Subido por ALEXIS HANCEVICH

SIMULACIÓN Práctica 2 CARMEN BARAJAS DESARROLLO COGNITIVO

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Práctica #2. Estudio del egocentrismo y la descentración en el estadío preoperatorio
Marco teórico (de “Práctica 8” en Barajas, C. (2006).)
El egocentrismo, entendido como la incapacidad para ponerse en un punto de vista distinto del propio, es
un concepto que en la teoría Piagetiana se extiende a lo largo de todos los periodos de desarrollo. Por
ejemplo, la dificultad del bebé en el estadío sensorio motor para separar aquello relativo a su propio cuerpo
y perspectiva de lo que se descentra de estos.
Al finalizar el periodo sensorio motor, cuyo punto principal es la acción directa, el bebé desarrolla el lenguaje,
la función simbólica, y en consecuencia se producen importantes modificaciones en el desarrollo intelectual
y afectivo. La acción se transforma en representación, por lo que ya no se habla únicamente de inteligencia
práctica, sino de un conocimiento propiamente dicho. La construcción de estas representaciones ocurre
mediante procesos de asimilación egocéntrica.
La centración o egocentrismo hace referencia a la incapacidad para atender y coordinar varios aspectos de
la realidad, o lo que es lo mismo, para concebirla como algo más que “un todo”.
Piaget e Inhelder, para estudiar el egocentrismo en la adopción de perspectivas visoespaciales, diseñan y
ejecutan un diseño de estudios denominado “Problema de las tres montañas”. Este diseño consiste en
presentar a un niño una maqueta con tres montañas, situando al niño en un puesto y a un muñeco en otro,
y tras ello se le pide al niño que mediante diversos medios comunique qué es lo que el muñeco ve. El
resultado confirma que hasta los 7 años, los niños no poseen la habilidad para desligarse de la perspectiva
egocéntrica de la realidad.
En relación al impacto del egocentrismo en la representación del mundo, presenta cuatro características que
se detallan a continuación: realista, animista, artificialista y precausal.
-
Realista: Se refiere a la tendencia infantil de confundir lo interno con lo externo, lo psíquico con lo
físico, y los sueños con los nombres.
-
Animismo: Se refiere a cómo el niño dota de vida y conciencia a elementos que no la poseen (astros,
ríos, piedras, etc.)
-
Artificialismo o antropocentrismo: Se refiere a la representación infantil de todo lo que rodea al niño,
de forma que todo ser o entidad natural es percibido como un objeto creado con la finalidad de
satisfacer necesidades humanas (por ejemplo, el sol ha sido encendido por alguien para calentarnos).
-
Precausalidad: Se refiere a la tendencia de los niños a afirmar creencias sin demostrarlas. Los niños
no demuestran sus afirmaciones porque creen que el otro tiene la misma (perciben la realidad como
un todo), y por ello no tienen necesidad de convencerlos.
El egocentrismo impregna también la conducta social del pequeño, y un ejemplo de ello es el habla
egocéntrica. El niño tiene intención comunicativa para con sus compañeros de juego, pero se comunican
mediante monólogos incompletos e imprecisos porque piensan que se comprenden.
Se diseñó una tarea que consistía en contar una breve narración a un niño, y que luego este se la contase a
otro compañero que no la había escuchado aún. Se evidenció que los niños contaban la información sin
tener en cuenta que sus compañeros disponían de menos información que ellos, y no se lograba un
entendimiento.
En la conducta social el egocentrismo se manifiesta en forma de un carácter precooperativo, es decir, los
intercambios con los demás serán sociales desde el punto de vista del niño pero centrados sobre sí mismo
desde el punto de vista del observador. Esta falta de comportamiento cooperativo se evidencia en dos tipos
de situaciones: aquellas actividades en las que es necesario cooperar para obtener un fin y en los juegos de
reglas.
En relación a las primeras, podemos citar el siguiente ejemplo: Dos niños se encuentran en una mesa muy
pequeña para trabajar por parejas, o solo tienen un boli para dibujar. Según Piaget los niños encuentran
muchas dificultades para encontrar modos de colaboración, porque la centración hace que el niño solo se
guíe por el interés de su tarea.
