CARANQUI -IBARRATransformación Simbólica del Centro Sagrado Alfredo Lozano Castro ÍNDICE GENERAL INTRODUCCIÓN Capítulo I. CONTEXTO GEOGRAFICO Y ENFOQUE HISTÓRICO ARQUEOLÓGICO EN LA REGION SEPTENTRIONAL ANDINA I.1. PAISAJE NATURAL, CARACTERISTICAS FISICO - GEOGRAFICAS Y GEOASTRONOMICAS I.2. TRADICION MITICO – SIMBÓLICA DE LAS NACIONES Y PUEBLOS DE LOS ANDES SEPTENTRIONALES I.3. PROCESO CIVILIZATORIO DE LAS NACIONES NORANDINAS ECUATORIALES I.4. EL ENFOQUE HISTORICO-ARQUEOLOGICO DE LAS CULTURAS NORANDINAS ECUATORIALES Capítulo II. ASTRONOMÍA CULTURAL, COSMOGONÍA, SIMBÓLICA E ICONOGRAFIA NORANDINA II.1. ASTRONOMÍA CULTURAL; ORIENTACIÓN CELESTE Y TERRESTRE II.2. LA COSMOGONÍA ANDINA Y LOS CICLOS CÓSMICOS II.3. REPRESENTACIONES DEL COSMOS EN EL ARTE CERÁMICO, LITICO, Y METALURGICO II.4. SIMBÓLICA, E ICONOGRAFIA NORANDINAS Capitulo III. COSMOVISIÓN ANDINA; CONCEPCIÓN CULTURAL DEL ESPACIO Y SACRALIDAD DEL TERRITORIO III.1. COSMOVISIÓN ANDINA: PACHA Y LAS DIMENSIONES ESPACIO – TEMPORALES DE LA TOTALIDAD III.2. DIVISIÓN DEL MUNDO TERRESTRE: EL TAWANTINSUYU Y SUS REGIONES III.3. CONCEPCIÓN CULTURAL DEL ESPACIO III.4. SACRALIDAD DEL TERRITORIO; LAS WAKAKUNA, MONTAÑAS, LAGUNAS, Y ANIMALES SAGRADOS Capítulo IV. ORDENACIÓN TERRITORIAL Y PRINCIPALES CENTROS POBLADOS EN LA REGIÓN NORANDINA ECUATORIAL IV.1. ORDENACION TERRITORIAL DE LA REGIÓN NORANDINA IV.2. CONSTELACIÓN DE CENTROS SAGRADOS EN EL ALTIPLANO ECUATORIAL IV.3. HABITAT ANDINO; ORIENTACIÓN Y EMPLAZAMIENTO GEOMÉTRICO DE TOLAS, Y PUKARAKUNA Capítulo V. –CARANQUI- CENTRO SAGRADO ANCESTRAL; TRAZADO MÍTICO-SIMBÓLICO, Y GEOMÉTRICO V.1. TRAZADOS MÍTICO – SIMBÓLICO Y GEOMÉTRICO DE LOS CENTROS SAGRADOS EN LA REGIÓN ECUATORIAL: QUITO, LIRIPAMPA (VILLA LA UNIÓN), CUENCA (TUMIPAMPA). V.2. CARANQUI CAPITAL DE LAS NACIONES NORANDINAS Y CABECERA PROVINCIAL DEL TAWANTINSUYU V.3. DISEÑO Y REPRESENTACIONES ARQUITECTÓNICAS EN LAS CABECERAS PROVINCIALES 2 Capítulo VI. APROPIACIÓN SIMBOLICA Y REORGANIZACIÓN COLONIAL DE LA REGIÓN NORANDINA VI.1. INVASION Y CONQUISTA ESPAÑOLA DEL PAÍS CARANQUI VI.2. FUNDACIÓN DE LA VILLA DE SAN MIGUEL DE IBARRA Y ORIGEN DEL TRAZADO CUADRICULAR VI.3. CREACIÓN DE LOS CORREGIMIENTOS DE OTAVALO E IBARRA Y REORGANIZACIÓN DEL PAÍS CARANQUI VI.4. APROPIACIÓN DEL CENTRO SAGRADO Y DECONSTRUCCIÓN DEL TRAZADO SIMBÓLICO Capítulo VII. SÍNTESIS DEL CRECIMIENTO URBANO TERRITORIAL DE IBARRA; PERSISTENCIAS DEL TRAZADO ANCESTRAL Y FESTIVIDADES RITUALES VII.1. SINTESIS DEL CRECIMIENTO URBANO Y RECONSTRUCCIÓN DE IBARRA. S. XVIII - XX VII.2. TRANSFORMACIÓN TERRITORIAL DEL PAIS CARANQUI DURANTE EL PERIODO REPUBLICANO VII.3. PERSISTENCIAS DE CARANQUI ANCESTRAL EN EL TRAZADO DE LA MODERNA CIUDAD DE IBARRA VII.4. LAS FESTIVIDADES RITUALES COMO SUSTENTO DE LA MEMORIA ANCESTRAL Y RENACIMIENTO CULTURAL BIBLIOGRAFÍA 3 INTRODUCCION Los trabajos de investigación precedentes, que el autor ha venido desarrollando, enfocados en las principales ciudades de Quito, Cuenca -antigua Tumipampa- (Andes ecuatoriales), Cusco, (Andes centrales), y Tiwanaku, o Tihuanaco (Andes meridionales), han permitido develar un corpus de conocimientos que respondían a una forma propia de ver y entender el mundo, compartida por las naciones andinas originarias; en este sentido, el empeño del presente estudio a la luz de un nuevo enfoque epistémico que ha permitido el resurgimiento de las Ciencias del Territorio y Simbólica del Hábitat Andino, tiene un doble objetivo; primero, demostrar que sus fundamentos, desde tiempos inmemoriales, conforme lo recoge la tradición mítico – simbólica, están aplicados en el Ordenamiento Territorial y trazado de los principales centros poblados, en toda la extensa área cultural andina, que tiene como columna vertebral, la monumental cordillera andina, y una sucesión de singulares hitos geográficos como: volcanes, cerros, montañas, lagunas, ríos, precisamente a partir de la laguna de Chuquiuitu -hoy lago Titikaka-, luego del cataclismo diluvial, se origina un nuevo proceso civilizatorio; y segundo, encontrar dichos fundamentos que permanecen como huellas culturales indelebles, en la región ecuatorial y septentrional, donde, según las crónicas de conquista, el antiguo centro principal, conocido como Caranqui, sede de la nación del mismo nombre, respondía al modelo de las ciudades de Quito, Cuenca, Cusco, cuya fundamentación se sustenta en la primigenia ciudad de Tihuanaco. En la región ecuatorial y septentrional, donde existen diversas lagunas (hoy también transformadas en lagos), se constata que su proceso civilizatorio aparece descontextualizado, no sólo, con las culturas de sus áreas adyacentes, sino también, de las grandes culturas de las regiones de los andes centrales y meridionales, fruto de una visión parcelaria de las diversas culturas que se han asentado