Subido por juan vilela vivanco

VIAS ANATOMICAS-THOMAS MYERS

Anuncio
Meridianos
=mio.fQsciales
para terapeutas
manuales y del
movimiento
Incluye DVD
con vídeos:
Conceptos
Gráficos computarizados
de vías anatómicas
Técnicas
ELSEVIER
MAS SON
CHURCHILL
LIVINGSTONE
f
Indice de capítulos
Prefacio
Prefacio a la primera edición
Agradecimientos
Cómo utilizar este libro
Introducción : colocación de los raíles
Vll
Vlll
lX
xi
1
1
El mundo según la fascia
13
2
Las reglas del juego
65
3
Línea posterior superficial
73
4
Línea frontal superficial
97
5
Línea lateral
115
6
Línea espiral
131
7
Líneas del brazo
149
8
Líneas funcionales
171
9
Línea frontal profunda
179
10
Vías anatómicas en movimiento
203
11
Análisis estructural
229
Comentario sobre los meridianos de lat itud:
255
Apéndice 1
el trabajo de l Dr. Lo u is Schultz (1927-20071
Apéndice 2
Integración estructural
259
Apéndice 3
Meridianos miofasciales y medicina oriental
273
Terminología de vías anatómicas
283
Bibliografía
285
Índice alfabético
289
1
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Fig. in. 1 «Mapa de ruta.. general de las vías anatómicas esbozado sobre una conocida imagen de Albinus. (Saunders JB, O'Malley C. The
illustrations from the works of Andreas Vesalius of Brussels. Dover Publications; 1973.)
1ntrod ucción: colocación
de los raíles
Hipótesis
ejemplo, la extensa inserción entre el músculo ilíaco, el
tabique intermuscular medial del muslo y e l vasto med ial;
La base de este libro es muy sencilla: independientemente
fig. ín. 3).
de sus funciones individuales, los músculos también influyen en los continuos corporales que desempeñan una
misma función dentro de la red fascial. Estos planos y !meas
siguen la urdimbre y la trama del tejido conjuntivo del
cuerpo humano, forma ndo «meridianos» de fascia muscular
que pueden seguirse (fig. in. 1). La estabilidad, el esfuerzo,
la tensión, la fijación, la resiliencia y, lo más pertinente para
este texto, la compensación postura! se distribuyen conforme a estas !meas. (Sin embargo, no se proclama la exclusividad de estas líneas. Las conexiones funcionales, como
las que se describen al final de esta introducción, el lecho
ligamentoso descrito como el «saco interno» en el capítulo 1
y el reparto latitudinal de la tensión detallado en el trabajo
de Huijing, también en el capítulo 1, son vías alternativas
para la distribución de la tensión y para la compensación.)
Básicamente, e l mapa de las vías anatómicas muestra
una «anatomía longitudinal», un bosquejo de las largas
correas y bandas musculares del cuerpo constituye un
pw1to de vista general que se ofrece como complemento
(y, en algunos casos, como alternativa) al análisis convencional de la acción muscular.
El estudio convencional podría denominarse la «teoría
de los músculos aislados». Prácticamente todos los textos presentan la función muscular aislando un músculo
esquelético concreto escindido por sus conexiones superiores e inferiores, separado de sus inervaciones y vascularizaciones y divorciado de las estructuras adyacentes
de la zona. 1•10 Esta forma habitual de presentación define
la función de un músculo exclusivamente por lo que
sucede al aproximar sus inserciones proximal y distal
(fig. in. 2). El punto de vista masivamente aceptado plantea que los músculos se irísertan en los huesos y que su
única función es aproximar los dos extremos o resistir
su separación. En ocasiones, se describe la función de la
miofascia en relación con las estructuras circundantes
(como el papel que desempeña el vasto lateral al empujar
y, por tanto, pretensar el tracto iliotibial). Casi nunca se
mencionan las conexiones longitudinales entre los músculos y las fascias, ni se explica su función (corno, por
El claro dominio de la presentación aislada de cada
músculo como la primera y la última palabra en la ana tomía muscular (jw1to con la visión reduccionista e ingenua
de que la complejidad de la estabil idad y el movimiento
humano puede explicarse por la suma de la acción de
los músculos individuales) convierte en poco probable
que la actual generación de terapeutas tenga una idea
diferente.
No obstante, esta manera de ver y definir los músculos
es simplemente una conclusión errónea de nuestro método
de disección -bisturí en mano, es fácil separar cada uno
de los músculos de Jos planos fasciales circundantes-,
Jo que no significa que constituya el modo en la que el
cuerpo «piensa» o en el que está biológicamente ensamblado. Uno podría preguntarse si el «músculo» es tan
siquiera una división útil para la cinesiología del cuerpo
humano.
Si la eliminación del músculo como u na unidad fisiológica resulta demasiado radica l para la mayoría de
nosotros, podemos modularlo de esta forma: con objeto
de evolucionar, los terapeutas actua les d eben cambiar su
manera de pensar con respecto al concepto del músculo
aislado. Las investigaciones que apoyan este tipo de pensamiento globalizador se irán citand o a med ida que recorremos las repercusiones de superar el «músculo aislado»
para acercarnos a sus efectos sistémicos. Este libro conforma un intento de avanzar -no de negar, sino de complementar el enfoque clásico- reuniendo en la imagen de
los «meridianos miofasciales» las estructuras miofasciales
conectadas. Debernos dejar claro que las «vías anatómicas»
no representan una ciencia confirmada -este libro supera
los !Úllites de la investigación- pero, al mismo tiempo,
estamos muy satisfechos del modo en que estos conceptos
funcionan en la práctica clínica.
Una vez reconocidos los patrones específicos de estos
meridianos miofasciales y comp rendidas sus conexiones,
pueden utilizarse para la evaluación y el tratamiento en
una gran diversidad de técnicas terapéuticas y educativas, con el fin de favorecer el movimiento. Los conceptos
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Fig. in. 2 El método habitual
empleado para definir la
acción de un músculo
consiste en aislarlo sobre
el esqueleto y determinar
lo que pasaría si los dos
extremos se aproximaran,
como en esta representación
del biceps. Aunque desde
luego se trata de un ejercicio
muy útil, difícilmente es
definitivo, ya que deja de
lado el efecto que el músculo
puede tener en otros
músculos adyacentes al
tensar o presionar su fascia.
Del mismo modo, al cortar
la fascia en ambos extremos
elude los efectos de esta
tracción sobre las estructuras
proximales o distales.
Estas últimas conexiones
constituyen el tema de este
libro. (Reproducido con
autorización de Grundy
1982.)
Fig. in. 3 El ilíaco cuenta con una fuerte inserción en el tabique
intermuscular medial del muslo y, por tanto, probablemente
participe en la tensión de esta fascia para aportar estabilidad
al muslo y la cadera. El concepto aceptado en los tratados
anatómicos -que los músculos actúan únicamente sobre los
huesos- ignora estas interacciones fasciales, dejando incompleto el
pensamiento de los actuales terapeutas manuales y de movimiento.
Sin embargo, al tómar en consideración las conexiones fasciales
surgen nuevas estrategias. (Instantánea de un vídeo por cortesía
del autor; disección de Laboratories of Anatomical Enlightenment.)
(DVD rcf: Early Dissectlve Evide nce)
2
pueden presentarse de múltiples formas; este texto intenta
lograr un equilibrio que cubra las necesidades del terapeuta instruido al tiempo q ue se mantiene al alcance del
deportista, el paciente o el estudiante interesado.
Visualmente, la comprensión del esquema de las vías
anatómicas conducirá a una apreciación tri dimensiona l de
la anatomía musculoesquelética y de los patrones corporales compensa torios en la actividad diaria y el rendimiento.
Desde el p un to de vista clínico, permite comprender el
modo en qu e un dolor en un área de l cuerpo puede estar
relacionado con otra área «silente" localizada a cierta distancia, lo que puede aplicarse directamente en la práctica.
De la utilización de esta perspectiva de la «anatomía
conectada» en los desafíos diarios que surgen d urante la
práctica de la terapia manual y de movimiento emergen
nuevas e inesperadas estrategias d e tra tamiento.
Aunque en esta edición se presentan algunas pruebas preliminares d e disección, aún le queda a la investigación mucho
camino por recorrer antes de poder afirmar la realidad objetiva de estas lfueas. Sería especialmente necesario un examen
más detenido de los mecanismos de comunicación a lo largo
de estos meridianos fasciales. Desde este texto, el concepto de
las vías anatómicas se presenta simplemente como un mapa
alternativo y potencialmente útil, una visión sistémica de las
conexiones longitudinales de la miofascia parietal.
Filosofía
La base de la curación se basa más en nuestra capacidad
de escuchar y percibir que en la aplicación de técnicasEsta constituye, al menos, Ja p remisa de este libro.
No es nuestro trabajo favorecer una técnica por encima
de otra, ni siquiera postular un mecanismo para explicar
e l modo en que funciona una técnica. Las intervencion es
terapéuticas de cualq uier tipo son una conversación entre
dos sistemas inteligentes. No es de incumbencia para el
argumento de los meridianos miofasciales si el mecanismo
de los cambios miofasciales es consecuencia d e u na simple relajación muscular, la liberación de un punto gatillo,
un cambio en la composición química de la sustancia fundamental, la viscoelasticidad entre las fibras de colágeno,
la reestructuración de los husos musculares o los corpúsculos de Golgi, un desplazamiento de energía o un cambio
de actitud. Se deben utilizar las vías anatómicas para comprender el amplio patrón de relaciones estructurales de los
pacientes y, a continuación, aplicar las técnicas de las que
se d isponga para resolver ese patrón.
Actualmente, además de los campos tradicionales de
Ja fisioterapia, la rehabilitación y la ortopedia, existe una
amplia oferta de métodos orientados a l movimiento y a
las partes blandas, y una variedad a ún mayor de técnicas
en ergé ticas, quiroprácticas, osteopáticas, así corno intervenciones psicoterapéuticas de base somática. Cada día
surgen nuevos nombres en este ámbito aunque, en realidad, pocas cosas son realmente nuevas bajo el sol de la
manipulación. H emos visto que pueden ser eficaces distintos enfoques, independientemente de si la explicación que
justifica su eficacia prevalece en ú ltima instancia.
En este momento no son ta n necesarias nuevas técnicas;
en cambio, se requiere de nuevas premisas que conduzcan
a novedosas estrategias de aplicación, y resulta mucho
más difícil encontrar nuevas premisas realmente útiles que
técnicas aparentemente nuevas. Por lo tan to, la aplicación
de un nuevo p un to de vista, de una nueva len te a través
de la cual observar el cuerpo, abre a menudo e l camino de
un importante desarrollo. El concepto de las vías anatómicas es una de esas lentes -un a forma global de observar
los patrones musculoesqueléticos q ue lleva a nuevas estrategias educativas y terapéuticas-.
Gran parte del trabajo realizado sobre manipulación en
los últimos 100 años, como Ja mayoría del pensamiento
occidental durante al menos la mitad del milenio, se ha
basado en un modelo reduccionista y mecánico -la lente
del microscopio (fig. in. 4)-. Examinamos las cosas desmenuzándolas en partes cada vez más pequeñas para analizar
la función de cada una de ellas. En el campo de la fisioterapia y la rehabilitación, este tipo de enfoque mecánico,
introducido por Aristóteles, aunque consolidado por Isaac
Newton y René Descartes, ha conducido a libros llenos de
ángulos goniométricos y fuerzas vectoriales que buscan
acercar la inserción del músculo individual a su origen
{fig. in. 5). Se debe agradecer a numerosos investigadores
el brillante análisis y consiguiente trabajo realizado sobre
músculos específicos, articulaciones individuales e implicaciones particulares. 11 · 13
Si se le da una patada a un balón, tal vez la forma más
interesante de analizar los resultados sea empleando las
leyes mecánicas de fuerza y movimiento. Los coeficientes
de inercia, gravedad y fricción son suficientes para determinar la reacción del balón a su patada y el sitio donde irá
a parar, incluso aunque se pueda «chutar como Beckham».
Pero si le da una patada a un perro de gran tamaño, es
posible que este análisis mecánico de los vectores y las
fuerzas resultantes no se corresponda con la reacción global del perro. Del mismo modo, el análisis biomecánico de
los músculos individuales proyecta una imagen incompleta del movimiento humano.
A principios del siglo xx, gracias a Einstein, Bohr y
otros, la física evolucionó hacia un universo relativista, un
lenguaje de asociaciones en lugar de una relación lineal
de causa y efecto, que Jung a su vez aplicó a la psicología y muchos otros a áreas muy diversas. No obstante,
fue necesario todo un siglo para que este punto de vista
se difundiera y llegara a Ja fisioterapia y la rehabilitación.
Este libro es w1 modesto paso en esta dirección -sistemas
generales de pensamiento aplicados al análisis de la postura y el movimiento-.
¿Qué podemos aprender de observar relaciones sinérgicas - reunir las partes en lugar de diseccionarlas?
No resulta muy útil decir sencillamente «todo está
conectado» y dejarlo ahí, puesto que incluso aunque en
esencia sea verdad, esta premisa deja al profesional en
una nebulosa, incluso un vacío, sin nada para guiarle
excepto la pura «intuición». La teoría de la relatividad de
Einstein no negaba las leyes del movimiento de Newton,
sino que las incorporaba a un esquema más amplio. Del
mismo modo, la teoría de los meridianos miofasciales no
resta valor a las múltiples técnicas y análisis basados en la
individualidad de los músculos, sino que simplemente los
contextualiza en el conjunto del sistema. En términos generales, este planteamiento completa, aunque no reemplaza,
el conocimiento existente sobre los músculos. En otras
palabras, el músculo esplenio de Ja cabeza sigue rotando
la cabeza y extendiendo el cuello pero, además, funciona,
como veremos más adelante, como parte de las cadenas
miofasciales lateral y espiral.
El enfoque de los meridianos miofasciales reconoce un
patrón existente en el conjunto del aparato locomotor -un
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Fig. in. 5 Aplicado a la
Fig. in. 4 Leonardo da Vinci, libre del prejuicio generalizado de
la visión mecánica para el estudio de la relación músculo-hueso,
realizó en estos cuadernos anatómicos algunos dibujos similares a
las vías anatómicas.
anatomía humana, el concepto
de la mecánica ha aportado
mucha información sobre las
acciones de los músculos
individuales en términos de
palancas, ángulos y fuerzas,
pero ¿qué más aporta este
enfoque de aislamiento?
(Reproducido con autorización
de Jarmey 2004.) 3
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«Vías anatómicas» es un término descriptivo para el conjunto del planteamiento y una forma de hacer más divertido
un tema bastante denso, mediante tma metáfora equiparable
al conjunto de continuidades que se describen en este libro.
La imagen de las vías, las paradas y los cambios de vía, entre
otros, se usan a lo largo d e todo el texto. Una vía anatómica
es un término equivalente a meridiano miofascial.
La palabra «miofascia» transmite la idea de conjunto, la
n a turaleza inseparable del tejido muscular (mio-) y su red
acompañante de tejido conjuntivo (fascia), d e la cual aparece una completa discusión en el capítulo 1 (fig. in. 6).
La manipulación de las miofascias h a tenido una amplia
difusión entre los masajistas terapéuticos, osteópatas y
fisioterapeutas desde dive rsas fuen tes modernas. Entre
ellas, se incluye el trabajo de mi primera profesora, la doctora Ida Rolf,1Y una versión británica de la terapia neuromuscular promulgada por el doctor Lean Chaitow, 20 y
otras, muchas de las cuales reclaman la originalidad de sus
trabajos, pero que, en realidad, forman parte de una cadena
continua de sanadores experimentados que se remontan
h asta Esculapio (del /atí11, Aesculapius), y desde la antigua
Grecia hasta las nieblas de la prehistoria (fig. in. 7).2L 22
Aunque el término «miofascial» ha ganado aceptación
en los últimos 20 años, reemplazar el término «muscular» en algun os textos, mentes y marcas comerciales, aún
lleva a confusión. De hecho, en Ja aplicación de muchas
terapias «miofasciales», las técnicas impa rtidas se centran en los músculos individuales (o unidades miofasciales, para ser más exactos), y no abordan específicamente
el aspecto comunicativo de las miofascias a través de las
largas líneas y los ex tensos planos del cuerpo. 21•24 Como
ya hemos comentado, el enfoque de las vías ana tómicas
no descarta estas técnicas, sino que simplemente añade
la dimensión de conectividad a nuestras consideraciones
visuales, motrices y d e palpación durante la valoración
y el tratamiento (fig. in. 8). Las vías anatómicas cubren la
necesidad actual de una visión global de la estructura y el
movimiento humanos.
En cualquier caso, el término «rniofascial» es únicamente una itmovación terminológica, ya que siempre ha
sido imposible, sea cual sea la denominación que se le dé,
establecer contacto con el tejido muscular en cualquier
momento o lugar sin contactar también con el tejido conjuntivo o fascial que le acompaña, y por tanto influir en él.
Esta afirmación es incompleta, ya que casi todas nuestras
intervenciones entrarán también en contacto necesariamente con las células y los tejidos epiteliales, vasculares y
nerviosos, e influirán en ellos. No obstante, el enfoque detallado en este libro ignora en gran medida los efectos sobre
estos otros tejidos para concentrarse en un aspecto concreto
de los patrones d e organización -o del diseño, si así lo
prefiere- del «cuerpo fibroso» en el adulto humano erguido.
Este cuerpo fibroso está constituido por toda la red de
colágeno, que incl uye todos los tejidos de revestimiento y
fijación de los órganos, así como el colágeno d e los huesos,
carh1agos, tendones, ligamentos y las miofascias. El término
«rniofascias» define nuestra visión d e las fibras musculares
incluidas en sus fascias asociadas (como en la fig. in. 6). Con
objeto de simplificar y enfatizar un principio básico de este
libro - Ja naturaleza unitaria de la red fascial- a partir de
este momento haremos referencia a este tejido en su forma
singular: rniofascia. No hay necesidad de utilizar el plural,
ya que se forma como una única estructura y se mantiene
como tal; únicamente un bisturí genera el p lural.
El término «continuidad miofascial» describe la
conexión entre dos estructuras longi tud inales adyacentes y alinead as dentro de la red estructural. Existe una
Fig. in. 6 Ampliación de la miofascia: el "algodón de azúcar" está
constituido por fibras de colágeno endomisial que envuelven y se
entrelazan a conciencia con las fibras musculares más carnosas (y
cardadas). (Reproducido con autorización de Ronald Thompson.)
Fig. in. 7 La doctora Ida P. Rolf (1896-1979), creadora de la
integración estructural, un tipo de manipulación miofascial.
(Reproducido con autorización de Ronald Thompson.)
diminuto aspecto de este sistema en la miríada de patrones armónicos y rítmicos que participan en el organismo
vivo-. Como tal, es una pequeña parte de una revisión
mayor de nosotros mismos, no como «máquinas blandas»,
según decía Descartes, sino como sistemas integrados de
información, lo que los matemáticos dinámicos no lineales denominan sistemas a utopoyéticos (que se crean a sí
mismos). 14 "18
Aunque en un principio los inte ntos por incluir las relaciones en nuestro marco conceptual pueden parecer vagos
si los comparamos con la afirmación tajante «Si. .. entonces ... » de la visión mecánica, esta mueva visión conduce a
estrategias terapéuticas integradoras muy potentes. Estas
nuevas estrategias no se basan únicamente en la mecánica,
sino que van más allá para determinar el comportamiento
global del conjunto, impredecible por la simple suma de
los comportamientos de cada parte individual.
Vías anatómicas y meridianos
miofasciales: ¿qué hay detrás
de su nombre?
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Fig. in. 8 El acortamierlto de los meridianos miofasciales o
su desplazamiento puede observarse en bipedestación o en
movimiento. Su evaluación conducirá a estrategias terapéuticas
con un enfoque global. ¿Puede observar la imagen A y ver el
acortamiento y los desplazamientos apuntados en la B? (Fotografía
por cortesía del autor; para una explicación de las líneas. v. capítulo
11.) (DVD ref: Bod y Rcn!J ing 101)
Fig. in. 9 Las pruebas iniciales de disección parecen apuntar a
la realidad estructural de estos meridianos longitudinales. Aquí
podemos observar la resistencia de la conexión fasc ial entre el
serrato anterior y el oblicuo externo del abdomen. independiente de
los huesos a los que se insertan. Estas conexiones «interfasciales"
raramente se mencionan en los tratados anatómicos. (Fotografía
por cortesía del autor; disección de Laboratories of Anatomical
Enlightenment.)
«continuidad miofascial» entre los músculos serrato anterior y oblicuo externo del abdomen (fig. in. 9) . La locución
«meridiano miofascial» describe una serie interconectada
de estas paradas de tendones y músculos. En otras palabras, una continuidad miofascial es una porción local
de un meridiano miofascial. El serrato anterior y e l oblicuo externo del abdomen forman parte de la banda más
extensa que constituye la región superior de la línea espiral que envue lve al torso (fig. in. 10).
o
,
Fig. in. 10 La continuidad miofascial vista en la figura introductoria
9 es en realidad tan sólo una parte de un «meridiano .. mayor
mostrado aquí. Los esplenios del cuello están conectados. a través
de las apófisis espinosas, con el romboides del lado opuesto que,
a su vez, se encuentra firmemente ligado al serrato y se continúa
con la fascia abdominal hasta la cadera homolateral. Esta serie de
conexiones miofasciales que, por supuesto. se repiten en el lado
opuesto es basica en la capacidad de rotación del tronco que
poseen los mamíferos y se detalla en el capítulo 6, dedicado a la
línea espiral. Véanse las figuras 6.8 y 6.21 para la comparación.
(Fotografía por cortesía del autor: disección de Laboratories of
Anatomical Enlightenment.) (DI/O rt 1: :.:arl~ Dis. e1 tive
.O
Ev1 n
...
)
La palabra «meridiano» se emplea habitualmente para
las líneas de transmisión de energía en el ámbito de la
acupuntura. 25 ·27 Para evitar confusiones: las líneas de los
meridianos miofascia les no son los meridianos de la a cupuntura, sino lú1eas de tensión basadas en la anatomía
occidental clásica, líneas que h·ansmiten tensión y movimiento a lo largo de la miofascia que se dispone alreded or del esqueleto. Aunque claramente guardan una cierta
similitud con los meridianos de la acupuntura, no son
equivalentes (v. apéndice 3, pág. 273). Para e l autor, e l
uso de la palabra «meridianos» tiene más relación con los
meridianos y paralelos que rodean la Tierra (fig. in. 11). De
la misma manera, estos meridianos rodean el cuerpo, definiendo su geografía y geometría dentro de la miofascia, la
geodesia de la tensegridad móvil del cuerpo.
Este libro plantea el modo en que estas líneas de tensión
influyen en la estructura y la función del cuerpo en cuestión. Aunque pueden definirse múltiples líneas de tensión
y los individuos pueden establecer tensiones y conexiones
únicas como resultado de lesiones, adherencias o actitudes, este texto define doce continuidades miofasciales que
se emplean habitualmente en lo relativo a la esh-i.1ctura
humana. Incluiremos las «reglas» para la construcción de
un meridiano miofascial para que e l lector experimentado pueda construir otras líneas, lo que puede resultar
útil en ciertos casos. La fascia corporal es suficientemente
ve rsátil para resistir otras líneas de tensión, además de
las que se enumeran aquí, generadas por movimientos
inusuales o extraños; lo que se aprecia fácilmente en cualquier niño inquieto. Aunque nos encontramos razonablemente seguros de que pu ede elaborarse un completo plan
terapéutico con las lú1eas que hemos incluido, estamos
abiertos a las nuevas id eas que otras exp loraciones o investigaciones más exhaustivas saqu en a la luz (v. apéndice 2,
pág. 259).
Tras considerar la estructura y el movimiento humanos
desde el punto d e vis ta de la continuidad d e la red fascial
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Fig. in. 11 Aunque los meridianos miofasciales coinciden en
cierta forma con las líneas meridionales de los orientales, no son
equivalentes. Piense en estos meridianos como los que definen la
geografía.. del sistema miofascial. Compare el meridiano pulmonar
que se muestra aquí con las figuras in. 1 y 7.1 - la línea frontal
profunda del brazo-. Véase también el apéndice 3.
0
en el capítulo 1, el capítulo 2 establece las reglas y el ámbito
de aplicación del concep to de las vías anatómicas. Los
capítulos 3-9 presentan las líneas de los meridianos miofasciales y plantean algunas de las implicaciones de cada
línea en el movimiento y en el tratam iento. El capítulo 3,
correspondien te a la «línea posterior superficial», se presenta con todo detalle para clarificar el concepto d e las
vías a natómicas; los capítulos sigu ien tes sobre el resto de
los meridianos miofasciales emplean la terminología y el
formato desarrollados en este capítulo. Su lectura p revia
p uede resultar útil, sin importar cuál sea la línea de in terés. El resto del libro presenta consideraciones gen erales
sobre Ja evaluación y el tratamiento que pueden ser de utilidad en Ja aplicación del concepto d e las vías an atómicas,
independientemente del método de tratamiento escogido.
Historia
6
El concepto de las vías ana tómicas surge de nuestra experiencia en la enseñanza de la anatomía miofascial a distintos grupos de profesionales de terapias «alternativas»,
incluyendo profesionales d e la integración estructural d el
Rolf Institute, masajistas, osteóp atas, matronas, bailarines, profesores d e yoga, fisioterapeutas y entrenad ores
deportivos, principalmente en EE. UU., Reino Unido y
Europa. Lo que empezó literalmente como un juego, una
ayud a para la memorización d e los estudiantes, se transformó lentamente en un sistema que merecía la pen a compartir. Anim ado a escribirlas p or el d octor Leen Chaitow,
estas ideas vieron la luz por primera vez en el fo1mwl of
Bodywork mid Movement Tilernpies en 1997.
Fig. in. 12 Aunque el artículo original de Dart no contenía
ilustraciones, este dibujo de Manaka muestra el mismo patrón
discutido por el primer autor, parte del cual corresponde a la línea
espiral. (Tomado de Manaka et al. Paradigm Publishers; 1995.)
Partiendo de los círculos anatómicos y osteopáticos, el
concepto de que la fascia conecta la totalidad del cuerpo
en una red interminable (t/ie e11dless webJ28 ha ido ganando
terreno. No obstante, también por d ich a generalización,
el estudian te puede estar razonablemente confuso con
respecto a si se debe abordar un hombro rígido rebelde
trabajando sob re las costillas, sobre la cadera o sobre el
cuello. No existe una respuesta específica p ara las preguntas lógicas que surgen a continuación: «¿cómo se conectan
exactamente?» o «¿están unas partes más conectad as que
otras?», pero este libro constituye el inicio de las respuestas a estas preguntas formuladas por mis estudiantes.
En 1986, el doctor James Oschman,29.3° un biólogo de
Woods Hole que ha llevado a cabo una exhaustiva búsqueda bibliográfica en campos relacionados con la curación, me entregó un artículo del antropólogo sudafricano
Raymond Dart sobre la relación de doble hélice que presentan los músculos del tronco.31 Dart había no desenterrado este concepto d e los terrenos del australopiteco de
las llanuras de Sudáfrica, sino de su experiencia como un
estudiante de la técnica Alexan der. 32 La disp osición de las
interconexiones mu sculares que Dart describió se incluye
en este libro como parte de lo que he denominado la «línea
espiral» y su artículo fue el detonante de un viaje de descubrimiento que condujo a las continuidades miofasciales que
p resentamos aquí (fig. in. 12). El estudio d e las disecciones,
la aplicación clínica e interminables horas de enseñanza y
estudio de libros antiguos ha refinado el concepto original
llevándolo a su estado actual.
En esta década, hemos buscado formas eficaces de
representar estas continuidades para facilitar su comprensión y observación. Por ejemplo, la conexión entre
el bíceps femoral y el ligamento sacrotuberoso está bien
documentada,33 mientras que la interconexión fascial entre
los isquiotibiales y el gastrocnemio, que podemos apreciar
en la parte inferior de la fig ura introductoria 13, se presenta
con menos frecuencia. Esta forma parte de una continuidad que se extiende de la cabeza a los pies, denominada
línea posterior superficial, que se ha extraído intacta en
d isecciones tanto de tejido fresco {fig. in. 14) como de tejido
fijado (v. figs. in. 3y10).
La forma más sencilla de representar estas conexiones es
mediante una línea geométrica d e tensión que pasa de una
«parada» (inserción muscular) a otra; esta visión unidimensional se incluye en cada capítulo {fig. in. 15). Otra forma de
plantearse estas líneas es como parte de un plano fascial,
especialmente las hojas superficiales y la «malla» fascial
de la hoja profunda; esta «área de influencia» bidimensional también se incluye en algunas líneas (v. fig . in. 16).
Estas líneas son fundamentalmente una agrupación de
los músculos y su fascia acompañante -un volumen
tridimensional- y esta visión volumétrica se recoge en tres
vistas al principio de cada capítulo {fig. in. 17).
Se han desarrollado vistas adicionales de las vías anatómicas en movimiento para nuestros vídeos {fig. in. 18) y
para el DVD-ROM Primal Pict11res {fig. in. 19). Se han utilizado instantáneas de estas fuentes donde se ha considerado que arrojan luz sobre el tema. Del mismo modo,
hemos empleado imágenes de acción y bipedestación
sobre las que se han superpuesto las líneas para transmitir
una idea de su estado i11 vivo {figs. in. 20 e in. 21).
Aunque no he visto las continuidades miofasciales descritas en profundidad en ningún sitio, me sentí a la vez
desilusionado (al ver que mis ideas no eran completamente
originales) y aliviado (al darme cuenta d e que no andaba
muy desencaminado) al descubrir, des pués de haber
publicado una primera versión de estas ideas,33•3 ·1 que
algunos anatomistas alemanes, como Hoepke en los años
treinta, habían realizado trabajos similares (fig. in. 22).35
También existen ciertas similitudes con las chní11es 11111swlnires de Frarn;oise Méziere 36•37 (desarrolladas por Leopold
Busquet), a quien me presentaron antes de finalizar este
libro. Estas clwí11es 11111sc1tlnires se basan en conexiones J1111cio1wles -pasando, por ejemplo, desde el cuádriceps hasta
el gastrocnemio y el sóleo a través de la rodilla- mientras
que las vías anatómicas se basan en conexiones fnscinles
directas {fig. in. 23). Los diagramas del anatomista alemán
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Fig. in. 13 Los isquiotibiales cuentan con una clara continuidad
fascial mediante las fib ras del ligamento sacrctuberoso. También
existe una continuidad fascial entre Jos tendones distales de los
isquiotibiales y las cabezas del gastrccnemio pero, a menudo, esta
conexión se secciona y rara vez se representa. (Fotografia por cortesía
del autor; disección de Laboratories of Anatomical Enlightenment.)
Fig. in. 14 Línea posterior superficial similar tomada intacta en
una disección de tejido fresco. (Fotografía por cortesía del autor;
disección de Laboratories of Anatomical Enlightenment. ) (DVD:
Puede encontrarse un vídeo de esta muestra en el DVD que
acompaña a este libro)
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Fig. in. 15 Línea posterior superficial en una sola dimensión
- únicamente Ja línea de tensión.
Fig. in. 16 Línea posterior superficial en un plano bidimensional
- su área de influencia.
Fig. in. 18 Instantánea tomada de un vídeo generado por
ordenador de Ja línea posterior superficial. (Gráfico por cortesía
del autor y Videograf, NYC.) (DVD: El DVD que acompaña al libro
incluye un video generado por ordenador de esta y otras líneas)
Tittel, más modernos, también se basan en conexiones funcionales, más que fasciales, que atraviesan huesos como
sin dificultad (fig. in. 24).38 Todos estos «mapas» coinciden
en cierta medida con las vías anatómicas y desde aquí se
reconocen y agradecen estos trabajos pioneros.
Desde la publicación de la p rimera edición, también
he descubierto el trabajo de Andry Vleeming y sus colaboradores sobre las «bandas fasciales» y su participación
en el cierre de la articu lación sacroilíaca 39··m, y, especialmente, la aplicación clínica de este trabajo llevada a cabo
por la incomparable Diane Lee·11 (fig. in. 25). En términos
Fig. in. 17 Linea posterior superficial mostrada como un volumen
tridimensional - los músculos y las fascias participantes.
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Fig. in. 20 Lineas en acción durante el
ejercicio (v. capítulo 1O). En esta imagen,
la línea frontal superficial está elongada y
estirada, la linea posterior superficial del
brazo de la derecha mantiene el brazo en
el aire y la línea frontal superficial del brazo
de la izquierda está estirada desde el
tórax hasta el pulgar. En el tronco, la línea
lateral de la izquierda está comprimida
y, en contraposición, la complementaria
está abierta. La línea espiral derecha, que
no se muestra, presenta un acortamiento
mayor que su homólogo izquierdo.
Fig. in. 19 Instantánea del DVD-ROM
Anatomy Trains with Primal Plctures.
(Imagen por cortesía de Primal Pictures,
www.primalpictures.com.) ( '" D 1 1: Pri'l1
i
111
nw Tr in ) .
Fig. in. 21 Lineas de
compensaciones posturales;
véase capitulo 11. (Fotografía
por cortesía del autor.)
Línea serratoromboides
Linea pectoraloblícuo interior
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Línea oblicuo
exterioraductores
Línea oblicuo
interior-glúteo
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Fig. in. 22 {A) El anatomista alemán Hoepke detalló algunos "meridianos miofasciales" en su libro de 1936, cuya traducción española
del titulo sería u interacciones musculares". (B) Ideas similares, aunque menos precisas, pueden encontrarse en la P/astische Anatomie de
Mollier (Mollier 1938). (Reproducido con autorización de Hoepke H, Das Muskelspiel des Menschen, G Fiscl1er Verlag, Stuttgart 1936 con
autorización de Elsevier.)
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Fig. in. 23 El fisioterapeuta
francés Leopold Busque!,
siguiendo a Frarn;:oise
Méziére. denominó a estas
conexiones musculares
"chaí'nes musculaires", pero
este concepto de conexiones
es funcional, mientras que la
conexión de las vías anatómicas
es precisamente fascial.
Obsérvese, por ejemplo,
el modo en que las líneas
cruzan desde la región anterior
de la rodilla a la posterior.
Estas conexiones no están
•permitidas.. en la teoría de
los meridianos miofasciales.
(Imagen reproducida de
Busque! 1992 [v. también www.
chainesmuscu/aire.com).)
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A
Fig. in. 25 Andry Vleeming y Diane Lee describieron las bandas
oblicuas anterior y posterior, muy similares a las líneas funcionales
anterior y posterior descritas en este libro (y muy similares a la
ligne de fermeture y ligne d'ouverture descritas por Méziére). En
este texto, la banda longitudinal posterior de Vleeming se incluye
en la línea posterior superiicial. (A. Adaptado con autorización de
Vleeming et al 199542 ; B. De Vleeming & Stoeckart 2007 43 con
autorización; C. De Lee 2004 con autorización.)
Fig. in. 24 El anatomista alemán Tittel también dibujó algunos espléndidos cuerpos
10
atléticos sobre los que disponía conexiones musculares funcionales. De nuevo,
la diferencia estriba en las conexiones musculares funcionales, especificas de un
movimiento y momentáneas, frente a las conexiones poslurales y permanentes de las
conexiones de tejido fascial de nuestras vias. (De Tittel: Beschreibende und funktionelle
Anatomie des Menschen, 14.ª ed. © Elsevier GmbH, Urban & Fischer Verlag, Múnich.)
generales, las bandas oblicuas anterior y posterior de
Vleeming coinciden con las líneas funcionales que se describen en el capítulo 8 de este texto, mientras que la banda
longitudinal posterior forma parte de lo que se describe
como la línea posterior superficial, mucho más extensa
(v. capítulo 3). Como ya ha sido comentado, este pretencioso libro va más allá de la investigación para presentar
un punto de vista que parece funcionar en la práctica, pero
que todavía necesita el respaldo de las publicaciones basadas en la evidencia.
Con la renovada confianza que confiere tal confirmación,
acompañada por la precaución que debe caracterizar a cualquiera que camine por terrenos científicos tan resbaladizos, mis colegas y yo hemos estado probando y enseñando
un sistema de integración estructural (Kimsis Myofnscinl
lntegmtion www.n11nto111ytmi11s.co111, y v. el apéndice 2, pág.
259), basándonos en los meridianos rniofasciales de las vías
anatómicas. Los profesionales que acuden a estas clases
refieren importantes mejoras en su capacidad para abordar
complejos problemas estructurales y un mayor índice de
éxi to. Este libro pretende llevar este concepto a una mayor
audiencia. Desde la publicación de su primera edición
en 2001, se ha conseguido este objetivo y una gran variedad de profesionales utiliza las vías anatómicas en todo
el mundo.
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111ctlzods are available from tl1e Rolf /11stit11/e, 295 Cm1yo11 Blvd,
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Fig. 1.1 (A) Muestra d e tejido fresco del meridiano miofascial conocido como línea posterior superiicial, obtenido en una única pieza
por Todd García de Laboratories of Anatomical Enlightenment. (Foto por cortesía del autor.} (DVD ref: Puede encontrarse un vídeo
explicativo de esta mÚestra en el DVD que acompaña al libro} (B) Cardado de fibras musculares que expone fa fascia endomisial que las
rodea y reviste. (Reproducido con auto rización de Ronald Thompson.} {DVD ref Este y otros gráficos se incluyen y explican en Fnscinl
Tensegrily, disponible en www.anatomytrains.com) {C) Corte transversal del muslo que el profesional de integración estructural Jeffrey
Linn ha obtenido del Visible Human Project de la National Library of Medicine, usando un programa del National lnstitute of Health. Este
nos da una p rimera idea del aspecto que presentaría el sistema fascial si se aislase el conjunto de este sistema del resto del cuerpo. Una
vez completado este proceso en todo el cuerpo, un proceso laborioso que se encuentra actualmente en marcha, dispondremos de una
nueva y poderosa interpretación anatómica del sistema reactivo q ue maneja las fuerzas mecánicas a las que el cuerpo está sometido, se
opone a ellas y las distribuye. {Reproducido de US National Library of Medicine's Visible Human Data® Project, con autorización.} (DVD ref
Este y otros gráficos se incluyen y explican en Fascial Tonr,ogrily, disponible en www.anatomytrains.com) (D) Diagrama del sistema de
deslizamiento microvacuolar fascial entre la piel y los tendones subyacentes según la d escripción del Dr. J. C. Guimberteau. (Por cortesía
del Dr. J . C. Guimberteau.} (OVO r nf trolhng U nd ·r the ~ in , disponible en www.anatomytrains.com)
-
El mundo según
la fascia
Mientras que todo el mundo sabe algo sobre los huesos
y los músculos, el origen y la disposición de la fascinante
red fascial que los une resultan menos familiares (fig . 1.1).
Aunque esta situación está cambiando rápidamente a
medida que las nuevas investigaciones amplían nuestro conocimiento,1 la inmensa mayoría de Ja población, e
incluso la mayoría de los terapeutas y deportistas, todavía
basan sus ideas sobre su propia estructura y movimiento
en la limitada visión de que existen músculos individuales
que se insertan en huesos y que nos permiten movernos
mediante un sistema mecánico de poleas. Como afirmaron
Schultz y Feitis:
El concepto 1111Íscu/o-J111eso presentado e11 In descripción
anatómica co11ve11cionnl ofrece 1111 modelo de 111ovi111ie11to
p11rn111e11te mecánico. Separa el 111ovi111ie11to en f1111ciones
diferenciadas, sin trn11s111itir In idea de integrnción
i11interm111pidn que se observa en 1111 cuerpo vivo. Cuando
11110 parte se 11111cve, el cuerpo reacciona como un todo. A nivel
fi111cio11nl, el único tejido cnpnz de mediar en cstn reacción es el
tejido co11j1111tivo. 2
En este capítulo, establecemos el contexto de las vías
anatómicas tratando de presentar un conocimiento
holístico del papel mecánico de la fascia o el tejido conjuntivo como una unidad (esta edición incluye estudios
más recientes sobre su grado de respuesta y capacidad de
remodelación en caso de lesión o nuevos retos) y las interacciones entre la fascia y las células de Jos demás sistemas
corporales.
DVD ref: Los argumentos expuestos en este capítulo se
resumen de forma más somera en: Fascial Tensegrity, disponible en www.nnnto111ytrai11s.co111.
Es necesario señalar que este capítulo presenta un punto
de vista, un conjunto concreto de argumentos que contribuyen al concepto de vías anatómicas, y no constituye de
ninguna manera una relación completa de los papeles o
la trascendencia de Ja faséia. Aquí, nos centraremos en la
geometría, la mecánica y Ja disposición espacial, y sólo de
forma somera hablaremos de Ja química. Nos preocupa el
papel fisiológico de Ja fascia como sostén en la postura y el
movimiento, por lo que evitaremos por completo cualquier
discusión sobre patología. Haremos referencia a otras excelentes y variadas d escripciones para el lector interesado; es
posible que el lector más interesado por el aspecto clínico
prefiera saltarse este entremés e ir directamente al plato
principal, que comienza en el capítulo 3.
«Benditos sean los lazos que nos
unen»: la fascia mantiene unidas
nuestras células
En este planeta, Ja vida se construye sobre una unidad
básica, la célula. Aunque es fácil imaginar grandes masas de
protoplasma indiferenciado, pero tremendamente organizado, estas no existen, salvo en ciertos moldes de árbol desconocidos o en las mentes de los escritores de ciencia-ficción.
Existe vida en este planeta desde hace unos 4.000 millones
de años, y durante casi Ja mitad de ellos, todos los organismos eran unicelulares - al principio, como simples protistas
procariotas, que aparentemente se combinaron mediante
simbiosis para dar lugar a Ja conocida célula eucariota -. 3
Todos los denominados animales «superiores» - incluyendo
los humanos, objeto de estudio de este libro - son agregados coordinados de estas complejas y minúsculas gotículas
de bioquímica integrada contenidas en un medio líquido
en constante movimiento (aún somos agua en un 70%),
rodeados de membranas en constante cambio, todo elJo
controlado por proteínas estables au torreplicables localizadas en el núcleo. En nuestro caso, del orden de 1013 o 1014
(10.100 billones) de estas pequeñas células trabajan juntas
de alguna forma (junto con un número de bacterias entéricas aplastantemente mayor) para generar el espectáculo
que conocemos como nosotros mismos. Podemos reconocer haces de estas células incluso habiendo transcurrido
años sin verlas o a varias manzanas de distancia simplemente observando su forma de moverse característica.
¿Qué mantiene toda esta sopa en constante cambio en una
morfología física estable?
Como en Ja propia sociedad, las células de un organismo multicelular combinan la autonomía individual con
Ja interacción social. En nuestros propios tejidos, podemos identificar cuatro clases de células: nerviosas, musculares, epiteliales y tejido conjuntivo (cada una de ellas
con múltiples subtipos) (fig. 1.2). Podríamos simplifica r la
situación afirmando que cada un a de ellas ha potenciado
una de las funciones compartidas por todas las células en
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Óvulo fecundado
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Células hijas
División y crecimiento
celular
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celular en células
especializadas
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Diferenciación
Células completamente
diferenciadas
/}, Célula epitelial
Tejidos
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Unidad funcional
Órgano
Sistema orgánico
Sistema
Organismo
urinario-~..,(~+---'
()
Ser humano
Fig. 1.2 Cada uno de los principales tipos celulares del organismo se especializa en una de las funciones compartidas por el óvulo original
y las células progenitoras. por ejemplo. la secreción, la conducción, la contracción o el sostén. Las células especializadas se combinan
formando tejidos, órganos, organismos y sociedades.
14
general, y el óvulo fecundado y las células progenitoras en
particular. Por ejemplo, las membranas de todas las células
son conductoras, pero esta conducción es excelente en las
células nerviosas (a costa, eso sí, de su capacidad contráctil
o reproductora). Todas las células contienen al menos una
cantidad mínima de actina, por lo que son capaces de contraerse, pero las células musculares han perfeccionado ese
arte, convirtiéndose en maestros. Aunque las células epiteliales también se contraen, lo hacen muy débilmente; a
cambio, se especializan en el revestimiento de superficies
y en la secreción de sustancias químicas, como hormonas,
enzimas y otras moléculas mensajeras.
Las células del tejido conjuntivo son generalmente menos
eficaces en la contracción (con una excepción importante que
se explicará más adelante en este mismo capítulo) y tan sólo
mediocres conductoras, pero secretan una increíble variedad
de productos en el espacio intercelular que se combinan para
formar nuestros huesos, carh1agos, ligamentos, tendones
y láminas fasciales. En otras palabras, son estas células las
que crean el sustrato estructural para todas las demás, fabricando la «sustancia» flexible y resistente que nos mantiene
unidos, formando el entorno compartido y comunicativo de
todas nuestras células, Jo que Varela4 denomina una forma
de «exosimbiosis», dándonos forma y permitiendo el movimiento intencionado. (A modo de inciso, no podemos incorporar la palabra «entorno» a nuestra discusión sin citar al
maestro del término, Marshall McLuhan:5 «los entornos no
son envolturas pasivas, sino más bien procesos activos que
son invisibles. Las reglas del juego, la estructura dominante y
los patrones generales de los entornos se escapan a la percepción con facilidad». Esto puede explicar de alguna manera
por qué el medio celular de la matriz extracelular ha pasado
desapercibido durante varios siglos de investigación.)
Según A11nfomín de Grny: 6 El tejido co11ju11tivo desempe1ln
111isio11es esencia/es e11 el orgn11ismo, tanto estmct11rnles, ya
que 11111cl10s de sus elementos poseen propiedades 111ecá11icns
especiales, como defensivas, función específicm11eute celular.
También desempellnn ft111cio11es tróficas y 11101foge11éticas
importantes e influyen en el creci111ie11to y diferenciación de los
tejidos que lo rodean.
Dejaremos a los inmunólogos la explicación del papel
defensivo desempeñado por las células del tejido conjuntivo. Hablaremos de la función trófica y morfogenética
del tejido conjuntivo cuando abordemos la embriología
y la tensegridad en este mismo capítulo.7-9 De momento,
nos centraremos en la función de soporte mecánico que los
productos celulares del tejido conjuntivo aportan al cuerpo
en general y al aparato locomotor en particular.
Matriz extracelular
Las células del tejido conjuntivo introducen una amplia
variedad de sustancias estructuralmente activas en el
espacio intercelular, incluyendo colágeno, elastina y fibras
de reticulina, y pegan las proteínas interfibrilares comúnmente conocidas como «sustancia fundamental» o más
recientemente como glucosaminoglucanos o proteoglucanos. Gray denomina este complejo proteico de mucopolisacáridos matriz extracelular:
El término matriz extrncelu/ar (MEC) se aplica a Ja suma
total de sustancias extrncelulnres del tejido conjuntivo. En
ese11cia, se trntn de 11n sistema de fibril/as proteicas insolubles
y co111plejos solubles formados por polímeros de carbo!tidrntos
1111idos a moléculas de proteínas (es deci1~ so11 proteoglucmws)
que captan agua. Mecánicnme11te, In MEC !in evolucionado
parn distribuir las te11siones del 111ovi111iento y de In gravedad
ni mismo tiempo que 111a11tiene la forma de los disti11tos
componentes del orga11is1110. Además, proporcio11n el medio
ambiente Jisicoquímico idóneo para las células i11111ersns en
ella, Jor111n11do una tm111a a In que aquéllas se adhieren y sobre
In cual p11ede11 moverse, co11stit11yendo así 1111 medio ió11ico
!tidrntado y poroso, a trnvés del cual los metnbolitos y los
e/e111e11tos 1111/ritivos pueden difi111dirfácil111ente.10
Aunque un poco densa, esta afirmación es sabrosa y el
resto del capítulo será una ampliación de estas pocas frases, cuya representación puede verse en la figura 1.3.
El doctor James Oschman se refiere a la MEC como
la matriz viva, señalando que «la matriz viva es una red
«supermolecular» continua y dinámica que se extiende
basta el último rincón del cuerpo: una matriz nuclear
dentro de una matriz celular incluida en una matriz de
tejido conjuntivo. En esencia, cuando tocamos un cuerpo
humano, estamos tocando un sistema íntimamente interconectado compuesto por la unión de la práctica totalidad
de las moléculas del organismo».11
Todas juntas, las células del tejido conjun tivo y sus productos actúan como un continuo, como nuestro «órgano
de la forma ». 12 Nuestra ciencia ha dedicado más tiempo
a las interacciones moleculares que comprenden nuestro
funcionamiento, prestando menos atención a cómo adquirimos nuestra forma, nos movemos en nuestro entorno y
absorbemos y distribuimos el impacto en todas sus formas
(endógeno y exógeno). Se dice que la anatomía describe
correctamente nuestra forma, pero nuestra concepción de
la forma es en parte el resultado de los instrumentos de los
que disponemos. Para los primeros anatomistas, el cuchillo, fundamentalmente. La «anatomía» es, al fin y al cabo,
la separación de las partes con una cuchilla. Desde Galeno
hasta Vesalio, y aun después, fueron los instrumentos
de la caza y la carnicería los que se usaron en el cuerpo
humano para presentamos las d istinciones fundamentales
que ahora damos p or descon tado (fig. 1.4). Estos cuchillos
(más tarde el bisturí y después el láser) cortan con bastan te
facilidad las barreras de tejido conjuntivo, a menudo bilaminares, que se disponen entre los distintos tejidos, destacando las distinciones lógicas de la matriz extracelular,
pero oscureciendo el papel del sincitio de tejido conjuntivo
en su conjunto (figs. 1.5, 7.15 y 7.29).
Si imaginamos que en lugar de usar un filo, sumergimos un animal o un cadáver en algún tipo de detergente o
disolvente que arrastrara todo el material celular y dejara
únicamente la estructura de tejido conjuntivo (MEC),
veríamos el continuo al completo, desde la capa basal de
la piel, pasando por el tejido fib roso que rodea y reviste los
músculos y los órganos hasta el recio andamiaje de cartílagos y huesos (fig. 1.6A y B). Para mostramos la continuidad de este órgano fascial, sería muy útil poner de relieve
su unidad y definir su naturaleza, en lugar de verla simplemente como una línea de separación (fig. 1.7). Este libro
par~e de esa idea y este capítulo tra ta de completar esa
imagen.
Vamos a referimos a este complejo corporal, de forma
un tanto inapropiada, como la fascia o la red fascial.
Aunque, en medicina, la palabra «fascia » suele aplicarse
(f)
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Eosinófilo
Linfocito
Sustancia fundamental
Neutrófilos
Fig. 1.3 Todos los tejidos conjuntivos
contienen d iversas concentraciones de
células, fibras y sustancia fundamental
interfibrilar (proteoaminoglucanos).
(Reproducido con autorización de W illiams
1995.)
Fig. 1.5 La tensión, un componente de las fuerzas mecánicas, se
transmite por los tejidos conjuntivos que se hallan conectados entre
si. La cápsula articular (1) se continúa con la inserción muscular (2),
que se continúa a su vez con la rascia epimisial (3), continuada
con el tendón (4), continuado con el periostio (5), continuado con
la cápsula articular (6), etc. Pueden verse d isecciones de esta
continuidad en el brazo en las figuras 7.7 y 7.29.
16
Fig. 1.4 Los primeros anatomistas que tuvieron la oportunidad
de estudiar el cuerpo humano, entre ellos Vesatio, exponian las
estructuras con un cuchillo. Este legado de estudiar el cuerpo
con una cuchilla ha llegado hasta nuestros días, influyendo en
nuestra forma de pensar sobre lo que pasa en nuestro interior. ..un
músculo" es un concepto que tiene su origen en la disección del
cuerpo humano. (Reproducido con autorización de Saunders JB,
O'Malley C. Dover Publications : 1973.)
de forma más concisa a las amp lias láminas y al entramado
que revisten o rodean los músculos in d ividuales, nosotros
lo usaremos de una forma más general. Cualquier denominación de partes corporales supone un enfoque artificial
según la percepción humana de un hech o que es unívoco.
Dad o que nuestros esfuerzos en este libro se centran en no
perder de vista la natura leza integrad a, indivisible y gen eralizada de esta red, h emos decid ido denominarla la red
fascial. (Si lo prefiere, sustitúyalo por «red de colágeno» o
«entramado de tejido conjuntivo» o por la «matriz extracelular» d e Gray; aquí op taremos por con e l término más
sencillo «fascia».)
La denominación del tejid o conjuntivo es claramen te
acertada. Si bien es cierto que las paredes de tejido actúan
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Fig. 1.7 Matriz fascial de la pierna (de una rata) que muestra la
continuidad histológica existente entre músculos sínérgicos e incluso
entre músculos antagonistas. Esta reconstrucción en 30 de tres
cortes congelados de los compartimentos anterior y lateral de la
pierna realza las estructuras del tejido conjuntivo en cada corte. Las
divisiones más pequeñas son las fibras endornisiales que rodean
cada fibra muscular. Las "divisiones" entre estos músculos - tan
nitidas en nuestros libros de anatomía- apenas se aprecian.
(Reproducido con autorización de Prof. Peter HuiJing, Ph.D., Faculteit
Bewegingswetenschappen, Vrije Universiteit Amsterdam.)
B
Fig. 1.6 Corte transversal del muslo, extraído del Visible Human
Project de la National Ubrary of Medicine por Jeffrey Linn. La clásica
vista de (A) incluye el músculo y la fascia epimisial (pero no la grasa
ni las capas de tejido conjuntivo laxo que se muestran en la
fig. 1.24). La vista de (B) nos da una primera idea del aspecto
que presentaría el sistema fascial si se aislase el conjunto de este
sistema del resto del cuerpo. (Reproducido de US National Ubrary of
Medicine's Visible Human Data® Project, con autorización.)
para dirigir los líquidos y crear bolsillos y tubos diferenciados, las funciones dirigidas a la vinculación sobrepasan claramente a sus funciones diferenciadoras. Une cada célula
d el organismo a las células vecinas e incluso conecta, como
veremos, la red interna de cada célula al estado mecánico
de todo el cuerpo. A nivel fisiológico, según Snyder,13 también «conecta las numerosas ramas de la medicina».
Es posible que parte de su naturaleza conectiva radique
en su capacidad de almacenar y transmitir información a
través de todo el cuerpo. Cada cambio d e presión (y la tensión acompañante) en la MEC provoca que el entramado
semiconductor líquido y cris talino del colágeno húmedo
y otras proteínas generen señales bioeléctricas que reflejan de form a precisa la información mecánica originaJ. 1·1
Según Becker, el sistema perineural es un antiguo paralelo,
importante para el concepto, más moderno, d e la conducción a lo largo de las membranas nerviosas. 15
Aunque existe una cierta diversidad celular dentro
del sistema del tejido conjuntivo, donde encontramos
eritrocitos, leucocitos, fibroblastos, mastocitos, neu rogliocitos, melanocitos, adipocitos y osteocitos, en tre otros, son
los fibroblastos y las células relacionadas los q ue producen
la mayoría de los elementos fibrosos e in terfibrilares de
esta asombrosa y funcional variedad. Y es a la naturaleza
de estos elementos intercelulares a la q ue ahora dirigimos
nuestra atención.
El elenco d e actores del tejido conjuntivo se recoge en
una lista corta, dado que no vamos a analizar la química
de sus múltiples variantes menores. Existen tres tipos
básicos de fibras: el colágeno, la elastina y la reticulina
(fig. 1.8). La reticulina es una fibra muy fina, una forma
inmadura de colágeno que predomina en el embrión, pero
que en el adulto se ve reemplazada en gran medida por el
colágeno. La elastina, como ind ica su nombre, se emplea
en áreas donde es necesaria la elasticidad, como la oreja,
la piel o ligamentos específicos. El colágeno, con mucho, la
proteína más abundante del organismo, predomina en la
red fascial y es fácilmente visible - de hecho, in evitable en cualquier disección o incluso en cualquier pieza de
carne. Existen alrededor de 20 tipos de fibras d e colágeno,
pero no nos interesan sus difere ncias, sino el tipo I, que es,
con mucho, el más generalizado en las estructuras q ue n os
interesan. Es tas fibras están compues tas por aminoácidos
que se ensamblan como piezas de Lego® en el retículo
endoplásmico y en el aparato de Golgi del fibroblasto
para luego salir a l espacio intercelular, donde adoptan
espontáneamente (en las condiciones que se describen a
continuación) d iversas disposiciones. El hecho de que la
transparente córnea d el ojo, los fuertes tendones del pie, el
tejido espongifom1e del p ulmón y las delicadas membranas que rodean el cerebro estén todas hechas d e colágeno
nos da una pista acerca de sus múltiples utilidades.
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La sustancia fundamental es un gel acuoso compuesto
por mucopolisacáridos o glucosaminoglucanos como ácido
hialurónico, sulfato de condroitina, sulfato d e queratina y
sulfato de heparina. Estos coloides con forma de helecho,
que forman parte del entorno de casi todas las células
vivas, captan agua de tal forma que permiten una fácil distribución de los metabolitos (al menos, cuando los coloides están suficientemente hidratados) y participan en la
barrera inmunitaria, ya que son muy resistentes a la diseminación de las bacterias. Producido por los fibroblastos y
los mastocitos, este proteoglucano forma un «pegamento»
continuo, pero tremendamente variable, que ayuda a los
billones de diminutas gotículas que son las células a mantenerse unidas al tiempo que siguen libres para intercambiar la cascada de sustancias necesarias para la vida. En
un área activa del organismo, la sustancia fundamental
cambia constantemente de estado para cubrir las necesidades locales; en una zona «en pausa» o «quieta», tiende
a deshidratarse para hacerse más viscosa, más gelatinosa
y convertirse así en un depósito de metabolitos y toxinas.
Fig. 1.8 Esta microfotografía muestra con absoluta claridad el
tropocolágeno que sale de los fibroblastos para combinarse con
la molécula de colágeno de tres filamentos en la parte inferior.
También hay fibras fiexibles de elastina, que aparecen en amarillo, y
fibras de reticulina, mucho más pequeñas (© Prof. P. Motta/Science
Photo Library. Reproducido con autorización.)
Tipo de tejido
Hueso
Cartílago
Ligamento
Tendón
Aponeurosis
Grasa
Tejido conjuntivo
laxo
Sangre
Célula
Osteocito, osteoblasto,
osteoclasto
Condrocito
• Fibroblasto
Fibroblas to
Fibroblasto
Adipocito
Fibroblastos, leucocitos,
adípocitos y mastocitos
Eritrocitos y leucocitos
El líquido sinovial de las articulaciones y el humor acuoso
del ojo son ejemplos de emplazamien tos en los que la sustancia fundamen tal puede verse en grandes cantidades,
pero pequeñas cantidades de la misma se hallan distribuidas por todas las partes blandas.
Cómo construir un organismo
Para man tenerse en pie y caminar, el ser humano necesita
complejos materiales de construcción de muy distintos
tipos. A modo de experimento, imagine que vamos a construir un cuerpo con el ma terial que se puede conseguir en
una ferretería local o en un almacén de materiales de construcción. Imaginemos que ya hemos contratado a Apple®
(por supuesto) para montar el ordenador que lo controle
y que ya tenemos minúsculos servomotores para los músculos, pero ¿qué necesitaríamos comprar para construir un
modelo real y funcional de la estructura corporal? En resumen, ¿qué clase de materiales estructurales p ueden moldear las células del tejido conjuntivo?
Es posible que piense en madera, tuberías de PVC o
cerámica para los huesos, silicona o a lgún tipo de plástico
para el cartílago, cordel, cuerda y cables de todo tipo,
bisagras, tubos de goma, algodón para ocupar los espacios vacíos, fi/111 transparente y bolsas de p lástico para
sellar estructuras, aceite o grasa para lubricar las superficies móviles, cristal para la lente del ojo, tela y sacos de
plástico, filtros y esponjas de varias clases. Pero ¿dónde
estaríamos sin velero y cinta aislan te?
Aunque la lista podría continuar, la idea ya está clara:
las células del tejido conjuntivo establecen relaciones biológicas entre es tos y otros materiales, jugando de forma
creativa con las funciones celulares y los dos elementos
de la MEC: la resistente matriz fibrosa y la viscosa sustancia fundamental. Como veremos, aunque en realidad
las fibras y la sustancia fundamental forman un espectro
continuo de materiales de construcción, se emplea con
frecuencia la dis tinción entre los dos (las fibras colágenas
insolubles y los proteoglucanos hidrófilos). Si bien es cierto
que la MEC, tal y como veremos en el apartado sobre tensegridad, también continúa a la matriz intracelular, de
momento resulta útil marcar la d istinción entre lo que se
encuentra fuera de la célula y lo que se encuentra dentro. 16
La tabla 1.1 resume las modificaciones que las células
realizan en las fibras y los elementos interfibrilares del
Tipos de fibras (proteínas Elementos interfibrilares, sustancia
fibrosas insolubles)
fundamental, proteínas con capacidad
hidroscópica
Colágeno
Reemplazados por sales minerales, carbonato
cálcico y fosfato cálcico
Colágeno y elastina
Sulfato de condroitina
Colágeno (y elastina)
Mínima cantidad de proteoglucanos entre las fibras
Colágeno
Mínima cantidad de proteoglucanos entre las fibras
Red de colágeno
Algunos proteoglucanos
Colágeno
Más proteoglucanos
Colágeno y elastina
Cantidad significativa de proteoglucanos
Fibrinógeno
Plasma
Las células del tejido conjuntivo elaboran una asombrosa variedad de materiales de construcción mediante la modificación de una variedad
limitada de fibras y elementos interfibrilares. La tabla recoge únicamente los principales tipos de tejidos conjuntivos estructurales, de más
sólido a más líquido.
18
tejido conjuntivo para elaborar todos los materiales de
construcción necesarios para nuestra estructura y nuestro
movimiento.
Pongamos un ejemplo habitual que nos ayude a entender la tabla: los huesos que ha encontrado en el bosque
o que ha visto en sus clases de biología (suponiendo que
tenga la edad suficiente como para haber trabajado con
un esqueleto real y no con uno d e plástico) son tan sólo la
mitad de un hueso. En realidad, la estructura dura y quebradiza que denominamos hueso es tan solo una parte del
material que compone el hueso original: las sales cálcicas,
el componente interfibrilar en la tabla. El componente
fibrilar, el colágeno, se ha deshidratado o desecado en el
hueso en el momento de su preparación; de lo contrario,
se descompondría y apestaría.
Es posible que su profesor de ciencias le ayudara a
entender esto sumergiendo un hueso fresco de pollo en
vinagre y dejándolo a remojo, en lugar de cocinarlo. Tras
un par de días a remojo, y tras cambiar el vinagre una o
dos veces, podrá ver un tipo de hueso muy diferente. La
acidez del vinagre disuelve las sales cálcicas, dejando
únicamente el componente fibrilar del hueso, una red
colágena indefinida con la forma exacta del hueso original, pero más similar al cuero, lo que le permitiría hacer
un nudo en el hueso. Por supuesto, el hueso vivo cuenta
con ambos componentes, combinando así la resistencia del
colágeno a las fuerzas de tensión y cizallamiento con la
resistencia de las sales minerales a la compresión.
Para complicar aún más la situación (como siempre), la
proporción de componente fibroso y sales cálcicas cambia a
lo largo de la vida. En un niño es mayor la proporción de
colágeno, por lo que será menos frecuente la fractura de
los huesos largos, que tendrán mayor resiliencia frente a la
tensión.17 Cuando se rompen, a menudo lo hacen como una
rama verde en primavera (fig. 1.9A), fracturándose en el lado
que se somete a tensión y arrugándose como una alfombra
en el lado sometido a compresión. Es difícil que un hueso
joven se rompa, pero también es complicado volver a alinearlo adecuadamente, aunque con frecuencia se suelda con
suficiente rapidez gracias a la capacidad de respuesta del
organismo joven y a la predominancia del colágeno.
Por el contrario, en un anciano, el colágeno estará desgastado y deteriorado y, por tanto, la proporción de sales
minerales será mayor, por lo que es probable que el hueso
se rompa como una de las ramas viejas de la base de un
pino (fig. 1.98), atravesando el hueso en una fractura limpia. Es fácil colocarlo de n uevo en su sitio, pero su curación es difícil, precisamente porque es la red de colágeno
la que debe cruzar la fractura y entretejerse primero para
proporcionar a las sales cálcicas un armazón fibroso a partir del cual rellenar el hueco y reconstruir un apoyo firme
frente a la compresión. Por esta razón, es frecuente la colocación de clavos en las fracturas óseas de los ancianos;
estos facilitan un contacto firme entre las superficies que
concede a la red de colágeno el tiempo necesario para volver a unirse a través de la fractura.
Del mismo modo, los distintos tipos de cartílago apenas
si reflejan las distintas proporciones de los elementos que lo
componen. El cartílago hialino- el de la nariz, por ejemplo representa la distribución estándar entre el colágeno y el
sulfato de condroitina de consistencia similar a la silicona.
El carh1ago elástico - como el de la oreja - contiene una
mayor cantidad de fibras amarillas de elastina en la condroitina. El fibrocartílago, presente, por ejemplo, en la sínfisis del pubis o en los discos intervertebrales, cuenta con
una mayor proporción de colágeno, fibroso y resistente, en
comparación con la cantidad de condroitina gelatinosa.18
De esta forma, podemos ver que el hueso y el cartílago son
formas particularmente densas de tejido fascial, es decir, no
se trata tanto de distintos tipos de tejido como de una diferencia en el grado de densidad del mismo tejido.
En cuanto a la grasa, el profesional experimentado reconocerá que algunas grasas facilitan el acceso de la mano
del terapeuta, permitiéndole alcanzar las capas que subyacen al panículo adiposo, mientras que otras grasas son
menos maleables y parecen repeler Ja mano del profesional
y resistir los intentos de actuar a través de ella. (Sin implicar ningún tipo de prejuicio, vienen a la cabeza algunos ex
jugadores de rugby conocidos por el autor.) La diferencia no
radica tanto en la composición química de la propia grasa
como en la proporción y Ja densidad del panal de colágeno
que constituye la fascia que rodea y sostiene los adipocitos.
En resumen, las células del tejido conjuntivo cubren la
necesidad combinada de flexibilidad y estabilidad de las
estructuras animales, mezclando una pequeña variedad
de fibras (compactas o laxas, dispuestas de forma regular
o irregular) dentro de una matriz cuya consistencia varía
desde bastante líquida hasta sólida y cristalina, pasando
por viscosa o plástica.
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Plasticidad del tejido conjuntivo
A
B
Fig. 1.9 (A) El hueso joven, con un mayor contenido en fibras,
se fractura como una rama verde. (B) El hueso anciano, con un
contenido de apatita cálcica proporcionalmente mayor, se rompe
como una rama seca. (Reproducido con autorización de Dandy 1998.)
Aunque la metáfora de la construcción nos sirve en cierta
medida para mostrar la variedad de materiales que el
tejido conjuntivo tiene a su disposición, se queda corta a la
hora de reflejar la versatilidad y la capacidad de respuesta
de la matriz incluso después de su elaboración y salida al
espacio intercelular. Las células del tejido conjuntivo no
sólo fabrican estos materiales, sino que también se reorganizan y reorganizan sus propiedades - por supuesto, dentro de unos límites - en respuesta a las diversas demandas
que les imponen la actividad individual y las lesiones.
¿Cómo es posible que elementos intercelulares supuestamente «inertes» cambien en respuesta a una demanda?
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deformación estructural ------i~ efecto piezoeléctrico
8
Fig. 1.10 «Prácticamente todos los tejidos del organismo generan campos eléctricos cuando se ven sometidos a compresión o tracción
[que son] representativos de las fuerzas que actúan sobre los tejidos afectados [...] que contienen información sobre la naturaleza exacta
de los movimientos que se están produciendo.[... ] Una de las funciones de esta información es el control de la forma .. (Oschman 2000,
pág. 52). (A} Líneas de tensión en una reproducción del fémur sometido a una carga. (Reproducido con autorización de Williams 1995.)
(8) Cualquier fuerza mecánica que provoque una deformación estructural produce un efecto piezoeléctrico equivalente, que se distribuye a
continuación por el sistema del tejido conjuntivo. (Reproducido con autorización de Oschman 2000.) (C) Trabéculas óseas formadas como
respuesta a las tensiones individuales. (Reproducido con autorización de Williarns 1995.)
20
Es importante entender el mecanismo de respuesta y
remodelación del tejido conjuntivo si pretendemos influir
en la estructura humana y su movimiento. Siguiendo con
la metáfora un poco más, el cuerpo humano es una ingeniosa «construcción» que se mueve con facilidad, se repara
en caso de daño e incluso se reconstruye, tanto a medio
como a corto p lazo, para responder a las distin tas «condiciones climáticas», como un viento persistente, un tifón o
una sequia prolongada.
La tensión que soporta un material deforma, aunque sea
sólo ligeramente, ese material, «forzando» las uniones entre
las moléculas. En el material biológico, entre otros, esto
genera una suave corriente eléctrica a través del mismo
conocida como Carga piezo-(presión) eléctrica (fig. 1.10A y
8) .19 Las células que se encuentran en las proximidades de
esta carga pueden «leerla» y las células del tejido conjuntivo son capaces de responder aumentando, disminuyendo
o modificando los componentes intercelulares de Ja zona.
Por ejemplo, en casi todos los individuos, la cabeza del
fémur está compuesta por hueso esponjoso y poroso. Un
análisis de las trabéculas del interior del hueso muestra que
su diseño, brillante a los ojos d e un ingeniero, resiste las
fuerzas que se transmiten desde la pelvis hasta la diáfisis
del fémur. Esta disposición mantiene a Jos huesos más
ligeros dentro del margen d e seguridad y puede explicarse fácilmente por la acción d e la selección natural. Pero
la situación es más complicada de lo que parece; el interior del hueso está moldeado n o sólo para responder a las
necesidades de la especie, sino también a Ja actividad y la
forma individuales. Si practicáramos un corte transversal
del fémur de dos individuos que hayan adoptado posturas
y hábitos diferentes, veríamos que las cabezas femorales
presentan trabéculas ligeramente diferentes, específicamente diseñadas para resistir mejor las fuerzas características generadas por esa persona específica (fig. 1.10C). Esta
es la forma en la que el tejido conjuntivo responde a la
demanda. Sea cual sea la demanda a la que someta su
organismo - un ejercicio continuado o la plena dedicación
al «sillón ball», correr 30 km a la semana o agacharse 50 h
semanales en un arroza l - , los componentes extracelulares
que se encuentran en el camino de la tensión se modifican
para cubrir esta demanda, dentro de los límites impuestos
por la nutrición, la edad y la síntesis proteica.
El concepto de las corrientes piezoeléctricas facilita la
comprensión de este aparente milagro de remodelación
adaptable de los elementos intercelulares. En el interior
y alrededor del hueso existe una comunidad, escasa pero
activa, de dos tipos de osteocitos: los osteoblastos y Jos
osteoclastos. Cada uno de ellos se pone en marcha con una
función sencilla: Jos osteoblastos construyen nuevo hueso;
Jos osteoclastos destruyen el hueso viejo. Los osteoblastos
pueden construir nuevo hueso donde quieran, eso sí, siempre dentro del periostio. Los osteoclastos pueden actuar en
cualquier hueso, excepto en aquellas partes con una carga
piezoeléctrica (sometidas a una fuerza mecánica).2 Permita
que las células actúen según estas reglas durante algún
tiempo y obtendrá una cabeza femoral diseñada específicamente para resistir las fuerzas individuales que la atraviesan, al tiempo que es capaz de modificarse (disponiendo de
un cierto tiempo de reacción) para responder a nuevas fuerzas, cuando se aplican de manera habitual.
Este mecanismo explica cómo aumenta la resistencia de los huesos de los pies de los bailarines durante un
campamento de verano dedicado al baile: el baile continuado provoca un aumento de las fuerzas que generan
el aumento de las cargas piezoeléctricas; estas reducen la
capacidad de los osteoclastos para retirar el hueso, mientras que los osteoblastos siguen construyendo; el resultado
es un hueso más denso. Esto también explica, en parte,
por qué el ejercicio es útil para los individuos con osteoporosis incipiente: las fuerzas creadas por la sobrecarga
de los tejidos sirve para reducir la absorción osteoclástica.
Encontramos el proceso contrario en los astronautas y cosmonautas privados de la fuerza de la gravedad que genera
en los huesos la carga derivada de la presión: los osteoclastos se van de vacaciones y, de vuelta a la Tierra, los héroes
necesitarán sillas de ruedas para salir de sus naves y hasta
que sus huesos se hagan menos porosos.
Esta extraordinaria capacidad de responder a las
demandas es la responsable de la amplia variedad de formas articulares presentes en la especie humana, a pesar de
º
las imágenes convencionales representadas en la mayoría
de los tratados anatómicos. Un estudio reciente detalló las
diferencias distintivas en la estructura de la articulación
subtalar. 21 Se pueden observar diferencias menores en todo
el cuerpo. En la figura 1.11A podemos observar una vértebra
torácica «normal». Por otro lado, la figura 1.118 nos muestra el cuerpo vertebral deformado, a causa de la demanda
de remodelación impuesta por la presión según la ley de
Wolff,22 y la formación de espolones hipertróficos a medida
que el exceso de tensión separa el periostio de los músculos
y tejidos conjuntivos adyacentes (v. los espolones calcáneos
en el capítulo 3). A menudo, una fractura que no se suelda
puede solucionarse creando una corriente a través de la
fractura, reproduciendo la corriente piezoeléctrica normal,
a través de la cual el colágeno se orienta y comienza el proceso de relleno del hueco, que continuarán las sales cálcicas
hasta alcanzar la curación. 23•24
Este mismo proceso de respuesta tiene lugar en toda la red
fibrosa extracelular, no únicamente en el interior de los huesos. Imaginemos a una persona que desarrolla, por el motivo
que sea (p. ej., miopía, depresión, imitación o lesión), el
clásico «encorvamiento»: Ja cabeza se desplaza hacia delante,
el pecho desciende y Ja espalda se arquea {fig. 1.12). Algunos
músculos de la espalda serán Jos encargados de evitar que Ja
cabeza, que supone como mínimo una séptima parte del peso
corporal en Ja mayoría de los adultos, caiga aún más hacia
delante. Para ello, estos músculos deberán permanecer en
contracción isométrica o excéntrica (carga excéntrica) durante
todas y cada una de las horas de vigilia del individuo.
Los músculos están diseñados para contraerse y relajarse
alternativamente, pero estos músculos en particular estarán sometidos a una tensión constante, una tensión que no
les permite disponer de su capacidad completa y favorece
el desarrollo de puntos gatillo. Esta tensión también genera
una carga piezoeléctrica que recorre la fascia localizada
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"Bloqueo largo"
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Distensión
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"Bloqueo corto"
Carga concéntrica
Aglomerado
Espolones hipertróficos ---~u
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Fig. 1.11 Incluso los huesos pueden modificar s u forma dentro de
ciertos límites, añadiendo o eliminando masa ósea, en respuesta
a las fuerzas mecánicas que los rodean. (Reproducido con
autorización de Oschman 2000.)
Fig. 1.12 Cuando se fuerza la postu ra de los segmentos
corporales y se exige a los músculos que mantengan posiciones
estáticas -ya se mantengan contraídos en distensión («bloqueo
largo") o en acortamiento («bloqueo corto,,}- . vemos una
intensificación de las uniones fasciales y del tixotropismo de la
matriz extracelular circundante {MEC}.
21
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A
B
Fig. 1.13 (A) La MEC está diseñada para permitir la circulación,
relativamente libre, de metabolitos desde la sangre hasta la célula y
viceversa mediante la circulación del liquido intersticial y la linfa.
(B) La tensión mecánica crónica en un área provoca un mayor
depósito de fibras colágenas y una menor hidratación de la
sustancia fundamental de la MEC; a consecuencia de ambos
factores, ciertas células de los "remolinos" provocados por el
aumento de la matriz reciben menos nutrientes.
22
dentro y alrededor del músculo (y, a menudo, se extiende
en ambas direcciones a lo largo de los meridianos miofasciales). Básicamente, estos músculos o porciones musculares deben actuar como correas {fig. 1.13A y B).
El músculo, elongado, intentará recuperar su longitud
de reposo antes de rendirse y añadir más células y sarcómeros que rellenen el hueco.25 Si estira la fascia rápidamente, se desgarrará (esta es la lesión más frecuente del
tejido conjuntivo). Si el estiramiento se produce d e forma
progresiva, se deformará: modificará su longitud y m antendrá ese cambio. Estire lentamente una bolsa de plástico
para observar este tipo de plasticidad: la bolsa se estirará
y, cuando la deje, el área estirada permanecerá, sin recuperar su forma.
En resumen, el músculo es elástico y la fascia es
plástica. 26,27 Aunque esta constituye una generalización útil
para el terapeuta manual, no es estrictamente cierta. Así, algunos tejidos fasciaJes, como Ja oreja, cuentan con una mayor
proporción de elastina que confiere a este tejido no muscular
una cierta elasticidad y maleabilidad. Por otro lado, algun as
disposiciones de colágeno puro tienen propiedades elásticas
que permiten el almacenamiento de energía durante la extensión y la vuelta al acortamiento «a cambio» de esa energía.
Por ejemplo, el tendón de Aquiles se ajusta a estas normas;
así, se ha demostrado que cuando el ser humano camina o
corre se produce la contracción isométrica del tríceps sural
(sóleo y gastrocnemio), y es el tendón el que sigue una
secuencia cíclica d e elongación y acortamiento.28•30n,b
No se conoce en profundidad el mecanismo de deformación fascial, pero una vez deformada, no se recupera
inmediatamente. No obstante, con el tiemp o y en las cond iciones adecuadas - p. ej., aproximando de nuevo las dos
superficies fasciales y manteniendo esta aproximación elaborará nuevas fibras que reunificarán el área; 31 pero
esto no es lo mi ~mo que la recuperación elástica del propio
tejido. Es fundamental entender bien este concepto para
aplicar con éxito la manipulación fascial secuencial. Según
nuestra experiencia, los terapeutas en ejercicio hacen frecuentes afirmaciones que denotan Ja creencia subyacente
de que Ja fascia es elástica o de contracción voluntaria, a
pesar de que «saben» que no es así. La plasticidad de la
fascia es la esencia de su naturaleza, su regalo para el
cuerpo y la clave para desentrañar sus p autas a largo
plazo. Retomaremos la conh·actilidad y la elasticidad de
la fascia a nivel celular en el apartado sobre «tensegridad»
más adelante.
Volviendo a nuestro encorvamiento: finalmente, Jos
fibroblastos de Ja zona (junto con otras células progenitoras mesenquimatosas o fibroblastos que pueden migrar
hacia allí) secretan más colágeno dentro y alrededor del
músculo para reforzar la correa. Las largas moléculas de
colágeno, secretadas al espacio intercelular por los fibroblastos, están polarizadas y se orientan como la aguja de
una brújula a lo largo de Ja línea de carga piezoeléctrica; en
otras palabras, a lo largo de las líneas de tensión (fig. 1.14).
Se unen entre ellas con múltiples enlaces de hidrógeno a
través del pegamento interfibrilar (proteoglucanos y sustancia fundamental), formando una matriz rígida, similar
a una correa, alrededor del músculo.
La figura 1.1 5 ilustra muy bien este fenómeno. Muestra
una disección d e algunas de las fibras fasciales que recorren la superficie del esternón entre los dos pectorales. Si
comparamos las fibras orientadas d esde el extremo superior derecho hacia el extremo infe rior izquierdo, podremos observar que son más d ensas y fuertes que las que
se orientan desde el extremo superior izquierdo hasta el
extremo inferior d erecho. Esto significa que era más frecuente la presencia de tensión en esa dirección, tal vez
porque el individuo era zurdo o bien, a modo de absoluta
especulación, era un conductor de autobús de una gran
ciudad que usaba sobre todo la mano izquierda para conducir. Esta tensión provocaba lú1eas de piezoelectricidad
a las que los fibroblastos respondían dep ositando nuevo
colágeno que se orientaba a lo largo de estas líneas de tensión para aumentar la resistencia.
Entre tanto, el músculo, sobrecargado y desnutrido,
puede presentar una disminución de la funcionalidad,
dolor asociado a puntos gatillo y debilidad, junto con un
aumento d el tixotropismo en la sustancia fu ndamenta l
circundante y un incremento de la toxicidad metabólica.
Afortu nadamente, y esta es Ja base de la integración
estructura l, el yoga y otras terapias miofasciales, este proceso funciona bastante bien a la inversa: Ja tensión puede
reducirse mediante la manipulación o el ejercicio, la fascia
se reabsorbe y el músculo recupera Ja totalidad de su función. Sin embargo, para la adecuada resolución de estas
situaciones son necesarios dos elementos que pueden
lograrse mediante el movimiento o la manipulación:
l.
una reapertura del tejido en cuestión, para ayuda r a
restablecer el flujo d e líquidos, la función muscular y
la conexión con el sistema nervioso sensorial y motor,
y
2.
una reducción d e la tracción biomecánica que provocó
la sobrecarga del tejido en un primer momento.
Si sólo está presente uno de estos elemen tos, los resultados serán temporales o insa tisfactorios. El segundo punto
nos insta a mirar más allá de «ahuyentar el dolor» y nos
recuerda la advertencia de la emine nte fisioterapeuta
Diane Lee: «Son las víctimas las que gritan, no los criminales». Atender a las víctimas y pillar a los gamberros locales
es el objetivo del punto 1; perseguir al «pez gordo» es el
fin del punto 2.
En el encorvamiento represen tado en la figura 1.12 (con
reminiscencias del síndrome cruzado superior de Vladimir
Janda32 ), los músculos de la región dorsal del cuello y la
región superior de los hombros se h abrán tensado, fibrosado y distendido, por lo que será n ecesaria una intervención. Pero será necesario abordar primero, mediante una
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Colágeno natural
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Fig. 1.15 Disección d e la fascia pectoral superficial en la región
esternal. Obsérvese la clara .. x,, sobre el esternón y cómo el brazo que
va desde el ext remo superior derecho hasta el inferior izquierdo de la
imagen es más prominente que el otro, probablemente debido a los
hábitos de uso. (Reproducido con autorización de Ronald Thompson.)
elongación, la tracción concéntrica de la región anterior, ya
proceda esta del tórax, el abdomen, las caderas o cualquier
otro punto, así como reorganizar las estructuras s ubyacentes para el sostén del cuerpo en esta «nueva» postura, o
más bien, en su pos.tura «orjginal» o fisiológica.
En o tras palabras, debemos h acer una valoración global y
actuar a nivel local, para después actuar a nivel global e integrar las soluciones locales en el conjunto de la estructura del
individuo. Al planificar el tratamiento según este modelo
global-local-global, estaremos actuando exactamente igual
que la propia MEC, tal y como analizaremos más adelante
en el apartado sobre tensegridad. Las células del tejido conjuntivo producen MEC como respuesta a las condiciones
locales; esta, a su vez, infl uye en las condiciones generales
Fig. 1.14 (A) Las moléculas de colágeno, elaboradas en el
fibroblasto y secretadas al espacio intercelular, están polarizadas
de forma que se orientan a lo largo de la línea de tensión y crean
una correa que se opone a esa tensión. En un tendón, casi todas
las fibras forman filas a la manera de los soldados. (Repro ducido
con autorización de Juhan 1987 .) (B) Si no hay una tensión
"dominante", las fibras se orientan al azar, como ocurre en el fieltro.
(Reproducido a partir d e Kessel RG, Kardon RH. WH Freeman &
Co. Ud; 1979.)
que afectan de nuevo a las condiciones locales en un interminable proceso cíclico. 33 El conocimiento de los meridianos
miofasciales ayuda a planificar la búsqueda tanto d el culpable silente como de las descompensaciones generales resultantes, y a revertir así la espiral que lleva al in cremento de la
inmovilidad.
Las deformaciones más graves de la red fasci al pueden
precisar más tiempo, cinesiterapia, manipulación periarticular (como la que se practica en la osteopatía y la quiropraxia), apoyos externos, como aparatos ortopédicos
o férulas, e incluso una intervención quirúrgica, pero el
proceso que acabamos de describir es continuo y gen eralizado. La recuperación del equilibrio postura] puede conseguirse en gran medida mediante técnicas no invasivas, ya
sea siguiendo el programa de las vías anatómicas o cualquiera d e los buenos modelos disponibles en la actualidad.
También podría resultar relativamente fácil y productiva
la inclusión en la educación pública de un programa preven tivo de concienciación estructural (llamémosle «conocimientos cinestésicos» ). 3·1-37
Con objeto d e esbozar una nueva imagen de la actuación de la MEC como un conjunto, y una vez aclarados los
conceptos introductorios, estamos preparados para establecer el marco d e nuestra particular introducción a la fascia con tres ideas específicas, pero interconectadas:
• desde un punto d e vista fisiológico, considerándolo
uno de los «sistemas integrales de comunicación»;
• desde un pw1to de vista embriológico, ana lizando su
disposición de «doble saco»;
• desde un punto de vista geométrico, comparándolo con
una estructura «tensegrítica».
Estas metáforas se presentan en términos gen erales; en
otras palabras, se presenta su esbozo, pero no hay espacio s uficiente para darles forma por comple to y seguir
manteniendo nuestro propósito inicial. Para aquellos
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preocupados por la visión científica, somos conscientes de
que algunos aspectos de estas metáforas se exponen antes
de que existan estudios complementarios que los apoyen.
No obstante, parece que cierto análisis especulativo puede
resultar útil en este punto. Se ha estudiado en profundidad la anatomía durante los últimos 450 años, y los nuevos descubrimientos y las nuevas estrategias terapéuticas
no resultarán del hallazgo de nuevas estructuras, sino de
nuevas formas de contemplar las estruchrras ya conocidas.
Contemplados en conjunto, los siguientes apartados
amplían la noción de la función de la red fascial como un
todo y constituyen un marco de apoyo para el concepto de
las vías anatómicas explicado en el capítulo 2. Con estas
ideas en mente y una nueva imagen d e cómo el sistema
fascial recoge todos estos conceptos y los pone a trabajar
juntos in vivo, elaboramos este capítulo.
Las tres redes integrales
24
Comencemos con un experimento, inspirado por esta
pregunta: en caso de que, por arte de magia, pudiéramos
extraer del organismo un sistema fisiológico intacto, ¿qué
sistemas fisiológicos nos mostrarían la forma exacta del
cuerpo, por dentro y por fuera? En otra palabras, ¿cuáles
con los sistemas auténticamente integrales?
Imagine que, por arte de magia, fuéramos capaces de
hacer invisibles todas las partes del cuerpo excepto un
único sistema anatómico, de forma que pudiéramos ver
ese sistema en pie y en movimiento como si estuviera vivo.
¿Qué sistemas nos mostrarían la forma exacta y completa
del cuerpo en cuestión?
La visión de Vesalio de un esqueleto en estado contemplativo es uno de los primeros y más conocidos intentos d e aislar un sistema y presentarlo como si tuviera vida (fig. 1.16).
Imagine lo mismo en una habitación llena de gente; en
una fiesta, por ejemplo: veríamos un grupo de esqueletos
charlando, comiendo y bailando. Desde luego, veríamos
la forma general de cada cuerpo y tal vez, en cierto grado,
su actitud, tal y como Vesalio plasma con franca belleza,
pero inevitablemente se perderían muchos detalles. Sólo
podríamos h acemos una mínima idea de los cambios de
expresión facial más allá de una boca abierta o cerrada. Es
posible que fuéramos capaces de distinguir las pelvis masculinas de las femeninas, aunque Ja existencia de puntos
comunes entre ambas haría difícil incluso Ja identificación
d el género. Podríamos reconocer a los buscadores de perlas o a los cantantes de ópera por su mayor caja torácica, o
a los asmáticos o a los enfermos de depresión crónica por
la forma característica de sus cajas torácicas. Pero, a menos
que fuéramos forenses y se nos permitiera realizar un estudio más minucioso, no podríamos determinar quién es
gordo o delgado, musculado o sedentario. Tal vez pudiéramos hacer conjeturas sobre quién es quién, pero serían
necesarias las fichas dentales para una identificación definitiva. Por lo tanto, el sistema esquelético 110 es un buen
candidato a sist~ma «integral» según nuestra definición.
Del mismo modo, si de repente pudiéramos aislar el aparato digestivo, «haciendo desaparecer» por arte de magia
todo excepto el tubo digestivo y sus órganos asociados, no
veríamos el cuerpo como un todo (fig . 1: 17). Con un poco
d e práctica, podríamos llegar a averiguar mucho sobre el
estado emocional del individuo en su ritmo peristáltico y
otros cambios de estado, pero esta parte del cuerpo, aun
siendo antiquísima, revela únicamente una parte de la imagen, confinada como está en la cavidad ventral.
Y ¿qué pasa con la piel, el órgano más grande del cuerpo
humano? Si no pudiéramos ver nada más que la piel,
veríamos, de hecho, la forma exacta del cuerpo y reconoceríamos fácilmente a nuestros amigos y sus sonrisas, ¿verdad?
Pero la piel por sí misma nos mostraría únicamente Ja
superficie externa del cuerpo, constituyendo tan sólo una
cáscara vacía; no podríamos ver el funcionamiento interno.
Buscarnos sistemas que nos muestren la totalidad del cuerpo,
tanto las formas internas como la morfología externa.
Una respuesta tentadora, en esta época de sida y otras
enfermedades autoinmunitarias, sería el sistema inmunitario. Si el sistema inmunitario fuera un sistema físico, no
cabe duda de que sería una buena respuesta, pero la exploración demuestra que no existe una estructura anatómica
que podamos identificar como sistema inmunitario. En su
lugar, Ja f11nció11 inmunitaria se difunde por cada sistema
sin residir en una región o tejidos específicos, sino incluyendo la totalidad de la matriz celular e intercelular.
Resulta que sólo existen tres, y sólo tres, respuestas válidas a nuestra pregunta en términos anatómicos,
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Fig. 1.16 Una imagen conocida: abstracción d el sistema
esquelético, como si hubiera cobrado vida, retratado por Vesalio.
Esta imagen resultó tan impactante y radical en su época, cuando
simplemente el cuerpo no se representaba de esta manera, como
una imagen de la Tierra vista desde la Luna lo fue en la nuestra.
Reproducido con autorizació n de Saunders JB, O'Malley C. Dover
Publications; 1973.)
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Fig. 1.17 La abstracción
del aparato digestivo, la tripa
primitiva alrededor de la que
estamos construidos, crea
una figura interesante, pero
no refleja la forma del cuerpo
humano. (Reproducido con
autorización de Grundy 1982.)
palpables: el sistema nervioso, el sistema circulatorio y el
sistema fibroso (fascial) - una idea, debemos admitir, tan
poco original que ya en el año 1548 Vesalio publicó versiones de cada uno de ellos. Ana lizaremos cada uno de
ellos (con el pleno conocimiento de que todos son sistemas
variables, separados sólo parcialmente y que nunca htncionan sin los demás) antes de abordar sus similitudes y
particularidades y de especular sobre su lugar en la experiencia somática de la consciencia.
Red neural
Si tod o lo que rodea al sistema nervioso fuera invisible y
este sistema pudiera mantenerse en pie como si tuviera
vida propia (una petición irrealizable, incluso para la
magia, si tenemos en cuenta la fragilidad del sistema nervioso), veríamos la forma exacta del cuerpo, completa y
con todas las variaciones individuales (fig. 1.18). N o cabe
d uda de que veríamos el cerebro, que Vesalio inexplicablemente omitió, y la médula espinal, que él d ejó encerrada
en las vértebras. Los principales troncos de los nervios craneales y espinales se ramificarían en ramas cada vez más
pequ eñas hasta alcan zar los m inúsculos zarcillos que se
esbozarían en cada parte d e la p iel, el aparato locomotor
y los órganos. Vesa!io presenta únicamente los principales troncos nerviosos, ya que los más pequeños resultaban demasiado d elicados para sus métodos. Pued e verse
una versión más mod erna y detallada, aunque aún con la
representación exclusiva de los principales troncos nerviosos, en la colección Sncred Mirrors en www.nlcxgrey.com.
Veríamos claramente cada uno de los órganos de la
cavid ad ventral en el finísimo sistema autónomo que se
extiende desde los troncos simpáticos y parasimpáticos.
El aparato digestivo está rodeado por el plexo submucoso,
que cu enta con el mismo número d e neuronas, rep artidas
a lo largo de los ocho metros d e tubo digestivo, que el cerebro.38 El corazón destacaría especialmente con los haces d e
nervios que lo mantienen funcionando adecuadamente.
Por supuesto, este siste ma no se distribuye de mane ra
uniforme por tod o el cuerpo; la lengu a y los labios presentan una inervación 10 o más veces mayor que la región
Fig. 1.18 Teniendo en cuenta los métodos disponibles en la
época. resulta asombroso que Vesalio pudiera elaborar una versión
tan precisa del delicado sistema nervioso. Una versión de este
sistema moderna y estrictamente ajustada a la realidad no incluiría
la columna vertebral, como la de Vesalio, y sí, por supuesto, el
cerebro, los nervios autónomos y las múltiples fibras más finas
que este anatomista no pudo diseccionar. (Reproducido con
autorización de Saunders JB, O'Malley C. Dover Publications;
1973.)
posterior del miembro inferior. Las partes más sensibles
(p. ej., las man os, la cara, los genitales, el ojo y los músculos del cuello) presentarían una mayor densidad en
nuestro «individuo neural», mientras que los tejidos densos de huesos y carh1agos tendrían una representación
más somera. No obstante, ninguna parte del cuerpo quedaría excluida, excepto la luz de los tubos digestivo, respiratorio y circulatorio.
Si su sistema nervioso trabaja adecuadamente, puede
sentir, consciente o inconscientemente, cualqu ier parte
de su cuerpo; por eso esta red representa la tota lidad del
mismo. Si tenemos que coordinar las acciones de billones
de entidades cuasi independientes, necesitamos este sistema de información q ue «escucha» lo que está pasando
en todo el organismo, sopesa la totalidad de las múltiples
impresiones independientes y desencadena respuestas
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químicas y mecánicas, rápidas y coordinadas, ante condiciones externas e internas. Por lo tanto, es necesario que
todas las partes d el cuerpo estén en contacto directo con
los tentáculos de respuesta rápida del sistema nervioso.
La unidad funcional de este sistema es Ja neurona, y su
centro fisiológico es claramente el plexo de neuronas más
denso y voluminoso con el que cuenta: el cerebro.
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Red líquida
De modo similar, si todo lo que rodea al sistema circulatorio fuera invisible, dispondríamos otra vez de una
figura finísima que reflejaría la forma exacta del cuerpo
en cuestión (fig. 1.19). Las arterias y venas principales se
concen tran a lrededor de la incansable bomba d el corazón,
dirigiéndose hacia los pulmones o regresando de ellos y
alcanzando, a través de la aorta y las arterias, los órganos
y todas las regiones del organismo mediante la extensa red
de capilares.
Aunque el concep to puede verse claramente en este primer intento de Vesalio, Obsérvese que, según su modelo,
las venas y las arterias no se unen entre sí - serían necesarios otros dos siglos para que Wi lliam Harvey descubriera
los capilares y el carácter de sistema cerrado d e la red
circulatoria - . Una representación íntegra mostraría unos
100.000 kilómetros de redes capilares, constituyendo un
«cuerpo vascular», también finísimo, que estaría completo
hasta el más mínimo detalle (figs. 1.20-1.22 o v. la reproducción de este sistema al completo en www.bodyworlds.
com). Si incluyéramos el sistema linfático y la circulación
del líquido cefalorraquídeo en nuestra representación del
sistema circulatorio, nuestro «humano líquido» estaría aún
más completo; veríamos hasta los más pequeños matices,
excep to el pelo y algunas lagunas correspondientes a las
porciones avasculares del cartílago y el hueso denso.
En cualquier organismo multicelular, especialmente en
aquellos que se han trasladado a tierra firme, las células
internas, sin comunicación directa con el mundo exterior, dependen del sistema circulatorio para transportar
los nutrientes necesarios desde Ja parte más externa del
organismo hasta la más interna, y para llevar las sustancias
Fig. 1.20 Proyección inferior del sistema venoso del t1ígado. El
saco central es la vesícula biliar. (© Ralph T Hutchings. Reproducido
a partir de Abrahams et al. 1998.)
26
Fig. 1.19 Vesalio, en 1548, también elaboró una imagen de
nuestro segundo sistema corporal integral, el sistema circulatorio.
(Reproducido con autorización de Saunders JB, O'Malley C. Dover
Publications: 1973.)
Fíg. 1.21 La sola representación de estas pocas arterias nos
permite vislumbrar algo de esta persona. Podría aventurar que es,
por ejemplo, un hamita, pero, en realidad, es un bebé. (© Ralph T
Hutchings. Reproducido a partir de Abrahams et al. 1998.)
tóxicas desde la parte más in terna hasta la parte más
externa, donde pueden ser eliminadas. Los órganos de
la cavidad ventral (los pulmones, el corazón, el aparato
digestivo y Jos riñones) están diseñados para proporcionar este servicio a las célu las internas del o rganismo. Para
constituir un «mar interno» global y comp leto con corrientes de nutrición y de limpieza, la red de capilares debe
penetrar en las regiones adyacentes a Ja mayoría de las
células individuales de todas las clases para ser capaz de
suministrarles los materiales, por difusión, desde las paredes capilares. Las lesiones ligamentosas y cartilaginosas
necesitan más tiempo p ara la curación, debido a que sus
células están tan lejos de las orillas de este mar interno que
tienen que depender de filtracion es de zonas más alejadas.
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Red fibrosa
Fig. 1.22 Incluso el cerebro mismo está lleno de vasos sanguíneos
(y el corazón lleno de nervios). ¿Son las neuronas cerebrales las
únicas que "Piensan"? (© Ralph T Hutchings. Reproducido a partir
de Abrahams et al. 1998.)
Viendo el tema del libro, no es ninguna sorpresa que el
sistema fascial sea nuestra tercera red de comunicación
integral del organismo; Ja única sorpresa es la poca importancia q u e se le ha otorgado y lo poco que se ha estudiado
en conjunto hasta hace poco (fig. 1.23).
A
B
Fig. 1.23 (A) Vesalio muestra la visión clásica de la red fibrosa, como una capa de músculos a la que se ha despojado de las capas más
externas de tejido fascial. (B) La segunda imagen muestra un plano más profundo de la musculatura; los tabiques fasciales rellenarían
todos los huecos y líneas entre los músculos. En (B), obsérvese la línea negra que se extiende desde la base del diafragma hasta la
bóveda plantar interna y compárela con la línea frontal profunda (v. capítulo 9). (Reproducido con autorización de Saunders JB. O'Malley C.
Dover Publications; 1973.)
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Si lográramos hacer invisibles todos los tejidos del
cuerpo humano excepto el componente fibrilar del tejido
conjuntivo - principalmente colágeno, pero con cierta cantidad adicional de elastina y reticulina - , podríamos ver la
totalidad del cuerpo, por dentro y por fuera, de una forma
similar a como lo veríamos con la red neural y vascular,
aunque de nuevo existirían ciertas diferencias en las áreas
de más densidad. Los huesos, los cartílagos, los tendones
y los ligamentos estarían llenos de correosas fibras, de
forma que las áreas periarticulares estarían especialmente
bien representadas. Cada músculo estaría cubierto por
una vaina de este tejido y animado por una red similar al
algodón de azúcar que rodearía cada célula muscular y
grupo de células (v. fig. 1.18). La cara sería menos espesa,
al igual que los órganos más esponjosos, como el bazo o
el páncreas, a pesar de que incluso estos estarían rodeados
por uno o dos sacos más densos y resistentes. Aunque esta
red se dispone en múltiples pliegues, debemos recalcar de
nuevo que ninguna parte de ella es distinta ni independiente de la red en su conjunto; todas estas vainas, cuerdas, hojas y redes correosas están unidas entre sí, de los
pies a la cabeza. El centro de esta red sería nuestro centro
de gravedad mecánico, que se localiza en el medio de la
parte baja del abdomen del cuerpo en bipedestación, y que
se conoce en las artes marciales como el «hara».
El hecho es que, al igual que las redes neural y vascular, la red fascial también se extiende por el cuerpo formando parte del medio inmediato de cada célula. Sin este
sostén, el cerebro sería una natilla pringosa, el hígado se
desparramaría por la cavidad abdominal y terminaríamos
siendo un charco a nuestros pies. Esta red de fascia que
une, refuerza, conecta e independiza está ausente únicamente en las luces abiertas de los tubos digestivo y respiratorio. Incluso en los vasos sanguíneos, llenos de sangre
circulante que es en sí misma un tejido conjuntivo, existe
la posibilidad de que se formen fibras en el momento que
necesitemos un coágulo (e incluso cuando no necesitamos
uno, como cuando se forman placas en una arteria).
Es imposible extraer un centímetro cúbico, y mucho
menos «la libra de carne de Shylock», sin llevarnos algo de
este entramado de colágeno. Cualquier contacto más allá
del roce de una pluma supone un contacto con el tono de
esta red, que queda registrado, estemos o no conscientes, e
influye sobre ella, fuese cual fuese nuestra intención.
Esta red generalizada se asemeja lo suficiente a una
típica celosía molecular (v. fig. 1.14) para considerarse cristal líquido, lo que nos lleva a preguntamos a qué frecuencias se sintoniza esta «antena» biológica, y cómo puede
sintonizarse en un espectro de frecuencias más amplio o
armonizado en sí mismo. Aunque esta idea pueda parecer
inverosímil, ya se conocían, aunque hasta el momento se
han estudiado poco, las propiedades eléctricas de la fascia.
A continu ación, vamos a echarle un vistazo a algunos de
los mecanismos de esta «sintonización» (preten sión: v. el
apartado sobre tensegridad más adelante).3942
A diferencia de las redes neural y vascular, hasta la
fecha, ningún artista ha representado la red fascial en solitario. La representación de Vesalio que más se aproxima
es la conocida vista del cuerpo desollado, que ciertamente
nos da una cierta idea de la orientación del tejido en el
cuerpo fibroso, pero que en realidad representa la rniofascia (músculo y fascia unidos, haciendo más hincapié
en el músculo). Este es un prejuicio que ha permanecido
en muchas disecciones, incluyendo las de mayor uso en
Ja actualidad: se retira y se desecha gran parte de la fascia
para tener acceso visual a los músculos y otros tejidos
subyacentes.-045
En estas imágenes también se han retirado y desechado
dos capas fasciales superficiales de gran importancia: la
epidermis, que proporciona sostén a la piel, y el panículo
adiposo, de tejido conjuntivo laxo, con su bien abastecido
almacén de leucocitos (fig. 1.24). Si dejáramos en la imagen estas recias capas, tendríamos el equivalente animal
de la «corteza» de un cítrico bajo una finísima p iel. Esto
ha contribuido a mantener la actitud general de considerar la red fascial como un armazón «muerto» que rodea las
células y que d ebe apartarse y desecharse en el acceso a
A
B
Fig. 1.24 (A) Extraordinaria disección del panículo adiposo o capa
de tejido conjuntivo laxo de la fascia superficial en una única pieza
que completa la imagen de la figura 1.23 (o de la fig. 1.6). Esta
imagen no incluye la dermis de la piel, pero sí la grasa, la m atriz de
colágeno q ue la rodea y, por supuesto, los numerosos leucocitos
presentes a nivel histológico. (B) Observamos una vista longitudinal
completa del ejemplar con su donante. El concepto de la capa
fascial como un órgano casi autónomo, de alguna forma similar a la
corteza del pomelo representado en la figura 1.25, se materializa
mediante esta portentosa disección. (© Gil Hedley 2005. www.
gilhedley.com. Reproduc ido con autorización.)
la «materia interesante». No obstante, nuestros esfuerzos
actuales se dirigen a invertir esta tendencia para crear una
imagen de Ja red fascial con torios los demás e/e111c11tos eliminados, incluyendo las fibras musculares.
Los nuevos métodos de representación anatómica nos
han acercado mucl10 a esta imagen. El exp erto en integración estructural Jeffrey Linn~ 6 elaboró, empleando los
datos del Visible Human Project, la figura 1.1C, un corte
del muslo donde eliminó por métodos matemáticos todo
lo que no era fascia; nos ofrece así Ja representación más
aproximada de un «humano fascial» con la que contamos,
aunque esta también omite las capas fasciales superficiales.
Si pudiéramos imaginar la aplicación de este método
en todo el cuerpo, estaríamos contemplando una visión
anatómica completamente nueva. Veríamos cómo las hojas
fasciales organizan los fluidos corporales en áreas de circulación. Identificaríamos los tabiques intermusculares
con los tirantes de sujeción y las membranas semejantes a
velas que en realidad son. Las prolíficamente representadas articulaciones se revelarían como el sistema orgánico
del movimiento constituido por tejido conjuntivo.
Tendrá que pasar algún tiempo antes de que tales
mé todos puedan usarse para mostrar el sistema fascial
al completo, ya que este incluiría (no se incluye en la
fig. 1.1C, pero sí en la fig . 1.1B) las fibras de algodón que
animan todos y cada uno de los músculos, así como el sistema perineural de oligodendrocitos, células de Schwann
y neurogliocitos, y los adipocitos asociados que se extienden por el sistema nervioso, así como el complejo de sacos,
ligamentos y telarañas que contienen, fijan y organizan los
sis temas viscerales ventrales.
Si llegado el momento pudiéramos p oner en movimiento esta representación, veríamos cómo las fuerzas
de tensión y compresión atraviesan estas hojas y planos,
interactuando y adaptánd ose en tod os los movimientos
habituales.
Un pomelo nos sirve como metáfora para lo que tratamos de imaginar (fig. 1.25). Imagine que por arte de magia
pudiéramos extraer todo el zumo de un pomelo sin alterar
su estructura interna. Conservaríamos intacta la forma del
pomelo con la corteza (las capas de dermis y de tejido conjuntivo laxo) y podríamos ver las paredes de sostén de Jos
distintos gajos (cuya disección nos mostraría membranas
de doble pared, cada una de ellas perteneciente a un gajo,
exactamente igual que en nuestros tabiques intermusculares). Además, veríamos las minúsculas películas que separaban las células individuales de zumo dentro d e cada gajo.
La red fascial desempeña en nosotros la misma función, con
la diferencia de estar constituida por colágeno flexible en
lugar de celulosa, más rígida. Los sacos fasciales organizan
nuestro «zumo» en grupos diferenciados, permitiendo que
resista la atracción de la gravedad hacia el suelo. Esta función de dirigir y organizar los fluidos en el interior del organismo es fundamental para entender cómo puede modificar
la salud Ja terapia manual o cinética de esta matriz.
Cuando hace rodar un .pomelo bajo su mano antes de
exprimirlo, está rompiendo estas pared es y facilitando la
extracción del zumo. La manipulación de la fascia (de una
forma más juiciosa, por supuesto) tiene básicamente el
mismo efecto en un individuo, aumentando la libertad de
nuestros «jugos» para fluir hacia regiones de nuestra anatomía que de otra forma estarían «más secas».
Si añadiéramos los componentes de la sustancia fundamental o interfibrilares a nuestro «humano fascial»,
la imagen se completaría n otablemente: las sales de calcio convertirían en opacos los huesos; la condroitina, en
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Fig. 1.25 La constitución de una persona no es muy diferente de la
de un pomelo. Su piel tiene una gran semejanza con nuestra propia
piel: ambas están diseñadas para interactuar con el mundo exterior.
La corteza se asemeja al "traje de grasa.. que todos llevamos y
que hemos visto en la figura 1.24. Cada gajo está separado del
siguiente por una pared que vemos cuando cortamos el pomelo por
la mitad para el desayuno. Pero cuando lo pelamos y separamos los
gajos como si de una naranja se tratase, nos damos cuenta de que
lo que parecía una única pared son en realidad dos paredes cada una perteneciente a un gajo - . Los tabiques intermusculares
son exactamente iguales. Solemos separarlos con un bisturí, así
que simplemente los consideramos el epimisio de cada músculo.
No obstante, de la misma manera que las paredes permanecen tras
haber comido el pomelo, lo que queda en la figura 1.1 C son las
paredes, lo que nos permite ver las fuertes estructuras que son en
realidad, dignas de una consideración independiente.
translúcido el cartílago, y los glu cosaminoglucanos ácidos
conferirían una consistencia pegajosa al «mar» de espacio
intercelular.
Merece la pena enfocar nuestro microscopio hacia el
interior por un momento para ver este pegamento meloso
en acción.
En la figura 1.13, nos imaginamos a nosotros mismos a
nivel celular (similar a la fig. 1.3). Se han presentado las
células indiferenciadas deliberadamente, de forma que
pudieran ser cualquier tipo de célula: hepáticas, cerebrales,
musculares, etc. En sus proximidades se encuentran los
capilares; cuando Ja sístole cardíaca empuja Ja sangre hacia
Jos capilares, sus paredes se d ila tan y se fu erza la salida de
parte de la sangre (la porción plasmática, ya que los eritrocitos son demasiado rígidos para atravesarla) hacia el
espacio intersticial. Este líquido lleva consigo e l oxígeno,
los n utrientes y los mensajeros químicos tra nsportados por
la sangre, todos ellos destinados a estas células. Entre ellas
se dispone el material que ocupa el ámbito intercelular:
las fibras del tejido conjuntivo, la sustancia fundamental
pegajosa interfibrilar y el propio líquido intersticial, muy
similar (de hech o, fácilmente intercambiable con ellos)
a Ja linfa y al plasma san guíneo. El plasma, denominado
líquido intersticial una vez que ha atravesado las paredes capilares, debe soportar Ja hostilidad de Ja matriz de
tejido conjuntivo, tanto fibroso como interfibrilar (sustancia fundamental), para introducir Jos nutrientes y otras
moléculas mensajeras en las células diana. Cuanto más
denso es el entramado de fib ras y menos lúdratada está Ja
sustancia fundamental, más difícil resulta este trabajo. Las
células que se pierden en los «remolinos» del tránsito d e
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los líquidos no funcionarán adecuadamente (v. fig. 1.3 y la
explicación adjunta).
La dificultad con la que los nutrientes alcanzan las
células diana viene determinada por:
l.
2.
la densidad de la matriz fibrosa;
la viscosidad de la sus tancia fundamental.
LO
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n
QJ
30
Si las fibras son demasiado densas o la sustancia fundamental está demasiado deshidratada y viscosa, estas células
recibirán menor nutrición e hidratación. Una de las intenciones básicas de las intervenciones manuales y cinéticas,
dejando a un lado el valor académico que puedan tener, es
abrir ambos elementos para permitir la libre circulación de
nutrientes hacia estas células y de productos de desecho
desde ellas. Por supuesto, el estado de las fibras y la sustancia fundamental está en parte d ete rminado por factores
nutricionales y genéticos, así como por el ejercicio, pero cualquiera de estos dos mecanismos puede provocar un «atasco»
en áreas locales como consecuencia de un esfuerzo excesivo,
un traumatismo o un déficit de movimiento. Una vez solucionado el atasco por cualquier medio, el libre tránsito de
sustancias químicas hacia las células y desd e ellas permite
a la célula abandonar su funcionamiento en modo «supervivencia», manteniendo únicamente su metabolismo, para
retomar su función «Social» especializada, ya sea la contracción, la secreción o la conducción. «Sólo existe una enfermedad», dice Paracelso,47 "Ysu nombre es congestión».
De vuelta al nivel macroscópico, debemos hacer una
apreciación final sobre la distribución de la red en general: merece la pena establecer una distinción, únicamente
para el análisis clínico, entre los componentes fibrosos que
ocupan las dos principales cavidades corporales: dorsal y
ventra l (fig. 1.26).
La duramadre, la aracnoides y la piamadre son vainas
de tejido conjun tivo que rodean y protegen al cerebro, a
su vez rodeadas y bañadas por líquido cefalorraquídeo
(LCR). Estas membranas se desarrollan a partir de la cresta
neural, una zona especial en la tmión del mesodermo y el
ectodermo en el embrión en desarrollo.'18 Estas interactúan
con el sistema nervioso central y el LCR para producir una
serie d e pulsos palpables en la cavidad dorsal y, por extensión, en el conjunto de la red fascial.-1 9a,b,so Los osteópatas
craneales y otros profesionales que los emplean de forma
terapéutica conocen bien estos p uJsos, aunque aún no se
comprende exactamente su mecanismo, e incluso algunos
niegan la existencia de estos movimientos ondulares.51 •52
Además d e los miles de millones de neuronas que conforman el cerebro y la médula espinal, existen, dentro de
la cavidad d orsal, otras células de tejido conjuntivo: las
células de soporte que rodean y animan todo el sistema
nervioso y que reciben el nombre de red perineural. Estos
astrocitos, oligodendrocitos, células de Schwann y otra
células de la neuroglía son «más numerosas [que las neuronas], pero se les ha prestado menos atención, al considerarse que n o participaban directamente en la transmisión
nerviosa», segJ.!n Charles Leonard. 53 Ahora están «empezando a ensombrecer la brillantez interpretativa de las n euronas». Durante el desarrollo, las células de sostén guían
a las neuronas hasta su destino final, les proporcionan
nutrientes, crean barreras protectoras, secretan sustancias
químicas neuroprotectoras y literalmente proporcionan el
pegamento y el esqueleto que mantendrá unido al sistema
nervioso. Estudios recientes han destacado la participación
de la neuroglía en la función cerebral, especialmente en el
área de los sentimientos emocionales. 5.¡
Fig. 1.26 El tema de este libro es la miofascia en el chasis
locomotor del cuerpo, pero la red de tejido conjuntivo también se
extiende por las cavidades dorsal y ventral, rodeando y revistiendo
los órganos. (Reproducido con autorización de Williams 1995.)
Si p udiéram os extraer del cuerpo el sistema perineural
intacto, este mostraría el con torno exacto del sistema nervioso, ya que todos los nervios, tan to centrales como periféricos, están cubiertos o rodeados por este sistema. Estas
vainas aceleran la transmisión de la señal nerviosa (las
fibras mielinizadas transmiten más rápido que las fibras
no mielinizadas). Muchas de las denominadas enfermedades «neurológicas», como la enfermedad de Pa rkinson, la
polio, la neurop atía d iabética o la esclerosis múltiple, son
en realidad p roblemas de la neuroglía que in terrumpen el
adecuado funcionamiento d e los propios nervios.
Las células perineurales también cu entan con su propio
sistema de transmisión de señales, quizás un precursor antiguo de las capacidades digitales altamen te especializadas
de la transmisión neuronal. Durante el funcionamiento
normal y durante los p rocesos d e curación de heridas, las
ondas lentas de la corrien te continua qu e recorre la red
perineural ayudan a organizar la generación y la regeneración y pueden actuar como un tipo de «marcapasos» integrador para el organismo. 55-57
Durante el desarrollo embriológico, las células perineurales adoptan una función morfogénica. Por ejemplo, las
células de la neocorteza se desarrollan en las profundidades del cerebro, en Jos lími tes de los ventrículos. Por otra
parte, d eben disponerse, de forma increíblem ente precisa,
en una capa de exactamente seis células de grosor en Ja
superficie del cerebro. Estas neuronas en desarrollo utilizan largas extensiones de Ja neuroglía vecina para deslizarse sobre ellas en sentido ascendente, como un bombero
que se desliza p or la barra pero en sentido contrario, guiadas hasta su posición final exacta en la superficie del cerebro por la red de tejido conjuntivo de sostén. 58
Es difícil resistirse a la tentación de lanzarse y otorgar a
esta red perineural un papel en la consciencia.59•60
En la cavidad ventral, Ja red fibrosa organiza los tejidos orgánicos, proporcionando parte del sostén trófico y
morfogénico al que se hacía referencia al principio de este
capítulo en la cita tomada de Gray, a la que volveremos en
breve. Los sacos que envuelven el corazón, los pulmones y
los órganos abdominales se desarrollan a partir del revestimiento del celoma duran te el desarrollo embrionario. El
resultado es una serie de «púdines» de órgano de distinta
consistencia incluidos en sacos de tela, atad os con mayor
o menor firmeza a la columna vertebral y entre ellas. Estos
se desplazarán, dentro de ciertos límites, a consecuencia
de las continuas ondas del diafragma muscular situado en
el medio y, en un menor grado, p or otros movimientos corporales, así como por fuerzas exógenas, como la gravedad.
El fisioterapeuta y osteópata francés Jean-Pierre Barral
ha hecl10 una interesante observación, al afirmar que
las superficies de contacto de estas membranas serosas
podrían considerarse «articulaciones» interviscerales, dado
que se desplazan unas sobre otras.61 Este autor ha elaborado un fascinante estudio d el recorrido normal de los
órganos dentro de sus revestimientos fasciales durante la
respiración, así como de su motilidad inherente (un movimiento similar al pulso craneosacro). Según Barral, los
ligamentos que fijan estos órganos a las estructuras circundantes d eterminan sus ejes normales de movimiento.
Cualquier otra adherencia menor que restrinja o desvíe
estos movimientos (que al fin y al cabo se repiten más de
20.000 veces al día) puede, con el paso del tiempo, terminar
afectando n egativamente no sólo a la función del órgano,
sino también a la superestructura miofascial circundante.
Si la cavidad dorsal contiene una sección de la red
fi brosa y Ja cavidad ventral otra, el ámbito tratado por el
libro que sostiene en las manos es el tercer segmento de la
red fascial: la miofascia del aparato locomotor que rodea
ambas cavidades. Es interesante que se haya desarrollado
un enfoque terapéutico a partir d e cada una de estas secciones de Ja red fascial. Los expertos en manipulación,
tanto visceral como craneal, postulan que los efectos d e
una torsión o una restrio;;ión en sus respectivos sistemas
se reflejan en la estructura musculoesquelética. No tenemos intención de rebatir esta afirmación, pero sí asumimos
que tales efectos se producen en ambas direcciones. No
obstante, debemos aclarar que el ámbito tratado en el resto
del libro se limita, de forma arbitraria, a esa porción de Ja
red fascial que comprende el sistema miofascial «voluntario» que rodea al esqueleto.
Esto sugiere que, para que el profesional obtenga un
conocimiento completo del «cuerpo fibroso» - un enfoque
de «medicina espacial», si se prefiere - , d ebe adquirir destreza en cuatro áreas que, en último término, están íntimamente relacionad as, pero at'm así son d istinguibles:
• Las meninges y el perineu rio que rodean a los tejidos
predominantemente ectodérmicos de la cavidad
dorsal y que actualmente abordan los métodos de la
osteopatía craneal, la terapia craneosacra, los métodos
terapéuticos para la tensión neura l ad versa y la técnica
sacrooccipital;
• Los sacos peritoneales y sus inserciones ligamentosas,
que rodean a Jos tejidos predominantemente
endodérmicos de la cavidad ventral, se contemplan en
las técnicas y perspectivas de la manip u lación visceral;
• El «saco exte rno» (v. la explicación de estos
términos en el apartado sobre embriología más
adelante) de miofascia, que contiene todos los
meridianos miofasciales descritos en este libro y
cede a las múltiples formas de manipulación de las
partes blandas. como la técnica de liberación p or
posicionamiento (stmi11-co1111terstmi11), la terapia manual
de liberación de puntos gatillo, la liberación miofascial
y la integración estructural, y, finalmente
• El «saco interno» de los periostios, las cápsulas
articulares, los engrosamientos ligamentosos, los
cartílagos y los huesos, que conforman el aparato
locomotor, sensible a la movilización articular y a las
técnicas con t/irnst (movimientos de alta velocidad y corta
amplitud), habituales en la quiropraxia y la osteopatía,
así como a las técnicas de liberación de los tejidos blandos
profundos propias de la integración estructural.
Un quinto conjunto de destrezas que abarca todas estas
áreas consiste en poner todas ellas en movimiento, lo que
supone la aplicación de las múltiples destrezas contempladas por la psiquiatría, la rehabilitación, la fisioterapia, el
yoga, el pila tes, la técnica Alexander y una gran cantidad
de programas de entrenamiento postura) y personal.
Sería un experimento interesante crear un programa de
formación donde participaran profesionales familiarizados
con estas cinco áreas de destreza. Muchas escuelas hablan
de boquilla sobre la inclusión, pero son pocos los p rofesionales que pueden navegar con soltura por todo el cuerpo
fibroso y conferirle un movimiento equilibrado. 62•63
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Tres redes integrales: resumen
Antes de pasar al origen embriológico de esta red fascial,
es útil establecer las similitudes y diferencias de estas tres
redes integrales.
Las tres son redes
Desde el principio, hemos visto que todas ellas son redes
complejas, con una morfología fundamental determinada
sobre todo por factores genéticos, aunque parece que se d istribuyen caóticamente, desde un punto de vista matemá tico,
en sus tramos más externos. Esta naturaleza fractal sugiere
que en sus escalas más pequeñas, las estructuras serían
bastante lábiles, pero las estructuras más grandes serían
bastante estables. 111 vivo, están, por supuesto, completamente interconectadas entre sí, tanto anatómica como
funcionalmente, y todo es te ejercicio de separación es simplemente una quimera muy ú ti l (tabla 1.2).
31
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Tabla 1.2 Resumen de las redes de comunicación integrales
Variable
Neural
Líquida
Todas son redes
Todas son tubulares
Fibrosa
Tipo de tubo
Información
Función
Metáfora celular
Velocidad de transmisión
Unicelular (neurona)
Binaria/codificación digital
Simulador ambiental
Metanúcleo
Segundos
Multicelular (capilar)
Química
Equilibrio del medio (mar interno)
Metacitoplasma
Minutos-lloras
Productos celulares (fibrilla)
Mecánica (tensión/compresión)
Organización espacial
Metamembrana
1. Velocidad del sonido (transmisión de una fuerza)
2. Días-años (ajuste/compensación)
Elemento
Conciencia
Tiempo
Memoria temporal
Materia
Memoria emocional
Espacio
Sistema de creencias
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La tabla resume la información transmitida por las tres redes de comunicación integrales. En estas generalizaciones pueden encontrarse
excepciones y puntualizaciones, pero la idea general permanece. La última linea (el tipo de conciencia atribuido a cada sistema) es pura
especulación por parte del autor, basada en la observación empírica y la experiencia. De esta forma, propone ampliar el concepto de q ue
la conciencia es un dominio exclusivo del cerebro e incluir la sabiduría acumulada del resto del sistema nervioso, la sabiduría química d el
sistema liquido y la sabiduría espacial presente en el cristal liquido semiconductor de la red de tejido conjuntivo.
Las tres están formadas por tubos
Vemos también que las unidades de estas redes son siempre
tubulares. El tubo cilíndrico es una forma biológica básica todos los organismos multicelulares primitivos tenían una
forma básicamente tubular, que aún persiste en la estructura central de todos los animales superiores - .64 Cada uno
de estos sistemas de comunicación se construye también
alrededor de unidades tubulares (fig. 1.27). (Por supuesto,
estos tubos no son los únicos empleados en el organismo:
el tubo d igestivo, la médula espinal, así como los bronquíolos, las nefronas del riñón, el conducto colédoco y otros
conductos glandulares son tubos, es decir, esta estructura
se encuentra literalmente en todos los sitios.)
La neurona es una única célula tubular, que soporta un
desequilibrio de iones sodio en el exterior del tubo e iones
potasio en el interior hasta que se abre un poro en la membrana gracias a un potencial de acción. El capilar es un tubo
que contiene sangre cuyas paredes de células epiteliales
delimitan el camino seguido por los eritrocitos al tiempo
que permiten la difusión del plasma y los leucocitos. La
unidad básica de la red fascial es una fibrilla colágena, que
no es en absoluto una célula, sino un producto celular. Sin
embargo, la forma de la molécula también es tubular, una
triple hélice (como una cuerda de tres hilos). Algunos han
sugerido que este tubo está hueco, pero aún está por investigar si esto es así o algo fluye a través de este minúsculo
tubo. 65 En definitiva, aunque todas las redes son tubulares,
la constitución de los tubos no es la misma.
Tampoco lo es su escala. El diámetro de los axones
de los «tubos» nerviosos oscila desde alrededor de 1 µm
hasta 20 µm,6 6 mientras que los capilares varían desde
2 µm hasta 7 µm .67 El «tubo» de colágeno es mucho más
pequeño, cada fibra tiene sólo 0,51 µm de d iámetro, pero
es muy larga y-similar a una amarra. 68 Una cuerda de tres
hilos (una triple h élice como la fibrilla colágena) de 1 cm
de grosor tendría que medir más d e un metro para igualar
las proporciones de una molécula de colágeno.
Las tres transmiten información
32
Aunque cada una de estas redes transmite información, la
información transmitida es diferente. La red neural transmite información codificada, gen eralmente en código
Neurona
Capilar
Fibrilla colágena
Fig. 1.27 Las principales red es de comunicación del cuerpo están
constituidas por subunidades tubulares. Los nervios son células
tubulares, los capilares son tubos multicelulares y los tubos de las
fibrillas colágenas son productos celulares tejidos por los fibro blastos.
binario: encendido y apagado. La ley de Starling dicta que
los estímulos que llegan a un nervio deben alcanzar un
determinado umbral para desencadenar el impulso nervioso; en caso contrario, el nervio permanece inalterado.69
En otras palabras, el sistema nervioso transmite modulando la frecuencia (FM), no la amplitud (AM). Un ruido
fuerte no amplifica las ondas que llegan al VIII par craneal,
simplemente aumenta el número de las mismas, Jo que
el lóbulo temporal interpreta como un ruido fuerte. Pero
sea cual sea la información enviada, está codificada como
«puntos y rayas» y debe descodificarse adecuad amen te.
Como ejemplo de la limitación de este de código, cierre los ojos y presione con el talón de su m ano la órbita
del ojo hasta que «vea» luz. ¿Había luz en realidad? No,
simplemente la presión h a estimulado el nervio óptico. El
nervio óptico va a u na región del cerebro que sólo puede
interpretar las señales entrantes como lu z. Por lo tanto,
ha descodificado erróneamente la señal «pres1on» como
«luz». El afamado neurólogo Oliver Sacks ha elaborado un
compendio de libros, A Leg to Stnnd 011,7° que detalla múltiples casos de alteraciones donde el sistema neurológico
«engaña» al individuo, quien ve, percibe o cree que el
mundo es algo diferente d e lo que parece para el resto de
nosotros. En él incluye su caso personal de amnesia sensoriomotriz, d e tanta trascendencia para el profesional de la
terapia manual o cinética.
La red circulatoria transporta información química por
el organismo en un medio líquido. La riada de intercambios de sustancias físicas mate riales (en contraposición
con la información codificada transportada por el sistema
nervioso) tiene lugar a través de estos conductos, que son,
además, los más antiguos.
Aunque debemos tener claro que estos d os sistemas
funcionan conjuntamente en el organismo vivo, resulta
fácil distinguir la diferencia entre Jos dos tipos de información transmitida. Si quiero llevar un vaso a Ja boca, puedo
imaginar esta idea en mi cabeza (tal vez estimulada por
Ja sed, quizás por Ja incomodidad en una prin1era cita o
por cualquier otro motivo), transformarlo en un código de
puntos y rayas y enviar este código a lo largo de la médula
espinal hacia el plexo branquial y hasta mi brazo. Si una
agencia de seguridad interceptara este mensaje a mitad
de camino, Ja señal carecería de sentido, sería una simple
serie de órdenes de encendido y apagado. En la unión neuromuscular, el mensaje se descodifica, se extrae su significado, y se contraen los músculos pertinentes d e acuerdo
con la secuencia codificada.
Ahora suponga que para llevar a cabo la orden del
sistema nervioso el músculo necesita más oxígeno.
