ACTUALIZACIÓN EN BIOÉTICA I TEMA 1 PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA BIOÉTICA DILEMAS ÉTICOS. CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA ENFERMERÍA ESPAÑOLA. DERECHOS Y DEBERES DE LOS CIUDADANOS EN EL SERVICIO CANARIO DE LA SALUD. José Santiago González Campos INDICE 1.-­‐ ÉTICA. ................................................................................................................................. 2 1.1.-­‐ ¿QUÉ ES LA ÉTICA? ....................................................................................................................................... 2 1.2.-­‐ CARACTERÍSTICAS DE LA ÉTICA. ................................................................................................................. 3 1.3.-­‐ ÉTICA DE MÍNIMOS Y ÉTICA DE MÁXIMOS. ................................................................................................ 4 1.4.-­‐ LA ÉTICA Y LA ENFERMERÍA. ....................................................................................................................... 4 2.-­‐ BIOÉTICA. .......................................................................................................................... 6 2.1.-­‐ ¿QUÉ ES LA BIOÉTICA? ................................................................................................................................. 6 2.2.-­‐ CARACTERÍSTICAS DE LA BIOÉTICA. .......................................................................................................... 7 2.3.-­‐ LA FUNDAMENTACIÓN BIOÉTICA. .............................................................................................................. 9 2.4.-­‐ PRINCIPIOS DE LA BIOÉTICA. ................................................................................................................... 10 2.4.1.-­‐ PRINCIPIO DE NO MALEFICENCIA. .................................................................................................... 11 2.4.2.-­‐ PRINCIPIO DE JUSTICIA. ..................................................................................................................... 11 2.4.3.-­‐ PRINCIPIO DE BENEFICENCIA. .......................................................................................................... 11 2.4.4.-­‐ PRINCIPIO DE AUTONOMÍA. .............................................................................................................. 12 2.4.5.-­‐ JERARQUIZACIÓN DE LOS PRINCIPIOS. ............................................................................................ 12 2.5.-­‐ ÉTICA DE MÍNIMOS Y ÉTICA DE MÁXIMOS EN RELACIÓN A LOS PRINCIPIOS BIOÉTICOS. ............... 13 2.6.-­‐ BIOÉTICA, ÉTICA PROFESIONAL Y DEONTOLOGÍA. ............................................................................... 13 2.7.-­‐ METODOLOGÍA BIOÉTICA: LA DELIBERACIÓN BIOÉTICA. .................................................................. 14 2.8.-­‐ LOS COMITÉS DE ÉTICA. ............................................................................................................................ 15 3.-­‐ LA ÉTICA DE LA ENFERMERÍA. ................................................................................. 17 3.1.-­‐ LA PROFESIÓN ENFERMERA. .................................................................................................................... 17 3.2.-­‐ LA ÉTICA DEL CUIDADO. ............................................................................................................................ 19 3.3.-­‐ RASGOS MORALES DE LA PROFESIÓN ENFERMERA. VIRTUDES Y VALORES. .................................... 21 4.-­‐ DILEMAS ÉTICOS EN ENFERMERÍA. ........................................................................ 22 4.1.-­‐ LA COMUNICACIÓN CON LOS PACIENTES. .............................................................................................. 23 4.2.-­‐ EL CONSENTIMIENTO INFORMADO. ........................................................................................................ 25 4.3.-­‐ LA CONFIDENCIALIDAD. ............................................................................................................................ 28 4.4.-­‐ LA INTIMIDAD. ............................................................................................................................................ 28 4.5.-­‐ LA DOCENCIA. ............................................................................................................................................. 29 4.6.-­‐ LA INVESTIGACIÓN. ................................................................................................................................... 30 4.7.-­‐ LA GESTIÓN. ................................................................................................................................................ 30 5.-­‐ CÓDIGO DEONTÓLOGICO DE LA ENFERMERÍA. .................................................. 32 6.