y desarrollado de forma continua, durante el milenario proceso de evolución autárquica de la civilización andina, cuya tradición mitico – simbólica, principios teogónicos, cosmogónicos, así como, el conocimiento de diversas ciencias (Astronomía, Matemática, Geometría, Geodesia, entre otras), y técnicas constructivas, fueron aplicados sabiamente en la configuración territorial y construcción de importantes centros poblados. En este marco territorial, sede de las antiguas naciones Cayambi, Caranqui, Pasto, Quillacinga, entre otras, las pocas crónicas existentes sobre sus procesos socio-culturales, refieren una serie de sucesos que tienen una matriz narrativa común, con enfásis esencialmente en conflictos bélicos o de un estado de barbarie producto de su enfrascamiento en conquistas / defensas territoriales, donde incluso se inserta la presencia de la llamada cultura Inka. Dicha conflictividad, hace eco a un enfoque belicista sobre el proceso evolutivo de los pueblos para alcanzar el “desarrollo”, pues, sería la antesala para el avance de los pueblos a la civilización, lo cual querria decir, en orden a este enfoque, que las antiguas naciones referidas estaban todavía en un estado de barbarie, antes del arribo español. En efecto, la revisión de los estudios modernos (historiográficos, etnohistóricos, arqueológicos, antropólogicos), efectuados sobre las naciones originarias, que han habitado esta región desde épocas inmemoriales, están sustentadas por conflictos que no están claros sus motivos; al parecer, esta propensión a la guerra, obedece a su oposición a ser dominados, y su consecuente resistencia. Aunque una mirada perspicaz sobre los motivos que tendrían las culturas invasoras de indole guerrera, para justiticar su comportamiento, estos obedecen a los presupuestos civilizatorios referidos a la propiedad privada, de bienes (objetos de oro, plata y piedras preciosas), y riquezas (tenencia de la tierra incluída la población, y minas con metales preciosos), sucesiones dinásticas para mantener el dominio de los territorios, la apropiación territorial y explotación de los grupos sociales existentes, a través, de la imposición de sus propios patrones culturales y religiosos con fines de dominación; en definitiva, la instauración de un nuevo orden y gobierno político administrativo, económico, religioso y cultural, en beneficio del conquistador-colonizador de turno. Surge, entonces, una primera gran interrogante, ¿Tuvieron y/o compartían las naciones andinas originarias, donde por supuesto se incluye a la nación o cultura inka, los mismos presupuestos de carácter bélico de las culturas invasoras de matriz occidental que arribaron a este continente?; la respuesta parece clara, las naciones originarias andinas estaban lejos de sustentarse en dichos presupuestos, por tanto, los hechos recogidos, en la versión de las crónicas, que al parecer fueron homologados, ipso facto, a sucesos bélicos similares a los que se sucedían con frecuencia en la cultura del invasor, fueron tergiversados o mal 4 interpretados. Las descripciones de lo que vieron e hicieron los conquistadores estaban definidos por los conceptos y la lengua de su propia cultura. Además, la aplicación de un consabido enfoque parcelario, y de categorías importadas de análisis que estudian: imperios, señoríos étnicos o cacicazgos (a manera de las monarquías y/o feudalismo europeo); en última instancia, traslucen, la aplicación de marcos teóricos de matriz occidental de cuyo colonial, que desde nuestro parecer, desdibujan el proceso civilizatorio andino, generando una monumental confusión que ha desacreditado y distraído la cabal comprensión del legado de conocimientos de las naciones originarias, además de desvirtuar su proceso cultural como parte del continum civilizatorio andino. Muy pocos estudios, sobre el proceso cultural de las naciones que habitaron desde tiempos inmemoriales esta región, hacen alusión a los aspectos relativos a su singular posición geoastronómica, alrededor de la lìnea ecuatorial, lo cual ha impedido que se pongan de manifiesto los conocimientos astronomicos que podían tener, por encontrarse en una zona muy propicia para realizar y definir con extraordinaria precisión el paso del sol por la línea ecuatorial (equinoccios), y los puntos máximos de su recorrido anual (solsticios), así como, la salida y ocultamiento de las estrellas que acompañan estos hechos singulares, el registro del ciclo lunar y aparición de importantes constelaciones que preceden los ciclos de labranza agrícola, entre otros importantes acontecimientos estelares. Si esta posición era reconocida por dichos pobladores, e incluso por otras naciones que habitaron el extenso territorio de la América nuclear andina, y de la misma manera, si lo aprovecharon