Simplemente resulta imposible, incluso aw1que pueda
concebir la idea en mi cabeza, codificar una señal que
pueda ser descodificada en algún punto del sistema nervioso como una molécula de oxígeno. En su lugar, es necesario que el surfactante del epitelio de Jos alvéolos obtenga
la molécula de oxígeno del aire; la molécula deberá atravesar esta capa superficial, el espacio intersticial y la capa
de tejido conjuntivo, traspasar la pared del capilar alveola r, «nadar» a través del plasma hasta que encuentre un
eritrocito, atravesar su membrana y unirse a una molécula
de hemoglobina, viajar con el eritrocito hasta el brazo,
desligarse de la hemoglobina, escapar del eritrocito atravesando Ja doble capa que conforma su membrana, viajar
con el plasma a través de Ja pared capilar, pasar entre las
fibras y la sustancia fundamental del espacio intersticial y
desplazarse a través de la membrana de la célula en cuestión para finalmente entrar en el ciclo de Krebs con objeto
de levantar mi brazo. A p esar de Jo compleja que pueda
parecer esta serie de sucesos, ocurre en su organismo
millones y millones de veces cada minuto.
Estos sistemas tienen paralelismos en Ja sociedad, que
pueden servir para ilustrar las diferentes funciones de las
redes neural y circulatoria. Cada vez es más frecuente en
nuestra sociedad codificat datos en un código irreconocible que descodificaremos posteriormente. Aunque primitiva, este libro constituiría una forma de codificación, pero
las llamadas de teléfono, Jos DVD e Internet constituyen
un mejor ejemplo. Cuando escribo «te quiero» en un correo
electrónico dirigido a mi hija, que vive lejos, este se convierte en un patrón de electrones que no guardan similitud
con el mensaje original y que no tendrían ningún significado para nadie que interceptara el mensaje en el camino.
Sin embargo, en el otro extremo de la comunicación,
hay una máquina que descodifica los electrones convirtiéndolos de nuevo en un mensaje lleno de significado
que, espero, despertará una sonrisa. Esto guarda una gran
similitud con la forma en que la red neural coordina tanto
la percepción sensorial como la reacción motora.
Por otro lado, si el correo electrónico o Ja llamada de
teléfono simplemente no son suficien tes y mi hija necesita
un auténtico abrazo, debo coger mi pequeña «célula sanguínea», en este caso mi coche, y viajar por los «capilares»
o carreteras y las «arterias» o rutas aéreas hasta lograr la
proximidad física que permita ese abrazo auténtico, no
virtual. Así funciona la red circulatoria para posibilitar el
intercambio químico directo.
El tercer sistema, el sistema fascial, transmite información mecánica - las interacciones de la tensión y la
compresión - a lo largo de la red fibrosa, los viscosos proteoglucanos e incluso a través de las propias células. Tenga
en cuenta que 110 vamos a tratar aquí los h usos musculares, los órganos tendinosos de Golgi ni otros receptores de
es tiramiento. Estos órganos sensoriales propioceptores son
los que emplea el sistema nervioso para in formarse sobre
lo que está pasando en la red miofascial, en su habitual
forma codificada. El sistema fibroso cuenta con un sistema
mucho más antiguo de «comu nicarse» consigo mismo:
simples tracciones e impulsos, que se transmiten a lo largo
de la veta de la fascia y la sustancia fundamental, directamente de fibra a fibra y de célula a célula (fig. 1.28).71
Aunque se ha estudiado menos este tipo de comunicación mecánica que la comunicación neural o circulatoria,
no hay duda de su existencia. Volveremos sobre sus particularidades en el apartado relativo a la tensegridad. De
momento, nos quedamos con que los meridianos miofasciales de las vías anatómicas son simplemente algunas de
las rutas habituales de este tipo de comunicación mecánica.
Un tirón en la red fascial se comunica por todo el sistema, como cuando enganchamos el jersey o tirarnos del
extremo de una hamaca vacía. La mayor parte de esta
comunicación tiene lugar sin que seamos conscientes de
ello, pero gracias a ella modelamos nuestra propia forma,
registrada en el cristal líquido del tejido conjuntivo, un
patrón distinguible de postura y «actura » (definido por
Feldenkrais72 como «postura en acción», es decir, nuestros patrones de actuación característicos), que tendemos a
mantener salvo alteración, positiva o negativa.
Fig. 1.28 El tejido conjuntivo forma un sincitio, un continuo de
células y fibras intercelulares, en el que las células pueden transmitir
tensión a toda la red de la MEC. (Reproducido a partir de Jiang H,
Grinnell F. American Society for Cell Biology; 2005.)
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34
Además del tipo de infom1ación transmitida, también
varía la velocidad de la comunicación en los distintos sistemas. En general, se considera que el sistema nervioso es
el más rápido, ya que actúa en milisegundos o segundos
a velocidades de 10.270 km/ h (no a la velocidad de la luz,
como el correo electrónico). 73 El mensaje neural más lento,
el dolor pulsátil, recorre los minúsculos nervios aproximadamente a 1 m /s, por lo que, en un individuo alto, puede
tardar unos 2 s en llegar del dedo del pie golpeado hasta
su cerebro. Otros mensajes viajan más rápidamente pero el
orden se mantiene - el tiempo de respuesta de un individuo
entrenado en artes marciales es 1/30 de segundo desde la
recepción de un estimulo hasta el comienzo de la respuesta
en forma de movimiento -. Esto se acerca al tiempo de respuesta de un arco reflejo, como el reflejo rotu liano.
El sistema circulatorio funciona a menor velocidad.
Lo habitua l es que la mayoría de los eritrocitos regresen
al corazón cada minuto y medio. A pesar del socorrido
recurso filmográfico del síncope instantáneo tras la administración de una droga, incluso las drogas inyectadas
tardan unos minutos en llegar al cerebro. Los niveles sanguíneos d e muchas sustancias químicas, como la sal o el
azúcar, fluctúan basándose en ciclos de varias horas, por lo
que podemos establecer el tiempo medio de respuesta de
este sistema entre minutos y horas. Por supuesto, muchos
líquidos siguen ritmos más lentos, desde el ritmo lento de
la «marea larga» en el sistema craneal hasta el ciclo menstrual de 28 días.
El sistema nervioso y los sistemas líquidos se desarrollan en tándem, tanto en el individuo como en nuestra
especie, por lo que su división se realiza únicamente para
su análisis. Aun así, la distinción resulta útil.
Hace algunos años, volví a Inglaterra tras varios años en
EE.UU. y llevé a varios niños al campo. Mien tras conducía
d istraído por una de las estrech as carreteras secundarias
de Devon bordeadas de setos, de repente me encontré con
un coche de frente. Mis costumbres americanas de conducción tomaron el control y me eché a la derecha, mientras
que el otro conductor resp ondió a su s instintos ingleses
echándose a la izquierda. N os evitamos por m ilímetros y
acabé, pálido y tembloroso, en una cuneta embarrada.
Estos temblores y la redistribución sanguínea fueron
desencadenados por la rama simpática d e mi sistema nervioso autónomo, que alertó inmediatamente a tod o mi sistema nervioso somático de que era necesaria una acción
inmediata. Mi reacción inmediata, por estúpida que fuera,
no acabó en desastre. Salimos del coch e, despotricamos
con buen humor contra el maldito yanqui, nos aseguramos de que todos estábamos bien, empujamos el coche de
vuelta a la carretera y nos despedimos.
Pero cuando entré en el coche para continuar, me di
cuenta de que estaba temblando de nuevo, que estaba
blanco y mareado y de que necesitaba algunos minutos más
para recomponerme antes de conducir. Entre los muchos
mensajes que el sistem a nervioso simpático envió e n el
momento iniciaJ de alarma h abía uno dirigido a las glándulas suprarrenales, cuya descodificación desencadenó una
descarga de adrenalina (transportador de un mensaje de
respuesta de «lucha o huida») al torrente sanguíneo. Este
método de alerta del organismo es más lento y más antiguo
que el del sistema nervioso, pero ayuda a mantener la respuesta durante un período de tiempo más largo cuando la
ocasión lo requiere, como en un acontecimiento deportivo.
Hicieron falta algunos minutos para que esta hormona circulara y se repartiese por el organismo. En ese momento ya
no había urgencia y me estaba preparando para conducir
de nuevo, pero la adrenalina estaba en ese momento con las
manos en la masa. Tras unos minutos sin incidentes, mi sistema se calmó y pude seguir conduciendo, ahora química
y conscientemente muy alerta de donde estaba; no me hizo
fal ta más café p ara el resto del camino.
De la velocidad d el sistema fascial nos interesa que
cuenta con dos ritmos; al menos, dos que tienen interés
para nosotros. Por una parte, la acción de la tensión y la
compresión se transmite a todo el cuerpo como una «vibración» mecánica que viaja a la velocidad del sonido. Esto
equivale aproximadamente a 1.100 km/h, lo que supone
una velocidad tres veces más rá pida que la del sistema
nervioso. Por lo tanto, en contra de la creencia clásica, la
red fibrosa transmite la información más rápidamente
que el sistema nervioso. Uno puede sentirlo cuando sale
de una habitación y se encuentra con un desnivel inesperado de dos o más centímetros. El sistema n ervioso, que
ha establecido los resortes de los músculos en función del
nivel del suelo que espera, no está preparado para la sorpresa que se le avecina, que debe ser absorbida en su lugar
casi por completo por el sistema fascial en una fracción
d e segundo. Abordaremos el mecanismo de esta comunicación inmediata más adelante, en el apartado sobre tensegridad; por el momento, sabemos que todos los matices
de los cambios que se producen en las fuerzas mecánicas
se «perciben» y transmiten a lo largo del tejido de la red
fibrosa.
Por otro lado, la velocidad a la que este sistema transm ite la compensación a la estructura corporal es mucho
más lenta. Es habitual que los terapeutas estructurales descubran que el dolor cervical de este año se debe al dolor
de la zona media de la espalda del año pasado, que a su
vez se deriva de un problema sacroilíaco que se presentó
3 años antes y que, de hecho, tiene su base en la tendencia a los esguinces en ese tobillo izquierdo, mantenida
durante toda la vida. Cuando trabajamos con el sistema
fibroso, siempre es necesario realizar una anamnesis minuciosa, porque incluso los incidentes más pequeños pu eden
tener repercusiones que se detectan a cierta distancia del
incidente inicial y un tiempo después del mismo.
Estos pa trones de compensación, que a menudo incluyen una restricción en la miofascia a mucha distancia del
lugar del dolor, son el pan de cada día para los profesionales de la integración estructural. «Si tus síntomas mejoran»,
dice la Dra. Ida Rolf, «¡mala suerte!» Su interés se centra en
resolver los patrones de compensación, y no únicamente
en eliminar los síntomas, que tenderían a aparecer unos
meses o incluso años más tarde de alguna otra forma.
Por ejemplo, hace algún tiempo, una mujer de mediana
edad acudió a mi consulta refiriendo dolores e n el lado
derecho del cuello. Como oficinista, estaba segura de
que el dolor estaba relacionado con su lugar de trabajo,
en el que estaba sometida a una «tensión reiterada» por
el manejo del teclado y el ra tón. Había echado mano de
toda la gama de especialistas, un quiropráctico, un fisioterapeuta y un masajista. Cada uno de estos métodos le
había proporcionado un alivio temporal, pero «en cuanto
empiezo a trabajar otra vez, el dolor vuelve».
Ante una situación como esta, existen dos posibles «causas»: la sugerida por la paciente, que el trabajo está causando
el problema, o, a la inversa, que alguna otra región del patrón
del cliente no soporta la nueva posición que le exige el uso
del ordenador. La exploración de esta mujer (empleando
el método presentado en el capítulo 11), desvela que Ja caja
torácica se ha desplazado hacia la izquierda, d ejando al hombro derecho sin soporte inferior (tm patrón sinúlar puede
verse en la figura introductoria 8, pág. 5). La caja torácica se
había desplazado hacia la izquierda para aliviar el peso que
soportaba el pie derecho. Este pie no había vuelto a aswnir
la proporción del peso que le correspondía d esde que la
paciente había sufrido, esquiando, una lesión leve en la cara
medial de la rodilla 3 años antes. Todo el patrón se había
afianzado en la red neuromiofascial.
Con la manipulación manual de los tejidos (en estos
momentos mucho mejor, pero no completamente restablecidos) de la rod illa y la pie rna, posteriormente del cuadrado lumbar, del iliocostal y de otros determinantes de
Ja posición de la caja torácica, conseguimos devolverle al
hombro derecho el soporte inferior, de forma que ya no
«colgara» d el cuello. La mujer fue capaz de teclear y cliquear a placer sin que apareciesen recid ivas de su problema «laboral».
En resumen, podemos considerar el tejido conjuntivo
como una matriz, una celosía cristalina semiconductora, con
capacidad de respuesta y viva, que almacena y distribuye
información mecánica. Como una de las tres redes anatómicas que controlan y coordinan el cuerpo humano, la MEC
pued e considerarse una especie d e 111eln111e111úm11n, según
Deane Juhan.74 Al igual que en la actualidad se considera
que la membrana envuelve tanto el interior como la superficie de una célula, nuestra metamembrana fibrosa rodea
y reviste todas nuestras células, nuestros tejidos, nuestros
órganos y a nosotros mismos. Desarrollaremos esta idea
más adelante en el apartado dedicado a la embriología.
Todos Los sistemas se entrelazan
Por supuesto, separar el estudio de estas redes integrales ha
sido únicamente otro truco reduccionista para su aná lisis;
es tas se encuentran en continua interacción y siempre lo
han estado, en el individuo y en la especie, desde tiempos
Fibras rasciales
A
inmemoriales (fig. 1.29). Podríamos habla r fácilmente de
una única red «neuromiofascial» que abarcara las tres
redes y sus actuaciones individuales para responder a
los cambios del entorno. 75 No podemos desvincular por
completo la comunicación mecánica de la red fibrosa de
la comunicación neurológica que tendría lugar casi sinrnltáneamente. Del mismo modo, ninguna de estas redes
p uede estudiarse de forma ind ependiente a los líquidos
que transportan los nutrientes que posibili tan el funcionamiento de cada una de ellas en primera instancia. De
hecho, todos y cada uno de los sistemas biológicos son
fundamentalmente un sistema líquido de sustancias q uímicas que depende de su fl ujo.
Siguiendo con la metáfora con una imagen más, cada sistema tiene un conjunto de «embajadores» que transitan en
ambas direcciones y que poseen la capacidad de alterar el
estado de Jos demás sistemas y mantener la transmisión de
información entre ellos (fig. 1.30). Las hormonas y los neurotransmisores informan a la red circula toria sobre lo que
está «pensando» la red neural; los n europép tidos y otras
sustancias químicas similares a las hormonas mantienen al
día al sistema nervioso sobre lo que «siente» el sistema circulatorio. La red circulatoria suministra proteín as a la red
fibrosa y mantiene la turgencia dentro de los sacos, verdaderos sistemas de presión del organismo; la red fibrosa guia
el flujo de líquidos, facili tándolo o entorpeciéndolo para
bien o para mal, tal y como se ha descrito con anterioridad.
También influye en el tono de los rniofibroblastos mediante
las susta ncias químicas d e los Líquidos, como describiremos
más adelante en el apartado sobre tensegridad.
El sistema nervioso da vida al sistema fibroso median te
los nervios motores que modifican el tono muscular. Tal
vez para los clínicos la pata más interesante de esta banqueta de tres patas sea el conjunto de mecanorreceptores
que proporciona al sistema nervioso la información procedente de la red fascial. Esta red fascial es el mayor «órgano
sensorial» del organismo, restando importancia incluso a
m
3
e
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o
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e-
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QJ
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OJ
----&---,,,
B
Fig. 1.29 Los sistemas nervioso, vascular y fascial discurren paralelos en el interior de los paquetes neurovasculares (A), que se prolongan
desde las vísceras hasta Jos miembros y huecos lejanos del organismo, guiados por los tejidos nervioso y conjuntivo. Sin embargo, cuando
llegan a su destino, se separan y difunden en tres intrincadas redes que ocupan el mismo espacio (B).
35
rn
3
Red
neural
e
::::;
o.._
o
(f1
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lO
e::::;
QJ
ru~
(f1
n
(l.J
Red
circulatoria
Aporte de proleinas
Red
fibrosa
Fig. 1.30 Las relaciones entre estas redes integrales son
complicadas. Cada una de ellas cuenta con «embajadores .. en las
demás redes que modifican su estado y mantienen los sistemas
intercomunicados y regulados.
36
los ojos o los oídos por su rica diversidad y proliferación
de receptores, fundamentalmente de estiramiento.76 Estos
nervios sensoriales suelen superar en número a sus homólogos motores en cualquier nervio periférico en una proporción que se acerca a 3:1.
Existen diversos tipos de receptores en el sustrato
intersticial de la MEC, incluyendo los órganos tendinosos de Golgi, los corpúsculos de Pacini, las terminaciones
de Ruffini y las terminaciones nerviosas libres generalizadas.77 Estas terminaciones especializadas recogen y
transmiten información relativa a los cambios en el estiramiento, la carga, la presión, la vibración y las fuerzas
tangenciales {cizallamiento). Las terminaciones nerviosas
libres son especialmente interesantes por el hecho de ser
las más abundantes {se localizan incluso en el interior del
hueso), estar conectadas a funciones autónomas como la
vasodilatación y poder funcionar como mecanorreceptores
o como nociceptores {dolor).78
Obviamente, el sistema nervioso es reactivo y puede
modificar el tono muscular como respuesta a las señales
recibidas de estos receptores sensoriales. Ya hemos descrito
cómo el sistema fascial cuenta con sus propias respuestas,
generalmente más lentas, a los cambios mecánicos. La disposición entrelazada d e estos sistemas, constante en los
individuos vivos, apunta a una rica diversidad d e modos
de intervención sobre el propio cuerpo fibroso o sobre la
red nerviosa contenida en él. El jurado aún está deliberando
sobre la causa exacta del dolor y la forma de conseguir su
curación, p ero los nuevos caminos son prome tedores.
Demostremos la interconexión de los tres sistemas con
un ejemplo: la persona deprimida, cualquiera que sea la
razón, suele expresar ese sentimiento de forma somática
presentándose como estancada en una permanente exhalación - a los ojos de un observador suelen aparecer con el
pecho hundidÓ, sin una completa elevación de las costillas
con la inhalación -. Mírelo de esta otra forma, poca gente
con un pecho pleno y en alto va por ahí diciendo: «Estoy
muy deprimido». La postura depresiva puede comenzar
como una percepción dentro de la representación nerviosa
del yo frente al mundo que implique culpa, dolor o ansiedad, p ero pronto se hace manifiesta a través del sistema
motor como un patrón recurrente de contracción. Pasado un
cierto tiempo, el sistema fascia l se adapta a esta contracción
crónica, con frecuencia actuando sobre todo el cuerpo - el
patrón del pecho exige una compensación en los miembros
inferiores, el cuello y los hombros, así como e n las costillas-.
A su vez, la consecuente dismin ución de la respiración
modifica el equilibrio de la composición química de la sangre y los líquidos corporales, donde disminuye el n ivel de
oxígeno y aumenta el de cortisol. La transformación de este
patrón puede precisar algo más que una modificación de
la tasa de recaptación de serotonina mediante antidepresivos o un cambio en la autoestima del individuo, ya que
el patrón se ha integrado en un hábito de movimiento, en
un conjunto de fibras fasciales, así como en un conjunto de
vías bioquímicas presentes en los líquidos.
En la medicina moderna, suelen tenerse en cuenta los
aspectos neural y químico de estos patrones, mientras que
el aspecto relacionado con Ja «m edicina espacial» se ignora
con demasiada frecuencia. Un tratamiento eficaz debe
tener en cuen ta los tres, pero los métodos de tra tamiento
individual tienden a favorecer uno sobre las demás. Un
viejo dicho afirma: «Si tu mano es un martillo, todo parece
un clavo». Sea cual sea el instrumen to que empleemos en
nuestras intervenciones, haremos bien en recordar los tres
sistemas integrales de comunicación.
La teoría del doble saco
Cuando la BBC preguntó al gran naturalista británico J. B.
S. Haldane si el estudio que había llevado a cabo durante
toda su vida le había enseñado algo sobre la forma del pensar del Creador, contestó: «Bueno, sí, tiene un desmesurado
aprecio por los escarabajos». {Haldane estaba tan orgu lloso
de esta respuesta que pidió que le hicieran la misma pregunta en varias ocasiones más para poder deleitarse y deleitar a otros con pequeñas variantes de la misma respuesta.)
Ante la misma pregunta, el anatomista moderno sólo
puede contesta r: «un d esmesurado aprecio por el doble
saco». Los sacos de doble capa aparecen tan a menudo en
la anatomía del tejido conjuntivo, a menudo procedentes
del desarrollo embriológico, que merecen un breve análisis
específico antes de abordar su trascendencia para la teoría
de las vías anatómicas en sí misma. Aprovecharemos la
oportunidad, mientras merodeamos por la embriología,
para destacar algunos de los puntos clave del desarrollo
de la red fascial en general.
Todas las células tienen un doble saco, el corazón y los
pulmones disponen de un doble saco, el abdomen cuenta
con un doble saco y el cerebro tiene, por lo menos, un saco
doble, si no triple (fig. 1.31). El argumento sostenido en este
apartado es que merece la pena considerar el aparato locomotor como un sistema de doble saco.
Remontándonos a nuestro origen, descubrimos que el
óvulo, antes incluso de ser expulsado del folículo ovárico
(fig. 1.32), está rodeado del doble saco constituido por las
tecas interna y extema. 79 Una vez liberado, está envuelto,
corno la mayoría de las células, por una membrana bilaminar fosfolipídica que actúa como un doble saco que rodea
al contenido celular.
Pero, además, el óvulo expulsado del folículo en la
ovulación se halla rodeado por otra membrana, un revestimiento de un gel translúcido de mucopolisacáridos denominado zona pelúcida (v. fig. 1.3 2), que el espermatozoide
afortunado deberá atravesar an tes de alcanzar la auténtica
membrana d el óvulo. Aunque normalmente conservamos
la imagen darwiniana de fecundación, con el espermatozoide m ás agresivo y rápido obteniendo la victoria, el
Canal de transporte o difusión
m
Unión interproteica
3
__ Proteína expuesta en
~..,...,,_......,=...._
la superficie interna
Microfilamento - - -- - -- -
(j)
(J)
Aspecto tras la criofractura
l.O
c-
::J
Q.J
ñJ
(j)
n
QJ
Protelna expuesta en la - - - - ----superficie externa
Protelna receptora _ __ _ ___.Superficie externa
Proteína que atraviesa la - - - - "
membrana
Extremo polar de la molécula de - - - - '
fosfolípido
Extremo no polar de la molécu~
a
de fosfolipido
Aspecto de un corte después
de la Unción
Fig. 1.31 La membrana bilaminar de la célula constituye el patrón original de la imagen de doble saco, que se repite una y otra vez en la
anatomía macroscópica. {Reproducido con autorización de Williams 1995.)
Cigoto
Teca externa
Zona
e interna
pelúcida
)·L
: :\ .
J.....
Fig. 1.32 La zona pelúcida, de consistencia mucosa, rodea al óvulo y permanece, a modo de membrana orgánica, alrededor de la mórula
y el blastocisto hasta que adelgaza y desaparece al final de la primera semana de desarrollo embrionario conforme el blastocisto crece, se
diferencia y se prepara para la implantación.
hecho es que en tre 50 y 1.000 de los espermatozoides más
rápidos se golpean la cabeza in ú tilmente contra la zona
pelúcida, provocando grie tas en la hialuronidasa de sus
cabezas, y m uriendo, hasta que llega algún torpe afortunado y entra en contacto con la membran a celular, prod uciéndose así la verdadera fecundación.
Cuando el óvulo fecundado se divide, es esta zona
pelúcida la que contiene al cigoto (fig. 1.33A). El enorme
tamaño del óvulo original le permite divid irse una y otra
vez en el in terior de Ja zon a pelúcida con cada conjun to
su cesivo de células ocupando aproximadamente el mismo
espacio que la voluminosa célula original. Por tanto, esta
37
m
Líquido
extracelular
3
}
e
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c-
LO
.---r-ir----Masa celular
interna
, -~- Trofoblaslo
::i
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o:i'
A
A
8
(})
n
Q)
Fig. 1.33 Cuando tiene lugar la fecundación del óvulo, su membrana
y la pegajosa zona pelúcida rodean el mismo espacio (A). Tras la
primera división celular, la metamembrana constituida por la zona
pelúcida delimita el espacio ocupado por el organismo bicelular (8) .
La zona continúa siendo el límite del organismo justo hasta la fase
de blastocisto.
8
cáscara de «sustancia fundamental » que rodea al cigoto
constituye la primera 111eta111e111brm1a del organismo. Será el
primero de los productos del tejido conjuntivo que cumpla
esta función; posteriormente se unirán a él los componentes fibrilares de reticulina y colágeno, pero este exudado
es el entorno inicial del organismo y la membrana original
del mismo.
Con la primera división, una pequeña cantidad de citoplasma se escapa de las dos células hijas y forma una fina
película de líquido que se dispone alrededor de las dos
células y entre las células y la zona pelúcida (fig. 1.338).60
Esta es el primer esbozo de la matriz líquida, el líquido
intersticial o linfático que constituirá el principal medio de
intercambio entre la comunidad de células del organismo.
Podemos apreciar que mientras que la célula única se
organiza alrededor de un punto, el organismo bicelular
se organiza alrededor de una linea trazada entre los dos
centros de las células. El cigoto primitivo alternará ambas
organizaciones: alrededor de un punto y alrededor de
una línea. Además, el organismo bicelular se asemeja a
dos globos (dos sistemas presurizados) mantenidos juntos mediante empuje, de forma que lindan mediante un
diafragma de doble capa, otra forma habitual durante la
embriogenia.
Las células continúan dividiéndose y forman una
mórula de 50-60 células (racimo de bayas) dentro de los
límites de la zona (v. fig . 1.32). Tras 5 días, la zona ha adelgazado y desaparecido y la mórula se expande formando
una blástula (fig. 1.34A), una esfera hueca de células (cuya
forma recuerda a la forma esférica original del óvulo).
Durante la segunda semana de desarrollo, la blástula se
invagina y tiene lugar la gastrulación (fig. 1.348). La gastrulación es un proceso fascinante en el que algunas células
situadas en un «rincón» de la esfera emiten seudópodos
para unirse a otras células y, a continuación, recogiendo las
extensiones, crean primero un hoyuelo, después un cráter
y finalmente un túnel que diferencia una capa externa
y una interna de células (fig. 1.34C).81 Esta es la forma de
doble saco básica, un calcetín dado la vuelta a medias o un
cuenco de doble capa. Obsérvese que esta primitiva forma
tunicada crea tres espacios potenciales:
l.
2.
3.
38
el espacio dentro del saco interno;
el espacio entre ambos sacos;
el entorno del saco externo.
e
Mesénquima
primario
Fig. 1.34 El primer movimiento autónomo definitivo del embrión
es la invaginación de la blástula para formar un doble saco, lo
que conecta el epiblasto con el hipoblasto en el espesor de la
membrana bilaminar. Este movimiento forma el primer saco doble.
Si la «boca» de la estructura está abierta, no existe diferencia alguna entre el espacio 1 y el 3, pero si este esfínter
se cierra, tenemos tres áreas diferenciadas separadas por
los dos sacos.
Esta invaginación origina dos sacos dobles, el saco
amniótico y el saco vitelino, con el conocido disco trilaminar de ectodermo, mesodermo y endodermo intercalado
entre ellos (fig. 1.35, obsérvese la similitud con la forma
bicelular de la fig. 1.338). El ectodermo, en contacto con
el saco y el líquido amnióticos, dará origen al sistema nervioso y a la piel (y, por tanto, está relacionado con la «red
neural» descrita previamente). El endodermo, en contacto
con el saco vitelino, dará origen al revestimiento de toda
nuestra tubería circulatoria (es el origen primario de la
red líquida vascular), así como a los órganos del aparato
digestivo y las glándulas. El mesodermo intercalado entre
los dos originará todos los músculos y tejidos conjuntivos
(siendo, por tanto, el precursor de la red fibrosa), así como
la sangre, la linfa, los riñones, gran parte de los órganos
genitales y la corteza d e las glándulas suprarrenales.
La formación de la red fascial
Dejemos por un momento el doble saco para seguir el
desarrollo de la red fibrosa en el embrión: esta primera
especialización celular, que tiene lugar en el embrión
alrededor de la segunda semana de desarrollo, es un
momento muy importante. Hasta este punto, la mayoría
Fibras reticulares
Notocorda
m
Ectodermo
3
e
::J
o..
Mesodermo
extraembrionario
o
(fl
íD
lO
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c-
intraembrionario
::J
QJ
Células progenitoras
mesenquimatosas
Endodermo
Saco vitelino
Q.J
(fl
n
Q.J
Canal y proceso notocordal
{futuro emplazamiento de los cuerpos
vertebrales y los discos intervertebrales)
Fig. 1.35 La gastrulación, un proceso de migración celular. da
lugar al disco embrionario trilaminar (ecto-, meso- y endodermo)
entre los dos sacos, amniótico y vitelino (corte transversal). Como
consecuencia, el doble saco se transforma en un tubo. Obsérvese
la similitud con la forma de la figura 1.338.
de las células son réplicas exactas unas de otras; casi no
se ha producido diferenciación. Por ello, Ja disposición
espacial no es crucial. Durante este período, el viscoso
«pegamento» presente entre las células y en sus conexiones comunicantes intermembranosas ha sido suficiente
para mantener Ja integridad de este minúsculo embrión.
Sin embargo, a medida que avanza la especialización, se
hace imprescindible mantener una disposición espacial
determinada, al tiempo que se permiten los d esplazamientos mientras el embrión aumenta exponencialmente en
tamaño y complejidad.
Una observación más d etenida de esta capa intermedia,
el mesodermo, revela un engrosamiento en la zona media
por debajo de la estría primitiva d enominado notocorda,
que en última instancia da lugar a la columna vertebral cuerpos vertebrales y discos intervertebrales -. Justo a su
lado, en el mesodermo paraxial, existe una sección especial
de mesodermo denominada mesénquima (literalmente, el
tejido del medio).82 Las células mesenquimatosas, células
progenitoras embrionarias de Jos fibroblastos y otras células
del tejido conjuntivo, migran entre las células por todo el
organismo para alojarse en las tres capas (fig. 1.36). Allí secretan reticulina (una forma inmadura de colágeno, de fibras
muy finas) al espacio intersticial.83 Estas fibras de reticulina
se unen entre sí quúnicamente, como si de velero se tratase,
para formar una red que abarca todo el cuerpo (aunque en
este punto el cuerpo sólo cuente con 1 mm de longitud).
Algunas de estas células mesenquimatosas pluripotenciales p ermanecen en los tejidos corpora les a modo
de reserva, preparadas para transformarse en cualquier
tipo de tejido conjuntivo cuya función se solicite más. Si
comemos demasiado, pueden convertirse en adipocitos
para almacenar el exceso; si nos lesionamos, pueden transformarse en fibroblastos y ayudar a la cicatrización de la
herida; si contraemos una infección bacteriana, pueden
transformarse en leucocitos para luchar contra la infección.82 Constituyen un ejemplo perfecto de la magnífica
capacidad de adaptación y d e respuesta de este sistema
de fibras o tejido conjuntivo ante nuestras necesidades en
constante cambio.
Aunque las fibras reticulares fabricadas por estas células
mesenquimatosas se verán reemplazadas gradualmente,
Fig. 1.36 Las células mesenquimatosas procedentes del
mesodermo paraxial se distribuyen por las tres capas del embrión y
forman la red reticular, el precursor y los cimientos de la red fascial,
con objeto de mantener las relaciones espaciales entre las células
sometidas al rápido proceso de diferenciación.
una por una, por fibras colágenas, esto no cambia e l hecho
de que este es el origen de nuestra peculiar red fib rosa y
el motivo de que prefiramos el singular «fascia » sobre el
plural «fascias». Aunque, a efectos de su estudio, podemos
hablar de fascia plantar, ligamento fa lciforme, tendón central del diafragma, fascia lumbosacra o duramadre, cada
una de ellas es una distinción impuesta por el hombre
sobre una red que es en realidad una 1111idnd de los pies a
la cabeza y desde el nacimiento hasta la muerte. Sólo con
un bisturí pueden separarse estas u otras partes individuales del conjunto. Esta red fibrosa pued e desgastarse con la
edad, desgarrarse por una lesión o escind irse con un escalpelo, pero la realidad fundamental es la unidad d e toda la
red d e colágeno. La denominación de las partes ha sido
uno de los pasa tiempos favoritos del ser humano desde
el Génesis; un pasatiempo muy útil, desde luego, siempre
que no perdamos de vista Ja integridad fundamental.
Una vez establecidas las tres capas y Ja red cohesiva de
fascia, el embrión lleva a cabo una magnífica hazaña de
papiroflexia, plegándose sobre sí mismo una y otra vez
hasta dar forma al ser humano a partir de esta sencilla
estructura trilaminar (fig. 1.37A). El mesodermo rodea al
endodermo para alcanzar la parte ventral desde su posición
intermedia y da origen a las costillas, los músculos abdominales y la pelvis, al tiempo que aloja y da soporte al tubo
digestivo endodérmico en su interior (fig. 1.378). También
llega a Ja zona dorsal, donde forma el arco neural de la
columna vertebral y Ja bóveda craneal que rodea y p rotege
al sistema nervioso central (las fascias d e estas cavidades se
describieron brevemente al final del apartado que sobre la
red fibrosa se presentó en este mismo capítulo, fig. 1.37C).
Uno de los últimos retoques de este ejercicio de papiroflexia
es el pliegue que une las dos mitades del paladar. Dado que
se trata de uno de los últimos ladrillos en el muro del desarrollo, Ja ausencia de alguno de los ladrillos inferiores pued e
dar como resultado una fisura palatina, lo que explica por
qué esta es una anomalía congénita tan frecuente (fig. 1.38).84
Justo al lado del mesénquima, cerca del borde del
embrión, se encuentran los tubos del celoma in traembrionario.85 Estos tubos recorren en sentido ascendente ambos
lados del embrión, reuniéndose en la parte anterior de la
cabeza, y darán origen a los sacos fasciales del tórax y e l
abdomen. El extremo superior del celoma se plegará bajo
Ja cara y rodeará al corazón en desarrollo con u n doble
saco, el endocardio y el perica rd io (fig. 1.39), así como la
parte central del diafragma. La región superior de cada
39
rn
Apófisis nolocordal
\~l~ ' ~
3
e
o..
o
Eslria primitiva
l
~
::J
A
Celoma
inlraembrionario
\
~ \I
Ectodermo
Amnios
Mesodermo
Endodermo
Saco vitelino
Cresta neural
ru
~
óJ
(j)
n
Mesodermo
en crecimiento
QJ
Cerebro
(ectodermo)
A
Membrana bucafaringea
B
Estructuras mesodérmicas dorsales
(arco vertebral y músculos espinales)
......,,'-"'-'>..->....-
Tubo neural
(cerebro y médula espinal)
Tubo endodérmico
+--++-l-+-- --(inleslino primitivo)
Pliegue
cefálico
Epidermis en desarrollo (piel)
e
Estructuras mesodérmicas ventrales
(costillas, músculos abdominales y pelvis)
Fig. 1.37 La capa intermedia del disco trilaminar, cuyo corte
transversal vemos aquí (y en las figs. 1.35 y 1.36), crece tan rápido
que sus células rebosan y rodean a las otras dos capas: así, estas
dos capas forman dos tubos (digestivo y neural) que quedan
incluidos en dos cavidades protectoras (las cavidades dorsal y
ventral). Una parte del ectodermo use escapa" para formar la piel y
origina un tubo externo a todos los anteriores.
e
Corazón - --1-- -,:.+1...+;:::;;;1
Pericardio ----11---.+-t:H;<~. \
D
Fig. 1.38 En el complejo ejercicio de papiroflexia del desarrollo
embrionario, la formación de la cara y la región superior del cuello
es especialmente compleja. Uno de los últimos pliegues debe
unir las dos mitades del paladar, lo que hace de esta un área de
frecuentes anomalías congénitas. (Reproducido a partir de Wolpert
L. Oxford University Press; 1991.)
40
Fig. 1.39 Corte sagital del embrión en la cuarta semana. El tubo
de celoma intraembrionario que recorre el embrión se divide en
secciones independientes: una de ellas dispone un .. doble saco"
alrededor del corazón a medida que se pliega sobre el tórax
desde el tabique transverso y upor encima.. de la cabeza. Desde
los laterales tiene lugar un proceso similar con los pulmones en el
tórax y el intestino en la cavidad abdominal y pélvica. (Adaptado de
Moore y Persaud 1999.)
rn
3
e
Pulmón
~
-
::J
o_
o
Pleura
visceral
--
(/)
ro
lO
e-
::J
Pleura
parietal
~
Q)
6)'
(/)
Í)
cu
Fig. 1.40 Aunque presentan diferencias morfológicas cuando alcanzan los estadios maduros, la estructura básica del globo empujado por
el tejido del órgano para formar un doble saco se encuentra en casi todos los sistemas orgánicos; en este caso, en la pleura de doble hoja
que rodea los pulmones.
Epimislo y fascia
profunda de
revestimiento
Fig. 1.41 Imaginemos. independientemente de su corrección en términos embriológicos, que los huesos y los músculos comparten ese
mismo modelo de doble saco.
lado se p legará para envolver los pulmones con otro doble
saco, las pleuras visceral y parietal (fig. 1.40). Las regiones
superior e inferior se verán separadas por la invasión de
las dos cúpulas del diafragma. La región inferior externa
de cada tubo se plegará para formar el dob le saco d el peritoneo y el mesenterio.
La estructura de d oble o trip le saco que rodea al cerebro y a la médula espinal es más compleja; se desarrolla
a partir de la cresta neural, el área donde el mesodermo
«pellizca» al ectodermo (con la piel en el exterior y el sistema nervioso central en el interior), de forma que las
meninges (la duramadre y la piamadre) se forman por la
combinación de estas dos capas germinativas.86
Aplicación del doble saco a los músculos
Hemos echado un rápido vistazo a la fascinante área de la
morfogenia, pero debemos volver al tema que nos ocupa,
los meridianos miofasciales del aparato locomotor.
Con ese «desmesurado. aprecio» por el doble saco, ¿no
deberíamos buscar algo parecido en el aparato locomotor?
Sí, y de hecho puede considerarse que el saco fibroso que
rodea músculos y huesos sigue en gran medida el patrón
que hemos descrito para el saco fascial que rodea a los
órgan os (fi g . 1.41). El saco interno envuelve a los huesos y
el saco externo envuelve a los músculos.
Para visualizar esta idea de forma sencilla, imagin e que
tenemos una bolsa de plástico corriente sobre la mesa con
su extremo abierto hacia nosotros (fig. 1.42). Ahora coloque algunas bobinas de hilo en el med io d e la bolsa, formando una fila. Meta las manos en la bolsa, a los lados de
las bobinas, y junte las manos por encima de ellas. Ahora
tenemos:
1.
2.
3.
4.
bobinas
una hoja interna de plástico
manos y
una hoja externa de plástico.
Sustituya las «bobinas» por «huesos», las «manos» por
«músculos» y el «plástico» por «fascia» y ya lo tenemos.
El aparato locomotor humano se construye, como
casi todas las estructuras fasciales del cuerpo humano,
siguiendo el modelo de doble saco; aunque esto es meramente especulativo (fig . 1.43). El saco interno contiene tejidos muy compactos (hueso y cartílago) que se alternan con
tejido prácticamente líquido (líquido sinovial); las bobinas y los espacios entre ellas en nuestro modelo práctico.
Cuando el saco fibroso interno que reviste estos materiales es un .fi/111 transparente adherido a los h uesos se denomina periostio, y cuando es un manguito ligamentoso que
rodea las articulaciones, cápsula artiwlar. Estas estructuras
41
A
Fig. 1.42 Lleve a cabo esta sencilla
prueba con una b olsa de p lástico y algunas
bobinas de hilo o cualquier otro objeto
cilíndrico para observar cómo interaccionan
los huesos y el tejido muscular en un
ndoble saco» continuo de planos fasciales.
8
Intestino
Humero
Peroné
'>' ...,....- -- - - Epimisio
Pleura parietal
(((Jfü~~g~11M------Tibia
.________,.,___ __ _ Periostio
'----?"?.<--- Membrana interósea
':::::---::::::;;."'
de tejido conjuntivo se continúan unas a otras y siempre
han estado unidas en la red fascial, pero, una vez separadas para su estudio, tendemos a mantener esta concepción
individualizada d e ellas. Esta concepción se ve firmemente
reforzada e n todos los estudiantes por las representaciones
anatómicas habituales, en las que todos los demás tejidos
que rodean a un ligamento se apartan meticulosamente
para exponer el ligamento, como si este fuera una estructura indep endiente en lugar de un simple engrosamiento
42
Fig. 1.43 La exploración de la fascia del
brazo y de la pierna despierta un «eco ..
sospechosamente similar al patrón de la
disposición de o tras fascias viscerales de «doble
saco...
dentro de este saco inte rno continuo de la red (fig. 1.44).
Considerados en conjunto, los ligamentos y los periostios
no constituyen estructuras independien tes, sino un saco
interno continuo que rodea los tejidos óseos y articulares.
Incluso los ligamentos cruzados de Ja rodilla, a menudo
presentados como estructuras independientes, forman
parte de este saco interno continuo.
El contenido del saco externo, ocupado en nuestro ejemplo por las manos, es una gelatina fib rosa químicamente
((Saco óseon
((Saco mioíascial»
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Surco para el
tendón del músculo
tibial posterior
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Maléolo
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posterior
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Tibiocalcáneo
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posterior del
astrágalo
Surco para el
tendón del
músculo flexor
largo del dedo gordo
Fig. 1.44 Los ligamentos que podemos observar separados
y detallados en los libros de anatomía son en realidad
engrosamientos del continuo que envuelve el "saco óseo" del
aparato locomotor de doble saco. (Reproducido con autorización
de Williams 1995.)
sensible que llamam os músculo; este es capaz d e cambiar
de estado (y de longitud) m uy rápidamente en respuesta
a los estímulos d el s istema nervioso. El s aco p ropiamente
dicho recibe el nombre d e fasci a de revestimiento p rofund a, tabiques intermusculares (la doble p ared que qu ed a
entre nuestras ma n os a l final) y miofascia. Según esta concep ción, los músculos individuales son s imples bolsillos
del saco externo, que s e fija al saco interno en determinados puntos que deno minamos «insercio nes musculares» o
simple me nte «inserciones » {fig. 1.45). Las líneas d e te nsión
ge neradas p or el crecimiento y el movimiento de estos
sacos marcan un «hilo» o d irección - urdimbre y trama - ,
tanto en el m ú sculo com o en la fascia.
En este pun to, d ebem os recordar una vez más q u e el
músculo nunca se inserta en el h ueso. Las células musculares están a trapadas en la red fascial com o p eces en una
red. Su movimien to impulsa la fascia, Ja fasc ia se inserta
en el periostio y el periostio tira del hueso.
En realidad , únicamente existe un músculo; sólo que está
repartido en 600 o más bolsillos fasciales. Ten emos que identificar los bolsillos y conocer la orien tación y los engrosamientos de Ja fascia que rodea al músculo; en otras p alabras, sigue
siendo necesario conocer los músculos y sus inserciones. No
obstante, con demasiada facilidad nos sentimos tentados por
la convenien te representación a uto mática de un m úsculo que
«comienza» aquí y «acaba» allí, y cuya función, p or tanto,
debe ser aproximar estos dos p untos, como si el m úsculo trabajara realmente en el vacío. Util, sí; de finitivo, no.
Los m úsculos se estuqian casi siempre como un idades
motoras aisladas, como en la figura 1.46. Este tipo de estudio
ignora los efectos longitudin ales e n e l saco externo, que son
la preocup ación principal de este libro, así como los efectos
la titudinales o regionales qu e se están describiendo en la
actualidad g racias a la investigación.67 En la ac tualidad es tá
claro que la fascia dis tribuye la tensión en sentido lateral
h acia las estructuras m iofasciales vecinas; p or tan to, Ja tracción ejercida s ob re un tendón en un extrem o d el músculo
n o tiene, necesariamente, que ser soportada e n s u totalidad
Fig. 1.45 Esta imagen, dibujo de una rotografía de cuerpos
sometidos a plastinación en el proyecto Body Worlds del Dr. Gunter
van Hagens. muestra, con mayor claridad que cualquier otra, la
naturaleza conexa de la miofascia y la falacia, o como mínimo
limitación, de la imagen de "un músculo individual conectando dos
huesos" que todos hemos estudiado. Si asociamos esta imagen con
este capitulo, el "saco interno" seria el le cho ligamentoso que rodea
al esqueleto de la izquierda, y el «saco externo.. rodearía y revestiría
la ligura de la derecha. Para preparar este ejemplar, el Dr. Van
Hagens extrajo la totalidad de la bolsa miofascial en grandes piezas
para ensamblarlas posteriormente en una única pieza. El efecto
final es bastante conmovedor; el esqueleto extiende la mano para
tocar el hombro del "hombre muscular.. , como diciendo: "No me
dejes, sin ti no puedo moverme". (La preparación anatómica original
sometida a plastinación forma parte de la colección y exposición
artístico-científica denominada Body Worlds [Los mundos del
cuerpo]). El autor recomienda vivamente esta exposición por ser una
auténtica maravilla, así como por el potencial de sus muchas ideas.
Podrá hacerse una idea visitando su página web (www.bodyvvorlds.
com) y comprando el catálogo o el vídeo. Los trayectos de las
vías anatómicas son algunas de las líneas de tensión continuas
habituales en este "saco muscular", y las "paradas" corresponden
a los lugares donde el saco externo se fija al saco interno de la
articulación y del periostio que rodea a los huesos.
p or Ja inserción s ituad a e n el otro extremo (v. fig. 1.7).
Nuestro empeño p or aislar los m úsculos h a impedido q ue
viéramos este fen ómen o; contemplánd olo con p erspectiva,
n os damos cuen ta de que ta l diseño n o sería eficaz para un
siste ma suje to a tensiones cambia n tes . Del mis m o m odo,
al centrarnos en los m úsculos individuales, he mos descuidado la observación de los efectos sin érgicos a lo largo d e
es tos cabrestantes y m erid ianos fasciales .
43
El aparato locomotor como
una estructura tensegrítica
Fig. 1.46 Compare la realidad de la continuidad miofascial
recogida en las figuras 1.45 y 1.49A con el músculo aislado
representado aquí. No importa lo mucho que podamos aprender
de esta excelente y única representación del peculiar aductor
mayor, la práctica habitual de aislar los músculos en las disecciones
lleva a una visión .. fragmentada" que nos aleja de la integración
sintética que caracteriza el movimiento animal. (Reproducido con
autorización de Grundy 1982.)
Si aplicamos el concepto de las vías anatómicas e n este
contexto, los meridianos miofasciales pueden entonces
identificarse con las largas líneas de tensión que recorren
el saco externo (la vaina miofascial) y que, por una parte,
forman, deforman, reforman, estabilizan y, por otra, mueven las articulaciones y el esqueleto (el saco interno).
Llamaremos a las líneas de miofascia continua del saco
externo «vías», y a los emplazamientos donde el saco
externo se fija al saco interno «paradas» (no «final de vía»,
sino simples paradas a lo largo del camino). Algunos de los
tabiques intermusculares - los que se extienden desde la
superficie hasta el plano profundo, como las paredes de los
gajos del pomelo - funden los sacos externo e interno en el
globo fascial único que es en realidad nuestro cuerpo (compare la fig. 1.25 con la fig. 1.43 y la fig . 1.41 con la fig. 1.42,
y observe el resultado final en la fig. 1.1C).
Este libro define el trazado de las lineas de tensión del
saco externo y abre la discusión sobre cómo trabajar con
e llas. El trabajo sobre el saco interno (la manipulación de
los tejidos periarticulares llevada a cabo por quiroprácticos, osteópatas 'y otros), así como sobre los dobles sacos
internos de las meninges y del peritoneo y la p leura derivados del celoma, aunque muy útiles, no entran en el
ámbito de este libro. Dada la naturaleza unificada de la red
fascial, podemos asumir que trabajar sobre un área determinada de la red podría propagar ondas de información
o líneas de tensión que afectarían a una o más del resto de
las áreas.
44
Resumien do los argumentos expuestos hasta el momento,
hemos presentado el sistema fibroso como una red fisiológica reactiva que abarca Ja totalidad del cuerpo y que
es equ iparable, en términos de importancia y alcance, a
los sistemas nervioso y circulatorio. Los meridianos miofasciales son patrones útiles que pueden distinguirse en la
porción locomotora de ese sistema.
En segundo lugar, hemos señalado Ja frecuente aparición del doble saco (una esfera vuelta sobre sí misma) en
las fascias corporales. Los meridianos · miofasciales describen pa trones de la «tela» del saco miofascial externo,
con ectado con el saco interno osteoarticular y, por tan to,
con cap acidad para moverse.
Con objeto de completar nuestra particular imagen del
sistema fascia l e n acción y su relación con las vías anatómicas, le pedimos al lector un poco de paciencia mientras
coloca mos la última p ieza del puzle: la visión de la arquitectura del cuerpo humano a la luz de Ja geometría y la
«tensegridad».
Comenzando por la «geometría», citaremos al biólogo
celular Donald Ingber citando a todos los demás: «Como
sugería a principios del siglo xx el zoólogo escocés D' Arcy
W. Thompson, quien citaba a Galileo, que a su vez citaba
a Platón: es muy posible que el libro de Ja naturaleza esté
escrito en símbolos geométricos».88
Aunque h emos aplicado con gran éxito la geometría a
las galaxias y los átomos, Ja ap licación de esta ma teria a
nosotros mismos ha estado limitada, en general, a palancas, án gulos y p lanos inclinados, basándose en la teoría
del «músculo aislado» que esbozamos en nuestra introdu cción. Aun que hemos aprendido m ucho de la mecánica
de fuerzas newtoniana sobre la que se asienta la cinesiología actual, esta línea de investigación aún no ha generado
modelos convincentes que expliquen movimientos tan
básicos como andar.
Sin embargo, una nueva visión de Ja mecánica de la biología celular está a punto de ampliar el actual pensamiento
cinesiológico, así como de otorgar una nueva relevancia a
la búsqueda de Ja geometría divina y Ja proporción ideal
del cuerpo humano emprendida por los artistas renacentistas y clásicos. Aunque aún en pañales, Ja investigación
más reciente resumida en este apartado promete una
nueva y productiva forma de aplicar esta ciencia clásica,
la geometría, al servicio de Ja curación moderna; en otras
palabras, el desarrollo de u na nu eva medicina espacial (fig.
1.47A y B).
En este apartado, estudiamos b revemente esta manera
d e plantear la estructura corporal en dos niveles: primero,
a nivel m acroscópico, la arquitectura corporal como un
todo, y a continuación, a nivel microscópico, la conexión
entre la estructura celula r y la matriz extracelular. Al igual
que ocurre con los bloques de construcción hidrófilos e
hidrófobos del tejido conjuntivo, estos dos niveles forman parte en realidad de un único conjunto; no obstante,
para esta exposición, resulta útil distinguir entre macro y
micro.89 Ambos niveles tienen implicaciones en el amplio
abanico de intervenciones manua les y cinéticas.
El diseñador R. Buckminster Fuller acuñó el término
«tensegridad» a partir de la expresión «integridad tensional» durante su trabajo sobre las estructuras originales
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todas las estructuras mantienen la cohesión por un equilibrio entre tensión y compresión, las estructuras tensegríticas, segün Fuller, se caracterizan por 1111a te11sió11 co11ti1111a
alrededor de 1111a co111presió11 localizada. ¿Le resulta familiar?
«Una impresionante variedad de sistemas n aturales,
incluyendo los átomos de carbono, las moléculas de agua,
las proteínas, los virus, las células, los tejidos e incluso
los humanos y otras criaturas vivas están construidas
basándose en [...] la tensegridad».91 Todas las estructuras son
el resultado de acuerdos entre la estabilidad y la movilidad,
con las cajas d e ahorros y las fortificaciones en el extremo
de la estabilidad, mientras que las cometas y los p ulpos
ocupan el ex tremo de la movilidad. Las estructuras biológicas se encuentran en el medio de este espectro, sujetas a
necesidades de rigidez y movi lidad tremendamente variables, que pueden cambiar de un segundo a otro (fig. 1.49).
La eficiencia, la capacidad de adaptación, la facilidad para
el montaje estructurado y la auténtica belleza de las estructuras tensegríticas las hacen recomendables para cualquiera
que busque construir un sistema biológico.
Explicar el movimiento, la interconexión, la capacidad de respuesta y los patrones de tensión del cuerpo si n
emplear la tensegridad es simplemente incompleto y, por
tanto, frustrante. Con la inclusión de la tensegridad en
nuestro planteamiento y nuestros modelos, su convincente
lógica arquitectónica nos obliga a volver a examina r todo
nuestro enfoque sobre cómo los cuerpos inicia n el movimiento, se d esarrollan, crecen, se d esplazan, se estabilizan,
responden al estrés y reparan los daños.
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Macrotensegridad: cómo maneja
el cuerpo el equilibrio entre tensión
y compresión
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Fig. 1.47 Los artistas clásicos y renacentistas buscaban el ideal
geométrico de la morfología humana (A); el equivalente moderno
surge a raíz de la consideración de las necesidades espaciales
de las células individuales (B). que podrían determinar el «ideal ..
geométrico de cada cuerpo. (A: de dominio público; B: fotografía
por cortesía de Donald lngber.)
con cebidas por el artista Kenne th Snelson (fig. 1.48A y B).
Hace referencia a las estructuras que mantienen su integridad gracias a un equilibro de fuerzas de tensión continuas por toda la estructura que se oponen a fuerzas de
compresión continuas, como un muro de piedra. «La tensegridad describe un principio de relación estructural en
el que la forma de Ja estructura está garantizada por el
comportamiento continuo, global y finitamente cerrado
de los elementos traccionados del sistema y n o por e l comportamiento discontinuo y localizado de sus elementos
comprimidos».90
Tenga en cuenta que las telarañas, los trampolines y las
grúas, aunque asombrosos, se anclan en el exterior y, por
tanto, no son «finitamente cerrados». Cualquier estructura
animal móvil, incluyendo la nuestra, debe ser «finitamente
cerrada», es decir, independiente, y capaz d e mantener la
cohesión, ya se encuentre de pie, cabeza abajo o haciendo
el salto del ángel. Además, aunqu e en ú ltim a instancia
Sólo existen d os vías para sujetar algo en este universo
Hsico: la tensión o la compresión, es decir, agarrándolo
o manteniéndolo en suspensión. Ningun a estructu ra se
basa únicamente en una de las dos; todas las estructuras
mezclan y combinan estas dos fuerzas de diferentes formas en distintos momentos. La tensión y la compresión
se hallan siempre a 90º: tense una cuerda y su diámetro se
verá sometido a compresión; coloque una carga sobre una
columna y su diámetro intentará expandirse por la tensión.
La combinación de estas d os fuerzas centrípetas y centrífugas básicas crea los p atrones más complejos de torsión,
cizallamiento y flexión. Un muro de ladrillo o una tabla en
el suelo con stituyen el ejemplo de las estructuras que tienden hacia la compresión (fi g. 1.50A); sólo si se apoya sobre
el lateral del muro se evidenciarán las fuerzas de tensión
subyacentes. La tensión puede apreciarse en una lámpara
colgan te, una rueda de bicicleta o en la órbi ta lunar en
suspensión (fig. 1.508). El componente de compresión, a
90º, de ese hilo tensional invisible en tre la tierra y Ja luna,
generado por la gravedad , únicamente p uede observarse
en las mareas terrestres.
Nuestro caso es a la vez un poco más sencillo y un poco
más complicado: nuestras miofascias constituyen una red
continu a de tensión, restrictiva pero aj ustable, alrededor de
cada hueso y cada carh1ago, así como Jos globos de líquido
incompresible que rodean a órganos y m úsculos, los cuales
ejercen un empuje centrífugo sobre esta membrana tensil
restrictiva. En última instancia, puede considerarse que los
tejidos más duros y los sacos presurizados «flotan» en esta
red tensional, lo que nos cond uce a la estrategia de aj ustar
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Fig. 1.48 (AJ Estructuras tenseg ríticas más complejas, como este mástil, recuerdan a la columna vertebral o la caja torácica. (BJ El
diseñador R. Buckminster Fuller con un modelo geométrico. (Reproducido con autorización del Buckminster Fuller lnstitute.)
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8
Fig. 1.49 (AJ Representación tensegrítica de un conejo elaborada trazando líneas rectas desde los orígenes de los músculos del conejo
hasta sus inserciones. (Reproducid o con autorización de Young 1gs1.) (Compárese con la fig. in 4 .) (BJ Intento d e someter un humano a
"ingeniería inversa" de acuerdo con la tensegridad, una línea d e investigación fascinante seguida por el inventor Tom Flemons
(© 2008 T. E. Flemons, www.intensiondesigns.com .)
46
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Fig. 1.50 En nuestro universo, existen
dos vías para sujetar objetos: la tensión
o la compresión, agarrándolos o
manteniéndolos suspendidos. Los muros
sostienen un ladrillo encima de otro para
crear una estructura de compresión
continua. Una grúa mantiene suspendidos
los objetos mediante la tensión del cable.
Obsérvese que la tensión y la compresión
son siempre perpendiculares entre sí: el
muro se tensiona horizontalmente, ya que
la presión se ejerce verticalmente, mientras
que el cable se comprime horizontalmente,
ya que la tens ión tracciona en la vertical.
A
A
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el componente de tensión para m odificar cualquier desalineación de los huesos (fig. 1.51).
Las estructuras tensegríticas
son de máxima eficacia
El muro de ladrillo de la figura 1.50 (como casi cualquier
edificio de la ciudad) es un buen ejemplo del tipo habitual
de estructuras basadas en Ja compresión continua. El ladrillo de la fila s uperior se apoya en el de la segunda fila; el
primero y el segundo se apoyan en el de la tercera; los tres
superiores, en el de Ja cuarta, etc., y así has ta el ladrillo de
la base, que debe soportar el peso de todos los ladrillos
superiores y transmitir ese peso al suelo. Un edilicio alto,
al igual que el m uro anterior, también p uede estar sometido a fuerzas de tensión (com o cuando el v iento sopla a
ambos lados), por lo que los «ladrillos», fundame ntalmente
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Fig. 1.51 (A) En la clase de estructuras
conocidas como «tensegríticas .. , los
componentes comprimidos (espigas}
..flotan» sin tocarse en un umaru continuo
de componentes traccionados equilibrados
(elásticos}. Cuando estas se deforman tras
unirse a un medio externo o por la acción
de fuerzas externas, la fuerza ejercida se
distribuye por toda la estructura, no se
localiza en el área deformada. (8) Esa
fuerza puede transmitirse a estructuras
pertenecientes a un nivel más alto o más
bajo en la jerarquía de la tensegridad.
(C) Aquí vemos un modelo dentro de otro
modelo que pretende representar el núcleo
celular dentro de la estructura de la célula,
y podemos ver cómo ambos pueden
deformarse o recuperar su forma al aplicar
o retirar fuerzas desde el exterior de la
"célula". (Imagen por cortesía de Donald
lngber.}
resistentes a la compresión, se refuerzan con v igas de
acero resistentes a la tensión. Sin embargo, estas fue rzas
son mínimas comparadas con las fuerzas de compresión
que impone la gravedad en el pesado edificio. Y aun así,
los edificios rara vez se miden en términos de eficacia de
diseño, como e l rendimiento p or kilo. ¿Quién de nosotros
sabe cuánto pesa su casa?
Por otro lado, las estructuras biológicas han estado
sujetas a los rígidos parámetros de diseño de la selección
natural. Esa exigencia de eficacia energética y material ha
conducido al empleo generalizado de los principios de
tensegridad:
Todn In 111nterin está sometida n /ns 111is111ns li111itncio11es
espncinles, i11depe11die11te111e11te de su esenia o posición.[.. .]
Es posible q11e /ns estruct11ms te11segríticns co111pletn111e11te
trim1g11lndns Jinyn11 sido seleccio11ndns n través de In evo/11ció11
por In eftcncin de su estr11ct11rn (1111n ele-vndn f11erzn 111ecá11icn
con el 111nterinl 111í11i1110). 91
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Fig. 1.52 Un complejo modelo muestra cómo, por ejemplo, la
pelvis puede reconstruirse con pequeñas unidades tensegríticas
pretensadas. (Imagen y concepto por cortesía de Tom Flemons,
www.íntensiondesigns.com .)
En condiciones normales, las fuerzas de tracción se
transmiten por la distancia más corta entre dos puntos; por este motivo, los componentes elásticos de las
estructuras tensegríticas se colocan de forma precisa
para soportar mejor la tensión aplicada. Esta es la razón
de que las estructuras tensegríticas ofrezcan el máximo
grado de fuerza para una determinada cantidad de
material.90 Además, los propios componentes de las estructuras tensegríticas, tanto los comprimidos como los traccionados, pueden estar construidos de forma tensegrítica,
aumentando así la eficacia y el rendimiento por kilo
(fig. 1.52}. Estas jerarquías inclusivas pueden verse en todas
las estructuras de nuestro universo, desde las más pequeñas hasta las más grandes.92•93
Ahora, lo que mantenemos y hemos estado enseñando
es que el esqueleto es una estructura sometida a compres ión continua, como el muro de ladrillo: que el peso de la
cabeza reposa sobre la C-VII, la cabeza y el tórax reposan
sobre la L-V, y así sucesivamente hasta los pies, que deben
soportar el peso de todo el cuerpo y transmitir ese peso a
la tierra (fig. 1.53) . Este concepto puede comprobarse en
el esqueleto de plástico, aunque este debe estar reforzado
con material rígido y colgado de un soporte acompañante.
Según el concepto clásico, los músculos (léase: miofascia)
cuelgan del esqueleto, de estructura estable, y lo mueven
de aquí p ara allá, de la misma manera que los cables mueven una grúa (fig. 1.54; compárese con la fig. 1.506 ). Este
modelo mecánico encaja en la imagen tradicional de la
acción de los músculos individuales sobre los huesos: el
músculo aproxima las dos inserciones entre sí y, de esta
forma, influye en la superestructura del esqueleto, regido
este por la física.
En este modelo mecánico tradicional, las fuerzas
son localizadas. Si un árbol cae sobre una esquina de un
clásico edificio "rectangular, esa esquina se derrumbará, es
posible que sin dañar el res to de la estructura. La terapia
manipulativa más moderna parte de esta idea: si una parte
está lesionada, se debe a que los tejidos locales se h an visto
superados por las fuerzas localizadas y serán necesarias
una liberación y una reparación a nivel local.
48
Fig. 1.53 Dada la s implicidad de las estructuras de compresión
continua y su fácil construcción, y teniendo en cuenta la
cantidad de ellas que construimos para vivir y trabajar, no resulta
sorprendente que los principios de tensegridad permanecieran en
la sombra durante tanto tiempo. Esta imagen muestra un modelo
clásico de compresión continua del cuerpo - la cabeza reposa
sobre la C-Vll, la región superior del cuerpo reposa sobre la L-V y la
totalidad del cuerpo descansa, como una pila de ladrillos, sobre los
pies - (Reproducido a partir de Cailliet R. FA Davis; 1997 .)
Fig. 1.54 Puede considerarse que el músculo erector de la columna
trabaja como una grúa, manteniendo la cabeza en el aire y creando
las curvaturas primarias y secundarias de la columna mediante
tracción. La biomecánica real parece más s inérgica y menos aislada:
exige, por tanto, un modelo más complejo que el análisis tradic ional
cinesiológico. (Reproducido con autorización de Grundy 1982.)
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Construcción de un modelo
tensegrítico
Multitud de estructuras cotidianas siguen los principios de tensegridad: una cuerda para tender, un globo, el aeropuerto de
Denver o un juego uSkwish!u (inventado por el diseñador de
modelos tensegríticos citado en este libro, Tom Flemons, www.
intensiondesigns.com). No obstante, usted mismo puede construir, de forma muy sencilla, un modelo más upélvicou, un icosaedro tensegrítico que será de gran utilidad para mostrar a los
pacientes cómo funciona el cuerpo (fig. 1.55).
Necesitará seis espigas Idénticas, preferentemente no
superiores a 30 cm de longitud, 12 chinchetas o tachuelas y
24 gomas elásticas del mismo tamaño. Inserte una chincheta
en los extremos de todas las espigas, sin clavarlas del todo,
de forma que puedan deslizarse cuatro gomas elásticas bajo la
cabeza de cada chincheta.
Puede que en este proyecto necesite ayuda para sujetar las
espigas, especialmente en su primer intento, y principalmente
en las fases finales de la construcción.
Coja dos espigas y sosténgalas en vertical y paralelas la
una a la otra; coloque a continuación otra espiga entre ellas
en sentido horizontal y en la parte superior, formando una letra
"T". Conecte las gomas elásticas de cada uno de los extremos
superiores de las espigas verticales a cada uno de los extremos
de la espiga horizontal - cuatro gomas en total -. Gire las espigas verticales 180º, de forma que la espiga horizontal quede
sobre la mesa, y repita la operación en el otro extremo: cuatro
gomas elásticas desde estos extremos de las verticales hasta
ambos extremos de una nueva espiga horizontal. Ahora tendrá
una letra .. 1.. mayúscula (fig. 1.56A).
A continuación, gire la estructura 90°, de forma que las dos
espigas horizontales queden ahora verticales, convirtiéndola
en una uHu con un doble travesaño. Coloque la quinta espiga
en sentido horizontal entre las dos verticales, formando un
ángulo de 90º con las otras parejas, apuntando hacia usted, y
de nuevo conecte las dos verticales a los dos extremos de la
nueva espiga horizontal. Aquí es donde se vuelve dificil continuar con sólo dos manos, porque, mientras intenta colocar
estas gomas, los extremos inferiores de las espigas verticales
tienden a ensancharse formando una letra "A", y en los primeros intentos la estructura puede desmoronarse. ¡No desespere!
Dele la vuelta a la estructura y repita la misma operación con la
sexta y última espiga (fig. 1.568).
Para finalizar la estructura, añada las gomas elásticas restantes siguiendo el mismo patrón, es decir, conectando cada
Fig. 1.55 Un simple tetraedro
tensegrítico no resulta tan
sencillo cuando se intenta
construir uno. (Reproducido
con autorización de Oschman
2000.)
extremo de una espiga a los cuatro extremos adyacentes,
excepto, obviamente, a los extremos de la espiga «hermana" o
paralela. Al final, la estructura debe mantenerse sola, equilibrada
y simétrica, con tres pares de espigas paralelas. Cada extremo
de una espiga dispondrá de cuatro gomas elásticas conectadas
con todos los extremos cercanos, excepto con el de su espiga
paralela. Es posible que tenga que dar unas vueltas alrededor
de las chinchetas a algunas de las gomas elásticas para igualar
la tensión y, por tanto, la posición de las espigas.
La resistencia de la estructura dependerá de la longitud
relativa de las espigas y las gomas elásticas. Si las gomas son
demasiado largas, la estructura tendrá «ligamentos laxos" y
puede ceder bajo su propio peso. Si las gomas están demasiado tensas, la estructura rebotará bien, pero no demostrará
un alto grado de respuesta en los siguientes experimentos, así
que añada gomas elásticas o gire de nuevo las gomas alrededor de las chinchetas hasta que consigna el término medio en
el que estos movimientos sean apropiados.
Empuje una espiga intentando desplazarla y compruebe que
toda la estructura responde a la deformación. Intente tensar
una goma elástica, y verá cómo esta tensión puede producir
un cambio en la forma de los "huesos" que se encuentran a
cierta distancia de donde está aplicando la fuerza. Empuje a la
vez dos espigas paralelas y vea cómo, en contra de todo pronóstico, toda la estructura se comprime. Intente separar, suavemente, dos espigas paralelas y vea cómo la estructura se
expande en todas direcciones.
Empuje en cualquier punto y verá cómo la estructura se
modifica para adaptarse a la tensión. ¿Dónde se romperá? En
el punto más débil, ya que no importa dónde se aplique la tensión, porque se transmite a la totalidad de la estructura. Todas
estas características son propiedades que su pequeña estructura tensegrítica comparte con el cuerpo humano.
Obsérvese cómo las gomas elásticas forman una red externa
continua - puede viajar a cualquier lugar de la estructura sobre
las gomas elásticas -, pero las espigas están aisladas. Tensión
continua, compresión discontinua. En este modelo, las vías
anatómicas son las vías que se utilizan habitualmente para distribuir la tensión mediante los grupos de gomas elásticas que
discurren más o menos en línea recta.
Siempre que les es posible, los cuerpos son distribuidores
de tensión, no concentradores de la misma. Por ejemplo, un
latigazo es un problema localizado en el cuello sólo durante
unas pocas semanas; después se distribuirá a toda la columna.
Por el fenómeno de la tensegridad, en unos cuantos meses se
convertirá en un patrón que afecta a «todo el cuerpo" y no sólo
en una lesión localizada.
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Fig. 1.56 Monte el modelo siguiendo estos pasos; le resultará
más fácil. Al final, cada extremo de una espiga estará conectado
a los otros cuatro extremos de las espigas más cercanas, con la
excepción de su paralela.
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Las estructuras tensegríticas
son distribuidores de tensión
Un modelo tensegrítico del cuerpo humano dibuja una
imagen completamente diferente: las fuerzas se distribuyen, en lugar de localizarse (v. fig . 1.51). Una verdadera
estructura tensegrítica es difícil de describir - aunque ofrecemos aquí diversas imágenes, la construcción y el manejo
de una de estas estructuras transmite inmediatamente una
idea de sus propiedades y de sus diferencias con las estructuras tradicionales (v. pág. 49) -, pero los principios son
muy sencillos. Una estructura tensegrítica, como cualquier
otra, combina componentes de tensión y compresión, pero
aquí los componentes comprimidos son islas flotando en
un mar de tensión continua. Los componentes comprimidos empujan hacia fuera contra los componentes traccionados que tiran hacia adentro. Siempre que los dos grupos
de fuerzas estén equilibrados, la estructura será estable.
Por supuesto, en un cuerpo, estos componentes tensiles se
manifiestan con frecuencia como membranas fasciales, no
sólo como cuerdas tendinosas o ligamentosas (fig. 1.57).
Sin embargo, por regla general, la estabilidad de una
estructura tensegrítica presenta menor rigidez, pero más
resiliencia, que la estructura de compresión continua. Cargue
una «esquina» de una estructura tensegrítica y toda la estructura - cuerdas y espigas - cederá un poco para adaptarse
(fig. 1.58). Cárguela demasiado y la estructura se acabará
rompiendo - pero no necesariamente en un punto cercano al
lugar donde se aplicó la carga -. Dado que la estructura distribuye la tensión por toda ella a lo largo de las líneas de tensión, la estructura tensegrítica puede «ceder» en algún punto
débil que se encuentre a cierta distancia del área donde se ha
aplicado la fuerza, o simplemente romperse o desmoronarse.
De una forma similar, puede producirse una lesión corporal en un punto determinado como consecuencia de tensiones, a menudo mantenidas, en otras partes del cuerpo.
La lesión ocurre en ese punto debido a una debilidad inherente o a una lesión previa, no exclusivamente ni siempre
por una tensión local. Descubrir estas vías y aliviar la tensión crónica a cierta distancia de la zona dolorida se convierte así en una práctica habitual para el restablecimiento
del orden y el movimiento sistémico, así como para la prevención de futuras sesiones.
Fig. 1.57 Aunque en la mayoría de las esculturas tensegriticas los
componentes traccíonados son similares a cables, en este modelo,
así como en el cuerpo, los componentes traccionados son más
membranosos, como la pared de un globo. (Fotografía y concepto
por cortesía de Tom Flemons, www.intensiondesigns.com.)
De esta forma, podemos considerar los huesos como los
componentes comprimidos primarios (aunque los huesos
también pueden transmi tir tensión) y la miofascia como
los componentes traccionados circundantes (aunque las
grandes esferas, como la cavidad abdominopélvica, y las
pequeñas, como las células y las vacuolas [v. ú ltimo apartado de este capítulo], también pueden transmitir compresión). El esqueleto es una estructura de compresión
continua sólo en apariencia: elimine las partes blandas y
observará cómo los huesos se estampan contra el suelo, ya
que no están unidos entre sí, sin o apoyados en superficies
cartilaginosas deslizantes. Es evidente que el equilibrio de
las partes blandas es el componente clave que mantiene
nuestro esqueleto erguido - especialmente en aquellos de
nosotros que caminan precariamente sobre dos pequeñas
bases de apoyo con su centro de gravedad localizado muy
por encima de estas bases-.
Fig. 1.58 Columna vertebral diseñada con vértebras de madera
cuyas apófisis están sostenidas por "ligamentos" elásticos, de tal
forma que los segmentos de madera comprimidos no se tocan.
Este tipo de estructura responde a los cambios de tensión, aunque
sean pequeños, con una deformación de toda la estructura lograda
a través de las gomas. Es discutible que este sencillo modelo
reproduzca en realidad el mecanismo de la columna, pero ¿puede
decirse que la columna actúa de forma tensegritica? (Fotografía y
concepto por cortesía de Tom Flemons, www.intensiondesigns.com .)
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Fig. 1.59 Representación tensegritica sencilla del cuerpo. Esta
estructura tiene resiliencia y capacidad de respuesta, como un
humano real, pero desde luego resulta estática comparada con
nuestras respuestas miofasciales coordinadas. La posición de
las puntas de madera (huesos) depende del equilibrio de las
gomas elásticas (miofascias) y la «membrana.. fascial superficial
circundante. Los pies, las rodillas y la pelvis de este modelo
responden a la presión de forma muy similar al cuerpo humano. Si
pudiéramos incorporar la columna representada en la figura 1.58
y una estructura craneal más compleja, nos estaríamos acercando
a la estructura humana. (Fotografía y concepto por cortesía de Tom
Flemons, www.intensiondesigns.com.)
En este concepto, los huesos se consideran «espaciadores» que empujan hacia afuera, hacia las partes blandas,
y el tono d e la miofascia tensil se convierte en el elemento
determinante del equilibrio de esta estructura (fig. 1.59). Los
componentes comprimidos evitan que la estructura se desmorone; los componentes traccionados mantienen la relación entre los elementos comprimidos de diversas formas.
En otras palabras, si lo que quiere es modificar las relaciones
entre los huesos, cambie el equilibrio tensional mediante las
partes blandas y los huesos se recolocarán por sí solos. Esta
metáfora apunta hacia el potencial de la manipulación de
las partes blandas aplicada de forma secuencial, y supone
una limitación intrínseca en los t/1rnsts (movimientos de
alta velocidad y corta amplitud) dirigidos a los huesos. Un
modelo te nsegrítico - aún desconocido en el momento de
su revolucionario trabajo - se acerca a Ja visión original de
los doctores Andrew Taylor Still e Ida Rolf. 9·1•95
Según el concepto de la tensegridad, los meridianos
miofasciales de las vías anatómicas descritos en este libro
son, con frecuencia (aunque no exclusivamente), bandas
continuas de miofascias externas por las que discurren
estas tensiones de hueso a hueso. Las inserciones musculares, «paradas» en nuestra terminología, constituyen los
emplazamientos donde la red tensil continua se inserta
en las puntas comprimidas y relativamente aisladas que
empujan hacia afuera. Los meridianos continuos que se
pueden ver en las fotografias de disecciones incluidas en
este libro resultan, fundamentalmente, de aplicar el bisturí en sus laterales para separar estas paradas del hueso
subyacente, al tiempo que se mantiene la conexión que a
través del tejido une un «músculo» y otro. Nuestro trabajo
busca un tono equilibrado a lo largo de estas láminas y
Fig. 1.60 ¿Quién mejor que Fred Astaire representa la ligereza
y la agilidad de respuesta sugeridas por el modelo tensegritico
del funcionamiento humano? Mientras el resto de nosotros nos
movemos a duras penas haciendo lo posible por evitar que
nuestras columnas se compriman como pilas de ladrillos, sus
l1uesos flotan eternamente con una elegancia dificil de encontrar en
ningún otro sitio.
líneas de tensión, de forma que los huesos y los músculos
floten en la fascia con una elegancia resiliente, como se ve
casi siempre en el incomparable Fred Astaire (fig. 1.60).
Espectro de estructuras
tensodependientes
Algunos autores no están de acuerdo en absoluto con este
concepto de macrotensegridad y lo consideran un modelo
forzado de la estructura y el movimiento humanos.96
Otros, como el notable ortopeda Stephen Levin, pionero
en la idea de la «biotensegridad» durante más de 30 años
(www.biote11scgrity.co111), ven el cuerpo como una estructura construida enteramente por sistemas tensegríticos a
distintas escalas jerárquicamente incluidos unos dentro
de otros.97· 99 Levin afirma que las superficies óseas de una
articulación no pueden unirse completamente, incluso
aunque se empuje activamente durante una artroscopia, mientras que otros se remiten a investigaciones para
demostrar que el peso atraviesa la rodilla a través d e Jos
tejidos más compactos de hueso y cartílago. 10 101
Son necesarias más investigaciones para cuantificar
las fuerzas de tensión y compresión que participan en
una articulación o en el conjunto del sistema, para decidir si pueden analizarse de acuerdo con la ingeniería tensegrítica. Desde luego, las nociones tradicionales d e las
palancas y los planos inclinados necesitan, como mínimo,
una actualización - si no una completa revisión - a la luz
de las cada vez más numerosas pruebas de la «compresión
flotante» como un principio de construcción universal.
Desde nuestro punto de vista, deben hacerse concesiones en esta visión de la tensegridad para adaptarla a la
realidad del cuerpo en movimiento. En los distintos individuos, en las diferentes partes del cuerpo y en los diversos movimientos que se realizan en distintas situaciones, el
cuerpo recorre todo el espectro desde la seguridad de una
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estructura de compresión continua hasta la delicada elegancia de una tensegridad autónoma pura. Denominaremos a
este punto de vista «espectro tensodependiente» - el funcionamiento del cuerpo mediante distintos sistemas mecánicos en diferentes situaciones y en diferentes partes del
cuerpo - .
Una hernia discal es, sin duda, el resultado de intentar
utilizar la columna como una estructura de compresión
continua, en contra de su diseño. Por otro lado, cuando
un saltador de longitud alcanza el suelo al final de su salto
confía momentánea pero completamente en Ja resistencia a
la compresión del conjunto de todos los huesos y cartílagos
de sus piernas. (Aunque incluso en este caso, donde los
huesos d e las piernas pueden considerarse «pilas de ladrillos», la compresión se distribuye por la red de colágeno
de los huesos y desd e ahí hacia las partes blandas de todo
el cuerpo de una forma «tensegrítica».) En la realización
de las actividades diarias, el cuerpo emplea W1a gama de
modelos estructurales, que van desde la tensegridad hasta
modelos donde domina Ja compresión. 102
Entre los modelos que encajan en el rango que va desd e
la compresión pura d e una pila de ladrillos hasta la tensegridad autosostenida de Ja figura 1.59, un bote supone una
de las muchas estructuras «intermedias» (fig. 1.61). Anclado,
el mástil se mantendrá por sí mismo, pero cuando ves «hincharse las velas, y engrosar como si hubieran concebido al
soplo del lascivo viento», el mástil sometido a una carga
máxima debe reforzarse con obenques y estáis, tensiles, o
se romperá. Mediante los cables tensiles, las fuerzas se distribuyen por el barco y así el mástil puede ser más delgado
y ligero de lo que, de otra forma, sería necesario. Nuestra
columna está construida de fo rma similar, de manera que
depende del equilibrio d e los componentes traccionados o «estáis» que la rodean (concretamente, el erector de
la columna y el longísimo) para reducir la necesidad d e
mayor tamaño o p eso en la estructura vertebral, especialmente en la columna lumbar (fig. 1.62).
Las estructuras de Freí Otto, una arquitectura biomimética
membranosa de gran belleza que se basa en los principios de
tensión, pero sin ser tensegridad autónoma pura (ya que está
anclada al suelo y depende de estas conexion es), pueden
verse en el nuevo aeropuerto de Denver o en wwwfreiotto.com
(fig. 1.63). Aquí podemos ver en mayor profundidad, especialmente en las estructuras con forma de membrana o cable
que caracterizan el Olympiazentrum de Múnich, el equilibrio
entre tensión y compresión, que se inclina claramente hacia
Fig. 1.61 Un bote no es una estructura tensegrítica en sentido
estricto, pero su integridad estructural depende de alguna forma de
los componentes traccionados - los obenques, los estáis, las drizas
y las escotas - q ue absorben parte del exceso de tensión, de forma
que el mástil puede ser más pequeño d e lo que tendría que ser en
su ausencia.
Fig. 1.62 De forma similar, los erectores, concretamente el
longuísimo, actúan en la columna como nuestros «estáis .. ,
permit iendo que esta sea más peq ueña de lo que tendría que
ser si fuera una estructura de compresión continua. El iliocostal
se construye y actúa como el mástil que aparece a continuación
(Imagen por cortesía de Primal Pictures, www.primalpictures.com.)
Fig. 1.63 La integridad de este mástil de Frei Otto depende
en mayor medida de la tensión. La parte central es flexible y se
desmoronaría sin los cables que la sujetan, pero ajustando los
cables y asegurándolos, este mástil puede ser un sólido apoyo en
diferentes situaciones.
Ja dependencia del componente de tensión del espectro. La
parte central flexible se mantiene en alto gracias al equilibrio
de las cuerdas fijadas en sus «apófisis». Si estas cuerdas están
en su sitio, tirar de eUas puede colocar el mástil en cualquier
punto dentro del hemisferio definido por su radio. Corte las
cuerdas y la flexible parte central caerá al suelo, incapaz de
soportar nada. Esta disposición se corresponde con la de los
músculos iliocostales, que constituyen el borde externo de
los erectores y pueden verse en la figura 1.62.
Aunque estamos convencidos de que la arquitectura
general del cuerpo acabará describiéndose por completo
en términos de matemáticas tensegríticas, tal vez la afirmación más segura en este punto sea que tiene el potencial de
aplicarse de la forma que acabamos de describir, aw1que
desgraciadamente se aplique con frecuencia de una forma
menos eficaz. Aunque sea necesario investigar y discutir el
tema en mayor profundidad, lo que está claro es que la red
fascial tensil del cuerpo es continua y se retrae hacia los huesos, Jos cuales, a su vez, empujan contra la red. Lo que está
claro es que el cuerpo distribuye Ja tensión, especialmente
aquella mantenida durante un tiempo prolongado, por su
estructura, en un intento de equiparar las fuerzas que actúan
sobre los tejidos. Desde el punto de vista clínico, resulta evidente que la liberación en una parte del cuerpo puede provocar cambios a cierta distancia de la intervención, aunque el
mecanismo no siempre esté claro. Todo esto apunta hacia la
tensegridad como una idea que, al menos, merece tomarse en
consideración, si no como la geometría primaria para construir un ser humano. Los modelos del inventor Tom Flemons
(www.inte11sio11desig11s.co111 y v. figs. 1.498, 1.52 y 1.57-1 .59) son
profundamente evocadoras. Estos primeros «diagramas de
fuerza» de la bipedestación humana se acercan a un modelo
arquitectónico del ser humano, aunque aún no reproducen
su resiliencia y comportamiento. Aunque están brillantemente suspendidos en homeostasis, desde luego no están
automotivados (trópico) como lo está una criatura biológica.
Pretensión
Una vez que ponemos estos modelos en movimiento y los
sometemos a distintas cargas, será necesaria una mayor
capacidad de adaptación. Las estructuras tensegríticas
laxas son «viscosas» y, por tanto, fáciles de deformar y
con cambios morfológicos fluidos. Tense las cuerdas o
membranas tensiles y - especialmente si la tensión se ha
aplicado de manera uniforme en toda la estructura - la
estructura se hará progresivamente más resiliente, aproximándose a una resistencia rígida, similar a la de una
columna, hasta que alcanza su punto de ruptura.
Tal y como explica Ingber:103 «Un incremento en la tensión de uno de los componentes resulta en un aumento de la
tensión en los componentes de toda la estructura, incluso en
aquellos que se encuentran en el lado opuesto.» De hecho,
más concretamente, todos los elementos estructurales
interconectados de un modelo tensegrítico se recolocan
en respuesta a una tensión local. Además, a medida que
aumenta la tensión aplicada, más elementos se disponen
en la dirección del componente de tensión de la fuerza aplicada, lo que resulta en una rigidez lineal del material (aunque distribuido de una forma no lineal).
Desde luego, esto recuerda a la reacción del sistema
fibroso a las fuerzas mecánicas que hemos descrito al principio de este capítulo como resultado de la respuesta a las cargas piezoeléctricas; o la reacción a la sin1ple tracción - coja
una bola de algodón y tire suavemente de Jos extremos para
ver cómo las fibras multidireccionales se alinean espontáneamente con sus dedos hasta que el estiramiento se detiene
repentinamente cuando las fibras se alinean y conectan - .
Nuestro cuerpo fibroso reacciona de forma similar cuando se
enfrenta a una tensión adicional, como lo haría una estructura tensegritica o una trampa de dedos china (fig. 1.64).
En otras palabras, las estructuras tensegríticas muestran
resiliencia, volviéndose más inflexibles y rígidas (hipertónicas) a medida que aun1enta la carga a la que están
sometidas. Si una estructura tensegrítica está cargada previamente, especialmente si están estirados los componentes tensiles (pretensión), la estructura es capaz de soportar
una carga mayor sin deformarse. La capacidad de adaptación en términos de «pretensión» permite a la estructura
biológica basada en la tensegridad aumentar Ja rigidez
rápida y fácilmente para asumir mayores cargas de tensión o impacto sin deformarse y descargar la tensión con la
misma rapidez, de forma que la estructura como un todo
sea mucho más móvil y reactiva a cargas más pequeñas.
Hemos descrito dos formas en las que el sistema miofascial puede remodelarse como respuesta a la tensión o en
anticipación de la misma: 1) la obvia - el tejido muscular
puede contraerse muy rápidamente, a capricho del sistema
nervioso, dentro de la red fascial para pretensar un área
o línea de fascia - , y 2) se puede adaptar a las tensiones
mantenidas durante mucho tiempo remodelando la MEC,
según los patrones de carga piezoeléctrica, añadiendo
matriz donde más se necesita. Ha aparecido recientemente una tercera forma de pretensar las láminas fasciales; su investigación ya comenzó hace algún tiempo, pero
ha llegado a la manipulación corporal y a la osteopatía
hace poco tiempo. Incluimos, por tanto, un breve apartado
sobre esta nueva clase de respuesta fascial - la contracción
activa de una determinada clase de fibroblas tos contenidos
en la propia MEC -.
Es posible que el lector se pregunte: si las células fasciales tienen actividad contráctil d entro de la matriz, ¿por
qué hemos tardando tanto en plantearlo en el capítulo?
Todas las explicaciones anteriores se han centrado en la
respuesta pasiva de las células y de la propia matriz ante
las fuerzas externas que llegan a través de esta últin1a. ¿No
debería abordarse antes un elemento tan importante como
este en la discusión sobre Ja red fascial?
La razón de que abordemos precisamente aquí esta
nueva línea de investigación es que este singular papel de
Fig. 1.64 "Pretensando" una estructura
tensegrítica, es decir, aplicándole de
antemano una tensión determinada,
veremos que: 1) muchos d e sus
componentes, tanto comprimidos como
traccionados, tienden a alinearse a lo largo
de las lineas de tensión, y 2) la estructura se
hace ·•más firme", preparad a para manejar
más carga sin modificar tanto su forma.
(Fotografía por cortesía de Donald lngber.)
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los miofibroblastos supone una transición perfecta desde
el mundo de «tejido y músculo» de la macrotensegridad
hasta el mundo citoesquelético de la microtensegridad, de
la que trataremos en el resto del capítulo. Aparte de esto,
las implicaciones terapéuticas concretas de este descubrimiento todavía están por determinar.
Basta con decir que la fascia se consideró durante
mucho tiempo plástica o viscoelástica, pero por lo demás
rígida y no contráctil. Estas dos características se están
revisando a Ja luz de las nuevas investigaciones. Según
Schleip: «En términos generales, se acepta que Ja fascia
contribuye al comportamiento mecánico exclusivamente
de forma pasiva, transmitiendo Ja tensión que han creado
los músculos u otras fuerzas[ ... ] [sin embargo] los últimos
indicios apuntan a que la fascia puede ser capaz de contraerse de forma autónoma y, por tanto, de desempeñar un
papel más activo». 11J.l
Miofibroblastos
54
De hecho, ahora podemos afirmar que la fascia es contráctil.
No obstante, las circunstancias en las cuales se produce
dicha contracción son limitadas y, por tanto, bastante interesantes. Ahora sabemos que Ja fascia contiene una clase de
células que, en determinadas circunstancias, son capaces
de ejercer una fuerza contráctil de importancia clínica significativa - suficiente, por ejemplo, para influir en la estabilidad de la columna lumbar -. 103 Esta clase de células se
han denominado miofibroblastos (MFB, v. fig. 1.478). Los
MFB representan un término medio entre una célula del
músculo liso (localizadas habitualmente en las vísceras en
el extremo de un nervio motor autónomo) y el fibroblasto
tradicional (la célula que fabrica en primera instancia la
matriz de colágeno y se ocupa de su mantenimiento). Dado
que ambos tipos de células, las del músculo liso y los fibroblastos, proceden del mismo primordio mesodérmico, no
resulta demasiado sorprendente (retrospectivamente, claro)
que el cuerpo pudiera encontrar alguna utilidad para una
célula que esté a caballo entre estas dos, pero algunas características sorprendentes de estas células han evitado que se
identificaran antes. Aparentemente, la evolución ha encontrado distintos usos para esta célula, como demuestra el
hecho de que haya MFB con distintos fenotipos principales,
desde fibroblastos ligeramente modificados hasta células
muy similares a las células habituales del músculo liso.106
La contracción crónica de los MFB desempeña un
papel en las contracturas crónicas, como Ja contractura
de Dupuytren de la fascia palmar o la capsulitis adhesiva
del hombro.104 Es evidente que los MFB están muy activos
durante la cicatrización de las heridas y la formación de
cicatrices, colaborando en Ja resolución del desgarro de la
metamembrana y en la fabricación de nuevo tejido. 107 Para
ser breves, dejaremos que el lector acuda a las referencias
para informarse sobre su papel, posiblemente fascinante,
en Ja patología corporal, mientras nosotros dibujamos
minuciosamente nuestro declarado objetivo de describir el
funcionamiento normal de Ja fascia.
Ahora resulta claro que los MFB están presentes en la
fascia sana, especialmente en las hojas fasciales, como la
fascia lumbar, Ja fascia lata, la fascia profunda de la pierna
y Ja fascia plantar. También se han encontrado en ligamentos, meniscos, tendones y cápsulas viscerales. La densidad
de estas células puede variar drásticamente con Ja actividad física y el ejercicio, pero, en cualquier caso, su densidad es muy diferente en las distintas partes del cuerpo y
en los distintos individuos.
Un aspecto muy sorprendente de estas células es que,
a diferencia de cualquier otra célula de los músculos corporales, lisos o estriados, 110 reciben la estimulación para
contraerse a través de la sinapsis neuronal típica. Por tanto,
están más allá del control consciente, o incluso del inconsciente, tal y como lo entendemos normalmente. Los factores que inducen Ja contracción, prolongada y con consumo
de poca energía, de estas células son: 1) Ja tensión mecánica
que atraviesa los tejidos en cuestión, y 2) las citocinas específicas y otras sustancias farmacológicas, como el óxido
nítrico (que relaja los MFB) y Ja histamina, la mepiramina y
Ja oxitocina (que estimulan la contracción). En contra de lo
que se pudiera pensar, ni Ja noradrenalina ni la acetilcolina
(neurotransmisores habituales de la contracción muscular),
ni la angiotensina ni la cafeína (bloqueantes de los canales
de calcio) tienen efecto alguno en estos MFB. Muchos MFB
se localizan cerca de los capilares, el mejor emplazamiento
para estar en contacto con estas sustancias químicas. 108
La contracción, cuando tiene lugar, se produce muy lentamente en comparación con cualquier contracción muscular; tarda más de 20-30 min en establecerse y se mantiene
durante más de 1 hora antes de ir cediendo lentamente.
Basándonos en los estudios i11 vitro existentes hasta la fecha,
podemos d ecir que este no es un sistema de reacción rápida,
sino más bien un sistema diseñado para cargas mantenidas, que actúa tan lentamente porque lo hace bajo estimulación química en lugar de neuronal. Una característica del
medio líquido es, por supuesto, su pH y un pH bajo, ácido,
de la matriz tiende a incrementar Ja contractilidad de estos
MFB. 109•11 Por lo tanto, actividades que modifican el pH en
el medio interno, como una alteración del patrón respiratorio, el estrés emocional o los alimentos productores de ácido
pueden inducir una rigidez general en la fascia corporal.
Aquí acaba esta breve incursión en la química, que encontrará bien explicada en cualquier otra fuente.110
Como era de esperar, los MFB también inducen la contracción a través de Ja matriz en respuesta a las cargas mecánicas. Dada la respuesta lenta de estas células, la fascia en
cuestión tarda entre 15 y 30 min en tensarse y volverse más
rígida. Esta rigidez es el resultado de la acción de los MFB,
que tiran de la matriz de colágeno y la «plisan» (fig. 1.65).
La forma en la que los MFB contraen y tensan Ja fibra de
la MEC es reveladora y nos llevará al maravilloso mundo
de la tensegridad a nivel celular.
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Fig. 1.65 Un miofibroblasto (MFB) contrayéndose puede producir
un .. plisado" visible en el sustrato in vitro, demostrando la capacidad
motora del MFB para influir en la matriz circundante. (Fotografía
por cortesía del Dr. Boris Hinz, Laboratory of Cell Biophysics, École
Polytechnique Fédérale de Lausanne, Lausanne, Suiza.)
Los fibroblastos normales contienen actina, como la
mayoría de las células, pero son incapaces de alcanzar el
grado de tensión o de establecer los tipos de enlaces intracelulares y extracelulares necesarios para ejercer una tracción significativa sobre la MEC (fig. 1.66A). Sin embargo,
sometido a tensión mecánica, el fibroblasto se diferenciará
en un protomiofibroblasto, que fabricará más fibras de
actina y las conectará a las moléculas de adhesión focal cercanas a la superficie celular (fig. 1.6 68 ). Más estimulación
química y mecánica puede llevar a la completa diferenciación del MFB; en ese caso, un juego completo de conexiones se establecerá entre las fibras y las glucoproteínas de la
MEC con las fibras de actina conectadas con el citoesqueleto del MFB, a través de su membrana (fig. 1.66C}.
La contracción producida por estas células - que a
menudo se disponen en sincitios lineales al igual que las
células musculares, emulando los vagones de un tren puede generar rigidez o acortamiento de grandes zonas de
las hojas fasciales, donde se alojan con frecuencia (fig. 1.67).
Este descubrimiento, aunque aún en sus primeras fases
de investigación, promete múltiples implicaciones con
respecto a la capacidad corporal de adaptar la red fascial.
Esta forma de «pretensión» - un término medio entre la
contracción inmediata del músculo puro y la remodelación
mediante la creación de fibras lograda por el fibroblasto
puro - puede preparar al cuerpo para soportar cargas
mayores o facilitar la transmisión de cargas de una fascia
otra. En términos de capacidad de respuesta de la fascia,
podemos ver un espectro de capacidad contráctil desde
la tensión lineal e instantánea del músculo esquelético,
pasando por la contracción espiral más generalizada de la
célula del músculo liso y siguiendo por los distintos grados de expresión del MFB, hasta llegar al fibroblasto, más
pasivo pero aun así reactivo, en el otro extremo del espectro de tejido conjuntivo.
Dado que estos MFB pueden verse estimulados por
cargas mecánicas (fibrosas) o por sustancias químicas (líquidas), podemos además percibir en este sistema la danza
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Tensión
mecánica
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diferenciado
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Fig . 1.66 Se cree q ue los MFB se diferencian en dos estadios. Aunque los fibroblastos normales contienen actina en su citoplasma e integrinas
que los conectan a la matriz, no forman co mplejos d e adhesión ni presentan fibras de tensión (A). En el estado de protomiofibroblasto forman
fibras de tensión y complejos de adhesión a través de la membrana celular (B) . Los MFB maduros muestran un mayor número de fibras de
tensión permanentes formadas por la actina a del músculo liso, así como adhesiones focales extensas que permiten que la actina tire de la
MEC a través de la membrana (C) . (Reproducido a partir de Tomasek J et al. Nature Reviews. Molecular Cell Biology; 2002 .)
A
B
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D
Fig. 1.67 Instantáneas de un video de
la migración de una célula d e m elanoma
a través de una celosía tridimensional de
colágeno durante de una hora. Obsérvese
cómo se remodela el colágeno (verde) al
paso de la célula, mediante la interacción
con las integ rinas de la superficie celular.
(De Friedl 2004, con autorización de
Springer-Science+Business Media .)
55
entre las redes neural, vascular y fibrosa que constituye el
concepto de lo que aquí hemos decidido llamar «medicina
espacial»: cómo percibe el cuerpo los cambios de forma provocados por fuerzas internas y externas y se adapta a ellos.
Volviendo a nuestra discusión sobre la tensegridad,
hemos introducido los MFB en este punto porque muestran de qué forma el cuerpo es capaz de alterar la «pretensión» de la estruchtra corporal para aumentar su rigidez
y soportar así una carga mayor. Dado que es necesario
un cierto tiempo para ello, debe existir una previsión del
aumento de la carga y la tensión para poner en marcha la
contracción. Así, uno está tentado a preguntar si el estrés
emocional puede inducir una carga similar y una respuesta por parte de los MFB, creando una persona más
«rígida» (literalmente), menos sensible (las terminaciones
nerviosas sensoriales intersticiales convertidas en inertes)
y menos adaptables desde el punto de vista bioquímico.
En el otro extremo de la escala, esta discusión también
nos lleva a plantearnos cómo trabaja la microtensegridad
para conectar la totalidad de los mecanismos internos de
la célula a la MEC de la red fascial. Los MFB no son los
únicos capaces de acoplarse a la MEC. A nivel microscópico, las aplicaciones de la tensegridad resultan menos
ambiguas y prometen revolucionar el enfoque de la medicina, trayendo a un primer plano los aspectos espacial y
mecánico para completar la visión bioquímica dominante.
Microtensegridad: cómo equilibran
Las células La tensión y la compresión
Hasta este momento, hemos discutido la tensegridad a
nivel m acroscópico, en la medida en la que afecta a nuestro modelo de vías anatómicas. En la exposición de los
MFB, hemos visto cómo la estructura interna de la célula
puede acoplarse a la macroestructura de la MEC. El fin del
debate sobre la geometría tensegrítica se ha visto potenciado recientemente con una investigación exhaustiva,
más conocida ahora con el nombre de mecanobiología,
relevante para la manipulación miofascial y las intervenciones manuales de todo tipo. Antes de abandonar la tensegridad y pasar al cuerpo principal del libro, acudimos
una vez más al microscopio. Encontramos a este nivel un
nuevo grupo de conexiones que inesperadamente p ermiten vislumbrar el posible efecto del trabajo manual en la
función celular, incluso en la expresión genética.
Tomando como base este libro y obviando los últimos
párrafos sobre los MFB, pod ríamos entender que alguien
pensara que las células «flotan » de forma independiente
en la MEC que hemos descrito y, d e hecho, yo mismo lo he
enseñado así durante años. «La medicina ha hecho grandes
cosas», pontificaría, «concentrándose en la composición
MIC~
56
bioquímica del interior de las células, mientras que los
terapeutas manuales y del movimiento se centran en lo
que pasa en tre las células». La célula se ha considerado
como «un globo relleno de gelatina » en el que flotan los
orgánulos, de la misma forma que las células flotan en el
medio constituido por la MEC.
Esta nueva investigación - y aquí nos basa mos fundamentalmente en el trabajo del doctor Donald Ingber y su
equipo en el Children's Hospital de Boston-ha convertido
esta separación en un sombrero de tres picos. Se ha d emostrado sin lugar a dudas que existe un «aparato locomotor»
activo y muy estructurado en el interior de la célula, d enominado citoesqueleto, al q ue se fija todo orgánu lo y a lo
largo del cual se mueve. 111 El término citoesqueleto n o es
del todo correcto, puesto que este también contiene moléculas de actomiosina que pueden contraerse parn ejercer
fuerza dentro de la célula, en la membrana celular o como hemos visto en los MFB - más allá, en la matriz, a
través de la membrana; por tanto, es en realidad el sistema
miofascial o aparato locomotor de la célula. Estas conexiones mecánicamen te activas - microtúbulos de compresión ,
microfilamentos de tensión y componentes in terfibrilares median entre el funcionamiento in terno de casi todas la s
células y la MEC, una relación recíproca activa que desecha definitivamen te la idea de células independientes
flotando en un mar de productos «muertos» de tejido conjuntivo (fig. 1.68).
Desde hace algún tiempo se sabe que el «doble saco» de
la membrana celular fosfo lipíd ica está tachonado de proteínas globulares que actúan como receptores tan to dentro
como fuera de la célula; muy d iversas p ero muy específicas sustancias químicas p ueden unirse a estos receptores y modificar la actividad d e la célula de varias formas
(v. fig. 1.31). La investigación de Candace Pert resumida en
Molernles of Emotioir (Las 1110/éculns de In e111oció11), que nos
acerca a la palabra endorfinas, es un ejemp lo de la influencia de las sustancias químicas ex ternas a la célula en su
funcionamien to fisiológico in terior, mediante su unión a
estos receptores transmembrana.112
lntegrinas
El último descubrimiento, inclu so más importante para
nuestro trabajo, es q ue, además, de estos quimiorreceptores, algunas de las proteínas globulares transmembrana
(una familia d e sustancias químicas conocidas como integrinas) son mecanorreceptores que comunican tensión y
compresión desde la vecindad de la célula - concretamente
desde la matriz fib rosa - a su interior, incluso al interior
del núcleo (fig. 1.69). Por tan to, además de la regulación
química, debemos añadir la idea de la regulación mecánica.
MICROTÚBULOS
Fig. 1.68 Las fibras citoesqueléticas como los microfilamentos , los microtúbulos
dinámicos y los componentes interfibrilares
más pequeños - conectan el centro nuclear
de cada célula a la MEC y constituyen
el campo d e intervención de la medicina
espacial a nivel celular. (Fotografía por
cortesía de Donald lngber.)
m
-F."'"'": - - -- -- - Matriz de la membrana
L;,i~"J;:.~
(integrinas)
"'~' °""".,.;----------
Citoesqueleto
(microtúbulos, microfilamentos
y filamentos intermedios)
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Matriz del núcleo
(cromatina, histonas y proteinas
asociadas a cromatina)
Cubierta
del núcleo G
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Núcleo
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Fig. 1.69 Dos vistas de la relación entre la célula y la MEC circundante. (A) Vista tradicional, en la que cada elemento es autónomo.
(B) Vista más actual, en la que el material del núcleo, la membrana nuclear y el citoesqueleto están mecánicamente conectados mediante
las integrinas y las proteínas laminares a la MEC circundante. (Reproducido con autorización de Oschman 2000.)
A principios de los años ochenta se creía en los círculos
científicos que Ja sustancia fundamental y las proteínas
de la matriz estaban conectadas al sistema del citoesqueJeto intracelular.111 Existe esa conexión: d esde e l núcleo
al citoesqueleto y a las molécuJas de adhesión focal del
interior de la membrana; a través de Ja membrana con las
integrinas; y mediante los proteoglucanos, como la fibronectina, a la propia red de colágeno (fig. 1.70). Dicha conexión
es extraordinariamente fuerte en Jos MFB y funciona normalmente desde Ja célula hacia la matriz; pero este mismo
proceso de regulación mecánica se produce en cada céluJa,
a menudo desde fuera hacia adentro: movimientos en el
entorno mecánico de la MEC p ueden afectar, para bien o
para mal, al funcionamien to d e Ja célula.
Aunque está claro que es necesario algún tipo de adhesión celular para manten er la integridad del cuerpo, el
alcance y la importancia de la transmisión de estas señales
mecánicas, ahora denominada mecanotransducción, h a
llevado a considerar que interviene en una amplia variedad de enfermedades, incluyendo el asma, la osteoporosis,
la insuficiencia cardíaca, la aterosclerosis y el accidente
cerebrovascular, así como los problemas mecánicos m ás
obvios, como e l dolor articular o de la zona lumbar. 113
«De una forma menos obvia, ayuda a dirigir tanto el
desarrollo embrionario como tma serie de procesos en el
organismo completamente formado, incluyendo la coagulación sanguínea, la cicatrización y la erradicación de la
infección». 1H 115
Por ejemplo:
U11 magnífico ejemplo de la importn11cin que tiene la ndlresió11
para el adeertndo f 1111ci011nmie11to ce/11/nr 11os lo proporcio11a11
los est11dios sobre la i11tcrncció11 e11tre los co111ponc11tes de
In matriz y las cé/11/as epite[ia/es 11wmnrins. E11 ge11ern/,
las células cpite/inlcs fom1m1 In piel y el rcvcstimic11to de
la mayoría de las cavidades corporales; s11ele11 disponerse
formn11do 1111n 1Í11ica cnpn en el espesor de 1111n matriz
especializada de11omi11adn membrn11n bnsnl. Lns células
epitelinlcs especializadas que revisten /ns glá11d11/as mamarias
prod11ce11 lec/re como respuesta a In esti11111/nció11 lrormonal. Si
se extrne11 cé/11/ns epiteliales 111amnrins de rnto11es y se ertltivn11
en placas de laboratorio, picrde11 rápidamente su forma cúbica
11or111nl y In capacidad pnrn fabricar proteí11ns lácteas. Sin
embargo, si se cultivan e11 presencia de /ami11ina (la proteína
Ácido
.
t
C1toplasma ''
Fig. 1.70 Las integrinas, que .. flotan" en la membrana fosfolipídica,
fabrican conexiones similares al velero entre los componentes
celulares mostrados en la figura 1.68 y los componentes
extracelulares de la MEC.
adlresiva básica e11 In membrana basal), reertpem11 su forma
Jrabit11al, orga11iza11 una me111brmw basal y se e11samblm1 e11
estr11ct11rns glm1d11/ares capaces de producir de nuevo los
compo11e11tes de la /ec/1e. 11 6
En otras palabras, los receptores mecánicos y las proteínas de Ja MEC están conectados a la célula mediante un
57
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QJ
sistema de comunicación a través de las integrinas localizadas en la superficie celular. Estas conexiones alteran la
forma de las células y sus núcleos (v. fig. 1.51) y con ello,
sus propiedades fisiológicas. ¿Cómo responden las células
a los cambios mecánicos de su entorno?
Ln respuestn de /ns células depe11de del tipo de células
involucrndns, su estndo en ese 1110111ento y la configurnción
específicn de la 111atriz. En ocasiones, las células renccionan
ca111bia11do su forma ; otras veces, migran, proliferan, se
difere11cim1o111odijica11 s11s nctividades defor111n 1111Ís sutil; y
a 111e1wdo los diversos cambios se deben n alteracio11es en la
actividnd de los genes. 116
La información transportada por estas «moléculas
mecánicas» elásticas viaja desde la matriz al interior de la
célula para modificar la expresión genética o metabólica
y, sí corresponde, vuelve desde el interior de la célula a la
matriz:
Hemos descubierto q11e c11m1do a11111entn111os In tensión
aplicndn a /ns i11tegrinas (1110/érnlas q11e ntraviesnn
In 111e111brann celular y u11e11 /a matriz extracelulnr ni
citoesqueleto intemo), las células responden a11111e11tm1do su
rigidez, del mismo 111odo que lo hacen los tejidos. Es 111tís, las
cé/11/as vivas podrían /iacerse rígidns o flexibles 111odificn11do el
estado de pretensión del citoesq11eleto al cambiar, por eje111plo,
In tc11sió11 e11 los 111icrofila111entos contrácti/es.lli
La auténtica mecánica de las conexiones entre la matriz
extracelular y la matriz intracelular suele lograrse a través
de numerosos enlaces débiles - una especie de efecto velero
en lugar de mediante pocos puntos de unión fuertes-. Las
conexiones de los MFB, muy fuertes, serían la excepción.
Estos enlaces entre la molécula de adhesión focal y la integrina externa responden a los cambios en las condiciones,
conectándose a los sitios de unión de los receptores y desconectándose rápidamente, por ejemplo, cuando la célula
migra. Someter a tensión mecánica a los quimíorreceptores de la superficie celular - los que participan en el metabolismo, como los del trabajo de Pert - no transmite una
fuerza eficaz al interior de la célula. El trabajo de transmitir
la idea de la tensión y la compresión local le corresponde
únicamente a las integrinas, presentes en «prácticamente
todos los tipos celulares del reino animaln.117
Esto nos lleva a una imagen muy diferente de la relación existente entre la biornecánica, la percepción y la
salud. Las células no flotan como «islas» independientes
en un mar «muerto» de matriz intercelular. Las células
están conectadas y activas en una matriz con capacidad
de respuesta y activamente cambiante, una matriz que se
comunica significativamente con la célula, mediante múltiples conexiones (v. figs. 1.698 y 1.70). Las conexiones se
mantienen gracias a una geometría tensegrítica de todo
el cuerpo y se encuentran en constante cambio corno respuesta a la actividad de la célula, la actividad corporal
(comunicada de forma mecánica por los vías de la matriz
fibrosa) y el estado de la propia matriz. ns
Microtensegridad y salud biomecánica
óptima
Parece que las células se ensamblan y se estabilizan
me diante señales de tensión, que se comunican con su
entorno inmediato y se mueven a través de él mediante las
58
integrinas, y que el aparato rnusculofascialesquelético en
su conjunto funciona como una tensegridad. De acuerdo
con Ingber: «Únicamente la tensegrídad puede explicar,
por ejemplo, cómo cada vez que mueve el brazo, su piel
se estira, su matriz extracelular se expande, sus células se
deforman y las moléculas interconectadas que constituyen
el marco interno de la célula sienten la tracción - todo ello
sin ruptura ni discontinuidad - ». 117 The endless web (La red
intenuinable) con el que comenzábamos este capítulo
La suma total de la matriz, los receptores y la estructura interna de la célula constituye nuestro cuerpo «espacial». Aunque esta investigación demuestra sin ninguna
duda la capacidad de respuesta biológica de este sistema,
aún queda la cuestión de si es en realidad «consciente» o
si percibimos su funcionamiento únicamente mediante los
receptores de estiramiento neurales y los husos musculares
distribuidos por el músculo y la fascia del cuerpo fibroso.
La intervención estructural, de cualquier tipo, trabaja
sobre el sistema en su conjunto, cambiando las relaciones
mecánicas entre un número incalculable de partes individuales unidas mediante tensegridad o conectando nuestra percepción de nuestro yo cinestésico a la interacción
dinámica entre las células y la matriz.
La investigación sobre las integrinas acaba de comenzar
para mostrarnos el camino hacía la «medicina espacial» y
la importancia de la salud espacial:
Para investigar esta posibilidad en profu11didnd [los
investigadores de mi gmpo] desarrollaron un método para
reproducir las formas y la fi111ció11 de la cé/11/a. Forzaro11 a las
cé/11/as vivas a tomar distintas formas - esféricas o aplmiadas,
redondas o cuadradas - 111edia11te s11 colocación en di111i1111tas
«islas » adhesivas co111p11estas por matriz extrace/11/ar. Cada
isla estaba rodeada por u11a superficie similar al teflón a la que
las cé/11/as 110 podían adherirse.116
La simple modificación de la forma de Ja célula les permitía intercambiar las células entre distintos programas
genéticos. Las células estiradas y aplanadas se dividían
con más facilidad, mientras que las células redondas en
las que se evitaba el aplanamiento activaban un programa
destructivo conocido como apoptosis. Cuando las células
no estaban demasiado estiradas ni demasiado contenidas, no gastaban su energía ni en dividirse ni en morir. En
su lugar, se diferenciaban de forma específica para cada
tejido; las células de los capilares formaban tubos capilares
huecos, las células hepáticas secretaban las proteínas que
el hígado vierte a la sangre en condiciones normales y así
sucesivamente.
Por lo tanto, aparentemente, la información mecánica se
combina con las señales químicas para decirle a la célula y
al citoesqueleto lo que deben hacer. Las células muy planas, con citoesqueletos tensados, sienten que hacen falta
más células para cubrir el sustrato circundante - como en
la cicatrización de las heridas - y que es necesaria la división celular. La forma redonda y la presión indican que
demasiadas células están compitiendo por el espacio de la
matriz y que las células están proliferando demasiado, por
Jo que algunas deben morir para evitar la formación de un
tumor. Entre estos dos extremos, se establece y mantiene
Ja función normal del tejido. Conocer cómo se lleva a cabo
este intercambio puede conducir a nuevos enfoques en
el tratamiento del cáncer y la reparación tisular, y tal vez
incluso a la elaboración de implantes de tejido artificial. 118
--m
La nueva proporción
Esta investigación señala el camino para atribuir una función integral a Ja distribución mecánica de la tensión y el
esfuerzo en el organismo, que va mucho más allá de abordar simplemente el dolor localizado de los tejidos.118 Si
cada célula tiene un entorno mecánico ideal, entonces existe
la «postura» ideal - con toda probabilidad Ligeramente
diferente para cada individuo en función de factores genéticos, epigenéticos y personales - , en la que cada célula del
organismo disfruta del adecuado equilibrio mecánico para
una función óptima. Esto podría conducir a una nueva formulación con base científica d e la vieja búsqueda de Ja proporción humana «ideal>•; un ideal no construido según la
proporción geométrica o la armonía musical, sino en función del «hogar» mecánico ideal para cada célula.
Así, Ja consecución de un tono uniforme en los meridianos miofasciales, y a lo largo de toda Ja red fascial, podría
tener importantes repercusiones para la salud, tanto celular como general. «De forma sencilla, la transmisión de la
tensión a través de una disposición tensegrítica constituye
un medio para distribuir las fuerzas a todos los componentes interconectados y, al mismo tiempo, articula r o "sintonizar" la totalidad del sistema d e forma mecánica corno un
todo». 118
En cuanto a la terapia manual o del movimiento, este
papel de sintonización del sistema fascial podría tener
efectos a largo plazo en la salud inmunitaria, en la prevención de futuras descornpensaciones, así corno en la
percepción del yo y Ja integridad personal. Es este gran
propósito, junto con la coordinación del movimiento, el
aumento de la amplitud y el alivio del dolor lo que se pretende cuando intentarnos equilibrar la tensión para lograr
un tono uniforme - como en las cuerdas d e una lira o la
jarcia de un barco - a lo largo de los meridianos miofasciales de las vías anatómicas (v. fig.10.1).
Sin embargo, es cierto que cada célula está incluida en
lo que podríamos denominar un «campo tensil» (v. también el apéndice 3 sobre los meridianos en la acupuntura
para más información sobre el tema).Cuando se altera el
espacio que necesita la célula, existen ciertos movimientos compensatorios, pero si estos no logran restablecer la
adecuada disposición espacial, la función de la célula se ve
comprometida - eso es Jo que concluye este estudio -. 119 La
mano o el ojo experimentado del terapeuta puede detectar estas alteraciones y excesos en el campo tensil, aunque sería bienvenido un método objetivo que permitiera
medir estos campos. Una vez detectada, pueden valorarse
e intentarse diversos métodos terapéuticos para aliviar la
tensión mecánica.
Teoría microvacuolar
El cuerpo tiene que aliviar y distribuir esta tensión de
forma continua, en ocasiones sin el beneficio de la terapia
manual. El mecanismo que emplea, un fascinante sistema
fractal de adaptación locaÍizado en el tejido conjuntivo, se
ha descubierto y d ocumentado recientemente. No podemos abandonar el mundo de la fascia sin presentar algunos de los puntos de vista d el cirujano plástico francés
Jean-Claude Guirnberteau y de las bellas imágenes procedentes de su trabajo.120 Estas imágenes muestran el punto
de encuentro entre la microtensegridad y la macrotensegridad (en principio, una distinción artificial) que actúan
en el organismo vivo (fig. 1.71) .
or
(Jl
n
Fig. 1.71 Fotografía in vivo d e la red de tejid o conjuntivo, cedida
por el Dr. J. C. Guimberteau, q ue muestra las diversas formas
poligonales del sistema de deslizamiento microvacuolar; en esta
imagen, reflejando las trabéculas óseas. Se puede ver aquí cómo
se mantienen los capilares en la red de tejido conjuntivo extensible.
(Fotografía por cortesía del Dr. Guímberteau.) (DVD r f: Estas
ilustraciones se han tomado de uStrolling untlcr llm Sllin· . un
video disponible en www.anafomytrains.com.)
QJ
Muchos de los retratos, tanto verbales como visuales,
que presentarnos aquí están tomados de experimentos
i11 vitro o de tejido tornado de cadáveres. Las fotos de sistemas microvacuolares que aparecen en esta sección se
tomaron i11 vivo durante una cirugía de la mano, con autorización, y muestran el funcionamiento de la fascia normal, revelando un sorprendente descubrimien to: cómo las
hojas fasciales se deslizan unas sobre otras.
Las hojas fasciales de la mano, especialmente en el túnel
carpiano, deben deslizarse una sobre otra más que otras
superficies superpuestas, p or lo que es comprensible que
un cirujano plástico buscara más precisión en esta cuestión. Sin embargo, todo plano fascial tiene que deslizarse
sobre otro si no se quiere restringir innecesariamente el
movimiento. Aun así, cuando se lleva a cabo una disección, ya sea en tejido fresco, congelado o fijado, no se ven
los planos fasciales deslizándose libremente unos sobre
otros; en su lugar, se observa bien una delicada «pelusa»
fascial, bien entrecruzamientos más fuertes que conectan
los planos más superficiales con los más profundos, así
como en sentido lateral entre los epimisios. Esto encaja
con la imagen de la continuidad de la «fascia ú nica» que
representa el tema de este libro, pero plantea la cuestión de
lo que constituye un movimiento «libre» en la red fascial
(flg. 1.72).
Este movimiento en el interior del túnel carpiano y en
los tendones de la pierna alrededor de los maléolos suele
representarse en los libros de anatomía con vainas sinoviales o bolsas especializadas p ara que los tendones rueden - a
menudo representadas en azul en los atlas de anatomía
corno el Netter121 o el Gray- .122 El doctor Guimberteau ha
introducido su cámara en el interior de estas supuestas
bolsas del «sistema de deslizamiento» y ha extraído una
conclusión asombrosa que puede aplicarse no sólo a su
área de especialidad, la mano, sino también a muchas de
las áreas intersticiales laxas del organismo: n o existe discontinuidad entre el tendón y sus alrededores. La guerra
entre la necesidad de movimiento y la necesidad de mantener la conexión se resuelve con un conjunto de burbujas
poliédricas fractalmente dividido y en constante cambio,
al que denomina «sistema colagénico multimicrovacuolar
de absorción dinámica».
59
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Fig. 1.72 "Las fibrillas, hechas de colágeno y elastina, delimitan
las microvacuolas allí donde se cruzan unas con otras. Estas
microvacuolas están rellenas de una gelatina hidrófila hecha de
proteoaminoglucanos•.. Lo que una foto fija no puede reflejar
es la forma fractal y espumosa en la que estas estructuras
microvacuolares ruedan unas sobre otras, se estiran, recuperan su
forma, se comban y se separan. (Fotografía [y cita] por cortesía del
Dr. Guimberteau de Promenades sous la peau. París: Elsevier; 2004.)
A
B
Fig. 1.74 Diagrama del «sistema colagénico multimicrovacuolar de
absorción dinámica" desde la piel al tendón, que muestra que no
existe discontinuidad entre los planos fasciales, sólo una espumosa
relación de polígonos que sustenta el aporte sanguíneo al tendón,
al tiempo que permite el deslizamiento en múltiples direcciones.
(Fotografía por cortesía del Dr. Guimberteau.)
Fig. 1.73 El sistema microvacuolar de Guimberteau aúna las
predicciones hechas por la geometría tensegrítica y Jos conceptos
del sistema de presión perteneciente a la manipulación visceral
propuesto por otro francés, Jean-Pierre Barral. Esta fotografía
muestra cómo este sistema puede reaccionar frente a todas las
fuerzas que actúan bajo la piel: tensegridad, empleo óptimo del
espacio y empaquetamiento máximo, presión osmótica, tensión
superficial, adhesiones celulares y gravedad. (Fotografía por
cortesía del Dr. Guimberteau.)
Ilustrada aquí (fig. 1.73), la pared de estas burbujas está
formada por elastina y colágeno de tipo I, II, N y VI. Las
burbujas están rellenas de agua en un 80%, lípidos en un
5% y proteoaminoglucanos hidrófilos en un 15%. Estas
moléculas con forma de helecho, que son una combinación
de proteína y azúcar, se distribuyen por el espacio, convirtiendo el contenido de la microvacuola en una gelatina
ligeramente viscosa. Cuando se produce un movimiento
entre las dos hojas laterales más organizadas (es decir, el
tendón y el retináculo flexor), estas burbujas ruedan y se
deslizan unas contra otras, uniéndose y dividiéndose como
lo harían las pompas de jabón, en w1 caos aparentemente
incoherente. «Caos», en su sentido matemático, conlleva
de hecho un orden. Este orden subyacente permite que
todos los tejidos de esta compleja red estén vascularizados
(y, por tanto, se alimenten y reparen) independientemente
de Ja dirección en la que es tén elongados; se eliminan, además, las dificultades logísticas que se presentan siempre
que ilustramos los sistemas de deslizamiento en la forma
tradicional (fig. 1.74).
60
Este tipo de disposición tisular se presenta en todo el
cuerpo, no sólo en Ja mano. Siempre que las superficies
fasciales tengan que deslizarse entre ellas en ausencia de
una membrana serosa real, las burbujas gelatinosas d e proteoglucanos y colágeno facilitarán los movimientos, pequeños p ero necesarios, entre la piel y el tejido subyacente,
entre los músculos, y entre los vasos y nervios y todas las
estmcturas adyacentes. Esta disposición se encuentra prácticamente en todos los Jugares de nuestro cuerpo; Ja tensegridad está en acción cada segundo.
Hay poco que añadir a estas imágenes; hablan por sí
mismas. Para ver este sistema en movimiento, el vídeo del
doctor Guimberteau está disponible en www.n11nfo111ytrni11s.
co111. La fotografía que se presenta aquí muestra la complejidad, pero no la diversidad, de las disposiciones que
adoptan las microvacuolas y las microtrabéculas para acomodarse a las fuerzas ejercidas por el movimiento ex terno
e interno. Las «puntas» trabeculares (fig. 1.75), parte integrante de los límites entre las vacuolas, combinan fibras
de colágeno con los viscosos mucopolisacáridos y modifican espontáneamente sus puntos nodales, se rompen,
se reconstruyen o recuperan de manera elástica su forma
original. En estas instantáneas tampoco es posible ver que
cada uno de estos viscosos tirantes está hueco, con líquido
desplazándose por el interior d e estas puntas que se asemejan a cañas de bambú.
El trabajo de Guimberteau aúna los conceptos de tensegridad a nivel macroscópico y microscópico. Muestra
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Flg. 1.75 Las fibrillas huecas, elásticas y pegajosas que
interaccionan continuamente con las vacuolas crean una formación
de jarcias y velas que cambia con cada tracción o movimiento
del exterior. De nuevo, una foto fija no transmite el dinamismo ni
la capacidad de remodelación instantánea que caracteriza a este
tejido generalizado. Podría decirse que esta red de tejido conjuntivo
laxo y viscoso forma un sistema adaptativo por todo el cuerpo
que permite la cascada de pequeños movimientos subyacentes
o esfuerzos voluntarios mayores. (Fotografía por cortesía del Dr.
Guimberteau.)
B
cómo el sistema orgánico al completo está construido alrededor de balones de presión comunes a la osteopatía craneal y a la manipulación visceral. Propone un m ecanismo
por el que incluso un toque ligero sobre la p iel puede
alcanzar un plano profundo en la estructura corporal.
Demuestra cómo el empleo económico de los m ateriales
puede resultar un sistema de ajuste dinámico.
Una última anotación personal, a pesar de lo conocida,
sobre el método científico: no es simplemente observar,
sin o comprender lo que se observa Jo que marca la diferencia. Muchos otros «somonautas» y yo h em os observado
estas microvacuolas en las disecciones de los tejidos. Cada
año, en tma clase en los Alpes, diseccionamos el cordero
de Pascua justo después de sacrificarlo y antes de cenarlo.
Durante años observé estas burbujas entre la piel y la fascia p rofunda y en otros tejidos conjuntivos laxos, pero los
había ignorado suponiéndolos productos de la muerte o
de su exposición al aire. La figura 1.76A es una microfotografía de la disección de un tejid o fresco 6 meses antes de
conocer el trabajo del d octor Guimberteau. Esta fotografía forma parte de un pequeño vídeo, incluido en el DVD
acompañante, en el que observamos el comportamiento d e
las fibras fasciales y la sustancia fundamental, p ero ignoramos completamente la función de las microvacuolas en
las muestras de tejido, de nuevo desechándolas como un
producto sin importancia.
Observar lo que todos han observado ya y ver lo que
n adie ha visto es la esencia de todos los nuevos descubrimientos detallados en este capítulo. Como cualquier
escri to r, albergo Ja esperanza de que la idea de las vías
an atómicas que ahora d~sarro ll aremos contenga algún
matiz de este tipo de des cubrimiento, aunque la introducción deja claro que esta idea se incluye en un continuo que
desarrolla ideas previas de las cadenas cinéticas, las continuidades fasci ales y la teoría de sistemas en general.
Vamos allá, d ejemos atrás la idea general y los largos
discursos para exponer las características d e la disposición
de esta fascinan te red fas cial alrededor de los músculos y
el esqueleto.
Flg. 1.76 (A) Microvacuolas incrustadas en los
proteoaminoglucanos viscosos con algunos capilares. Foto de
tejido humano fresco tomada a través de un microscopio en una
disección realizada por el autor algunos meses antes de conocer
el trabajo del Dr. Guimberteau. En ese momento, no sabíamos lo
que estábamos observando; echando la vista atrás, su importancia
resulta obvia. (Fotografía por cortesía de Eric Roo!.) (B) Pueden
observarse a simple vista burbujas similares en una disección en
fresco de un animal o, en ocasiones, como aquí, en cadáveres
embalsamados. De nuevo antes de entrar en contacto con el
trabajo del Dr. Guimberteau, tomamos esto por un producto de
la muerte o de la exposición del tejido durante la disección y, por
tanto, no nos percatamos de la importancia de lo que estábamos
viendo. (Fotografía por cortesía del autor y Laboratories fo r
Anatomical Enlightenment.)
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61
A
B
e
Fig. 2. 1 (A) Esquema de la vista posterior de los
meridianos miofasciales correspondientes a las
vías anatómicas descritas en este libro, esbozado
sobre una imagen de Albinus. (Reproducido con
autorización de Dover Pub lications, NY; v. tam bién
la fig. in.) (B) Disección de una "parada" de las
vías anatómicas. Obsérvese cómo las inserciones
dentadas se despliegan en ab anico para conectarse
al periostio de las costillas, pero parte de la fascia
viaja hasta la siguiente ..vía•. Obsérvese también
cómo las arteriolas usan la fascia como estructura
de apoyo. (Reproducido con autorización de
Ro nald Thompson.) (C) Sección inferior de la linea
frontal superficial, que muestra una disección del
tejido orgánico continuo que une el compartimento
anterior de la p ierna - músculos extensores de los
dedos y tibial anterior - y el cuadricep s a través
del fascículo que rodea la rótula; esta sección
se muestra aquí extendida para facili tar la visión.
