Subido por Daniel Abriz

Juan Gines de Sepulveda y Bernardino de

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1
Juan Ginés de Sepúlveda y Bernardino de Sahagún: la cuestión del
indio (1550-1558)
Nicolás Fernán Rey
Resumen
En el siguiente trabajo, situado temporalmente a mediados del SXVI durante la
conquista española sobre América, se analizaran las obras de dos autores de esa época,
que son la publicación del “Tratado de la guerra justa contra los indios” de Juan Ginés
de Sepúlveda en 1550 hasta la finalización de la recopilación de Sahagún de su
“Historia general de las cosas de Nueva España en 1558. Se propondrá comprender las
dos visiones que se tenía sobre los indios una vez finalizada la dominación española por
parte de estos autores, buscando coincidencias y diferencias, a la vez que se analice con
detalle sus palabras y teorías. Cuestión fundamental de este trabajo es observar la
problemática que suscita cualquier proceso de descubrimiento entre dos sociedades
totalmente opuestas, y las consecuencias que pueden producirse por dicho suceso, con la
ayuda del libro de Zvetan Todorov, “La conquista de América: la cuestión del otro”.
Palabras clave: Conquista – España- América- Sepúlveda – Sahagún – Proceso
2
Abstract
In the following work, temporarily located in the middle of the SXVI during the
Spanish conquest of America, we will discover the works of two authors of that time,
which are the publication of the "Treaty of just war against the Indians" by Juan Ginés
de Sepúlveda in 1550 until the end of Sahagun's collection of his "General History of
the Things of New Spain in 1558. It will be proposed to understand the two visions that
were held about the Indians under the Spanish domination, looking for coincidences and
differences, while analyzing their words and theories in detail. A fundamental question
of this work is to observe the problems that arise in any process of discovery between
two totally opposite societies, and the consequences that can be produced by this event,
with the help of Zvetan Todorov's book, "The Conquest of America: The Question of
the Other ".
Key words: Conquer- Spain – América – Sepúlveda – Sahagún - Process
3
Índice
Resumen/Abstract . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Introducción.. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .4
Desarrollo
Sepúlveda y su Guerra Justa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..7
Sahagún y su trabajo etnográfico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
4
Introducción
La conquista de América por los españoles a las órdenes de Castilla, y demás países
europeos que les siguieron, sigue despertando polémica hoy en día. Las ventajas del
estudio de esta época es la enorme cantidad de escritos, cartas de relación, trabajos y
diálogos que nos han dejado los viajeros y estudiosos del antiguo continente sobre su
estadía y/o experiencia en el nuevo mundo. Algunos de estos escritos, como los que
analizaré a continuación, no vieron la luz hasta hace alrededor de un siglo. Por ello, la
cantidad de información nueva y “fresca” hace del estudio de este contexto histórico tan
apasionante. No está de más aclarar, que contamos solo con la voz de los conquistadores
ya que los nativos americanos o bien fueron desapareciendo por diversas circunstancias
(guerras, enfermedades, suicidios, matanzas1 2) privándonos así de su cultura oral o bien
carecían de medios escritos como para plasmar su pensamiento original previa
mestización de su cosmovisión por los europeos. Esta problemática también suscita
problemas a la hora de analizar las fuentes, por ello contaré con el trabajo de Tzvetan
Todorov y su libro “La conquista de América: la cuestión del otro” donde analiza la
problemática del choque de culturas, su análisis por parte de los protagonistas y la falta
de defensa que tuvieron los nativos para la posteridad. Como bien él dice:
“Lo que deseo no es que las mujeres mayas hagan devorar por los perros a los europeos
con que se encuentran […], sino que se recuerde que es lo que podria producirse si no se
logra descubrir al otro.”3
Colon llego américa en 1492, año que toco con sus 3 embarcaciones las costas de
Guanahani (actuales Bahamas), para luego terminar en la isla de la actual Republica
Dominicana, donde fundo el fuerte Navidad. Al volver a la corte de Castilla e informar
sobre el descubrimiento de esta nueva ruta occidental, recalo por accidente en Portugal,
donde las noticias sobre sus descubrimientos comenzaron a expandirse por Europa,
sobre todo por los países con litoral atlántico o con acceso a él (Portugal, Inglaterra,
Francia y Holanda).Tras el primer viaje, Colon llego a hacer 3 viajes más, buscando el
paso hacia las Indias y sus especias, cosa que nunca logro. Detrás de él, el
descubrimiento de América conto con la presencia de otros exploradores tanto
españoles como portugueses, ya que tras el tratado de Tordesillas se dividió el supuesto
continente americano en dos (otorgado mediante una bula papal). No fue hasta 1519
cuando el viaje de Magallanes y Elcano encontró el paso hacia oriente por el sur del
continente, llegando a las Molucas y regresando a España en 1522 con 18 tripulantes de
los 258 que partieron.4 No es casualidad que con esta última expedición se termina el
proceso de descubrimiento (que comprendía toda el área antillana y el istmo de panamá)
1
Tzvetan Todorov, La conquista de América: la cuestión del otro, México, Editorial Siglo Veintiuno, 1987.
pp. 144-146
2
Leslie Bethell, Historia de América Latina, Barcelona, Editorial Crítica, 1984. pp. 170-202
3
Tzvetan Todorov, La conquista de América: la cuestión del otro, México, Editorial Siglo Veintiuno,1987,
p. 257
4
Martin Fernández de Navarrete, Viaje de Magallanes y de Sebastián de Elcano, Buenos aires, Colección
del Buen Ayre, 1944.
