasiones. En ese ir de un lugar a otro, los espacios físicos y el ambiente social marcan la realidad escolar. Según lo relatado, entre 1970 y 1980, la Normal perdió su sede. Empezó el desarraigo y del centro, las anexas pasaron a otros barrios. Sin embargo, el ambiente de la Escuela Normal cambió cuando entre sus maestros se crearon lazos de amistad y de trabajo creativo: la anécdota de una practicante a la cual le pregunté ¿Por qué arrastras los pies con dificultad al momento del desarrollo de la clase?, ella me respondió -estos zapatos no son míos tuve que prestarlos para venir a dar las clases”. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 63 Dos años después, fui trasladada a la Concentración Antonia Santos en donde se respiraba un ambiente y energía diferente. La directora Marlene Agudelo irradiaba alegría, positivismo, comunicación y disposición para actuar en bien de los estudiantes y compañeros. Sucedieron tantas cosas agradables tales como: bodas, primeras comuniones, bautizos, excursiones que nos permitieron estrechar lazos de amistad y comadrazgos que todavía perduran. Afloraron los talentos de compañeras en el arte de declamar, escribir, decorar jardines, organizar eventos; era una forma agradable de establecer relaciones que, de alguna manera, salpicaban y humanizaban la práctica pedagógica. Mi pasión era la de hacer coplas, destacando las cualidades y defectos de los compañeros o describiendo las cotidianidades del quehacer escolar. Relató Luisa. De la idea de la pequeña escuela que acoge a las familias, se pasó a las grandes concentraciones: …en el año 1.982 nuevamente nos trasladamos de Antonia Santos a la Concentración Educativa Alberto Elías Fernández Baena, a través de un decreto emanado por la Secretaria de educación de ese entonces, sepultando la razón social de la Normal Piloto de Bolívar y hasta su tradicional jumper a cuadros, similar para todas las escuelas oficiales del departamento. El título Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 64 que recibían los graduados sería el de Bachiller Pedagógico. En esa fatal mudanza, perdimos tantas cosas: Un hermoso piano de cola, un baúl repleto de instrumentos musicales (cajas chinas, xilófonos, triángulos, flautas, panderos, etc.) necesario para las clases de música y las famosas ollas donde hacíamos el sancocho de ángeles somos. Relata Luisa. La concentración educativa Alberto Elías Fernández Baena tiene un espacio físico amplio y una gran riqueza natural. Está ubicada en el Barrio El Bosque. Luisa recordó que en los salones había tarimas. Estas servían para ubicar en un lugar alto al maestro por encima de los estudiantes. En aquel lugar Doña Judith de Baena, le ofreció dar clases de títeres en el Bachillerato pedagógico. Para dicha época una maestra de primaria no podía dar clases de bachillerato. Luisa, acostumbrada a deleitarse en los paisajes naturales, describió el espacio físico de aquellos tiempos: La Normal escondida, disfrazada y con una identidad pedagógica debilitada, en una colina del Bosque, en el singular y hermoso paisaje rodeado de árboles de caucho centenarios y de animales indefensos (iguana, búho, lechuzas) vuelve a empezar. Renace en ese lugar, el inmenso espacio. La tranquilidad reinante despierta en mí la necesidad de escribir e impulsar la literatura en los niños. Son muchos los poemas guardados Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 65 en el baúl de San Alejo, en donde se refleja la emoción, la sensibilidad por las cosas cotidianas que encierra toda la cultura de la escuela. Esta aptitud literaria era compartida con los niños y niñas quienes participaban en los eventos literarios programados en la ciudad, logrando siempre los primeros puestos. Ni siquiera la Escuela formadora de maestros ha escapado al desdén administrativo para proveer a tiempo espacios adecuados para la educación de la niñez cartagenera. Según Luisa: … 2003 y 2004 fueron los años luz para la Normal, porque recibió de parte del Distrito su planta física, logrando con esto identidad, reconocimiento y pertinencia social. Yo me sentí halagada y feliz con esta adquisición porque no concebía que después de encontrarnos en un local como [La Concentración Educativa Alberto Elías Fernández Baena] con todas las comodidades, hubiésemos ido a parar al colegio del Terminal, en condiciones tan infrahumanas, sobre todo los niños pequeños quienes cuando se sentaban en los pedazos de sillas que había en esa institución, parecían unos muñecos de trapo; adoptaban para sentarse cualquier posición y sus piernas les quedaban una en Cartagena y la otra en Cali y, si hablaban, allí estaban los mosquitos para taparles la boca. La Normal de Cartagena, a diferencia de muchas otras Normales en Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 66 el país, ha tenido que sobrevivir en espacios físicos desfavorables. En el relato de Luisa se retrata el padecimiento de tres años, previos a la llegada a la sede actual, en la Séptima etapa del Barrio Nuevo Bosque: Escribo desde la nueva sede, teniendo como inspirador el mirador pedagógico. Atrás quedaron nuestras desagradables experiencias cuando convivimos en el colegio El Terminal (1999-2002) donde nuestra dignidad como profesionales de la educación fue bastante maltratada. El espacio físico y humano era inconcebible, llegando hasta impedir la entrada porque el gobierno no había cancelado el arriendo. Los salones parecían bodegas para almacenar productos agrícolas, las sillas escasas provocando violencia e incertidumbre. Era ese colegio una gran mole de asfalto con escasos árboles. Nuestra mística resistió esta situación tan difícil hasta lograr en junio del 2003 un espacio propio. El espíritu de la infancia La Escuela suele estar sometida al mundo de las modas, a cambios que obedecen a la teoría del momento. De acuerdo con Nidia, en el preescolar de la educación personalizada se pasó a los centros de interés de Ovidio Decroly. Los expertos en educación y las editoriales aprovecharon entonces para idearse las unidades de trabajo. Según Nidia, esta modalidad: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 67 …le permitió a las editoriales hacer su agosto con relación a los libros que se les piden a los niños para trabajar como texto guía. Allí todo está dado, los maestros y las maestras de este nivel no necesitamos pensar la educación de los primeros años y lo preocupante era que en todo el país los niños y las niñas aprenden los mismos contenidos y realizan las mismas actividades. Nidia ha sido una maestra capaz de mostrar las posibilidades de la escuela, aquello que se puede hacer una vez acontece un cambio histórico. Después de promulgada la Constitución del 1991 y de la Ley 115 o Ley General de Educación de 1994, se abrieron opciones distintas en el campo político y en el educativo. Nidia viajó en representación de Bolívar a Barranquilla y se enteró del significado del trabajo por proyectos de aula: Ellos llevaban cinco años de estar trabajando con esta estrategia. En el trabajo presentado observaba que los niños eran capaces de hacer muchas cosas: preguntaban, proponían, creaban, trabajaban en grupo mostrando seguridad y autonomía para actuar, interés por aprender y resolver problemas. La experiencia de sus pares llevó a Nidia a la siguiente reflexión: Desde ese momento me detuve a reflexionar sobre mi desempeño como maestra y me sentí culpable por el hecho de haber limitado a los niños Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 68 al no brindarles otras opciones para aprender. Con esta inquietud regresé a Cartagena. Prometí acompañar a los niños para hacer un trabajo diferente en donde tuvieran las posibilidades de ser autores de su aprendizaje. La autobiografía de Nidia muestra los contrastes de la vida en la Escuela. Su historia, como un todo, es un himno a la alegría y sobre todo un texto para reconocer cómo y qué hay que aprender y enseñar con niñas y niños de preescolar: La lectura y escritura convencional no era competencia del Preescolar, pero sí era necesario acercar al niño a la interpretación de cuentos, realizar ejercicios que condujeran al acercamiento de la pre-lectura y pre-escritura. El padre de familia debía tener participación más cercana con la maestra y el trabajo del niño. Los pupitres se cambian por mesas y sillas en donde los niños tienen oportunidad de comunicarse, de aprender del otro y con el otro, de compartir materiales y espacios en el aula. Los juguetes están presentes en las actividades dentro y fuera del aula. No se habla de temas sino de actividades. Se tiene en cuenta la pedagogía de la ternura. Los niños tienen libertad para participar en las actividades, escoger sus materiales, juegos, juguetes y compañeros de trabajo. La maestra jugaba con el niño y no por el niño. Escribió Nidia. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 69 Al igual que Nidia, Luisa movilizó sus ideas hacia el mundo infantil. Por su mente deambula la abuela materna que en sus recuerdos danza acompañada por el sonido del tamborcito loco que le hace perder la noche. Quizás por eso mismo Luisa desobedecía al orden escolar: …jugar con la imaginación era frecuente. Cualquier objeto del salón; silla, pupitre, regla, bolso, papel, periódico leído; se transformaba en cueva, espada, gorro, cima de una montaña etc… Encuentro todavía personas que me conocieron cuando joven y lo primero que me preguntan es ¿Todavía te montas en las mesas a bailar? Con mucha pena les contesto sinceramente: todavía lo reconoce Luisa. Los estudiantes de Luisa llevan su marca, son identificados por el signo de la locura. Luisa se viste aun con atuendos de color caribe, su mundo es el de la vida y la risa burlona. Pudo escapar al oscuro mundo de seres acostumbrados a suprimir los gestos mínimos del niño en su ser. Ella no fue propiamente el modelo a seguir bajo las condiciones del ordenamiento de La Normal: Algunas compañeras me miraban con recelo, me tildaban de loca y floja, porque para ellas era más fácil manejar y controlar al alumno desde un salón cuadriculado, cerrado, alejado y en silencio, recitando lecciones de memoria… Recuerdo la mirada acusadora de la gran coordinadora de disciplina, cuando encontraba a los estudiantes Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 70 fuera del salón “trabajando”, pero en diferentes expresiones corporales, totalmente opuestas a lo reglamentado en la institución. Al principio fue duro… pero luego se fue acostumbrando y terminó complacida aceptando los argumentos de los niños y de las maestras. Luisa, desde niña, aprendió a llevar la máscara del gozo interno y fue así como disfrutó de la vida, en medio de los carnavales que todo lo trastocan: Las danzas del gallinazo, los gorilas, las comparsas, lo mismo que los disfraces de personajes del pueblo que en días comunes conservaban una imagen de austeridad; pero, en esos espacios locos del carnaval se contagiaban trastocando su personalidad, despertando y desbordando la risa; porque siendo hombres se transformaban en mujeres preñadas por los irresponsables machos; lloraban, reclamaban y se contentaban como damas dolidas., contó ella. Luisa ha sido una estudiosa de las expresiones culturales. Estudió música en la Escuela de Bellas Artes, hizo parte de grupos de teatro y emprendió, junto con otras maestras de la entonces Escuela Normal Nuestra Señora del Carmen, en el año 1997, un proyecto que daría lugar al macro proyecto cultural CABILDO: En el año de 1997, programa la Universidad de Cartagena un proyecto de cualificación y Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 71 formación para maestros, desde la facultad de Ciencias Sociales. Surge la idea de diseñar una investigación en la que se recuperaba el proceso de formación de Maestros de la Escuela Normal Nuestra Señora del Carmen, desde 184010 a 1997. Recordó Luisa. Tal investigación, orientada en ese entonces por Dora de Piñeres, de la Universidad de Cartagena, siendo rectora de la Normal Rocío Morales de Barbaestefano, se materializó en algo mucho más específico relacionado con el concepto de identidad cartagenera, como nos lo dejo saber Luisa: …se canaliza hacia la elaboración de un proyecto cultural cuyo objetivo principal era la recuperación de la tradición festiva y carnavalesca, las buenas costumbres y el desarrollo de acciones investigativas, en las que el niño y el joven cartagenero aprendieran a reconocerse en la ciudad donde les tocó vivir, teniendo como escudo sus raíces culturales, su identidad. Todo lo que tocaba Luisa quedaba transformado, cambiaba de forma profunda. Los estudiantes llevaban su sello. Desde entonces, la ahora Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias conserva lo que ella nos describió: Existe un espacio lúdico festivo especial en 10 Una investigación llevada a cabo por el docente Luis Reyes Castellar permitió corregir la fecha de fundación de la hoy Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias. La fecha exacta es primero de Febrero de 1848. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 72 donde la comunidad normalista se viste de tradición y desfila en un majestuoso carnaval de colores, alegría y creatividad; acompañados por representantes del Cabildo de Getsemaní, reina y cabildantes. Es ya tradicional el recorrido festivo, que se hace con el propósito de celebrar la independencia de Cartagena. En este evento, la participación de la comunidad normalista es masiva, a él se vinculan padres de familia, estudiantes, profesores, egresados y la comunidad en general. Esto le ha merecido el reconocimiento de la ciudadanía, se ha logrado un posicionamiento y las estrategias para desarrollarlo han sido óptimas, porque se proyecta nuestro quehacer hacia varios barrios de Cartagena. Comenzamos en el barrio El Bosque, luego fuimos expandiendo hacia Alto Bosque y Bruselas, donde la comunidad se desbordó de alegría en la decoración de las calles, la concentración y toma del parque. Continuamos nuestra labor de rescate cultural con la celebración de “Ángeles somos”, en los mismos días previos a las Fiestas de Independencia. Siguiendo con la expansión del Cabildo a los barrios de Cartagena, en los últimos años nos tomamos el centro de la ciudad; se traslada la puesta en escena de nuestro macro proyecto al corralito de piedra [centro de la ciudad] , acompañados de zanqueros normalistas, danzarines, banderas de todos los colores, ritmos diversos; entramos Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 73 como antaño a la ciudad amurallada y vivimos la verdadera fiesta de carnaval cartagenero, donde el estudiante se sensibilizó, se emocionó y se reconoció como sujeto participante en la transformación del contexto, dispuesto a darle vida a lugares históricos que un día fueron el escenario lúdico – festivo de la ciudad. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias CAPÍTULO 3 Relatos de formación desde las prácticas pedagógicas El proyecto de biografías de maestros se dio en dos momentos. En el primer momento la observación, las lecturas y la escritura, abordan las vidas de maestras y maestros asesores. Dicho momento permitió configurar diferentes capítulos y apartados del libro. En el segundo momento se optó por las autobiografías en las cuales cobra mayor sentido escribir-se, auto observar-se. El proceso de indagación consistió en ir escribiendo lo que iba pasando. Tal forma de investigar dio lugar a un acercamiento hacia aquello que, estando más cerca, era distante de las observaciones. Por cuanto el sujeto investigador se convirtió en sujeto investigado, esto permitió que el trabajo en campos de formación e intercampos, se convirtieran en el espacio de las reflexiones. Se estableció una comunicación entre campos de formación e Intercampos con el proyecto de investigación. Las reflexiones procedieron, entonces, de las vivencias propias, de la experiencia de formación de maestras y maestros. La práctica pedagógica empezó a ser así lo que le pasa a uno en relación con lo otro. Eso que pasa es narrado, se escribe desde sí. 75 76 Observar la práctica pedagógica La práctica de biografiar trae consigo otras prácticas y otros aprendizajes, no sólo se aprende a narrar sino a leer, a escribir y a observar; a su vez, estos elementos son prácticas de formación. Se da prioridad a la biografización y su relación con la práctica y ello nos conduce correlativamente a aprender a pensar, a valorar, a observar con el propósito de aprender a ver-me, conocer-me, ver al otro, ver lo que hace para aprender de él, requiere de una mirada con la mente y con el corazón. Laura Solano, en el registro etnográfico No 1, manifiesta: Hasta hoy día me he dado cuenta de que ser maestro no es tarea fácil; que, además de tener mucha paciencia, también se necesita tenerles mucho amor a los niños. Actualmente hago prácticas pedagógicas investigativas en el grado transición A, con la profesora Nidia Fontalvo. En el aula de clases los niños son muy participativos y la profesora Nidia es muy recursiva; pues, para enseñar algún tema determinado, tiene formas muy dinámicas en las cuales los niños participan activamente y, a la vez, aprenden la temática que la profesora les quiere enseñar. Algo que me llamó la atención en el día de hoy, fue que la profesora Nidia, para enseñarles a los niños los conjuntos, utilizó unas cabuyas [cuerdas] y las colocó en el centro del salón formando tres círculos; además, utilizó unos trompos y unos carritos y los colocó en cada círculo y luego empezó a preguntarles Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 77 a los niños: -¿En cuál de los tres círculos hay más? Algunos respondían que en el primero, otros que en el segundo y la profesora volvía y les preguntaba:-¿Por qué crees que hay más elementos en el primero que en el segundo? La profesora Nidia utiliza muchas preguntas, cosa que a mí, como maestra en formación, me llamó la atención; puesto que las preguntas son muy importantes en el desarrollo cognitivo de los niños y esto hace que ellos participen activamente y desarrollen su creatividad por medio de actividades que posibiliten el aprendizaje propicio para su edad (4-5 años). Surjey Montes se detuvo a observar la personalidad del docente. Para iniciar, se fijó en su atuendo: El profesor llega al salón vestido con camisa manga larga color beige, pantalón café, corbata café, zapatos también cafés. Bien encajado, cinturón bien puesto. Cabello peinado hacia atrás, da la impresión que tuviera gel. Se le nota su elegancia y distinción…Se le ve todos los días pasearse tranquilo por los pasillos de la Normal, sin el menor asomo de sofoco, sudoración o impaciencia. Por el contrario, paciencia es la que se respira a su lado para explicar, resolver inquietudes, dar solución a las situaciones que se presentan en la escuela. Dispuesto a brindar su ayuda a quien lo necesite. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 78 Una prenda llama poderosamente la atención de Surjey: La corbata de Cheo (Profesor José Santiago Pérez): Lo más llamativo de su atuendo es la “corbata”, con el nudo impecablemente hecho, de tal manera que se encuentra centrado en el cuello completamente cerrado de la camisa. El color de dicha prenda de vestir puede combinar con el del pantalón o de la camisa, o ser acromática. Al encontrarse con el profesor Alcides por el pasillo, algunas veces [éste] le pregunta: “_¿Cheo y hoy con qué combina la corbata?_ Cheo le dice: _Bueno, hoy hace juego con el calzoncillo. En una ocasión, para marzo de 2008, el profesor Cheo fue invitado a hablar sobre su historia de vida, como maestro, a los estudiantes de Grado Once de la Normal; una estudiante le preguntó: ¿por qué usa corbata?- él reconoció que hasta ese momento no le habían hecho esa pregunta y respondió que, cuando estaban en la época de la acreditación de calidad, a todos los profesores le preguntaron qué transformarían de sí mismos para transformar a la Escuela Normal, pensó entonces en la forma de vestir de algunos compañeros maestros que llegaban a trabajar con suéteres con estampados promocionando productos, igualmente descosidos, con huecos o desteñidos. Se propuso desde ese momento que su transformación sería inicialmente en su forma de vestir, pero con un atuendo distinto: camisa Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 79 manga larga y una corbata, así demostraría que un maestro también puede respirar elegancia y distinción. Sabía que sería un sacrificio, al menos al principio lo fue. Ya está acostumbrado y lleva debajo de la camisa una camisilla blanca que absorbe el sudor y realiza un efecto térmico en su cuerpo que lo mantiene fresco durante todo el día. Los coinvestigadores del proyecto observaron tanto a los maestros asesores como a niñas y niños con quienes compartieron sus vivencias. Al compartir sus trayectos de vida, aprendieron aquellos que la práctica tiene sentido, de acuerdo con la manera de concebir y tratar a los estudiantes. Adelsi Pautt, nos ofrece la siguiente mirada: … Pero gracias a Dios el problema tenía solución. Se me asignaron las prácticas investigativas en las horas de la tarde y así no tuve inconvenientes. Fue así como me reubicaron en le escuela Emma Villa [extensión de nuestra institución] en el grado quinto, con el profesor Obeth Olmos. La verdad fue que me sentí incómoda los primeros días, pues mi maestro asesor era hombre y temía que nuestra relación fuese demasiado tirante. Al pasar de los días, lo que temía se iba dando, no cruzamos palabras y su manera de ser era bastante seca hacia mí; pero, a pesar de todo, me identifiqué con sus prácticas docentes y su pensar pedagógico; puesto que miraba a los estudiantes Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 80 como seres autónomos, críticos y creativos ante cualquier situación cotidiana. Cuando observé sus prácticas, sentí que esta era la verdadera experiencia que debía tener en cuenta para mi verdadera transformación. Joyce Hernández Castro (2013), en su libro autobiográfico: “Los maestros también se equivocan. Una propuesta a partir de la observación y la experiencia”, resaltó la importancia de descifrar el sentido de las prácticas a partir de conocer la historia del maestro asesor que, a la vez, hace que se piense su propio trasegar: Para comprender la práctica pedagógica de un maestro es fundamental conocer el proceso mediante el cual se ha hecho maestro, sus experiencias y saberes; es decir, es fundamental conocer cuál ha sido su trayecto de formación, un trayecto que para mí, como maestra en formación, fue pertinente porque el momento de narrar mis vivencias y [mis experiencias], me permite recordar un pasado y ubicarlo en un presente y todo se hace para mejorar una práctica pedagógica investigativa que yo he realizado en la escuela de práctica: “Liceo de Bolívar, sede Once de Noviembre. Respecto a la observación de la práctica, Joyce Hernández pudo apreciar aquello que niñas y niños llegan a ser al lado de su maestra: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 81 Recuerdo una vez, en esta misma institución, a la maestra Julieta Vega, en el segundo de primaria. Me dio la oportunidad de realizar mi práctica junto a ella. Esta mujer, con su amabilidad, me enseñó la buena disciplina que debían tener los estudiantes a la hora de leer y escribir; me impactó tanto que yo cada vez que llegaba a su salón me maravillaba, porque esos niños respetaban profundamente a su maestra y mantenían sus cuadernos ordenados y muy limpios. Estos estudiantes me enseñaron a amar la profesión de maestra. Pensando desde el lugar de Hans G. Gadamer, la biografización, y la autobiografización, como prácticas, son ejercicios hermenéuticos pues permiten mirarnos desde nuestra praxis. Por tanto, permiten arraigarnos en nuestra coexistencia como maestros. Prácticas del miedo La escuela primaria ha estado asociada con los rituales del catolicismo. La educación, así practicada, se relaciona con la formación confesional. Para el tiempo de los relatos, se evidencia el vínculo entre el clero y el Estado colombiano. Sigue siendo una práctica común que los estudiantes de 4° o de 5° de primaria, hagan la primera comunión como una ceremonia propia de la escuela pública. Aún después de la Constitución de 1991 que estableció un estado laico, la vida religiosa nos lleva de regreso a la Constitución de 1886: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 82 Era tanta la emoción por hacer la primera comunión que desde un día antes mi mamá me peino y durante toda la noche no pude dormir. Al día siguiente, el día 13 de Octubre me desperté más temprano que nunca, me arreglaron y salí rumbo al punto de encuentro y al llegar al lugar y ver a mis compañeras que lucían tan lindas no me fijé en los escalones y tropecé con uno de ellos y me caí, al caerme se partió en dos la vela y me entristecí pero mi mamá me la arregló y de ahí salimos todos juntos hacia la iglesia y por primera vez comulgué. Recibí el cuerpo y la sangre de Jesucristo. Palabras de Yormery Peña Hurtado. En los entresijos de los relatos, los estudiantes van perfilando las primeras ideas de su formación. El tejido de las narraciones empieza por hacer un contraste entre maestras, de acuerdo con el trato que se recibe de ellas. Al respecto afirma Yesenia Sepúlveda Castro: Durante mi paso por la escuela, tuve maestras “buenas” y “malas” y no lo digo por lo que sabían o no, sino por el trato que recibí de ellas. Recuerdo a la seño Agripina y a la seño Rosario, contrarias la una de la otra; la primera, gritona, pegona, atemorizaba a los niños, realmente poco aprendí cuando era mi maestra, y la seño Rosario, dulce, amorosa y paciente con los niños, indudablemente una gran maestra. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 83 Las relaciones de poder están sustentadas por el tono de voz, por el castigo con regla y sólo en algunos casos, por el reconocimiento del estudiante. Las futuras maestras evocan, en los sitios de práctica, situaciones de de-formación que también vivieron de niñas. Dichas situaciones configuran una escuela de la obediencia, el sometimiento, el control y el poder ejercido por el docente. Rudy Rodríguez nos cuenta: El primer día de clase que acudo al sitio de práctica me impactó por descubrir que lo que yo había vivido en mi escolaridad, se seguía repitiendo. Vienen a mis recuerdos las mismas imágenes que veo ahora: la maestra detrás de un escritorio, con unos libros regados, unos niños que van y vienen, la maestra tratando de imponer silencio al levantar la voz y sonar con fuerza sobre la superficie del escritorio una regla; los niños se sientan y esperan que la maestra les escriba la actividad en el tablero. No soportaba el escándalo de algunos niños y mucho menos los regaños de la profesora, era la escuela tradicional, aun pegaba con reglas, exhibía a algunos alumnos, manoteaba y gritaba en todo momento. Resulta conmovedor descubrir que las prácticas pedagógicas fundadas en el temor, sigan siendo algo común en las instituciones educativas donde se forman a niñas y niños de Cartagena de Indias. Los derechos del niño constituyen un asunto de debate diario en la sociedad colombiana e internacional. No obstante, en la realidad de las aulas, las prácticas de formación siguen siendo parecidas Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 84 a aquellas que sufrían los niños en décadas anteriores. Incluso podemos decir que el carácter confesional de la escuela se hace aún visible en heridas cada vez más inadmisibles. Los estudiantes sufren ahora castigos que hieren su autoestima y vulneran derechos consagrados en leyes nacionales e internacionales. Las heridas son ahora menos visibles en la piel y mucho más envilecedoras del género humano. Las formas de violencia simbólica y real, como prácticas de enseñanza, marcan el sentido de lo que empieza a considerarse como correcto dentro del orden escolar. Según la voz de Doralis Gómez Carmona: El querer ser una persona recta, en muchas ocasiones me lleva a imponerme y obligar a los demás a actuar del mismo modo que yo [lo hago], y a no aceptar los modos de actuar y pensar de cada individuo, olvidando así la condición humana de los que me rodean y trabajan conmigo. Estas características en una futura maestra de niños, que se encontrará en un aula de preescolar, son muy inconvenientes, puesto que esto solo brinda una opción para manejar y organizar el orden en el aula, como son los “gritos”. Sería insensato desconocer también que las prácticas pedagógicas reconocen ahora en los niños a sujetos pensantes y sintientes, capaces de participar de la vida escolar. El sentido de la escuela tiene ahora fronteras mucho más amplias y flexibles. Los maestros cada vez somos más conscientes de los retos de la sociedad Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 85 actual. Los estudiantes ahora nos retan al vivir una infancia cada vez más abierta a las posibilidades, en un mundo que se ha desplegado, desparramado en las formas de comunicación. Ahora que las distancias físicas son cada vez menos limitantes para la comunicación entre los seres humanos, la cercanía que corresponde al quehacer pedagógico, se torna lejana. Las pantallas atrapan la atención de los niños y jóvenes; mientras, las generaciones adultas encargadas de la educación, fueron formadas en atender mediante la mirada a los ojos. En los ojos puede verse a la otra o al otro con mayor confianza. Sin embargo, esos mismos ojos, o más bien la mirada, suele convertirse en obstáculo de la comunicación cuando prevalece el castigo antes que el reconocimiento de la niña, el niño, la/ el joven. Ele-a, la: Afectos, rutinas y prácticas escolares El inicio de la escolaridad, para la mayoría de los estudiantes del proyecto, ocurrió en la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias y para los restantes en diferentes escuelas de la ciudad y del Departamento de Bolívar. Tormentos, llantos, encuentros, satisfacciones, frustraciones son los episodios descritos de ese primer andar a ciegas que necesita de la ayuda del maestro para emprender los recorridos de los años venideros. Dice Levis Bolaño: …Cuando ingresé por primera vez a la escuela era una niña muy apegada a mis padres; por eso, el primer día de clases fue muy fuerte para mí al tener que enfrentarme a una realidad donde Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 86 estaré sin mi mamá y sin mi papá, ni ninguna otra persona con la que pasara mi mayor tiempo; por eso, recuerdo que ese día fui un mar de lágrimas cuando mi papá me llevó al jardín. Los primeros trazos de la socialización muestran la escuela como espacio de intercambio y de surgimiento de las primeras interacciones sociales con los otros de la misma edad. Esto lo constata Laura Buendía cuando afirma: “Sin embargo el ingresar a esa institución por primera vez me abrió una oportunidad para interactuar con nuevas personas y fortalecer mi desarrollo social”. La escuela primaria transcurre entre las enseñanzas de familiares y maestros, quienes son descritos como seres distantes u omnipresentes. Los primeros suelen aparecer como autoritarios; los segundos como deformadores o cómplices. Los maestros empiezan a surgir como aquellos sujetos con quienes estar acompañados en los juegos infantiles, una vez mamá o papá no están: Algo parecido me ocurrió a mí en mi primer día en guardería, no fue nada fácil porque no podía estar sin mi mamá, pero al tiempo me fui acostumbrando y más con la dedicación que me brindaba mi profesora llamada María. Todos la conocían como Mayito y fue de gran ayuda para mí, ya que fue muy cariñosa conmigo. Cuenta Tibisay Mendoza. En las narraciones leídas se asegura que en algún momento de sus vidas, los estudiantes normalistas jugaron a la maestra y Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 87 reprodujeron lo vivido en las clases que estaban desarrollando. Se describe con fuerza la dependencia afectiva que se tiene con los maestros en el nivel de preescolar y la primaria. También se muestra la forma como las maestras realizan sus clases, mediante métodos tradicionalistas: La profesora escribía en el tablero las vocales y las consonantes, sonidos, sílabas; los trascribíamos al cuaderno, la profesora escribía las vocales en el cuaderno y las debíamos rellenar. Realizaba muchos dictados y planas, la maestra tenía una máquina de escribir y nos hacía dictados para que fuésemos tecleando los letras correspondientes, recuerdo el deletreo de la maestra esta es la L y esta es la A dice LA. En el curso de primero recuerdo mucho el libro Nacho, frases como: “la mula sube la loma, mi mamá me mima, amo a mi mamá, mamá ama a papá, etc”. Frases sin sentido para mí, las cuales repetíamos con la maestra y trascribíamos lo que no vivíamos en nuestro contexto escolar ni familiar; con cartulina completábamos las mismas frases que repetíamos, hacíamos concursos para deletrear las palabras y sacar letra por letra. Registra Stefany Sánchez. A partir de los anteriores recuerdos, surgen miradas críticas que se aproximan a describir métodos de enseñanza de la lectura y escritura. Lo relatado hace posible participar del campo de formación Comunicación, significación y cultura, además Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 88 de convertirse en posibilidad para una práctica pedagógica investigativa: La motivación por la lectura lleva a descubrir mundos nuevos creados por los autores, aportando al lector conocimiento; por lo tanto, la lectura debe verse como un proceso mediante el cual el lector construye el significado del texto, apoyándose en la información que aporta en los símbolos impresos, su manejo de vocabulario y dominio de la sintaxis, su conocimiento sobre el tema, su experiencia frente al mundo y toda su destreza cognoscitiva. A lo largo de mi enseñanza de la lectura en la escuela de básica primaria, tenía una concepción de diferentes maneras hacia ella, y que hasta ahora lo he comprendido; una de ellas consiste en creer que leer es oralizar lo escrito o nombrar correctamente las letras y las palabras contenidas en un texto. Esta forma de definir la lectura se conoce también con el nombre de mecanización de la lectura, porque se interesa en la decodificación literal del texto, sin preocuparse si el alumno comprende o no lo escrito o si intenta construir el significado. De esta manera me era enseñada la lectura en la básica primaria. Lamentablemente, la lectura en la escuela se sigue viendo solamente como un modo de relación con el libro y no con la diversidad de textos que hoy circulan; su práctica se lleva Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 89 a efecto, casi siempre, en mis clases de lengua castellana, la maestra nos evaluaba de incorrecto o correcto al responder preguntas propuestas por ella. Lo que me conducía a que en ocasiones no me gustaba leer porque sabía, de antemano, que leía para ser evaluada, opina Doris Cervantes de la Cruz. En las observaciones y recuerdos de las prácticas pedagógicas, los relatos dan cuenta, también, de una enseñanza mecánica en matemáticas y lenguaje. Primero se enseña a contar haciendo planas y el conteo en el cuaderno. Contar de uno en uno hasta el cien, contar de dos en dos hasta el 200. Después se enseñaba a sumar, generalmente con los dedos o de memoria; se pasaba por la resta, multiplicación y, por último, la división por una o por dos cifras inicialmente. “La multiplicación se enseñaba a partir de la memorización de las tablas de multiplicar”. Dice Catalina Cuentas: …minutos más tarde, se realizó una actividad con los estudiantes de preescolar, consistente en aprender y conocer el número siete (7); cada una de las practicantes le colaboramos a los niños que presentaban dificultad en la realización de la actividad. La profesora LEO, como le dicen por cariño sus alumnos, les explicó de una forma didáctica y muy informal la clase del número siete (7), inició contando siete alumnos, dibujó en el tablero siete frutas, siete animales, y muchas más figuras. Narra Flor Ospino. Luego, en el grado Segundo; las actividades Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 90 consistían en dictados, repetir las palabras mal escritas en el cuaderno, infinidades de planas, hacíamos sumas, restas, conteos. Cuando hacíamos los exámenes, la maestra nos daba las respuestas porque no aceptaba que colocáramos otra respuesta