-­‐ DERECHOS Y DEBERES DE LOS CIUDADANOS EN EL SERVICIO CANARIO DE LA SALUD. .............................................................................................................................. 54 7.-­‐ CARTA DE LOS DERECHOS Y DE LOS DEBERES DE LOS PACIENTES Y USUARIOS SANITARIOS DEL SERVICIO CANARIO DE LA SALUD. ......................... 62 8.-­‐ BIBLIOGRAFÍA: .............................................................................................................. 66 1 1. ÉTICA. 1.1.-­‐ ¿Qué es la ética? Antes de intentar responder a los problemas éticos asistenciales a los que las enfermeras nos tenemos que enfrentar diariamente, que analizaremos en los siguientes apartados con más detenimiento, es preciso delimitar lo más exactamente posible qué es la ética, sus características y cómo nos puede ayudar en nuestra labor asistencial diaria. También es necesario avanzar que toda nuestra exposición estará guiada por la aplicación práctica de la ética a la labor asistencial diaria de los profesionales de enfermería. No por ello abandonaremos la necesaria fundamentación teórica de la ética, pero si nos centraremos en los aspectos más prácticos que afectan continuamente a los profesionales sanitarios y a los pacientes. Podemos definir la ética como la dimensión de la filosofía que reflexiona sobre la moralidad. La ética intenta dar razón de nuestros actos morales. Todos nuestros actos tienen un sentido y un fundamento que justificamos mediante razones. Cada vez que tenemos que decidir entre varios posibles cursos de acción (ya sea a nivel personal o asistencial) intentamos decidir racionalmente desde nuestra libertad y voluntad personal. Estas elecciones que continuamente tomamos nos van a definir como personas, nos van construyendo paulatinamente. La ética es un “saber de lo práctico”, como afirmaba Aristóteles, cuyo objeto es el propio hecho de la moralidad. Nuestros actos morales tienen que ver con el ¿qué debo hacer en una situación concreta donde se nos presenta una elección? Frente a esto, la ética se pregunta sobre ¿por qué debo? Por tanto, la ética parte de las acciones morales concretas, para distanciarse de ellas y proponernos un nivel de reflexión sobre la misma moralidad. La ética intenta fundamentar lo moral desde un discurso teórico, que queda englobado dentro de la tarea reflexiva de la filosofía. Sin embargo, la propia ética tiene finalmente una dimensión aplicada, buscando no sólo dar razón sobre los juicios morales, sino también busca resultados prácticos para poderlos aplicar a nuestra vida diaria. En la ética caminaremos desde la moralidad a la reflexión sobre el mismo hecho moral, y de éste a la moralidad, en un movimiento propio de dos etapas que se complementan continuamente. Sin embargo, la moral tiene que ver con los códigos que rigen las acciones concretas, que solemos especificar mediante normas, que nos prescriben, mandan, hacer algo. Al interrogarse la ética sobre los fundamentos de la moralidad, se convierte en filosofía moral, ya que la ética no sigue las prescripciones de la moral sino que se pregunta sobre ellas. 2 1.2.-­‐ Características de la ética. -­‐ Universal. Una de las características que definen al ser humano es que somos intrínsecamente morales. Poseemos una identidad y una estructura moral que nos constituye y que podemos encontrar en todos los seres humanos. Aún si transgredimos u olvidamos las normas morales esto parte del hecho de que no podemos dejar de ser seres morales. Por ello, debemos intentar buscar fundamentos que pudieran ser aceptados por todos los seres humanos. Sin embargo, los contenidos concretos de la moral son diferentes para cada individuo o grupo, según su sistema de valores, su cultura, su tradición, su experiencia y su aprendizaje. Ante esta diversidad podríamos afirmar que todas las opciones son válidas y abocar la ética al relativismo. Pero, frente a ello, sí podemos afirmar que existe un mínimo compartido por todos los seres humanos, por debajo del cual entramos en el campo de lo inmoral. La dificultad de encontrar este mínimo universal, no debe hacernos renunciar a él y a la pretensión de universalidad de la ética, para no caer en la arbitrariedad y el relativismo. Frente a ello, la labor de la fundamentación de la ética, la labor de dar razones que justifiquen las normas morales mediante la vía del diálogo, es necesaria para evitar los posibles dogmatismo. Finalmente, deberíamos poder articular un respeto a la pluralidad y a la diversidad de los propios valores morales, buscando puntos de encuentro universales para evitar el relativismo. -­‐ Racional. Otra de las características que definen al ser humano es que también somos intrínsecamente seres racionales. Asimismo, en la ética buscamos dar razones, justificarnos, cuando elegimos entre los diferentes cursos de acción posible. Es importante entender esta racionalidad ética en un sentido amplio, teniendo también en cuenta otros elementos necesarios en la toma de decisiones como pueden ser los sentimientos y las emociones. 