Obsérvese la inserción de la fascia profunda de la
p ierna sobre la tib ia. Esta línea se explica en mayor
profundidad en el capítulo 4, pero aquí nos ayuda a
mostrar el concepto de ..vía" miofascial. (Fotografía
p or cortesía del autor y Laboratories for Anatomical
Enlightenment.) (O C 1 t: Via
n • u di
11,1i1<1l I : E 1I· Oii; ~ uv e Eviacn ce)
Las reglas del juego
Aunque los meridianos miofasciales pretenden ser una
ayuda práctica para los profesionales clínicos en ejercicio,
la descripción de una «vía an atómica» resul ta más sencilla incluida en esta metáfora ferroviaria. Se han diseñad o
algunas reglas sencillas con objeto de dirigir nuestra atención, en la galaxia de posibles conexiones miofasciales,
hacia las de mayor importancia clínica. Dado que los continuos miofasciales descritos en esta obra no son en absoluto exhaustivos, el lector pu ede emplear las reglas que se
presentan a continuación para construir otras vías que no
se hayan explorado en el cuerpo de este texto.
En resumen: para ser activos, los meridianos miofasciales deben actuar en la misma dirección y profundidad, mediante conexiones fasciales o mecánicas (a través
de un h ueso). También tiene u tilidad clínica saber dónde
se insertan las vías anatómicas, dónde se div id en o dónde
ofrecen rutas alternativas (fig. 2.1).
De vez en cuando encontraremos puntos donde será
necesario modificar la interpretación de estas reglas e
incluso romperlas. Estos casos reciben el nombre de «descarrilamientos» y vendrán acompañados de la explicación
de su validez a pesar de esta violación de las reglas.
1. Las vías avanzan en una misma
~ ' dirección sin interrupciones
Cuando buscamos una vía anatómica estamos buscando
«vías» constituidas por unidades d e tejido conjuntivo o
miofascial (que son una característica humana, no di vina,
derivada de la evolución, ni tan siquiera entidades anatómicamente diferenciadas). Estas estructuras deben presentar una continuidad de las fibras fasciales, d e forma que,
al igual que una vía fe rroviaria real, estas líneas de tensión
o líneas de transmisión miofasciales deben ir rectas o realizar cambios de dirección graduales. Algunas conexiones
miofasciales sólo mantienen la dirección en una determinad a postura o durante actividades específicas.
Del mismo modo, y dado que la fascia del cuerpo
humano se organiza por planos, el cambio de plano o de
profundidad supone un cambio de vía. Por tanto, no se
permiten cambios radicales d e dirección ni de profundidad (a menos que pueda demostrarse que la propia fascia
actúa en realidad mediante este cambio), ni tampoco «saltos» entre articulaciones ni mediante láminas de fibras que
corran en sentido contrario a las vías. Cualquiera de estos
casos anularía la capacidad de la fascia para transmitir la
tensión desde un eslabón de la cadena hasta el siguiente.
A. Dirección
A modo de ejemplo, el pectoral menor y el coracobraquial
están claramente conectados en la apó fisis coracoides
mediante la fascia (fig. 2.2A y capítu lo 7). Sin embargo,
esto no puede funcionar como un continuo miofascial
cuando el brazo está relajado a un lado del cuerpo, ya
que esto supone un cambio radical de d irección entre las
dos estructuras miofasciales. (Dejaremos este engorroso
término y lo sustituiremos por «músculos», más familiar,
si el lector tiene a bien a recordar que los múscu los son
simple carne picada sin la fascia que los rodea, los reviste
y los suje ta.) Cuando sostenemos el brazo en alto y flexionado (como en un servicio de tenis o cuando nos colgamos
de una barra de ejercicio o una rama, como el simio que
aparece en la fig. 2.28}, estos músculos se alinean y 11cl1í1111
como una cadena que conecta las costillas con el codo (y se
prolonga en ambas direcciones: por la línea anterior profunda del brazo y por la línea frontal superficial o la línea
funcional).
La utilidad d e esta teoría radica en que pone de manifiesto que los problemas en el servicio de tenis o en las
dominadas pueden localizarse en la función de cualquiera
de estos dos músculos o en su conexión, e incluso tener su
origen e n estructuras más alejadas localizadas en las vías
superior o inferior. El conocimiento de los trenes ofrece al
profesional la posibilidad de tomar decisiones razonadas e
integrales para la estrategia de tratamiento, in dependientemente del método empleado.
Por otro lado, en algunos casos, las propias estructu ra s
fasciales pueden ejercer una cierta fuerza de tracción en
torno a las esquinas. El peroneo corto toma una curva pron unciada alrededor del ma léolo lateral, pero nad ie d udaría
de que se mantiene la con tin uidad miofascial de la acción
(fig. 2.3). Desde luego, nuestras reglas aceptan estas poleas
cu ando la fascia hace uso de ellas.
B. Profundidad
Al igual que los cambios bruscos de dirección, los cambios bruscos de profundidad tampoco están p ermitidos.
Por ejemplo, cuando observamos el torso desde delante, la
conexión lógica, en términos de dirección, desde el recto
del abdomen y la fascia esternal que asciende por la cara
anterior de las costillas serían claramente los músculos
infrahioideos que recorren la cara an terior de la garganta
(fig. 2.4A). El error que supone considerar esto un «tren »
queda claro cuando nos percatamos de que los músculos
infrahioideos se insertan en l a cara p oster ior del esternón,
conectándolos as[ a W1 plano fascial ventral más profundo
d entro de la caja torácica (parte de la linea frontal profunda), no al plano superficial (fig. 2.46 ).
1
OJ
(j)
EiJ
(j)
C. Conexiones mecánicas y conexiones
directas
o..
ro
Una conexión directa es exclusivamente fascial , núentras
que en Wla conexión m ecánica participa W1 hueso. Así, los
músculos oblicuos externo e interno del abdomen tienen Wla
A
B
Fig. 2.2 Aunque la fascia que conecta los músculos que se
insertan en la apófisis coracoides está siempre presente (A).
la conexión únicamente funciona en nuestro juego de uniones
mecánicas cuando el brazo se sitúa por encima de la horizontal (B).
(A se ha reproducido con autorización de Grundy 1982.)
Fig. 2.3 Los tendones que actúan a modo de poleas sobre un
ángulo se aceptan como excepciones de la regla «Sin giros bruscos...
(© Ralph T Hutchings. Reproducido de Abrahams et al. 1998.)
Músculo
esternocleidomastoideo .-~n+\
11 r1-.......::;:zy.._n.......
->,--1-+-
A
66
Fascia de la
linea frontal
superficial
B
Fig. 2.4 Aunque se puede palpar una conexión mecánica desde el tórax hasta la garganta cuando toda la columna superior está
hiperextendida, no existe una conexión directa entre la fascia torácica superiicial y los músculos infrahioideos, ya que sus planos fasciales
se encuentran a distinta profundidad. Los infrahioideos pasan por debajo del esternón, conectándose con el revestimiento interno de las
costillas y con la fascia endotorácica (A) . Los planos fasciales más superiiciales conectan el esternocleidomastoideo con la fascia que
asciende por la cara superiicial del esternón y las articulaciones esternocostales (B).
~
QJ
(j)
o...
ro
'!.+- 1 - - -
Aductor
largo
--~~\JE::::­
e
ro
LO
o
Aductor mayor
(sección) ---1/.~
Línea áspera
--'ll'l'I'-.\
Cabeza corta _ _.,_.......,..,.
del blceps femoral
A
B
Fig. 2.5 El músculo recto femoral y el recto del abdomen cuentan
con una conexión mecánica (mediante un hueso) en lugar de una
conexión directa (aquella en la que sólo participa tejido fascial) en el
hueso de la cadera.
Fig. 2.6 Si observamos únicamente el aductor largo y la cabeza
corta del bíceps femoral (tal y como aparecen en la imagen de
la izquierda), parece que cumplen los requisitos del continuo
miofascial. Pero cuando observamos que el plano del aductor
mayor se interpone entre los dos {imagen de la derecha) para
insertarse en la línea áspera, nos damos cuenta de que esta
conexión no cumple las reglas.
clara conexión directa mediante la aponeurosis abdominal y
Ja línea alba. Del mismo modo, el tracto iliotibial se inserta
directamente en el músculo tibial anterior (véanse ambos
ejemplos en el capítulo 6). Por su parte, el recto del abdomen
y el recto femoral disponen de escasa conexión fascial directa
sin giros bruscos, pero cuentan con una conexión mecánica
indirecta gracias al hueso pélvico para los movimientos sagitales (flexoextensión), como la inclinación anterior y posterior d e la pelvis (fig. 2.5 y capítulo 4).
D. Planos interpuestos
Resis ta cualquier tentación d e establecer una vía anatómica a través de un plano fascial interpuesto que vaya
en otra dirección; ¿cómo podría transmitirse la tensión a
través de semejante muro? Por ejemplo, el aductor largo
desciende hasta la línea áspera del fémur y la cabeza corta
del bíceps parte de la línea áspera en la misma dirección.
¿Está seguro de que eso constituye un continuo miofascial? En realidad no, ya que el plano del aductor mayor
se interpone, cortando cualqu ier comunicación directa
de tensión entre el aductor mayor y el bíceps (fig. 2.6). De
nuevo, puede existir alguna conexión mecánica entre es tos
dos músculos, como en el ejemplo del apartado anterior,
pero la pared fascial situada en medio impide la comunicación fascial directa.
2. Estas vías se fijan a «paradas»
óseas o inserciones
En el contexto de las vías anatómicas, las inserciones musculares o «paradas» se consideran localizaciones donde
algunas fibras subyacentes del tendón o epimisio del
músculo se entrelazan o continúan con el periostio del
hueso implicado o, menos frecuentemente, con la matriz
Fig. 2.7 En esta imagen de una disección reciente, se han
desinsertado una serie de músculos para mostrar la continuidad
del tejido fascial entre los distintos músculos independientes del
esqueleto. (Fotografía por cortesía del autor y Laboratories for
Anatomical Enlightenment.)
de colágeno del propio hueso. Según los términos establecidos en el capítulo 1 en el apartado sobre la teoría del
doble saco, una parada es donde el saco miofascial externo
se inserta en el saco «osteoarticularn interno.
Sin embargo, puede considerarse sin ningún género de
duda que las fibras más superficiales de la unidad miofascial corren hasta la siguiente vía miofascial y, por tanto, lo
comunican. Por ejemplo, en la figura 2.18 podemos observar que algunas de las fibras del extremo de la miofascia,
a la derecha, están claramente ligadas a las costillas, mientras que otras fibras continúan hasta la siguien te «vía»
de miofascia. En la figura 2.7 se percibe claramente q ue
cuando se separan el romboides, el serra to anterior y el
67
r
Fibras comunicantes
Tendón isquiotibial (parte de una vía anatómica)
OJ
Fascia sacra
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o..
ro
e
ro
lO
o
Tuberosidad
isquiática
cabeza larga del
bíceps femoral
Fibras estables
(que actúan como
ligamento sacrotuberoso)
Fig. 2.9 Las libras más profundas de una parada «comunican"
menos a lo largo de las vias, mientras que las libras superficiales las que se pueden alcanzar manualmente con más facilidad comunican más.
Fig. 2.8 Una vista convencional del ligamento sacrotuberoso (A)
muestra cómo este une la tuberosidad isquiática y el sacro. Una
vista más exhaustiva (B) muestra cómo los tendones isquiotibiales especialmente el del bíceps femoral - se continúan con la superficie
del ligamento sacrotuberoso y ascienden hasta la fascia sacra.
oblicuo externo de sus inserciones óseas, permanece una
lámina gruesa y resistente de tejido orgánico que conecta
los tres. De hecho, se podría argumentar que su separación
en músculos independientes es sencillamente una quimera
conveniente.
Así, por ejemplo, los músculos isquiotibiales se insertan claramente en la cara posterior de las tuberosidades
isquiáticas. Igualmente claro es el hecho de que a lgunas
fibras de la miofascia isquiotibial continúan sobre el ligamento sacrotuberoso y en su interior y ascienden hasta el
sacro (fig. 2.8). Los textos actuales han restado importancia a Ja continuidad de estas conexiones, a l preferir tratar
los músculos o las estructuras fasciales en función de sus
acciones desde el origen hasta la inserción, y las ilustraciones musculoesqueléticas actuales ayudan a reforzar esta
impresión.
En Ja mayoría de las paradas, Ja comunicación con la
siguiente unión rniofascial es mayor en las fibras superficiales que en las fibras más profundas, y el ligamento
sacrotuberoso es un ejemplo muy apropiado. Las hojas
más profundas unen claramente un hueso con otro hueso
y su movimiento o comunicación más allá de esa conexión
es muy limitado. Cuanto más nos acercamos al plano
superficial, mayor es Ja comunicación con otras «vías»
rniofasciales (fig. 2.9). Demasiada comunicación en las
hojas más profundas nos acerca al término «ligamentos
laxos»; una comunicación menor de lo normal se relaciona
con «rigidez» o inmovilidad.
3. Las vías convergen y divergen
en «interruptores» y, en ocasiones,
en la «roundhouse»
68
Los planos fasciales se entrecruzan con frecuencia,
uniéndose y separándose unos de otros; es Jo que llamaremos «interruptores» en nuestra metáfora ferroviaria. Por
ejemplo, las láminas de los músculos abdominales tienen s u
origen único en las apófisis transversas lumbares, se dividen en las tres hojas de los oblicuos y el transverso, cada
una con s u propia orientación, en el rafe lateral, sólo para
Erector de la columna
Psoas
Fig. 2.1 o Las hojas de la fascia abdominal convergen y divergen
siguiendo un complejo patrón funcional. (Reproducido con
autorización de Grundy 1982.)
separarse alrededor del recto del abdomen, reunirse de
nuevo en la línea alba y repetir todo el proceso en el lado
opuesto, pero en sentido contrario (fig. 2.10). Otro ejemplo:
muchas láminas fasciales se entremezclan en las regiones
toracolumbar y sacra, donde se funden en láminas más
fuertes, a menudo imposibles de separar en una disección.
Los interruptores ofrecen alternativas al cuerpo - y, en
ocasiones, al terapeuta -. El romboides se extiende desde
las apófisis espinosas hasta el borde medial d e la escápula.
En la escápula, existe tma conexión fascial clara con el
serrato anterior (especialmente desde la fascia de la cara
profunda d el romboides), que continúa bajo Ja escápula
A
Fig. 2.11 Desde el romboides (flecha izquierda) podemos cambiar
de vía y coger bien el serrato anterior con una via alrededor del
tronco (flecha punteada bajo la escápula - parte de la línea espiral-,
capítulo 6), bien el infraespinoso con una vía distinta fuera del brazo
{flecha continua de la derecha - parte de la línea posterior profunda
del brazo-, capítulo 7).
hasta la parrilla costal, pero también (desde la hoja fascial
de la cara superficial del romboides) con el infraespinoso,
que se continúa hacia el brazo {fig. 2.11). A menudo veremos planos fasciales y miofasciales dividirse o mezclarse
y veremos que la tensión, la fuerza o la postura acentúan
una vía u otra dependiendo de la posición corporal y las
fuerzas externas. Qué vía anatómica se usa en lU1a postura
o actividad determinada no es una decisión voluntaria; no
obstante, influirán los patrones individuales de contracción muscular, y los ajustes (p. ej., en una postura de yoga)
cambiarán la vía concreta de transmisión de la fuerza. Sin
embargo, en términos generales, la cantidad de fuerza ejercida sobre cualquier vía viene determinada por la física de
la situación.
Una «ro1111dlio11se» es d onde se encuentran y/ o se cruzan
múltiples vectores miofasciales; el hueso pubis o la espina
ilíaca anterosuperior constituyen excelentes ejemplos
(fig. 2.12). Dadas las tracciones que compiten en estas regiones, conocer su posición es crucial para un análisis de la
estructura de las vías anatómicas.
4. « Exprés» y « locales»
En la superficie corporal abundan los músculos poliarticulares, aquellos que cruzan más de lU1a articulación. Es frecuente que estos músculos se superpongan a una serie de
músculos monoarticulares (una articulación), cada uno de
los cuales duplica una parte concreta de la función general del músculo poliarticular. Cuando esta situación tiene
lugar en una vía anatómica, denominamos a los músculos
poliarticulares «exprés» y a los músculos monoarticulares subyacentes «locales». A modo de ejemplo, la cabeza
larga del bíceps femoral corre desde la región superior
de la articulación de la cadera hasta la región inferior de
lr
~
1 1 i 1
1
J
.i
=d:,
....
1
B
Fig. 2.12 Múltiples vectores distintos de fuerza miolascial ejercen
una acción centrífuga en todas direcciones desde la "roundhouse"
de la espina ilíaca anterosuperior.
la rodilla; es, por tanto, un exprés que actúa sobre ambas
articulaciones.
A mayor profundidad encontramos dos locales: el aductor mayor - un local monoarticular que atraviesa la cadera y
permite su extensión, así como su aducción - y la cabeza
corta del bíceps - un músculo monoarticular que atraviesa
la rodilla y posibilita su flexión - {fig. 2.13).
La trascendencia de este fenómeno radica en nuestro
argumento de que la postura general está determinada
menos por los exprés superficiales que por los locales más
profundos, ignorados a menudo por aquello de que «ojos
que no ven, corazón que no siente». Esto sugeriría, por
ejemplo, que una inclinación anterior de la pelvis (flexión
postura] de la cadera) cedería más si liberásemos el pectíneo y el ilíaco (flexores monoarticulares de la cadera) que
liberando el recto femoral o el sartorio, o que la flexión
crónica del codo estaría mejor tratada si se liberara el
músculo braquial en lugar de concentrar toda nuestra
atención en el bíceps braquial, más obvio y accesible.
Resumen de reglas y directrices
Aunque hemos tratado de ser bastante exhaustivos en la
presentación de los que consideramos los principales y
mayores meridianos miofasciales que actúan en el cuerpo
69
rQJ
• Identifique cualquier otra vía que diverja de la línea o
que converja con ella.
• Busque músculos monoar ticulares subyacentes que
puedan afectar a la acción de la línea.
Ul
~
QJ
Ul
o..
Ligamento ------'"'""",,...,.,~""""'
sacrotuberoso
Qué no son las vías anatómicas
ro
Parte media
del aductor mayor
Blceps femoral - ---:--;--m 11
(cabeza larga)
.,......._ _
Blceps femoral
(cabeza corla)
Una teoría exhaustiva de terapia
manipulativa
Este libro y la teoría de las vías anatómicas trata únicamente
del «saco externo» de la miofascia parietal descrito en el
capítulo l. El conjunto del área de la manipulación articular se deja para los textos de osteopatía y quiropraxia, ya
que está fuera del ámbito de los meridianos miofasciales.
Ciertamente, hemos descubierto que el hecho de equilibrar
las líneas alivia la tensión articular, lo que tal vez prolongue
la vida de la articulación. Por otro lado, prestar atención al
«saco interno» de los tejidos periarticuJares, así como a los
complejos de tejido conjuntivo de las cavidades dorsal y
ventral (manipulación visceral y craneal), es esencial, recomendable y simplemente no se aborda en este libro.
Una teoría exhaustiva de la acción
muscular
Fig. 2.13 La cabeza larga del bíceps femoral es un "exprés"
biarticular que forma parte de la línea espiral (izquierda). Bajo ella
se encuentran los "locales" monoartículares de la cabeza corta del
bíceps y la parte media del músculo aductor mayor, conectados
a través de la línea áspera (derecha). Los dos locales reflejan
individualmente y de forma precisa la acción conjunta del exprés.
Línea posterior
superficial
Costillas
Médula espinal -----'~-'!,ll
Notocorda -----'¡¡.-:;=~
Linea frontal
profunda
Vasos sangulneos
Intestino
Línea frontal
superficial
Fig. 2.14 Las cinco lfneas que corren más o menos rectas en
sentido longitudinal (las cuatro cardinales, contando las líneas
laterales derecha e izquierda como dos, junto con la línea frontal
profunda) identificadas en el esquema de un corte transversal de
un vertebrado inferior (como si estuviera observando una rodaja de
pescado). Obsérvese la relación entre las propias líneas, así como
con las principales estructuras orgánicas.
70
humano (fig. 2.14), los lectores pueden localizar y constnúr
sus propios meridianos siguiendo estas reglas:
• Siga el hilo del tejido conjuntivo, manteniendo
una dirección más o menos constante sin saltar
articuJaciones ni p lanos y sin cruzar a través de planos
fasciales interpuestos.
• Identifique las paradas donde estas vías miofasciales se
fijan a los tejidos subyacentes.
En primer lugar, la teoría de las vías anatómicas no se ha
diseñado para sustituir otros hallazgos sobre el funcionamiento muscular, sino para sumarse a ellos. Se sigue considerando que el infraespinoso participa en la rotación
lateral del húmero, evita una rotación medial excesiva y
estabiliza la articulación del hombro. Simplemente añadirnos la idea de que, además, actúa como parte de la línea
posterior profunda del brazo, un meridiano de miofascia
conectado a nivel funcion al que va desde el dedo meñique
hasta la columna cervical y torácica.
En segund o lugar, aunque el libro incluye en las líneas
la mayoría de los músculos del cuerpo h umano, algunos
músculos son difíciles de incluir en esta metáfora. Por
ejemplo, a nivel fascial, los rotadores laterales profundos
de la cad era pueden considerarse parte de la línea frontal
profunda o tal vez un a supuesta línea posterior profunda.
Sin embargo, en realidad, no se prestan a formar parte de
ninguna línea prolongada de transmisión fascial. Es más
sencillo considerar que estos músculos se combinan con
otros alrededor de la cadera para presentar una serie de
tres abanicos interconectad os.1
Por supuesto, los múscuJos que no se mencionan en el
mapa de vías anatómicas siguen siendo activos, al coordinarse con otros músculos del cuerpo, pero es posible que no
actúen a lo largo de estas cadenas articuladas de miofascia.
Una teoría exhaustiva del movimiento
Aunque una parte del movimiento tiene lugar a lo largo de
los meridianos, cualquier movimiento más complejo que
un simple reflejo o gesto desafía la descripción en cuanto a
la acción de una única línea. Las acciones implicad as en la
fijación, estabilización y estiramiento responden mejor al
análisis de las vías anatómicas y se ajustan perfectamente a
los meridianos. Por lo tanto, el sistema se presta al análisis
postura!, que depende fundamentalmente de la fijación.
Cada meridiano describe una línea de tensión muy
concreta a lo largo del cuerpo, pe ro, por supuesto, los
movimientos más complejos atraviesan el cuerpo y cambian sus ángulos de tensión cada segun do (p. ej., el futbolista que da una patada al balón o el lanzador de disco).
Aunque probablemente podría elaborarse un análisis
de las vías anatómicas con movimientos complejos, no
está claro si esto supondría una gran contribución para
el debate cinesiológico actual. Por otro lado, un estudio
acerca de qué líneas restringen Ja respuesta del cuerpo
al movimiento primario o lo estabilizan para permitir el
movimiento primario - en otras palabras, qué líneas de
estabilización están demasiado tensas y cuáles deben mantenerse así - es muy útil y conduce a nuevas estrategias de
estudio estructural.
La única forma de analizar la estructura
corporal
Son muchas las formas de análisis estructural difundidas
en el mundo. 2-~ El método descrito en el capítulo 11 ha
demostrado su utilidad en la práctica y presenta la ventaja
de ser psicológicamente neutral. Algunos enfoques aplican
una plantilla, una plomada o alguna otra forma de «normalidad» platónica a las variedades de la psique humana.
Nosotros preferimos mantener el marco de referencia en
las relaciones dentro del individuo.
Un tratado de anatomía
Aunque el tema de este libro sean las relaciones musculoesqueléticas, no está diseñado como un tratado de anatomía. Las vías anatómicas podrían describirse como una
«anatomía longitudinal». Se recomienda complementarlo
con el uso de buen un atlas de anatomía topográfica, ader t·
más de las ilustraciones que aquí se incluyen.s.9 (("
yota.;cial M ri i n )
Una teoría científica
Los conceptos de este libro son las conclusiones de años
de práctica y terapeutas de muy diversas disciplinas los
aplican con éxito. Las disecciones incluidas en esta edición
son un primer indicio que apoya estas ideas, que aún no
han sido confirmadas mediante disección detallada ni otro
método de evaluación científico y fiable. Cnvent emptor - las
vías ana tómicas son una disciplina en desarrollo-.
Cómo presentamos Las Líneas
La presentación de una anatomía tridimensional, viva y
en movimiento sobre la pasiva hoja bidimensional ha sido
una constante entre los profesores de anatomía desde el
Renacimiento, cuando Jan Stefan van Kalkar comenzó a
dibujar para Vesalio. Los meridianos miofasciales pueden
describirse de múltiples formas: como una línea unidimensional en sentido estricto, como una cadena articulada
de miofascia, como la representación de un plano facial más
amplio o como un espacio volumétrico (v. figs. in. 15-17).
Hemos intentado aunar todas ellas en este libro, con la esperanza de que al menos una capte la imaginación del lector.
Aunque, como siempre, un mapa no se ajusta al territorio,
puede resultar útil.
Las líneas propiamente dichas con sus vías y paradas se
presentan al principio de cada capítulo. Las cadenas articuladas de miofascia se describen en cierta p rofundidad.
Los puntos más oscuros de cada línea o sección de ella que
requieren una explicación más extensa se discuten al final
de la descripción de la línea o bien en un cuadro al margen. La primera línea descrita (v. capítulo 3, la línea posterior superficial) establece la termin ología y los conceptos
que se emplearán en el resto de los capítulos y es, por
tanto, aconsejable revisarla en primer lugar.
Cada capítulo contiene además una guía para la palpación y el movimiento de la Línea, pensada tanto para
el paciente como para el profesional. Aunque se exponen
algunos enfoques clínicos, se presen tan pocas técnicas concretas (muchas de las cuales proceden de la biblioteca de
integración estructural)} por varias razones.
Por un lado, las vías anatómicas pueden aplicarse a una
gran variedad de técnicas manuales y del movimiento; la
presentación de una serie determinada de técnicas excluiría innecesariamente a otras. Con esta teoría, el a u tor pretende contribuir al diálogo y a la polinización cruzada a
través de los límites técnicos y profesionales.
A esto se une la importante limitación de presentar
una técnica dinámica en un libro, lo que suele implicar
espantosas fotografías en blanco y negro con una pose
de las manos de un profesional sobre el modelo colocado
en una camilla. El autor no desea contribuir a tan antiestético proceso y prefiere que la técnica se enseñe de mano
en mano empleando las sensaciones, lo que no se puede
captar en un fom1ato escrito. Si este libro despierta un apetito por conocer técnicas para tratar los patrones revelados
por el estudio de los meridianos, tanto mejor. En ese caso,
se aninla al lector a buscar una clase o un tutor o, como
mínimo, un vídeo explicativo, mejor que un libro, para
satisfacer este apetito. Podrá encontrar una colección completa de vídeos sobre técnicas d e liberación fascia l para
acompañar este libro, así como una lista de otros vídeos
recomendados, en www.n11nto111ytrni11s.co111.
Los capítulos 10 y 11 presentan aplicaciones específicas
del sistema en términos de análisis estructural y, brevemente, algunas otras aplicaciones con las que el autor está
de algún modo familiarizado. Esperamos fervientemente
que los profesionales de otras disciplinas lleven a cabo este
tipo de análisis en su propia área de conocimiento.
'ro
LO
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QJ
(Jl
e
([)
LO
o
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71
B
A
e
Fig. 3.1 Línea
posterior superficial.
Línea posterior
su perf icia l
La primera línea, la línea posterior superficial (LPS) {fig. 3.1),
se presenta bastante detallada con objeto de aclarar algunos de los conceptos generales y específicos de las vías
anatómicas. Los siguientes capítulos emplean la terminología y el formato desarrollados en este capítulo. Sea
cual sea la línea que Je interese, la lectura previa de este
capítulo puede serle útil.
Visión general
La línea posterior superficial (LPS) c onecta y protege
la totalidad de la cara posterior del cuerpo, a modo de
caparazón, desde la base del pie hasta la parte superior
de Ja cabeza en dos secciones: desde Jos pies hasta
las rodillas y desde las rodillas hasta Ja frente (fig. 3.2 y
tabla 3.1 ). Cuando las rodillas están ext endidas, como en
bipedestación, la LPS funciona como una línea continua de
miofascia integrada. La disección permite extraer Ja LPS
como una unidad, que puede verse aquí tanto de forma
aislada como colocada sobre un esqueleto de plástico
{figs. 3.3 y 3.4).
Función postural
La función postura! general de la LPS es sostener el cuerpo
en extensión vertical completa, contrarrestando la tendencia a la flexión que p odemos ver en la posición fetal. Esta
función postura! continua exige que Ja masa muscular de
esta banda miofascial cuente con una mayor proporción
de fibras m usculares de contracción lenta o de resistencia.
La constante demanda postura! también exige bandas y
lámin as extrafuertes en la sección fascial, como el tendón
de Aquiles, los músculos isquiotibiales, el ligamento sacrotuberoso, la fascia toracolumbar, los «cables» del erector de
la columna y la cresta occipital.
Las rodillas constituyen la excepción a esta función
extensora, ya que, a diferencia de lo que ocurre en otras
articulaciones, los músculos de la LPS las flexionan hacia
atrás. En parada, los tendones entrelazados de la LPS ayudan a los ligamentos cruzados a mantener la alineación
postura! entre la tibia y e l fémur.
Función de movimiento
Con la excepción de la flexión de las rodillas, la función
general de la LPS en cuanto al movimiento es generar
la extensión y la hiperextensión. Durante el desarrollo
humano, los músculos de la LPS elevan la cabeza del bebé
desde la flexión embriológica, al ir activán dose progresivamente hasta alcanzar los ojos; estos recibirán el apoyo
de la LPS, que desciende por el resto del cuerpo hasta el
suelo (tronco, nalgas, rodillas y pies) a medida que el niño
alcanza la estabilidad en cada una de las etapas de desarrollo que llevan a la posición erguida, aproximadamente
1 año después del nacimiento {fig. 3.5).
Dado que nacemos en flexión, con nuestra atención
puesta príncipalmente hacia el interior, el desarrollo de la
fuerza, la competencia y el equilibrio de la LPS está íntimamente relacion ado con la lenta aparición de la madurez, a
medida que avanzamos desde esta flexión primaria hasta
una extensión completa y natural. El a utor del Salmo 121,
que escribió «alzaré mis ojos a los montes, de d onde vendrá mi auxilio», es capaz de hacer esto gracias a la línea
posterior superficial.
Descripción detallada de la línea
posterior superficial
NOTA: Co111e11znre111os In 111nyorín de las líneas «cardilwles»
(nq11ellns q11e recorren las s11perficies 1111terior, posterior y laterales) desde el extremo distal o cn11dnl. Esto es simplemente 1111
consenso; podríamos haberlo hecho ig11nlmente en el sentido
op11esto. Co11 frec11encin, el c11erpo eren tensión en rnnlq11iern de
/ns dos direcciones o 111111 1110/estin en el medio q11e nv1111zn /Jncin
los dos extremos, así que no llay ni11g1111a rnzó11 específica que
j11stijique 1111estrn elección sobre el punto de comienzo.
Consideraciones generales
La afirmación más general que puede formularse sobre
cu alquiera de las líneas de las vías anatómicas es que el
esfuerzo, la tensión (buena o mala), el traumatismo y el
movimiento tienden a transmitirse a toda su estructura a
lo largo de estas líneas fasciales de comunicación .
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Fig. 3.2 Vías y paradas de la linea posterior superficial. El area sombreada muestra la zona donde influye y se ve influida por las fascias
mas superficiales (la dermis y el tejido adiposo) y la fascia profunda.
74
Fig. 3 .3 Disección de la línea posterior superficial, retirada del
cuerpo y extendida como una unidad. Aunque se mencionan las
distintas divisiones, la disección evidencia la limitación de pensar
únicamente en upartes» anatómicas y favorece la visión de estos
meridianos como «conjuntos.. funcionales.
Fig . 3.4 La misma muestra colocada sobre un esqueleto artificial
para mostrar la disposición del conjunto. El cadaver era bastante
mas alto que el esqueleto.
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Fig. 3.5 Durante el desarrollo, la LPS se acorta para movernos desde la posición fetal de flexión p rimaria hasta las curvas equilibradas d e
la postura erguida. Un acortamiento excesivo de los músculos d e la LPS produce hiperextensión.
Tabla 3.1 Línea posterior superficial: ccvías»
miofasciales y ccparadas» óseas (fig . 3.2)
Vías miofasciales
Paradas óseas
Arco superciliar del hueso
frontal
13
12
Cresta occipital
11
1O
Sacro
Músculos isquiotibiales
5
4
Calcáneo
Ligamento sacrotuberoso
7
6
Cóndilos femorales
Fascia toracolumbar/músculo
erector de la columna
9
8
Tuberosidad isquiática
Galea aponeurótica/fascia
epicraneal
Gastrocnemio/tendón de
Aquiles
3
2
Fascia plantar y flexores cortos
de los dedos de los pies
Cara plantar de las falanges
distales de los dedos de
los p ies
La LPS es una línea cardin al que interviene fundamentalmente en la postura y el movimien to en el p lano sagital,
ya sea limitando el movimiento hacia delante (flexión) o,
en caso de disfunción, exagerando o manteniendo un excesivo movimiento hacia atrás (extensión).
Aunque hablamos de la LPS en singular, existen, por
supuesto, dos LPS, una a la derecha y otra a la izquierda, y
los desequilibrios entre ambas deben vigilarse y corregirse
junto con los patrones bilaterales de restricción que afecten
a esta línea.
Entre los pa trones de compensación postura! relacion ados
con la LPS se encuentran: la !imitación de la dorsiflexión
del tobillo, la hiperextensión de la rodilla, el acortamien to
de los músculos isqu iotibiales (sustituyendo a los rotad ores
laterales profundos), el desplazamien to anterior de la p elvis, la nu tación sacra, el ensanch amiento durante la flexión
torácica, la restricción suboccipital que conduce a hiperextensión de la columna cervical superior, el desplazamiento
anterior o la rotación del occipucio sobre el atlas y la descoordinación entre los movimientos oculares y espinales.
Desde los dedos hasta el talón
Nuestra «parada» de partida en esta larga línea de miofascia
es la superficie inferior de las falanges distales de los dedos
del pie. La primera «vía» recorre la cara inferior del p ie e
incluye la fascia plantar y los tendones y músculos de los
flexores cortos de los dedos que tienen su origen en el p ie.
Estas cinco bandas se unen en un a única aponeurosis,
que corre hacia la zona anterior del hueso que forma el
talón (la región anteroinferior del calcáneo). La fascia plantar recoge una sexta rama adicional e importante de la
base del quinto metatarsiano, la banda lateral, que se u ne
a la LPS en el borde externo del calcáneo (figs. 3.6 y 3.7).
Estas fascias, y los músculos asociados que traccionan
desde la base del pie, forman una «cuerda de arco» ajustable para los arcos longitudinales del pie; esta cuerda ayuda a
aproximar los dos extremos y de esta forma mantiene el talón
y las cabezas de los cinco metatarsianos en una adecuada relación (fig. 3.8). La aponeurosis plantar no es la única cuerda de
arco; el ligamento plantar largo y el ligamento calcaneonavicular plantar también forman cuerdas más cortas y más resistentes en un plano más profundo (y más cefálico) en el tarso
del p ie (visible bajo la articulación subtalar en la fig. 3.8).
Fascia plantar
La superficie plantar del pie suele ser una fuente de problemas que se transmiten en sentido ascendente a lo largo
del resto de la línea. Aquí, la limitación suele relacionarse
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Base del
quinto
metatarsiano
Fig. 3.6 La fascia plantar, la primera vía de la LPS, incluyendo la
banda lateral.
Fascia plantar
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76
Ligamento plantar largo
con los músculos isquiotibiales del muslo, la lordosis
lumbar y la hiperextensión p ersistente de los m úsculos
cervicales superiores. Aunque el trabajo estructural d e la
superficie plantar suele incluir la aplicación de los nudillos
y estiramientos bastante fuertes en esta fascia densa, cualquier método que ayude a s u liberación se comunicará a
los tejidos s uperiores (DVD rcf: Superficial Back Lino. 10:571 ·· ). Si s us manos no están a la altura de la tarea, plantéese la utilización de la técnica de «la pelota bajo el pie»
descrita a continuación en «prueba sencilla».
Compare las regiones interna y externa del pie de su
paciente. Aunque la cara externa del pie (base del quinto
Fig. 3.7 Disección de la fascia plantar. Obsérvese la banda
lateral (A) que constituye un tramo en cierta forma separado,
pero relacionado. (© Ralph T Hutchings. Reproducido a partir de
McMinn et al 1993.)
Fig. 3.8 Corte sagital de la parte medial
del arco longitudinal que muestra cómo
la fascia plantar y otros tejidos más
profundos forman una serie de .. cuerdas"
que le ayudan a mantenerse y actúan
como resortes para este arco. (© Ralph
T Hutchings. Reproducido a partir de
Abrahams et al 1998.)
d edo h asta el talón) es siempre más corta que la región
interna (desde la base del primer dedo hasta el talón),
existe una proporción equilibrada normal. Si la región
interna del pie es proporcionalmente corta, el pie suele
estar ligeramente elevado en la superficie medial (como
en supinación o inversión) y parece curvarse hacia el primer dedo en un patrón de «mano ahuecada», como si una
mano ligeramente ahuecada se apoyara en una mesa con
la palma h acia abajo. En estos casos, es e l borde medial de
la fascia p lantar lo que es necesario elongar.
Si es la región externa del p ie la que está acortada - si el
quinto dedo está retraído o la base del quinto metatarsiano
está traccionada hacia el talón o bien la región externa del
talón parece proyectada hacia delante -, en ese caso es
necesario elongar el borde externo de la fascia plantar, especialmente la banda lateral {DVD tr\f: Superfi cial llacl< Linc,
2():.
•:15). Este patrón acompaña a menudo a un arco
interno débil y a la carga del peso sobre la parte interna del
pie, aunque también puede presentarse en ausencia de pie
plano.
Incluso en un pie relativamente equilibrado, la superficie plantar suele beneficiarse de técnicas reactivadoras que
aumenten su flexibilidad y comunicación, especialmente en
una cultura urbana como la nuestra, en la que los pies se
mantienen confinados en prisiones de cuero durante todo el
día. Un abordaje sistemático de los tejidos plantares consiste
en la elongación de las zonas situadas entre cada uno de los
puntos que sostienen los arcos: el talón, la cabeza del primer
metatarsiano y la cabeza del quinto metatarso (fig. 3.9).
Prueba sencilla
Para comprobar la conexión de toda la LPS se puede realizar una prueba sencilla y en ocasiones definitiva. Indique al
paciente que se incline hacia delante con las rodillas estiradas como si fuera a tocarse los dedos de los pies (fig. 3.10).
Obsérvese el contorno de la espalda a ambos lados y en la
posición de reposo de las manos. Indique al paciente que
preste atención a su sensación en cada uno de los lados de
la espalda.
El paciente debe ahora volver a la posición erguida
y rodar una pelota de tenis (o de golf para los más resistentes) en la profundidad de la fascia plantar de un único
pie, de una forma lenta y completa mejor que rápida y
vigorosa. Debe mantenerse así durante al menos un par
de minutos, asegurándose de que la pelota cubre todo el
territorio desde los metatarsianos de los cinco dedos del
pie hasta el borde anterior del talón, es decir, la totalidad
del triángulo mostrado en la figura 3.9.
Ahora indique al paciente que repita la inclinación
hacia delante y Obsérvense las diferencias entre los contornos laterales de la espalda y en la posición de las manos
(y dirija la atención del paciente hacia la diferencia en su
sensación). Esto constituirá una demostración definitiva
de que, en la mayoría de los individuos, el trabajo sobre
una pequeña parte puede afectar al funcionamiento del
conjunto. Sin embargo, no funcionará en todos los sujetos:
para obtener resultados fácilmen te valorables, evite los
pacientes con una escoliosis pronunciada u otras asimetrías bilaterales.
Dado que esto también constituye un tratamiento, no
olvide realizar el mismo procedimiento en el lado contrario una vez que haya valorado la diferencia.
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Espolones calcáneos
Forma parte del «saber popular» que los músculos se
insertan en los huesos; sin embargo, esta visión lógica simplemente no es aplicable a la mayoría de las miofascias, y
la fascia plantar es un buen ejemplo de ello. Los individuos
que corren cargando su peso sobre la región metatarsiana,
por ejemplo, o aquellos que por algún motivo someten la
fascia plantar a una distensión reiterada, tiran constantemente de la inserción calcánea de la fascia plan tar. Dado
que esta fascia no se inserta propiamente en el calcáneo,
sino que más bien se mezcla con su «envoltura plástica»
o periostio, en algunos casos el periostio puede separarse
progresivamente del calcáneo como consecuencia de esta
tensión, creándose un espacio, una especie de «tienda de
campaña », entre este tejido y el hueso (fig. 3.11).
Entre la mayoría de los periostios y sus huesos se disponen múltiples osteoblastos o células formadoras de hueso
que están constantemente limpiando y reconstruyend o la
superficie externa del hueso. Tanto e n la creación como en
el mantenimiento continuado de su h ueso, los osteoblastos
están programados para rellenar la bolsa del periostio. Los
pacientes que someten a su fascia plantar a una distensión
reiterada son susceptibles de presentar fascitis plantar en
cualquier punto de la planta donde la fascia se desgarre
Base del quinto
metatarsiano
Fig. 3.9 La aponeurosis plantar forma un "trampolin,. bajo los
arcos - un arco elástico entre cada punto de contacto: el talón, la
cabeza del primer metatarsiano y la cabeza del quinto metatarsiano-.
Fig. 3.10 Una inclinación
hacia delante con las rodillas
estiradas enlaza y activa todas
las vías y paradas de la línea
posterior superficial. El trabajo
sobre un área, como la fascia
plantar, puede influir en la
movilidad y la longitud de
todas y cada una de las áreas
a lo largo de la línea. Tras
trabajar sobre la superficie
plantar derecha, el brazo
derecho cuelga más abajo.
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Osteoblastos
Normal
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periostio
Fascia plantar
Formación del espolón
dentro del periostio
Fig. 3.11 Formación de un espolón calcáneo por acumulación de osteoblastos bajo un periostio traccionado; esto demuestra tanto la capacidad
de adaptación del tejido conjuntivo como una limitación del concepto simplista que sostiene que «los músculos se insertan en los huesos".
y se inflame. Si, en su lugar, el periostio del calcáneo se
separa del h ueso dejando un espacio, los osteoblastos
rellenarán Ja «tienda de campaña» creada bajo el periostio;
se forma así un espolón óseo.
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78
Desde el talón hasta la rodilla
\ ••~ Tal y como se exp lica en el cap ítulo 2, las fascias no se
insertan simplemente en el calcáneo y se detienen (como
llevan a pensar, por ejemplo, las figs. 3.6 y 3.11 ), sino que en
realidad se insertan en la cubierta colágena del calcáneo, el
periostio, que rodea al hueso a modo de envoltura plástica
resistente. Planteándonoslo de esta manera, podemos ver
que Ja fascia p lantar se continúa, por tanto, con cualquier
otra estructura que se inserte en el periostio. Si seguimos el
periostio alrededor del calcáneo, especialmente por debajo
de este hasta la superficie posterior del talón (siguiendo
una banda de fascia gruesa y continua; figs. 3.12 y 3.158),
nos encontraremos al inicio del siguiente tramo que
comienza con el ten dón de Aquiles (v. figs. 3.12 y 3.13).
Dado que el tendón de Aquiles debe soportar mucha
tensión, se inserta no sólo en el periostio, sino también en
Ja red de colágeno d el propio hueso calcáneo, de la misma
manera que un árbol echa raíces en la tierra. Una vez que
deja atrás el calcáneo y su periostio, nuestro tren asciende,
ensanchándose y aplanándose a medida que avanza. Tres
estructuras miofasciales aprovechan el tendón de Aquiles: el
sóleo en el plano profundo, el gastrocnemio en el plano
superficial y el plantar en el medio (v. fig. 3.12)
Fig. 3.12 Alrededor del talón, existe una fuerte continuidad fascial,
disecable, entre la fascia plantar y el tendón de Aquiles y los
músculos relacionados.
Fig. 3 .13 Disección de la región calcánea que demuestra la
continuidad de los tejidos plantares con los músculos de la porción
superficial del compartimento posterior de la pierna. (© Ralph T
Hutchings. Reproducido a partir de Abrahams et al 1998.)
Fig. 3.14 Esta radiografía del pie de una bailarina muestra cómo el
calcáneo actúa de forma similar a la rótula - lo que la rótula hace en
la cara anterior de la rodilla, el calcáneo lo hace en la parte posterior
del tobillo - es decir, alejar las partes blandas del eje de la articulación
para aligerar el peso que soporta. (© Bryan Whitney. reproducido con
autorización.)
Tomemos esta primera conexión que hemos planteado desde la fascia plantar que rodea el talón hasta el tendón de
Aquiles - como ejemplo de las implicaciones clínicas específicas que derivan de esta visión de continuidad miofascial.
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con la proximidad de los músculos que estabi lizan la articulación: Jos peroneos de la línea lateral que serpentean
justo alrededor del maléolo lateral y los flexores p rofundos
de los dedos de la línea frontal profunda que pasan justo
por detrás del maléolo medial.)
Para ver el p roblema clínico que esto puede provocar, imagine la sección inferior de la línea posterior superficial - Ja
fascia plantar y la fascia del tendón de Aqu iles - como la
cuerda de un arco y el talón como una flecha. A medida
que la LPS se tensa en exceso de forma continua (h abitual
en los individuos que adop tan normalmente una postura inadecuada con una inclinación de las piernas hacia
delante [desplazamiento an terior de la pelvis]), es capaz
de empujar el talón hacia delante, hacia la articulación
subtalar; o, en otro modelo habitual, tal exceso de tensión
puede llevar al complejo tibiofibular a colocarse por detrás
del astrágalo, lo que supone el mismo problema (fig. 3.15).
Para valorar esto, observe la región la teral del pie de su
paciente en bipedestación y dibuje una línea vertical imaginaria que descienda desde el borde inferior del maléolo
lateral (o, si lo prefiere, coloque su dedo índice en posición
vertical desde la punta del maléolo hasta el suelo). Valore
qué proporción del pie se sitúa por delante de esta línea
y qué proporción se sitúa por detrás de ella. La anatomía
determina que haya más pie por delante de la línea, pero,
con un poco d e práctica, podrá reconocer los casos en los
que la p orción d e talón que se sitúa por detrás es proporcionalmente escasa (fig. 3.16A y B).
Mida la distancia desde el punto inferior del maléolo
la teral hasta la cabeza del quinto metatarsiano (los dedos
del pie son bastante variables, por lo que no deben
incluirse). A continuación, mida, hacia atrás, la distancia
desde ese mismo punto hasta el lugar donde el talón se
separa del suelo (y dond e, por tan to, ya no ofrece apoyo).
Desde un punto de vista puramente empírico, este autor
considera que para que el apoyo sea eficaz la proporción
debe ser de 1:3 o 1:4 entre la porción posterior del p ie y
la anterior. Así, una proporción d e 1:5 o superior supone
un apoyo mínimo para la región posterior del cuerpo.
Este patrón no es únicamente el resultado del estiramiento
de Ja LPS, sino también la causa de un mayor estiramiento, ya
que a menudo se acompaña de un desplazamiento hacia
adelante en las rodillas o en la pelvis p ara colocar más
peso en la porción anterior del p ie, lo que únicamente consigue estirar aún más la LPS. Mientras se mantenga este
patrón, el paciente no se sentirá seguro cuando usted trate
de reequilibrar sus cad eras sobre sus pies.
Para aquellos que afirman que esta proporción viene
determinada por la herencia genética o que es imposible
mover el calcáneo dentro d e la articulación de manera significativa, hacia adelante o hacia atrás, les proponemos
que intenten lo siguiente:
• libere la fascia plantar, incluyendo la banda lateral,
en dirección al talón (DVD ref: Superficial Bnck Line,
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El talón como flecha
En términos sencillos, el talón es la rótula del tobillo, como
podemos observar en la radiografía de un pie (fig. 3.14).
Desde el punto de vista de la «tensegrid ad», el calcán eo
es un puntal comprimido que separa d el tobillo los tejidos traccionados de la LPS y genera el tono muscular
ad ecuado en la parte posterior d el eje de la articulación
tibiotalar, con las partes blandas extendiéndose desde la
rodilla hasta los dedos de los pies. (Compare esta palanca
• Libere la porción supe rficial del compartimento
posterior de la pierna (sóleo y gastrocnemio) en sentido
descendente hacia el talón (DVD mi: Superfici;il Boc~
une, "'-:-.7-, : O)
• movilice el talón estabilizando la región anterior del
tarso con una mano mientras trabaja la inversión y la
eversión del talón con la mano ahuecada.
En los casos más rebeldes, puede ser necesario liberar
además los ligamentos del tobillo trabajando en profundidad
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Fig . 3 .15 Cuando la miofascia continua que constituye la porción inferior de la LPS se tensa, el calcáneo se ve empujado hacia el tobillo,
de la misma manera que se desplaza una flecha al tensar su cuerda (A). Obsérvese que la fascia que rodea al talón actúa como una
"brida" o como una «copa .. que acoge y controla el calcáneo (B).
cualquier manipulación pensada para corregir un desplazamiento anterior de la pelvis.
Tenga en cuenta que la señal del éxito será un aumento
notable de talón cuando haga una nueva evaluación
tomando el maléolo como referencia. Puede ser necesaria la
repetición hasta que la inclinación anterior de la postura del
paciente quede resuelta mediante otras técnicas (p. ej., liberando los extremos distales de los músculos isquiotibiales,
elevando el recto femoral de la lmea frontal superficial, etc.).
«Exprés» y «locales»
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Dos músculos largos se insertan en el tendón de Aquiles:
el sóleo desde el plano profundo y el gastrocnemio desde '
el plano superficial. La conexión de la LPS se produce en el
plano superficial, en el gastrocnemio. Sin embargo, antes
de nada, se nos presenta la primera oportunidad de expli- .car otro concepto de las vías anatómicas, los «locales» y los (
«exprés».
La importancia de diferenciar ambos conceptos reside
en el hecho de que la postura suele deberse a los locales subyacentes y no a los exprés, más superficiales. Los
exprés de la miofascia atraviesan más de una articulación;
los locales pasan por una única articulación y, por tanto,
sólo actúan sobre ella. Con algunas excepciones en los
antebrazos y las piernas, los locales se localizan generalmente en un plano corporal más profundo que los exprés.
(V. en el capítulo 2 una definición más amplia y ejemplos.)
Sin embargo, la porción superficial del compartimento
posterior de la pierna no es una de estas excepciones: las dos
cabezas del gastrocnemio pasan por las articulaciones del
tobillo y la rodilla y pueden actuar sobre ambas (fig . 3.17) .
El sóleo, más profundo, sólo pasa por la articulación del
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A
B
Fig . 3.16 La porción de pie situada delante de la articulación del
tobíllo debería estar equilibrada con 1/3-1/4 de la misma por detrás
de la articulación. Si la parte posterior del cuerpo carece de este
apoyo, la parte superior del cuerpo se inclinará hacia delante para
adelantar el peso.
80
y lentamente desde el ángulo de cada maléolo (evitando los
nervios) hasta el ángulo del calcáneo en sentido diagonal. El
resultado será un cambio, pequeño pero visible, en la porción de pie situado detrás de la línea maleolar y un cambio
muy evidente en el apoyo de la región posterior del cuerpo
del paciente. En consecuencia, esta técnica debería preceder a
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Fig. 3.18 Relación de las cabezas del gastrocnemio con los
tendones de los músculos isquiotibíales en el hueco poplíteo de la
región posterior de la rodilla. (© Ralph T Hutchíngs. Reproducido a
partir de Abrahams et al 1998.) Véase también la figura 3.3.
Fig. 3.17 El tendón de Aquiles
y el gastrocnemio constituyen el
músculo exprés superiicial, que
atraviesa tanto la rodilla como el
tobillo.
tobillo - desde el talón hasta las regiones posteriores de
Ja tibia, la m embrana interósea y el peroné - y actúa únicamente sobre esta articulación. (La denominada articulación
del tobillo está constituida en realidad por dos articulaciones: la articulación talocrural, que permite el movimiento
de dorsiflexión y extensión del pie, y la articulación subtalar, que permite lo que llamaremos inversión y eversión.
Aunque el tríceps sural - la unión del sóleo, el gastrocnemio
y el plantar - actúa en cierta medida sobre la articulación
subtalar, ignoraremos su efecto por el momento, considerando el sóleo un músculo monoarticular a efectos de este
ejemplo.)
Si tomamos el local del sóleo, podremos mantenemos
en el mismo p lano fascial y llegar a la fascia de la parte
posterior del poplíteo, que atraviesa Ja rodilla y la flexiona
(y también rota la tibia medialmente sobre el fémur
cuando la rodilla está flexionada, aunque esto no es pertinente para la explicación que nos ocupa). El exprés del
gastrocnemio puede así participar tanto en la extensión del
pie como en la flexión de la rodilla, mientras que cada uno
de los dos locales realiza únicamente una acción. Veremos
cómo se repite este fenómeno en todos los meridianos
miofasciales.
Descarrilamiento
Siguiendo la vía del gastrocnemio en la LPS, llegamos al
primero de los muchos desvíos de las reglas de las vías
anatómicas, que denominaremos «descarrilamientos». Los
descarrilamientos son las excepciones a las reglas de las
vías anatómicas, que se explican por su utilidad para las
partes blandas y el trabajo motor. En un descarrilamiento,
las vías anatómicas funcionan, pero sólo en determinadas
circunstancias.
Para entender esta primera e importante excepción, es
necesario observar con atención la superficie dispuesta
entre las dos cabezas del gastrocnemio y los tendones de
los tres músculos isquiotibiales (fig. 3.18).
Si comparamos las figuras 3.3 y 3.18, es fácil observar
que el gastrocnemio y los isquiotibiales están a la vez separados y conectados. La disección nos permite comprobar
que la fascia une la proximidad de los extremos distales
de los isquiotibiales con las locales de los extremos proximales de las cabezas del gastrocnemio. En la práctica, una
ligera flexión de las rodillas separa los unos de los otros.
Si bien por las reglas más estrictas de las vías anatómicas
estos constituyen una continuidad miofascial, sólo funcionan como tal cuando la rodilla está extendida. Las cabezas del gastrocnemio ascienden alrededor de los tendones
de los isquiotibiales para insertarse en la región superior
de los cóndilos femorales. Los músculos isquiotibiales
desciend en y rodean al gastrocnemio para insertarse en
la tibia y el peroné. Siempre que la rodilla esté doblada,
estas dos unidades miofasciales sigu en s us propios caminos, en las locales, pero con escasa conexión (fig. 3 .19A). Sin
embargo, cuando se produce la extensión de la rodilla, los
cóndilos femorales vuelven a poner en contacto estas dos
miofascias, tensando el conjunto, enlazando estas estructuras entre sí y haciendo que funcionen juntas casi como
si fueran dos pares de manos agarradas por las muñecas
(fig. 3.198-D). Esta disposición también guarda un gran
parecido con un nudo de rizo, aflojado cuando la rodilla
está doblada y apretado cuando la rodilla se estira.
Esto ofrece una explicación extensa, pero precisa, de
por qué supone un menor esfuerzo recoger las llaves del
suelo doblando las rodillas que manteniéndolas extendidas
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Fig. 3.19 Cuando se flexiona la rodilla, la miofascia del muslo y la miofascia de la pierna funcionan de forma independiente (A). Cuando la
rodilla se estira, estas miofascias se funden en una unidad funcional conectada (B), como las manos entrelazadas de un par de trapecistas
(C, compárese con la fig. 3.18). Esta disposición recuerda a un nudo de rizo: capaz de actuar como un nudo apretado. pero que puede
aflojarse fácilmente (A y D).
corta, para los que la flexión de las rodillas sigue siendo
insuficiente para permitir una inclinación completa.
Músculos isquiotibiales distales
A
B
Fig. 3.20 Cuando se doblan las rodillas (A), las regiones superior e
inferior de la LPS están relativamente separadas y es más sencillo
doblarse a la altura de las caderas. Con las rodillas estiradas (B), la
LPS se convierte en una unidad y puede que una inclinación hacia
delante no resulte tan sencilla.
(fig. 3.20). Una flexión muy leve de las rodillas es suficiente
82
para permitir un notable aumento de la inclinación hacia
delante en la columna y las caderas. La explicación tradicional es que la flexión de la rodilla acorta los músculos
isquiotibiales, lo que deja más libertad a las caderas para
flexionarse. De hecho, una mínima flexión de las rodillas,
por ejemplo, desplazar las rodillas hacia delante un par de
centímetros, no acorta notablemente la distancia entre la
tuberosidad isquiática y la pierna y, aun así, libera la flexión
de la cadera considerablemente. Nuestra explicación es que
incluso una ligera flexión afloja el nudo de rizo y separa la
porción inferior de la LPS de la superior. Es difícil estirar
la LPS en una inclinación hacia delante cuando está conectada; es más sencillo estirarla si está separada.
La LPS es un continuo en una bipedestación normal.
Por ejemplo, en yoga, las posturas, o asanas, que utilizan la
inclinación h acia delante con las piernas estiradas (corno en
el perro hacia abajo, la postura del arado, la flexión frontal
o un simple estiramiento de los isquiotibiales) mantienen
la continuidad de la línea, mientras que las inclinaciones
hacia delante con las rodillas dobladas (p. ej., la postura
del embrión) trabajan únicamente la miofascia superior de
la línea, excepto en aquellos individuos cuya LPS sea muy
La superficie dispuesta entre las cabezas del gastrocnemio
y los «pies» de los músculos isqu iotibiales puede enrollarse; generalmente el resultado no es una rodilla flexionada, sino una tibia que parece colocarse detrás del fémur
en una vista lateral.
Aunque esta técnica requiere una cierta fuerza digital, la
persistencia se verá recompensada. También exige la adecuada localización del dedo para evitarle dolor al paciente.
Indique al paciente que se acueste en decúbito prono, con
una rodilla doblada unos 90º. Sujete ese pie con su esternón o
su hombro, de forma que los isquiotibiales puedan relajarse
momentáneamente. Con las palmas mirando hacia un lado,
introduzca sus dedos en los músculos isquiotibiales de la
región posterior de la rodilla, «nadando» entre estos tendones
(dos en la cara interna y uno en la cara externa) hasta llegar a
las cabezas del gastrocnemio (v. fig. 3.18). Asegúrese de arrastrar a la vez algo de piel y mantener los dedos moviéndose
por fuera contra los tendones de los isquiotibiales para evitar
presionar la delicada zona en el medio del hueco poplíteo.
Esta técnica no debería provocar ningún dolor neurógeno ni
irradiación. Permita que el paciente retome el control de su
pierna y, a continuación, retire el apoyo. Los tendones de los
isquiotibiales se evidenciarán de repente cuando se tensen,
por lo que debe mantener sus dedos en posición.
Indique al paciente que baje lentamente la pierna hasta
la mesa al tiempo que usted realiza un lento movimiento
ascendente en el interior de los tendones de los isquiotibiales (básicamente usted sólo debe mantener la posición mientras el paciente hace el trabajo). De esta manera, el paciente
estará elongando tanto los músculos isquiotibiales como el
gastrocnemio en contracción excéntrica, liberando sus extremos distales uno de otro. Cuando se realiza adecuadamente,
el resultado será un desplazamiento anterior de la tibia bajo
el fémur (DVD ref: Supcrticial Back Linc, 25:56-~'13:-15).
Desde la rodilla hasta la cadera
Asumiendo entonces que las piernas están estiradas y las rodillas extendidas, continuamos nuestro recorrido ascendente
por el continuo miofascial facilitado por los músculos isquiotibiales, lo que nos lleva a la cara posterior de las tuberosidades isquiáticas (flg. 3 .21). Los dos isquiotibiales mediales,
Í.
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,..mimembranrnm y el "mitendinoro, "<nmplementan
con el único isquiotibial lateral, el bíceps femoral (aunque
la cara externa del muslo también se apoya en dos «isquiotibiales» - v. capítulo 6, pág. 139-). Los tres isquiotibiales son
«exprés», ya que actúan sobre la rodilla y la cadera.
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Diferenciación de los músculos
isquiotibiales
Se ha escrito mucho acerca de los músculos isquiotibiales,
pero muy poco acerca de las funciones independientes de
cada uno de estos músculos. Los músculos isquiotibiales
situados en posición medial (el semitendinoso y el semimembranoso) son responsables de la rotación interna de la
tibia cuando la rodilla está flexionada. El isquiotibial lateral, el bíceps femoral, es responsable de la rotación externa
de la pierna sobre el fémur en la misma situación. Para llevar a cabo estas funciones independientes, los dos grupos
de músculos deben ser capaces de trabajar por separado. El
movimiento diferenciado entre los músculos isquiotibiales
internos y el externo cobra especial importancia en los deportes o en actividades en las que las caderas se mueven de lado
a lado mientras se ejerce presión sobre la rodilla, como en el
jazz, el esquí, el fú tbol o el rugby. Esta diferenciación no es
necesaria para correr (flexión y extensión pura), ya que los
isquiotibiales internos y el externo siempre trabajan juntos.
Para comprobar hasta qué punto son independientes las funciones de los isquiotibiales internos y externo,
indique al paciente que se tumbe en decúbito prono, preferibleme nte con la rodilla flexionada para acceder más
fácilmente, y comience a recorrer en sentido ascendente
el espacio entre los dos grupos de isquiotibiales, justo por
encima de la delicada zona del hueco poplíteo (v. figs. 3.18
y 3.21). Será fácil percibir la separación, ya que son principalmente tendinosos y están separados, al menos, entre
3 y Scm.Es momento de ir ascendiendo hacia la tuberosidad isquiática, poniendo cuidado en permanecer en el
«valle» formado por los dos grupos musculares. ¿Hasta
dónde puede palpar este valle? En algunos individuos, el
grupo de los tres músculos al completo se unirá a pocos
centímetros del hueco poplíteo; en otros, la división se palpará hasta medio camino de la tuberosidad isquiática o
más allá. En la disección, la separación potencial se puede
seguir hasta unos lücm de la tuberosidad isquiática.
Para comprobarlo en la práctica, indique al paciente que
doble la rodilla que se está explorando en ángulo recto y a
continuación gire el pie en sentido lateral y medial mientras
usted mantiene una mano en los músculos y palpa para
comprobar si están trabajando de forma independiente.
Para tratar la unión de los isquiotibiales, inserte (o
«nade» o balancee) sus dedos entre los músculos en el
nivel más bajo de la unión mientras su paciente continúa
realizand o una rotación lateral y medial de la pierna con
la rodilla doblada. La fascia de unión irá liberándose de
forma gradual, permitiendo que sus dedos se hundan hacia
el fémur. Continúe trabajando en sentido ascendente, unos
pocos cen tímetros cada vez, hasta alcanzar el límite de esa
técnica (DVD rcf: Superficial B;ick Une, '31:08-33:57).
Rotación de la rodilla
Aunque la rotación funcional de la rodilla sólo es posible cuando esta está flexionada, la rotación postura) de la
tibia sobre el fémur, medial o lateral, es bastante frecuente.
Aunque son muchos los factores que pueden contribuir a
(
Glúteo
mayor
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Fig. 3.21 Una vista superiicial (izquierda) muestra los músculos
isquiotibiales desapareciendo bajo el glúteo mayor; a pesar de
ser un músculo superficial de la región dorsal, el glúteo no forma
parte de la LPS. Se descarta por suponer tanto un cambio de
dirección como un cambio de nivel. La retirada del glúteo (que
aparecerá más adelante como parte de otras líneas) permite ver la
clara conexión desde los músculos isquiotibiales hasta el ligamento
sacrotuberoso.
este patrón, como la distensión de los tejidos periarticulares
y las tensiones procedentes del pie, trabajar de forma diferenciada los dos grupos de músculos isquiotibiales puede
resultar muy útil para liberar la región posterior de la pierna
y devolverle la alineación.
Si la tibia está rotada en sentido medial (se valora por la
dirección adoptada por la tuberosidad tibia! en relación con
la rótula - los bordes externos de la rótula y la tuberosidad
tibia! deberían formar un triángulo isósceles - ), será necesario un trabajo manual o estiramientos en el grupo medial de
músculos isquiotibiales (semitendinoso y semimembranoso).
Si la tibia se orienta hacia fuera, será necesario trabajar las dos
cabezas del bíceps femoral. Los tejidos deben trabajarse hacia
la rodilla. Comience con cualquier estiramiento general o
manipulación que haya planeado para los músculos isquiotibiales, y a continuación trabaje especialmente sobre el isquiotibial pertinente para reducir la rotación, aprovechando la
elongación excéntrica lenta de los tejidos del paciente lograda
al llevar la rodilla de la flexión a la extensión. Los tejidos que
mantienen estas rotaciones se localizan en la profundidad
83
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de la miofascia isquiotibial. Si esto no resulta eficaz, busque
posibles tensiones derivadas de la posición del pie, de torsiones pélvicas o de la línea espiral (v. capítulo 6).
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,,_ De La cadera al sacro
\ • •~ Si aún seguimos pensando en términos de músculos, es
dificil ver cómo podemos continuar desde aquí empleando
las reglas de las vías anatómicas, ya que no hay ningún
músculo que se inserte en la tuberosidad isquiática en
frente de los músculos isquiotibiales. El glúteo mayor
cubre la inserción de los isquiotibiales, pero lo hace claramente en un plano fascial más superficial. En cuanto al
cuadrado femoral, el aductor mayor o el gemelo inferior,
que se localizan en un plano similar, todos ellos suponen
un cambio radical de dirección contrario a las reglas de las
vías anatómicas. Si, por el contrario, nos centramos en las
fascias, no estamos bloqueados en absoluto: el ligamento
sacrotuberoso parte de la cara posterior de la tuberosidad,
como una clara continuación de los músculos isquiotibiales, y atraviesa el borde lateral del sacro, justo por encima
de la unión sacrococcígea (v. fig. 3.21).
El extremo inferior del ligamento continúa a los músculos isquiotibiales. De hecho, el tendón del isquiotibial
lateral, el bíceps femoral, puede aislarse en la disección y
seguirse hasta el sacro. (Probablemente esta parte del ligamento sea el resultado de la degeneración de un músculo;
sólo tenemos que mirar a nuestro pariente mamífero, el
caballo, para ver un bíceps femoral que asciende hasta el
sacro. Desde luego, el sacro del caballo soporta, en proporción, menos peso que el nuestro y tiene una libertad
de movimiento mucho mayor de la que el sacro humano
pueda llegar a disfrutar.)
Paradas
84
Aclaremos la comunicac10n fascial en las «paradas» o
inserciones. Nos vamos a detener de nuevo para ofrecer
una explicación más extensa, ya que este constituye un
buen ejemplo del funcionamiento general de una «parada»
de las vías anatómicas. No estamos diciendo que la totalidad del ligamento sacrotuberoso sea una extensión de los
músculos isquiotibiales. La fuerte conexión ligamentosa,
casi ósea, entre el sacro y Ja tuberosidad isquiática es absolutamente necesaria para mantener la postura erguida y
la integridad pélvica. Sin ella, nuestra «cola» saldría dolorosa e irremediablemente a la superficie cada vez que nos
agacháramos. El ligamento está completamente anclado a
los huesos y no puede desplazarse de forma significativa
como un todo hacia los músculos isquiotibiales ni hacia la
fascia sacra.
Lo que afirmamos es que las hojas más superficiales de
la fascia se continúan con la míofascia de cada lado y son,
o deberían ser, capaces de comunicar tanto movimiento
como tensión a través de las fibras fasciales adyacentes a
la superficie del ligamento (v. fig. 2.9). El número de hojas
capaces de esta comunicación y el número de las que están
trabadas varía entre los distintos individuos y depende de
las necesidades mecánicas específicas que cada individuo
presente en esa área. En casos de atasco extremo, la dermis de la piel estará adherida a otras capas (en ocasiones
creando una depresión), un indicio inconfundible de que
una parada no se comunica. En casos de extrema laxitud,
gen eralmente después de algún tipo de traumatismo, aunque puede deberse a un estiramiento o una manipulación
excesivos, las capas que deberían ser in trínsecas a las
paradas de locales se comunican en exceso, por lo que exigen la tensión adicional de la miofascia de otras localizaciones para mantener una cierta integridad en la articulación
sacroilíaca.
El extremo superior del ligamento está también unido
firmemente al sacro, pero cuenta con más conexiones
superficiales a las demás fascias de la zona, especialmen te
hacia el cóccix por abajo y hacia la espina ilíaca posterior
por arriba. En una disección es posible elevar las fibras
comunicantes superficiales del ligamento sacrotuberoso
fuera del cuerpo manteniendo su fuerte conexión con
los músculos isquiotibiales y la fascia del erector de la
columna (como puede verse en la fig. 3.3).
Ligamento sacrotuberoso
~
Lo que sigue no tra ta, por tanto, del ligamento sacrotu- ~
beroso propiamen te dicho, sino más bien del tejido de
la LPS que pasa por encima de este ligamento en su vía
desde los músculos isquiotibiales hasta la fascia sacra.
Dado que el borde medial del glúteo mayor se inserta por
encima del tejido al que queremos acceder, acceda a través del borde medial de la compacta línea ligamentosa
desde la región lateral inferior del sacro hacia abajo,
arrastrando el tejido en sentido descendente y lateral a la
tuberosidad isquiática, o viceversa, dependiendo del
patrón.
En general, este tejido debería arrastrarse hacia abajo en
aquellos individuos con una inclinación anterior h acia la
pelvis y hacia arriba en aquellos con u na columna lumbar
plana o una inclinación posterior hacia el sacro (DVD rut.
Superficial Back Line, 35:03-36:35). Debe ejercer una presión
uniforme, firme y profund a sin golpear b ruscamente ni
socavar.
Del sacro al occipucio
Desde el extremo superior del ligamento sacrotuberoso las
reglas exigen que continuemos más o menos en la misma
dirección, y no hay nada que lo impida: el erector de la
columna parte de las hojas de la fascia sacra continuando
al ligamento sacrotuberoso (fig. 3.22} (DVD ref: Superficial
Bnck Line, 1:04:24-1 :06:52). El erector de la columna recorre esta desde el sacro hasta el occipucio, con los exprés
del longuísimo y el complejo iliocostal superpuestos sobre
los locales cada vez más profundos y cortos del espinoso,
semiespinoso y los multífidos (fig. 3.23). El p lano más profundo, que corresponde al grupo del transversoespinoso,
contiene los locales monoarticulares más cortos, lo que
revela los tres patron es básicos seguidos por todos los
músculos erectores {fig. 3.24). Los detalles d e la anatomía
funcional de todos estos grupos musculares se han descrito hábilmen te en otros puntos. 1-3
Las h ojas más s uperficiales de la fascia de este grupo,
los «exprés», unen el sacro a l occipucio. Debemos percatarnos de que aunque los erectores son parte de lo que se
denomina línea posterior superficial, existen aquí otros
planos de miofascia más superficial que se superponen a
la línea en la forma de los músculos serratos posteriores,
el esplenio, el romboides, el elevador de la escápula y la
musculatura superficial del hombro constituida por el trapecio y el dorsal ancho. Estos músculos forman parte de la
línea espiral y las líneas braquiales y funcionales que se
explican en los cap ítulos 6, 7 y 8 resp ectivamente.
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Longuísimo
Fig. 3.22 Un bisturí permite aislar el ligamento sacrotuberoso
como una estructura independiente. En la vida, sin embargo, este
ligamento se conecta, al menos superficialmente, a la fascia sacra y
al erector de la columna, por arriba, y al bíceps femoral, por abajo.
Fascia del erector de la columna
Los métodos empleados pa ra tratar los múscu los de la
espalda son tan numerosos y diversos que se necesitarían
muchos libros para detallarlos todos. N osotros recogeremos algunas técnicas y consideraciones generales.
Dado que el músculo erector de la columna cubre la
parte posterior de las curvaturas de la col umna, este determina, junto con los músculos que se insertan en la cara
anterior de la columna cervical y lumbar, el grado de aquellas (v. capítulo 9 sobre la línea fron tal profunda). Teniendo
esto en cuenta, nuestra p rimera consideración es el g rado
de las curva turas de la columna: ¿presenta lordosis ce rvical o lumbar o bien cifosis torácica? Observe: ¿sobresalen
las apófisis espinosas, a modo de prominencias o de cresta,
de los tejidos circundantes (son como «montañas»)?; o ¿se
hunden en tre los tej idos miofasciales circundantes en un
surco (forman «va lles»)?
La regla general con tradice la intuición: em pujar sobre
las montañas y reflotar los va lles. El tejido miofascial se ha
extendido desde las apófisis espinosas prominentes (como
en la cifosis), ensanchándose y anclándose en las capas
adyacentes. Es necesario mover estos tejid os hacia la línea
media, hacia las apófisis espinosas, no sólo para liberar los
tejidos y permitir el movimien to, sino también para imprimir cierto imp ulso anterior a aque llas vértebras que está n
demasiado atrás. Por el conh·ario, cuando las vértebras
está n hundid as (como ocurre en Ja lordosis), los tejidos
miofascia les adyacentes se desplazan hacia la línea media
y se tensan, constituyendo así la «cuerda» del arco formado por la columna. Estos tejidos deben h·abajarse hacia
el exterior y elongarse progresivamente desde Ja superficie
hasta la profundidad. Esto concederá cierto espacio a las
vertebras hu ndidas para que retrocedan.
Para evaluar la capacidad de elongación de los dis tintos
niveles de la columna, indique al paciente que se siente en
un taburete (o en el borde de la camilla, siempre y cuando
su a ltura permita que los pies del paciente descansen con
Fig. 3.23 El erector de la columna constituye la siguiente via de la
Los músculos van desde el sacro hasta el occipucio; la fascia
va desde el ligamento sacrotuberoso hasta la fascia epicraneal. A la
izquierda pueden observarse algunos de los ulocales" subyacentes
del transversoespinoso: los intertransversos, los retadores y los
elevadores de las costillas.
LPS.
comodidad sobre el s uelo). Ayúdele a ad opta r una posición
erguida con el peso sobre las tuberosidades isquiáticas y el
cuello bien estirado, pero manteniendo la barbilla horizontal
(mirando directamente hacia delante). lndique al paciente
que acerque la barbilla al tórax hasta q ue sienta cómo se
estira Ja regió n posterior del cuello, sin molestias. Deje que d
peso de s u frente comience a lleva rle hacia delante, «vértebra a vértebra»; mientras tanto, u sted se man tendrá a s u
lado observando. Busqu e aquellos p untos en los que alguna
apófisis espinosa no se separa de las demás, como lo haría
un tren que saca de la parada tm vagón de cada vez. Salvo
en las columnas más sanas, encontrará p untos donde un par
de vértebras, o incluso un grupo de ellas, se mueven juntas, sin ninguna diferenciación. Es posible que los pacientes
con más limitaciones muevan Ja columna como una p ieza,
logrando la mayor pa rte de su desplazam iento anterior
mediante la flexión de las caderas, más que doblán dose o
flexionando la propia columna (fig. 3.25).
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Rotadores
lnterespinales
lntertransversos
Fig . 3.24 El plano más profundo de la musculatura espinal muestra tres modelos principales: de una apófisis espinosa a una apófisis
transversa, entre apófisis espinosas y entre apófisis transversas. Los músculos más superficiales pueden considerarse los exprés, cada vez
más largos, de estos locales primarios.
inclinado completamente, tocando pecho con muslo (D ID
r1.;f: Superficial
Fig. 3.25 Trabajar el erector de la columna y la fascia relacionada
en contracción excéntrica, con el paciente sentado, es un método
muy eficaz de provocar un cambio en el funcionamiento de la
miofascia que rodea la columna.
86
La valoración puede convertirse fácilmente en tratamiento si coloca suavemente su mano sobre una zona
agarrotada y anima al paciente a buscar la flexión o el
movimiento de esa parte de la columna. También puede
realizarse a continuación un tratamiento manual más
enérgico. Colóquese de pie tras el banco, y al tiempo que el
paciente comienza a inclinarse hacia delante con la barbilla
ligeramente recogida, coloque la cara dorsal de todas las
falanges proximales (en español: el puño relajado, suelto)
a ambos lados de la columna, en la unión cervicotorácica.
Vaya bajando a medida que el paciente se va inclinando,
siguiendo su mismo ritmo y moviendo el tejido hacia
abajo y hacia afuera o hacia abajo y hacia dentro (dependiendo de si hay «montañas» o «valles»). Debería alcanzar
la fascia sacra más o menos cuando el paciente se haya
Bac~
Lini:
1.>:·l-1 -5i:O 1).
Es muy importante que el paciente no pierda el apoyo
de sus pies, de forma que pueda contrarrestar desde ellos,
y no desde la espalda o e l cuello, la presión que usted
está ejerciendo. Esta técnica debe resu ltar completamente
cómoda para el paciente, debiendo abandonarse inmediatamente si el paciente refiere dolor. La presión debe ejercerse
más hacia la parte baja de la espalda que hacia delante.
Para un trabajo más específico, puede utilizarse un
nudillo como aplicador d e la presión, o puede ser útil un
codo «guía» para lograr un trabajo más vigoroso.
Existe una variación que puede ser beneficiosa en caso
de cifosis, pero únicamente puede aplicarse en individuos
con una columna lumbar fuerte. La apa rición de dolor en
la zona lumbar durante esta técnica contraindica el tratamiento. Indique al paciente que comience la flexión de la
columna como se acaba de describir. Cuando su aplicador
(puño, codo o nudillo) alcance la región más posterior de
la curvatura torácica (que probablemente será también
la más tensa y rígida), indique al paciente que se «curve
en el sentido opuesto, proyectando su esternón hacia la
pared de enfrente». Manténgase a la espalda del paciente a
medida que este se abre en hiperextensión con las caderas
flexionadas (similar al mascarón de proa de un barco antiguo). Esto puede lograr la apertura drástica del tórax y la
columna torácica.
Estas técnicas pueden repetirse varias veces, en una '
misma sesión o en sesiones sucesivas, sin ningún efecto
negativo - siempre y cuando sea agradable, sin molestias, '
para el paciente-.
~
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Suboccipitales
Otras obras han documentado múltiples técnicas para el
estiramiento y la tracción general de los tejidos cervicales,
así como técnicas específicas de cada músculo cervical, y
estas pueden ser eficaces cuando se trata la LPS (DVD ret·
Supe:rficial Bac• Linc, 1:00:00-1:0:<:~0) . Los planos musculares más profundos (la «estrella» suboccipital) son cruciales
para la apertura de toda la LPS; de hecho, los músculos rectos posteriores y los músculos oblicuos de la cabeza pueden
considerarse los centros funcionales de la LPS (fig. 3.26). El
elevado número de receptores de estiramiento presentes en
estos tejidos y su relación fundamental con acciones que
o
van desde los movimientos oculares hasta la coordinación
del resto de la musculatura dorsal garantizan su papel central. Se ha demostrado que estos músculos cuentan con 36
husos musculares por gramo de tejido muscular; el glúteo
mayor, por el contrario, dispone de 0,7 husos por gramo. 4
Para apreciar esta unión por sí mismo, coloque las
manos a ambos lados de la cabeza con los pulgares justo por
debajo de la nuca. Mueva sus pulgares suavemente hasta
superar los músculos superficiales de forma que pueda sentir los más profundos bajo la cresta occipital. Cierre los ojos.
Ahora, mueva los ojos a derecha e izquierda, al tiempo que
sus manos, colocadas básicamente por encima de las orejas,
aseguran que su cabeza no se mueve. ¿Puede sentir bajo
sus pulgares los pequeños cambios en el tono muscular?
Aunque su cabeza no se mueva, estos músculos primitivos
y fundamentales responden a Jos movimientos oculares.
Mire ahora hacia arriba y hacia abajo y sentirá cómo otros
músculos del mismo grupo actúan de forma similar. Intente
mover los ojos sin mover estos músculos y se dará cuenta
de que es prácticamente imposible. Están tan íntimamente
conectados - y lo han estado durante prácticamente toda
nuestra historia como vertebrados - que cualquier movimiento ocular modificará el tono de estos músculos suboccipitales. Alterar esta «programación» neural intrínseca es
difícil, pero en ocasiones es necesario para tratar trastornos
visuales o de lectura y ciertos problemas cervicales. El resto
de los músculos espinales «escuchan» a los suboccipitales y
tienden a organizarse siguiendo su ejemplo.
El dicho «los gatos siempre caen de pie» es también un
ejemplo de este concepto. Cuando un gato está en el aire,
utiliza los ojos y el oído interno para orientar su cabeza
horizontalmente; esto ejerce ciertas tensiones sobre sus
músculos suboccipitales, que el cerebro recibe a través de
Jos múltiples receptores de estiramiento y, de forma refleja,
ordena al resto de los músculos espinales que organicen
tod a la columna desde el cuello, de forma que las p atas del
gato se coloqu en debajo antes de que alcance la alfombra.
Aunque nosotros estamos en posición erguida, nuestra
relación entre cabeza, cuello y columna superior funciona
de una forma muy parecida. Así, cómo utilice sus ojos, y
más concretamente, cómo utilice su cuello, determinará el
tono habitual del resto de su musculatura dorsal. Esto funciona para diversos pa trones posturales que vemos a diario en nuestra práctica profesional: con frecuencia la clave
de problemas rebeldes entre los omóplatos, en la columna
lumbar e incluso en las caderas pasa por liberar el cuello.
La retracción del cuello y la cabeza constituye un elemento fundamental de la respuesta al miedo. La mayoría
de los animales responden al miedo con una retracción de
la cabeza, y los humanos no son una excepción. Dado que
la mayoría de nosotros arrastramos algún tipo de miedo
desde la infancia, esta retracción, ya sea como un hábito
antes de comenzar un movimiento o como una postura
permanente, se integra en nuestro movimiento como un
estado socialmente aceptable, no perceptible, pero aun así
cada vez más dañíno. Estando tan profundamente enraizado y durante tanto tiempo, no es fácil erradicar ese
hábito - los instructores de la técnica Alexander le dedican años -, pero el esfuerzo merece la pena, dado el sentimiento de libertad psicológica y física que se consigue.
Los cuatro músculos suboccipitales que forman parte d e
la LPS son el recto posterior menor de la cabeza (RPMC),
el recto posterior mayor de la cabeza (RPMyC), el oblicuo
menor de la cabeza (OMC) y el oblicuo mayor de la cabeza
(OMyC), que corren entre el occipucio, el atlas (C-1) y el
axis (C-II). Mientras las apófisis transversas (AT) de C-1
son bastante grandes, la apófisis espinosa (AE) es bastante
pequeña. Para detectar Ja posición relativa de la AT de la
C-I, indique al paciente que se tumbe en decúbito supino
y siéntese en la cabecera de la camilla colocando las manos
alrededor de Ja cabeza del paciente de forma que la falange
111edin de sus dos dedos índices se coloque sobre las apófisis
mastoides, dejando libre la porción distal del hueso. Sus
muñecas deberían estar cerca de la camilla o sobre ella, de
forma que su dedo índice siga aproximadamente Ja dirección del esternocleidomastoideo (ECM). Ahora flexione
suavemente las falanges distales de sus dedos índices
introduciéndolas en los músculos situados justo por debajo
del mastoides. Si sus muñecas están demasiado lejos de
la camilla y sus dedos apuntan hacia abajo, no encontrará
el atlas. Si sus muñecas están demasiado bajas o su d edo
índice está enfrente del mastoides, accederá al espacio
entre la mandíbula y el mastoides, lo que desde luego no se
recomienda. En ocasiones se pueden palpar las AT directamente, justo por debajo y por delante del mastoides; otras,
debido a la gran cantidad de músculos que compiten por
un espacio de inserción en las AT, sólo pueden palparse a
través de ellos. No obstante, si mantiene la falange media
en contacto con la apófisis mastoides, con un poco de
práctica será capaz de percibir de forma precisa si una AT
es más prominente que la otra (lo que indicará una translación lateral o desplazamiento hacia el lado prominente);
o se sitúa por delante de la otra (lo que indicará una rotación de la articulación atlantooccipital [AO]), o más cerca
del cráneo que la otra (lo que indicará una flexión lateral o
inclinación entre las dos).
El nombre del OMyC no es el adecuado, puesto que no
se inserta directamente en la cabeza, sino que va desde la
gran AE del axis a las voluminosas AT del atlas, de una
forma similar a las riendas d e un caballo {fig. 3.27). Este
músculo es paralelo al esplenio de la cabeza y constituye
el músculo más profundo y más pequeño de rotación
homolateral, siendo responsable de ese «no» movimiento,
la rotación conjunta del a tlas y el occipucio sobre el axis.
Puede d etectar este músculo localizando las AT del atlas
y la AE del axis, si coloca la punta de sus dedos índices
justo entre los dos (en la mayoría de los pacientes hay en
ese punto una «chule ta» indicativa entre el trapecio y el
ECM), fija la cabeza con los pulgares y le pide al paciente
que rote la cabeza contra esta resistencia.
Los otros tres músculos suboccipitales descienden
desde debajo de la base del occipital en el plano profundo.
Yendo de dentro hacia afuera, el RPMC va desde e l occipucio hasta la apófisis espinosa del atlas, atravesando
únicamente la articulación AO. Pero ya hemos dicho que
el atlas no tiene una gran apófisis espinosa, así que lo que
pocos libros d e anatomía parecen mostrar con claridad es
que, para ello, este músculo la recorre por debajo y 11wclro
111ás por delante (fig . 3.28).
El siguiente músculo por fuera del anterior, el RPMyC,
desciende hasta la AE del axis, pero como este hueso tiene
una apófisis espinosa muy voluminosa, su recorrido es
prácticamente vertical d e arriba abajo. Esto es indicativo
d e una diferencia en la función de estos dos músculos: el
RPMC, entre otras funciones, tiende a traccionar el occipucio hacia delante sobre el atlas (tracción anterior occipital o desplazamiento anterior del occipucio sobre el atlas,
denominado en ocasiones flexión axial), mientras que el
RPMyC genera una hiperextensión pura tanto en la articulación atlantoaxoidea (AA) como en Ja AO. (El RPMC
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Oblicuo superior
de la cabeza
Oblicuo inferior
de la cabeza
Recto posterior mayor
de la cabeza
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Fig. 3.26 El grupo de músculos suboccipitales , pequeños pero
esenciales, constituye el centro funcional de la LPS.
IJa--4~.-"--
Recio lateral
de la cabeza
OMyC
Recio posterior
menor de la cabeza
Fig. 3.27 Una vista oblicua de los suboccipitales permite apreciar
me¡or la re lación de los músculos entre sí y su participación en el
movimiento de la cabeza. El OMyC, localizado entre la AE de la C-11
y las AT de la C-1, es un regulador fundamental en la rotación de la
columna.
Fig. 3.29 Vista inferior de la base del c ráneo. Los tres dedos
medios de cada mano suelen coincidir "convenientemente con el
origen de los tres músculos suboccipitales en el plano profundo de
la columna superior.
Recio posterior-~--­
menor de la cabeza
Recio posterior .m,,:::ay~o:__r_ _ _:¡[/¡~:~{!'.f~;;:;ft"----0blicuo superior
de la cabeza de la cabeza
Aunque el tratamiento de estos músculos puede ser un
complejo proceso e n e l que deban desenrollarse, por las
razones ya argumentadas, sí podemos facilitar su palpación. De nuevo, debe sostener la cabeza del paciente entre
sus manos mientras es te s e encuentra en decúbito supino,
pero esta vez e l occipucio descansará sobre sus palmas,
dejando sus dedos completamente libres. Doble completamente sus dedos bajo el occipucio (de forma que apunten hacia usted , no h acia el techo) y «nade» hasta superar
el trapecio y e l semiespinoso y alcanzar estos pequeños y
profundos músculos. Deje los meñiques sobre la camilla y
lleve los anulares hasta la línea nuca) media del paciente,
de forma que las puntas de los seis dedos restantes se dispongan a lo largo de la base del occipucio (fig. 3.29). Con
ligeras variaciones debidas a los distintos tamaños de las
manos y las cabezas, sus dedos anulares estarán en contacto
con los RPMC, sus dedos medios sobre los RPMyC y sus
dedos índices sobre los OMC. Moviendo hacia adelante y
hacia atrás el dedo corazón, conseguirá revelar, a menudo,
aunque no siempre, la b anda más prominente del RPMyC,
y los otros dos dedos pueden emplazarse por igual a cada
lado (DVD ref: Superficial Back Line, 1:02:20-1 :04:22).
Para revertir el problema postura) habitu al d e l desplazamiento anterior del occipucio sobre el a tlas (tracción
anterior del occipital o flexión axial), d ebe favorecer la
elongación y liberar los músculos situados bajo sus dedos
índice y anu lar. Para combatir la hiperextensión postura)
del cuello, necesitará liberar el RPMyC, ligeramente más
Oblicuo inferior de la
cabeza
Fig. 3.28 Una vista lateral de lo s músculos suboccipitales nos muestra
cómo el RPMC y el OMC traccionan el cráneo hacia abajo y hacia
delante, mientras que el RPMyC tiende a traccionar el cráneo hacia
abajo y sólo un poco hacia atrás. En casos extremos, todos ellos
trabajan juntos, pero si la relación cabeza-cuello es ..armónica·., se da
una diferenciación entre ellos , básica para lograr el mejor rendimiento.
88
Recio posterior
mayor de
la cabeza
no puede h·accionar el a tlas hacia atrás, porque la apófis is
odontoides de C-ll impide este movimiento.)
El músculo suboccipital que ocupa una posición más
lateral es el obl icuo menor de la cabeza (OMC), que s e
dirige hacia abajo y hacia delante, de nuevo desde la
región posterolateral d el occipucio, esta vez hasta las voluminosas AT del atlas. Este músculo, que discurre paralelo
al RPMC, tendrá el mismo efecto, es decir, tirará del occipucio hacia adelante sobre el a tlas (y contribuirá a generar
w1a rotación postural en la articulación AO s i e l de un lado
está más tenso que el del otro).
0
prominente, situado bajo sus d edos corazón (mientras el
paciente moviliza Jos músculos largos de la región anterior del cuello). Aunque con frecuencia estos dos patrones
van de Ja mano en el desplazamiento anterior extremo de
la cabeza, también pueden darse por separado, por Jo que
esta distinción puede resultar útil.
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Desde el occipucio hasta el arco
.. superciliar
Desde la cresta occipital, la LPS sigue ascendiendo por el
occipucio, superándolo a medida que las distintas hojas se
van fundiendo en Ja galea aponeurótica o fascia epicraneal;
esta incluye las pequeñas bandas de los músculos occipitales
y frontales, todos ellos claramente orientados en Ja misma
dirección que la LPS. Finalmente, concluye en una fuerte
inserción en Ja ceja o el arco superciliar, situado en el hueso
frontal justo por encima de la cavidad orbitaria (fig. 3.30).
Cuero cabelludo
Aunque el cuero cabelludo pueda parecer una simple
cubierta del cráneo con escaso componente muscular, es un
área activa de Ja LPS, y de otras líneas, donde puede obtenerse un alto grado de liberación miofascial. El cuero cabelludo es el final de varias líneas longitudinales, de forma que
tirar y soltar a este nivel puede asemejarse a jugar con las
cuerdas de una marioneta. Podemos «d eshacer» en sentido
caudal mayores áreas de tensión fibrosa con las puntas de
Jos dedos trabajando en extensión. En los individuos con un
desplazamiento anterior de la cabeza, las inserciones fasciales de los erectores ascienden «deslizándose» sobre la región
posterior del occipucio en busca de un mayor efecto sobre
el cráneo, al igual que los erectores de Jos cuadrúpedos - lo
que explica por qué a su perro o su gato le e ncanta que le
rasquen d etrás de las orejas - . Parte de la solución, junto
con aflojar las tracciones ejercidas desde las líneas anteriores profunda y superficial y corregir una respiración
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Fig. 3.31 El cuero cabelludo es un área muy útil para corregir la
postura habitual de la cabeza, pero también para liberar los extremos
superiores de los meridianos miofasciales de las vias anatómicas.
defectuosa, es liberar estas inserciones fasciales adicionales
para permitir la elevación de la cabeza (fig. 3.31).
Una exploración detallada del cuero cabelludo desde
la cresta occipital hasta el arco superciliar revelará, además, pequeños fascículos fusiformes que, aunque en ocasiones difíciles de encontrar por su pequeño tamaño, están
a menudo extraordinariamente tensos y son dolorosos a la
palpación. Estos pueden liberarse mediante una presión
digital (o incluso ungular) constante, aplicada sobre el propio centro del nudo (sírvase de las reacciones del paciente
para localizarlo) durante aproximadamente 1 min o hasta
que el nudo o punto gatillo se haya deshecho por completo.
Aplicado de forma adecuada, a menudo supone una bendición al lograr la relajación en la totalidad de la línea afectada.
Debe ponerse especial cuidado en identificar la orientación de los husos, ya que múltiples lineas se funden en
la fascia epicraneal y el huso se alinea rá como la aguja de
una brújula a lo largo de la línea de tensión. Las tensiones
de cualquiera d e las líneas ca rd inales - anterior, posterior o laterales - , d e la línea espiral o de la línea posterior
superficial del brazo pueden manifestarse aquí.
Un cuero cabelludo con un exceso habitual de tensión
puede liberarse suavemen te aplicando las yemas de los
dedos con movimientos circulares lentos, moviendo la p iel
sobre el hueso hasta sentir el cuero cabelludo ablandarse
y liberarse del cráneo subyacente. Este método puede ser
especialmente eficaz si emplea las yemas, no las puntas
de los dedos, e insiste en ablandar, no en forza r (DVD ref:
Superlic ial Bacl Line, 57:05- 59:59).
Neurocráneo y LPS
Fig. 3 .30 La LPS viaja desde la fascia del erector siguiendo la parte
superior del cráneo en la galea aponeurótica o fascia epicraneal,
para insertarse firmemente en el arco superciliar del frontal.
Aunque existen otras conexiones fasciales que descienden
por la cara desde la frente, son muy superficiales y laxas;
por tanto, no constituyen una línea de tensión estructural.
Los músculos faciales se disponen en la fascia superficial de
forma laxa, siendo fácilmente palpables al mover el tejido
de Ja cara de un lado para otro (compárese con el mínimo
movimiento que permite la fascia localizada bajo la piel de
la frente). El arco su perciliar es el extremo eficaz de la LPS.
Cobra sentido que la LPS termine por encima del la
cavidad orbitaria cuando se tiene en cuenta su origen evolutivo. En los vertebrados primitivos, los peces agnatos
(sin mandíbulas), el cráneo acababa justo por encima de
los ojos. La cara infe rior de los ojos y la boca estaba constituida (micamente por tejidos blandos. Fue unos cuan tos
millones de años después cuando la estructura ósea de los
arcos branquiales «migró» hacia la cara pa ra formar los
arcos cigomático, maxilar y mandibular, que ahora se tmen
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Linea posterior superficial
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Anfioxo
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Parte visceral
del cráneo
Intestino
(tubo digestivo)
Fig. 3.32 Nuestro cráneo,
aparentemente sólido y
constituido por una única
pieza. tiene dos orígenes
embrionarios diferentes. Si
consideramos la cabeza de
los cordadas primitivos y
los primeros peces, vemos
que estos animales tenían
cráneo, pero no huesos
facia les. En nuestro cráneo,
la parte neurocraneal es una
extensión de la columna,
mientras que las estructuras
faciales viscerocraneales de
desarrollan a partir de nuestro
aparato branquial. La LPS se
detiene en las proximidades
del extremo cefálico del
neurocráneo.
a l n eurocráneo, más antiguo, para formar lo que h oy conocem os como cráneo (fig. 3.32)
Consideraciones generales en terapia
de movimiento
Una LPS móvil y ajustable permite la flexión de la cadera
y el tronco con las rodillas extendidas y es responsable de
la hiperextensión del tronco, la flexión de la rodilla y la
flexión p lantar. Por tanto, los distintos tipos de inclinacion es hacia delante son buenas formas de estirar el conjunto
o ciertas partes de la línea, mien tras que la hiperextensión
postura! es una marca del hipertono o el acortamiento de
la miofascia de la LPS. Los ejercicios de extens ión movilizarán la LPS y la tonificarán donde sea necesario.
A
Estiramientos generales
NOTA: Estos estirn111icntos, e11 su 111nyorín extraídos de los nsn11ns del yoga, se i11c/11ye11 co11 espíritu clnrificndor e i11spirndor.
/11te11tnrlos usted 111is1110 o nplicnrlos n los pacientes si11 In ndec11ndn prepnrnció11 y e11tre11n111ie11to p11cdc provocar u11n lesió11 o
1111 rcsultndo 11egntivo. Sen precavido, fór111ese o realice /ns consultas pertinentes.
90
Los estiramientos gen erales (en una escala de d ificu ltad
progresiva) incluyen la postura de la pinza o flexión hacia
d elante sentado (fig. 3.33A), la flexión hacia delante de pie
(fig. 3.338), el perro hacia abajo (fig. 3.33C) y la postura del
arado (fig. 3.330) .
La postura del embrión puede emplearse para estirar
la fascia de los erectores y del cu ero cabelludo. La postura
sobre los hombros es específica para las zonas cervical y
su perior de la espalda de la LPS. Una inclinación hacia
delante tumbado en una camilla aislará la porción de la
LPS correspondiente al miembro in ferior.
Para los que dispongan de una pelota terapéu tica de
gran tamaño, rodar sobre e lla boca abajo supone una
buena forma de relajar el conj unto de la LPS.
B
e
D
Fig. 3.33 Existen diferentes estiramientos, fáciles y difíciles, para
las partes o para el conjunto de la LPS.
Áreas específicas
Plm1tar: empezando por la base de la LPS, llna fascia
plantar tensa limitará la movilidad del pie y de los
dedos, así como el movimiento de la línea en su
conjunto. Una técnica sencilla pero eficaz requiere que
el paciente descalzo y de pie se incline hacia delante
con las rodillas estiradas, sólo para ver la sensación
inicial. A continuación, indique al paciente, qlle seguirá
de bipedestación, qlle coloque una pelota de tenis bajo
su pie. Ahora, indíquele que carglle el peso en distintas
partes de la superficie plantar desde la cara anterior del
talón hasta la región metatarsiana, buscando puntos
dolorosos o contracturados. El paciente debería cargar
el peso suficiente para alcanzar ese punto entre la
comodidad y el dolor y debería mantener la presión en
cada punto durante al menos 20s. El ejercicio completo
debería durar unos pocos mínutos.
Retire la pelota e indíquele que se incline de nuevo
hacia adelante llamando Sll atención sobre la diferencia
en las sensaciones que experimenta en los dos lados de
la LPS; a menudo la comparación resulta sorprendente.
Por supuesto, indíquele que lo repita en el otro pie
y compruebe que la inclinación hacia adelante es
de nuevo simétrica, aunque con mayor amplitud de
movimiento. En el paciente más avanzado, flexible o
masoquista puede emplearse llna pelota de golf.
Cualquier movimiento que exija la dorsiflexión estirará
la porción de la LPS correspondiente a la planta del pie y
a la pantorrilla. Un estiramiento sencillo pero eficaz para
la fascia plantar y su conexión con el tendón de Aquiles
consiste en arrodillarse con los pies en dorsiflexión y los
dedos hiperextendidos para sentarse a continuación sobre
sus talones (o, para los menos flexibles, cerca de ellos).
Los más flexibles pueden «caminar» con las rodillas hacia
los dedos de los pies para aumentar el estiramiento.
o Pm1torrilla: la inclinación hacia adelante apoyando los
antebrazos en una pared permitirá estirar la sección
de la LPS correspondiente a la pierna al colocar un pie
atrás y apoyarse sobre el talón. Si el talón toca el suelo
con facilidad, flexione la rodilla hacia la pared para
aumentar el estiramiento del sóleo.
• lsq11iotibiales: cualquiera de las flexiones hacia delante
descritas previamente ayudarán a elongar el grupo de
músculos isquiotibiales. Balancee la parte supe rior del
cuerpo a derecha e izquierda durante estas flexiones
para garantizar que todo el grupo muscular, y no sólo
una de sus líneas, se activa y estira.
• Co/1111ma: la inducción de un movimiento ondulatorio
a lo largo de la LPS, especialmente en el erector de la
columna y tejidos adyacentes, es muy buena para aflojar
y estimular la LPS. Indique al paciente que se coloque en
decúbito prono o en cualquier otra posición horizon tal
en la que esté cómodo. Pídale que tense sus músculos
abdominales, de forma que una onda de flexión recorra
la columna lumbar y la pelvis. ínstele a transmitir este
movimiento ondulatorio de forma progresiva a toda la
espalda e incluso hacia los miembros inferiores. Observe
el movimiento, e identifique dónde existen puntos
«muertos» - lugares donde se detiene el movimiento,
sin transmitirse más allá-. Coloque la mano en el punto
muerto y anime al paciente a mover esa área. Con
frecuencia, los pacientes realizarán esfuerzos cada vez
mayores para forzar el paso del movimiento a través
del punto muerto, pero a menudo son más eficaces
o
los movimientos más pequeños, con pausas para la
absorción. Aunque las restricciones son más frecuentes
en el patrón de flexión-extensión , los movimientos
ondulatorios que incluyan la rotación o flexión lateral
también pueden resultar útiles.*
*Este se11cillo movimieuto Jm sido elaborado de forma espléndida
por Co11ti111w111 y puede visitarse e11 www.continllummovement.com o e11 www.continuummontage.com.
• Cuello: el área suboccipital, en la región superior
del cuello, es un área sometida con frecuencia a un
exceso de tensión e inmovilidad. Difícilmente puede
exagerarse la importancia que tienen los músculos
rectos y oblicuos de la cabeza, mediadores entre
los movimientos oculares y los movimientos de
la columna, para la movilidad general de la LPS.
Estos músculos son los responsables del inicio de la
hiperextensión y la rotación, así como de la tracción
occipital anterior (desplazamiento a nterior de la cabeza
sobre el cuello). Se estiran durante la flexión cervical
superior, la rotación y el deslizamiento posterior del
occipucio sobre los cóndilos del atlas.
Imprimir movimiento en esta área exige cierto grado
de concentración para focalizar e l movimiento en
la parte sllperior del cuello, ya que los exprés que
se Sllperponen a estos locales minúsculos, básicos y
primitivos pueden generar movimientos similares
en la columna cervical inferior. En decúbito supino
y manteniendo la atención en la parte superior de
la columna cervical bajo el cráneo, deslice la región
posterior de su cabeza hacia arriba, alejándola del
cuerpo, pero sin levantarla de la superficie sobre la que
reposa. Manteniendo esta posición de elongación y
flexión cervical superior, rótela despacio, focalizando
de nuevo su atención en la colllmna cervical superior.
Las lecciones d e «a utoconciencia por el movimiento»
de Moshe Feldenkrais, que distinguen los movimien tos
oculares de los movimien tos del cuello y el cuerpo, son
incomparables a la hora de aclarar y diferenciar los
músculos de esta zona.5
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Guía de palpación de la LPS
Comenzando de nuevo en el extremo distal de la LPS,
encontramos la primera parada en la cara inferior de las
puntas de los d edos de los pies. Aunque esta no se palpa
con facilidad a través de las yemas, podemos identificar
los tendones de los flexores cortos de los dedos bajo la
fina piel de la falange proximal de estos. La fascia plantar comienza en realidad en la parada de la región metatarsiana, estrechándose a medida que se acerca a la región
anterior del talón, donde su ancho no alcanza los 2cm. La
tracción hacia arriba de los dedos produce su extensión
y marca de forma nítida el relieve de la fascia plantar, de
forma que sus bordes pueden palparse con facilidad . La
banda lateral es difícil de palpar d irectamen te a través de
la gruesa almohadilla superpuesta, p ero puede intuirse
introdL1ciendo el dedo o el n udillo en la línea que discurre
entre el borde externo del talón y la base del quin to metatarsiano, una protuberancia ósea claramente palpable a
mitad de camino entre el talón y el quinto dedo (v. figs. 3.6
y 3.7, pág. 76). La banda lateral y el abductor del quinto
dedo que la acompaña pueden localizarse entre la base del
qllinto metatarsiano y el borde exte rno del calcáneo.
La vía que rodea y cruza el talón, difícil de palpar a través de la recia almohadilla de la base, puede percibirse en
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la región posterior del Cíllcáneo. Coloque sus dedos sobre el
cíllcáneo al tiempo que flexiona y extiende los dedos de los
pies pílríl sentir su efecto sobre la fascia que rodea íll talón
(v. fig. 3.12, pág. 78). El tendón de Aquiles resulta familiar
y fácil de palpar para muchos; ahora siga su vía ascendente hacia la pantorrillíl conforme va ensanchándose y
ílplílnándose. Si SLI modelo está de puntillíls sobre la región
metatarsiílna, los bordes inferiores de las cabezas del gílstrocnemio se palpan con facilidad en el lugílr donde se
insertan a esta aponeurosis. Relaje el tobillo y podrá palpar
con facilidad el voluminoso sóleo bajo su hoja fascial.
Líl siguiente paradíl, constituida por las cabezíls del gílstrocnemio, se dispone entre los resistentes tendones de los isquiotibiales, por detrás y por encimíl de la rodilla en la región
posterior de los cóndilos del fémur (v. fig. 3.18, pág. 81). Los
isquiotibiales se anclíln mediante sus tendones debajo de
la rodilla: los dos semis (el semimembranoso y el semitendinoso), en la región medial de la tibia, y el bíceps femoral,
único, en la cabeza del peroné en la región lílteral de la pierna.
Siga los isquiotibiales en sentido ascendente hasta la región
posterior de la tuberosidad isquiática (v. fig. 3.21, pág. 83).
Si palpa bajo el borde medial del glüteo mayor justo por
encima de la tuberosidad, podrá encontrar el ligamento
sacrotuberoso, de consistencia casi ósea, que constituye la
vííl más corta y más densa de esta línea. Pálpelíl a lo largo
de su borde medial, siguiéndola en sentido ascendente
hasta el borde inferior externo d el sacro (v. f ig. 3.22, pág. 85).
Pílrtiendo de esta pílradíl del sacro, entre las dos espiníls ilíacas posterosuperiores, el erector de la columna y el
transversoespinoso subyílcente recorren la totalidad de
líl columna vertebrnl en Lmíl larga vía ascendente hasta la
cresta occipital. El erector de la columníl más próximo a
la línea media, el espinoso, de menos de un centímetro de
ílncho en Ja mayoría de los casos, puede palparse justo contra las apófisis espinosas, con mayor facilidíld íl nivel mediotorácico, en la «línea del sujetador» (v. fig. 3.23, pág. 85).
El müsculo medio del grupo del erector de la colum na,
el longuísimo, se percibe fácilmente como una serie de
cables recios justo por fuera del espinoso. El músculo más
laternl, el iliocostal, puede palparse entre los cables del longuísimo y el ángulo de las cos tillas. Cuando los fascículos
de este músculo se rozan a este nivel en sen tido horizontal, suelen percibirse como las crestas de la pana. Puede
seguirse el recorrido de cualquiera de estos müsculos hacia
arriba o hacia abajo desde el punto donde se ha localizado.
En la región superior del cuello, los semiespinosos pueden palparse fácilmente bajo los trapecios (especialmente
cuando su modelo empuja hacia a trás la cabeza en contra
de resistencia) como dos cables verticales que se van estrechando desde el occipucio.
Desde la parada de la cresta occipital, la fascia epicraneal o ga lea aponeurótica asciende por encima del hueso
occipital (conte niendo, en la mayoría de los individuos,
fascículos del músculo occipital), discurre sobre la parte
superior de la cabeza y desciende por la frente (envolviendo el músculo frontal) para insertarse en la parada
final, el arco superciliar (v. fig. 3.30, pág. 89).
Discusión 1
La LPS y las ondas de la columna
92
La LPS supone una conexión funcional de las ondas que constituyen las curvaturas primarias y secundarias de la columna
y los miembros inferiores. En la postura del ser humano como
plantigrado, el cuerpo se dispone en una serie de curvaturas que
se alternan y se equilibran. El pensamiento anatómico clásico
reconoce las curvaturas torácica y sacrocoxígea de la columna
vertebral, cóncavas hacia la región anterior del cuerpo, como
curvaturas primarias, esto es, curvaturas que aún reflejan la posición flexionada del desarrollo fetal.
Durante el último período del embarazo y el primer año de
vida, se forman las curvaturas secundarias en ciertas secciones
de la curvatura primaria de flexión del niño. La activación de los
músculos cervicales {para elevar la cabeza) y la posterior activación de los músculos de la columna lumbar {para sentarse y
gatear) modifican la forma de los discos intervertebrales para
invertir la convexidad de las curvaturas cervical y lumbar, respectivamente (v. figs. 10.28 a 10.34, págs. 219-20). Sin embargo,
en bipedestación, podemos hacer extensiva nuestra visión de
la ondulación de la columna vertebral a todo el c uerpo, considerando la curvatura craneal como una curvatura primaria, la cervical como secundaria, la torácica como primaria, la lumbar como
secundaria y Ja sacrocoxígea como primaria.
Aplicando este punto de vista a los miembros inferiores, la
ligera flexión de la rodillas puede considerarse una curvatura
secundaria, la curva del talón como primaria, la bóveda plantar
como secundaria y la región metatarsiana como primaria. La "curvatura.. de la rodilla se forma durante el aprendizaje de la bipedestación, y la última curvatura secundaria en formarse, la bóveda
plantar, adopta su forma final a medida que el niño fortalece
los músculos profundos de la pantorrilla al caminar.
Aunque estas cu rvaturas no son todas equivalentes en su
desarrollo, este concepto resulta bastante práctico y admite una
extensa aplicación en el campo de la terapia manual y del movimiento. Todas las curvaturas primarias se mantienen en mayor o
menor medida gracias a la forma de los huesos circundantes: el
cráneo se mantiene gracias a sus propias interconexiones; la curvatura torácica, gracias al complejo de las costillas y el esternón;
la curvatura sacrocoxigea, a los huesos coxales y los ligamentos
pélvicos; y el talón, a la forma de los huesos del pie (fig. 3.34).
Sin embargo, todas las curvaturas secundarias dependen en
mayor medida del equilibrio de los músculos, responsables en primer
lugar de su aparición y después del mantenimiento de su posición:
así, la estabilidad y la posición de las curvaturas cervical y lumbar,
que son las secciones libres de la columna, dependen fundamentalmente de los tirantes de la miofascia circundante. Los huesos
y ligamentos dejan a la rodilla libre para moverse desde la flexión
completa hasta la hiperextensión; es el equilibrio muscular el que
determina la posición de reposo habitual de las rodillas. Los arcos
plantares se ven empujados a su posición final a medida que el
niño se pone en pie y camina, y su mantenimiento depende tanto
del adecuado equilibrio de las partes blandas del miembro inferior
y del pie como de cualquier auténtico arco óseo. (Los músculos
que descienden desde la pantorrilla para tirar hacia arriba de los
diversos arcos se convertirán posteriormente en los extremos inferiores de otras importantes líneas miofasciales; v. los capítulos 5, 6
y 9 sobre las líneas laterales, espiral y frontal profunda)
En la postura y el movimiento, todas estas curvaturas secundarias están relacionadas entre sí. La falta de equilibrio en una de
ellas a menudo supone un patrón compensatorio en otras curvaturas secundarias cercanas. La relación descrita entre las rodillas
y la columna lumbar se puede ver fácilmente en la práctica diaria (fig. 3.35). El adecuado equilibrio entre todas las curvaturas
primarias y secundarias, acompañado por un tono uniforme en
los tejidos de la LPS, puede considerarse un desarrollo equilibrado hacia la ..madurez .. desde la curvatura fetal originaria. Los
patrones posturales de flexión o hiperextensión pueden estar
relacionados con áreas donde no se ha alcanzado la maduración completa. Con frecuencia, la flexión crónica de las caderas se debe a un fallo en la extensión completa de las mismas
durante el crecimiento del niño; esta falta de extensión requerirá
una compensación en la LPS que podrá uleerse" y será indicativa
de la anomalía. Una persona completamente uevolucionada" (en
su sentido literal de «desenrollada» presenta un equilibrio utensegritiCO» en las ondas sagitales que se alternan en el cuerpo.
La LPS conecta la región posterior de todas estas curvas,
de los pies a la cabeza. El principio general de la teoría de los
meridianos miofasciales es que la tensión viaja hacia arriba y
hacia abajo a lo largo de estas líneas. Así, un problema en cualquiera de estas curvas puede generar tensión en el recorrido
ascendente o descendente de la línea. Esto también funciona en
sentido contrario: el dolor rebelde puede tratarse mejor si extendemos nuestra evaluación y tratamiento a otras partes de la línea,
a menudo a bastante distancia del lugar del dolor. Este libro es
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Primaria
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Primaria
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Secundaria
Fig. 3 .34 La alternancia de curvaturas primarias y secundarias en
la columna vertebral puede extenderse a toda la región posterior del
cuerpo. La LPS se extiende por detrás de todas estas curvaturas
y el tono de sus tejidos es fundamental en el mantenimiento de un
adecuado equilibrio entre ellas.
un pretexto para conceder tiempo y espacio a la consideración
de este punto de vista global sobre la interacción que tiene lugar
a lo largo de todo un meridiano miofascial o, tal y como lo planteamos, entre los distintos meridianos, en lugar de culpar únicamente a músculos aislados o estructuras fasciales individuales.
Discusión 2
¿Existe una línea posterior profunda?
Según la nomenclatura anatómica tradicional, si existe una línea
posterior superficial, debería existir una línea posterior profunda. Además, si claramente existe una línea frontal profunda
y una línea frontal superficial, ¿no exige la simetría que haya una
línea posterior profunda? En realidad, lo exija o no la simetría,
no existe una línea posterior profunda en términos anatómicos.
Aunque existen áreas aisladas de la LPS donde hay capas miofasciales más profundas, no existe una capa constante y conexa
por debajo de la que acabamos de discutir.
Resulta esclarecedor echar un breve vistazo a estas áreas.
Por ejemplo, en la superficie plantar del pie, muchas capas se
disponen por encima de la fascia plantar, es decir, en un plano
más profundo. Estas capas contienen los flexores cortos y los
abductores y aductores de los dedos, junto con su fascia asociada, así como los ligamentos plantar largo y calcaneonavicular
plantar que subyacen a los arcos tarsianos. Hemos descrito la
fascia plantar como la cuerda del arco formado por las bóvedas
plantares, pero, por supuesto, el arco no es estático, dada la
B
Fig. 3.35 Según los términos de las vias anatómicas, las
rodillas hiperextendidas pueden considerarse un problema
de una curvatura secundaria. (A) Antes del tratamiento, esta
curvatura secundaria se habia convertido en una curvatura
primaria, transmitiendo una tensión adicional a otras curvaturas
secundarias - en este caso, a las áreas lumbar y cervical-. (8)
Tras los procedimientos de integración estructural, la curvatura de
la rodilla se ha normalizado, al igual que el resto de las curvaturas
secundarias. {Reproducido con autorización de Toporek 19816 .)
diversidad de posibles movimientos del pie en la vida diaria y las
actividades deportivas. En movimiento, todas estas capas miofasciales y ligamentosas cada vez más profundas participan activamente en el apoyo de los arcos (fig. 3.36 y v. fig. 3.8).
Estas capas son más profundas q ue la LPS, pero cuando
llegamos a sus extremos proximal o distal no p od emos señalar
una continuidad fascial con ninguna otra sección del organismo,
más allá de la generalización de utodo está conectado en la red
fascial" .
En la pierna existe un grupo m ás profundo de locales (constituido por el sóleo y el poplíteo) localizado bajo el gastrocnemio,
pero este forma parte de la LPS y simplemente se inserta en la
cara inferior de la fascia del tendón de Aquiles (incluiremos también al plantar delgado en este grupo).
Existe un grupo de músculos más profundo q ue el sóleo,
entre este y la superficie d orsal de la membrana interósea {es
decir, en la porción profunda del compartimento posterior de
la pierna), constituido por los flexores largos de los dedos y el
tibial posterior (fig. 3.37). Sin embargo, se demostrará que estos
músculos son un claro componente de la línea frontal profunda
(v. capítulo 9), a pesar de su posición posterior en este segmento
del cuerpo y, por tanto, no pueden considerarse una línea posterio r profunda. También se demostrará que los peroneos, en el
compartimento lateral, son un claro componente d e la línea lateral (v. capítulo 5).
En el muslo, los isquiotibiales cubren la cabeza corta d el
biceps y el aductor mayo r, que constituyen un local bajo
el exprés de la cabeza larga del bíceps (v. el apartado sobre el
cuarto ísquiotibial en el capítulo 6). Por tanto, todos estos músculos, hasta llegar al hueso, p ueden considerarse p arte de la
LPS.
La región posterior de la cadera es otra historia. Aunque los
retadores laterales profundos no se disponen inmediatamente
por debajo de las estructuras de la LPS, actúan de todas formas
93
1
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Linea
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Fig. 3.36 En realidad, la fascia plantar es únicamente la más
superficial de las múltiples capas de miofascia, incluyendo el
ligamento plantar largo y el ligamento calcaneonavicular plantar, que
proporciona apoyo a los arcos (compárese con la fig. 3.8).
QJ
Fig. 3.38 Localización de las líneas cardinales en el esquema de un
vertebrado inferior. Obsérvese que la LPS se dispone detrás de la
columna, mientras que la línea frontal profunda se dispone delante
de ella y la línea frontal superficial delante de los órganos. Desde
el origen de la evolución de los vertebrados, la simetría derechaizquierda del aparato locomotor no se ha correspondido con una
simetría anterior-posterior.
Linea posterior superficial
Fig. 3.37 La LPS ocupa la totalidad de la porción superficial del
compartimento posterior de la pierna. Paradójicamente, la porción
profunda del compartimento posterior pertenece, no a la "línea
posterior profunda•., sino a la línea frontal profunda.
como una línea posterior profunda a este nivel, limitando la
flexión de la cadera, en combinación con los isquiotibiales, así
como ayudando a mantener la columna en alto y en equilibrio. A
la luz de estos hechos, este grupo bien podria haberse llamado
extensor corto de la cadera. Estos músculos, desde el piriforme
descendiendo por los obturadores y los gemelos hasta el cuadrado femoral, presentan una continuidad funcional entre ellos,
pero no una continuidad fascial lineal con otras estructuras miofasciales locales. Estos retadores laterales profundos encajan
mejor como una rama de la linea frontal profunda en la teoria
de los meridianos miofasciales (v. capitulo 9), pero la ausencia
de conexiones longitudinales lineales hace difícil ubicarlos en
la metáfora de las vías anatómicas. Es preferible considerarlos
siguiendo otro concepto, los abanicos de la articulación de la
cadera.7
En el área vertebral, podría argumentarse que los músculos
que hemos incluido como parte de la LPS se disponen en dos
planos fasciales principales, un plano más superficial con el erector de la columna (espinoso, longísimo e iliocostal) y un plano más
profundo con el transversoespínoso (semiespinoso, multífidos,
rotadores, interespinosos e intertransversos). Aunque es cierto
que existe un plano fascial entre estos dos grupos, se explica
aquí de forma bastante determinante que esto es simplemente
un complicado grupo de locales y exprés, con los minúsculos
locales monoarticulares formando tres patrones diferenciados
sobre los 26 huesos existentes entre el sacro y el occipucio
(v. figs. 3.23 y 3.24, págs. 85 y 86). Estos patrones - entre apófisis espinosas, entre apófisis transversas y de apófisis espinosa
94
la/eral
Linea frontal
superficial
a apófisis transversa - se repiten en los músculos superpuestos
a intervalos políarticulares cada vez mayores.
La parte final de la LPS, la fascia epicraneal, es una única
capa gruesa de fascia entre el periostio del cráneo y la dermis
de la piel, donde, como hemos mencionado, se funden diversas
líneas y niveles de miofascia.
La respuesta a nuestra pregunta es, por tanto, que no existe
una línea posterior profunda de miofascia, lo exija o no la simetria.
En cualquier caso, el argumento de la simetría se desvanece si
examinamos nuestra historia evolutiva y nos percatamos de que
la línea frontal profunda comenzó siendo la línea posterior original
de nuestro «cuerpo primitivo" tunicado (fig. 3.38). f.\/. también la
discusión general sobre la línea frontal profunda en el capitulo 9.)
Podría presentarse un argumento a favor de una ulínea posterior profunda" constituida por el tejido conjuntivo que rodea
al sistema nervioso central, la duramadre, y su extensión a los
paquetes nerviosos y neurovasculares que serpentean por los
miembros. Esto tiene el atractivo de que la linea frontal profunda
rodea los órganos de la cavidad ventral, y sus proyecciones hacia
los miembros superiores (mediante la línea anterior profunda del
brazo) e inferiores pueden verse como la extensión de estos
órganos hacia los miembros superiores e inferiores. Del mismo
modo, la duramadre rodea los órganos de la cavidad dorsal y,
por tanto, sus extensiones hacía los miembros podrían denominarse línea posterior profunda, especialmente el nervio ciático. A
medida que se llevan a cabo más trabajos sobre las conexiones
entre la anatomía de la duramadre y la de las vainas nerviosas,
podemos atribuirle un cierto mérito a este argumento, pero dado
que: 1) esta configuración fascial no estaría asociada a ningún
músculo, con la posible excepción del piriforme, y 2) las extensiones fasciales de la duramadre siguen los nervios a todos los
puntos del cuerpo (ventral, dorsal y laterales, y no sólo a la región
posterior interna del miembro inferior), preferimos quedarnos con
la idea de que simplemente no existe una continuidad miofascial
coherente que pueda denominarse línea posterior profunda.
Como hemos visto, existen varios lugares en la LPS donde
locales importantes subyacen a los exprés poliarticulares. El
esqueleto que se encuentra bajo la LPS presenta una forma
ondulada debida a las curvatu ras primarias y secundarias, y
podemos ver que estos locales tienden a congregarse alrededor
de las curvaturas secundarias (convexas hacia atrás) - bajo los
arcos del pie, alrededor de la rodilla y en las columnas lumbar
y cervical -. La excepción la constituye, por supuesto, el área
torácica, donde la misma cantidad de locales subyacen a los
exprés en torno a una curvatura primaria. Esto supone la posibilidad de ejercer tensión local y, p or tanto, de mú ltiples puntos gatillo tenaces que, paradój icamente, suelen tratarse mejor
desde delante (v. el apartado sobre la interacción entre la LPS y
la línea frontal superficial en el capítulo 4, pág. 111 ).
A
e
. 4 ·1 Línea frontal
F1g.
superficial.
Línea frontal
superficial
Visión general
Función de movimiento
La línea frontal superficial (LFS) (fig. 4.1) conecta la
totalidad de la superficie anterior del cuerpo, desde el
dorso del pie hasta el lateral del cráneo, en dos partes:
desde los dedos de los pies hasta la pelvis y desde la
pelvis hasta la cabeza (fig. 4.2 y tabla 4.1); funciona como
una línea continua de miofascia integrada cuando la cadera
está en ext ensión, como ocurre durante la bipedestación.
La función general de la LFS en el movimiento es generar
la flexión del tronco y las caderas, la extensión de la rodilla
y la dorsiflexión del p ie (fig. 4.6). La LFS lleva a cabo un
complejo juego de acciones en la zona cervical, que se discutirá más adelante. La necesidad de generar movimien tos
de flexión repentinos y enérgicos en las distintas articulaciones exige que la porción muscular de la LFS contenga
una mayor p roporción de fibras musculares de contracción
rápida. La interacción entre la LPS, fundamentalmente
orientada a la resistencia, y la LFS, de reacción rápida, se
m ani fiesta en la necesidad de contracción de una línea
cuando la otra está estirada (fíg. 4.7).
Función postural
La función postura! general de la LFS es equilibrar la línea
posterior superficial (LPS) y proporcionar un sostén tensil desde la cabeza para así elevar las partes del esqueleto
que se proyectan p or delante del eje gravitatorio: el pubis,
la caja torácica y la cara . La miofascia de la LFS también
mantiene la extensión postura! de la rodilla. Los m úsculos
de la LFS están siempre listos para defender las partes
blandas y sensibles que decoran la superficie anterior d el
cuerpo hu mano; también protegen las vísceras de la cavidad ventral (fig. 4.3).
La LFS comienza en el dorso de los dedos de los p ies.
Según el principio fascia l de «tod o está conectado», técnicamente, la LFS se une a la LPS en los periostios de
la punta d e las falanges de los ded os d el pie, pero no
existe una «interacción» perceptible en esta conexión .
Funcionalmente, estas dos vías anatómicas son opuestas.
Así, la LPS es responsable de flexionar los dedos de los
pies y la LFS se ocupa de extenderlos, y esta condición se
repite en el resto del cuerpo. En la práctica, en térmi nos
posturales, los flexores dorsales evitan e l excesivo desplaza miento posterior del complejo tibioperoneo y los flexores planta res impiden su excesiva inclinación anterior.
El equilibrio postura) sagital (equilibrio AP) se mantiene
fundamentalmente gracias a una relación, tensa o relajada,
entre estas dos líneas (fig. 4.4). Sin embargo, en el tronco
y el cuello, la línea frontal profun da debe participar para
completar y complicar la ecuación (v. fig. 3.3B y capítulo 9).
Merece la pena señalar que cuando las líneas se consideran parte de los planos fasciales, en lugar de simples cadenas
musculares contráctiles, se verá que en la inmensa mayoría
de los casos la LFS tiende a desplazarse hacia abajo y, como
respuesta, la LPS tiende a d esplazarse hacia arriba (fig. 4.5).
Descripción detallada de la Línea
frontal superficial
Los tendones que parten del dorso de los dedos de los pies
constituyen el comienzo de la LFS. A medida que asciende
por el pie, la LFS incorpora dos tendones más (fig. 4.B). En
el borde lateral, el tercer peroneo (si es que lo hay), con origen en el quinto metatarsia no; en el borde medial, enconh·amos el tendón del tibia! anterior, que recorre desde el
primer meta tarsiano el borde medial del pie. Es decir, la
LFS incluye tanto los músculos extensores cortos del dorso
del pie como los tendones largos de la pierna.
Consideraciones generales
para la terapia manual
Al igual que ocurre con la LPS, hay en realidad d os LFS,
una a la derecha y otra a la izquierda de la línea media. '
Colocándose enfrente del paciente podrá valora r las
diferencias en tre las secciones derecha e izquierda de la
línea. No obstante, en la mayoría de los casos, será convenie nte que la primera intervención tra te de resolver cual- ~
quier acortamiento general de la LFS. La observación del '~\
paciente desde un lateral revelará el estado del equ ilibrio
entre la LFS y la LPS, y será un buen indicativo de dónde
es necesario abrir y elongar la línea en general.
La LFS, jw1to con la LPS, media e n el movimiento que
se produce en el plano sagital. En caso de disfun ción,
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Fig. 4.3 El ser humano
ha desarrollado una forma
única de bipedestación
en la que las regiones
más sensibles y
vulnerables se exponen
al mundo exterior,
dispuestas a lo largo de
la LFS. Compárese con
los cuadrúpedos, que
protegen la mayoría de
las zonas vulnerables , si
no todas (v. fig. 4.31) .
Fig. 4.2 Vías y paradas
de la línea frontal
superficial. El área
sombreada muestra la
zona de influencia de la
fascia superficial.
3
Fascia estemal
Erector de la - --\vn•
columna
1---
LPS
98
-
Recto del abdomen
LFS
Fig. 4.4 La LPS y la
LFS p resentan una
interrelación, no muy
diferente de la que puede
observarse en la jarcia de
un barco. La LPS está
diseñada para tirar de
la región posterior hacia
abajo, d esde los pies
hasta la cabeza, y la LFS
está d iseñada para tirar
de la región anterior hacia
arriba, desde el cuello
hasta la pelvis. (Basado en
Mollier.)