5
y se abre el proceso de conquista (con la caída de los Aztecas e Incas como máximos
exponentes del proceso), coincidiendo desde el 1519 a 1521 la toma de Tenochtitlan por
parte de Cortes, derrotando al imperio azteca y fundando lo que sería el Reino de Nueva
España. A partir de este momento, diversos personajes intentaran imitar a Cortes,
queriendo conseguir con las conquistas de nuevas tierras prestigio en Europa y riquezas,
movidos por historias fantásticas sobre reinos fabulosos y criaturas mágicas
proporcionadas tanto por los indios como por la imaginación europea. Tales son los
hombres como Pizarro y Almagro (Perú), Valdivia (Chile) o Mendoza (cuenca del Rio
de la Plata).5
Antaño a 1519 habían surgido problemas con la relación de los españoles entre ellos
mismos y con los indios, donde nació el famoso discurso de Montesinos de 1511 en
defensa de los nativos por el trato ocasionado por los conquistadores. A raíz de esto, y
de una interna entre Diego Colon quien era el gobernador del Caribe contra los frailes
dominicos que querían convencer a don Fernando de Aragón a que revise la situación de
las indias, se crea la Junta de Burgos en 1512. En ella se trata la cuestión del indio,
regularizando su trabajo dándole salario, vivienda digna, alimentación y prohibiendo el
castigo físico. Los reyes pasan a ser patronos de los indios (como decía también el
testamento de Isabel) comprometiéndose a evangelizarlos. Si ellos se negaban, se
justificaba la guerra justa tras la lectura del requerimiento, el cual les daba a elegir entre
subyugarse pacíficamente a la corona de Castilla o ser “pasados por la espada”. Con las
leyes de burgos se buscaba la recuperación demográfica, que había bajado a causa de las
duras jornadas laborales a las cuales los indios caribes no estaban acostumbrados, las
enfermedades y el trato duro ejercido por los españoles. Aquí es cuando surge la figura
de Fray Bartolomé de las Casas.6
Con la conquista definitiva de México en 1524, comienza el estudio más a fondo de los
juristas y escolásticos españoles de los indios americanos de centro América. En una
primera etapa, la del descubrimiento, ahondan los relatos benévolos hacia los indios y
estas tierras (para buscar apoyo financiero tanto privado como de la Corona), como nos
muestra Colón:
“porque yo vi y cognozco (dice el almirante) questa gente o tiene secta ninguna, ni son
idolatras, salvo muy mansos , y sin saber que sea mal, ni matar a otros, ni prende, y sin
armas, y tan temerosos que a una persona de los nuestros fuyen ciento dellos, aunque
burlen con ellos, y crédulos y cognoscedores que hay dios en el cielo, e firmes que
nostor habmos venido del cielo, y muy presto a cualquiera oración que nos les digamos
que digan y hacen el señal de la X. asi que deben vuestras altezas determinarse a los
hacer cristianos, que creo que si comienzan, en poco tiempo acabara de los haber
convertido a nuestra santa fe multidumbre de pueblos, y cobrando grandes señoríos y
riquezas y todos sus pueblos de la España, porque sin duda es en estas tierras
5
M. Hernández Sánchez Barba, Historia de América: América europea I, Madrid, Ediciones Guadarrama,
1963.
6
Sánchez Barba, Historia de América: América europea I
6
grandísimas sumas de oro, que no sin causa dicen estos indios que yo traigo, que ha de
estas islas lugares a donde cavan el oro y lo traen al pescuezo…”7
Además, está convencido de que estos indios tienen contacto con el Gran Kahn,
diciendo Las Casas en su diario que “entendía el almirante [sobre lo que le decían los
indios] que allí venían [a Cuba] naos del Gran Can, y grandes, y que de allí a tierra
firme había jornada de 10 días”8.
La segunda parte de la conquista es cuando comienzan a haber dificultades con los
indios estando los españoles ya definitivamente asentados en los territorios
conquistados, y empiezan a encontrarse relatos mucho más severos:
“comen carne humana en la tierra firme; son sodometicos mas que en generación
alguna; ningún justicia hay entre ellos, andan desnudos, no tienen mor ni vergüenza; son
estólidos, alocados no guardan verdad […] son bestiales, y precianse de ser abominables
en vicios […] cuando han aprendido las cosas de la fe, dicen que esas cosas son para
castilla, que para ellos no valen nada, y que no quieren mudar costumbres;[…] quanto
mas crescen se hacen peores; asta diez o doce años paresce que han de salir con alguna
crianza y virtud; pasando adelante se tornan como bestias brutas […] son insentatos
como asnos, y no tienen en nada matarse.”9
Fernández Oviedo promulga por una solución final a manos de dios sobre los indios,
argumentando que “los ha dios de acabar muy presto […] ya se extirpo a satanas de esta
isla La Española […] quemar polvora contra los paganos es como quemar incienso ante
el señor.” 10 La importancia de estos relatos prejuiciosos sobre los nativos, es que
empiezan a buscar una justificación para los tratos a los que los indios eran sometidos
por los conquistadores, buscando la forma de legitimar la violencia y la evangelización
a la fuerza. La concepción aristotélica de la civilización (en este caso la española) contra
la barbarie (los mexicas) está latente, como lo plasma en su historia de la conquista de
México del S XVII Antonio Solís:
“constaba el ejercito enemigo de cuarenta mil hombres, según lo que hallamos escrito:
que aunque barbaros y desnudos, como pondera alguno extranjeros, tenian manos para
ofender: y cuando les faltase el valor, que es propo de los hombres [civilizados], no les
faltaría la ferocidad, de que son capaces los brutos.” 11
La visión del “buen salvaje” que nos mostraban los primeros exploradores cambio
radicalmente en el transcurso de 50 años a causa de que los esfuerzos por comprender a
estos hombres no fue generalizado. Iniciativas individuales como la de Bartolomé de las
Casas y, mucho más, la de Bernardino de Sahagún, por citar los dos casos más famosos,
le dan un enfoque nuevo a la mirada y comprensión de los europeos sobre los habitantes
del nuevo mundo. Por otro lado, Francisco de Vitoria o Juan Ginés de Sepúlveda
ofrecen una mirada contraria, mucho más pragmática y dura contra la rebeldía e
7
Cristóbal Colon, relación del primer viaje, Buenos aires, Colección del Buen Aire, 1944. Pp: 53
Tzvetan Todorov, La conquista de América: la cuestión del otro, Pp: 39
9
Ibídem, pp. 161-162
10
Ibídem, p: 162
11
Antonio Solís, Historia de México, Argentina, Editorial Jackson, 1949. Pp. 199
8
7
inferioridad del indio, despojándolos de una igualdad jurídica de la que no concebían
posibilidad. Vitoria sostenía que la majestad podría abrir las hostilidades y a los que se
resistiesen “e vos haremos todos los males e daños que pudiéremos, como a vasallos
que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten e contradicen.”12
Sepúlveda y su Guerra Justa
Juan Ginés de Sepúlveda fue un sacerdote católico español que vivió entre los años
1490 y 1573, coincidiendo toda su vida con el proceso de descubrimiento, conquista y
asentamiento de España en América. Su tratado más famoso, “De justis bellis causis
apud indios”, escrito y publicado en Roma en 1550, le otorgo la fama posterior de
defensor de la esclavitud y aniquilación de los indios. Su teoría se basaba básicamente
en “la Política” de Aristóteles, llevando la teoría del estagirita del amo y el esclavo a la
cúpula cultural que imponía la doctrina católica sobre la pagana y hereje de los
americanos. Celebre fue su enfrentamiento contra el Fray don Bartolomé de Las Casas,
antiguo encomendero transformado en acérrimo defensor de los indios, en las Juntas de
Valladolid sobre los “Justos Títulos” de conquista.