para desarrollar diversos conocimientos, es una gran cuestión a dilucidar. Desde esta perspectiva, surgen algunas interrogantes: ¿Cuáles son los rasgos que permiten demostrar los eslabones culturales entre las diversas culturas que se han sucedido en todo el extenso marco territorial de la América nuclear andina?; ¿Por qué la persistencia de las manifestaciones mítico – simbólicas y rituales a lo largo de los diversos períodos por los que han transitado, las culturas andinas, hasta la actualidad?; de forma particular, las naciones asentadas en la región ecuatorial: ¿Conocieron que estaban asentadas en la línea divisoria del recorrido anual del sol, y de otras figuras celestes?; ¿Cuáles fueron las técnicas nativas para realizar los registros del movimiento del sol y otras figuras celestes; como lo celebraban, y que significados tenían?. ¿Compartían las naciones norandinas ecuatoriales: Cayambis, Caranquis, y Pastos, los fundamentos de una matriz civilizatoria común, al resto de naciones andinas?; ¿Cuáles son las diferendos insalvables que hicieron que estas naciones estuvieran en pie de guerra con los inkakuna, según las versiones de las crónicas españolas de conquista?; ¿Por qué no se fundó una ciudad a la usanza española en el antiguo centro sagrado de Caranqui, en los primeros años de conquista, tal como sucedió en otros lugares del área andina ecuatorial?; ¿Por qué la aparición de episodios dramáticos en la llamada conquista de los Cayambes y Caranges, como la matanza que al parecer se dio en el lago Yahuarcocha; el robo del tesoro del templo de Caranqui por los Otavalos; o la resistencia de estas naciones representadas en el personaje de Quilago?; ¿Por qué el gobierno colonial termina subdividiendo el territorio de estas naciones donde estaba la capital Caranqui y traslada el gobierno al pueblo de Otavalo?; Las posibles respuestas, a estas cuestiones, desde un enfoque integral, sin duda, trastocan muchas de las versiones historiográficas sobre la conquista y configuración de esta extensa macroregión, en estudio, (si incluimos a la nación Pasto y Quillacinga en su totalidad), sustentadas en el discurso histórico del conquistador, que elaboro una serie de informes dirigidos a la corona, para contar y engrandecer sus misiones de exploración, conquista y colonización, con el claro afán de obtener recompensas, traducidas en títulos, cargos y estipendios, por las tareas de incorporar al dominio de la corona, tierras con población indígena y minas con metales preciosos. En este contexto, las versiones recogidas en las crónicas, por los traductores y escribientes, al servicio de la corona española, sobre la conflictividad bélica, parecen corresponderse a la imageniería que tenían de sus propios países, relativa a la formación de los reinos en Europa, donde la lógica guerrera e invasora, producto de las pretensiones avasalladoras del monarca de turno, no escatiman ningún esfuerzo para conseguir sus objetivos, que en nuestro caso, además, estaba sustentada en la propagación de la fé católica; 5 en este sentido, la aparente resistencia de las naciones originarias, a la presencia inka, consignadas en las mismas crónicas, al que algunos estudios modernos, las han convertido en gloriosa gesta; no resiste ninguna critica desde la episteme o forma propia de ver y entender el mundo de las naciones originarias, sirviendo más bien para desvirtuar los logros de su proceso civilizatorio; siendo necesario poner en tela de juicio ciertas afirmaciones dogmáticas referidas a la “conquista inkaika”, donde los interpretes de turno (antiguos y modernos), en su afán de homologar la presencia de los inkakuna, al papel de invasores y colonizadores, desempeñado por los mismos conquistadores españoles, pervirtieron los hechos 1, presentando versiones que, no sólo, tergiversan y hunden en un mar de incertitudes, el estado en el que se encontraban los pueblos y naciones de las regiones ecuatorial y septentrional andinas; sino que pretenden, dejar sentado que la presencia del conquistador ibérico sirvió para pacificar la tierra, en algunos casos, convirtiéndose en aliados eficaces de uno de los bandos en disputa que, al parecer, clamaba venganza por las agresiones recibidas. En este escenario, las conclusiones históricas que da sustento a la historiografía escrita por el vencedor, están cargadas de incertitudes careciendo de fialibilidad, y más bien pretenden ocultar la superposición de una matriz civilizatoria lejana y ajena, a través de la conquista y colonización española, que indudablemente provoco una ruptura brutal del proceso civilizatorio autárquico de las naciones originarias, asentadas en las regiones ecuatorial y septentrional andinas, a las que incluso se pretende mostrar carentes de conocimientos y desligadas de