diferente a la que ella había dicho en clase. Continuó ella A las ciencias naturales no se les daba mucha importancia y se debía aprender lo básico. Se cuenta que las ciencias no aparecían como áreas fundamentales. La creencia generalizada apuntaba a que los niños en esta primera etapa escolar deberían aprender a leer, a escribir y a manejar las cuatro operaciones fundamentales: sumar, restar, multiplicar y dividir, tal como lo testimonia Stefany Sánchez: “Las primeras clases de ciencias, no las recuerdo como parte de la ciencia, se nos enseñaba geografía, historia y ciencias naturales, sin entenderla, repetíamos y nos aprendíamos, los temas que las profesoras escribían en el tablero”. La práctica reflexiva El paso a la educación secundaria, como proceso transicional, resulta por un momento frustrante y edificante a la vez. Las narraciones nos remiten a una etapa escolar aburrida, donde se pierde el goce, disminuyen los afectos, se acentúan las responsabilidades y se evidencia, con mayor rigor, la escuela del control y de la obediencia. El escape posible era el encuentro con los amigos; también se resalta la influencia de algunos docentes que incentivan y establecen relaciones afectivas. Hecho que se evidencia en palabras de Nathaly Guzmán Amador: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 91 La secundaria fue algo novedoso en relación con la primaria, me enfrentaba a nuevos retos académicos que en la primaria no los tuve, porque cada materia tenía que estudiarla e internalizarla en el sentido de responsabilidades nuevas en mis tareas, pasé de leer libros a enfrentarme con exposiciones, a compartir distintos puntos de vista; pero el error en que caía siempre era que la opinión del profesor era la que valía y, en los exámenes, las respuestas tenían que ser exactas, era la escuela del profesor y no la del alumno. Lo reafirma Paula Álvarez en su relato: En este ciclo escolar, conocí y me relacione mucho con Amelia Romero y Luisa Vaquero a quienes siempre he recordado. La relación que mantuve con ellas fue muy distinta, de compartir, colaborarnos y querernos como mejores amigas, las también llamadas ‘‘las tres mosqueteras’’ como lo señalaban las docentes. A pesar de las dificultades e incertidumbres, en algún momento de los trayectos de vida sucede algo que, a los mismos maestros en formación, les permite tomar la decisión de hacerse maestros, de pensar más allá de sentimientos e ideas vagas acerca de lo que quieren. El joven maestro Imer Flores dice: Recuerdo que en el año 2009 viví una experiencia como ninguna, empecé el año indeciso en relación Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 92 con mi futuro y terminé convencido de formarme como maestro. Las razones por las cuales tome esta decisión transcendental fue porque me enamoró el discurso, la propuesta y la labor que se asume al ser maestro. Los trayectos de vida no corresponden a una continuidad sin saltos. Las diferencias entre los modos de ser maestra se pueden dar cuando, en un sendero, aparece alguien distinto: una maestra que rompe con los esquemas y permite tener una mejor imagen de lo que significa enseñar. Esta percepción la plantea Vanessa Paola Navas cuando relata: En este colegió, los profesores rotaban. La educación era muy diferente a la primaria. En la clase de biología recuerdo el esqueleto humano cuando la profesora nos ponía a que nos aprendiéramos todos los huesos del mismo. Nos llevaba al laboratorio, (y) a través del microscopio veíamos las bacterias y hongos, cuando llevábamos a cabo los experimentos. Hacíamos paseos al jardín botánico para conocer las especies de plantas. Nos mostraba la realidad de los cosas, no las simulaba a través de un libro; sus clases siempre eran muy interesantes y nos motivaba a aprender, nos mostraba verdaderas situaciones de aprendizajes, las cuales nos iban trasformando en sujetos capaces de construir y reconstruir nuestros conocimientos y habilidades. Esta era una de mis clases favoritas y hoy día siempre recuerdo a la Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 93 profesora de biología, su forma de trasmitir los saberes y la forma de evaluar que era muy diferente a los demás profesores; Muchos de los profesores criticaban a la maestra de biología porque hacia muchas cosas diferentes. Al detenernos en las ideas recurrentes de los escritos, nos aproximamos a la propuesta de nuestra escuela Normal. Los estudiantes en la ENSCI inician sus prácticas pedagógicas desde el grado décimo y, en algunos casos, desde noveno. Al estar con una maestra en ejercicio, van haciendo observaciones y las van anotando como registros. En los textos se puede apreciar que los estudiantes, mediante el ejercicio escritural logran acceder a una práctica reflexiva: El juego me ayudó a ser una persona independiente y creativa, relacionando el juego con la lúdica, puesto que esta se entiende como una dimensión del desarrollo de los individuos, siendo parte constitutiva del ser humano. El concepto de lúdica es tan amplio como complejo; se refiere a la necesidad del ser humano de comunicarse, de sentir, expresarse y producir en los otros seres humanos una serie de emociones orientadas hacia el entretenimiento, la diversión, el esparcimiento, que nos llevan a gozar, reír, gritar e inclusive llorar, es una verdadera fuente de emociones, dice Paola Andrea Álvarez Bossio. Así mismo, Catalina Cuentas reflexiona: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 94 En mi experiencia personal, pienso que el maestro se hace, o mejor dicho, se va haciendo como resultado de su experiencia de enseñanza – aprendizaje, de sus reflexiones personales sobre el quehacer educativo, de las reflexiones realizadas con otros, de los desaciertos que tiene en este continuo de interacciones de aprendizaje, en fin, del vivir y aprender a vivir. Las reflexiones alcanzan un alto nivel cuando se refieren al trayecto del programa de formación complementaria. Aparecen con fuerza ideas acerca de la práctica pedagógica en relación con los distintos proyectos de investigación en que están inscritos. Esto nos lleva a valorar una cierta madurez y evolución en su formación como docentes. En los trayectos de vida en la Normal, los estudiantes del programa asumen posturas académicas y en algunos casos políticas. De allí podemos inferir que la propuesta de formación de la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias, permea e incide en la esencia de lo que son y serán como maestros. La práctica pedagógica, pensada como investigativa y reflexiva, implica involucrarse en formas distintas de asistir a los lugares de práctica. El maestro asesor resulta cuestionado y a la vez se convierte en un par para emprender acciones pedagógicas que convergen pero muchas veces distan de la teoría pedagógica. La práctica pedagógica contribuye tanto a la formación de maestros como a una reflexión crítica respecto a los maestros asesores. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 95 Lo anterior se corrobora en los registros y los escritos que hacen los estudiantes del proyecto en los que manifiestan, desde el primer día de asistencia a las aulas, las dinámicas, los modelos, las estrategias, las formas de enseñanza, la o las didácticas que son abordadas en las distintas escuelas en convenio. Los registros dan cuenta de las prácticas como algo dado y establecido por maestras y maestros asesores. Los estudiantes practicantes asisten al aula y, al parecer, no les queda otra opción que mostrarse conformes con respecto a las prácticas “pedagógicas” que prevalecen, a pesar del correr de los tiempos. Es como si la práctica fuera algo estático frente a lo cual maestras y maestros en formación se adaptan y aceptan sin juicio crítico: La maestra y yo entregamos unas hojas fotocopiadas para realizar una actividad de Ciencias Naturales, percatándome de que en el tablero está escrito un cuadro sinóptico del tema que los niños están transcribiendo detrás de una hoja que contiene un texto titulado: “Adaptaciones Alimentarias de los seres vivos”. Suena el timbre para el recreo, pero aún no han terminado con la actividad, así que cuando regresan al salón la reanudan; pero, antes, la maestra realiza un juego llamado “El sargento dice”…Terminada la actividad, corrigen la actividad inicial entre la maestra y los estudiantes, guardan el material trabajado y se disponen a desarrollar la clase de Lengua Castellana. A las 4:35 p.m. la maestra dice a los estudiantes que van a realizar un dictado. Pide a la observadora Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 96 que haga entrega de medias hojas, recicladas de fotocopias, para que los niños y niñas escriban al respaldo, donde están limpias. Dirigiéndose al escritorio, toma las hojas, entrega la mitad. La maestra saca de su bolso un texto corto, se sienta nuevamente en la silla, frente a los estudiantes e inicia el dictado, (escribe antes la palabra “Dictado” en el tablero acrílico, palabra por palabra, o cada dos palabras: La razón __ permite __ al hombre __ pensar, (pausas al dictar). Mientras la maestra realiza el dictado, los niños hacen preguntas como: ¿pensar seño?, ¿“al” con h?, ¿qué más? Ella responde y aclara que al no es con h pero que hombre sí; además, les advierte /moviendo las manos de arriba a abajo/ que no pregunten tanto, que copien y que no repitan lo que dice en voz alta pues desconcentran al compañero. En este momento, los estudiantes terminan el dictado. La maestra se dirige a ellos levantándose de la silla diciéndoles que van a encerrar las palabras agudas y lee nuevamente el dictado. Recuerda, con ayuda de los estudiantes, qué son palabras agudas: “Son aquellas palabras que... La maestra le comunica a los estudiantes que, de acuerdo con la definición, van a leer el dictado en su puesto y encierran las palabras que consideren que son agudas pero, individualmente. Los estudiantes comienzan a realizar el trabajo como les ha sido explicado; algunos se levantan a preguntar si van bien, la maestra asiente con la cabeza o les Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 97 señala con el dedo en la hoja donde se equivocó. Mientras los niños terminan la actividad, la maestra se para frente al tablero y escribe en letra cursiva, con marcador negro, el texto del dictado; sin dar la espalda completamente a los estudiantes y observando que estén trabajando. Algunos estudiantes se levantan y ella les pide se sienten a terminar. Relata Luz Rocha. Cuando se pasó de hacer biografías de maestras asesoras a elaborar autobiografías de maestras en formación, se hizo posible evidenciar que existe una realidad cruda y diferente respecto a la enseñanza. Al hacer uso de las ideas construidas en los diferentes campos de formación e intercampos, las observaciones se hacen con la lupa de la reflexión. De esta manera se rompe con lo establecido. La mirada crítica se da con el transcurrir de los semestres cursados y es ahí cuando surgen los primeros indicios de una actitud crítica. La confrontación entre lo establecido y lo aprendido, entre la realidad de las aulas y las teorizaciones que se construyen desde el programa de formación, crea tensiones. Las tensiones vividas tiemplan al maestro: Estoy convencida de que debo ser una maestra distinta, por lo que pude construir, desde los campos de formación, (estructura curricular del PFC), por lo que pude reflexionar sobre mis practicas pedagógicas investigativas en las instituciones educativas donde las desarrollé a Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 98 través del proyecto investigativo “Biografía de Maestros” y por mi propia vida. Afirma Yesenia Sepúlveda Castro. Pero ¿cómo relacionar lo planteado en clase y lo vivido en práctica?, no sería algo fácil y menos cuando los conocimientos y la realidad educativa tienen una barrera alta de diferencias, sin embargo todo esto conlleva una acomodación teórica y es allí cuando el maestro cumple un papel fundamental. Se pregunta y reflexiona Laura Cantillo. Es un reto que tenemos todos los que decidimos seguir el camino de ser maestro, pretendemos cambiar el mundo porque sé que somos capaces y a pesar de todos los tropiezos o dificultades que tengamos en el camino, nunca dejemos de aprender para seguir enseñando. Conceptúa Daniela Cohen. Pasar de los registros que pueden quedarse como mera información a narraciones, es una forma diferente de concebir la práctica pedagógica y la formación de maestros. Dicho pasar es una apuesta a la autoformación y, a la vez, un cuestionamiento fuerte a la heteroestructuración del maestro en formación. Tiene que ver con la libertad de pensamiento y una exigencia para que cada cual y en colectivo, se asuma en su ser y no ser. Al respecto Diana Ladeus Vega cuenta: Mis prácticas pedagógicas las realicé nuevamente en la institución Bertha Gedeón de Baladí, en Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 99 el grado 1-A, con la misma profesora; pero, obviamente con otra población de niños. Ahí adelanté y finalicé un proyecto pedagógico encaminado a la lúdica como estrategia de aprendizaje. Mediante mi trayecto en esa institución viví muchas experiencias, aunque mi papel aún era el de investigar y observar. La profesora y yo dividimos el aula en dos equipos porque, según ella, eso era pertinente para avanzar en el área de lengua castellana. Así fue como ella se quedó con los ‘‘adelantados’’ y yo con los ‘‘atrasados’’; yo manejaba la parte de lectura y los afianzaba, las veces en que asistía con el popular libro: ‘‘Nacho Lee’’. La maestra y su método eran muy repetitivos, puesto que en ocasiones pude analizar que las mismas actividades que realizó hacía dos años con otra población, la utilizó para este año; en ella también evidencié que ya el amor por la carrera había muerto, siempre se quejaba de la profesión docente y me persuadía para que la abandonara, puesto que era muy mal pagada y los niños son insoportables. Aunque siempre me decía que me especializara y no solamente quedara con el título de normalista. Relató Diana Ladeus Vega. La particularidad de las autobiografías consiste en que a partir de ellas, las y los maestros en formación llegan a mirarse en el espejo, a afirmar su yo sin ninguna otra pretensión que la de constituirse en sujetos en permanente formación: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 100 Ahora me atrevo a afirmar que mi posición como es pensada desde una pedagogía de la diversidad, la cual reconoce al otro desde las diferencias y la de brindar oportunidad a todos, logrando transformar al mundo, sostenidos por los pilares de los estudiantes, y [que] la concepción del niño, de la escuela y del maestro y del terror desparezcan y llegue una nueva concepción llena de amor, de saber pedagógico, de humanismo, para contribuir con la construcción de una nueva sociedad. Piensa Imer Flórez R. ¿Ahora quién Soy? Sigo siendo estudiante de la Normal, no alumna estrella como me llaman algunos profesores; una estudiante normal, quiero vivir para transformar, para ayudar a transformar la sociedad. Soy negra, soy arte, soy pasión, soy maestra de la escuela Normal. Afirma Laura Marcela Cantillo. De la Escuela Normal de Cartagena de Indias, salgo con la firme intención de materializar lo que aprendí durante mi proceso formativo, fundar mi propia escuela, la cual visiono con una propuesta distinta, que dé cuenta de los intereses de los estudiantes, de su cultura, donde éste sienta alegría de aprender, donde pueda participar de las decisiones que tienen que ver con su educación. Una escuela campestre que permita espacios para pensar, para crear, para ser libres, concluye Yesenia Sepúlveda. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 101 Prácticas de investigación formativa La Biografización, la lectura y la escritura son procesos que concretan la práctica, la hacen visible y posible. Para establecer la importancia de la “biografía pedagógica”, como la define Remi Hess en Armando Zambrano (2007, 15), la lectura y la escritura son requisitos indispensables en cuanto posibilitan la develación del individuo y sus prácticas. La lectura y la escritura se convierten en retos estructurantes para el sujeto investigador en cuanto permiten “darse cuenta” de manera consciente que la práctica, más que un mero hacer, es una posibilidad de teorizar; es definir el ejercicio pedagógico como una forma de vida. Con el proyecto de investigación no se pretendió solamente establecer un rastreo de nuestros trayectos de vida, en cuanto a nuestras procedencias y nuestras prácticas pedagógicas; igualmente quisimos resaltar la importancia de la lectura y la escritura como prácticas de formación. Así lo confirma Surjey Montes, estudiante del programa de formación: Ahora nos toca leer y escribir para darle vida a la investigación, porque la nuestra es una investigación narrativa. Narrativa es la palabra que menos domino de los tipos de discurso y, por ende, de texto, que acompañada de “literatura”, forman una conexión mágica. Lo narrativo, lo literario; el cuento, la historia es lo que más recuerdo de la lectura del capítulo “La paradoja de la autoconciencia” de Jorge Larrosa, extraído del libro “Déjame que te cuente”, escrito por Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 102 el mismo autor y otros. Texto enriquecido por figuras literarias, narrado a manera de cuento con “prólogo y moraleja11. Ella se detuvo a reflexionar acerca de la importancia de la lectura y la escritura en la investigación; al respecto dice: Pero volvamos al asunto, vamos a leer y a escribir como requisito indispensable en la investigación, aunque no de cualquier manera. Aquí, lo decía intermitentemente Antonio mientras leía, es necesario leer para poder escribir, leer textos que nos hablen de la narración, de cómo se escribe de manera narrativa. Leer para escribir, pero qué, cómo, para qué. La lectura, así como la escritura, es un “proceso cognitivo”, sólo que en el proyecto se lleva a cabo para tener referentes teóricos y para producir textos escritos12. Durante el proceso de investigación de la biografización y autobiografización y su relación con la práctica pedagógica, se pudo notar que a los maestros en formación, una de las responsabilidades que les causaba incomodidad, era cuando les correspondía leer; pero, después que iniciaban, la práctica lectora los convertía en lectores juiciosos; así lo evidenció Sindy Sánchez: En un principio me asignaron un texto que, en el instante que estuvo en mis manos, fue 11 Montes, Surjey (2008). Diario pedagógico. 12 Ibidem. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 103 totalmente ignorado; tanto así que ni siquiera tuve la delicadeza de leer su portada. Así como yo, sé que también estuvieron otros; lo que no sabíamos era lo importante que es la lectura para un maestro investigador y más aún cuando nosotros estamos en la tónica de formarnos; pero, no sólo en lo pedagógico sino también bajo una o varias líneas de investigación… Durante mucho tiempo viví sumergida en un océano grande y sin peces, hasta aquel día en que logré observar un rayo de luz y tome la decisión de nadar bien rápido para llegar a la meta y poder salir del océano en donde me hallaba sumergida. Ese rayo de luz que abrió mi camino en el océano se llama “Déjame que te cuente”, un texto que ha logrado despertar en mí muchas sensaciones y entre esas está: el aprender a leer con deseo, calma, dulzura y, ante todo, con dedicación. Sin embargo, a pesar de que en el principio ignoré este texto, me pude dar cuenta de lo valioso, útil y enriquecedor que ha sido en mi formación como investigadora y no fue únicamente eso, sino también en lo que se ha convertido este para los demás coinvestigadores que me acompañan en este proceso.13 La formación de maestros se materializó cuando los estudiantes se pensaron a sí mismos y se sintieron parte de una historia. Así nos lo permite considerar Irina Galarcio: 13 Sánchez, Sindy(2008). Diario pedagógico. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 104 Por otro lado la autoconciencia, es esa parte de nosotros que no conocemos, es tomar conciencia de lo que nosotros mismos escribimos y pensamos, es auto biografiarse teniendo en cuenta lo que pensamos y lo que nos pasa a nosotros mismos, es crear una historia de vida para los demás, por decirlo así hacer de la escritura algo público donde estemos involucrados nosotros mismos.14 La formación en investigación exige tener a mano papel y lápiz, en el sentido metafórico de estar dispuestos a concebir las ideas, darles forma desde el pensamiento, como nos lo permite inferir Surjey Montes: La escritura también se me facilita, porque cuando leo, aunque también al escuchar, tengo a la mano un lapicero y una hoja en la que hago anotaciones antes, durante y después de haber leído. Escribir, para mí, es un proceso simultáneo con la lectura. Están unidas de una forma invisible, pero que es posible sentir. Es un impulso incontrolable que invade mi ser, el de escribir cada vez que leo. Con cada lectura llegan a mi pensamiento tantos interrogantes, comparaciones con la realidad, situaciones de mi vida que necesito volcar en el papel, mi pensar y mi sentir.15 14 15 Galarcio, Irina(2008). Diario pedagógico. Montes, Surjey. Ibid. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 105 Las condiciones y posibilidades de una investigación educativa dependen de las herramientas de trabajo intelectual que se aprenden a usar. En tal sentido, la investigación llevada a cabo, fue exigente en cuanto a la escritura. Ésta dio lugar a pensar de otras formas, a estar en el lugar de las ideas educativas, a producir sentido y significado acerca de la pedagogía, el maestro, los estudiantes, la niñez. Aritmeri Palencia dio cuenta del significado de la escritura como práctica de formación cuando afirma: La escritura ha significado un avance notable al producir y evidenciar la vida y la práctica de algunos maestros, puesto que nos permite devolver el tiempo a lo que fue su formación y lo que caracteriza su identidad brindándonos, al equipo investigador, la posibilidad de aprovechar y retomar sus habilidades y saberes para entender sus perspectivas epistémicas y demostrar lo que realmente hacen en su profesión. A través de mi práctica, no sólo he ido conociendo a los maestros asesores, sino también adquiriendo habilidades propias. Esto me ha servido para vencer miedos y desafíos que antes pensaba no poder superar, favoreciendo mi formación y desempeño en el campo en que deba desenvolverme. Las visitas a las casas de los padres, de los niños, acompañada por la profesora Patricia; mi interacción con los infantes; el acompañamiento de los tutores; las recomendaciones de la maestra de P.P.I [Práctica pedagógica investigativa] y las entrevistas a Patricia y sus niños, han influido en mi formación. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 106 Gracias a esto tengo el valor de enfrentarme, en el aula de clases, con estudiantes de diferentes razas, culturas, ideales, pensamientos etc.16 Tanto la lectura como la escritura exigen ambientes de aprendizaje que se pudieron crear en los encuentros del colectivo de investigación. Después de salir de ellos y de reflexionar sobre la práctica pedagógica, los estudiantes, hicieron uso intelectual de la lectura y la escritura como herramientas de investigación. Es de destacar que el sentido de las prácticas de leer y escribir, adquirieron su real dimensión cuando los estudiantes comprendieron el sentido de estar solos, tal y como lo podemos inferir del pensamiento de Surjey Montes: No me he olvidado de la lectura, ésta tiene un sinnúmero de modalidades; yo prefiero la lectura mental, también en solitario, para poder escuchar mi voz interior, esa que me ayuda a seleccionar lo que más me interesa, lo atractivo, lo creativo. Surjey, en el entretejido de sus textos, confesó su miedo a escribir: El sufrimiento, el remordimiento, la soledad experimentados por Rousseau y expresados satíricamente por Larrosa, hicieron que aflorara una vez más, el miedo que siento al escribir de manera narrativa; en un momento mágico me transportó a la sensación de inseguridad e inestabilidad que me produce la palabra. Es que 16 Palencia, Aritmeri (2008). Diario pedagógico. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 107 han sido tantos años haciendo uso del discurso argumentativo y explicativo que se me olvidó el lenguaje literario. Para romper con el temor de leer y escribir, fue muy valiosa la lectura en grupo del texto de Jorge Larrosa “Déjame que te cuente”. La idea de contarse se convirtió en el motivo central de las conversaciones y escritura. “Jorge Larrosa hace mucho énfasis a lo que son los cuentos y las leyendas cosas que se cuentan y que sólo se cuentan porque siguen contándose” escribió Irina Galarcio. De este modo, el proyecto de investigación cruzó las fronteras de la escuela, las de espacio y tiempo escolar, la de las normas educativas, la de los preceptos de la práctica pedagógica y las de los manuales de investigación. El ejercicio escritural le permitió, a cada maestro en formación, identificarse consigo mismo. Cada cual encontró su lugar en el proceso de indagación. Esta idea de ser único entre los demás, fue pensada así por Eliana Torres: Considero necesario primeramente mencionar que todos somos diferentes con pensamientos, sueños, errores y obviamente apariencia diferente. Existe un sistema en nuestra sociedad que aun sabiendo que cada persona es única, insiste en tratarla y homogenizar todo su proceso como lo es el de la educación y el aprendizaje.17 La escritura consiguió, como uno de sus resultados, la producción de significados acerca de ser maestro: 17 Torres, Eliana (2008). Diario Pedagógico. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 108 En consecuencia, ser maestro no es sólo llegar al aula de clases e impartir una serie de conocimientos, es también formar a nuestros hijos; es decir, nuestros niños como personas de bien; también es dialogar con los educandos, hacer de la clase un espacio agradable y no un simple momento limitado a lo académico; es reírnos, compartir con los niños y disfrutar de todo lo que hacemos con ellos; porque con los niños el maestro aprende y pone a prueba todo lo que sabe.” Escribió Sindy Sánchez. Registros y prácticas pedagógicas No todas las maestras en formación tienen la misma capacidad para elaborar registros y, a partir de los mismos, realizar análisis. Tampoco es sencillo que tomen apuntes de lectura y accedan luego a la escritura. Sin embargo, cuando varias estudiantes muestran que sí se puede, se hace posible retratar el proceso de formación de maestros. Para el momento de levantar los registros etnográficos, Aritemeri Palencia (17 años) vivía en el Barrio Boston de Cartagena de Indias, y Sindy Sánchez (19 años) quien vivía en San Fernando, iban juntas a la Escuela Sectores Unidos a hacer sus prácticas pedagógicas con Patricia Sliger. Aritmeri aprendió de Patricia Sliger que los estudiantes llegan a la escuela con un lenguaje, con unas formas de decir y salen con otras. Patricia propicia la lectura en voz alta, compartida, como una Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 109 práctica que le da vida al texto. Las lecturas que promueve abren los caminos de los estudiantes, tal y como lo reconoce Aritmeri: “De Patricia Sliger he aprendido que el maestro crea condiciones para que los niños encuentren la manera de aprender por sí mismos y algún día sean capaces de crear sus propios itinerarios”. Los registros que dan cuenta de la práctica pedagógica, van más allá de lo observado, tal y como nos lo deja entrever Aritmeri: Mi práctica pedagógica tiene su razón de ser en la lectura y desglosamiento de textos y registros etnográficos que tienen mucho [que] ver con el proyecto, es decir, no es realizada específicamente en un salón de clases. En cada reunión que se realiza los lunes con el grupo investigador se trabaja con la reconstrucción de textos cada vez más dicientes e interesantes; a partir de la voz del autor, del maestro asesor pero también de la interpretación y el análisis que hace el investigador quien debe encontrar su propio lenguaje, para decir lo que realmente ve encaminado o tiene sentido en su formación como maestro investigador. En las reuniones de grupo se conversaba sobre las dificultades, se trabajaban los conceptos claves del proyecto. No obstante, las discusiones, preocupaciones, reflexiones, solían desvanecerse en la oralidad. El paso a la escritura exigió un esfuerzo distinto, una acción pensada en la cual se aprecia en qué consistieron la lectura y la escritura como prácticas de formación: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 110 El proyecto, como tal, exige unos niveles de lectura casi que permanentes, comprendiendo la lectura como: interpretar, escuchar, analizar para fragmentar, destacar y crear un nuevo lenguaje que nos permita decir y cambiar las prácticas pedagógicas de los maestros que investigamos. El pensar y la conceptualización, son los elementos que sostienen la escritura a la hora de materializar el pensamiento y las memorias biográficas que están en el enfoque de este proyecto. Siendo así, los procesos de pensamiento y maduración, tanto en la investigación como en los distintos saberes, están fundamentados en la interacción lecturabiografía y escritura producción de sentido. Escribió Surjey Montes. Formarse como maestro es algo difícil de descifrar. Hace falta un prolongado esfuerzo para alcanzar la formación, para ir tras un ideal que no está determinado por los objetivos o fines oficiales de la educación. La formación de maestros ocurre de la manera en que lo comprendió Surjey Montes, a través de sus apuntes de lectura: Una de las frases que más repite Armando Zambrano en los apartes que leí es: “la experiencia es la esencia de la formación” junto con la: “formación es un estado espiritual”. Parece indicar que la formación se encuentra en nuestro interior y que ésta sólo se logra mediante la experiencia; experiencia que requiere de un Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 111 tiempo, para poner a prueba las capacidades que un sujeto aprende. La educación en la escuela,no lleva necesariamente hacia la formación. Es posible pasar y salir de ella sin llegar a formarse por cuanto las creencias y las representaciones de los hombres, se resisten a los cambios. En la escuela, suelen ser débiles los esfuerzos por reconocer los saberes encarnados en los estudiantes, aquellos que se elaboran con la participación del otro, considerado como un legítimo otro en la conversación. Surjey, cuestionó la incapacidad de los maestros para comprender en qué consiste construir los saberes en el ámbito escolar, a partir de selección rigurosa de apartados del texto: Finalmente, Astolfi afirma que los saberes no deberían ser transmitidos sino ser construidos, pero para ello el maestro tiene que saber que en el fondo los estudiantes ignoran qué es una disciplina y qué “no son los objetos los que definen una disciplina, sino los interrogantes que ella se plantea” (Astolfi, 1997, 77), ya que un mismo objeto puede encontrarse en el terreno de varias disciplinas. Además, por más esfuerzos que hagan los maestros por transmitir el saber ya construido, se ha comprobado que después de haber cursado la secundaria, incluso la universidad, algunos estudiantes presentan “indigencia epistemológica” reflejada en sus representaciones inamovibles. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 112 La misma Surjey Montes nos enseña en qué consiste trabajar un texto en el cual se considera a fondo el problema de la enseñanza de los saberes producidos por las comunidades científicas. Ella fue tomando nota de las ideas que le atraían, fue marcando, resaltando, extrayendo aquellos trazos que, después, posibilitaron sus análisis. Así reseñó una de las ideas de Jean Pierre Astolfi en “Aprender en la Escuela”: El autor expone las razones epistemológicas y psicológicas por las cuales el aprendizaje se convierte en una tarea difícil, incluso casi imposible de realizar. Al tiempo que explica los obstáculos y desviaciones del aprender que el maestro interpone al tratar de enseñar basándose en “costumbres didácticas”, que sólo resuelven el problema de la transmisión de la información, esboza las posibles soluciones inmersas para pasar a la transformación de las representaciones de los estudiantes y a la construcción de redes conceptuales con unidades semánticas cada vez más ampliadas; tales como la posibilidad de hacer preguntas, apertura a los obstáculos epistemológicos y a la crítica de las situaciones, entre otros. Para afianzar dicha idea, Surjey recurrió a las observaciones realizadas al docente de la Escuela Normal José Santiago Pérez: Recuerdo un apartado de la biografía del profesor Cheo en el que recomienda a los maestros Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 113 a tener cuidado con los contenidos que se enseñan en preescolar y primaria, pues los niños les creen a sus maestros todo lo que les dicen; refiriéndose a la pregunta ¿qué es la respiración?, el profesor explica cómo al llegar a la secundaria los estudiantes confunden la respiración con la ventilación, la primera es un proceso que se lleva a cabo en las mitocondrias de cada célula que forma parte del organismo, mientras que la segunda trata del intercambio gaseoso al inhalar y exhalar. Este como muchos otros conceptos presentan distorsiones, confusiones, inmovilidad, y hacen parte de un debate acerca de lo adecuado que es graduar el saber de las disciplinas por niveles, dejar la responsabilidad a los maestros, coordinadores o directivos docentes de seleccionar los contenidos parcelando, simplificando lo complejo. La práctica de lectura de Surjey seleccionó del texto de Astolfi lo que fue surgiendo como problema, como algo que ella comprendió al contrastar la práctica pedagógica y lo que dicen los autores. La diferencia entre planear una clase y aprender, marca la diferencia entre lo que sucede en los procesos de pensamiento entre maestro y estudiantes: El autor en esta parte, como en el resto del texto, trata de hacer caer en cuenta a los maestros de que, a pesar de los obstáculos que ponen a los estudiantes, éstos aprenden, aunque no Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 114 necesariamente lo que el maestro ha preparado o planeado para “dictar”, sino lo que realmente le encuentran sentido para resolver los problemas de la vida, con ayuda de las representaciones que ya poseen y la memoria de trabajo con que cuentan, escribió Surjey. Uno de los problemas educativos abordados en las lecturas de Surjey fue la rutina escolar. Hacer lo mismo, repetir lo mismo, hay que entenderlo en su complejidad: Entonces asume el maestro una posición cómoda, con el mismo planteamiento de problemas años tras años; los mismos documentos, el mismo esquema; se convierte así la clase en lo que Astolfi llama “costumbre didáctica”, que impide la transformación de representaciones de los estudiantes, contó Surjey. La línea de pensamiento de Astolfi encontró continuidad en el texto de Surjey: …por lo que más adelante son incapaces de utilizar conceptos, es necesario que el maestro brinde la oportunidad de co-construir los conocimientos, de ser crítico, de abrir el espacio a las preguntas de sus estudiantes. Sólo así llegarán al saber que se requiere para transformarse. Durante el proceso investigativo, los registros elaborados nos dejaron percibir que no todas las maestras seleccionadas, nos Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 115 ofrecían un “modelo” a seguir. Por el contario, nos dejan reafirmar los problemas propios del manejo de los saberes disciplinares señalados por Surjey. En un retrato hecho por Cindy Sánchez a la maestra asesora, muestra una práctica que desconoce la pedagogización del saber disciplinar y la participación de los estudiantes. El siguiente es un apartado de dicho relato: … nos lleva a sumergirnos en un mar lleno de números y en su desempeño pone en escena varias categorías las cuales son las siguientes: El uso del tablero._ En las clases de matemática de [la maestra] es frecuente encontrar a sus estudiantes utilizando el tablero como medio central y facilitador del proceso de enseñanza aprendizaje [La maestra] para trabajar todos los contenidos toma como punto de partida el libro ya que en este se apoya para darle a conocer los distintos saberes a los niños que día a día contribuyen en su formación. Durante las clases de [la maestra] es frecuente encontrarla con el libro en sus manos leyendo y explicando temas como la logaritmación y al mismo tiempo diciendo: “en la página 57 encontrarán ejemplos acerca de la logaritmación… lean y analicen qué es lo que debemos hacer en las operaciones. A lo largo de los registros de clase sólo aparece una secuencia de operaciones matemáticas en las cuales no se problematiza Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 116 el conocimiento ni la enseñanza. La enseñanza consistía en avanzar con el programa: se enseña a sumar, luego a restar, luego viene la multiplicación, luego la división y…Enseñar porque hay que enseñar y enseñar porque hay que aprender. Por más que en los registros buscamos un motivo para la enseñanza de las matemáticas, una intencionalidad educativa, solo aparecieron números y más números. En tal sentido resulta cuestionable la figura de maestra asesora. Para formar maestros se requiere de maestros que problematicen la enseñanza y sobre todo, que tomen en cuenta que el saber disciplinar por sí mismo no es enseñable; para hacerlo se requiere del saber pedagógico. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias CAPÍTULO 4 Trayectos de vida de maestros en Cartagena de indias Regina Miranda: Oralidad e Identidad Cultural Afro Al momento de entrevistar a Regina Miranda, ella trabajaba en la Institución educativa Mercedes Ábrego, Sede Sectores Unidos, en el Barrio San Fernando. Desde allí fue trasladada hacia la Institución Educativa Antonia Santos, Sede San Luis Gonzaga, ubicada en el Barrio Nariño. Regina Miranda es una maestra oriunda de San Basilio de Palenque, corregimiento de Mahates, municipio del norte de Bolívar. Escucharla hablar permite percibir la vida de negras y negros. Su voz, gestos, mirada, nos dicen que enseña a partir de lo que lleva como vivencia y recuerdos. Su pedagogía proviene de la imagen materna: Siempre ha sido tolerante, en todo, y para enfrentar las cosas, ella primero le busca el camino de salida, antes que una emboscada. De esa forma me enseñó que cuando alguien no sabe algo y 117 118 quiera ayudarle a que sepa, debes enseñarle con el ejemplo, asimilando tú y dándole el ejemplo…, nos relató Regina. Según Regina, la pedagogía que tiene sentido en Palenque es más práctica que teórica. Se aprende observando al que sabe hacer, al adulto mayor que tiene experiencia y sabiduría. Así, su madre la iba guiando: Para hacer unas tareas, una actividad, ándale, nunca me llevaba la mano, ella no me llevaba la mano, ella me decía, observa, mira como lo hago y trata de hacerlo por ti misma y verás que te sale mejor [ ] así fui aprendiendo como también para decirme lo que tiene que ver con la sabiduría, con sapiencia de ser negra, ella me decía, pero ya como esta viejita, tu mente es más joven que la mía…, recordó Regina. Regina, al igual que la gran mayoría de personas en Palenque y en Cartagena de Indias, tiene raíces africanas. Su forma de comprender el mundo está ligada a costumbres que trajeron consigo a Colombia quienes fueron embarcados a la fuerza por los españoles en la época de la Conquista. Dentro de dichas costumbres prevalece el concepto de Kuagro. Según ella: Un kuagro para mí lo significa todo, desde niña hasta ahora que soy adulta. Cabe recordar, que esta es la forma organizativa más característica y relevante de la estructura social palenquera y se Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 119 remonta al legado africano de los esclavizados y, sobre todo, a las formas organizativas que permitieron materializar la estrategia de defensa de la comunidad cimarrona. Desde sus orígenes se ha constituido en un espacio de socialización de los individuos más allá de la familia. Están constituidos por grupos de edad creados desde la infancia y perduran a través de la vida de los individuos. Están ligados al territorio, al barrio donde viven, ya sea el barrio arriba o el barrio abajo, en cada uno de los dos barrios se pueden presentar varios kuagros en el mismo grupo de edad, los cuales gravitan en torno a sectores más concretos que reúnen calles contiguas. Por lo general, los individuos se mantienen en el mismo kuagro durante toda su vida., nos aclaró Regina En el San Luis Gonzaga los salones tienen el nombre de Kuagros, dedicados a algún personaje que simboliza la cultura afro. Hay espacio, también, para Kuagros que simbolizan creencias católicas. El significado de Kuagro es distinto al concepto de grupo de estudiantes. Más allá de ser una organización social en la cual se reúnen las personas, el Kuagro marca la vida de los palenqueros: …nosotros lo miramos como un todo, es mucho más que la simple organización social, porque es que nosotros lo estamos viendo, un kuagro es donde a ti te están dando todo. Kuagro viene de la palabra cuadrilla y kuadrillá, se forma con Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 120 tus contemporáneos, van surgiendo con los tiempos… es con los tiempos. Entonces, como es cuadrilla, el kuagro te va a decir a qué reglas te sometes en ese kuagro, qué debes respetar en el kuagro, qué no debes violentar en el kuagro… verdad, cuáles son sancione, (sic) ese Kuagro tiene un jefe, un líder y ese líder marca las pautas y esas pautas que marca el líder tú tienes que respetarlas, porque si tú no las respetas recibes la sanción e incluso puedes ser expulsado, puntualizó Regina. El kuagro, como comunidad de vida, reconoce en el adulto mayor a alguien que te puede enseñar, corregir: …todo el kuagro va a llenar el agua, uno de los del kuagro llena el agua, esa agua que sacas de la casimba o del aljibe,(sic) pero también si hay una persona mayor que necesita que le llenen el agua, se le llena, y ya se le está dando la prioridad al adulto mayor, se está viendo que el adulto mayor merece respeto, entonces son los abuelos, la sabiduría o sapiencia de los abuelos, pero si tu estas lavando ropa, por decir algo, y no la sabes lavar o es una ropa que necesita una atención, no había necesidad que estuviera la mamá al lado para decirte, pero si es una persona mayor te dice: -“ven acá mija, eso no se hace así, coge esto lo lava así y así y así y asao…, nos contó Regina. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 121 Regina Miranda, al igual que muchas mujeres de San Basilio de Palenque, cultiva la lengua palenquera. A la manera como hicieron sus ancestros, ellas van sacando, como si se tratara de pepitas de oro escondidas en el entramado de sus trenzas, palabras que las comunican con las voces más lejanas. Se trata de voces que llaman los recuerdos, a la manera del eco de los tambores, del llamador, del sonido de los instrumentos musicales que hoy por hoy son tocados por manos capaces de invocar a los dioses. Ellas, también ellos, van hablando en lengua palenquera para que las tradiciones no se olviden, para recordar de qué material han sido hechos. Una comunidad tradicional como la de Palenque, corre el riesgo de perder sus costumbres; el riesgo es latente, pues no se puede vivir aislado en un mundo cada vez más intercomunicado. Regina lo sabe: …lógicamente que hoy día, muchos de estos valores se han debilitado porque estamos en Colombia, y como en cualquier pueblo colombiano, no estamos libres de esos problemas sociales. En Palenque tenemos que vivir la realidad de nuestro país; entonces, dentro de esa realidad que vivimos en nuestro país requiere que sean los adultos los que tienen (sic) que marcar las pautas para orientar a los niños y jóvenes. Así, como en las labores de campo, los ancestros de los palanqueros fueron guardando las semillas y pepitas de oro; así mismo las palabras, quizás, fueron siendo escondidas para ser después sacadas. Fueron escondidas, cual semillas de oro, Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 122 las palabras en los hilos del cabello y en los hilos invisibles de una vida amenazada por la esclavitud. De a poco, las palabras iban saliendo para comunicar en un lenguaje propio aquello que pensaban y sentían, aquello que sólo podía ser escuchado por quienes compartían la misma mesa, el calor del fogón de leña, la hamaca, el lecho de amor. El lenguaje oculto adquiere a veces una fuerza insospechada, una fuerza que tarde o temprano vuelve a tomar forma en el seno materno, pues surge de las entrañas de la tierra. Palenque es tierra de los recuerdos, tierra de aquellos que no han dejado olvidar su lengua, una lengua condenada al olvido cuando se impone “un lenguaje universal”. En la voz de Regina predomina una estructura del lenguaje que narra lo sucedido. Sus palabras van y vienen; su acento, al igual que el de todos sus coterráneos, lleva las marcas de su identidad; Identidad extraña para quienes promulgan el “uso adecuado” del lenguaje, su correcta pronunciación. El relato de la vida de Regina Miranda evoca el uso de la palabra original, de las palabras que surgen de las entrañas del pensamiento y, por ello, del alma misma de las cosas. “En Bocas del tiempo”, Eduardo Galeano dice: “La palabra mentida insulta lo que nombra, pero la palabra verdadera revela el alma de cada cosa”. ¿Cómo decir en lengua extraña lo que se piensa y se siente? Las palabras de Regina evocan la lengua palenquera; hablar en lengua, dice ella, dicen todas ellas, y ellos. El hablar en lengua Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 123 significa, quizás, hablar en primera palabra. Escribir esta historia evoca la letra del poema “Responde tú”, de Nicolás Guillén. Tú que tu lengua olvidaste responde tú y en lengua extraña masticas el “well” y el “you” cómo vivir puedes, mudo responde tú. Regina al igual que Luisa son seres anfibios, como los concibió Orlando Fals Borda. La vida en la costa atlántica y donde quiera que existan fuentes de agua natural, ocurre entre el agua y la tierra. Estamos hechos de tierra y salimos del agua. Nuestras vidas transcurren entre corrientes de agua que en la vida comunitaria permiten curar las heridas, lavar los chismes, contar historias. Las palabras de Regina permiten valorar los saberes cotidianos, aquellos que hacen parte del quehacer diario de una comunidad. Estar en el arroyo, el periódico del pueblo, asistir a los juegos de velorio, tocar el tambor, degustar los sabores de la cocina, hacer las trenzas, son actos de la vida cotidiana que van dándole forma a los palenqueros. Se trata de actos de la vida cotidiana en los cuales cada cosa adquiere un sentido común, compartido. Y cada cosa adquiere su nombre; el nombre que el hombre, por convivir con los dioses, les da. Nombrar nos hace dioses creadores de un lenguaje propio. Quien decida vivir en lengua extraña, algún día amanecerá en un vacío de las cosas. Perderá el alma y la calma. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 124 ¡Ah, desdichado!, responde responde tú dónde hallarás verde y verde y azul y azul palma y palma bajo el cielo, responde tú. Entre escuela y comunidades ha existido y persiste un distanciamiento difícil de superar. Escuchar a Regina nos sirve para comprender la importancia de llevar la cultura de la comunidad a la Escuela. La cultura de la solidaridad, de la sapiencia de los abuelos y de los juegos mediante los cuales niñas y niños se inician como miembros activos de una comunidad: …hay un cuento que dice, acaso ¿Tú no tienes Kuagro? ¿Tú no has hecho cocinadito? En el cocinadito tú vas a saber todos los ingredientes que lleva una comida por decirte algo y tú vas a llamar al niño y tú le dices: ven, vamos a jugar ahora al sancocho; el sancocho es un juego de velorio y ese juego de velorio tú lo ves en el aula cuando tú le vas a preguntar, tú eres un ingrediente para el sancocho, tú eres otro, tú eres otro, tú eres otro, tú eres otro, pero cada quien va a aprender a escribir su ingrediente, cuando el niño está aprendiendo a escribir su ingrediente ya tú le estas dando un método pedagógico, pero como él está entusiasmado por aprender, por jugar, él va a aprender cómo se hace, como se llaman los ingredientes. Contó Regina. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 125 Las normas de la escuela suelen ser lúgubres, cargadas de prohibiciones. En la escuela prevalecen los contenidos a enseñar antes que las formas de aprender. Tal prevalencia hace que el maestro desconozca al niño como alguien que también sabe hacer, como nos lo deja entrever Regina: …aparte de que un niño es el espejo, yo siempre he visto en los niños un espejo, aun con mis hijos, con mis sobrinos, con mis alumnos. Tú sabes cuando estás bien, cuando estas mal porque el alumno te dice, qué tienes, qué te pasa, estas bonita, te falta esto, quítate esto porque esta maluco, entonces cuando tú a un niño lo sabes entender, él también te entiende, porque así como tu lees la imagen de él, él lee la tuya, y eso es lo que me ha llevado a que cada día más, entender más a los niños, para poder enamorarme de la profesión en la que estoy. Regina Miranda es alguien que desde un conocimiento profundo de su cultura, les enseña a sus estudiantes. Sabe ella que el afecto y el amor son parte trascendental en las relaciones humanas. Del afecto y el amor surgen la solidaridad y el respeto, la autoridad y las normas. Tanto Regina, como Rigoberto Carmona, Patricia Sliger, Maritza Negrete, Luisa Balseiro, Nidia Fontalvo, Virgelina Ruiz y tantos otros maestros se formaron a través de “Los hilos invisibles del tejido social”. Regina nos ofrece una imagen poderosa de un espacio natural que bien podría considerarse una de las formas de Escuela: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 126 …la entrega del compartir de las comidas, cómo es la entrega de todo lo que significa Palenque desde la niñez donde tu aprendes, jugar en el arroyo, en el arroyito porque es el lugar , el lugar más visible, el lugar de igualdad es el arroyo, porque el arroyo es el periódico de la comunidad, ¿por qué es el periódico de la comunidad?, porque ahí tú te vas a enterar qué pasó en la noche, que pasó en la mañana, qué le hace falta, dónde mataron cerdo, dónde fue carne , dónde hay plátano, qué, quién se fue en la madrugada, qué pasó anoche, el agua que vas a coger, pero también los chismes, o simplemente tienes una diferencia con alguien y tú ya sabes el horario de ese alguien, lo vas a buscar porque tú sabes que va a llegar al arroyo y ahí en el arroyo también puedes aclararlo, verbalmente o físicamente, pero también lo vas a aclarar, entonces es como el periódico de esta comunidad, aparte de que en el arroyo tú te vas a bañar, al bañarte te vas a limpiar, ahí vas a limpiar muchas cosas porque tú te relajas, te estas bañando, estas sacando el agua de la casimba…, relató Regina Los maestros en Colombia, en particular de la región Caribe, provenimos de comunidades en las cuales pudimos descifrar las formas concretas de aprender. Fuimos haciéndonos a herramientas que nos dieron forma como maestros. Posiblemente dichas formas son diferentes a aquellas que adquirimos en el Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 127 curso de nuestros estudios. Las formas primeras de aprender, aquellas que están relacionadas con quienes nos enseñaron a dar nuestros primeros pasos, son herramientas poderosas de enseñanza. Y, muy seguramente, son formas que difícilmente pueden ser abstraídas del contexto social en el cual tienen sentido y significado. De allí que en la sabiduría de un hombre iletrado sea posible encontrar a nuestros primeros maestros: Antes de ir a la escuela que fui desde muy temprano, fui porque mi mamá acostumbraba a mandarnos a estudiar desde muy pequeños. Bueno porque yo era una de las últimas, pero para aprender a leer primero se tenía el barro, se hacían dibujitos, yo recuerdo que hacían dibujitos con muñequitos y esos dibujitos o muñequitos que iban haciendo en el barro o en la tierra, en el arroyito, ellos iban dando como que unas pautas. Tanto es que mi papá siempre dijo que no sabía leer, pero me gustaba que un cuadernito o cualquier libro que tuviera… también decía no saber de religión, pero yo recuerdo que él tenía un libro , un librito pequeño que era como de algo de religión y él me decía: - eh tú ves como un…_, me hablaba como de las frutas y hablando de las frutas me decía qué figuras tenían y esas figuras que tenían esas frutas era la que yo iba a hacer, yo iba a dibujar y así dibujando esto, me cogía las hojas con las mismas hojas esas, palitos y me mandaba a hacer, a dibujar cosas, ya más tarde, Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 128 cuando mi mamá me mando a la escuela de banquitos, pues no me era difícil relacionarme o hacer esas cosa, recordó Regina. Antes y fuera de la escuela como lugar formal para aprender, suceden cosas trascendentales en la vida de cualquier ser humano. El fracaso escolar lo tenemos que considerar como una forma de desconocer lo que los niños saben hacer en su comunidad de vida. Regina nos ofrece una conversación que deja ver el distanciamiento entre lo que es un logro escolar y el saber hacer en la vida: Sí, sí es cierto, yo llamo a los padres, la mamá me dijo: — mi hijo no está apto para seguir al grado siguiente — Yo le dije: — estamos de acuerdo, estamos de acuerdo, a ver, este ¿su hijo le hace mandados?— — sí. — ¿Y cuando usted le habla a su hijo entiende lo que usted le dice? — sí, sí al contrario tiene la lengua muy larga porque me responde pa… pa… pa… — Ah, listo, pero venga acá y lo de la escritura que su hijo no hace, ¿usted lo está ayudando?— — No porque es que pa eso está aquí en el colegio— — Digo, ¡bueno si pa eso está aquí en el colegio pero de todas maneras eso va a aportar, va por pasos porque si él, no todo lo va a hacer enseguida, lo está haciendo ahora, deje que llegue más tarde!— Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 129 Hay algunos que se tardan no sólo ese tiempo sino mucho más tiempo, pero lo importante es que tú descubras en el alumno una de las cualidades que se necesita para asimilar un conocimiento, se necesita que escriba, sí es cierto, es importante que el niño escriba, pero el niño puede aprender a escribir desde preescolar, hay algunos que llegan al bachillerato y todavía no escriben bien pero tienen todo, tienen todo ese tiempo para irle dando. Antes de la escuela formal, antes de aprender a trazar los grafos que conllevan hacia la escritura convencional, niñas y niños hablan y escuchan las historias que les cuentan. De tanto oírlas, de pedir que se las repitan, del afecto propio de la comunicación, se las aprenden y las dicen: palabra por palabra. La narración de historias, propias de la vida en una comunidad, permite romper el distanciamiento entre ésta y la Escuela. Regina asocia narración con memoria y escritura: Sí, es más, yo lo aplico con mis estudiantes en lengua palenquera, que no son de Palenque, son algunos cuantos y yo les hablo en lengua, y yo les hago algunas mímicas, pero a ellos, eso les llama tanto la atención porque cuando tú estás contando algo el niño está concentrado en lo que tú estás diciendo, porque quiere descubrir y quiere saber y parece que hay algo interesante en lo que le estas diciendo, está grabando, está grabando, cuando ya tú tienes algo grabado, lógicamente que se te hace Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 130 más fácil grafiarlo, porque esa memoria es… lo que ya tú tienes aquí guardado. Virgelina Ruiz: Cautivadora de niños Virgelina Ruiz nació en Loma Arena, corregimiento del municipio de Santa Catalina, Bolívar. Su padre, de familia conservadora, era un comerciante que al ir a Cartagena, compraba el diario liberal “El espectador”. Su Padre ponía el periódico en el centro de una mesa, y ahí, Virgelina fue aprendiendo a reconocer las palabras y escribirlas mediante un juego orientado por su progenitor en complicidad con sus otros hijos. A la luz de la linterna y mechones, Virgelina tomaba las palabras que los sábados enseñaría a sus estudiantes, imitando a una monjita mandona. Su tablero eran las cajas de madera donde venían los tomates y su tiza era el carbón. Su padre le contaba historias de lo que pasaba, historias para la imaginación e historias del dolor que aun padece el pueblo colombiano: En la oralidad también nos ayudó mucho porque nos contaban historias, de las Mil y Una Noches, las canciones de cuna y los poemas, porque él sabía muchos poemas… En el pueblo pasaron cosas muy feas, se llevaban a la gente y la arrastraban en la plaza, en el puente que separa a Loma Arena y Pueblo Nuevo, hicieron estallar un taco de dinamita cuando iba pasando el bus de los trabajadores de las salinas y todos se murieron. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 131 Cosas como estas y muchos relatos de la gente del pueblo, de la historia de la época, como de las guerras y las bombas atómicas eso nos lo contaba mi papá, como si lo hubiera vivido, pero esos relatos eran que los leía. Relata Virgelina. Virgelina ha sido maestra de preescolar y sabe acercarse a los niños de diferentes formas. Jugar con la imaginación es una de esas formas mediante la cual ella atrae la atención de niñas y niños de la Institución educativa Mercedes Ábrego: En una semana se trabaja desde todas las áreas; por ello se programan las actividades de cada día, se siguen unas rutinas en las que se afianzan los valores, se les habla del comportamiento con los padres, con los hermanos. Luego entran al salón y cuando hay mucha bulla hago una actividad de alzar la mano, poner el dedo en la boca, jalo la pitica y voy jugando con su imaginación hasta que todos me imitan y se quedan quietos, es entonces cuando introduzco el tema o si ellos traen algunos intereses y propongo una actividad que satisfaga sus inquietudes. Cuenta Virgelina. Para un niño, cualquier cosa se puede convertir en algo para jugar. Por eso, para ella tiene sentido aprovechar los objetos que los niños llevan a la clase: Por ejemplo, llegan al salón con un taso y se quieren dedicar a jugar con ellos; entonces Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 132 sacamos los tasos que tienen, los contamos, hablamos del círculo del ojo y porque es peligroso tirar los tasos a la cara del compañero. Se abordan los temas que uno tiene programado como el de las figuras geométricas pero a partir de una situación que se presenta en el aula. Darle vida a los títeres puede ser otra de las formas de llamar la atención de niñas y niños. El cambio de voz de la maestra y la adecuación del escenario de enseñanza, favorece la comunicación con los estudiantes: En el aula me han dado muy buenos resultados los títeres, porque la modulación de la voz, los colores, el movimiento se combina todo. Con los títeres me fui dando cuenta que esto era muy provechoso, desde que estaba en la universidad, en las prácticas, cuando se utilizan los títeres y se cambia el tono de la voz, se logra captar la atención de los niños; a ellos les gusta mucho; pero deben ser secciones cortas de 10 a 15 minutos; y luego se le pone otra actividad; que coloreen una imagen de acuerdo con el tema tratado en la obra, que modelen figuras con plastilina o que produzcan textos a su manera, porque ya en transición han desarrollado condiciones para expresar sus ideas y plasmarlas. El teatrino y los títeres cobran vida para los niños a través de Virgelina y sus maestras practicantes: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 133 La profesora le dijo a Jessica que la ayudara a sacar el titiritero que se encontraba en el baño, cuando lo sacaron lo pusieron en una de las esquinas del salón, la profesora se dirigió al multimueble blanco y sacó dos títeres; uno de pollito y otro de rana y varios pedazos de cartulina con la silaba de la “m”, me pidió el favor de que la ayudara, metió dos sillas en el titiritero y comenzamos la función; yo tenía el pollito que se llamaba Pío, Pío y ella tenía la rana que se llamaba Rani, le dimos la bienvenida a los niños y mostramos, una por una, las cartulinas con las sílabas de la “m”, para que los niños repitieran y dijeran una palabra con la sílaba que mostramos. Registraron Jesica Puello y Deyaneris Avilés el día 26 de Abril de 2007. Virgelina avanza con su método de enseñanza de la lectura y la escritura a través de materiales que promueven la interacción social de sus estudiantes, tal y como fue registrado por Deyaneris Avilés el 17 de mayo de 2007: La seño dice: _ les traje un amiguito y está aquí_, mostrando a los niños una cartelera con un pollito y al lado estaba la letra “p”; esta cartelera la sacó del multimueble blanco. La profesora le preguntó a los niños: _ ¿quién es este?_ Los niños responden: _ ¡pollito Pepe es muy dormilón…!_ La profesora les dice: _vamos a pegar el pollito Pepe en el tablero_, niños que palabras hay con Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 134 la p, los niños decían: _ ¡peto!, ¡pecho!, ¡pepa!, la seño preguntó: _ ¿qué es pecho? Y los niños mostraban su pecho, después les preguntó ¿Qué es pepa? Y ellos respondieron la pepa de un mango; la profesora se dirigió al multimueble blanco y sacó un títere ( Pollito ) decía haciendo las muestras: _ ¡ay los niños se olvidaron de mí, mi nombre, comienza con la letra “ p”, ¿cómo me llamo?., Andrés Camilo dice.: _con la sílaba “po” ; todos los niños dicen pollito , la profesora se acerca donde Jonás y le pregunta: _¿Jonás qué tienes en la boca?_ , todos respondieron: _¡un pitillo!_, Juan David se paró y le dijo a la seño: _¡seño yo escribo la sílaba del pitillo_! y escribió “pi” en el tablero, con qué me tienen agarrado mi pierna con la… pata … dijeron los niños. Jonás se paró y escribió en el tablero la silaba “pa”... Crear personajes que lleven a los niños de preescolar al mundo de las palabras, pasa por crear y creer en el mundo de la imaginación. Las palabras, en el aula, se convierten en cosas con las cuales los niños pueden interactuar. El maestro, al darles vida a los personajes, crea las condiciones materiales para que el lenguaje hablado y escrito sea apropiado por sus estudiantes. Virgelina comprende que para los niños de preescolar una clase está hecha de cosas muy diferentes de aquellas que aparecen con fuerza en primero. Según ella: …en el currículo de preescolar [ ] no hay parámetros ni estándares a seguir, sino que se Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 135 marcan unas pautas a partir de las cuales los maestros empiezan a desarrollar las actividades y los proyectos pedagógicos que les permitan a los niños conocer su propio cuerpo y socializarse. Los niños, por pasar de preescolar a primero o demás cursos de la básica primaria o incluso en el bachillerato, no dejan de ser niños; no dejan de jugar con las cosas y las palabras; no dejan de inventar cosas con las palabras; no dejan de necesitar afecto, de buscarlo, pedirlo, darlo. La diferencia entre los profesores de primaria y de preescolar es el trato que le dan a los niños, los de preescolar son más amorosos, tratan a los niños con mucha ternura pero, ya en primaria, se les ponen más tareas y se les asignan labores como castigo y eso surte un efecto contrario a lo que el maestro espera, se vuelven más rebeldes. Maritza Negrete: Pedagogía desde el contexto sociocultural, lecturas prohibidas El gusto de Maritza era leer lo prohibido, al respecto narra: …como a eso de la edad de unos diez años, de diez, once años, me empezó a encantar el leer las novelas que venían en las revistas esas de vanidades, de Corín Tellado, me fascinaba; pero eso en mi casa era prohibido, entonces me castigaban mucho, ese no era el tipo de lectura Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 136 que uno podía hacer, pero ese era el tipo de lectura que en esa época me encantaba, entonces cogía y me escondía debajo de la cama con una vela a leer… Maritza vivía en una finca cerca de Montería. Su padre la mandaba a una escuela de banquitos. Para ella era mejor escaparse y montar a caballo. Después la llevaron a una escuela de San Marcos (Sucre). Allí tenía que leer a partir de la sucesión de letras del abecedario. No podía saltarse una, no podía pasar de una a otra sin el consabido orden. Fue algo traumático, que la eme con la a…Algo parecido a lo que Mafalda sufre al saber que le toca escribir frases como “Mi mamá me mima; amo a mi mamá; mi mamá me ama”. La reacción a semejante “orden de ideas” toma como respuesta ¡Qué ma-má tan ma-mo-na! La lectura por imposición, el método de obligar a aprender lo que no cabe en la imaginación, negaba los sueños de Maritza: …me encantaba que yo me escondía debajo de la cama hasta las doce, una de la mañana a leer, pero eso era lo que me gustaba leer, en ese momento, o sea la lectura de ese género me trasportaba a soñar e imaginar ese tipo de vivencias donde después de tantas dificultades los protagonistas tenían un final feliz. Entonces, por ejemplo, había lecturas que me llevaban a vivencias en las que el mundo de que la persona estaba en la playa y se encontraba con ese ser amado… Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 137 Las lecturas prohibidas suceden en lugares insólitos, en momentos en los que la luz de una vela, debajo de la cama, permiten que suceda lo que no puede suceder leyendo “Nacho lee”. Maritza aprendió a leer con disgusto, enojo, fatiga y dolor porque lo que está escrito debe ser leído. Desobedecer al mundo adulto para poder encontrar otras lecturas y disfrutar aventuras le dio forma a Maritza Negrete. Recordamos que en su momento Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar, leyó un libro prohibido “El Emilio o de la Educación” de Jean Jaques Rousseau. El ambiente de tal lectura era similar al de Maritza; esto lo podemos inferir a partir de lo dicho por Jesús Alberto Echeverry: En la historia encontramos a Simón Rodríguez, maestro de Bolívar. A su vez Simón Rodríguez fue labrado por “El Emilio” de Rousseau. Bolívar fue educado por su maestro en el cuerpo. Bolívar fue expuesto a largas caminatas, le enseñó todas las artes marciales de ese tiempo. Simón Rodríguez con la llegada de los españoles, fue condenado a muerte; se salvó por la ayuda de personas influyentes y fue exiliado. Pero la relación pedagógica entre ellos continuó en el tiempo, sobre todo a través de correspondencia, se escribieron mucho. A Rodríguez, lo encontraron los españoles, leyendo “El Emilio”, en francés, a la luz de una vela, debajo de la cama. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 138 Leer con placer A Maritza, en una tómbola, se le salieron los zapatos y peleó con una compañera; debido a esta situación fue enviada del colegio La Sagrada Familia de Montería, al colegio Latino en el Poblado, Medellín. Allí encontró un ambiente agradable, propicio para la lectura: …entonces tuve una maestra en castellano quien utilizaba una metodología diferente, pues nos trabajaba la lectura de una forma muy agradable, y recuerdo que ella nos empezaba a leer las aventuras de Tom Sawyer, se paseaba por el salón, haciendo la lectura y ahí nuevamente como que empiezan las ganas de volver a leer, pero no sentía las mismas ganas que tenía como en años atrás; pero entonces ya se empieza a crear un grado de conciencia de que tengo que hacerlo, porque en el colegio había muchos espacios para tener momentos de lectura, leer mucha lectura del género lírico, la poesía; aunque de pronto esa parte de fantasía, pues, me gustaba mucho como tener ese contacto; bueno, así fue como empecé el proceso de apropiarme más de esa parte de los códigos literarios. Las marcas del castigo, las formas de enseñanza dejan heridas en el alma: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 139 …yo pienso que de las dificultades que hoy por hoy manejo dentro de los procesos de la lectura y la escritura se deben a la forma de cómo me lo enseñaron desde pequeñita; a mí no me lo hicieron sentir como algo agradable, como algo rico que era descubrir en los libros, sino que fue muy impuesto…. Confesó Maritza. Las palabras de un maestro, la sutileza en sus movimientos, el gesto de confianza que emite, son fundamentales para vencer el miedo de enfrentarse al público; de encontrarse a sí mismo para poder vencer el poderoso lema de “La letra con sangre entra”. Maritza recordó, por eso mismo, la anécdota de un rector: _Mira yo te voy a comentar, haciendo como de pronto un paréntesis, eh. Eh, hace ocho días hablaba con el rector de una institución educativa y él me decía _oye, que cosa, nosotros los maestros, tenemos un rol bien grande en nuestras aulas, ¿cierto? Imagínate_ y me contaba su experiencia de que él era una persona muy tímida y no le gustaba hablar, no le gustaba participar y que un día un maestro en la universidad de Cartagena lo puso a que él hiciera una exposición, entonces cuando él terminó de hacer la exposición y dice: _¡me jalé una exposición bien chévere¡_ El maestro le dijo: _te felicito, tú tienes futuro, lo hiciste muy bien, tú puedes ser un gran maestro y él dice que para él eso fue tan grande que a partir de ese momento todo el mundo era exponer, fulanito… Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 140 Leer en contexto Al momento de entrevistar a Maritza Negrete, ella se desempeñaba como maestra del jardín infantil Madre Bernarda, extensión de la Institución Educativa Técnica de la Boquilla, corregimiento turístico, balneario de pescadores y ubicado al norte de Cartagena de Indias. Su trabajo con niñas y niños de transición se relacionaba directamente con el contexto social y cultural del cual provienen sus estudiantes. Los niños le enseñaron a no temerle a las jaibas; en su contexto, ellos son los maestros: uno a veces piensa que el niño de la Boquilla está todo el día al lado del mar, piensa muchas veces que no lo valora y resulta que lo valoran y lo disfrutan más de lo que uno cree y lo conocen más de lo que uno cree; yo aquí en el interactuar con los niños, aprendí a diferenciar lo que es un cangrejo de una jaiba; eso me lo enseñaron mis alumnos de transición, yo aquí con ellos aprendí cómo es que se prepara una raya, porque en una de las caminatas que hicimos encontramos una raya y yo le tengo miedo, entonces ellos me explicaron a qué no le debía tener miedo, y cómo era que se preparaba y eso se come seño, y eso se prepara así, así, así, explicado por los niños de transición o sea eso es contextualizado. El tema de enseñanza para Maritza no está predeterminado; el contexto ofrece los elementos naturales para hablar, leer, escribir, contar, escuchar: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 141 …yo tengo una riqueza en la Boquilla y es la arena, esa es una parte del contexto que yo utilizo para trabajar procesos de escritura y procesos de lectura, ¿por qué procesos de lectura? porque no solamente es leer la parte de las letras también es leer el contexto, hay días nublados, hay días en que corre mucha brisa, hay días en que hay sol, entonces, todo eso son acciones del contexto que yo también involucro. A ver, hay días en que la marea aquí esta alta, llevo a los niños a la playa, observamos por qué estará alta, para hacer ejercicios de inferencia y luego de hacer todo un ejercicio contextualizado venimos a nuestra aula a escribir, a escribir sobre la realidad, a escribir sobre un contexto, entonces esa es la forma como yo le hago la articulación; lo mismo que con las fiestas patronales, o con todo lo que acontece aquí en la Boquilla, incluso, hasta con los hechos un poquito desagradables; que fulanito de tal correteó a no sé quién y la mató y ellos se enteran y vienen aquí y hablan de todas esas cosas, todo eso lo traemos al aula, lo dialogamos, lo escribimos. Muchas de las cosas que nosotros vamos trabajando en los proyectos que tenemos, que están relacionados con la poesía, con el canto, también lo llevamos al aula para convertirlos en momentos de lectura y en momentos de escritura. Cuenta Maritza. Al analizar la práctica pedagógica, Maritza nos lleva a pensar que ciertas superficies de la Escuela, suelen inmovilizar la imaginación Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 142 y el pensamiento de los estudiantes. La superficie sólida, distante e intimidante del tablero; las líneas del cuaderno que hay que respetar; las filas de la formación; las hileras de los pupitres; la estrechez de las sillas en las cuales se ubica el cuerpo y el cuaderno; el cansancio que producen las planas, el lápiz o el lapicero después de extensas jornadas de transcripción, en nada se parecen a superficies en las cuales es posible jugar y equivocarse. Por ello, Maritza, quizás recurre a la arena: “Cómo utilizo el contexto, utilizo la arena, ¿por qué utilizo la arena? porque la arena para mí es un tablero mágico donde el niño puede escribir y puede borrar, y puede volver a reescribir cuantas veces él quiera,…” Esta manera de establecer la relación entre la enseñanza, el aprendizaje y el contexto, le surgió como idea a Maritza a partir de recordar la lectura que hizo de Paulo Freire: “…a ver, Paulo Freire dice: “Fui alfabetizado a las sombras de los árboles de mango con palabras de mi mundo y no del mundo de los adultos, el suelo fue mi primer tablero y pedacitos de madera mis primeras tizas”. Cuando yo leí eso en un texto de él; decía, oye si yo tengo una riqueza en la Boquilla y es la arena,…” afirma Maritza. A través de materiales del contexto social y cultural, lejos de las superficies muertas de “Nacho lee” y “Coquito”, Maritza ha sido capaz de encontrar formas de enseñar a los niños a hablar, leer y escribir que tienen sentido para sus estudiantes. Ella ha comprobado que las ideas de Emilia Ferreiro, Ana Teberoski, Joseth Joliberth, Rubén Darío Hurtado, docente investigador de la Universidad de Antioquia, se aplican a niñas y niños de la Boquilla. El proceso interno mediante el cual sus estudiantes aprenden sus primeras letras, aún es incierto para ella, así sea cierto para aquellos: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 143 Yo he venido trabajando este proceso de concientización de los niños hacia la apropiación y contextualización de sus códigos culturales para que sientan gusto por lo que están haciendo, durante cinco años he seguido una secuencia, aún cuando todavía tengo muchas dudas, muchas inquietudes sobre eso, abrirles los espacios, de darles a ellos cuentos, de ponerlos a que ellos lean como ellos saben leer y que ellos también escriban como ellos quieren escribir, cuando uno despoja al niño, como de imposiciones y genera como un espacio de confianza, como muy relajado, el niño empieza a fluir, y ahora cuando le presento palabras que sean muy significativas frente a los momentos que estemos trabajando de lectura, hay algo muy interno que hace que ellos se apropien con más facilidad de ese código que se da internamente, es algo que todavía no he descubierto, pero hay algo, o sea que es distinto a cuando uno está presentándolo para que ellos repitan, cuando se hace como un acto mecánico. Relata Maritza. La riqueza en la oralidad de Maritza Negrete, contrasta con una escritura que se da sólo cuando es un requerimiento en sus estudios. Su preocupación, con respecto a la falta de disposición, ganas, o prácticas relacionadas con la escritura de la experiencia docente en la costa caribeña, es algo de lo cual hay que ocuparse en la formación de maestros. Sin acceder a la escritura pueden pasar siglos de lectores y entonces todo, tomando prestado algo Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 144 que escribió Friedrich Nietzsche en “Sobre el porvenir de nuestras escuelas”, empezará a oler mal: Sí, mire, esa es una pregunta que he estado meditando últimamente porque actualmente yo estoy participando en un proyecto con la Universidad de Antioquia y en mis manos tengo un texto que me mandó Rubén Darío Hurtado, un investigador a quien yo admiro mucho. Él tiene una compilación de experiencias escritas; entonces yo digo: bueno, por qué si ellos tienen tiempo para escribir, por qué nosotros no lo sacamos, o sea, hay algo en nuestra cultura que difiere de pronto de la cultura de ellos; no sé por qué la gente del interior produce tanto y nosotros aquí en la costa, entre comillas por supuesto, con sus excepciones, no lo hacemos, ¿por qué? qué, qué hacen ellos, escribir sobre la experiencia del otro[ ] Son producto de experiencias de maestras de las normales en Antioquia; entonces, en esa etapa de reflexión estoy yo ahora mismo, o sea cuestionándome a mí misma porque si tú tienes una riqueza, porque si tienes también como un bagaje ya de aprendizaje, ¿por qué no produces?, ¿por qué no escribes?, responde Maritza. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 145 Patricia Sliger: Una mirada sociopolítica desde la escuela En dos oportunidades Patricia Sliger fue entrevistada: el 3 y 10 de agosto del 2010. Antes y después de tales fechas, hasta Noviembre de 2014, aumentó exponencialmente “La locomotora de la construcción” de Juan Manuel Santos y del actual vicepresidente German Vargas Lleras. Los hoteles, condominios, carreteras, centros comerciales para personas de estratos 5 y 6, condominios que siguen desplazando comunidades como la de la Boquilla, van acabando con los manglares, como los que había en la hoy avenida Soledad Román de Núñez. La construcción de un túnel que pretende descongestionar la entrada y salida hacia Barranquilla por la Zona Norte, va expropiando las playas a las cuales acudían los habitantes de Crespo, Canapote, Daniel Lemaitre, San Francisco y otros tantos barrios populares. Patricia Sliger nació en el Barrio Olaya Herrera, uno de los tantos barrios populares de Cartagena de Indias. Aprendió sus primeras letras en una cartilla de cartón, orientada por su madre. Luego pasó al colegio María Auxiliadora a recibir una formación religiosa. Al Observar a su padre leer historias de vaqueros y a su abuela las fotonovelas de Corín Tellado, Patricia se convirtió en alguien quien desde niña leía con avidez, sin querer desprenderse del libro, de las historias que la atraían. Los cuentos de vaqueros se podían intercambiar en el Parque del Centenario y su disponibilidad constante le permitió hacerse al hábito lector. Ya en la adolescencia paso de leer las novelas de Corín Tellado a la literatura y la poesía Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 146 de García Márquez, Candelario Obeso, Gioconda Belli, Gabriela Mistral, Mario Benedetti, Pablo Neruda, entre otros. La cercanía afectiva en la familia y el ser amiguera, son el origen de una vida relacionada con la lectura de las necesidades de la comunidad, del contexto de convivencia. “Fue inicialmente una lectura por placer y después fui acercándome a la lectura académica, empecé a leer otras cosas y a participar en eventos de tipo literario y cultural”, contó Patricia. Patricia Sliger, en su momento, se hizo la pregunta fundamental: ¿Y, dónde jugarán los niños? Los espacios de recreación no son una prioridad para quienes malpiensan el país. Los nichos en los cuales fueron criados niños y niñas de diferentes comunidades de Cartagena de Indias se han transformado en moles de cemento. Un esperpento de puente a la altura de Marbella para terminar el proyecto del túnel de Crespo impide ver hacia el mar. Bañarse a la orilla de un bien natural, tan lleno de magia, terminó por ser un privilegio de los nuevos vecinos; aquellos que determinan hacia dónde debe crecer la ciudad. Cuenta mí abuelo de un cielo muy azul En donde voló papalotes Que él Mismo construyó El tiempo pasó y nuestro viejo ya murió Y hoy me pregunté después de tanta destrucción ¿Dónde diablos jugarán Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 147 los pobres niños? ¡Ay, ay, ay! ¿En dónde jugarán? Se está quemando el mundo Ya no hay lugar Maná Entre 1972 y 1974, Patricia estudió en la Escuela Normal Piloto de Cartagena de Indias. El ejercicio docente lo inició en el colegio del Sindicato de Trabajadores de Álcalis de Colombia Sintrálcalis. Para entonces, no había autonomía para el desempeño profesional y la práctica pedagógica carecía de sentido, según nos lo confesó: …ahí predomina una práctica tradicional, entendida como ese proceso en el cual llegaba, me paraba en el tablero, les escribía a los estudiantes la lección, les explicaba y les dictaba y ellos se la aprendían y listo… finalizaba la clase. Al día siguiente recordábamos el tema anterior, lo repasábamos y si los estudiantes lo habían aprendido continuábamos con el nuevo tema. En cuanto la evaluación, era el examen normal; se les hacían preguntas sobre los temas vistos y se les calificaba de acuerdo con las respuestas dadas. Para pasar de una práctica repetitiva, a una práctica con sentido, la vida de Patricia muestra la importancia de la lectura y el trabajo con la comunidad. En la Normal había pocos libros y sólo podía leer aquellos que tenían sus amigos. En cambio, el contacto Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 148 con la gente del sindicato, las discusiones en grupo, los ideales de izquierda, la lucha por las necesidades de la comunidad, la llevaron a actuar conforme a la realidad. “Trabajamos la cultura, el teatro; había un acercamiento con las directivas sindicales, esto nos daba una dinámica de mucha actividad social y política”, relata Patricia. Los tratados de pedagogía pueden decir poco acerca de la vida en una comunidad. Suelen ser abstracciones, definiciones que de nada sirven para establecer una relación de tú a tú con la gente, con niñas y niños, con madres, abuelas y padres de familia. Patricia lo reconoce, fue y es peleonera con la palabra. Sabe que la palabra congrega, llama, convoca. Una comunidad se organiza desde el liderazgo colectivo, no desde un individuo y sus intereses, relata ella: “Cuando llegué a San Fernando, había cosas, tenían un líder y era el que mandaba, me fui metiendo poco a poco y fui organizando el equipo hasta que el individualismo se cayó por su propio peso”. A sus 24 años Patricia ya tenía 3 hijos a quienes dejaba al cuidado de sus hermanos. Se iba a liderar la junta de acción comunal, a luchar por el agua, la luz, la pavimentación de calles o el cierre de un billar que afectaba la seguridad y bienestar del barrio; Patricia recuerda: … el llamado que me hicieron en la inspección de policía, cuando me entregaron la citación reuní a la gente y les comuniqué. El día que me tocó asistir a la citación, llegó a la inspección un camión lleno de gente del barrio, no me dejaron ir Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 149 sola. Finalmente, ese billar lo quitaron porque la gente se opuso y fue un respaldo total porque esto estaba fomentando problemas entre los jóvenes. El trabajo con la comunidad va de la mano con el trabajo pedagógico. Uno y otro se vuelven indispensables para la misión política de ser maestra. Son situaciones que no son de “estómago”, se trata de atender el llamado de la comunidad para satisfacer las necesidades. En la escuela siempre estamos pendientes de la planta física, la dotación de recursos, las necesidades cambian de acuerdo con los contextos. La lectura del contexto permite tener un proyecto nuevo, encaminado a satisfacer las necesidades…, afirma Patricia. Conocer las necesidades de la comunidad consiste en leer el contexto social. Las palabras sencillas, honestas, aquellas que conducen a los acuerdos, aquellas que unidas juntan las voluntades, constituyen un instrumento de lucha inigualable. El afán por conocer el contexto social, las características de una comunidad le ayudaron a Patricia a empoderarse de los libros y aprehender que es mejor leer entre líneas los requerimientos de la educación: Se trata es de proponer ideas para movilizar a la gente… lo mismo hago con los estudiantes. En las clases les doy ideas para que ellos participen; se haga un trabajo dinámico, donde los estudiantes piden la palabra y expresen lo que piensan. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 150 Esto lo aprendí desde muy joven, cuando estaba en Sintraálcalis, donde las discusiones de tipo organizativo y la defensa de los derechos eran frecuentes”, relató Patricia Patricia inicio su vida laboral en el año 1976 repitiendo las mismas prácticas que sufrió en la Normal, en el colegio del sindicato de álcalis, José Arnoldo Marín. Sin embargo, las prácticas de lectura la llevaron a comprender lo que había y quería hacer: …yo leía mucho en las noches y fui cultivando la disciplina. Me di cuenta que el leer me permitía hablar con cierta autoridad y me fui metiendo en ese mundo y me propuse lograr que mis estudiantes aprendieran a leer y comprendieran lo que leen…Ese fue el inicio de mi vida laboral, apenas eran mis primeros contactos con esos ideales de lucha, de actitudes libertarias, esto marca mi vida, ante todo porque el maestro cumplía un papel importante en la transformación de la realidad. Contó Patricia. Con los compañeros de Sintrálcalis, aprendió a leer algo tan importante como leer libros: Leerse como mujer: Esto me permitió hacer una lectura distinta de la realidad; para esa época contaba con 18 años y había en ese momento un movimiento revolucionario, donde la mujer se ganaba Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 151 unos espacios. Despertaba esa lucha feminista y compartía el doble rol del ama de casa y trabajadora, complementaba las labores del hogar y las responsabilidades laborales. La lectura de la realidad de la escuela cartagenera, sus precariedades y abandono en su infraestructura física, han sido una constante en varias de las historias relatadas. Patricia, en el año 1994, empezó a trabajar en el sector oficial, en una sede de la Institución educativa Mercedes Ábrego, llamada Sectores Unidos, Barrio Nuevo Jerusalén, límites con el barrio Nelson Mandela. Así era la escuela según nos lo relata: La escuela no tenía nada, era una casa de tabla y las sillas eran tablas montadas sobre unos ladrillos. Recuerdo que la escuela donde trabajaba mi esposo, nos donó unas sillas averiadas que trajimos en un camión con la ayuda de los padres, esas sillas se repararon y poco a poco se fueron mejorando las condiciones, hasta que se construyó la escuela en este lote que tenía la comunidad y aquí estamos. El compromiso social y político de Patricia es muestra de una gran fuerza interior, el estar convencida de que niñas y niños de sectores marginados de Cartagena de Indias se merecen una educación acorde con sus intereses, capacidades y deseos. La práctica pedagógica, en un sector marginado, la impulsó a hacer el siguiente relato reflexivo: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 152 Esta experiencia me lleva a reflexionar acerca de mi práctica en un contexto de mucha pobreza, un barrio marginal, que ha cambiado a lo largo de los años. En un comienzo era muy difícil, por lo general los niños tenían un solo cuaderno y para evitar pedir libros, me las ingeniaba trayendo revistas, periódicos y los textos que pudieran conseguir los estudiantes. Me volví más recursiva, trabajamos con papel reciclado y esto nos dio muy buenos resultados. La misma necesidad me llevó a buscar estrategias distintas para que los estudiantes aprendieran a leer y escribir, a tal punto que todavía se siguen utilizando porque han resultado muy enriquecedoras. Ellos traían libros de todas las editoriales y de cualquier área, esto se convierte en una fortaleza porque cada niño se preocupaba por traer cualquier libro… Los bibliómanos trajeron consigo “la solución” a la falta de libros para leer en las escuelas. Aparecieron las vitrinas pedagógicas y el gran negocio de las editoriales. El libro guía se convirtió en el texto de enseñanza para las distintas áreas, el único. Los ambientes de aprendizaje que fue creando Patricia ponen en entredicho el provecho económico de la industria editorial; en el relato expuso sus motivos: No disponer de un texto guía es más trabajo para el maestro, de pronto sí… pero libera a los estudiantes y les permite despertar muchas Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 153 habilidades, el hecho de consultar diferentes fuentes para conseguir una información, de valorar lo más importante en el texto, comparar qué tiene un texto que lo hace diferente de otro, cuál tiene la información más veraz o con mayor profundidad. Sobre todo que aprenden a trabajar con los libros, no repetir mecánicamente, sino indagar verdaderamente. Luego pasé a las bibliotecas, porque ellos fueron trayendo muchos más documentos, incluso enciclopedias porque eran donde habían encontrado mayor información, entonces organizamos un espacio que se inició con una mesita donde fueron organizando los libros que tuvieran en la casa, consiguiendo más y ampliando su material de trabajo en la casa. Igualmente, en la escuela, fuimos construyendo ese espacio que se favorece con los programas de bibliómano y con las vitrinas pedagógicas y pese a que se tiene en la escuela este recurso, ellos siguen trayendo esos textos diversos. Patricia ha sido una luchadora incansable, terca, incisiva para hacernos comprender cuál es el problema ancestral que acompaña a la pregunta ¿Y dónde jugaran los niños? Así nos lo señaló: Lo otro es lo de la tenencia de la tierra en la comunidad, es un tema difícil, pero se puede trabajar porque se trata de luchar por eso; por ejemplo, nosotros necesitamos unos espacios recreativos para los muchachos del barrio y la Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 154 comunidad trabaja para conseguirlos porque por aquí no hay… Los niños no pueden estar hacinados, marginados o segregados por construcciones que dicen a viva voz que Cartagena es una ciudad construida para las desigualdades, para favorecer el enriquecimiento ilícito, para usurpar los bienes y espacios públicos. La tierra está a punto de partirse en dos El cielo ya se ha roto, ya se ha roto el llanto gris La mar vomita ríos de aceite sin cesar Y hoy me pregunté después de tanta destrucción ¿Dónde diablos jugarán los pobres Niños? ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¿En dónde jugarán? Maná La niñez cartagenera requiere de constructores de ciudad, maestras como Patricia que saben qué les gusta: No me gusta quejarme de los estudiantes ni de su situación, si tengo alguna dificultad llamo a los padres, pero no comparto los lamentos de algunos maestros de que los estudiantes no quieren trabajar, que esos pelaos son flojos, es como si ellos fueran los únicos culpables de Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 155 las dificultades que se presentan. Y, sobre todo, porque en la básica primaria las relaciones con los estudiantes son mucho más afectuosas, ellos son cariñosos y les gusta abrazar… Patricia Sliger ha sido una mujer comprometida con lo social, consecuente con sus ideales, recursiva en su labor docente y capaz de cuestionar la norma que se dicta sin que existan las condiciones para que se cumpla; con las siguientes palabras nos lo deja saber: …no me afano tanto por los cambios que se introducen con las normas, porque la infraestructura es la misma y los cambios que se dan en la práctica son pocos. Fíjate lo que pasa con la evaluación, es como si estuviéramos volviendo a los mismos procesos que se habían cambiado. Las mismas condiciones con las que trabajan los maestros hacen que se dé la resistencia a las transformaciones de fondo. El asunto de la calidad de la educación, los cambios que de manera continua son decretados, las cátedras que se suman una y otra más al currículo, dejan a un lado lo más importante: a la niña, el niño en sus intereses y necesidades. Patricia nos deja entrever en qué consiste la calidad: El maestro realiza bien su trabajo sin que lo estén vigilando, está imprimiendo calidad en su labor. Cuando el maestro valora a sus estudiantes Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 156 eso es calidad, cuando el maestro está en permanente cualificación se imprime calidad, no por los títulos que se obtiene sino ese trabajo que hace el maestro con los estudiantes, tratando de que se formen como mejores hombres y mujeres, es una alternativa para consolidar la calidad, sin que sea decretada por el gobierno. Digamos que existen maestros que hacen de su labor un simple cumplimiento de lo que se le exige que haga, mientras que otros actúan por principios. No se ha encontrado un sentido a la calidad de la educación y las normas, de por sí, no garantizan la calidad. La calidad no se decreta, se consigue formando maestros capaces de leer el dolor que sufren los niños cada vez que encuentran menos espacios para jugar. Ni el calificativo de calidad ni la feria de los títulos de muchas universidades, sirve para cambiar las condiciones en las cuales los maestros formamos y estamos formando. En el momento actual, el segundo gobierno de Juan Manuel Santos, pretende mejorar la calidad educativa mediante la jornada escolar única. Esto significa aumentar el número de horas de permanencia de los estudiantes en las Instituciones educativas. Las condiciones físicas para lograr dicho propósito están muy distantes si nos atenemos a la descripción que hace Patricia Sliger del mobiliario escolar: Las mismas condiciones físicas del aula, el Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 157 mobiliario y las interacciones son los elementos que realmente denotan la calidad del trabajo del maestro. Son las condiciones del aula y de la escuela. Producen cansancio las sillas, los rituales, el cuerpo siente cansancio por diversos motivos y por ello yo no quiero llegar a ser una rueda cuadrada. Permanecer en el aula, sentado, a expensas de un currículo sobrecargado, de más tareas y recibiendo más de lo mismo, no es pensar propiamente en la calidad educativa. El maestro, como uno de los actores principales para el cambio, ha sido desde hace mucho tiempo pensado como un insumo de la oferta educativa y no como un pensador de la educación. Aumentar el tiempo de permanencia en el aula, con maestros engullidos por el Sistema Educativo, es un cambio de orden cuantitativo, no cualitativo. Patricia nos ofrece una mirada de lo que está sucediendo en este momento con los maestros: Pienso que el maestro no puede caer en la rutina, porque cuando el maestro siente que no tiene nada nuevo que aportar en la escuela, se convierte en un estorbo. El maestro sabe dónde es bueno y hasta cuándo debe llegar, para evitar el cansancio de los niños, incluso cuando juegan. Cuando se pierde la iniciativa de hacer cosas nuevas, el maestro debe pensar su práctica, en buscar nuevas posibilidades para aprender cosas nuevas cada día. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 158 El tiempo, medido de manera mecánica, cuadricula la actividad educativa. Por eso, aumentar el tiempo escolar no significa, necesariamente, mejorar la calidad educativa. Bajo las condiciones actuales, tal medida del tiempo aumenta el encierro y el cansancio; por lo tanto, favorece la rutinización de las prácticas educativas, el hastío y abandono escolar. Las condiciones para mejorar la calidad sí tienen que ver con el maestro, con su capacidad para crear ambientes educativos en los cuales los estudiantes se sientan bien. Tal es caso de la experiencia de Patricia: Uno debe pensar las clases y traer siempre algo nuevo al aula, ahora, por ejemplo, nos estamos leyendo el cuento: “Catalino Bocachica”, se lee en voz alta; es una lectura de placer, de disfrute y si leen los niños se puede perder la magia porque no se oye o no se entiende por las regresiones y cancaneos. Los estudiantes se ubican en el piso, traen cojines, tratan de disfrutar al máximo ese espacio, es más, lo piden a gritos. No imponemos la lectura como una actividad obligatoria, sino como una actividad lúdica de agrado de los estudiantes. El equipo de sonido también lo utilizábamos en el descanso para que ellos se expresaran, que cantaran, que narraran las historias o que declamaran, lo que ellos quisieran según sus habilidades. Muchos de los supuestos avances en la calidad educativa del Distrito de Cartagena se afianzan en los procesos de certificación de calidad. En tales procesos, el lenguaje usado considera al Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 159 estudiante y acudientes como clientes y a la escuela como empresa. El maestro, como empleado de ésta, vive supeditado a producir resultados desde una mirada muy cercana a lo que en su momento fue la tecnología educativa. La diferencia consiste en que ahora, quizás, se puedan medir los niveles de aburrimiento mediante un formato “bien pensado”. Voces desde la práctica pedagógica: Leer a Macondo Aritmeri Palencia y Sindy Sánchez escribieron la siguiente descripción de la escuela en la cual iniciaron las prácticas pedagógicas en compañía de Patricia Sliger el 2 de mayo del 2007: Está ubicada en el barrio la Sierrita de Cartagena en los Sectores Unidos, es pequeña, tiene una planta física de un solo piso y cuenta además con 4 salones ventilados. Tiene un patio, posee varios árboles, una cocina, 2 baños (uno para niñas y otro para niños). Tiene además una oficina de coordinación, un salón múltiple donde almuerzan los estudiantes y otro salón donde guardan libros y herramientas culturales. La institución en su parte exterior, está pintada de color mamón con verde y en la parte interior de beige con azul; ésta, además, cuenta con 4 escalones en su entrada, que dan lugar a una reja de color negro. En dicho espacio aconteció lo que puede considerarse la creación de un ambiente educativo en el cual las palabras se mueven entre Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 160 el texto en que están inscritas y el contexto social desde el cual adquieren sentido. De acuerdo con los registros de Aritmeri y Sindy, Patricia preguntó a sus estudiantes: ¿Quién quiere leer? y aparece José David. Este toma el libro “Cien Años de Soledad” y empieza a leer en voz alta. De pronto se escucha una palabra desconocida para el niño; este le pregunta a Patricia y ella responde de la siguiente manera: …la maestra se puso de pie y escribió la palabra susurro en el tablero, luego les explicó a los estudiantes haciéndoles una demostración con un estudiante al cual le hablaba en voz baja en el oído. Cuando la maestra terminó de hacer la demostración una niña levantó la mano y la maestra le dijo: Haber (sic) Patri qué nos dices y la niña contestó: _“Seño, susurro es hablar en voz baja”_; la maestra dice: _“Muy bien Patri_, susurro es hablar en voz baja y ustedes pudieron darse cuenta en el ejemplo que acabamos de hacer su compañero y yo. Cada palabra desconocida, durante la lectura, hace que los niños quieran saber su significado. Los mismos niños ayudan a dárselo según se puede colegir del siguiente apartado: De inmediato, la maestra pregunta: _ ¿Qué es albaca?_ Y un niño responde: “Seño una vaca”; otros dicen en coro: “Una Matita”; la maestra les dice: “La albaca es una planta que se parece Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 161 al toronjil y huele a menta”. José David siguió adelante con la lectura y varios niños dicen: “Seño, ya eso lo leímos y la maestra les contestó: Ah… yo pensé que no iban a acordarse.”, registraron Aritmeri y Sindy. Existen métodos muy publicitados para leer a máxima velocidad, sin detenerse, sin devolverse. Aseguran que el método ofrece una comprensión del 100%. El método de enseñanza de Patricia corresponde, en cambio, a una práctica en la cual el ir y volver al texto permite establecer, mediante el recuerdo, relaciones entre las palabras. Así lo podemos entrever en el registro de Aritmeri y Sindy de mayo 2 de 2007, 7: 15 a: m: José David cerró el libro y sonrió. Pasaron 2 minutos y la maestra preguntó: a ver niños ¿Qué los ubicó? y una niña dice: Seño cuando decía que ninguna cosa le pega más el sol que a otras. La maestra, cuando terminó la niña sonrió y explicó diciendo: fíjense cómo en un texto hay palabritas que nos llevan a recordar y a ubicarnos en otro texto. La lectura del mismo libro ocurre por varios días con la misma metodología. Patricia va asegurándose de leer con sus estudiantes cada palabra. Estos, a su vez, preguntan con plena libertad el significado de las mismas. La palabra que un niño no conoce puede ser conocida por otro. La clase se convierte para los estudiantes en una conversación abierta. Del texto van saliendo los sustantivos propios y comunes, los verbos y los adjetivos. Mientras Patricia va Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 162 pintando las flores que serán entregadas el día de la madre, va corrigiendo las pronunciaciones. Su método para enseñar a leer corresponde a lo que se puede considerar el tacto pedagógico, de acuerdo con el registro de mayo 9 del 2007, 7:50 a: m: La maestra una vez más le dice a Antonio: “papi lee un poquito más fuerte, recuerden que cuando estamos leyendo nosotros con la voz sintonizamos a quien nos está escuchando”. Más adelante dice: “haber (sic) siempre son los mismos que quieren leer”. En ese preciso momento Dane levanta su brazo derecho y dice: “seño yo quiero leer”, la maestra le dice: “lee duro, grita”; en ese momento Jorge se levanta y le dice a la maestra: “seño, valentina se está pintando las cejas con un color”, la maestra no le dice nada y Dane lee: “deslenguado”; la maestra inmediatamente pregunta ¿Qué es una mujer deslenguada? continúa explicando que habla groserías, palabras vulgares... Después les dice a los niños: “se están quedando en lo que dice el libro. Bueno vamos a seguir leyendo, después yo voy a poner gente que no me habla. Las palabras que salen del texto eran escritas en el tablero. Se trata de palabras que encuentran significado desde el contexto del texto mismo o desde las vivencias de los estudiantes. Y cada palabra encuentra en las prácticas de lectura y escritura su forma apropiada, aquella que enriquece el lenguaje de los niños de Nelson Mandela, un sector marginal de Cartagena Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 163 de Indias. El cuidado en la escritura de cada palabra se puede apreciar en el siguiente apartado del registro del 9 de mayo a las 8:25 a. m: Erika lee sus adjetivos y mientras la maestra le dice a Antonio: a ver (sic) Antonio, escribe los verbos que te va a dictar Valentina. Antonio toma el marcador y escribe en el tablero cada uno de los verbos que Valentina le dicta. En el transcurrir del dictado Valentina le dicta a Antonio malestar y de inmediato la maestra pregunta “¿malestar o molestar?”. Valentina le dice: “molestar seño”. La maestra se pone de pie y le dice a los estudiantes: “Fíjense como una letrica le cambia el sentido de la palabra. Luego Antonio escribe en el tablero “construir”, la maestra de inmediato pregunta: “¿Que le falta a esa palabra? Los estudiantes respondieron en coro: la “n” y la maestra le dice a Antonio: “Antonio escribe la “n”” para que puedas escribir bien la palabra “Los demás niños se ríen y Antonio escribe correctamente la palabra y a la vez sonríe., registraron Aritmeri y Sindy. Las enseñanzas de Patricia van acompañadas de las sonrisas de sus estudiantes. Ella va corrigiendo los errores en el lenguaje a través de palabras que convencen, educan, forman. Incluso sus vivencias se convierten en ejemplos para comprender las palabras. Así lo apreciamos a partir del relato cómplice que fue escuchado por sus estudiantes y las maestras practicantes el 17 de mayo de 2007 a eso de las 7:15 a. m: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 164 En el instante, la maestra cierra el libro y pregunta: “¿Qué cosa importante pasó en esta lectura de las últimas páginas?”. José dice: “sí, ya no querían amores clandestinos”; la maestra cuando termina de hablar, José dice: “Les digo algo, cuando uno está joven tiene amores clandestinos, yo tuve un poco, y me tocaba echarle mentiras a mi papá porque me pegaba. Así como hizo el hermano mayor de Pilar Ternera (José Arcadio), lo llevan a una relación de confianza con el hermano menor y continua diciendo: cuando los hermanos están en esas edades, comparten secretos y es mejor contarle a un conocido, que al de la calle, pero hay padres que se olvidan de que fueron jóvenes y a uno le toca de echarles sus mentiras, por eso es que dice un dicho: “ningún cura, se acuerda cuando era sacristán”. Bueno, ya saben, hay que ganarse la confianza de los padres. Mientras que la maestra refería su experiencia, los estudiantes la escuchaban con atención. Cuando las palabras encarnan las vivencias del autor y sus lectores; cuando cada palabra es una con las demás; cuando cada palabra tiene un cuerpo que puede ser conocido y reconocido en la escritura; cuando cada palabra pasa por la voz de los estudiantes; cuando el significado de cada palabra surge de la conversación entre maestra y estudiantes, podemos decir que se está en el ejercicio de aprender y de enseñar. El sentido de las palabras surge del intercambio propiciado por una conversación en la cual cada uno tiene participación. Lo demás es diálogo de sordos. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 165 Villadiego tiene química Lo que se encontró en las categorías que se manejan en la práctica de Orlando Antonio Villadiego Becerra (q.e.p.d), se le denominó momentos de un proceso de enseñanza y aprendizaje, el estudiante del programa de formación lo observa desde sus prácticas pedagógicas y nos cuenta: Un primer momento que es exclusivo de esta práctica, le apunta a una postura didáctica que busca definir lo que las estudiantes quieren aprender sobre la química. Pero esta situación inicia con una propuesta que Orlando Villadiego, docente del colegio Liceo de Bolívar de Cartagena de Indias18, discute con las estudiantes acerca de las temáticas que quieren dar los lunes, los miércoles y los viernes. Las niñas contestan: Los lunes química del carbono y los viernes repasamos química orgánica; el profesor les pregunta a las niñas, cuál es más bacana, _“ustedes dirán”_, dijo el profesor quien colocó como tema la química del carbono o química orgánica, que determinó un consenso entre parte y parte. Narra Rubén. Otro momento que inicia como el segundo y que es fundamental para el saber cómo hacer, es el de los referentes teóricos o bases teóricas en las que se apoya Orlando Villadiego para enseñar; así como la del alemán “Bercelius” quien comenzó a hacer algo, apartar 18 Ojeda, Rubén. Diario pedagógico 2007-2008. Reflexión a partir de la Práctica pedagógica. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 166 de sustancias inorgánicas en el laboratorio y produjo sustancias orgánicas, propiamente la “urea”, que se encuentra en la orina del burro y la vaca, que dan paso a la definición de conceptos como “natural, artificial”, que son propios del saber de la química y que el profesor Orlando tiene muy en cuenta a la hora de enseñarle a las niñas. Este momento guarda relación con el primero dado. Que se inicia con una situación didáctica fundamentada por referentes teóricos que la hagan aplicable a las diferentes problemáticas que tienen solución desde distintas perspectivas. ¿Pero cómo hacer aplicable estos dos momentos que llevan consigo unas bases teóricas? Comienza a relucir un tercer momento que se encarga de articular la situación didáctica, bases teóricas y el saber cotidiano que utiliza Orlando Villadiego para enseñar la química y hacerla más práctica a la hora de darla a conocer. La enseñanza de la química, a partir de los saberes cotidianos, hace más accesible el aprendizaje y no va desligada del saber científico. Al momento de ser enseñados estos saberes por Orlando Villadiego, tienen que ser transformados, ese saber cotidiano, disciplinar, en saberes escolares para ser accesible el saber de la química a las estudiantes. Lo expuesto en esa idea de los saberes que son enseñables, no es una idea suelta, porque se encuentra sustentada por un autor como Chevallard quien se refiere a la concepción de la transposición didáctica, que trata de cómo los contenidos que se deben enseñar tienen que pasar por un proceso de descontextualización y re- Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 167 contextualización, que trasforma los contenidos iníciales en contenidos con fines pedagógicos, de tal forma que el saber científico o saber erudito, pase a ser un saber posible de enseñar que introduzca una mirada a la visión cultural de la sociedad, en un sentido amplio. Así como lo hace Orlando Villadiego al enseñar el concepto de hibridación a partir de un ejemplo en el que una joven bonita que se enamora de un champetúo del barrio 7 de Agosto, y la madre de la joven dice, que el pelao ese le dañó la familia. Esto lo hace el profesor Orlando para que las niñas miren que los conocimientos de la química, que se dan en el aula se pueden ver reflejados en acontecimientos sociales que se presentan en el contexto, y que guardan relación con el saber de la química que explica los fenómenos que ocurren en nuestras vidas. De tres momentos de esta práctica también aparece un cuarto momento que se encuentra con el nombre de intención comunicativa entre sujetos, que causa el profesor en sus estudiantes a partir de un concepto como el humor, que se da al momento de colocar los ejemplos jocosos que causan diálogos abiertos, en donde Orlando Villadiego explica el saber de la química a las estudiantes partiendo de una pregunta: ¿Qué pasa cuando una mujer llega a la menopausia? Las alumnas responden: ¡se estresan!, ¡pasan amargadas!, pero el profesor no entiende por qué lo dicen en conjunto y una alumna contesta: _ ¡vea profe, yo hablo así que unas están amargadas y otras son felices…! Dice Ojeda. Otro aspecto fundamental de esta práctica del profesor Orlando se hace visible cuando explica la química orgánica y toma objetos propios de las estudiantes, entre los que se encuentra la tela de Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 168 las blusas, cintillos, lápiz, y lapicero, para mostrarles a las niñas, que los compuestos orgánicos se encuentran en nuestro entorno con diferentes formas y distintas utilidades. Cada uno de estos momentos mencionados en este texto forman parte de un cuerpo, que es el de la práctica docente del profesor Orlando Villadiego, que se puede ver reflejada en un referente, como lo es el autor (Remei Arnaus) quien aparece en el texto “Déjame que te cuente”, en el capítulo voces que cuentan y voces que interpretan, haciendo referencia sobre las partes de una investigación que son fundamentales a la hora de mostrar resultados, que dan cuenta de un proceso en el que son partícipes los investigadores y la comunidad investigada. Así como se da en la clase de Orlando Villadiego en la que participa él y las estudiantes, realizando un proceso de aprendizaje y enseñanza, en donde prima el saber de la química que es enseñado por un profesor que lo hace de una manera práctica para que las estudiantes no le tengan fobia a la química. Pacheco el matemático En la Escuela Normal Superior Cartagena de Indias, se encuentran varios profesores con muchos años de trabajo y algunos de ellos han logrado ocupar un lugar en la memoria y en el corazón de los estudiantes, Ramón Pacheco Filot es uno de ellos: Hace muchos años mi hermana mayor estudió parte de su bachillerato en la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias y se fue por un acontecimiento no muy favorable para ella, perdió Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 169 dos veces el mismo año (sexto) por una materia y por un profesor, quien había logrado provocar en ella un gran temor hacia él. El profesor Pacheco es un hombre alto, de piel negra, cabello canoso, de voz gruesa y mirada penetrante. Cuando entré a la Normal me acordaba de mi hermana contando su historia y le di muchas gracias a Dios porque terminé el bachillerato y nunca di clases con él. Yo no quería, porque todo lo que me habían contado no era bueno; por eso, cuando ingresé al proyecto Biografía de Maestros, formación y Práctica Pedagógica y dijeron que mi práctica pedagógica consistía en observar las clases del profesor Pacheco, me asusté. Día a día pensaba en lo que le iba a decir, hasta que decidí tomar la iniciativa y me le presente a la práctica de observación, al llegar al salón de clases me saludó normalmente, como si me conociera de toda la vida, con voz agradable, con una sonrisa en su rostro. Cuando percibí su gesto de amabilidad, el gran peso que sentía en la boca del estómago desapareció, en ese momento pensé en no juzgar sin conocer, pero, recordé que esto sólo había sido la primera conversación y una no basta para conocer a otra persona. A través de las observaciones que hice en mis prácticas pedagógicas en grado décimo, tuve la oportunidad de conocer a un hombre un poco diferente a lo que su físico refleja. El ser exigente con sus estudiantes en algunos aspectos como la puntualidad, como consecuencia de su experiencia de trabajo en el Colegio Militar Abolsure, se da cuenta de que algunas veces la puntualidad es una virtud que le abre puertas al ser humano y que ésta hace parte de una persona responsable y llena de méritos, así como él mismo lo consideró en una entrevista que Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 170 realizamos. Este profesor de matemáticas se interesa por la vida de sus estudiantes, le aterra ver a jóvenes de escasos recursos desaprovechar las oportunidades que la vida les ofrece. Considera que para salir adelante debe haber preparación, es por eso que en algunas ocasiones acude a los regaños como una norma para hacer ver los errores. Él piensa que de esta manera contribuye con el desarrollo integral de los estudiantes. Recuerdo que, en una ocasión, en una evaluación el día 28 de septiembre del 2007 en el grado 10º03 el profesor llegó al salón y saludó: _¡buenos días!_, los estudiantes organizaban las sillas, _¡aah!, hoy todos saben que hay evaluación!, ¿verdad?, pregunta el Profe., _¡sí!, ¡sí!, contestan los alumnos y algunos de ellos comentan acerca del machete, el profesor los escucha y les dice de manera jocosa: _el machete es para personas sucias, puercas y al que yo coja haciendo machete lo “jodo” en este año y si nos toca el año que viene, también; yo no doy clases en el ciclo pero también lo “jodo” allá_. De pronto en el momento de llamarles la atención sobre el significado de hacer trampa, al profesor le interesa más la reacción de los estudiantes que la evaluación. Él considera que ésta hace parte de la formación, pero, cabe resaltar que le da mucha importancia a la participación de los alumnos en su clase. El manejo del tablero es una característica muy particular de este maestro, lo divide en 2, una parte para recordar ecuaciones y temas pasados y la otra parte para resolver los temas actuales. Reconoce que el tablero juega un papel muy importante dentro de la participación en su clase, además de que la matemática es lógica, también es escrita. Su táctica de manejo del tablero la Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 171 adquiere por su experiencia y le gusta trabajar de esa forma porque se ha dado cuenta de que funciona. Una de las tantas acciones que evidencian el buen funcionamiento de su táctica, es lo que ocurre en una clase el día 27 de agosto del 2007 en el grado 10º4. El profesor se levanta del pupitre y pregunta: _ ¿bueno, quién se levanta y hace el ejercicio?, hay que atreverse. _ ¡Yo!, ¡yo!_, contesta una estudiante con el cuaderno en la mano; pero vienes al tablerodice él- con el disco duro, porque es que yo no te imagino dando una clase de matemáticas y resolviendo un ejercicio con el libro en la mano; la estudiante se levanta coloca el cuaderno en el pupitre y desarrolla el ejercicio. El ejercicio está bueno, dice el profesor. Los alumnos se sienten a gusto con él; todo lo que les dice, lo dice como un consejo para que sean mejores, además este no es su único fuerte. El día 05 de octubre del 2007, en una clase de geometría analítica, el profesor se dispone a tratar el tema distancia entre dos puntos y plantea la siguiente situación: _Cuando la guerrilla se está dando plomo con el ejército, ellos no se diferencian porque sus uniformes son similares, por eso ellos deben estar cerca, porque ellos no se van a dar plomo estando yo aquí y ellos en Estados Unidos, por eso ellos ¿Deben tener en cuenta qué?, _¡las coordenadas!_, contestan los estudiantes… los ejemplos en las clases de matemáticas no son más que formas de materializar las temáticas, y las situaciones cotidianas como ejemplo, hacen que los estudiantes capten mucho más rápido y mejor. Todos estos actos de comunicación con los alumnos, se logran teniendo lazos afectivos con los estudiantes porque, como lo dijo este gran profesor en la entrevista: “para dar una clase debe Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 172 existir una parte afectiva, esa es la base para trasmitir todo tipo de conocimiento”. Detrás de toda esa demostración de profesionalismo y entrega con su trabajo, existe una persona de buen humor que ríe, mama gallo, conversa y hasta tiene tiempo de hablar de cabildo con sus estudiantes. El ser docente es un sentimiento de anhelo, de compromiso con cada cosa que se hace, tener como convicción, ayudar a los demás y servir a ellos; es demostrar lo que se es por dentro, eso es lo que importa. Hay que aceptar que la vida es para la gente que se quiere preparar, estudiar, dedicar y para ello hay que tener carácter de compromiso y responsabilidad. Toda esta experiencia de observación sirvió para darme cuenta de eso y de que el profesor que se ha ganado un lugar en la memoria y en el corazón de los estudiantes, ya sea por regañón o por ser de buen humor, es un profesor de matemáticas llamado Ramón Pacheco, maestro que siempre demuestra lo que es y no se avergüenza de actuar como actúa y tiene la capacidad de reconocer sus errores. Yo llego a la conclusión de que a mi hermana de pronto no le gustaba trabajar y por eso Ramón Pacheco para ella significaba exigencia y regaños.19 19 Forero, Katherine (2008). Observaciones y entrevistas. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias CAPÍTULO 5 Narraciones desde nuestros terruños Vivencias y voces de los actores Los siguientes relatos pretenden dar cuenta de las autobiografías de los maestros que emprendieron la aventura de escribir este libro. Las historias de vida aquí presentadas fueron escritas desde las vivencias de los narradores, desde las voces de los actores, desde las vicisitudes de personas de carne y hueso. Narrar lo narrado por Antonio, Gledys, Ricardo y Rigoberto, implica entrar a sus vidas para escudriñar sus motivaciones y luego silenciarse para que estallen, con mucho resplandor vital, las voces de los actores; voces que irrumpen con sonidos y colores diversos. Finalmente en la calidad de traductores, y a la vez traducidos, o tal vez exegetas sin permiso y basados en la amistad que nos relaciona, presentamos algunos elementos que les son comunes a estos maestros: Los apegos familiares y la asunción de la profesión docente con devoción. 173 174 La belleza de las palabras, sin prejuicio, debido a la originalidad del provinciano. La pedagogía como asunto de inspiración. Los procesos metacognitivos constantes acerca de las prácticas pedagógicas. La práctica pedagógica en el sector rural les permite optar por una mirada crítica de las prácticas sociales y políticas de dichos contextos. El espíritu de solidaridad y altruismo de los maestros como constantes vitales en sus cosmovisiones. Reflexionan acerca de la manera cómo los trayectos de vidas los van formando. Toman conciencia de su papel en la pedagogía y los procesos sociales. Definen a la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias como la institución provocadora y transformadora, tanto en lo cultural como en lo pedagógico. Es el puerto de arribo después de largas travesías por el “mar de la Educación y de sus vidas”. Gledys Montes Rivera, del tabaco al maíz: un viaje hacia la educación. Mientras se sigan formando maestros dispuestos a escuchar las historias de los niños y narrar sus experiencias, tendremos nuevas formas de enseñar, porque a decir de Armando Zambrano “enseñar es narrar”. Gledys E. Montes Rivera. ¿Raíces, una predestinación al número nueve? Son ocho los hermanos del padre, Ocho los de la mamá y ocho el número de sus hermanas. Pareciera que este número fuera una predestinación en Gledys. No obstante ser una característica de Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 175 las familias campesinas el elevado número de sus integrantes, en Gledys tiene algo particular porque ella termina atendiendo, compartiendo y conviviendo, ya no con nueve sino con muchos niños, niñas y jóvenes “ajenos” en un salón de clases. Quizás el camino del futuro de Gledys era el de ser maestra; su vocación aparece en el momento en que entra en contacto con una gran cantidad de niños y jóvenes que le narran sus cuitas. La profesora Montes es hija de la dolorosa y amarga historia bipartidista del pueblo colombiano. Sus padres la padecieron y tuvieron que sobrevivirla: Nací en el seno de una familia campesina, pegada a la tierra y las tradiciones culturales del Carmen de Bolívar, en el corazón de los Montes de María, donde el tabaco, el ñame y el aguacate determinan la cotidianidad de su gente. Mi padre, José Manuel Montes Filot, era el menor de 9 hermanos. Era el consentido de la familia. Junto a su hermano tenía la misión de poner a producir la finca de su padre, devastada por la violencia, recrudecida a partir del 9 de abril de 1948, con la muerte de Gaitán. Mi madre, Alida Rivera De Ávila, era la segunda de 8 hermanos, hija de familia de indios farotos despojados de sus tierras. A pesar de las adversidades fue un hogar lleno de amor correspondido entre sus padres que aman a sus hijas; es que amarse desde niño no es poca cosa: “Mis padres se conocieron desde niños. Iban juntos a la escuela de banco de la seño Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 176 Carmen… Su amor lo superó todo, hasta los odios entre liberales y conservadores”, narra Gledys. Un viaje a la Tierra prometida Un buen retrato de la historia de violencia del campo colombiano, la hace Eduardo Caballero Calderón cuando escribe: El Cristo de Espaldas y Siervo Sin Tierra. Los padres de Gledys se asemejan a algunos de los personajes de Siervo…; a ellos, teniendo tierras que les fueron despojadas, les toca trabajar las ajenas para sostenérselas al terrateniente de turno y poder sobrevivir. Este trayecto de vida de la profesora Montes la marca porque sin querer la convierte en una trashumante infantil. Sus padres tienen que dejar su Carmen de Bolívar para trasladarse al municipio de Santa Catalina a trabajar una tierra que no les pertenecía. El padre de Gledys pasó de ser finquero a trabajar como jornalero. Eso lo recuerda ella con mucha nostalgia o tal vez con rabia: “Desde muy niña entendí esta realidad y me propuse estudiar mucho para que cuando yo creciera nadie volviera a explotar a mi padre”. En Raíces a Kunta Kinte le toca deambular, andar, caminar por África, para conservar, proteger y mantener sus raíces y sus familias. La familia de Gledys se vio obligada a hacer el recorrido del Carmen a Santa Catalina apretujados y con mucha dificultad pero bajo la firme convicción de buscar un mejor porvenir para las nueve hijas: Mis padres tomaron la decisión de emprender un viaje hacia esa tierra desconocida. De ese viaje no recuerdo mucho, sólo acuden a mi mente Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 177 algunas imágenes. Recuerdo llevar abrazada una caja donde llevaba ‘mis pollitos’…Mis hermanas y unos primos iban sentados sobre colchonetas en medio de algunos enseres de la casa y unos cerdos que gruñían de cuando en cuando… Este viaje fue una premonición de los viajes sin temores que realiza hoy la maestra para trabajar en cualquier espacio escolar, sin mirar reparo. Mirar a Gledys sonreír, escuchar su risa, compartirla en el trabajo, en la socialización, es constatar a la campesina que no renuncia al afecto y la confianza que le tiene a la vida del campo y a la naturaleza. A pesar de las ‘transgresiones’ culturales que produce la vida citadina, Gledys es hoy una maestra que está en la ciudad, pero rememora con orgullo y nostalgia los primeros pasos de su vida en contacto con la naturaleza: “Yo era pequeña, veía el verde del campo, todo me parecía igual, no alcanzaba a notar diferencias. Seguíamos viviendo en un rancho, rodeado de gallinas, cerdos, vacas, caballos y mucho monte...” Ante la imposibilidad de asistir a la escuela junto con sus hermanas (no tenía la edad preestablecida), optaba por quedarse en la parcela jugando con los cultivos: Mis años de infancia transcurrieron en la tranquilidad del campo, rodeada del amor de la familia, jugando libremente, corriendo por espacios amplios, sin rejas, ni muros; con algunos miedos a las culebras, los gusanos, pero ante todo, con mucha curiosidad por saber qué había Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 178 detrás de los cerros que rodeaban el rancho, cuenta Gledys. De la parcela a la escuela Gledys observaba cómo todas las mañanas sus hermanas mayores partían hacia la escuela, ella no podía ir pues la normatividad de la escuela no se lo permitía; por eso se quedaba jugando con la naturaleza mientras sus padres trabajaban los cultivos. Jugar con la naturaleza te proporciona un buen desarrollo de la imaginación, la observación, el análisis; cualidades que hacen parte de Gledys hoy. Ella recuerda ese deseo ‘frustrado’ de ir temprano a la escuela cuando afirma: Yo debía seguir esperando cumplir los siete años para ingresar a la escuela. El rancho se iluminaba desde la madrugada. Con el canto del gallo se iniciaba la faena: mi madre en la cocina prendía el fogón de leña para preparar el desayuno y mi hermana mayor le ayudaba a arreglar a las más pequeñas para que llegaran temprano a la escuela… Mientras el papá y la mamá se ocupaban de sus oficios: “Nosotras jugábamos en el maíz; jugábamos a que eran nuestras muñecas, como tenían unas barbas de colores llamativos, nosotras las peinábamos con trenzas y moños…” Y llegó el día esperado. Ya Gledys había recibido las primeras letras a cargo de su madre, quien funge como maestra. La madre Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 179 intenta enseñarle como ella aprendió y, para ello, implementa los dispositivos didácticos y pedagógicos de la época: Las cartillas de la época. Pensando en esos referentes alfabetizadores, partió hacia Santa Catalina donde debía presentar el examen de admisión. Ella estaba segura de que su prueba consistiría en constatar lo aprendido en casa, pero se lleva una gran sorpresa. Durante la noche anterior no había podido dormir por su deseo de entrar a estudiar. A todos nos ha ocurrido lo mismo. La escuela es el ideario que nos pone en suspenso la vida al inicio, luego ocurren muchas cosas o a veces no ocurre nada: La noche anterior casi no pude dormir por la emoción. Era la primera vez que iría al pueblo. Mi madre me vistió con el traje nuevo, el que me había estrenado en año nuevo. Tenía mucha expectativa por el examen, creía que me preguntaría la cartilla o me pondrían a leer en el libro Nacho Lee, o en la Cartilla Alegría de Leer. Llegué a pensar que me preguntaría algo del Sembrador Colombiano, libros que habían usado mis hermanos mayores. Era febrero de 1971, se iniciaba el año escolar y muchas madres traían a sus hijos desde las fincas cercanas, otros niños venían de las veredas, era la única escuela para niñas que había en el pueblo y sus alrededores. Después del preámbulo acostumbrado en la escuela: Entrega de la partida de bautismo o registro civil, el certificado de estudio, etc., vino el examen. Gledys se sentía expectante frente a la Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 180 rigurosidad de la evaluación que le esperaba, la vida de ella estaba suspendida por un momento y apareció la maestra. A Gledys le sorprende la evaluación de admisión, por lo inusual de la prueba. La constatación de la edad cronológica era el referente pedagógico y normativo de la escuela, la maestra y la época. La maestra procedió entonces al examen: “Abre la boca. Sí, ya estas mudando los dientes tienes 7 años, estas apta para cursar primer grado”. La disgregación familiar y el viaje al mar A Gledys la seguía de cerca el fantasma de la diáspora familiar, primero fue el viaje del Carmen de Bolívar hacia Santa Catalina, ahora se disgrega la familia y toman rumbos diferentes; unos parten hacia Barranquilla y otros a Cartagena. Ella se queda inicialmente en la escuela de Santa Catalina. Gledys fue siempre la cola de los caminos que emprendían las hermanas; de la parcela a la escuela primero fueron las hermanas, luego le tocó el turno a ella, después se van para las dos ciudades nombradas y ella debe aplazar su partida. Siempre fue la última, pero se quedó para disfrutar de su escuela y aprender a caminar sola: Estaba en 3° en 1973, cambiaron el horario. Pasamos a tener una sola jornada, de 7 de la mañana a 1 de la tarde. Para ese momento Ligia y Noris, mis hermanas mayores, habían pasado al colegio Felipe Santiago Escobar, donde cursaban la secundaria; Darlys y Nidia cursaban quinto, estaban en la jornada de la tarde; a Duvis se la habían llevado para Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 181 Cartagena donde unos parientes; yo estaba en la jornada de la mañana. Me daba mucho miedo caminar por la carretera… La profesora Isabel Bolívar despertó en Gledys el deseo de conocer el mar, por eso ansiaba ir a Galerazamba. El requerimiento de la rectora para dar el permiso de viaje era ir con uniforme de gala, pero Gledys no lo tenía. El altruismo y la solidaridad de la maestra Isabel hicieron posible la materialización de aquel sueño casi frustrado: En ocasiones organizaba jornadas recreativas fuera de la escuela. Siempre nos preguntaba lo que queríamos hacer, nos contaba muchas cosas de su vida, tal vez para ganarse nuestra confianza, para que también nosotros le contáramos hasta nuestros más íntimos deseos. Sólo dos niñas en el curso conocían el mar porque sus padres trabajaban en las salinas de Galerazamba y las llevaban los fines de semana a la playa. Ellas despertaron en el grupo el anhelo de conocer el mar. La profesora nos prometió que nos llevaría a conocer el mar, así que consiguió que le prestaran el bus que transportaba a los trabajadores de las salinas. Durante varias semanas preparó el paseo. La directora le puso como condición que fuéramos con el uniforme de gala porque llegaríamos al colegio Santa Teresita del Niño de Jesús, que era el colegio de las monjas. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 182 Aquí se inicia un nuevo viacrucis para Gledys, las precariedades económicas de la familia no le daban la mínima posibilidad para que adquiriera “un buen vestido”: Pensé que no iría porque mi mamá no tenía dinero para viajar a Cartagena a conseguir la tela del uniforme; como lo habían cambiado, mis hermanas tampoco lo tenían. Ya faltaba una semana para el paseo, cuando le conté a la profesora que estaba triste porque no me habían conseguido la tela para el uniforme, ella me animó diciéndome que no me preocupara, que se las ingeniaría para que la directora me diera permiso para ir con el uniforme de diario. Para un adulto conocer lo desconocido, más que una curiosidad es una pretensión, una necesidad vital; es algo fundamental para su formación, un requisito para su trasegar. Para un niño acceder a lo desconocido es un reto, es la búsqueda de una “verdad” infantil o tal vez es buscar la respuesta a una incertidumbre. Gledys tenía fijada la idea de conocer el mar; de constatar la existencia de algo, más allá de los cerros de la finca del pueblito de Santa Catalina: Llegué temprano, con mi uniforme de diario, todas mi compañeras lucían su uniforme de gala, azul con una boina; trataba de esconderme detrás de la puerta de salón para que la directora no me viera. La profesora Isabel pasó la lista; ya estaba esperando que llegara Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 183 el bus, cuando me llamó contesté “presente”, detrás de la puerta. “¿Qué haces ahí? – Te había buscado por todo el colegio y nadie te había visto”. Me sacó casi corriendo del salón y me llevó a la oficina de la directora, donde me tenía una sorpresa, me regaló el uniforme de gala. Es día supe que su mamá era modista. Ese es uno de los días que más recuerdo de mi escuela primaria. Por primera vez tuve frente a mí el mar en toda su inmensidad. Llegamos al colegio de las monjas…Luego continuamos el recorrido por la playa, las salinas, los molinos, el faro, el acueducto. Se amplió el horizonte de mi mundo infantil. Ya sabía qué había detrás de los cerros que cercaban el rancho donde vivía. Ahora la inquietud era saber ¿hasta dónde llega el mar? ¿Qué hay del otro lado? Tras este viaje se despertaron muchos deseos de conocer el mundo, de apreciar las imágenes que ilustraban otros paisajes; desde ese día sentí mucha más curiosidad por los libros que utilizaban mis hermanas: el atlas, los mapas y hasta las obras literarias. El viaje continúa: De Santa Catalina a Cartagena de Indias En Santa Catalina eran muy pocas las oportunidades que se le presentaban a Gledys para acceder a una formación profesional; es decir, su futuro estaba en otra parte. Ella, desde pequeña, avizoraba Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 184 una voluntad inigualable hacia el estudio y el trabajo, desde pequeña se asomaba en ella su vocación de líder, de auscultadora de lo social, lo cultural; a Gledys desde pequeña le intrigaba la idea de la investigación. Como buena pueblerina era proclive al mundo de la oralidad, de la narración; por eso no podía dejar de escapar la oportunidad de mudarse para una ciudad que le diera la oportunidad de tener acceso a una mejor educción; o mejor a una educación más completa que la que le ofrecía la escuela de Santa Catalina. Ella concursó en procura de una beca del ICETEX y la adquirió de buena forma. Es en el colegio INEM de Cartagena donde comenzó sus estudios de secundaria: Entre tareas, lecturas y actos cívicos me destaqué como una estudiante aventajada a la hora de responder los exámenes, salir al tablero, explicar la lección; con pocas habilidades para el canto y la pintura, pero líder a la hora de hacer trabajos en grupo. En 1975 culminé mis estudios de primaria como una estudiante destacada, razón por la cual la directora Herminda Vega, quien fue mi profesora en los grados 4° y 5° me postuló para presentar un examen donde competiría con estudiantes de otras escuelas para acceder a una beca del ICETEX, que garantizaría mis estudios de secundaria. Efectivamente gané la beca, razón por la cual tuve que trasladarme a Cartagena, para presentar examen de admisión en el INEM José Manuel Rodríguez Torices, que para ese momento era una de las instituciones más destacadas de la ciudad. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 185 Esta determinación prometedora para Gledys a su vez significaba una ruptura familiar enorme y dolorosa. La diáspora familiar no había terminado, ahora la familia debía fragmentarse, era como si se tratara de desmembrar un cuerpo, “su familia”: Fue uno de los momentos más difíciles para mi familia. Mis hermanas mayores se habían ido a trabajar a Barranquilla para poder continuar estudiando, tras haber culminado 4° año de bachillerato, último grado que ofrecía el colegio Felipe Santiago Escobar. Estamos repartidas en casas de familiares y amigos de mis padres, yo fui la única que se quedó en Cartagena. Mis seis hermanas mayores se habían radicado en Barranquilla, razón por la cual mis padres decidieron ir a vivir a esa ciudad… A mi llegada a Cartagena me radiqué en casa de una tía. Ingresé al INEM, institución donde culminé estudios de secundaria en la modalidad de Promoción Social, atraída por los trabajos con las comunidades. Allí senté las bases para mi posterior ingreso a la Universidad del Atlántico, donde me formé como Licenciada en Ciencias sociales. La visión que tenía del mundo y la preparación para el trabajo serían las llaves con las cuales abriría las puertas de ingreso a la educación superior. Esta experiencia vivida y contada por Gledys se complementa con una reflexión que evidencia el alto nivel de conciencia y Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 186 pertinencia que ella vive y practica hoy como maestra de maestros: Contar con el apoyo de un profesor que te hace aflorar todos esos deseos, que con solo escucharte se gana tu confianza y te hace sentir seguro y dispuesto a seguir adelante, a afrontar tus miedos, es una de las mejores oportunidades que puede tener un niño. Por el contrario, frenar la iniciativa de los niños, acallar sus más íntimos deseos que llevan siempre a flor de piel, es un crimen que a diario se comete en la escuela y la familia, cuando se impone por fuerza la voz y la voluntad del maestro, sólo porque se vive en la lógica del adulto, cumpliendo normas, acatando órdenes y siguiendo unas leyes impuestas por un sistema donde los sueños de los niños deben continuar atrapados por la fantasía. De andariega a educadora y contadora de historias Gledys Montes está acostumbrada a narrar y narrarse, por eso lo hace de muy buena forma cuando en su biografía nos traslada del Carmen de Bolívar para una hacienda en Santa Catalina y luego nos cuenta anécdotas muy recurrentes en nuestras escuelas, referida a las carencias materiales, a los ideales de vida, a las creencias pueblerinas, a las luchas por la vida y en contra de las injusticias que padecen nuestros pueblos excluidos social, económica y culturalmente. La andariega ahora es educadora. La expectativa de conocer el mar no terminó en Galerazamba, sino Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 187 que la persiguió hasta el corregimiento de Cartagena “Caño del Oro”, lugar en donde el mar es el contexto sociocultural de niños y jóvenes y hasta de maestros. Gledys conoció a fondo el sentido de las historias e imaginarios de los niños del lugar. Como buena mujer caribeña, ella está segura de que una de las habilidades básicas para establecer una buena comunicación es la habilidad de la escucha. Saber escuchar posibilita aprender a narrar. Gledys escuchaba con mucha atención a sus discípulos en los distintos momentos de interacción social: Desde los inicios de mi ejercicio profesional sentí la necesidad de escuchar a mis estudiantes, como en su momento también yo fui escuchada por esas maestras que me impulsaron a luchar por mis ideales. Al llegar a la Institución Educativa San José de Caño del Oro, me reencontré con las narraciones de los niños, esta vez desde el lugar del maestro. En mi condición de profesora de sociales debía orientar la búsqueda de conocimientos de los niños de la isla, para quienes el mar representaba el único horizonte cierto. Para ellos, el inmenso mar guarda todo lo que necesitan, además de los peces que a diario pescan para su sustento, éste guarda muchos tesoros, por eso los niños narran las historias que han escuchado a los mayores acerca de los galeones cargados de oro que desaparecieron y están hundidos en algún lugar de la bahía, Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 188 los tesoros enterrados en la isla y las hazañas de los viajes de los abuelos que vivieron del contrabando o la forma como algunos jóvenes han adquirido dinero conduciendo las lanchas de algunos mafiosos. Por eso, sus ideales son aprender a manejar las lanchas o llegar a ser capitán de un barco. Por su parte, las niñas sueñan con ser reinas o casarse con un joven de la isla, porque tienen la creencia que si se casan con un hombre que no sea de la isla fracasarán en el matrimonio. Gledys continúa su relato relacionando lo que escuchó con sus lecturas pedagógicas: Conociendo los deseos de los niños de Caño del Oro, encontré sentido a la teoría cognitiva-social de Vygotsky, para quien el aprendizaje es posible mediante la interacción social. De ahí que para fortalecer mi ejercicio profesional, debía conocer el contexto sociocultural de mis estudiantes. Trataba de compartir con ellos mucho más tiempo, escuchar sus historias y conocer hasta sus más sublimes deseos. Esta experiencia me condujo a valorar aún más la profesión y me planteó seguir mi ruta de formación. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 189 De Caño del Oro al barrio El Pozón en Cartagena de Indias. La llegada de Gledys a Cartagena en calidad de docente, nos permite ahondar en su espíritu solidario. Ella se compenetra con las comunidades que le corresponden en razón de su profesión: adultos con aspiraciones reivindicadoras, jóvenes con sueños trascendentales, niños excluidos y desconocedores de su entorno social, económico y cultural. Gledys se topa con la grandeza de los pobres cuando de afecto y solidaridad familiar se trata. Gledys ratifica y devela una vez más cómo en Cartagena se ensombrece una comunidad para no afear la “belleza turística” que supuestamente la caracteriza pero que es desconocida para los propios nativos. Este apartado de la vida de Gledys refuerza su condición de mujer con un alto compromiso social: De Caño del Oro me trasladaron al Centro Nocturno Nuestra Señora del Carmen, en el barrio El Pozón, donde se atendía una población de adultos. Allí trabajé durante siete años. Los estudiantes eran hombres y mujeres que trabajaban durante el día y le apostaban a la educación de adultos como una alternativa para salir adelante y encontrar sus ideales; también ellos narran sus experiencias, sus angustias y deseos, tal vez porque la curiosidad por descubrir mundos posibles nos hace siempre niños. Gledys llega al Pozón para testimoniar y educar a su comunidad hacia la búsqueda de la libertad y la dignidad, tal vez inspirada Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 190 en la concepción de vida y de sociedad de Paulo Freire cuando nos platea la pedagogía del oprimido. Ella no solamente se da cuenta de las condiciones inhumanas en que viven los estudiantes y la comunidad en general, sino que intenta realizar acciones que por lo menos les permitan darse cuenta y tomar conciencia del estado de postración en que los mantienen las autoridades y las injusticias del sistema social; lamentablemente aún se vive en estas condiciones que se agudizan con las distintas formas de violencia en una lucha constante por la subsistencia en barrios estigmatizados como peligrosos: Posteriormente fui a trabajar a la Institución Educativa Camilo Torres del mismo barrio. Me fue asignada el área de Ciencias Sociales en los grados de Básica Secundaria. Tenía muchas expectativas, pues escuchaba los comentarios de lo peligroso que era el barrio pero, a medida que conocía a los estudiantes, veía en ellos la inocencia de sus sueños, en ocasiones las frustraciones por las carencias, la pobreza y la falta de oportunidades. Me dispuse a escucharlos, a conocerlos; compartía sus cumpleaños, los partidos de fútbol que organizaban en la cancha del barrio los domingos. Gladys narra con dolor lo que muchas niñas y niños viven en la Cartagena de hoy, una Cartagena en que con el dinero que se paga por un solo plato de comida en los negocios que se apropian de las plazas públicas, pueden comer una familia durante una semana. Sólo que en la situación narrada, el plato era algo más sencillo y Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 191 no propiamente el de los opulentos que se tragan el presupuesto de la ciudad. En poco tiempo se ganaron mi cariño y yo la confianza de algunos a tal punto que llegué a conocer sus angustias, sus anhelos e intereses. Para que se motivaran a estudiar los temas de historia me encargué de llevarlos a los museos… Muchos reconocían que era la primera vez que visitaban el centro de la ciudad, por lo general no se reconocen como cartageneros… Los niños estaban felices, cantaban y preguntaban insistentemente por todo lo que veían. Cuando les sirvieron el almuerzo noté que Jaime miraba el plato sin probar bocado, me acerqué para preguntarle el por qué no estaba comiendo y me respondió que era mucha carne, que alcanzaba para que comiera toda su familia, por eso prefería llevarla a la mamá. La actitud del niño me conmovió profundamente, pedí un almuerzo adicional para llevar. Comprendí la importancia de propiciar espacios lúdicos [y recreativos] para conocer a los estudiantes y estrechar lazos de confianza y afecto… Finalmente Gledys llegó a la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias en donde trabaja en este proyecto investigativo que pretende dar cuenta de la forma como se han formado los maestros que se investigan, incluyéndola a ella. El proyecto de Biografías le sirvió a Gledys como el espacio en el que se puede Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 192 sosegar el pensamiento, para reflexionar acerca de quiénes somos y de dónde venimos y para entender mejor lo que hacemos, cómo lo hacemos y para qué lo hacemos: La Escuela Normal Suprior de Cartagena de Indias, es el nuevo escenario para acercarme a las historias de los niños. Las narraciones en la institución dan cuenta de la formación del maestro, de las experiencias vividas en las prácticas pedagógicas. Encontré en los estudiantes un gran potencial para narrar sus experiencias en los diarios pedagógicos, historias de vidas hechas proyectos para dar cuenta de las transformaciones sociales. Los encuentros en el aula posibilitan el acercamiento dialógico con el otro para compartir experiencias. Las narraciones de los niños se constituyen en una herramienta para la construcción de identidad, la recuperación de la memoria histórica y para el acercamiento a la lectura y la escritura, a la indagación, para dar lugar a la reflexión y al encuentro de sí. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 193 Ricardo Gómez Arana: El maestro cuestionador La narración, una posibilidad de reflexión y transformación de lo que somos y de lo que hacemos. Ricardo Gómez A. La violencia y la cotidianidad: una historia que permea a la escuela Para iniciar el recorrido por los trayectos de vida del profesor Gómez Arana, es importante reseñar una de las tantas historias nuestras que permean a la escuela y a los nobles sueños de la educación. El relato de Ricardo le hace un homenaje al altruismo y desprendimiento social, económico, cultural y de saberes, muy seguramente con pretensión pedagógica, de la “Seño Mayito”. Entonces apagamos nuestra voz para que escuchemos la del profesor Ricardo: Escribir sobre biografía y práctica, me ofrece la oportunidad de referirme a la imagen de una niña, que logró, mediante la educación, renacer las esperanzas y la vida de un pueblo que vivió una noche aciaga, impregnada de la más brutal muestra de las irracionalidades, más acorde con los antecesores de los primates que de los hombres actuales. María Magdalena Padilla más conocida como la “seño Mayito”, con la tristeza y desazón causada por la no continuidad de sus estudios y por los Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 194 recuerdos que le atormentaban de esa noche en que salió despavorida hacia el monte en compañía de los suyos, huyendo del horror y la masacre en que sometían a familiares y coterráneos, se vio abocada a fungir como maestra de escuela. Así lo hizo para para atender a todos aquellos niños que, como ella, ya no podían asistir a la escuela porque sus profesores habían huido y no se atrevían a regresar por miedo y por recordar la atrocidad sufrida por más de 60 personas masacradas, oriundas del corregimiento de El Salado, perteneciente al municipio del Carmen de Bolívar. Esos niños tristes y melancólicos, que se escondían en lo más profundo del monte al oír el ruido de algún helicóptero o de algún ruido que irrumpía en la tranquilidad sinfónica del paraje natural, y como ella deambulaban por el pueblo sin ninguna esperanza e ilusión, parecieron despertar de una pesadilla al ver a María Magdalena recoger los niños y tomar los pupitres que no quedaron encerrados en la escuela, para que en su casa, ella les pudiera dar clase nuevamente. Poco a poco fueron llegando y logró conformar un grupo de 37 niños y niñas que cursaban desde preescolar hasta 5° de primaria, ordenados por grados en cada una de las filas que armó en su rancho. Mayito hace renacer la vida, vuelve la alegría por las planas, por el dibujo y el recortar papeles; los rostros de los pequeños dejan asomar una sonrisa que al principio parece una mueca, como Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 195 si tuvieran miedo de volver a reír. Muy pronto esas muecas, con el transcurrir de las clases, se convierten en sonrisas cantarinas y diáfanas como las de los niños felices, felices por estar nuevamente en clase y por olvidarse por unas horas del pasado que todavía los atormentaba. La seño Mayito en su rostro casi nunca expresa la magnitud de su accionar, parece no darse cuenta que lo hecho por ella hizo que muy a pesar de las vicisitudes, la vida siempre continúa. Su rostro sereno, casi impasible, sigue tal vez triste, marcado por el recuerdo. Quien por primera vez la conoce queda impactado por su serenidad por su sencillez y timidez, pero por sobre todo, lo más deslumbrante de ella, es que no parece darse cuenta de lo realizado, le parece como algo muy natural y sin importancia, quiso enseñar lo poco que sabía y salir de su melancolía, es su respuesta. Para ser maestro, sólo tenemos que esperar la oportunidad de demostrar nuestra condición humana, para que la vida siga su curso. A partir de la historia de la seño Mayito se puede colegir que el maestro que enseña en la provincia, en el mundo rural, pero sobretodo en este país, está destinado a aprender el sentido de la solidaridad, del altruismo, de la justicia. Debido a lo mucho que sufren nuestros campesinos, se aprende otra pedagogía; se aprende la pedagogía de la improvisación, la pedagogía de la confrontación, la pedagogía de lo cultural, la pedagogía de la inmediatez y de la cotidianidad. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 196 Dos senderos y una mirada a la práctica pedagógica Ahora sí empecemos a caracterizar a Ricardo Gómez Arana. Él es un citadino con alma provinciana; al oírlo hablar se notan los giros o variables lingüísticas propias de los habitantes telúricos. Ricardo, nació en uno de los municipios del sur de Bolívar, pero creció en Cartagena. Es un maestro que habla sin tapujos, con gracia y picardía. Achí, municipio de origen de Ricardo, es un municipio del departamento de Bolívar donde nacen hombres y mujeres con la propensión al mantenimiento y extensión de las raíces culturales ancestrales e igualmente luchan denodadamente por sus convicciones. Tal vez por eso él, desde niño, desarrolló el carácter crítico y controversial que lo caracteriza. Al hacer una mirada retrospectiva de su proceso de formación y de sus prácticas pedagógicas, nos podemos dar cuenta que se narra desde dos miradas: la de quien se forma y la del formador, como lo concibe él: En la búsqueda de nuevos caminos por recorrer, para encontrar posibles vías de acceso para comprender la formación de los maestros y mi formación, hay dos senderos que se cruzan: uno, el de poder entender lo que soy y lo que he logrado de mi esencia como maestro y el otro, es cómo he contribuido a formar los maestros bajo mi responsabilidad en la Escuela Normal Cartagena de Indias. Ambos senderos están permeados por Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 197 mi práctica pedagógica no sólo en el aula sino en diversos espacios sociales. Pretendo seguir los pasos de quien ha orientado los procesos investigativos en la institución. Me refiero en particular a Armando Zambrano Leal, bajo cuya tutela me auto observo; según aquél “La escritura es el espejo en que nos vemos en la cotidianidad, escribir es verse uno mismo en la cotidianidad”. Para la edad de la niñez de Ricardo, el maestro no era asignado por la formación académica y pedagógica, sino por el respeto y reconocimiento ético y moral propio de dicho sujeto, sobre todo en las regiones apartadas de los centros urbanos. Las primeras letras las aprendió con su progenitora, mujer que trabajaba como maestra del pueblo. Él la evoca con agradecimiento y orgullo cuando cuenta la forma como se inició en el estudio y describe las afujias de la época para construir la escuela: Esta práctica, la primera, se inicia con las enseñanzas de mi mamá, quien en un pueblo de esos que no aparecen mucho en el mapa, olvidado por las instancia del Estado, trataba de enseñar en distintos niveles o grados desde primero hasta quinto, a más de 150 niños y niñas, a quienes se les agrupaban en uno o varios salones por filas o por hileras. En un salón podía haber dos grados, la fila de primero y la fila de segundo y algunos salones correspondían a un grado, todos eran numerosos… Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 198 Ricardo es testigo y sujeto de la experiencia de las prácticas de la escuela nueva y la escuela unitaria, al respecto afirma: Ahora que lo pienso mejor, creo que la escuela Unitaria y la escuela Nueva, nacen de esas prácticas inexplicables teóricamente a la luz de las nuevas y viejas concepciones pedagógicas, pero que daban un resultado que no se correspondía con la dificultad de la situación. Y digo que daban unos resultados por lo demás satisfactorios por cuanto aprendíamos a leer sin darnos cuenta. Me acuerdo que mi mamá le dedicaba un rato al primer salón que encontraba en su arribo a la escuela y les dejaba una actividad o tarea, pasaba al siguiente grupo y también realizaba una actividad, y dejaba otra y así pasaba por todos los grupos y se devolvía para regresar a revisar qué habían hecho los demás grupos hasta que se terminaba la jornada de la mañana y se preparaba para la jornada de la tarde… La escuela nueva y la escuela unitaria, más que propósitos pedagógicos y académicos, implican una racionalización económica para el Estado. Las prácticas pedagógicas que se desarrollan en estas instituciones obedecen a la creatividad y dedicación de los maestros que las agencian, de allí la preferencia por los procesos escriturales mecánicos y la memorización como estrategias de “aprendizaje”, Ricardo lo hace notar: La práctica pedagógica de la época no contribuía con la formación de un ser que fuera capaz Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 199 de enfrentarse y hablar en público, ésta se orientaba a desarrollar algunas manualidades y a la memorización de unos contenidos que era necesario repetir al pie de la letra. Para la época, tal cual como estaba estructurada la sociedad y la exigencia de quienes ostentaban el poder, el “método” usado servía para hacer repetir y obedecer a los “menores de edad”. Quizás es esta etapa la que más ha marcado mi formación como docente, porque, a partir de allí comienza a preocuparme la formación de los maestros y en cuanto a cómo transcurre la mía. Las dos miradas desde donde Ricardo reflexiona, lo llevan a rememorar y ponderar las prácticas pedagógicas que observó como estudiante y contrastarlas con las suyas propias. Las prácticas pedagógicas estaban concebidas para responder a las necesidades educativas de la época y a las funciones de control y vigilancia que, en aquel entonces, encarnaban los inspectores; al respecto Ricardo recuerda: Este primer acercamiento con las primeras prácticas que recuerdo de mis maestros, la menciono por cuanto la magnitud de lo que se hacía para la época, históricamente ha sido olvidado o tal vez menospreciado. No alcanzo a comprender cómo una profesora que sólo había estudiado hasta segundo de Bachillerato en Magangué, podía enseñar y obtener tan buenos resultados. La forma de hacerlo correspondía Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 200 a la necesidad por no haber más maestros nombrados, y por la iniciativa y creatividad de quien tenía la obligación moral y ética de hacerlo. Hurgando en esta forma de ejercer una práctica de enseñanza, se podría ubicar desde la perspectiva de la enseñanza de unos contenidos indispensables y exigidos para la época. La enseñanza de la lecto escritura, de las operaciones básicas y de la historia sagrada, se convertía en una exigencia y no importaba cómo se hacía, lo importante era que, al momento de la inspección, los inspectores pudieran comprobar que lo establecido por el MEN, se evidenciara en los buenos resultados obtenidos por los estudiantes en los exámenes que se les practicaban. Era casi un milagro que respondiéramos acertadamente, en medio del temor y el horror que nos causaba enfrentarnos a los inspectores. Los resultados aceptados eran mejores cuando las pruebas eran escritas. Sí, los resultados eran buenos, se les prometía a las directivas del colegio y a la comunidad, que al año siguiente le enviarían otros profesores. Formación de maestros sin pedagogía De acuerdo con lo vivido por Ricardo, las facultades de Ciencias de la educación en Colombia, no profundizaban en los estudios de la pedagogía. Las prácticas pedagógicas de los estudiantes de Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 201 los programas de licenciatura en educación se basaban más en los saberes disciplinares. El hecho de trabajar hoy en la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias, lo convoca a reflexionar sobre la necesidad que tienen los maestros de pensarse en sus prácticas y la fundamentación pedagógica para ser conscientes de lo que se hace, el cómo y el por qué se hace; con relación a ello Ricardo nos ilustra: Sin pasar por una Normal, y matriculado en un programa de licenciatura en La Universidad del Atlántico, podría decir, sin lugar a equivocarme, que ésta no me sirvió de nada, en mis “prácticas pedagógicas”. Siempre se me evaluaba con notas altas, todas cercanas a cinco. No obstante, la orientación y la conducción de las clases no obedecían ni a los saberes pedagógicos que recibíamos, como tampoco a las orientaciones del maestro tutor. Lo hacía desde la convicción de demostrarles a los estudiantes que manejaba un saber disciplinar, química orgánica e inorgánica, y en la práctica diaria de la clase me esmeraba por responder a un formato. La clase la desarrollaba de manera magistral y los contenidos de la enseñanza se evaluaban de acuerdo con lo que el profesor trasmitía. La vocación y la decisión de ser docentes es como una determinación calcada en la mayoría de los maestros. Tanto a Ricardo como a Antonio, a Gledys y a Rigoberto, la profesión docente se los encuentra en el ejercicio, al respecto evoca Ricardo: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 202 Como digo, es muy poco el aporte que me brindó la Universidad para el ejercicio de la docencia; es cuando salgo y comienzo a buscar cómo ejercer la profesión. Me di cuenta que no contaba con los conocimientos, ni con la experiencia para poder ejercer como maestro. Mi primera incursión como docente la hice desde cursos sabatinos de validación del Bachillerato, donde mis conocimientos de las disciplinas, biología y química, me posibilitaban transmitir esos contenidos que se debían evaluar a través del ICFES… A Ricardo, así como el ejercicio docente lo va configurando en la práctica pedagógica, también el dominio de la disciplina le daba la seguridad en cuanto lo que hacía. Igualmente nos hace notar que en los procesos intersubjetivos, la actuación discursiva debe estar caracterizada más por el respeto y aceptación mutua que por lo regulativo y lo directivo: Este inicio me produjo un poco más de seguridad, por cuanto los estudiantes que validaban el bachillerato, todos eran mayores y para su trabajo y ascenso necesitaban mostrar un “cartón” de Bachiller. La seguridad me la producía el hecho de ser muy joven y poder enfrentarme con las herramientas del manejo de la disciplina a estas personas que me triplicaban en edad y se referían a mí con respeto... Me preocupaba que lo que dijera llegara con buen tono y trataba de buscar palabras comprensibles para el auditorio Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 203 que tenía enfrente. En ese entonces comencé a consolidar una relación de respeto con los estudiantes y de ellos hacia mí… Un acercamiento reflexivo a las teorías pedagógicas Ricardo pasó de ser profesor a ser rector. El cambio de rol hizo que entraran en tensión la función de administrar y enseñar. La preocupación por concebir la práctica pedagógica como un acto de reflexión constante, las creencias pedagógicas que va asimilando y los sustentos epistemológicos, los comparte con sus dirigidos con la intención de lograr trasformaciones, tanto en el hacer como en la concepción de la pedagogía que los maestros consideraban. Frente a las diferencias que existían, se daba la resistencia al cambio. Ricardo nos cuenta al respecto: En años posteriores, pude ingresar al servicio educativo en calidad de rector, pero siempre me asigné unas horas de química para poder ejercer como licenciado en Biología y Química y no perder el contacto con los estudiantes en el cara a cara del aula de clase. En un tiempo de 15 años, en que trabajé como directivo y como docente, fui incursionando en la consolidación de una práctica que pasó de ser magistral, para ir incorporando elementos de las teorías administrativas, de la psicología, la pedagogía y de la didáctica, con la pretensión de lograr el desarrollo integral de los estudiantes. Para Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 204 ello, mi práctica pedagógica y la que trataba de impulsar en los docentes pretendía distanciarse poco a poco de los contenidos. En las discusiones con los docentes que me ha tocado orientar en las instituciones en que he trabajado, me he encontrado con perlas como “ yo tengo treinta y cinco años de experiencia en la docencia y no creo que ninguna teoría o nuevas formas de enseñar puedan hacerme cambiar las formas como hasta ahora lo he hecho”, lo cual me llevaba a intentar convencerlos y seducirlos a leer y pensar en su práctica, para mostrarles que desde cualquier lógica actual, nada permanece inmóvil, todo se mueve, todo cambia e incluso cambiamos consciente e inconscientemente… Ricardo considera la práctica pedagógica como un acto supremamente complejo y lo testifica cuando afirma: …Esta forma de entender la práctica nos ubica en lo instrumental, en asumir que la práctica pedagógica sólo se preocupa por los métodos y estrategias para enseñar y aprender en el aula. Así concebida la práctica deja de lado la complejidad de la misma al no considerar que existan múltiples lugares para propiciar diversas prácticas con los estudiantes. La práctica pedagógica implica concebir lugares de interacción con la cultura y de propiciar relaciones en contextos que abarquen Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 205 la participación de estudiantes, docentes, escuela, familia y sociedad. El arribo a la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias: un encuentro con la vocación y la profesión. Ricardo se lamenta de haber pasado por la universidad sin haber estado antes en una Escuela Normal; es decir, siente que realizó sus estudios concibiendo la educación como la materialización de su anhelo profesional pero salió sin la más mínima idea de pedagogía. Ahora, después de algunos años de haber llegado a la Escuela Normal, nos ofrece una primera mirada de su nueva experiencia de vida profesional: La historia de mi vida y la Normal, no sólo se inscribe con mi llegada a esta institución educativa, sino que define los derroteros a seguir en el andar pedagógico y continuar mi lucha por encontrar, desde la educación, un espacio de concientización y apropiación de una realidad que es posible entenderla, conocerla y transformarla. Es aquí donde se inicia mi verdadera actuación como docente, y los acontecimientos que continúan transformando mi práctica y mi ser. Al narrarme es como voy encontrándome y consolidando lo que soy. El arribo de Ricardo a la Normal coincidió con una fecha que se enmarca en la historia de trashumancia de la institución. Se estaba dando el traslado desde un local prestado y “reclamado” Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 206 por los propietarios, hacia una nueva sede que terminaría con la inestabilidad locativa de la misma. Ricardo recuerda este suceso: Una tarde resplandeciente, de esas calurosas que se ensañan con nuestra ciudad, en época de julio, tal vez en pleno veranillo de San Juan, un poco temeroso por la magnificencia en la cual había puesto a la Normal, arribo a esta institución y me sorprende su aire de limpieza y de ese olor a pintura que evocaba las épocas decembrinas. Estaban celebrando el traslado a su nueva sede, las jóvenes lucían orgullosas sus uniformes blancos con corte marino, se parecían a marineros que acababan de atracar y desembarcar y les causaba sorpresa lo encontrado en el muelle, como si llegaran a un nuevo puerto donde había que emprender una aventura de formación, con gusto y con hidalguía de poder continuar formándose como los futuros maestros de la localidad y de la región. No obstante, aquel día tan especial quedo empañado al observar una “práctica de formación” que no es exclusiva de las demás escuelas oficiales, sino que hace su presencia en un lugar en el cual, no deberían existir ejemplos como los que él describe: De ese mismo día, me queda un recuerdo que me desequilibró por un momento, porque observé un procedimiento disciplinario que pienso no Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 207 debe practicarse en una escuela de hoy. La forma como se corregía a un niño no me agradó, creo que no correspondía al quehacer escolar de esta institución. La mirada crítica, reflexiva, auscultativa y por demás contestataria de Ricardo, nuevamente aparece para hacer una reflexión acerca de las dinámicas organizativas, pedagógicas, administrativas y discursivas de la comunidad académica de la escuela a donde acababa de llegar: Inicio mis labores sin que ninguno de los directivos me hagan el acompañamiento de presentación tanto de la planta física como de la estructura administrativa, sólo recuerdo que ese día me entregaron los horarios en los cuales debería desarrollar mi disciplina. Quedé laborando en la jornada de la tarde. Mi primera preocupación giró alrededor de averiguar lo concerniente a el proyecto de la Normal, encontrándome con el Coordinador de la época quien me remite a la lectura del PEI; no obstante haberlo leído por más de una vez, no encontraba en las prácticas de mis compañeros ni en las mías, razones de correspondencia con el mismo. Entender la parte conceptual del PEI fue posible gracias a las dinámicas que se emprendieron a partir de la Acreditación de Calidad, las eternas reuniones donde se nos esclarecían los conceptos, donde se intentaban recoger las evidencias Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 208 que sustentaban todo el trabajo que venían realizando los maestros. En este maremágnum de actividades, trataba de acomodarme y poner en concordancia lo que había edificado como mis premisas o mis paradigmas en torno a la pedagogía, a la enseñanza, al aprendizaje a las relaciones entre los estudiantes y docentes; en fin, a todo lo que tiene que ver con la labor del docente, y lo que se ponía de manifiesto por parte de las directivas de la institución. Así descubrí que, en la escuela Normal, desarrollaban prácticas singulares que la distinguían, no sólo de otras instituciones educativas, sino de otras Normales con las que en algún momento había tenido relación, pero me preguntaba ¿Qué tiene de especial y singular la Normal? Al preguntarse por la particularidad de los procesos y las prácticas pedagógicas de los docentes de la normal, Ricardo narra sus vivencias: Al adentrarme en las dinámicas de trabajo de viejos y nuevos camaradas, compartí con ellos antes y ahora muchas de sus preocupaciones. Percibo un grupo de docentes que, además de poseer discurso pedagógico, éste se corresponde con su práctica o su quehacer al interior del aula y de su accionar como persona, como ciudadano que se preocupa por la equidad, por la justicia social. Se manifiesta en su quehacer educativo un Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 209 discurso político, comprometido con la sociedad, con la transformación de la cultura y con la defensa de la educación pública, pues, asumimos la educación como un derecho y no como un servicio. Ricardo agrega como un valor cualitativo, la capacidad discursiva de los estudiantes que encuentra en la Normal: La singularidad también se manifiesta en sus estudiantes, quienes participan en cuanto evento programan las autoridades educativas y académicas del Distrito y de la Nación, mostrando fluidez para expresar sus ideas tanto verbal como escrita, defienden sus ideas con argumentos sólidos y bien sustentados; estudiantes que en cualquier escenario son capaces de defender la propuesta pedagógica de la Normal y evidencian con sus actuaciones el manejo de la misma. La irreverencia encarnada en ellos se manifiesta al confrontar y proponer formas distintas de entender la realidad, respetuosos de las normas, pero dispuestos a no acatarlas cundo no corresponden a las nuevas realidades que determinan las mismas interrelaciones que se suscitan en la institución. De la misma manera que pondera las potencialidades que evidencian algunos sujetos actores y autores de la Normal, hace una reflexión acerca del papel de algunos docentes implicados Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 210 pero no comprometidos, hecho que no contribuye con la formación de maestros. Este es el Ricardo de quien hemos venido hablando: Crudo, directo y tal vez irreverente, pero honesto en sus críticas. Él nos cuenta su impresión acerca de la actitud de sus colegas en el siguiente recorte de su relato: También encuentro que hay docentes que intentan pasar desapercibidos, hacen la tarea y atienden a los requerimientos desde la normatividad y las exigencias del PEI y de la administración de la institución… el profesor que requiere la normal, es un profesor comprometido con el desarrollo de la propuesta de la formación, que actúe en concordancia con la misma como producto de su reflexión que lo conlleva a apropiarse de la misma o a distanciarse, pero que proponga alternativas de posibles y nuevos sentidos o interpretaciones, que hagan solucionables los desacuerdos y los disensos. Pienso que así como la normal tiene una propuesta incluyente para los estudiantes, al crear condiciones para que permanezcan en la institución, también debería crear condiciones para que aquellos docentes desde sus posibilidades, sigan en la institución y contribuyan con el desarrollo de su propuesta pedagógica. Cuando de posiciones ideológicas, religiosas, pedagógicas y políticas se trata, Ricardo no se queda callado. Él retrata la Normal Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 211 en cuanto a los aconteceres y a los ideales de los maestros y los estudiantes como si fuera la madre que no aceptara al novio díscolo de su hija pero, en el fondo, entiende que todos los SERES no somos iguales. Al respecto manifiesta: Al interior de la Normal no todo es color de rosa, en ella se concitan posiciones pluralistas sobre la política y sobre el concepto de educación y de libertad, hay también docentes conservadores, que marcan división entre docentes y estudiantes y además bregan para que se conserve la verticalidad y el poder centrado en los docentes y la organización escolar. Esta dicotomía entre los libres pensadores y de quienes mediante su acción y pensamiento coartan las libertades de los estudiantes, crea un ambiente de confusión entre los mismos para quienes tales contradicciones llegan a ser incomprensibles. Ahora bien, las contradicciones que surgen en la Normal no nos distancian en lo personal, nos ubican en diversas tendencias políticas para entender a la sociedad, la educación, la formación, la educabilidad, la enseñabilidad. Serán los estudiantes y quienes juzguen y asuman las posiciones que consideren adecuadas. Por momentos la mirada acuciosa de Ricardo parece ser la de alguien que atisba los problemas, trata de comprenderlos y juzga lo que sucede, como si estuviera por fuera de los acontecimientos: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 212 Otra de las singularidades observadas a mi arribo, tiene que ver con el trabajo en conjunto que adelantan los docentes, estudiantes, padres de familia, administrativos y directivos docentes en torno a conseguir la acreditación del 2004 de la escuela Normal. Sí bien es cierto no todos trabajan con el mismo compromiso y dedicación, sí se distingue un grupo jalonador del proceso que amanece y se desvela en procura de lograr la anhelada valoración. Y es normal que así ocurra; cada uno participa desde sus posibilidades, compromisos y convicciones.Valga la pena destacar que todo el mundo en la normal ha trabajado en procura de la acreditación, en sus diferentes momentos: año 2000 acreditación previa, año 2004 acreditación de calidad y desarrollo, año 2010, verificación de las condiciones de calidad. En otros momentos la mirada de Ricardo se detiene para sentirse adentro y reflexionar En ese escudriñar e interactuar me voy dando cuenta de que cada vez me acerco a sentirme como pez en el agua y comienzo a mostrar mis posturas que, en un principio, me hicieron ganar el remoquete de “franco tirador”. Algunos directivos sienten que mis posturas y críticas van en contravía de la propuesta de la Normal. No obstante, ésta misma me sirve de apoyo para seguir encontrándome y compenetrándome, no Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 213 sólo con la propuesta, sino con los compañeros y los estudiantes. Estos últimos me reciben con mucha prevención por cuanto me salgo de los esquemas de lo que tradicionalmente venían haciendo algunos docentes que enseñaban ciencias naturales. Las ciencias y sus discursos parecían no tener ninguna relación con la cotidianidad y la formación del pensamiento crítico; se aceptaba tácitamente que una cosa eran las ciencias naturales y otra distinta, era la creencia religiosa: que ambas podían coexistir sin que hubiese contradicción entre ellas. Los discursos y los métodos de las ciencias fácticas no incentivaban discusiones en la relación existente entre la teoría y la práctica; las ciencias no eran consideradas por los estudiantes y los profesores como fundamento para construir pensamiento científico. No se problematizaba lo que se plantea desde la religión en términos de realidad, desde un texto y autoridad consagrados y la realidad explicada desde el consenso de quienes producen el conocimiento mediante la observación y experimentación. Las ciencias naturales eran una asignatura o hacían parte de un componente más, desde donde se proponían investigaciones cuya ideología apuntaba a concientizar, formar, educar, y analizar situaciones ligadas a la enseñanza de creencias religiosas. En mi “anormalidad” entendía que las ciencias ocupaban un sitial de traspatio en la normal y Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 214 me di a la tarea de crear un ambiente apropiado a su propia naturaleza. Para ello solicité se me cambiara a la jornada de la mañana e ingresé al componente de ciencias básicas. Ricardo retoma el relato como forma de testificarse en cuanto a sus trayectos de vida y de profesión, para narrarnos cómo fueron y han sido los procesos de interacción institucional. En sus palabras, concibe lo que debería ser el comportamiento de todo docente, lo que en el fondo refleja una posición frente a “el saber y el PODER” en la escuela. Él cuenta: Transcurre mi primer año en esas percepciones, poco a poco me voy convirtiendo en una de las personas participantes activas de las discusiones y decisiones que se libran en la Normal. Los estudiantes me toman como referente y solicitan mi opinión no solo desde el campo disciplinar sino, y sobre todo, en lo personal. Se estrechan las relaciones con los estudiantes cuando hago dirección de grupo y en todos los espacios donde desarrolló el componente; me toman como un ser que les recuerda sus épocas de primaria, cuando el profesor es muy afectuoso y vive conjuntamente con ellos y sus problemas, ya sean estos familiares, económicos, sentimentales…lo anterior choca con las posturas de algunos docentes para quienes se deberían guardar distancias con los estudiantes. Posturas según las cuales, los docentes no Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 215 deberían saludarse de besos con las estudiantes; los estudiantes no deberían entrar a la sala de profesores; los estudiantes no pueden usar los baños de los maestros. Esto me produce algún tipo de malestar y me propongo enfrentarlos con la continuidad de mis acciones y sobre todo plantear, desde los espacios académicos con los estudiantes, preguntas e información que pongan en duda las certidumbres que hasta ese momento tenían sobre la realidad… Apareció el profesor “anormal” en la normal. Así lo considera Ricardo: Al encontrarme con mi primer año en la jornada de la mañana y al pasar el tiempo, algunos estudiantes se salen de la clase porque no están de acuerdo con que se cuestione la idea de que hay más de una explicación que da cuenta del origen del universo, de la tierra, de la vida del hombre etc… distintas a la que hasta ahora les habían enseñado y creían y asumían con certeza; sin embargo me manifestaban sus afectos. El Ricardo de ahora es el mismo y distinto al de antes. Su llegada al programa de formación coincide con un momento de la vida del país que le permite afianzar sus convicciones políticas en relación con la formación de maestros; así nos lo deja decir a partir de su narración: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 216 Finalmente logré establecer que mi actuación en este nuevo trayecto de mi vida debería propender por mostrar que la escuela actual y la escuela en que los maestros en formación van a trabajar, están totalmente divorciadas y las implicaciones de la pedagogía como intencionalidad y acompañamiento implican un propósito político. Me propuse contribuir con la formación de estos maestros para que asumieran el compromiso de ser críticos y en sus actuaciones coadyuvaran a la emancipación de las sociedades en que viven. La narración de los trayectos de vida de Ricardo se “agotan” en un instante filosófico, humanístico, social o a lo mejor político. Se “agotan” sus relatos y reflexiones en el marco de las narraciones de este texto; sin embargo, la vida social, cultural, pedagógica, y sobre todo las críticas, las irreverencias, los desparpajos, los chistes de Ricardo continúan en la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias. Él invita a leer el siguiente texto: Nos pasamos la vida intentando cambiar nuestras formas de vida, algunos trabajando para mejorar nuestros ingresos, para tener y acumular, para emular a los que tienen y viven cómodamente, y ser como ellos; pero raras veces nos preocupamos por hacer un alto en la vida para darnos cuenta qué hacemos por transformar una sociedad que está llena de injusticia, de desigualdades y sobre todo de Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 217 violencia; y nos acostumbramos, sobrevivimos, nos conformamos y seguimos haciendo parte tal vez, de lo que negamos sin darnos cuenta de ello. Nos negamos y queda atrás lo que somos, lo que sentimos, lo que amamos; nos desfiguramos y nos convertimos en peones del consumismo, de lo vano, de lo simple, de los eufemismos, de lo trivial, de lo intrascendente. Todo aquello que hace parte de nuestra esencia humana, como la belleza, lo estético, lo ético, la solidaridad, el amor al prójimo, el dolor por el padecimiento de los desposeídos; el revelarse por lo establecido, queda en lo recóndito de nuestros deseos que no afloran por las prioridades que el sobrevivir de esta sociedad nos impone. Es necesario que, al menos, recuperemos lo que somos en esencia; sólo así es como podríamos darle mejor sentido a nuestras vidas, logrando encontrar un equilibrio entre nuestra racionalidad y nuestra emotividad. Podemos y tenemos que tomar distancia de lo que nos corrompe y nos desvirtúa, para llegar a ser unos seres críticos y sensibles: seres capaces de vivir en una sociedad que requiere de transformaciones. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 218 Antonio José Osorio Retrepo: El maestro irreverente se mira al ombligo. Me pierdo, deambulo al recorrer las calles del corralito de piedra. Un recorrido de siglos, un ir y venir entre viejas casonas, el sol esplendoroso, la arena caliente y el mar que nos envuelve. Creo que Cartagena me estaba predestinada, ahora que tengo remembranza de mi niñez. Esta es la voz de Antonio, palabras que reflejan dos sentimientos honestos: uno de agradecimiento por la acogida que le brinda la ciudad de los mares y las murallas y por otra parte la voz de la nostalgia de su Circasia natal. Cartagena lo hace mirarse al ombligo. La infancia que nos narra Antonio es una foto, una imagen, un recuerdo de la Colombia de los años cincuenta, época en la que nuestros ancestros no podían compartir sus idearios de nación porque los dividían los colores de los partidos políticos. Antonio deambulaba entre dos cementerios que reflejaban la cultura de la intolerancia. Él prefería el cementerio de los liberales porque parecía más tolerable, encarnaba libertad, a pesar de que tanto los muertos conservadores como los liberales, muertos ya estaban y eran igualitos en sus sueños eternos. Radicalidad religiosa y agnosticismo Antonio, desde niño, comulgaba con la irreverencia religiosa, parecía un ateo precoz: Con el paso del tiempo me hice consciente de la palabra libertad a través del cementerio libre, un Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 219 lugar especial en el cual eran sepultados aquellos que no podían descansar en el cementerio católico. Circasia (Quindío), mi pueblo, fue aposento para los liberales ateos. Sus cadáveres reposaban de pie para significar que “arrodillados ni por el putas”, anota él. Su preferencia por los cementerios liberales, no lo eximía de la crianza religiosa de los padres. “Temer a Dios por lo que Dios prohibe”. Esa etapa de la vida de Antonio lo predispuso a las descreencias. Hoy, creo que es un agnóstico convencido. Mis confesiones se las cuento mejor a personas distintas de los curas. Empecé a vivir sin tomar en cuenta muchos de los pecados. Para cometerlos y olvidarlos, para hacerlos a un lado y dejar de considerarlos la doctrina única. En vez de asistir a lugares siniestros en que se escuchan las intimidades ajenas, me he dejado llevar por el gesto humano de la conversación, del chisme, la cháchara, la carreta, el hablar mierda, como diría Nicolás Buenaventura”, recuerda el cachaco Osorio, como cariñosamente le llamamos. Antonio, un estudiante proficiente La precocidad de nuestro personaje no sólo era en cuanto al ateísmo, sino también en la proficiencia como estudiante. Por eso hoy, como docente y como persona, es un inteligente desprevenido. La maduración temprana de Antonio le ha servido para entender Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 220 cómo se puede convivir y servir; aprendió que el altruismo nos hace ser felices. Le aprendió a la mamá a dar sin esperar nada a cambio. Este docente hoy se desprende fácilmente de lo que tiene y el otro necesita, sobre todo entrega su espíritu a través de su bondad. El empezar desde muy temprano a vivir la vida le ha servido para emplear y suavizar a la vez su temperamento: Llegué al bachillerato siendo todavía un niño, alcancé a mis hermanos mayores en los estudios y los fui dejando. En grado 6° (hoy en día 11°) estudié con mi hermano mayor y el cuarto de la cofradía de 8 varones. Al no haber hijas en el hogar, aprendimos a hacer oficios domésticos para ayudar a nuestra madre. De ella he aprendido que dar es dar. En el seno materno aprendí a ser posesivo y obsesivo. La obsesión con la cual me dedico a lo que hago es herencia sensible, herencia de quien suele hacer suyo aquello que forma y deforma. A Osorio lo afectó positivamente su paso por la primaria y el bachillerato. Sus vivencias le fueron dando la forma al maestro que se estaba gestando en la escuela y el colegio. Así como hablaba en sus inicios: sin tapujos, con claridad y hasta con irreverencias, lo hace hoy en su lugar de docencia; él embruja con el discurso, recrea con la palabra. Su padre es su gran referente para esta virtud, necesaria para un docente. Él es un creyente del sentido y de los mundos posibles que se pueden crear con la palabra: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 221 Durante mis estudios en primaria y bachillerato desarrollé una gran memoria, la del ‘pe a pa’. Mis formas de decir eran elocuentes, llenas de emociones. Mis formas de decir se correspondían con ‘los alegatos’ de mi padre, tenían la fuerza de quien se impone ante los demás, más por miedo que por valor. El miedo se esconde en los entresijos del poder, en el tejido social más íntimo… Al ser docente, esas formas aprendidas en la familia, se convierten en herramientas de acción educativa. Con ello, lo público de la escuela se parece mucho más a lo privado de la familia, al horror mediante el cual los hijos son sometidos por sus ‘padres’ y luego por ‘sus’ docentes. Eso me hace repetir que el docente no es el padre o la madre Pero Antonio sí parece que fuera el padre, la madre y hasta los abuelos de los estudiantes. Él enseña con amor. La liberación de la escuela y del docente, el ideario de Antonio. Antonio encarna, tal vez, a Juan Salvador Gaviota o, a lo mejor, al Principito en cuanto ha sido una constante en él la búsqueda de la autenticidad, de la originalidad, de la libertad, de la mismidad. Él no se aferra a ser quien fue en el pasado, tal vez porque anclarse en el pasado lo vuelve muy repetitivo y, de hecho, muy monótono. La quietud y la monotonía son dos mundos que se constituyen en las antípodas de Antonio. Él está convencido de que la pasividad, la quietud en la escuela garantizan la rutina. Antonio considera que Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 222 la escuela, la educación y el docente requieren de la irreverencia, para así sustituir la escuela de la verdad por la escuela de la incertidumbre: Saberme distinto, diferente, hace que mi destino sea único; sin ataduras. La constante lucha por ser otro, por superar a quien ayer fui, a quien no seré mañana, produce un movimiento sin igual. La quietud nos es propiamente algo formativo en mí ni en nadie. El constante movimiento en la escuela requiere de un docente irreverente, alguien capaz de hacer que las cosas se precipiten, que se resquebrajen las ideas y tiemblen los dioses… Encuentro con la vocación y la profesión y el Inicio laboral Antonio, como ocurre con la mayoría de los maestros, se da cuenta de que él no es quien determina ser maestro; casi siempre es un familiar quien decide que lo seamos, en el caso del profesor Osorio, fue un amigo quien se lo insinuó. Este hecho confirma que la vocación no la traemos puesta, la vocación se encuentra en el ejercicio. Sentimos la vocación cuando nos damos cuenta de que disfrutamos lo que hacemos; por eso él, después de ingresar a la universidad, es cuando empieza a sentir la emoción, el disfrute, el compromiso por la docencia: Y vino la universidad, año 1978. Entré a estudiar Biología y Química en la Universidad del Quindío sin saber que estaba estudiando para profesor, Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 223 hubiese podido ser cualquier otra cosa. Me dejé llevar por un amigo. Las tiendas, en los pueblos costeños de Colombia, en su mayoría son financiadas y administradas por paisas y santandereanos. La cultura arriera del paisa lo lleva a estar en constante movimiento; no le es fácil estacionarse y quedarse petrificado, como momias, a diferencia de los costeños a quienes la distancia de su terruño lo lleva a la nostalgia y la melancolía. Antonio no tuvo dificultad para iniciar su periplo profesional en tierras del sur del departamento de Bolívar (Santa Rosa del Sur); municipio que a pesar del pertenecer a Bolívar, tiene muchas costumbres Santandereanas, por eso de la proximidad geográfica. Allí le impactaron los docentes de origen costeño con quienes aprendió a tomar el pelo (mamar gallo, diríamos por acá). Eso le impactaba a Antonio; pero, como buen andariego, sobrevivió a las penurias del encuentro cultural. Lingüísticamente las variables regionales hacían que Antonio se sintiera extraño en su propio país: los acentos, los léxicos, las construcciones morfosintácticas, lo hacían sentir que, en ocasiones, esa no era su comunidad de habla. Igualmente fue impactante para él tener que trabajar fuerte con los jóvenes para que enrumbaran sus vidas, en vez de raspachines, emprendieran sus viajes de formación. Apareció la vocación del docente. El inicio laboral de Antonio fue penoso y gratificante al mismo tiempo: Me había venido a vivir en la Costa Atlántica. Empecé en Santa Rosa del Sur (Bolívar), tierra de santandereanos, sobre todo. Compartí mi vida profesional con docentes costeños. Entonces empecé a disfrutar y sufrir por la mamadera de Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 224 gallo, por aquel decir en el cual uno se pierde si se ata al gramaticalismo, aquel decir que expropia la voz y los acentos…me dediqué a convencer a muchos estudiantes que el único camino no era el de ser raspachines de hoja de coca o la explotación de las minas de oro. Mediante un curso de orientación vocacional que se saltó el orden de los estudios, hice que muchos estudiantes tomaran la decisión de emprender sus viajes de formación. De Santa Rosa del Sur de Bolívar a Cartagena de Indias En Cien Años de Soledad, los gitanos cargaban con sus imanes gigantes, con el hielo como estrategia para maravillar y engañar a los habitantes de Macondo. En nuestra historia, era Antonio quien cargaba con el “atrevimiento” religioso, con los recuerdos de los cementerios de Circasia, con los regaños del padre y con la bondad de la madre; cargaba igualmente con el recuerdo del maestro que lo es porque se lo sugirieron. En su maleta de andariego paisa lleva igualmente las reminiscencias de su educación inicial. Todo ese fardo de recuerdos y experiencias de vida y profesión, los transportan a Cartagena, pero no para encantar y engañar a sus nuevos colegas en el colegio Liceo de Bolívar, sino para ponerlos al servicio de la pedagogía activa, dinámica, crítica y creativa que lo seduce. Él no era el gitano que llegaba al Liceo de Bolívar ni mucho menos el loquito que hablaba de pedagogía; era un cuentero, un narrador, un maestro preocupado por la lectura, por la escritura, por las artes; quería darle vida y movimiento a la escuela. Era un docente que estaba Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 225 ad portas de abandonar la biología y la química que aprendió en la Universidad del Quindío, para sumergirse en la investigación, en la pedagogía, en la cuentería (la oralidad), en la escritura, en las artes. A través de sus relatos nos damos cuenta de cómo un “biólogo” se convierte en narrador, escritor, investigador hasta apartase temporalmente de la especificidad de la disciplina que lo acredita como licenciado; es que sus tutores de maestría: Joel Otero, Humberto Quiceno y Javier Alfredo Fayad, le acentuaron el sentido por la pedagogía y la escritura, por eso lo miraban en el Liceo de Bolívar como el loquito que habla bonito: Mi voz en el Liceo era considerada como la del loquito que habla de pedagogía, el que habla bonito sobre algo que no tiene algún tipo de registro entre los docentes”. Era encontrarse consigo mismo y “con los mundos posibles en la docencia, narra él. El vaivén entre Liceo de Bolívar y la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias Los pescadores, cuando se encuentran con el cardumen, igual al compositor cuando se le aparece la musa, se regocijan al saber que se enfrentan a una posibilidad de mejor vida los primeros, y a la gran oportunidad para la composición de los segundos. Antonio, cual pescador, cual poeta, se encontró con la Escuela Normal de Cartagena de Indias o, a lo mejor, la normal se encontró con él, por lo que le ha servido. Me refiero a la emoción que siente Osorio cuando llega a esta institución en virtud a que, según él, aquí se puede enseñar de otra forma; se enseña con la irreverencia, con Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 226 la apelación, con el discurso pertinente a la pedagogía; a pesar de las restricciones que le son inherentes a la educación, en esta escuela lo normativo parece que no fuera la prioridad para la movilización de los procesos curriculares. Antonio encuentra en la Normal el ambiente adecuado para escribir, para investigar, para equivocarse sin el temor de ser cuestionado. Con mucho afecto y agradecimiento nos cuenta de qué manera, la entonces Escuela Normal Nuestra Señora del Carmen lo ha afectado positivamente como maestro; pero, sobre todo, como un hombre inquieto por la pedagogía y la educación: Partí del Liceo hacia la Escuela Normal Nuestra Señora del Carmen en el año 2002 [Así se llamaba hasta el año 2004] y encontré un ambiente especial. Percibí a la Normal como una institución con un proyecto educativo claro. Encontré docentes cómplices para enseñarle a los niños y jóvenes sin que la norma fuera al prescriptivo. La norma es más bien un acuerdo… Osorio es como el jurel, la sierra, peces que cuando el agua del mar está demasiado clara, se mueven rápidamente, lo que hace que su pesca sea más complicada. Estos peces no guardan la calma, es como si el estacionarse les restara vida. A Antonio le desespera estacionarse, por eso volvió al Liceo de Bolívar, pero ahora en calidad de coordinador. Como le hacía falta el ambiente de la Escuela formadora de maestros, volvió a aquel lugar que le es expedito para escribir, investigar, desobedecer, mamar gallo y reír; él tiene un gran afecto por las cosas que lo hacen reír, pero sobre todo vuelve porque para él, La normal se asemeja a Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 227 un barco en constante navegación. “Las dinámicas de la Normal, incluido su cambio de nombre, muestran cómo es posible que la escuela se mueva y no se conserve en su determinismo”. Y momificación, diría yo. Definitivamente Antonio encarna, personifica y materializa los versos de Machado: “Caminante no hay camino/ se hace camino al andar”. Son muchos “los trillos”, como dirían los cubanos, que ha tenido que andar Osorio para abrirse paso en la vida. Tal vez esas trochas, esas sendas que le ha tocado ir abriendo en el transcurso de su vida, sendas que no han sido fáciles, le han permitido formarse con un carácter fuerte, voluntad persistente y rumbo definido. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 228 Rigoberto Carmona Orozco: Del mar a la profesión docente. El mar, la ciénaga, la escuela y yo Caminar por la arena, sumergir los pies desnudos en el agua de mar es costumbre propia de quienes nacen en Cartagena de Indias. Existe la dicotomía gramatical al momento de caracterizar a la palabra MAR, algunos la determinan como masculina, en otras lenguas como el francés, mar es femenino: “La mer”. Quienes nacen y/o se hacen a orillas del mar, aprenden a amar, a encontrarse con lo otro. La inmensidad del mar acoge desde la orilla; las olas que van y vienen, arropan al nativo y al viajero. El personaje de la siguiente historia anduvo desde niño, a pie desnudo, por las playas. En su ir y venir se subía al bote durante las faenas de pesca y conoció, a la luz de las estrellas, el significado de lo que serían sus días y noches. Rigoberto estaba predestinado a ser un pescador de ilusiones: Soy Rigoberto Carmona Orozco, nací en la Boquilla un siete de agosto de 1952. La Boquilla fue administrativamente un corregimiento de Cartagena, hoy se puede considerar un barrio con contradicciones sociales que suceden en Colombia; está habitado por el mundo de la opulencia al lado de la pobreza rampante, cuento esto para señalar que nací en el corregimiento y no en el barrio. Creo que por el hecho de haber nacido en La Boquilla y haber vivido allí mis primeros diez años, es por lo que soy un amante Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 229 del mar y todo su contexto. Esos primeros años fueron fascinantes para mí ya que vivía en el mar y con el mar. Pescaba, buceaba, nadaba, caminaba sus playas, pero lo más extraordinario era sentarme en un bote, a la orilla de la playa, a partir de las siete de la noche y contemplar la inmensidad del cielo, sus estrellas y luceros pendiendo de la nada. Si Rigo hubiese tenido una madre como la de Luisa Balseiro, le hubiera contado que la cigüeña lo dejó acostado en el boliche; llegaron sus padres y antes de llevarlo a la cuna, lo llevaron a conocer el mar. En sus noches de recién nacido habría estado semidormido en el regazo de sus padres; Ellos, al mirarlo, le dejarían ver la inmensidad de un cielo estrellado, desde un bote, a partir de las siete de la noche: Era tanto mi apego por la pesca que para que no me dejaran durmiendo cuando en las madrugadas los adultos salían de faena, yo optaba por acostarme en el boliche20, puesto que sin él no podían salir a pescar; eso le preocupaba a mis padres, pero a mí me fascinaba. Recuerdo que esas vivencias me permitieron conocer cuándo había vaciante o creciente en el mar, me permitió conocer a los morros que protegen a La 20 Aparejo de pesca constituido por un tejido distribuido en dos largas redes laterales y una bolsa grande ubicada en el centro del instrumento llamada copo. Al ser calada en el mar el boliche es arrastrado hacia la orilla por un grupo de pescadores en igual cantidad en cada una de los tejidos laterales, mediante el uso de dos largas cuerdas, generalmente de nylon. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 230 Boquilla de las embestidas de los vientos y de las fuertes corrientes marinas; tuve la posibilidad de establecer el contraste entre un amanecer y anochecer en el mar. Rigoberto hizo su primaria en La Boquilla, en una escuela con las precariedades físicas y de orden pedagógico propias de la época de su niñez. Sin embargo, el ambiente natural y social del corregimiento se convirtió en el eje de su formación. Aunque en las clases los maestros de primaria no lo tuvieran en cuenta. De las vivencias de Rigo y sus amigos, fueron surgiendo saberes escolares: …Igualmente nos gustaba mucho sembrar semillas distintas para hacer el seguimiento de su desarrollo. Las semillas eran preferentemente de fríjol, maíz y patilla. No sé cómo articular estas actividades frecuentes con las láminas que nos mostraban nuestras maestras. ¡Ah!, se me olvidaba decir que como nacimos y crecimos al frente y al lado del mar, muchas actividades referidas a la naturaleza y el mar las evidenciábamos en el mar, en la Ciénaga de la Virgen, en los caños de los manglares; no por sugerencia ni mucho menos planeación de nuestras maestras y maestros, sino por iniciativa propia en razón de nuestros orígenes y contextos de vida. Por eso creo que las ciencias naturales, más que aprenderlas las vivíamos, recuerda Rigo. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 231 En los años sesenta, Rigo vivió lo que seguramente muchos niños en una Colombia mayoritariamente católica tiene como costumbre: la asistencia obligada a misa los días domingo, debidamente vestido para la ocasión. En ese momento su mente viajaba a otros lugares mientras escuchaba el lenguaje extraño con el cual se pretendía enseñar la vida de Jesús: La religión sí que era un dolor de cabeza, porque además de aprenderse rosarios y oraciones, la actividad central consistía en asistir los domingos a misa, ese era el día en que podíamos jugar béisbol en el playón o montarse en los botes y pasear por los caños de la Ciénaga de la Virgen o ir de pesca; pero no, ese día debíamos vestirnos con el pantalón azul turquí, la camisa blanca y el corbatín e ir a escuchar una misa que casi siempre era en latín, lengua que ninguno de nosotros entendía, ni queríamos entender, porque nuestras mentes estaban en la playa o en el playón, pero debíamos estar ahí, como unos zombis; casi siempre terminábamos desmayados, no sé si por el hambre o por el olor a murciélago del templo o tal vez por el temor al castigo que nos esperaba el día lunes, por culpa de los sapos de la época; estos nos aventaban ante el maestro si no asistíamos a la ceremonia dominical; el profesor nos colocaba en filas y nos masacraba a punta de reglazos, arrodillados en el andén de la escuela o prohibición a salir al recreo, cuestiona Rigo. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 232 La imagen de Jesús, que seguramente le habría interesado más a Rigo, podría haber sido aquella que ofrece Joan Manuel Serrat en la letra de la canción Saeta: “Hoy no eres tu mi cantar hoy no puedo cantar ni quiero a ese Jesús del madero sino al que anduvo en la mar” La vida de Rigo muestra cuán alejados estamos de una justicia social. Las formas más sutiles de injusticia se practican en la escuela. La evaluación, mal pensada, adquiere formas de persecución, de intimidación; en suma, es una de las formas privilegiadas para provocar el miedo. En el caso de Rigo, se hace evidente una postura crítica, una resistencia hacia la nota como medida del conocimiento: …la profesora realizó una evaluación y como no respondí al pie de la letra lo que ella quería que yo respondiera y no la racionalización que, a la larga, es lo que tiene sentido en la filosofía; bueno el hecho es que mi graduación estaba en problemas. Recurrí al derecho que me asistía de solicitar revisión de examen y la dirección de la Normal consideró que la nota que se me asignaba no correspondía a lo que yo respondía en el examen. La profesora averiguó cuánto necesitaba para pasar la materia (necesitaba 2.54 y me calificó 2.40); total, tuve que habilitarla y Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 233 obtuve una nota de 4.70. Esta anécdota me marcó en contra del profesor notero…, relata Rigo. Una de las ideas que más se suelen decir, por parte de algunos maestros en la Normal, consiste en considerar que no basta con ser maestro sino parecerlo. El parecer está relacionado con el atuendo, la vestimenta, el decorado. Podría decirse que tal idea es de vieja data, tal y como lo expresa Rigo, de acuerdo con las observaciones que le hacía su “maestra consejera”: “… que la corbata no la tenía bien puesta, que los zapatos no estaban suficientemente lustrados y todos los obstáculos que ustedes se puedan imaginar…”, cuenta Rigo. Nicolás Buenaventura en “El Cuento del PEI”, plantea que los saberes a enseñar son algo que está en las nubes; entonces, para enseñarlos hay que tomarlos como si fueran una pelota y echarlos a rodar, porque “todo saber, antes de ser un saber sabido, es un saber vivido”. La formación de Rigo está en lo que le enseñaron sus padres y también una comunidad que en sus tiempos de niñez, veía el mundo a través de la luz de las estrellas. Al igual que niñas y niños atendidos por Maritza Negrete, Rigo aprendió en y desde su entorno natural, él recuerda: … esas vivencias me permitieron conocer cuándo había vaciante o creciente en el mar, me permitió conocer a los morros que protegen a la Boquilla de las embestidas de los vientos y de las fuertes corrientes marinas; tuve la posibilidad Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 234 de establecer el contraste entre un amanecer y anochecer en el mar. En la vida de un maestro, el camino a seguir surge cuando una voz con autoridad y ternura hace el llamado; en la vida de Rigo, este fue el momento para llegar a ser lo que es: “…recuerdo que una vez sentado en una canoa, a orilla de la playa, en una noche estrellada mientras hablaba con mi finado padre este me dijo: “tú debes estudiar porque puedes llegar lejos”. De la escuela al colegio, de La Boquilla a Cartagena Rigoberto, desde niño, escuchó el llamado del mar; anduvo a pie descalzo por la arena, así como lo hacen hoy en día los pescadores del pueblo de sus ancestros. Para formarse tenía que caminar de ida y vuelta, el trayecto que hay de La Boquilla hasta Crespo, lugar en el cual tomaba el bus que le permitía estar más cerca del Liceo de Bolívar, en donde estudio hasta grado segundo de bachillerato: De este momento de ruptura cultural y afectiva que implicaba dejar a La Boquilla para habituarme a Cartagena y dejar la escuela para llegar al colegio, pareciera que el segundo fuera una institución distinta; así lo consideraban nuestros padres, nuestros maestros y nosotros mismos; yo pienso que quizás eso obedece a que el colegio funciona en un local más grande, pero en el fondo, las prácticas pedagógicas son las mismas. Quiero dedicar parte de dicho momento a mi relación con mis padres, especialmente con mi papá. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 235 Desprenderme del sonido de las olas, del olor del mar, de la inmensidad de las estrellas en el contexto de la Boquilla, a pesar de haber sido doloroso y entrañable, no fue tan duro como haberme desprendido, especialmente del ombligo de mi padre. Gregorio Carmona, mi padre fue un señor que vivió conmigo y para mí de una forma intensa, él, recuerdo, tenía mucho apego a mi futuro. Recuerdo que teníamos que caminar desde La Boquilla hasta el barrio de Crespo, ahí lo esperaba el bus de la empresa donde laboraba y aprovechaba para que yo llegara hasta el barrio del Cabrero, donde funcionaba el colegio Liceo de Bolívar. Mi padre y yo teníamos que lavarnos los pies llenos de arena de la playa para ponernos los zapatos. Por la tarde emprendíamos el mismo recorrido convirtiendo este andar en un ritual doloroso, pero a la vez expectante. Mi padre me miraba a los ojos como queriendo encontrar en mí, tal vez sus aspiraciones frustradas. Mi padre tenía una mirada tierna, pero a la vez reguladora, aún no alcanzo a entender cómo pudo mi madre convivir con él durante muchos años, infinitos diría yo, siendo ella un ángel que cayó del cielo, porque mi madre era muy buena, tanto que le decían mama. Mi padre lo reglaba todo, pero sobretodo nuestras andanzas y era fuerte al momento de corregir, pero amoroso, espiritual bondadoso a la hora de compartir y compartirnos. Con esos sentimientos y afectaciones culturales y familiares llegué a mi nueva estancia educativa. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 236 Del bachillerato a la normal Gimnasio del Carmen Después de haber cursado el primer año de bachillerato en el Liceo de Bolívar, el profesor Carmona pasó a otra institución educativa y se graduó como auxiliar de contabilidad. Luego, sus padres hicieron una reunión familiar y decidieron que fuera maestro; “tú sirves para ser maestro”; le dijeron, y así nació su profesión, más por imposición que por vocación. Rigo, como usualmente le decimos en la Escuela Normal Superior de Cartagena, tiene claro en qué consiste hacerse maestro: Antes se creía que si no pudiste ser médico, abogado, etc., por lo menos que fueras maestro, porque era el último recurso que a los padres le quedaba, no a uno; por eso, cuando nos sentábamos en el bote en las noches de La Boquilla no soñábamos, no invocábamos ser maestros porque la pasión va surgiendo con la profesión, no con el oficio. Si funges como maestro, pero sin sentirlo, sin apasionarte con el quehacer, entonces lo que haces es un simple oficio. Yo me apasioné y aún vivo apasionado con mi profesión, precisa Rigo. Soy de los que piensa que para muchas personas, convertirse en maestro ha sido “un accidente” o, tal vez, una decisión para la subsistencia o finalmente pueda que se dé por convicción, por vocación o por analogía con las primeras interacciones grupales cuando niño. En todo caso, convertirse en maestro debería ser una decisión Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 237 que esté antecedida de acciones justificadoras durante el proceso de formación para poder culminar de manera consciente. En mi caso particular, tal vez no fue al inicio una decisión propia, sino una sugerencia casi imperativa de mis padres cuando terminé la básica como auxiliar de contabilidad. Me dijeron en la casa: -“Tu sirves para maestro” e ingresé, o tal vez me ingresaron a la Normal Gimnasio del Carmen de Cartagena para convertirme en MAESTRO pero, de verdad, cuando inicié mi tránsito por las diferentes aéreas que sustentan la formación académica del docente, pude darme cuenta de que, lo que al inicio pudo haber sido una incertidumbre profesional, en verdad era una tarea que valía la pena. El currículo que se desarrollaba en la Normal era determinante en mí, despertó interés por la educación y por la acción educadora hasta convertirme en MAESTRO NORMALISTA. A partir de entonces mi cualificación ha sido constante, ya sea en el área específica en la que me ocupo, como también en la formación pedagógica en general. El currículo que se desarrollaba en la normal estaba sustentado por acciones y actividades de orden académico, pedagógico, práctica, recreación, artes, deportes y, sobre todo, la creación y la creatividad. El plan de estudio estaba basado en dos líneas perfectamente complementarias: formación pedagógica y formación académica; en- Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 238 tonces, las materias Fundamentos Pedagógicos, Sicología Infantil, Ayudas Educativas, Practica Pedagógica, Sociología, Administración, Idiomática, se cursaban con Física, Matemática, etc. Este proceso curricular en mi vida fue lo que despertó mi interés por la educación hasta graduarme como maestro normalista (1972). Al tiempo que estudiaba como normalista, hizo los doce cursos de inglés en el Colombo Americano, luego estudio Licenciatura en pedagogía reeducativa, se especializó en Pedagogía para el desarrollo del aprendizaje autónomo y especialización en Pedagogía para la enseñanza de la lengua y la literatura. Su preparación para maestro y en el mismo ejercicio de la profesión, siempre ha estado relacionada con aspectos fundamentales para la formación del ciudadano. Con Juan Gutiérrez Magallanes, docente del Liceo de Bolívar, aprendió que las ciencias naturales pueden ser algo más que contenidos de enseñanza obligatoria; en su lugar, Juancho le enseñó a ver el mundo con ojos críticos: Las clases del profesor más que un ejercicio magistral, eran espacios de conversación acerca de los problemas sociales, políticos, culturales y económicos del país, amén de las actividades científicas; discutíamos a partir de una interrogación cotidiana. Hoy, este enfoque se concibe como el enfoque problémico. Pienso que ese momento fue la semilla de mi carácter rebelde y crítico, relata Rigo. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 239 Sus inicios, una experiencia gratificante. El regreso a casa. El deber de estudiar ha sido una convicción en la vida de Rigo. Una vez graduado como normalista superior, empezó a trabajar en la misma Normal Gimnasio del Carmen de Cartagena. Inmediatamente terminé mis estudios como normalista, me vinculé a la misma institución como profesor de español e inglés; puesto que, simultáneamente con mis estudios pedagógicos, asistía al Colombo-Americano como estudiante de inglés y allí terminé todos los niveles organizados por ellos. Mis padres me decían “el maestro resultó ahora que es profesor de maestros. Es que mi vinculación para ejercer la docencia fue inmediata, lo hice en la misma normal donde estudié. No sé por qué a los directivos de la Normal se les ocurrió esa idea, a lo mejor me lo merecía. Mi gran experiencia ocurre cuando me vinculo oficialmente como maestro de la “Escuela Rural Mixta de La Boquilla”, allí me nombró la Secretaría Departamental de Educación, (año 1975). El estudiante caminante, madrugador, ya era maestro de escuela y en el pueblo que lo vio nacer. ¿Se imaginan ustedes la alegría que podían tener “mis viejos” y hermanos y lo orgulloso que se deberían sentir? Antes, ser maestro en una familia, era como ser el cura del pueblo. Para ese Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 240 entonces, yo tenía la doble posibilidad: maestro de educación primaria y secundaria al mismo tiempo. Durante esa etapa se acentuó mucho mi decisión y vocación por el magisterio, pero es que no era para menos. Durante mi ejercicio en la primaria trataba de poner todo mi dinamismo: formar grupos infantiles y juveniles de deportes, sociales y culturales; nos reuníamos los días sábados para discutir las actividades que se nos encomendaban para la semana, etc. Fue una linda experiencia porque todos sentíamos apego por la escuela. De La Boquilla a San Jacinto, Bolívar Luego de tres años de ejercer el magisterio en su pueblo natal, Rigoberto fue trasladado al pueblo de la hamaca grande, él narra: Fui trasladado, para San Jacinto, Bolívar, allí continúe con una dinámica similar pero con una diferencia: el contexto cultural, social, político era totalmente diferente; este hecho me indujo a cambiar de estrategias. Durante mi estadía en este municipio, algo supremamente significativo que me ocurrió fue, entre otras cosas, haber entablado amistad con Andrés Landero y algunos de los miembros de Los Gaiteros. Igualmente recuerdo que la Semana Cultural Comunitaria y regional más grande y significativa que se haya realizado en la Zona Centro del Departamento Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 241 de Bolívar, la organizamos desde el Colegio Pío XII de san Jacinto y no he visto otra igual. Allí comencé a hacer activismo sindical pero, al mismo tiempo, quizás por el aislamiento que existía con el mundo pedagógico y la falta de acceso a las universidades, emprendí un proceso fuerte de cualificación: Crítica Literaria, Teoría y Poesía, Inglés conversacional, metodología de la enseñanza del inglés, etc. De esta época, recuerdo que en el colegio organizábamos tertulias nocturnas con los estudiantes, en todas las disciplinas; esto permitió que ese colegio ocupara lugares destacados en el concierto local y nacional. Mis prácticas iniciales fueron fuertes, exigentes. Los estudiantes leían en cantidad considerable y sustentaban una visión crítica del saber. Esta experiencia templó mi formación académica pedagógica. Después de haber convivido con la cultura sanjacintera y después de haber aprendido de su geografía y sus sabores gastronómicos, regresa a casa: Fui nuevamente trasladado a Cartagena para el colegio Ana María Vélez de Trujillo, en el sector de Santa Rita. En esa institución la situación era difícil, porque desde el Edificio San Francisco, ubicado en el centro de la ciudad, fueron reubicados en un sector en donde los maestros creían que habían sido degradados. La dificultad consistía en persuadir a toda una comunidad educativa Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 242 que lo interesante era trabajar por la educación. Agraciadamente, al final, la situación cambió favorablemente, se entendió el mensaje y se dinamizaron las actividades sociales en la escuela. ¡Ah! pero creo que por estar centrado en mis relatos académicos, laborales, etc. no les he contado de mi familia. Terminé en la normal y me casé. Mi esposa y mis hijos han gozado y sufrido a la vez con mi periplo profesional. En algunas ocasiones, por estar tan metido en mis actividades sindicales y académicas, me ausentaba del seno de mi familia, pero también experimentaba muchas alegrías al saber que ascendía en mi rol profesional. Mi mamá constantemente me enviaba papelitos rogándome que me apartara de la dirección sindical en virtud a la situación de inseguridad que “vivía el país”, a final de cuentas creo que la causa era meritoria, pero me comprometí con la dinamización de la concreción del Plan Decenal de Educación de la época, hasta culminar con la redacción del Plan Decenal del Distrito de Cartagena, terminé coordinando la mesa distrital de dicho plan. Antes, en su niñez, a pesar de las precariedades de la escuela, convivió en un ambiente escolar donde los valores son algo más que palabras vacías, son vivencias en que el conflicto hace parte de la experiencia de socialización propia de la educación primaria. Rigo y sus compañeros de estudio aprendieron a compartir y a convivir, así lo afirma él cuando dice: Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 243 …aprendimos a reconocernos y a reconocer a los demás, aprendimos el valor de la familia, aprendimos el significado de la fraternidad y del respeto por el otro, aprendimos lo que significa la amistad, sobre todo cuando la tolerábamos desde los juegos, desde los miedos, desde los apodos, incluso desde las riñas. La vida del profesor Carmona ha llegado lejos. Fue directivo del sindicato de profesores de secundaria, vicepresidente hasta el año de 1986; de igual manera fue capaz, como director académico del Colegio Naval Militar, “Abolsure”, de crear un ambiente en el cual pudiera aparecer el diálogo y la discusión civilizadas. Y, sobre todo, en su vida como maestro tiene mucho valor la voz de los estudiantes y en general la voz del otro, de los desfavorecidos, de aquellos que han sido condenados a vivir como extraños en una Cartagena que arrastra aun las cadenas de la esclavitud. Proceso evolutivo en las prácticas pedagógicas La práctica pedagógica de Rigo, mientras estudiaba su licenciatura en pedagogía reeducativa, al tiempo que coordinaba la mesa del Plan Decenal de Educación, deja traslucir la desigualdad social en la ciudad Heroica: Haber realizado mis prácticas en el barrio Olaya Herrera, sector Fredonia, me ha significado muchos aprendizajes. En Olaya Herrera, sector Fredonia, pude constatar que en Cartagena mucha gente es un extraño en su ciudad, Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 244 pareciera que la ciudad se acaba y se agota en el “Corralito de piedra”. Los niños con quienes realicé el proyecto de investigación, para obtener el título de licenciado en Pedagogía Reeducativa, desconocían las avenidas, no tenían nociones de las edificaciones que engalanan al sector turístico y amurallado. Pareciera que viviendo en Cartagena eran expulsados de Cartagena, estaban y están confinados a la ausencia de la justicia social. La escuela y la educación no han sido incidentes en la reivindicación que requieren estos sectores de Cartagena. Hoy creo entender el porqué del surgimiento de las pandillas; existen muchas carencias, reflexiona Rigo. Cartagena, en uno de los textos de Juan Zapata Olivella, es llamada “Chambacú, Corral de negros”. La ciudad, cada vez se divide más por factores de tipo étnico, cultural, económico y político. Tal división produce marginamiento social, fronteras visibles entre quienes pueden disfrutar de su riqueza histórica y quienes escasamente son considerados los transeúntes que pasan de los barrios marginales hacia las playas de Bocagrande y de estas de nuevo a los barrios. En el medio del recorrido, queda el centro, el sector amurallado del cual habla Rigo. En la conciencia colectiva de los ciudadanos de a pie, el Centro de la ciudad es un “sector prohibido”. Los precios exorbitantes de muchos de los hoteles, restaurantes y lugares de diversión, han marcado líneas divisorias y gestos de rechazo a quienes, por su apariencia, no están llamados a “estar y permanecer en el centro”. El espacio público como lugar para la tertulia, es cada vez más estrecho, escaso e invadido. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 245 La vida de Rigoberto Carmona Orozco es un ejemplo de lectura crítica. Cada palabra que dice, el verbo que conjuga, la amistad que les profesa a sus amigos, el amor hacia su familia y el compromiso social y político que muestra en cada una de sus acciones y reflexiones, muestran a un maestro “con vocación”, compromiso social y aspiraciones transformadoras de las inequidades de su ciudad. Su ir y venir seguirá los trayectos que le dicte el mar. Una vez se desprenda de la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias, él asegura que volverá a su lugar de nacimiento; por eso, rememora este apartado de su vida: Creo que la preocupación de mis padres obedecía al hecho de que yo prefería la pesca entes que la escuela. Era tanto mi apego a la pesca que para que no me dejaran durmiendo cuando en las madrugadas los adultos salían de faena, yo optaba por acostarme en el boliche, ya que sin él no podían salir a pescar, eso les preocupaba a mis padres, pero a mí me fascinaba. El boliche fue una especie de cuna en que pudo haber nacido Rigoberto. Igualmente la mirada de Gregorio Carmona, su padre, y la poesía que siempre le dedicó a su madre, siempre estarán presentes en sus recuerdos desde niño: “Oh musa de mis amores/ Inspírame en este día/ que quiero a la madre mía/ darle este ramo de flores/…” Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 246 La Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias, una experiencia estructurante. Rigoberto viene de recorrer el mundo social, cultural, político y pedagógico con mucho entusiasmo y dedicación; por eso, se detiene para reflexionar acerca de su proceso de formación profesional, se mira desde la práctica pedagógica. Cuando las olas del mar llegan a la orilla y forman la resaca, se regresan y se nutren nuevamente de las energías que les proporcionan las corrientes marinas. Rigoberto se detiene para mirarse en su esencia, en su devenir, al respecto nos cuenta: Quiero dar un gran salto en el tiempo para manifestar que, realmente cuando llegué a la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias, mi vida profesional, académica, pedagógica e investigativa adquirió un sentido identitario entre mi formación como maestro y mis prácticas pedagógicas. Es entonces cuando me doy cuenta de que mis acciones pedagógicas estaban más direccionadas al hacer que al pensar, no así a reflexionar, o aprender de lo hecho. Es en esta institución donde se me permite encontrarme con el sentido, la razón, la necesidad de la pedagogía y la comprensión de la práctica como procesos interactivos, de encuentro y desencuentro de realizaciones y saberes. Es normal que el maestro encuentre dificultades, como también plantearse logros que direccionen su accionar académico y Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 247 pedagógico. Fundamentalmente, lo que más se afecta en este proceso de formación constante del docente es la forma de cómo hacer práctica la pedagogía. Cuando Rigo llega a la Normal observa una comunidad académica y pedagógica que invita a reinventarse, comunidad que propicia la autonomía y la creatividad del maestro, él afirma: Mi arribo a la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias ha sido una de las mejores experiencias que he vivido. El ambiente escolar, la afectividad y el compañerismo fueron ingredientes que permitieron que me afincara rápidamente en la institución. En la Normal no te atan a la propuesta curricular, te invitan a leerla, comprenderla y dinamizarla; tú eres dueño de tus propias prácticas. Aquí te ofrecen el espacio para que pienses en acciones estructurantes para tu beneficio y el beneficio de la comunidad, tanto académica como la escolar y la pedagógica. Sin duda, una de las pasiones que le mueve y le hincha el pecho a Rigoberto es El Cabildo de la Normal. Experimenta una emoción similar a aquellas que experimentaba cuando se daba cuenta del cardumen de jurel, en los inviernos de noviembre en las playas de su Boquilla natal. Él, manifiesta: Con mi arribo a la Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias, entendí el sentido y Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 248 el significado de los cabildos novembrinos. El cabildo de la normal le da sentido a la pedagogía de la identidad cultural; se asumen las caretas, los disfraces, las danzas como manifestaciones raizales que mancomunan a la comunidad normalista y se ´proyecta a toda la ciudad. Para quienes convivimos en la normal, el cabildo es pasión, disfrute, sufrimiento pero, al tiempo, es felicidad al organizarlo. Hacer pedagogía del cabildo nuestro hace parte de los propósitos explícitos e implícitos de las disciplinas, los componentes y los campos que aquí se trabajan. Esta particularidad académica, cultural, política y festiva me hace sentir un maestro feliz. Definitivamente, narrarse posibilita encontrarse consigo mismo. Aquí cabe la canción nostálgica y alegre de “ChocQuibTown”: De dónde vengo yo. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias CAPÍTULO 6 Reflexiones finales: escribir en la escuela Una de las razones de ser de la existencia de las Escuela Normales tiene que ver con su impacto a partir de la proyección y extensión institucional. La manera hasta ahora posible de promover dicho impacto se da por la concurrencia entre maestras asesoras y maestras y maestros practicantes en proyectos de investigación. Sin embargo, en la ENSCI, existen serias dificultades para realizar encuentros en los que los problemas, los avances, las preguntas, los resultados que hacen parte de los procesos de investigación, sean socializados en las escuelas en convenio. Por ello, no resulta extraño que existan diferencias preocupantes entre lo que maestras y maestros en formación encuentran en los lugares de práctica y las ideas pedagógicas que se mueven en los campos e Intercampos de formación en la Normal. Aquello que en la ENSCI se ha concebido como el paso de la realidad discursiva a la realidad fáctica, es apenas un enunciado con escasas posibilidades en la práctica pedagógica. No obstante, la capacidad de observación y la actitud crítica que se cultiva en maestras y maestros en formación, favorece un posible cambio. 249 250 Los cambios en educación son posibles a partir de tensiones que se pueden generar desde los procesos de formación en y desde la Normal. Se trata de promover proyectos pedagógicos e investigativos con un horizonte común. Estos, se pueden apreciar al reconocer que la observación, la lectura y la escritura, hacen parte de los procesos de aprendizaje en cualquier institución educativa y en cualquier nivel de formación. Un proyecto de investigación, así como los proyectos pedagógicos de aula, se convierten en escenarios de aprendizaje diferentes a aquellos que se circunscriben a la transmisión de contenidos. Hablamos de aprendizajes que como en el caso de Biografías de maestros, le apostó a la narración y sobre todo a una escritura de sí. Las biografías y autobiografías se configuraron desde una mirada que ausculta la formación de maestros desde vivencias que trascienden la institución escolar. Entonces, la formación empieza a ser pensada desde las entrañas mismas del ser, desde los orígenes, desde el nacimiento. Y no porque hayamos supuesto que existe predisposición para convertirse en maestro, sino porque tratamos de comprender en los trayectos de vida, cómo darle y darse forma como maestra o maestro. Cambiar la escuela, pasa por enfrentar de manera radical los soportes de la misma. Los soportes de poder de la escuela actual tienen que constituirse desde el saber pedagógico. Y este saber pedagógico tiene posibilidades de emerger si la enseñanza de la investigación va a la par con la práctica pedagógica. No es pues enseñando por aparte una y otra como aparece la práctica pedagógica investigativa. Esta se hace posible cuando, quienes somos sujetos y objetos de investigación, constituimos un grupo. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 251 Construir el grupo implica reconocer las diferencias y, sobre todo, sobreponernos a las emociones. Entre posturas de simpatía y reconocimiento del otro se hace posible el grupo. Sin embargo, hay que reconocer primero las condiciones por las cuales existe el rechazo, la animadversión, la antipatía. Un grupo de investigación no es propiamente la congregación de sujetos sin conflictos. Un grupo se constituye desde los encuentros y desencuentros de pensamiento y acción investigativa. Éstos pueden y tienen que proceder mediante un intercambio honesto, abierto y prudente de sus autores y actores. Los encuentros se constituyen en escenarios de aprendizaje mutuo. A continuación, pues, presentamos textos que esperamos se conviertan, como los de anteriores capítulos, en puntos de referencia para pensar la educación en Cartagena de Indias. La escritura de sí: ¿Un propósito institucional? La Escuela Normal Superior de Cartagena de Indias, padece por la falta de una cultura de la escritura. Los proyectos de investigación yacen en su movimiento original sin que la escritura permita saber a qué lugar se ha llegado. Por ello, desde estas reflexiones, invitamos a la comunidad normalista a tomar la decisión de hacer del ejercicio escritural, una oportunidad de aprender. El paso de los años es vertiginoso y lento a su vez. Es vertiginoso en cuanto a los cambios y transformaciones de orden social, político, económico y sobre todo en tecnología y ciencia. Es lento para la escuela. En nuestra escuela yacen inmóviles en el tiempo los registros, diarios y textos elaborados por los estudiantes que participan de los proyectos de investigación. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 252 En el caso de los docentes, lo vertiginoso ocurre en el quehacer diario. Las mismas discusiones se repiten cuando nos reunimos. La escritura ocurre con profundas limitaciones. El número de docentes dedicados a la escritura es escaso. Cuando sucede esto, se manifiesta la incapacidad para ordenar ideas, para organizarlas de tal manera que permitan mejorar los procesos institucionales. Los textos que se van elaborando se hallan dispersos. Desde cada proyecto de investigación se entiende, a su manera, lo que hay que hacer. Y dentro de lo que hay que hacer, el espacio-tiempo para escribir es casi que inexistente o corresponde a la tarea de los estudiantes y no de los docentes. La producción de textos escritos es mucho más una tarea de los estudiantes que un asunto problémico de los proyectos de investigación. Con el transcurrir de los años, cada proyecto adelanta acciones pedagógicas y crea diversas estrategias de enseñanza y aprendizaje; no obstante, los registros y diversos escritos no alcanzan el nivel reflexivo suficiente como para transformar la vida institucional. El problema tiene que ver con la sistematización de los procesos de investigación y, sobre todo, con una especie de temor reverencial hacia los procesos de escritura. Temor que subsiste dado que los problemas de escritura no son asumidos con el valor suficiente como para convertir a la institución en una escuela de escritores y no sólo de lectores y oradores que repiten lo que “oyen”, que se mueven por un autor, luego por otro y luego por el que aparezca nuevo. Ahora bien, si nos detenemos en el decir de las autobiografías, podemos considerar que el camino hacia una institución en la Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 253 cual “todos escriban”, pasa por propiciar una escritura de sí. Las autobiografías tienen la particularidad de decir acerca de las prácticas de formación desde distintos lugares de la vida de las y los maestros en formación. Esto nos sirve para comprender que no se pueden dejar de lado las producciones de los estudiantes. Así se rompe con el sonoro discurso de la autoridad del escritor consagrado: del “autor adulto”. En los intersticios de los textos autobiográficos, las distancias promovidas por un poder autoritario por parte del maestro, se hallan presentes tanto en la escuela primaria como en la secundaria. EL crecimiento, asociado a la edad cronológica y mental no ha dado para que la escuela cambie su manera de concebir al sujeto autónomo. La autonomía no está presente en las practicas pedagógicas como para que sea posible el libre pensamiento y menos la mirada crítica tanto de maestros como de estudiantes. Las relaciones afectivas tendrían que ir de la mano con la formación del grupo de investigación. No obstante, tal relación se da como resultado del encuentro diario y no de una interacción social y comunicativa en la cual el conocimiento corresponda a una construcción colectiva. Prevalece el trabajo solitario, individual, ajeno a intereses comunes y a la producción de sentido y significado. La dispersión de los esfuerzos en investigación, sumados a parcelas de poder en dicho campo, entorpecen la comunicación entre docentes que dirigen los proyectos; muestra de ello se hace evidente con las concepciones que se tienen con respecto a los registros. En una discusión de nunca acabar, entran en contradicción Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 254 las diversas formas de registrar o de recolectar información. No obstante, la discusión no alcanza para valorar los productos de la investigación. Por lo tanto, al hablar y actuar, se carece de soporte material y de argumentos suficientes como para sacar adelante el grupo de investigación, las líneas, la política y el sistema de investigación institucional. Escritura y tiempo escolar Quienes habitamos de manera permanente en la escuela, estamos abocados al tiempo escolar. Ser maestro significa permanecer expuesto al transcurrir del tiempo. El paso de éste hace que las experiencias cambien, pues, cambian también las condiciones sociales de existencia. El sentido común, en relación con el tiempo escolar, corresponde a lo consagrado en el horario de clases. Los días pueden llegar a ser tan iguales que da lo mismo estar en un día que en otro. Así los espacios escolares estén delimitados físicamente, nuestra formación ocurre en diversos espacios y tiempos de formación. El tiempo escolar, considerado en términos cuantitativos, se ha convertido en la medida privilegiada del quehacer diario. Los avances en el año escolar pretenden asegurar la formación de los estudiantes. Resulta posible que la suma irreflexiva de años de prácticas pedagógicas haga que los maestros se olviden de reflexionar sobre su quehacer diario. Debido a esto el quehacer educativo se convierte en la repetición de lo mismo: La rutina escolar. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 255 Los sentidos de estar en la escuela se vuelven pobres cuando el tiempo escolar es cada vez más medido, regulado, normalizado, controlado y aumentado sin sentido. Se confunde la eficacia y eficiencia de la acción educativa con la eficacia y eficiencia de una empresa o máquina que no se detiene. Así como avanza el tiempo en su linealidad, se espera que se avance en la adquisición de conocimientos. En las historias contadas, muchas de las experiencias muestran rupturas con el tiempo escolar: discontinuidad con los formalismos. Aparece, entonces, la risa, la creatividad, la amistad, la solidaridad, los saberes populares, las creencias, las mentiras. Al deshacerse la medida del tiempo en su linealidad, se expresa lo diverso. Las voces acalladas, las censuradas, se asoman en el tiempo y se manifiestan saberes distintos al determinado de manera oficial. La clase de una hora o 55 minutos, el año escolar con sus 40 semanas contadas, los logros previstos y los obtenidos constituyen el tiempo oficial. Los tiempos de formación de los estudiantes practicantes son otros y se dieron a partir de experiencias provocadas para deshacer el tiempo reloj. Sin tales experiencias los maestros terminamos aplastados. Al recorrer los textos autobiográficos nos encontramos en la distancia con sus autores. Nos los imaginamos, compartimos sus sueños, tristezas, logros, alegrías. La voz de los autores capaces de detenerse en su yo plural, en ese yo que no puede contarse sin el otro, va llevando al lector a lugares y tiempos lejanos y cercanos. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 256 Los tiempos que llevan hacia la niñez, aparecen con gran fuerza. De la niñez quedan las marcas de la formación. Las palabras, miradas y gestos de abuelas, padres, madres, tíos, hacen parte de lo que llevan consigo los autores; esto es, su herencia más preciada. Hay palabras claves que al salir del pensamiento de quien escribe su autobiografía, traen consigo una fuerza reveladora. En el lenguaje escrito, las autobiografías conservan rasgos de la oralidad. La música que suena en las palabras procede de sus propias entrañas. Esa voz es incapaz de mentir. Aparece, pues, un pacto por la verdad, una renuncia a la exageración, un compromiso consigo mismo. Los relatos hacen que el autor sienta a veces regocijo y otras veces tristeza. La reflexión que trae consigo la escritura, no acalla las emociones. La escritura fría existe solo en aquellos que no sienten lo que piensan. En aquellos que llenan la hoja en blanco con palabras de mentira, con voces ajenas, usurpadoras de la experiencia personal. La escritura, en la escuela, suele estar signada por el miedo. El miedo es una de las sensaciones que más bloquea las relaciones sociales y, por tanto, niega el vínculo pedagógico. Niñas, niños, jóvenes y los mismos maestros, sucumbimos al temor de escribirnos, de superar el miedo a la libertad. En algunas de los textos biográficos y autobiográficos surgió el miedo como sustento de las relaciones entre maestros y estudiantes, entre generaciones jóvenes y adultas. El miedo en la Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 257 Escuela se expresa de formas distintas y por diferentes motivos. Existe temor frente a lo desconocido. El extraño puede hacer daño, puede socavar nuestras creencias y tradiciones. Puede alterar el orden. El miedo paraliza, provoca la fuga o una reacción defensiva. En los relatos tanto biográficos como autobiográficos se narran actos y aparecen ideas repudiables de la escuela autoritaria, sostenidas y auspiciadas por políticas educativas de corte religioso. Políticas de Estado que han mantenido a la sociedad colombiana en un estado de sumisión. De allí, entonces, a considerar que la relación entre adultos y jóvenes, estudiantes y maestros, patrones y esclavos requiere de ese miedo, hay pocos pasos. No obstante, las situaciones en las que el miedo logra imponerse tienen su límite en la naturaleza humana para rebelarse. Tal vez, por ello, enseñar a pensar de manera crítica no sea algo tan sencillo. Se hace sencillo cuando el maestro es crítico de su propia práctica, cuando considera la pedagogía como acto subversivo. Otros espacios y superficies para leer y escribir Mientras a niñas y niños de preescolar se les acostumbra a estar reunidos, cara a cara, trabajando en mesas; a los de primero se les acostumbra a mirar al tablero desde sus sillas individuales: en filas. Mientras niñas y niños aprenden a escribir en la superficie del celular, en la escuela se desgastan aprendiendo a realizar trazos que los lleven a manejar los códigos de la escritura convencional. Mientras fuera de la escuela, en el suelo, la arena, las paredes o puertas de la casa niñas y niños trazan aquello que quieren Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 258 significar; en la escuela el cuaderno, la hoja con o sin rayas, son superficies para transcribir. En la piel, niñas, niños y jóvenes van escribiendo sus propias historias. En el cuerpo de otros, en el contacto diario, los estudiantes leen el mundo, van juntos, jugando y aprendiendo. En los ojos y la piel de otros, los alumnos leen su mundo: buscan un espejo en el cual mirarse y contemplarse. La escuela, por eso, requiere de otros sentidos. El problema no se resuelve con decir que se requieren nuevos u otros métodos de enseñanza. El problema consiste en preguntarnos por las experiencias compartidas con aquellas experiencias que una y otra vez se viven, así hayan pasado miles de generaciones. Leer y leerse, libera. Lo que el texto dice es un tejido hecho de palabras que significan. Leer libera las palabras del texto, les da alas para que lleguen tan lejos como puedan. Leer a la luz de una vela, en voz alta, con el fino aliento del alma, por obediencia, con miedo, con placer, son formas múltiples de conocer el mundo. La botella flotando en el mar, con un mensaje adentro, es uno de los símbolos más poderosos de un contenido por leer, a la espera de ser rescatado o de llegar a la orilla. El mensaje escrito, una vez sobrevive al naufragio, representa el deseo de quien espera ser leído. Entonces, al momento del encuentro, se salvan las distancias, cualquier distancia. Los lectores pueden leer a quienes hace tiempos dejaron sus ideas, las dijeron, dieron enseñanzas, cambiaron el mundo o sucumbieron una vez plasmaron sus textos. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 259 La escuela es un lugar para descifrar los textos, esto es, para leer. En tanto el texto constituye el pensamiento de un autor y su época. Leer es interpretar lo dicho. Lo encontrado en algunas biografías y autobiografías muestra que el acto de leer es algo impuesto o mecánico. Debido a ello, los libros empiezan a convertirse en objetos indeseados pues el método se restringe a una urgencia por enseñar a “leer correctamente”. Se enseña a leer sin pausa, sin detenerse a pensar el significado de cada palabra. Se enseña descorazonando el texto, acabando con él. Se menosprecia la capacidad de los estudiantes para encontrar el significado de las palabras. En otras de las historias se encontró que leer requiere de actos de rebeldía. En ellas, la lectura se muestra como un estar en el texto, ir tomando las palabras desde el entramado de las ideas, desde su textura, sin perder los sentidos del texto; sin olvidar que el lector asume también un lugar en el texto. Leer, en la escuela, pasa por leer en la comunidad de vida, sin tal vínculo es imposible enseñar a leer. Hay que contar con las palabras del estudiante, con la estructura de lenguaje que lo hace miembro de una cultura a la vez local y global. Leer cada cosa de acuerdo con el medio en que esté, de acuerdo con el lugar que ocupa, es conocer su significado. Los textos son puertas que se abren para posibilitar el pensamiento, ir lo más lejos posible. Al leer nos aventuramos a conocer mundos distintos. Tal aventura sirve para conocerse a sí mismo. Leer significa, pues, llegar a ser. Por ello requiere de un ambiente de confrontación de ideas y de libertades que sólo un lector Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 260 crítico puede asumir. Tal lector va y viene pausadamente en los entresijos del texto. Queremos destacar que las primeras superficies en que escribieron las maestras en ejercicio fueron: la arena, la tierra, una caja de madera u otras distintas al tablero o el cuaderno. En tales superficies es fácil escribir una y otra vez porque están alejados de la vigilancia de los adultos. El método de aprendizaje y enseñanza de la escritura formal no aparece como parte de las historias de vida de los maestros. La escritura aparece como un deber académico propio de la formación universitaria como algo también impuesto. Se escribe mientras se está en la Universidad, después no. No obstante, cuando aparecen posibilidades, temas, invitaciones a escribir, ocurre la escritura. El proyecto de investigación nos deja decir que las autobiografías, los registros, los retratos, los textos autoreflexivos y los diarios de lectura se convirtieron en fuentes primarias del proyecto de investigación y favorecieron las prácticas de oralidad, lectura y escritura. Todo el proceso investigativo se sostuvo en hablar, grabar, leer, comentar para luego ir consignando aquello que se intuía que era información valiosa. Después, con el transcurrir de tres años la información dio lugar a textos que, en la escritura, conservan los rasgos de la oralidad y las ideas fuerza de la lectura y las reflexiones. Consecuentes con lo antes dicho, fue como comprendimos que el espacio físico de la escuela, el afán mediante el cual se hace el ejercicio escritural, genera las peores condiciones para escribir. El Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 261 texto como algo acabado que se mide de acuerdo con el tamaño o según adornos escriturales, o por el peso de los autores citados, es algo contrario al proceso de pensamiento que lleva a la producción textual. Mientras para maestras y maestros en formación y en ejercicio, la escritura no se convierta en algo que requiere de reflexión y trabajo intelectual, el saber pedagógico tiene pocas posibilidades de surgir. Mientras la calidad educativa siga midiéndose por los resultados de pruebas estándar, el saber del maestro será algo intrascendente. El saber del maestro solo tiene posibilidades a partir de la observación, la oralidad, la lectura y la escritura del mundo escolar. Separar éstas cuatro prácticas es imposible. Podemos diferenciarlas sí. La escritura materializa el pensamiento. Escribir y pensar son procesos entrelazados. La escuela es un lugar para pensar y la escritura puede convertirse en el proceso que potencia el pensamiento. La escuela como lugar social, como espacio de provocación de experiencias, de ensayo educativo, es un lugar privilegiado para pensar la educación, para hablar de ella. Narrar la Escuela El lector de quien esperamos algo le da vida a las palabras; levanta el vuelo con ellas, va y viene al son de una voz que sale de sí mismo para darle vida al texto. Lo demás es consumo desmedido. El escritor de quien esperamos algo es un narrador. Un narrador cuenta desde su voz sus vivencias y las de otros. A la luz de las Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 262 palabras va diciendo, va embrujando. La voz de quien narra no se apaga al acabar de contar. Sigue su voz en otras voces. Escribir da la sensación de hablar sin voz, o más bien, de fijarla a una superficie. Queda un sentimiento de angustia, un temor de vida y muerte. Narrar hace posible contarse, llegar a ser y saber. La disciplina del escribir le da vida a la narración. No basta con el ejercicio de escribir; aquí el problema no es la hoja en blanco, es la mente en blanco. No fue suficiente con mandar a los estudiantes a escribir; fue indispensable encontrar algo que decir. Entonces hubo que enseñarles a buscar las palabras, darle nombre a las cosas, habitar en el alma de cada cosa. Para elaborar los relatos se les enseñó a los estudiantes que para Biografiar hay que recordar las vivencias. Recordar hace parte de un estado en que volvemos a pasar por lo vivido. Sin embargo, el olvido hace extraviar los recuerdos. Narrar lo vivido es una aventura incierta, un proceso en que el escritor sufre la desventura de buscar cada palabra, cada frase, cada idea. Aquel estado de extravío fue expresado de la siguiente manera por Surjey Montes: Este proceso no es inmediato, necesita que las ideas den vueltas en la cabeza, recurrir a la memoria viva y a la memoria a largo plazo, de intentar una y otra vez construir una frase, un párrafo, destruirlo, tacharlo, remarcarlo, desecharlo. Es un conflicto interno entre lo que se quiere decir y lo que se puede decir; aún así, Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 263 al escribir sale al descubierto, de alguna manera, nuestra subjetividad, nuestro pensar y sentir, nuestra postura, sea ésta o no epistemológica. Queremos resaltar que en los textos escritos por los maestros en formación aparecen los hilos de varias voces: Al escuchar la voz de Remei Hess en “Déjame que te cuente”, pude darme cuenta de que lo que hemos venido haciendo en nuestro proyecto biografías de maestros, no ha sido un trabajo en vano porque, en un comienzo, cuando apenas estábamos aprendiendo a dar nuestros primeros pasos en este proceso de investigación narrativa, nos encontrábamos en un campo lleno de dilemas en los que al igual que la autora estábamos muchos; entre los dilemas en los que nos hallábamos pensábamos en el aprender a identificar nuestras voces en nuestras producciones escritas (registros etnográficos) y la de a quien investigamos. Relató Sindy Sánchez La insistencia en el lenguaje narrativo hizo que las maestras en formación comprendieran que le dábamos prioridad a la escucha. En lugar del privilegio que ocupa la vista en los procesos de observación, educamos el oído. Por eso, leer dejó de ser un acto pasivo, una descodificación de signos, una tarea que da lugar a la repetición insulsa de lo dicho por otros. Por lo mismo, en los textos, aparecieron con mayor frecuencia las palabras: voz, escucha, contar, decir, relatar. Dicha insistencia se convirtió en Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 264 algo que llegó al interior de las maestras en formación y por tal motivo, fueron descubriéndose en el proyecto. Comprendieron que todo el esfuerzo realizado tenía sentido para formarse como maestras. Aritmeri Palencia tejió dicha idea con las siguientes palabras: En mi experiencia personal partir de la lectura de textos y registros etnográficos, la interpretación cobra importancia, pues cuando yo asumo un significado como mi propia vivencia, construyo sentido y mis reflexiones y conocimientos se enriquecen… La idea de usar distintas voces al narrar la escuela, fue presentada en distintos encuentros. Por ello, las maestras en formación tomaron la idea del tejer como metáfora para narrar. Surjey Montes fue quien, de manera permanente, disciplinada, obsesiva, aprendió a escribir a partir de dicha idea: En su construcción, el escritor comienza un proceso de selección de esas figuras que le permitirán jugar con las palabras encontrando el equilibrio entre la verdad y la similitud, para que su obra llegue al lector tal como fue su intención al crearla. Otra palabra mágica: Creación, la narración implica la creación de un nuevo lenguaje; pero, como lo explica Larrosa, lo que se hace es tomar el lenguaje de otros mediante retazos de otros textos que ya hemos leído, como la colcha de retazos que hacían las abuelas cosiendo pacientemente cada pedazo Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 265 de tela que sobraba de algún corte que había sido confeccionado. Los estudiantes recordaron aquellas experiencias que dejaron huella; aprendieron a relatar la importancia, tanto de los logros como también de los errores y fracasos en los trayectos de vida. Se aprende cuando hemos fracasado en nuestros primeros intentos, marca una huella, moviliza pensamiento y memoria, memoria viva a la cual se recurre cada vez que el sujeto enfrenta dificultades. Armando Zambrano manifiesta que: “todo aprendizaje es el resultado de una lucha interna y sólo llegamos a aprender cuando hemos fracasado en los primeros intentos”, esto nos marca, deja una huella y moviliza el pensamiento y la memoria. Memoria viva a la que se recurre cada vez que un sujeto se enfrenta a las dificultades, a las situaciones positivas y negativas. Escribió Surjey Durante el ejercicio escritural, fue fácil desprendernos de las ideas que aún no valorábamos. En cambio, nos convertimos en esclavos de las palabras siempre repetidas. Repetir una idea se convierte en el esfuerzo insulso de convencer al otro. Para dejar de repetirse es indispensable generar un movimiento interno, algo que sacuda el pensamiento. En el esfuerzo por darle forma a un texto escrito, es fácil darse por vencido, sentirnos agotados. Cuando ya algo parece tener sentido, aparece el desgano, la pereza. Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 266 La dificultad para reiniciar la escritura tiene en el olvido su mejor excusa. Dejar una idea olvidada es deshacerse de su cuidado. El tiempo hizo lo suyo. Se dejaba de hablar ya de algo sobre lo cual pensar. El algo que pensar que reposaba en algún archivo o superficie muerta, se quedaba oculto entre el cumulo de palabras guardadas. De pronto, como nos lo permite sugerir Gianni Rodari en “Gramática de la Fantasía”, un elemento perturbó la superficie y alteró el cuerpo del olvido. Y, de pronto, empezaron a aparecer las palabras olvidadas, las voces del silencio, las ideas sepultadas. Durante todo el proceso escritural, la narración se convirtió en el eje de la comunicación de ideas. Las narraciones le dieron forma a los escritores. Las prácticas de formación se manifestaron como una búsqueda incesante de un lenguaje. Entonces, la memoria también se alteró pues cada palabra trajo consigo otras. Y no cualquiera otras. Fueron palabras escogidas, traídas de lo más profundo del ser. Durante el proyecto de investigación se fue recogiendo información de acuerdo con los objetivos trazados y se fue acumulando, perdiendo y olvidando la misma, en la medida en que el tiempo fue pasando. La información estaba toda ahí, disponible. La capacidad de almacenar información desbordaba cualquier límite. Frente a tanta abundancia nos lanzamos a buscar y fuimos estableciendo juegos del lenguaje: La palabra desconocida, aquella que aún no era en nuestro lenguaje, entrañaba el misterio, el poder. Los instantes de inquietud nos alertaban sobre algo que podía suceder: de algo por decir. Abandonamos la acumulación de información, pues sabíamos que entre aquello que fuimos Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias 267 guardando, estaban los indicios. Entonces nos detuvimos a escuchar. Lo guardado estaba en la memoria. Deambulábamos en un estado latente de la memoria. Un estado que requirió de momentos y experiencias de ruptura. Y, entonces se desató la escritura. Tuvimos que buscar, pues, en la memoria humana. Sabíamos que en los detalles estaba el sentido de las cosas. Y, al cabo, supimos que pensar causa angustia. Aprehendimos que lo minúsculo: una palabra, un gesto, una caricia, una pequeña cosa, podían provocar una buena historia: Son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosa en un rincón, en un papel o en un cajón Joan Manuel Serrat Relatos de Vidas de Maestros en Cartagena de Indias Referencias Bibliográficas ASTOLFI, Jean-Pierre (1997), Aprender en la escuela, Santiago, Editorial Dolmen. BALSEIRO, Luisa. Historia de Vida. 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Este horizonte es una apuesta refrescante en este mundo académico que dicta y dice cómo escribir. Fieles al pensamiento clásico, los autores se dieron a la tarea de traer sobre el lienzo la experiencia de otros maestros, otras maestras. NO RM A L SU TA IA CA R S IOR ESC ER UE A P L Armando Zambrano Leal. GE N A DE IN D