En relación a las segundas, Piaget observó como antes de los siete años los niños participan en juegos de
reglas respetando algunas (por imitación de otros mas mayores),y solo se preocupan de las reglas que les
atañen a ellos. Cuando se les pregunta a los niños quién ha ganado el juego, todos creen haber ganado
porque el fin del juego es jugarlo, no competir ni cooperar.
Desarrollo de la práctica
1. Se plantearán distintas situaciones en las que dos niños de 2 y 6 años de edad interactuarán de
diversas formas. Se planteará, con respaldo en el marco teórico expuesto anteriormente, aquellas
conductas o resultados que es esperable obtener. Naturalmente, la ejecución será distinta en los dos
niños ya que la diferencia de edad y desarrollo es considerable, por tanto se analizarán por separado.
Siendo niño A. el menor (2 años) y B. el mayor (6 años).
Situación 1. Se mostrará a cada niño una tarjeta que tiene dos imágenes distintas (una en cada cara).
Se le explicará el contenido y se pondrá la tarjeta entre el niño y el investigador, de forma que cada
uno pueda ver sólo una cara. Se le pregunta a los niños, ¿Qué dibujo ves tú en la carta? Y ¿Qué dibujo
veo yo?
Niño A: Puesto que el niño de dos años ha superado el periodo sensorio motor, se le presuponen una
serie de cualidades o habilidades entre las que destacan la función simbólica y la aparición del
lenguaje. Si enumeramos las necesidades o requerimientos de habilidades para responder a la
primera pregunta podemos decir que se requiere, a grandes rasgos:
a) Poder elaborar y manejar una representación mental del objeto representado en la tarjeta
b) Asociar la información de la pronunciación del nombre del objeto al mismo
En el periodo sensorio motor, un niño que siga un desarrollo típico o común habrá desarrollado estas
dos competencias a lo largo de los diferentes subestadíos, concretamente en el quinto y sexto. Dado
que A. tiene dos años, se puede asumir que ha superado esa etapa del desarrollo. Por tanto, si las
dos condiciones anteriores permiten la correcta respuesta a la pregunta, es esperable que el niño
responda pronunciando el nombre del objeto que ve en su lado de la tarjeta.
Ahora bien, si nos centramos en la segunda pregunta, que hace alusión a qué cree el niño que ve el
investigador, encontramos diferencias en las capacidades requeridas para poder responder de forma
correcta. A las demandas anteriores se le suma la necesidad de no percibir y procesar la realidad
como un único “todo” y la de alternar los puntos de vista propios de cada enfoque posible.
Por tanto, los requisitos para responder correctamente a la segunda pregunta son:
a) Poder elaborar y manejar una representación mental del objeto representado en la tarjeta
b) Asociar la información relativa a la pronunciación de la denominación del objeto al mismo
c) Percibir la realidad como un conjunto de perspectivas
d) Alternar entre las diferentes perspectivas (Teoría de la mente)
El bebé A no tiene edad suficiente para que las dos ultimas se hayan desarrollado en algún aspecto,
por tanto no podría responder correctamente a la segunda pregunta. Visto que percibe la realidad
como un todo y que cuenta con una única perspectiva, es esperable que responda exactamente lo
mismo que a la primera pregunta: El objeto que él ve en la tarjeta.
Niño B: El niño B, de seis años de edad, se encuentra en una etapa del desarrollo bastante más
avanzada que su compañero. Por tanto, en condiciones estándar debería ser capaz de responder a la
primera pregunta, ya que el niño A fue capaz de hacerlo. En otras palabras, ambos reúnen las
características necesarias para reconocer y nombrar al objeto que ven en su lado de la tarjeta.
Cuando se trata de responder a la segunda pregunta, hemos visto que requiere de dos competencias
adicionales. Esas dos competencias se adquieren en torno a los siete años, si bien la teoría de la
mente comienza a desarrollarse desde los dos y en adelante.
Al tratarse de un niño se seis años de edad, podría darse la situación de que responda correctamente
a qué es lo que ve el investigador, si bien todavía podría equivocarse. Es decir, no se puede asegurar
que por tener seis años vaya a ser capa de fragmentar la realidad en perspectivas y responder
adoptando la del investigador, pero es probable que sea capaz de hacerlo.
Situación 2. A los niños se les va a contar una historia, que se detallará a continuación, y se les
planteará una cuestión al final. “Carmen tiene una cesta, Ana tiene una caja. Carmen coge una pelota
y la guarda en la cesta. Se va a jugar fuera y Ana coge la pelota de la cesta y la guarda en la caja.