dicho proceso. A pesar de la triunfante imposición de las versiones oficiales que desacreditan los principios fundantes que dieron origen y esplendor a las naciones originarias, no vamos a refutar cuestiones ya tratadas por otros autores, con exhaustividad, ni tampoco discutir la validez de sus aportaciones; ello se dará en su debido momento, por ahora, interesa desenmascarar lo propio de lo extraño y lo auténtico de lo inauténtico del triunfante discurso oficial. Nuestra pretensión es reflexionar sobre los hechos suscitados desde otra perspectiva, pues las cosas no son como las cuenta el vencedor, sino y sobretodo como las recuerda el vencido y se evidencia en las huellas culturales, por ello, cuando recogemos las versiones de las crónicas, no las creemos a pie juntillas o hacemos actos de fé, sino que las deconstruimos e interpretamos, entre líneas, manteniendo el dato concreto del territorio y reconstruyendo el escenario de lo que pudo haber ocurrido, teniendo presente las consideraciones aquí anotadas. En este orden, nuestro planteamiento radica en que las interpretaciones históricas de la conquista de las naciones ecuatoriales y en general de la región andina, que relatan hechos acaecidos antes de su presencia y sus propias batallas, se sustentan en concepciones de matriz occidental, donde la tergiversación de los hechos e intereses políticos de los conquistadores prima, antes que la verdad histórica; a la luz de los hallazgos encontrados en otras ciudades ancestrales andinas (Quito, Tumipampa -Cuenca-, Cusco, Tihuanaco), nuestro esfuerzo, se circunscribe en proponer nuevas interpretaciones de las propias crónicas de conquista, acordes con los principios de las naciones originarias, que contradicen los enfoques académicos seudo científicos, que por decir lo menos, no sólo, son esteriles, sino que carecen de una propia visión, que posibilite encarar las versiones que han conducido a la minusvalorización del proceso cultural andino, impidiendo la comprensión de las múltiples manifestaciones de la sabiduría ancestral y su gran legado cultural. Las interpretaciones descontextualizadas del proceso cultural andino, en el que estaban inmersas las naciones ecuatoriales, en la mayoría de los casos, han servido para desacreditar el continum cultural y su milenario proceso civilizatorio, impidiendo comprender que en el caso de los sucesos narrados sobre la presencia de los inkakuna, en la región ecuatorial, estos pudieron venir a certificar importantes cambios astronómicos en la mitad del mundo, unificando con sus conocimientos y ritos festivos, las naciones andinas, esta posible revolución cultural fue interpretada desde otro punto de vista totalmente ajeno, sin embargo, en la información de sitios y lugares, donde se efectúan las “batallas”, e incluso su duración temporal y actividades de los grupos en discordia, se puede advertir, actos rituales, asi como, el rol fundamental de cerros, lagunas y pucarakuna, que indudablemente están ligados a los acontecimientos astronómicos, que tienen múltiples implicaciones que permitirían dar cuenta, no sólo del conocimiento de la existencia de un eje astronómico, el punto medio o centro desde donde podían observar el movimiento de las principales figuras celestes, que aparecían cuando ocurrían No se descarta la presunción de que los informantes nativos, tergiversaron la información, por temor o con el objeto de obtener prebendas por parte de las autoridades españolas. 1 6 determinados fenómenos atmosféricos o astronómicos; sino también, de la razón de ser, de la presencia de amautas y gobernantes de los Estados nativos, probablemente desde diez milenios antes del presente; que se fueron perpetuando, mediante las celebraciones rituales, la localización de pueblos, e innumerables construcciones (Pucarakuna, traducidas erróneamente como “Fortalezas”; tolas y/o pirámides); así como, la simbología expresada en el arte cerámico, lítico, metalurgico y textil, los mitos de origen y leyendas que involucran hitos geográficos (cerros, nevados y lagunas), que singularizan el entorno geográfico de la región norandina ecuatorial. Los complejos arquitectónicos conocidos como tolas, que suman más de un millar, existentes en la latitud ecuatorial (aproximadamente, 1° al norte y sur); precisan ser investigados y explicados de mejor forma, para desvirtuar, la tendencia a minusvalorar estas expresiones espaciales, arquitectónicas (templos, pukarakuna, viviendas), y de ordenación territorial (jerarquía de centros poblados, etc.). En el primer caso, muchas de estas edificaciones han sido calificadas de carácter defensivo para hacer la guerra, es decir, al calor del enunciado antes expuesto, los pueblos y naciones originarias, estarían inmersos en conflictos bélicos, que impedían