Como dice Manuel García Pelayo:
“[El] primer problema a determinar es el de si existe compatibilidad entre una
concepción cristiana del mundo y la guerra; no la guerra contra los indios, sino en
general. Las líneas directrices del pensamiento de Sepúlveda son las siguientes: en la ley
antigua se encuentran una serie de pasajes de los que se desprende que la guerra es algo
perfectamente permitido.[…] La vida social no se desliza tranquila […] El defenderse
de ellas es la causa de la guerra, lo cual se justifica plenamente, puesto que por derecho
natural a todo el mundo le esta permitida la defensa, tanto la de su propia persona como
la de deudos y amigos.”13
Sepúlveda basa su trabajo en el antiguo testamento, donde nos podemos encontrar con
un Dios y un mundo mucho más belicoso, donde él lo reconoce:
“no es pues, la sola infidelidad la causa de esta guerra justísima contra los barbaros, sino
sus nefandas liviandades, sus prodigioss sacrificios de victimas humanas, las extremas
injurias que hacían a muchos inocentes, los horribles banquetes de cuerpos humanos, el
culto impio de los idolos. Pero como la ley nueva y evangelica es mas perfecta y suave
que la ley antigua y mosaica, porque aquella era ley de temor y esta es de gracia,
mansedumbre y caridad, las guerra se han de hacer también con mansedumre y
clemencia, y no tanto para castigo como para enmiendo de los malos.”14
También, sobre trabajos de los doctores de la iglesia como San Agustín de Hipona y de
Santo Tomas de Aquino. Cuando él nos habla de “[…] defensa, tanto la de su propia
12
Mariano Fazio Fernández, Francisco de Vitoria: cristianismo y modernidad, Buenos Aires, ediciones
ciudad argentina, 1998, Pp. 27
13
Marcelino Menéndez y Pelayo y Manuel García Pelayo, en Juan Ginés de Sepúlveda, Tratado sobre las
justas causas de la guerra contra los indios, México, Fondo de Cultura Económica, 1996. pp. 14
14
Sepúlveda, Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, Pp. 133
8
persona como la de deudos y amigos”15 esta por una parte justificando dos cosas. La
primera, que la causa de una guerra justa es la de responder una agresión (tanto física
como moral, luego analizaremos ese punto). La segunda, es que al no ser cristianos, la
causa de guerra es doblemente justificada. Aquí me planteo una pregunta contra fáctica,
¿Qué hubiese pasado si en américa los españoles se hubiesen encontrado con una
población cristiana?¿Hubiesen respetado a estos reinos indianos o hubiesen buscado
nuevas teorías para justificar legalmente la guerra contra ellos?.
La guerra justa debe reunir: una causa justa, una autoridad legítima, un recto ánimo y
una recta manera de hacerla:
La causa justa consta de repeler la fuerza con la fuerza, recobrar las cosas injustamente
arrebatadas, castigar a los malhechores cuyos delitos quedaron impunes o la
superioridad cultural, donde nos dice “[…] someter con las armas, si por otros camino
no es posible, a aquellos que por condición natural deben obedecer a otros y renuncian a
su imperio”16. En la frase “obedecer a otros” se puede percibir claramente la teoría
aristotélica de la dominación. Sepúlveda continúa: “lo perfecto debe imperar sobre lo
imperfecto […] será siempre justo que tales gentes se somenta al imperio de príncipes y
naciones mas cultas y humanas, para que merced a sus virtudes y a la prudencia de sus
leyes se reduzcan a vida más humana y al culto de la virtud”17.
El recurso de la legitimidad que adquiere una guerra lo da el hecho de que tiene que ser
declarada y dirigida por el poder público, Pelayo nos lo explica: “la guerra, pues, no
puede ser hecha más que por el príncipe o suprema autoridad de la república, a
excepción del caso de legítima defensa”18. En este punto, se diferencian dos cosas: la
guerra justa, en principal, debe surgir por orden de la máxima autoridad, así
suprimiendo cualquier iniciativa individual incumpliendo con la voluntad divina del
soberano y atentando contra los deseos generales del reino, porque solo el rey tiene la
potestad para movilizar a sus súbditos. En segundo lugar, remarca que es únicamente
legítima la guerra por iniciativa individual, cuando se repele a una agresión. Aquí se
puede ir deduciendo que el proceso de conquista individual que emprendieron los
conquistadores españoles antes de que la población de América sea una empresa
puramente estatal (reinado de Carlos I y reinado de Felipe II) está justificada.