Cuando Carmen vuelva, ¿Dónde buscará la pelota?
Niño A: Recordemos antes de comenzar que A. tiene dos años y acaba de finalizar el periodo sensorio
motor de su desarrollo cognitivo. Siguiendo un planteamiento similar al de la cuestión anterior, a
continuación se establecen los requisitos mínimos necesarios para poder responder adecuadamente
a la pregunta:
a) Mantener la atención (es una historia relativamente larga)
b) Comprender la historia y la pregunta
c) Percibir las realidades o enfoques de Ana y Carmen por separado
d) Alternar entre ambos enfoques para dar con la respuesta
Expuesto lo anterior, se aprecia que una tarea que a priori puede parecer simple es en realidad muy
demandante a nivel cognitivo. Requiere cierto grado de control atencional, compresión de la historia,
y tenencia y aplicación de teoría de la mente. Es dudoso que A., teniendo dos años, tenga suficiente
control sobre su sistema atencional como para mantener la propia atención y segur la historia. En
caso de que lo hiciera, si bien comprendería la historia no podría percibir la realidad como un
conjunto de perspectivas, por tanto no diferenciaría los enfoques de Carmen y Ana. En otras palabras,
no es esperable que responda correctamente a la cuestión que se plantea.
Niño B: El desarrollo cognitivo de B. es claramente superior al de A. por una cuestión de edad y
estadíos de desarrollo superados. Por tanto, B. tiene mayor repertorio cognitivo que A. a la hora de
cumplir los criterios de desarrollo necesarios para responder correctamente a la pregunta. Si
recordamos las necesidades cognitivas para responder a la pregunta:
a) Mantener la atención (es una historia relativamente larga)
b) Comprender la historia y la pregunta
c) Percibir las realidades o enfoques de Ana y Carmen por separado
d) Alternar entre ambos enfoques para dar con la respuesta
Veremos que las dos primeras se cumplen sin ninguna dificultad, por tener seis años y suponiéndole
en condiciones de desarrollo estándar. La duda surge con las dos últimas, ya que forman parte de la
teoría de la mente y, puesto que coincide la edad culmen del desarrollo de esta con la edad del bebé
no se puede afirmar, a priori, ninguna conclusión.
Sin embargo, a rasgos generales es esperable (y se recalca que no por ser esperable, es irrefutable o
seguro) que de la respuesta correcta a la pregunta, puesto que podría ser capaz de adoptar el rol del
investigador y actuar en consecuencia.
Situación 3. El niño B. explicará al niño A. cómo se juega a un juego determinado
Aislando para simplificar el análisis la conducta de A (si está atento, si escucha, si comprende, etc.) el
desempeño en esta práctica dependerá en su totalidad, del grado de desarrollo cognitivo y de teoría
de la mente que posea B. Dado que B es un sujeto hipotético no hay forma de comprobar su nivel de
desarrollo exacto, pero coincidiendo su edad con un punto clave del desarrollo de la teoría de la
mente, pueden darse dos posibles situaciones:
a) B. tiene la teoría de la mente desarrollada: En cuyo caso la explicación del juego será comprendida
por B. como que debe efectuar una transmisión de información privada (solo él la conoce) a A. ,
a quien tiene que situar y poner en contexto, pues conoce menos información que B. La
comunicación en este caso (y en lo que a B. respecta) sería efectiva, más exhaustiva y completa,
es probable que se transmita el conocimiento de forma correcta.
b) B. no tiene la teoría de la mente correctamente desarrollada: No podrá separar la información
que él tiene de la que tiene A., Supone que ambos disponen de la misma información por la
incapacidad de fragmentar la realidad en perspectivas diferentes. Lo que el ve es lo que el otro
debe estar viendo. La explicación tendería a ser mucho más escueta, con menores palabras de
contenido y mayor abundancia de pronombres y referencias que A. sería incapaz de comprender
por no acceder al contenido al que éstas refieren.
Referencias bibliográficas:
Barajas, C., De la Morena, M., Fuentes, M. and González Cuenca, A. (2006). Psicología del desarrollo teoría
y prácticas. Málaga (Andalucía, España): Ediciones Aljibe.
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