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LFS
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Fig. 4.5 Un p atrón muy
habitual consiste en que la
LFS tire de la región anterior
hacia abajo al tiempo que la
LPS eleva la región posterior
(líneas verticales). Esto
provoca un desequilibrio entre
las estructuras de la región
anterior y posterior del cuerpo
que deben corresponderse
Oíneas horizontales). Esta es la
base de un buen número de
futuros p roblemas en el cuello,
los brazos, la respiración o la
zona lumbar.
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Fig. 4.8 La vía
inicial de la LFS está
compuesta por siete
tendones que discurren
bajo los aún más
superficiales retináculos
para combinarse
en el interior del
compartimento anterior
de la pierna.
Tabla 4.1 Línea frontal superficial: «Vías»
miofasciales y «paradas,. óseas (fig. 4.2)
Fig. 4.6 La contracción de la LFS extiende los dedos de los pies,
genera la dorsiflexión de los tobillos, extiende las rodillas y flexiona
las caderas y el tronco.
Paradas óseas
Vías miofasciales
15
Apó fisis mastoides 14
13
Manubrio esternal 12
11
Quinta costilla 1 O
9
Espina púbica 8
Espina ilíaca 7
anteroinferior
6
Rótula 5
4
Tuberosidad tibial 3
2
Fascia epicraneal
Esternocleidomastoideo
Fascia esternal/esternocondral
Recto del abdomen
Recto femoral/cuádriceps
Ligamento rotuliano
Extensores cortos y largos de los
dedos, tibial anterior, compartimento
anterior de la pierna
Cara dorsal de las
falanges de los dedos
A
Fig. 4.7 La interrelación de la LPS y la LFS puede verse en estas
dos posturas. En (A). la LPS se contrae y la LFS se estira; lo
contrario ocurre en (B).
genera un movimiento hacia delante (flexión) o una limitación d el movimiento h acia atrás (extensión). Los problemas son numerosos si la miofascia de la LFS comienza a
tirar hacia abajo del esqueleto desde una parada estable
inferior en lugar de tirar hacia arriba desde una parada
estable superior; por ejemplo, cuando los músculos abdominales comienzan a tirar de las costillas hacia el p ubis, en
lugar de tirar del p ubis hacia las costillas.
Los patrones habituales de compensación postura! asociados a la LFS incluyen: la limitación de la flexión planta r
en el tobillo, la hiperextensión de la rodilla, la inclinación
anterior de la pelvis, el desplazamiento anterior de la pelvis, la restricción anterior de las costillas y la respiración y
la postura de cabeza adelantada.
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; ; Espinilla
\ • •~ El plano fascial d e la LFS asciende hacia el interior del
compartimento anterior de la p ierna, pero en su camino
discurre bajo el retináculo de los músculos extensores. El
retináculo es básicamente un engrosamiento de un plano
fascial todavía más superficial, la fascia de revestimiento
profunda que en la pierna se denomina fascia profunda de
la p ierna. Este engrosamiento es necesario p ara sujetar los
tendones; sin él, la piel situada e ntre los d ed os de los p ies
y la zona media de la espinilla se proyectaría hacia delante
OJ
cada vez que se contrajeran los músculos (fig. 4.9). Dado
que los tendones dobla n una esquina (lo que n uestras
reglas permiten, en este caso, ya que existe una cla ra continuidad fascial y mecánica), necesitarán unas vainas lubricantes que los envuelvan para facilitar su movim iento bajo
la correa del retinácu lo (otro ejemp lo de la teoría del doble
saco en acción; v. cap ítulo 1 y fig. 2.3).
Una vez superado el retináculo, la LFS asciende p or la
región anterior de la pierna. En la cara lateral, incluye los
músculos del compartimen to anterior -el tibia! anterior, el
ex tensor largo de los dedos y el extensor largo del dedo
gordo- , con su fo rma e xcavada por d elan te de la membrana interósea. En la cara medial, hemos descubierto que
el tejido que cubre la tibia y su periostio debe incluirse
para lograr un efecto mayor (compárese la fig. 4.10 con la
fig. 2.1C, pág. 64).
Compartimento anterior de la pierna
A
B
Fig. 4.9 Los retináculos, engrosamientos de la fascia de
revestimiento profunda que en esta zona recibe el nombre de fascia
profunda de la pierna, constituyen un refuerzo para sujetar los
tendones de la LFS y dirigir su fuerza desde la espinilla hasta los
dedos de los pies.
El tibia! an terior suele ser el múscu lo más fu erte del compartimen to anterior, pero el conjun to del compartimen to
prod uce dorsiflexión y se opone a la flexió n plantar. Aquí
vamos a plan tea r los dos patrones problemá ticos más frecuentes en este compartimento.
Cuando los tend ones de este compartimento pasan
bajo la correa restrictiva del re tináculo, p ueden quedarse
«atascados», en términos de libertad de movimiento.
Sup uestamente, los túneles lubricados de las va inas tendinosas se adhieren localmente a la fascia p rofund a de la
pierna, por encima y por debajo de los retinácu los, d ebido
a la ausencia de movimien to completo y a esta r «programados» a tensión constante. Cualquiera que sea la causa,
la solución es bastan te sencilla y a menudo sorprende
positivamen te al paciente, que ve aumentada su libertad
de movimiento después de unas pocas manipulaciones.
Indique al paciente que se h1mbe en d ecúbito supin o,
con los talones fuera de la camilla. lndíquele que flexione
el p ie, alternando la dorsiflexión con la flexión p lantar, y
compruebe que mantiene el pie a lineado con el tobillo, de
forma que el pie apun te d irectamente hacia la rodilla, sin
dirigirse hacia dentro ni hacia afuera. Puede conseguir una
Linea frontal
superficial
o
100
A
B
Fig. 4.1 o La LFS incluye el compartimento anterior de la pierna, así como los tejidos situados delante de la tibia (espinilla). En (B) podemos
ver lo poco que queda del miembro inferior si quitamos la LFS. Véase también la figura 1.1C, donde ambas partes de la fascia profunda de la
pierna, el compartimento anterior y la fascia superficial que cubre la tibia, se han diseccionado como una única pieza. Si esta fascia presenta
fosas, estas posiblemente sean emplazamientos donde el individuo ha sufrido un traumatismo sobre la espinilla (como una caída subiendo las
escaleras). que ha llevado a la fascia profunda de la pierna a adherirse al periostio subyacente. (DVD rcf: Enrly Dissoctiv<> Evidcnce)
mayor diferenciación muscular miadiendo la flexión y Ja
extensión de los dedos del pie ni movimiento del tobillo.
Aplique una amplia superficie del pwio flojo al dorso
del pie del paciente, más allá de los retinácu los, mientras
Jn oh·a mano guía Ja flexión dorsal y plantar del pie del
paciente. Deje que su pacien te siga realizando despacio
estos m ovimientos, al tiempo que usted va ascend iend o
lentamente por el pie y el tobillo, cruza ndo e l retináculo y
¡¡lcanzando la espinilla. Si los retináculos están demasiado
tensos o si los tendones están trabndos, notará cómo su progreso hacia la espinilla se ve «enlentecido». Aprovechando
el movimiento del paciente, repita esta mnnipulación (tal
vez con un poco más de presión) hasta que desapa rezca la
sensación d e limitación, tanto Ja que usted percibe al tacto
como la percibida por el paciente durante el movimiento
(O ..., ref: Sup..,rfic ial Fron\ Line. 11:16 -19:24).
El lugar, por en cima de los retináculos, donde se
detenga variará entre los distintos pacientes. En algunos
individuos, notnrá cómo se le arnba el «lub ricante» jus to
por encima d el tobillo; en otros, sentirá como s i «patinara»
sobre la superficie de la espinilla. Deténgase en este punto.
En algunos, la sensnción d e conex ión y liberación se percibe durante el recorrido de buena parte de la esp inilla,
hasta las proximidades de la rodilla, y usted p uede con tinuar ascendiendo mienh·as note que esti:Í trabajando.
Cuando s u trabajo continúe por encima del tobillo, preste atención a qué cara de Ja espinilla presen ta
una mayor limitación, la medial o Ja lateral. Dado que
comienza en los tendones, la progresión natural es continuar en sen tido ascend ente sobre Jos músculos d el compartimento anterior, en la cara lateral de la región anterior
de la espinilla. Sin embargo, la LFS también incluye el
periostio y las hojas de fascia superficial que pasan sobre la
tibia en la cara anteromedial (fig 4.11; v. figs. 1.1 C y 4.10A).
Llegamos así al segundo patrón problemático frecuente
en esta área, así que vamos a definir el problema nntes de
acabar de describir la técnica. En cualquier tipo de inclinación anterior de Jos miembros inferiores, es decir, en cualquier postura donde la posición de la rodilla sea anterior
al tobillo, los müsculos posteriores de Ja pantorri lln se tenSíln (contracción excéntrica o bloqueo largo), y los tejidos y
músculos anteriores se desplaznn hacia abajo (contracción
concéntrica, bloqueo corto). Una de las m ejores soluciones
es desplazar los tejidos de la superficie anterior de nuevo
hacia arriba (al tiempo que los tejidos correspondien tes de
la LPS se desplazan hacia abajo).
Por tanto, por encima del tobillo y de los retináculos, se
p uede trabajar tanto la superficie mu scular como la superficie de la tibia. Dado que forman ángulos entre sí, pueden
trabajarse alternativamente o los dos a Ja vez usando las
dos manos. La técnica con dos manos implica formar un
pu ño flojo con cada mano y colocar las fa langes proximales contra la superficie, una mano sobre la cara anterior
del compartimento anterior de los músculos, la otra sobre
la cara anterior de la tibia situ ada por encima (DVD ref:
uperficial Front Line . 19:2·1 -25:53). En esta posición, sus
nudi llos derechos e izqu ierdos descansarán cerca unos de
otros o enfrentados entre sí. Profundice en e l tejid o lo suficiente para movilizarlo, p ero ev ite una excesiva presión,
que podría causar dolor en el periostio tibia!.
Deje que sus manos vayan h·abajando en sentido ascendente al compás del movimiento del paciente, deteniéndose
cuando este se estire en la flexión plantar y llevando el
tej ido en sentido cefá lico durante la dorsiflexión. Continú e
hasta que ya no sea eficaz o alcance el extremo superior del
compartimento muscular, lo que suceda primero.
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Fig. 4.11 El
extremo superior
del compartimento
anterior deja airas
la tuberosidad
ttbial y llega hasta
el ligamento
rotuliano y el
compleJO del
cuadriceps.
No se olvide de indicarle al paciente que realice la
flex ión dorsa l y plantar una vez finalizado el tratnmiento;
a menudo se verá recompe nsado con una exclamación por
la mayor libertad de mov imiento.
Muslo
Au nque en el inte rior del compartimento anterior los múscu los ya cuen tan con inserciones en la tibin, e l peroné y
la m embrana interósea, Ja siguiente parada de la LFS se
encuentra en el extremo superior de las caras media l y
lateral de esta vía, en la tuberosidad tibia! (v. fig. 4 .11).
Desde aquí, continu ar en línea recta y en sentido ascendente no supone ningún problema: e l cuádriceps comienza
aquí su ascensión junto con e l ligamento rotu lia no. La LFS
incluye la rótula, el volu m inoso hueso sesamoideo diseJiado para mantener esta línea alejada del fulcro de· la
articulación de la rodilla, de forma que los tejidos del cuádriceps p uedan hacer m ás palanca para extender la rodilla.
La rótula descansa sobre un cana l presen te en el fémur, lo
que también asegura que el cuádriceps, aun con s us diversas direcciones de h·acción, tenga s u origen directamen te
en frente del eje de Ja articulación de la rodilla.
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Q)
Fig. 4.12 Podría decirse
que los márgenes de la
LFS incluyen el grupo del
cuádriceps al completo,
pero una interpretación
más estricta se ciñe al recto
femoral de este grupo, que
asciende hasta la espina
ilíaca anteroinlerior.
o la mano contra la base del talón del paciente para evitar
que este se desplace hacia abajo. Indique al paciente que
realice una dorsíflexión; e l talón presionará su mano y el
fémur del paciente se verá empujado hacia la cadera. Ahora
el paciente debe realizar una nueva dorsiflexión, añadiendo
una núnima flexión o elevación de la rodilla. Esta vez, su
mano actuará como un ancla (puede añadir esta imagen:
«lmagine que la región posterior de su talón está pegada a la
camilla mientras flexiona el tobillo»), y la rodilla y la cadera
se flexionarán al tiempo que el tobillo «bombea» la rodilla.
Observe la cadera. Si la EIAS de su paciente se mueve
hacia la rodilla (hiperextensión lumbar) cuando la rodilla
asciende, pídale que relaje la cadera todo lo posible. La
cadera debería perman ecer neutra o incluso retroceder
cuando el p ie está en dorsiflexión y Ja rod illa flexionada.
Sí la cadera se flexiona activamente, trabaje el movimien to
del paciente hasta que provoque la menor perturbación
posible en la rodilla y la cadera y la mayoría del trabajo
tenga lugar en el tobillo.
Coloque el aplicador de presión que desee u tilizar justo
por encima de la rótu la (puede utilizar desde la punta de
los dedos h asta los codos, en función de la constitución
corporal y el desarrollo muscular del paciente). Trabaje
lentamente y en sentido ascendente el recto femoral, al
tiempo que el paciente repite la dorsiflexión con el talón
«pegado» a la camilla. Preste especial a tención a la región
dispuesta entre la rótula y el vientre del músculo, rica
en receptores. Puede seguir el músculo, especialmente
en los individuos con una pelvis anterior, hasta la EIAI
(recuerde que debe seguir el m úsculo hasta su inserción,
a mayor profundidad y por debajo de la EIAS). Su objetivo es liberar el recto biarticular de los exten sores de la
rodilla, monoarticulares, situados debajo; el movimiento
del p aciente le ayudará a consegu irlo (DVD r •f: Su pem 1
Front Line, 25:-.1 -33:12).
Los tres vastos del cuádriceps se insertan en distintas
partes de la d iáfisis del fémur, pero la cuarta cabeza, e l
recto femoral, continúa con decisión hacia arriba, llevando
la LFS hasta la pelvis (fig. 4.12). Aunque el recto ocupa la
región anterior del muslo, su inserción proximal no es tan
superficial; su extremo superior profundiza bajo el tensor
de la fascia lata y el sartorio para insertarse en la espina
ilíaca anteroinferior (EIAI), ligeramente por debajo y por
dentro de la espina ilíaca anterosuperior (EIAS). Una
cabeza del recto, pequeña pero importante, envuelve el
extremo superior de la articulación de la cadera. La palpación y las disecciones revelan que en un porcentaje
indeterminado de la población existe una inserción fascial
adicional de este mllsculo en la ElAS.
Cuádriceps
La interpretación más estricta de la LFS incluiría tmicamente el recto femoral, no todo el cuádríceps, pero asegurar la libertad de esta línea exige que el recto, un músculo
biarticular, esté libre para hacer su trabajo tanto en la
cadera como en la rodilla. Los patrones de movimiento
repetitivos, especialmente en atletas, pueden provocar que
el recto se adhiera a los vastos subyacentes.
La siguiente técnica exige una organización minuciosa
del movimiento del paciente. Lo que se pretende es que el
paciente utilice el movimiento del tobillo para flexionar la
rodilla y la cadera. El paciente debe colocarse en decllbito
supino con los talones sobre la camilla. Coloque un dedo
102
Líneas de bifurcación
J!
Volviendo a la región superior de la espinilla, existen en ~
1
ella rutas alternativas o interruptores (fig. 4.13). En lugar de
subir directamente con el recto femoral, podríamos seguir
el borde anterior del tracto iliotibial (TIT) desde el músculo
tibia! anterior (al igual que haremos en el capítulo 6 con la
línea espiral), lo que nos llevaría a ascender por la cara lateral del muslo hasta la EIAS. Esta podría considerarse una
conexión mecánica con el oblicuo interno del abdomen.
En la cara medial de la rodilla, podríamos coger el sartorio desde su inserción distal en el periostio de la tibia y
seguirlo p or la región medial del muslo hasta, de nuevo, la
EIAS. No obstante, esta vez, la «p rolon gación» hacia el norte
de la EIAS sería el oblicuo externo del abdomen (v. la nueva
línea funcional homola teral en el capítulo 8). Esta d iversidad de líneas de tensión que parten de la «ro1md/1011se»
de la EIAS n os pemútiría viaja r por el abdomen hasta las
costillas utilizando distintas vías (fig. 4.14). Aunque, por
supuesto, estas vías se utilizan a diario, hemos decidido
enfa tizar, en este capítulo, el enlace directo y vertical que
asciende por la región anterior del cuerpo.
Descarrilamiento
En la parada superior del recto femora l, nuestra vía anatómica parece detenerse. Ningún músculo ni estructura fascial sale de aquí en una dirección d irectamen te
ascendente; los oblicuos del abdomen pa rten en án gulos
j
:::;
Linea serratoromboides
n
Q)
. Linea pectoral- --·-·-~ oblicuo interior
¡µ,1-..>.\\""""W-.,.IR--H----Tensorde la fascia lata
y tracto iliotibial
Linea oblicuo
exterioraductores
·• ·•• Linea oblicuo
· ·· · .. ~ interior-glúteo
medio
A
Fig. 4.13 Existen dos lineas de bifurcación o rutas alternativas
al recto femoral desde la rodilla hasta la cadera. El sartorio traza
una curva ascendente desde la cara interna hasta la espina ilíaca
anterosuperior y el borde anterior del tracto iliotibial hace lo mismo
en la cara externa del muslo.
B
(v. fig. 4.14A). El músculo que continúa al recto femoral en
la región medial es el ilíaco, por lo que podría encontrarse
algún argumento a favor de algún tipo de conexión entre
las dos estructuras, pero el ilíaco forma parte de un plano
más profundo, la línea frontal profunda; para la LFS, buscamos la continuidad superficial de la cara anterior (fig. 4.15).
La conexión entre el recto y el ilíaco es un caso especial que
abordaremos cuando expliquemos las interacciones entre la
LFS y la línea frontal profunda en el capítulo 9.
La miofascia que continúa claramente la carrera en sentido ascendente por la línea anterior del cuerpo es el recto
del abdomen, de manera que, sencillamente, tenemos que
romper las reglas de las vías anatómicas para hacer un salto
lógico y superar el pubis. La explicación de este salto es la
siguiente: la EIAI y el pubis forman parte del mismo hueso
(al menos en cualquier individuo que supere el año de
edad) (fig. 4.16A). Así, por cada milímetro que el recto del
abdomen tire del pubis hacia arriba, el recto femoral debe
elongarse un milímetro. Si ambos se contraen, la cara anterior de la caja torácica y la rodilla se aproximan (fig. 4.168).
Si el cuerpo se arquea en hiperextensión, ambos deben
estirarse. Si uno de ellos no puede elongarse, el otro debe
compensarlo o ti:ansmitir la tensión hacia arriba o hacia
abajo a lo largo de la vía (fig. 4.16C y D).
Fig. 4.14 (A) Las extensiones de las lineas de bifurcación de la
figura 4.13 formarían espirales alrededor del tronco, lineas que
retomaremos en posteriores capitulas. (Reproducido con autorización
de Hoepke et al. 1936.) (B) Todos estos músculos participan en la
«roundhouse .. constituida por las inserciones de la EIAS.
Así, aunque no existe una continuidad miofascial, sí
existe una continuidad mecánica a través del hueso coxal.
Esta vía anatómica trabaja como una vía única sic111pre y
c11a11do /i111ite111os 1111cstm discusión al 111ovi111ic11to c11 el plano
sagital o e11 s11s proxi111idades. La LFS 110 funcionará como
una banda continua en los movimientos que impliquen
rotación de la cadera o el tronco, pero sí actúa como una
continuidad en la postura y en los mov imientos y estiramientos sagitales (fig. 4 .17).
Abdomen
Una vez colocados en la parte sup erior del pubis, podemos continuar nuestra andadura ascendente sobre Ja fascia abdominal, incluyendo los componentes m usculares
del piramidal y el recto del abdomen, as í como las hojas
fasciales que rodean al recto desde los oblicuos y el transverso (fig. 4.18).
103
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Sartorio (sección)
Fig. 4.15 Una vez recorrida la vía ascendente del
A
B
recto femoral, ¿qué vía podemos coger desde
aquí? Ningún músculo se dirige directamente hacia
el cráneo (v. también la fig. 4.148). El ilíaco sigue
esta dirección, pero su vía presenta dos problemas:
1) el recto femoral y el ilíaco, aunque prácticamente
contiguos, no están conectados a nivel lascial y
2) esta porción del ilíaco es una salida temporal a la
superiicie de una via más profunda, la línea frontal
profunda (v. capitulo 9).
e
o
Fig. 4.16 (A) El recto femoral y el recto del abdomen están conectados mecánicamente a tr.r
de los huesos coxales. (B) Si ambos se contraen, la cadera y el tronco se flexionan, aproxima'
la caja torácica y las rodillas. (C) En bipedestación, el tono relativo ayudará a determinar la
inclinación de la pelvis. (O) En hiperextensión, ambos están elongados en sentidos opuestos,
lorma que si uno de ellos pierde la elasticidad, el otro debe compensar esta carencia o transni
la tensión a lo largo de la LFS.
104
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8
Fi g. 4.17 (A) Los movimientos exclusivamente sagitales (flexoextensión) movilizaran toda la LFS. (8) Los movimientos de rotación de las
caderas o el tronco desconectan la sección superior d e la LFS de la inferior.
Oblicuo externo
del abdomen
~ffl+::.,....'-::-:r-n- Oblicuo
interno
del abdomen
~=---tt--
Transverso
del abdomen
Transverso del abdomen
Oblicuo interno del abdomen
Recto del abdomen
Fig. 4.18 El recto d el abdomen es el músculo mas superficial del abdomen y discurre desde el tórax hasta el hueso del pubis. Sin
embargo, en cuanto a planos fascia/es se refiere, el recto comienza superficialmente en la quinta co stilla, pero poco después se interna
bajo la fascia del oblicuo externo unos cuantos centímetros. Cinco centímetros mas ab ajo , la fascia del oblicuo interno se divide para
rod ear al recto. Debajo del ombligo, el recto se desliza por delras del transverso del abdomen a través de un agujero en la línea arcuata;
para cuando alcanza el hueso del pubis, se ha convertido en el musculo mas profundo del abdomen . El conocimiento de la anatomia
fascial, en contraposición a lo que seria la anatomía exclusivamente muscular, posibilita distintas estrategias para la ..medicina espacial•"
105
Recto del abdomen
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Pobre recto del abdomen: sometido a un exceso de ejercicio por el «culto al cuerpo» y descuidado por el terapeuta
manual. Es importante saber que, a este nivel, la LFS se
compone de al menos tres capas: la aponeurosis, que recorre la cara anterior d el recto; el propio músculo; y la hoja
fascial, que recorre su cara posterior (v. fig. 4 .18). Los demás
músculos abdominales comparten estas aponeurosis, que
abordaremos en las explicaciones de otras líneas (v. capítulos 5, 6, 8 y 9). De momento, nos ocuparemos únicamente
del recorrido del recto entre el pubis y la quinta costilla.
En nuestro estudio d el recto, debemos evaluar tres partes diferenciadas: el tono del músculo y el tono de las dos
vainas que lo recubren por delante y por detrás. Si el recto
es plano (una «tableta de chocolate» por abdominales),
podemos suponer un tono elevado en la hoja superficial y
en el propio músculo. Si el recto es prominente, debemos
evaluar el tono del músculo, pero podemos estar bastante
seguros de que la hoja prohmda, la situada por detrás
del músculo, está acortada (DVD rd: Q LI P• rficinl Front Lin• •
:15-35:05).
Para liberar la hoja anterior y el músculo, indique al
paciente que se tumbe en d ecúbito supino, con las rodillas flexionadas y los pies sobre la camilla. Colocándose
en la cabecera del paciente, flexione los dedos, enganche
las puntas en la región inferior del músculo y d esplace el
tejido hacia arriba, hacia las costillas, cambiando el agarre
cada vez que alcance una de las intersecciones tendinosas
d el recto. Puede repetir este movimiento las veces que sea
necesario hasta completar el proceso de liberación de la
región superficial del recto hasta la quinta costilla.
Alcanzar la cara posterior del recto exige una técnica
más invasiva pero muy eficaz. En primer lugar, es necesario evaluar la naturaleza del acortamiento. Si la columna
lumbar está hiperextendida en una lordosis o la pelvis se
mantiene en una inclinación anterior, la columna lumbar
puede estar simplemente empujando el contenido abdominal hacia delante contra el recto que lo sujeta. En ese caso,
es necesario liberar la LPS a la a ltura de la columna lumbar para concederle a l abdomen más espacio para retroceder (v. capítulo 3).
Si ese no es e l caso, un abdomen prominente también
puede deberse a un aumento de tamaño del contenido
abdominal por comer en exceso o por m eteorismo, lo que
debe resolverse con medidas dietéticas. Por supuesto, también puede deberse a un exceso de grasa, bien subcutánea,
bien, especialmente en hombres, en el omento subyacente
al peritoneo.
En cualquier caso, incluso si el abd omen sobresale y
el tono muscular parece bajo, es posible que el tono de la
pared posterior del recto sea bastante alto, tenso y responsable de limitar la respiración o de tirar de la espalda. En
ausencia de huesos cercanos contra los que trabajar, ¿cómo
podemos aislar la vaina que discurre p or detrás del recto
pero delante del peritoneo? Dado que la hoja posterior de
la vaina del recto forma parte de la línea frontal profunda,
consulte la respuesta en el capítulo 9 (o DVD rer: Do p Fron t
Lln , Par1 2).
Las diversas vías que se entrecruzan en el abdomen se
abordarán en los capítulos 6 y 8; de momento, nos moveremos directamente hacia el norte sobre el recto y su fascia
acompañante. Por s upuesto, todas estas líneas abdominales interactúan, pero la LFS recorre una vía recta (si
bien cada vez más ancho) que asciende hasta la siguiente
106
parada en la quinta costilla. El recto debe alcanzar la
quinta costilla si quiere lograr la suficiente es tabilidad para
llevar a cabo las potentes acciones de las que se encarga.
Las costillas «abdominales» o inferiores, con sus largas
uniones cartilaginosas con el esternón, tienen demasiada
movilidad como para proporcionar una inserción estable a
la LFS, sobre todo si tenemos en cuenta sus largos desplazamientos durante la respiración.
La movilización y liberación de las ad herencias que
afectan al recto del abdomen suele n verse recompensadas
con un a expansión del movimiento respiratorio (DVD
upcd1c 1i1I Fr n Un , ·IO: -· .5:26).
Tórax
Desde la quinta costill a podemos continuar en la misma
dirección mediante el músculo estema! (si lo hay) o su fascia asociada (casi siempre presente), incluyendo la fascia
esternal, que recorre en sentido ascendente la superficie
del esternón, y la fascia pectoral, más late ral, del ancho
de las articulaciones condroesternales en el borde la teral
del esternón (fig. 4.19). (La inserción del recto en la quinta
costilla tendrá un aspecto distinto cuando abordemos, en
Fascia clavipectoral
Pectoral
mayor
menor
Fig. 4.19 El recto del abdomen se inserta firmemente en la quinta
costilla, pero su fascia se continúa en sentido ascendente con
la miofascia esternal y la fascia que recorre las articulaciones
condroesternales. El recto también se une a los pectorales mayor
y menor en la fascia, conectando la LPS a las dos líneas anteriores
del brazo (v. capitulo 7).
(fl
u
ro
Fig. 4.20 Vesalio, uno de los primeros precursores de la teoría de
los meridianos miofasciales, muestra la fascia del recto del abdomen
ascendiendo por la caja torácica hasta las proximidades de la clavícula. ¿Por
qué? (Reproducido con autorización de Saunders JB, O'Malley C. Dover
Publications; 1973.)
el capítulo 7, las lineas anteriores del brazo, con origen en
las inserciones del pectoral menor y mayor, ambas en la
quinta costilla. Es decir, la fascia del recto muestra en esta
zona un «interruptor», un cruce, donde el esfuerzo o la
tensión podrían seguir cualquier línea dependiendo de las
condiciones del movimiento, la postura y las necesidades
físicas.)
Resulta interesante señalar que Vesalio muestra la fascia
del recto avanzando bajo el pectoral mayor durante casi
todo su camino hacia la clavícula (fig. 4.20). Los anatomistas modernos creen que podría haber estado haciendo una
referencia deliberada a la anatomía canina, aunque puede
que estuviera reflejando Ja realidad fasc ial de la época. ¿Es
posible que las actividades predominantes en ese período
-la tala y el trabajo agrícola en general; en otras pa labras,
los movimientos de flexión activa- llevaran a disponer de
una mayor cantidad de fascia de orientación sagital atravesando la región anterior del tronco?
N uestros intentos por conseguir una d isección similar distan mucho de Ja imagen de Vesalio (fig. 4.21)
Basándonos únicamente en algunos intentos durante las
disecciones, hemos sido capaces de seguir la fascia hasta
el esternón, pero no más allá en el «peto» cartilaginoso que
se extiende a cada lado del es ternó n, donde e l adjetivo que
describiría nuestros resultados sería «calado».
Fig. 4.21 Nuestro intento de reproducir lo que
Vesalio indicaba como una conexión que desde
el recto ascendía por el tórax resultó ser un
decepcionante tejido calado, al menos sobre los
cartílagos costales al lado del esternón. Dado que
en esta región exis te una hoja palpable de tejido,
las futuras disecciones que se realicen en tejido
fresco incluirán la investigación de la propia fascia
pectoral para la comparación.
El estema ) es un músculo anómalo, caprichoso y superficial, aunque a menudo se exp resa a la altura de la fascia
incluso aunque no se exprese como músculo. Pueda o no
detectarse este músculo o su fascia, la LFS continúa su
recorrido ascendente desde e l recto mediante hojas fasciales fácilmente palpables sobre el esternón, las articulaciones condroes terna les y los cartílagos costales, hasta e l
origen d el esternocleidomastoideo. Sospechamos que se
transmiten fuerzas más enérgicas por vía mecánica a través del esternón, así como por vía fascial mediante estas
hojas y las fascias pectorales.
Región esternal
Por encima d el arco costal, el recto puede movilizarse en
sentido cefálico actuando d esde delante con las puntas de
los dedos ex tendidas o con el talón de la mano. Aunque
107
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-,
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Q.J
oficialmente el recto se detiene en la quinta costilla, no
así la LFS, por lo que pod rá continuar ascendiend o por la
región estema!, incluyendo los tejidos superficiales al propio esternón, pero también e l tejido que cubre las articulaciones condroesternales entre el esternón y el borde medial
de l pectoral mayor. En general, este tejido requeri rá una
manip ulación en sentido cefálico, pero, en ocasiones, como
en el caso de un tórax estrecho o comprimido, precisará,
además, una manipulación en sentido latera l (DVD ref:
Superficial Front Line. 33:05-40:38).
La LFS en el cuello
Siguiendo la LFS hacia arriba sobre estos tejidos, enh·e los dos
bordes mediales de los músculos pectorales mayores y por
debajo de ellos, llegamos al extremo superior de la cara anterior del esternón. Un rápido vistazo a las láminas anatómicas
convencionales parece indicar que, desde aquí, la dirección
lógica sería continuar recto, ascendiendo por la región anterior de la garganta hasta la parte inferior de la mandíbula
mediante los múscu los hioideos (v. fig. 2.4A). Estos músculos
supondrían la conexión con la mandíbula, a través d el hioides, y desde esta los músculos de la mandíbula se ex tenderían hasta la región inferior del cráneo, tentadoramente cerca
del extremo superior de la LPS en el arco superciliar.
Pero esta hermosa teoría está a punto de ser destruida
por un hecho desagradable: el error de considerar este
recorrido parte de la LFS se hace evidente cuando observamos J¡¡s inserciones inferiores de los múscu los hioideos,
que no se insertan en la cara anterior del esternón, sino que
se fijan detrás de él, en la región posterior del manubrio
esternal y, por tanto, no se encuentran en e l mismo plano
fascial que la miofascia de la LFS (v. fig. 2.48, pág. 66}. De
hecho, la agrupación hioidea forma pa rte del cilindro visceral del cuello, que se une a las vísceras torácicas medi ante
el orificio torácico superior, y se abordará de nuevo como
una ruta de la línea frontal profunda (v. capítulo 9).
No obstante, la conexión mecánica entre la cara anterior
del tórax y estos músculos puede palparse al hiperextender el cuello, apuntando hacia arriba con la barbilla. No
obstante, el individuo perspicaz se dará cuenta de que la
mayor parte de esta tensión se transmite en sentido descenden te por el interior de la caja torácica y no por el
plano supe rficial de la LFS.
Para continuar el recorrido ascendente de la LFS, debemos observar qué se inserta en la cara anterior del extremo
superior de l esternón. Es, por supu esto, nuesh·o amigo y
miembro del cili ndro superficial del cuello (hoja superficial de )¡_¡ fascia cervical), el esternocleidomastoideo (ECM).
Concretamente, la cabeza estema! d e la miofascia d el ECM
se inserta firmemente en la cara anterior del extremo superior del esternón, donde entra en contacto con la hoja esternal que aparece bajo la fascia pectoral. Esta importante vía
asciende en sentido latera l y poste rior hacia la a pófisis
mastoides del hueso temporal y h acia las pa rtes la teral y
posterior d e la galea a poneurótica {fig. 4.22).
El hecho de que la tracción m iofascial que recorre la
ca ra anterior del cuerpo salte repentinamente hasta la
región posterior del cráneo, mediante el ECM, produce una
situación muy interesante en contra de todo pronóstico.
Tensar In LFS provoca la flexión del tronco, ya sea postura! o durante el movimiento, pero genera hi perextensión
en la región superior del cuello (fi g. 4.23). (El ECM produce
la flexión cervical cuando en decúbito supino eleva mos la
108
Fig. 4.22 La cuarta porción de la LFS. la más superior. es el
músculo esternocleidomastoideo (ECM), que discurre hacia airas
por el cuello hasta la región posterior del temporal y el asterión (la
sutura entre los huesos temporal, parietal y occipital y una inserción
principal del lado medial del tentorio del cerebelo).
Fig. 4.23 El ECM tiene una p osición privilegiada, en bipedestación,
para lograr la flexión d e la región cervical inferio r al mismo tiempo
que crea una hiperextensión en la región cervical superior. El
nivel exacto del cuello donde tiene lugar este cambio varía con la
postura, pero suele darse entre C-11 y C-111.
cabeza en contra de la gravedad, como cuando hacemos
abdominales. Incluso en bipedestación, coloque la mano
sobre la fren te y empuje hacia dela nte con la cabeza; sentirá cómo se conh·ae el ECM. Sin emba rgo, e n la postura
de bipedestación, colabora con la gravedad para generar
la flexión de la región cervical inferior y la hiperextensión
de la región cervical superior, gracias a que, a l inserta rse
en la apófisis mastoides, discurre por detrás del eje de las
articulaciones atlantoa xoidea y atlantooccipita l.)
Esternocleidomastoideo
oo
El este rnocleidomastoideo (ECM) es un múscu lo difícil
de estirar, especialmente debido a que con frecuencia los
músculos subyacentes, los escalenos y los suboccipitales,
disponen de un movimiento tan limitado que alcanzan su
lím ite mucho an tes de que el ECM, más superficial, consiga estirarse (v. en el capítulo 9 una explicación sobre
estos músculos subyacentes).
Para estirar y abrir el cilindro fascial superficial en general,
y el ECM en particu lar, sitúese al lado del paciente, que estará
colocado en decúbito supino, y coloque el puño abierto sobre
el ECM de un lado del cuello con los dedos apuntando hacia
la región posterior. En este punto, la dirección en la que ejerza
la presión es crucial: 110 e111p11je hncin el c11ello. La dirección del
estiramiento se conseguirá llevando los dedos hacia atrás,
rodeando el cuello a lo largo de su «ecuador», sin ejercer una
presión significativa hacia el interior del cuello. El objetivo es
tirar d e la fascia superficial, y d el ECM, hacia atrás, sin ocluir
la arteria carótida ni la vena yugular. Debe abandonar la
técnica si observa cualquier cambio significativo de color en
la cara del paciente o si este refiere presión intracraneal.
Cuando inicie el movimiento, pida la colaboración del
paciente, que debe rotar la cabeza hacia el la do contrario,
sacando así el tejido de debajo de su mano a medida que
usted la desplaza a lo largo del cuello hacia la pa rte posterior. Asegúrese de que su paciente es tá rea lizando la rotación alrededor del eje el cuello y no simplemente dejando
rodar la cabeza hacia el lado contrario. Puede u tilizar la
otra mano para guia r la cabeza d el paciente o darle a lgunas indicaciones: si rea lmente es tá rotando la cabeza, oirá
la fricción de l pelo sobre la camilla. Si sim plemente deja
rodar la cabeza, e l sonido no será igual (0\J O r 1: ur r fi ia l
F
A
ni Llnl.i, 1 ·" -<:2:45).
B
Cuero cabelludo
La línea de tensión que recorre la LFS hasta el cráneo
cubre el asterión (la unión entre los h uesos occtptta l, parie tal y temporal) e influye especialmente en los
movimientos en esta zona. Considere la línea de tensión de a mbas LFS, especialmente si están tensas (como
en la postura de cabeza adela ntada); estas pueden fo rmar un lazo funcional sobre el occipucio en la su tu ra
lambdoidea o en sus cercanías (fig. 4.24). Esta vuelta
puede palparse y liberarse (OVO ref: Sup¡,rf1c1al B.1 ·~
Line. 57 : 0~-5Cl:55) . Por otro lado, la fascia de la LFS se
funde con la de la LPS en la región posterior de la fascia
ep icra neal.
Donde la fascia del ECM y el cilindro superficial del
cuello se unen a la galea aponeurótica del cuero cabelludo,
se aplican las mismas consideraciones y técnicas expuestas
en la LPS (v. capítulo 3, pág. 89): busque h usos de fascia
extratensa alineados en la longitud del ECM por encima
de la apófisis mastoides, cerca del asterión.
(j'i
e:
o
n
__)
Consideraciones generales en terapia
de movimiento
Los músculos de la LFS generan la dorsiflexión en el
tobillo, la extensión de la rodilla y la flexión de la cadera
y el tronco. En el cuello, la acción d e la LFS depende de
la posición del individuo en relación con la gravedad; no
obstante, en bipedestación, el ECM genera la flexión de la
región cervical inferior y la hiperextensión de la región cervical superior (v. «Discusión z., más adelante, pág. 112). Al
mismo tiempo, la LFS debe estirarse para permitir la extensión completa, la h iperextensión del tronco y la flexió n
de la rodi lla. Así, pueden emplearse d istintos grados de
flexión hacia atrás y estiramientos de la región anterior de
los miembros in fe riores para movilizar la LFS. Las posturas
qu e incluyen una flexión del tronco, la cabeza adelantada
Fig. 4.24 El ECM acaba en la apófisis
mastoides, pero la línea d e tensión
continúa sobre la cabeza, más o menos a
lo largo de la linea de la sutura lambdoidea,
hasta conectarse con el otro ECM y formar
una vuelta a modo de bufanda.
109
1
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Q)
o el bloqueo de las rodillas son indicativas de tensión excesiva en la LFS.
NOTA: De 1111evo, al igual que co11 Jos estim111ic11tos presentados e11 el capít11/o 3, es 11ecesario extremar In preca11ció11 al
nsig11nr o i11te11tnr estos estim111ic11tos (v. 11otn e11 In pág. 90).
• Arrodillarse con los dedos de los pies en flexión plantar
y sentarse en los talones es una forma sencilla de
comprobar la flexibilidad de la porción inferior de la
LFS.
o La «cobra» es una forma sencilla de llevar el
estiramiento al abdomen desde los dedos (fig. 4.25A).
Preste atención a la cabeza: si la hiperextensión del
cuello es excesiva, el estiramiento del abdomen
se verá contrarrestado por el acortamiento del ECM.
Mantenga la barbilla ligeramente recogida y la
cabeza alta.
o La inclinación hacia atrás con las caderas extendidas
(con un apoyo completo para los principiantes,
es decir, el suficiente para evitar por completo el
dolor o Ja tensión lumbar) lleva el estiramiento de
la LFS por encima de la rodilla hasta la cadera
(fig. 4.258).
º El «puente» supone otro estiramiento para la porción
superior de la LFS (fig. 4.25C). Mantenga el cuello
plano para alejar la apófisis mastoides de la escotadura
yugular y los dedos de los pies en flexión plantar para
incluir los miembros inferiores.
La flexión hacia atrás es el estiramiento más completo
para la LFS, adecuada para aquellos individuos con Ja
fuerza y la flexibilidad suficientes. No se recomienda
para el principiante, aunque una pelota terapéutica
es un instrumento muy útil para transmitirle al
principiante Ja sensación que experimentaría con una
apertura completa de la LFS (v. fig. 4.7A).
o
A
B
e
110
Fig. 4.25 Estiramientos habituales para la to talidad o ciertas partes
de la LFS .
Guía de palpación de la línea frontal
superficial
La parada de partida de la LFS se palpa sin dificultad en
el dorso de los cinco dedos del pie, con la primera vía '
recorriendo el dorso del pie en sentido posterior con los
tendones. Los extensores cortos de Jos dedos pueden palparse en la región lateral del dorso del p ie, mientras que
los tendones largos siguen su curso bajo los retináculos y ~
continúan en sentido ascendente hacia la pierna. El tendón ' \J
del tibia! anterior se ve y se palpa con claridad cuando el
pie está en dorsiflexión e inversión. Si el pie está en dorsiflexión pero en eversión, podrá encontrar el tendón del
tercer peroneo (si está presente), justo por fuera del tendón
del quinto dedo, descendiendo hasta la mitad del q uinto
metatarsiano (v. fig. 4.11).
Todos estos tendones discurren bajo los retináculos
para reunirse en el interior del compartimento anterior de
la pierna. En ocasiones, los engrosamien tos de los retináculos pueden palparse cuando el p ie está en dorsiflexión
extrema, justo a cada lado de estos tendones, d irigiéndose
hacia ambos maléolos.
En la pierna, los músculos extensores de los dedos desaparecen bajo el tibia! anterior, que puede seguirse en sentido ascendente hasta la prominencia de la tuberosidad
tibia! localizada bajo la rodilla. El borde lateral del compartimento anterior está marcado por el tabique intermuscular anterior, que puede seguirse con el dedo en sentido
ascendente desde el maléolo lateral mien tras se realizan
las flexiones pla ntar y dorsal del pie. El tibia! (anterior al
maléolo) estará activo en dorsiflexión, mientras que los
peroneos vecinos, en el compartimento posterior y superior al maléolo, estarán activos en flexión plantar. El tabique es la pared interpuesta entre ambos. Recorriéndolo
con precisión, alcanzará el extremo superior del tabique
justo en fren te de la cabeza del peroné.
El ligamen to rotuliano puede palparse sin dificultad
entre la tuberosidad tibia! y la rótula. Con la rodilla ex tendida, el tendón del recto femoral también se palpa con facilidad, al igual que el músculo, que por lo general puede
«rasguearse» horizontalmente durante la mayor parte de
su recorrido hasta la EIAl. A medida que nos acercamos
al extremo superior del muslo, podemos palpar el sartorio
y el tensor de la fascia lata convergiendo hacia la EIAS; al
mismo tiempo, en la mayoría de los casos, el recto se introduce bajo estos dos, creando un «bolsillo» pequefio pero
palpable en su camino hacia la EIAI (v. fig. 4.12).
El recto del abdomen se palpa con facilidad entre el
pubis y las costillas si el paciente eleva la cabeza y el tórax
como si hiciera un a abdominal. Comienza como dos tendones redondeados palpables en la región superior del
hueso pubis y se ensancha a medida que asciende por el
cuerpo hasta la q uinta costilla (v. fig. 4.19).
En ocasiones, el estema! y su fascia pueden «rasguearse» en sentido horizon tal por encima de la quinta
costilla y por dentro del pectoral, pero la fascia q ue cubre
las articulaciones condroestemales puede palparse fácilmente en los bordes externos irreg ulares del esternón.
El ECM también puede distinguirse fácilmen te si el
paciente colocado en decúbito s upino rota la cabeza hacia
un lado y la eleva con tra un a resistencia, como una mano
sobre la frente (v. fig. 4.22). Podrán palparse tanto la cabeza
estema! como la clavicular, y podrá seguirse el recorrido
ascendente del músculo hasta su inserción en la apófisis
mastoides y más allá, sobre e l cráneo.
~
Discusión 1
Equilibrio entre las líneas superficiales frontal
y posterior
El primer aspecto a tener en cuenta acerca de la LFS es su naturaleza inconexa y dispar, comparada con el largo discurrir unido
de la LPS. Por otra parte, la LFS muestra un funcionamiento más
definido de las distintas partes que la componen: el compartimento anterior de la pierna, el cuádriceps, el recto del abdomen
y el ECM. Aunque a menudo trabajan juntos para generar tracciones uniformes a lo largo de la LFS, sólo se unen realmente
en una única banda en posturas de hiperextensión casi extrema,
como una flexión hacia atrás (fig. 4.26; v. fig. 4.7A) o en la contracción extrema (fig. 4.30) .
Esto nos lleva a la relación evidente, aunque compleja, entre
la LFS y la LPS, las dos líneas que recorren las regiones anterior
y posterior del cuerpo. En los ejemplos de la postura umilitaru o
uautosuflciente•>, la LPS (o una porción de ella) está en ubloqueo
corto.. como la cuerda de un arco (fig. 4.27). En el mismo ejemplo, la LFS (o una porción de ella) estará en «bloqueo largo•., es
decir, distendida, estirada o traccionada, con el contenido visceral de la cavidad ventral empujado hacia delante contra esta tensión restrictiva. Si la LPS actúa como una cuerda de arco, la LFS
comienza a actuar como la madera delantera del arco dibujado.
Tal vez una mejor imagen sea la de una tira de madera con
una cuerda estirada a cada lado (fig. 4.28A). A medida que la
cuerda de un lado se acorta, la madera se com ba y la cuerda del
lado contrario se estira obligatoriamente (fig. 4.288).
Un patrón que se observa habitualmente presenta los isquiotibiales y los músculos que rodean al sacro acortánd ose y agrupándose, lo que empuja la pelvis y la cad era hacia delante. Como
resultado, los músculos de la región anterio r de la cadera se tensan al verse estirados y cargados para contener el empuje ejercido desde la región posterior. Desde el punto de vista clínico,
es muy importante distinguir entre el músculo tenso p orque está
acortado y el músculo tenso porque está distendido, ya que el
tratamiento de estas dos alteraciones será diferente (fig. 4.29).
Sin embargo, es igualmente frecuente el patrón contrario en
la relación entre la LFS y la LPS: la región anterior p resenta un
bloq ueo corto, redondeando la columna torácica o aplanando
d
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1>
Fig. 4.27 La postura «militar
implica el acortamiento y
la contracción de la LPS,
especialmente en su porción
media, mientras q ue la LFS d ebe
elongarse en alg unos lugares
para acomodarse.
0
~
•
©
A
B
Fig. 4.26 Las cuatro vías de la LFS pueden trabajar por separado
en bipedestación, pero se reunirán en la hiperextensión d el tronco.
A
B
Fig. 4.28 (A) Las unidades
miofasciales suelen disponerse
en parejas antagonistas a cada
lado del armazón esquelético.
(B) Cuando un lado se mantiene
en acortamiento crónico, ya
sea muscular o fascialmente
(ubloqueo cortou). el otro lado se
tensa en elongación (ubloqueo
largou).
111
1
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Bloqueo corto
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Fig. 4.29 Los músculos en bloqueo largo son a menudo los más
problemáticos en cuanto a dolor, pero son los músculos en bloqueo
corto, con frecuencia más silenciosos, los que deben abrirse y
estirarse para lograr Ja resolución permanente del patrón.
la curvatura lumbar, lo que genera una postura derrumbada o
"sobrecargada". Al entrar a considerar una postura relajada y con
elongación completa, es dificil abstraerse a la idea de que los
músculos de Ja LFS están diseñados para tirar hacia arriba. Pero,
hasta donde se conoce, Jos músculos no muestran ninguna propensión a determinar la dirección en la que ejercen la tracción,
ni siquiera parecen tener esa posibilidad. Simplemente tiran de
la red fascial circundante y la física se encarga de determinar si,
como resultado, el origen se acerca a la inserción, la inserción al
origen, o ninguna de las dos, como ocurre en la contracción isométrica o excéntrica.
No obstante, si observamos la LFS de arriba abajo, podemos ver
que la porción del ECM, con origen en la apófisis mastoides, es el
origen del movimiento, ya que ayuda a tirar hacia arriba del extremo
superior de la caja torácica a través del esternón (v. fig. 4.4).
A su vez, el recto del abdomen puede tirar hacia arriba del hueso
pubis, ayudando a evitar una inclinación anterior de la pelvis. Sin
embargo, con demasiada frecuencia, ocurre justo lo contrario y
el recto del abdomen tira hacia abajo de la caja torácica, hundiendo las costillas y restringiendo la respiración. Esta tracción
se transmite a través del músculo esternal y del esternón hasta
el ECM, que, a su vez, tira de la cabeza hacia abajo y la desplaza
hacia delante (v. fig. 4.5).
Cuando esto ocurre, la LPS recibe una carga adicional: además
de mantener la extensión de la región posterior del cuerpo, ahora
debe contrarrestar la tracción descendente de la LFS. Esto conduce a menudo a músculos supertensos y a fascia excesivamente
fibrótica y trabada a lo largo de la línea posterior del cuerpo,
un tejido que duele y demanda atención. Sin embargo, debe
advertirse al profesional que contempla este patrón que debe trabajar sobre la región anterior del cuerpo para liberar la LFS
de forma que la LPS pueda recuperar su función habitual. En
casos como estos, trabajar únicamente la LPS y la región posterior sólo logrará el alivio temporal y, con el tiempo, una postura aún peor. ¿Cuántos de nuestros pacientes dicen: «Por favor,
hoy céntrese únicamente en la espalda y los hombros, que es lo
que me duele realmente»? El profesional bien informado dirigirá
su atención a otros lugares de la línea frontal o a la reeducación
postura!.
Discusión 2
La LFS, el cuello y la respuesta de sobresalto
Dice Feldenkrais que "toda emoción negativa se manifiesta como
una flexiónu. 1 Cualquier observador de la conducta humana
puede comprobar a diario la verdad de esta sencilla afirmación.
Son muchas y muy diferentes las ocasiones en las que podemos
ver cómo se arquea un individuo furioso, cómo otro se encoge
de miedo o la postura alicaida del deprimido.
Tal y como hemos comentado, únicamente los humanos se
yerguen sobre sus dos patas traseras y muestran literalmente
112
A
B
Fig. 4.30 Un sujeto (A) inmediatamente antes y (B) justo después
de que se disparara un arma de fogueo a su espalda. El sobresalto
como respuesta es universal y puede considerarse una contracción
repentina de la LFS, que sirve para proteger la columna, así como
todas las partes sensibles localizadas en la cara anterior del cuerpo
mostradas en Ja figura 4.3 . (Reproducido con autorización de
Frank Jones.)
u por adelantado» todas sus partes vulnerables para que todos las
vean (o muerdan) (v. fig. 4.3). Consciente o inconscientemente,
los individuos protegemos esas partes sensi bles: una retracción
en la ingle, un vientre duro, un tórax retraído. Es natural que, ante
una amenaza, los humanos retomen una postura anterior (la cu rvatura fetal primitiva) o más protectora (a cuatro patas).
No obstante, existe una excepción importante a la observación de Feldenkrais: una emoción negativa produce habitualmente una hiperextensión de la región superior del cuello, no una
flexión (v. fi g. 4.30). Podemos verlo claramente en la denominada respuesta de sobresalto (lo que Thomas Hanna denominó
e1reflejo de 1a .. 1uz roja·V
Lo que podemos ver claramente es que esta respuesta no es,
en sentido estricto, una flexión total, sino más bien un acortamiento y tensionado de la LFS. El signo característico de esta
respuesta general es que la apófisis mastoides se acerca al
hueso pubis; trata asi de proteger los órganos de la región anterior, pero, a la vez, retrae el cuello en hiperextensió n, adelantando
y bajando la cabeza. Se han propuesto diversas teorías que tratan de explicar por qué este patrón de contracción puede haber
sido ventajoso durante la evolución. La más obvia es que en el
cuadrúpedo, donde la LFS aparece más o menos con su forma
actual, contraer la LFS acerca Ja cabeza al suelo sin prescindir
de la capacidad de ver y oir (fig. 4.31).
Con frecuencia, los músculos de la linea anterior superficial
del brazo también participan en esta respuesta, añad iendo la
flexión del codo y la tracción anterior del hombro. Por lo tanto, la
postura global de la persona sobresaltad a implica rigidez en las
piernas y la flexión del tronco y los brazos, acompañados de Ja
hiperextensión de la región superior del cuello.
El problema aparece cuando se mantiene esta postura, lo
que los humanos son perfectamente capaces de hacer y repetir
durante un período de tiem po prolongado. (fig. 4.32). Esta postura y sus variantes pueden afectar negativamente a casi todas
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Fig. 4.31 En un cuadrúpedo, la LFS recorre la cara inferior del
cuerpo, pero después asciende hasta la región posterior de la
cabeza. Su contracción provoca el arqueamiento del lomo en flexión,
pero la cara y los ojos siguen en contacto con el mundo exterior.
las funciones humanas, aunque el acortamiento de la LFS restringe especialmente la respiración.
La respiración depende del movimiento de las costillas hacia
arriba y hacia afuera, así como de la interacción de los diafragmas pélvico y respiratorio. La LFS acortada tira de la cabeza
hacia delante y hacia abajo, lo que debe compensarse tensando
tanto la región anterior como la posterior; el resultado es una
restricción del movimiento de las costillas. El acortamiento de la
ingle, si la tensión protectora del recto del abdomen se transmite
a las piernas, acaba con el equilibrio entre los diafragmas pélvico
y respiratorio, y provoca que la respiración dependa en exceso
de la región anterior del diafragma.
La auténtica respuesta de sob resalto implica una exhalación
explosiva; esta respuesta mantenida muestra una marcada tendencia postura! a detenerse en la fase espiratoria d el ciclo respiratorio,
lo que, a su vez. puede acompañar a una tendencia a la depresión.
Bibliografía
A
B
Fig . 4.32 Los seres humanos pueden arreglárselas para mantener
una versión postura! de la respuesta de sobresalto, junto con su
estado psicoemocional subyacente, durante muchos años, hasta
la intervención estructural o psicológica (A). En algunos casos, una
porción acortada d e la LFS se ve compensada con un acortamiento
de la LPS (v. fig . 4 .27). Nosotros buscamos un tono equilibrado
entre los tejidos de la LFS y la LPS. como aproximadamente en
(B). sin tener en cuenta, de momento, si el tono es alto o bajo. En
primer lugar, consiga el equilibrio; después vaya a por el tono.
(OVO rc1: 8ody R1•adin9 101}
1. Feldenkrais M. 13ody ami mature behavior. New York:
lnternational Universities Press; 1949.
2. J-lanna T. Somatics. Novato, CA: Somatics Press; 1968.
113
e
. .5•1 Línea lateral.
F19
Línea lateral
Visión general
o1
La línea lateral (LL) (fig. 5.1) sostiene cada lado del cuerpo;
parte del punto medio de las caras medial y lateral del pie,
rodea la cara externa del tobillo y asciende por la región
lateral de la pierna y el muslo para después recorrer el
tronco de forma similar al entramado de una cesta o a un
cordón de zapato y llegar a la región auricular de la cabeza
(fig. 5.2 A y B y tabla 5. 1).
Función postural
En Ja postura, la LL equilibra la región anterior y p osterior,
y bilateralmente equilibra los lados derecho e izquierdo
(fig. 5.3). La LL también media en las fuerzas que actúan
sobre las demás líneas superficiales - la línea frontal superficial, la Línea posterior superficial, las líneas de los brazos
y la línea espiral - . La LL fija el tronco y Jos miembros inferiores de forma coordinada para evitar que nuestra estructura ceda durante las actividades con los brazos.
Función de movimiento
La LL participa en la inclinación lateral del cue rpo - flexión
lateral d el tronco, abducción de la cadera y eversión d el
pie -, pero también funciona como un «freno» ajustable
para los movimientos laterales y de rotación del tronco
(fig. 5.4).
Descripción detallada de La Línea
Lateral
La LL se las arregla para conectar las caras lateral y medial
del pie con la cara lateral del cuerpo. Comenzamos - como
siempre en la base, simplemente por consenso - con la
articulación entre el primer metatarsiano y el cuneiforme
medial, aproximadamente en el punto medio de la cara
medial del pie, con la inserción del tendón del peroneo
largo (fig. 5.5). Si lo seguimos, recorreremos en sentido lateral la p lanta d el pie y, mediante un surco localizado en el
hueso cuboides, giraremos hacia arriba, dirigiéndonos h acia
la región lateral del tobillo. (Recientemente se ha renombrado a los müsculos peroneos como müsculos «fibulares».
En este libro utilizamos ambos términos indistintamente.)
La LL incorpora otra conexión, el peroneo corto, aproximadamente en el punto medio de la cara lateral del pie.
Desde su inserción en la base del quinto metatarsiano, el tendón del peroneo corto discurre hacia atrás y en sentido ascendente hasta la cara posterior del maléolo del peroné, donde
los dos müsculos peroneos constituyen los ünicos componentes musculares del compartimento lateral de la pierna
(v. flg. 2.3, pág. 66). De esta forma, ambas caras del metatarso
se fijan firmemente al peroné y suponen así un apoyo para la
parte lateral del arco longitudinal del pie (fig. 5.6).
Consideraciones generales
para la terapia manual
Aunque las otras dos líneas «cardina les» cuentan con un
lado derecho y un lado izquierdo, los dos meridianos
miofasciales de Ja línea latera] están lo suficientemente
alejados entre sí y de la línea media como para lograr un
mayor movimiento corporal de lado a lado del que logra
cualquiera de las otras dos líneas, la LFS o la LPS, con
cuyos extremos se funde Ja línea lateral (v. fig. 5.2A). La LL
suele ser básica para intervenir en los desequilibrios entre
los lados derecho e izquierdo, que deben evaluarse y abordarse en las fases iniciales del plan terapéutico general.
Los patrones habituales de compensación postura! asociados a la LL incluyen: la p ronación o supinación del tobillo,
la limitación de la dorsiflexión en el tobillo, la rodilla valga o
vara, la restricción de la aducción o la contracción crónica en
abducción, la flexión lateral lumbar o la compresión lumbar
(contracción bilateral de la LL), el d esplazamiento de la caja
torácica sobre la pelvis, el acortamiento de la distancia entre
el esternón y el sacro y la restricción del hombro por una
implicación excesiva en la estabilidad de la cabeza.
Arco lateral
La banda lateral de la fascia plantar se incluía en la lín ea
posterior superficial (pág. 76). Aunque técnicamente no
forma parte de la LL en sí misma, merece mencionarse
como un fac tor que influye en el equilibrio la teral. Si el
compartimento peroneal es tan corto como para man tener
el pie en eversión, o el p ie se encuentra siempre en pronación, la banda lateral de la fascia p lantar, que discurre
en lú1ea recta desde el borde inferior externo del calcáneo
hasta la base del quinto metatarsiano, se dedicará a trabajar en el apoyo del lateral d el pie, expandiendo el tejido
entre las dos inserciones {OVO r 1: L, ur1I Linc, 10:27-1 :OO).
o
1
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ro
QJ
A
116
B
Fig. 5.2 (A) Vías y paradas
de la linea lateral. El area
sombreada muestra la zona
de influencia de la fascia
superficial. (B) Vías y paradas
de la línea lateral según el
DVD-ROM Anatomy Trains
wilh Primal Píctures disponible
en www.anatomytrains.com.
(Imagen por cortesía de
Primal Pictures, www.
primalpictures.com .)
Fig. 5.3 Pod emos observar aquí una disección de la línea lateral, tomada
de un cadaver embalsamado, que incluye los peroneos, los te11dos de la
región lateral de la rodilla, el tracto iliotibial y los abductores, que se continúan
fascialmente con los oblicuos de la región lateral del abdomen. Esta incluye
también las costillas, desde las articulaciones condroesternales en la región
anterior hasta el angulo de las costillas situado en la región posterior, junto
con las correspondientes hojas intercostales. Se presentan también los
escalenos, insertados en las dos costillas superiores, pero no el cuadrado
lumbar. Los dos músculos mas superiores, el esternocleidomastoideo y
los esplenios, que se asemejan a un cl1eurón, no estan unidos al resto de
la muestra, porque ambos se insertan a un nivel inferior en la linea media o
cerca de ella , y la m uestra presenta únicamente unos 30º a cada lado de la
línea longitudinal media. (DVD rd: Enrly Dissc,ctive Evidcncc)
O
Tabla 5.1 Línea lateral: «Vías,, miofasciales y
.. paradas» óseas (fig. 5.2)
Paradas óseas
Reborde occipital/
apófisis mastoides
Vías miofasciales
19
17, 18
Primera y segunda
costillas
Costillas
Cresta ilíaca, EIAS,
EIPS
16
14, 15
13
11, 12
Oblicuos de la región lateral del
abdomen
Glúteo mayor
Tensor de la fascia lata
Tracto iliotibial/músculos
abductores
Peroneo
corto - -4111.r
Peroneo
largo --~•11
5
4
Cabeza del peroné
Intercostales externos e internos
9,10
8
7
6
Cóndilo lateral de la
tibia
Músculo esplenio de la cabeza/
esternocleidomastoideo
3
2
Ligamento anterior de la cabeza
del peroné
Músculos peroneos,
compartimento lateral de la pierna
Bases del primer y
quinto metatarsiano
Fig. 5.5 La linea lateral comienza en el punto medio de las partes
lateral y medial del arco longitudinal del pie, en las bases del primer
y quinto metatarsiano.
Fig. 5.6 La primera via de la linea lateral une el metatarso a la cara
lateral del peroné, sosteniendo a su paso la parte lateral del arco
longitudinal del pie.
Fig. 5.4 Aquí podemos observar la misma muestra colocada sobre
un esqueleto artificial. La posición no es del todo precisa, puesto que
la escápula estaba fijada y no podía moverse ni retirarse; no obstante,
la imagen transmite la idea de cómo se emplea la línea lateral para
estabilizar el cuerpo en nuestro movimiento principalmente sagital.
117
r
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..
Pero neos
La profundidad del tendón del peroneo largo en la p lanta del
pie y la brevedad d el peroneo corto hacen imposible intervenir en la LL por debajo del maléolo, d e forma que empezaremos en el compartimento lateral de la pierna (fig. 5.7). El
peroneo largo y el peroneo corto se mezclan en este compartimento, limitado a cada lado por sendos tabiques. El tabique
intermuscular anterior puede localizarse en una línea que
discurre aproximadamente entre el maléolo lateral y la región
anterior de la cabeza del peroné. El tabique posterior, entre los
peroneos y el sóleo, puede seguirse desde justo delante del
tendón de Aquiles hasta justo detrás de la cabeza del peroné.
(Para más información, véase el apartado sobre palpación
más adelante.) Estos tabiques, junto con la fascia profunda
de la pierna que los cubre, son buenos emplazamientos para
abrir y liberar todo tipo de síndromes compartimentales.
Además del trabajo directo para abrir estos tabiques, los
reves timientos miofas ciales de los peroneos p ueden elongarse y ablandarse m ediante una fricción transversa profunda: extendiendo e l tejido de este compartimento hacia
delante y hacia atrás de la línea latera l con las puntas de
los dedos o los nudillos, al tiempo que el paciente realiza
el rango de movimiento en tre la dorsiflexión y la flexión
plan tar (DVD n;f: Lalt:rnl Lin 1.. :51- 1 :1~) .
A menudo, los peroneos se uti.l izan para evitar la dorsiflexión en la postura, por ejemplo, en bipedestación, y pueden
generar una evers ión excesiva cuando son demasiado cortos.
ligamento anterior de la cabeza del peroné hasta el cóndilo
de la tibia y se funde en la ancha correa constituida por las
fib ras inferiores del tracto iliotibial (TIT) (fig. 5.BA y B).
El TIT comienza aquí su escalada, partiendo d el cóndilo
lateral de la tibia, como una banda estrecha, gruesa y
Bíceps
femoral - - - ---;-.,--;---
-"-~~,.,_,,fl+I---
Ligamento
anterior de
la cabeza
del peroné
Peroneo
largo ----;-,r-~--t.H-l
A
~ Muslo
\
~
Aunque el peroneo corto tiene su origen en la mitad inferior del peroné, el p eroneo largo (y, por tanto, el compartimento fascial) y la vía de la LL continúan ascendiendo
has ta la cabeza del peroné. La conexión evidente y directa
desde este punto consistiría en continuar sobre el bíceps
femora l; esta conexión del meridiano miofascial se explorará en el capítulo d edicado a la línea espiral (v. capítulo 6).
Sin embargo, la continuación de la LL implica un interruptor que discurre ligeramente hacia delante con el
Linea lateral
(peroneos y tabiques fasciales)
B
Fig. 5.7 El compartimento lateral está cons tituido por el peroneo
corto, más profundo, y el peroneo largo que lo cubre. Este
compartimento está limitado por tabiques tanto en la región anterior
como en la posterior, que lo separan del compartimento anterior
(LFS) y de la porción superficial del compartimento posterior (LPS),
respectivamente.
118
Fig. 5.8 (A) La línea lateral va desde el compartimento lateral
de la pierna hasta el extremo inferior del tracto iliotibial mediante
el ligamento anterior de la cabeza del peroné. (B) Sin embargo,
los tejidos del extremo inferior del tracto iliotibial en realidad
se despliegan para unirse a la tibia, al peroné y a la fascia del
compartimento lateral de la pierna.
jiiP
o2
resistente que puede palparse claramente en la región inferior externa del muslo. Al igual que el tendón de Aquiles,
el TIT se ensancha y adelgaza a medida que asciende. Para
cuando alcanza la cadera, es lo suficientemente ancho
como para abarcar el trocánter mayor del fémur a modo
de cuenco fascial o cabestrillo (fig . 5.9) . La tensión de la
lámina del TIT, mantenida y acentuada por los abductores
de la cadera desde arriba y por el vasto lateral desde abajo,
ayuda a mantener la cabeza del fémur dentro de la cavidad
articular cuando se carga el peso sobre una pierna. Esta disposición también actüa como una sencilla estructura tensegrítica que asume parte de Ja compresión directa ejercida
por el peso del cuerpo, descargándola del cuello femoral.
La LL continüa ensanchándose por encima del trocánter
para incorporar tres componentes musculares: el tensor de
la fascia lata a lo largo del borde anterior, las fibras superiores del glüteo mayor en el borde posterior y el glúteo
medio, que se inserta en la cara profunda de la hoja fascial
del TIT (v. figs. 5.3 y 5.4).
Todas estas miofascias se insertan en el labio externo de
Ja cresta ilíaca, extendiéndose desde Ja espina ilíaca anterosuperior (EIAS) hasta Ja espina ilíaca posterosuperior (EIPS).
Todo este complejo se emplea en el miembro inferior
que cargamos cuando damos un paso para evitar que el
tronco se incline hacia el miembro inferior no cargado.
En otras palabras, los abductores de la cadera se emplean
con menos frecuencia para generar la abducción, pero se
emplean a cada paso para evitar la aducción, lo que supone
Ja estabilización de la tensión en toda la LL inferior.
ETAS, la EIPS y la resistente inserción fascial en el medio
de la cresta ilíaca). Dependiendo del ángulo postura! de la
pelvis, puede ser recomendable trabajar más sobre el borde
anterior o sobre el borde posterior del TIT. Las diferencias
en el tono de los TIT derecho e izquierdo se manifestarán
en inclinaciones laterales de la pelvis. Los desequilibrios
entre el TIT y los müsculos aductores se manifestarán en la
rodilla vara y la rodilla valga (desplazamiento de las rodillas hacia fuera o hacia dentro).
El TIT puede trabajarse de forma similar a los peroneos:
con el paciente en decúbito lateral y la rodilla apoyada, el
profesional puede manipular el TlT y los abductores relacionados, tanto desde arriba como desde abajo, distribuyendo los tejidos hacia afuera desde la línea lateral media
con los nudillos o los puños flojos. Dado que las fibras del
TIT se mezclan con las fibras circunferenciales de la fascia lata, también puede resultar útil trabajar el lateral del
muslo en sentido vertical. Utilice la parte plana del cúbito,
colocando uno justo bajo la cresta ilíaca y el otro justo
encima del trocánter mayor. Lleve el codo inferior hacia
la rodilla, despacio pero con intención, estirando el TIT.
El paciente puede colaborar desplazando la rodilla hacia
delante y hacia atrás (DVD rvf:Lul n i Lint!, 1 1:1 ·L!-1:51).
Con los dedos puede valorar si el borde anterior del TIT
es más grueso o está más fijo o más tenso que el borde posterior. En ese caso, el ángulo del antebrazo sobre la pierna
puede ajustarse para hacer hincapié en la región anterior o
en la región posterior, de la misma manera que se cambia
el ángulo del arco de un violín para tocar otra cuerda.
Tracto iliotibial
Músculos abductores y trocánter mayor
En lo que respecta a su función en la LL, puede considerarse que el TIT comienza en un punto del extremo inferior
(el cóndilo tibia!, aunque en realidad comienza en toda la
región externa de la rodilla) y se distribuye en sentido
ascendente hacia tres puntos en el extremo superior (la
En general, los músculos abductores (el tensor de la fascia
lata y los tres glúteos superficiales) pueden abordarse trabajando con la punta del codo o la adecuada colocación de
los nudillos para mover el tejido en un patrón radial desde
el trocánter mayor hacia la cresta ilíaca. Es posible que prefiera trabajar estos tejidos de fom1a independiente en caso d e
inclinación anterior de la pelvis, donde los tejidos anteriores,
que actüan como flexores, serán mucho más cortos y densos.
No olvide las «carillas» del propio trocánter mayor, que pueden ser muy útiles para generar movimientos nuevos y más
libres (DVD r 1:0 p Fron Lm f' rt : .'5:!12- ·57).
~'-:-i'!HH'rlfür.:---.:....,c++-h:-++-
~--__.,...,...,.,.....~,___.......,~.....,..~--.._,_-
Glúteo
medio
Glúteo
mayor
{fibras
superiores)
1+rn~ffif--~r+----Tro cánter
mayor
-+--!-+-+--
-'--+--- - - - T r acto
iliolibial
Fig. 5.9 La segunda via p rincipal de la línea lateral está constituida
por el tracto iliotibial y los músculos abductores relacionados, el
tensor de la fascia lata (TFL), el glúteo medio y las fibras superiores
del g lúteo mayor.
r
::J
(j)
OJ
w
o
o
Descarrilamiento
A medida que nos desplazamos desde la porción apendicular hasta la porción axial de la LL, nos encontramos con
otro descarrilamiento, o digresión de las reglas generales de las vías anatómicas. Para continuar, necesitaríamos
enconh·ar láminas o líneas de miofascia que se desplegaran
hacia afuera y hacia an"iba desde estos puntos o, al menos,
desde los extremos anterior y posterior (la EIAS y la EIPS).
El TIT - de hecho, toda la porción inferior de la LL - tiene
un cierto parecido con la letra ,,y., (v. f ig. 5.9); para continuar, deberíamos seguir ascendiendo y dirigiéndonos hacia
afuera sobre los brazos superiores de la «Y» (fig. 5.10A).
Encontraremos tales continuaciones en la línea espiral y las
líneas funcionales (v. capítulos 6 y 8). No obstante, si observamos cómo se dispone la miofascia desde aquí a lo largo de
la región latera l del tronco, nos damos cuenta de que los planos fasciales se cruzan hacia delante y hacia atrás de forma
similar al entramado de una cesta (fig. 5.106; v. fig. 5.2).
Aunque estos cambios bruscos de dirección rompen las
reglas de las vías anatómicas, el efecto global de esta serie
119
r
:::J
(j)
QJ
QJ
--
~
(1)
¡
QJ
Linea serratoromboides
Linea pectoraloblicuo interior
·• ··· Linea oblicuo
· ·· · ····interior-glúteo
medio
Linea oblicuo
-·
exterioraductores
Fig. 5.10 Las reglas de las vias anatómicas
exigirían que la .,y .. del tracto iliotibial
continuara por fuera y alrededor del cuerpo
en espiral como en (A), pero la realidad de
la línea lateral es que esta inicia una serie de
cruces en .. x. que ascienden por la región
lateral del tronco, básicamente como un
cordón de zapato que une las caras anterior
y posterior a través de los laterales (B).
(Reproducido con autorización de
Benninghoff y Goerttler 1975.)
·-.
A
B
de «X» (o de rombos, si lo prefiere) es crear un entramado
o red que contiene cada lad o del cuerpo como un todo e n cierto modo como las v iejas trampas de dedos chinas - .
La estructura resultante es una amplia red, que contiene
la región lateral del tronco desde la cadera hasta la oreja
(v. fig. 5.2).
~ Cresta ilíaca
•
\ • •~ El bord e superio r d e la cres ta ilíaca constituye e l lugar de
inserción del dorsal an cho y las h·es capas de músculos
abdominales. Los dos más externos, los oblicu os, forman
parte de la LL y continúan fascialmente al TIT p or encima
del borde de la cresta ilíaca (v. fig. 5.3). El oblicuo ex terno
del abdomen se inserta en e l labio externo de la cres ta
ilíaca; el oblicuo interno del abdomen, en la línea intermedia de la cresta ilíaca; y el transverso del abdomen (parte
de la lú1e¡¡ frontal profunda), en el labio inte rno. Los p rofesiona les pueden actuar sobre las distintas capas ajustando
la presión, e l ángulo y la in tención.
En lo que se refiere a la LL, la cresta ilíaca es un em plazamiento donde con frecuencia se da una acum ulación de
tejido conjuntivo y «limpiar» el hueso d e estas capas puede
ayudar a concederle longitud a la LL (O\ O r 1: Lnti.ral Lm
10:"'0- 5: ). La dirección es importante: en caso de inclinación anterior de la pelvis, el tejido necesita un desp lazamiento
posterior; en caso de inclinación posterio1~ será necesario el
desplazamiento contrario. Si la pelvis está en una posición
neutra, el tejido p u ede extenderse en cualquier dirección desde la línea media (O D rnf: Lateral LinL, J S:J': - 1: }.
Cuando la caja to rácica está desplazada hacia atrás en
relación con la p elvis, la región la teral de las costillas in feriores se acerca a la región posterior de la cresta ilíaca. En estos
casos, es necesario hacer hincapié en la porción de esta «X»
correspondiente al oblicuo interno del abdomen p ara d esp lazar las costillas hacia arriba y hacia d elante. En el caso,
mucho menos frecuente, de que estas costillas inferiores se
desplazaran hacia delante y hacia abajo, acercándose a la pelvis, sería necesario elo ngar el oblicuo externo del abdomen.
bn
'..J
o
o
120
y cintura
Ahora, en lugar de segu ir la m isma dirección, realizarem os un giro brusco sobre las fib ras más posteriores del
oblicuo in terno del abdomen q u e, desde la ETPS, se dirigen hacia arriba y hacia dela nte hasta las costillas inferiores. Sobre él se encuen tra la v ía más s uperficial, que
parte de la ETAS, con stituido por las fibras posteriores del
oblicuo externo del abdomen que se d irigen hacia arriba
y hacia atrás. Las fibras de ambos músculos son prácticamente verticales en su recorrid o a lo largo de la región
lateral del tronco, pero a un así asumen una cierta d irección oblicua para formar u na «X" (fig. 5.11). Si pellizca su
cintura en un lateral, las fibras del oblicuo externo, con
su recorrido ascendente y posterior desde la ETAS, son
las más s upe rficia les. A mayor profu ndidad encontra rá
e l oblicuo interno, que se palpa en sen tido ascenden te y
anterior. Esta miofascia puede trabajarse de forma indiv idual con un movimiento rota torio, o en conju nto para
e leva r las costillas y alejarlas de la p elvis (O ID 1 f: L.it
lf
7:.:"l -" 1 :00).
Caja toráci ca
A
Los oblicu os del abdomen se insertan en las costillas flotantes, las inferiores. Desde aquí, podemos ascender mediante \ • •~
las propias costillas o mediante los músculos dispuestos
entre ellas. La región latera l de la caja torácica también presenta entrecruzamientos, con u n patrón miofascia l sim ilar:
los intercostales externos se dirigen hacia arriba y hacia
atrás y los intercostales internos discurren hacia arriba y ,
hacia delante. Estos músculos m antienen el mismo patrón ~
mientras ascienden por la caja torácica, pasan bajo la cintura escapular y sus músculos asociados y llegan a las primeras costillas en la base del cuello (v. fíg. 5.106).
Aunque los inte rcosta les siguen el mismo patrón qu e
los oblicuos, son m u cho más cortos, interca lados como
están entre las costillas, por lo que no responden de la
misma forma. La fascia que recubre las costillas puede
elongarse o moverse con amplios barridos; una pun ta de
d ed o introducida en tre las costillas p uede tener un a cierta
1
!})
-CD,
!})
Oblicuo interno
- + - - - - - - del abdomen
- - + - - - - - - - Oblicuo externo
del abdomen
x..
Fig. 5 .12 En el cuello, la .. final de la linea lateral está formada
por el esternocleidomastoideo, especialmente por su cabeza
clavicular. en la región más externa, y por el músculo esplenio de la
cabeza, que forma el otro brazo a mayor profundidad.
influencia en los intercos tales, pero el rnmbio es limitado
en esta posición. Para e longar el esplenio, indíquele al
paciente que se coloque en decúbito supino. Sujete el occipucio con una mano y, por d ebajo, acceda con la otra mano
a l lado sobre e l que quiere trabajar. Coloque sus d edos
contra el hueso justo donde la apófisis mastoides se une al
reborde occipital, d e forma que la punta de un dedo esté
justo por encima del reborde y la d e otro justo por d ebajo.
Despacio, pero firmemen te, lleve e l tejido en sentido posterior hacia la línea media, al tiempo que el paciente gira la
cabeza hacia el lado que se está trabajando (
1 1 L
(
.., , f
l
1
L 111
x..,
.) .
Una mano en el exte rior puede ser una herramienta útil
para ayudar al paciente a respirar abriendo las costillas
desde el interior. No olvide la región lateral de las costillas superiores, que puede alcanzarse colocando la palma
de la mano sobre las costillas con las puntas de los dedos
en la axila, entre el pectoral y el dorsal ancho. Deslizando
suavemente la mano en la axila, puede alcanzar el latera l
de la segunda y la tercera costillas, bien para manipularlas
directamente, bien para concienciar a l paciente y lograr un
mayor movimiento respiratorio a ese nivel r
r
11
11
l.
jt Cuello
\ • •~ En el cuello, desde las
costillas hasta el cráneo, el patrón
en «X» se repite, y de nuevo la porción que se dirige hacia
arriba y hacia delante es más profunda que la porción que
bJ~ discurre hacia arriba y hacia atrás (fig. 5.12). El músculo
f""'Y esple nio de la cabeza forma el brazo posterior de la «X».
Este músculo tiene su origen en las apófisis espinosas de
las ú ltimas vértebras cervicales y las primeras vértebras
torácicas, y finaliza en el borde lateral del occipucio y la
porción poste rior del hueso temporal.
Ya hemos abordado el esternocleidomastoideo (ECM)
:5 -- :- ~),
(v. capítulo 4 o el r r 1 1 fi h t Fr n Lim.
que también puede trabajarse en decúbito lateral. Hemos
comentado que esta unidad miofascial participa también
en la LFS, potenciando la función de la LL como mediadora
entre la LFS y la LPS y las conexiones entre las líneas: si se
tira de la LFS hacia abajo, la LL recibirá la tracción opuesta.
La conh·apartida del ECM en la LL es el müsculo esplenio de la cabeza, sobre el que resulta m ás difícil actua r
t
x..
Fig. 5.11 Los músculos abdominales forman una gran .. en la
cara lateral del abdomen; también los intercostales forman ..
i1 i
"
-
r.
).
Línea lateral y hombro
No cabe duda de que la LL y los brazos están relacionados,
ya que los brazos cuelgan a los lados del cuerpo, cubriendo ,
la región lateral de las costillas y la miofascia d e la LL. No
obstante, debemos tener en cuenta que la LL no incluye direc- " '
tamente la cintura escapular; en el tronco es una línea del
esqueleto axial. Esta es una distinción meramente conceptual,
ya que, por supuesto, los tejidos de las líneas de los brazos se
funden directamente con los tejidos de la línea lateral.
No obstante, esta distinción conceptual tiene una importante implicación práctica, ya que nosotros creemos que el
apoyo de la cabeza es más adecuado si se h·ata enteramente
de un fenómeno axial, de forma que los hombros estén absolutamente libres de cualquier participación en este apoyo. El
equilibdo tensional entre el ECM y los esplenios es suficiente
para suministrar el apoyo lateral externo de la cabeza si la
estructura subyacente de las costillas está en su lugar.
No obstante, es posible que se recluten inadvertidamente un par de miofascias de las líneas de los brazos
para lo que debería ser el trabajo de la línea lateral: equilibrar el apoyo de la cabeza. Una de e ll as es la del elevador
y
121
r
Dado que los m úsculos de la LL generan la flexión la teral, aparecerán restricciones en la miofascia o un exceso de
tensiones musculares cuando haya posturas que incluyan
una flexión lateral o en caso de restricción para liberar el
movimiento del lado opuesto; por ejemplo, la restricción
de la flexión lateral a la derecha suele estribar en la línea
la teral izquierda.
Dado q ue desde el trocánter hasta la oreja la LL es una
serie de zigzags, es interesante destacar su participación en
el movimiento helicoidal y la rotación, como hemos hecho
en el apartado sobre la marcha que se verá más adelante.
La rotación se retomará y explicará más ampliamente en el
siguiente capítulo.
::::;
1D
QJ
QJ
,_,.
ro
Evaluación y est iramientos
Fig. 5.13 Aunque parecería que el elevador de la escápula cumple
los mismos requisitos que el esplenio para formar parte de la
linea lateral, este es un ..error" habitual que el cuerpo comete en
ocasiones al involucrar al hombro en la estabilidad del tronco.
Se comete un .. error" similar cuando se trata de sustituir el
esternocleidomastoideo por el borde anterior del trapecio.
de la escápula, que conecta las apófisis transversas de
las vértebras cervicales con el vértice de la escápula. Este
músculo es paralelo al esplenio y está bien situado para
contrarrestar cualquier tracción anterior que se ejerza
sobre las vértebras cervicales o la cabeza (fig. 5.13) . El problema es que la escápula no es un apoyo firme y a menudo
el resultado de intercambiar el origen y la inserción para
utilizar el e levador de la escápula como «limitador del desplazamiento cervical anterior» es que la escápula comienza
a verse traccionada hacia la región posterior del cuello. Los
pacientes a menudo refieren dolor y puntos gatillo en la
inserción inferior del elevador de la escápula, que atribuyen al «estrés», cuando la causa real es Ja compensación de
la postura de «cabeza adelantada» (fig. 5.14) .
De manera similar, el borde anterior del trapecio, insertado en el borde externo de la clavícula, puede sustituir
al esternocleidomastoideo, más estable y axial, lo que
de nuevo arrastra a la cintura escapular a participar en el
apoyo de la cabeza. Ahora podemos ver que este patrón es
una mala utilización de Ja LL, que debería ser más profunda
y relativamente independiente de la cintura escapular. El
elevador o el trapecio tratarán de asumir el trabajo cuando
el equilibrio dinámico de las «X» de la LL se vea alterado.
(V. también las funciones propias del elevador y el trapecio
como parte de Ja línea del brazo en el capítulo 7, pág. 158.)
Consideraciones generales en terapia
de movimiento
122
La abducción d el miembro inferior y casi todas las flexiones laterales del tronco movilizarán la LL, estiran do uno
de sus lados y contrayendo el otro.
• Una forma bastante sencilla de valorar la LL es colocarse
en el vano de la puerta (o en cualquier otro sitio donde
usted o su paciente puedan agarrarse firmemente a
una barra o instrumento estable situado por encima de
la cabeza) y colga rse de las manos (fig. 5.15). Cuando
realice usted mismo el ejercicio, podrá sentir dónde
se oponen a la gravedad los tejidos de la LL. Cuando
observe a un paciente, busque asime trías en los dos
lados mientras el individ uo está colgado.
• En cuanto a estiramientos generales, el más evidente
para la LL es la media luna, una simple inclinación
hacia un lad o con los brazos por encima de la cabeza
(v. también fig. 10.37, pág. 222). Aunque la LL se une a
las líneas de los brazos sin ninguna d iscontinuidad, de
momento no nos in teresa estirar el brazo. Sin embargo,
es imprescind ib le averiguar si la p arte superior del
cue rpo se inclina hacia delante o hacia atrás desde
la cadera (en otras palabras, si hay una rotación del
tronco), ya que Ja mejor evaluación se obtendrá con la
flexión lateral pura, sin extensión ni flexión sagital. La
cabeza se aleja del cuello, el cuello de la caja torácica
y las costillas deberían desplegarse alejándose unas
de otras. A medida que la cintura se abre, las cos tillas
se alejan de la cade ra y la cresta ilíaca se aleja del
trocánter.
• La postura del Trián gu lo y sus variantes (v. fig. 4.17B
y capítulo 10) constituyen un buen estiramiento para
la porción inferior de la LL; la inversión a la altura
del tobillo asegura un estiramiento de los peroneos
Fig. 5.14 La postura
de " cabeza adelantada"
condiciona la participación
de la cintura escapular en
la estabilidad de la cabeza
sobre el tronco, un patrón
comp ensatorio habitual, pero
ineficaz.
r
:::;
ílJ
QJ
ru
<D
--¡
GJ
Fig. 5.15 Además de la simple
observación del cuerpo desde
delante o desde atras. observar
al paciente colgado de una
barra de ejercicios le permitirá
detectar patrones subyacentes de
desequilibrio entre las dos lineas
laterales.
a medida que se produce la inversión pasiva de la
articulación subtalar. En otras palabras, se maximiza
la distancia entre la región externa del pie y la cresta
ilíaca. En general, la realización simultánea de la
inversión y la dorsiflexión del pie estirará los peroneos,
mientras que la eversión con la flexión plantar se
genera por su contracción.
• Un estiramiento interesante para el TIT y los abductores
de la línea consiste en permanecer de pie con un pie
colocado delante y por fuera del otro y realizar una
flexión hacia delante; el TlT de la pierna posterior se
estirará.
• La porción lateral del tronco y el cuello puede estirarse
mediante diversos estiramientos habituales, como el
Parigltasmw o la postura del Travesaño en yoga.
En cuanto al movimiento, la flexión la teral en la
columna es uno de los pilares de la marcha. Colocarse
en el suelo en decúbito prono y realizar una «sacudida»
uniforme como si de una anguila se tratase contribuye a
la integración a lo largo de esta línea. En el ámbito terapéutico, el profesional puede observar este movimiento de
lado a lado y utilizarlo para valorar dónde debe trabajar o
servirse de una mano para llamar la atención del paciente
hacia donde no se está produciendo movimiento.
Discusión 1
Línea lateral profunda
Es necesario tener en cuenta otros dos grupos de miofascia para
obtener una visión completa de la línea lateral, aunque estos
pertenezcan claramente a la línea frontal profunda y se discutan
posteriormente como tal (v. capítulo 9). Juntos, estos dos grupos
musculares - en realidad, elementos laterales de la línea frontal
profunda - constituyen una .. linea lateral profunda..; se incluyen
aquí porque el trabajo sobre estas estructuras mejora con frecuencia los resultados en el abordaje de problemas de la LL.
incluyendo las asimetrías bilaterales y la respiración. ( \ID r 1·
" f11 Lin• " :"'7 · " : 1O)
Fig. 5.16 Dos músculos concurrentes en la línea lateral a un nivel
más profundo, aunque técnicamente ambas estructuras forman
parte de la línea frontal profunda, son los escalenos y el cuadrado
lumbar, que mantienen suspendida la caja toracica entre ellos.
El cuadrado lumbar (CL) forma parte de un plano profundo
al transverso del abdomen y, por tanto, sin conexión fascial con
los músculos abdominales superficiales de la LL. Sin embargo,
no podemos ignorar su amistosa relación con la LL. Su recorrido
ascendente desde la cresta ilíaca hasta la duodécima costilla lo
convierte en el verdadero músculo paraespinal de la columna
lumbar. Aunque los erectores (LPS), especialmente el iliocostal, pueden participar en la flexión lateral, suelen emplearse
para generar extensión e hiperextensión. El recto del abdomen
(LFS) genera fundamentalmente la flexión del tronco. El psoas
(la porción medial de la línea frontal profunda en esta área,
v. capítulo 9) puede generar un complejo de movimientos que
incluye la flexión, la hiperextensión, la flexión lateral y la rotación de la columna lumbar. Sin embargo, el CL tiene una localización única para mediar una flexión lateral prácticamente pura.
Por lo tanto, cualquier trabajo sobre la LL debería prestar atención al tono y a la fascia del CL, incluso aunque, según las reglas
de las vías anatómicas, no sea parte directa de la LL.
En el otro extremo de la caja torácica, en el cuello, tenemos
un plano profundo constituido por los escalenos y su fascia asociada. Los escalenos forman una especie de falda alrededor de la
columna cervical, cuya acción genera o estabiliza la flexión lateral de la cabeza y el cuello, de forma similar a la acción del CL.
Podemos imaginar la caja torácica, y desde luego los pulmones,
suspendidos entre el CL que tira de un extremo y los escalenos
que tiran del otro (fig. 5.16) .
123
;¡;
Oblicuo menor
de la cabeza
QJ
QJ
~··
C1)
-;
w
Fig. 5.17 Otro brazo profu ndo de la estabilidad lateral está
constituido por la unión del escaleno anterior a las estructuras más
profundas de ta región posterior del cuello, como la parte superior
del semiespinoso y el oblicuo menor de la cabeza (representado
aquQ. La porción inferior del semiespinoso (representada) actúa
como una antagonista del escaleno anterior.
También se puede observar otro brazo de una ..x... paralelo
al ECM pero más profundo. Esta capa más interna está formada
por el músculo escaleno anterior, que se dirige hacia arriba y
hacia atrás desde la primera costilla hasta las apófisis transversas de las vértebras cervicales medias. La tracción de este
músculo establece una conexión funcional, si no una continuidad
fascial, con los músculos suboccipitales, más concretamente con
el oblicuo menor de la cabeza o la porcíón superior del semies pinoso de la cabeza (fig. 5.17). Estos músculos generan la tracción
anterior o el desplazamiento anterior del occipucio y la hiperextensión de las articulaciones cervicales superiores, al tiempo que
el escaleno anterior provoca la flexión de las vértebras cervicales
inferiores. Su combinación contribuye a la conocida postura de
«Cabeza adelantada...
Guía de palpación de la línea lateral
Se p ued en encontrar los puntos de origen d e la LL tanto
en la región lateral como en la región medial del pie
(v. fig. 5.5). En la región medial, debemos buscar la inserción
distal del peroneo la rgo. Aunque es difícil p alparla directamente, podremos localizarla si comenzamos en el primer
dedo del pie y recorremos con nuestros dedos su región
metatarsiana hasta que lleguemos a una prominencia en Ja
parte más interna del pie, unos Scm por d elante del tobillo. Desde aquí, descienda con los dedos hacia la planta
del pie, manteniéndose en el pequeño valle q ue forma la
articulación entre el primer metatarsiano y el cuneiforme
med ia l. A medida que acced e a la planta del pie, se encontrará con los tejidos más superficiales que dificultan la palpación del tendón del peroneo, más profundo; no obstante,
el extremo de este músculo y, por tanto, el comienzo de la
124
LL, se localiza justo en la región inferior y lateral de esta
articulación.
El otro origen de la LL se palpa con facilidad: recorra
con los dedos el borde lateral del pie en sentido ascendente
desde el quinto dedo hasta encontrar la protuberancia de
Ja base del qu in to metatarsiano, claramente palpable. Aqu í
comienza el recorrido ascendente del peroneo corto haci;:i
la región posterior del maléolo del peroné.
La eversión y la flexión plantar del pie le permitirán
palpa r estos dos tendones justo por debajo de l maléolo
lateral, a su paso, por de trás d el maléolo, hacia el compartimento lateral de la pierna (v. fig. 5.6). De los dos, el corto
es el más prominente; el largo desaparece rápidamente
entre los tejidos bajo e l maléol o.
Encon trar los tabiques que limitan este compartimento es realmente sencillo. Para localizar e l tabique intermuscula r ante rior, comience en e l maléolo del peroné y
recorra el hueso en sentido ascendente (v. figs. 5.6 y 5.7).
Cuando el hueso comienza a desaparecer entre los tejidos, busque un valle entre los compartimentos anterior
y latera l. Puede palparse un valle o, en caso de excesiva
tensión o alteración, una cuerda de pequeñas perlas. Estas
«perlas» (principalmente lactato cálcico y o tros metabolitos) no tienen ningún valor y pueden desha cerse con una
terapia manual vigorosa, lo que llevará a una mayor libertad de movimiento d el paciente (en ocasiones, el paciente
presentará una ligera sensación de náuseas tras la sesión).
Si tiene dificultades para palpar el valle (la división compartimenta!), el movimiento puede resultarle muy útil. La
flexión plantar activará los peroneos, al tiempo que esti ra
los múscu los del compartimento anterior; la dorsiflexión
y la extensión de los dedos del pie movilizarán Jos músculos del compartimento anterior y estirará n los del compartimento latera l. Si coloca las yemas de los ded os en la
región externa de !él pierna, donde crea que puede localizarse el valle, pod rá distinguir con claridad el área d onde
se encuentran estos movimientos opuestos; ese lugar es el
télbique entre los dos compartimentos.
Obviamente, este tabique intermuscular anterior terminará justo delante de la cabeza d el peroné. Si dibujamos
una línea imaginaria entre e l maléolo lateral y la zonél
situada justo delante de la cabeza d el peroné, el tabique
estará situado e n las proximidades de esta línea.
M ucha gente confunde el sóleo con los peroneos, ya
que en la flexión plan tar es frecuente q ue el sóleo comprimido sobresalga en la cara la teral de la pierna, ofreciend o el aspecto de los pero neos. Para evitar este error,
comience en la división evidente entre e l maléolo d el
peroné y el tendón de Aquiles. Trabaje en sentido ascendente, permaneciendo en el valle que se dispone entre
ellos. El extremo inferior del compartimento lateral
es m uy pequeño, po r lo que debe usar la eversión para
hacer saltar esos tendones y poder así permanecer claramente por detrás de l compartimento lateral. Este tabique
debería terminar justo detrás de la cabeza del peroné. A
este nivel, el compartimento lateral, y en consecuencia los
peroneos, se insertan en la región lateral de la cabeza d el
peroné, mientras que el sóleo se inserta en la región posterior del peroné {v. fig. 5.8).
Si e l pacien te presiona los dedos d e los pies contra el
suelo y los eleva alternativamente mientras sus manos
exploran el área de la cabeza del peroné, podrá distinguir
claramente el tibia] anterio r (compartimento anterior, LFS)
y el sóleo (po rción superficial del compartimento poste rior,
LPS) y, por defecto, el extremo superior del peroneo la rgo
localizado entre ellos (compartimento latera l, LL).
Aunque el tendón del isquiotibial lateral es la estructura más prominente que se inserta en la cabeza del
peroné, la LL continúa mediante el ligamento anterior
de la cabeza del peroné (v. fi g. 5.8A). Esta conexión fascial puede palparse justo por delante y por encima de la
cabeza del peroné cuando se te nsa, al realizar la abducción de la pierna en decúbito la teral o cuando, en decúbito
supino, se rota la pierna en sentido medial y el pie se
separa del suelo (v. fig. 5.88). Establece una conexión claramente palpable que discurre en sentido ligeramente anterior desd e la cabeza del peroné hacia el cónd ilo la teral de
la tibia y el TIT.
El TIT, el siguiente elemento fascial de la LL, se palpa
cla ramente en la región lateral del muslo a la altura del
cóndilo femoral, o justo por encima, como una recia banda
superficial. Sígalo en sentido ascendente notando cómo se
ensancha y adelgaza a lo largo del muslo por encima del
vasto lateral, que puede contraerse extendiendo la rod illa.
Por encima del trocánter mayor, la LL incorpora otros
elementos musculares. El tensor de la fascia lata puede
palparse con facilidad si se colocan los dedos justo por
debajo del labio externo de la ElAS y a continuación se
realiza una rotación medial de la cadera (girando la rod illa hacia dentro) (v. fi g. 5.9). Las fibras superiores del glúteo
pueden palparse de fo rma similar si se colocan los dedos
bajo la región lateral de la EIPS y a continuación se realizan la rotación lateral y la abd ucción de Ja cad era.
Entre estos dos, puede palparse habitualmente la fuerte
región central del TlT, ascendiendo hasta la zona media de
Ja cresta ilíaca, con el glúteo medio recubriendo su interior;
este músculo puede palparse claramente e n abducción.
Para pa lpar las zonas de los oblicuos del abdomen
que participan en la LL, pellizque el lateral de la cin tura
(v. fig. 5.11). Suponiendo que pueda palpar el músculo, el
oblicuo externo del abdomen, más superficial, se dirigirá
hacia la cadera con una orientación hacia abajo y hacia
delante. Un pellizco más profundo le pondrá en contacto
con el oblicuo interno, con una orientación opuesta: hacia
abajo y hacia atrás desde las costillas hasta la cadera.
Pequeñas rotaciones del tronco son útiles para diferenciar estas dos capas. Ambos músculos se acercan más a
la vertical aquí, en el lateral, que en la región anterior del
abdomen, pero a un así pueden percibirse claramente las
diferencias en la dirección.
Los in tercostales externos pueden palparse entre las
costillas, especialmente justo por encima d e las inserciones
de estos múscu los abdominales, antes de que las costillas
se vean cubiertas por varias capas d e la muscu latura de l
hombro. Los intercostales internos son difíci les de palpa r a
través de los externos, pero pueden percibirse por su participación en la espiración forzada o en la rotación de la caja
torácica hacia el mismo lado de la palpación.
Las tres hojas de miofascia presentes e n e l cuello son
accesibles a la palpación. El ECM, claramente palpable
en la superficie, ya se ha explicado en nues tra discusión sobre la LFS (v. fig. 5.12). El músculo esp lenio de la
cabeza se palpa más fácilmente colocando las manos en
la cabeza del paciente de forma que los dedos se sitúen
por d ebajo y ligera mente por de trás de la apófisis mastoides, pero con la mano dispues ta de forma que los pulgares ofrezcan cierta resistencia a la rotació n de la cabeza
(DVD rcf: Later;il L im. 58:00-59:05). Indique al paciente
que rote la cabeza y sentirá cómo se contrae el esplenio
d el mismo lado hacia el que se realiza el giro, justo por
debaj o del trapecio (más superficial y generalmente bastante delgado}. Esta palpación puede realizarse en uno
mismo.
Serán necesarias precisión y confianza para pa lpar las
hojas más profundas de la miofascia cervical que participa en la LL. Para localizar el escaleno anterior, indique
al pacien te que se coloque en decúbito supino y e leve
suavemente el ECM con el dorso de sus dedos, al tiempo
que presiona suavemente hacia dentro con las yemas para
percibir la solidez del cilind ro motor (los escalenos y otros
músculos que rodean las vértebras cerv icales) (v. fig. 5.16).
El müsculo más externo de este grupo es el escaleno med io
(D c. 1 f: L.i n i Lin• . : 1 • 5- 1:r1 · 7). Deslice las yemas
de los dedos a lo largo de la región anterior del cilindro
motor, sin presionarlo ni rehuirlo, con el dedo anular
situado justo por encim a de la clavícula. (El paciente sentirá dolor u hormigueo en los dedos o dolor y tirantez en
la escápula si presiona el plexo braquial; en ese caso, cambie la posición d e los dedos.) La banda de un centímetro
que palpa bajo sus dedos es el escaleno anterior. lndíquele
al paciente que respire hondo; el escaleno anterior debería
movilizarse durante la inhalación y, en muchos individuos,
especialmente en inhalación máxima (D r r 1· L 1 1 Lrr .
- :C
1
I·
CLI
Q)
'i).
El otro ex tremo de esta línea, el oblic uo menor de Ja
cabeza, puede palpa rse sosteniendo el occipucio en las
palmas de las manos, de forma que los dedos se sitúen
libremente bajo Ja región posterior del cuello. Doble los
d edos bajo el occipucio y deje que las puntas se asom en
bajo el reborde occipital, siendo consciente de que debe
realizar la palpación a través del trapecio y los músculos semiespinosos subyacen tes. Deje las p untas de
los d edos bajo e l occi pucio, con tres d edos en fila, preferiblemente el anular, el corazón y el índice, con los
anulares prácticamente tocándose en la línea media y
los índices en posición medial con respecto a donde el
occipucio com ienza a curvarse hacia la apófisis mastoides. Aunque el tamaño d e las manos y los cráneos varía,
en la mayoría de los casos los seis dedos se disp ondrán
juntos pero holgad os a ambos lados d e la línea media.
La inserción occipital d e los oblicuos de la cabeza
estará justo debajo de su dedo índice y podrá tirar de
ella fijando el dedo índ ice y tirando hacia atrás y hacia
arriba s uavemente.
El otro extremo de la «línea latera l prohmda», el cuadrado lumbar (CL), p uede palparse en el paciente tumbado de lado si enganchamos un dedo sobre el borde
superior de Ja cresta ilíaca, cerca de la EIAS, y lo recorremos en sentido posterior hacia la EIPS. En la línea med ia,
o detrás de ella, encontrará el borde más prominente de
la fascia del CL, a menudo muy resistente, que guía a los
dedos lejos de la cresta hacia el extremo lateral de la duodécima costill a - tina indicación clara d e que ha localizado
el CL -. Esto no funcio nará si sus dedos están recorriendo
hacia atrás la línea intermedia o el labio externo de la
cresta ilíaca; Ja profundidad del CL exige que los dedos se
sittí ~n en el labio interno de la cresta ilíaca para alcanzar
esta hoja fascial.
Para trabajar la elongación del CL y su capacidad de resp uesta, debe trabajar a lo largo de su borde externo, liberándolo desde la cresta ilíaca hacia la duodécima costilla
(OVO r f: L 1ternl Lim 'l'-:5 -"7:D }).
o
125
Discusión 2
(j
QJ
Q.J
La línea lateral y los peces: vibración, natación
y desarrollo de la marcha
Vibración
El extremo superior de la LL abarca la región auricular, localizada en el hueso temporal, en la región lateral de la cabeza;
de hecho, la postura ideal de la línea lateral se describe siempre como pasando por la oreja. Por supuesto, el oído contiene
estructuras sensibles a frecuencias vibratorias desde unos 20
hasta 20.000 Hz, a la tracción gravitacional y a la aceleración del
movimiento. El oído es un sofisticado sistema de interpretación
de receptores de vibración dispuestos a lo largo de toda la línea
lateral de muchos peces primitivos y algunos modernos, como
los tiburones, que uoyenu los movimientos de su presa mediante
estas líneas (fig. 5.18). Los vertebrados actuales parecen haber
concentrado la mayor parte de su sensibilidad a la vibración en el
extremo anterior del organismo. No obstante, parece que permanece algún tipo de conexión, en la medida en que los problemas
de equilibrio se reflejan más en diferencias entre el lado derecho
e izquierdo que en diferencias entre la cara anterior y posterior.
Natación
Casi todos los peces nadan mediante un movimiento de lado
a lado, lo que, obviamente, implica la contracción alternativa
de las dos bandas musculares laterales. Tal vez los responsables últimos de este movimiento (y, por tanto, la expresión más
profunda de la línea lateral) sean los diminutos músculos intertransversos que se disponen entre las apófisis transversas de la
columna vertebral. Cuando un lado se contrae, provoca el estiramiento del músculo homólogo del lado contrario (fig. 5.19).
El reflejo de est iramiento espinal, un movimiento primitivo
mediado por la médula espinal, provoca la contracción del
músculo elongado, estirando de esta forma el músculo contraído del lado opuesto, que se contraerá a continuación, y así
sucesivamente. De esta forma. puede realizarse un movimiento
de natación coordinado (en otras palabras, ondas coordinadas que recorren la musculatura lateral) con una participación
mínima del cerebro. Una lamprea, el equivalente moderno de
un pez primitivo, no dispone de cerebro, pero si se coloca en
una corriente de agua nadará a ciegas contracorriente de una
forma lenta, pero coordinada, únicamente mediante mecanismos espinales - la estimu lacíón de los receptores sensoriales
de vibración en la piel de los laterales desencadena el reflejo de
estiramiento - .
Por supuesto, el ser humano conserva movimientos equivalentes. Existen múltiples movimientos. como la marcha, que
funcionan mediante reflejos de estiramiento recíprocos. El movimiento de lado a lado no es tan visible en la marcha habitual del
adulto, pero su enmascarada supremacía se manifiesta en el
niño de 3-6 meses, cuando este comienza el movimiento reptante. Posteriormente, este movimiento se verá reemplazado por
un movimiento de gateo más sofisticado, que combina flexión,
extensión y rotación con la flexión lateral.
Marcha
B
Fig. 5.18 Algunos peces. como los tiburones, disponen de una
línea de receptores de vibración a lo largo de su linea lateral. El ser
humano parece haber concentrado la mayor parte de su sensibilidad
a la vibración en el oído, en el extremo superior de la línea.
126
Cuando valoramos la marcha del adulto, consideramos el movimiento excesivo de lado a lado como una alteración. Esperamos
ver la cabeza e incluso el tórax avanzando más o menos en línea
recta, con la mayoría de los ajustes laterales realizándose en
la cintura o a una altura inferior. Desde el punto de vista de los
meridianos miofasciales, toda la LL participa en estos ajustes,
lo que debería tenerse en cuenta para corregir las desviaciones
provocadas por un exceso o un defecto de flexión lateral en el
patrón de la marcha.
Para el desplazamiento hacia delante los seres humanos
empleamos la flexión y la extensión, el movimiento sagital (como
los delfines y las ballenas), y no el movimiento de lado a lado que
utilizan los peces. Como ya hemos comentado, nuestra marcha
implica ciertos aj ustes laterales, pero el movimiento contralateral
de la marcha humana implica un gran grado de rotación, especialmente en la cintura y la región inferior de la caja torácica, que
media entre las oscilaciones opuestas de la cintura pélvica y la
cintura escapular.
La serie de ..x.. o la «Cesta" que caracteriza la LL en el tronco
y el cuello tiene la localización perfecta para modular y ufrenar"
estos movimientos de rotación. Por lo tanto, puede considerarse
que el entramado de la LL en el tronco es una serie de arcos de
espirales empleados como muelles para absorber los impactos y
Fig. 5.19 El movimiento lateral, que participa en los movimientos natatorios de un pez o en el desplazamiento de una anguila o una
serpiente, son refiejos recíprocos que descienden por la musculatura a modo de ondas. Cuando un lado se contrae, el otro lado se estira,
lo que induce una contracción en este último y provoca el estiramiento del primero; este se contrae, y así sucesivamente.
ill
~
11
'
A
Fig. 5.20 Puede considerarse que los intercostales funcionan
corno la cuerda de un reloj, enrollando y desenrollando
recíprocamente la caja torácica a cada paso. Cuando damos un
paso hacia delante con et pie derecho y ta caja torácica rota hacia la
izquierda, tos intercostales externos del lado derecho se contraen;
al mismo tiempo, los intercostales internos del lado izquierdo
se contraen para generar el movimiento. Simultáneamente, sus
complementos se estiran, preparándose para mover la caja torácica
1
hn 1C 1l
en sentido contrario. (0\10
suavizar la complejidad de la marcha. Así, la dirección oblicua de
los intercostales permite que actúen como la cuerda de un reloj,
almacenando energía cuando la caja torácica gira hacia un lado y
liberándola como energía cinética cuando la caja torácica rota en
sentido contrario (fig. 5.20). He obtenido resultados interesantes
al considerar que los intercostales son fundamentalmente músculos de la marcha en lugar de músculos de la respiración (una
idea que me transmitió en primera instancia Jon Zahourek de
Zoologik Systems).
Comparación del movimiento lateral
y el sagital
A p rincipios de los años ochenta , acababa yo de comenzar u n seminario sabático para un grupo de instructores
de aeróbic en una localidad cercana a Londres, cuando el
anim ado estruendo d e la banda escolar ah ogó mis palabras. Me acerqué a la ventana y llam é a mis a lumnos para
que contemplaran un fenómeno sencillo, p ero reve lad or.
Estábamos observando desde el sexto pis o el desfile d el
Re111c111brn11ce Dny y, desde ahí, podíam os ver la salida del
desfile, con las cabezas de los veteranos de la Segunda
Gu erra Mundia l balanceándose claramente de lado a lad o,
mientras que las cabezas de los miembros de la banda,
adolescen tes, s ubían y bajaban (fig . 5.21).
El m ensaje estaba claro: los veteranos, de más edad,
presentaban una men or acomodación de las líneas la terales a lred edor de la cintura (tal vez acomp añada por
cierto grado de artritis degenerativa). En consecuencia,
B
Fig. 5.21 Los ancianos tienden a caminar con un mayor balanceo
lateral de la cabeza debido a la disminución de la capacidad de
las caderas y la cintura para acomodarse al desplazamiento del
peso. Los adolescentes tienden a caminar con la cabeza estable
en cuanto a movimiento lateral se refiere , pero es frecuente que sus
cabezas se desplacen hacia arriba y hacia abajo mientras caminan,
debido a una tensión crónica en los flexores de las caderas.
se veían obligados a desplazar todo su peso de un p ie a
o tro d u rante la march a, lo que provocaba que sus cabezas
se movieran de lado a lado. Los adolescen tes que llevaban
los instrumentos no tenían problemas con la acomodación
lateral, pero (suponemos) la combinación de un mayor
n ivel d e hormonas con la reticencia b ritánica habitua l
frente a l sexo posiblem ente h abían causado una p equeña
tensión en los flexores de la cadera de la región anterior
de la p elv is; como resultado, todos los movimientos ascen dentes y descenden tes en los pies se estaban transmitiendo
a través de la cadera h acia la columna y la cabeza.
Fuese cual fuese la causa, el conjunto de veteranos presen taba problemas en la LL y los adolescentes mostraba n
restricciones en la LPS y la LFS.
Discusión 3
Línea lateral y seducción
Si presentar la LFS, con toda sus zonas sensibles y erógenas
(v. capítulo 4, "Dis cus ión 2.. , pág. 112) es fundamentalmente una
manifestación de confianza o un «Sí", y presentar la LPS, el caparazón (ndar la espalda"), es básicamente una expresión de protección o un unou, ¿qué significado tiene estar de lado, es decir,
la presentación de la línea lateral? La respuesta es «tal vez... Por
lo tanto, la presentación de la linea lateral puede relacionarse con
la s..ducción. Esto establece una conexión entre la seguridad y la
sensualidad o la sexualidad. Un examen de los anuncios o las
fotog rafías de Vague o de los suplementos de moda dominicales
pone de manifiesto la frecuencia con la que se presenta el lateral
del cuerpo para vender ropa, perfumes, joyas, maquillaje u otros
complementos del juego de la seducción (fig. 5.22). (Esta idea
psicobiológica se incluye por cortesía del instructor de las vías
anatómicas James Earls.)
127
:::J
Discusión 4
(!)
GJ
cu
Ít)
-¡
cu
La «X» lateral general
Puesto que somos más o menos simétricos bilateralmente (al
menos en lo que se refiere al aparato locomotor), es bastante sencillo explorar a nuestros pacientes desde delante o desde detrás
para detectar cualquier diferencia en las líneas laterales derecha e
izquierda y corregir cualquier desequilibrio elongando los tejidos
Fig. 5.22 Una vista anterior del cuerpo
d ice «Si", m ientras que un cuerpo
de espaldas dice "nº"· Un cuerpo a
medias entre estos dos dice «tal vez,,,
y por ello la línea lateral suele aparecer
en Jos anuncios que quieren reflejar
una actitud seductora. (© iStockplloto.
com , reproducido con autorización.
Fotografía de Cllris Scredon.)
128
A
B
e
acortados. Observar Ja «Cesta» de Ja LL desde un lateral es un
poco más complicado, pero igualmente útil. Podemos valorar las
"X" individuales en su recorrido a lo largo d el tronco o podemos
obtener una visión general valorando el tronco en su conjunto.
Para ello, o bserve al paciente desde un lateral; usted m ismo
puede mirarse en u n espejo o en una fotog rafia. Imag ine que
un brazo de la ..x.. discu rre desde la apófisis espinosa de la C7
hasta el hueso pubis, mientras q ue el otro se extiende d esde Ja
escotadura yugu lar hasta el vértice del sacro (fig . 5.23). ¿Es uno
de estos brazos notablemente mayor que el otro?
x.
Fig. 5.23 Dibujar una .. imaginaria, con un brazo
trazado desde la apófisis espinosa de C7 t1asta el
t1ueso pubis y el otro desde la escotad ura yugular
llasta el extremo superior del sacro, es una forma
sencilla de evaluar la ..x,, general que cruza el
tronco.
Fig. 5.24 Una estructura equilibrada muestra
una simetría d e todas las ..x,, del tronco (A).
Una aproximación del esternón al sacro es un
patrón muy llabitual en Occidente (B). Tirar del
sacro llacia d elante y sacar el pecho, como en
una postura militar, únicamente cambia el patrón
compensatorio, pero no la estructura subyacente
(C) . Mucho menos frecuente es el patrón en el
que ta caja torácica se desploma sob re ta p elvis,
acercando la C7 al hueso pubis.
Casi todos los individuos con un patrón corporal .. cargado"
deprimido presentarán una línea esternón-sacro visiblemente
más corta que la línea C7-pubis (fig. 5.24A). La postura «militar" suele llevar el esternón hacia arriba y hacia delante, pero a
menudo a costa de llevar también el sacro hacia arriba y hacia
delante, de forma que la linea no se alarga, simplemente se
desplaza (fig. 5.248). No es frecuente, al menos en las culturas
occidentales, que la caja torácica esté desplazada hacia abajo
y hacia delante en relación con la pelvis, de forma que la linea
esternón-sacro sea la más larga de las dos (fig. 5.24C).
Aunque el patrón más común de esta "X" sea que el brazo
que va desde la escotadura yugular hasta el sacro sea demasiado corto, es dificil alcanzar los tejidos responsables. El oblicuo interno del abdomen es una posible vía, pero a menudo el
origen de este patrón está enterrado en la raíz del diafragma, el
cuadrado lumbar o las estructuras mediastínicas (v. capítulo 9).
Abordarlo mediante la concienciación de la respiración suele ser
más eficaz y menos invasivo.
0
Con el paciente de pie y de lado enfrente de usted, coloque
una mano en el manubrio del esternón y la otra en la columna
lumbar a la altura de la articulación lumbosacra. Siga la respiración del paciente durante varios ciclos, prestando atención al
movimiento de sus manos durante la inhalación. A continuación,
anime al paciente a que aleje sus dos manos durante la inhalación y permita que se acerquen de nuevo durante la exhalación.
Algunos pacientes, al aumentar la inhalación, incrementarán
la distancia entre sus manos; otros, a pesar del esfuerzo, sólo
conseguirán desplazar hacia delante la mano superior a costa de
desplazar hacia delante y hacia arriba la mano inferior, sin ganar,
por tanto, longitud en esta línea. Moviendo las manos ligeramente
y animando al paciente, puede ayudarle a conseguir un auténtico
cambio en la longitud de la linea, con un desplazamiento anterior
y superior del esternón y la caída del sacro. Pida al paciente que
repita este movimiento varias veces entre las sesiones para reforzar la longitud de la línea.
129
B
Fig · 61
· L'inea espiral.
Linea espiral
Visión general
l
o~
'1 4
La línea espiral (LE) (fig. 6.1) gira en torno al cuerpo en una
doble hélice, uniendo cada lado del cráneo con el hombro
del lado contrario a través de la región superior de la
espalda y después con la cadera del mismo lado tras pasar
alrededor de las costillas y cruzar la región anterior a la
altura del ombligo. Desde la cadera, la línea espiral recorre
como una «comban la región anterolateral del muslo y la
espinilla hasta la parte medial del arco longitudinal del
pie, atraviesa la planta del pie y asciende por la región
posterior externa del miembro inferior hasta el isquion y
por la miofascia del erector hasta el cráneo, muy cerca de
su origen.
Función postural
La función postura! de la LE es envolver al cuerpo en una
doble h élice que ayuda a mantener el equilibrio en todos
los planos (fig. 6.2A-C y tabla 6.1). La LE conecta los arcos
del pie con el ángulo pélvico y ayuda a definir la adecuada
vía de la rodilla durante la marcha. En caso de desequilibrio, la LE participa generando, compensando y manteniendo las torsiones, las rotaciones y los desplazamientos
laterales del cuerpo. Dependiendo del patrón postura! y
de movimiento, las fuerzas procedentes de los miembros
inferiores pueden ascender por el mismo lado o cruzar,
en el sacro, hasta el lado opuesto del cuerpo, sobre todo
en lo que se refiere a la carga del peso sobre los miembros
inferiores. Gran parte de la miofascia de la LE también
participa en otros meridianos cardinales (la línea posterior
superficial [LPS], la línea frontal superficial [LFS] y la lú1ea
lateral [LL]), así como en la línea posterior profunda del
brazo (v. capítulo 7), lo que garantiza la participación de la
LE en innumerables funciones y mo tiva que su disfunción
afecte al adecuado funcionamiento de estas otras líneas.
Función de movimiento
La función general de la LE en el movimiento es generar
los giros y las ro taciones del cuerpo, mediar en ellas y, en
contracción isométrica y excéntrica, estabilizar el tronco y
el miembro inferior para evitar que se pliegue en w1a rotación completa.
Descripción detallada
de la línea espiral
Por pura conveniencia, cambiaremos de táctica y comenzaremos la descripción de la LE desde arriba, sin olvidar
que, iir vivo, cualquiera de estas lineas puede, y de hecho
lo hace, tirar de cualquiera de los extremos (o hacia fuera
o hacia dentro) desde prácticamente cualquier pnnto de su
extensión.
La LE comienza en el lateral del cráneo, concretamente
en el lateral de la línea nuca! o por encima de ella, en la
sutura localizada entre el occipital y el temporal, y se dirige
hacia abajo y hacia dentro sobre el músculo esplenio de
la cabeza. En su camino, incorpora el esplenio del cuello,
alcanzando así las apófisis espinosas de C6 a T5 (fig. 6.3A).
Tras superar los vértices de las apófisis espinosas
mediante una lámina fascial continua, recogemos los romboides mayor y menor del lado opuesto que forman parte
del mismo entramado (v. figs. in. 10 y 2.7, págs. 5 y 67).
(También podemos intuir una conexión mecánica entre el
esplenio y el serrato posterior superior. Este último, más
pequeño, se localiza bajo el romboides y se inserta en las
costillas justo por fuera de los erectores; fig. 6.38). El romboides nos lleva a lo largo de la misma linea de tensión
hasta el borde medial de la escápula; de esta form a, el lado
izquierdo del cráneo se conecta con la escápula derecha y
viceversa (fig. 6.4).
Desde el borde medial de la escápula, existe una
conexión fascial direc ta con el infraespinoso y el s ubescapular que exploraremos con las lineas de los brazos en el
siguiente capítulo. No obstante, la LE continúa sobre una
conexión fascia l menos evidente, pero aun así muy fuerte,
con el serrato anterior, subyacente a la escápula (fig. 6.5).
En las disecciones que hemos llevado a cabo, parece que
la conexión del romboides con el serrato anterior es más
fuerte y más «carnosa» que la inserción de cualquiera de
estos dos músculos en la propia escápula.
El romboides está conectado a una gran porción del
serrato, w1 músculo complejo cuyas fibras internas presentan múltiples direcciones.
e:
:J
m
ru
fI)
(fl
u
-.
Q)
A
Tabla 6.1 Línea espiral: «Vías., m iofasciales y
ccparadas" óseas (fig. 6.2)
Paradas óseas
Vías miofasciales
Reborde occipital/ apófisis
mastoides apófisis
transversa del atlas y el axis
2
Apófisis espinosas de las
últimas vértebras cervicales
y las primeras vértebras
torácicas
Borde medial de la escápula
Región lateral de las costillas
3
4
5
6
7
B
9
10
B
e
Fig. 6.2 {A) Vías y paradas de la línea espiral. (B) y (C) Vías y paradas
de Ja línea espiral según la visión de Primal Pictures. (Imágenes B y C
por cortesía de Primal Pictures, www.primalpictures.com.) (OVO ri: f:
Primal P ic tures Anatomy Trains)
Esplenio de la cabeza y del
cuello
Crest a ilíaca/EIAS 11
12
Cóndilo lateral de la tibia 13
14
Base del p rimer 15
metatarsiano
16
Cabeza del peroné 17
1B
Romboides mayor y menor
Serrato anterior
Oblicuo externo del abdomen
Aponeurosis abd ominal, línea
alba
Oblicuo interno del abdomen
Tensor de la fascia lata y
tracto iliotibial
Tibial anterior
Peroneo largo
Bíceps femoral
Tuberosidad isquiática 19
20
Ligamento sacrotuberoso
Sacro 21
22
Reborde occipital 23
132
Fascia toracolumbar, erector
de la columna
e:
::J
ro
QJ
'f.hf'+--
Esplenio de la
cabeza
ro
(})
u
-,
QJ
Músculos esplenios
B
Serrato anterior
A
Fig. 6.3 La primera continuidad miofascial de la línea espiral es una conexión fascial en las apófisis espinosas (A) con el romboides que se
dirige hacia la escápula. Puede seguirse también una linea de bifurcación (B) por el serrato posterior superior; este músculo pasa bajo el
romboides, pero sobre la fascia del erector de la columna para insertarse en las costillas.
Fig. 6.4 Disección de la porción superior
de la línea espiral que muestra las claras
continuidades fasciales desde el cráneo
hasta la cadera, mediante los esplenios, el
romboides, el serrato anterior y las fascias
abdominales que envuelven los oblicuos.
Se ha retirado la escápula de la muestra,
lo que deja una línea visible en la porción
serratorromboidea de la lámina. pero
no una discontinuidad. (OVO rul: E;:ir l •
Disseclive Evidence)
Fig. 6.5 Juntos, el romboides y el serrato anterior, que constituyen la siguiente
continuidad de la línea espiral, forman un cabestrillo miofascial para la escápula. Así, la
escápula se encuentra suspendida entre ambos y su posición dependerá de la relación
entre los tonos de la miofascia de ambos. (Adaptado de Calais-Germain 1993.)
133
Como acabamos de describir, la vía de la LE pasa fundamentalmente por la parte inferior del serrato anterior.
El serrato tiene su origen en el lado profundo del borde
medial de la escápula y se inserta en las primeras nueve
costillas, pero es la porción que se inserta en las costillas V
a IX la que nos proporciona Ja continuidad helicoidal que
estábamos buscando (v. la discusión 2 «Línea espiral superior y postura de cabeza adelantada» en Ja pág. 144 para
seguir otra de las direcciones del serrato). En la disección,
la continuidad fascial con el romboides es muy evidente. Si
pudiéramos girar la porción glenoidea de la escápula hacia
atrás para exponer el serrato, podríamos ver claramente
que existe un único músculo -el músculo serratorromboideo, podriamos decir- con el borde medial de la escápula
pegado a su fascia aproximadamente a mitad de camino de
su recorrido entre las apófisis espinosas torácicas superiores y la región la teral de las costillas {fig. 6.6). Si se separa
la escápula de los tejidos subyacentes, la conexión entre el
romboides y el serrato sigue siendo muy resistente (fig. 6.7).
entre la porción medial y la lateral o entre ambos lados que
puede corregirse manualmente. Comenzaremos por las
diferencias entre la porción medial y la lateral: un patrón
habitual es que los romboides estén en bloqueo largo
(distendidos, sometidos a una carga excéntrica), con los
serratos en bloqueo corto (carga concéntrica), alejando la
escápula de la columna. Este patrón es frecuente en culturistas y en individuos con tendencia a la cifosis (columna
torácica curvada hacia delante). En estos casos, el terapeuta debe elongar los serratos, al tiempo que el paciente
moviliza los romboides.
El paciente debe sentarse en una camilla baja o en un
banco con los pies en el suelo y las rodillas más bajas que
las caderas. Indíquele que se curve ligeramente hacia
delante a nivel torácico medio. Póngase detrás del paciente
de forma que su tórax esté cerca de la espalda de este.
Consideraciones generales
en terapia manual
La LE ataja sobre muchas de las demás líneas como un
«parásito», lo que significa que la mayoría de las estructuras implicadas en la LE también participan en otras líneas.
Las técnicas apropiadas para el esplenio de la cabeza,
el tensor de la fascia lata y los peroneos pueden encontrarse en el capítulo 5 (o en Ja sección del DVD .. Lateral
Lineu). Encontrará más información sobre el romboides en
el capítulo 7, dedicado a la línea posterior profunda del
brazo; sobre el bíceps femoral y el erector de la columna,
en el capítulo 3 (o en la sección del DVD uSuperficial Bacl(
Line y sobre el tibia! anterior y los músculos abdominales
en el capítulo 4 (o en la sección del DVD ..superficial Front
Line En este capítulo nos centraremos en otras técnicas
dirigidas a áreas exclusivas de la línea espiral.
Los patrones habituales d e compensación postura! asociados a la LE incluyen: la pronación y supinación del tobillo, la rotación de la rodilla, la rotación de la pelvis sobre
los pies, la rotación de las costillas sobre la pelvis, la elevación o el desplazamiento anterior d e un hombro y la inclinación, el desplazamiento o la rotación de la cabeza.
Escápula (girada
hacia atrás)
Serrato
anterior-----ic.::
0 ),
0 ).
Músculo serratorromboideo
El músculo serratorromboideo (la banda formada por el romboides y el serrato anterior) suele presentar un desequilibrio
134
Fig. 6.6 Si giramos la escápula, podemos ver que existe un
auténtico músculo "serratorromboideo", con el borde medial
de la escápula básicamente .. pegado" en el medio de su lámina
miofascial.
Fig. 6 .7 La misma muestra de la
figura 6.4, pero vista desde el lado
profundo. En la parte inferior de la muestra
pueden observarse el peritoneo y la
fascia transversa/is, así como restos del
ligamento falciforme. Pueden verse las
inserciones del serrato y el oblicuo externo
a las costillas, así como la clara inserción
entre ambos músculos, mucho más fuerte
que la de cualquiera de los dos a las
costillas.
(Si el contacto resulta incómodo, coloque una almohada
entre ambos, pero debe mantenerse cerca del paciente para
que esta técnica sea accesible para el profesional y eficaz
para el paciente.) Coloque el puño abierto en el lateral
de la caja torácica, justo por fuera de la escápula o en su
mismo borde lateral, y en el borde lateral del dorsal ancho.
Sus falanges proximales deben descansar sobre las costillas
del paciente, paralelas a ellas, y sus codos deben estar todo
lo separados y hacia delante que le permita su comodidad.
Desplace el tejido que rodea la caja torácica hacia su tórax
y la espalda del paciente, llevando el dorsal ancho y la
escápula hacia la línea media posterior. No profundice en
la caja torácica; en su lugar, mueva toda la cintura escapular alrededor de las costillas. Al mismo tiempo, haga que el
paciente eleve la cara anterior del tórax con una inhalación
profunda; esto estirará las miofascias de los serratos anteriores y, con un poco de práctica, favorecerá el adecuado
tono de los romboides (DVD ref: $piral Une, 16:00- 20:28).