superar el proceso de barbarie a la civilización, hechos, que al parecer, fueron captados, por acusiosos traductores de las versiones que daban los informantes indígenas, y que estarían recogidas en las crónicas2 de conquista convertidas en fuente insustituible. Las evidencias, por ejemplo, para el caso del complejo de pirámides de Cochasqui, uno de los sitios más conocidos en la línea ecuatorial, permiten suponer que se trata de un gran observatorio astronómico, cuya orientación, al parecer esta señalando el punto vernal de una anterior era cósmica, hecho que desvirtúa las interpretaciones recogidas en las crónicas, como tendremos ocasión de analizar en los respectivos apartados del presente estudio. Una lectura perspicaz, de las propias crónicas, acompañada de la búsqueda paciente de las huellas culturales impregnadas en el ordenamiento territorial y simbólica del espacio, expresadas en una serie de indicios, que sumados a los vestigios arqueológicos desperdigados por toda la región ecuatorial y septrentional, (construcciones arquitectónicas: pirámides, y pucarakuna; objetos cerámicos, metalúrgicos y trabajos en piedra: petroglifos y esculturas), manifestaciones rituales (celebraciones alusivas a los solsticios y equinoccios), y artísticas o artesanales, que todavía se realizan en la actualidad, entrelazados a partir de la propia concepción del mundo de las culturas nativas, posibilitan dar sentido, proponer y demostrar la sabiduría ancestral, presente en dichas manifestaciones de ayer y hoy. Con estas consideraciones, el presente estudio, pretende abonar en nuevos caminos para la investigación de la sabiduría y conocimientos ancestrales, lo cual requiere despojarse de ideas mal fundadas que han sido inculcadas por la historiografía o etnohistoria oficial, apegada al fetichismo del documento escrito; así como, profundizar en un esquema interpretativo innovador, a partir de un episteme propio, que involucra a diversos campos del conocimiento, y cuya aplicación al estudio de otras ciudades andinas han dado resultados muy satisfactorios. Una primera parte de la presente investigación, referida a la nación Cayambi 3, se realizo el año 2008; aunque, por diversos motivos que no vienen al caso comentar, no pudo ser publicado, y ha servido de base para estructurar un estudio de mayor alcance, ampliándose al territorio ocupado por las antiguas naciones: Carangue o Caranqui, y Pasto, principalmente, el valle de Caranqui, donde estaba situada la ancestral capital provincial del mismo nombre, construida según los principios de la simbólica del hábitat andino. Los temas que se desarrollan van a contracorriente de las ideas que prevalecen generalmente en el mundo científico occidental, que han sido acogidas de forma entusiasta por estudiosos del ámbito nacional y regional en los países andinos; en este orden, muchos de los temas aquí expuesto contradicen las versiones al uso propagadas desde algunos estudios principalmente histórico-arqueológicos, y antropológicos. 2 Las noticias que dan los cronistas tempranos son escasas y contradictorias; no estuvieron bien informados, sus datos son vagos, y quienes no conocían el idioma nativo, dependían del traductor. Por otra parte estaban imbuídos del imaginario medieval, que les proporcionaba ideas preconcebidas de antemano, que en muchos casos les inducia a homologar los relatos nativos, con sus propias tradiciones históricas y leyendasd; por lo cual, el testimonio de los cronistas debe ser examinado desde la óptica nativa y sometido a nuevas interpretaciones acordes con la mentalidad y cultura nativa. 3 El estudio titulado: Cayambe, Cayampi, Cayanqui. Saber y Memoria. Recuperación del conocimiento ancestral en el altiplano de la mitad del mundo. Quito 2008. 7 Nuestro enfoque discursivo, trata de hilvanar la aparente desconexión entre diversas temáticas, desde un pensamiento integral reflejo de la mentalidad andina, de forma que reluzcan los hechos apegados a esta mentalidad, en la confianza que tarde o temprano, la verdad brillará y caera por su propio peso. Por razones de exposición, el estudio se presenta, en capítulos, con una serie de temáticas que dan cuenta de nuevos hallazgos en cada uno de ellos: el capítulo I. Contexto Geografico y Enfoque Histórico Arqueológico en la región septentrional andina; examina la macroregión geohistórica 4 que fue escenario de diversas naciones originarias: Pastos, Quillacingas, Carangues o Caranquis, Otavalos, Cayambes o Cayanques, entre las principales, asentadas en territorios propios probablemente antes del diluvio, a juzgar por la tradición míticosimbólica y cuyas expresiones culturales, guardan sorprendentes similitudes, que los emparentan con otras naciones y expresiones culturales de los andes centrales y