El recto animo lo aclara Sepúlveda citando a San Agustín: “el hacer la guerra no es
delito, pero el hacer guerra por causa de botín es pecado; ni el gobernar a republica es
cosa criminal, pero el gobernar la república para aumentar las riquezas privadas parece
cosa digna de condenarse.”19 Es decir, la empresa de la guerra debe estar sustentada por
una acción moral que la apruebe. El accionar de los súbditos del rey, quien es quien da
15
Ibídem, p. 15
Sepúlveda, Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, Pp: 19
17
Ibídem, p: 20
18
Marcelino Menéndez y Pelayo y Manuel García Pelayo, en Juan Ginés de Sepúlveda, Tratado sobre las
justas causas de la guerra contra los indios, Pp:26
19
Sepúlveda, Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, Pp: 27
16
9
la orden de la acción bélica, aunque obren de manera ilegítima o cometan crímenes, no
le quita el sentido moral a la guerra. Por ejemplo, Sepúlveda cuenta de su experiencia en
el saqueo de Roma en el año 1527 por parte de las tropas de Carlos I:
“Por tanto, si hombres injusto y malvados han dado muestras de avaricia, de crueldad y
de cualquier genero de vicios, de lo cual hay muchos ejmeplos según he oído, nada de
esto hace peor la causa del prinicpe y de los hombres de bien, a no ser que por
negligencia o permiso de ellos se haya perpetrado tales maldades, porque entonces los
príncipes que las consienten incurren en la misma culpa que sus ministros y con la
misma pena serán castigados en el juicio de dios.”20
Por último, para el recto modo de hacer la guerra justa, Pelayo dice:
“El fin de la guerra no es la venganza, sino el bien publico; de aquí que solo se ha de
combatir lo necesario para alzanzar ese ojbeto, procurando, por tanto, que no se haga
injuria a los inocentes, ni se maltrate a los embajadores, a los extranjeros ni a los
clérigos, se respeten las cosas sagradas y no se ofenda a los enemigos mas de lo justo.”21
El oficio del requerimiento es clave en la conquista de América, ya que fue impuesta
tras una lucha perpetrada por los dominicos y franciscanos que habitaban en América,
quienes veían los abusos que sufrían los indios por parte de los españoles y su sed de
oro constante. Con este reglamento, se le advertía a los indios lo que les sucedería si no
se sujetaban a la corona de Castilla, es decir, se le daba un marco legal al accionar de los
conquistadores si los indios se negaban a rendirse, aun si estos no tomasen las armas. El
Requerimiento, en palabras de Todorov, consistía en:
“[un] comienzo con una breve historia de la humanidad, cuyo punto culminante es la
aparición de Jesucristo, al que se declara “cabeza de todo linaje humano”, especie de
soberano supremo que tiene bajo su jurisdicción al universo entero. Establecido este
punto de partida, las cosas se encadenan con toda sencillez, Jesus transmitio su poder a
San Pedro, y este a los Papas que le siguieron; uno de los últimos Papas regalo el
continente americano a los españoles […] Solo falta asegurarse una cosa, que los indios
sean informados de la situaicon, pues es posible que no se hayan enterado de eso regalos
sucesivos que daban los Papas y los emperadores.”22
el tono sarcástico del autor es evidente, pero el análisis siguiente es el interesante con
respecto a la visión de Sepúlveda:
“si los indios se muestran convencidos despues de esa lectura, no hay derecho de
hacerlos esclavos […] Sin embargo, si no aceptan esa interpretación europea de su
propia historia, serán duramente castigados.[…] Se postula de entrada que los indios son
20
Sepúlveda, Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, Pp: 97
Marcelino Menéndez y Pelayo y Manuel García Pelayo, en Juan Ginés de Sepúlveda, Tratado sobre las
justas causas de la guerra contra los indios, México, Fondo de Cultura Económica, 1996. pp: 27-28
22
Tzvetan Todorov, La conquista de América: la cuestión del otro, México, Editorial Siglo
Veintiuno,1987. Pp: 158
21
10
inferiores, la superioridad de quienes anuncian el requerimiento ya esta unida en el
hecho de que son ellos los que hablan, mientras que los indios escuchan.”23
Los indios americanos no tuvieron maneras legales ni jurídicas de defenderse, y aunque
tuvieron sus defensores y fueron quienes lograron conquistas en el ámbito jurídico para
poder lograr un mayor bienestar en el proceso de conquista, muchos eran miembros del
clero y defendían unánimemente la idea de evangelizarlos. De esta manera, cuando se
habla de la destrucción cultural que produjo el descubrimiento del nuevo mundo, se
basa en estos factores y poniéndose de ejemplo al Imperio Azteca, el más desarrollado
de los pueblos americanos. Sepúlveda, de todas maneras, aclara que “el tener ciudades y
algún modo racional de vivir y alguna especie de comercio es cosa que la misma
necesidad natural induce”24, y continua: “solo sirve para probar que no son son osos ni
monos y que no carecen totalmente de razón”. 25
Por lo tanto, le evangelización es concebida como un deber de humanidad, “asi como
estamos obligados a mostrar el camino a los hombres errantes, asi la ley de la naturaleza
y de la caridad humana nos obliga a traer los paganos al conocimiento de la verdadera
religión”26. Los sacrificios humanos (y/o la antropofagia), que tanto escandalizaron a los
españoles, agregaron otro motivo al proceso de conquista de estos pueblos: el derecho a
defender a los inocentes victimas de estos “actos del demonio”, tal como lo veían los
cronistas de la época.
Sepúlveda, si de algo se lo acusa, es de promover también la dominación y sujeción de
los indios al yugo del reino de España. Por consiguiente, apoyándose en Vitoria que
decía “[que] estos barbaros, aunque como queda dicho no sean del todo amentes, distan
muy poco de los amentes […] parece que no son aptos para formar o adminsitrar una
republica legitima.”27 Por ello, aconseja al rey de España a tomar el gobierno de ellos
por ministros españoles, y así administrar “dentro de los términos humanos y civiles”28
las repúblicas de estos indios y sacarles provecho. Por otro lado, la encomienda es
clave, ya que “repartir algunos de ellos por las ciudades o por los campos a españoles
honarados […] para que los eduquen en costumbres rectas y humanas y procuren
iniciarlos e imbuirlos en la religión cristiana”.29 También, aludiendo a los libros de los
proverbios, Sepúlveda cita una frase en la que refuerza su teoría: “el que es necio servirá
al sabio”.30 Para concluir el tema de la providencia, de la espada terrenal de la religión,
vuelve a citar a San Agustín para que de un modo se pueda legitimar este imperialismo
cultural: “¿Crees tu que nadie peude ser obligado a la justicia, cuando se lee que el
23
Tzvetan Todorov, La conquista de América: la cuestión del otro, México, Editorial Siglo
Veintiuno,1987. Pp: 159
24
Sepúlveda, Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, Pp: 30
25
Ibídem, p: 30
26
Ibídem, p: 33
27
Ibídem, p: 41
28
Ibídem, p: 41
29
Ibídem, p: 40
30
Sepúlveda, Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, Pp: 85
11
padre de familias dijo a sus siervos: obligad a entrar a todos los que encontréis?”.31 A lo
que se refiere aquí es un pasaje del nuevo testamento donde Jesus le dice a sus siervos
que salgan e inviten a todos los que quieran a su casa, cuando estos vuelven Jesus le
dice que ahora salgan a los caminos y los campos y obliguen a todos a entrar. Su
interpretación seria la siguiente: primero la iglesia invita, luego obliga.