En caso de diferencia entre las escápulas derecha e
izquierda, desde la misma posición, simplemente acentúe
la presión de un lado para provocar en él una modificación,
al tiempo que paciente y profesional estabilizan el otro.
Aunque el patrón opuesto, con los romboides en bloqueo corto y los serratos en bloqueo largo, es más raro,
se puede ver con cierta frecuencia. En estos patrones, las
escápulas tienden a estar en una posición elevada y cercana a las apófisis espinosas; un patrón que con frecuencia
acompaña a una columna torácica plana (extendida).
Para abordar este patrón en la LE, indíquele al paciente,
que estará sentado, que se curve un poco hacia delante (sin
que sus codos lleguen a tocar las rodillas) para exponer el
área entre la columna torácica y el borde vertebral de la
escápula. Colóquese de pie detrás de él y trabaje con sus
nudillos o codos desde la línea central hacia la escápula,
elongando los tejidos desde la columna en ambas direcciones. El paciente puede colaborar de dos formas: empujando desde los pies en contra de la presión que está
ejerciendo el profesiona l, el paciente ayudará a mantener
la posición de la espalda y a generar una curvatura mayor
(flexión). Para lograr un estiramiento adicional del romboides, haga que el paciente estire los brazos frente a él y los
cruce corno si le estuviera dando a alguien un gran abrazo
e::
:J
(i)
OJ
(i)
(Jl
u
-,
OJ
Porciones de los oblicuos interno y externo del abdomen
Fig. 6.8 El siguiente conjunto de continuidades de la línea espiral
nos lleva desde el serrato anterior hasta el oblicuo externo del
abdomen, para pasar después por la línea alba y continuar hasta la
espina ilíaca anterosuperior mediante el oblicuo interno.
r
(DVD ref: Spiral Une, 20:28-25:53).
Si quiere trabajar más un lado que otro, simplemente
aumente la presión ejercida en el lado más corto. Otra
opción consiste en cruzar las manos, colocando una contra
varias apófisis espinosas torácicas y la otra contra el borde
vertebral; empujando las manos en sentidos opuestos
inducirá el estiramiento d el romboides y el trapecio.
~
Complejo de los oblicuos externo
\ ••~ e interno
Desde las inserciones inferiores del serrato, nuestro avance
está claro: el serrato anterior tiene una fuerte continuidad
miofascial con el oblicuo externo del abdomen (fig 6.8;
v. fig. 6.7). Las fibras del oblicuo externo se funden en la
lámina de la aponeurosis superficial del abdomen, que
llega hasta la línea alba, donde se entrecruza con las fibras,
de orientación contraria, del oblicuo interno del lado
opuesto (v. fig. 6.7). Esto nos lleva a la siguiente parada,
la espina ilíaca anterosuperior (EIAS), que nos ofrece un
pequeño desvío o, en este caso, una roundlwuse (v. a continuación «Rormdlw11se: espina ilíaca anterosuperior» ).
Fig. 6.9 Conexiones abdominales d e la línea espiral en acción.
Obsérvese que es la línea espiral izquierda (en su recorrido desde
las costillas derechas del individuo hasta el lado izquierdo de la
p elvis) la que se contrae, mientras que el otro lado se estira. La
postura mantenida con un juego de costillas cerca de la cadera
opuesta es un signo de alerta que recomienda el tratamiento de la
línea espiral. (Reproducido con autorización de Hoepke 1936.)
En el abdomen, uno de los complejos constituidos por
los oblicuos externo e interno (desde las costillas abdominales hasta la pelvis del lado opuesto) puede ser mucho
más corto que el otro (fig. 6.9) . Coloque la punta de los
dedos en las hojas superficiales de la fascia d el abdomen
y llévelas hacia arriba y en diagonal hacia las costillas del
lado opuesto (DVD ref: S pi ral Une, 12:28-16 :00). Esto suele
ser suficiente para corregir el desequilibrio, aunque en los
patrones compensatorios más complejos suele participar
también el psoas (v. capítulo 9).
135
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Roundhouse : espina ilíaca anterosuperior
La LE pasa sobre la espina ilíaca anterosuperior (EIAS),
deteniéndose en esta parada antes de descender hacia el
miembro inferior. La EIAS es de vital importancia para el
análisis estructural en general y la teoría de la continuidad
miofascial en particular; tan es así que debemos detenemos
aquí para analizar las distintas tensiones mecánicas que
parten de este punto. Esta estructura puede compararse
con un reloj o una brújula, p ero, puesto que en este libro
estamos inmersos en el mundo ferroviario, la denominaremos ro1111dlro11se (casa de máquinas) (v. fig. 2.128, pág. 69).
El oblicuo interno del abdomen tira de la EIAS en dirección superior y medial (v. fig. 2.12A). Otras fibras del oblicuo
interno tiran estrictamente en dirección medial, al igual que
algunas fibras del transverso del abdomen. Además, otras
fibras del mismo oblicuo interno se d espliegan y, junto con
la rienda del ligamento inguinal, tiran en dirección medial e
inferior. El sartorio, que se inserta en la EIAS en su camino
hacia la región interna de la rodilla, tira fundamentalmente
hacia abajo y ligeramente hacia dentro. El ilíaco, que se fija
al borde interno de la EIAS, tira directamente hacia abajo
en dirección a la región interna del fémur.
Como ya comentamos en la explicación de la línea frontal
superficial, el recto femoral de la mayoría de los individuos
no se inserta en la EIAS; no obstante, ejerce una tracción
hacia abajo sobre la región anterior de la cadera desde su
inserción un poco por debajo de la espina ilíaca anteroinferior (EIAI). El tensor de la fascia lata tira hacia abajo y hacia
afuera en su recorrido hacia la región externa de la rodilla. El glúteo medio tira hacia abajo y hacia atrás en dirección al trocánter mayor; el transverso d el abdomen tira en
dirección posterior, prácticamente horizontal, a lo largo de
la cresta ilíaca, y el oblicuo externo tira hacia arriba y hacia
atrás en dirección al borde inferior de la caja torácica.
Conseguir que todas estas fuerzas que actúan sobre la
región anterior de la cadera se equilibren tanto en bipedestación corno durante la marcha implica una atenta observación, un trabajo progresivo y algo más que un poco d e
paciencia. Este equilibrio supone la participación de al
menos tres de las vías anatómicas: la propia línea espiral,
la línea lateral, la línea frontal profunda y, gracias a una
conexión mecánica, la línea frontal superficial. La acción
de las diversas unidades miofasciales en cada lado semiindependiente de la pelvis genera una danza de tensiones en
continuo cambio que será necesario sopesar para llevar a
cabo una evaluación adecuada.
Debido a las múltiples tensiones y vías que compiten
para determinar la posición de la ETAS, la LE no siempre
tiene éxito en la comunicación entre su vía superior (la
que acabamos de presentar del cráneo a las costillas y de
estas a la cadera) y su vía inferior (la «comba» que rodea
los arcos del pie y que estamos a punto de explicar). Por
este motivo, a m enudo evaluarnos y examinamos estas dos
mitades de la línea de forma independiente.
Linea espiral inferior
La LE inferior es una compleja banda que va de la cadera
al arco del pie y vuelve de nuevo a la cadera.
Desde la EIAS, debemos continuar en la misma dirección si queremos atenemos a nuestras reglas. En lugar de
realizar un cambio brusco de vía sobre cualquiera de las
demás líneas de tensión, cruzamos la EIAS directamen te
mediante la conexión mecánica establecida entre las fibras
d el oblicuo interno del abdomen y el ten sor de la fascia
la ta (TFL) en la región inferior de la EIAS y el labio de la
cresta ilíaca. La figura 6.10 muestra cómo el TFL se funde
con el borde anterior del tracto iliotibial (TIT), que, como
ya comentamos cuando explicamos la línea lateral, desciende hasta el cóndilo lateral de la tibia (fig. 6.11).
Sin embargo, esta vez, en lugar de trotar sobre los peroneos, como hicimos en la línea lateral, seguiremos en línea
recta mediante una conexión fascial más obvia, especialmente para el b orde anterior del TIT, con el tibia! anterior
(fig. 6.12), conexión fácilmente disecable (fig. 6.13).
El «violín» del tracto iliotibial
En los muslos, la elongación de la LE desde la EIAS hasta
la región externa de la rodilla puede lograrse median te
un golpe, arriba o abajo, que busca liberar y elongar únicamente el borde anterior del TIT. Habitualmente se
emplea para ello la parte plana del codo con el paciente
colocado en decúbito lateral. En esta posición, el TIT recorre la superficie del muslo como las cuerdas de un violín.
El cúbito del profesional actuará entonces como su arco:
modificando el ángulo de su brazo, podrá trabajar la
conexión desde el glúteo mayor hasta la región posterior
del TIT, o bien (como se sugirió para la LE) concentrarse
en Ja región anterior, desde el TFL hasta el tibia! anterior
justo por debajo de Ja rodilla. Cerca de la rodilla es fácil
palpar el borde an terior del TIT; p ara palp arlo más cerca
de la cadera, manténgase en la línea que va desde la EIAS
hasta la parte media de la región lateral de la rodilla (0
re f: Spiral Line, 25 :53-¿9:.12).
Dado que esta área puede resultar sumamente dolorosa
durante la primera intervención, son recomendables varias
repeticiones más suaves.
Fig. 6.1 o El entramado miofascial q ue
denominamos músculo tensor de la fascia
lata se convierte en el tracto iliotibial a
medida que el músculo se desvanece.
pero todo ello es una única hoja fascial.
(DVD rd : Earlv Di .;ec tiv11 Evidence)
136
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TIT
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'f--"'t+-1t--t--Tibial
anterior
Fig. 6.11 Desde la EIAS, la linea espiral desciende por el borde
anterior del tracto lliotibial y directamente por el tibial anterior.
Fig. 6.12 El tibial anterior continúa la hélice sobre la tibia, desde la
región externa de la rodilla hasta la cara interna del tobillo.
, . Pierna y pie
Arcos del pie y el «estribo»
' · ·.;- El tibia) anterior discurre hacia a b ajo y hacia dentro, cruzando la región inferior de la tibia para insertarse en la
cápsula articular dispuesta entre el cuneiforme medial y el
primer metatarsiano. En la anatomía clásica, esto parecería
el final de la LE, pero, mirando al otro lado de la cápsula
articular, encontramos una conexión fascial directa con el
peroneo largo, junto con un tendón bifurcado entre esos
mismos huesos y Ja cápsula articular (fig. 6.14). En otras
palabras, existe tanto una continuidad fascial como una
continuidad mecánica entre el tibia) an terior y el peroneo
largo. De nuevo, puede realizarse fácilmente la disección
manteniendo la continuidad fascial de este «cabestrillo»
{fig. 6.15). Aunque esta conexión ya se hab ía observado,1
ahora puede entenderse que forma parte de una imagen
más amplia (v. el apartado siguiente sobre la LE y los arcos
del pie).
El estribo localizado bajo el arco es prácticamente inaccesible en el pie, por lo que debe trabajarse desde la pierna. ,
Por extraño que parezca, los dos extremos de esta banda, ~
el tibia] anterior y el peroneo largo, se localizan uno al lado
del otro en la región anterolateral de la pierna (fig. 6.16;
v. fig. 5.8, pág. 118). Como ya comentamos cuando explicamos la linea lateral (v. capítulo 5), un tabique intermuscu- ~
lar fascial se dispone entre estos dos músculos (v. fig. 5.7)
En un pie pronado, es frecuente encontrar el tibial anterior en bloqueo largo y e l peroneo en bloqueo corto. Por
lo tanto, en estos casos, es necesario elongar la fascia del
~/
tibial anterior en sentido ascendente y la del peroneo en
sentido descendente; además, el tibia! suele requerir un
trabajo adicional para fortalecerlo. En el pie supinado,
debe aplicarse el tratamiento contrario (DVD rnf: >irnl Lin ,
.,3 :50 -"6-4.J)
137
Fig. 6.14 Planta del pie en la que se muestra la vista clásica de
la conexión biomecánica entre el tibial anterio r y el peroneo largo
a la altura de la articulación del cuneiforme medial y el primer
metatarsiano.
Fig. 6.13 La continuidad fascial entre el TIT y el tibial anterior es
muy fuerte y fácilmente d isecable.
Fig. 6.15 Podemos disecar la conexión entre los tendones del
tibial anterior y del peroneo largo . Cada uno de ellos se inserta en
el periostio del primer metatarsiano y del cuneiforme medial, pero
también se inserta en el otro. Esta conexión rara vez se muestra en
las disecciones o en los tratados anatómicos actuales.
138
Fig. 6. 16 Este cabestrillo , o estrib o como se le deno mina en
ocasiones, del tibial anterior y el peroneo largo conecta la parte
medial del arco longitudinal del pie con la región superior de la
pantorrilla.
Región posterior del miembro inferior
Una vez alcanzado el peroneo, recorriéndolo accedemos
fácilmente a la cabeza del peroné, como hicimos en la línea
lateral (LL), pero esta vez tomaremos la ruta más evidente
desde la cabeza del peroné hasta el bíceps femoral, el
isquiotibial lateral (fig. 6.17). La cabeza larga del bíceps nos
lleva hasta la tuberosidad isquiática. Este complejo (TFLTIT-tibial anterior-peroneo largo-bíceps femoral) puede considerarse una «comba» que viaja desde la cadera hasta el
arco del pie, desciende por la región anterolateral del miembro inferior y, a continuación, asciende desde el arco hasta
la cadera por la región posterolateral del miembro inferior
(figs. 6.18 y 6 .19; v. fig. 6 .13)
Cuarto isquiotibial
La cabeza larga del bíceps femoral, un exprés que cruza la
cadera y la rodilla, cubre un importante grupo de locales, no
tan evidente. En ocasiones, esta conexión subyacente puede
ser la respuesta al acortamiento refractario del isquiotibial
y a las limitaciones en la flexión de la cadera y en la integración de la cadera y la rodilla. El primero de estos dos
locales es la cabeza corta del bíceps, que tiene su origen en
la cabeza del peroné, en la misma inserción tendinosa que la
cabeza larga, y alcanza la línea áspera en el primer tercio de
su recorrido por el fémur (fig 6 .20; v. fi g. 6.19). Aquí se
establece una continuidad fascial con la porción media del
aductor mayor, que asciende por debajo del resto del bíceps
femoral para insertarse en la región inferior de la rama del
isquion, justo delante de las inserciones del isquiotibial.
La actividad excesiva de la cabeza corta del bíceps
puede ser responsable de la flexión crónica de las rodillas
o de la rotación lateral de la tibia, mientras que el aductor
mayor puede contribuir a una inclinación posterior de la
pelvis o a la incapacidad de las articulaciones de la cadera
para flexionarse adecuadamente.
La localización del «cuarto isquiotibial» exige precisión en el acceso bajo los isquiotibiales superficiales.
Ascendiendo desde la cabeza del peroné, busque el tendón del bíceps femoral en la región externa de la rodilla;
podrá encontrar la cabeza corta del bíceps localizando los
bordes lateral y medial de este tendón. Con el paciente en
d ecúbito prono y la rodilla flexionada, sujete el músculo
contra la región posterior del fémur; el músculo se estirará
y elongará a medida que s u paciente baje la pierna despacio hasta la completa extensión de la rodilla. Igualmente,
puede accederse a la cabeza corta en decúbito lateral, utilizando también la extensión de la rodilla para estirarlo
o
(DVD ref: Spiral Line, 29:33-33:4!!).
La forma más sencilla para acceder al aductor mayor
(que presenta un aspecto diferente como parte de la línea
frontal profunda en el capítulo 9) es colocar al paciente
en decúbito lateral con la rodilla y la cadera superiores
flexionadas (y el muslo reposando sobre una almohada)
de forma que pueda abordarse la región medial del muslo
(DVD rnf: Ocep Fron t Line Part -1. 3 7:32-41 :59).
Fig. 6.17 Existe una clara conexión fascial en la cabeza del peroné
entre el peroneo largo y el bíceps femoral.
Busque las inserciones d el isquiotibial en la región posterior de la tuberosidad isquiática y recorra hacia delante
el borde inferior de esta tuberosidad unos 2-3 cm hasta
encontrar la inserción del recio aductor mayor. Si le indica
al paciente que eleve la rodilla hacia el techo, conseguirá
aislar este tendón de los isquiotibiales. Una vez localizado,
trabaje en sentido descendente sobre el aductor mayor
desde su inserción hacia la porción media del fémur, recordando que supone una importante cantidad de miofascia
y pueden ser necesarios varios pases para lograr profundizar adecuadamente.
Los instructores físicos pueden conseguir que sus alumnos aíslen esta parte del aductor mayor indicándoles que
flexionen la cadera al tiempo que mantienen las rodillas
ligeramente flexionadas. El estiramiento se percibirá en la
región posterior del muslo, en un plano ligeramente más
profundo que durante la habitual flexión hacia delante con
las piernas estiradas.
139
Fig. 6.18 En esta muestra dispuesta en
torno a una pierna viva podemos ver cómo
el estribo que rodea el arco conecta con
la pelvis ascendiendo por la pierna. (DVC'
ref: Early Dissective Evidence)
Fig. 6 .19 La ucombau d e la porción inferior
de la línea espiral, sola, con la cabeza
corta del bíceps femoral separada.
Vista posterior de la
línea espiral
Cuarto isquiotibial
Ligamento ----+""""="'"""~-"'
sacrotuberoso
Parte media del
aductor mayor
>i-i'--+--
Blceps femoral
(cabeza larga)
----:-~t-ffl111
oii-,'- - - Biceps femoral
(cabeza corta)
140
Fig. 6.20 Bajo el exprés de la cabeza larga del b íceps femoral se
dispone un g rupo de dos locales que recibe el nombre de ucuarto
isquiotibial" y que está constituido por la cabeza corta d el bíceps ,
q ue asciende d esde el peroné hasta la línea áspera del fémur, y
la porción media del aductor mayor, que escala desde el mismo
lugar del fémur hasta la rama del isquio n, justo enfrente de los
isquiotibiales.
~
Linea espiral posterior
\ • •~ Desde el isquiotibial la teral, podemos seguir Ja senda abierta
por Ja línea posterior superficial (v. capítulo 3, págs. 85
y 86) sobre el ligamento sacrotuberoso, la fascia sacra y
('!1- el erector de la columna (O o mi: Su perti1 :ia l Bac~ Lin .
~
3 :+t-57:04 y 1:0.1::.: -1 :06:52). Sin embargo, dependiendo del
patrón, la LE (al contrario que Ja línea posterior superficial)
es capaz de transmitir tensión a través de la fascia sacra
hasta los músculos espinales contralaterales (v. fig. 6.2A).
Estos patrones tienen que ver con diferencias en la longitud de los miembros inferiores, la inclinación lateral de la
pelvis y sobre qué pierna se carga más peso.
Esta vía final de los erectores pasa así bajo el origen de
Ja línea espiral, los esplenios de la cabeza y del cuello, para
insertarse en el occipucio (fig. 6.21). Así, la LE se detiene
finalmen te en la región posterior del occipucio, muy cerca
.L
'1
de donde comenzamos varias páginas y unos cuantos
metros de fascia atrás.
Esta línea -que, por supuesto, se expresa en ambos
lados- une cada lado del cráneo con e l hombro del lado
contrario a través de Ja región posterior del cuello, para
después continuar alrededor de la cara anterior del abdomen hasta la cadera del mismo lado. Desde aquí, la línea
desciend e por la región externa del muslo y Ja rodilla,
cruza por delante de la tibia para formar un estribo bajo el
arco longitudinal del pie y desde ahí escala por la región
posterior del cuerpo para volver al cráneo justo en posición medial a su origen.
La línea espiral no es, de ninguna manera, la única
hélice que circunda el cuerpo. Véanse la discusión al final
del capítulo 8 «Líneas funcionales» y el capítulo 10 para
una visión más completa.
e:.
~
CD
ru
CD
L'l
Ll
-¡
CJ
Consideraciones generales sobre
el movimiento: reciprocidad
Obviamente, la LE se verá estirada y activada por los moví- '
mientas de rotación y torsión. Los abdominales con giro, ~
muy populares actualmente, donde se lleva un codo a la "'rodilla del lado contrario, movilizan la región superior de
la LE. Las «torsiones» de yoga estiran la región superior de la LE y, en particular, el triángulo está pensado para
movilizar toda la línea (fig. 6.22). Existe una clara relación
recíproca entre los dos lados de la línea; sentarse (para fijar
la pelvis) y girar la parte superior del cuerpo para mirar
por encima del hombro derecho estirará la porción superior izquierda de Ja LE, al tiempo que provoca la contracción concéntrica de Ja porción superior derecha de Ja línea.
Guía de palpación de la linea espiral
Fig. 6.21 Desde el isquiotibial lateral, las conexiones de la linea
espiral son paralelas a las de la linea posterior superficial hasta el
ligamento sacrotuberoso, y a lo largo del erector de la columna
hasta la región posterior del cráneo, justo al lado de su origen.
Aunque la fascia de la LE comienza en la región posterolateral del cráneo, en realidad, su primera parada se localiza en el reborde occipital, extendiéndose hasta la apófisis
mastoides, y la primera vía está constituida por los esplenios de la cabeza y del cuello, que describimos por primera vez como parte de la línea lateral (v. fig. 6.3A). Esta
vía puede palparse claramente debajo del reborde occipital, inclinándose desde el lateral hacia las apófisis espinosas cervicales por debajo del trapecio, más superficial.
Se hará perceptible a sus dedos cuando se gire la cabeza
contra una resistencia hacia el mismo lado que se palpa.
Pa ra palpar los esplenios, indique al paciente que se coloque en decúbito supino con la cabeza descan sando en sus
manos. Hunda suavemente los dedos en las partes blandas
localizadas bajo el occipucio, un poco separado de la línea
media, y coloque los pulgares a ambos lados de la cabeza
del paciente. Cuando el pacien te gire la cabeza contra la
resistencia de sus pulgares, podrá palpar claramen te los
esplenios del mismo lado dirigiéndose hacia abajo y hacia
dentro en dirección a la columna torácica superior, en un
plano más profundo que el delgado trapecio.
Los romboides, siguien te vía de esta línea, pueden verse
y palparse con mayor facilidad en otros individuos, ya que
ocupan ese espacio de la espalda que resulta tan difícil
alcanzar cuando pica. Haga que su modelo eleve y junte
las escápulas; en Ja mayoría de los individuos podrá ver
la forma del romboides empujando hacia afuera contra el
trapecio que lo cubre.
Si puede asomar los dedos bajo el borde vertebral de
la escápula de su modelo, podrá palpar el lugar donde el
141
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Fig. 6.22 Las torsiones de la columna, como el triángulo o la
torsión en posición sentada, son estiramientos a medida para
estirar la porción superior de la línea espiral de un lado, al tiempo
que se moviliza la del otro.
romboides se continúa con el serrato anterior. No obstante,
la mayor parte de esa gran lámina muscular se oculta bajo
la escápula. En los individuos delgados, los cuatro o cinco
fascículos inferiores (el objeto de discusión en este punto)
podrán observarse por fuera del borde del dorsal ancho
cuando el modelo contraiga el músculo; por ejemplo,
haciendo flexiones (v. fig. 6.8).
La conexión entre la parte anterior del serrato inferior y
el oblicuo externo, pasando por la línea alba hasta el oblicuo interno del lado opuesto, es muy conocida y puede
palparse u observarse sin dificultad, como en la figura 6.9.
Esta continuidad nos lleva a la conexión del oblicuo
interno con la cresta ilíaca y la EIAS.
142
Para descender desde aquí, coloque los dedos bajo el
borde de la cresta ilíaca, en la región anterior; a continuación, lleve la articulación de la cadera a abducción y rotación medial (v. fig. 6.11). El músculo tensor de la fascia lata
(TFL) empujará sus dedos. Desde aquí puede palparse el
tracto iliotibial (TIT), difuso en el extremo superior del
muslo, pero cada vez más definido a medida que desciende hacia la rodilla. Con la cadera en abducción y el
pie separado del suelo, podrá palparse con claridad la
conexión del TIT con el libia! anterior a través de la articulación de la rodilla (v. figs. 6.12 y 6.13).
Siga el tibial anterior por la región anterior de la espinilla, pegado a la tibia, y localice su recio tendón emergiendo de los retináculos en la cara medial de la región
anterior del tobillo. Lleve el pie enérgicamente a dorsiflexión e inversión para palpar el recorrido descendente
del tendón hacia su parada entre el primer metatarsiano
y el cuneiforme medial (v. fig. 6.14). El peroneo largo tiene
su origen en el lado opuesto de esta articulación, con una
co'nlinuidad a través de la fascia de la cápsula articular;
no obstante, su palpación resulta sumamente complicada,
salvo por deducción, debido a la miofascia que lo recubre
y las almohadillas fasciales de la planta d el pie (v. fig. 6.15).
El tendón del peroneo la rgo recorre la planta del pie en un
plano profundo a prácticamente todo lo demás, pasa por
un surco en el cuboides (de nuevo, de difícil palpación) y
se hace evidente para nuestros dedos justo bajo el maléolo
lateral del tobillo (v. fig. 6.17). En este punto pueden palparse dos tendones, pero el tendón del peroneo corto
(parte de la LL, pero no de la LE) se localiza por encima
del tendón del peroneo largo y se dirige claramente a la
base del quinto metatarsiano, donde se inserta.
La miofascia del peroneo largo asciende por la región
externa de la pierna hasta la cabeza del peroné, donde
existe una conexión evidente, palpable y fácilmente disecable con el isquiotibial lateral, el bíceps femoral. Siga el
tendón del isquiotibial en su recorrido ascendente por la
región posterior externa del muslo hasta llegar a la tuberosidad isquiática. Desde aquí, la LE pasa por el ligamento
sacrotuberoso, la fascia sacra y el erector de la columna.
(La palpación de estas estructuras se explica con la línea
posterior superficial en el capítulo 3, págs. 91 y 92, por lo
que no la repetiremos aquí.)
Discusión 1
Linea espiral superior y rotaciones posturales
del tronco
La conexión entre las porciones superior e inferior de la LE a
la altura de la pelvis, más que una conexión directa, es una
conexión mecánica a través de la EIAS. Por otra parte, la EIAS es
una roundhouse con múltiples vectores que influyen en su posición. Por tanto, ambas porciones de la LE trabajan con frecuencia, aunque no siempre, de forma independiente; en cualquier
caso, es más fácil presentarlas por separado. Por supuesto, las
dos porciones permanecen conectadas y pueden colaborar, pero
también son capaces de tararear melodías diferentes.
La porción superior de la LE, desde el occipucio hasta la
EIAS, rodeando la cintura escapular del lado contrario (v. fig. 6.7),
tiene la posición perfecta para mediar en las rotaciones de la
parte superior del cuerpo (fig. 6.23). «Mediar" porque la experiencia clínica sugiere que la línea espiral es la causa de estas
torsiones o rotaciones posturales sólo en ocasiones, pero si que
participa a menudo en la compensación de torsiones más profundas de la columna, que pueden deberse a diversas causas
funcionales o estructurales (v. el capitulo 9 sobre la linea frontal
profunda).
Así, el complejo miofascial de la LE puede emplearse para
generar las torsiones de los movimientos cotidianos o de ejercicios específicos, o bien utilizarse como un vendaje postura! superficial dispuesto sobre algo más profundo, como una escoliosis o
cualquier otra rotación axial. Cualquier rotación sobre el eje central afectará a las líneas superficiales, y especialmente a la LE, a
menudo bloqueada en un patrón compensatorio. Si el patrón
predominante en la columna vertebral es una rotación derecha, el
patrón superficial de la LE suele implicar un acortamiento compensatorio en el lado izquierdo de la LE. Aunque el efecto final es un
cuerpo recto, en realidad el cuerpo estará sometido a restricción y
acortamiento. (Coja una toalla y retuérzala; notará cómo se acorta
su longitud: cualquier tejido torsionado se acortará.)
Una vez identificado este patrón, es importante liberar primero la funda superficial, antes de intentar liberar los músculos
de la columna, más profundos. Este será el objetivo perseguido
con el trabajo sobre la LE en estos patrones. Por favor, no olvide
que, por lo general, cuando se libera la funda, la LE, de un patrón
compensatorio de este tipo, la rotación central será más evidente, por lo que en este punto del tratamiento el paciente puede
referir una mayor sensación de torsión o una torsión más evidente. Es importante explicarle al paciente lo que está pasando,
ya que únicamente cuando se elimina la rotación superficial de
la LE puede abordarse con eficacia la rotación central en la línea
frontal profunda o en los músculos espinales profundos.
A causa de la interacción entre los patrones más profundos y
los más superficiales, existen innumerables modificaciones específicas y formas individuales de emplear la LE en la rotación. El
acortamiento postura! de la línea desde la EIAS hasta el cráneo
genera una postura característica que cualquier profesional reconocerá en la figura 6.23.
Cuando la línea tira a través de la fascia abdominal desde
la cadera hasta el serrato del lado opuesto mediante los oblicuos interno y externo, tracciona hacia delante la caja torácica
de ese lado, arrastrando generalmente al hombro en ese desplazamiento. Por regla general, esto tira de la región superior
de la espalda, de la región inferior del cuello o de ambas hacia
ese hombro, de forma que la cabeza se desplaza hacia el hombro, en ocasiones inclinándose hacia el lado opuesto (todo ello
puede observarse en la fig. 6.23). Este patrón puede percibirse
Fig. 6.23 Patrón postura!
habitual que supone el
acortamiento de uno de los
lados de la porción superior
de la línea espiral -en este
caso, la LE derecha es
claramente corta desde el lado
derecho de la cabeza hasta
la cadera derecha, pasando
por las costillas y el hombro
izquierdos-. La presencia de
aspectos como una cabeza
desplazada y/o ladeada hacia
un lateral, diferencias en la
posición de las escápulas y
un desplazamiento o torsión
en la caja torácica -todo ello
presente en este modelo- debe
alertar al profesional sobre
la posibilidad de que la línea
espiral esté participando en
este patrón.
en ausencia de otras fuerzas o, en ocasiones, compitiendo con
ellas. Un único músculo tensado (p. ej., el infraesp inoso) o una
tracción ejercida desde otra línea (p . ej. , una línea lateral corta en
el mismo lado que la LE en cuestión) modificará o enmascarará,
sin eliminarlo, el patrón creado por el acortamiento de la porción
superior de la LE.
La LE trabaja a menudo en sentido ascendente desde la
EIAS. Debido al peso de la pelvis y a la competición de fuerzas
que tiene lugar en ella, la LE raramente d esplaza la EIAS fuera
de su sitio desde arriba, desd e el hombro o las costillas. Sin
embargo, es muy frecuente presentar tensión en algunas partes
de esta línea sin que aquella se transmita a lo largo de esta. Asi,
una sección de la LE puede acortarse sin que se acorten las secciones adyacentes. En algunos casos, la sección que va desde
el cráneo hasta el serrato se tensa sin la participación del abdomen, o el abdomen puede tirar del cuello sin que en el p roceso
se produzca la tracción anterior del hombro.
Será necesaria una cierta práctica para identificar las modificaciones específicas del patrón, pero existen cuatro usignos de
alerta.. que deben poner sobre aviso al profesional de un posible
o probable desequilibrio en la LE: 1) desplazamientos o inclinaciones de la cabeza con respecto a la caja torácica; 2) p osición
de un hombro por delante de otro; 3) desplazamientos laterales
de la caja torácica en relación con la pelvis, o 4) diferencias en
la dirección del esternón y el pubis, que habitualmente pueden
leerse como una marcada disparidad entre las distancías desde
un arco costal (en el punto donde el borde externo del recto del
abdomen cruza sobre el cartílago costal) hasta la EIAS del lado
opuesto. Por ejemplo, en la figura 6.9, la distancia desde las
costillas izquierdas hasta la cadera derecha es claramente mayor
que la distancia correspondiente desde las costillas derechas
hasta la cadera izquierda. En la figura 6.23, la distancia desde
las costillas izquierdas hasta la cadera derecha es más corta
que la opuesta, aunque no puede detectarse tan fácilmente en
una fotografía p equeña. No es necesario adquirir un m icrómetro;
si tiene dificultades para dec idir cuál de las dos líneas es m ás
corta, posiblemente no exista un p roblema significativo en la LE
a este nivel.
La figura 6.24 muestra ejemplos de otros patrones de desequilibrio, principalmente en el lado derecho de la línea espiral.
Fig. 6.24 Más patrones habituales de la línea espiral, vistos en
bipedestación .
143
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Discusión 2
linea espiral s uperior y postura de cabeza adelantada
Como ya comentamos, el serrato anterior es un músculo complejo, un extenso músculo entre triangular y cuadrado que estabiliza y controla el hombro. En etapas anteriores de nuestra historia
filogenética, la función principal del serrato era crear una banda
que mantuviera la caja torácica dentro de los soportes verticales
de las escápulas (v. capítulo 7 o DVD r f: "houldus nnd nn
Lines , 3:22-5:07).
Los fascículos inferiores del serrato pertenecen sin ninguna duda a la LE, pero los fascículos medios están conectados entre sí a través del extremo Inferior del esternón,
bajo el pectoral mayor, a la altura de la ulínea del sujetador...
(V. también el apéndice 1, correspondiente a la banda torácica
de Schultz, en la página 255.) Esto constituye una ulinea de
bifurcación" para la LE, que cobra interés en la postura de
cabeza adelantada.
Si seguimos esta línea desde la línea media, justo por
encima de la apófisis xifoides, alrededor de los fascículos
medios del serrato hasta la zona media del romboides y a través
del músculo esplenio de la cabeza del lado opuesto, llegaremos
al cráneo. Para observarlo o palparlo por usted mismo -merece
la pena dedicarle tiempo a comprender este patrón- necesitará
una cinta de 2-2,5 m, como una correa de yoga o un pañuelo
de gasa. Colóquese detrás de su modelo, disponga el punto
medio de la cinta encima del xifoides y lleve los dos extremos
hacia atrás, cruzándolos entre las escápulas del modelo para
«insertarlos.. en su cráneo, donde los mantendrá sujetos con las
manos. (Aunque es posible llevarlo a cabo uno mismo, es difícil
no enredarse.)
Ahora indíquele a su modelo que proyecte su cabeza por
delante del cuerpo y sienta cómo la cinta se tensa y retrae el
esternón. Muchos de los individuos que presentan una cabeza
adelantada tienen la banda torácica tensada, y esta es una
importante vía de transmisión de la tensión. Si desea ver cómo
la banda torácica libera la respiración de su modelo, lleve hacia
atrás su cabeza hasta colocarla directamente sobre el cuerpo.
Esto relajará la línea y le ayudará a restablecer el recorrido completo del tórax en la respiración.
Discusión 3
Arcos del pie e inclinación pélvica
Se sabe que, juntos, el tibial anterior y el peroneo largo forman
un "estribo» bajo los arcos del pie. El tibia! tira hacia arriba de
una porción débil de la parte medial del arco longitudinal del pie,
el tendón del peroneo sostiene al cuboides, la piedra angular de
la parte lateral del arco, y juntos ayudan a evitar la caída del arco
transverso proximal (v. fig. 6.15).
Es más, existe una interacción entre ambos: un tibia! laxo, o
en ubloqueo largo .. , acompañado de un peroneo contraído, o en
«bloqueo corto», contribuirá a mantener el pie en eversión o pronación, con una tendencia a la caída de la parte medial del arco
longitudinal (v. fig. 6.16). El patrón opuesto, un tibia! acortado y
un peroneo distendido, tiende a generar la inversión o supinación, y se podrá observar un arco elevado y el peso desplazado
sobre el lateral del pie.
Nuestra nueva visión de la LE nos permitirá ampliar este
concepto para Incluir la totalidad del miembro inferior: el tibial
conecta con el recto femoral (LFS), el sartorio (una ruta alternativa de la LFS) y el TIT y el TFL (LE). Todas estas conexiones
se dirigen hacia la EIAS o la EIAI, en la reglón anterior del hueso
coxal. El peroneo se conecta, a través de la cabeza larga del
bíceps femoral, a la tuberosidad isquiática o, en otras palabras, a
la región posterior del hueso coxal (v. fig. 6.19).
Así, el estribo o ucabestrillon creado por el tibia! y el peroneo
se extiende por el miembro inferior hasta la pelvis y participa en
la posición de esta última (fig. 6.25): una inclinación anterior de
la pelvis acercará la EIAS al pie y de esta forma retirará el sostén
144
A
B
Fig. 6.25 El cabestrillo que pasa bajo el pie puede extenderse,
mediante la linea espiral, para conectarse con el ángulo de
inclinación de la pelvis.
tensional del tibia!, generando una tendencia (que no una condición ineludible) al pie plano (8). Por el contrario, una inclinación
posterior de la pelvis tiende a tirar hacia arriba de la tibia y a aflojar el peroneo, lo que genera una tendencia al pie invertido (A).
Sin olvidar otras implicaciones: una LE muy tensa en la región
posterior del miembro inferior puede dominar la región anterior de
la línea y generar tanto una pelvis posterior como un pie evertido
(fig. 6.26A). Ante este patrón, sabemos que la región posterior de
la porción inferior de la LE presenta un acortamiento significativo
en algún lugar de estas vías. El patrón opuesto (B), un pie invertido
con una inclinación anterior de la pelvis, apunta hacia un acortamiento en la región anterior de la porción inferior de la misma línea
(tibia! anterior-TIT anterior), aunque también puede deberse a un
acortamiento de la línea frontal profunda (v. capítulo 9).
Discusión 4
Línea espiral inferior y vía de la rodilla
La LE puede influir en la vla de la rodilla, esto es, en la capacidad
de la rodilla para desplazarse hacia delante y hacia atrás durante
la marcha, manteniendo aproximadamente el mismo vector
direccional que la cadera y el tobillo.
Para valorar la vía de la rodilla, puede observar al paciente
caminando hacia usted o alejándose al tiempo que se fija en el
recorrido de las rodillas durante las distintas fases de la marcha.
También puede realizar la evaluación con el paciente en bipedestación colocado frente a usted con los pies paralelos, es decir,
manteniendo en paralelo los segundos metatarsianos. En esta
posición, indlquele que flexione las rodillas, llevándolas hacia
delante, con los pies en el suelo y manteniendo erguida la parte
superior del cuerpo, sin proyectar las nalgas hacia atrás ni recogerlas en exceso -lo que causaría una inclinación hacia atrás de la
caja torácica- y observe el recorrido de ambas rodillas (fig. 6.27)
Si durante este desplazamiento anterior una o ambas rodillas
miran hacia dentro, hacia la otra, es posible que toda la porción
inferior de la LE de ese lado esté tensada.
Una vez identificado el recorrido de la LE desde la EIAS, en
la región anterior de la pelvis, hasta la cara externa de la rodilla y después hasta la cara interna del tobillo, resulta evidente la
importante influencia que puede tener sobre la dirección de la
rodilla, al tirar de la región externa de esta hacia una línea que
discurre directamente desde la EIAS hasta la región medial del
tobillo (fig. 6.28). La liberación de esta línea desde arriba o desde
abajo antes de trabajar localmente sobre las partes blandas, o
antes de aplicar cinesiterapia para restablecer la adecuada vía de
la rodilla, aumentará en gran medida la eficacia del tratamiento
(DVD rct: Spirnl Lin e, 46:-l "-51 :37).
L
::i
m
OJ
CD
l!1
u
Discusión 5
«Talón» y articulación sacroiUaca
\
8
A
Fig. 6.26 El acortamiento de una parte de la p orción inferior de la
LE puede generar los patrones complementarios a los de la
figura 6.23.
Hace tiempo que se sabe que los huesos del pie se dividen con
bastante nitidez en torno a un eje longitudinal en los huesos del
arco medial y los del arco lateral (fig. 6.29).
Empleando términos tomados de la danza, podríamos denominarlos upuntau y «talón ... El «talón" está claramente diseñado
para asumir el grueso del peso: si en bipedestación apoya su
peso sobre los dedos de los pies, sentirá la presión en las cabezas de los tres primeros metatarsianos ascendiendo hasta el
astrágalo. La observación del astrágalo alineándose con el hueso
de la espinilla que soporta la mayor parte del peso, la tibia, sólo
refuerza esta creencia. Desplazar el peso hacia delante y mantenerlo en los dos dedos más externos resulta sumamente difícil
de conseguir, salvo que se esté acostumbrado, y prácticamente
imposible de mantener.
El talón, por supuesto, soporta peso en bipedestación y
durante la marcha, pero los dos dedos más externos y sus huesos asociados (el cuarto y el quinto metatarsiano y el cuboides)
están diseñados más como balancines para la piragua del pie
(fig. 6.30).
Región anterior
Región externa
Región interna
A
8
Fig. 6.27 Para la valoración de la vía de la rodilla, deje que ambas
rodillas se desplacen hacia delante con la pelvis recogida y los
talones pegados al suelo, y observe si los «faros" de las rodillas se
dirigen hacia dentro o hacia afuera en su desplazamiento anterior y
posterior.
Fig. 6.28 Dado que la línea espiral discurre desde la región anterior
de la cadera hasta la cara interna del tobillo, pasando por la cara
externa de la rodilla, la tensión de esta linea puede inducir la
rotación medial de la rodilla.
145
e:
::::;
ro
QJ
1
'1
I·
'
\'
Fig. 6.29 En el pie
se distinguen con
bastante nitidez
los huesos del
arco medial y los
del arco lateral.
Algunos bailarines
los denominan
upunlau y «talón •>,
respectivamente.
Fig. 6.30 Desde el punto de
vista funcional, los huesos del
arco medial equivaldrían a la
upiragua• que soporta el grueso
del peso, mientras que los
huesos del arco lateral actúan
como un ubalanclnn, equilibrando
y estabilizando, pero no
soportando tanto peso.
Sobre el ..talónu encontraremos el peroné, con una posición
única, recogido bajo el cóndilo de la tibia (fig. 6.31). La posición es
pésima para soportar peso y, de hecho, parece más apropiada
para resistir fuerzas ascendentes que fuerzas descendentes.
Aunque ocho músculos tiran del peroné hacia abajo desde el pie,
un músculo muy voluminoso, el bíceps femoral, tira de él directamente hacia arriba y hacia dentro.
146
Fig. 6.31 Por encima de los huesos del arco
lateral se dispone el peroné; su posición indica
claramente que su función no es transmitir
el peso hacia abajo. Bien al contrario, esta
p osición (recogido bajo el cóndilo de la libia)
sugiere que está diseñado para oponerse a la
tracción ejercida desde arriba. (Reproducido
con autorización de Grundy 1982 .)
SI recorremos toda esta conexión, podemos vincular el ..talón u
-en otras palabras, el arco lateral- con la articulación sacroilíaca
mediante los peroneos, el bíceps femoral y el ligamento sacrotuberoso (v. fig. 6.20). Según nuestra experiencia, el éxito y la
potencia de las manipulaciones de la articulación sacroilfaca realizadas por nuestros colegas quiroprácticos y osteópatas pueden
verse notablemente incrementados equilibrando las partes blandas del ..talón", los peroneos, la cabeza del peroné y el isquiotibial lateral. En otras palabras, la posición del talón y el arco
lateral están relacionados con la estabilidad de la articulación
sacroilíaca a través de la región posterior de la porción inferior
de la LE.
Bibliografía
1. Clemente C. Anatomy, a regional atlas of the human bod y. 3rd
edn. Philadelphia: Lea and Febiger; 1987, Fig. 506.
Línea anterior profunda del brazo
Linea anterior
superficial del
brazo
Linea posterior profunda del brazo
Fig. 7.1 Lineas del brazo.
Líneas del brazo
Visión general
En este capítulo identificaremos cuatro meridianos
miofasciales diferentes que parten del esqueleto axial y
recorren los cuatro cuadrantes del brazo y el antebrazo y los
cuatro «lados" de la mano, es decir, los correspondientes
al pulgar, el meñique, la palma y el dorso de la mano (DVD
ref: Shoulders and Arm Lines, 13:05-·14:35). A pesar de esta
aparente simetría, las líneas del brazo (fig. 7.1) presentan
más ccpuentes" miofasciales entre estas continuidades
longitudinales que las líneas correspondientes de los
miembros inferiores. Dado que nuestros hombros y
miembros superiores están especializados en la movilidad
(a diferencia de nuestros miembros inferiores, más dedicados
a la estabilidad), esta variedad de grados de libertad exige
unas líneas de control y estabilización más versátiles y,
por tanto, más vínculos entre las líneas. No obstante, los
miembros superiores están organizados de forma bastante
lógica, con una linea profunda y una superficial a lo largo de
su cara anterior y una línea profunda y una superficial a lo
largo de su cara posterior (fig. 7.2 y tabla 7.1). Las líneas del
miembro superior se nombran en función de su posición a
su paso por el hombro (fig. 7.3). (En el capítulo 8 hablaremos
de las extensiones de estas líneas que conectan el hombro
con la cintura pélvica del lado opuesto.)
Fu nción postural
Dado que en bipedestación los brazos cuelgan del esqueleto superior, no forman parte de la «columna» de nuestra
estructura. Por este motivo, h emos incluido las piernas,
pertenecientes al esqueleto apendicular, en nuestra discusión de las líneas cardinales y la línea espiral, pero hemos
dejado los brazos para una explicación independiente. No
obstante, debido a su peso y a su s múltiples intervenciones
en actividades cotidianas como conducir o manejar el ordenador, las líneas del brazo tienen una función postura!: Ja
tensión procedente del codo influye en la zona media de
la espalda y la malposición del hombro p u ede arrastrar las
costillas o el cuello, entre otros, o afectar a la función respiratoria. Este capítulo describe en profundidad las líneas de
tensión del esqueleto axial que parten de los brazos cuando
estos están relajados, así como las líneas de tensión que se
activan cuando se emplean estos en el trabajo o el deporte,
cuando sostienen el cuerpo (como en las «planchas» o
las inversiones de yoga) o cuando nos colgamos d e los
brazos (como en una dominada o colgados de la rama de
un árbol) (DVD ref: Shoulders and Arm Line.s, 03:01- 09:33).
Función de movimiento
Nuestros brazos y manos, en conexión íntima con nuestros ojos, actúan haciendo uso de estas continuidades miofasciales en multitud de actividades manuales cotidianas
de examen, manipulación, reacción y movimiento en el
entorno. Las líneas del brazo actúan a través de los alrededor de 10 niveles d e articulaciones del miembro superior para acercar objetos, alejarlos, tirar de nuestro propio
cuerpo, empujarlo o estabilizarlo, o sencillamente mantener quieta alguna parte del mundo para su examen y
modificación. Estas líneas están conectadas sin ningún tipo
de discontinuidad con las demás líneas, especialmente con
las líneas helicoidales: la línea lateral, la línea espiral y las
líneas funcionales (v. capítulos 5, 6 y 8, respectivamente).
Descripción detallada de Las Líneas
del brazo
Los patrones habituales de compensación postura! asociados
a las líneas del brazo conducen a todo tipo de problemas en
el hombro, así como a problemas en el brazo, el antebrazo o
la mano, que generalmente incluyen una tracción anterior o
posterior, una elevación o una curvatura del hombro. Estas
compensaciones su elen deberse a la falta de apoyo por parte
de la caja torácica, lo que nos obliga a buscar una solución
en las líneas cardinales, así como en la línea fro ntal profunda
y la línea espiral. Como consecuencia de estos defectos posturales y de apoyo, con el tiempo, aparecen problemas en el
túnel carpiano, el codo y el hombro, y puntos gatillo o dolor
crónico en la musculatura del hombro.
Las líneas del brazo se describen desde el esqueleto
axial h asta la mano, pero este orden no reviste particular
importancia.
Orientación de las líneas del brazo
La complejidad de la anatomía de las líneas del brazo, presentada en la tabla 7.1, justifica la inclusión de una explicación sencilla para orientar al lector y organizar estas líneas en
su mente antes de iniciar este intrincado viaje. Podrá observar lo que sigue por usted mismo en un espejo o sirviéndose
de un modelo (DVD ref: Shoulders and Arm Lines, 16:01- 17:19).
A
8
2
(
)
e
D
Fig. 7.2 Vias y paradas de las líneas del brazo .
.o¡¡,.:'--'~- Pectoral mayor
(lASB)
..Jll:~+-',,_-Pectoral
menor
y fascia asociada
(lAPB)
Escápula y
manguito de
los retadores
(LPPB)
150
Fig. 7.3 Las líneas del brazo se nombran en función de sus posiciones relativas
a la altura del hombro. Los cuatro planos paralelos que constituyen el origen de
las líneas del brazo son claramente visibles y divisibles.
Tabla 7 .1 Líneas del brazo: ccvías» miofasciales y
u¡:iaradas )) óseas (fig. 7.2)
P arad as ó seas
Vías m iofasciales
A. Línea anterior profunda del
brazo
Tercera, cuarta y quinta
costillas
2
Apófisis coracoides 3
4
Tuberosidad del radio 5
6
Pectoral menor, fascia
clavipectoral
Bíceps braquial
Borde anterior del periostio
del radio
Apófisis estiloides del radio 7
8
Ligamentos colaterales
radiales, músculos tenares
Escafoides, trapecio 9
Cara externa del pulgar 10
B. Línea anterior superficial del
brazo
Tercio medial de la clavlcula, 1, 2,3
cartílagos costales, fascia
toracolumbar y cresta ilíaca
4
Pectoral mayor, dorsal ancho
Borde medial del húmero 5
6
Tabique intermuscular medial
Epicóndilo medial del húmero 7
8
9
Extienda el brazo hacia un lateral, como en la figu ra 7.2A;
la palma deberá mirar hacia delante y el olécranon del
codo hacia abajo, en d irección al suelo. En esta posición,
la línea anterior superficial del brazo (LASB, v. fig. 7.2B)
se disp ondrá a lo largo de la cara anterior del brazom úsculos palmares, flexores del antebrazo, tabique interm uscular y pectoral mayor- . La línea posterior superficial
del brazo (LPSB, v. fig. 7.20 ) se localizará a lo largo de la
cara posterior d el brazo- trapecio, deltoides, tabique intermuscula r lateral y extensores.
Rote el brazo en d irección medial a la altura del hombro (sin pronación), de forma que la palma mire hacia el
suelo y el olécranon del cúbito apunte hacia a trás, como en
la figura 7.2C. En esta posición, la línea ante rior profunda
del brazo (LAPB, v. fig. 7.2A) se dispondrá a lo largo de
la región an terior - músculos tenares, radio, bíceps y pectoral menor (por debajo del mayor}-. La línea posterior
profun da del brazo (LPPB, v. fig . 7.2C) se localizará a lo
largo de la región posterior - músculos hipotenares, cúbito,
tríceps, manguito de los rotadores y, bajo el trapecio, el
romboides y el elevador de la escápula-.
Analizar el movimien to, esp ecialmente aquellos movimientos en los que el brazo desem p eña una función de
sostén, sin perder de vista estas «líneas de visión», ayudará a d istinguir q ué líneas se utilizan (o incluso de cuáles
se abusa) en un movimiento. Utilizar en exceso una d eterminada línea «río abajo» (a nivel dis tal) s uele preceder a
lesiones por d istensió n «río arriba» (a nivel proximal) en
esa m isma línea.
Grupo flexor
Túnel carpiano
Superficie palmar de los dedos 10
Línea anterior profunda
del brazo
C. Linea posterior profunda del
brazo
Apófisis espinosas de las
vértebras cervicales inferiores y
torácicas superiores, AT C1-4
2
Romboides y elevador de la
escápula
Borde medial de la escápula 3
4
Manguito de los rotadores
Cabeza del húmero 5
6
Tríceps braquial
Olécranon del cúbito 7
8
Apófisis estiloides del cúbito 9
10
Piramidal, ganchoso 11
12
Cara externa del meñique 13
Periostio del cúbito
Ligamentos colaterales
cubitales
Músculos hipotenares
D. Linea posterior superficial
del brazo
Reborde occipital, ligamento 1, 2, 3
nucal, apófisis espinosas de
las vértebras torácicas
4
Trapecio
Espina de la escápula, 5
acromion, tercio lateral de la
clavícula
6
Deltoides
Tuberosidad deltoidea del 7
húmero
8
Epicóndilo lateral del húmero 9
10
Superficie dorsal de los dedos 11
Tabique intermuscular lateral
Grupo extensor
La LAPB (fig. 7.4) tiene su origen m uscular en la región
anterior de las costillas tercera, cuarta y quinta con e l pectoral menor (fig. 7.5), q ue, de hecho, está incluido en la
fascia clavipectora l {fig. 7.6A). Esta fascia d iscurre bajo el
p ectoral mayor, desde la clavícula hasta la axila, e incluye
tanto el músculo pectoral menor como el subclavio, con
conexiones al paque te neurovascular y a los tejidos lin fáticos de esta área (fig. 7.6B y DVD ref: Shoulders ;md Arm
Lines, 29:56-32:28). La to talidad de la fascia clavipectoral, casi tan extensa como el pectoral mayor, cons tituye
la vía inicial d e esta línea; sin embargo, en este com p lejo,
el pectoral menor s up one el principal sostén estructural
contráctil de la escápula, al tiempo que el s ubclavio, más
pequeño, sujeta la clavícula. 1
La parada d istal del pectoral menor es la apófisis coracoid es, un a protuberancia de la escápula que se proyecta
hacia delante bajo la clavícula como un pu lgar o un «pico
de cuervo» (de donde toma su nombre). Otros dos músculos se aden tran en el brazo desde aquí, la cabeza corta
del bíceps braquial y el coracobraqu ial (v. fig. 7.5). Aunque
exis te una continuidad miofascial evidente entre el pectoral menor y estos dos músculos más d istales (fig. 7.7), parecería que, según las reglas de las vías anatómicas, habría
que descartar esta conexión, a l menos en bipedestación
con los brazos relajad os, debido al cambio radical de dirección desde el pectoral menor. No obstante, cuando se estiran los brazos en la línea horizontal o por encima de ella
(como en un golpe de d erecha en el tenis), y especialmente
cu an do nos colgamos de los brazos (como en una dominada o colgados de una rama), estas un idades m iofasciales
se conectan en una única línea (v. fig. 2.2, p ág. 66).
151
1
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ro
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(J1
o__
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..,
u
OJ
N
o
Fig. 7.4 Disección de la línea anterior
profunda del brazo, in situ. Se ha retirado el
pectoral mayor para mostrar las conexiones
entre el pectoral menor y el pulgar.
Fig. 7.5 El pectoral menor está claramente conectado fascialmente
con la cabeza corta del bíceps y con el coracobraquial en la apófisis
coracoides, pero sólo funcionan como una única vía fascial cuando el
brazo está prácticamente horizontal o por encima de esta posición.
Clavícula
Músculo subclavio
Fascia clavipectoral
Fascia axilar
A
152
B
Fig. 7.6 (A) El origen de la línea anterior profunda del brazo comprende no sólo el músculo pectoral menor, sino también otras estructuras
localizadas en el mismo plano fascial, desde la clavícula hasta el borde inferior de la axila. (B) Esta fascia clavipectoral, que forma la sección
proximal de la LAPB, de la que aquí se ofrece la imagen de Primal Pictures, es casi tan extensa como el pectoral mayor que la cubre.
(Imagen por cortesía de Primal Pictures. www.primalpictures.com.)
Fig. 7.7 La conexión de "entramado"
fascial entre el pectoral menor y el bíceps
es clara, incluso cuando se retira la apófisis
coracoides subyacente.
La LAPB es fundamentalmente una línea de estabilización
(semejante a la línea frontal profunda del miembro inferior)
que va desde el pulgar hasta la región anterior del tórax. En
el cuadrúpedo, en una melé de rugby o en una «plancha» en
yoga, esta línea controlará el movimiento de lado a lado de
la parte superior del cuerpo, restringiéndolo o permitiéndolo.
En el brazo libre, la LAPB controla el ángulo de la mano,
sobre todo mediante el pulgar, así como la prensión.
Pectoral menor
Resulta difícil localizar y estirar el pectoral menor y la fascia clavipectoral independientemente del pectoral mayor
que los cubre. Un acortamiento excesivo de la miofascia
puede afectar negativamente a la respiración, a la postura
del cuello y a la cabeza, y, por supuesto, al adecuado funcionamiento del hombro y el miembro superior, especialmente
en su estiramiento hacia arriba. Permanecer colgado de una
rama, o incluso llevar el miembro superior a hiperflexión
(como ocurre en la postura del «perro bocabajo» o si nos
arrodillamos delante de una pared y vamos escalando con
las manos todo lo posible por la superficie), puede generar
el estiramiento de estos tejidos; no obstante, resulta difícil
para el profesional decir, desde fuera, si elevar las costillas
superiores mediante la inclinación de la caja torácica (y de
esta forma evitar el estiramiento del pectoral menor) es una
compensación habitual. Presentamos aq1ú una forma fiable
de acceder manualmente a esta estructura vital, y a menudo
restringida, del extremo proximal de la LAPB.
Tres datos nos indican el acortamiento funcional del
pectoral menor y la fascia clavipectoral: 1) la restricción
del movimiento de las costillas superiores durante la inspiración, hasta el punto de que los hombros y las costillas
se mueven en absoluta coordinación; 2) el paciente tiene
problemas para flexionar el brazo y elevar el hombro para
alcanzar el estante superior de un armario, y 3) la escápula
presenta una inclinación anterior o los hombros están
«redondeados». Para la dete rminación de este último,
observe al paciente desde un lateral: el borde medial de la
escápula debe disponerse verticalmente, a la manera de un
acantilado. Si está colocada en ángulo, como un tejado, es
probable que un pectoral menor acortado esté tirando de
la apófisis coracoides hacia abajo, provocando la inclinación de la escápula. Los fascículos más largos y más externos del pectoral menor, los que alcanzan las costillas cuarta
y quinta, participan en este patrón. Si los hombros están
«redondeados» (rotación medial o firme tracción anterior de la escápula, que a menudo se objetiva cuando el
paciente está en decúbito supino y los vértices de los hombros están separados de la camilla), los fascículos internos
y más cortos, que alcanzan la segunda (denominándose en
ocasiones ligamento coracoideo) y la tercera costillas, son
los que precisan elongación.
Aunque el músculo pectoral menor, especialmente sus
fascículos externos más verticales, puede palparse a través del pectoral mayor, más horizontal, es preferible acceder desde la axila en lugar de tratar el menor a través del
mayor. Indique al paciente que se coloque en decúbito
supino con el brazo arriba y el codo doblado, de forma
que el dorso de su mano descanse sobre la camilla cerca
de la oreja. Si esto le resultara difícil, facilítele almohadas
sobre las que apoyar el brazo o, en su lugar, baje el brazo
del paciente colocándolo en su lateral de forma que su
muñeca sirva de apoyo al brazo del paciente.
Coloque las puntas de los dedos en las costillas del
paciente, a la altura de la axila, entre los tendones del pectoral y el dorsal ancho. Arrodillarse al lado de la camilla
facilita el adecuado ángulo de entrada. Deslice la mano lentamente en sentido ascendente bajo el pectoral mayor en
dirección a la articulación esternoclavicular, manteniendo
las yemas de los dedos en contacto con la cara anterior de
la caja torácica. Es de vital importancia deslizarse sobre las
costillas, no entre ellas ni alejado de las mismas. Presionar
los tejidos que cubren las costillas es un error habitual en
el primer intento; dado que el periostio de las costillas está
tremendamente inervado, esta presión generará innecesariamente un fuerte d olor. Sin embargo, con un paciente
relajado, el ángulo correcto y los dedos blandos, es posible
adentrarse lo suficiente bajo el pectoral mayor; necesitará
un poco de práctica para decidir cuánta piel debe arrastrar
consigo --€1 estiramiento de la piel no es el objetivo- (DVD
re!: Sho ulders ancl Arrn Unes, 30:1 2-36:00} .
Trace una línea imaginaria en dirección descendente y
ligeramente medial desde la apófisis coracoides hasta la
inserción superior externa del recto del abdomen. Debe adentrarse lo suficiente bajo el pectoral mayor como para alcanzar esta línea antes de pensar siquiera en encontrar el borde
externo del pectoral menor. Cuando lo alcance, este variará,
desde unos finos y escasos fascículos musculares adheridos a la pared de las costillas hasta todo un músculo libre
y claramente palpable (el estado deseado, aunque incluso
en este caso puede ser muscular o fascialmente corto).
En la mayoría de los casos, no supondrá ningún daño (y
sí un gran beneficio para la movilidad del hombro) continuar bajo el borde anterior del p ectoral menor, separando
el músculo de la caja torácica y estirándolo hacia su inserción en la apófisis coracoides. El paciente puede ayudar con
una inhalación lenta y prolongada o llevando el brazo hacia
la parte superior de la cabeza (fig. 7.8). Asegúrese de que el
brazo está apoyado y no suspendido en el aire.
153
1
:J
(i)
OJ
(Jl
o_
(i)
CJ
Q}
l'-J
o
Fig. 7 .8 La mano accede al pectoral menor desde la axila,
por debajo del pectoral mayor. con los dedos dirigidos hacia la
articulación esternoclavicular.
154
Dado que el pectoral menor está incluido en la fascia
clavipectoral, resulta beneficioso estirar el tejido situado
bajo el pectoral mayor incluso aunque no se palpen los
fascículos específicos de ese músculo. En los casos en los
que pueda palpar el músculo, no olvide que el primer fascículo que encuentra se inserta en la quinta costilla. Una
vez liberado o «ablandad o», el siguiente fascículo, más
interno, estará insertado en la cuarta costilla. En cuerpos
muy abiertos, podrá palpar en ocasiones el fascículo insertado en la tercera costilla (y la mayor parte de los individuos tendrá un fascículo adicional de fascia, algunos con
músculo incluido, también en la segunda costilla).
En nuestra cultura, es un área que suele utilizarse poco;
p or ello, no exceda los límites de tolerancia del paciente y
retómelo en otro momento si es necesario. Cuando trabaje
con mujeres, no olvide que los tejidos linfáticos conectan
la mama con la axila en las cercanías del borde del pectoral. Podrá evitar cualquier exceso de estiramiento de este
tejido «sumergiendo» suavemente los dedos bajo el pectoral mayor a lo largo de las costillas. También es posible
acceder a esta área con el paciente en decúbito lateral, de
forma que la gravedad aleje la mama del profesional; no
obstante, la inestabilidad del hombro en esta posición , así
como la consecuente malposición del hombro opuesto,
puede suponer una desventaja en algunos pacientes (DVD
rel: Shouldcrs ond Arm Lines, 36:07- 38:16).
En algunos casos, especialmente en caso de radioterapia o cirugía mamaria de cualquier tipo, el pectoral m enor
puede presentar una fijación fascial a la superficie posterior del pectoral mayor. Si no puede localizar el pectoral
menor por los métodos descritos, gire su mano de forma
que las yemas de los dedos miren hacia arriba y rasguee
con delicadeza la superficie posterior del mayor. El pectoral menor se presenta como una serie de fibras oblicuas
a la dirección de las fibras del pectoral mayor. Cuando se
localice esta disposición, será posible, en ocasiones, separar el menor del mayor curvando los dedos y trabajando
despacio y con delicadeza para marcar la separación entre
los planos fasciales.
Los terapeutas de movimiento pueden p alpar estos
tejidos indicándole al paciente que se arrodille delante
de una pared y suba las manos por la superficie todo lo
posible, al tiempo que mantiene la espalda recta o conserva el manubrio estema!, que no el xifoides, cerca de la
pared. Arrodíllese detrás del paciente y deslice las manos
alrededor de sus costillas bajo el pectoral m enor hasta
encontrar los mismos fascículos que acabamos de describir.
Deje que el p aciente baje las manos p or la pared, al tiempo
que usted localiza tejidos acortados, e indíquele que las suba
de nuevo para ayudar con el estiramiento y controlarlo.
En casa, el paciente puede entrelazar los dedos detrás
d e la espalda y estirar los brazos hacia las piernas, de
forma que las escápulas desciendan por la caja torácica
y se acerquen a la columna (fig. 7.9}. Este movimiento
estirará el pectoral menor y los tejidos circundantes
(y fortalecerá la porción inferior del trapecio, un músculo
antagonista), pero el paciente debe tener cuidado y no
arquear la columna lumbar cuando lo haga, ya que esto
modificaría el ángulo de la caja torácica e impediría al estiramiento (v. la discusión sobre la posición de la escápula al
final de este capítulo, pág. 164).
Exprés del bíceps
La cabeza corta del bíceps desciende desde la apófisis coracoides hasta la tuberosid ad del radio, afectando así a tres
articulaciones: la articulación glenohumeral, la articulación
humerocubital y la articulación radiocubital (el hombro, el
codo y el giro del antebrazo) (fig. 7.10 y DVD ref: Shoulc.l ¡¡
nnd Arm Lines. 42:25-43:47). Su contracción puede, por
tanto, generar la supinación d el antebrazo, la flexión en el
codo y la flexión diagonal del brazo (cualquiera de estos
movimientos, o su conjunto, dependerá de las condiciones
físicas de la situación y de la contracción de los músculos
circundantes, agonistas o antagonistas).
Bajo este «exprés» del bíceps (v. descripción en capítulo 2, pág. 69) se disponen una serie de «locales» para ayudarle a ajustar sus múltiples funciones. El coracobraquial
discurre bajo el bíceps, desde la apófisis coracoides hasta el
húmero, y, por tanto, genera la aducción del húmero (O O
rel: Shoulders nnd Arm Lines, 38:17-42:25). El braquial desciende desde el húmero, al lado de la inserción del coracobraquial, hasta el cúbito, y eviden temente genera la flexión
en el codo (DVD ref: Shoulders nnd Arm Lincs, 43:48-45: ).
Por último, el supinador discurre desde el cúbito hasta el
radio y genera la supinación del antebrazo.
Fig. 7.9 Bajando y acercando las
escápulas, al tiempo que se mantiene
la columna lumbar hacia atrás,
conseguiremos estirar y abrir el pectoral
menor y los tejidos circundantes.
1
:::J
m
QJ
U1
Q_
Fig. 7.11 La LAPB desciende por el periostio del radio y cruza el
borde interno de la muñeca para unirse al pulgar y a sus músculos
asociados, los músculos tenares.
m
u
-¡
QJ
1"1
o
Blceps
braquial
---Jci-
Supinador
A
B
Fig. 7.10 El bíceps braquial constituye un exprés (A) que cubre
tres articulaciones. Más profundos que el bíceps se disponen tres
músculos locales (8), cada uno de los cuales duplica la acción del
bíceps en una articulación. (Compárese con el cuarto isquiotibial,
fig. 6.20.)
Esto constituye un claro ejemplo de una organización en
la que un exprés se dispone sobre una serie de locales diferenciados. Todos estos músculos forman parte de la LAPB.
El aspecto práctico de esta distinción es que la postura
suele estar más condicionada por los locales subyacentes
que por los exprés más superficiales. Así, aunque en casos
extremos el bíceps puede participar en la aducción crónica
del húmero o en la flexión crónica del codo, es mucho más
probable que el terapeuta consiga resultados abordando los
locales subyacentes que trabajando sobre el propio bíceps.
La cabeza larga del bíceps, así como su otro «pie», el
tendón de la aponeurosis bicipital o /acert11s fibrosus, son
ejemplos de «puentes» y se discutirán en el apartado
correspondiente al final de este capítulo.
e
Antebrazo y mano
Tanto la cabeza corta del bíceps como el supinador se
insertan en el radio. En el antebrazo, preferimos incluir el
pronador redondo en esta línea, ya que, junto con el supinador, este controla claramente el grado de rotación del
radio y, por tanto, del pulgar (fig. 7.11; v. fig. 7.4; el pronador y el supinador forman una «V» que converge en
el radio), aunque en sentido estricto el pronador redondo
es un puente que procede de la línea anterior superficial
del brazo. Desde estas inserciones radiales, recorremos
el periostio del radio hasta la apófisis estiloides de su
extremo distal, en la cara interna de la muñeca (DVD ref:
Shoulders and Arm Lines, 45:48-47:34). El tejido fascial
localizado bajo los extremos distales de los dos rotadores
está adherido al periostio del radio, que, en las disecciones, resulta difícil separar del hueso (v. fig. 7.4 distal a la
«V»). Esta prolongada «parada» viola la esencia de nuestra
idea de continuidades fasciales longitudinales separables
de los huesos subyacentes (v. la discusión sobre los «sacos
interno y externo» en el capítulo 1). De acuerdo o no con
esa esencia, esta fijación es una necesidad práctica si tenemos en cuenta la función estabilizadora de esta línea y su
correspondiente línea posterior profunda del brazo. Los
periostios del radio y el cúbito se continúan, por supuesto,
con la membrana interósea interpuesta entre ellos. No obstante, los huesos son capaces de deslizarse uno sobre otro
(para comprobarlo, coloque el pulgar y el dedo índice de
su mano izquierda sobre las apófisis estiloides del cúbito
y el radio en la muñeca de su mano derecha. Ahora realice
la abducción y aducción de la muñeca (desviación radial
y cubital, si lo prefiere) para sentir el ligero deslizamiento
del radio sobre el cúbito. Para estabilizar este movimiento,
ambas líneas deben anclarse al periostio de estos huesos y,
en consecuencia, a la membrana interósea.
Desde la muñeca, recorremos el ligamento colateral
radial sobre los huesos carpianos del lado del pulgar, el
escafoides y el trapecio, hasta el propio pulgar (v. fig. 7.11).
Aunque los tendones del extensor corto del pulgar y del
abductor largo del pulgar acompañan a estos tejidos, estos
músculos tienen su origen en el cúbito como parte de la
línea posterior profunda del brazo -uno de los múltiples
ejemplos de puentes entre líneas discutidos al final de este
capítulo-. Los músculos tenares se describen como parte de
la LAPB (DVD rcf: Shoulders and Arm Lines, 47:35-49:16).
«Línea pulgar»
Es necesario que los profesionales del shints11 o de cualquier otra técnica que emplee la presión a través de los
pulgares tengan muy presente la LAPB, que finaliza en
este dedo. Un mecanismo corporal adecuado para una
práctica prolongada es aquel en el que la LAPB permanece abierta y elongada, con los brazos en una posición
redondeada (codos flexionados), al tiempo que se aplica la
presión con el pulgar (v. fig. 10.43, pág. 225). Los profesionales que, como resultado de este tipo de presión, refieren
dolor en el pulgar o en la base de la articulación en silla
de montar muestran casi invariablemente una LAPB hundida, normalmente en el área de las conexiones coracobraquiales o coracocostales, y con frecuencia acompañada de
codos extendidos. (V. el apartado previo sobre el pectoral
menor.)
Línea anterior superficial del brazo
La línea anterior superficial del brazo (LASB) cubre la
LAPB en el hombro y comienza con una amplia extensión
de inserciones que, en esta línea, incluye varios músculos.
El pectoral mayor, con un extenso conjunto de inserciones
que van desde la clavícula hasta las costillas medias, da
origen a esta línea en la región anterior (fig. 7.12 y DVD
ref: Shoulders a nd Arm Lines, 18:25- 25:03). El dorsal ancho
comienza su vida embriológica como «ventral ancho»,
un músculo d e la región anterior con una firme inserción
155
Fig. 7.12 El pectoral mayor es un elemento fundamental en el
origen de la línea anterior superficial del brazo.
156
en la superficie anterior del húmero, al lado del pectoral,
mostrando así un tímido interés por formar parte de la
LASB. Este músculo asciende desde las apófisis espinosas
de las vértebras torácicas inferiores, la fascia lumbosacra,
la cresta ilíaca y la región lateral de las costillas inferiores
(DVD ref: Latera l Line, 43:58-48:40). Entre el pectoral mayor
y el dorsal ancho, la LASB dispone de un círculo casi completo de inserciones, lo que refleja el gran grado de control que ejerce esta línea en el movimiento del brazo por
delante y al lado del cuerpo (fig. 7.13).
El dorsal ancho incorpora el redondo mayor (otro
músculo puente; v. la discusión) desde el borde lateral de
la escápula, y estos tres músculos se enroscan y se concentran en bandas tendinosas que se insertan unas al lado de
otras en la mitad inferior de la región anterior del húmero
(fig. 7.14). Estas bandas rodean el origen del tabique intermuscular medial, al que también se conectan; este tabique
es una pared fascial entre el grupo flexor y el extensor del
brazo con la que descendemos hasta la siguiente parada
ósea, el epicóndilo medial del húmero (fig. 7.15 y DVD ref:
Shoulders and Arm Unes, 25:04-25:56).
La vía del tendón flexor común continúa hacia abajo
desde el epicóndilo, uniéndose a las distintas capas de
músculos longitudinales de la cara inferior del antebrazo
(fig. 7.16A y DVD ref: Shoulders and Arm Lines, 25:56- 27:40 ).
El más corto de estos músculos se dirige hacia los huesos
carpianos; los músculos flexores superficiales se dirigen
hacia la zona media de los dedos, mientras que los profundos alcanzan las puntas de los dedos. Debemos señalar
que se rompe así el patrón habitual, en el que los músculos
más profundos son los más cortos (fig. 7.168). Los músculos que alcanzan los dedos atraviesan el túnel carpiano
bajo el retináculo flexor, para después desplegarse por la
cara ventral d e los huesos carpianos y las superficies palmares de los dedos (fig. 7.17 y DVD ref: Shoulders and Arm
Lines, 27 :41-29:55).
Como se desprende de nuestro primer párrafo, la LASB
controla la posición del miembro superior en toda su
amplitud de movimientos por delante y al lado del cuerpo.
El pectoral y el dorsal ancho, muy voluminosos, proporcionan la fuerza motriz necesaria para movimientos amplios
d e aducción y extensión, como una brazada en la natación, un mate en el tenis o un lanzamiento en el críquet.
Al controlar la muñeca y los dedos, la LASB participa en
la prensión junto con la LAPB. Aunque el autor no conoce
en profundidad la anatomía de las aves, en la mayoría
Fig. 7.13 Al estar constituido por los dos músculos triangulares,
el pectoral mayor y el dorsal ancho, la LASB cuenta con un origen
extenso alrededor del tronco desde la clavícula (1), alrededor de las
costillas hasta la pelvis (5) y la columna torácica (7).
mayor
Dorsal
ancho - -- l - -
Fig. 7.14 El dorsal ancho y el redondo mayor, aunque vienen de la
es palda, están claramente conectados al mismo plano funcional de
miofascia que el pectoral mayor.
Pectoral mayor
(reflejado) - -
-
'"'<
Dorsal ancho
Tabique intermuscular
medial - - - - - - + -..."
8
A
Fig. 7.15 (A) La LASB recorre, a través del tabique intermuscular medial, el borde medial del húmero hasta su epicóndilo medial,
localizado en la cara interna del codo. (8) Disección de la LASB al completo como un meridiano miofascial.
Relináculo flexor
Flexor radial del
carpo - - - --t--m
Flexor largo del
pulgar - -----t1:1u
Palmar
largo
,, ,_.,_____ Flexor
superficial
de los dedos
Tendones del nexor
superficial de los dedos
C'/J~/J'tf----Flexor
Relináculo fiexor
(reflejado)~
~
Tendones del flexor ~
profundo de los
dedos ====~=#===---'
A
Fig. 7 .16 Muchos de los flexores de la mano y la muñeca tienen su
origen en el epicóndilo medial (A), pero todos ellos, incluso aquellos
con distinto origen, forman parte de la LASB (8).
Vaina fibrosa
8
Fig. 7.17 La LASB atraviesa el túnel carpiano y recorre la superficie
palmar de la mano y los dedos.
157
r
:J
(TJ
QJ
tfl
o_
(])
u
'
QJ
1J
o
Fig. 7.18 Disección de la línea posterior
profunda del brazo in situ que muestra
las conexiones desde el romboides y la
escápula hasta el meñique.
de ellas la LASB proporciona tanto la fuerza motriz para
batir las alas como el control de los «alerones» (las plumas
más externas). En un cuadrúpedo, Ja LASB proporciona la
fuerza motriz de las patas delanteras.
teniendo en cuenta la diversidad de usos del miembro
superior en el ser humano, convierten en imprudentes las
generalizaciones.
Línea posterior profunda del brazo
Valoración del estiramiento
de Las Líneas del brazo anteriores
profunda y superficial
Para sentir la diferencia entre las líneas del brazo anteriores profunda y superficial, colóquese en decúbito supino
cerca del borde de una camilla o de una cama dura, y
deje caer el brazo por fuera, con la palma hacia arriba y
el hombro en abducción; esto supone el estiramiento de Ja
LASB y se sentirá en el pectoral mayor o en algún punto
a lo largo del recorrido de esta línea. Para cambiar el estiramiento a la LAPB, gire el pulgar hacia arriba (mediante
la rotación medial del hombro) y a continuación el resto
de los dedos, estirando el pulgar y alejándolo del hombro,
como si alargara el pulgar para agarrar una hoja de papel
situada detrás de usted mientras man tiene el brazo caído
fuera de la camilla. Notará cómo se estira todo el recorrido
de la LAPB hasta el pectoral menor.
También puede colocarse detrás de un modelo, sujetando sus muñecas. Permita que el modelo se incline
hacia adelante desde los tobillos como si fuera a hacer el
salto del ángel, al tiempo que usted contrarresta su pesoasegúrese de que puede sujetar fácilmente al modelo sin
dejarlo caer y tranquilícelo-. Ahora el modelo está colgado de sus líneas del brazo anteriores. Indique al modelo
que rote los húmeros en sentido lateral (pulgares hacia
arriba); a continuación, cójale por las muñecas y deje que
se incline hacia adelante y le comunique dónde siente el
estiramiento. Es probable que sienta el estiramiento en
algún punto de la LASB -desde el pectoral mayor hasta
los flexores de la mano-, lo que puede proporcionarle
una idea de dónde es posible que los tejidos estén acortados o restringidos (DVD ref: Shoulders a nd Arm Lines,
La línea posterior profunda del brazo (LPPB) tiene su origen en las apófisis espinosas de la séptima vértebra cervical y las vértebras torácicas superiores, desde donde se
dirige hacia abajo y hacia fuera con el romboides hasta el
borde vertebral de Ja escápula (fig. 7.18 y DVD rel: Should .
and Arm Lines, 52:03-52:18). Por tanto, el romboides forma
parte de la línea espiral (v. cap ítulo 6) y la LPPB {fig. 7.19 y
DVD ref: Shoulders nnd Arm Lines, 53:18-1 :01:57). La vía fascial se bifurca en el borde vertebral, presentando un interruptor: la línea espiral profundiza hacia Ja escápula con el
músculo serrato anterior (DVD ref: Spiral Line, 16:00- 20:r 1,
mientras que esta LPPB rodea la escápula con el manguito
de los rotadores, específicamente desde el romboides
hasta el infraespinoso, incorporando el redondo menor en
este recorrido (DVD ref: Shoufders and Arm Lines, 1:04: 11:08:10). Estos dos músculos se fijan a Ja siguiente parada
en la región posterior del húmero, en el tubérculo mayor,
contiguo a la cápsula articular.
Otra línea de bifurcación de Ja LPPB comienza en el
lateral de la superficie inferior del occipital con el recto
Redondo menor
17:20-'17:52).
158
A continuación, indique al modelo que rote Jos húmeros
en sentido medial (pulgares h acia abajo) y se incline hacia
adelante mientras usted Je sujeta por las muñecas. Esta
vez, es probable que la estimulación aparezca en alguna
parte de la LAPB, desde el pectoral menor hasta Jos
bíceps y el pulgar, dándole una indicación de dónde trabajar. Las reservas expresadas en estas dos afirmaciones
se derivan de la abundancia de músculos puente que,
Fig. 7.19 La línea posterior profunda del brazo comienza con
el romboides, cuyas hojas fasciales superficiales llegan hasta el
infraespinoso. Esto constituye un interruptor, ya que, como hemos
visto en la línea espiral, el romboides también está conectado bajo
la escápula al serrato anterior (v. fig. 6.4, pág. 133).
e
lateral de Ja cabeza y desciende, con el elevador de Ja
escápula, desde las tuberosidades posteriores de las apófisis transversas (AT) de las primeras cuatro vértebras cervicales (fig. 7.20). La parada distal de esta línea es el ángulo
superior de Ja escápula, justo por encima de la inserción
del romboides, pero estas fibras fasciales se unen a l supraespinoso que recorre la superficie superior de la escápula
por Ja fosa supraespinosa hasta el extremo superior de
Ja cabeza del húmero (DVD ref: Shoulders and Arm lines ,
1:02:00-1:0-l:20). Por tan to, Ja LPPB incluye al menos tres
de los músculos del manguito de los rotadores.
El cuarto músculo del manguito de Jos rotadores, el subescapula r, cubre la cara anterior de la escápula y se dirige
hacia la región anterior de la cabeza del húmero. Aunque,
sin lugar a dudas, está unido a esta línea, es un tanto difícil
justificarlo como una conexión directa de acuerdo con las
reglas de las vías anatómicas (fig. 7.21). La miofascia del
romboides tira claramente de Ja escápula, que está íntimamente conectada al subescapular, pero resultaría muy
difícil establecer una conexión fascial directa entre el romboides y el subescapular. Podemos decir que todo el complejo está conectado mecánicamen te mediante un hueso, Ja
escápula. Sea cual sea nuestra justificación, es evidente que
el subescapular desempeña una función básica en el equilibrio del hombro, por lo que debe considerarse una parte
de Ja LPPB, sigamos o no las reglas (DVD rof: Shouldors and
Arm Line s, 1:08:11- 1:09:57).
Los cuatro músculos del manguito de los rotadores controlan la redonda cabeza del húmero de una forma muy
similar a como los músculos oculares con trolan la órbita
del ojo (fig. 7.22). Según Frank Wilson, autor de Ja deliciosa
Tlie Hmuf:2
El cerebro g11ín el brnzo y el dedo con tn11tn precisió11 co1110
guía el ojo. E11 In órbita y e11 el /Jombro, ojo y 111í111ero so11,
respectiva111e11te, libres de rotnr seg1í11 los pln11os retrofro11tnles
y laternles, y tn111bié11 alrededor de sus propios ejes
/011git11dh1nles. E11 ambos cnsos te11e111os 111úscu/os dispuestos
de 111m1era precisa parn estas accio11es.
A
Fig. 7 .20 Una línea de bifurcación ?lternativa de la LPPB es el
recto lateral de la cabeza, que conduce al elevador de la escápula.
Juntos, estos músculos conectan la cabeza y el cuello con el
supraespinoso en el ángulo inferior de la escápula.
B
Fig. 7.22 Existe un interesante paralelismo muscular entre el
control de la órbita del ojo y el control de la cabeza del húmero.
Trapecio ------n-~
~------Subescapular
Subescapular
Redondo mayor -\-":~~.
Dorsal ancho
A
B
---+-~~
Fig. 7 .21 La segunda vía de la LPPB
está constituida por el complejo del
manguito de los retadores, en el que
se intercala la escápula, incluyendo al
subescapular.
159
1
::::i
CD
OJ
U1
Q_
CD
"""i~~
. ~-~~~~~~~----r ~
1 1~
Músculos Ligamentos colaterales
hipotenares cubitales
---=
-
,..._~
Periostio del
cúbito
Tríceps
=""'\
Redondo
me~
lnfraespinosf
}.
~
Fig. 7.23 La vía de la LPPB correspondiente al manguito de los rotadores se conecta con el tríceps, pero para que esta conexión esté
activa el miembro superior debe estar cerca de la línea horizontal o por encima de ella. La LPPB parte de la inserción del tríceps en el
olécranon del codo, desciende por el periostio del cúbito y cruza el borde externo de la muñeca hasta los músculos hipotenares y el
meñique. Compárese con la figura 7.18.
al meruque (v. fig. 7.23). Los músculos hipotenares forman parte de esta línea (DVD ref: Shoulders and !\rm Li1 s,
1 :13:04-1 :13 :48).
La LPPB, un equivalente aproximado de la línea lateral
en el miembro inferior, trabaja con la LAPB para ajustar el
ángulo del codo, limitar o permitir el movimiento de lado
a lado de la porción superior del cuerpo durante el gateo
y proporcionar estabilidad desde el borde externo de la
mano hasta la región posterior del hombro.
Voltereta de judo
Fig. 7.24 Una voltereta de judo recorre la LPPB en sentido
ascendente. desde la cara externa del meñique hasta el manguito
de los rotadores, antes de continuar por la línea funcional posterior
(v. capítulo 8).
Una voltereta de judo o de nikido recorre la LPPB; comienza
cuando el borde de la mano correspondiente al meñique
toma contacto con el tapiz y pasa a lo largo del cuerpo
del cúbito, el tríceps y la región posterior del hombro
(fig. 7.24). (Una voltereta completa continuará a lo largo d e
la línea funcional posterior -v. capítulos 8 y 10-.) El éxito
de la voltereta exigirá una línea fuerte, completa y redondeada. El hundimiento de cualquier punto a lo largo de la
línea puede conducir a una lesión.
Línea posterior superficial del brazo
160
Del cuerpo del húmero, cerca de la inserción del manguito de los rotadores en la cabeza, y de la cara inferior
de la cavidad glenoidea, cerca de la inserción del redondo
menor, parten las tres cabezas del tríceps braquial, la
siguiente vía de esta línea (fig. 7.23). En un patrón similar
al d e la línea anterior profunda del brazo, cuando el brazo
cuelga, el paso del manguito de los rotadores al tríceps
implica un cambio radical de dirección; sin embargo, con
el hombro en abducción, como en un revés de tenis, ambos
están conectados fascial y mecánicamente. Con el tríceps,
e incorporando el ancóneo en el camino, descendemos
hasta el vértice del codo, el olécranon del cúbito (DVD ref:
Shoulders and Arm Lines, 1 :09:58-1 :11 :16). Para continuar
en línea recta desde aquí, estamos bloqueados si buscamos
una conexión muscular, pero no si buscamos una conexión
fascial: el periostio del cúbito abarca la cara externa del
antebrazo en toda su longitud (DVD re f: Shoulders and Arm
Lines, 1:11:H- 1:13:04) . Al igual que ocurre en la LAPB,
la LPPB está firmemente anclada en la mitad distal del
cúbito, por los mismos motivos de estabilidad.
Una vez que alcanzamos la apófisis estiloides del cúbito
en el borde externo de la muñeca, podemos continuar sobre
la cápsula ligamentosa d e la muñeca, esp ecíficamente sobre
el ligamento colateral cubital, por fuera de los huesos carpianos piramidal y ganchoso y sobre el periostio y los ligamentos que recorren el borde de la mano correspondiente
La línea posterior superficial del brazo (LPSB) tiene su
origen en la extensa banda de las inserciones axiales del
trapecio, desde el reborde occipital hasta la apófisis espinosa de la T12. Estas fibras convergen hacia la espina y
el acromion de la escápula y hacia el tercio lateral de la
clavícula (fig. 7.25 y DVD ref: Shoulders ;:rnd Arm Lim. ,
4 9:25- 53:25).
De hecho, son interesantes las conexiones específicas a
este nivel: las fibras torácicas del trapecio están de alguna
forma conectadas a las fibras posteriores del deltoides;
las fibras cervicales del trapecio se conectan a la porción
media del deltoides, y las fibras occipitales del trapecio
se unen a la porción anterior del deltoides (fig. 7.26 y ove
ref: Shoutders and Arm Lines, 53:27-54:55). Si colocamos la
figura 7.26 sobre un esqueleto se demuestra que la LPSB
discurre desde la región posterior del cráneo, pasando
por la cara anterior del hombro, hasta la región posterior
del miembro superior. Esta situación causa a menudo
confusión, tensión y un mal empleo del área anterior del
deltoides y los tejidos subyacentes si el hombro no está
equilibrado, lo que ocurre a menudo.
Todas estas líneas trapeciodeltoideas convergen en la
tuberosidad deltoidea, donde la conexión fascial pasa bajo
el músculo braquial para fundirse con las fibras del tabique intermuscular lateral (fig. 7.27 y DVD reí: Shoulders anc
Arm Unes, 54:56-55:53).
o
'J
o
Braquial
Tabique intermuscular
lateral
Fig. 7.27 El deltoides se conecta bajo el braquial con el tabique
intermuscular lateral, que desciende hasta el epicóndilo lateral del
húmero.
Fig. 7.25 La línea posterior s uperiicial del brazo comienza con el
complejo trapecio-deltoides.
Deltoides
Tabique intermuscular
lateral
Trapecio
Fig. 7.26 El complejo trapecio-deltoides puede cons iderarse un
voluminoso músculo triangular cuya porción distal se concentra
en la región externa del húmero, desde una extensa inserción a lo
largo de la columna vertebral cervical y torácica.
El tabique, que separa los flexores de los extensores (las
caras «anterior» y «posterior» del brazo), desciende h asta
su inserción distal en el epicóndilo lateral del húmero.
Desde esta parada, la línea continúa directamente sobre
el tendón extensor común, incorporando los múltiples
músculos longitudinales dispuestos por detrás del complejo radio-cúbito-membrana interósea, y pasa bajo el retináculo dorsal hasta el carpo y los dedos (fig. 7.28 y DVD
reí: Shoulders and Arm Lines, 55:53-57:33). Al igual que en
la LASB, los músculos muestran una inversión de la disposición habitual, con los músculos su perficiales controlando
los huesos carpianos de la muñeca, mientras que los músculos p rofund os alcanzan las puntas de los dedos.
La LPSB es una única unidad fascial desde la columna
hasta el dorso de los ded os (fig. 7.29A,B y DVD ref:
Shoulders and Arrn Lines, 57:35-59:00). Esta línea controla el
miembro superior en su limitado movimiento por detrás
de la !mea media lateral, como un revés en el tenis, pero
su función principal es limitar y contener el trabajo de la
LASB. La LPSB también controla la elevación (abducción) del hombro y el brazo, por lo que tiende a asumir un
exceso de trabajo s i la caja torácica o la columna se hunden
o se desliza desde su posición bajo la cintura escapular.
Valoración del estiramiento
de las líneas del brazo posteriores
profunda y superficial
Colóquese en frente d el paciente, sujete sus muñecas e
indíquele que se d eje caer hacia atrás desde s us tobillos
161
mientras le sujeta; el paciente quedará colgando de sus
líneas del brazo posteriores. Si gira las muñecas y los
brazos del paciente en una rotación lateral (palmas hacia
a rriba), el paciente suele sentir el estiramiento (o la restricción) de la LPSB, desde el trapecio hacia afuera mediante
los extensores. Si sujeta sus muñecas y brazos en una
rotación medial pronunciada (pulgares hacia abajo), el
paciente suele sentir el estiramiento de la LPPB a través
del romboides y el manguito de los rotadores por toda la
1
:i
(j)
OJ
(j)
o...
(j)
CT
--,
Q)
f'.l
o
línea (DVD ref: Shoulders and Arm Lines, 17:53-18:27).
Fig. 7.28 Desde el
epicóndilo lateral, el tendón
extensor común üunto con
los demás extensores, más
profundos) lleva la LPSB
hasta el dorso de la mano.
La abundancia de «generalmente» y «probablemente»
en este ejercicio se debe al número de músculos puente
presentes en los miembros superiores (v. «Discusión 2»
sobre puentes, más adelante). Si el paciente no siente el
estiramiento en las áreas mencionadas, será necesario
prestar a tención a los puntos donde sienta un estiramiento
excesivo; trabajar para conseguir una mayor longitud en
estas áreas suele devolver al paciente el patrón «normal»
que acabamos de definir (una vez más «generalmente»,
A
B
e
Fig. 7.29 Disección de la LPSB. (A) Se ha desinsertado el trapecio de las apófisis espinosas y de una pequeña inserción inusual en el occipital.
Se ha mantenido la conexión fascial sobre la espina de la escápula, al igual que la fuerte conexión fascial entre el deltoides y el tabique
intermuscular lateral y, por último, la conexión con el grupo extensor sobre la superficie del epicóndilo lateral. Puede observarse el retináculo
extensor cubriendo los tendones de los extensores, que se retiraron de los dedos. (B) Esta muestra se ha colocado sobre un esqueleto artificial.
(C) Disección de tejido fresco de la LPSB que muestra las mismas conexiones, pero con los músculos del antebrazo separados para mayor
claridad. (Fotografías y disección por cortesía de Laboratories of Anatomical Enlightenment.) (DVD ref: Early Dissective Evidence)
162
ya que los patrones derivados de su profesión pueden ser
muy poderosos y mantener el patrón de tensiones de Jos
miembros superiores).
En el brazo, las cuatro líneas rodean el húmero, las dos
líneas superficiales con una mayor representación fascial y
las dos líneas profundas más musculares (fig. 7.30).
En el antebrazo y la mano, la disposición sigue siend o
la misma, pero Ja expresión se invierte: las dos líneas
superficiales incluyen múltiples músculos, mientras
que las dos líneas profundas están compu estas casi
exclusivamente por fascia (fig. 7.31). En la mano, los
músculos de las dos líneas superficiales se vuelven más
tendinosos (aunque en nuestro planteamiento podrían
incluirse algunos músculos intrínsecos de la mano). Las
dos líneas profundas incluyen los músculos tenares e
hipotenares, que cubren el retináculo flexor, tal y como se
ha descrito.
Síntesis: alternancias de fascia
y músculo
Así se disponen las cuatro líneas del brazo a lo largo de las
distintas regiones del miembro superior. En el hombro, las
líneas están claramente dispuestas en un plano superficial
y un plano profundo en Ja región anterior y en Ja región
posterior de la caja torácica, y es de esta disposición de
donde derivan sus nombres (v. fig. 7 .3).
1
:J
([)
QJ
tn
Q_
([)
u
-¡
QJ
1J
o
ANTERIOR
Bíceps y flexores
Linea anterior
profunda del brazo
LATERAL
-t-;>;,-----Linea anterior
superficial del brazo
Tabique medial
Linea posterior
superficial del brazo
Tabique lateral ---m-rn-·-
MEDIAL
Fig. 7.30 En el
brazo, las dos líneas
profundas son
musculares y las
líneas superficiales
son exclusivamente
fasciales.
-N.:++---Linea posterior
profunda del brazo
Tríceps
POSTERIOR
ANTERIOR
Linea anterior
profunda del brazo
Periostio del radio --Tit-~J
/ff---:.JFJ-:-1--- -- Linea posterior
profunda del brazo
Periostio del cúbito
LATERAL
A
MEDIAL
Linea posterior superficial del brazo
Grupo extensor
Linea anterior
superficial del brazo
Túnel carpiano----,,:§.~-:,?"~~~;;;¡~~
1•Hi-- - - -Linea anterior
profunda del brazo
Linea posterior
profunda del brazo
B
Linea posterior superficial del brazo
Grupo extensor
POSTERIOR
Fig. 7.31 En el
antebrazo, las dos
líneas superficiales
son musculares,
mientras que las
líneas profundas son
puramente fasciales.
163
l
:J
CD
QJ
(j)
o..
CD
u
-¡
QJ
l'J
o
Esto nos lleva a una imagen frágil, pero que de todos
m odos merece la pena reseñar. Ambas líneas superficiales, Ja anterior y Ja posterior, son musculares alrededor del
hombro (trapecio, dorsal, pectoral y deltoides), presentan
un tabique fascial en el brazo, flexores y extensores musculares en el antebrazo, y tendones fasciales en la muñeca
y l a mano (DVD ref: Shoulders and Arm Unes, 14:35- 15:17).
En el hombro, las dos líneas d el brazo profundas son
más fasciales que sus h omólogas superfici ales (aunque
cu entan con músculos estabilizadores, como el manguito
de Jos rotadores, el elev ador de la escápula, el romboides,
el pectoral menor y el subclavio). En el brazo, estas líneas
profun das tienen un gran componente muscular, con el
tríceps y el bíceps; en el antebrazo, se refugian de nuevo
en la estabilidad fascial a lo largo de los huesos, pero en
Ja mano se transforman en muscul ares, con los músculos
tenares e hipotenares de la base de l a m ano.
Por lo general, esta alternancia se corresponde con los
distintos tipos de articulaciones del miembro superior:
por un l ado, aqu ellas que cuentan con un amplio grado de
libertad, como el hombro y la articulación radiocubital; por
otro, aquellas más limitadas, con movimiento de bisagra,
corno el codo y la muñeca. Dado que el miembro superior
está orientado m ás a Ja mov ilidad que a la estabilidad, esta
idea exige de nuevo multitud de adjetivos calificativos y
excepciones.
Fig. 7.32 La escápula es una roundhouse con múltiples vectores
de tracción que compiten entre sí.
Discusión 1
Posición de la escápula y equilibrio postural
La movilidad de la escápula (en comparación con el hueso coxal,
más fijo) es crucial para las múltiples funciones que cumplen
nuestros brazos y manos. La clavícula tiene un movimiento limitado y su función principal es mantener alejado el brazo de las
costillas en la región anterior (una necesidad exclusiva de los
primates, ya que la mayoría de los cuadrúpedos prefieren que
la artic ulación del hombro esté cerca del esternón bajo una caja
torácica proporcionalmente más estrecha).
Mientras que nuestra clavicula constituye un soporte bastante estable, nuestro húmero permite el más amplio rango de
posibilidades gracias a su cabeza redondeada. Es la escápula la
que debe mover la cavidad glenoidea para mantener la coordinación entre los dos y controlar los cambios de posición del brazo,
al tiempo que conserva cierta estabilidad en el esqueleto axial.
Encontrar el lugar apropiado para la escápula, una posición neutra donde tenga las máximas posibilidades de movilidad en respuesta a nuestros deseos, es un objetivo importante de la terapia
manual y de movimiento.
Comprender cómo se equilibran los músculos que rodean la
roundhouse de la escápula nos ayudará en este esfuerzo, especialmente si nos concentramos en la .. escapular. Observando
la escápula humana desde detrás, vernos los distintos vectores
que tiran de ella prácticamente en todas las direcciones (fig. 7.32
o una explicación más detallada en DVD ref: Shoulders and
Arm Unes, 06:22- 12:59).
Entre estos, cuatro destacan en la determinación de la estabilidad de la escápula y de la posición de esta en la postura;
los cuatro forman una uXn. Un brazo de esta ..x.. está formado
por los músculos serrato y romboides, descrito por primera vez
con la línea espiral (LE) (v. capítulo 5). Mientras que en la LE el
romboides y el serrato anterior colaboran, estos músculos tienen
acciones opuestas en lo que a la posición de la escápula en las
líneas del brazo se refiere (fig. 7.33) . El serrato tira de la escápula
desde delante hacia abajo y hacia fuera; el romboides tira de ella
desde atrás hacia arriba y hacía dentro. Un serrato acortado de
forma crónica (ubloqueo corten) tirará de la escápula sobre la
región posterior de la caja torácica, provocando que el romboides se distienda («bloqueo largo ..). Este patrón suele acompañar
a la cifosis de la columna torácica. Cuando el romboides está
en bloqueo corto, circunstancia q ue suele acompañar a un
déficit de curvatura torácica (espalda plana), el serrato estará en
x..
164
Fig. 7.33 La disposición complementaria dei serrato anterior y el
romboides en un brazo de la .. escapular les otorga un papel crucial
en la determinación de la posición de la escápula en la postura.
x..
bloqueo largo y la escápula se localizará más cerca de las apófisis espinosas.
El otro brazo de la .. está formado por la porción inferior del
trapecio, que tira de la espina de la escápula en dirección medial
e inferior, y por el pectoral menor, que tira de la apófisis coracoides en la misma dirección y, en consecuencia, tira de la escápula
en dirección superior y lateral (fig. 7.34). Esta relación antagónica
casi siempre se presenta con el pectoral menor en bloqueo corto
y la porción inferior del trapecio en bloqueo largo; el resultado
será una inclinación anterior de la escápula sobre las costillas. Tenga en cuenta que esta inclinación anterior puede verse
enmascarada por una inclinación posterior de la caja torácica;
aunque el aspecto final sea el de una escápula vertical, el patrón
subyacente permanece y será necesaria la elongación del pectoral menor para tratar ambas inclinaciones {fig. 7.35).
x..
Discusión 2
Puentes
Aunque las líneas descritas aquí son muy lógicas, y ciertamente
muy útiles en la práctica, la amplia capacidad rotatoria del
A
A
B
Fig. 7.34 El otro brazo de la
. x.. escapular está formado
por una conexión mecánica
a través de la escápula
entre la porción inferior del
trapecio, en la espalda (A),
y el pectoral menor, en el
tórax (B).
Fig. 7 .35 La inclinación de la escápula debe medirse en relación con
la caja torácica. Si la caja torácica presenta una inclinación posterior
(un patrón postura! habitual en el mundo occidental), la escápula
puede tener un aspecto vertical con respecto al suelo, pero presentar
en realidad una inclinación anterior con respecto a la caja torácica, lo
que implica un acortamiento del pectoral menor. Tanto (A) como (B)
muestran una inclinación anterior de la escápula en relación a la caja
torácica; será necesaria la elongación del pectoral menor en ambas.
hombro, el antebrazo y la mano exige un cierto número de 0 cambios de vía" o puentes que difuminan la clara distinción de las
líneas del brazo, pero que proporcionan posibilidades adicionales de mo-vilidad y de estabilidad durante el movimiento (OVC.
1 • h oul11ér., nn 11 rm Lint>:.. 15:1 6-- 15:3 ).
Las dos cabezas del blceps braquial nos ofrecen un ejemplo
de un puente entre lineas. Hasta ahora sólo hemos mencionado la
conexión que la cabeza corta establece entre la apófisis coracoides y el ligamento radial, lo que se ajustaba a nuestros propósitos
para la LAPB. Sin embargo, la cabeza larga pasa por la corredera
bicipital hasta el extremo superior de la cavidad glenoidea de la
escápula, y de esta forma se une mecánicamente con el supraespinoso del manguito de los rotadores y con el elevador de la
escápula; o, en nuestro lenguaje, conecta la LAPB con la LPPB
(fig. 7.36).
Además de las dos cabezas que le dan su nombre, el bíceps
también tiene dos upiesu, y este pie adicional constituye otro
puente. Además del ligamento radial, el extremo distal del bíceps
luce la curiosa aponeurosis bicipital que se entrelaza con el grupo
flexor, y de esta forma conecta la LAPB con la LASB (fig. 7.37).
Esta estructura, junto con la cuerda oblicua dispuesta entre el
cúbito y el radio, nos permite transportar peso en los brazos casi
exclusivamente mediante las conexiones miofasciales existentes
entre la escápula y los dedos, sin someter a los delicados codos
ni a las articulaciones radiocubitales a una tensión indebida.
Otro puente amplía esta función de transporte de pesos.
Cuando transportamos un objeto a nuestro lado, como una
maleta, el peso lo soportan fundamentalmente los dedos doblados mantenidos por los flexores de la LASB (y reforzados por el
pulgar de la LAPB). Sin embargo, la tensión generada por este
peso no se transmite al epicóndilo medial ni al resto de la LASB.
En su lugar, se ve interceptada por la aponeurosis bicipital y
transmitida al bíceps; de esta manera se desvía la tensión del vulnerable codo hacia la LAPB. En el extremo superior de la cabeza
corta del bíceps, la tensión se transmite hacia arriba, a la altura
de la apófisis coracoides, hacia el ligamento coracoclavicular, y
de ahí a la clavícula, donde la porción clavicular del trapecio la
recoge (y la transmite a la LPSB), lo que lleva la tensión al occipital -frecuente punto de cefaleas en aquellos que se aventuran
a transportar un objeto pesado en un solo lado- (fig. 7.38 y 0 1 D
r !: h. 111 J, r m1d rm Lin s, 15· J-11:0'3). (La necesidad de
contrarrestar esta tensión en el otro lado también puede llevar
a tensión y dolor en el lado opuesto del cuello o en la columna
lumbar, especialmente para aquellos que no tienen práctica. Los
porteadores experimentados de cargas asimétricas, como los
carteros, distribuirán la carga por toda su estructura, con mayor
o menor éxito.)
Por lo tanto, la liberación de las estructuras superiores de la
LAPB formará parte de la estrategia para aliviar la postura de
cabeza adelantada o la hiperextensión de la columna cervical
superior, especialmente en aquellos que habitualmente transportan cargas importantes.
A nivel distal, el deltoides se inserta contra el músculo braquial. Si tomamos este interruptor en lugar de la conexión
estándar de la LPSB entre el deltoides y el tabique intramuscular
lateral, tenemos una conexión entre la LPSB y la LAPB (fig. 7.39).
El músculo redondo mayor, que incluimos con el dorsal ancho
en la LASB, es en realidad un puente entre la escápula (y, por
B
o
165
Supraespinoso
Región superior
del trapecio---------~
Deltoides
l +Hf+--""++r---f-
i
Bíceps
A
Fíg. 7.36 Existe una conexión mecánica entre el supraespinoso y la
cabeza larga del bíceps cuando el brazo está en abducción, lo que
establece un puente entre la LPPB y la LAPB.
Fig. 7.38 Con el brazo colgando, la continuidad miofascial
asciende desde la mano por la cabeza corta del bíceps, el
ligamento coracoclavicular y el trapecio, hasta llegar al occipucio.
Tabique
intermuscular
lateral ----~-1-~11.
..,,,..--+-- - Tendón del blceps braquial
- ----Aponeurosis bicipital
166
Fig. 7.37 El segundo tendón del bíceps braquial, al conectarse a
la fascia de los flexores del antebrazo, constituye un enlace entre la
LAPB y la LASB.
Fig . 7.39 La fascia d el deltoides se continúa con una porción del
braquial, conectando la LPSB con la LAPB.
tanto, la LPPB) y la LASB, con su inserción distal en la superficie
anterior del húmero (v. fig. 7.14).
El braquiorradial parte del tabique intermuscular lateral y se
dirige hacia el radio, estableciendo de esta manera otra conexión
entre la LPSB y la LAPB (fig. 7.40). Puede decirse que el pronador redondo establece el mismo tipo de conexión entre la LAPB
y la LASB.
Por último, los músculos largos del pulgar, los abductores y
los extensores largos y cortos, se extienden desde el periostio
del cúbito hasta la superficie dorsal del pulgar y, por lo tanto,
puede decirse que conectan la LPPB y la LPSB.
Cada minuto, los miembros superiores establecen otras
conexiones entre las líneas para acomodarse a los movimientos
cambiantes y a las tensiones que se ejercen sobre el complejo
hombro-brazo. Sin embargo, esto no altera el valor intrlnseco
de las conexiones que hemos descrito en los cuatro meridianos
rniofasciales oficiales de los miembros superiores.
Discusión 3
Comparación de las líneas de los miembros
superiores e inferiores
El lector atento se habrá dado cuenta de que las cuatro líneas
del brazo gozan de cierta semejanza con cuatro de las líneas que
discurren por los miembros inferiores. (No se ha encontrado en el
Pronador redondo
Fig. 7.40 El braquiorradial y el pronador redondo están coneclados
al periostio radial, tendiendo puentes desde la LPPB y la LASB
respectivamente hasta la LAPB.
brazo una correspondencia a la línea espiral con utilidad clínica.)
Aunque los miembros inferiores y los miembros superiores
son funcionalmente diferentes, las similitudes estructurales recomiendan una comparación, y los resultados son ciertamente
sorprendentes.
La correspondencia entre los miembros superiores e inferiores
en la estructura esquelética es inequívoca: una cintura unida al
esqueleto axial (pélvica y escapular), seguida de una enartrosis,
un hueso en la parte superior del miembro, una bisagra, dos huesos en la parte inferior, tres huesos en la primera línea de la parte
distal del miembro, cuatro huesos en la segunda línea y cinco
dedos, cada uno de ellos con 14 huesos.
Dejando a un lado la similitud ósea (curiosa si tenemos en
cuenta que los miembros superiores e inferiores han evolucionado en momentos diferentes y con distintos propósitos), los
músculos también presentan interesantes correspondencias; por
ejemplo, los isquiotibiales equivaldrían a los bíceps, y los abductores se han denominado a menudo el udeltoides de la cadera ...3
A pesar de estos vínculos obvios, las disposiciones lineales de las vías de los meridianos miofasciales no son en absoluto paralelas entre los miembros superiores e inferiores. Por un
lado, el motivo tiene que ver con su desarrollo: todos los miembros nacen del lateral del embrión, pero en el desarrollo subsiguiente las piernas sufren una rotación medial sobre el tronco,
mientras que el hombro sufre una rotación lateral. Así, cuando
adoptamos la posición fetal, los codos y las rodillas tienden a
encontrarse. Puede comprobarlo usted mismo apoyándose en
las manos y la región metatarsiana de los pies y, a continuación,
flexionando tanto codos como rodillas. Las rodillas se desplazarán hacia delante; tal vez un poco hacia dentro o hacia afuera,
dependiendo de sus patrones, pero fundamentalmente hacia sus
brazos. Los codos se flexionarán en sentido contrario, hacia las
piernas -de nuevo, es posible que también se flexionen hacia
fuera, dependiendo de sus hábitos, pero fundamentalmente
lo harán hacia las piernas-. Mantenga las manos en el suelo e
intente girar los codos tratando de asemejarlos a las rodillas y
comprobará la imposibilidad de colocar sus brazos en una posición paralela a la de las piernas.
Por otro lado, la falta de correspondencia es un testimonio
de la maleabilidad y la plasticidad de las conexiones fasciales
del cuerpo. Los paralelismos óseos permanecen, los paralelismos musculares también, pero las conexiones longitudinales
de la fascia han cambiado con el paso del tiempo. Las extensiones laterales de la columna de una salamandra presentan un
conjunto de meridianos miofasciales diferente al de las patas
delanteras y traseras del perro o el oso, y, de nuevo, diferente al
miembro superior, único, del Hamo faber.
Nuestra propia pierna es bastante similar a la pata trasera
de un cuadrúpedo, con ciertas licencias por la distinta disposición de la columna y la cadera, pero la estructura y la función de
movilidad la asumen las líneas anterior y posterior, y la estabilidad, las líneas interna y externa. Sin embargo, el brazo del primate sufrió algunos cambios decisivos, supuestamente durante
la fase arbórea de nuestros antecesores, que convirtieron en
únicas sus conexiones longitudinales. Es, por tanto, un ejercicio
útil (aunque quizás tan sólo para los más entusiastas de la anatomía) marcar las diferencias entre cada una de las secciones de
los dos miembros.
Comparando la mano y el pie en primer lugar, podemos ver
fácilmente que existe un paralelismo entre los laterales, pero que
las caras anterior y posterior están invertidas (fig. 7.41A). La línea
anterior profunda del brazo se conecta en el borde interno con el
pulgar, mientras que la linea frontal profunda de la pierna (aún
por describir, capítulo 9) se conecta con la parte medial del arco
longitudinal y con el primer dedo. La línea posterior profunda del
brazo se conecta con el dedo meñique, mientras que la línea
lateral se conecta con la parte lateral del arco longitudinal y con
el quinto metatarsiano.
Resulta fácil establecer el paralelismo entre la línea frontal
superficial de la pierna, que contiene los extensores de los dedos
y el tobillo, con la línea posterior superficial del brazo, que contiene los extensores de los dedos y la muñeca. La línea posterior
superficial de la pierna, que flexiona los dedos y los tobillos, se
corresponde a este nivel con la línea anterior superficial del brazo
que curva los dedos.
En el antebrazo, estos paralelos continúan, con la excepción de que la linea lateral se conecta al peroné mediante los
peroneos, mientras que la línea posterior profunda del brazo se
conecta al equivalente de la tibia, el cúbito (fig. 7.418). En la
167
r
m
Q;
_;
U1
._,
-¡
O>
N
o
A
B
t--+-- -1--
- - 1 - LAPB
LL -+---1 ---~
e
Fig. 7.41 (A) En la mano, las líneas profundas del brazo se corresponden con las lineas lateral y medial del pie (línea frontal profunda,
LCFP), pero las lineas anterior y posterior están invertidas. (B) En el antebrazo, la inversión de las líneas anterior y p osterior continúa, pero
la línea medial va hacia el "peroné" del antebrazo, mientras que la Hnea lateral va hacia la «tibia» del antebrazo, el cúbito. (C) En el brazo,
las lineas superficial y profunda intercambian sus posiciones -el cuádriceps y los isquiotibiales de las líneas frontal y posterior del muslo (la
LFS y la LPS}- se corresponden con las líneas más profundas del brazo -el bíceps de la LAPB y el tríceps de la LPPB-.
pierna, la línea frontal profunda se conecta a la tibia, diseñada
para soportar el peso, mientras que la línea anterior profunda del
brazo está anclada de forma inextricable al radio, más orientado
a la movilidad. También se puede apreciar que, en la pierna, sólo
el gastrocnemio, el poplíteo y el plantar cruzan la rodilla; el resto
de los músculos responsables del movimiento del pie están confinados en la pierna, mientras que muchos de los músculos de la
LASB y la LPSB cruzan el codo, a pesar de que no están diseñados para actuar especialmente sobre él.
Para cuando alcanzamos el brazo y el muslo, la mayor parte
de los paralelos giran en espiral fuera de control (fig. 7.41C).
A este nivel, encontramos que la línea frontal superficial del muslo
(fundamentalmente el cuádriceps) equivale a la línea posterior profunda del brazo (el tríceps). La linea posterior superficial (el bíceps
femoral y los demás isquiotibiales} se corresponde con la línea
anterior profunda del brazo (el biceps braquial y sus compadres
subyacentes). La línea lateral del muslo (tracto iliotibial) se puede
comparar con la línea posterior superficial del brazo (tabique intermuscular lateral), y la línea frontal profunda (músculos aductores
y los tabiques asociados) es relativamente fácil de equiparar a la
linea anterior superficial del brazo (tabique intermuscular medial).
168
En la comparación entre el hombro y la cadera, la correspondencia se diluye aún más, pero la línea lateral (abductores) sigue
equiparándose claramente a la línea posterior superficial del
brazo (deltoides). Curiosamente, la línea frontal profunda de la
pierna -el psoas y otros flexores- puede compararse a la línea
anterior superficial del brazo en que el pectoral mayor y el dorsal
ancho, al igual que el psoas, conectan el esqueleto axial con el
hueso proximal del miembro a través de una enartrosis, aunque
una observación más detallada nos desvela que los paralelismos
comienzan a desvanecerse.
La línea posterior profunda del brazo (desde el romboides hasta
el manguito de los retadores) puede compararse con la vía desde
el cuadrado lumbar hasta la conexión iliaca, donde el ilíaco equivaldría al subescapular, convirtiendo al glúteo menor en el infraespinoso del miembro inferior. No obstante, puede formularse otro
argumento a favor de la similitud entre el manguito de los retadores y los retadores laterales profundos del muslo (técnicamente
parte de la línea frontal profunda y en la práctica parte de una
"linea posterior profunda" inexistente).
La línea anterior profunda del brazo (bíceps-pectoral menor)
guarda una cierta semejanza con la línea posterior superficial en
el muslo (bíceps femoral-ligamento sacrotuberoso), aunque también posee elementos de la línea frontal profunda (su proximidad
al paquete neurovascular y al claro paralelismo entre el aductor
mayor y el coracobraquial).
El largo e intrincado camino de la evolución y la torsión de los
miembros superiores e inferiores que tiene lugar durante el desarrollo fetal han servido para difuminar cualquier correspondencia
unívoca entre las lineas de unos y otros miembros, ya que en cada
uno de ellos se han establecido conexiones cinéticas distintas.
Dicho esto, la línea lateral se corresponde con la línea posterior
superficial del brazo por encima del codo y con la linea p osterior
profunda del brazo por debajo. La línea frontal profunda equivaldría a una combinación de las líneas del brazo anteriores superficial y profunda por encima del codo y a la línea anterior profunda
del brazo por debajo. La línea frontal superficial se corresponde con la línea posterior profunda del brazo por encima del codo y
con la línea posterior superficial del brazo por debajo. La línea
posterior superficial equivale a la línea anterior profunda del brazo por encima del codo y a la línea anterior superficial del brazo
por debajo. Dadas las similitudes de la estructura esquelética y
muscular, las diferencias en las conexiones fasciales longitudinales
son bastante llamativas y sorprendentemente complejas; mi enhorabuena a todo aquel lector que haya logrado atravesar todo este
laberinto y llegar al final de este capítulo. En el siguiente capítulo
nos centraremos en las extensiones de las líneas del brazo por el
tronco, considerablemente más simples.
Bibliografía
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Joumal of Bodywork and MovementTherapies 2007; 11(1):3-8.
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Books; 1998.
3. Myers T. J-langing around the shoulder. Massage Magazine
2000 (April-May). Also available in Borly-', self-published in
2004 and available via www.n11nlo111ytrni11s.co111
169
A
B
. . 8·1 Líneas func10
. nales fronta1 Y posterior.
F1g
Líneas funcionales
Visión general
Las líneas funcionales (fig. 8.1) prolongan las líneas del
brazo por la superficie del tronco hasta la pelvis y el
miembro inferior del lado contrario (o desde el miembro
inferior a través de la pelvis hasta la caja torácica, el
hombro y el miembro superior del lado opuesto, ya que
nuestros meridianos discurren en ambos sentidos).
Estas líneas se denominan líneas ufuncionalesu porque,
a diferencia de las demás líneas, se emplean con poca
frecuencia para regular la postura en bipedestación. En
su lugar, se movilizan durante la actividad deportiva o
cualquier otra actividad donde uno de los complejos
apendiculares estabilice, contrarreste o impulse a su
homólogo del lado contrario {fig. 8.2 y tabla 8.1); por
ejemplo, en un lanzamiento de jabalina o de una pelota de
béisbol, donde el deportista se impulsa con la pierna y la
cadera izquierdas para imprimir más velocidad al objeto
que lanza con la mano derecha (fig . 8.3).
Función postural
Como ya hemos dicho, estas líneas tienen menor participación en la postura de bipedestación que cualquier otra de
las discutidas en este libro. Están constituidas en su mayor
parte por músculos superficiales, cuyo empleo en las actividades cotidianas es tan frecuente que sus posibilidades
de adquirir rigidez o acortarse a nivel fascial para mantener la postura son mínimas. Si alteran la postura global,
lo hacen generando el acercamiento de un hombro a la
cadera del lado opuesto, bien a través de la región anterior, bien de la posterior. Aunque, desde luego, este patrón
no es infrecuente, especialmente a través de la región anterior, la causa suele residir en la línea espiral o en los planos
más profundos. Una vez equilibradas estas otras estructuras fasciales, las líneas funcionales suelen volver a su sitio
sin provocar problemas significa tivos.
Sin embargo, estas líneas desempeñan una importante
función estabilizadora en otras posturas distintas a la
bipedestación en reposo. En muchas posturas de yoga o
en cualquier postura que requiera la estabilización de la
cintura escapular (p. ej., cuando trabajamos por encima
de la cabeza), estas líneas transmiten la tensión en sentido
descendente o proporcionan la estabilidad necesaria para
fijar la base de soporte del miembro superior. De forma
similar, aunque con menos frecuencia, pueden utilizarse
para proporcionar estabilidad al miembro inferior o contrarrestar el trabajo de este miembro, como cuando se le da
una patada a un balón.
Sólo existe un patrón habitual de compensación postura! asociado a las líneas funcionales, y es Ja rotación
preferente. Esta suele estar asociada al uso preferente de
una mano o a una actividad específica repetida a menudo,
como una tendencia deportiva en la que se acerque un
hombro a la cadera del lado opuesto. Este patrón afecta a
las cuatro líneas funcionales e implica a la línea lateral o
espiral.
Función de movimiento
Estas líneas nos permiten aplicar una potencia adicional
y mayor precisión a los movimientos de los miembros, al
prolongar la palanca del miembro superior mediante su
conexión con la otra cintura del miembro opuesto. Así,
el peso de los brazos puede emplearse para imprimir un
mayor impulso a una patada y el movimiento d e la pelv is
contribuye a potenciar un revés con la raqueta. Aunque
cuando consideramos estas líneas pensamos en sus aplicaciones deportivas, su uso más cotidiano pero esencial es el
equilibrio contralateral entre el hombro y la cadera en cada
paso de nuestra marcha.
Las líneas funcionales se presentan en el cuerpo como
espirales y siempre trabajan con patrones helicoidales.
Pueden considerarse suplementos apendiculares de la
línea espiral o, tal y como se ha comentado, prolongaciones de las líneas del brazo en el tronco. Durante la actividad, las líneas de tensión cambian constantemente, y las
líneas que se describen a continuación son u n compendio
de un momento central en la interacción de las fuerzas.
Descripción detallada de las líneas
funcionales
Línea funcional posterior
La línea funcional posterior (LFP) tiene su origen (a efectos
de su análisis; en la práctica está conectada con las líneas
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Tabla 8.1 Líneas funcionales: «vías» miofasciales y
/
«paradas" óseas (fig. 8.2)
Paradas óseas
Vías miofasciales
Linea funcional posterior
Cuerpo del húmero 1
2
3
4
Sacro 5
6
Cuerpo del fémur 7
8
Rótula 9
1O
Dorsal ancho
Fascia toracolumbar
Fascia sacra
Glúteo mayor
Vasto lateral
Ligamento rotuliano
Tuberosidad tibia! 11
A
Linea funcional frontal
Cuerpo del húmero 1
2
Cartílagos de la quinta y 3
sexta costillas
4
Espina y sínfisis púbica 5
6
Linea áspera del fémur 7
Borde inferior del pectoral mayor
Vaina lateral del recto del
abdomen
Aductor largo
B
Fig. 8.3 Las líneas funcionales añaden la potencia del impulso y la
musculatura del tronco a la fuerza de los miembros, estabilizados
por la cintura contralateral. En este ejemplo, a medida que se
lleva el brazo hacia atrás para lanzar la jabalina, la linea funcional
posterior derecha se contrae. al tiempo que la línea funcional frontal
derecha se estira y se prepara para la contracción. Durante esta
maniobra, la LFF izquierda está ligeramente acortada y la LFP
izquierda ligeramente estirada. Cuando se lanza la jabalina, estas
condiciones se invierten: la LFF derecha se contrae, la LFP derecha
se estira, y sus homólogos del lado izquierdo intercambian sus
papeles como estabilizadores.
Fíg. 8.2 Vias y paradas de las líneas funcionales.
172
posterior profund a o anterior superficial de los brazos,
dependiendo de la acción específica) en la inserción distal del dorsal ancho (v. fig. 8.1A). Discurre en sentido descendente un poco por debajo del centro aproximado del
despliegue del músculo, uniéndose a las hojas de la fascia
toracolumbar.
La LFP atraviesa la línea media aproximadamente a la
altura de la articulación lumbosacra, recorriendo la fascia sacra para conectarse con las fibras inferiores (sacras y
sacrotuberosas) del glúteo mayor del lado opuesto.
Las fibras inferiores del glúteo mayor discurren bajo el
borde posterior del tracto iliotibial (TIT) y, por tanto, bajo
la línea lateral, para insertarse en el borde posterolateral
del fémur, aproximadamente en el primer tercio del cuerpo del fémur. Si continuamos en la misma dirección, encontramos las fibras fasciales q ue conectan el glúteo y el vasto
lateral, que a su vez nos conecta a través del tendón del
cuádriceps con la rótula, conectada a la tuberosidad tibia!
mediante el ligamento rotuliano. Aunque hemos decidido
finalizar el análisis de la línea aquí, una vez alcanzada la
tuberosidad tibia! podríamos continuar en sentido descendente hasta la parte medial del arco longitudinal mediante
el tibia! anterior y la hoja anterior de la fascia profunda
de la pierna (tal y como hemos discutido en el capítulo 4
sobre la línea frontal superficial [LFS]).
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Línea funcional frontal
La línea funcional frontal (LFF) tiene su origen aproximadam ente en el mismo sitio que su h omóloga, en la inserción distal del pectoral mayor en el húmero, y recorre
las fibras inferiores de ese músculo hasta su origen en la
quinta y la sexta costillas (v. fig. B.18). Dado que la fascia
clavipectoral, en la que se incluye el pectoral menor, también está conectada a la quin ta cos tilla, la LFF puede considerarse una extensión tanto d e la línea an terior p r ofunda
del brazo como de la sup erficial.
Las fibras del pectoral forman una con tinuidad fascial con la aponeurosis abdominal que conecta el oblicuo
externo y el recto del abd om en; la línea básicamente r ecorre el borde externo del recto o el borde interno de la fascia
del oblicuo hasta el pubi s. Tras atravesar el hueso pubis
y el fibrocartílago d e la sín fisis púbica, aparecemos en el
lado opuesto con el recio tendón del adu ctor largo que discurre hacia abajo, hacia fuera y hacia atrás p ara insertarse
en la línea áspera de la cara posterior del fémur.
Desde la línea áspera, p odemos imaginar una conexión
con la cabeza corta del bíceps y, por tanto, con el compartimento lateral de la pierna y l os peroneos (línea espiral , v.
capítu lo 6, pág. 139). Sin embargo, esto implicaría pasar a
través de una lámina interpuesta, el aductor mayor, lo que
va en contra de las reglas de las vías anatómicas. En consecuencia, terminaremos la LFF en la línea áspera, al final
del aductor largo (v. fig. 2.6).
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Fig. B.4 La línea funcional
frontal en un servicio de tenis.
Cuanto más vertical y más fuerte
sea el saque, mayor será la
participación de la línea frontal
superficial en el impulso de la
pelota.
Discusión 1
Fuerzas cambiantes
Nuestra descripción de estas lineas precisó distintos análisis,
no sólo por las diferencias individuales, sino también porque los
movimientos que se generan a lo largo de estas líneas a menudo
se transmiten a través de los abanicos musculares y las hojas
fasciales. En otras palabras, llevar hacia atrás una jabalina para
su lanzamiento atravesará exactamente la LFP sólo un instante,
ya que la fuerza se transmitirá desde el borde externo del dorsal ancho hasta su borde interno superior. Del mismo modo, el
lanzamiento de la jabalina un segundo después generará el
desplazamiento de las fuerzas a través de los abanicos de la LFF
de los pectorales, los oblicuos del abdomen y los músculos de la
región interna del muslo (v. fig. 8.3).
Ilustremos la versatilidad de estas lineas con una volea de
tenis. El servicio implica el paso de una tracción repentina a lo
largo de la LFF; esta afectará principalmente al pectoral mayor
(aunque es posible que afecte también al pectoral menor en su
conexión con los músculos abdominales), c uya violenta contracción contribuye a la fuerza del saque y a la expulsión del aire y
la emisión del sonido que a menudo le acompaña, y alcanzará
finalmente al aductor largo o a sus vecinos, cuya acción evitará
que los abdominales tiren hacia arriba del hueso pubis (fig. 8.4).
El golpe del resto un momento después puede ser una derecha paralela, con el brazo extendido relativamente horizontal
desde el hombro. En ese caso, la conexión ascendería por la
linea anterior superficial del brazo desde la palma que sujeta la
raqueta y pasaría a través del tórax desde un pectoral hasta el
pectoral y la línea anterior superficial del brazo del lado opuesto
(fig. 8.5). Durante este golpe, esta conexión puede sentirse a
través del tórax o puede observarse en el movimiento del brazo
opuesto hacia delante para contribuir a impulsar la pelota.
El revés necesario poco después podría pasar de un dorsal
ancho a otro a lo largo de sus bordes superiores (fig. 8.6). Una
derecha con efecto lateral puede transmitirse por el cuerpo, especialmente por la línea espiral, hasta la espina anterior de la cadera
del lado opuesto. La figura 8.7 muestra otra alternativa que cruza
desde la linea espiral hasta la LFF. Un revés alto para devolver
una volea puede exigir la participación de todo eí dorsal ancho.
El resto de la volea podría transmitirse en diagonal hacia abajo,
Fig. 8.5 En el tenis, una derecha conecta directamente la línea
anterior superficial del brazo con su homólogo del lado opuesto,
uno de los múltiples ángulos en los que los brazos pueden
transmitir fuerzas hacia la región anterior del torso.
173
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como hemos detallado con la LFP o directamente hacia abajo por
la línea frontal superficial, para efectuar un mate en la red.
