Encadenados Ya lo dijo Aristóteles: el ser humano es un animal social, necesita establecer relaciones y conocer a nuevas personas. Esta necesidad aumenta durante la adolescencia, en la que los jóvenes sociabilizan con sus amigos, que se convierten en una parte fundamental en la forja de su personalidad y su desarrollo. Pero el avance tecnológico ha influido negativamente en la interacción de los adolescentes con sus semejantes, ya que se encuentran encadenados día tras día a una pantalla, sin prestar atención a su vida real. Cada vez dedican más tiempo a responder mensajes y “cultivar” su presencia en redes sociales que a sus amigos. Por otra parte, el uso inadecuado de las plataformas puede resultar un peligro para la privacidad. La desinformación convierte la inocencia de los más jóvenes en una trampa. No podemos saber realmente quién se esconde tras un perfil de Instagram o quién manda un mensaje privado en Facebook. La solución no es acabar con estas útiles y didácticas herramientas, sino concienciar a los jóvenes que su uso excesivo puede traer consigo muchos problemas que a la a larga repercuten en la salud. Así conseguiremos romper las cadenas de la era tecnológica y aprender a ver la vida sin necesidad de una pantalla. Rafael Berrocal 08/04/19