Para finalizar el análisis del texto de Sepúlveda, no está de más remarcar que veía en la
nación española, la misión divina de seguir evangelizando como lo habían hechos los
apóstoles. Además, remarcaba la moral del pueblo español, superior a la de cualquier
otra de Europa, tanto en austeridad como en religiosidad. Colon, que tras su segundo
viaje emprendió la escritura de “El libro de la profecías”, adjudicándose profecías de su
llegada al Nuevo Mundo, nos muestra el poder que tenía la religión durante esta época,
sobre todo en el mundo español post-reconquista de la península ibérica y la expulsión
de los moros.
El hombre, el español, bajo la ley natural está participando de la ley eterna. De esta
manera, San Agustín la define como la voluntad de dios que quiere que se conserve el
orden natural y prohíbe que se perturbe. Es obligación de los católicos defenderla. Y
agrega Sepúlveda:
“Y todavía resulta más evidente la justicia de esta guerra, si se considera que la ha
autorizado el sumo pontífice, que hace las veces de cristo. Porque si las guerras que con
autoridad del mismo dios han sido emprendidas, como muchas de que se habla en las
sagradas escrituras, no pueden ser injustas.”32
El católico, en su rol como tal y cumpliendo los preceptos de Cristo, deberá enderezar a
los que caminan errando, y dar a conocer al verdadero Dios y la Santísima Trinidad a
quienes la desconozcan, porque “¿quien que este en su sano juicio no ha de desear que,
si alguna vez llega a perder el recto camino, […] cualquiera lo retire de el y le haga
volver al buen camino […]?”.33 Para los vencidos, y quienes re rehúsen a la dominación
y la evangelización de esta nueva religión que le es traída desde el otro lado del océano,
Sepúlveda basta con citar a San Ambrosio:
“cuando por mandamiento divino se levantan los pueblo para castigar los pecados,
como fue suscitado el pueblo judaico para ocupar la tierra de promisión y destruir
gentes pecadoras, puede derramarse sin culpa la sangre de los pecadores, y lo que ellos
malamente poseen pasa al derecho y dominio de los buenos” 34
Aquí se muestra otra cara de la legitimación, el apoderarse de los bienes del vencido y
de manejar al antojo del vencedor, qué hacer con él. Sobran los ejemplos de cómo
resolvían estas querellas los conquistadores, contada por las propias palabras de los
cronistas en las que se basa Sepúlveda. Además, luego aclara el hecho de que estos
31
Ibídem, p: 95
Ibídem, p: 135
33
Ibídem, p: 137
34
Sepúlveda, Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, Pp: 161
32
12
indios que se rinden pacíficamente no pueden contar con el mismo estatus y derechos de
un católico, por su mera condición de ser inferiores en virtud y en dignidad. El rey debe
procurar el bienestar de todos, porque el autor avisa, casi como un visionario que “un
príncipe justo y religioso debe procurar por todos los medios posibles que tales
calamidades no vuelvan a perpetrarse [las guerras injustas] no sea que por su
negligencia en castigar ajenos delitos merezca infamia en este siglo y condenación
eterna en el otro”.35
Sahagún y su estudio etnográfico
La obra de Bernardino de Sahagún no tiene antecedentes en lo que respecta al estudio
de la cultura azteca en América. Nacido en España en 1499, fue estudiante de la
universidad de Salamanca para luego integrare a la orden franciscana. En 1529 llego a
México donde permaneció hasta su muerte en 1590. Su obra, que consta de 12 libros,
salió a la luz luego de su muerte, por lo tanto no pudo saber la importancia que esta tuvo
para la posteridad. Se comprometió a conocer y estudiar la lengua náhuatl para así poder
comprender mucho mejor la cultura mexica y poder evangelizar correctamente,
problema que creía fundamental para la correcta predicación del catolicismo. Nos
cuenta Todorov:
“ya en la época se perciben diferentes implicaciones ideológicas de este acto puesto que,
en una petición inconclusa al papa, de 1566, Las Casas refiere que hay obispos ´muchos
y pesimos, indignos en la presencia de vuestra santidad, por despreciar los obispos de
aprender la lengua de sus feligreses´, y los mismos superiores de las ordenes agustina,
dominica y franciscana en México solicitan a la inquisición, en una petición del 16 de
septiembre de 1579, que impida la traducción de la blibia a las lenguas indígenas”.36
Sahagún se comprometió a enseñar las artes gramaticales de la lengua latina, porque así,
los nativos sabiendo la lengua castellana, podían corregir la forma en que daban los
sermones o evangelizaban los españoles. El propio Sahagún cuenta que “españoles y
otros religiosos reíanse mucho y hacían burla [decían que] nadie seria poderoso para
poder enseñar gramatica a gente tan inhábil”.37 Como dice Todorov, el imperio conlleva
su cultura y lengua en la dominación de los vencidos, pero algunos religiosos veían con
malos ojos que los indios aprendan tan eficazmente la nueva lengua y religión
impuestas, argumentando según cuenta Sahagún que “decían que estos no habían de ser
sacerdotes, de que servía enseñarles la gramática, que era ponerlos en peligro de que
hereticasen”. Para ellos, evidentemente, la escasa enseñanza era mucho más segura que
formar un pueblo culto. Además, “también que viendo la sagrada escritura entenderían
en ella como los patriarcas antiguos tenían juntamente muchas mujeres, que era
conforme a lo que ellos usaban”.38 Esto último es clave para entender el significado de
la obra humana de Sahagún, no solo la intelectual, sino que los indios tendrían acceso a
35
Ibídem, p: 177
Tzvetan Todorov, La conquista de América: la cuestión del otro, México, Editorial Siglo Veintiuno,
1987. p. 230
37
Ibídem, p. 231
38
Ibídem, p. 231
36
13
las escrituras y podrían comprenderlas por ellos mismos y juzgarlas, y no solo tendrían
que aceptar los que le dijesen. No hablamos de interpretarlas a su manera, lo cual sería
una herejía, sino de poder leerlas. Así, no podrían usarse ya medios coactivos para que
tomaran la doctrina, el paso hacia la tarea de misionar estaba estableciéndose.
Para estudiar la cultura azteca, Sahagún utiliza a informantes mexicas, los cuales
vivieron los hechos que relatan ya que eran los sabios que mejor conocían las
costumbres antiguas. Su método de estudio implicaba conocer mediante una fuente oral
directa. Él se transforma en pionero de este campo de estudios proto-etnograficos.