Otro ejemplo: si imaginamos un saltador elevando la pértiga,
podemos ver la fuerza fluctuando a través del triángulo del pectoral o del dorsal ancho, conectándose y anclándose a distintas vías
y paradas cada segundo. En este ejemplo, la ecuación de estabilidad y movilidad está invertida, con el hombro estabilizando el
cuerpo sobre la pértiga, al tiempo que las caderas y las piernas
imprimen impulso para saltar la barra. Si añadimos la conexión de
la línea posterior superficial del brazo entre el deltoides y el trapecio, podemos ver un círculo completo de estabilización alrededor
lJl
de la articulación del hombro; durante el salto, puede recurrirse a
cualquier pieza de este círculo o a todas (v. fíg. 7 .13, pág. 156).
El extremo inferior de estas líneas funcionales trabaja de
la misma manera. En un saltador de vallas, las fuerzas que se
aproximan desde arriba a la roundhouse del hueso pubis recorren el abanico de músculos abdominales y las que lo hacen
desde abajo, el abanico de los aductores. 1
Dependiendo de su relación con las vallas y de la medida en
que aproxima el miembro inferior para saltarlas, la línea de tensión desde el pubis hasta la pierna puede viajar por el pectíneo. o
cualquiera de los aductores; con toda probabilidad los recorrerá
todos, o la mayoría de ellos, en cada zancada. En este caso, la
posición anterior del hombro opuesto trabaja en esta línea para
aportar un impulso adicional al miembro inferior que inicia el salto
(fig. 8.8).
Con esto, esperamos transmitir al lector la idea de que las
líneas funcionales presentan una línea ideal, pero en realidad el
movimiento en acción fluctúa a través del cuerpo, siguiendo una
multiplicidad de conexiones que combinan la línea lateral, la linea
espiral y las funcionales.
Discusión 2
La línea funcional homolateral
Fig. 8.6 Un revés
puede conectar la línea
p osterior superficial del
brazo a su equivalente
contraiateral, así como
descender por el torso
y conectarla a la pelvis
o más allá.
A
174
B
La siguiente línea es demasiado pequeña como para dedicarle
su propio capítulo, pero demasiado funcional para ignorarla por
completo, así que la abordaremos aquí como una rama de la
línea funcional.
Si seguimos las fibras más laterales del músculo más lateral, el dorsal ancho, encontraremos que se insertan en la porción externa de las últimas tres costillas (fig. 8.9), con una fuerte
conexión fascial a las fibras posteriores del oblicuo externo,
Fig. 8.7 Como ejemplo del recorrido de las
fuerzas, puede pensarse en la lámina del
oblicuo externo del abdomen (A), cuyas fibras
superiores tienen su origen en las costillas, pero
que cuenta con varias inserciones inferiores.
Las fibras laterales se dirigen hacia el hueso
coxal homolateral (parte de la línea lateral), las
fibras medias hacia el hueso pubis (y hacia los
aductores del lado opuesto), constítuyendo
básicamente una rama de la linea funcional
que se muestra en (B), mientras que las
fibras superiores atraviesan el oblicuo interno
contralateral para insertarse en el hueso
coxal del lado opuesto (línea espiral). Así, las
porciones de la línea lateral, la línea espiral y
las lineas funcionales que recorren el torso
pueden agruparse como líneas .. helicoidales•,
por oposición a las líneas superficiales frontal
y posterior y al conjunto de la línea lateral, que
constituyen las líneas ..cardinales•.
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Fig. 8.8 Aunque las fuerzas que atraviesan el cuerpo de un
saltador de vallas recorren Ja linea func ional fro ntal sólo en un
momento de la zancada, se mantiene una conexión entre la pierna
anterior y el hombro del lado opuesto durante todo el movimiento.
empleado en la línea lateral y visto en el capítulo 5. S i seguimos
las fibras del oblicuo externo, vemos que llegan a la espina illaca
anterosuperior (EIAS), donde se conectan a nivel fascial con el
sartorio (v. fig. in. 22A). Descendemos con el sartorio hasta Ja
pata de ganso, en el cóndilo medial de la tibia.
Puede sentirse esta línea cuando sostenemos el cuerpo con
el dorsal ancho; es el caso de un atleta en las anillas o del trazado descendente en el agua de una brazada de crawl.
Guía de palpación de Las Líneas
funcionales
Tanto para la línea funcional posterior como para la frontal, empezamos prácticamente en el mismo sitio: en la
axila, en la cara inferior del húmero, donde se reúnen los
tendones del pectoral y del dorsal ancho. Su modelo debe
permanecer de p ie con el brazo separado del cuerpo y
apoyado en el hombro del profesional. Le será fácil localizar ambos tendones accediendo des de cualquiera de los
dos lados de la axila y ascendiendo hacia la región anteroinferior del húmero.
Comenzando con la LFP, podemos seguirla por el tercio
inferior del dorsal ancho desde esta inserción directamente
hasta la línea media del cuerpo a la altura aproximada
de la articulación lumbosacra. Indíquele al modelo que
empuje hacia abajo con el codo contra una resis tencia
para palpar la parte lateral del dorsal ancho, aunque
la línea discurre ligeramente medial al borde lateral (OVO
111: Functionnl lines, 19:19--22:39). La principal hoja de estos
músculos rodea la espalda y desciende por ella con la
Fig. 8.9 La línea funcional homolateral: podemos localizar una
linea funcional de bifurcación siguiéndola desde las fibras más
laterales del dorsal ancho hasta la región externa de las costillas
inferiores y, desde ahí, pasando por la región posterior del oblicuo
externo sobre la EIAS y por el sartorio hasta el cóndilo tibial en la
cara interna de Ja rodilla. Esta línea se emplea para la estabilización
de un atleta en las anillas y para estabilizar el torso durante el
descenso de la brazada de crawl en la natación.
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fascia toracolumbar (OVO rcf: Fun !1 nal L1m , ..:..c.. 0-2 :03) .
La fascia sacra incluye múltiples planos; Ja LFP recorre las
capas más superficiales, aunque puede resultar diñcil percibir esta distinción (DVD ref: Func tional L1111. ... M~:0•1-... '•: 5) .
Si se coloca detrás del modelo con una mano en el sacro
del individuo al tiempo que este empuja hacia atrás su
otra mano con el codo que tiene elevado, sentirá cómo se
tensa la fascia sacra.
En el sacro, retomamos la línea en el borde inferior del
glúteo mayor, donde está fijada al sacro, justo por encima
del cóccix (DVD ref: Functionnl Lincs, '29:-15- ":1'l). La LFP
incluye aproximadamente los cinco centímetros inferiores
de este m(1sculo. Siga esta porción del músculo p or d ebajo
del surco glúteo (que no es muscular, sino que se dispone
en Ja hoja fascial más superficial) en sentido descendente
hasta Ja siguiente parada, una protuberancia de tejido conjuntivo fácilmente perceptible donde el glúteo se inserta
en Ja región posterior del cuerpo del fém u r tras recorrer
aproximadamente un tercio del camino entre el trocánter
mayor y Ja rodilla.
Desde aquí, puede palparse el vasto lateral como el
componente muscular de la región lateral del muslo que
profundiza bajo el tracto iliotibial de Ja línea lateral y se
une al resto del cuádriceps en Ja rótula; desde aquí se
conecta, mediante el ligamento rotuliano, a la tuberosidad
tibia}, claramente palpable en la parte superior de la cara
anterior de Ja tibia.
La LFF puede palparse en uno mismo con más facilidad.
Siga el borde inferior del pectoral mayor, que constituye
la pared anterior de la axila, hacia abajo y llílcia dentro
hasta su inserción en las costillas (DVD r 1: Funcllonal Un ... ,
04 : 5~: 1 5) . Puede considerarse que el pectoral menor subyacente también se conecta a esta línea (DVD r f: Functil n·•t
Lines, 08:1 >-12:~4) . La siguiente vía desciende por el borde
del recto del abdomen; en la mayoría de los individuos
puede detectarse si se tensa activamente y se palpa en
busca de este borde (DVD rcf: Functional Lin r. 12:25-15:50).
Sígala a medida que se estrecha en su recorrido descendente hacia e l borde superior externo de la sínfisis del
pubis.
El minúsculo piramidal asciende en sentido oblicuo
desde el hueso pubis, por lo que p uede considerarse parte
de esta línea. La línea cruza por el pubis (lo que puede
resultar una palpación un tanto delicada para algunos
pacientes), pero resurge en el tendón del aductor largo
del lado opuesto (DVD ref: Funclional Lin .. s, 15:51- 18:58). El
tendón puede palparse con facilidad y puede observarse
cu ando el individuo se sienta con las piernas cruzadas en
bañador o ropa interior. Siga este tendón hacia el muslo y
podrá acercarse a Ja parada final (aunque generalmente no
alcanzarla), la linea áspera de la cara posterior del fému r
donde se inserta, hacia la mitad d el muslo.
Los lanzadores de béisbol suelen acabar sufriendo lesiones
en los tendones del manguito de los rotadores, especialmente en el supraespinoso y el infraespinoso. Aunque la
aplicación de cinesiterapia en estos músculos o sus antagonistas puede ser útil, el alivio a largo plazo dependerá
de reforzar la LFP y de precisar el momento en que esta
actúa como un freno frente al movimiento anterior realizado durante el lanzamiento, en lugar de que los pequeños músculos de la articulación del hombro soporten toda
la carga.
Aunque será necesario un entrenamiento individual y
meticuloso pa ra efectuar este cambio en la coordinación,
puede comenzarse enseñando al paciente a movilizar la
línea en su conjunto. Indique al paciente que se coloque
en decúbito prono en el suelo o en una camilla y a continuación eleve un brazo y la pierna del lado contrario al
mismo tiempo - esto movilizará la LFP -. La mayoría de
los pacientes activarán los músculos, de forma que elevarán
un miembro un poco antes que el otro. Posando su mano
suavemente sobre el húmero y el fémur correspondientes,
podrá percibir con gran precisión qué grupo de músculos
se activa primero (DVD r f: Fum.ti n 1 L111
,.: .O..
Emplee señales verbales o manuales para provocar la contracción coordinada. Una vez conseguida esta coordinación,
podrá trabajar la fuerza aplicando una presión uniforme a
sus dos manos, de forma que el paciente trabaje contra esa
resistencia. Asegúrese de fortalecer tanto el lado dominante
como el no dominante para obtener los mejores resultados.
Puede movilizarse el conjunto de Ja LFF de forma similar, empleando las manos para ayudar a coordinar la movilización de las cinturas contralaterales (O l r r· Fun
t
L1r11
,
:
-
:17).
Tanto el triángulo como el triángulo invertido, posturas de yoga, estiran Ja LFP en el lado de la mano que toca
Movilización de las líneas
176
Los lanzamientos de béisbol o el críquet son perfectos para
movilizar estas lineas: el molino supone el acortamiento
de la LFP y el estiramiento de Ja LFF, mientras que el lanzamiento propiamente dicho invierte el proceso, acortando
la LFF y estirando la LFP (fig. 8.10) - y lo mismo sucede
con el lanzamiento de jabalina en Ja figura 8.3 - . Al final,
la LFP actúa como un freno para evitar que Ja firme contracción de la LFF y el impulso del brazo sean excesivos
y dañen las articulaciones implicadas en el movimiento.
Fig. 8.1 o El jugador de criquet utiliza la
línea funcional frontal para añadir impulso a
la potencia del brazo.
Fig. 8.11 El piragüista emplea la cadera opuesta para estabilizar la
palada, mediante la LFP en el brazo inferior, que tracciona, y la LFF
en el b razo superior, que empuja.
el suelo (v. fig. 6.22, pág. 142, y O JO r •I: Fu n ti na! Lmi.J,
·10-. 1: .. 1). La LFF puede estirarse fácilmente colocándose de rodillas y alargándose hacia arriba y hacia
atrás con una ligera rotación hacia el brazo que se extiende
{ VD rd : Fu nc ti on al Li l1 C;S . 48:18- 50:36).
Las paladas realizadas en el piragüismo activan los
elementos estabilizadores de estas dos líneas (fig. 8.11).
El brazo que genera la palada conecta la línea posterior
profunda del brazo, que tira desde el lado del meñique,
y la LFP, estabilizada en la pierna opuesta. El brazo superior empuja mediante la línea anterior proftmda del brazo
hasta el pulgar, estabilizándolo mediante la LFF del muslo
opuesto. Si la rodilla no está fija contra el lateral de la piragua, se sentirá el empuje pasando de w1 pie a otro, casi
como en la marcha.
Lo ideal sería que el movimiento y la tensión recorrieran estas líneas fácilmente y de manera uniforme (DVD ref:
Fun, tion 11 L111 , 50: o-1 :04 :54). Un exceso de tensión o rigidez en cualquier vía o parada de la línea puede llevar al
«apilamiento» progresivo en cualquier otro sitio de la línea,
lo que, con el tiempo, acabará generando problemas. Nos ha
resultado útil acompañar a los deportistas en una excursión,
ya sea corriendo, escalando, remando, etc., para determinar
en qué puntos de estas y otras líneas puede existir alguna
restricción «silente» que esté creando problemas «ruidosos»
en otros puntos. En ocasiones, el paciente consciente de la
existencia de estas líneas y deseoso de adquirir una adecuada movilidad en ellas puede hacer una autoevaluación
mientras practica ejercicio. En la práctica, las limitaciones se
hacen especialmente evidentes cuando el paciente está cansado o al final de una larga temporada.
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Bibliografía
l.
Myers T. Fans of the hip joint. Massage Magazine No. 75,
January 1998.
177
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A
Fig. 9.1
Línea frontal
profunda.
Línea frontal
profunda
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Visión general
Función postural
Interpuesta entre las líneas laterales derecha e izquierda
en el plano frontal, intercalada entre las líneas superficiales
frontal y posterior en el plano sagital y rodeada por las
líneas helicoidales (líneas funcionales y línea espiral),
la línea frontal profunda (LCFP) (fig. 9.1) comprende el
cccorazónu miofascial del cuerpo. Comenzando desde
la base por simple comodidad, la línea comienza en
el plano profundo de la planta del pie y asciende justo
por detrás de los huesos de la pierna y por detrás de
la rodilla hasta la cara interna del muslo. Desde aquí,
la vía principal pasa por delante de la articulación de la
cadera, la pelvis y la columna lumbar, al tiempo que una
vía alternativa asciende por la cara posterior del muslo
hasta el diafragma pélvico para reunirse con la primera
en la columna lumbar. Desde la superficie de contacto
entre el psoas y el diafragma, la LCFP sigue su recorrido
ascendente por la caja torácica mediante distintas
vías que discurren alrededor y a través de las vísceras
torácicas, para terminar en la cara inferior del cráneo
neural y visceral (fig. 9.2 y tabla 9.1).
A diferencia del resto de las líneas descritas en
capítulos anteriores, esta línea debe definirse como
un espacio tridimensional, en lugar de como una línea.
Por supuesto, todas las demás líneas también tienen
volumen, pero se ven fácilmente como líneas de tensión,
mientras que la LCFP ocupa un espacio de forma muy
evidente. Aunque de naturaleza fundamentalmente
fascial, la LCFP del miembro inferior incluye muchos
de los músculos de soporte más profundos y menos
conocidos de nuestra anatomía (fig. 9.3). En la pelvis, la
LCFP está estrechamente relacionada con la articulación
de la cadera y asocia el ritmo respiratorio con la cadencia
de la marcha. En el tronco, la LCFP se halla suspendida,
junto con los ganglios autónomos, entre nuestro ccchasis"
neuromotor y los órganos primitivos de sostén celular
de nuestra cavidad ventral. En el cuello, proporciona la
tracción superior que contrarresta la tracción de la línea
frontal superficial (LFS) y la línea posterior superficial
(LPS). Es necesaria una visión tridimensional de la LCFP
para una aplicación eficaz de prácticamente cualquier
método de terapia manual o de movimiento.
La LCFP desempeña un papel fundamental en el sostén
del cuerpo:
• elevando la parte medial del arco longitudinal del pie;
o estabilizando cada segmento de los miembros inferiores;
• sujetando por delante la columna lumbar;
o estabilizando el tórax al tiempo que permite la
expansión y la relajación durante la respiración;
o manteniendo el frágil equilibrio del cuello y la cabeza
sobre todo lo demás.
La falta de apoyo, equilibrio o tono adecuado de la
LCFP (como en el patrón habitual en el que una LCFP
corta imp ide una completa extensión de la articulación
de la cadera) generará el acortamiento global del cuerpo,
favorecerá el hundimiento de la pelvis y la columna, y sentará las bases para los ajustes compensatorios negativos en
el resto de las líneas que hemos descrito.
Función de movimiento
Ningún movimiento es exclusivo de la LCFP, exceptuando
la aducción de la cadera y la respiración diafragmática;
aun así, ningún movimiento escapa a su influencia.
Prácticamente toda la LCFP está rodeada o cubierta por
otras miofascias que duplican las funciones desempeñadas
por los músculos de esta línea. En la miofascia de la LCFP
predominan las fibras musculares de contracción lenta o
resistencia, reflejando así la función que esta línea desempeña en la estabilidad y en los sutiles cambios de posición
d e la estructura central para permitir que las estructuras y
las líneas más superficiales trabajen de forma fácil y eficaz
sobre el esqueleto. (Esto es igualmente válido para las primas carnales de la LCFP, las líneas profundas de los brazos; v. capítulo 7, págs. 151-155.)
Así, el trabajo inadecuado de la LCFP no implica necesariamente una pérdida de función inmediata ni evidente,
especialmente para el ojo inexperto o para un observador
que no sea extremadamente minucioso. Generalmente, esa
función se transfiere a las líneas más externas de miofascia; el resultado será una menor elegancia y gracilidad y
una tensión ligeramente mayor en las articulaciones y los
tejidos periarticulares, lo que puede sentar las bases para la
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Fig. 9.2 Vías y paradas de la línea frontal profunda.
180
Tabla 9.1 «Vías,, miofasciales y «paradas» óseas de la línea frontal profunda (fig. 9.2)
1
Paradas óseas
Vías miofasciales
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Inferior común
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Cara plantar de los huesos del tarso, cara plantar de los dedos
Porción posterosuperior de la tibia y el peroné
Epicóndilo medial del fémur
1
2
3
4
5
Tibial posterior, flexores largos de los dedos
Fascia del poplíteo, cápsula articular de la rodilla
Posteroinferior (v. figs. de la pág. 186)
Epicóndilo medial del fémur
Rama del isquion
Cóccix
Cuerpos vertebrales lumbares
5
6
7
8
Tabique intermuscular posterior, aductor mayor y mínimo
Fascia del diafragma pélvico, elevador del ano y fascia del
obturador interno
9
10 Fascia presacra y ligamento longitudinal anterior
11
Anteroinferior
Epicóndilo medial del fémur
Línea áspera del fémur
Trocánter menor del fémur
Cuerpos vertebrales y AT de las vértebras lumbares
5
12
13 Tabique intermuscular anterior, aductor corto y largo
14
15 Psoas, ilíaco, pectíneo y triángulo femoral
11
Posterosuperíor
Cuerpos vertebrales lumbares
Porción basilar del occipital
11
16 Ligamento longitudinal anterior, músculos largos del cuello y de
la cabeza
17
Mediosuperíor
Cuerpos vertebrales lumbares
Porción basilar del occipital, AT de las vértebras cervicales
11
18 Porción posterior, pilares y centro tendinoso d el diafragma
19 Pericardio, mediastino y pleural parietal
20 Hoja prevertebral de la fascia cervical, rafe faringeo, musculas
escalenos y fascia del escaleno medio
17
Anterosuperíor
Cuerpos vertebrales lumbares
Superficie posterior de la región inferior de las costillas, los cartílagos
y la apófisis xifoides
11
18 Porción posterior, pilares y centro tendinoso del diafragma
21 Porción anterior d el diafragma
22
23 Fascia endotorácica, transverso del tórax
Cara posterior del manubrio
Hioides
Mandíbula
lesión y la degeneración a largo plazo. Así, muchas lesiones se ven favorecidas por un fallo en la LCFP presente
años antes de que se manifieste la lesión que los revela.
24
25 Musculas infrahioideos, hoja pretraqueal de la fascia cervical
26
27 Músculos suprahioideos
28
Ella es como la seda tendida en un campo
A mediodía cuando la brisa fresca de verano
Ha secado el rocío y todas las cuerdas se aflojan,
«Seda tendida»
Debido a Jo cual se mecen suavemente sujetas por las pinzas,
El siguiente soneto de Robert Frost resume de forma clara y
poética la función de la línea frontal profunda y su relación
con el resto de las vías anatómicas, así como el ideal de equilibrio en el sistema tensegrítico de los meridianos miofasciales:
Y el poste central de cedro,
Que es su pináculo hacia los cielos
Y refleja la seguridad de su alma,
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Fig. 9 .3 Uno de los primeros intentos de diseccionar la línea frontal
profunda muestra una continuidad tisular desde los dedos de los
pies hasta la lengua, pasando por el psoas.
Pareciera no d epender de ningún cordel
Y aunque en rigor no está sujeta por ninguno, está
suavemente atada
posterior de la pierna: el tibia! posterior, el flexor largo del
dedo gordo y el flexor largo de los dedos (fig. 9.4).
El tejido dispuesto entre los metatarsianos - los músculos interóseos dorsales y su fascia acompañante - también
puede considerarse parte de esta línea. Esta conexión sería
un poco difícil de justificar a nivel fascial si no fuera por
la conexión entre el tendón del tibia! posterior y el lecho
ligamentoso del pie. Aunque los lumbricales se conectan
claramente a nivel fascial y funcional con la LFS, los interóseos y el espacio entre los metatarsianos se palpan como
parte de la estructura profunda del pie y se debe trabajar
sobre ellos en esta línea.
Dependiendo de cómo utilice el bisturí, el tibia! posterior mostrará muchas y muy diversas inserciones tendinosas en casi todos los huesos del tarso, con excepción del
astrágalo, además de en las bases de los tres metatarsianos
medios (fig. 9.5). Este tendón tiene el aspecto de una mano
con múltiples dedos que alcanzan la planta del pie para
sostener los arcos y mantener el tarso del pie unido.
Estos tres tendones ascienden por la cara interna del
tobillo, por detrás del maléolo medial (v. fig. 3.1 3). El tendón del flexor del dedo gordo discurre en una posición
posterior a los otros dos, por debajo del sustentáculo
del astrágalo perteneciente al calcáneo y por detrás del propio astrágalo. Este grupo musculotendinoso proporciona
así un soporte adicional a la porción medial del arco longitudinal durante la marcha, en Ja fase de impulso del pie
(fig. 9.6). Los tendones de los dos flexores digitales recorren
el pie y contribuyen a asegurar que la flexión de los dedos
se acompaña de una aducción prensil.
Los tres se reúnen en la porción profunda del compartimento p osterior de Ja pierna, rellenando el área dispuesta
por detrás de la membrana interósea entre la tibia y el
peroné (fig . 9.7).
Esta línea utiliza el último compartimento disponible en
la pierna (fig. 9 .8). El compartimento anterior se incluye
en la línea frontal superficial (v. capítulo 4) y el compartimento peroneal o lateral forma parte de la línea lateral
Por incontables lazos d e amor y p ensamiento
A tod o lo que en la tierra la rodea
Y sólo cuando alguno se tensa ligeramente
En el caprichoso aire de verano
Se percata de esta leve sujeción.
(Reprod ucido a pa rtir de Poetry of Robert Frost, Edward
Connery Lathem, ed. Copyright 1942 by Robert Frost,
Copyright 1970 by Lesley Frost Ball antine, by permission
of H enry Holt & Co, LLC. )
Descripción detallada de La Línea
frontal profunda
Pierna y pie
Sin olvidar que tanto la función como Ja di sfunción de
cu alquiera de estas líneas - pero en especial las de estapueden ascender o descender por las vías o transmitirse
hacia fuera, comenzaremos de nuevo por la base para ir
ascendiendo.
La LCFP comienza en el plano profundo de la planta
del pie con las inserciones distales de los tres músculos
que componen la porción profunda d el compartimento
182
Fig . 9.4 El extremo inferior
de la LCFP comienza con los
tendones del flexor largo del
dedo gordo y el flexor largo de
los dedos.
Fig. 9.5 En un plano profundo a los flexores largos de los dedos,
se encuentran las complejas inserciones del tibia! posterior, también
parte de la LCFP. (Reproducido con autorización de Grundy 1982.)
(v. capítulo 5). Justo por encima del tobillo, esta porc1on
profunda del compartimento posterior está completamente
cubierta por la porción superficial del compartimento, constituida por el sóleo y el gastrocnemio de la línea posterior
superficial (v. capítulo 3) (fig. 9.9). Más adelante discutiremos el acceso a este compartimento para la terapia manual
y de movimiento.
Fig. 9.6 La LCFP discurre entre las vias d e la LPS y la LFS,
contrayéndose durante la marcha, en la fase de imp ulso del pie,
para sostener la p arte medial d el arco longitudinal.
Consideraciones generales
de la terapia manual
La experimentación gradual con la miofascia de la línea
frontal profunda puede producir resultados encontrados.
Las estructuras miofasciales de la LCFP acompañan a las
extensiones de las vísceras - es decir, los paquetes neurovasculares - hacia los miembros y están, por tanto, plagadas de sitios delicados y puntos de acceso conflictivos. Los
profesionales habituados a trabajar sobre estas estructuras
serán capaces de establecer conexiones y realizar su trabajo de forma integrada. Si las estructuras de Ja LCFP son
nuevas para usted, es recomendable que aprenda estos
métodos en una clase donde un ínstructor pueda garantizar Ja colocación, activación e intención adecuadas. Sin
perder esto d e vista, Je ofrecemos una guía de palpación
de las estructuras de esta línea, pero sin detallar técnicas
específicas. No obstante, donde sea conveniente, se incluirán referencias a los DVD de técnicas de las v ías ana tómicas, donde se representan dichas técnicas.
Los patrones habituales de compensación postural asociados a Ja LCFP incluyen Ja flexión plantar crónica, el pie
plano y el pie cavo, la pronación y la supinación, la rodilla
vara y la rodilla valga, la inclinación anterior d e Ja pelvis,
un diafragma pélvico incompetente, la d esalineación lumbar, restricciones en la respiración, una columna cervical
hiperex tendida o flexionada, el síndrome de la articulación
temporomandibular (ATM), disfagia y disartria, y el hundimiento general del eje central.
~'t-t--Tibi al
posterior
Flexor largo
de los dedos
Flexor largo
del dedo gordo
Fig. 9.7 Los tres músculos d e la porción profunda del
compartimento posterior de la pierna, por debajo del sóleo,
conforman la LCFP a este nivel.
183
Linea frontal superficial
del pie, el flexor largo del dedo gordo puede palparse
con claridad. Extienda (eleve) el dedo gordo para tensar
el tendón y podrá palparlo fácilmen te a lo largo del borde
medial de la fascia p lantar, bajo el arco medial (v. f ig. 9.4 y
DVD 11.:t: Oet!p Fronl Linc. Pnrt 1, ... :46-2 :18).
QJ
u
o'
e_
QJ
Linea posterior superficial
Fig. 9.8 La porción profunda del compartimento posterior se
dispone por detrás de la membrana interósea entre la tibia y el
peroné. Obsérvese que cada uno de los compartimentos fasciales
de la pierna envuelve una de las líneas de las vías anatómicas.
Los tendones pueden palparse a lo largo del borde
medial del pie y el tobillo, siguiendo más o menos el
mismo recorrido que los tendones de los peroneos en el
borde externo del pie, y los tres pueden palparse a este
nivel. Ponga un dedo directamente bajo el maléolo medial
y lleve el pie a inversión y flexión p lantar; el voluminoso
tendón que sobresale bajo su dedo es el tibia! posterior. El
flexor de los dedos discurre aproximadamente un dedo
por detrás del tibial posterior y puede palparse cuando
se mueven los dedos más pequeños. El flexor del dedo
gordo se dispone por detrás d e estos dos y a mayor profundidad: coloque el pu lgar o un d edo en el espacio locali zado por dela nte del tendón de Aquiles y presione sobre
la región posteromedial del tobillo, p onien do cuidado en
no presionar el paquete nervioso, e indíquele a su modelo
que flexione y extienda el dedo gordo; el recio tendón del
flexor largo del dedo gordo se deslizará bajo su dedo (
rcf: 01.1.:p Fronl Line, Part 1 08:05-09:1&).
Unos siete centímetros por encima del ma léolo estos
tres músculos se ven com pletamente cubiertos por el sóleo,
al tiempo que se introducen en la porción profu nda del
compartimento posterior (v. fig. 9 .9), justo por detrás de la
membrana interósea entre la tibia y el peroné (fig. 9.10). Es
difícil acceder a este compartimento miofascial. Es posible
estirar estos músculos llevando el pie a una firme dorsiflexión y eversión, como en la postura de Perro bocabajo o
colocando la región metatarsiana en un peldaño y dejando
qu e el ta lón descienda. Sin embargo, a menudo es difícil
tanto para el profesional como para el paciente distinguir
si se está estirando el sóleo (LPS) o los músculos más profu ndos (LCFP).
Es posible percibir el estado general del compartimen to
a través del sóleo, pero sólo si este músculo está lo suficientemente relajado como para permitir esta palpación.
Según nuestra experiencia, intentar trabajar estos músculos a través del sóleo es, bien una fuente de frustración,
bien una forma de dañar este músculo al trabaja rlo demasiado - casi literalmente agujereándolo - en un intento por
alcanzar los músculos subyacentes (O D r 1: De• iLine, P;irt 1, 20:11-23:45). Una forma alterna tiva de alcanzar
este p lano es asomar los dedos a lo largo del borde posterior media l de la tibia, separando el sóleo de este hueso
con objeto de alcanzar los músculos subyacentes de la
porción profund a d el compartimento posterior, a menudo
muy tensos y doloridos (fig. 9.11; y DVD ro f: Deep Fr
Line, Part 1, 09:'.,¿0-15:03).
Fig. 9.9 Vista medial de la p ierna, donde se destacan las
estructuras de la LCFP; estas sólo pueden palparse directamente
justo por encima del tobillo.
Guía de palpación 1: porción profunda
del compartimento posterior
de la pierna
184
Aunque es prácticamente imposible palpar los tendones del
flexor largo de los dedos o del tibia! posterior en la p lanta
La otra mano puede acceder desde el borde externo
localizando el tabique posterior por detrás de los peroneos
y «sumergiendo» los dedos en el «valle» dispuesto entre
los peroneos y el sóleo de la cara lateral. De esta forma
tendrá la hoja fascial de la porción profunda del compartimento posterior entre las «tenazas» formadas por sus
manos (v. fig. 9.10 y DVD ref: 01.o p Fron t Lin , Por l 1. 15.
.!0:10). Acompañe esta firme sujeción con el movimiento
del paciente, la flexión dorsa l y p lantar, y podrá aumentar la movilidad de los tejidos más profundos. Pueden ser
necesarias múltiples repeticiones, ya que la pierna se hará
progresivamente más blanda y más accesible y se acentuará la diferencia entre el movimiento de las porciones
superficial y profunda del compartimen to.
1
D
OJ
o::::;
Q)
Paquete
neurovascular
-w
o
Poplíteo
::;
Q_
ClJ
-'-IH---Tibial
posterior
Fig. 9.10 La LCFP discurre por detrás de la rodilla, en un plano
fascial más profundo que la línea posterior superiicial, con el
poplíteo, el paquete neurovascular y la fascia de la región posterior
de la cápsula articular de la rodilla.
Fig. 9.12 Desde el epicóndilo medial parten dos planos fasciales ,
uno dirigiéndose hacia arriba y hacia d elante con los aductores
largo y corto {la vía anteroinferior de la LCFP), y otro con los
aductores mayor y minimo (la vía posteroinferior). Ambos terminan
por rodear a los aductores y están conectados a la línea áspera,
pero cada uno conduce a un conjunto de estructuras diferente en el
extremo superior.
Muslo: vía post eroinferior
Fig. 9.11 La fascia que rodea el poplíteo y la superiicie posterior
de la cápsula ligamentosa de la rodilla conectan el tibial
posterior con el extremo distal del aductor mayor en el epicóndilo
medial del fémur.
Estos tejidos de la porción inferior de la LCFP son muy
útiles para abordar patrones rebeldes del arco longitudinal, tanto el pie plano como el pie cavo (DVD rd: Deep
Fro nt Line, Pnrl 1, 26:26-30:33), así como los juanetes (OVO
r(; f: Oeep Front Line, P<Jrt 1, 30:;,3-3..:26) .
En el extremo superior de la porción profunda del compartimento posterior, cruzamos la región posterior de la
rodilla con la fascia correspondiente a la lámina anterior
del poplíteo, el paquete neurovascular del nervio tibia! y
la arteria poplítea, y las capas más externas de la fuerte
cápsula fascial que rodea la región posterior de esta articulación (v. figs. 9.10 y 9.11). La siguiente parada de esta
línea se localiza en la región medial del parte superior de
la articulación de la rodilla, el tubérculo del aductor en el
cóndilo medial del fémur.
Desde este punto, la fascia que rodea a los aductores,
aunque es en sí misma un saco unitario que ancla los aductores a la línea áspera del fémur, nos ofrece un interruptor o un cruce, ya que las fuertes láminas fasciales de las
caras anterior y posterior de los aductores toman distintas
direcciones y no volverán a reunirse en la columna lumbar
(fig. 9.12). Denominaremos a estas dos continuidades fasciales las vías posteroinferior y anteroinferior de la LCFP.
La vía posterior está constituida por el aductor mayor
y su fascia acompañan te, localizada entre los isquiotibiales
y el grupo aductor (fig. 9.13). Si desde el epicóndilo ascendemos por detrás del grupo aductor, podemos seguir este
tabique intermuscular posterior por el muslo hasta la parte
posterior de la rama del isquion cerca de la tuberosidad
185
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Tabique
intermuscular
posterior
Fig. 9.13 La vía posteroinferior de la LCFP asciende por el tabique
intermuscular posterior hasta la región posterior del aductor mayor.
Fig. 9 .15 Los rotadores laterales profundos, aunque cruciales
para la comprensión y optimización de la postura del plantígrado
humano, no encajan fácilmente en el esquema de las vías
anatómicas.
Tuberosidad
isquiática
___,__ _ _ Epicóndilo medial
del fémur
Fig. 9.14 Vista posterior del grupo aductor que muestra la vía
posteroinferior de la LCFP hasta la tuberosidad isquiática; aunque
este se dispone en el mismo plano fascial que los rotadores
laterales profundos, la dirección transversal de las fibras musculares
impide que sigamos ascendiendo hasta la nalga con esta línea.
isquiática (TI), que es el punto de inserción de la «cabeza»
posterior del aductor mayor (fig. 9.14).
Desde el isquion, hay una clara continuidad fascial
por la lámina interna de la nalga y el grupo de músculos
conocidos como retadores laterales profundos (fig. 9.15
y DVD rcf: Deep Front Une, Part 1, 1:23:27- 1:35:54). Así,
si incluyéramos los retadores laterales profundos en el
186
sistema de vías anatómicas, estos formarían parte, curiosamente, de la vía posteroinferior de la LCFP (v. también el
apartado sobre la «Línea posterior profunda» en la pág. 93).
De hecho, aunque existe una conexión fascial entre los
aductores posteriores y el cuadrado femoral y el resto de
los retadores laterales, la dirección de las fibras musculares de estos múscuJos forma prácticamente un ángulo
recto con los músculos que hemos estado siguiendo por
el muslo. Por lo tanto, esta conexión no cumple nuestros
requisitos, autoimpuestos, para ser un meridiano miofascial. Estos importantes músculos se ven mejor como parte
de una serie de abanicos musculares dispuestos alrededor
de la articulación de la cadera, ya que simplemente no
encajan en los meridianos longitudinales que estamos describiendo (v. «Fans of the hip joint»1 en Body3, de publicación propia y d isponible en www.nnnto111ytmins.co111).
Será mucho más fácil encontrar una vía rniofascial
si recorremos el interior del reborde inferior de la pelvis
desde el aductor mayor y su tabique hasta la cara medial
de la TI en la rama del isquion (fig. 9.16). Podremos seguir
una fuerte conexión fascial sobre el hueso que alcanza la
fuerte cubierta externa del obturador interno, conectándola
con el elevador del ano del diafragma pélvico mediante
la línea arcuata (fig. 9.17). Esta es una importante línea de
estabilización que discurre desde el tronco hasta la región
posterior interna de la pierna.
El diafragma pélvico es un complejo juego de estructuras - un embudo muscular rodeado de hojas fasciales y
ligamentos viscerales - merecedor de varios libros dedicados exclusivamente a él.2 En lo que a nosotros afecta, constituye la base de la porción de la LCFP correspondiente al
tronco, con múltiples conexiones alrededor de la cavidad
abdominal y pélvica. Hemos estado siguiendo la vía posteroinferior desglosada en la tabla 9.1. Esta vía nos lleva
desde las porciones isquiococcígea e iliococcígea del elevador d el ano hasta el cóccix, desde donde podemos continuar hacia el norte con la fascia de la región anterior del
m
QJ
-¡
o
Obturador _ ....._........._ _...;..._
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Elevador
del ano
interno
Aductor - --.;.,..--+
mayor
Fig. 9.16 Aunque en esta disección se ha retirado la fascia, existe
una conexión desde el aductor mayor (y el tabique intermuscular
posterior representado por el hueco oscuro situado justo detrás) a
través de la tuberosidad isquiática y la fascia de la región inferior del
obturador interno hasta la línea arcuata (línea horizontal), donde el
elevador del ano se reúne con la pared lateral de la auténtica pelvis.
(© Ralph T Hutchings. Reproducido de Abrahams et al 1998.)
Fig. 9.18 Visión de las paradas y las vías posteroinferiores de la
linea frontal profunda según la representación de Primal Pictures.
(Imagen por cortesia de Primal Pictures, www.primalpíctures.com.)
~---
Obturador interno
---~
del recto del abdomen d escendiendo (descrito más adelante en este mismo capítulo: fig. 9.31 ).
Guía de palpación 2: vía posteroinferior
Fig. 9.17 Desde el tabique intermuscular posterior y el aductor
mayor, la vía fascial asciende por la cara interna de la tuberosidad
isquiática con la fascia del obturador interno para conectarse al
diafragma pélvico (elevador del ano).
sacro. Esta fascia se funde con el ligamento longitudinal
anterior que asciende por la región anterior de la columna,
donde se reúne con la vía anteroinferior en la unión en tre
el psoas y los pilares diafragmáticos (fig. 9.18).
Los complejos juegos de conexiones son difíciles de
encuadrar en una presentación lineal. Por ejemplo, podemos ver cómo el diafragma pélvico, en concreto el músculo
pubococcígeo, también se conecta con la lámina posterior
El área de la LCFP localizada tras la rodilla no es muy
receptiva a la palpación ni a la intervención manual,
debido a la presencia del paquete neurovascula r y al
tejido adiposo superficia l. El epicóndilo medial del fémur
situado en la cara interna justo por encima de la rodilla se
palpa con facilidad si coloca el pulgar en la cara medial del
muslo y lo desliza hacia abajo ejerciendo una cierta p resión
h asta encontrar su protuberancia unos cinco centímetros
por encima de la rodilla.
Esta parada marca el comienzo de una división entre el
tabique posterior que asciende por detrás de los aductores, separándolos de los isquio tibiales, y el tabique in termuscular anterior (y medial) que separa los aductores
del cuádriceps. Para buscar el tabique posterior, indique
al modelo que se tumbe d e lado y localice el epicóndilo
media l del fémur (v. fig . 9.14). Encontrará un espacio de un
dedo o más entre este cóndilo y Jos prominentes tendones
de los isquiotibiales mediales que parten de la región posterior de la rodilla.
Siga este valle e n dirección ascendente hacia la TI tanto
como le sea posible. En algunos individuos, será sencillo
187
seguirlo y podrá incluso profundizar en el recorrido serpenteante de este tabique hacia Ja Jú1ea áspera (v. fig. 9 .13).
No obstante, en aquellos en los que el aductor mayor está
«casado» con los isquiotibiales, e l tabique y los tejidos circundantes pueden estar demasiado ligados para que sea
posible profundizar mucho en Jos tejidos del valle; de
hecho, puede palparse el tabique como una cinta aislante
entre los músculos. Lo ideal es mantener abierto y libre el
espacio entre estos dos grupos musculares; se puede conseguir una mayor libertad de movimiento e ntre los isquiotibiales y los ad uctores posteriores introduciendo los
dedos en esta división, al tiempo que se lleva la rodilla a
flexión y extensión.
El extremo superior de este valle se localiza en el vértice
p osteroinferior de la tuberosidad isquiática. Normalmente,
en este momento, podrá orientarse si coloca Jos dedos en
la esquina posteroinferior de la TI con el modelo tumbado de lado y le indica que realice la aducción (elevar el
miembro inferior hacia el techo). El aductor mayor, insertado en Ja base de la TI, «impulsa rá» sus dedos durante el
movimiento.
Para aislar los isquiotibiales, alterne este movimiento
con la flexión de la rodilla (pierna relajada en la camilla al
tiempo que el talón empuja contra la resistencia de su otra
mano o la región externa de su muslo). Los isquiotibiales
se insertan en la región posterior de la TI, luego la flexión
de la rodilla contra una resistencia le permitirá sentir cómo
se tensa esta inserción (v. fig. 9.16). Coloque Jos dedos entre
estas dos estructuras y estará en el extremo superior del
tabique aductor posterior que d iscurre en línea recta entre
el epicóndilo d el fémur y este extremo superior. En aquellos casos en los que el valle es impenetrable, trabajar para
extender los tejidos faciales en sentido lateral y relajar Jos
músculos circundantes se verá recompensado con la aparición del valle y, lo que es más importante, con Ja difere nciación del movimiento entre Ja pelvis y el fémur y entre
los isquiotibiales y el aductor mayor ¡ovo r f· O ·r Fr n
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L1111o. Pnn 1, ..
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:"
).
Los mismos aductores responden al trabajo de extensión general en su recorrido (DVD r f: o, p Fr ni Lm
P 1n 1,
•:..!.O- , :o ) y al trabajo específico sobre el área
medial de la articulación de Ja cadera, cerca de la rama del
isquion, especialmen te para corregir un miembro inferior
acortado a nivel funcional (OVO r 1: De• •p F1on Un P;-irt 1
0
5:1 J-5 :20).
188
Desde el aductor mayor, existe una fascia que recorre
la superficie medial de la Tl conectándola con la fascia del
obturador interno y una conexión de esta hoja fascial con
las hojas del diafragma pélvico mediante la línea arcuata
(v. fig. 9.18). Palpar en esta dirección no es para pusilánimes
y debe practicarse inicialmente con un amigo o colega tolerante, pero es una forma muy eficaz y no muy invasiva de
trabajar e l diafragma pélvico, e l lugar de tantas lesiones de
la estructura, especialmente en las mujeres. Con el modelo
en decúbito lateral, coloque la mano en la parte interna del
borde posterior de la Tl. Mantenga el dedo índice en contacto con el ligamento sacrotuberoso que le servirá de guía,
en lugar de colocarse por delante de la rama del isquion, y
comience a deslizarlo hacia arriba y hacia delante en dirección al ombligo, manteniendo las yemas de los d edos en
contacto directo con el hueso sin excesiva presión. Con un
poco de práctica aprenderá qué cantidad de piel debe arrastrar consigo - estirar la piel no es el objetivo - (fig. 9.19).
Por encima de la TI o la rama palpará el tejido ligeramente más blando de Ja fascia del obturador interno.
Obturador interno
Tuberosidad isquiática
Fosa isquioanal
Obturador interno
Fig. 9 .19 Una técnica difícil, pero muy eficaz, para acceder al
triángulo posterior del diafragma pélvico supone deslizarse por la
fosa isquioanal a lo largo de la tuberosidad isquiática en dirección al
ombligo, hasta que pueda palparse y valorarse el diafragma pélvico.
Dependiendo de su estado, la terapia manual puede emplearse
tanto para disminuir el tono y lograr el descenso de la porción
posterior del diafragma pélvico como para aumentar su tono.
Debe mantenerse a lejado del reborde anal y a menudo es
necesario tranquilizar al paciente al respecto. Continúe en
sentido ascenden te por la fascia del obturador hasta que
encuentre una pared delante de las puntas de los dedos;
esta pared es el dia fragma pélvico, el músculo elevador
del ano.
Aunque ninguna explicación sustituirá el «conocimiento
enciclopédico» aportado por la experiencia de haber valorado el estado del diafragma pélvico en cierto número de
pacientes, muchos diafragmas pélvicos, especialmente en
los varones, estarán elevados y tensos, lo que significa que
sus dedos tendrán que profundizar en el espacio pélvico
hasta encontrar una pared sólida. Serán pocos los pacientes - en general mujeres y con frecuencia tras un partoque presenten un diafragma pélvico laxo; en ese caso, lo
localizará a una altura más inferior en la pelvis y tendrá
un tacto esponjoso. En pocas ocasiones encontrará patrones cruzados - un diafragma pélvico bajo que a pesar de
ello presenta un tono alto o un diafragma esponjoso que a
pesar de ello se localiza a un nivel alto en la pelvis- .
En aquellos pacientes con el patrón habitual en el que el
elevador del ano es tá alto y tenso, es posible engancha r los
dedos en la fascia del obturador justo por debajo del diafragma pélvico y arrastrar Ja fascia consigo a medida que
vuelve hacia la TI (v. fig. 9 .1 9). Con frecuencia, esto relaja
el dia fragma pélvico y consigue su descenso. En aquellos
individuos con un diafragma pélvico hipotónico o caído,
presionar este diafragma con las puntas de Jos dedos al
tiempo que el paciente contrae y relaja los músculos suele
ayuda r al paciente a localizar y reforzar esta área crítica.
Muslo: vía anteroinferior
Volviendo a la cara interna del muslo justo por encima
de la rodilla, podemos tomar la otra vía de la LCFP en el
muslo, la vía anteroinferior, que constituye la parte fundamenta l de esta línea para nuestros meridianos miofasciales. Esta línea fascial se introduce, junto con el paquete
neurovascular, en el aductor mayor mediante el hiato
aductor, para resurgir en la cara anterior de este músculo,
en el tabique intermuscular dispuesto entre el grupo aductor y el cuádriceps (fig. 9.20).
Este tabique reviste el surco que subyace al músculo
sartorio. Aunque nos atenemos a nuestra costumbre de
describirla como una línea, en este punto resulta especialmente importante ampliar nuestra visión para ver esta
parte de la LCFP como una curvatura compleja que ocupa
un plano fascial tridimensional. Esta se extiende a modo
de vela: en la superficie, su «baluma » (borde externo)
Cuádriceps
Sartorio
A
Glúteo mayor
Cuádriceps
discurre bajo el sartorio desde jus to por encima de la parte
interna de la rodilla hasta la región anterior de la cadera
y el triángulo femoral (con el sartorio actuando como una
«baluma» - tensando y ajustando el borde de la fascia-). El
«gra til» (borde interno) sigue la línea áspera del «mástil»
del fé mur desde la región medial posterior de la rodilla
por la región posterior del fémur hasta el trocánter menor
(fig. 9.21).
Desde aquí, la vía principal de la LCFP sigue ascendiendo por el psoas y su fascia relacionada, que escala
hacia delante y hacia arriba desde el trocánter menor. Este
músculo pasa directamente por delante de la articulación
de la cadera y se curva sobre el arco ileopectíneo, sólo para
profundizar hacia a trás, detrás de los órganos y la bolsa
peritoneal que los envuelve, donde se une a la columna
lumbar (fig. 9.22). Sus inserciones proximales se localizan
en los cuerpos vertebrales y las apófisis transversas (AT)
de todas las vértebras lumbares, con frecuencia incluso
de la Tl2. Cada psoas rellena la zanja localizada entre
los cuerpos y las AT en la región anterior de la columna,
al tiempo que los transversoespinosos rellenan los surcos
laminares dis puestos entre las AT y las apófisis espinosas
de la región pos terior (fig. 9.23).
En Ja ingle, el tabique in termuscu lar an terior se abre a l
triángulo femoral o Ja «axila de Ja pierna», limitado en el
borde medial por el aductor largo, en el borde lateral por
el sartorio y en el superior por el ligamento inguinal (fig.
9.24). Dentro del triángulo femoral encontramos el paquete
neurovascular femoral, un grupo de ganglios linfáticos y
la con tinuación de la m iofascia de Ja LCFP - el iliopsoas
en el borde latera l y el pectíneo en el borde medial, ambos
cubriendo la región anterior de la articulación de la cadera
y la cabeza del fémur-.
Mientras que el pectíneo está confinado al triángulo
femoral, tanto e l psoas como el ilíaco se extienden por
r
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Tabique
intermuscular
anterior
t"-----,..-.__,,,.=-""-;;-..,.----Vfa del
sartorio
m - - --
Vía del
aductor
largo
B
-7.'11+++-H'M1H-tt-. . . - - - -
bfceps femoral
~
.
lsquiotibiales
Linea
áspera
Tabique
intermuscular
anterior
I
i
1\
e
Cuádriceps
Fig. 9.20 La vía posteroinferior de la LCFP sigue el tabique
intermuscular anterior entre los aductores y los isquiotibiales.
Fig. 9.21 El tabique intermuscular anterior del muslo presenta una
compleja curva, no muy diferente de una vela, que se extiende
desde la línea áspera hasta el sartorio.
189
r
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ru
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o
e
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CL
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Fig. 9.22 El psoas mayor es el principal tirante de sostén dispuesto
entre la columna y el miembro inferior, coordina las porciones
superior e inferior, la respiración y la marcha, y actúa, con otros
músculos locales, de diversas y complejas formas para estabilizar
distintos movimientos.
Fig. 9.23 Existen cuatro .. zanjas.. alrededor de la columna; el
erector de la columna en la región pos terior y el psoas en la anterior
rellenan estas zanjas y sujetan la columna vertebral.
encima del liga mento inguinal, incorporándose al tronco.
El ilíaco es un flexor monoarticular de la cadera, en cierta
forma equivalente al subescapular del hombro; es, sin ninguna duda, un flexor de la cadera, a unque existe cierta
controversia sobre si es, además, un rotador lateral o
medial de la mis ma (v. Tile Pso11s Pscries3).
190
Fig. 9.24 El triángulo femoral, el equivalente de la axila en el
miembro inferior, se abre en el tabique anterior dispuesto entre el
sartorio (A) y el aductor largo (8), y pasa, con el psoas (C), el ilíaco
(O), el pectíneo (E) y el paquete neurovascular (no representado),
bajo el ligamento inguinal (F) l1asta la cavidad abdominal. El psoas,
el ilíaco y el pectíneo forman un abanico que asciende desde el
trocánter menor hasta el hueso coxal y la columna lumbar. La
longitud y el tono adecuado de este complejo son básicos para la
salud estructural y la libertad de movimiento. (© Aalph T Hutchings.
Reproducido de Abrahams et al 1998.)
El psoas, que es tambié n un claro flexor de Ja cadera y
también se ha descrito como un retador medial o la teral
de la cadera (o, como cree este au tor, ninguno d e los d os),
es incluso más controvertido en cuanto a su acción sobre
la columna (fig. 9.25).4 A raíz de su experiencia clínica, este
autor está convencido de que el psoas d ebería considerarse un músculo triangular con funciones diferen ciadas
para su porción superior, que puede actua r como flexor
lumbar, y su porción inferior, que actúa clara mente como
extensor lumbar. Si esta diferenciación funcional es válida,
la columna lumbar podría estar sostenida completamente
por el equilibrio d e los dive rsos fascículos del psoas con
los multífidos p osvertebrales, sin depender d el tono de
los músculos abdominales (de nuevo, remítase a T/1e Pso11s
Pseries3 ).
Locales y exprés del psoas
H emos afirmado que los exprés poliarticulares suelen disponerse sobre los locales m onoarticulares. En el caso del psoas,
existen dos grupos de locales que actúa n sobre la misma
área, p ero que se disp onen a cada lado del exprés en lugar
de bajo él (fig. 9.26). Aunque existe cierta controversia con
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Ffg. 9.25 El psoas humano
realiza un viaje único sobre
la región anterior de la pelvis
- hacia arriba y hacia delante
desde el trocánter hasta el arco
ileopectíneo, para después
ascender hacia atrás hasta la
columna lumbar-. En ningún
otro animal repite el psoas este
recorrido; en la mayoría de
los cuadrúpedos, el psoas ni
siquiera toca la pelvis, a menos
que el lémur se aproxime a su
límite.
Fig. 9.27 La parte interna de la línea correspondiente a los locales
de la unión cadera-columna incluye el pectíneo, que se une al
psoas menor mediante el ligamento !acunar.
Pectíneo
Fig. 9.26 La LCFP conecta la cara interna del fémur con las
estructuras centrales de la región anterior de la columna, incluyendo
el diafragma y el mesenterio (no representados). En el centro de
estas conexiones se dispone el exprés del psoas mayor, flanqueado
por dos grupos de locales.
respecto a qué funciones desempeña el psoas exactamente,2,4-8
no existe ninguna duda sobre el territorio que abarca, que
va desde el trocánter menor hasta los cuerpos vertebrales
y las AT de Ja Ll y con frecuencia de Ja Tl2.
Podemos recorrer el mismo territorio por otras dos vías
distintas, una medial y otra lateral al psoas mayor. En el
lado medial, podemos seguir el pectíneo d esde el trocánter
menor (y la línea áspera localizada justo debajo) hasta el
arco ileopectíneo (fig. 9.27). Desde aquí, mediante la fascia del ligamento )acunar y con tan sólo un ligero cambio
de dirección, podemos recoger el psoas menor (que se
expresa como un músculo en aproximadamente el 51 % de
la población, pero se expresa como una ba nda fascial en
prácticamente el 100%).9 El psoas menor discurre sobre la
fascia del psoas mayor para insertarse en Ja T12, su parada
superior.
En el borde lateral, comenzamos con el ilíaco, que se va
ensanchando hacia arriba y hacia Jos lados desde el trocánter menor para insertarse a lo largo de la porción superior de la fosa ilíaca (fig. 9.28). La fascia que cubre el ilíaco
se continúa con la fascia de Ja superficie anterior del cuadrado lumbar, con la que ascendemos hasta las AT de las
vértebras lumbares, justo por detrás de las inserciones del
psoas, así como hasta Ja duodécima costilla (DVD ref: Early
o
D1 sseotivc Evidenc ~: Deep Fro11 t Line).
Así, cuando las vértebras inferiores de Ja columna lumbar o la unión toracolumbar (UTL) se ven traccionadas
hacia abajo y hacia delante en dirección a la región anterior
de la pelvis, cualquiera de estos recorridos, o todos ellos,
pueden estar implicados. Por tanto, deben investigarse los
tres si se pretende abordar una lordosis lumbar inferior,
una compresión lumbar, una inclinación anterior de la pelvis o incluso un desplazamiento posterior de la misma.
En el brumoso pasado, cuando este autor comenzaba a
enseñar terapia manual, pocos profesionales conocían el
psoas en profundidad ni cómo localizarlo ni tratarlo. En
los últimos 20 años, se ha reconocido su función, en ocasiones excluyendo estos grupos musculares acompañantes
más o menos monoarticulares, a los cuales el profesional
debe prestar atención si pretende ser eficaz en la modificación de los patrones del área inguinal.
191
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Una estocada, o los asanas del yoga conocidos como las
«posturas del guerrero», son formas habituales de lograr el
estiramiento del psoas, y funcionan siempre y cuando no
se permita a la columna lumbar ad elantarse demasiado y
se mantenga la pelvis en ángulo recto con la pierna adelantada (v. fig. 4.17A, pág. 105). Se pueden explorar estos dos
complejos desde esta posición (fig. 9.29). Para movilizar el
w--,
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complejo externo del ilíaco-cuadrado, deje que la rodilla de
la pierna extendida gire en sentido medial hacia el cuerpo,
dejando que el talón vaya hacia fuera; p uede acen tuar este
estiramiento alejando las costillas de la cadera del mismo
lado. Para movilizar el complejo interno del pectíneopsoas menor, deje que la pierna estirada gire hacia fuera al
tiempo que el talón va hacia dentro y el peso se desplaza
hacia el dedo gordo. Deje que la cadera se desplace ligeramente hacia el suelo y esta porción interna de la línea que
atraviesa la ingle experimentará un profundo alivio.
o_
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Unión toracolumbar (UTL)
El extremo superior del psoas se funde a nivel fascial con
los pilares y otras inserciones posteriores del diafragma;
todo ello se entrelaza con el ligamento longitudinal anterior (LLA), que asciende por la superficie anterior de los
cuerpos y d iscos vertebrales.
La conexión entre el psoas y el diafragma - justo por
detrás de los riñones, las glándulas suprarrenales y el
plexo celíaco o solar, y justo por delan te de la principal
unión espinal, la unión toracolumbar (UTL: Tl2-Ll) - es
un punto crítico tanto del soporte como de la fu nción del
cuerpo humano (fig. 9.30). Reúne las partes «superior» e
«inferior» del cuerpo, conecta la respiración con la marcha, la asimjlación con la eliminación y es, por supuesto,
mediante el p lexo celíaco, un centro de «reacción
intestinal».
Guía de palpación 3: vía anteroinferior
Fig. 9.28 La parte externa de la línea correspondiente a los
locales de la unión cadera-columna incluye el ilíaco, que se une al
cuadrado lumbar.
El tabique intermuscular vastoaductorio o anteromedial
discurre bajo el sartorio y se puede acceder a este «valle»
palpando Ja zona media l al sartorio (v. fig. 9.20). Al igual
que el sartorio, el tabique es medial en el extremo inferior
del muslo, pero se dispone en la cara anterior del muslo en
su extremo superior. Al igual que ocurre con el tabique posterior, podrá alcanzar distintas profundidades dependiendo
A
B
192
Fig. 9.29 Posiciones para acentuar el estiramiento en (A) el grupo de locales interno y (B) el grupo de locales externo.
Pilares
diafragmáticos
Unión
toracolumbar
(T11-L1)
Fig. 9.30 El punto de encuentro entre las vías superior e inferior
de la LCFP es la superficie anterior de la porción superior de la
columna lumbar, donde el superior alcanza el cruce del psoas con
los pilares inferiores del diafragma, es decir, donde la marcha se
encuentra con la respiración. Se corresponde con la localización
de una importante transición espinal (T12-L1), asi como con las
glándulas suprarrenales y el plexo celíaco.
del paciente; no obstante, este valle es más evidente que el
tabique posterior en la mayoría de los individuos y claramente evidente en el paciente delgado cuando este sujeta
la totalidad del miembro inferior fuera de la camilla en
rotación lateral. Cuando palpe el tabique en busca de profundidad y libertad, alterne los movimientos de aducción
del paciente con la extensión de la rodilla (lo que activará el cuádriceps bajo sus dedos) para ayudarle a definir
dónde se halla la línea de separación (OVO re f: Oetp Fronl
Une, P. rt 1 •' :00- 1 · >1).
En el extremo superior de este tabique, la línea se
ensancha hacia el triángulo femoral, limitado en el borde
externo por el sartorio que se dirige hacia la espina ilíaca
anterosuperior (EIAS), el prominente tendón del aductor largo en el borde medial y el ligamento inguinal en el
superior (v. fig. 9.24). En el triángulo femoral se localizan,
desde su parte medial a la lateral, el pectíneo, el tendón
del psoas mayor y el ilíaco. Junto a estos se disponen los
ganglios linfáticos y el paquete neurovascular femoral, así
que pise con cuidado, pero no ignore esta área si busca la
apertura completa de la articulación de la cadera.
Indique a l modelo que se tumbe en decúbito supino
con las rodillas elevadas. Siéntese en un lado de la camilla
mirando hacia la cabeza del modelo, con uno de los muslos
de este contra el lateral de su cuerpo. Inmovilice la pierna
del modelo entre su cuerpo y su brazo, que habrá pasado
por encima de la rodilla del modelo, y coloque la palma
de la mano en la región medial del muslo, con los dedos
apuntando hacia abajo. Deje que sus dedos se introduzcan
lenta y suavemente en la abertura de esta «axila», con el
dedo anular o el meñique descansando sobre el tendón
del aductor largo a modo de guía, de forma que el resto de
sus dedos queden en posición anterior y lateral a él. Vigile
el estiramiento de la piel a medida que se adentra; en
ocasiones ayuda elevar la piel de la cara interna del
muslo con la otra mano antes de colocar la mano dedicada a la palpación en la ingle, de forma que deje caer en
el triángulo femoral la piel y los dedos al mismo tiempo
(DVD ro f: Dl:~p Fron line , Part 1, 52:2:::-54:40) .
Una vez en este espacio, si extiende los dedos, el lado
ungueal contactará con la cara lateral del hueso pubis.
Pídale a su modelo que eleve la rodilla hacia el hombro
del lado opuesto (combinando flexión y aducción) y, si está
adecuadamente colocado, notará cómo el pectíneo empuja
sus dedos - una banda de unos 2-3cm cerca de la rama del
pubis-. El músculo se trabaja mejor en contracción excéntrica con el paciente deslizando el talón fuera de la camilla
hasta la extensión completa del miembro inferior o empujando sobre su pie y creando una torsión pélvica hacia el
lado contrario a usted.
Para localizar el psoas a este nivel, mueva sus dedos
hacia delante y un poco hacia fuera del pectíneo, evitando
cualquier tipo de presión o estiramiento sobre la arteria
femoral. En el lateral de la arteria (generalmente; puede
variar el lado de la arteria que permite un acceso más fácil)
encontrará una estructura dura y resbaladiza delante de la
cabeza del fémur. Indique a su modelo que eleve el pie alejándolo de la camilla en línea recta y el tendón del psoas se
hará evidente a sus manos. Poco puede hacerse a este nivel
en la mayoría de los individuos, ya que es fundamentalmente tendinoso, pero este es el lugar donde el psoas está
más cerca de la superficie.
El ilíaco se dispone al lado del psoas, justo por fuera, y
generalmente se distingue de este básicamente por ser un
poco más blando (ya que a este nivel es más muscular que
el psoas, más tendinoso). Tras saltar el ligamento inguinal, p uede seguirse hasta su inserción anterior en el labio
interno de la cresta ilíaca anterior.
Tanto el ilíaco como el psoas también pu eden alcanzarse
por encima del ligamento inguinal en el área abdominal.
Colóquese de pie al lado del modelo en decúbito supino
y haga que este flexione las rodillas hasta que la planta de
sus pies se pose sobre la camilla, con los talones cerca de
las nalgas, y coloque los dedos en el borde superior de la
EIAS (OVO n:f: Deop Fro nt Line, Part 1, 59'.15- 1:02:03). Vaya
profundizando mientras mantiene las yemas de los dedos
en contacto con el ilíaco. Deje los dedos blandos y abandone si genera en el modelo un estiramiento doloroso de
las estructuras peritoneales (cualquier sensación de gases,
calor o dolor agudo). El psoas debería aparecer ante las
puntas de los dedos en la base de la «pendiente» del ilíaco
(OVO ref: Deep Front Line, ParL 1, 1:02 :05-1 : 1..::30). Si el psoas
se resiste, indíquele a l modelo que comience a elevar suavemente el pie de la camilla, lo que tensará inmediatamente el psoas, haciéndolo más evidente. En este punto,
su mano se encuentra en el borde externo del psoas, palpando las fibras que proceden de los fascículos superiores
del músculo - la porción Tl2-Ll.
Aunque puede seguir el recorrido ascendente de estas
fibras, no es recomendable que trabaje el psoas por encima
del nivel del ombligo sin un conocimiento exhaustivo d e
las inserciones de los riñones.
Una vez localizado este borde externo, mantenga un
suave contacto con la «salchicha» del psoas, manteniéndose
en el área incluida entre una línea horizontal trazada entre
las dos EIAS y una trazada a nivel del ombligo. Ascienda y
recorra el extremo superior del músculo hasta que sienta que
alcanza la pendiente interna. Es importante que no pierda
el contacto con el músculo cuando lo haga (si tiene alguna
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193
duda, indique al paciente que eleve el pie para flexionar la
rodilla) y que no presione nada pulsátil. Ahora se encuentra en el borde in terno del psoas, en contacto con las fibras
que proceden de L4 y L5 (y, por tanto, aquellas cuyo acortamiento es el principal responsable de la lordosis lumbar).
El psoas menor sólo se presenta como músculo en
aproximadamente la mitad de Ja población y este autor
considera que a menudo es difícil aislarlo del psoas
mayor, excepto en su forma de banda tensa que atraviesa
la superficie anterior del psoas mayor. Con el paciente en
decúbito supino y las rodillas flexionadas, podrá palpar en
ocasiones la pequeña banda del tendón del psoas menor
en la superficie del mayor si le indica al paciente que haga
un único movimiento muy pequeño de acercamiento del
hueso pubis al tórax. El problema es que este movimiento
puede producir la contracción del psoas mayor, así como
la contracción de los abdominales, que pueden confundirse con la contracción del diminuto psoas menor.
La última parte del complejo del psoas, el cuadrado
lumbar (CL), se alcanza mejor en decúbito lateral. Deslice
sus dedos por el labio interno de la cresta ilíaca, desde la
EIAS hasta la parte posterior, y encontrará una fuerte línea
fascial que se dirige hacia arriba y hacia atrás en dirección
al final de la duodécima costilla; es el borde externo de
la fascia del CL, y el acceso a este borde, o a la superficie
anterior situada justo por delante de este borde, le permitirá elongar esta importante estructura. Es prácticamente
imposible influir sobre este músculo accediendo desde la
región posterior. Puede resultar muy útil una respiración
profunda para facilitar Ja liberación. (DVD r f: Deep Fr n\
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Fig. 9.31 La LCFP recorre el plano sagital con
el ligamento longitudinal anterior (llA), que se
extiende por la región anterior del sacro y el cóccix
hasta el pubococcigeo, el músculo longitudinal
del diafragma pélvico, una .. cola" miofascial en la
columna.
Line Pa1i 1, 1:12:31-1:18:26).
Línea de bifurcación: la «cola»
~ de la línea frontal profunda
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194
..
~
Desde la parte medial del arco longitudinal del pie hasta el
psoas, la LCFP sigue la tradición d el resto de las líneas del
miembro inferior al contar con una mitad derecha y otra
izquierda, dos líneas separadas pero supuestamente iguales (aunque las lesiones, las desviaciones posturales o una
mínima preferencia por una mano o un pie hace que raramente lo sean) que parten de la región interna del p ie y llegan a la columna lumbar. En la columna lumbar, la LCFP
se reúne más o menos en una línea central que, a medida
que nos desplazamos hacia las partes superiores de esta
línea, se dividirá en tres líneas independientes en el plano
sagital, que no en el frontal.
No obstante, merece la pena señalar que contamos con
un proyecto de tercera «pierna» en la LCFP, o más exactamente con una «cola», que describiremos aquí antes de
continuar. Si descendemos por la LCFP desde el cráneo
sobre el LLA y, en lugar de dividimos a derecha e izquierda
con los dos psoas, simplemente seguimos en sentido descendente (fig. 9.31), recorreríamos las vértebras lumbares
hasta la fascia sacra y la superficie anterior del cóccix.
Desde aquí, la fascia continúa en Ja misma dirección
mediante el músculo pubococcígeo qu e se dirige hacia
delante hasta la superficie posterosuperior de la espina y
la sínfisis del pubis (fig. 9.32).
Dado que, en este punto, el recto del abdomen es el más
profundo de los músculos abdominales desde el punto de
vista fascial, la fascia asciende desde el diafragma pélvico
hasta la hoja posterior de Ja fascia del recto del abdomen,
de forma que nuestra «Cola» asciende hasta las costillas.
En este recorrido se incluye el ombligo, conectándose de
Aponeurosis
abdominal posterior
Diafragma pélvico
Fig. 9.32 Si seguimos el recorrido descendente del ligamento
longitudinal anterior por la línea media hasta el cóccix podemos
llegar hasta el rafe central del diafragma pélvico, a través del
elevador del ano hasta la región posterior del hueso pubis y con la
fascia abdominal posterior podemos llegar detrás del recto.
esta manera con las múltiples conexiones miofasciales y
viscerales que parten de él.
Diafragma pélvico
Una segunda vía de acceso al diafragma pélvico (la primera se describió anteriormente, en «Guía de palpación 2:
vía posteroinferior», pág. 187; este libro no incluye técnicas
de acceso a las cavidades corporales) es a través del hueso
pubis. Indique al modelo que se coloque en decúbito
supino con las rodillas elevadas tras haber vaciado la
vejiga urinaria. Esta palpación exige que alcancemos la
superficie posterior del hueso pubis por una vía indirecta.
Coloque las puntas de los dedos de ambas manos sobre
el abdomen del modelo, aproximadamente a mitad de
camino entre el extremo superior del pubis y el ombligo, y
profundice suavemente en el abdomen hacia la región dorsal. Abandone si aparece cualquier dolor.
Ahora doble los dedos de manera que apunten hacia
los pies del modelo por detrás del hueso pubis. Indique
al paciente que eleve suavemente el hueso pubis hacia la
cabeza por encima de las puntas de sus dedos, empujando
desde los pies para evitar el uso de los músculos abdominales (si los usa, le expulsarán de esta posición). A continuación, lleve las puntas de los dedos hacia arriba hasta
entrar en contacto con la superficie posterior del hueso
pubis {fig. 9.33). En este punto, sus dedos estarán flexionados formando medio círculo, como si estuviera sujetando
el asa de una maleta. Cuando se localiza este lugar adecuadamente, especialmente en un paciente cuyo cuerpo está
suficientemente abierto para permitirle acceder fácilmente,
casi puede elevarse la «maleta» de la pelvis y separarla de
la camilla mediante este «asan.
Una vez en contacto con esta región del hueso pubis,
indique a su modelo que contraiga el diafragma pélvico;
tanto usted como el paciente deben ser capaces de percibir la
contracción en el punto donde este diafragma se inserta en
el borde posterosuperior d el pubis. La conexión entre el diafragma pélvico y el recto del abdomen también resulta evidente en esta posición. Este acceso puede usarse para relajar
un diafragma pélvico demasiado tenso o para aumentar el
tono en el caso de un diafragma pélvico laxo o de incontinencia urinaria (DVD r r: D ·~ "'ront Llnc. 'olf'1 ..¡.
Para encontrar el emplazamiento adecuado, es importante
comenzar suficientemente arriba. El acceso directo, comenzando por del vello púbico y profundizando directamente
detrás del hueso, no funcionará. En pacientes con una gruesa
capa de grasa, abdominales superdesarrollados o en individuos no acostumbrados a trabajo intraabdominal, pueden
ser necesarios sucesivos intentos y palabras tranquilizadoras.
NOTA: i11c/uso esta pnlpnció11 (trabajo de nisln111ie11to) está
co11tmiirdicndn eH cttnlr¡11ier i11divid110 co11 infecció11 11ri11nrin o
rnnlquier otra i11fección de In región inferior del nbdo111e11.
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Ombligo
El ombligo es una importante fuente de conexiones tanto
emocionales como fasciales, al ser la fuente de nutrición durante los primeros nueve meses de vida (fig . 9.34).
Aunque el ombligo se localiza fácilmente en la cara anterior de los planos fasciales abdominales, la restricción
suele presentarse en la lámina posterior de la fascia abdominal, por lo que debemos acceder por detrás del recto del
abdomen. Esta hoja está en contacto con el peritoneo y, por
lo tanto, tiene múltiples conexiones con el espacio visceral,
incluyendo conexiones con la vejiga urinaria y con el ligamento falciforme que divide el lúgado.
Para acceder a estas hojas, coloque a su modelo en
decúbito supino con las rodillas elevadas y localice el
borde externo del recto del abdomen. Si el músculo relajado le resulta difícil de localizar, indique a su paciente que
eleve la cabeza y la región superior del tórax para mirar sus
manos; esto resaltará su borde. Coloque las manos a la distancia del ancho de los hombros, con las palmas hacia abajo
y las puntas de los dedos apuntándose respectivamente
bajo los bordes de cada recto. Ahora acerque lentamente
los dedos, asegurándose de que el recto - y no únicamente
el tejido adiposo - queda por encima de sus dedos.
Cuando las puntas de sus dedos se encuentren, tendrá los tejidos de la región interna del ombligo entre sus
dedos. Calibre la presión - incluso una mínima presión
puede provocar dolor o suponer un desafío para ciertos pacientes-. Tras obtener el consentimiento informado
del paciente y manteniéndose dentro de los límites admitidos
11
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1
Fig. 9.33 La conexión fascial entre las fascias abdominales y el
diafragma pélvico localizada por detrás del hueso pubis es un
importante p unto de actuación p ara lograr el cambio estructural,
pero deb e accederse a él con precaución y delicadeza.
Fig. 9 .34 Visión anterior de la pared abdominal posterior. Dado que
el ombligo es la fuente básica de alimentación durante los primeros
nueve meses de nuestra vida, no resulta sorprendente que tenga
numerosas conexiones fasciales en todas d irecciones.
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por este, eleve el ombligo hacia el techo y/ o hacia la
cabeza del paciente. De nuevo, este estiramiento puede
resultar molesto; por lo tanto, vaya despacio, dejando que
el tejido se libere gradualmente antes de continuar con el
estiramiento. Es muy importante que el paciente mantenga
una respiración normal durante este movimiento (DVD u:f;
º"'"'
(ECM) y suboccipital debería precederse y acompañarse
de una actuación sobre el escaleno anterior.
El extremo superior de esta vía posterior de la LCFP
se une a la «vértebra más alta», el occipital, en su porción
basilar justo en frente del cuerpo del atlas y del foramen
magno.
Fronl Lln e, Pnrl • .:7:.JO-. ""':dl).
, . Vía posterosuperior
\ • • ..- Una vez alcanzado el tórax, el diafragma nos ofrece la oportunidad de continuar en sentido ascendente a través de
la cavidad torácica con una de las tres líneas alternativas,
frontal, media y posterior. La más posterior de estas líneas
es la más sencilla y profunda. Así, resulta sencillo describirla
anatómicamente, pero no localizarla manualmente: siga el
ligamento longitudinal anterior durante su recorrido ascendente por la cara anterior de la columna hasta el occipital.
Esta línea posterior incluye los dos músculos que se insertan
en el LLA, los músculos largo de la cabeza y largo del cuello,
así como el minúsculo recto anterior de la cabeza (fig. 9.35).
También asociados a esta linea se encuentran los músculos escalenos, especialmente la fascia de su su perficie profu nda, próximos al orificio torácico superior. Los escalenos
ya han aparecido previamente en una breve discusión en
la que se comentó que, junto con el cuadrado lumbar (CL),
formaban un grupo profundo de la línea lateral (pág. 123).
Aquí comentaremos su función como estabilizadores de la
cabeza y el cuello.
Los escalenos medio y posterior actúan más bien
como un «cuadrad o cervical», estabilizando la cabeza en
fle xión lateral del mismo modo que el CL estabiliza la caja
torácica. Sin embargo, el escaleno anterior puede unirse
al club de la «cabeza adelantada», al acercar las AT de
las vértebras cervicales medias e inferiores a la primera
costilla, lo que genera o mantiene las condiciones para la
flexión cervical inferior o la hiperextensión cervical supe0
rior (o la rotación, si e l acortamiento es unilateral) (D D mi:
Oee11 Front Line, Part 2, 50:41-58:17). El trabajo que busque
la liberación de los músculos esternocleidomastoideo
Músculos largo de la cabeza, largo
del cuello y escalenos
Los músculos largos de la cabeza y del cuello son únicos
entre los músculos cervicales por su habilidad para contrarrestar la hiperextensión cervical. Tanto la LPS (obviamente) como la LFS (mediante el uso habitual, aunque
inadecuado, del esternocleidomastoideo) tienden a producir la hiperextensión de las vértebras cervicales superiores
(fig. 9.36) (DVD r f: D eop Front Ltn , Pnrt ... S<s: 1 - 1:
l.
Aunque podría pensarse que los músculos infrahioideos
(fig. 9.45) pueden usarse para contrarrestar esta tendencia,
son demasiado pequeños y están demasiado implicados
en los movimientos fluctuantes del habla y la deglución
para contrarrestar la tracción postura! mantenida de estos
voluminosos músculos. Así, le corresponde a Ja LCFP, y
concretamente a los músculos largos de la cabeza y el cuello (que, por supuesto, proporcionan el apoyo desde abajo)
adoptar un importante papel en la adecuada alineación de
la cabeza, el cuello y la región superior de Ja columna. En
consecuencia, será responsabilidad del terapeuta manual
o del instructor físico reactivar y tonificar estos músculos
en el paciente con hiperextensión de la columna cervical
superior o relajarlos en los casos menos habituales del
«cuello militar» o hiperflexión de esta región espinal.
Aunque pudiera parecer que los músculos largos de la
cabeza y el cuello están fuera de nuestro alcance, es posible
actuar sobre ellos si se siguen minuciosamente las instrucciones aquí descritas. Con el modelo colocado en decúbito
supino con las rodillas elevadas y usted sentado en la cabecera de la camilla, coloque las puntas de los dedos en el
borde posterior del ECM, en el triángulo localizado entre
de la cabeza
Escalenos
medio y
posterior-- --+
196
- - - Largo de la
cabeza
r11-.IN'r""""'- T - - --
-
Largo del
cuello
Fig. 9.35 La vía posterosuperior de la LCFP es la más sencíllasímplemente hay que seguir el ligamento longitudinal anterior por la
cara anterior de los cuerpos vertebrales hasta la porción basilar del
occipital- . En el camino, esta vía incorpora los músculos largo de la
cabeza, largo del cuello y recto anterior de la cabeza.
Fig. 9.36 Tanto la LFS como la LPS pueden participar en la
hiperextensión postura! de la región superior de la columna cervical,
y le corresponde a la LCFP la flexión de esta región espinal para
contrarrestar esa tendencia.
el borde anterior del trapecio y el borde posterior del ECM.
Eleve suavemente el ECM para acceder a la fascia externa
del «cilindro motor» -la fascia del escaleno en este caso-.
Deslice las yemas de los dedos hacia delante a lo largo de
la cara anterior de la fascia del escaleno hasta que alcance
las AT de las vértebras cervicales. No es necesario ejercer
ningún tipo de presión; cualquier sensación referida desde
el plexo braquial o cambio de color en la cara d el paciente
es razón suficiente para abandonar la exploración y buscar
el consejo de un experto. Los dedos simplemente se deslizan desde detrás del ECM hasta Ja cara anterior de las AT,
si la apertura del paciente lo permite (DVD mi: Deei Front
~ i n.: ,
Part 2, 58:10-1 :01 :27).
Desde aquí, es posible ablandar estos músculos en
aquellos individuos con una curvatura cervical excesivamente recta, militar, o activarlos en aquellos con hiperlordosis de la columna cervical superior (0\ o re t: D ·-ep ¡::,. 1n
line , P1rt 2 _ :01:,..7-1:0-: 9).
Para contrarrestar una columna cervical hiperextendida, simplemente pídale al paciente que pegue lentamente el cuello a la camilla, no levantando la cabeza, sino
deslizando sobre la camilla la parte posterior de la cabeza
hacia usted. El paciente puede ayudarse ejerciendo presión
sobre los pies y pegando las curvaturas lumbar y cervical
a la camilla. Sus dedos siguen las vértebras cervicales hacia
la camilla, manteniendo la atención del paciente sobre estos
músculos y esta área. Es adecuado emplear estímulos verbales, pero no manuales - está contraindicado presionar las
vértebras cervicales, ya que puede causar graves problemas -. En este caso, son los esfuerzos del paciente los que
consiguen los resultados; el terapeuta simplemente hace
que este tome conciencia de un á rea largamente olvidada.
Como siempre, manténgase alejad o de cualquier área pulsátil. Este método está diseñado para que acceda a la superficie anterior de la columna cervical y a sus hojas fasciales
por detrás de la arteria carótida, la vena yugular y el nervio
vago. Un desplazamiento lento y cuidadoso, exento de presión, le ayudará a mantenerse fiel al juramento hipocrático.
Podrá acceder fácilmente a los escalenos medio y posterior a través de esta misma ventana entre el trap ecio y el
ECM. El escaleno medio es una cuerda prominente, generalmente la más lateral, que se palpa en la región lateral
de la base del cuello. El escaleno posterior se fija al bolsillo dispuesto detrás de este escaleno medio y en posición
medial al mismo. El escaleno anterior, fundamental en la
postura, puede localizarse colocando las puntas de los
dedos cerca de la clavícula, elevando de nuevo las cabezas
de los dos ECM, para apartarlos del camino, y deslizando
los dedos por debajo. Una vez más, la sensación referida
desde el plexo braquial es una clara posibilidad, por lo
que deberá desplazarse despacio y sin ejercer presión (D
ret: DeP.p Front Line, Pnrt 2 , 46:32-50:38). El escaleno anterior es una banda de aproximadamente un centímetro
dispuesta por debajo del ECM y paralelo al mismo.
Sus dedos deberían ser capaces de percibir su contracción
al comienzo o al final (dependerá del patrón respiratorio
de su modelo) de una inhalación moderadamente profunda (OVO re!: De¡,p Fro nt Line , Part ,, 50:39-% :16).
Vía mediosuperior
La vía media de la porción superior de la LCFP sigue las
fibras del diafragma durante la mitad de su reconido ascendente hacia el centro tendinoso, que se extiende entre los
puntos más altos de las dos cúpulas (fig. 9.37). El centro tendinoso está unido al saco pericárdico que rodea al corazón y
a los tejidos asociados del mediastino, incluyendo la pleural
parietal de los pulmones y los tejidos que rodean el esófago
y los vasos pulmonares (fig. 9.38). Estos tejidos, al igual que
el propio diafragma, discurren hacia alrás para reunirse con
el LLA en la superficie anterior de las vértebras torácicas,
pero esta vía media forma una línea visceral de tensión que
merece una descripción independiente (fig. 9.39).
Cuando la fascia gue rodea todos estos tubos alcanza el
extremo superior de la caja torácica, el orificio torácico
superior, se divide en dos ramas, derecha e izquierda, que
siguen a los paquetes neurovasculares hacia la línea anterior profunda d el brazo de cada lado (fig . 9.40). Las líneas
anteriores profundas d e los brazos son, por tanto, la expresión de la LCFP en los miembros superiores; tan es así, que
el acceso a es tos tejidos a través de la axila puede lograr la
liberación de los tejidos torácicos de la LCFP.
Los tejidos procedentes de la cúpula de la pleura pulmonar discurren hacia arriba y hacia atrás para colgar de las
AT de las vértebras cervicales inferiores, asociadas a la
región interna de los escalenos (escaleno mínimo o ligamento suspensorio del pulmón), de forma que esta línea
entra de nuevo en contacto con la porción de la línea posterior correspondiente al LLA y al músculo largo de la
cabeza, d escrita anteriormente (v. fi g. 9.35).
Fig. 9.37 Vista superior del diafragma;
podemos observar cómo el pericardio
(A) se inserta firmemente en el centro
tendinoso. Las "tuberías" del esófago y la
vena cava también se asocian a esta vía.
(© Ralph T Hutchings. Reproducido de
Abrahams et al. McMinn's color atlas of
l1uman anatomy, 3rd edn. Mosby; 1998.)
1
:::J
(lJ
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o
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197
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Ligamento
longitudinal
anterior
........
Q)
u....,
o
e
::J
o..
Pericardio
Pleural
parietal
QJ
Dialragma
Fig. 9.38 Desde el centro tendinoso del diafragma, la continuidad
fascial asciende por el pericardio y la pleural parietal de los
pulmones, formando vainas y una red de sostén alrededor de todos
los nervios y tubos de la circulación pulmonar y sistémica. (© Ralph
T Hutchings. De Abrahams et al. 1998.)
Fig. 9.40 La LCFP se conec ta con la miofascia de la línea
anterior profunda del brazo, siguiendo el recorrido del paquete
neurovascular.
Lig. longitudinal ant. Largo del cuello
Fig. 9.39 En una vista anterior, el mediastino dispuesto entre los
pulmones conecta el diafragma con el orificio torácico superior.
198
No obstante, la parte principal de esta línea media
asciende con el esófago hasta la cara posterior de la faringe
e incluye los constríctores faríngeos, que pueden verse
claramente colgando del rafe de tejido conjuntivo en la
figura 9.41 . Esta línea también se une al occipital (y al temporal mediante los músculos estiloideos; v. a continuación), ligeramente por delante de la vía posterosuperior,
insertándose en una pequeña protuberancia conocida
como el clivus del occipital o tubérculo faríngeo. En este
punto, la fascia posterior de esta rama media de la LCFP
(la fascia visceral o bucofaríngea) está separada de la línea
posterior (el ligamento longitudinal anterior y la hoja prevertebral de la fascia cervícal) por una hoja denominada
fascia alar (fig. 9.42).
Fig. 9.41 Vista posterior de la via mediosuperior de la LCFP región posterior de la garganta, incluyendo los constrictores
faríngeos sostenidos por el rafe fa ríngeo, que cuelga del clivus del
occipital.
Vía anterosuperior
La te rcera vía de la LCFP en la porción superior del
cuerpo, la más anterior, sigue la curvatura del diafragma
hasta su inserción anterior en la apófisis xifoides de la base
del esternón (v. fig. 9.2, vista lateral de la vía anterosuperior
y DVD ref: Deep Front Line, Pnrt 2: 32:29-38:37). Esta fascia
se conecta a la fascia de la cara posterior del esternón, aunque exige un giro bastante drástico desde la porción anteromedial del diafragma, prácticamen te horizontal, hasta
la fascia endotorácica de la región posterior del esternón.
--
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OJ
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QJ
u
---,
o
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CL
OJ
LPPB
Elevador de la -_J.l,.,~.---'"'C""'escapula
Fig. 9.42 Corte transversal del cuello
que revela las vías anterior. media y
posterior de la LCFP, individuales, pero
aun así relacionadas.
LPSB
Trapecio
Debemos enfatizar una vez más que, en el tórax del cuerpo
humano, las tres vías funcionan como uno y que aquí se
muestran por separado con el único objeto de su estudio.
Este fascia incluye el abanico dentado del músculo
transverso del tórax y, por extensión, todo el plano de la
fascia endotorácica, delante de las vísceras, pero detrás de
los cartílagos costales (fig. 9 .43).
Esta línea emerge de la caja torácica justo detrás del
manubrio del esternón. Desde esta parada, esta línea miofascial se continúa claramente con los músculos infrahioideos - el exprés del esternohioideo cubre los locales del
esternotiroideo, el cricotiroideo y el cricohioideo - hasta el
propio hueso hioides (fig. 9 .44).
Este grupo está unido por ese curioso remanente desde
el opérculo, el omohioideo, que participa en el habla y
la deglución y forma, además, una tienda de campaña
sobre la vena yugular y Ja arteria carótida que las protege
durante las fuertes contracciones de los músculos cervicales circundantes.
Desde el hioides, el estilohioideo se conecta con la apófisis estiloides del hueso temporal. El músculo digástrico
se las arregla para dirigirse hacia arriba y hacia delante
hasta el mentón al tiempo que se dirige hacia a rriba y hacia
atrás hasta la apófisis mastoides; incluso se las arregla para
mantenerse alejado d el hioides y ni siquiera rozarlo - dos
bandas de fascia ascienden desde el hioides, permitiendo
que este músculo tire directamente hacia arriba de todo
el aparato traqueal durante la deglución-. Gracias a estos
dos músculos, la rama anterior de la LCFP está conectada
al hueso temporal del neurocráneo (fig. 9.45).
Dos músculos, el milohioideo y el genihioideo, a compañan al digástrico en su ascenso hasta la región interna de
la mandíbula, justo por detrás del mentón; estos dos músculos forman el suelo de la boca bajo la lengua. (Resulta
interesante señalar el paralelismo entre la estructura del
suelo de la boca y el diafragma pélvico, con el genihioideo
como equivalente del pubococcígeo y el milohioideo como
equivalente del iliococcígeo.)
Desde estos músculos hioideos, podemos defender una
conexión mecánica a través de la mandíbula con los músculos que la cierran (la conexión fascial directa es un poco
más difícil de justificar) (fig. 9.46). Junto con el masetero,
que parte del arco cigomático, y el pterigoideo medial, que
asciende desde la cara inferior del esfenoides, forman un
cabestrillo para el ángulo d e la mandíbula (fig. 9.47). Desd e
una amplia inserción en el hueso temporal, el músculo
tempora l tira directamente hacia arriba d e la apófisis
Esternotiroideo
Transverso del tórax
Fascia endotoracica
Fig. 9.43 Esta vía anterosuperior incluye el transverso del tórax,
ese curioso músculo localizado en la zona medial de Ja región
anterior de las costillas que sostiene los cartílagos costales y puede
contraer el tórax cuando tenemos frío.
Fig . 9.44 Los músculos infrahioideos emergen desde detrás del
esternón, uniendo la cara interna de las costillas con la región
anterior de la garganta y con el hioides.
199
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o
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Q)
u
-,
o
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Plerigoideo-i~i~s~~
::::;
o_
medial
Q)
Pterigoideo -/<~~y,¡
lateral
Fig. 9.45 Desde el hioides, existen conexiones tanto hacia delante,
hasta la mandíbula, como hacia atrás, hasta el hueso temporal del
cráneo.
Fig. 9.47 En una vista inferior, resulta inconfundible el cabestrillo
que forman los dos maseteros en colaboración con los dos
pterigoideos mediales para la rama de la mandíbula.
Digástrico
-O
(o
Maselero
Fig. 9.46 Aunque resulta difícil establecer una conexión directa
desde los delicados músculos suprahioideos hasta los recios
músculos de la mandíbula, existe, sin lugar a dudas. una conexión
mecánica desde el suelo de la boca hasta los músculos de la
mandibula y los huesos faciales y craneales. (OVO ret: Early
Dissective Evitlence: Deep Front Une)
coronoides d e la m andíbula, y su fascia recorre el cráneo
siguiendo el plano frontal bajo la gál ea aponeurótica, la
fascia epicraneal que participa en l a LFS, la LPS, l a línea
lateral (LL) y la línea espiral (L E) (fig. 9.48).
En resumen , hemos visto el complejo centro de l a miofascia corporal, serpenteando por l os «escondites» de l os
miembros inferiores y atravesand o la «axila de la pierna»
hacia el tronco para unirse a l os tejidos de la cara anteri or
de l a columna. Desde aquí, hemos v isto que se div iden (al
menos, para su estudio) en tres vías principal es: d etrás de
las vísceras, adyacentes a la cara anterior de la columna, a
través de l as propias vísceras, y d elante de estas hasta l a
garganta y l a cara.
Discusión 1
Línea frontal profunda y estabilidad de los miembros
inferiores
200
En la postura de la pierna, las estructuras de la LCFP tienden a
equilibrar las estructuras de la línea lateral (fig. 9.49). Cuando los
Fig. 9.48 La porción superior de la LCFP incluye el cabestrillo
formado por el masetero en la región externa y el pterigoideo
medial en la interna, y la fascia, que, desde el temporal, rodea la
cabeza por debajo de la LPS.
peroneos se hallan en bloqueo corto, tienden a generar un tobillo evertido o pronado, o un antepié en rotación lateral. Aunque
hemos visto que el peroneo largo está equilibrado por el tibial
anterior, también lo está por el tibial posterior: si los músculos de
la porción profunda del compartimento posterior están acortados
en exceso, tienden a crear un tobillo invertido o supinado, o un
antepié en rotación medial. Juntas, estas miofascias ayudan a la
estabilización de la tibia y el peroné sobre el tobillo y sostienen la
parte medial del arco longitudinal del pie.
1
\
8
A
Fig. 9.49 En las piernas, la línea lateral y la LCFP son antagonistas:
cuando la LCFP es demasiado corta, los pies tienden a la supinación
y la inversión (A); cuando la línea lateral presenta un acortamiento
crónico, el pie tiende hacia la pronación y la eversión (B).
A
8
Fig. 9.51 En la evaluación de la inclinación relativa de la
pelvis, merece la pena considerar los tabiques intermusculares
anteromedial y posterior del muslo como unos tirantes que pueden
restringir el recorrido de flexión-extensión de la pelvis.
interna y externa de la rodilla, incluyendo los tejidos del muslo
situados por encima de esta. En el patrón de piernas en ..
la
fascia de los aductores tiende a verse traccionada hacia la rodilla,
y en el patrón de piernas arqueadas, la LCFP tiende a tirar de la
costura interna del miembro inferior desde arriba, hacia la cadera.
Con respecto a la posición de la pelvis, resulta útil tomar en
consideración los tabiques (fig. 9.51 ). En una inclinación anterior
de la pelvis, el tabique anterior suele estar acortado y adherido a
los dos grupos musculares adyacentes y será necesaria su elongación, junto con la del aductor largo y el corto. En este caso, el
tabique posterior está distendido y elevado y debe inducirse el
desplazamiento de su plano fascial en sentido caudal. En caso
de inclinación posterior de la pelvis, ocurrirá lo contrario: es el
plano anterior el que suele precisar un desplazamiento inferior,
y será imprescindible liberar el tabique posterior del diafragma
pélvico, de los retadores laterales profundos y los grupos musculares adyacentes unos de otros. De esta forma, el tabique
anterior puede considerarse una extensión del psoas, y el tabique posterior una extensión de los retadores laterales profundos,
especialmente del piriforme, y del diafragma pélvico, asociado al
músculo aductor mayor.
x,.,
A
8
Fig. 9.50 Cuando los tejidos !ensiles de la cara interna o externa
de los miembros inferiores están tensados, la estructura esquelética
del miembro responde como un arco de madera, combándose y
alejándose de la contractura, lo que provoca la distensión de los
tejidos del lado convexo. Este tipo de interacción entre la LCFP y la
LL está activa en las piernas en .. y las piernas arqueadas (rodilla
vara y rodilla valga).
x..
En la rodilla, la LCFP y la LL se equilibran entre sí como cuerdas de arco dispuestas en ambos lados del miembro inferior
(fig. 9.50). Cuando las piernas se arquean (piernas en "º"• desplazamiento lateral de las rodillas o rodilla vara}, las estructuras
de la LCFP de la pierna y el muslo presentarán un acortamiento,
mientras que las estructuras de la LL, el tracto iliotibial y los
peroneos estarán distendidas. En el caso de las rodillas en ..x,.
(desplazamiento medial de la rodillas o rodilla valga), ocurre lo
contrario: las estructuras laterales presentarán un bloqueo corto y
las estructuras de la LCFP estarán distendidas o en bloqueo
largo. El dolor tiene aparecer en el lado distendido, pero el lado
sobre el que debe trabajarse es el que presenta el acortamiento.
En el muslo, los músculos aductores acotados por los tabiques anterior y posterior también se equilibran con los abductores
de la LL y, a menudo, puede detectarse cualquier descompensación comprobando la posición relativa de los tejidos de las caras
Discusión 2
Porción media de la línea frontal profunda
y manipulación visceral
No puede accederse a los tejidos endotorácicos de la LCFP,
desde los pilares diafragmáticos hasta el orificio torácico superior, para su manipulación directa. El conjunto de la caja torácica
forma un estuche en el que siempre existe una presión negativa
que atrae los tejidos hacia las costillas e intenta atraer las costillas hacia dentro. No obstante, estas áreas responden al trabajo
indirecto realizado desde arriba, sobre los escalenos y la fascia
cervical, o desde abajo, sobre el peritoneo, el borde inferior de la
caja torácica o el psoas.
201
u
1
o
1110----LCFP
anterosuperior
LCFP
posterosuperior mediosuperior
Fig. 9.52 En el extremo superior de la LCFP. observamos una
íntima relación entre varias estructuras importantes que proceden
de las tres capas germinativas.
mesodermo y endodermo embrionarios. Asentado literalmente
en la silla del esfenoides (silla turca), el eje hipotálamo-hipofisario es una auténtica caja de conexiones de los cuerpos líquido
y neural, de procedencia básicamente ectodérmica (fig. 9 .52A).
La llamada uglándula endocrina maestra" se sitúa bajo el círculo
de Willis y degusta la sangre fresca impulsada desde el corazón,
para añadir sus poderosas especias hormonales y las respuestas
motoras fundamentales a la mezcla.
Justo detrás y debajo de esta encontramos la sincondrosis de
la unión esfenobasilar, un eje central del pulso craneosacro y, en
sí misma, un elemento central del cuerpo fibroso, de procedencia
mesodérmica - Ja red de colágeno y todos Jos pulsos musculares
que producen las ondas de fluido (figs. 9.528y 9.53)-. 12·13
Inmediatamente detrás y debajo de esta (pero todo ello en
un margen de un par de centímetros), se dispone el extremo
superior de la faringe, el esófago primitivo y central del tubo
endodérmico, donde el rafe faríngeo se une a la base del occipital (fig. 9.52C). El ser humano está en una situación única,
ya que la dirección del Intestino (prácticamente vertical desde
Ja boca hasta el ano) y la dirección del movimiento (básicamente horizontal hacia delante) difieren. En nuestras caras, Ja
umordidau ha sido subordinada a Ja uvista•., y el tubo digestivo
cuelga desde un centro clave en la base del cráneo . Pocos animales presentan tal separación de las líneas de visión y movimiento, comenzando por las líneas de dirección de la columna
y el intestino. Esta constituye, al menos en teoria, una de las
causas de nuestra diferenc iació n psicosomática del resto del
mundo animal. 14
Uno se pregunta sobre la comunicación entre estas "cajas
de conexiones.. primitivas. Cuando fruncimos los labios para
besar, o tomamos una fresa o tensamos la lengua cuando nos
"disgusta.. algo, ¿puede esto percibirse en Ja unión esfenobasilar o se percibe en Ja hipófisis? Uno puede imaginarse, cuando
menos, una función interregulada de estos tres sistemas principales desde este punto hac ia todo el organismo mediante el sistema nervioso central, el plexo submucoso, el pulso c raneal o la
larga continuidad miofascial desde Ja cara y Ja lengua hasta el
tobillo interno que hemos esbozado aquí.
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mrnto111ytrni11s.co111
Fig. 9 .53 La unión esfenobasilar (UEB) es una bisagra fundamental
del pulso craneosacro, donde se encuentran los •cuerpos
vertebrales.. del occipital y el esfenoides.
También responden a las técnicas de la manipulación visceral, que han sido hábilmente expuestas en diversos libros por
el padre de esta manipulación, el osteópata francés Jean-Pierre
Barral. 10•1 1
Discusión 3
Extre mo superior de la LCFP y la conexión ecto-,
meso- y endodé rmica
El extremo superior de la LCFP es un fascinante cruce de caminos. La vía posterior correspondiente al ligamento longitudinal anterior se conecta justo delante del foramen magno, la via
media, la de la faringe, justo por delante de este último, y la vía
anterior del complejo laringohioideo se une, entre otras inserciones, a las alas inferiores del esfenoides.
Resulta tentador señalar la proximidad de estos puntos a
diversas estructuras centrales que proceden del ectodermo,
202
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14. Kass L. The hung ry soul. New York: MacMillan; 1994.
Vías anatómicas
en movimiento
Una vez esbozado el conjunto de los 12 meridianos miofasciales, pasemos a definir algunas de las aplicaciones y
repercusiones del planteamiento de las vías anatómicas.
Aunque se han ido señalando algunas de ellas p ara Ja terapia manual y del movimiento en los capítulos anteriores,
la secuencia específica que debe seguirse para la liberación
de las partes blandas o en las estrategias edu cativas del
movimiento se deja para posteriores publicaciones o para
la formación presencial. Este libro se ha diseñado para
ayudar al lector en la observación de estos patrones miofosciales corporales, de forma que las habilidades adquiridas y los protocolos de tratamiento puedan aplicarse de
nuevas formas.
Estos dos capítulos finales desarrollan las diversas formas en las que puede aplicarse el concepto de las vías anatómicas en su conjunto. Este capítulo expone una visión
general de su aplicación a algunos campos de movimiento
habituales, mien tras que el capítulo 11 presenta un método
para el análisis de la postura de bipedestación que se
emplea en la integración estructural (v. tambié n apéndice 2).
Ninguna de estas incursiones pretende ser exhaustiva,
sino que simplemente pretenden iniciar al lector en la
variedad de usos posibles de este planteamiento, tanto
para su aplicación en uno mismo como en las profesiones relacionadas con Ja rehabilitación, el rendimiento y Ja
curación.
Aunque algunos movimientos se llevan a cabo gracias a la totalidad de un meridiano miofascial, d ebemos
señalar que las vías anatómicas no son una teoría sobre el
movimiento, sino un mapa de cómo se mantiene Ja estabilidad y se distribuye Ja tensión por el cuerpo d urante el
movimiento. Por ejemplo, siéntese, coloque un pie sobre
el otro e intente elevar el pie inferior contra el superior
empleando todo el miembro inferior. Aunque es posible
que el recto femoral y el psoas mayor sean los principales
responsables de este intento de mover el miembro inferior,
toda la línea frontal superficial (LFS) se tensará y «pretensará», desde los dedos de los pies hasta la cadera, e incluso
podrá sentirse en el abdomen y el cuello. Este tipo de onda
estabilizadora se da en su mayor parte de forma inconsciente, pero es imprescindible para el «anclaje» efectivo de
una parte que constituye la base del movimiento para otra.
Del mismo modo, si desplaza el peso hacia el pie delantero, sentirá cómo se tensan tanto la línea posterior superficial (LPS) como la línea frontal superficial del miembro
inferior, independientemente de los músculos que participen
en el movimiento. Cargue todo su peso en ese pie para sentir
la interacción entre la línea lateral y la línea frontal profunda
mientras estas buscan el equilibrio entre las regiones interna
y externa del miembro inferior a medida que el p eso cambia
segundo a segundo entre las partes lateral y medial del arco
longitudinal del pie.
Puede aplicar sus conocimientos de las líneas para
valorar cómo las compensaciones o las posturas ineficaces
impiden lograr un movimiento integrado o una fuerza eficaz en el cuerpo en movimiento. En un libro estamos limitados a presentar imágenes fijas, lo que no sustituye a la
práctica de observar las líneas en movimiento.
Aplicaciones
Comencemos con un análisis b astante sencillo de algunas
esculturas clásicas, antes de adentrarnos en aplicaciones
más funcionales:
Esculturas clásicas
~
Kouros (fig. 10.1)
Dejando a un lado el ejemplo más moderno y extraordinariamente funcional de Fred Astaire, estas esculturas preclásicas representan, en opinión del au tor, el ejemplo más
irresistible de elegancia y equilibrio entre las líneas de las
v ías anatómicas - incluso mejor que Ja figura de Albinus que
sirve de portada a este libro-. Este ko11ros (muchacho) - una
de las muchas esculturas de este tipo pertenecientes al
período preclásico - presenta una tensegridad equilibrada
entre la estructura esquelética y la miofascial d ifícil de
contemplar hoy en día; de hecho, poco frec uente en el arte
posterior a este período. Aunque en él se representan Jos
músculos y huesos de forma demasiado voluminosa para
el gusto moderno, el conjunto de Ja red neuromiofascial se
mantiene «suspendido» con una soltura natural que, no
obstante, consigue transmitir la total disposición para la
acción.
Fíjese en la longitud de la línea frontal profunda y en
el sostén que ejerce por la cara interna del miembro inferior y por el tronco. Pres te atención al equilibrio de las
partes blandas entre las caras interna y externa de la rodilla. Observe la gracilidad con que la cabeza reposa sobre
el cuello y los hombros se colocan sobre una caja torácica
vertical. Aunque los músculos se definen y se diferencian,
t
~
-~\.
<
OJ
(.f1
OJ
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OJ
Línea posterior superficial ~;i¡¡¡i2!'1li
del brazo -----.--J!P"----""''tm:~~--.
o~··
3
n
OJ
Línea anterior
profunda del brazo
(.f1
ro
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3
o
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3
ro
:::J
o
Línea funcional
frontal
Línea frontal
superficial----
posterior
Fig. 10.2 Heracles (Hércules). El Heracles clásico muestra un
acortamiento central y un desequilibrio asimétrico de las líneas .
(Reproducido con autorización de Hirmer Fotoarkiv.)
Fig. 10.1 Kouros. La serie de esculturas preclásicas de Kouroi
se acerca al ideal de "tensegridad fascial coordinada" : adecuada
localización y equilibrio de las líneas de las vías anatómicas .
(Reproducido con autorización de Hirmer Fotoarkiv.)
no se pierde ni se enmascara la conexión a lo largo de las
líneas. No sería descabellado que en nuestra cultura se
trabajara para conseguir un sistema de educación física
que generara cuerpos que se aproximaran a este ideal
funcional.
Heracles (fig. 10.2¡
204
Aquí observamos a un Hércules agotado, apoyado en
su garrote y descansando de sus tareas, por lo que sería
injusto someterle a un análisis crítico de las lineas. N o obstante, esta representación es típica del arte clásico y supone
un claro contraste con el kouros preclásico o con el guerrero
Zeus (fig. 10.4).
Fíjese en que, a pesar de hacer sido bendecido con una
fuerza legendaria, el cuerpo de Hércules muestra la típica
postura d esplazada del centro, con la cadera elevada, que
puede encontrarse en la mayoría del arte «clásico» y que
es reflejo de un patrón habitual: acortamiento de la porción
inferior izquierda de la línea lateral y de la porción superior derecha de la misma línea. Este se acompaña de una
retracción o hundimiento del eje central, la línea fro ntal
profunda (LCFP), que se manifiesta de diversas formas:
una torsión de la estructura central que sostiene la porción
inferior de la columna torácica, es decir, el complejo del
psoas; el tórax, aunque voluminoso, parece ligeram ente
hundido, aproximándose a un patrón espiratorio; la falta
d e longitud interna también puede observarse en el «cinturón de Adonis» que rebasa el borde de la pelvis (no es
grasa, sino más bien el resultado de un acortamiento centra l). Esta se extiende a los miembros inferiores, donde el
acortamiento del grupo aductor y de la porción profunda
del compartimento posterior de la pierna, pertenecientes
a Ja LCFP, tira hacia arriba del a rco interno y contribuye a
desplazar el peso hacia la región externa del pie; el hundimiento puede leerse en la rodilla, donde se observa que los
tejidos de la región interna de la articulación (LCFP) están más
abajo que los tejidos de la región externa (línea lateral, LL).
Compárese con el sostén central presente en el resto de los
ejemplos, incluso en la asimétrica y poco atlética Venus.
Afrodita de Melas
(fig.10.3)
Es evidente que no podemos comentar las líneas del brazo
de Venus, pero el encanto de su seductora pose está claramente potenciado por el acortamiento de la línea espiral izquierda y de la línea funcional frontal (LFF) derecha.
La postura en bipedestación erguida no es ni la mitad de
insinuante (compárese esta con la mayoría de las estatuas
de Atenea, como «La justicia» o la «Estatua de la libertad», que generalmente se mantienen firmes, inftmdiendo
respeto, pero no familiaridad). La postura vertical exige
máxima estabilidad en las líneas cardinales: líneas anterior, posterior, laterales y central (anterior profunda). Una
postura insinuante, como la que se presenta aquí o en las
revistas de moda, exigirá la participación de las líneas helicoidales: la línea lateral, la espiral y las líneas funcionales.
Fíjese en cómo el acortamiento del lado izquierdo de
la línea espiral (LE) desplaza su cabeza hacia la d erecha,
lleva el hombro derecho hacia delante y genera la rotación
izquierda de la caja torácica con respecto a la p elvis. A todo
ello contribuye el acortamiento de la porción derecha de
la LFF, que también refleja su pudor, mediante el aductor
largo de ese mismo lado (la vía inferior de la LFF derecha)
que genera la aducción de la cadera izquierda.
Es necesario un acortamiento adicional de la línea
lateral derecha para llevar suficiente peso sobre el miembro
inferior derecho. Aun así, nos transmite la sensación de tm
movimiento iruninente, ya que no parece firmemente apoyada sobre la pierna derecha. Algunos han postulado que el
original sostenía al bebé Eros en el brazo dered10, lo que la
ayudaría a equilibrar su peso, o tal vez está a punto de dar un
paso hacia el agua que una vez más la convertirá en virginal.
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Estatua en bronce de Zeus
(fig. 10.4)
Esta escultura muestra el cuerpo magníficamente dispuesto para la acción marcial. Aunque posiblemente sea
una blasfemia reducir a Zeus al análisis de las líneas, nos
arriesgaremos a recibir el rayo que parece dispuesto a
lanzar para describir cómo estabiliza su cuerpo en busca
del efecto máximo. El brazo izquierdo, de longitud inverosímil, se mantiene en la línea de visión, suspendido por
la línea posterior superficial del brazo, contrarrestando
de esta forma el peso del brazo derecho. El brazo derecho
sujeta el rayo o la lanza entre el pulgar y los demás dedos,
movilizando así las líneas anteriores superficial y profunda del brazo, y conectándose con las del lado opuesto
mediante el pectoral mayor y el menor de la cara anterior
del tórax. Esta conexión posibilita que la región anterior del
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Línea posterior superficial del
brazo
Líneas anteriores
profundas del brazo
1
Fig. 10.3 Afrodita de Melos (Venus d e Milo). Cualquier postura
seductora implicará un acortamiento asimétrico de las líneas
helicoidales . (Reproducido con autorización de Hírmer Fotoarkiv.)
Fig. 10.4 Zeus. La mayoría de las acciones marciales o deportivas
suponen la conexión de un miembro superior con el m iembro
inferior d el lado opuesto para aumentar el equilib rio. (Reproducido
con auto rización de Hirmer Fotoarkiv.)
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brazo que se mantiene estirado equilibre y constituya la
base para el lanzamiento.
La línea posterior superficial del mie mbro inferior dered10 se contrae, ejerciendo presión sobre la región meta tarsiana y extendiendo la cadera para iniciar el desplazamiento
anterior del cuerpo y cargar el peso sobre el miembro inferior
izquierdo, estable. El miembro inferior izquierdo está firmemente apoyado (aunque Ja rodilla está ligeramen te flexionada, que no bloqueada), estabilizado por la tensión que
recorre las cuatro líneas de los miembros inferiores; de esta
forma, Ja línea espiral izquierda y Ja línea funcional frontal
deredw, ambas ancladas en el miembro inferior izquierdo,
pueden ayudar a las dos líneas anteriores del brazo a impulsar el hombro y el brazo derecho hacia delante.
Dado que claramente el rayo se va a lanzar siguiendo
el plano horizontal, las dos líneas laterales están bastante
equilibradas entre sí. De ello deducimos que se trata de un
lanzamiento preciso a corta distancia (compá rese con el
lanzamiento «Ave María» [Hnil Mnryl que se muestra en Ja
fig ura 8.3, donde las líneas del brazo reciben también
Ja colaboración fundamental de las líneas funcionales y Ja
línea espiral). Si la intención fuera lanzar el rayo hacia la
Tierra desde el Olimpo, sería necesario que Ja línea lateral
izquierda se acortara para apuntar hacia abajo.
Discóbolo
206
Línea anterior superficial del brazo
Línea anterior profunda del brazo
espiral
derecha
(fig. 10.5)
El lanzador de disco de Praxíteles es Ja culminación de Ja
representación de las líneas al servicio de un deporte. El
esbelto joven sostiene el disco con Ja línea anterio r superficial del brazo de su brazo derecho, desde los dedos flexionad os hasta el pectoral mayor, estabilizando el agarre
gracias a Ja presión ejercida desde el pulgar, que conecta
la línea anterior profunda d el brazo con el pectoral menor
a través del bíceps. Las dos líneas del brazo anteriores d el
lad o izquierdo se movilizan de forma similar y equilibran
esta tensión; las dos están conectadas a través de los pectorales del tórax y por el brazo hasta Ja mano izquierda, que
participa claramente en el lanzamiento.
El lanzador ha «plegado el muelle» del cuerpo acortando
Ja línea espiral derecha, claramente encogida desde el lado
dered10 de Ja cabeza (los esplenios), alrededor del hombro
izquierdo (romboides y serrato anterior) y a través del abdomen (oblicuo interno derecho y externo izquierdo) hasta
la cadera derecha. Esta tensión se transmite más allá de la
cad era, por el tensor de la fascia lata, el tracto iliotibial y
la cara anterior de la espinilla, gracias al tibia! anterior, hasta
el arco interno del pie derecho que proporciona el apoyo. La
línea funcional frontal desde el hombro izquierdo hasta el
fémur derecho también es corta. La línea la teral izquierda
es más corta que la derecha, que está extendida.
El discóbolo ha estado así durante más de 2.000 años,
pero en cualquier momento se «levantará y lanzará» el
disco. La potencia más evidente es Ja que procede de la línea
anterior superficial del brazo (LASB) d erecha, que impulsará
el disco hacia d elante, pero la coordinación con las demás
líneas marcará Ja diferencia en la distancia que alcance el
disco. El acortamiento de la LE derecha estirará y potenciará
Ja izquierda, que se acortará firmemente a continuación,
llevando los ojos y Ja cabeza hacia Ja izquierda y el hombro
derecho hacia delante trabajando desde Ja cadera izquierda.
A medida que se gira, esto desplazará su peso hacia Ja pierna
y el pie izquierdo, que se convertirán en el eje para el resto
del movimiento. Al mismo tiempo, el lanzador acortará la
línea funcional posterior desd e el hombro izquierdo hasta
Fig. 10.5 Discóbolo. Los grandes atletas emplean todas las líneas,
distribuyendo la tensión uniformemente por el cuerpo. (Reproducido
con autorización de Hirmer Fotoarkiv.)
el fémur derecho, llevando hacia atrás el hombro izquierdo
y rotando todo el tronco hacia la izquierda. El acortamiento
de la LL dered1a ayudará a estabilizar la p lataforma escapular y a añadir algo más de impulso al lanzamiento. Por
último, los erectores de la línea posterior superficial enderezarán el cuerpo, logrando la extensión de la espalda
y la elevación de Ja cabeza para seguir el curso del disco.
La línea funcional posterior derecha, desde el hombro
d erecho hasta el fémur izquierdo, se contraerá al final del
movinúento para evitar la distensión del manguito derecho
d e los rotadores, permitiendo que se mantenga sano para
futuras competiciones.
Deportistas
Tenista
(fig. 10.s¡
Imaginemos que nuestro tenista es bajo y debe saltar para
sacar el máximo partido a la pelota. Las líneas que participan de forma más evidente en la potencia del golpe son las
líneas anteriores profunda y superficial del brazo que agarran e impulsan la raqueta; en esta imagen, estas están dispuestas en la superficie visible del brazo derecho. Fíjese en
cómo las líneas an teriores del brazo del lado izquierdo se
han contraído contra el cuerpo para conferirle más altura y
estiramiento al lado d erecho.
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Fig. 10.6 Tenista. (© iStockphoto.com, reproducido con
autorización. Fotografía de Michael Krinke.)
Fig. 10.7 Golfista al final de un drive. (© iStockphoto.com,
reproducido con autorización. Fotografía de Denise Kappa.)
En el torso, la potencia se transmite por tres líneas. En
primer lugar, la línea funcional frontal transmite la potencia en línea recta desde el pectoral mayor y el recto del
abdomen, a través de la sínfisis del pubis, hasta el aductor
largo del lado izquierdo que tira del muslo izquierdo ligeramente hacia delante para equilibrar al brazo derecho. En
segundo lugar, la línea espiral derecha se acorta, girando
la cabeza hacia la derecha, tirando del h ombro izquierdo
alrededor de la caja torácica y acortando la distancia existente entre las costillas izquierdas y la cadera derecha. En
contraposición, la línea espiral izquierda estará estirada
o elongada. En tercer lugar, las dos primeras reciben la
colaboración de las líneas laterales; la izquierda está acortada para proporcionar estabilidad y la derecha elongada
por completo para alcanzar la pelota. Durante el golpe y
el recorrido, se acortarán la línea lateral derecha y la línea
espiral izquierda, junto con la línea funcional frontal del
lado derecho, para incrementar la potencia.
Cuando uno está suspendido en el aire, la única compensación posible para el peso de la raqueta y la pelota es
la inercia del propio cuerpo. Hemos visto cómo el peso del
brazo juega en contra de la inercia de la pierna izquierda,
pero también trabaja contra la inercia central, la proporcionada por el peso de la pelvis y los muslos. Este esbozo
de la estabilidad central, representada en nuestro planteamiento por la l.ínea frontal profunda, puede verse aquí en
la supinación d e los pies y en la tracción hacia arriba de
las estructuras de la LCFP a lo largo de la línea interna del
miembro inferior hasta la superficie inferior de la pelvis.
Esta «reunión» en el centro es básica para la potencia y la
precisión del golpe.
helicoidales en el movimien to. La porción superior de la
línea espiral derecha, desde el lado derecho de la cabeza,
pasando alrededor del hombro y las costillas izquierdas
hasta la cadera derecha y más allá, descendiendo hasta el
arco derecho, está clara y uniformemente estirada - excepto
en la cabeza que debe oponerse a la rotación para seguir
el recorrido de la pelota -. Por el contrario, la LE izquierda
está contraída en su recorrido descendente hasta el pie
izquierdo, supinado. Al principio del swi11g, estas líneas
estaban elongadas a la inversa.
La única discordancia que podríamos d etectar es la
altura del hombro derecho, restrin gido por el manguito de
los rotadores (no se ven en la imagen) de la línea posterior
profunda del brazo (LPPB), que provocan que el hombro
se eleve ligeramente en esta fase del swi11g.
En cuanto al equilibrio anteroposterior, casi toda la línea
frontal superficial está abierta y estirada, especialmente e n
el lado derecho, y la línea posterior su perficial, acortada,
creando un arco en el cuerpo sobre el que se disponen las
espirales. De nuevo, el swi11g comienza con una LFS corta y
una LPS larga, de forma que su contracción eleva la cabeza
y la caja torácica durante la última parte del swi11g.
El peso de los miembros inferiores se ha desplazado a
la parte interna del pie derecho (y eso es lo que ha pasado
en el momento de captar esta imagen) y a la parte externa
del pie izquierdo. Esto supone la contracción d e la línea
frontal profunda de la pierna izquierda (además de la
contracción de la LE ya mencionada) y un estiramien to
de la línea lateral en la parte externa d e la misma p ierna.
Este equilibrio entre la línea frontal p rofunda d e la región
interna de la pierna y la línea lateral de la región externa
de la misma es básica para perman ecer cen trado sobre
las piernas mientras las líneas espirales desplazan el peso
hacia la región interna d el pie posterior y la región externa
del pie anterior. Si estas lú1eas no man tienen coordinada
Golfista
(fig . 10.11
Este golfista, captado en el momento final del recorrido
de un drive, muestra la adecuada integración de las líneas
207
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la tensión de la miofascia, las porciones superiores de las
líneas no pueden coordinar la precisión del swi11g.
La línea funcional frontal derecha, d esde e l hombro
derecho hasta la cadera izquierda, está totalmente contraída; su homólogo, desde la cadera derecha hasta el
húme ro izquierdo, está completamente estirado. La línea
fu ncional posterior izquierda está contraída y tira d el
hombro izquierdo hacia atrás; su homólogo, que discurre
desde el hombro derecho hasta la rodilla izquierda atravesando la espalda y rodeando la región externa del muslo
izquierdo, está completamente estirado. Estas han interca mbiado sus funciones desde el momento de más altura
del bnckslui11g hasta el momento en que se tomó la imagen.
momento, la línea funcional posterior izquierda está contraída, pero tendrá que relajarse en uno o dos segundos.
La LFP derecha está estirada alrededor del tronco desde el
hombro derecho hasta la cadera izquierda. La línea espiral
izquierda está aún más contraída, manteniendo la cabeza
sobre el torso, y la LE dered1a está más estirada.
Por último, debemos señalar la diferencia entre las porciones derecha e izquierda d e la línea frontal profunda en
los miembros inferiores; la porción derecha está completamente estirada y abierta, pero la d efinición de los aductores en el lado izquierdo revela el papel esencial de esta
porción de la línea como apoyo central para el equilibrio
del tronco, incluso cuando el pie no está en el suelo.
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Baloncesto (fig.10.ai
Fútbol (tig. 10.9)
o
De nuevo suspendidos en el aire, esta vez al servicio exclusivo de la red. Trabajando en esta ocasión desde la base,
son claramente las líneas superficiales anterior y posterior
las que han catapultado a este musculoso caballero desde
su pie derecho, convirtiendo su cuerpo en una esp ecie de
arco que mantiene los ojos en la pelota. Al mismo tiempo,
fíjese en lo activa que se mantiene la pierna anterior
- músculos prominentes, pie en flexión dorsal -; la pierna
izquierda es tan importante como el brazo derecho para
«apuntar» y guiar el cuerpo hacia el aro.
La mano derecha presenta los dedos extendidos y la línea
anterior superficial del brazo, que discurre desde el pectoral
hasta la palma, se dirige hada abajo, elevando el cuerpo y contrarrestando el tiro realizado con la izquierda. La línea anterior
superficial del brazo del lado izquierdo aporta la potencia,
mientras que la línea anterior profunda del brazo (¿ve el pulgar?) se ocupa de guiar la pelota para un tiro certero.
De forma similar a lo visto en los dos deportistas anteriores, la línea funcional frontal izquierda se estira antes
de contraerse para el mate, mientras que la LFA derecha
se ocupa d e la estabilización desde la cadera izquierda,
flexionada, hasta el brazo derecho, estirado. En este
En este caso, podemos comentar ambas jugadoras, tanto la
número 23 como la 9, que trata de robarle, parece que con
éxito, la pelota a su contrincante en plena caída. La chica de
azul muestra un estiramiento uniforme de la línea lateral
izquierda, acompañado de un elegante movinUento contralateral: la torsión cerrada de la línea espiral derecha y el estiramiento acompañante de la línea espiral izquierda.
Las líneas funcionales, como en el caso anterior y en la
mayoría de los movinUentos deportivos, se movilizan por
completo, aunque en este caso los movinUentos de los brazos están al servicio de la coordinación de los miembros inferiores y no al revés. Las líneas funcionales frontal izquierda y
posterior dered1a participan, junto con la línea espiral, en la
torsión del tronco, mientras que las dos líneas complementarias están estiradas, convertidas en correas estabilizadoras.
Fíjese en cómo los brazos intentan estabilizar el miembro inferior, con el brazo izquierdo elevado y estirado por
d elante y el brazo derecho detrás, con la muñeca y el codo
flexionados para conectar el brazo al tórax.
Como ocurría en el jugador d e baloncesto, podemos ver
cómo se activa la lín ea frontal profunda en la cara interna
d e los miembros infe riores para proporcionar un sostén
central.
La defensora tiene la muñeca (izquierda) extendida,
ayudando así a tensar la región dorsal mientras el miembro inferior derecho lucha contra la propia inercia del
cuerpo para robar el balón con el pie derecho, incluso en
plena caída. No es necesa rio repetir la le tanía de hélices de
las líneas funcionales y la línea espiral para ver la interacción, en las piernas, entre la línea lateral y la línea frontal
profunda: la LL de la región ex terna de Ja pierna derecha
Fig. 1O.B Jugador de baloncesto. (© iStockphoto.com,
Fig. 10.9 Futbolistas. (© iStockphoto.com, reproducido con
autorización. Fotografia de Alberto Pomares.)
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reproducido con autorización. Fotografía de Jelani Memory.)
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Fig. 10.10 Jardinero de béisbol.
debe ceder y estirarse para permitir que la LCFP de la
región interna lleve el balón hacia ella. Por otro lado, la
LCFP de la pierna izquierda se elonga, lo que permite que
el pie permanezca en el suelo hasta el último momento
(que, en la imagen, será cualquier nanosegundo). Esta interacción puede verse en el esquí, el skateboarding, o en cualquier deporte que como el fútbol incluya en su dinámica
los movimientos de lado a lado. Es entonces cuando estas
líneas que normalmente se encargan de la estabilización
pasan a participar en el movimiento y necesitan trabajar
conjuntamente.
Béisbol (fig. 10.10¡
Una vez más, estamos en el aire, pero con una diferencia;
es la mano izquierda la que realiza la recepción, casi exclusivamente gracias a la línea anterior superficial del brazo.
La línea posterior superficial h a tenido que acortarse para
el salto, con la consiguiente hiperextensión de la cabeza,
la columna y la cadera derecha. La línea frontal superficial limita esa hiperextensión al mantener conectadas las
costillas y la pelvis. No parece que el brazo derecho esté
soportando mucho peso, pero fijese en la importancia de
su contacto con el suelo en la orientación del jugador con
respecto al suelo, a la pelota y a su propio cuerpo.
Resulta evidente que la línea espiral del lado izquierdo
se ha acortado para girar las costillas hacia la pelota, al
tiempo que la línea complementaria se ha elongado tanto
como le han permitido las circunstancias para posibilitar
que el brazo izquierdo se elevara en el aire. La línea funcional frontal derecha ayuda a la LFS en la estabilización
de la región anterior y la LFA izquierda se estira, como la
línea espiral, para permitir la elevación del brazo. La línea
funcional posterior izquierda se contrae para elevar el
brazo, trabajando desde la pierna derecha extendida.
Músicos
Los músicos se hallan entre los individuos que manejan
en contracción intensa un objeto que no puede cambiar
de fom1a. La tendencia corporal de adaptarse al instrumento rígido es muy fuerte en todos los tipos de músicos.
Tan fuerte que, durante un tiempo en el que muchos de
los músicos de la orquesta de Londres acudían a mi consulta, solía ser capaz de predecir el instrumento que tocaba
el músico antes de que me Jo dijera, basándome únicamente en su postura corporal. La adaptación a la flauta o al
violín (o a la guitarra o al saxofón) era tan evidente que
prácticamente se podía «ver" el instrumento dando forma al
cuerpo, incluso cuando aún no había salido de su estuche.
Gracias al intercambio de conocimientos con el mundo
de la danza en lo que respecta al uso del cuerpo y a la difusión de la técnica Alexander y de otras formas de redefinir
el uso de uno mismo, el colectivo de músicos y sus profesores se ha hecho más consciente de los problemas posturales y motores. Prestando atención a los problemas de uso
del propio cuerpo se puede influir tanto en la calidad de la
ejecución como en la duración de la carrera del músico.
Recogemos aquí algunos ejemplos del repertorio clásico, aunque pueden encontrarse los mismos problemas y
aplicarse los mismos principios en los músicos de rock,
jazz y música popular. En los siguientes ejemplos, asumiremos que Jos músicos son diestros, tal y como muestran
las imágenes. Obviamente, en un músico zurdo, la mayoría de los factores que describiremos se encontrarán en el
lado contrario.
Violonchelista
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(fig. 10.1 1¡
Aunque este músico muestra w1 uso del cuerpo bastante
adecuado, podemos ver que la línea frontal superficial
está notablemente acortada, lo que lleva la cabeza hacia el
hueso pubis; esto influirá negativamente en la respiración
durante la ejecución, además de someter la columna lumbar a una tensión sostenida.
En segundo lugar, la línea lateral izquierda está acortada, lo que lleva la cabeza a la izquierda y acorta la distancia entre la axila y el lateral de la cadera del lado
izquierdo. Es probable que con el tiempo este patrón tire
de la línea central, la línea frontal profunda, y exija compensaciones, como el acortamiento fascial del cuadrado
lumbar, que pueden tener efectos negativos a largo pla zo
tanto a nivel estructural como fisiológico.
Por supuesto, el conjunto de las líneas del brazo se
emplea de forma diferente dependiendo de si se emplean
los dedos o un arco para tocar el instrumento. En ambos
casos, el brazo se mantiene en abducción gracias a la coordinación de las líneas posteriores profunda y superficial
del brazo, y la ejecución depende de la oposición del pulgar y el resto de los dedos, es decir, de las líneas anteriores
profunda y superficial del brazo. El hecho de que el brazo
que maneja el arco se aleje más del cuerpo, hacia delante
y hacia el lateral, acentúa la tendencia d e lograr el equilibrio acortando la LL izquierda. Dejar caer ligeramente el
codo derecho al tiempo que se eleva el izquierdo durante
la ejecución puede ayudar a contrarrestar esta tendencia.