meridionales. Capítulo II. Astronomía cultural, Cosmogonía, Simbólica e Iconografia norandina. En los tiempos primigenios se desarrollaron formas de comprensión del mundo que han sido recogidos por los mitos, que a pesar de sufrir ciertas variaciones han sido capaces de imprimir en la mente de los individuos esquemas de percepción duraderos que son activados a través de los simbolos y prácticas rituales que se celebran para conmemorar determinados acontecimientos, generalmente de orden astronómico, que aluden a los hechos ocurridos en “illo tempore”, que dieron lugar a la cosmogonía. En este contexto, el conocimiento de los códigos expresados en la cartografía cultural (Mapa Cosmográfico y Mapamundi), Arte y Simbólica ancestrales, donde el símbolo, emerge como la manera real de transmitir un significado esotérico que, en la escritura alfabética, se tiene que realizar en parábolas o, posiblemente, metáforas o alegorías, induce a indagar en el análisis de las principales representaciones del arte lítico, cerámico, metalúrgico, que registran figuras antropomorfas, zoomorfas, y geométricas, donde sobresalen felinos, aves, etc., así como, círculos, cuadrados y triángulos; con estas figuras formaron otras como espirales, y estrellas de ocho puntas las cuales, al parecer, representan el sistema de orientación terrestre y estelar, que certifican su conocimiento y relación con el cosmos, lo cual, exige ingeniar enfoques, alejados de las interpretaciones oficiales, que pervierten los significados con supuestos racionales modernos, siendo preciso recordar que la consideración de la historia humana como aislada de lo que acontece en el universo, es exclusivamente moderna y claramente opuesta a lo que enseñan todas las tradiciones, que afirman, al contrario, unanimemente una correlación necesaria y constante entre el orden cósmico y humano. Capítulo III. Cosmovisión Andina, Concepción Cultural del Espacio y Sacralidad del Territorio; las características de todo conocimiento vienen dados por la razón e intuición, y parten de la necesidad de conocer ciertos fenómenos para deducir sus fundamentos o razón de ser; las culturas originarias, desarrollaron formas de aprender la esencia de las cosas o fenómenos utilizando la razón e intuición, con lo cual, pudieron resolver problemas de todo tipo. En este orden, la valoracíon y renacimiento de las ciencias ancestrales debe partir de una epistemología propia, coherente con las formas de ver y entender el mundo de las naciones originarias. Desde esta perspectiva, las representaciones del arte lítico, cerámico, metalúrgico, etc., no sólo, representan objetos utilitarios para uso doméstico o culto, decorados con formas carentes de sentido como aparecen en los estudios arqueológicos; sino que por el contrario, también representan los conocimientos del ser humano visto como la suma de las funciones de la vida y todas las posibilidades inmanentes al conocimiento del Universo; es decir: la Teogónia, Cosmogónia, Simbólica, Ritualidad, etc., que remiten al origen del mundo creado. Afortunadamente, para este fin, las huellas culturales están impregnadas en el territorio (Ordenamiento Territorial y trazado simbólico de los centros poblados), así como, pueden ser rastreadas, en las celebraciones rituales coincidentes con los acontecimientos astronómicos, que se han salvado de la destrucción emprendida por los inquisidores de la fé católica, que dio lugar a superposiciones y confusas interpretaciones; sin embargo, todavía pueden ser reinterpretados con los códigos simbólicos que hacen vibrar nuestra intuición, percepción e inteligencia, para comprender que dichas expresiones comunitarias, obedecen a la necesidad humana de El concepto de macro-región geohistórica, de acuerdo con Carlos Armando Rodriguez, se utiliza en el sentido de «la comunidad de usos de una misma región geográfica por grupos territoriales históricamente diferenciados, los cuales se consideran como formados por grupos domésticos que ocupan y disfrutan un espacio determinado….un espacio territorial se define, en consecuencia por el carácter de la existencia de la posesión y uso que realiza un grupo territorial de un área determinada, haciendo posible dentro de ella el desarrollo de determinados ritmos de estructura social» (Sanoja 1995/97:94). Este enfoque representa una propuesta de historia alternativa hecha por la arqueología social para el rescate de las identidades históricas y culturales de los países latinoamericanos. (Los Hombres y las Culturas Prehispánicas del Suroccidente de Colombia y el Norte del Ecuador. Universidad del Valle, Cali 2005). 