Porque por ejemplo, adquiere acceso a fuentes inéditas y logra ver y estudiar
directamente de los códices antiguos que se salvaron de la quema de libros general,
como nos cuenta: “no dejaron de quedar muchas escrituras escondidas que las hemos
visto, y aun ahora se aguardan, por donde hemos entendido sus antiguallas”.39
Todorov nos pone el ejemplo de otro español que redacto un extenso trabajo sobre los
aztecas: su nombre es Diego Duran, que vivió desde 1543 hasta su muerte en 1588 en
México. Antes de morir, redacto “Historia de las indias de Nueva España e Islas de a
tierra firme”. Coincidiendo con Sahagún en ciertos aspectos como por ejemplo en que
“para limpiar el paganismo, primero hay que concoerlo bien”40, luego aclara que “para
imponer la religión cristiana hay que extirpar toda huella de religión pagana”41. Duran
no tiene el interés científico que posee Sahagún al momento de estudiar la vida de los
nativos, aunque el fin del estudio de ambos sea el de una mejor evangelización. Para él,
“jamas podremos hacerles conocer de veras a Dios, mientras de raíz no les hubiéramos
tirado todo lo que huela a la vieja religión de sus antepasados”42. Su visión se vuelve
mucho más intolerante que la de Sahagún, cuando propone “[…] es menester agora , en
tratando de sueños, que sean examinados en que era lo que soño, porque puede ser que
haya algún olor de lo antiguo […].”43 El control propuesto por Duran sobre los indios
tiene que llegar hasta el examen de lo que sueñan, ya que allí el control de los
evangelizadores no llega a controlar a los indios. De quedar al menos un resabio de esta
cultura pagana, una sola oveja con sarna puede infectar a todo un rebaño.
Sahagún se propone a conservar la cultura Náhuatl, no solo con el fin único
evangelizador, sino para resguardar la cultura de esta gente con la que el vivió la mayor
parte de su vida, y que con buena fe creía que se les debía revelar al verdadero Dios. De
esta manera, “elige el camino de la fidelidad total, puesto que reproduce el discurso tal
como se lo dicen y agrega su traducción, en vez de sustituir el discurso con la
39
Tzvetan Todorov, La conquista de América: la cuestión del otro, México, Editorial Siglo Veintiuno,
1987. p. 237
40
Ibidem, p.212
41
Ibidem, p. 213
42
Ibidem, p. 213
43
Ibidem, p. 215
14
traducción.”44 Además este trabajo, también llamado Códice Florentino, está
acompañado por imágenes y representaciones hechas por los mismos nativos.
Su método de estudio sobre la cosmovisión nativa es el distanciamiento, opta Sahagún
por la sola descripción de los hechos sin agregarles ni juicios morales ni
interpretaciones. Por ejemplo, todos los cronistas españoles ordenados se horrorizaban
por el ritual de las guerras floridas. En sus descripciones en las cartas y tratados, sus
opiniones son unánimes. Pero Bernardino, fiel a su estilo, describe este ritual de la
siguiente manera:
“sus dueños [de los cautivos] los subían arrastrando por los cabellos hasta el tajon donde
había de mrir. Llegándolos al tajon, que era una piedra de tres palmos en alto o poco
mas, dos de ancho, o casi, echabanlos sobre ella de espaldas y tomabanlos cinco: dos
por las piernas y dos por los brazos y uno por la cabez,a y venia luego el sacerdot que le
abia de matar y dabale con ambas manos, con una piedra de pedernal, hecha a manera
de hierro de lanzon, por los pechos, y por el agujero que hacia metia la mano y
arrancabale el corazón, y luego le ofrecia al sol; echabale en una jícara. Después de
habrles sacado el corazón, y depsues de hbaeer echado la sanfr en un jícara, la cual
recibia el sañor del mismo muerto, echaban ell cuerpo a rodar por las gradas bajo el
cu”.45
Todorov lo explica perfectamente:
“esta descipcion es todo lo contrario de las de Duran o Motolinia: no hay ningún juicio
de valor, pero tampoco ninguna interpretación; nos enfrentamos a una pura descripcion.
Sahagun parece practicar la técnica literaria de las distanciación: describe todo esde el
exterior, acumulando los detalles técnicos; de ahí la abundancia de medidas: ´tres
palmos o poco mas´ […].”46
Los que podemos saber hoy en día de la cultura náhuatl se lo debemos en parte a la
arqueología, a los cronistas e historiadores europeos, a la tradición oral mexica y sobre
todo, al estudio que realizo Sahagún sobre este pueblo. Mas allá de ser un compilado
hecho por un español, su técnica y la riqueza de su tratado es única y completa.