Aumentar la presión ejercida sobre el pie izquierdo también puede ayudar a centrar el cuerpo con respecto al
violonchelo.
Violinista
(fig. 10.12¡
Las tendencias del violonchelista se ven magnificadas en
el violinista y e l viola, debido a la necesidad de sujetar el
instrumento entre el hombro izquierdo y el lado izquie rdo
de Ja mandíbula. Aunque la fotografia muestra un uso
entrenado y adecuado, el acortamiento de la línea lateral
izquierda sigue siendo claro y se extiende hasta el cuello,
donde normalmente es claramente manifiesto. En ocasiones, este acortamiento crónico puede llevar a problemas
relacionados, bien por tensión en las partes blandas bien
por estenosis real, que pueden mermar la capacidad de la
mano izquierda para tocar adecuadamente. Este problema
puede aliviarse, cua ndo no resolverse, elongando el apoyo
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Fig. 10.11 Violonchelista. (De Kingsley y Ganeri 1996 1• © Phil
Starling www.philstarling.co.uk Reproducido con autorización.)
Fig. 10.12 Violinista. (De Kingsley y Ganeri 1996. © Phil Starling
www.philstarling.co.uk Reproducido con autorización.)
del mentón para igualar la longi tud de ambos lados del
cuello.
Además, el músico que toca instrumentos de cuerda
pequeños tiene un componente rotacional al traer el hombro derecho hacia el cuerpo mediante la línea funcional
frontal derech a, mientras que, en contra de lo que pud iera
pensarse, la línea espiral derecha acerca las costillas y
el hombro izquierdos a la cadera derecha. Esta combin ación suele conducir al acortamien to de la línea frontal
superficial en la región anterior del torso y al ensanchamiento o debilitamiento de los tejidos de la línea posterior
superficial.
La belleza hipnótica del sonido del violú1 ha llevado a
muchos músicos a p adecer múltiples problemas estructurales derivados de la capacidad del cuerpo de adaptarse
a un instrumento que es incapaz de devolver el favor. En
este músico, el acortamiento de la LFS genera Ja inclinación posterior de la pelvis, lo que coloca el cóccix peligrosamen te cerca de la silla. Fíjese en cómo este músico
en particular ha ampliad o su base de apoyo fijando el p ie
d erecho atrás, aportando de esta forma más movimiento a
la pelvis, a pesar de su mala p osición. Sentarse ad ecuadamente le ayuda rá a tocar mejor y a prolongar su carrera.
Aun que resulta d ifícil verlo por la amp li tud de los pantalones, en esta postura la porción anteroinferior de la línea
espiral d e la pierna d erecha es tará distendida, Jo que en
ocasiones d esembocará en problemas d el ligamento colateral medial en esta pierna, fijada atrás.
Flautista (fig. 10.13¡
La flau ta, como la familia del violin, exige una acomodación asimétrica importante, pero en esta ocasión en el lado
opuesto. En el flautista, la línea lateral derecha, la línea funcional frontal derecha y la línea espiral izquierda suelen estar
acortadas. La línea frontal superficial también suele presentar
acortamiento, pero curiosamente, dado que Ja cabeza debe
girarse h acia la izquierda, es en la porción derecha de esta
línea, que asciende desde el hueso p ubis hasta el esternocleidomastoideo, donde el acortamiento es más acentuado.
El conflicto entre la elevación del brazo derecho (línea
posterior superficial del brazo) y la rotación hacia la
izquierda de la cabeza puede generar complicaciones
en el área del hombro derecho y el lado derecho del cuello de muchos flautistas; por su parte, el brazo izquierdo,
que tiene que cruzar la superficie anterior del cuerpo para
tocar el instrumento, suele someter a tensión excéntrica
los músculos de la región superior del hombro izquierdo
- especialmente, el elevador de la escápula y el sup raespinoso de la línea posterior profunda del brazo - .
La inclinación lateral de la cabeza, el desplazamiento de la
caja torácica hacia la izquierd a y la consecuente inclínación
hacia la derech a de la cintura escapular delatan al flau tista.
Trompetista (fig. 10.14¡
Todos los ejemplos an teriores incluyen una relación asimé trica con el instrumento; existe, no obstan te, toda una
Linea posterior
superficial del brazo
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Linea posterior
profunda del
brazo
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Fig. 10.13 Flautista . (De Kingsley y Ganeri 1996. © Phil Starling
www.philstarling.co.uk Reproducido con autorización.)
Fig. 10.14 Trompetista. (De Kingsley y Ganeri 1996. © Phil Starling
www.philstarling.co.uk Reproducido con autorización.)
familia de instrumentos que se sostienen más o menos
simétricamente, como la trompeta, el clarinete o el oboe,
entre otros.
En estos casos, es menos probable que un desequilibrio
de las líneas espiral, lateral o funcion al se deba al instrumento, pero sí existe un desequilibrio frec uente en estos
músicos. Dado que los brazos y el instru mento deben mantenerse frente al cuerpo, los tejidos de la línea posterior
supe rficial tienden a acortarse, especialmente los músculos
profundos de la columna. Puesto que los instrumentos de
viento-madera o viento-metal dependen de la respiración
en mayor medida que otros instrumentos, este acortamiento de la región posterior obliga al músico a concentrar la respiración en la región anterior de los pulmones y
la superficie anterior del cuerpo. Este trompetista muestra
el resultado habitual - una LPS corta con una línea frontal
superficial larga, de forma que tórax y abdomen se expanden hacia delante - .
A pesar de los vaqueros, poco apropiados, este músico
presenta una posición de la pelvis bastante buena; no obstante, mantiene una extensión crónica de la columna lumbar. Podría aprender a equilibrar el peso de la trompeta y
los brazos con menos sufrimiento de la espalda.
Dado que aproximadamente el 60% de los pulmones
se dispone por detrás del plano frontal medio del cuerpo,
suele ser beneficioso trabajar la posición de la pelvis e n
estos músicos: un soporte postura! diferente p uede liberar
algunos de los músculos dorsales, lo que puede incrementar la respiración en la parte posterior de la caja torácica y
del diafragma.
Sedestación
Tan habitual como resulta la sedestación en el mu ndo
occidental y ¡es una actividad preocupan te y peligrosa! '
(fig. 10.15) Estar sentado con los meridia nos miofasciales ~
en equilibrio es extremadamente raro (fig. 10.16). Los prin- """
cipios que describimos a continuación son de aplicación
para la conducción, para la ergonomía básica en la oficina, para las largas sesiones de actividad creativa de los
escritores y para cualquiera que deba permanecer sentado
d urante períodos de tiempo prolongados.
La sedestación descarga en cierta forma las p iernas de
su funció n de soporte y convierte a la pelvis en la principal base de apoyo del «mástil» segmentado de la colunma
humana. Por lo tanto, es en esta posición donde podemos
ver la interacción pura entre los meridianos miofasciales
del tronco. De delante a atrás, todos debemos encontrar un
equilibrio entre la línea fro ntal superficial, la línea frontal
profunda y la línea posterior superficial. En la sedestación
asimétrica p ueden participar las líneas espiral o lateral;
volveremos sobre ello antes d e finaliza r la discusión. No
obstante, nuestra principal preocupación (dado qu e se
trata de un problema postura! generalizado) es el equilibrio en el plano sagital, el equilibrio entre la flexión y la
extensión y, por tanto, entre las tres líneas dispuestas en
este plano: la línea frontal superficial, delante de las costillas, la lú1ea fro nta l profunda, delante de la columna, y la
línea posterior superficial, detrás de la columna.
El adecuado equilibrio de la columna en sedestación
es semejante al equilibrio en bipedestación: la columna
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Fig. 10.15 Daños espinales graves iª O km/h!(© BackCare.
Reproducido con autorización, www.backcare.org.uk)
Fig. 10.16 Sedestación vertical
y equilibrada.
De hecho, es extraordinariamente fácil caer en un hábito
de sedestación que provoque una o más de las siguientes
circunstancias:
l. desplazamiento anterior de Ja cabeza por flexión de la
columna cervical inferior;
2. hiperextensión de la región superior del cuello;
3. hundimiento del tórax y de la cara anterior de la caja
torácica;
4. desplazamiento posterior y flexión de la columna
lumbar;
5. la pelvis rueda hacia atrás, de forma que el peso se
desplaza hacia la región posterior de las tuberosidades
isquiáticas (es decir, los vértices de la pelvis van hacia
el cóccix).
Esto implica necesariamente w1 acortamiento de la LFS,
así como un probable acortamiento de algunas porciones
de la LCFP. Dependiendo del patrón particular de sedestación, la recuperación puede implicar la elongación de
tejidos de la porción de Ja LFS correspondiente al tronco
(p. ej., los planos fasciales asociados al recto del abdomen).
Cuando los tejidos de la región anterior están sometidos a
una tracción inferior, los tejidos de la LPS (los erectores y
su fascia) suelen ensancharse; por lo ta nto, desplazar los
tejidos de la LPS en sen tido medial, hacia la línea media
posterior, para corregir este e nsanchamiento también facilitará el paso del paciente hacia una sedestación adecuada.
También resulta esencial conseguir que el paciente
«active» la LCFP, es decir, que incremente el tono de esta
línea en bipedestación. Concretamente, es necesario desplegar el músculo psoas para estabilizar Ja columna lumbar en
una posición anterior y elevar el tórax, y los músculos largos de la cabeza y del cuello dispuestos en la cara anterior
de los cuerpos vertebrales cervicales deben emplearse para
mantener las cervicales en posición posterior y contrarrestar
la tendencia de los tejidos de la LFS y la LPS a hiperextender
la columna cervical superior, empujándola hacia delante.
El apartado siguiente describe un ejercicio de integración
espinal en sedestación que es útil para conseguir todos estos
resultados a un tiempo, aunque suele ser necesario un trabajo
adicional sobre componentes individuales. Una vez conseguido el equilibrio, debe practicarse con asiduidad d urante
varios días o semanas hasta que el sistema nervioso y sus
lacayos, los músculos, se hayan adaptado al cambio. Tras este
período inicial de atención consciente, podrá mantenerse esta
postura casi sin esfuerzo durante horas sin reducir la respiración ni la atención, ni generar dolor en las estructuras.
Integrar La columna en sedestación
212
en una cómoda extensión completa, los principales pesos
corporales (la cabeza, el tórax y la pelvis) a lineados uno
encima otro sobre las tuberosidades isquiáticas anteriores,
más o menos en el mismo plano frontal que el extremo
superior del acetábulo. Tal y como hemos señalado en los
capítulos previos correspondientes, en términos generales,
la LFS es la responsable de la flexión del tronco (excepto
en la región superior del cuello), la LPS genera la exte nsión
y la LCFP es capaz de generar cualquiera de las dos en
distintos niveles de la columna. Se puede lograr una
cómoda a lineación en sedestación equilibrando estas tres
líneas, aunque es posible que en un primer momento el
equilibrio no parezca tan «cómodo», ya que es necesario vencer Ja propia constitución del tejido conjuntivo y
neuromuscular.
(El autor desea agradecerle a Jud ith Astan [www.nsto11e11tcrprises.co111] el haberle transmitido la base de este ejercicio de integración, pero señala que aprendió de elln
la siguiente secuencia en 1975, por Jo que es posible que
no represente exactamente el enfoque actua l de esta profesiona l y, siendo Ja memoria como es, es probable que
haya adiciones y omisiones; no obstante, esta profesional
merece el crédito de la idea original.)
Para casi todos, la escolarización ha supuesto el ajuste postura! a los clásicos pupitres. La experiencia del autor se repite
en muchos de sus pacientes: combados sobre el pupitre que
nos correspondiera por orden alfabético, con la columna
torácica doblnda sobre el pupitre, y levantando únicamente
la cabeza cuando nos llamaban, añadiendo un cuello hiperextendido a la flexión de la columna, como en la figura 10.15.
Sería fantástico d isponer de pupitres ajustables p ara los
niños, o de asientos ergonómicos, pero no es probable que
esto suceda pronto debido a los actuales presupuestos escolares. Una breve lección sobre cómo adaptarse a la silla y al
pupitre - encontrando la postura más cómoda y usando la
columna como un todo al moverse en la silla - es una alternativa más barata que puede evitar una vida de malos hábitos.
En una cultura tan sedentaria corno la nuestra, con
tanto apego por los ordenadores y los coches, la ausencia
de una formación generalizada sobre cómo sentarse está a
medio camino entre lo ridículo y lo imperdonable. La base
del ejercicio es que los ajustes posturales en sedestación
deben considerarse ajustes d e toda la colunma y no d e un
solo segmento corporal. Este ejercicio pretende corregi r los
problemas derivados de l «p upitre», logrando un movimiento vertebral integrado, semejante a un muelle, para
Jos ajustes posturales en sedestación.
Siéntese en un tabure te o en una silla pero sin recostarse ni tocar el respaldo de Ja silla durante el ejercicio.
Será mejor un asiento duro o poco acolchado con obje to
de p ercibir exactamente las tuberosidades isquiáticas (TI).
Siéntese erguido y balancee ligera men te Ja pelvis hacia
delante y hacia ah·ás para centrarse, de forma que pueda
alcanzar su mayor extensión vertical al tiempo que mantiene una curvatura lumbar cómoda.
A continuación déjese rodar muy lentamente hacia
atrás sobre las TI, dejando que el cuerpo responda al cambio postura!; el cóccix se irá acercando lentamente a la silla
y la curvatura lumbar se reducirá e invertirá. El movimiento debe ser lento y progresivo; permanezca atento a
la repuesta. Si permite que el resto del cuerpo responda e n
Jugar de mantener una postura fija, sentirá el tórax comenzando a descender en la cara anterior a medida que la pelvis se inclina hacia atrás.
Muévase hacia delante y hacia atrás, despacio y manteniéndose en un pequeño rango de movimiento entre estas
d os posiciones, y preste a tención a la relación: balancee la
pelvis hacia atrás y el tórax se hunde o se flexiona ligeramente; balancee Ja p elvis hacia d elante y el tórax se e levará
de nuevo sin esfuerzo.
Continúe con este movimiento, dirigiendo ahora la
atención hacia el cuello: si no mantiene inmóvil Ja cabeza
en relación con la habitación y en su lugar permite que se
desplace con el resto de la columna, esta comenza rá a inclinarse hacia delante a medida que el cuello inicie su flexión
d e forma natural y la línea de visión d escende rá hacia el
suelo. Somos tan dados a separar la cabeza del resto del
cuerpo que esta es la conexión más difícil para la mayoría
de nosotros. Estamos acostumbrados a mantener la cabeza
orientada hacia nuestras rígidas habitaciones, sin d ejar que
reaccione a los susurros internos del resto de Ja columna.
insista y conseguirá percibirlo.
Muévase desde la sedestación vertical hasta la flexión
completa de la columna. En esta posición, el cóccix esta rá
próximo al taburete, el esternón se acercará al hueso pubis y
la vista se d irigirá hacia el regazo (fig. 10.17). Invierta el movimiento, asegurándose de que comienza en la pelvis, y deje
que esta mueva la columna lumbar, que a su vez moverá el
tórax, el cual extenderá a su vez el cuello y elevará la cabeza.
Repita esta secuencia varias veces hasta que el resorte de la
columna se sienta cómodo con este movimiento.
Es importante que no permita que el tó rax se hunda
por de trás d e la pelvis cuan do realice este movimiento
(fig. 10.18). El centro de gravedad de l conjunto formad o
por e l tórax y la cabeza debe mantenerse sobre la pelvis,
incluso en flexión completa. Si cuando realiza la flexión
nota que la respiración y Jos órganos tienen poco espacio,
es posible que esté llevando el peso de Ja parte superior
del cuerpo de trás de la pelvis; compruébelo repitiend o el
ejercicio ante un espejo.
Ahora, continúe con el movimien to desde la flexión
hasta la extensión y desde esta hasta la hiperextensión,
de nuevo desde la pelvis. En este punto, el hueso pubis se
desplaza hacia el asiento, Ja curvatura lumbar se acentúa
y el esternón se eleva. No olvide dejar que el ángu lo de
Ja cabeza siga los dictados del resto de Ja columna; no le
permita que guíe el movimiento como hace habitualmente
(fig. 10.19). Si deja que Ja cabeza y e l cuello se coordinen
con el resto de la col umna, el cuello no a lcanzará la h iperextensión completa en este movimiento; quedará cie rta
capacidad de hiperextensión sin emplear (fig. 10.20).
Deje que el cuerpo vuelva a la vertical y pase de nllevo a
la flexión; permita que la columna recorra todo el rango de
movimiento entre la flexión y la hiperextensión varias veces
hasta que se familiarice con la totalidad del movimiento.
Inicie siempre el movimien to d esde Ja pelvis, notando el
lento desplazamiento del peso desde la parte posterior hasta
la parte antelior de las TI, deteniéndose y moviéndose más
despacio si la cabeza se revela que intenta tomar el mando
del movimiento. Atmque los niños y los adultos impacientes
pretenderán recorrer todo el rango rápidamente, un movimiento más lento facilitará Ja consecución de lln movimiento
espinal completo y su incorporación a la actividad cotid iana.
Cuando se haya fami liarizado con el movimiento integral, vLJelva de la hiperextensión con los ojos a biertos y
deténgase Cllando la línea de visión alcance la horizontal (v. fig. 10.16) y fíjese en la posición que ha adoptado el
resto del cuerpo. Sienta la fluidez de su respiración. Tal
vez ya haya encontrado una nueva postura para senta rse.
Compruébelo continuando el recorrido descendente hacia
la flexión y volviendo a ascender hasta que sus ojos alcancen la horizontal, sin olvidar que los ojos deben ser pasivos y el movimiento debe inicia rse en la pelvis. Cua nto
más practique este eje rcicio, más fácil le resu ltará asumir
esta nueva postura como p rop ia.
Una vez conseguido, podernos esperar que cualquier
cambio en la posición d e la cabeza suponga un cambio en
la totalidad del resorte in tegrado de la columna pa ra proporciona r sostén a la cabeza en Ja nueva posición. Para
mira r hacia abajo, hacia el escritorio, este libro o Ja labor
de p unto, d eje q ue la pelvis ruede ligeramen te hacia a trás
para que pueda lleva r el tórax y los ojos a la tarea d e forma
automática y coordinad a. Para mira r hacia arriba, deje qlle
la pelvis ruede h acia delante y p roporcione el soporte biomecánico necesario para la elevación del cuerpo y los ojos.
Para seguir a ese pája ro que pasa sobre usted, deje que Ja
pelvis ruede todavía más hacia delan te.
Resulta re lativamente fácil añadir una rotación a esta
flexión y extensión puras ejerciendo presión sobre lln p ie
y dejando que el cuerpo lo siga. Para mirar hacia arriba y
hacia la izquierda, deje que la pelvis ruede hacia dela nte,
al tiempo que aumenta la presión ejercida sobre el pie
derecho. Para mirar hacia abajo y hacia la izquierd a, ruede
la pelvis hacia atrás manteniendo m ás presión sobre el pie
izquierdo (y dejando que las caderas respondan). Repita
este movimiento durante un tiempo hasta convertirlo
en reflejo y gene rará un hábi to que hará las delicias d e la
columna durante el resto de Sll vida.
Segün este modelo, senta rse recto como un victoriano y
dejar caer la cabeza para leer es tan ridículo como flexionar
la espalda e hiperextender el Cllello para mirar al profesor.
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Fig. 10.17 Fase de flexión completa.
Fig. 10.19 Fase de hiperextensión inadecuada con la cabeza
alejada del resto de la columna.
Fig. 10.18 Postura de flexión completa inadecuada con el tórax
hundido por detrás de la pelvis.
Fig. 10.20 Fase de hiperextensión adecuada.
Ambos movimientos «rompen» la integridad de la columna,
que debería actuar en todo momento como un muelle unificado, no como un «muelle loco» navideño en febrero.
Dado que sentarse en esta posición proyecta una autoridad natural, además de soltura, puede suceder que la
gente de un grupo se gire de manera na tural hacia usted
esperando que hable. Si le resulta incómodo, o no es lo
que pretende, puede apoyar la espalda en el respaldo de Ja
silla siempre que mantenga el apoyo en Ja pelvis, en lugar
de permitir que el tórax se hunda, se siente en el cóccix y
adopte una postura servil.
Si inicia a los pacientes en estos movimientos, asegúrese
de que comienzan el movimiento en la pelvis. En general, si coloca una mano sobre la columna lumbar podrá
determinar de dónde procede el movimiento. En ocasiones puede ser necesario colocar la otra mano en Ja cabeza
del paciente para mantener su conexión con el resto de la
columna. Deje que el paciente realice el movimiento completo por sí solo varias veces antes de finalizar la sesión
y refuerce la idea de que necesitará varias sesiones. Una
columna unificada será la recompensa, para usted y para
el paciente.
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Marcha
Como ya se mencionó en el capítulo 2, las vías anatómicas
no son especialmente útiles para analizar el movimiento
en su conjunto. No obstante, puede ser de utilidad realizar
un simple análisis de la marcha - aunque, por supuesto, la
marcha no es tan simple -.
Dar un paso hacia delante, aunque puede iniciarse en
Jos flexores de Ja cadera pertenecientes a la LCFP, como el
psoas o el ilíaco, o por relajación de los extensores, implica
sin duda la flexión de la cadera, Ja extensión de Ja rodilla
y la flexión dorsal a nivel del tobillo y de las articulaciones metatarsofalángicas necesarias para caminar, todas
ellas generadas por el acortamiento de Ja miofascia de Ja
LFS. Los músculos pueden activarse o movilizarse en una
secuencia, pero la porción de la LFS correspondiente al
miembro inferior también actúa como una continuidad
fascial en toda la fase de balanceo o de «desplazamiento
anterior».
A medida que la pierna se desplaza hacia delante, toda
su miofascia se prepara para recibir el peso del cuerpo y
para el contacto con el suelo. Los músculos se tensan en
el espesor de la red fascial para asumir la cantidad exacta
de fuerza esperada. Es suficiente caminar en la oscuridad
y entrar en una habitación con w1 desnivel inesperado no
superior a unos Scm para darse cuenta de lo poco que se
necesita para alterar esta preparación y Ja conmoción que
se transmite por el aparato locomotor cuando se ve sorprendido de esta manera.
Una vez que el talón golpea el suelo y comienza el
apoyo del pie, es la miofascia de Ja LPS la que se hace con
el control, al tiempo que la región posterior de l miembro
inferior participa en la extensión de la cadera y la flexión
plantar. De nuevo, no importa la secuencia de activación
de Jos músculos; la fascia d e toda Ja sección inferior de la
LPS está activa, desde la región lumbar hasta los dedos de
los pies, durante toda la fase. Durante todas estas fases,
el movimiento debería atravesar las cuatro «bisagras» del
miembro inferior más o menos en línea recta. Por s upuesto,
durante la marcha la cadera sufre una cierta rotación y el
peso se desplaza d esde el lateral hasta la parte medial a
través de la articulación metatarsofalángica, pero, en general, las diferencias de dirección entre estas articulaciones
conducirán al desgaste articular, la distensión ligamentosa
y el desequilibrio miofascial (fig. 10.21).
Los abductores, el tracto iliotibial (TIT) y el compartimento lateral de la pierna, todos ellos pertenecientes a la
línea lateral, proporcionan Ja estabilidad que evita que la
cadera se dirija hacia dentro (aducción); por su parte, el
grupo aductor y los d emás tejidos de la LCFP colaboran
en los movimientos de flexión/extensión y proporcionan
estabilidad desde el arco interno del pie por la cara interna
del miembro inferior hasta el lado media l de la articulación de la cadera, evitando así el exceso de rotación de la
cad era o la rotación no deseada.
Es importante entender que el péndulo del miembro
inferior comienza en la duodécima costilla y en la duodécima vértebra torácica, con los fascículos superiores del
psoas y el cuadrado lumbar. Con esta idea pueden entenderse los movimientos de los huesos coxales duran te la
marcha; estos combinan simultáneamente una rotación de
la pelvis en el plano transversal en torno al eje vertical, una
elevación (desplazamiento o flexión lateral) de cada coxal
en el p lano frontal en tomo al eje AP y una inclinación de
una mitad de la pelv is en el plano sagita l en torno al eje
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Articulaciones melatarsofalángicas
Fig . 10.21 Cada paso supone el movimiento de las cuatro
«bisagras" del miembro inferior, alrededor de las cuales deben
equilibrarse las partes blandas para asegurar la longevidad de Ja
articulación y la eficacia de la marcha.
Fig. 10.22 Durante una marcha adecuada, Ja pelvis se mueve en
los tres planos de Euclides: de lado a lado en torno al eje AP, rota
sobre el eje vertical y cada coxal realiza una inclinación sagital en
torno al eje derecha-izquierda. El movimiento escaso en un plano
suele supo ner un movimiento excesivo en otro.
derecha-izquierda en el que la inclinación del coxal refleja
la inclinación del fémur durante Ja marcha (fig. 10.22).
Teniendo esto en cuenta, se puede ver que, en la pelvis, el
adecuado inicio de la marcha dependerá de la coordinación de la LCFP, mientras que la línea que se encarga de
realizar el mayor rango de movimiento y proporcionar la
mayoría de los ajustes y la estabilidad es la línea latera l.
Los distintos patrones de la marcha combinan diferentes grados de cada uno de estos tres movimientos axiales.
Si uno de ellos es limitado, suele ser n ecesario acentuar
uno d e los o tros dos movimientos, o de los dos, para
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compensar. Aprender a leer estos movimientos en el
patrón de la marcha de los pacientes aumentará la eficiencia de su trabajo. (G 'C . t: B1 d• P 1 ling 101)
En la región superior del cuerpo, las líneas laterales se
acortan alternativamen te en el lado que soporta el peso
para evitar que el torso se aleje del miembro inferior cargado. El pa trón conh·alateral típico de la marcha también
implica que las líneas ftmcionales y Ja línea espiral lleven
el hombro y la caja torácica del lado derecho hacia d elante
para contrarrestar el balanceo anterior del miembro inferior izquierdo y viceversa {fig . 10.23). Bajo este movimiento
apendicula r más externo, e l torso gira como la cuerd a de
un reloj, oponiéndose a Ja torsión que el metrónomo de los
miembros inferiores marca en la pelvis. Esta energía rotatoria, que trabaja a través de los intercostales de las costillas y los oblicuos d el abdomen, se genera y se libera a
cada paso. Cuand o este pequeño movi miento interno se
detiene por cualquier moti vo, el movimiento se d esplaza
hacia fuera y puede verse en el excesivo balanceo de los
brazos al caminar.
La ausencia de coordinación o la excesiva adhesión
miofascial en cualquiera de estos tejidos determina patrones característicos en la marcha, algunos de los cuales son
simplemen te personales e idiosincrásicos, mientras que
otros son totalmente ineficaces y pueden conducir a p roblemas de rigidez miofascial o articular.
Lección de «autoconciencia a través
del movimiento»
El sencillo y breve ejercicio que se presenta en e l siguiente
apartado («Rodar») se inspira en el trabajo del doctor
Moshe Feldenkrais, que ideó cie ntos de exploraciones
Fig. 10.23 El giro del torso a uno
y otro lado durante fa marcl1a
implica que las líneas funcionales
(dibujadas) se contraigan
alternativamente, al igual que las
líneas espiral y lateral.
216
motoras que denominó lecciones de «autoconcienci¡:¡ a través del movimiento» (ATM). Las especificidades de est¡¡
lección y el análisis de los me ridianos miofasciales en el
contexto de la lección son el resultado de mi propia interpretación, pero el enfoque general y los principios se han
extraído del trabajo de Feldenkrais.
Se ha elegido esta lección en concreto por su si mplicidad y por su aplicación a diversas limitaciones físicas
habituales. Lo que es más importante, es un ejemplo de un
mov imiento elemental, representativo d e los movimientos
adquiridos durante el desarrollo (v. el siguiente apartado),
que son los elementos esenciales que conformarán nuestro
repertorio de movimientos cotidianos. Muchos terapeutas
de movimiento consideran que eludir o ignorar cualquiera
de estas fases del desarrollo del movimiento puede predisponer al suje to a dificultades estructurales o motrices.
Aunque este postulado es difícil de probar, he descubierto
que el uso de este y otros movimientos elementales del
desarrollo es tremendamente útil para d escubrir los patrones disfuncionales subyacentes que llevan a problemas
más externos o a una tendencia a lesiones específicas.
Rodar
La siguiente lección está diseñada específicamente para
probarla; leerla no será suficiente para asimilar la idea.
Puede leer la lección y a continuación seguirla en el suelo,
hacer que alguien la lea para usted o graba r el texto y
reproducirlo mientras realiza el movimiento. Cada uno
de los movimientos que se sugieren debe repetirse una y
otra vez, lenta y suavemen te, deteniéndose en las sensaciones que provocan en cada parte del cuerpo. Muchas de
estas lecciones, y algunas más sofisticadas, pueden encontrarse en audio o por escrito en distintas fuentes dentro
del ámbito de los instructores de la ATM de Feldenkrais
(wwwfeldc11krnisreso11rces.com, wwwfelde11krnis.co111, wwwfc/dc11krnisi11stit11te.org).
Túmbese boca arriba con las rodillas flexionadas,
de forma que las plantas de los pies reposen en el suelo
(fig. 10.24). Comience llevando ambas rod illas hacia la
derecha, hacia el suelo, y a continuación vuelva a la posición inicial. Repítalo varias veces, siemp re cómodamente,
sin intentar estirar ni forzar. Deslice una rodilla sobre otra
de forma que ambos pies permanezcan en el suelo, aunque el pie izquierdo puede separarse del suelo en el último
momento. Sentirá el peso desplazándose hacia la cadera
derecha a medida que se mueve y volviendo al centro a
medida que recupera la posición inicial.
¿Cómo reacciona la parte superior del cuerpo? ¿Siente
que las costillas del lado izquierdo se separan d el suelo o
Fig. 10.24 Comience por tumbarse cómodamente en el suelo y
dejar que las rodillas vayan hacia la derecha.
percibe alguna respuesta de la cintura escapular? Descanse
un momento.
Coloque los brazos a los lados o por encima de la
cabeza, con las palmas hacia arriba. Busque la postura
más cómoda, de nuevo sin tensión ni esfuerzo. Si le resulta
demasiado difícil o siente demasiada tensión, coloque las
manos sobre el tórax y adapte las siguientes instrucciones a s u comodidad. Comience d e nuevo y d eje caer las
rodillas hacia la derecha, pero esta vez añada el siguiente
movimiento: con cada movimiento de las rodillas hacia
la derecha, extienda el brazo d erecho por encima de la
cabeza. No tiene que alejarlo demasiado, lo importante es
coordinar este movimiento con las rodillas, de forma que
el brazo se extienda mientras las rodillas van hacia la derecha y los brazos vuelvan a medida que las rodillas recuperan la verticalidad.
A medida que repite este movimiento, comience a
ampliarlo de forma que las costillas y la cabeza sigan a
las rodillas. Deje que el brazo se extienda más y se dará
cuenta de que su cuerpo reposa finalmente sobre el costado. Repita este movimiento varias veces, girando desde
la posición supina hasta el lateral y vuelta de nuevo, coordinando el brazo y las rodillas. Si le resulta cómodo, deje
que la cabeza ruede sobre el brazo derecho al tiempo que
va hacia el costado.
Mientras hace este movimiento, puede llevar el brazo
izquierdo hacia la derecha, sobre el tórax o por encima
de la cabeza; deje que se pose en el suelo delante d e su
cara. Se encontrará entonces tumbado sobre el costado
con las rodillas elevadas (caderas flexionadas) y el brazo
izquierdo frente a us ted (fig. 10.25). Ahora comience a alejar las rodillas y los codos p ara acercarlos de nuevo a continuación. La mayoría de los cuerp os responderán a este
movimiento d e la siguiente manera: a m edida que las rodillas y los codos se alejan, el cuerpo tenderá a girarse hasta
colocarse sobre el abdomen. A medida que las rodillas y
los codos se aproxim an, el cuerpo tende rá a recolocarse
sobre el cos tado y finalmente sobre la espalda. Pruebe
este m ovimien to, especialmente la extensión de los miembros y el tronco has ta que esté tumbad o sobre el abdomen
(fig. 10.26). Preste atención a la tendencia a caer sobre el
abdomen e intente relajar los müs culos d el torso lo suficiente para descender hacia el sue lo si n caer. ¿Puede invertir el movimiento en algún momento, cambiar de idea y
volver al costado? ¿Puede moverse d esde la espalda has ta
el costado y sobre el abdomen únicam ente m oviendo los
brazos y las rodillas?
Ahora que está tumbado s obre el abdomen, gire la
cabeza hacia la derecha . Eleve los pies flexionando las
Si observamos esta lección desde el p unto de vista de las
vías anatómicas, líl parte míls evidente radica en la línea
que reali za el movimiento espiral necesario para rodar.
Cuando estamos tumbados sobre la espalda y comenzamos a llevar las rodillas hacia la derecha, la línea funcional
posterior del lado izqu ierdo inicia el movimiento y la LL
izquierda y la LFP derecha se estiran hasta que comienzan a tra cciona r del cuerpo, com o un a cuerda que rodea
una peonZíl. La línea espiral d erecha y la línea hmcional
frontal izquierda también comienzan a ejercer tracción a
medida que el hueso coxal derecho gira hacia la derecha,
ll evando el lado izquierdo de la Célja torácica con él, pero
la principal línea de tensión recorre la LFP (fig. 10.27). La
LFA iz quierda continüa la tracción desde el lateral hílsta
el abdomen y la LFP derecha compl eta la tracción sobre el
la teral y la espalda, todo ello coordinado con las dos líneas
espirales.
Fig. 10.25 Cuando alcance el decúbito lateral, puede continuar
alejando las rodillas y los codos.
Fig. 10.26 Una vez alcanzado el decúbito prono, puede continuar
el giro llevando las rodillas a la izquierda y dejando que el resto del
cuerpo las siga.
rodillas y comience a llevarlos hacia la izquierda, como si
intentara llevar el borde externo del pie izquierdo al suelo.
Como anteriormente, deje que las piernas se deslicen una
sobre otra, de forma que la rodilla derecha se despeg ue
del suelo únicamente al final del movimiento. Asegürese
de que el movimiento le resulta cómodo y repítalo varias
veces hasta lograr que sea ágil, incluso elegante.
Es posible que a medida que se mueve se encuentre con
que, una vez más, el cuerpo sigue este movimiento y las
costillas del lado derecho comienzan a elevarse para seguir
a las caderas. Probablemente le resulte cómodo rodar la
cabeza sobre el brazo izquierdo extendido. Mientras rueda
hacia el costado izquierdo, aproxime de nuevo las rodillas
y los codos y le resultará muy fácil rodar para colocarse
sobre la espalda. De nuevo, repita este movimiento desde el abdom en hasta la espalda, pasando por el cos tado
izquierdo - varias veces hasta que sea ágil y coordinado.
En este punto, ha completado un giro de 360 º con el
cuerpo. Si tiene espacio, puede continuar en la misma
dirección; si no, puede deshacer el camino andado.
Fíjese en si le resulta más fácil ir hacia uno de los lados.
Practique en ambas direcciones ha sta que le resulte fácil
y no le suponga esfuerzo. Es mejor que lo haga despílcio
- hacerlo más rápido no es indicíltivo de dominar el movimiento -. Cuando pueda hacerlo despacio, sin caer ni
impulsarse, será entonces cuando pueda decir que dominíl
el movimiento.
Mientras realiza este m ovimiento d e forma coordinílda,
podrá percibir cómo los meridianos miofasciales se pliegan y estiran a la manera de un acordeón.
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Análisis de las líneas en la lección de ATM
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Fig. 10.27 La línea espiral derecha es el principal retador del tronco
y la línea funcional fro ntal izquierda la ayuda en este movimiento
llevando el brazo izquierdo hacia la cadera derecha.
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Observando atentamente la lección, nos darnos
cuenta de que en todas las fases del movimiento las líneas
cardinales se abren hacia el suelo. Cuando estamos tumbados boca arriba, la línea posterior superficial se abre
y la línea frontal superficial se acorta o se cierra sutilmente (v. fig. 10.24). El desplazamiento hacia la derecha se
produce gracias a la apertura de la línea lateral derecha, lo
pretendamos o n o. Para cuando descansamos sobre nuestro costado derecho, toda la LL derecha está más abierta y
la izquierda más cerrada (no necesariamente contraída, tal
vez únicamente acortada de forma pasiva; v. fig. 10.25).
A medida que rodamos desde el costado d erecho hasta
colocamos sobre el abdomen, la LFS se va abriendo y la
LPS cerrando (v. fig. 10.26). Podernos verlo en los bebés,
que se mueven sobre su abdomen fortaleciendo la LPS,
y podemos percibirlo en nosotros mismos, aunque no
sea tan marcado en el cu erpo del adulto. Para continuar
hacia el lado izquierdo debemos abrir la LL izquierda
y cerrar la derecha. Una vez que dominemos el movimiento y rodemos libremente, podremos sentir las líneas
abriénd ose hacia el suelo a medida que se aproximan a él
y podremos percibir (como estud iante) u observar (como
instructor o profesional) dónde se ve limitada o restringida la capacidad de apertura del cuerpo y se restringe, por
tanto, la capacidad de movimiento en otros lugares. La clave
para completar este movimiento elemental con agilidad es
precisamente esta apertura hacia el suelo y no las tracciones espirales que inician el movimiento (que, en cualquier
caso, pueden variar ampliamente en el punto de inicio).
Buscando los puntos donde la apertura de las líneas cardinales está bloqueada y trabajando sobre estas restricciones,
suele conseguirse más agilidad en la secuencia que trabajando sobre las líneas funcionales o la línea espiral, aunque, por supuesto, sus restricciones también son posibles.
La conclusión es que los sutiles ajustes neurológicos subyacentes que se dan en el conjunto de los meridianos son
la clave del movimiento de adaptación. Estos ajustes subyacentes al movimiento son fundamentales y se establecen
cuando comenzamos a experimentar con nuestros cuerpos,
antes de comenzar a hablar. Aunque son más difíciles de
detectar que algunos de los movimientos más evidentes que
acabamos de ver en este mismo capítulo, con frecuencia son
claves para desbloquear y resolver un patrón.
Fases del movimiento durante
el desarrollo
El apartado anterior hablaba sobre rodar, el primer cambio
postura! que realiza un bebé por sí solo, pero no el último.
En este apartado, ampliamos nuestra visión para incluir la
evolución que cada uno de nosotros debe recorrer desde el
218
decúbito hasta la bipedestación si queremos levantarnos
y caminar por el mundo. La realización de esta secuencia,
sobre usted mismo o sobre sus pacientes, supone un maravilloso ejercicio de autoayuda que calma la mente y organiza
el cuerpo al rememorar estos movimientos elementales y
básicos (DVD rnf: Functional Lines, 50:40-1:05:?7).
Casi todos nosotros, incluso los más jóvenes o débiles,
podemos tumbarnos boca arriba sin dificultad , ya que en
esta posición el suelo sostiene los pesos de nuestro cuerpo
(cabeza, tórax, pelvis y, si se quiere, brazos y piernas,
sumando un total de sie te; fig. 10.28). Corno se sugería en
el apartado anterior, en esta posición la LPS tiende a relajarse sobre el suelo, mientras que la LFS tiende a incrementar su tono.
La experimentación (sobre todo tratando de seguir a
mamá con los ojos) le permitirá al bebé girar finalmente
desde la espalda hasta el costado y después hasta el abdomen, donde la LPS va ganando tono y la LFS se arrima al
suelo (fig. 10.29). En esta posición, el bebé sostiene en el
aire uno de los pesos más voluminosos, la cabeza, lo que
aumenta su campo visua l y le otorga mayor libertad para
reptar a sus anchas. Al elevar la cabeza, se fortalecen los
músculos de la LPS; también se for talece y se coloca en su
sitio la curvatura cervical.
Al mirar por encima del hombro (en el lado de la pierna
encogida, los bebés casi siempre tienen una pierna flexionada y la otra extendida), el bebé emplea las líneas helicoidales (espiral, funcionales y lateral) para girarse y sentarse
(fig. 10.30). En este proceso, el peso debe desplazarse en la
pelvis desde la espina ilíaca anterosuperior (EIAS) hasta la
tuberosidad isquiática, lo que tiene lugar gracias a que el
peso rueda sobre el trocánter mayor hacia la base de la pelvis. Sentarse en el suelo exige el mismo equilibrio de las tres
líneas sagitales que hemos descrito en el apartado anterior
sobre la sedestación en una silla - la LPS, la LFS y la LCFP - .
Sentado, el niño logra alejar del suelo y sostener dos de los
pesos más importantes del cuerpo - a cabeza y el tórax - . En
este punto, ya han aumentado la libertad de movinUento del
niño y el alcance de sus manos y sus ojos (y usted estará muy
ocupado comprobando la seguridad de la casa para el niño).
La siguiente etapa del d esarrollo supone que el niño
se desplace hacia delante para pasar a apoyarse en las
manos y las rodillas y gatear (fig. 10.31). Una vez alcanzada esta etapa, será necesaria incluso más fuerza en las
líneas cardinales y aún más coordinación entre los miembros mediante las líneas funcionales. También será necesaria más fuerza en la LFS para mantener el tronco en
alto y no permitir que la columna lumbar se hunda en
una lordosis excesiva. Fíjese en que a estas alturas el bebé
ha conseguido mantener en el aire tres de los pesos más
importantes: la cabeza, el tórax y la pelvis. Ahora la pregunta es la siguiente: ¿cómo centrarnos todo esto sobre la
pequeña base de soporte que proporcionan los pies?
La siguiente fase, que suele conseguirse con la ayuda
del mobiliario o de la pierna d e un progenitor, consiste en
arrod illarse con un pie en el suelo (fig. 10.32). En esta etapa,
todas las líneas del miembro inferior deben fortalecerse Y
desarrollar la coordinación para sostener todo el peso del
cuerpo en las caderas. En las fases previas - reptar, sentarse
y ga tear - , el peso principal se sostenía en los hombros,
pero ahora el peso principal d ebe estabilizarse mediante la
pelvis y las caderas.
Cuando los miembros inferiores son suficien temente
fuertes, el niño pasa mediante torsiones desde la posición
arrodillada hasta una bipedestación precaria, que suele
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Fig. 10.31
Fig. 10.32
Fig. 10.33
Fig. 10.28 Tumbado boca arriba, la primera preferencia postura! del bebé, los tres pesos axiales - cabeza, tórax y pelvis - y los cuatro
pesos apendiculares - brazos y piernas - están apoyados cuando el bebé los relaja.
Fig. 10.29 Tumbado boca abajo, el primer auténtico cambio postura! del bebé, logra sostener la cabeza, lo que le concede un mayor
movimiento y sienta las bases para el primer movimiento autogenerado, reptar.
Fig. 10.30 Sentado, el bebé sostiene dos de los pesos axiales sobre la pelvis y disfruta de más libertad de manipulación.
Fig. 10.31 El gateo aleja del s uelo el último de los pesos axiales, la pelvis, pero exige el apoyo de los cuatro, o al menos de tres de los
cuatro, miembros apendiculares.
Fig. 10.32 La mayor precisión en el equilibrio necesaria para arrodillarse sólo puede lograrse gracias a las habilidades desarrolladas en las
fases previas.
Fig. 10.33 A medida que el bebé se yergue sobre el segundo pie, el acto aparentemente precario de caminar proporciona un impulso que
hace que este movimiento sea más fácil de mantener en un primer momento que el acto realmente precario, la bipedestación.
presentarse caminando (fig. 10.33). Aunque algunos padres
discreparían y el desarrollo es flexible y varía entre los distintos individuos, la mayoría de los niños son capaces de
caminar antes de poder mantenerse de pie cómodamen te,
ya que el impulso resulta más fácil de mantener que la
postura (como ocurre cuando montamos en bici). Durante
la marcha o la carrera, el cuerpo se sostiene fundamentalmente sobre un pie y parte del otro - el ta lón o la región
metatarsiana-, lo que proporciona al niño un cierto equilibrio durante el movimiento.
La auténtica bipedestación - y el acercamiento al equilibrio de las líneas presentado en la figura 10.1 - exige todo
este desarrollo motor que ha fortalecido y alinead o Jos
huesos, desarrollado las articulaciones y conferido fuerza
tanto fascial como muscular, así como coordinación, a
estas líneas longitudinales de estabilidad y sostén, todo al
servicio de una bipedestación equilibrada y cómoda y d e
la maravillosa eficacia de la marcha (fig. 10.34).
Todas las actividades humanas se apoyan en esta secuencia básica de percepción y movimiento que lleva al niño de
un decúbito supino pasivo a la participación activa en el
mundo. Dado que durante el primer año no podrá vestir ni
desvestir al bebé, ni meterlo o sacarlo de la silla mediante
el lenguaje, gran parte de la comunicación mantenida con
el niño durante este tiempo es cinestésica. Esto sugiere que
cualquiera que interacn1e con niños debe aprender las habilidades básicas de manipulación que pueden contribuir a
aliviar problemas motores en la vida futura de este.
Sería beneficioso que todos los progenitores y terapeutas conocieran esta secuencia y las consecuencias de
su interrupción o alteración. Tanto los niños como este
proceso son flexibles, por Jo que incluso los niños peor
manipulados conseguirán ponerse de pie y caminar; no
obstante, las lagunas pueden alterar en gran medida el
movimiento e incluso la percepción y la capacidad para
reaccionar ante determinadas circuns tancias.
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Algunos ejemplos tomados
de los métodos asiáticos
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Asana de yoga
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Fig. 10.34 La bipedestación - postura del
plantígrado l1umano- es el resultado final
de múltiples etapas de evolución, tanto
filogenética como o ntogénicamente.
Continuaremos comentando (y esto es un testimon io oral de Moshe Feldenkrais, así que no disponemos
de fuentes donde comprobar su exactitud) que Moshe
Feldenkrais estaba sentado a la mesa junto a la extraordinaria antropóloga Margaret Mead y esta:
«Feldenkrais, usted es el hombre del movimiento.
Siempre he querido hacerle esta pregunta: ¿por qué los
balineses no pueden saltar a la pata coja? Son buenos bailarines, con buena coordinación en otros aspectos, pero soy
incapaz de e nseña rles a saltar de una a otra pierna.»
«Parece que se hubieran saltad o una fase, reptar», contestó Feldenkrais.
«¡Por supuesto!», afirmó Mead, llevándose la mano a
la frente. «Los balineses no dejan que los niños toquen el
suelo durante el primer «año del arroz» (7 meses), así que
nunca llegan a reptar sobre el abdomen.»
Observe a un niño de unos 6 meses en las fases iniciales de su desplazamiento sobre el abdomen y podrá ver
dónde se encuentra el movimiento que subyace al desplazamiento del peso de un pie al otro y, por Jo tanto, de
los saltos a Ja pata coja. El beb é empuja un pie a medida
que recoge el otro, desarrollando la coordinación que más
adelante permitirá la transferencia sucesiva del peso de la
parte superior del torso a cada uno de los miembros inferiores - al correr, en Jo que atañe a las vías anatómicas,
todo el tronco se alinea con el conjunto de líneas de un
miembro inferior y luego con el otro, alternativamente - .
Sin esta fase grabada en sus cabezas, los balineses pueden
caminar, correr y bailar, pero no pueden saltar específicamente sobre una y otra pierna.
Observando el movimiento, el ojo experimentado puede
determinar las Jú1eas que presentan un menor rendimiento
y qué fases del desarrollo pueden haberse eludido o distorsionado. El adecuado conocimiento de los patrones de
Jos cambios posturales durante el movimiento que se han
descrito anteriormente son un requisito previo para este
tipo de observación.
220
Aunque hemos empleado diversas posturas de yoga pa ra
ilustrar los estiramientos o la movilización de cada una
de las líneas en sus capítulos correspondientes, existen
posturas más complejas que activan porciones de varias
líneas. Mediante los sencillos dibujos que incluimos (que
no son lo suficientemente precisos como para encuadrarse
en un tipo de yoga), podemos relacionar algunos asanas o
posturas con cada línea individual. Estas posturas tienen
nombres diferentes en las diversas tradiciones; los que
recogemos aquí son nombres de uso habitual.
Puede verse un estiramiento de la línea frontal superficial (y la consiguiente contracción de la línea posterior
superficial) en la extensión que da comienzo a la postura
del Saludo al sol (fig. 10.35A) o en las posh.1ras básicas del
guerrero, como la postura de la Luna creciente (fig. 10.358).
El Puente es un estiramiento básico de la LFS (fig. 10.35C), al
igual que otra postura más avanzada, el Arco (fig. 10.350).
El Camello también proporciona un firme estiramiento de
toda la LFS (fig. 10.35E). La Rueda, o flexión hacia atrás,
representada en la página 99 (v. fig. 4.7A), constituye un
firme estiramiento de la LFS. Muchas de estas posturas tienen prácticamente la misma configuración, con una simple
diferencia en la orientación con respecto a la gravedad.
El estiramiento de la línea posterior superficial es la
acción fundamenta l del Perro hacia abajo (fig. 10.36A) y de
las posturas de Flexión hacia delante (fig. 10.366). La postura del Embrión estira la porción superior de Ja LPS, al
tiempo que posibilita la flexión de las rodillas, lo que afloja
el estiramiento de la porción inferior (fig. 10.36C). Las posturas Sobre los hombros y la del Arado suponen también
un importante estiramiento de Ja LPS (v. fig . 4 .76, pág. 99).
Aunque la posh.ira de la Barca (inversión del perro hacia
abajo; fig. 10.3 60 ) supone claramente un estiramiento de
la LPS, además de un desafío para la fuerza muscular
de la LFS en la región anterior de los miembros inferio res y
el torso, esta postura es en realidad un estiramiento central
que alcanza el psoas y otros flexores de la cadera pertenecientes a Ja linea frontal profunda.
Tanto el Travesaño (fig. 10.37A, mostrando un estiramiento del lado izquierdo) como en el Triángulo (v. fig. 4 .176,
pág. 105, o fig. 10.41) como estiran la línea lateral. Podemos
ver cómo el Travesaño activa también la porción infe rior
de la LPS en la pierna que se estira. La LL se ve reforzada
(fantástico para la que es hmdamentalmente una línea de
estabilización) al sostener el cuerpo recto sobre una mano en
posh.tras como la Plancha lateral de Ja figura 10.376, donde
la línea lateral más cercana al suelo evita, desde el tobillo
hasta la oreja, que el cuerpo se caiga. La postura de la Media
luna (no representada) exige el trabajo de la línea lateral más
cercana al techo.
La porción superior de Ja linea espiral puede estirarse con
la sencilla postura d el Sabio o con diversas torsiones más
complejas (fig. 10.3BA y v. fig. 6.22, pág. 142). Estas posh.lras
fortalecen un lado de la linea espiral al tiempo que estimulan
la contralateral. Por supuesto, estas posturas también suponen un estímulo para la pelvis y Ja columna, así como para las
líneas funcionales y la linea espiral, más superficiales. La posh.lra de la Paloma estimula los rotadores laterales profundos
(1m desvío de Ja línea frontal profunda) y la porción inferior
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Fig. 10.35 Estiramientos de la línea frontal superficial. En las siguientes ilustraciones, cada postura puede estirar o activar varios músculos
o líneas o bien buscar otros objetivos, además del simple estiramiento. Hemos incluido estas posturas para ayudar a comprender cómo
puede estirarse la continuidad fascial de una línea, además de sus estructuras individuales.
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Fig. 10.36 Estiramientos básicos de la
línea posterior superficial.
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Fig. 10.37 Ejercicio de
estiramiento de la línea lateral
y ejercicio para fortalecer la
misma línea.
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Fig. 10.38 Estiramientos
de la línea espiral.
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externa de la línea espiral (el bíceps femoral y los peroneos;
fig. 10.388). La porción anteroinferior de la línea espiral (el
222
tensor de la fascia lata y el tibial anterior) puede estirarse
en las estocadas y las posturas del guerrero más proftrndas,
girando hacia fuera el pie posterior, el de la pierna estirada
(rotación lateral de la pierna; v. figs. 10.358 y 9 .29, pág. 192).
Todas las posturas centradas en hombros y brazos activan las líneas del brazo. La postura de la Vaca moviliza
Fig. 10.39 Estiramientos de la
línea del brazo.
principalmente las líneas superficiales anterior y posterior
del brazo, mientras que la postura del Águila activa fundamentalmente las líneas profundas del brazo (figs. 10.39A y 8 ).
Las posturas como el Árbol (fig. 10.40A) fomentan principalmente el equilibrio al recorrer todas las líneas desde la
parte superior del torso hasta una pierna y favorecer el ton o
uniforme y el equilibrio neurológico entre la línea lateral de la cara externa del miembro inferior y la línea
frontal profunda de su cara interna. La postura Sobre la
cabeza (fig. 10.406) busca el equilibrio entre todas las líneas
del torso - la LPS, la LFS, la LL y la LE, además de la LCFP
y las líneas funcionales - mientras usa temporalmente los
brazos y los hombros como «piernas», es decir, como sostén por compresión para gran parte del peso del cuerpo.
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Fig. 10.40 Posturas de equilibrio.
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Análisis de Las Líneas para instructores
de yoga
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O frecemos tm análisis de dos de las posturas más complejas como ejemplo del análisis de las líneas que los instructores de yoga deberían emplear en la evaluación del
progreso de sus alurrmos y en la determinación del que
debería ser el siguiente objetivo. Estas dos pos turas son el
Triángulo (Triko11nsn11n, fig. 10.41; además, v. fig. 6 .22A y 6,
pág. 142) y la postura del Ángulo lateral rotado (Pnrivrittn
Pnrsvnko1111snnn, fig. 10.42).
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Postura del Triángulo (v. fig. 10.41)
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Compare la posición de la fig ura 10.41A con las figuras 10.418 y 10.41 C. La mujer de la figura 10.41A es una
instructora cualificada y experimentada; el caballero de
la figura 10.416 ha estado practican do yoga durante algún
tiempo; el muchacho d e la figura 10.41 C es un nuevo estudiante. De izquierda a derecha, podemos observar cómo
aumenta progresivamente la incapacidad para elongar algunos meridianos miofasciales. Aunque esta progresión p uede
definirse en términos de músculos individuales (como se ha
hecho en www.bmuilmyogn.com o 1111uw.yog11111info111y.co111), es
más útil contemplarlo en función de las líneas - y este análisis se acerca más a la experiencia del instructor de yoga -.
La diferencia más evidente se presenta en la capacidad
de los modelos para extender la línea lateral izquierda. En
la fig ura 10.41A, la LL se abre cómodamente desde el arco
lateral del pie posterior hasta la cresta ilíaca a lo largo de la
cara externa d el miembro inferior y a través de la cintura
y las costillas hasta el cuello. Si observamos las otras dos
(6 y C), vemos la tensión que recorre la cara externa del
miembro inferior, la reticencia de los abductores a dejar
que la pelvis se aleje d el fémur y la dificu ltad resultante
para alejar las costillas de la pelvis.
Aunque la forma más obvia de cuantificar el estiramiento es medir el án gulo que fo rma el tronco con e l
suelo, otra forma interesante de valora rlo es desde el lado
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Fig. 10.41 Trikonasana (postura del Triángulo) realizado por (A) un instructor experimentado, (8) un estudiante experimentado y (C) un neófito.
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opuesto. Observe el espacio en tre el brazo y la cadera
derechos en cada una de las fotografías. La contractura de
la porción inferior de la LL izquie rda que se observa en
10.418 y C genera la necesidad de contracción de la porción superior de la LL derecha. En A, la LL derecha del
tronco puede elongarse has ta a lcanzar casi la misma longitud de la izquierda. Esto nos lleva a la inesperada instrucción que podemos em plear en los dos últimos ejemplos:
«alejar el borde in ferior de la caja torácica de la cadera» e longando la región s uperior de la LL derecha para permitir que el cuerpo profundice en esta postura-.
Una parte aparentemente importante de esta postura
depende de la pierna anterior. El estiramiento evidente se
produce en la línea posterior superficial (en los isquiolibiales
y en el complejo del gastrocnemio y el sóleo). Sin embargo,
la torsión de las caderas aleja del fémur la rama isquiopübica generando el firme estiramiento de la línea frontal
profunda (concretamente del grupo aductor y la fascia asociada) en la cara interna del muslo. Esta postura requiere la
capacidad de elongar el grupo aductor y el tabique intermuscular posterior del muslo dispuesto entre los aductores y los isquiotibiales. En 10.41C, la incapacidad de la cara
in terna del muslo derecho para elongarse genera una distensión y una ligera rotación medial, ya que la fascia tira d e
la cara interna d e la rodilla d erech a. (Los instructores suelen recordar a los estudiantes colocados en esta postura que
mantengan ambas rodillas en rotación la teral para evitar el
hundimiento, la distensión del ligamento colateral medial y
una posible lesión.) En 10.418, la región posterior del grupo
aductor está más estirada, permitiendo que la tuberosidad
isquiática se aleje del fémur. Sin embargo, la parte an terior
(flexora) del grupo aductor evita que la pelvis rote y se aleje
del fémur; en consecuencia, la pelvis de la figura 10.418 mira
hacia el suelo más que la de la 10.41A, que está rotada hacia
la izquierda y mira más hacia el observador.
En el tronco, la línea espiral derecha, que se extiende
desde el lado derecho de la cabeza hasta la cadera derecha
a través del hombro izquierdo, está estirada, mientras que
su homólogo izquierdo está contraído para generar la postura. La capacidad para elongar esta línea se manifiesta en
la capacidad de la cabeza para girar hacia el techo (aunque
es posible que los modelos de las figuras 10.418 y C simplemente se hayan o lvidado de girar sus cabezas hacia el techo
en el fragor de Ja batalla con la cámara). Una señal mucho
más reveladora de la incapacidad de la LE derech a para elongarse es el ángulo del esternón. La caja torácica de la figura
10.41A mira directamente hacia nosotros. En 8 , y en menor
grado en C , el esternón mira en cierto modo h acia el suelo,
lo que indica la incapacidad de la pelvis para rotar hacia la
izquierda y alejarse del muslo izquierdo. También se puede
observar la incapacidad de elongación de la LE en el ángulo
fom1ado entre el hombro y el brazo izquierdos, que, por
supuesto, se apoya en la caja torácica. Puede ocurrir que la
línea anterior superficial del brazo del brazo izquierdo (del
pectoral mayor a la palma) esté acortada, pero en 8 y en e las
diferencias en el ángulo del brazo derivan de la incapacidad
de la LE derecha (y/ o de los rotadores espinales profundos)
para permitir que la caja torácica rote hacia la izquierda.
En resumen, la figura 10.41A m uestra soltura en la
extensión de las líneas, así como la fuerza necesaria para
sostener el cuerpo, lo que permi te realizar la postura completa de forma grácil, manteniendo el equilibrio de las
líneas complementarias. Si descartamos una malformación
congénita o una lesión limitan te, conseguir el equilibrio en
10.418 y e es simplemente cuestión de práctica.
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linea posterior superficial
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Fig. 10.42 Parivritta Parsvakonasana (postura del Ángulo lateral
rotado) realizado por (A) un instructor experimentado, (8) un
estudiante experimentado y (C) un neófito.
Postura del Ángulo lateral rotado
(v. fig. 10.42)
La postura del Ángulo lateral rotado presenta algunos de
los desafíos del triángulo, pero también otros diferentes
(v. fig. 10.42). Consiste fundamentalmente en una firme rotación del tórax sobre las caderas; en estas fotografías, una
rotación hacia la izquierda. Observando de nuevo la progresión desde un instructor experimentado hasta un neófito,
vemos varias compensaciones e n las líneas implicadas.
La torsión en la pelvis requiere la elongación d e la línea
fron tal profunda. Aunque esto ocurre en la fi gura 10.42A,
en la 10.428 vemos la incapacidad del miembro inferior
derecho para extenderse por comple to debido al acortamiento de los flexores profundos de la cadera. En 10.42C,
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Fig. 10.43 Todos los que apliquen presión a través de sus pulgares deben prestar atención a mantener la linea anterior profunda del brazo
abierta y tonificada. La laxitud de la porción superior de la LAPB es una forma segura de presentar futuros problemas en la mano, el codo,
el hombro o el cuello.
los retadores laterales profundos y los isquiotibiales
están tensos, impidiendo la flexión completa de la cadera
izquierda, lo que deja la columna lumbar en una posición
posterior (flexionada) y la cabeza recogida sobre e l torso.
En la figura 10.42A podemos ver la capacidad de la línea
frontal superficial para elongarse uniformemente desde la
apófisis mastoides hasta la espinilla derechas, mientras que
tanto B como e muestran un acortamiento en la cara anterior
del torso y una desalineación entre el muslo y la pierna. Una
vez más, el equilibrio entre las dos líneas laterales en el torso
de A demuestra su competencia para la torsión, mientras que
B muestra cierto acortamiento en el lado derecho del torso y
nuestro nuevo estudiante un acortamiento notable.
Desde luego, es en las líneas espirales donde las diferencias son más evidentes. La inversión de la torsión entre
la pelvis y los hombros acentúa la necesidad de elongación
en estas líneas. La capacidad de A para colocar el brazo
en el suelo y mirar al techo depende exclusivamente de
su capacidad para estirar la línea espiral derecha desde Ja
cadera d erecha hasta e l lado derecho de la cabeza, pasando
alrededor del hombro izquierdo. No obstante, también
precisará la fuerza de la línea espiral izquierda. Para B,
res ulta difícil a lejar de la cadera derecha las costillas del
lado izquierdo y por eso el brazo tapa la cara. En C son las
caderas las que se resisten a girar, quizás por Ja tensión en
los retadores laterales profundos, o la porción derecha de
Ja línea funcional posterior, además de en la LE.
En cuanto a los brazos, tanto las líneas anteriores del
brazo como la lú1ea posterior profunda del brazo deben
ser capaces de elonga rse en el brazo estirado y alejarse de
su base en las líneas funcionales y laterales.
En resumen, en esta postura, las rectas que recorren el
esqueleto en la figura 10.42A son posibles gracias a la capacidad de estiramiento y a la fuerza de las líneas miofasciales. La experiencia nos enseña que la práctica consciente
del yoga con un buen instructor convertirá a B y a C en A.
Shiatsu, acupresión o digitopuntura
La práctica del slrintsu, la acupresión o cualquier otro método
de trabajo sobre puntos de presión, como la búsqueda y eliminación de puntos gatillo, supone la aplicación de una presión significativa mediante Jos pulgares. Recordemos que
el pulgar es el extremo distal de la línea anterior profunda
del brazo. Para «Cargar peso» y crear una presión mantenida a través del pulgar, es necesario estabilizar el miembro
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superior utilizando muchos de sus músculos -las cuatro
líneas, de hecho- como músculos de fijación. Hemos visto
que las continuidades miofasciales sólo pueden ejercer tracción, no presión. Puesto que la presión se aplica a través del
pulgar, se podría esperar que la línea anterior profunda del
brazo (LAPB) fuera Ja menos importante de las líneas, dada
su posición curvada y su relativa relajación en este movimiento en comparación con otras líneas de estabilización
del brazo. Sin embargo, la LAPB es muy importa nte porque
conecta el pulgar con las costillas.
Los profesionales de estas artes suelen presentar problemas en los hombros o el cuello. Según nuestra experiencia,
cuando observamos cómo trabajan estos profesionales,
vemos que es generalizado el hundimiento de alguna parte
de la LAPB - en otras palabras, del meridiano miofascial
que discurre desde las costillas, desde el pectoral menor,
pasando por Ja curva interna del brazo hasta el pulgar- .
Cuando esta línea se acorta, el resto de las líneas, habitualmente una de las líneas posteriores del brazo, debe recoger
el testigo y acaba trabajando en exceso (fig. 10.43A). Para
el profesiona l del s/úntsu, mantener tanto las articu laciones
como las partes bla ndas sanas y sin dolores pasa por mantener la LAPB abierta y e longada, de forma que la tensión
y la presión se distribuyan de manera uniforme por Ja te nsegridad del brazo (fig. 10.438). De esta forma, la presión
es asumida por el esqueleto desde el pu lgar hasta un complejo axial equilibrado y no distribui da a ambos lados por
las partes blandas de las líneas del brazo.
Voltereta de judo o aikido
Aunque los miembros son huesudos y angulares, los profesionales de las artes marciales pueden hacer que el cuerpo
parezca de goma cuando ruedan sin esfuerzo sobre las piernas, los brazos y el tronco. En las artes marciales existen
multitud de volteretas. Aquí vamos a presentar una voltereta hacia delante habitual tanto en nikido como en judo y,
probablemente, en muchas otras a rtes. (Por s upuesto, otras
volteretas ¡¡ctivarán d istintas líneas en un orden diferente.)
Observando una de estas volteretas en fu nción de las
vías ana tómicas, podemos ver que en una voltereta hacia
delante el meñique es la parte del cuerpo que toma contacto en primer lugar con el su elo o el tapiz, lo que lleva
nuestra atención a la línea posterior profunda del brazo
(fig. 10.44A). El cuerpo se sos tiene o se g uía por esta línea
(aunque en realidad, en la voltereta se coloca poco peso en
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Fig. 10.44 Una voltereta hacia delante en aikido recorre la línea posterior profunda del brazo, la línea funcional posterior y la línea lateral.
el brazo), que asciende por la superficie del cúbito hasta el
tríceps.
Cuando la voltereta alcanza la región posterior d el h ombro, el dorsal ancho recoge el testigo del tríceps o, en términos de las vías anatómicas, la línea funcional posterior,
extensión d e Ja línea posterior profunda del brazo, recoge
el testigo de esta última. El cuerpo rueda sobre la diagonal de la LFP, que en este momento soporta ya el peso de
todo el cuerpo, cruzando la línea m edia de la región d orsal
hasta la cadera opuesta {fig. 10.446). Desde aquí, el cuerpo
se apoya, para volver a la bipedestación, en la línea la teral d el miembro inferior, que desciende por el tracto iliotibial y los peroneos, al tiempo que el pie opuesto alcanza el
suelo e inicia el proceso de erguirse de nuevo {fig. 10.44C).
Una voltereta también exige el ad ecuado equilibrio
entre las líneas superficiales anterior y posterior, ya que
una contracción excesiva de la LPS interferirá en la obtención de una forma redondeada en la espalda y una contracción excesiva de la LFS, muy común en las primeras
etapas del a prendizaje, genera la hiperextensión d e la región cervical superior, dificultando la recogida de la cabeza y la coordinación de los músculos dorsales.
Mantener estas lú1eas fuertes, abiertas y activas durante
la realización d e la voltereta contribuirá a su elegancia y
seguridad. Por otra parte, el acortamiento, la tensión o la
retracción de estas líneas convertirán la voltereta en un
viaje accidentado.
Patada de kárate
226
La figura 10 .4 5A es una patada frontal directa adaptada d e
la fotografía de un cinturón negro. Es bastante evidente
que una patada fronta l de kárate implica la contracción de
Ja línea frontal superficial para generar la patada y la elongación de la línea posterior superficial para ejecutarla. Una
restricción en cualquiera de estas líneas podría alterar la
capacidad del estudiante para llevar a cabo esta acción.
Fíjese en cómo los brazos equilibran la pierna flexionada. Las dos líneas anteriores del brazo de la izquierda
flexionan el brazo y lo cruzan por delante del tórax, mientras que las dos líneas posteriores d el brazo generan la
abducción del brazo derecho y extienden el codo. La
pierna izquierda y el brazo derecho están estabilizados
tanto en la región anterior como en la posterior mediante
las líneas funcionales; estas proporcionan la base para la
acción del brazo izquierdo y la p ierna derecha, donde
la línea funcional frontal imprime fuerza a la patada y la
línea funcional posterior debe elongarse para permitirla.
Aunque de fom1a menos evidente, la línea frontal profunda contribuye a que la patada funcione. Los aductores
posteriores y el tabique intermuscular posterior deben elongarse para pemutir que la cadera se flexione por completo
sin que se produzca la inclinación posterior de la pelvis. Más
concretamente, el iliopsoas participa en la flexión d e la cadera
y en el mantenimiento de la flexión del fémur. Cualquiera de
estos factores puede tirar d e la LCFP hacia abajo, lo que p uede
generar la compresión en la cara anterior de la columna. En la
fig ura 10.456, una patada similar, pero lanzada desde el lateral y adaptada también de una fotografia, podemos ver este
efecto en acción. Los tejidos de la LFS permanecen elongados, pero el eje central se ve traccionado hacia abajo. Así, la
cara anterior de la columna está claramente acortada desde la
columna cervical hasta el d iafragma pélvico.
H ace algunos años tuve el privilegio de trabajar con
un d eportista olímpico del equipo británico de kárate.
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Fig. 10.45 Patadas frontales de kárate.
Fig. 10.46 Patada lateral de kárate.
De miembros la rgos (y muy rápidos), este caballero estaba
destinado a traer a casa la medalla de oro si no fuese por
un problema -ejecutar una patada le causaba un dolor
agudo e incapacitante en la columna lumbar y este iba
en aumento-. Mi primera línea de investigación se centró
en la LPS, p ensando que la tensión d e los isquiotibiales
se estaba desviando a través del ligamento sacrotuberoso
hasta el sacro y la fascia toracolumbar, lo que causaba
algú n tipo d e compresión radicular. Una vez comprobad o
que esta vía resultaba inútil, le ob servé ejecuta r la patad a
una vez más y vi lo que debería haber visto desde un primer momento, lo que vemos en la figura 10.458, un ligero
acortamiento en el centro d el tronco durante la p atada. La
exp loración de las estructuras de la LCFP me llevó a d eterminar que las fibras su peroexternas del psoas trabajaban
en exceso y p rovocaban la comp resión de la columna lumbar (y la consiguiente afectación) al ejecutar la patada.
Trabajamos para repartir la carga de manera uniforme por
todo el iliopsoas y así fu imos capaces de reducir la compresión y aumentar la resiliencia de la columna lumbar y,
sí, fin almente consiguió la medalla.
En la fig ura 10.46, tenemos otra patada básica de kárate,
la patada lateral, en la que podemos ver la porción superior del cuerpo sos tenida por la LPS d el miembro inferior
anclado en el suelo. La línea lateral izquierda está acortada d esde el lateral de la cabeza hasta el lateral del p ie
para fijar el cue rpo en una «Y». Así, la altura de la patada
depende de la capacidad de elongación de la LPS en la
pierna vertical, de la fuerza de la LL y de su abd ucción,
y de la capacidad d el arco interno de la pierna que da la
pa tad a para alejarse de la rama isquiopúbica y la columna
lumbar -en otras p alabras, d e la capacidad de extensión
de la LCFP, especialmente los aductores-. Este deportista
en concreto parece estar soportando el torso con la porción superior d e la línea espiral izquierda, que rodea las
cosHllas del lado derecho y va desde el lado izqu ierdo de
la cabeza hasta la cadera izquierda. Fíjese en que la LL
apenas proporciona potencia para la patada, ya que se
trata fundamentalmente de una línea de estabilización; la
potencia de la patad a, como sucede en el cab allo, p rocede
de la combinación de las líneas sagitales - los ex tensores de
la LPS y la LFS-.
Resumen
La educación para el movimiento, la rehabilitación funcional y la mejora del rendimiento son necesidades imperiosas donde es imprescindible realizar una mejora, que
no sería difícil de conseguir d ad o el precario estado de la
educación para el movimiento en las socied ades occidentales actuales. Destinar unos cuan tos dólares por niño a
mejorar la educación física p odría traducirse en un importante beneficio en términ os de ahorro en costes médicos y
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en mayores niveles de salud y rendimiento. Unos cuantos
dólares por paciente podrían mejorar la rehabilitación y
prevenir recaídas de todo tipo de lesiones físicas o durante
la recuperación postoperatoria. En su lugar, el dinero se
destina al deporte, donde las nuevas teorías afirman que
este podría aplicarse de forma más amplia en la educación
y la rehabilitación si existieran los medios para que estas
nuevas teorías alcanzaran una mayor difusión (aunque
esté proceso ya está en marcha).
Aunque resulta frustrante abordar la evaluación de los
movimientos utilizando fotos fijas, esto es imprescindible
en un libro. La evaluación de los pacientes en bipedestación se explora en profundidad en el siguiente capítulo y
la evaluación del movimiento se presenta en clases presenciales y en cursos en DVD (www.mratomytrniHs.co111, www.
asto11e11terprises.co111) (DVD m i: 81 1 Ro1di11 J 101 ).
Estos ejemplos sirven para mostrar algunas de las aplicaciones de las vías anatómicas. Obviamente, podrían
ampliarse y detallarse sus aplicaciones en el yoga, el pilates,
el entrenamiento personal o la fisioterapia rehabilitadora,
pero en estas páginas hemos preferido ofrecer w1a visión
más amplia. No obstante, los principios siguen siendo los
mismos: busque las áreas en las que un acortamiento fascial o muscular esté limitando el movimiento y a continuación compruebe todo el recorrido de las líneas en las que
se encuentran y actúan esas estructuras. En la otra cara de
la moneda, podemos identificar aquellas áreas laxas o con
demasiado movimiento/muy poca estabilidad y fortalecerlas
de la misma manera. Fortalecer una línea - de forma que sea
la totalidad de la línea la que responda y no sólo w1 músculo
específico - puede aumentar la estabilidad funcional.
Cuando realice la evaluación funcional de un paciente
o un estudiante, resulta útil observar y evaluar qué estructuras específicas pueden estar involucradas en una acción
o en su restricción. Tal vez los ejemplos de este capítulo
hayan convencido al lector del valor de realizar una evaluación general de los meridianos miofasciales como parte
de este proceso. Observe a los pacientes mientras desarrollan una acción, preferentemente a una cierta distancia
para tener una visión general de todo el cuerpo. También
puede resultar útil observar a los pacientes de reojo, es
decir, evaluar su movimiento mediante la visión periférica que, después de todo, se desarrolló originariamente para
detectar el movimiento-; este método resulta en ocasiones
más revelador que mirar a los pacientes fijamente intentando detectar el fallo del movimiento. Compruebe si una
o más líneas están restringiendo el movimiento global. El
trabajo sobre la línea completa suele proporcionar mayor
libertad que trabajar únicamente sobre la parte que está
obviamente afectada.
Bibliografía
l. Kingsley B and Ganeri A. The young person's guide to
the orchestra. San Diego: Harcourt Brace & Co.; 1996.
Análisis estructural
¿Resulta útil comparar las relaciones estructurales y posturales en términos de meridianos miofasciales? ¿Podría esta
infom1ación llevar al desarrollo de estrategias terapéuticas
objetivas para desenmarañar y resolver los patrones compensatorios del cuerpo? Los intentos por lograr un análisis
visual fiable y objetivo de los patrones postura les generales
se enfrentan a múltiples dificultades, y son pocas las normas que se han establecido con base científica. Aun así, el
análisis del paciente en bipedestación puede aportar información clínica muy útil. Este capítulo presenta un método
para recoger esa información y aplicarla. Aunque a lo largo
del capítulo emplearemos exclusivamente instantáneas en
bipedestación, en la práctica, esta información puede y debe
complementarse con una anamnesis minuciosa, una palpación y una valoración de la marcha y otros movimientos.
El mapa de las vías anatómicas se desarrolló en un
primer momento corno un instrumento para la evaluación visual de los pacientes en la integración es tructural
(v. apéndice 2 sobre nuestro método de «Integración
estructural»). Este capítulo describe el lenguaje y el método
de «lectura corporal» que empleamos en nuestros seminarios, donde ampliamos sistemáticamente esta visión
general de la valoración de la bipedestación. Aunque el
proceso se asimila con más facilidad cuando se aprende en
persona, un lector atento será capaz de utilizar este instrumento para aplicar diversos protocolos terapéuticos en sus
propios pacientes o estudiantes de una forma global y progresiva. Disponemos también de un curso en DVD sobre
«Evaluación visual» basado en los mismos principios ( e
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l 1).
Este instrumento de evaluación se apoya en el concepto
de «tensegridad » expuesto en el capítulo l. Los profesionales que buscan la alineación biomecánica y otras formas de
eficacia motora, así como el conocimiento cinestésico (una
precisa percepción de dónde se encuentra nuestro cuerpo
en el espacio y de cómo se mueve), o incluso la comodidad
psicosomática, harán bien en tener en cuenta las propiedades únicas que la geometría tensegrítica comparte con
el cuerpo humano. Entre ellas, la capacidad tensegrítica
única de «relajarse a lo largo», así corno sus propiedades
distributivas, por las que acomoda la tensión o los traumatismos locales dispersándolos mediante pequeños ajustes
en todo el sistema (v. fig. 1.51, pág. 47).
A medida que los pacientes van resolviendo los patrones
disfuncionales, se aproximan más a una «tensegridad fascial
coordinada», a un equilibrio entre las líneas que genera
un «centro» estable y resiliente alrededor del cual tienen
lugar los movimientos. Cuando la tensión acumulada se
convierte en la eficacia y la soltura deseadas, los huesos
(las puntas de la estructura tensegrítica) parecen flotar literalmente en una estructura equilibrada de tejidos tensiles
de colágeno que incluyen el lecho ligamentoso, de mayor
adherencia, así como la miofascia parietal dispuesta en los
meridianos longitudinales que son el tema de este libro.
El proceso de dar forma a la estructura humana segün
este modelo está comenzando su andadura, pero ya se
puede observa r una cierta sofisticación en los modelos de
tensegridad de Tom Flemons (www. i11tc11sio11desig11s.co111,
fig. 11.1 ). Nos acercamos más a la relación que existe
entre Jos huesos, las miofascias y los ligamentos cuando
modificamos el ejemplo de la figura 1.51A (pág. 47) para
acercarlo al de la figura 11.2, que presenta las mismas relaciones, con la salvedad de que estas se han desplazado en
sus inserciones, un proceso que podemos observar in vivo
en la red de tejido conj un tivo en los documentales del doctor ]-C. Guimberteau (v. figs. 1.71 -1.75, págs. 59-61) (
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~ 1111.
La tensegridad fascial implica la uniformid ad del tono
a lo largo de cada línea y entre las lú1eas, con concesiones
para los distintos tipos de fibras musculares y sus diversas
densidades desde los planos superficiales a los profundos.
Las referencias orales y la observación clínica informal
sugieren que con la inducción de un tono uniforme se
consigue incrementar la longi tud, la soltura, la amplitud
de movimiento y la capacidad de adaptación del paciente
tanto en términos somáticos corno psicosomáticos. Para
lograr estos objetivos en nosoh·os y nuestros pacientes,
debemos hace r, en primer lugar, una lectura precisa de la
posición del esqueleto en té rminos de sus, en ocasiones
mínimos pero significativos, desvíos del equilibrio vertical
simétrico. Esto nos permitirá traza r con precisión el mapa
de Jos meridianos y las partes blandas necesario para
mejorar el estado de equilibrio y apoyo.
El primer apartado de este capítulo establece el p rocedimiento para evaluar cua lquier postura mediante los
meridianos miofasciales y hace hincapié en la descripción minuciosa de la posición del esqueleto. El grueso del
capítulo analiza la bipedestación de varios «pacientes»,
empleando este procedimiento para establecer un p lan
terapéutico de una o varias sesiones. En la t.'tl ti ma parte del
capítulo se esbozan algunos de los elementos más subjetivos de la «lectura corporal» o rnapeo del cuerpo.
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Fig. 11 .1 Los diversos y maravillosos modelos de Tom Flemons
muestran claras similitudes con las
posturas y los patrones compensatorios del ser humano. Estos
modelos son más sofisticados en cada iteración; la página web
incluye modelos cada vez más complejos a medida que estos se
van desarrollando.
(www.intensiondesigns.com)
Fig. 11.2 Los defensores de la tensegridad emplean l1abitualmente
el icosaedro tensegritico de la fig ura 1.51A (pág. 47) como modelo
explicativo por su sencillez. El trabajo de nuestro cuerpo se acerca
más al de este modelo todavía muy simplificado, especialmente en los
miembros. De hecho, este modelo es el mismo que el que se muestra
en la figura 1.51A con los extremos de las espigas más próximos
entre sí, de forma que la misma construcción se acerca más a una
forma tetraédrica. El resultado es: 1) una estructura más estable y
menos deformable; 2) la parte larga de las gomas es paralela a las
espigas, del mismo modo que la mayoría de nuestras miofascias
son paralelas a los huesos, y 3) las gomas cortas que mantienen
unidos los extremos de los huesos se asemejan a los ligamentos de
las articulaciones. Empuje uno de los huesos, como ocurriría en un
accidente, y la tensión se transmitirá con fuerza a estos ligamentos.
Método de evaluación de la postura
general
230
Son muchas las formas de manipulación estructural que
emplean un análisis de la bipedestación como guía para el
establecimiento de una estrategia terapéutica. Osteópatas,
quiroprácticos, fisioterapeutas, manipuladores de las partes
blandas y educadores del movimiento, como instructores
de yoga o de Ja técnica Alexander, han empleado distintas plantillas, plomadas y gráficas para evaluar la simetría
y la alineación del paciente. 1...¡ Nuestro enfoque y nuestra
terminología enfatizan las relaciones existentes dentro
del propio cuerpo más que su relación con otros cuerpos
o con el ideal pla tónico. Por esta razón, las fotografías
aquí incluidas carecen de referencia externa - excepto, por
supuesto, la línea de gravedad representada por la orientación de la imagen-.
Es obvio que una alineación vertical y cómoda dentro
del fuerte e ineludible campo gravitacional de la Tierra
conlleva beneficios. No obstante, no está tan claro que sea
recomendable forzar de ninguna manera la simetría entre
los lados derecho e izquierdo, ni tan siquiera una postura
«recta». La a lineación y el equilibrio implican una adaptación neurológica y son dinámicos, no estáticos ni fijos
desde el punto de vista biomecánico. Los reflejos posh1rales y la conexión emocional con una tensión mantenid a
a nivel profundo ocupan un espacio recóndito en el espesor de la estructura cerebral dedicada al movimiento. Por
tanto, es el paciente el que debe descubrir las relaciones
estructurales eficaces; estas no deben imponerse. La idea
es ayudar al pacien te en el proceso de «descubrimiento
del patrón», no encasillarlo en un ideal postura] concreto.
Lo primero aliviará la tensión y conducirá a nuevos descubrimientos; lo segundo añadirá más tensión a la ya
existente.
El objetivo del análisis es comprender el patrón - la «historia» si lo prefiere - inherente a la estructura musculoesquelética de cada individuo, en la medida que nos permita
el método analítico empleado. El empleo de este análisis
con el único propósito d e identificar «defectos» posturales para corregirlos limitará significativamente el planteamiento del profesional y la capacitación del paciente.
Una vez comprendido en patrón de relaciones subyacente, p ueden emplearse uno (o varios) métodos terapéuticos para corregir el patrón. La aplicación de los
meridianos miofasciales de las vías anatómicas a la bipedestación es obviamente un paso vital de este proceso
de comprensión de los patrones estructurales de hundimiento y acortamiento, pero no el primero. El siguiente
apartado esboza un método de cinco pasos para el análisis
estructural.
Los pasos a seguir son los siguientes:
l. Describa la geometría esquelética (localización del
esqu eleto en el es pacio y cuáles son las relaciones
intraesqueléticas).
2. Valore el patrón de las partes blandas que genera
o mantiene esa posición (músculos individuales o
meridianos miofasciales).
3. Sintetice una historia integradora que refleje el patrón
general con la máxima fidelidad.
4. Planifique una estrategia a corto o largo plazo para
resolver Jos elementos indeseables del patrón.
5. Evalúe y revise la estrategia a la luz d e los resultados
observados y de los hallazgos en la palpación.
Paso 1: vocabulario posicional
Terminolog ía
Para describir la geometría del esqueleto - la posición del
esqueleto en el espacio - hemos desarrollado un lenguaje
sencillo, intuitivo e inequívoco que puede usarse para describir cualquier posición en el espacio, pero que n osotros
emplearemos para describir las relaciones interóseas en la
bipedestación. El vocabulario está tomado del profesional
de la integración estructural Michael Morrison5 y tiene la
doble ventaja de ser comprensible para los pacientes y los
estudiantes (y, por tanto, de pernútir su capaci tación), al
tiempo que es capaz de transmitir suficien tes d etalles para
satisfacer el d iálogo más específico entre p rofesiona les o
entre el profesional y su mentor. Tiene la desventaja de no
atenerse a la terminología médica tra dicional (p. ej., «varo»
y «valgo» o pie «pronado»). Sin embargo, estos té rminos
se usan con frecuencia de forma imprecisa, e incluso contrad ictoria, por lo que esta desventaja puede con vertirse
en una ventaja a largo plazo.
Los cua tro términos que empleamos son: «i11c/i1111ció11>>,
<cflcxió11», «rotnció11>• y «desplazn111ie11to». Los términos describen la re lación entre dos porciones óseas del cuerpo
o, en ocasiones, la relación de w1a porción ósea con el eje
gravitatorio, la horizontal u otra referencia externa. Estos
estarán modificados por los adjetivos posicionales tradicionales: «n11terior», .cposterior», ,<izquierdo», «derecho,,,
«s11perior,,, «ilifcrior», .c111edial» y «/atcrnl». Ante cua lquier
ambigüedad, conviene recordar que estos modificadores
hacen referencia al extremo superior o a la superficie a nterior de la estructura nombrada.
Por ejemplo, en una inclinación la teral izquierda de la
cabeza, la parte superior d e la cabeza estará ladeada hacia
la izquierda, con la oreja izquierda acercándose al hombro
izq uierdo. U n d esplazamiento posterior de la caja torácica
con relación a la pelvis significa que el centro de gravedad
de la caja torácica se localiza por detrás d el centro de gravedad de la pelvis - una postura habitual en mod elos de
pasarela - . En w1a rotación izquierda de la caja torácica en
relación con la pelvis, el esternón mirará hacia la izquierda
en mayor medida que la sínfisis del pubis (al mismo
tiempo, es posible que las apófisis espinosas torácicas se
hayan movido hacia la derecha en la región dorsal). La
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rotación medial del fémur s ignifica que la región anterior
del fémur está girada hacia la línea media. Por supuesto,
este uso de los modificadores es un convenio arbitrario,
pero resulta muy intuitivo para la mayoría d e los interesados (fig. 11 .3).
Un o de los puntos fuertes de esta terminología es que
estos términos pueden u tilizarse en una rápida descripción
esquemática y genera l de los p rincipa les rasgos de la postura o bien uti lizarse de forma m uy precisa para desgrana r
las complejas relaciones entre los distin tos segmen tos, en
la cintura escapular, la pelvis o el tarso.
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¿Comparado con qué?
Dado que los términos se emplean con frecue ncia si n el
referente de una plantilla externa o ideal, es muy importante clarificar exactamente q11é dos estructuras se están
comparando. Tomando un ejemplo habitual que puede
conducir a confusión, ¿qué queremos decir con «inclinación anterior de la pelvis» (también denominada en ocasiones «rotación an terior», pero en nuestra terminología
será «inclinación anterior»)?
Imaginando que estamos de acuerdo en lo que constituye una inclinación anterio r d e la pelvis, la confusión
aún es posible a menos que contestemos a esta pregunta:
«¿Comparado con qué? ». Por ejemp lo, si com paramos
la inclinación de la pelvis con la línea horizonta l d el
s uelo, esta lectura no nos llevará a pro tocolos tera pé uticos útiles para la miofascia del fémur y la pelvis, ya
que este tejido establece una re lación en tre la pelvis y
el fémur y no entre la pelvis y el suelo (compá rese co n
las figs. 11.4A y B). Dado q ue también es hab itua l que el
fémur presente una incl inació n anterio r, la pe lv is bien
podría tener (y de hecho a menudo la tiene) una inclinación anterior en comparación con e l suelo, a l tiempo
que presenta una inclinación posterior tomando como
refer ente el fémur (fig. 11.4C). Ambas descripciones son
Fig. 11 .3 Estas posturas, deliberadamente
exageradas, muestran (A) un desplazamiento
izquierdo de la pelvis en relación con los pies,
un desplazamiento derecho de las costillas
en relación con la pelvis y un desplazamiento
izquierdo de la cabeza con respecto a las
costillas. Fíjese en que la cabeza no está
desplazada s i el referente es la pelvis. Aunque
no podemos verlas directamente, podemos
suponer múltiples curvas en la columna. La
pelvis presenta una inclinación derecha, y la
cabeza y los hombros, una inclinación izquierda.
En (B), vemos un desplazamiento anterior
de la cabeza en relación con las costillas y
un desplazamiento anterior de las costillas
en relación con la pelvis. Esto supone curvas
posteriores tanto en la curvatura cervical como
en la lumbar, así como rotaciones laterales en
los cuatro miembros. Aunque la pelvis parece
tener una inclinación anterior, ni las costillas
ni la cabeza están inclinadas en relación con
el suelo. En (C) podemos ver una inclinación
derecha de la pelvis, una inclinación izquierda de
la caja torácica y de la cintura escapular, y una
inclinación derecha de la cabeza, acompañadas
de una flexión derecha de la columna lumbar y
una flexión izquierda en la columna torácica. El
fémur derecho muestra una rotación lateral, al
tiempo que el izquierdo muestra una rotación
medial en relación con la tibia.
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Fig. 11 .4 En (A}, se representa una postura más o menos "neutra".
Si aceptamos el convenio empleado en estos diagramas para las
próximas páginas, podemos ver que en (8), la pelvis presenta una
inclinación anterior - el extremo superior de la pelvis se inclina hacia
delante - en relación con el fémur y el suelo. En (C}, podemos
ver la situación habitual, origen de frecuentes confusiones en la
evaluación, de una pelvis que presenta una inclinación anterior en
relación con el suelo, pero una inclinación posterior con respecto al
fémur. La pregunta relevante es: .. ¿Comparado con qué?".
adecuadas siem pre y cuando se h aya acordado el punto
d e referencia.
Definiciones: inclinación, flexión,
despla za miento y rotación
232
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• I11c/i1111ció11. Una «inclinación » indica un s imple d esvío
de la vertirnl o la horizontal; en otras palabras, una
parte d el cuerpo o un compo ne nte esquelé tico está más
alto en un lado que en el otro. Aunque la inclinación
podría describirse como la rotación de una parte
d el cuerpo en to rno a un eje horizontal (derechaizquie rda o AP), i11c/i11ació11 tiene un s ig nificado popular
fácilmente comprensible, como en la torre de Pisa.
La «inclinación» se ve modificada por la dirección hacin
la que se inclina el extremo superior de la estructura.
Así, en una inclinación izquie rda de la cintura pélvica,
el hueso coxal derecho del paciente estará más alto
que el izquierdo, y el extremo s uperior d e la pelvis se
ladeará hacia la izquierda del pacien te (fig. 11 .5A}. Una
inclinación anterior de la cintura pélvica supondría
que el hueso pubis estaría en una posición inferior
en relación con las espinas ilíacas pos teriores y una
inclinación posterior implicaría lo conh·ario (fig. 11.58).
En una inclinación derech a d e la cabeza, la oreja
izquierda estaría mi.Ís a lta que la derecha y los planos de
la cara se ladearían hacia la d erecha (v. fig. 11.5A). En una
inclinación posterior de la cabeza, los ojos mi.rmían hacia
arriba, la región posterior de la cabeza se aproximar ía a
las apófisis espinosas cervicales y el extremo s uperior d e
la cabeza s e movería hacia atrtís (v. fig. 11 .58).
En la figura 11.4C, todo el miembro inferior presenta una
inclinación anterior y la pelvis una inclinación pos terior
con respecto a él. En este diagrama, la cabeza presenta una
inclinación anterior - mira hacia abajo - en una posición
equivalente a Ja pelvis d e Ja figura 11 .48. Esta tenninología
se aplica d e la mis ma manera en todo el cuerpo.
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Fig. 11.5 En (A), la pelvis presenta
una inclinación izquierda, como
consecuencia de un muslo
izquierdo corto. El resultado es una
compensación que consistirá en
una fiexión derecl1a de la columna,
una inclinación derecha de la cintura
escapular y un desplazamiento
izquierdo de la caja torácica en relación
con la pelvis. En (8). podemos ver una
inclinación anterior de la pelvis, con
una flexión posterior de la columna
lumbar y un desplazamiento anterior
de la cabeza debido a una flexión
anterior en la región superior de la
columna torácica. El cuello presenta,
por tanto, una inclinación anterior, y
únicamente una pronunciada flexión
posterior en la región superior de la
columna cervical consigue que este
individuo mantenga la vista dirigida
hacia delante en la horizontal compárese con la figura 11.38 -.
La inclinación suele u tilizarse para la cabeza, la cintu ra
escapular, la caja torácica, la pelvis y el tarso d e Jos p ies.
Este término puede emplearse de forma genérica
(p. ej., «una inclinación derecha d el torso en relación
con el eje gravitatorio») o d e forma muy específirn
(p. ej., «una inclinación anterior de la esctípula izqui erda
en relación con Ja derecha» o «U.na inclinación posterior
del hueso coxal derecho en relación con el sacro» o «u na
inclinación medial del hueso navicu lar en relación con
el astrágalo»). Una vez mtís, es muy importante saber
cuál es el referente del término que se está usando, t<mto
para la cla1idad en la comunicación como para traducir
de forma p recisa este lenguaje a una in tervención sobre
las partes blandas: una «inclinación anterior de la pelv is
en relación con el fémur » es una observación muy útil,
mientras que w1a s imple «inclinación anterior de Ja
pelvis» deja la p uerta abierta a la confusión.
• Flexión. Una «flexión » es una s ucesión de inclinaciones
que generan una curva; en general, se aplica a la
columna. Si la columna lumbar presen ta una flex ión, esta
podría describirse como una serie de inclinaciones entre
cada una de las vértebras lumbares que resum imos como
tuia flexión - derecha, izquierda, anterior o posterior (en la flexión derecha de la figura 11.SA, el extremo
superior de Ll s e orienta hacia Ja derecha del paciente en
mayor med ida que el extremo s uperior de LS).
La curvatura lumbar fis io lógica consis te, por tanto, en
una flexión posterior, y la columna torácica norma l, en
una flexión a nterior. La lordosis p uede describirse en
té rminos generales corno una «cu rva posterior excesiva
de la columna lumbar» o b ien podría detallarse.
Una curvatura lumbar b aja pero pronunciada p uede
d escribirse e n la evaluación como: «la columna lumbar
presenta u na flexión pos terio r pron unciada desde LS-Sl
hasta aproximadamente L3, pero p resen ta una flexión
anterior d esde L3 hasta T12».
En Ja colunma, Ja diferencia básica entre una inclinación
y una flexión es s i el desvío de la «norm alidad» dibuja
una línea recta o una curva. Si la caja torácica está
inclinada h acia la derech a, p odemos suponer que o
bien Ja p elvis esti.Í también inclinada a la derecha y, por
lo tanto, Ja columna lumbar discurre en linea recta, o, lo
que es más probable, la colu mna lumbar presenta una
flex ió n la teral derecha, com o se ve en la figura 11.5A.
Además, Ja mecánica de la columna dicta que la flexión
o
izquierda de la columna lumbar implica con frecuencia
una tendencia hacia la rotación derecha de a lgunas de
esas vértebras. La colu11U1a p uede presentar una flexión
sin compensarla, p ero habitualmente presentará dos
flexiones que se compensan entre sí, y los patrones
espinales más complejos, como la escoliosis, pueden
presentar tres o incluso cuatro flexiones en las d os
docenas de segmentos vertebrales.
Rotnció11. En bipedestación, las rotaciones suelen tener
lugar en el plano horizontal en tomo a tm eje vertical y, por
lo tanto, suelen afectar, por ejemplo, al fémur, la tibia, la
pelvis, la colUllUla, la cabeza, el h(1mero o la caja torácica.
Las rotaciones se definen por la dirección hacia la que
aptmta la superficie anterior de la estructura nombrada.
Por ejemplo, en w1a rotación izquierda de la cabeza (en
relación con la pelvis), In nariz o el mentón mirarínn hncía
la izquierda del hueso pubis (fig. 11.6A). En In figura 11.6A,
n111bos, In cnbeza y la cajn torácica están rotados hacia
la dered1a en relación con la pelvis. Con respecto a Ja
rotación, la cabeza y In coja torácica son neutros entre sí.
Esta observnción es cntcial para la estrategia terapéutica:
en este individuo, el intento de subsanar la rotació n de la
cabeza mediante los músculos cervicales fracasará; son las
estructuras localizadas entre las costillas y la pelvis las que
determinan este patrón rotatorio.
Fíjese en que si Ja caja torácica presentara una rotnción
izquierda en relación con la pelvis, la cabeza podría
estar rotada hacia la de recha en relación con la caja
torácica y au n así ser neutral con respecto a la pelvis
o los pies (fig. 11 .68). En es te caso, el p lan teamiento
terapéutico debe considerar el desequi librio de
rotaciones o torsiones presente tanto en los tejidos
cervica les como en los lumbares (así como en la relación
del hombro con las estructuras axiales) para corregir
este patrón más complejo.
En las estructuras dobles, e mpleamos «rotación
la te ral» o «rotación media l» (fig. 11 .6C) . Aunque el uso
de este término es habitua l en la rotación hu mera l o
femoral, amp li aremos su u so a todas las es tructuras.
Lo que habitualmente se denomino una escápula
A
8
«prominente» será en nuestro vocabu lario una escápula
en «rotación medial", ya que la superficie a nterior de
este hueso se gi ra para m irar haciíl líl línea med ia. Un
calcáneo e n rotílción medial suele ílCOmpañar a Jo que
habitualmente conocemos como un pie «pronado »
(Jo que nosotros ll amaríílmos, sin intención de creílr
confusión, un pie con «inclinílción medial»).
Dcsplnzn111ie11to. «Desplazamiento» es un término
más amplio pero útil pílra los Cílmbios de posición
del centro de gravedad de un elemen to (derechoizquierdo, a nterior-poste rior o superior-inferior).
Las danzas ba lines¡¡ y tílilílndesa incl uyen múltiples
desp lílzílmientos de la cabeza - movimientos de lado a
lado al tiempo que la vista permanece en la horizontal-.
Del mismo modo, la caja torácica puede desplazarse
haciíl íltrás o hílcia un lateral, al tiempo que permanece
relativamente vertical con respecto al suelo {fig. 11 .7A y 8).
Por supuesto, estos desplazamientos suelen implicílr
inclinílciones y flexiones y a menudo se acompañan
también de rotaciones. Podemos emplear líl terminología
para especificar estas relaciones particulares cuando seíl
necesario, pero hemos descubierto que frases ta les como
«desplazamiento lateral izquierdo de la caja torácica» o
«la cabeza está desplazada íl la derecha en relación con
la pelvis» son atajos útiles durante Ja evaluación iniciíll.
La escápula, móvil, suele estar desplazílda en alguna de
las seis d irecciones especifiCíldas. Es frecuente d escribir
Ja pelvis como desp lazíldíl hacia d elante (v. fig. 11 .7A)
o hacia íl trñs en relación con los míl léolos, entendiend o
que para que esto ocurra deben tener lugar algunas
inclinaciones en e l mus lo o en la p ierníl. Un hombro
prominente supone un desp lazamiento lateral de Ja
escápula sobre las costillas. Una base de apoyo amp lia
puede describirse como w1 desplílzamiento la teral de
los pies en relación con las caderas. La rod illa vara
implica un desplílzamiento lateral y, probablemente,
tíl mbién una rotación media l de las rod illas.
o
e
Fig. 11 .6 Todas las rotaciones tienen lugar en el plano transversal
en torno a un eje vertical y, por tanto, sólo pueden calificarse como
izquierdas o derechas (para las estructuras axiales [A]) o como
mediales o laterales (para las estructuras dobles [C]). Las rotaciones
suelen contrarrestarse desde el suelo en todo el recorrido (A). La
corrección de una rotación en la zona media, como ocurre en (8)
(o en la modelo de la fig. 11.3A) no es tan sencilla como parece.
A
8
Fig. 11.7 En (A) , vemos una inclinación
anterior de los miembros inferiores, lo
que supone un desplazamiento anterior
de la pelvis en relación con los pies:
sin embargo, la pelvis presenta una
indinación posterior en relación con el
fémur. En este diagrama, la caja toracica
presenta un desplazamiento posterior
en relación con la pelvis y la cabeza
muestra un desplazamiento anterior en
relación con la caja torácica, reflejando
un patrón tristemente habitual en el
mundo occidentalizado. Obsérvese que la
posición de las costillas es bastante neutra
en relación con los pies y la de la cabeza
bastante neutra en relación con la pelvis.
Revertir este patrón exigirá la liberación
de partes blandas en prácticamente
todos los segmentos corporales. En
(8), vemos que la pelvis es neutra con
relación a los pies, pero las costillas están
desplazadas l1acia la derecl1a en relación
con la pelvis y la cabeza desplazada hacia
la izquierda con respecto a las costillas.
La pelvis y la cabeza son, por tanto,
relativamente neutras. pero a medida
que se vaya desplazando la caja torácica
sobre la pelvis mediante la manipulación
o el entrenamiento, la cabeza tenderá a
desplazarse hacia la derecha en relación
con la pelvis, lo que hará necesario
trabajar el área localizada entre las
costillas y la cabeza.
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Estos términos no son mutuamente excluyentes. La caja
torácica puede presentar un desplazamiento de su centro
de gravedad en relación con la pelvis, con o sin w1a inclinación, ad emás de con o sin una rotación. Por tanto, la
identificación de uno de ellos no excluye a los d emás.
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Más detalles
Este vocabulario, sencillo pero completo, permite elaborar un rá pido esquema, pero también puede usarse para
describir al detalle una serie de relaciones. Lo que en un
rápido bosquejo inicial podría describirse como una «inclinación izquierda de la cintura escapular» (v. fig. 11 .5A),
podría analizarse, en un a exploración más detallada, como
una «inclinación izquierda de la cintura escapular con una
inclinación anterior y una rotación medial de la escápula
derecha y un desplazamiento medial de la escápula
izquierda ». Esto permite que el profesional sea tan p reciso
o general como sea necesario. La descripción puede registrarse rápidamente, y cuando busque ayuda o d escriba
una estrategia eficaz para que otros la sigan podrá comunica rse de forma p recisa con otro profesional o con el mentor en una llamada telefónica o en un correo electrónico.
Cuando hablamos de una descripción más detal lada,
merece la pena prestar atención a la columna, los hombros
y los pies para aclarar cómo d ebe aplicarse este vocabula rio. Como ya se comentó, podemos da r descripciones
generales (p. ej., «la columna p resenta una rotación general
hacia la derecha») o podemos alcanzar el nivel de detalle
que queramos (p. ej., «la columna presenta w1a inclinación
lateral izquierda y una rotación derecha desde el sacro
hasta L3, una inclinación derecha y tma rotación izquierda
desde L3 has ta TlO, una rotación derecha desde TlO hasta
aproximadamente T6, una flexión anterior en la región
superior de la columna torácica y de nuevo una rotación
izquierda en la column a cervical para llevar la cabeza a
la misma dirección que la pelvis»). El esquema general es
bastante útil para hacerse una idea de los meridianos miofasciales que pueden esta r implicados. Una descripción
más detallada ayuda a establecer la estrategia específica
que deberá seguirse en el plan terapéutico para revertir la
rotación de las vértebras y abordar músculos específicos o
locales, o incluso fascículos musculares.
Hombros
234
Aunque en el esbozo general la cintura escapular puede
describirse en su conjunto - p. ej., inclinación derecha o
izquierda o desplazamiento superior -, será necesaria
una descripción más detallada de cada clavícula y cada
escápula para elaborar una estrategia más razonada.
Las escápulas son especialmente interesantes, debido
a su gran movilidad. Describir un hombro simplemente
como «prominente» o «retraído» p uede obviar fácilmente,
incluso necesariamente, muchos de los detalles de las
partes blandas del caso concreto. Imagine una escápula
descrita como sigue: «la escápul a derecha presenta rotación
medial, una inclinación anterior y un desplazamiento posterior» (fig. 11 .8). Podríamos haber aplicado a esta escápula
el término «prominente», p ero entonces no distinguiríamos
el grado de rotación medial, ni se especificaría Ja inclinación anterior ni la posición del hombro en el eje AP sobre la
caja torácica. Sin embargo, todas estas características tienen
implicaciones importantes para la comprensión del patrón
de este individuo y, por tanto, para nuestra estrategia de trabajo. Un hombro con desplazamiento lateral nos conduciría
Fig. 11 .8 En esta imagen
podemos ver unos hombros con
desplazamiento posterior - en
relación con la caja torácica - .
pero también con rotación
medial para llevar la cavidad
glenoidea por delante del borde
vertebral, llevando así la cara
anterior de la escáp ula a apuntar
hacia la línea media; así, la
urotación medial.. de la escápula
es una parte esencial de la
tracción anterior.
directamente a la fascia del serrato anterior o del subescapular o a los fascículos superiores del pectoral menor.
La inclinación anterior nos orientaría hacia un nivel
inferior, hacia el pectoral menor y la fascia clavipectoral.
El desplazamiento posterior sugeriría una estrategia que
abordara la región media del trapecio e incluyera trabajo
sobre la axila. Con este nivel d e descripción comenzaremos nuestro trabajo con mucha más precisión, además de
posibilitar un discurso sobre el trabajo corporal donde el
pensamiento lógico desplaza al pensamiento mágico.
Pies
El pie del plantígrado humano es lo suficientemente complejo como para requeri r una a tención especial. Cuando
empleamos el términ o «rotación» al describir la cabeza o
la columna, nuestra intuici ón nos da tma idea de lo que
significa. Lo mismo ocurre con las inclinaciones de la pelvis y la cintura escapular, y las rotaciones del húmero y el
fémur. Sin embargo, cuando llegamos al pie, el eje longitudinal de los metatarsianos y del propio pie es horizonta l. Por lo tanto, la «rotación lateral» del pie indicará que
los dedos de los p ies apun tan hacia el lateral en mayor
medida que los talones; pero entonces tenemos que preguntarnos: «¿En relación con qué? ¿Tiene lugar la rotación
en el propio pie, en el tobillo, en la rodilla o en la cadera?»
Si el dorso del pie es más lateral que la planta y el peso
se desplaza hacia fuera (pie supinado), diríamos que el pie
presen ta una «inclinación lateral». Por el contrario, el hundimiento del borde interno del pie indicaría una «inclinación medial» (v. fig. 9.49, pág. 201). En patrones extremos,
también puede haber una «rotación» den tro del pie, lo que
significa que los metatarsianos apuntan en sentido medial
o lateral en mayor medida que el talón. De forma pedante,
podría decirse que el individuo con juanetes presen ta una
«rotación lateral del primer dedo» o «del dedo gordo» (en
otras palabras, utilice como referencia la línea media de l
cuerpo en lugar de Ja línea media del pie).
Dado que el calcáneo suele ser clave para el sostén de la
región posterior del cuerpo y de la articulación sacroilíaca,
se ofrecen varios ejemp los de descripción de este hueso.
Del individuo que tiene la cara superior del calcáneo más
orientada hacia Ja línea media del cuerpo al compararla con
la base del hueso diríamos que presenta una «inclinación
medial del calcáneo». Si la cara lateral del calcáneo se localiza por delante de su cara medial, de forma que la cara
anterior del hueso está más orientada hacia la línea media,
podríamos denominarlo «rotación medial del calcáneo (en
relación con la tibia o el antepié)» - lo que resulta coherente, aunque poco intuitivo-. La rotación medial, la inclinación medial o ambas suelen acompañar al denominado
pie pronado o pie plano. El desplazamiento de la «brida»
que rodea al calcáneo, constituida por la línea posterior
superficial (LPS), es de vital importancia para la recuperación del arco, como también lo es la elongación de la
región extemn del pie, la banda lateral de la fascia plantar.
Este lenguaje precisa únicamente algunas horas de
práctica para su manejo y sólo un par de semanas de uso
regular para adquirir una cierta agilidad en el proceso.
Desde luego, puede emplearse el lenguaje más tradicional,
como «pie plano» o «pie pronado» cuando sea suficiente
para el caso concreto, pero el empleo de nuestra terminología
puede ser útil en las discusiones y para simplificar y precisar, evitando la ambigüedad. Además, supone una agradable neutralidad: «desplazamiento medial de las rodillas con
rotación lateral de los fémures» puede ser tm trabalenguas,
pero para el paciente es menos degradante que «rodillas en
X» y más cercano que «rodilla vara» (v. fig. 11.GC).
Una vez descrita la geometría esquelética de la postura
del paciente en bipedestación al gusto del profesional y
una vez registrada, ya sea mediante redacción o dibujo, en
una forma similar a la que puede encontrarse en el DVD
dirigido al lector, pasamos al segundo paso.
Paso 2: evaluación de las partes blandas
El segundo paso consiste en aplicar un modelo a las partes
blandas para ver cómo podrían haberse generado, o como
se mantienen, las relaciones esqueléticas del paciente tal y
como las acabamos de describir. Las vías anatómicas constituyen uno de estos modelos, el que vamos a aplicar aquí,
pero también pueden utilizarse estrategias orientadas
hacia un solo músculo u otros modelos.6 ·JO
El paso 2 arranca con la pregunta: «¿Qué partes blandas pueden ser las responsables de generar o mantener la
posición del esqueleto que hemos descrito en el paso 1?»
Le sigue una segunda pregunta: «¿A qué meridianos miofasciales pertenecen estas unidades miofasciales y en qué
medida participan en el patrón?»
Por ejemplo, si se ha determinado que la pelvis presenta
una inclinación anterior (v. fig. 11.48), podríamos dirigirnos a Jos flexores de la cadera buscando las partes blandas
implicadas - p. ej., las miofascias del ilíaco, el pectíneo, el
psoas, el recto femoral o el tensor de la fascia lata-. Una restricción en cualquiera de los tres primeros nos conduciría
a la línea frontal profunda (LCFP); el recto femoral podría
guiamos hacia la línea frontal superficial (LFS); el sartorio (aunque poco probable por ser demasiado pequeño y
delgado para mantener una postura) nos orientaría hacia
la línea funcional homolateral, y el tensor sugeriría la participación de la línea lateral o la espiral. Otra posibilidad
es que la tracción sobre la pelvis Ja ejerzan, por detrás, Jos
erectores (linea posterior superficial) o el cuadrado lumbar
(línea frontal profunda o línea lateral).
Si el hombro del lado derecho se encuentra mucho más
alejado de las apófisis espinosas que el izquierdo, podríamos
valorar si el serrato anterior está en bloqueo corto. Si el tratamiento exclusivo de este músculo consigue una recolocación estable de la escápula, perfecto; si no, deberemos
evaluar el resto de la línea espiral izquierda: ¿están las
costillas derechas más cerca de la EIAS izquierda y viceversa, como en la figu ra 11.GA?
Tal vez la elongación del oblicuo externo derecho, del
oblicuo interno izquierdo y de su fascia acompañante
permita que el trabajo sobre el serrato dé resultado. Sin
embargo, es posible que nos encontremos con que no es
un serrato corto lo que está provocando el desplazamiento
inferior y lateral de la escápula, sino que la escápula presenta una rotación medial (lo que a menudo supone un
cierto desplazamiento lateral). En este caso, podemos sospechar del pectoral menor (que tira hacia abajo y hacia dentro
de la apófisis coracoides para generar una rotación medial,
una indinación anterior o ambas). Si el tratamiento del pectoral menor y su fascia asociada no resuelve el p roblema, es
posible que nos veamos obligados a trabajar sobre la línea
frontal superficial, la linea anterior proftmda del brazo o la
línea ftmcional frontal, para ver si «alimentar» al pectoral
menor desde sus conexiones en la región inferior del tronco
puede contribuir a una asimilación eficaz del trabajo local.
Es importante que no olvidemos que pueden estar
implicadas partes de Ja línea sin estar afectad o todo el
meridiano. Igualmente importante es no perder de vista
la totalidad del meridiano; según nuestra experiencia
docente, los profesionales de casi todas las escuelas tienden
a caer en el hábito sistemático de intentar nombrar músculos individuales como los responsables de una determinada posición. No está mal, desde luego; simplemente es
innecesariamente limitado y frustrante en último térrníno,
ya que ignora la fascia y los efectos a cierta distancia.
El proceso de «lectura corporal» del paso 2 se presenta
a continuación basándose en las fotografías de algunos
pacientes. Atmque en este punto pueden emplearse múltiples vías para analizar Ja distribución de las partes blandas, nosotros nos inclinamos, naturalmente, por el empleo
del esquema de los meridianos miofasciales incluido en
el concepto de las vías anatómicas. No obstante, se puede
mantener el proceso de cinco pasos independientemente
del método empleado.
Una vez familiarizado con el sistema, será cosa de 1 o
2 rnín analizar las Líneas que participan en el patrón que
se ha observado en el paso l. Las rotaciones del tronco y
de los miembros inferiores suelen implicar la participación
de la Línea frontal proftmda, de la línea espiral o de ambas.
Las rotaciones de los miembros superiores se relacionan
con las líneas profundas anterior o posterior del brazo. En
las diferencias entre ambos lados suelen participar porciones de la línea lateral en el exterior y de la línea fron tal profunda en el centro. Debe evaluarse y registrarse siempre el
equilibrio entre las lineas superficiales anterior y posterior.
Si pareciese que algún músculo individual es el responsable del patrón, nos fijaremos en las líneas en las que participa dicho músculo. La posición relativa de las líneas con
respecto a las demás también es importante (p. ej., la LFS
es inferior con respecto a la LPS, la LCFP está descendida
en relación con las líneas más superficiales, etc.).
En resumen, el análisis del patrón de las partes blandas
que se realiza en el paso 2 se fija en aquellos lugares en
los que los tejidos están acortados o adheridos, aquellos
en Jos que los tejidos parecen tener una longitud excesiva y
donde el tejido de las líneas ha perdido su caída natural p. ej., el patrón habitual en el que la línea posterior superficial
se ha elevado en el esqueleto mien tras que la línea frontal
superficial ha descendido - independientemente del tono
muscular en bipedestación. En la práctica, estos elementos
pueden anotarse en el formu lario de lectura corporal.
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235
Paso 3: desarrollo de una historia
integradora
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236
En la tercera fase, nos encargamos de reunir Jos hilos
correspondientes al esqueleto y a las partes blandas para
tejer una «historia» - una visión integral del pa trón musculoesquelético y del movimiento, basándonos en los antecedentes del paciente y en todos los factores que podamos
observar o averigua r-. Una versión sencilla (y centrada en
un único factor) de este proceso podría ser:
El paciente acude con dolor en el hombro de recho, su
lado dominante. Al evaluar el patrón d el paciente, observa mos un acortamiento de la línea espiral izquierda, la
línea funcional frontal derecha y la línea lateral derecha, similar a la postura exagerada d e Ja figura 11 .3C. El
paciente es un entusiasta del tenis y, observa ndo una simulación de su forma de jugar, vemos que genera el acortamiento de estas tres líneas para llevar el hombro hacia
abajo y por delante de la caja torácica. Este breve intento
de aumentar la potencia tiene consecuencias negativas a
largo plazo: provoca la distensión del trapecio, el romboides y/ o el elevador de la escápula, y desequilibra el complejo cabeza-cuello-hombro.
Basándose en ello, elabora una historia donde refleja
que un juego agresivo de tenis ha acortado el lado derecho
y llevado el hombro por delante del torso. La elongación
de estas líneas, al tiempo que consigue que este guerrero
d e fin d e semana centre su golpe en el medio del cuerpo
en luga r de en el hombro, mejorará su juego (por supuesto,
d espués d e un empeoramiento temporal que algunos
pacientes no pueden aguantar) y la duración de su vida
como jugador.
Desde luego, puede ocurrir que el alejamiento d el hombro d el torso axial y el acortamiento del lado derecho sean
anteriores a su interés por el tenis, así que no se aferre
demasiado a su historia y esté preparado para desecharla
a la luz de nuevas informaciones.
Incluya en la historia tanta in formación como sea posible, tratando de relacionar los distintos elementos. En
la vida real, la historia puede ser mucho más compleja y
puede contar con un fuerte componente somatoemocional.
Es posible que su historia no justifique todos los elementos
observados; después de todo, la vida del paciente es larga
y no todo puede encajar a la perfección como las piezas
de un puzle. Un buen ejemplo es e l intento d e relacionar
una pelvis inclinada (y el dolor sacroilíaco acompañante)
con la rotación medial de la rodilla y la inclinación medial
del tobillo del lado opuesto. La historia puede ayudarle a
determinar dónde comenzar, aunque esto sea a una cierta
distancia de la localización del dolor, la tensión o Ja lesión.
Tal vez recuerde esos ingeniosos puzles chinos donde,
para conseguir abrir un cajón, hay que deslizar sucesivamente varias piezas de madera unas sobre otras. Un niño
forcejeará para abrir el cajón hasta que llegue algún adulto
que le enseñe la secuencia. Del mismo modo, en la terapia ma nual forcejeamos para arreglar la parte afectada. La
contribución del mapa de las vías a natómicas, y de su particular método de lectura corporal, es mostramos dónde se
encuentran las p iezas que deben moverse antes - el camino
hacia el otro lado del «puzle» -, de forma que cuando volvamos al á rea afectada esta simplemente se coloca en su
sitio fácilmente.
La inclusión de las desalineaciones esqueléticas y de
las tracciones a las que están sometidas las partes blandas
observadas en una historia completa y convincente es un
proceso subjetivo, sujeto en gran medida a revisión en función de la experiencia, pero va lioso sin ninguna duda.
Paso 4: desarrollo de una estrategia
El paso 4 consiste en fo rmular una estrategia pa ra la
siguiente fase, una sesión o una serie de sesiones, basándonos en el patrón global observado y recogido en la «historia» del paso 3. Siguiendo con nuestro jugador de tenis
(y recordando de nuevo que esta mos examinando un único
factor entre la multi tud de factores que presen taría cualquier paciente), decidimos trabajar la línea la teral derecha
desde la cadera hasta la axila, la línea espiral izquierda
desde la cadera izquierda hasta la escápula derecha, y la
línea funcional frontal hacia Ja cara anterior del hombro
derecho - todo ello en un in tento de eliminar los elementos posturales que están desplazando el hombro fuera de
su posición sobre la caja torácica - . Podremos entonces trabajar sobre los puntos gatillo o aplicar la liberación fascial
o la fricción transversa profunda - en definitiva, cualquier
método adecuado para la lesión específica - sobre Ja estructura afectada (tal vez el tendón del supraespinoso o el del
bíceps), seguros de que su posibilidad d e curación y de
mantenimiento será mucho mayor si el hombro está en una
posición desde la que p ueda realiza r su trabajo de forma
ad ecuada sin tensión adicional. Una vez elongados los tejidos en bloqueo corto, podremos asigna r al paciente ejercicios para fortalecer y tonificar los tejidos en bloqueo largo.
Para trabajar problemas más complejos, la estrategia
puede incluir más de una sesión. La estra tegia general de la
integración estructural (tal y como la enseñamos nosotros
- v. apéndice 2 -) supone explorar y tratar cada línea en el
transcurso de una sesión comp leta; el resultado será una
serie lógica de sesiones, cada una con una estrategia diferente. Una vez registrada en la «historia » la participación de
cada línea, es posible mantener una planificación terapéutica
de varias sesiones sin abordar la parte afectada (salvo con
fines paliativos) hasta que sea adecuada y fructífera.
Si el tratamiento se centra menos en la lesión o el dolor
y en su luga r el trabajo busca mejorar el rendimiento o
«tonificar» la postura y el movimiento, la historia y la
estrategia siguen siendo importantes para desvelar- los
detalles del pa trón indiv id ual y único de cada paciente.
Paso 5: evaluación y revisión
de la estrategia
Valore continuamente los pasos 1 a 4 a Ja luz de los resultados y d e las nuevas informaciones. Una vez completada la estrategia establecida en el paso 4 para nuestro
paciente imaginario, nos encon tramos con que el hombro
casi ha recuperado su posición, pero ahora se evidencia
una inmovilidad entre la escápula y el húmero, por lo que
revisamos/ actualizamos nuestra estrategia para incluir los
tejidos del infraespinoso y el redondo menor de la línea
posterior profunda del brazo.
Una vez completada una estra tegia te rapéutica, es necesario realizar una evaluación honesta sobre si esta ha funcionado o no y cuáles han sido exactamente Jos resultados.
Debemos, por tanto, hacer una nueva evaluación, es decir,
volver al paso l. Si la estra tegia ha funcionado, se habrán
modificado las relaciones esqueléticas; nos fijaremos, por
tanto, en estas modificaciones y avanzaremos hasta el paso 2
para valorar qué nuevo grupo de partes blandas podemos
abordar para modificar el patrón y conseguir tm equilibrio y un sostén mayores. Si no ha habido ninguna modificación, entonces nuestra estrategia estaba equivocada y
avanzaremos hasta el paso 2 para desarrollar una nueva
estrategia que aborde un grupo diferente de partes blandas con la esperanza de liberar el esqueleto y devolverle su
equilibrio. Si las sucesivas estrategias fracasan, es momento
de recurrir al mentor, remitir al paciente a otro profesional o
buscar una nueva estrategia que aún no haya sido probada.
Virtud
Es importante señalar que no hay virtud alguna en contar
con una estructura simétrica y equilibrada. Todos tenemos
una historia y las buenas historias siempre incluyen algün
desequilibrio. Sin ninguna duda, los individuos más interesantes y realizados con quienes hemos tenido el placer y
el reto de trabajar presentaban estructuras con importantes
asimetrías y su postura distaba mucho de la ideal. Por el
contrario, algunos individuos con estructuras equilibradas
de forma natural se enfrentan a escasas contradicciones
internas y el resultado puede ser algo anodino y menos
comprometido. Atender a un individuo con una estructura muy problemática y convertir este patrón en uno más
equilibrado no lo convertirá en alguien menos interesante,
aunque tal vez sí le permita ser más tranquilo, menos neurótico o aliviar el dolor. En este punto simplemente queremos dejar muy claro que no asignamos ninguna ventaja
moral al individuo con una postura erguida y equilibrada.
La historia de cada individuo, con sus mültiples factores,
tiene que desarrollarse y determinarse una y otra vez a
lo largo del ciclo de la vida. Es privilegio del terapeuta
estructural estar presente y contribuir al nacimiento de
nuevos significados en la historia del individuo.
í.11
í.11
ro
í.11
Análisis postural de cinco «pacientes»
...
e
n
e-,
~
Los análisis de los siguientes pacientes se basan exclusivamente en las fotografías que aquí se incluyen, elegidas con
objeto de mostrar patrones concretos y porque permiten
ver con facilidad las compensaciones en las fotografías de
pequeño tamaño que permite el formato del libro. En persona, las desviaciones que pueden observarse, registrarse
y tratarse son mucho más pequeñas (pero aun así importantes). En el DVD adjunto se incluyen algunas fotografías
más y en el curso en DVD sobre lechtra corporal muchas
más (D
r f: B
A
ing IO ).
Exceptuando un caso, no disponemos de otros antecedentes de los pacientes ni de acceso a sus patrones de
movimiento. Cualquier proceso fotográfico implica necesariamente algunos elementos subjetivos - principalmente, la
postura que adopta el propio paciente para la fotografía-.
Sin olvidar estas restricciones, recorreremos los distintos
pasos de este proceso. Por supuesto, en la práctica, la
evaluación debe incluir los antecedentes del paciente, los
síntomas que refiera, los patrones de movimiento durante
la marcha y otras actividades y, sobre todo, la repetición
de los patrones observados. Este apartado está pensado
simplemente para conferirle al lector una cierta práctica en
la observación de las compensaciones posturales.
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Paciente 1 (fig. 11.9A-EJ
Si echamos un primer vistazo a un futuro paciente desde
delante (A), haremos bien en enumerar las ventajas y virtudes que el paciente puede aportar al proceso de colaboración
antes de pasar a detallar los problemas que nos preocupan
o que preocupan al paciente. En esta imagen podemos ver
a una mujer joven con un apoyo plantar aparentemente
bueno, bastante bien alineada, un eje central alargado y con
una actitud afable y un aspecto saludable. En contra d e esta
aparente vitalidad, se muestra ligeramente «alicaída» en la
cara y el tórax, con una mayor tensión en lo que Phillip Latey
llamaría «el puño medio» o pérdida de energía cardíaca, y
que se manifiesta por la relativa falta de profundidad de la
caja torácica.11 El apoyo y la capacidad d e respuesta muscular evidentes en esta paciente son cualidades que nos ayudarán en nuestro recorrid o si los tenemos en cuenta.
Paso 1
238
Tras fijarse en estas consideraciones generales (subjetivas en
cierta medida, así que no se aferre demasiado a eUas), pasamos al paso 1, donde describiremos de la forma más objetiva
posible la posición rel ativa del esqueleto. Si buscamos desviaciones laterales en una vista frontal, la paciente presenta
una ligera inclinación izquierda d e la pelvis, que genera un
ligero desplazamiento de la caja torácica hacia la izquierda
(fíjese en la diferencia entre los lados derecho e izquierdo de
la cintura para ver este desequilibrio). Esto se combina con
una inclinación derecha de las costillas que lleva la escotadura yugular de vuelta a la línea media. Los hombros compensan lo anterior inclinándose ligeramente hacia la derecha.
La vista posterior (B) muestra el mismo patrón un poco
más claramente y revela que el mie mbro inferior izquierdo
es el que soporta más peso, lo que tiene sentido, ya que
la rotación se d a en el miembro inferior derecho. Como se
p uede ver en Ja rótu.la, el fémur derecho parece estar en
rotación medial si se compara con el complejo tibioperoneo, que parece estar en rotación lateral. En esta vista, también se observa un desplazamiento medial de los hombros
(retracción), con inclinación lateral (rotación hacia abajo) y
desplazamiento superior (elevación).
Si observamos las vistas laterales (C y D), vemos la cabeza
desplazada hacia delante (por lo que podemos suponer
una flexión anterior de las vértebras torácicas superiores)
y una flexión posterior (hiperextensión) de las vértebras cervicales superiores. Ida Rolf le hubiera instado a colocarse el
pelo sobre la cabeza para que no actuase como contrapeso de
esta última. Podemos ver que sus hombros, especialmente el
derecho, están d esplazados hacia arriba y hacia atrás en relación con la caja torácica, y el izquierdo, aunque mejor situado
sobre las costiUas, presenta una ligera inclinación anterior.
(Obsérvelo en el borde vertebral de las escápulas: el de la
izquierda es vertical como un acantilado, mientras que el de la
derecha está ligeramente inclinado, a la manera de un tejado.)
Las lumbares p resentan una larga curvatura, en consonancia
con una larga estructura central, pero el poco espacio dejado a
la columna torácica exige una curvatura bastante pronunciada.
La larga curvatura lumbar tiene relación con las rodillas, que
están ligeramente desplazadas hacia atrás (hiperextendidas).
No obstante, Ja pelvis tiene un aspecto bastante neutro en relación con ambos fémures en cuanto a inclinación y con los pies
en cuanto a desplazamiento, aunque algunos dirían que esta
paciente presenta una discreta inclinación anterior.
En una vista superior (E), y tomando los pies como referencia, podemos ob servar una ligera rotación izquierda d e
la pelvis sobre los pies y una ligera rotación derecha de
las costillas sobre la pelvis (observe la línea d el sujetador),
mientras que los hombros se presentan de nuevo rotados
hacia la izquierda sobre las costillas.
Paso 2
En el paso 2, hacemos las siguientes conjeturas basándonos
en las observaciones del paso l. La observación lateral nos
permite ver que la línea frontal superficial (LFS) está sometida a tracción hacia abajo en la mayor parte de su recorrido.
El acortamiento desde la apófisis mastoides hasta el hueso
pubis se ve con facilidad, como también se ve el acortamiento de la región anterior de la espinilla que lo acompaña.