4 8 conexión con el ritual cósmico o mecánica del cielo estelar para descifrar el mensaje de las figuras celestes que lo rigen y dan sentido. Capítulo IV. Ordenación Territorial y principales Centros Poblados en la región norandina; el Ordenamiento Territorial, fue una práctica heredada de las confederaciones territoriales que se sucedieron antes del arribo español. Dicho Ordenamiento, permitió plasmar la concepción simbólica del espacio, mediante métodos que aunque no han sido recogidos explícitamente, en las crónicas, han podido ser discernidos en los vestigios de los antiguos centros poblados, o las ciudades que se fundaron sobre estos antiguos centros, estableciendo con exactitud los ejes de orientación astronómica, que permiten concluir que la elección del emplazamiento de los sitios, elegidos fue realizada a partir de una concepción previa y empleando conocimientos del movimiento aparente del sol durante el año y aplicando en su trazado y representación, conocimientos de astronomía, matematicas, geometría y simbólica del espacio. La comprobación de la aplicación de estos principios en la estructuración de la región norandina ecuatorial y de sus principales centros poblados permiten plantear el desarrollo continuo de un proceso cultural panandino que abarca por decir lo menos, el extenso marco territorial de la América nuclear andina (actuales países de Ecuador, Perú, Bolivia, más el sur de Colombia, norte de Chile y noroeste de Argentina). La misma presencia Inka, que debido al imaginario de los cronistas de la época se tradujo como conquista territorial, a tenor de lo antes expuesto admite otra interpretación ligada al interés de registrar el movimiento aparente del sol y determinadas constelaciones, que en la zona ecuatorial pueden ser visualizadas perfectamente; además si tenemos en consideración que a lo largo del período civilizatorio de las culturas nativas se registran una serie de cambios en el control de los equinoccios y fenómenos astronómicos, es posible que dicha presencia se debió a estos motivos. Capítulo V. Caranqui Centro Sagrado Ancestral; Trazado Mítico-Simbólico y Geométrico; hasta ahora los estudios referidos a los centros poblados, y monumentos arquitectónicos, se han limitado a describirlas formalmente, estando ausentes las interrelaciones y distribución espacial de los centros poblados, las relaciones geométricas, matemáticas o astronómicas, entre ellos; así como sus múltiples implicaciones simbólicas, quizás debido, a la carencia de un marco epistémico. Precisamente, basados en estudios realizados en las antiguas ciudades andinas (Quito, Cuenca –antigua Tumipampa-, Cusco, y Tiwanaku), hemos podido entender poco a poco lo que el pasado quiere enseñarnos y no repetir las interpretaciones realizadas desde formas distintas de ver y netender el mundo, que tenían las naciones andino-amazónicas. El aprendizaje adquirido, a partir de una matriz interpretativa, en orden a la forma de ver y entender el mundo de las naciones andino.amazónicas y enfoque integral, ha permitido comprender que la ciudad andina se configura como un centro de enseñanza suprema, es la representación del cosmos, es decir del espacio dedicado a la representación de las divinidades celestes. Toda su expresión estética esta guiada exclusivamente por la realidad del símbolo, los constructores andinos, no dejan nada al azar o la fantasía personal, querían representar obras maestras de armonía cósmica mediante la exactitud simbólica y geométrica tal como se puede constatar en el caso del antiguo centro sagrado de Caranqui, que tiene un sentido astronómico, pues existe un vínculo entre su alineación espacial y el trazado del centro sagrado que dibuja la principal constelación de Puma Yunta (Chuquichinchay cari y warmi), que rige la vigencia de los ciclos cósmicos. Es decir su arquitectura guarda un orden con el cielo. Las direcciones en el espacio señalan hitos geográficos relevantes a partir de puntos referidos sobre todo a las posiciones extremas y media de la trayectoria solar (solsticios y equinoccios), de la Luna (paradas mayores y menores) y de la constelación de Puma Yunta, en los días en que alcanza el cenit, por lo cual se procede a su representación en el plano terrestre. Capítulo VI. Apropiación Simbolica y Reorganizacion colonial de la Región Norandina; el largo proceso de dominación española, ejercido por el gobierno colonial civil y religioso, se sustento en el despojo de tierras, pago de tributos, servidumbre y explotación de la mano de obra, extirpación de idolatrías, destrucción de lugares sagrados, imposición de festividades religiosas, etc., teniendo como telón de fondo la evangelización de las naciones originarias, que apuntaba a desarraigar a los indígenas de sus creencias y formas de ser y sentir. La fundación tardía de la villa, sobre una parte de la antigua Caranqui, con el nombre de San Miguel de Ibarra (1606), significó la pérdida progresiva de su