El desinterés mostrado por los españoles de su época se reflejo no solo en las burlas y
desprestigios que sufrió su trabajo (que su primera publicación se date en el s XIX no es
un dato menor), sino que tampoco pudo terminarlo como el queria por
desfinanciamiento, falta de ayuda y desvalorización de su trabajo. En su prólogo se
cuenta que
“mandaron al autor que despidiese a los escribanos y que el solo escribiese de su mano
lo que quisiere en ellas. El cual, como era mayor de setenta años y por temblor de la
44
Ibídem, P: 238
Bernardino de Sahagún, Ritos y costumbres aztecas, Madrid, Ediciones Atlas, 1944, p. 117
46
Tzvetan Todorov, La conquista de América: la cuestión del otro, México, Editorial Siglo Veintiuno,
1987, p. 242
45
15
mano no puede escribir nada ni se pudo alcanzar dispensación de este mandamiento,
estuvieron las escrituras sin hacer nada en ellas mas de cinco años”. 47
Sahagún se comprometió a unir a los españoles y mexicas, que estos que conquistaban
entendiesen a los conquistados, poniéndolos a la par, que “[V.M.] vivid y reinad para
siempre, vos que sois nuestro señor y nuestro abrigo y amparo, humanisimi,
piadosísimo, invisible e impalpable en toda quietud”48 que deje de emprender guerras en
estas tierras de Nueva España y que todos los que murieron en estas guerras “[…] sean
recibidos con entrañas de peidad y de amor de nuestro padre el sol, y de nuestra madre
la tierra, porque vos solo vivis y reinais y sos nuestro señor humanísimo”49. De hecho,
también encontró rituales que se podían asemejar a las concepciones cristianas para
acercar las dos culturas, como el del diezmo (“lo que merece este adivino por esta
adivinanza [es] que le dan de comer y a beber, y algunas mantas, y danle muchas cosas,
que son gallinas y una carga de comida”50) o de bautismo católicos
“[…] después de esto, echabanle agua sobre la cabeza diciendo: ´OH nieto mio, hijo
mio, redibe y toma el agua del señor del mundo [Quetzalcoatl], que es nuestra vida […]
ruego por que asi entre en tu cuerpo y viva esta agua azul celestial […] ruego que sea
apartado todo lo que fue hecho antes de ti en el principio del mundo […] ahora vive de
nuevo y nuevamente nace este niño, ahora otra vez se purifica y se limpia´” 51
Con respecto a la pérdida de una parte de la obra, Gerónimo de Mendieta cuenta que:
“tuvo tan poca dicha este bendito padre en el trabajo de sus escritos, que estos once
libros que digo, se los saco con cautela un gobernador de esta tierra y los envio a España
a un cronista que pedia papeles de indias, los cuales alla servirán de papeles para
especias. Y de los demás que aca quedaron, no pudo imprimir sino solo unos cantares,
para que en sus bailes los cantasen los indios en las festividades de nuestro señor y de
sus santos.”52
Conclusión
Habiendo analizado las obras de Sepúlveda y de Sahagún que realice en este trabajo, se
puede comprender la visión de la humanidad que tenían ambos autores. Por un lado
Sepúlveda, que jamás pisó América y que realizó su trabajo basándose en fuentes y
relatos de españoles que estuvieron en América, tiene una visión fría e imperialista
hacia los indios. Cuando no los está tratando como seres inferiores, los sitúa como
personas que pueden integrarse a la civilización católica que les lleva España pero en
una categoría de ciudadanos en inferioridad de derechos. No se puede juzgar a
Sepúlveda por su pensamiento aristotélico, ya que la escolástica europea fue
fuertemente influenciada por la filosofía de Aristóteles desde la Baja Edad Media,
empezando por Santo Tomas de Aquino quien unió las dos doctrinas (cristiana y
47
Ibídem, p. 234
Bernardino de Sahagún, Ritos y costumbres aztecas, Madrid, Ediciones Atlas, 1944. P: 20
49
Ibídem, p: 22
50
Ibídem, P: 170
51
Ibídem, P: 172
52
Ibídem, p: 234
48
16
pagana). Las teorías del estagirita alcanzaban a todos los estudiosos de esa época, como
Sahagún nos deja entrever aplicando la teoría del clima de Aristóteles diciendo que el
clima influencia en el tipo de civilización. Entonces, si él dice que los países cálidos
(refiriéndose a los de oriente medio) son más susceptibles a las tiranías, con un rey que
ejerce un poder despótico frente a un pueblo sumiso, Sahagún observa de los aztecas lo
siguiente:
“y no me maravillo tanto de las tachas y dislates de los naturale de esta tierra, porque los
españoles que en ella habitan, y mucho mas los que en ella nacen, cobran estas malas
inclinaciones […] y esto pienso que lo hace el clima, o constalaciones de esta tierra” 53
Aunque una concepción habla de que el clima cálido genera pueblos sumisos y
gobernantes tiránicos, el español dice que el clima cálido corrompe las buenas virtudes.
Son diferentes teorías, pero con esto queda demostrado como ambos autores analizados
utilizan consciente o inconscientemente un autor como base.
La diferencia también radica en que Sahagún reconoce que los indios son hijos de Adán,
que siguieron otro camino al de la cultura occidental (su historia conocida) pero lo único
que los diferencia de un español jurídicamente es que no adoptaron aún la doctrina
católica. Sepúlveda ve que ellos son personas, pero siguiendo el pensamiento del
aristotélico de:
“no se debe elevar a la categoría de ciudadanos a todos los invidivuos de que el estado
tenga necesidad. Y asi, si los niños no son ciudadanos como los hombes; estos lo son de
una manera absoluta, aquellos lo son en esperanza; son ciudadanos sin duda, pero
imperfectos”54
Juan Ginés aclara que:
“[…] me parecería cosa muy absurda, pues nada hay mas contrario a la justicia
distributiva que dar iguales derechos a cosas desiguales, y a los que lo son superiores en
dignidad, en virtud y en merito igualarlos con los inferiores, ya en ventajas personales,
ya en honor, ya en comunidad de derecho”.55
Entonces, no los rebaja a calidad de niños (inocentes y buenos) como declaraban los
primeros cronistas españoles que llegaron a estas tierras, sino que los rebaja de una
manera civil, es decir, sin capacidad legal para ejercer algún tipo de política. Eso
quedaría en manos de los españoles, por su superioridad.
Sahagún estudia a los indios, está en contacto con ellos mientras que Sepúlveda escribe
desde la península ibérica. Esto resulta fundamental, ya que el jamás conoció en persona
la cultura mexica y no podría sacar sus conclusiones más que por las afirmaciones e
historias de otros. No es cuestión de ver quién tiene razón y quien no de los dos autores,
53
Tzvetan Todorov, La conquista de América: la cuestión del otro,(México, Editorial Siglo
Veintiuno,1987) Pp: 253
54
Aristóteles, La política, Buenos aires, ediciones libertador, 2003, P: 70
55
Juan Ginés de Sepúlveda, Tratado de la guerra justa contra los indios, México, editorial siglo veintiuno,
1987, p: 171
17
sino de reconocer este hecho, que Sahagún al menos hizo un trabajo de campo (sin ser
pretencioso como Las Casas) y realizo un estudio más científico. Sepúlveda, ofrece una
teoría general sobre dominación como es el de La Política, pero aplicándola a la
conquista especialmente de América y legitimándola con la superioridad cultural
española y católica.
En 1558, cuando Sahagún termina de recopilar sus estudios, el daño hecho en América
por la falta de comprensión hacia la otra cultura dominada era irreversible. El estudio de
Bernardino, de haber llegado antes y haber sido publicado fuera de España como fue el
trabajo de las Casas, hubiese generado otro tipo de debate: ¿Qué es una cultura?¿Cuáles
son las verdaderas deficiencias que poseen los aztecas frente a los españoles?¿En que se
parecen y en que se diferencian?. Obviamente no era lo mismo un Escita de las estepas
Asiáticas, un Galo de los bosques europeos o un Ateniense en el S IV a.c., como
tampoco lo eran un indio caribe, un Inca, un Guaraní o un Azteca. Lo que cambia entre
el mundo en el que Aristóteles escribe la Política y la conquista de América es que, el
poder de la religión y el deber de predicación por el mundo del “Dios verdadero”, hace
que los españoles vean en su avance en América una providencia y un deber divinos.