La línea posterior superficial (LPS) está traccionada
hacia .arriba desde los talones hasta los hombros y acortad a en el cuello y en Ja región posterior de la cabeza.
La línea la teral (LL) derecha es más corta que la izquierda
desde la oreja hasta la cadera, mientras que Ja porción inferior de la LL izquierda es más corta que la derecha en la
región externa del miembro inferior.
Esperaríamos que Ja porción superior derecha de
la línea espiral (LE) fuese más corta que su homólogo
izquierdo, ya que las cos tillas derechas se ven arrastradas
hacia la cadera izquierda y la cabeza está ligeramente inclinada hacia la izquierda. La porción anteroinfe rior de Ja LE
(tensor de la fascia lata, tracto iliotibial y tibia! anterior)
está acortada en el miembro inferior d erecho, mientras que
en el izqu ierdo muestra un tono más uniforme.
El pectoral menor está tirando del hombro derecho
hacia delante sobre las costillas y se produce un cierto
grad o de aducción en ambos brazos, probablemente por
acción del coracobraquial o de la miofascia de la región
posterior de la axila. Los húmeros parecen estar sometidos
a una discreta rotación lateral p ara su cuerpo (obsérvese la
fosa del codo), pero no en gran medida.
Paso 3
La elaboración de una historia coherente a partir de estas
observaciones exigiría completarlas con una anamnesis
exhaustiva, pero, en términos generales, podemos afirmar
que gran parte del patrón de esta mujer se deb e a:
1. El acortamiento y el desplazamiento hacia abajo de la
fascia de la región anterior del cuerpo, que restringe el
recorrido de las costillas y la colocación de la cabeza y
exige su compensación (elevación) en Jos hombros y Ja
espalda.
2. Presenta un miembro inferior derecho ligeramente
más largo (probablemente por causas funcionales,
aunque no podemos afirmarlo a partir de una simple
fotografía), que es responsable de varios hechos:
la torsión de la pierna derecha p retende igualar la
longitud de ambos miembros, la inclinación d e Ja
pelvis es el resultado de la diferencia de longitud y
el desplazamiento de las costillas que se alejan de la
cadera elevada es una compensación habitual. Por otra
parte, las pequeñas torsiones de los miembros inferiores
y el torso son consecuencia de íntenta r acomodar estas
diferencias a lo que parece un fuerte plan de ejercicios.
Paso 4
Basándonos en esta evaluación, podemos continuar con
el paso 4, una estrategia general que lleva a un plan terapéutico específico. Los principales elementos de un plan
general para el paciente serán:
1. Elevar los tejidos de toda la LFS, especialmente en las
áreas d e la esp inilla, el tórax y el ángulo infraesternal,
la fascia cervical y el esternocleidomastoideo.
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Fig. 11.9
Lograr el descenso de los tejidos de Ja LPS
comprendidos entre el hombro y el talón.
Elongar el tejido de la LL derecha localizado entre Ja
cadera y Ja oreja, especialmente en las últimas costillas
y en el abdomen. Elonga r los tejidos de la LL izquie rda
en la cara externa del miembro inferior izquierdo.
Elongar los tejidos de Ja porción sup erior de la
LE derecha desde la cadera izquierda cruzand o
el abdomen y rodeando el hombro derecho hasta
alcan zar de n uevo el lado izquierdo en el occipucio.
Aflojar y abrir Jos tejidos de Ja región inferior de Ja LE
derecha y trabajar en torno a la rodilla derecha para
liberar Ja tensión allí presente.
Relaja r Ja línea anterior p rofunda del brazo,
especialmente el complejo del pectoral menor y el
coracobraquial d el lado derecho. Relajar las líneas
posteriores profunda y superficia l del brazo para dejar
que las escápulas encuentren su adecuada localización
más lejos de la columna y equilibrar el manguito de
Jos rotadores.
7. Elevar los tejidos de Ja línea frontal profunda a lo
la rgo de Ja cara medial de ambos miembros inferiores
y, especialmente, en la ingle izquierda en dirección al
lado izquierdo de la columna lu mbar (complejo del
psoas). Elongar Jos tejidos del plano profun do de la
región anterior del cuello que están anclando la cabeza
al tórax y limitan el recorrido del tórax.
Este p lanteamiento supone al menos varias sesiones y
debería programarse conforme a los principios terapéuticos de Jos vías anatómicas y d el trabajo de liberación
miofascial (v. apéndice 2). El p lan terapéutico debe estar
siempre sujeto al paso 5, debiendo reevaluarse a Ja luz de
las nuevas observaciones, d e lo que el paciente refiere y d e
la palpación.
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Paciente 2 (fig. 11.10A-EJ
Aquí podemos ver a un hombre de mediana edad, claramente activo e integrado en el mundo que le rodea, que
muestra un buen equilibrio básico de delante a atrás, un
buen tono muscula r para su ed ad y tm firme apoyo plantar. En términos generales, el apoyo central en la pelvis es
bueno y la estructura está básicamente abierta. Dicho esto,
debemos señalar algunas compensaciones significativas en
la lectura práctica de estas imágenes.
Paso 1
En una vista anterior, el rasgo más evidente es la inclinación
de la caja torácica hacia la derecha, que contribuye a generar un desplazamiento de la cabeza hacia ese mismo lado.
Pasando a los detíllles, la pierna derecha presenta uníl rotación lateral y el miembro inferior derecho es más corto que
el izquierdo (de nuevo, únicamente con fotograffos no podemos deducir si esto es anatómico o funcional). En cualquier
caso, esto genera una inclinílción derecha de la pelvis y toda
la estructura corporal parece «caer» sobre líl ingle derecha,
con la consiguiente compresión de la cadera izquierda.
En la vista posterior, la inclinación medial (pronación)
del pie derecho y líl torsión de los tejidos del miembro inferior derecho son evidentes y vemos de nuevo la inclinación
derecha de líl p elvis, así como la inclinación y el d esplazamiento de J¡i caja torácica hílcia la d erecha. A esto se suma
líl inclinación de ]¡i cintura escapulílr a la derechíl, uníl inclinación del cuello hacia el mismo lado y una inclinación
compensatoria de líl cabeza haciíl la izquierdíl. Podemos
imílginílr, aunque sería necesílria J¡i palpación para confirmarlo, uníl ligera flexión izquierda en la columna lumbar,
una acen tuadíl flexión derecha en la columna torácica superior y una flexión izquierda en la columna cervical superior.
Visto desde un lateral, predomina la postura de cabeza adelantada y se percibe la disparidad entre la curvatura lumbar,
más superficial, y la flexión postedor profundíl de la columna
cervical media y superior. Los hombros p resentan tm mínimo
desplazamiento postedor y una inclinación anterior para equilibrar la cabeza. Curiosamente, el torso parece desplazado
hacia atrás en relación con el fémur en la vista lateral izquierda,
pero más alineado sobre este hueso en la vista lateral derecha. La vista superior (E) contradice lo anterior, ya que en ella
se evidencia muy poca rotílción, aunque «sabemos» que el
cuerpo no puede presentar los desplazamientos y las flexiones
que muestra este paciente sin acompañarse de rotaciones.
Paso 2
240
Basándonos en este esquema de los rasgos más evidentes,
observamos que la LPS está traccionada hílcia arriba en
toda su longitud, pero especialmente desde el sacro hasta
los hombros. Los músculos suboccipitales también están
bloqueados. Por su par te, la LFS está traccionílda hacia
abajo e n toda su longitud, de forma similar a lo que ocurria en la paciente 1, a unque con tm pa trón más masculino.
En la izquierda, la LL está some tida a una h·acción
superior desde la parte lateral d el arco longitudinal hasta
el hombro y a una tracción inferior desde la oreja hasta el
hombro. En este lado, el trabajo debe realizarse en ambas
direcciones desde los hombros. En la derecha, la LL se ve
traccionada hacia abajo justo hasta la región situada sobre
la rodilla y hacia arriba desde el a rco hasta la rodilla, por
lo que el trabajo en este lateral debe realizarse desde la
zona media del muslo en ambíls direcciones.
La porción superior de la LE izquierda es claramente
la más corta de las dos LE, lo que lleva la cabezíl a una
inclinación latera l izquierdíl, el hombro derecho hacia
delante y e l arco costíll derecho hílciíl la cadera izquierda.
En los miembros inferiores, la porción inferior de la LE
izquie rdíl está trnccionílda hacia ílrriba en su región posterior desde el ílrco lateral hasta la cíldera, mientras que la
porción inferior de la LE derechíl es más corta en líl región
anterior, arrastrnnd o hacia abajo la EIAS en dirección al
arco interno, que está sometido a inclinación mediíll.
La diferencia en el nivel de las manos se debe a la inclinación de la cintura escapular, que de nuevo se debe a la
inclinación de la caja torácica. El h·abajo sobre líl posición
de la caja torácica es probablemente la forma más eficaz de
equilibra r los miembros superiores, aunque puede resultar útil un trabajo complementario sobre la línea ílnterior
profunda del brazo derecha y la líneíl posterior profunda
del brazo izquierda. La línea funcional frontal d erechil es
clílramente más corta que su homólogo.
En la línea frontal profunda, podemos observar un
acortamiento a nivel de la ingle derecha asociado íl la línea
interna del miembro inferior derecho en todo su recorrido
hasta el arco mediíll. Este acortamiento está tirando claramen te de líl columna y generando una tensión compenSíltoria en el cuadrado lumbar del lado opuesto y otros
tejidos de la región lumbar izquie rda. También podemos
imaginar que los tejidos profundos del lado izquierdo del
cuello - concretamente los escalenos medio y posterior están sometidos íl tensión excéntrica (bloqueo largo).
Paso 3
En este caso, la historia se centra en el acortamiento de
la ingle derecha; muchos de los patrones del torso son el
resultado de tratar de compensar esta trncción infe rior
ejercida desde el miembro infe rior derecho en biped estílción. Independien temente de si el hundimien to del a rco
medial del pie derecho se produjo antes o después del
acortamiento de la in gle, el arco no es importante en comp aración con la cadera. El desplaza miento de la cabeza
y las costillíls, la inclinación del hombro y la rotación del
torso son consecuencia de este ílcortamiento.
Este patrón de rotaciones, junto con la evidente posturn
d e cabeza adelan tada, es el responsable d e casi todos los
píltrones compensatorios presentes en este pílcien te.
Paso 4
Líl actLtílción sobre las partes blílndas comenzarfo con la
elevación de la LFS y el descenso de la LPS, prestando
especial a tención íl los tejidos cervicales pílra liberar los
suboccipitílles (uno puede sospechar ¡iños d e gafas o de
trabajo informático). Sería importan te la liberación d e la
lámin a fascial que d iscurre tríls el recto del abdomen y
la red ucción de la curvatura cervical; la colocación de la
cabeza sobre el cuerpo pasaría por trabajar la LFS y la LPS.
El trabajo sobre la LL ya se híl comentado anteriormente.
En el lado izquierdo, trabaje los tejidos d e la LL hacia arriba
desde los hombros hasta la oreja para elongar este líldo del
cue llo y trabaje hílcia abajo desde el hombro hasta e l tobillo
pílra lograr el descenso d e ese lateral. En el lado derecho,
el tejido debe elevarse desde la región localizada sobre líl
rodilla hastíl la oreja y debe lograrse el descenso desde la
porción media del muslo hasta el arco lateral. Podemos
suponer con cie rta seguridad que los abductores del lado
izquierdo serán especialmente cortos y estarán especialmente tensos, por lo que será necesaria su aperturn.
La LE izquierda deberá elonga rse d esde la EIAS
izquierda hasta el lado izquierdo d e la región posterior
del cuello en su trayecto por el abdomen, las costillas
del líldo derecho y e l torso. La porción superior de la LE
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Fig. 11.10
izquierda exigirá mucho más trabajo y movilización que
su homólogo del lado derecho. En los miembros inferiores,
la parte poste rior de ambas LE puede descenderse hacia
el arco lateral, pero en el miembro inferior derecho, será
necesa rio elevar la porción anteroinferior de la LE d esde el
arco hasta la EIAS. Esto viene indicado por el pie plano y
la rotación medial de la rodilla en relación con la tibia.
Una vez que la caja torácica haya adoptado una posición más cen trada y relajada, deberá tratarse de equilibrar
los hombros y Jos miembros superiores.
No obstante, la clave de este patrón general rad ica en el
trabajo sobre la lín ea fron tal profunda que ofrece la posibilidad, si la discrepancia en la longitud d e los miembros
inferiores no es anatómica, de abrir la ingle derecha y permitir que la porción superior del cuerpo se corrija. Desde
la ingle, el complejo del psoas asciende hasta alcanzar
la columna lumbar y la liberación del acortamiento del
miembro inferior derecho será e l pu nto d e inflexión para
las lumbares, la caja torácica y e l cuello.
241
Paciente 3 (fig.1 1.1 1A-El
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Nuestro tercer modelo es una mujer joven cuya estructura es, a primera vista, similar a la del paciente 2, pero
con algunas diferencias fundamentales. Podemos ver una
estructura fuerte y robusta, bien musculada y con un buen
apoyo, acompañada de una mirada atenta y vivaz. Sin
embargo, esta fuerza muscular se ha adquirido sobre algunas aberraciones esqueléticas que nos gustaría tratar antes
d e que continuara con cualquier trabajo de musculación.
Paso 1
La cabeza muestra una inclinación izquierda y un desplazamiento hacia la derecha en relación con el cuello. La cintura escapular está inclinada hacia la derecha, al igual que
la caja torácica sobre la que se encuentra. La pelvis también
está inclinada hacia la derecl1a, pero la alineación de los tres
principales segmentos del torso - cabeza, costillas y pelvis indica que debe haber una flexión izquierda tanto en la
columna lumbar como en la columna torácica superior/
cervical inferior (ambas evidentes en la vista posterior).
Aunque en esta mujer parece ejercerse cierta tracción
desde la ingle derecha - en menor grado que en el paciente 2 -, la causa no es la misma. En este caso, Jos miembros
inferiores tienen Ja misma longitud y el patrón se debe
casi exclusivamente a una torsión de la pelvis sobre los
fémures y no a una diferencia en tre los fémures manifestada en la pelvis.
Por debajo de la pelvis, las rodillas presentan un desplazamiento lateral (rodilla vara), pero se asientan sobre unos
pies con un apoyo adecuado, amplio y firme. La d iferencia en la longitud de los miembros superiores se debe de
nuevo a la inclinación de la caja torácica y no a una diferencia inherente a los miembros.
La vista superior nos permite detectar, de nuevo
tomando como referencia los p ies, la rotación y la inclinnción derechas de la pelvis en relación con los pies y la rotación izquierda de las costillas en relación con la pelvis.
Estas rotaciones ayudan a explicar la diferencia existente entre las vistas laterales derecha e izquierda. Ambas
muestran una postura con la cabeza ligeramente adelantada, así como un desplazamiento anterior de la pelvis
sobre los pies, pero estos desplazamientos son mucho más
evidentes en el lado derecho que en el izquierdo. Ambas
rodillas presentan un desplazamiento posterior (bloqueo
en hiperextensión).
Ambos lados muestran una inclinación anterior de la pelvis en relación con el fémur, que genera In larga curvatura
lumbar que denominaremos flexión posterior de Ja columna
lumbar. Esta flexión posterior lleva la caja torácica a w1a
inclinación posterior que ayuda a mantener la cabeza sobre
el cuerpo. Eleve la caja torácica y sosténgala en vertical para
ver cómo la cabeza se desplaza más hacia delante. Será
necesaria la elongación del escaleno anterior y del esternocleidomastoideo para «abrir el compás de calibre» para el
ángulo formado por la columna torácica y la cervical.
Paso 2
242
Podemos observar una cierta tracción hacia abajo en la
porción superior de la LFS, aunque en general el acortamiento de la LPS actúa como una cuerda de arco y empuja
el esqueleto hacia delante, en dirección a la LFS. Así, la
LFS se considera «tensa»; no obstante, esto no supone que
deba liberarse esta línea, sino la LPS entre los hombros y
los talones. Los isquiotibiales y los multífidos y erectores
lu mbares oiden a gritos que se trabaje sobre ellos.
En cuanto a las LL, en el muslo, ambas LL precisarán
el descenso y los abductores estarán acortados debido a la
abducción postura! de las articulaciones de la cadera. En la
porción superior del cuerpo, deberá buscarse la elevación
de la LL derecha desde la cintura hasta las cervicales, y el
lado izquierdo necesita descender desde la oreja hasta la
cintura, aunque las estructuras más profundas de ese lado,
como el iliocostal y el cuadrado lumbar, precisarán una
importante elongación.
Al igual que en el paciente 2, la LE izquierda es más corta
que la derecha en la porción superior del cuerpo, mientras que la porción anteroinferior de la LE es más corta en el
lado derecho y Ja posteroinferior más corta en el izquierdo.
Los tejidos proximales de las líneas posteriores de los
brazos, tanto de la superficial como de la profunda, deben
liberarse para permitir que los hombros se apoyen cómodamente sobre la caja torácica.
La linea frontal profunda, el eje central, es de nuevo la
clave para abrir esta estructura. Los miembros inferiores forman un arco; así, la linea interna del miembro es la cuerda
del arco, acortada desde el tobillo hasta la rama del isquion.
El acortamiento del complejo del psoas en el lado derecho
y de los rotadores laterales profundos en el izquierdo será
el foco de atención para elinUnar la torsión de la pelvis.
Conseguir el equilibrio de la columna lumbar será nuestro
próximo trabajo, con objeto de liberar el lado derecho del
cuello desde las estructuras profundas del tórax.
Paso 3
No sabemos si la torsión de la pelvis podría deberse a
alguna causa interna, como un cuello uterino rotado, pero
desde luego es la pieza central de esta estructura. Esta condiciona la tensión de la línea frontal profunda subyacen te,
que lleva a los miembros inferiores a formar un arco y tira
del torso hacia abajo al tiempo que genera su torsión, a
pesar de los esfuerzos de Ja paciente por mantener el equilibrio y la simetría mediante el ejercicio. La clave para desbloquear esta estructura será liberar la pelvis desde abajo,
d esde delante y desde atrás.
Paso 4
Esta mujer no precisará tanto trabajo en la zona media de
la LFS, pero sí en el tórax y el cuello para liberar la cabeza
de las costillas, y en las espinillas para desbloquear las
rodillas. No obstante, la LPS exigirá una intervención significativa para deshacer el «arco» y liberar los tejidos localizados detrás de las curvaturas cervical y lumbar.
Básicamente, las LL deben elongarse desde la cintura
en ambas direcciones, pero la derecha necesita una importante elevación del cuadrante superior y la izquierda una
liberación más específica de los abdominales laterales y el
cuadrado lumbar.
Como ya se comentó, estos son los movimientos preliminares para eliminar la torsión que la pelvis está
generando en las caderas y la columna. Esto supone fundamentalmente un trabajo sobre la línea frontal profunda,
la liberación de la fascia de los aductores y la línea de fascia de la cara interna de la tibia asociada a la porción profunda del compartimento posterior de la pierna. Deberá
trabajarse sobre el pectíneo de ambos lados para reducir la
inclinación anterior, pero la aparente rotación derecha de
la pelvis sobre el fémur sugiere que debemos centramos
más en el pectíneo derecho.
La liberación y el equilibrio d e la pelvis facilitarán la
respiración (en este momento, la paciente está tensando los
abdominales superiores pa ra mediar entre la pelvis y
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Fig . 11.11
las costillas, lo que restringe la respiración, al igual que
Ja inclinación posterior de las costillas, por la que el diafragma mira hacia delante en lugar de hacia abajo, en
dirección al diafragma pélvico).
Cuando la rotación pélvica comienza a ceder (no es
necesario esperar hasta que desaparezca por completo),
p ueden abordarse Jos músculos espinales para revertir
la rotación de la columna y las costillas. Esto nos dará la
oportunidad de liberar la miofascia d e la región posterior
de los hombros para dejar que se asienten en la «nueva»
caja torácica y la colunma.
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Paciente 4
(fig. 11.12A-El
Este hombre, con una tendencia ectomórfica (cabeza
grande y huesos y músculos largos y delgados), está, no
obstante, bastante bien musculado y presenta un aspecto
afable y despreocupado. El equilibrio que presenta puede
mejorarse con algo de trabajo sobre las partes blandas.
Paso 1
Desde el lateral, a pesar de w1a alineación relativamente
buena (si lo comparamos con la paciente 3, por ejemplo),
muestra el mismo patrón en arco desde el talón hasta el
hombro, que contrarresta la postura de cabeza hacia delante.
Dicho de otra manera, la cabeza está sobre la pelvis y los
hombros sobre los talones. La pelvis presenta un mínimo
desplazamiento anterior en relación con los pies y una inclinación anterior en relación con el fémur. La caja torácica presenta un desplazamiento posterior con respecto a la cabeza
y la pelvis, así como una mínima inclinación posterior.
Las escápulas presentan una importante rotación
medial para llevar la cavidad glenoidea hacia delante, ya
que, sin este movimiento, los hombros se localizarían muy
por detrás del resto del cuerpo.
Aunque el equilibrio entre los lados derecho e izquierdo
es relativamente bueno, podemos observar algunas compensaciones subyacentes. La cabeza se inclina hacia la
derecha, mientras que el cuello lo hace hacia la izquierda.
En la vista posterior, los hombros parecen estar ligeramente inclinados a la derecha. La caja torácica parece estar
ligeramente inclinada hacia la izquierda, al igual que la
pelvis. La mayor parte del peso recae claramente sobre el
miembro inferior izquierdo.
Las regiones medial y lateral de los propios miembros
inferiores parecen estar bien equilibradas, con un ligero
desplazamiento lateral de las rodillas, no tan evidente
como el del paciente 3. El miembro inferior derecho rota
en sentido lateral a nivel de la cadera.
En la vista s uperior, parece haber una leve rotación
izquierda de la pelvis sobre los pies, con la correspondien te leve rotación derecha de las costillas sobre la pelvis, a la que se suman los hombros. Podemos suponer, por
tanto, que debe haber una ligera rotación izquierda de las
vértebras cervicales para alinear de nuevo los ojos con Ja
pelvis y los pies.
Paso 2
Como es habihml, la LFS se ve traccionada hacia abajo en toda
su extensión y, en consecuencia, la LPS está elevada desde los
talones hasta los hombros. Debe prestarse especial atención a
la LFS en el tórax y en el cuello; en la LPS, los suboccipitales
piden a gritos su apertura y diferenciación. (Sabemos que en
este caso las gafas son w1 factor contribuyente.)
Las LL no están muy desequilibradas, aunque los
abductores parecen cortos en ambos lados, especialmente
244
en el izquierdo. Del mismo modo, el lado izquierdo del
cuello podría beneficiarse de algo más de longitud.
En este caso, la LE derecha es más corta, generando la
inclinación de la cabeza hacia la derecha y adelantando
el hombro y las costillas izquierdas para acercarlos a la
cadera derecha por la región anterior.
Los hombros y los brazos se beneficiarán de la elevación del tórax y de llevar hacia delante y hacia arriba las
costillas para constituir el apoyo de los hombros, pero las
líneas anteriores, profunda y superficial, del brazo también
ayudarán en este desplazamiento.
En este caso, la longitud central se ve contrarrestada por
la rigidez central, por lo que la apertura de la línea frontal
profunda desde el maléolo interno hasta la región anterior del cuello ayudará a ampliar el movimiento, a llevar
la pelvis hacia atrás desde su inclinación anterior y a abrir
los tejidos internos de Ja caja torácica.
Paso 3
La estructura muestra reminiscencias (y aquí nos arriesgamos con una conjetura) de haber sido el típico niño «esmirriado». Aunque ahora se presenta como un adulto tanto
en morfología como en función, estas reminiscencias se
pueden ver en Jos brazos, la pelvis y el tórax, y probablemente aún «discurran» por este caballero de forma sutil. El
«hundimiento» del tórax y el tamaño y peso de la cabeza
son probablemente los factores más prominentes de esta
estructura; eleve y adelante el tórax de forma integrada y
muchos de los factores concomitantes desaparecerán.
Paso 4
La LFS debe elevarse en toda su longitud y la LPS debe
descender. Debe prestarse especial atención al tórax y a
la región localizada bajo el arco costal, así como al cuello,
para permitir la elevación de las costillas, lo que a su vez
elevará la cabeza.
Las LL pueden trabajarse a partir de la cintura, pero con
la excepción de lograr algo más de longitud en los abductores sus beneficios no son importantes para la intervención. No obstante, debe prestarse atención a elongar la LE
derecha para que abandone la rotación dominante.
Será necesario elongar los fascículos superiores del pectoral menor (línea anterior profunda del brazo) y el serrato
anterior, así como el manguito de los rotadores de la línea
posterior profunda del brazo - la relajación de este último
permitirá que el romboides y el trapecio aumenten en
cierta medida s u tono para retraer la escápula -.
La elongación de las estructuras de la línea frontal
profunda eliminará el arco remanente en los miembros
inferiores y contribuirá a que Ja pelvis recupere su posición desde la inclinación anterior. Un trabajo más extenso
(apoyado en un enfoque visceral) permitirá que los tejidos
endotorácicos del mediastino cedan y permitan a las costillas elevarse y sostener la cabeza.
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Paciente 5 (fig.1 1.1 3A-EJ
Esta mujer joven, que está claramente en forma, presenta
un buen equilibrio de base, un eje cenh·al largo y un tono
muscular obviamente trabajado. Sin embargo, incluso esta
joven muestra tendencias que si no se detectan pueden
conducir a futuros problemas.
Paso 1
En la vista anterior, el rasgo más evidente es el desplazamiento izquierdo de las costillas en relación con la pelvis.
Si «leemos» la cintura, podemos ver que, desde su lado
izquierdo, sólo tenemos que desplazamos un mínimo
hacia fuera en dirección horizontal para colocamos en la
vertical del trocánter. Si repetimos esto en el lado derecho,
vemos que nos desplazamos mucho más en la horizontal
antes de colocamos en la vertical del trocánter mayor. Esta
es una buena manera de leer el desplazamiento de las costillas sobre la pelvis; medir la distancia existente entre los
brazos y el cuerpo, aunque en este caso funciona, no es un
instrumento de medida fiable.
El desplazamiento de las costillas está relacionado con
la inclinación derecha de la caja torácica y la inclinación
derecha de la cintura escapular que sigue a esta. El cuello intenta inclinarse ligeramente hacia la izquierda para
contrarrestar la inclinación derecha de las costillas, pero la
cabeza se inclina de nuevo hacia la derecha.
El tercer efecto del desplazamiento del peso hacia la
izquierda, y el más sutil, puede verse en la rodilla izquierda,
donde la tensión de la cara medial es evidente y la rotación
a la que se ve sometida la rodilla entre el fémur, en rotación medial, y la tibia, en rotación lateral, aumenta aún más
la tensión en esta articulación. A su edad, es posible que
la paciente no se perca te de nada, pero se está estableciendo la
base para presentar problemas del ligamento cruzado anterior o del ligamento colateral medial de aquí a unos años.
En la vista lateral, y comenzando por la base, podemos
ver que los talones presentan un desplazamiento anterior
- empujados hacia el espesor del pie, como si dijéramos-,
por lo que la mayor parte del cuerpo se localiza sobre el
antepié (v. discusión en pág. 80). Las rodillas tienden a Ja
hiperextensión, y la pelvis presenta un desplazamiento
anterior en relación con los pies y una inclinación anterior
en relación con el fémur.
En el extremo superior de la colunma lumbar, hay una
flexión posterior, pronw1ciada y firme, que lleva la caja
torácica a una inclinación posterior. La región inferior del
cuello presenta una inclinación anterior (de nuevo, si llevamos la caja torácica a la vertical, la cabeza se proyectaría
hacia delante), y el occipital presenta un desplazamiento
anterior sobre el atlas.
Los desplazamientos suelen acompañarse de rotaciones, por lo que en la vista superior podemos observar una
rotación derecha de la pelvis sobre los pies, una rotación
izquierda en las lumbares y las vértebras torácicas inferiores, una rotación derecha en las vértebras torácicas superiores (con las que van los hombros) y, en consecuencia, las
vértebras cervicales deben sufrir una rotación izquierda
leve para llevar los ojos al frente.
Por último, vemos que el calcáneo izquierdo presenta
una inclinación medial, mienh·as que en el pie derecho es
el antepié el que parece sufrir una inclinación m edial.
Paso 2
246
La cla ra discrepancia existente entre las regiones anterior y
posterior nos lleva a centrar nuestra atención en la relación
entre la LFS y la LPS. La LFS está «alta» principalmente en
el tórax y también en el cuello, pero en las espinillas esta
línea está firmemente desplazada hacia abajo. En la LPS, la
zona lumbar es un lugar que claramente precisa una elongación, pero los isquiotibiales inferiores también la suplican.
La LL izquierda es corta desde la cadera hasta el tobillo
y la LL derecha requiere elongación desde la cintura hasta
la oreja. El desplazamiento de las costillas exigirá un complejo desenredo en ambos lados de la zona lumbar. El tejido
está sometido a una clara tracción en todo el lado izquierdo,
pero el tejido que discurre en el lado derecho desde la duodécima costilla hasta las vértebras lumbares está claramente acortado. Una vez más, la porción superior de la LE
izquierda será más corta que su homóloga contralateral.
La línea frontal profunda es más corta en la cara interna
del miembro inferior izquierdo que en el derecho y, probablemente, medie en la torsión de la pelvis sobre los
pies. Obviamente, la línea frontal profunda contribuye al
enredo de la zona lumbar y al desplazamiento costal.
Paso 3
Nos preguntamos si le habrá pasado algo en la pierna
derecha que la obligara a desplazar el peso sobre la
izquierda, pero, en ausencia de una historia clínica que
consultar o de un paciente con el que hablar, sólo podemos
hacer conjeturas. En cualquier caso, casi todos los factores
de esta estructura, de los pies a la cabeza, son el resultado
de ese desplazamiento. Parece sufrir un leve problema de
maduración en la pelvis -que parece «más joven» que el
resto de la estructura- , con las rodillas bloqueadas hacia
atrás, la pelvis por delante de los pies y la porción superior
del cuerpo inclinada hacia atrás.
Paso 4
La estrategia terapéutica para esta paciente debería abordar la diferencia entre las regiones anterior y posterior y
solventarla en cierta medida antes de intervenir en el principal problema, el desplazamiento costal. Deberá intentarse
el descenso y la apertura de la LPS en la zona lumbar y la
colocación de la pierna bajo el muslo. Al mismo tiempo,
será necesario elevar la porción inferior de la LFS y abrir la
vía anterior de la lú1ea frontal profunda para permitir que
la pelvis vuelva a una posición neutra.
Una vez conseguido un cierto grado de resiliencia en estos
tejidos, pueden abordarse las discrepancias entre los lados
derecho e izquierdo liberando la LL izquierda desde la cadera
hasta el tobillo y la LL derecha desde la cadera hasta la oreja.
Podria liberarse la LE izquierda y entonces, y sólo entonces,
sería útil acceder al complejo del psoas del lado izquierdo
para elevar las lumbares y alejarlas de la cadera izquierda y
recolocar las costillas en un lugar más equilibrado.
Nuestros planes incluirían conseguir más estabilidad en
el talón izquierdo y en el antepié y el arco medial del pie
derecho, al igual que recuperar el equilibrio de la cabeza
sobre el cuello.
Los aductores de la línea frontal profw1da d e ambos
lados, pero tal vez más los de la derecha, contribuyen a
mantener la torsión entre la pelvis y los pies. El psoas tira
claramente de la caja torácica hacia la izquierda, pero la
tensión pasiva del psoas derecho puede estar contribuyendo a la rotación izquierda de las vértebras torácicas
inferiores. El principal objetivo de nuestra intervención
en esta joven será conseguir el equilibrio de estos tejidos.
Las manipulaciones descritas deberían liberar la tensión
de las rodillas, pero, si no es así, deberá prestarse atención
a las rodillas propiamente dich as.
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Fig. 11.13
Resumen
Hemos presentado estas fotografías sin el recurso de las
historias clínicas ni los síntomas de los pacientes deliberadamente, con objeto de ver las compensaciones posturales o estructurales de fom1a objetiva, sin el filtro de lo
que «sabemos» sobre ellos. Por supuesto, en la práctica,
ambos van de la mano en el proceso de realizar la historia
del paciente. No obstante, los relatos de los pacientes sobre
sus propios antecedentes pueden resultar engañosos; esto
añade un valor adicional al análisis objetivo del paciente
o de sus fotografías antes de completar su anamnesis,
que en ocasiones puede conducir al profesional al camino
equivocado.
A modo de ejemplo, w1 joven acudió a terapia porque
su pierna derecha sobresalía claramente desde s u rodilla en
mayor medida que la izquierda. (En nuestros términos, su
pierna d erecha presentaba una ínclinación medial o, de pie
con los pies juntos y paralelos, la rodilla derecha aparecía
desplazada en sentido medial.) Durante la anamnesis
contó que cuando tenía 22 años se había estrellado contra
un árbol esquiando y se había fracturado la pierna derecha. Confirmándose así como la causa del patrón, procedimos a intervenir. Confusos por la forma en la que la zona
respondía al tratamiento, le pedí que trajese fotografías
previas al accidente, preferiblemente con ropa ligera. En
la siguiente sesión, trajo una fotografía suya con 15 años,
donde se le veía en la playa cogiendo una pelota. El miembro inferior d erecho manifestaba claramente el mismo
patrón, por lo que no cabía duda de que este era previo
al accidente de esquí. Resultó que el patrón inicial se
remontaba a una caída sucedida cuando contaba con sólo
3 años, en la que s u pierna había quedado bajo el triciclo.
Podemos suponer que cuando se estrelló contra el árbol,
este joven protegió automáticamente aquellas partes del
cuerpo que figuraban claramente en su imagen corporal,
pero la pierna derecha había sido parcialmente eliminada
d e esta imagen cinestésica durante mucho tiempo - lo
247
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o
que Hanna denomina amnesia sensoriomotriz -. 12 Siendo
así, es posible que este miembro no hubiera recibido la
misma atención o que no fuera capaz de reaccionar tan
rápidamente y, a igua ldad de condiciones con el resto del
cuerpo, fuera más propenso a la lesión. En cualquier caso,
esto refleja la necesidad de considerar los antecedentes del
paciente en el contexto del cuerpo; lo mismo ocurre con los
relatos d el paciente, que deben escucharse atentamente,
pero aceptarse con reservas.
Este capítulo ha presentado un mé todo de análisis
postura) - o, más concretamente, de los patrones habituales d e compensación global - que aumenta la eficacia
y la eficiencia de las terapias manuales y del movimiento.
Al incluirse en un (mico capítulo, este debe ser necesariamente introductorio; el DVD adjunto incluye una explicación más detallada (DVD rúf: Bod) Rc:ading 101). Las
principales ventajas de emplear el enfoque d e los me ridianos miofasciales de las vías anatómicas en este análisis son
las siguientes:
• fomenta el desarrollo de una terminología común que
pueda e mplearse en los distintos métodos terapéuticos;
• los pacientes y otros individuos ajenos a la profesión
pueden entender esta descripción;
• la descripción es objetiva, propia de cada individuo y
exenta de juicios de valor;
• conduce a planes terapéuticos específicos que son
hipó tesis que pueden probarse.
Con esto no se pretende negar el valo r de o h·os enfoques;
hemos visto muchas veces que prácticamente cualquier
forma de contemplar el sistema humano puede conducir a
una descripción útil. Este enfoque de los meridianos miofasciales para realizar una valoración de los patrones globales conduce desde la geometría esquelética hasta una
estrategia para trabajar sobre las partes blandas o el movimiento sin recurrir a afirmaciones cargadas de juicios de
valor, como «está deprimida», «no respira adecuad amente»
o «no tie ne w1 bue n apoyo porque no ha conseguido superar los problemas "con su padre""· Por otra parte, nos pe rmite establecer un contexto personal e inclusivo donde el
paciente no se considera simplemente un «hombro rígido»
o una «rotura del LCA» o unos pies planos.
El auto r y los muchos que han contribuido a las ideas
que aquí se presentan comparten la esperanza de que este
p lan teamiento o uno simila r pueda comenzar a tender
puentes no sólo entre los d istintos métodos, sino ta mbién
entre el artista y el científico que conviven en cada uno
de nosotros. Por s upuesto, estas dos tendencias se dan en
cad a una de las co munidades de las terapias manua les y
del movimiento, así como en el conjunto de la profesión.
Este libro está dedicado al trabajo incansable d e ind ividuos muy diversos que, juntos, log raron que resurgiera la
curación mediante las manos y el movimiento.
Elementos subjetivos
248
Con el objeto d e comp letar el lad o «artístico» de la lectura
corporal, incluimos algunas s ugerencias más subje tivas
que pueden aplicarse en la práctica.
Aunque el método que acabamos de describir es extremadamente útil pa ra determinar nuestra fo rma de trabajo, las evaluacio nes menos obje tivas tienen también un
valo r notable. En el proceso d e e valuación visual pueden
incluirse los siguientes cua h·o elementos, en función de las
preferencias del profesional o del paciente:
1. Realice la evaluación ante un espejo
de cuerpo entero frente al que se colocarán
tanto el paciente como usted
El hecho de sentirse obser vado en ropa interior durante
la evaluación (y tal vez no dar la talla) puede recordar al
paciente malas experiencias en citas o consultas médicas,
especialmente si el p aciente es nuevo en esto. Muchos de
estos sentimientos pueden evitarse si se coloca a l paciente
frente al espejo y usted se si túa detrás de él y ligeramente ladeado (de forma que pueda ver tanto la espalda
del paciente directamente como el reflejo de la región
ante rior en el espejo) y le pregun ta lo q ue ve. La mayoría de los individuos del mundo occiden tal cuentan con
una lista larga y detallada de los defectos de su cuerpo
y una lista corta y vaga de sus virtud es, pero al colocarse
frente al espejo, pacien te y profesional se colocan en el
mi smo equipo en lugar de en equipos con trarios.
2. Fíjese en su primera impresión
La primera impresión proporciona mucha información,
de la que sólo una parte llega a ser conscien te. 13 Aprenda
a captar las p ercepciones fu gaces que surgen a primera
vista, ya que a menudo contienen ideas que sólo adquirirán sentido más tarde. No las comente con el paciente,
pero téngalas en cuenta. Resulta sorprendente la frecuencia con que la evaluación inicial e inexperta de un estudiante resulta ser la correcta a lo largo del camino.
3. Fíjese en al me nos tres aspectos positivos
en prime r lugar
Hemos seña lado algunos aspectos positivos en cada uno
de los aná lisis p revios. Resu lta sorprendente el nú mero
de profesionales que sólo hablan de los p roblemas y las
deficiencias del paciente; dado que los pacientes acuden
a nosotros con problemas que quieren resolver, resu lta
natural para a mbas partes centrarse en ellos. Sin embargo,
siempre habrá muchas más cosas posi tivas q ue nega tivas
en la persona que está enfrente d e u sted. Ponga mucho
cuidado en no red ucir a su paciente a un cúmulo de defectos, ya que esto puede resultar nocivo para el paciente - no
es precisamen te un estímulo para la autoestima recibir una
larga lista de zonas en las que la postura o el movimiento
se alejan bastante del ideal -.
Pero cen trarse ún ica mente en los problemas también
pued e ser p erjudicial para el profesional, ya que es posible
que pase por alto los puntos fuertes que pueden ayudarles
a él y a su paciente a s uperar los baches y a conquista r cualquier te rritorio que se propongan. Una buena piel refleja
una adecuada capacidad de respuesta del sistema nervioso;
la impasibilidad puede ind icar una buena base; una sonrisa vivaz denota un entusiasmo del que puede hacerse
uso - fijarse en estos puntos, o mejor incluso, verbalizarlos
para el pacien te puede facilita r el p roceso de discusión d e
los objetivos reales, al tiempo que le muestra en qué p untos
puede ser de uti lidad el estado fisiológico del paciente -.
4. Describa los problemas que ve en el
lenguaje objetivo que hemo"s presentad o antes
Los términos i11cli11nció11, flexió11, rlcsplnzn111ie11to y rotnció11
son más objetivos y, por tanto, menos críticos a la hora de
de finir los p roblemas d el paciente. Estas d escripciones le
llevarán al paso 1 del p roceso de cinco p asos que hemos
presentado. La costumbre de limitar cada de talle observado
a w1 hallazgo objetivo facilita en gran medida abordar al
paciente sin malicia y con humildad. Extraer conclusiones
precipitadas puede llevarle a dar pasos en falso.
Por otra parte, puede encontrar útil la valoración de
alguno de los siguientes parámetros más subjetivos. (Estos
se presentan corno evaluaciones adicionales, rá pidas y útiles
en la práctica, que incluyen la referencia a estudios más
completos cuando resulte útil. Ninguno de ellos es esencial
para el proceso de las vías anatómicas en sí mismo.)
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A. Comunicación de las redes integrales
En el capítulo 1 señalamos que existen tres redes que abarcan todo el cuerpo, todas ellas comunicadas en toda su
extensión y con las demás. Es un ejercicio subjetivo pero
útil recordarlas cuando se observa al paciente por primera
vez. ¿En gué estado se encuentra la red neural? (¿Están
bien los ojos y la piel? ¿Son las respuestas d el paciente
oporhmas y adecuadas o extrañas y torpes?) ¿En gué
estado se encuentra la red líquida? (¿Qué color presenta
la piel? ¿Es uniforme?) ¿En qué estado se encuentra la red
fibrosa? (¿Es laxa o tensa? ¿Tonificada o hundida?) (v. fi g.
1.30, pág. 36 para más detalles.)
B. Tejido dominante
Aunque actualmente menos de moda, resulta útil detectar
en qué prmto de la escala de endo-, meso- y ectomorfisrno
se encuentra su paciente, ya que las respuestas de los ectomorfos y los endornorfos a la terapia manual son muy
distintas. No puede abordar a Cassius (con un «aspecto
flaco y hambriento») de la misma manera que abordaría a
Falstaff (nacido con «una suerte de abdomen redondeado »
y cuya voz «se había perdido a causa de los gritos y el
canto de los himnos»).2
Los estudiantes de Ayurveda notarán la similitud con
los rloslins.
C. Orientaciones somatoemocionales
Dado gue muchos de los pa trones presentados por los
individuos de forma inconsciente expresan emoción (especialmente aquellos que no reconocemos), merece la p ena
observar para comprobar algw1os de Jos signos reveladores más obvios.
o Una inclinación anterior de la pelvis suele indicar
una orientación simpática o e rgotrópica (un
carácter sanguíneo o colérico), mientras que rma
pelvis posterior suele acompañar a tm carácter de
orientación parasimpática o trofotrópico (flemático o
melancólico).1'1
• Los patrones respiratorios suelen quedarse suspendidos
en rma fase u otra del ciclo respiratorio. Aquellos
bloqueados en la fase espiratoria del patrón tienden a
la depresión y la introspección y confían demasiado en
su propio mundo interior, mientras que aquellos que
se bloquean en la fase inspiratoria del ciclo tienden
a una falsa cordialidad, confiando demasiado en las
impresiones y respuestas de otros para la percepción de
sí mismo (fig. 11 .14A y B).
• Varios psicoterapeutas de orientación somática han
relacionado patrones estructurales específicos con
sus correspondientes tendencias psicológicas y sus
comportamientos habituales.8•15•18 Cualquiera de
estos sistemas tipológicos puede ser útil, aunque la
A
B
Fig. 11.14 Aunque, desde luego, estamos observando fotografías,
el hombre de la izquierda muestra signos de ub loqueo en la
inhalación .. -con un patrón respiratorio que se mantiene al final de
la inhalación-, mientras que la mujer de la derecha muestra signos
de "bloqueo en la exhalación" - con un patrón respiratorio que gira
en torno a la fase espiratoria del proceso- .
experiencia de este au tor a pun ta a que ninguna es
totalmente fiable y pueden llevar al encasillamiento.
D. Orientación perceptiva
Según Godard, existen dos orientaciones p ri nci pales -uno
se apoya para impulsarse o se impulsa para apoyarse-. 19
incluimos aquí una sencilla prueba para de terminar cuál
domina: colóquese detrás del paciente y hága le saltar suavemente sobre las ptmtas de los pies. No importa lo bien
que lo haga ni la altura que alcance. Haga dos pruebas,
repitiendo cada una de ellas e n sucesivos sa ltos durante
unos segundos: 1) eleve ligeramente al paciente desde los
lados de la caja torácica al tiempo que sal ta, o 2) empújelo
hacia abajo desde los hombros al tiempo que desciende
hacia el suelo. ¿Qué movimien to produce el resultado más
organizado, elevarlo o empujarlo hacia abajo? Aquellos en
los que una li gera presión hacia abajo consigue un mejor
salto están orientados haciíl el suelo; aquellos en los que
incluso una mínima colaboración en la elevación produce
un gran resultad o en términos de altura y disfrute están
orientados hacia el entorno que les rodea.
E. Cilindros y orientación interna y externa
Sultan, basándose en los modelos de preferencia por la
flexión o la extensión correspondientes a la versión de
la terapiíl craneosacra planteada por Upledge r, ha propuesto rm tipo interno y uno externo que ha n disfrutado
de su momento de apogeo en el Rolf lnsti tute of Structural
lntegration (www.rolf.org). 6·'2º
Puede hacerse una evaluación similar de cada segmento: observando los miembros inferiores resulta muy
sencillo ver que el ser h umano está constituido por dos
cilindros colocados uno al lado del otro, ya q ue eso es
249
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Fig. 11.16 Rotación
toracolumbar primaria hacia la
derecha.
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B
Fig. 11.15 En esta modelo, podemos ver una forma leve de
alternancia de «cilindros" . En el torso, los cilindros se dirigen hacia
fuera, de forma que la región anterior parece más amplia que la
posterior. En la pelvis y los miembros inferiores, los «cilindros" parecen
dirigirse l1acia dentro, de forma que la región posterior parece más
amplia que el área correspondiente de la región anterior.
básicamente lo que somos, y cada uno de estos cilindros
puede esta r rotado en sentido medial o lateral (interno
o externo). Imagine que esos dos cilindros se extiend en
por el tronco. En la pelvis, las dos tendencias de rotación
tienen un nombre - cierre (i11Jlnre) y apertura (011tflnre) - ,
pero este fenómeno se extiende al abdomen, a las costillas
y a los hombros. Si los cilindros presentan una rotación
medial, ese segmento del cuerpo parece ancho en la región
dorsal y estrecho en la ventral. Si los cilindros p resentan
una rotación lateral, ese segmento del cuerpo parece ancho
en la región ventral y estrecho en la dorsal. En ocasiones,
estos patrones p ueden combinarse: un segmento d el abdomen o la zona lumbar en rotación externa, compensado
por un segmento torácico en rotación interna (fi g. 11 .15).
En estos casos, debemos insistir en el ensanchamiento de
la parte estrecha d e los segmentos.
F. Rotaci ón primaria
250
Todos los pacientes a los que he a tendid o u observado
durante 30 años de ejercicio profesional presentaban una
rotación p rimaria de la columna. (Las galaxias y el ADN
crecen en espiral, ¿por qué no nosotros? Observe las fo tografías de los fetos tomadas por Lennart Nilsson y otros21 en todos ellos puede verse una espiral incipiente en la
columna -. ¿Es esta una fase natural del desarrollo o debe
considerarse una anomalía?) Si observamos la d irección
de esa rotación, su grado y las áreas concretas de con trarrotación que siempre la acompañan, obtendremos datos
esenciales para lograr una corrección más eficaz de todo el
patrón.
Para observar la rotación espinal rápidamente, sin
necesidad de una radiogra fía, colóquese d e pie detrás d el
paciente. Coloque los pulgares e n las dos espinas ilíacas
posterosuperiores (EIPS), con los dedos apoyados sobre
la cresta ilíaca y por debajo d e esta. Ajuste la pelvis d el
paciente de forma que las EfPS estén alineadas por igual
con los talones (forzando así la eliminación temporal de
cualquier rotación de los miembros inferiores, como las
que hemos visto en algunos de los pacientes anteriores).
Ahora observe la espalda del paciente desde arriba, como
hemos hecho en todas las imágenes «E» anteriores (el profesional bajo puede precisar un tabu rete para evaluar a un
paciente alto). Palpando los tejidos de los 2cm situados a
cada lado de las apófisis espinosas, puede d eterminarse
qué lado es más anterior o posterior (más próximo a u sted
o más alejado). Estas diferencias raramente se deben a un
desarrollo muscular diferente en cada lado d e la columna.
En cualquier punto d e la columna, el lado más cercano a
usted indica la dirección d e la rotación espinal, donde las
apófisis transversas empujan los tejidos miofasciales situados sobre ellas hacia atrás.
Según nuestra experiencia, la mayoría de los pacientes
mostrarán una rotación dominante en el área toracolumbar,
que d enominaremos rotación «primaria» (fig. 11 .16). Las
contrarrotaciones suelen darse en los miembros inferiores o
en el cuello, aunque en ocasiones también se presentan en
la propia zona toracolumbar. Aunque es infrecuente, puede
ser difícil determinar cuál es la rotación primaria y cuál la
secundaria; en ese caso, el tratamiento futuro pu ede ayudar a clarificarlo. También es posible que las dos rotaciones
sean prácticamente iguales, en cuyo caso la denominación
de «primaria» tendría menos sentid o. Con la práctica, este
método le permitirá reunir información bastante detallada
y concreta sobre las rotaciones espinales.
Otra sencilla evaluación d el movimiento puede aportar
todavía más información. Arrodíllese detrás del paciente,
estabilizando de nuevo la pelvis con las manos y con los
pulgares en las ETPS. Tndíquele al paciente que «mire por
encima del hombro». Al no concre tar el hombro, le permite
escoger y este elegirá casi siempre su lado preferido - el
lado con la rotación primaria - . Al tiempo que el paciente
se gira, anímele a usa r todo el torso en el giro mientras le
mantiene con las manos la pelvis estable en relación con
los p ies. Observe donde rota la columna. lndíquele ahora
qu e se gire hacia el otro lado y observe la diferencia.
Cualquiera con una rotación primaria significativa presentará diferencias visibles o palpables en la zona de la
colunma d onde la rotación tiene luga r hacia los dos lados.
G. Posición de la pelvis
Si prestamos atención a la inclinación y al desplazamiento
de la pelvis según nuestro sistema, tendremos cuatro tipos
básicos basándonos en la posición de esta.
o Inclinación anterior, desplazamiento anterior - patrón
habitual de balanceo posterior-.
o Inclinación anterior, desplazamiento posterior - frecuente
en los nifios que comienzan a mantenerse de pie - .
o Inclinación posterior, desplazamiento anterior favorecido en las neurosis por supresión-.
o Inclinación posterior, desplazamiento posterior -habitual
en fontaneros y leñadores - (esta posición genera la
«sonrisa vertical» en la parte posterior de los vaqueros).
Deberán consultarse otras fuentes para conocer las
estrategias de tratamiento de las partes blandas en cada
uno de estos tipos.22 Según nuestra experiencia, es necesario ser muy tolerante con los patrones individuales en cada
una de estas tipologías.
Segün nuestra experiencia, en cualquiera de estas tipologías será necesario hacer concesiones en función de los
patrones individuales.
H. Distribución del peso en los pies
Resulta ütil averiguar en qué parte de los pies se apoya el
peso. Si en una vista lateral usamos una plomada o trazamos una línea vertical imaginaria que atraviese los tobillos,
podemos observar si el peso se apoya fundamentalmente
en los dedos o en los talones, lo que constituye básicamente una comprobación del equilibrio existente entre las
líneas superficiales anterior y posterior (fig. 11 .17).
Puede acudirse a la vista anterior para valorar e l porcentaje de peso que se apoya sobre el arco medial y el
porcentaje que se apoya sobre el arco lateral del pie. En
A
B
Fig. 11.17 En estas posturas habituales, incluso si trazamos la
línea vertical justo delante del tobillo, gran parte del cuerpo se
apoya sobre la parte anterior del pie.
este aspecto, el desgaste de los zapatos puede ser un indicativo. En general, cuanto mayor sea el peso soportado
por el arco lateral, mayor será la necesidad de elongar
la línea frontal profunda y de lograr su descenso hacia
el arco medial. Cuanto mayor sea el peso soportado por el
arco medial, mayor será la necesidad de liberar y descender la línea lateral, mientras que la línea frontal profunda
y la porción anteroinferior de la línea espiral necesitarán la
activación, tonificación y elevación.
Las vistas anterior o posterior también nos permitirán
ver si un miembro inferior soporta mucho más peso que el
otro. (Todos tenemos alguna diferencia en el apoyo del peso
y cada uno tiene su particular postura relajada para «esperar el autobús», en la que apoya la mayor parte del peso en
una única pierna.) No obstante, la única forma de cuantificarlo de forma precisa es colocar al paciente sobre dos
básculas, con un pie en cada una de ellas y que, sin mirar
las lecturas, este intente equilibrarse sobre ambos pies. Por
supuesto, las lecturas de ambas básculas sumarán el peso
total del paciente, pero las dos básculas no soportarán necesariamente el mismo peso. Esta prueba suele mostrar que lo
que el paciente considera «equilibrio» supone un peso significativamente mayor en uno u otro pie. Si consigue equilibrar al paciente de forma que las básculas reflejen cargas
iguales, el paciente insistirá en que la pierna que soportaba
menos peso en la evaluación inicial soporta ahora un exceso
de peso. Esto constituye otro ejemplo de que las afirmaciones del paciente no son siempre fiables y que deben completarse siempre con la aguda observación del profesional.
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QJ
l. Equilibrar las mitades
Aunque las siguientes imágenes deben tomarse con ciertas reservas, ya que la realidad es muy compleja, estas
simplificaciones, aunque s ubjetivas, siguen siendo muy
titiles. Un rápido vistazo en bipedestación al comienzo de
la evaluación puede dividir el cuerpo en tres combinaciones de «mitades». ¿Qué combinación presenta la mayor
discrepancia entre las mitades? No debemos olvidar la
respuesta, puesto que nos indicará dónde habrá que poner
especial énfasis durante el tratamiento.
o La línea sagital media divide el cuerpo en una parte
derecha y una izquierda. Las diferencias significativas
entre ambos lados s uelen señalar conflictos internos
entre el n11i11111s y el nrri111n (tendencias masculina y
femenina). No es tan sencillo como derecha =hombre
e izquierda = mujer, pero las diferencias significativas,
complejas e irresolubles, entre ambos lados (a menudo
visibles también en los ojos y la forma de la cabeza,
así como en diferencias estruch1rales en el torso y
las piernas) revelarán una importante lucha entre
los aspectos internos masculino y femenino, que se
manifestará en formas individuales y ünicas de trabajo,
relaciones, creatividad artística o sexualidad (fig. 11 .18).
o La línea frontal media divide el cuerpo en una parte
anterior y otra posterior. Desde luego, para empezar,
estas dos mitades nunca son simétricas, pero, aun
así, podemos valorar el equilibrio entre ambas.
Desequilibrios significativos en esta dimensión suelen
manifestarse como diferencias en el comportamiento
de la persona en püblico frente a cómo actúa o siente en
privado {fig. 11 .19).
o Una línea gue atraviesa la cintura separa las partes
superior e inferior del cuerpo (la localización exacta
de la línea puede variar entre los distintos individuos,
desde un corte «imperio,, hasta colocarse sobre las
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A
B
Fig. 11 .18 Suele resultar más sencillo delectar importantes
diferencias entre ambos lados en una vista posterior, como entre
estas dos estructuras, ya que en la región anterior tendemos a
proyectar una buena imagen.
Fig. 11 .19 La vista lateral nos permite ver las diferencias entre las
mitades anterio r y posterior y comp robar que lo que se ve en la
reg ión anterior no es necesariamente lo que hay en la p osterior.
crestas ilíacas). Aunque, en ocasiones, la obesidad o el
desarrollo muscular pueden enmascarar la estructura
ósea subyacente, lo que se busca aquí es la igualdad
de proporciones entre las cinturas escapular y pélvica,
entre el torso y los miembros in feriores, o entre la
porción superior e inferior del cuerpo. Aquellos
con más peso y masa en las piernas y la pelvis en
comparación con las costillas y los hombros tienden a
ser introvertidos; aquellos con un torso y unos hombros
más voluminosos dispuestos sobre una pelvis y unos
miembros inferiores de constitución más menuda
tienden a ser extrovertidos (fig. 11.20).
J. Madurez somática
A
252
B
Fig. 11 .20 Aunque una cintura escapular voluminosa sobre una
cintura pélvica ajustada es un patrón masculino por excelencia y lo
contrario es más frecuente en mujeres, como se puede ver en estas
imágenes, también encontrará los patrones inversos.
La comprensión del tipo de patrón adoptado por la geometría esquelética y los meridianos miofasciales d e tensión p uede llevar a un grado diferente de observación y,
por tanto, a un trabajo más profundo. Una de las contribuciones más interesantes de un buen trabajo manual y
d el movimiento tiene que ver con el desarrollo durante la
maduración. Como ejemplo de lo que puede conseguirse,
observe a Reginald desde el lateral, (A) antes de la integración es tructu ral, (B) justo después d e completa r una serie
de sesiones (bajo la dirección de la doctora Ida Rolf) y (C ) 1
año después, sin trabajo adicional (fig. 11 .21). Se han ajustado las imágenes únicamente para igualarlas en tamaño,
ya que se supone que Reginald creció durante ese año.
Antes de la intervención, Reginald muestra una postura
habitual desorganizada: rodillas hiperextendidas, inclinación anterior de la pelvis, inclinación posterior de la caja
torácica e inclinación anterior del cuello, entre otras. Sus
hombros no están integrados ni con el cuello ni con la caja
torácica y, básicamente, cuelgan de la región posterior
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Fig. 11 .22 Aunque se
trata de un hombre adulto
completamente desarrollado,
¿puede ver las reminiscencias
infantiles de su estructura
corporal? La cabeza es la
cabeza de un adulto; el cuerpo
es el de un niño de entre 3 y
6 años. ¿Qué significa esto?
¿Puede lograrse el desarrollo y
la maduración en este punto?
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Fig. 11 .21 Reginald antes de la intervención (A), después (8) y 1
año después de finalizar el tratamiento (C).
del cuerpo, sometiendo a tensión a las vértebras torácicas
superiores y a ambos pectorales, superficial y profundo.
En (8), la imagen obtenida tras el trabajo corporal, está
claramente más erguido, p ero la mejoría no es evidente. (Un
ind ividuo que vio únicamente las dos primeras imágenes
nos acusó d e «colonialismo somático», afirmando «¡Habéis
eliminado su naturalidad y le habéis conferido una postura
de niño blanco enclenque! ¿Qué hay de bueno en eso?»)
La imagen (C), transcurrido 1 año para permi tir que
el trabajo se asiente, cuenta una his toria m uy d iferen te.
Con las rodillas descansando más cómoda mente en una
posición anterior (aunque si se fija verá q ue Reginald las
ha «deslizado hacia atrás» a lo largo del año}, la pelvis ha
adoptado una posición m ás horizontal con respecto a su
inclinación a nterior previa. (Fíjese en que este pa rá metro
ha mejorad o desde el fina l del trabajo.) Con la pelvis h orizon tal, la caja to rácica puede recuperar la verticalidad con
una menor curvatura lum bar (v. el apar tado del capítulo 3
sobre las curvaturas p rimarias y secundarias, pág. 92).
Con el balancín de la cintura escapular colocado ah ora
cómodamente sobre la caja torácirn en lugar de colgar po r
detrá s, el tórax y su musculatura se encuentran más libres
para desarrollarse, de manera que Reginald adquiere masa
muscular, profund iza en la postura y parece un chico d iferen te. Somos de la opinión de que, sin esta intervención, el
chico de la izq uierda no se hubiera convertido en el cl1ico
de la derecha en 1 año, pero el chico del medio p odía y lo
hizo. Tras el trabajo inicial, la «esencia d el tiempo» es la
única medicina necesaria para lograr el resultado.
Fig. 11.23 Mientras el resto
de la estructura ha madurado
y todo ha aumentado de
tamaño, la pelvis de esta mujer
joven, por lo demás fuerte
y equilibrada, se mantiene
«joven" e inmadura en relación
con el resto del cuerpo.
Hemos visto que esto sucede
en ocasiones en relación con
traumas sexuales, pero pueden
participar otros fac tores todavía
desconocidos.
Fíjese en que esta mejoría no es pura. El Reginald de la
imagen e ha restablecido la tensión en las rodillas y los tobillos, presente en A, pero no en 8 . Y es que no todos los elementos del patrón responden a un tratamiento determinado.
¿Detecta el patrón postura! subyacente, correspond iente a un niño pequeño, en el hombre de mediana edad
de la fig ura 11 .22? ¿Puede ver q ue la pelvis de la joven que
apa rece en la figura 11.23 parece más «joven» que el resto
de la estructura? ¿Son ú tiles pa ra la p ráctica clínica estas
observaciones? En la última parte de este capítulo hemos
253
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superado los límites de la resolución de la ineficacia biomecánica para adentramos en el reino de la psicología
somática. En nuestra opinión, ser capaces de reconocer
las restricciones, analizar los patrones subyacentes y percibir su potencial es uno de los trabajos más importantes
del terapeuta manual del siglo que comienza. El mapa de
las vías anatómicas, aunque no se orienta específicamente
hacia el desarrollo, marca un camino para detectar estos
patrones subyacentes.
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Apéndice
Comentario sobre los meridianos de latitud:
el trabajo del Dr. Louis Schultz [1927-2007)
Este libro aborda fundamenta lmente las conexiones miofasciales que recorren el cuerpo y los miembros en toda
su longitud, los meridianos longitudinales, si se prefiere.
Por supuesto, las que hemos descrito son únicamente unas
pocas de las múltiples conexiones fasciales del cuerpo
humano. Existe otro grupo de conexiones, identificado y
descrito por el doctor Louis Schultz y la doctora Rosemary
Feitis, 1 osteópata, que consiste en bandas o cintas horizontales y locales incluidas en la miofascia corporal que,
de alguna forma, actúan como retináculos. Al igual que
los retináculos del tobillo o la muñeca, estas bandas son
engrosamientos de la fascia de revestimiento profunda
y de la capa de tejido conjuntivo laxo (superficiales a las
capas de miofascia que hemos descrito; véase también, al
final del capítulo 1, la discusión sobre la exploración de
esta hoja descrita por Guimberteau) que restringen, para
bien o para mal, el movimiento de los tejidos subyacentes.
Tlie E11dless Web, escrita por el doctor Schultz y la doctora
Feitis, expone en detalle estos retináculos corporales. Cabe
destacar que aprendí es tas ideas del doctor Schultz, a quien
le estoy muy agradecido. Las ideas que sobre la embriologfo y la conectividad fascial se recogen en este libro están
inspiradas en sus enseñanzas y los meridianos miofasciales
descritos son ampliaciones de este primer concepto.
A pesar de que estas bandas no se describen en los
tratados anatómicos clásicos, son fácilmente visibles y a
menudo palpables en los planos tisulares más superficiales. La figura A1.1 muestra siete bandas que pueden observarse habitualmente en el torso; la posición exacta de estas
bandas y su grado de tensión o adhesión varían.
La banda torácica - localizada aproximadamente en la
línea del sujetador- puede observarse en la región anterior de la mayoría de los individuos a la altura del xifoides o justo por encima de este. No es difícil ver que una
excesiva tensión o adhesión de esta banda restringirá la
respiración, así como la libertad de movimiento de la línea
frontal superficial, la línea funcional frontal la línea espiral en la musculatura superficial localizada bajo de ella. El
resto de las bandas tienen mayor variación, pero se identifican fácilmente en muchos individuos. Dado que las bandas se disponen de modo superficial, tienden a limitar los
depósitos de grasa; con frecuencia pueden identificarse las
bandas en los contornos del tejido adiposo.
Estas correas pueden restringir o desviar la tensión
de los meridianos miofasciales superficiales al conectar
las líneas horizontalmente o bien restringir la libertad de
movimiento de un meridiano en su punto que discurre
bajo la correa.
En caso de desalineación postura( o estructural, la naturaleza adhesiva de las correas se acentúa para intentar estabilizar una estructura inestable. Curiosamente, las correas
se presentan en las uniones espinales (figs. A1.2 y A1.3):
• la unión esfenobasilar se conecta con la banda ocular;
o la unión craneocervical se conecta con la banda
mentoniana;
• la unión cervicotorácica se conecta con la banda
clavicular;
• la bisagra dorsal (una bisagra funcional mediotorácica
localizada habitualmente a la altura de T6) se conecta
con la banda torácica;
• la unión toracolumbar se conecta con la banda
umbilical;la unión lumbosacra se conecta con la banda
inguinal;
o la unión sacrococcígea se conecta con la banda púbica.
La tentación de establecer una conexión entre estos
niveles y los plexos autónomos o las glándulas endocrinas
es fuerte, pero podemos resistirnos.
Schultz y Feitis proponen algunas relaciones anecdóticas e intrigantes de estas bandas con determinados
factores emocionales y del desarrollo. Dado que nuestro
propósito es menos explicativo y más descriptivo, nos
limitaremos a señalar la existencia e mpírica de estas bandas y a remitir al lector a Tlic E11rl/css Web para profundizar
en estas y otras ideas relacionadas.
l . La banda inferior del torso (banda púbica) se extiende
desde la región anterior del hueso pubis, cruza las
ingles (que estarán, por tanto, acortadas), rodea los
huesos coxales (el trocánter mayor del fémur) y cruza
las nalgas hasta alcanzar la unión del sacro y el cóccix.
2. La banda que atraviesa la región inferior del
abdomen (banda inguinal) suele ser más prominente
en hombres. Esta conecta las dos proyecciones
anteriores de los huesos de la pelvis (las espinas
ilíacas anterosuperiores) y, por lo general, desciende
ligeramente en la región an terior, formando un arco
invertido. Su margen inferior tiende a incluir el
ligamento inguinal, lo que conecta la banda con la
región del hueso pubis. Esta banda se extiende hacia
los lados por el borde superior de las voluminosas
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Fig. A 1.2 Bandas corporales, visla
lateral. Los meridianos de latilud
rodean el cuerpo a distintos niveles
(principalmente, obsérvese bien, a la
altu ra de las lransiciones vertebrales).
(Reproducido con autorización de
Schultz y Feitis 1996.)
4.
Fig. A1 .1 Retináculos corporales : las siete bandas corporales
del torso (v. también fig. A 1.2). El Dr. Schultz ha descrito otro
grupo útil de meridianos fasciales: los meridianos de latitud. Estas
bandas se disponen en su mayor parte en las capas fasciales
más superficiales, pero pueden tener conexiones con las capas
subyacentes y afectar así a la transmisión que tiene lugar en
los meridianos miofasciales y que hemos descrito en este libro.
(Reproducido con autorización de Schultz y Feitis 1996.)
3.
256
alas de los huesos pélvicos (ilion) y concluye en la
unión lumbosacra.
La tercera banda atraviesa el abdomen (banda
umbilical o abdominal) y es quizás la de localización
más variable. Puede disponerse a la altura del
ombligo (en ocasiones, definiendo un surco en la
pared abdominal que se extiende a ambos lados
del ombligo) o a medio camino entre el ombligo y
la zona media del reborde costal (conectando los
dos lados de este reborde). En cualquier caso, se
extiende lateralmente para formar un arco que cruza
el abdomen hasta las costillas inferiores de cada lado
5.
6.
-concretamente, hasta el borde libre de la undécima
costilla-. Discurre hacia atrás a lo largo de las costillas
inferiores y finaliza en Ja unión de las vértebras
torácicas y lumbares.
La cuarta banda se encuentra en el área localizada
bajo los pezones (banda torácica) y es la más fácil
de observar a simple vista. En general, se trata de
un área del tórax hundida e inmóvil donde la piel
parece adherida a las costillas y al músculo. A los
lados, se extiende por el borde inferior del pectoral
mayor, con el que cruza el tórax mediolateral, y por
el borde lateral d el dorsal ancho, donde comienza
a discurrir de modo paralelo a la escápula hacia el
brazo. Pareciera que la banda ata el vértice inferior
de la escápula a Ja región posterior de las costillas e
incluye la bisagra dorsal d e la columna . Cuando esta
correa está muy ajustada, el hundimiento en la zona
media del tórax se acompaña de una incapacidad
para expandir lateralmente las costillas durante la
respiración.
La quinta correa, a Ja altura de Jos hombros (banda
clavicular), incluye Ja clavícula y es parte del tejido
que Ja adhiere a la región anterior de la primera
y la segunda costillas. Puede palparse como una
almohadilla de tejido justo debajo de la clavícula, en
un plano más profundo. Se extiende lateralmente
hasta el vértice del hombro, con algunas fibras
d esplegándose hacia Ja axila. La banda continúa hacia
la espalda sobre las caras interna y externa del borde
superior de la escápula y finaliza en la unión de las
vértebras cervicales y torácicas.
El área dispuesta bajo el mentón (banda mentoniana)
es un área de concentración de fibras y almohadillas
que incluye el hueso hioides y la base de la
mandíbula, pasa justo bajo la oreja y tras recorrer la
7.
base del cráneo se une a la primera vértebra cerv ical
(atlas).
La banda superior (banda ocular) es la más difícil de
apreciar. Tiene su origen en el caballe te de la nariz,
atraviesa las cavidades orbitarias, pasa sobre las
orejas e incluye la región pos terior del cráneo, justo
por encima de la cresta occipital (la prominencia de la
región posterior del cráneo).
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ro
Bibliografía
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Fig. A1 .3 Esta vista más pesimista de las correas horizontales
del cuerpo humano, tomada de la brillante Emotional Anatomy2
de Keleman, muestra el modo en que estos meridianos de latitud
actúan c omo controles del pulso, el flujo, la presión y la forma de
los tubos internos y las cavidades del organismo. (Reproducido con
autorización de Keleman 1985.)
257
Apénd ice
Integración estructural
Desde su publicación inicial en el año 2001, ha resultado
gratificante comprobar el mod o en que el planteamiento
de las vías anatómicas resultaba de utilidad para una
amplia variedad de profesionales de la terapia manual y
d el movimiento, incluyendo ortopedas, fisioterapeutas y
rehabilitadores, osteópatas, quiroprácticos, masajistas, instructores de yoga, deportistas y sus respectivos entrenadores, profesionales de las artes marciales y entrenadores
personales, e incluso para algunos psicólogos.
El mapa de las vías anatómicas es resultado de nuestro intento de organizar una serie progresiva de sesiones
que desenredará las compensaciones posturales y funcionales expuestas en este libro y evaluadas en el capítulo 11
(la fig. A2.1 muestra un diagrama sencillo para registrar
estas evaluaciones). Esta «receta » para trabajar las líneas
de forma progresiva sigue los mismos principios que este
autor aprendió de la doctora Ida Rolf (fig. in. 7 , pág. 4) y
el enfoque resultante mantiene, por tanto, el término utilizado por ella - «integración estructural»-. Los profesionales de nuestro programa Kinesis Myofascial lntegration
(KMI, www.n11ntomytmi11s.co111/k111i) están titulados en integración estructural y cumplen los requisitos para pertenecer a la Intemational Association of Structural Integrators
(IASI, www.t/JelASI .org) (fig. A2.2).
La idea de la integración estructural es elongar el
cuerpo y organizarlo alrededor de su eje vertical gracias a
la manipulación del tejido conj untivo (trabajo miofascial)
y a la reeducación para el movimiento. Al «recolocar» la
capa miofascial alrededor del esqueleto (o al conseguir los
«huesos flotantes» ca racterísticos de la tensegridad fascial
coordinada, si se prefiere), apreciamos una simetría mayor
alrededor de los p lanos de Euclides. Esto devuelve paulatinamente al individuo la sensación de «levedad» a medida
que este se elonga desde cualquier patrón aleatorio que
haya podido presentar hasta alcanzar el máximo potencial
y la energía cinética de una alineación vertical cómoda. En
términos físicos, este p roceso busca reducir el momento de
inercia e n tomo al eje vertical, lo que prepa rará nuestros
cuerpos para realiza r todos los movimientos posibles sin
preparación previa (fig. A2.3).
La diferencia d el enfoque de la KMI con otras escuelas
del campo radica en que nuestra serie de 12 sesiones de
manipulación de las partes blandas se basa en leer y tratar
las continuidades miofasciales cohesivas de las vías anatómicas, en lugar de seguir una fórmula predeterminada.
Incluimos esta breve guía sobre el desarrollo de nuestro
método particular con la esperanza de que pueda resultar útil para aquellos que deseen poner en práctica las
vías anatómicas. Desde luego, esta visión general elu de
las múltiples complejidades y las variaciones en la ap licación determinadas por las particularidades de cada individuo. Algunas de las técnicas empleadas en el programa
de formación aparecen en este libro, otras, en los vídeos;
por razones d e seguridad, otras se presentan únicamen te
en nuestros programas.
Así, dejando claro que este apéndice n o p retend e limitar la experimentación ni la itmovación, presentamos un
esbozo de la aplicación actual del mapa de las vías anatómicas en nuestros programas de formación. Este apénd ice
se dirige no tanto a terapeutas del movimiento como a
terapeutas manuales, especialmente a aquellos que utilizan técnicas miofasciales «directas».
El orden general d etermina que comencemos con
los tejidos miofasciales de las líneas superficiales -la línea
frontal superficial, la línea posterior supe rficial, la
línea lateral y, por último, la línea espiral-, seguido por
el trabajo popularmente conocido como «central», que se
concentra en Ja línea fron tal profunda. La fase final del
proceso requiere sesiones de integración que reúnan el
centro y la «funda» superficial en una sinfonía de movimientos armonizados con una postura y u na «actura» relajadas y «elegantes» (fig. A2.4).
La presentación del conjw1to de la secuencia a ntes de
esbozar cada sesión nos permi tirá detectar aquellos elementos que difieren de otros enfoques sin1ilares:
1. Las líneas del brazo son el objeto de un trabajo de
d iferenciación significativo en las cuatro primeras
sesiones, ya que la miofascia de los miembros
superiores es incluso más superficial que la de
las líneas lateral, anterior y posterior. Al final del
tratamiento, las líneas del brazo disfrutarán de otra
sesión exclusivamente dedicada a ellas, en la que el
conjunto del hombro y el brazo debe reincorpora rse
al nuevo apoyo obtenido a pa rtir del tronco
descompensado. Las líneas funcionales, q ue conectan
los miembros superiores con el miembro inferior
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Diagrama de lectura corporal
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Evaluación estructural
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Pie cargado
Respiración
Cabeza
Cuello
Cintura escapular
Hombros
Tórax/caja torácica
Columna lumbar
D
D
Cintura pélvica
Caderas
Rodillas
Tobillos
Articulaciones subtalares
Arcos
Plan terapéutico
Próximo tratamiento
Limpieza
Buscar
Ejercicios para el domicilio
/
Rotación
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Inclinación Desplazamiento Flexión
I
Corto
t
Derecha (O)
Izquierda (1)
Largo
Fig. A2.1 Diagrama de lectura
corporal para la evaluación.
lnternational Association of Structural lntegrators
Fig. A2.2 Logotipo de Kinesis Myofascial lntegration, una forma de integración estructural basada en las vías anatómicas, y logotipo de
la lnternational Association of Structural lntegrators, la asociación profesional de los especialistas de la integración estructural en el ámbito
mundial.
260
integración d e esta área se retomará en las sesiones
9 y12.
3. Las cuatro sesiones intermedias exploran y
reorganizan la parte central de una forma que no se
repite en ningún otro método de trabajo corporal.
Estas sesiones amplían lo que se considera conexiones
de la parte «central» mucho más allá del diafragma
pélvico y los músculos abdominales internos a una
unidad fascial que discurre desde la planta d el pie
hasta el cráneo. La última sesión, la octava (para la
cabeza y el cuello) constituye la transición entre la
diferenciación y la integración - completa la primera y
comienza la segunda- .
Sin olvidar que la intensidad, el método y el orden de
cada sesión varían dependiendo del patrón individual del
paciente, las sesiones se desarrollan de la siguiente manera
(puede verse más detalladamente en los capítulos que
explicitan el abord aje de cada una de las líneas, así como
en la página web www.a11ato111ytrni11s.co111 ).
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«Receta» de las vías anatómicas
Sesiones superficiales
Sesión 1
B
Fig. A2.3 Suponiendo q ue el palo de la imagen superior y el de
la imagen inferior tienen la misma masa, el de la imagen inferior
tiene un "momento d e inercia,, menor. Si imaginamos que el
palo está suspend ido por su punto medio, en la imag en superior
será necesario d arle un mayor número de vueltas para imprimirle
movimiento, mientras que en la inferior podemos intuir que unas
pocas vueltas de la cuerda serán suficientes para conseguir que el
palo gire rápidamente . Aunque la masa de ambos sea la misma,
la diferencia radica en la distancia d esde el eje de rotación. Se
puede apreciar el mismo efecto en el patinaje artístico, donde el
patinador comienza a g irar lentamente con los brazos extendidos
para aumentar d espués la velocidad hasta q ue sólo vemos una
figura borrosa cuando lleva los brazos al cuerpo, lo que d isminuye
el momento d e inercia. Separar de nuevo los brazos le permitirá
reducir de nuevo la velocidad. Andar encorvad o, aumentando
así la amplitud de la postura, o cualquiera d e las inclinaciones
o desplazamientos d escritos en el capítulo 11, aumentará el
momento d e inercia y d ificultará el movimiento; en consecuencia,
serán necesarias más tensión muscular y más adhesión fascial que
llevan la compresión a las articulaciones.
2.
contralateral a través de las region es anterior y
p osterior d el tronco, suelen tomarse en consideración
durante estas sesiones.
La apertura de la pierna, línea a línea, compartimento
a compartimento, se lleva a cabo en las cínco
primeras sesiones; dedicarnos mucho tiempo a abrir
y equilibra r los cimientos de nuestra estructura. La
Céntrese en la apertura de la línea frontal superficial y en
la diferenciación de las líneas anteriores del brazo, profunda y superficial, del cuerpo axial (fig. A2.5).
Objetivos:
• Introducir al paciente en el trab ajo fascial directo y
profundo
• Abrir la respiración en la región anterior, eliminar
patrones de miedo
• En general, elevar la línea frontal superficial y abrir las
líneas anteriores del brazo d istalrnente
Estructuras clave:
o Retináculos de los tobillos y fascia profunda de la
pierna
• Reborde costal y fascia es tem a)
o Esternocleid omastoideo
Sesión 2
Céntrese en la apertura de la línea posteri or superficial y
en la diferenciación de las líneas poste riores p rofunda y
superficial del brazo, del cuerpo axial (fig. A2.6).
Objetivos:
• Profundizar en la fascia densa y en las fibras d e
resistencia de la región p osterior
• Mejorar el ap oyo, llevando al paciente h acia s us piernas
y pies
o Conseguir el equilibrio inicial d e las curvaturas
primaria y secundaria
o En general, lograr el descenso de la línea posterior
superficial y un ificar el tono d e las líneas posteriores
del brazo
Estructuras clave:
• Aponeurosis p lantar
• Fascia de los isquiotibia les
o Erector d e la columna
• Músculos suboccipitales
261
Apénd ice
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Fig. A2.5 La primera sesión se centra en elevar la línea frontal superficial y abrir las dos líneas anteriores del brazo.
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Fig . A2.6 La segunda sesión estabiliza la línea posterior superficial y abre las dos líneas posteriores del brazo.
264
Sesión 3
Céntrese en la apertura de la línea lateral, en la diferenciación de las cuatro líneas del brazo desde abajo y en la apertura de las regiones la terales de la línea frontal profunda en
cualquiera de los dos extremos de la caja torácica (fig. A2.7).
Objetivos:
• Abrir los laterales del cuerpo, desp legar las «alas» d e la
respiración
• Entrar en contacto con el sistema de estabil.ización del
cuerpo y equilibrarlo
• Entrar en contacto con el «centro lateral» del cuerpo
Estructuras clave:
• Fascia de los p eroneos
• Tracto iliotibial
• Cuadrad o lumbar y miofascia de los escalenos
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Sesión 4
Equilibre las miofascias superficiales, concre ta mente el
tono d e la línea espiral derecha e izqu ierda (fig. A2.8).
Obje tivos:
• Liberar las restricciones impuestas por cualquier
rotación superficial
• Equilibrar el cabestrillo qu e rodea la escápula
• Equilibrar el cabestrillo que sostiene los arcos del pie
• Completar el trabajo en las líneas de la funda su perficial
Estructuras clave:
• Complejo muscular serra to-romboides
• Oblicuos del abdomen
• Banda larga formada por el tibia! an terior y el peroneo
Sesiones centrales
Sesión 5
Céntrese en la apertura de la porción inferior de la línea frontal p rofunda y su equilibrio con la línea lateral (fig. A2.9).
Objetivos:
• Desarrolla r el apoyo proporcionado por la cara inte rn a
del miemb ro inferior
• Abrir y equilibrar el com partimento de los ad uctores
• Liberar la pelvis desde abajo
Estructuras clave:
• Porción profunda del compartimento posterior de la
pierna
• Grupo ad uctor
• In serciones del complejo del psoas en el trocán ter menor
Sesión 6
Fig. A2.7 La tercera sesión se centra en la línea lateral y en el
equilibrio de los hombros sobre ella.
Céntrese en la apertura de la porción d e la línea fronta l
profunda corresp ondiente al tronco y re tome las líneas
anteriores del brazo, especialmente la línea an te rior p rofunda del brazo (v. figs. A2.5, A2.9 y A2.10).
Objetivos:
• Encontrar la colocación y el apoyo adecuados para la
columna lumbar
• Equilibrar el psoas y el diafragma para libera r la
«respiración p rofunda»
• Encon trar la coordinación d el d iafragma pélvico y el
respiratorio
Estructuras clave:
• Psoas
• Diafragma
• Hoja p rofunda de la miofascia abdominal
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Fig. A2.8 La cuarta sesión equilibra la doble hélice de las lineas espirales, incluyendo la banda que rodea la bóveda plantar y la posición de la
266
escápula con respecto a la cabeza y las costillas.
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Fig. A2.9 Las sesiones centrales, que comienzan en la sesión 5, se centran en la línea frontal profunda que discurre desde la parte medial del
arco longitudinal hasta la mandíbula, atravesando la pelvis y rodeando las vísceras.
26 7
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Fig. A2.10 Las sesiones •centrales•.,
especialmente la sesión 6, buscan
principalmente la separación y la «distancia"
adecuadas entre el cuerpo neuromuscular
(lo que María Montessori denominó el
«hombre blanco" , en la parte superior) y el
cuerpo visceral (que denominó ..11ombre
rojo•" en ta parte inferior}. La división se
produce exactamente en el ligamento
longitudinal anterior que discurre en sentido
caudal desde ta distinción entre tas partes
visceral y neurat del cráneo, que se produce
en et extremo superior hasta el cóccix.
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Parte visceral
del cráneo
Intestino
(tubo dir¡estivo)
Sesión 7
Sesión 12
Céntrese en la apertura de la «línea posterior profunda»,
asociada a la línea frontal profunda, prestando atención al
saco interno de sostén desde el calcáneo hasta la bisagra
mediotorácica de la columna, pasando por las tuberosidades isquiáticas y el sacro (fig. A2.11).
Objetivos:
• Alinear el apoyo óseo de la región dorsal del cuerpo
• Liberar los movimientos intrínsecos del sacro
• Relajar la rotación y las flexiones espinales
Estructuras clave:
• Piriforme y rotadores laterales profundos
• Músculos del diafragma pélvico
• Calcáneos
• Músculos multífidos y transversoespinoso
Busque el equilibrio de los músculos profundos de Ja
columna y el tono uniforme de todo el cuerpo.
Sesión 8
Céntrese en la apertura de las porciones de cabeza y cuello
de las líneas profundas anterior y «posterior», y conéctelas
a las líneas del brazo (fig. A2.12)
Objetivos:
• Alinear la cabeza sobre el resto del cuerpo
• Equilibrar la mandíbula y el «viscerocráneo»
• Comenzar la integración mediante e l cuello
Estructuras clave:
• Esfenoides
• Articulación temporomandibular
• Complejo del hioides
• Vértebras cervicales, músculos cervicales anteriores
profundos
Sesiones de integración (t19 . A2.13J
Sesión 9
Busque el tono uniforme, la amplitud de l movimiento y la
integración de las siete líneas que discurren por la pelvis y
los miembros inferiores.
Sesión 10
Busque el tono uniforme, la amplitud del movimiento y la
integración de las once líneas que atraviesan y rodean la
caja torácica.
Sesión 11
Busque el tono uniforme, la amplitud del movimiento y la
integración d e las cuatro líneas de Jos miembros superiores y la cintura escapular.
268
Principios del tratamiento
La receta que acabamos de proporcionar emana de los
siguientes principios:
1. Debe disponerse d e la can tidad de energía suficiente
-nutricional, física, hormonal, etc.- para alcanzar
los objetivos establecidos por el profesional y el
paciente. Si la en ergía disponible no es suficiente, se
debe encontrar más o persuadir al paciente para que
red uzca sus expectativas.
2. Utilizar la energía disponible para au mentar la
funcionalidad y la ndnptnbilidnd de los tejidos en un
á rea determinada.
3. Mediante la nueva adaptabilidad de los tejidos,
modificar las relaciones entre los segmentos para
aumentar el apoyo.
4. Una vez conseguido más apoyo, tratar de liberar los
patrones de tensión subyacentes.
5. Una vez lograda la liberación, integrar el nuevo patrón
en la postura y la funcionalidad diarias.
Directrices estratégicas
A continuación se ofrecen algunas directrices generales
para la utilización de los meridianos miofasciales de las
vías anatómicas en la terapia manual:
• Pnm l/eunr n cnbo In evn/11nció11 111edim1te In pnlpnció11, se debe
co111e11Ztll' por el ñren nfectndn, restringida, lesio11ndn o dolorida y,
desde nhí, despinzarse n lo largo de los trenes. Si el tratamiento
de un área local no funciona, se deben buscar otras áreas
del meridiano que puedan dar resultado en el área afectada
(p. ej., si los isqtúotibiales no ceden a los estiramientos o la
manipulación directa, es necesario intentarlo en otro lugar
de la línea posterior superficial -en la fasda plantar o en el
área suboccipital, entre otras posibilidades-).
• El trabajo sobre los 111eridin11os n menudo tiene efectos
en otros lugares. Sea cual sea el método empleado, el
trabajo sobre una de las áreas de un meridiano puede
mostrar su efecto a una cierta distancia dentro de ese
meridiano, por encim a o por debajo del área tratada. Es
necesario reevaluar toda la estructura periódicamente
para observar los efectos globales del trabajo.
• Trnbnjnr el tejido del 111eridin110 e11 In dirección hncin In que
se riesen dirigirla. Si simplemente se está relajando un
elemento muscular d e un meridiano, la dirección no
es tan importante; si se pretende modificar la relación
Fig. A2.11 La sesión 7 trabaja sobre los tejidos más profundos
de la región dorsal del cuerpo para alinear los principales
referentes óseos -los talones, las tuberosidades isquiáticas,
las articulaciones sacroilíacas, la bisagra mediotorácica y el
occipucio-. Los rotadores laterales profundos son claves para
esta sesión.
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Porción
anterosuperior
,..,__ _ de la línea
frontal
profunda
Porción Porción
posterosuperior mediosuperior
de la LCFP de la LCFP
Fig. A2.12 La sesión 8 es una oportunidad para «sentar la
cabeza ... Se trata de reunir profundamente las múltiples funciones
del cuello y la cabeza, donde conviven el ectodermo, el mesodermo
y el endodermo (v. pág. 202).
269
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Fig. A2.13 Las sesiones de integración son una oportunidad para conferir armonía y coordinación a los 12 meridianos miofasciales y
lograr así la mejoría progresiva del organismo. La sesión 9 aborda la pelvis y los miembros inferiores; la sesión 1O, el torso y la respiración:
la sesión 11, los hombros y los miembros superiores, y la sesión 12, la columna y el cuello en relación con todo el cuerpo. (Nuestro
agradecimiento por el brillante dibujo de Albinus, cortesía de Dover Publications.)
270
de los planos fasciales, sí lo es. «Colóquelo donde
corresponda y busque el movimiento» era el escueto
resumen que la doctora Ida Rolf hacía de su método.
Por ejemplo, es frecuente que sea necesario elevar los
tejidos de la línea frontal superficial en relación con
los tejidos de la línea posterior superficial, que deben
desplazarse hacia abajo, para «colocar la toga» de
miofascia sobre un esqueleto equilibrado de forma eficaz.
• Trabajar desde fuera hacia de11tro y, a co11ti111inció11, de
de11tro hacia f uera. En primer lugar, hay que solucionar
las compensaciones localizadas en las capas más
superficiales, hasta donde sea útil, antes de abordar los
patrones más profundamente arraigados. En términos
generales, se debe intentar conseguir una resiliencia
uniforme y la adaptabilidad de las líneas superficiales
anterior y posterior y de las líneas espiral y lateral antes
de intentar desenredar la línea frontal profunda. Abordar
los patrones profundos demasiado pronto, antes d e
relajar las capas superficiales, puede llevar los patrones
a planos más profundos o reducir la cohesión del cuerpo
en lugar de resolver los problemas. Una vez logrados
una cierta resiliencia y un cierto equilibrio en Ja línea
frontal profunda, se deben retomar los problemas de las
líneas superficiales y recolocar las líneas funcionales y de
Jos brazos sobre la estructura reequilibrada.
Principios del uso del cuerpo
y la mano
Los principios generales de la manipulación fascial y miofascial son Jos siguientes:
o
Prestar nte11ció11. Tendemos a prestar atención al modo
en el que abordamos al paciente, es decir, aquello
que sale de nuestras manos hacia el paciente, y se
dedica menos tiempo a entrenar las percepciones del
profesional, es decir, lo que percibe nuestro brazo sobre
el paciente. Es necesario mantenerse atento en todo
momento a lo que el tejido transmite.
º Cnpns. Profundizar exclusivamente hasta alcanzar la
primera capa que ofrezca resistencia y trabajar sobre su
extensión.
o Ritmo. La velocidad es el enemigo de la sensibilidad;
hay que moverse al ritmo que permita el
ablandamiento de los tejidos o a un ritmo menor.
o Mecri1Jicn corpornl. Un esfuerzo y una tensión mínimos
por parte del profesional llevan a la máxima
sensibilidad y transmisión de intención al paciente.
Para inducir modificaciones en el tejido, siempre es
mejor utilizar el peso y la «esencia del tiempo» que la
fuerza.
Los principios de la mecánica corporal se inculcan
durante la formación y se ignoran en la práctica.
• Movimiento. El movimiento del paciente incrementa la
eficacia del trabajo miofascial. Con cada movimiento
que se realice, se debe buscar una dirección para el
movimiento del paciente. De nuevo, «colóquelo donde
corresponda y busque el movimiento». El movimiento
del paciente bajo la mano del profesional, incluso un
movimiento mínimo, cumple por lo menos dos funciones:
- permite al profesional percibir con facilidad el nivel
de miofascia que está activando e
- implica al paciente activamente en el proceso,
aumentando su propiocepción desde Jos husos
musculares y los receptores de estiramiento.
o Dolor. El dolor es una sensación que se acompaña de
la «intención motora d e retirada » del paciente. Es una
razón para detenerse, abandonar o reducir el ritmo.
• Trnyectorin. Cada movimiento sigue una trayectoria o
un arco con un principio, un medio y un final. Cada
sesión sigue un arco, cada serie de sesiones sigue un
arco e incluso cada movimien to describe un arco.
El profesional debe saber en el punto de estos arcos
superpuestos en el que se encuen tra.
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Objetivos
Los objetivos del trabajo miofascial o del movimiento
incluyen lo siguiente:
• Unn i111nge11 corporal completn. El paciente tiene acceso a
la información de todo el cuerpo cinestésico, así como
su acceso motor, con áreas mínimas de rigidez, atasco o
«amnesia sensoriomotriz».
• Apoyo y nli11enció1J esq¡¡e/éticn. Los huesos están alineados
de forma que permiten la bipedestación y la acción con
un mínimo esfuerzo.
• Te11segridnd/pnli11to11icidnd. Los tejidos miofasciales se
equilibran alrededor de la estructura esquelética de
forma que hay una uniformidad general del tono, en
lugar de islas de tensión aumentada o tejidos laxos. Lo
opuesto a la integración estructural es el aislamiento
estructural.
o Longitud. El cuerpo vive en máxima longitud, tanto en
el tronco como en los miembros inferiores y tanto en
los músculos como en las articulaciones, en lugar de
moverse en acortamiento y compresión.
• Resilie11cin. Capacidad de soportar la tensión sin
romperse y volver al equilibrio una vez eliminad a esa
tensión.
º Cnpncidnd de n/111nce11nr y libernr 111zn cm~'?ª
so111ntoe111ocio11nl. Capacidad para almacenar una
carga emocional sin emplearla y liberarla para actuar
o simplemente deshacerse de ella en el m omento
oportuno.
• Unidnd de i11te11ció11 con co11cie11cinció11 dif11sn. La
integración estructural implica la capacidad de
centrarse en una tarea o percepción determinada, al
tiempo que mantiene una conciencia periférica difusa
de lo que se lleva a cabo en torno a esta actividad. La
concentración sin la conciencia del contexto genera
el fanatismo; Ja conciencia sin concentración lleva al
individuo a estar siempre en las nubes.
• Mínimo esf11erzo. Mínimo esfuerzo en la bipedestación
y el movimiento -menos tensión «parásita» o
movimiento compensatorio innecesario, en cualqu ier
tarea-.
• Rn11go de 111ovi111ie11to. Amplitud de movimiento, menos
restricción en una actividad determinada y disponer de
todo el rango de movimientos del ser humano -dentro
de los límites determinados por la salud, la edad, los
antecedentes personales y la constitución genética-.
• Mí11i1110 dolor. La bipedestación y la actividad deben
estar tan libres de dolor estructural como sea posible.
271
Apéndice
Meridianos miofasciales
y medicina oriental
Los meridianos miofasciales de las vías anatómicas se han
desarrollado exclusivamente en el marco de la tradición
anatómica occidental. En la primera edición, omitimos
deliberadamente cualquier comparación con la acupuntura y los meridianos propios de la medicina oriental tradicional, con objeto de hacer hincapié en el fundamento
anatómico de estas continuidades. No obstante, la estrecha
relación existente entre ambos no puede ignorarse, especialmente a la luz de la investigación más reciente que
detalla los efectos de la acupuntura a través de la matriz
extracelular y en ella misma. En esta edición se comparan
los meridianos de la acupuntura, las líneas Sen del masaje
tailandés y las vías anatómicas. Puesto que todos estudi amos el mismo cuerpo humano, no resulta sorprendente
que, al acercam os a la cumbre, encontremos puntos en
común entre dos rutas de ascenso diferentes.
Este autor no está especializado en medicina orienta l, por lo que agradece a los doctores Peter Dorsher, 1 C.
Pierce Salguero,2· 6 Helene Langevin,7-22 y Phillip Beach
(osteópata)21 -31 la ayuda prestada en la descripción precisa
de estos meridianos y en la extracción de sus detalles. No
existe uniformidad en la representación de estos meridianos en las distintas tradiciones de la medicina oriental, así
que hemos decidido recorrer el trayecto más concurrido en
lugar de abrimos camino en la maleza de las vari antes.
Tal y como muestran las ilustraciones del doctor
Dorsher aquí incluidas, las continuidades miofasciales de
la línea frontal superficial (LFS), la línea posterior superficial (LPS) y la línea lateral (LL) coinciden en gran medida
con las continuidades energéticas de los meridianos del
estómago, d e la vejiga urinaria y de la vesícula biliar respectivamente (fig. A3.1A-D).
Las cua tro líneas del brazo, desde la anterior superficial
hasta Ja posterior superficial, se corresponden con bastante
exactitud con los meridianos del pericardio, el pulmón, el
intestino delgado y el triple calentador, respectivamente
(fig . A3.2A- D).
La línea frontal profunda, accesible cerca de la superficie corporal sólo en ocasiones, se corresponde con el
meridiano d el hígado, que d e forma similar viaja a través
y alrededor de las vísceras ventrales, aunque en algunas
áreas se asemeja al meridiano del riñón, que recorre la
línea interna del miembro inferior (fig. A3.3A y B).
En lo que respecta a las den ominadas líneas helicoidales -la línea espiral y las líneas funcionales- nos encontramos con un obstáculo y es que cruzan la línea media
anterior y posterior del cuerpo para establecer una unión
biomecánica con las estructuras del otro lado del cuerpo,
mientras que ningún meridiano de acupuntura atraviesa
Ja línea media. El meridiano del estómago se asemeja fundamentalmente a la porción anterior de la línea espiral;
cuando se combina con el meridiano de la vesícula bilia r,
duplica casi toda la línea esp iral, pero su equivalencia es
un tanto controvertida (fig . A3.4).
Si ahora prestamos atención a las líneas Sen empleadas
en el masaje tailandés, encontramos qu e los meridianos
no se cruzan en la región posterior y, sin embargo, en la
región anterior muchos parecen encontrarse y cruzarse en
el ombligo o lznm (fig. A3.5) .
Concretamente, la línea Kalatharee cruza la región anterior como el reflejo especular del mapa de las vías anatómicas, al unir la cara anterior del miembro sup erior (línea
anterior superficial del brazo) con el fému r del lado contrario (línea funcional frontal), tras cruzar la línea media y al
conectar e l aductor largo al arco interno del pie median te
la línea interna del miembro inferior, sobre la línea frontal
profunda (fig . A3.6).
Las últimas investigaciones destacan la conexión, tanto en
fo rma como en función, entre el funcionamiento de la acupuntura y el de la red fascial en general. Los hallazgos de
la eminente neurocientífica e investigad ora en el campo de
la acupuntura, la doctora Helene Langevin, y de otros han
demostrado que el tejido conjuntivo -concretamente, los proteoglucanos hidrófilos junto con los fibroblastos y las fibras
de colágeno- se enrosca alrededor de la aguja de acupuntu ra
cuando esta se rota en el sitio, lo que genera efectos mecánicos sobre el tejido que pueden objetivarse (fig. A3.7). Estos
efectos se han d etectado hasta a 4cm del punto d e inserción
de la aguja (ya que este era el límite del campo de visión; se
están realizando nuevos experimentos que tratan de determin ar si el efecto puede detectarse a una distancia mayor).
Además, Langevin postuló que es posible que los meridianos de la acupuntura oriental sigan planos fasciales intero intramusculares. La suma de todos estos hallazgos vin cula
los posibles efectos de la estimulación generada por Ja acupuntura con Ja transducción mecánica que tiene lugar en los
planos fasciales de la matriz extracelular (MEC), detallada
en las páginas finales del capítulo 1 (aunque, por supuesto,
la acupuntura también puede tener otros efectos). En el
brazo, Langevin encontró una correspondencia del 80%
entre los puntos de la acupun tura tradicion al y estos planos
fasciales d e división en el tejido conjuntivo intersticial.
Esto su giere que la clara «señalización» y el efecto de la
acupuntura dentro de su radio de acción está conectado a
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Linea posterior superficial
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Linea posterior superficial
Meridiano de la vejiga urinaria
Meridiano de la vejiga urinaria
Fig. A3.1 Existe una correspondencia bastante intima entre los recorridos de las líneas frontal, posterior y lateral y los meridianos del
estómago, la vejiga urinaria y la vesícula biliar, respectivamente. (Utilizado con autorización del Dr. Peter Dorsher.)
274
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Línea lateral
Meridiano de la vesicula biliar
Fig. A3.1 Continuación
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Linea anterior
profunda del brazo
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Meridiano del pulmón
Fig. A3.2 Existe una correspondencia bastante íntima entre los recorridos de las cuatro líneas del brazo y los meridianos del pericardio, el
pulmón, el triple calentador y el intestino delgado. (Utilizado con autorización del Dr. Peter Dorsher.)
276
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Meridiano del
triple calentador
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Línea frontal profunda
Meridiano del hlgado
Fig. A3.3 La línea frontal profunda se corresponde con el meridiano del hígado, aunque Ja línea interna del miembro inferior también
parece tener mucho en común con el meridiano del riñón, que termina en la parte interna del arco longitudinal, al igual que la línea frontal
profunda. (Utilizado con autorización del Dr. Peter Dorsher.)
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Linea espiral (anterior y posterior)
278
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Meridiano del estómago
Meridiano de la vejiga urinaria
Fig. A3 .4 El conjunto de continuidades miofasciales de la línea espiral podría compararse con la combinación de los meridianos del
estómago y de la vejiga urinaria, pero decir que se corresponden sería excederse. Por otro lado, la línea espiral uparasita" las líneas frontal,
posterior y lateral -compartiendo músculos y fascia con cada una de estas líneas- , así que tal vez no suponga un exceso decir que este
meridiano debe proceder de otros. (Utilizado con autorización del Dr. Peter Dorsher.)
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Fig. A3.5 Si bien ninguno de los meridianos de la acupuntura
tradicional cruza la línea sagital media, las líneas Sen del masaje
tailandés cruzan la línea media de la región anterior en el hara.
(Adaptado de Salguero CP. Traditional Thai medicine: Buddhism,
Animism, Ayurveda. Prescott: Hohm Press, 2007, y reproducido
con autorización de C. Pierce Salguero, www.taomountain.org.)
~
Fig. A3.6 La linea Kalatharee recuerda especialmente a la linea
funcional frontal, al conectar la línea anterior superficial del brazo
con la línea frontal profunda del miembro inferior del lado opuesto,
tras cruzar la línea media. (Adaptado de Salguero CP. The
encyclopedia of Thai massage. Forres, Scotland: Findhorn Press,
2004, y reproducido con autorización de C. Pierce Salguero,
www.taomountain.org.)
Fig. A3.7 Se ha demostrado que la rotación de las agujas en la acupuntura "enrosca" la matriz extracelular alrededor del cuerpo de la
aguja (al menos, en los ratones). No obstante, todavía no se ha dilucidado la relación que la evidente interacción entre la aguja y la MEC
tiene con los efectos terapéuticos. Imágenes acústicas y ópticas del tejido subcutáneo con una rotación unidireccional de la aguja.
(A) Muestra de tejido fresco obtenida mediante microscopia acústica por ultrasonidos; (B) la misma muestra de tejido que, tras la
obtención de la imagen anterior, ha sido fijada con formol, sumergida en parafina, seccionada y teñida para su análisis histológico con
hematoxilina/eosina. Barra de escala: 1 mm. (Reproducido con autorización de Langevin et al 2002.)
nivel celular e histológico con la nuevos canales de comunicación mediante mecanotransducción descubiertos entre
las células de tejido conjuntivo, como los fibroblastos y
los leucocitos, y la MEC que los rodea. Las futuras investigaciones prome ten ser excitantes para Jos campos de la
acupuntura, la rehabilitación, la educación motora y la
manipulación terapéutica, ya que estos enfoques comienzan a reunirse en un «campo unificado».
Por ú ltimo, se p lantea la a uténtica pregunta de si tanto
el sistema de las vías ana tómicas como el mapa de la acupuntura no serán el resu ltado de las mismas respuestas del
organismo al desarrollo, el movimiento y la protección del
279
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cuerpo. El osteópata australiano Phillip Beach ha desarrollado el concepto del «campo contráctil» (CC) y la hipótesis
sobre la existencia de los campos lateral, dorsal, ventral,
helicoidal, apendicular, radial y quiral. Los campos externos equivalen a los meridianos de la acupuntura, pero la
asociación con músculos y órganos es más compleja que el
mapa que conforma el grueso de este libro.
Citando a Beach:
La biocie11cia l111 buscado en vmw 111eridia11os. Sin unn
explirnció11 cie11tifica de lo que se 1111 descrito e11 los 111npns,
In 111edici11n 111odemn tienden rec/111znr el concepto de los
111eridin11os. Sig11ie11do una 111etodologín conocida por los
chi110s, es deci1~ alejarse de un estf11111/o negativo junto con
el 111ode/o del ce, se post11 In que los 111erid in11os SO/l ((líneas
emergentes de co11trol de In for111n». Cuando se p1111cio11m1
o ca/ie11tn11, los vectores de retmcción se desnrrollm1 por In
pared corporal sig11ie11do pntro11es prácticos y predecibles.
Unn simple ngujn activnní 1111 cn111po de co11tractilidnd que
el modelo del CC 11os ayudan co111pre11der. Básicn111e11te,
se postula que los clzi11os i11cluyero11 en el mapa el 111í11i1110
111í111ero de lí11ens, exnctn111ente e11 In posición ndecundn, para
controlnr co11 precisió11 y planificació11 /ns sutilezas de In for111n
/111111m1a en /ns tres di111e11sio11es. Ln for111n y In f11nció11 swde11
estar relacionadas. La re/ació11 entre el 111odelo del CC y el
detallado 111apa clzino de los 111eridia11os es aso111brosn. F11e el
111npn de los 111eridin11os lo que sugirió n este autor In asociació11
entre los ó1gn11os sensoria/es y los ce, 1111(1 asociación
que 110 podía siquiera i111ngi11nrse desde 111111 perspectiva
11111sc1 tloesq11eléticn co11ve11cio11nl. 29
El «control de la forma» debe ser el principio que vincule la respuesta señalizadora a través del tejido conjuntivo
y el recorrido extraño pero intuitivamente correcto de los
meridianos por el cuerpo. Combinados con el trabajo de
Becker, que sugiere que la red de tejido conjuntivo podría
haber dispuesto de funciones de señalización y contracción antes de que apareciera la red muscular organizada,
las vías anatómicas y/ o los campos contráctiles podrían
representar líneas primitivas de alejamiento de estímulos
negativos o de aproximación a estímulos positivos.32,33
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Term.nología de
vías
,
.
anatom1cas
Lo sig11ie11te es 1111 glosario de tér111i11os pnrticulnres de este libro.
No se i11c/11ye In 111nyorín de In ter111i110/ogín mintó111icn estñ11dm;
pero se puede e11co11tmr e11 walq11icr diccio11nrio 111édico.
Bloqueo corto Término utilizado para designar un
músculo tenso con menor longitud que la longitud eficiente
habitual, en racimo o acortad o, conocid o en fisioterapia
como «sometido a carga concéntrica».
Bloqueo largo Término utilizado para designar w1
músculo tenso con una longitud mayor a la longitud eficiente h abitual, sometido a tensión, conocido en fisioterapia
como «sometido a carga excéntrica».
Conexión mecánica Conexión entre dos vías mediante de
una parada, donde dicha conexión se realiza a través de un
hueso interpuesto.
Continuidad miofascial Dos o más estructuras miofasciales adyacen tes y conectadas.
Descarrilamiento Enlace entre meridianos miofasciales
que sólo se utiliza en ciertas condiciones.
Exprés Músculo con múltiples articulaciones que cumple
diversas funciones.
Interruptor Área donde los planos fasciales convergen de
dos a uno, o divergen de uno a dos.
Línea de bifurcación Vía alternativa hacia el meridiano
miofascial primario, a menudo menor y solamente
empleada bajo ciertas condiciones.
Línea cardinal Línea que recorre el largo del cuerpo en
cada una de las cuatro grandes superficies: LPS, en la parte
posterior, LFS, en la parte frontal y LL, en los lados d erecho
e izquierdo.
Líneas helicoidales Líneas que a traviesan el cuerpo en
espiral e incluyen las líneas funcionales, las líneas espirales,
las líneas del brazo (en la práctica) y porciones de la línea
lateral.
Local Músculo con una única articulación que copia una
de las funciones del exprés cercano o subyacente.
Meridiano miofascial Cuerda conectada de estructuras
fasciales o miofasciales, una de las líneas de las vías
anatómicas.
Parada Lugar donde las continuidades miofasciales o vías
en el saco miofascial «exterior» se «atan» a la red fascial del
saco ligamentoso «interior» -en otras palabras, inserción
muscular-.
Roundhouse Área de reunión de numerosas continuidades miofasciales, sujeta a distintos vectores; en lenguaje
corriente, punto de referencia óseo donde se encuentran
numerosos músculos como, por ejemplo, la espina ilíaca
anterior superior.
Vía Elemento fascial o miofascial individ ual dentro de un
meridiano miofascial.
Vías anatómicas Sistema de doce meridianos miofasciales descrito en el libro.
Anatomía y fisiología
Fascia En este libro, este término hace referencia a la red
de colágeno d el cuerpo o cualquiera de sus secciones.
Sustancia fundamental Nombre alternativo de los proteoglucanos hidrófilos que constituyen diversos elementos
interfibrilares coloides del tejido conjuntivo.
Tensegridad Estructuras que combinan tensión y compresión, donde los componen tes en tensión determin an la in tegridad estructural y los componentes comprimidos se
encuentran aislados en un mar de tensión continua.
Tixotropismo Tendencia de los coloides (p. ej., la sustancia
fundamental) a fluidificarse cuando se alteran a causa de
la adición de energía mecánica o térmica, y a solidificarse
o volverse gelatinosos cuando se retira el fluido o la energía
o cuando se mantienen inalterados.
Abreviaturas y acrónimos
AE Apófisis espinosa (d e las vértebras)
AT Apófisis tra_nsversa (de las vértebras)
ECM Esternocleidomastoideo
EIAP Espina ilíaca anteroposterior
EIPS Espina ilíaca posterosuperior
LLA Ligamento longitudinal anterior
TFL Tensor de la fascia lata
TI Tuberosidad isquial
TIT Tracto iliotibial
UTL Unión toracolumbar (Tl2-Ll)
e¡;
Líneas
-¡
3
Cardinales
::J
LFS Línea frontal superficial. Va desde la punta de los
o
o
LO
OJ
o...
ro
<
OJ
lJ1
OJ
::J
Q)
..--
º'
3
n
OJ
lJ1
284
dedos de Jos pies hasta Ja parte frontal de la pierna, sube
por el torso a la parte alta del esternón y pasa por un lateral
del cuello hasta el cráneo.
LPS Linea posterior superficial. Ya desde la planta del pie
por la parte posterior de la pierna hasta el sacro, sube hasta
el cráneo y después pasa sobre el cráneo hasta la frente.
LL Linea lateral. Va desde la planta del pie por el
lateral de la pierna y el tronco, bajo los hombros hasta
el lateral del cuello y el cráneo.
Del brazo
LPSB Línea posterior superficial del brazo. Va desde la
apófisis espinosa sobre el hombro y la parte exterior del
brazo hasta la parte posterior de la mano.
LPPB Línea posterior profunda del brazo. Va desde la apófisis espinosa a través de la escápula hasta la parte posterior
del brazo y el dedo meñique.
LASB Linea anterior superficial del brazo. Desciende
desde el esternón y las costillas a lo largo de la cara interna
del brazo hasta la palma de la mano.
LAPB Linea anterior profunda del brazo. Desciende desde
las costillas por la parte anterior del brazo hasta el pulgar
de la mano.
Helicoidales
Central
LE Linea espiral. Va desde un lado del cráneo a través
del cuello hasta el hombro opuesto, las costillas, a
través del abdomen hasta la parte frontal de la cadera, la
parte exterior de la rodilla, la parte interior del tobillo, bajo
el arco del pie y vuelve subiendo por la pierna hasta el
cráneo.
LFF Linea funcional frontal. Va desde un hombro a través
del abdomen hasta la pierna opuesta.
LFP Linea funcional posterior. Va desde un hombro a
través de la espalda hasta la pierna opuesta.
LCFP Linea frontal profunda. Linea central que comienza
en el plano profundo de la planta del pie y asciende por el
interior de la pierna a la parte anterior de la articulación de
la cadera, a través de la pelvis a la parte anterior de la
columna y sube a través de la cavidad torácica hacia la
mandíbula y la parte inferior del cráneo.
,
1nd ice alfa bético
Nota: Las páginas en cursilln remiten a figuras.
A
abdomen
línea(s)
espiral, 133, 134, 135, 136, 142, 143
frontal
profunda, 194-196
superficial, 102-106
lateral, 116, 117, 120, 121, 123, 125
funcionales, 173, 174, 175, 176
meridianos
de latitud, 255-256
miofasciales, reglas, 68
vén11sc ln111bié11 músculos específicos
abductor largo del pulgar, 155, 167
acupresión, 225
acupuntura, meridianos, 5, 273-280
aductor
corto, 185, 201
largo
línea
frontal profunda, 185, 189, 193,
201
funcional frontal, 173
meridianos miofasciales, reglas, 67
mayor
línea
espiral, 139, 140
fronta l profunda, 185-186, 187, 188,
189
funcional frontal, 173
meridianos miofosciales, reglas, 67,
69,70
mínimo, 185
Afrodita de Melas (Venus de Milo), 205
águila, postura, 222
nikido, 160, 225-226
análisis postura!, 229-254
desarrollo
de una estrategia, 236, 238-239,
240-241, 242-243, 244, 246
de una historia integradora, 236, 238,
240,242,244, 246
descripción de la geometría esquelética,
230-235,238,240,242,244,246
ejemplos, 237, 238-248
elementos subjetivos, 248-254
evaluación de los patrones de las partes
blandas, 235,238, 240,242,244,
246
evaluación / revisión d e la estrategia,
236-237
virtud, 237
ángulo lateral rotado, postura, 224-225
«anterior», uso del tém1ino, 231, 232
anuncios, 127, 128
aparato
circulatorio, 25, 26-27, 31-36
locomotor
comparación de las líneas de los
miembros superiores e inferiores,
167-169
evaluació n postura! véase análisis
postura!
tensegridad, 44-61, 229, 230
vt!nsc ln111bit!ir músculo
apófisis coracoides, 151, 152, 153, 154, 164,
165
Aquiles, tendón, 78-79, 80-81, 91, 92, 93,
184
arado, postura, 90, 99, 220
árbol, postura, 222, 223
arco
postura, 220, 221
superciliar, 89-90, 92
articulación
atlantoaxoidea (A-A), 87-89
atlantooccipital (A-0), 87-88
glenohumeral, 154
humerocubital, 154
radiocubital, 154, 165
sncroilíaca, «talón» y, 145-146
«autoconciencia a través del movimiento»,
216, 217-218
B
baloncesto, 208
banda(s)
miofasciales, 8-11
ocular, meridianos de latitud, 257
barca, postura, 220, 221
Barral J. P., 31, 202
Beach P., 279-280
béisbol, 176, 209
bíceps
d elbrazo,153, 154-155, 163, 164, 165,166
femoral
línea
espiral, 139, 140, 142, 146
lateral, 118
posterior superficial, 83, 84, 92
meridianos miofosciales, reglas, 67,
69,70
bipedestación
desarrollo, fases, 218-220
postura, análisis vénse análisis postura!
bloqueo
corto, definición, 283
largo, definición, 283
braquiorradial, 167
del brazo, 153, 154,155, 160-161, 165
Busquet L., 7, 10
e
cabeza
análisis postura!, terminología, 231, 232,
233
lú1ea
espiral, 143, 144
frontal
profunda, 179, 196, 199-200
superficia l, 108, 109, 11 O
lateral, 121-122, 124, 125
posterior superficial, 87-90, 91, 92, 94
postura, 222-223
sedestación, 213
cadera
línea(s)
espiral, 136, 139, 140, 142, 143, 144, 145
frontal
profunda, 179, 189-190, 193
superficial, 97, 102, 103, 104, no, lll
lateral, 119, 122, 125
posterior superficial, 82-84, 93-94
funcionales, 174
marcha, 215
calcáneo
análisis postura!, terminología, 234-235
línea
frontal profunda, 182
posterior superficial, 75, 77-80, 91-92
cambios de vía
definición, 283
reglas de construcción, 68-69
camello, postura, 220, 221
campos contráctiles (CC), 280
cápsula articular, teoría del doble saco, 42
cartílago, 19
hialino, 19
casas de máquinas
definición, 69, 283
escápula, 164
espina ilíaca anterosuperior, 103, 136,
142
cavidad
dorsal, 30, 31, 39, 40
torácica, 196, 197-199, 201-202
!léase lnmbiérr tórax
ventral, 30, 31, 39, 40
células, 13-15, 16, 29-31
campo tensil, 59
d oble saco, teoría, 36-38, 56
epiteliales, 13, 14, 15
mesenquimatosas, 39
microtensegridad, 44, 47, 56-59
miofibroblastos, 53-56
musculares, 13, 14, 15, 54
vénsc lmrrbiérr miofibroblastos
nerviosas, 13, 14, 15, 30, 31, 32, 35-36,
56-58
véase lnmbiérr fascia, función mecánica e
interacciones
cercanías, 80-81
definición, 283
reglas d e construcción, 69
vén11se lmrrbié11 lírrens específicns
cerebro
desarrollo, 31 , 41
membranas, 30
c/111í11es mrcsculnires, 7, 10
cifosis, 85-86
torácica, 85
n
m
Ú)
Ú)
-;:;:'U
n
o
290
cilindros, 249-250
cintura, 120, 125
citoesqueleto, 56, 57, 58
clavícula, 234
péasc lm11/Jié11 fascia clavipectoral
cobra, estiramiento, 110
cóccix, 194
colágeno
fibras, 17, 18
cons trucción de un organismo, 19
desarrollo embriológico, 39
estructura tubular, 32
plasticidad, 22, 23
red de comunicación integral, 28
red véase fascia
columna
análisis postural, terminología, 232-233,
234
curvaturas, 92-93, 232
como estructura tensegrítica, 50, 52
fl exión lateral, 123
fl exiones, 232-233
integración en sed estación, 212-215
líne;i
espiral, 141
frontal
profunda, 179, 190-192, 194, 196-197
su perficial, 98
posterior
profunda, 94
superficial, 84, 85-86, 87, 91, 92-93
lumbar, flexiones, 232-233
natación, 126
ondas de, 92-93
reflejos de estiramiento, 126
rotación primaria de, 250
terapia d e movimiento, 91
compartimento
anterior de la pierna, 100-101, 110, 124
lateral de la pierna, 118, 124
compensaciones posturales
análisis véase análisis postura!
línea(s), 9
d e los brazos, 149
espir;il, 134
frontal
profunda, 183-184
su perficial, 99
funciona les, 171
lateral, 115
posterior superficial, 75, 92-93
red fascial, velocidad de comunicación,
34-35
compresión-tensión, equilibrio
macrotensegridad, 45-48, 49, 50-53
microtensegridad, 56-59
comunicación mecánica, red fascial, 33,
34-35, 36
conexiones mecánicas, 283
continuidad miofascial
d efinición, 4-5
gastrocnemio-isquio tibiales, 7, 81
historia del concepto de las vías
anatómicas, 6-7
con tractilidad , miofibroblastos, 54-55, 56
coracobraquial, 153, 154, 155
meridianos miofasciales, reglas, 65, 66
corrientes p iezoeléctricas, 20-22
costillas/ caja torácica
análisis postura!, terminología, 231, 232,
233,234
línea(s)
de los brazos, 149, 153, 154, 155, 164, 165
espiral. 134, 135, 143
fronta l
profunda, 179, 199, 201-202
s uperfici al, 106-108, 110, 112, 113
funciona les, 174, 175, 176
la teral, 120-121, 123, 125, 128, 129
cráneo,88,89-90, 121, 131, 141, 200
cresta ilíaca, 120, 123, 125
cricket, 176
jugador, 176
cuadrado lumbar (CL), 123, 125, 192, 194
cuádriceps, 101-102
cúbito, 136, 155, 160, 163, 165
cuello
integrar la columna en sedestación, 213
línea(s)
de los brazos, 165
espira l, 143
frontal
profunda, 179, 196-197, 199, 201
superficial, 108-109, 112-113
lateral, 121, 123, 125
posterior superficial, 75, 85, 86-89,
91,92
meridianos de latitud, 256-257
sobresalto, respuesta, 112-113
curación, filosofía, 2-3
curvaturas, línea posterior superficial,
92-93, 94
D
Dart R., 6
dedos, 156, 157, 160, 161, 165
de los pies, línea(s)
frontal
profunda, 182, 183, 184
superficial, 97, 100, 110
de los miembros inferiores,
comparación, 167-168
posterior superficial, 75-78, 91, 93
deltoides, 160-161, 162, 165, 166, 174
deportis tas, 173-174, 176, 206-209
depresión, pos tura, 36
«derecho», uso d el término, 231, 232, 233
desarrollo
embriológico, 31, 36-41
extremo superior d e la línea frontal
profunda, 202
líneas de los miembros inferiores,
comparación, 167
ondas d e la columna y los miembros
inferiores, 92
evolutivo, 89-90, 126, 167
movimientos durante el, 216, 218-220
descarrilamientos
definición, 65, 283
línea
fronta l s uperficinl. 102-103, 104-105
lateral, 119-120
posterior superficial. 81 -82
«desplazamiento», uso del término, 231, 233
diafragma, 197, 198
discóbolo, 206
doble saco, teoría, 36-44
dorsal ancho, 120, 155-156, 157, 158, 159
línea(s)
espiral, 135
funcionales, 173-174, 175-176
E
ECM z•énse esternocleidomastoideo
ectomorfos, 249
educación cinestésica
línen(s)
de los brazos, 155
espir<il, 139, 141, 144
frontal
p rofunda, 194-196, 200-202
superficial, 102-103, 108-109, 111-113
funcionales, 174-175
lateral, 118-119, 121-122
pos terior superficia l, 77-78, 79-80,
81-82, 83-84, 86-89, 92-94
Péase lnr11/Jié11 Kim•sis lvlyofnscial
/11/egmtio11
ElAS véase espina ilíaca anterosuperior
EIPS véas<' espina ilíaca posterosuperior
elasticidad fascial, 22
elevador
del <ino, 186, 187, 188
de la escápula, 121-122, 158-159, 164
embrión, postura, 220, 221
encorvamiento, 21 -23
endomorfos, 249
equilibrio
de las mitades corporales, 251-252
p osturas, 222-223
erector de la columna, 84, 85-86, 91, 92, 94,
98, 141, 790
escalas de tiempo
rniofibroblastos, contracción, 54, 55, 56
sistema fascial, comunicaciones, 34
escalenos, línea
frontal profunda , 196, 197, 201
lateral, 77 6, 123-124, 125
escápula, 122
análisis postura(
partes blandíls, evalunción, 235
terminología, 233, 234
línea(s)
de los brazos, 150, 151, 153, 154, 156,
158, 159, 160, 164, 165, 167
espiral, 131-135
meridi<inos miofasciales, rcglns, 68-69, 151
escultura, 203-206
clásica, 203-206
espejos en el análisis pos tura), 248
espinn ilíacn
anteroinferior (EIAI), 102, 103, 110, 144
anterosuperior (EIAS), línea(s)
espiral, 136, 142-143, 144, 145
fronta l
profunda, 193
superficial, 102, 103, 110
funciona les, 175
latera l, 119, 120
posterosuperior (EIPS), 119, 120
espinilla, 100-101, 102, 110
espinoso,84,92,94
esplenio
d e la cabeza, línea
espiral, 131, 133, 134, 141
lateral, 116, 117, 121, 125
del cuello, línea
espiral, 131, 133, 134, 141
l<iteral, 116, 117
esternal, 107, 110, 112
esternocleidomastoideo (ECM), línea
frontal
profund a, 196-197
s uperficial, 98, 108-109, 110, 112
lateral, 11 6, 121, 122
esternohioideo, 199
estir<imientos, 220-225
línea(s)
de los brazos, 153, 154, 158, 161-162,
222,225
espiral, 141, 142, 220-222, 224, 225
frontal
profunda, 192,220,224
superficial, 109-110, 220, 221, 224-225
lateral, 122-123, 220, 223-224
posterior superficial, 90-91, 220, 224
evaluación visual, instrumentos
línea(s)
de los brazos, 149-151, 153-1 54
es piral, 134, 135, 142-1 45
frontal
profunda, 196-197, 200-202
superficial, 97-99, 100-101, 102, 106,
109-113
posterior superficial, 79-81, 83-84, 85-93
vé1111se tn111bié11 movimiento,
evaluaciones; análisis postural;
integración estructural
expresos, 80-81
definición, 283
reglas de construcción, 69, 70
vén11sc tn111bié11 /í11ens específicas
extensor corto del pulgar, 155, 167
F
fa ringe, 198, 202
fascia
acupuntu ra, 273-279
campos contráctiles, 280
clavipectoral, línea(s)
de los brazos, 151, 152, 153-154, 155
funcional frontal, 173
epicraneal, 89, 94, 109
estemal, 98, 106, 107-108, 110, 112
línea
frontal profunda, 199
lateral, 128, 129
formación, 38-41
función mecánica e interacciones, 13-61
células básicas, 13-15, 54
construcción de un organismo, 18-19
véase tn111bié11 tensegridad
doble saco, teoría, 36-44
matriz extracelular, 15-18
plasticidad, 19-24
pretensión, 53-54, 55, 56
propiedades eléctricas, 20-22, 28
red de comunicnción integral, 25,
27-36
tensegridad, 44-61, 229, 230
meridianos véase meridianos
miofasciales
de latitud, 255-257
p lantar, 75-79, 91, 93, 94, 115
profunda de la pierna, 100
propiedades eléctricas, 20-22, 28
vías anatómicas
hipótesis, 1-2, 44, 70-71
his toria, 6-11
terminología, 4-5
Feitis R., 255
Feldenkrais M., 216, 220
fémur
análisis postura), terminología, 231-232,
233
línea
espiral, 139
frontal
profund;i, 186, 187, 188, 189, 190,
fibra s
de elastin;i, 17, 18, 19, 28
endomisiales, 17
tejido conjuntivo, 17, 18-19, 22, 23
formación, 39
red d e comunicación integral, 27-36
fibroblastos, 17, 18, 22, 23, 39, 53-54, 55
1•éasc tn111bié11 miofibroblastos
flautistas, 210, 211
flecha, el talón, 79-80
Flemons T., 46, 48, 50-51, 53, 229, 230
flexión(es)
hacia atrás, 109, 110, 220
hacin delante, 90, 91, 220, 221
en b ipedestación, 90
sentada, 90
y estiramientos 11éasc estiramientos
uso del término, 231, 232-233
flexor
cubital del carpo, 757
largo
de los dedos, 182, 183, 184
del dedo gordo, 182, .1 83, 184
del pulgar, 157, 167
profundo de los dedos, 157
radial del carpo, 157
superficial de los dedos, 157
Frost R., «Sed a ten dida», 181-182
Fuller R. B., 44-45, 46
función
de movimiento
línea(s)
de los brazos, 149, 153
espiral, 131
frontal
profunda, 179-181
superficial, 97, 99
funcionales, 171
lateral, ll5
posterior superficia l, 73, 75
vém1sc tn111bié11 movimiento,
evaluaciones; movimiento,
técnicas/ notas
postura], línea(s)
de los brazos, 149, 164
espiral, 131
frontal
profunda, 179
superficial, 97
funciona les, 171
l;i teral, 115
posterior superficial, 73
fútbo l, 208-209
G
gastrocnemio, 7, 80-82, 83, 92
gastrulación, 38, 39
genihioideo, 199
g lúteo
mayor, 83, 84
línea
funcional posterior, 172, 176
lateral, 116, 119, 125
medio,116, 119, 125, 136
golfistas, 207-208
guerrero, posturns, 192, 220, 221-222
Guimberteau J. C., 59-61
:.:;
c...
,,
líl
!::J
(")
o
ilíaco
línea fron tal
p rofun da, 189-190, 191, 192, 193
superficial y, 103, 104
vías anatóm icas, hipótesis, 1, 2
iliocostal, 84, 85, 92, 94
«inclinación», uso del término, 231, 232
«inferior», uso del término, 231
infraespinoso
línea(s)
de los brazos, 158, 159
espiral, 131
meridianos miofasciales, reglas, 68
infrahioideos
línea frontal
profunda, 196, 199
superficial y, 108
meridianos miofasciales, reglas, 65-66
lngber D., 58
integración estructural, 11 , 259-271
estrntegia, directrices, 268-271
lectura corporal, diagrama, 260
método, 261-268
objeti
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