importancia, al igual que la cultura nativa y sus representantes condenados a la servidumbre y vasallaje, a lo largo del azoroso gobierno colonial, apuntalado en instituciones como los Corregimientos, encargados de administrar justicia, y hacer cumplir las disposicones emanadas de la 9 corona. En la región norandina, la creación primero del Corregimiento de Otavalo y luego de Ibarra, entidades político-administrativos, a modo de provincias abarcando las antiguas provincias nativas, aglutinaban muchas reducciones o pueblos indios en su interior. Su autoridad máxima fue el corregidor, quién estaba investido de amplias facultades en el ámbito de su jurisdicción, tanto en lo político, administrativo, económico y judicial. Señores absolutos en cada una de sus dependencias, el exceso de poder los conduciría a los abusos y atropellos más execrables en contra de la población indígena convirtiéndolos en los funcionarios más odiados del régimen colonial El corregidor en coordinación con el cacique, explota al indio a través de la mita y la recaudación del tributo anual, que en siglos posteriores, dará lugar al sistema de hacienda en manos de pocos propietarios, lo cual, significó la desarticulación del antiguo ordenamiento territorial, desaparición de pueblos y pérdida de la tierra por parte de la población indígena, que sufrieron la apropiación simbólica de sus principales centros sagrados y lugares de culto, una fuerte imposición de nuevas formas de producción, administración de justicia, costumbres, valores y patrones socioculturales de vida. Capítulo VII. Sintesis del crecimiento urbano territorial de Ibarra; persistencias del trazado ancestral y festividades reituales; el nacimiento de la república y surgimiento de las entidades político administrativas: provincias, cantones y parroquias, dieron carta de naturalización a la atomización del territorio y nuevos usufructuarios del poder local. Convertida la tierra en mercancía y el suelo urbano en generador de plusvalía, los terratenientes urbanos, serán los que determinan el crecimiento de las ciudades, en orden a sus intereses. En el caso de Ibarra, a principios de la década del 40, del siglo XX, a raíz de una serie de ensayos literarios para conmemorar un año más de la fundación española, se acuña el término controversial de “Ciudad Blanca” que tuvo una rápida difusión gracias a un programa radiofónico; posteriormente, la promoción turística de la ciudad generaliza este calificativo poco original, aparentemente inocuo, pero que no se corresponde con la realidad histórico cultural de los habitantes del país Caranqui. Además, actualmente el otrora importante centro sagrado nativo, ha perdido toda significación, siendo relegado a una parroquia urbana de la moderna ciudad, y paulatinamente esta siendo devorado por el crecimiento urbano y muy pronto se perderá en la anodina mancha urbana como signo de un mal entendido progreso que desconoce el patrimonio cultural tangible e intangible de una nación, aunque, todavía se pueden reconocer los trazos del centro sagrado ancestral. Finalmente, la colonización mental y espiritual que padece la sociedad de los modernos estados republicanos, ha levantado una infranqueable barrera que impide entender que las culturas ancestrales fueron capaces de conocer y desarrollar conocimientos, equiparables a lo que actualmente se proclama como ciencia5, ha ello contribuyen diversos estudios, que de forma cicatera, loan gestas de dudosa credibilidad, y en base a falsas suposiciones inventan términos con tintes de supremacía racial, arrojando mantos de confusión que impiden visualizar los conocimientos ancestrales de las naciones que habitaron y habitan la región norandina ecuatorial. En este contexto, apuntamos a fomentar una conciencia sustentada en las propias formas de ver y entender el mundo, de las naciones originarias, cuyo corpus conceptual es de carácter panandino, de manera que permita deconstruir la actual matriz civilizatoria, fundamentada en la imposición de dogmas religiosos y ahora científicos, con el afán de homogenizar los procesos culturales de las naciones colonizándolas bajo una misma egida, lo cual ha significado el empobrecimiento espiritual e intelectual de los habitantes de la otrora macroregión histórico-cultural, actualmente dividida en los estados republicanos de Colombia, y Ecuador, herederos de un gran legado cultural que ha sido desconocido y menospreciado por los conquistadores – colonizadores de ayer y hoy, lo cual ha contribuido al empobrecimiento material y espiritual de la población renaciente. ….“La cultura responde con la verdad a las mentiras de la historia”… Octavio Paz 5 Se entiende que la ciencia, es esencialmente el estudio de las Leyes de la Naturaleza, del cosmos, y la sociedad. 10