No se trata de juzgar a los hombres del S XV-XVI, ya que son productos propios de su
época, más si sabemos que los españoles que llegaron a América eran segundones e
hidalgos que venían a probar suerte. La expresión “hacerse la América” data de esa
época. Con la empresa de la reconquista de la península ibérica terminada, y la
competencia por las rutas del atlántico con Portugal, España se estaba preparando para
comenzar su época dorada en la historia europea de la mano de los Reyes Católicos.
Si la Edad Media, cronológicamente, sitúa su fin con la caída de Constantinopla a
manos de los Otomanos en 1452, podría decirse que de la mano de España se extendió
al menos unos siglos más en América. Porque la historia, como dice Le Goff, se estudió
a base de perspectivas y periodos56. Así, los mexicas (como el resto de América)
dejarían de contar su propia historización57, ya que con el descubrimiento del continente
americano los habitantes del nuevo mundo también descubren su pertenencia geográfica
y su posición en el mundo. América queda integrada irremediablemente a la
historiografía occidental, entrando en la Edad Moderna y legando también, miles de
años de cultura.
En conclusión, tanto la obra de Sahagún y Sepúlveda permiten ver un problema latente
en cualquier proceso de descubrimiento: no conocer al otro. Además, la lejanía con la
tierra natal parece que propiciaba a los conquistadores a cometer actos que en su propia
tierra no serían capaces de hacer. La lejanía con la metrópoli y las leyes, dejaba salir de
los hombres el instinto cruel que despertaba el deseo de riquezas. No se puede hablar
56
Jacques Le Goff, ¿realmente es necesario cortar la historia en rebanadas?, Argentina, fondo de
cultura económica, 2016.
57
Rossend Rovira Morgado, relaciones de poder y economía política en Teotihuacan: investigaciones y
orientaciones actuales, Universidad Complutense de Madrid, 2009
18
propiamente de una metrópoli y colonias, ya que la constitución de las indias era en
calidad de reinos (Nueva España y Perú), pero aun así esto podría considerarse un
adelanto a las conquistas imperialistas que cometerían las naciones europeas en los
próximos años.
Los mismos españoles reconocieron que las consecuencias de su llegada al Nuevo
Mundo no fueron todas positivas, que en el proceso algo se perdió para siempre en el
camino. Bernal Díaz del Castillo, cronista español durante el proceso de descubrimiento
y conquista, cuenta con tristeza:
“Su ciudad […] era la mas hermosa cosa del mundo […] y decíamos que parecía a las
cosas de encantamientos que calicanto, y aun algunos de nuestros soldados decía que si
aquello que veian si era entre sueños […] Digo otra vez lo que estuve mirando, que crei
que en el mundo hubiese otras tierras descubiertas como estas […] Ahora todo esta por
el suelo, perdido, que no hay cosas ya […]”58
Duran observa lo mismo:
“en el primer año de la caña [del calendario azteca] llegaron a esta tierra los españoles
y, aunque para remedio de su anima fue dichoso y felice, por el bien que de recibir
nuestra fe ha redundado y redunda, ¿en que tiempo experimentaron mayores males en
aquel año?”59
Para concluir, se exponen las palabras del testamento de Bartolomé de Las Casas:
“e creo que por estas impias y celerosas e ignominiosas obras tan injusta, tiranica y
barbáricamente hechos en ellas y contra ellas, Dios ha de derramar sobre España su
furor e ira, porque toda ella ha comunicado y participado poco que mucho en las
sangrientas riquezas robadas y tan usurpadas y mal habidas, y con tantos estrago e
acabamientos de aquellas gentes.60”
La profecía se cumpliría con la Paz de Paris de 1898, donde España perdería a Cuba,
Puerto Rico y Filipinas, “últimos jirones del que había sido vastísimo imperio, resto de
un nuevo mundo que en otro tiempo descubriera, conquistara y ganara para la
civilización”61.
Bibliografía
Fuentes:
Aristóteles, La Política, Buenos Aires, Ediciones Libertador, 2003
Bernardino de Sahagún, Ritos y costumbres Aztecas, Madrid, Colección Cisneros, 1944
58
Ibídem, p. 139
Tzvetan Todorov, La conquista de América: la cuestión del otro,(México, Editorial Siglo
Veintiuno,1987) Pp: 229
60
Ibídem, p. 255
61
José Luis Comellas, Historia de España moderna y contemporánea, Madrid, Ediciones Rialp, 1972, P:
522
59
19
Cristóbal Colon, Relación del primer viaje, Buenos Aires, Colección del Buen Aire,
1944
Fernández de Navarrete, Viaje de Magallanes y de Sebastián de Elcano, Buenos aires,
Colección del Buen Aire, 1944
Hernán Cortes, Carta de relación de la conquista de México, Buenos Aires, colección
mar dulce, 1944.
Juan Ginés de Sepúlveda, Tratado sobre las justas causa de la guerra contra los indios,
México, Fondo de cultura económica, 1987
Ulrico Schmidt, Viaje al rio de la plata, Buenos aires, colección del buen aire, 1944
Autores complementarios
Francisco Morales Padrón, Historia del descubrimiento y conquista de América: Tomo
III, Madrid, Gredos, 1990
José Luis Comellas, Historia de España moderna y contemporánea, Madrid, Ediciones
RIALP, 1972.
Leslie Bethell, Historia de América Latina: tomo 1, Barcelona, Editorial Crítica, 1997
Mariano Fazio Fernández, Francisco de Vitoria: cristianismo y modernidad, Buenos
Aires, Ediciones Ciudad Argentina, 1999
M. Sánchez Barba, Historia de América: América europea, Madrid, Pearson Educación,
1988.
Ots Capdequi, El estado español en las indias, México, Fondo de cultura económica,
1976
Rossend Rovira Morgado, Relaciones de poder y economía política en Teotihuacán:
investigaciones y orientaciones teóricas actuales, Madrid, Universidad Complutense de
Madrid, 2009
Tzvetan Todorov, La conquista de América: la cuestión del otro, México, Editorial
Siglo XXI, 1987
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