3 1.3.-­‐ Ética de mínimos y ética de máximos. Teniendo en cuenta nuestra constitución moral y nuestra necesidad de vivir en sociedades, es necesario lograr unos mínimos morales universales compartidos por todos, ya que debajo de estos mínimos comunes encontramos la barbarie. Podemos llegar a establecer dos niveles de fundamentación moral: por un lado, el de la moral individual, que puede llegar a asumirse personalmente como una ética de máximos; y por otro lado el de la moral civil, que plantea una ética de mínimos necesarios asumibles por todos para que sea posible la vida en sociedad. Partiendo desde la ética de mínimos, que establece las bases de la convivencia de las actuales sociedades multiculturales en la que vivimos, se busca reconocer la pluralidad de las sociedades y de la libertad de los individuos que las componen. De esta forma, evitamos la imposición de sistemas de creencias que no son compartidos por todos, salvaguardando las diferencias y respetándolas, para que cada persona pueda defender su propio sistema de creencias, defendiendo la posibilidad de una ética de máximos individual. Por ello, la ética de máximos expone los ideales de vida personales y la ética de mínimos expresa las bases mínimas y compartidas de valores para la convivencia, que tienen que ser exigibles si queremos convivir en sociedad. 1.4.-­‐ La ética y la enfermería. La enfermería es una actividad sanitaria profesional cuya labor principal es el cuidado, que se desarrolla mediante la interacción con los pacientes y las instituciones donde ejerce su labor. Es una actividad que requiere una especialización científica y técnica pero que no se reduce a ella, sino que precisa también de una relación y de una comunicación con los pacientes y otros profesionales sanitarios, que implica finalmente la incorporación de valores a su quehacer diario y exige, por tanto, un análisis de su dimensión ética. Esta reflexión ética nos podría servir para abordar la justificación de la misma labor de enfermería, ayudándonos a analizar su sentido, el objetivo que pretende conseguir con sus cuidados y cómo pretende conseguirlo. Pero, además, nos puede servir también para intentar resolver los conflictos éticos que se generan mediante la práctica enfermera, especialmente con los valores que vamos a poner en juego en relación a la interacción humana propia de la enfermería. 4 A pesar de que la ética y la enfermería son en principio dos disciplinas no relacionadas entre sí, cuyos campos de análisis y trabajo son completamente diferentes, sí parece encontrarse entre ellas una especie de interrelación mutua como expondremos a continuación. Esta relación parece nacer debido a que la misma profesión enfermera posee una dimensión moral que la justifica y da sentido. El cuidado en sí mismo estaría muy cercano al principio de beneficencia, como veremos con más profundidad cuando hablemos precisamente de la ética del cuidado y del mismo principio de beneficencia, y muy relacionado con el propio bien y sentido interno de la misma enfermería que define su quehacer diario en la atención al paciente. Es importante resaltar que podríamos construir una ética enfermera desde la experiencia profesional asistencial, sin embargo si no queremos que ésta sea un simple recetario práctico precisamos de una fundamentación ética filosófica que sea capaz de dar razón de ella, ya que la simple validez práctica de una norma no la justifica finalmente y, por consiguiente, puede resultar arbitraria. La buena voluntad y el sentido común de las enfermeras no pueden justificar realmente el quehacer diario enfermero, cada día más complejo y que se debe enfrentar continuamente a un mundo cambiante, con nuevos retos científicos y técnicos, dentro de unas sociedades multiculturales que presentan cada vez más conflictos. Por todo ello, la ética nos puede ayudar en nuestra labor asistencial diaria, ya que no sólo debemos formarnos como buenos profesionales en conocimientos, habilidades y actitudes en los aspectos técnicos, imprescindibles, sino también en las cuestiones morales y, para esto, resulta importante reconocer la complejidad del juicio moral, comprendiendo los presupuestos en los que se pueden llevar a cabo y reflexionando finalmente sobre su aplicación. En este sentido la bioética, que vamos a exponer a continuación, como modo de reflexión pausada y de deliberación prudente se presenta como un marco más amplio donde se puede reinterpretar la labor de los profesionales sanitarios, incluyendo a la propia enfermería. 5 2. -­‐ BIOÉTICA. 2.1.-­‐ ¿Qué es la bioética? La bioética comienza como una disciplina en Estados Unidos cuando en 1970 Van Rensselaer Potter publica su famoso artículo titulado Bioethics: the science of survival, al que un año mas tarde suma su libro Bioethics: bridge to the future, acuñando de esta forma este nuevo neologismo que integra los conceptos de la vida, bíos, y la moral, ethos. Para su definición podemos citar la que recoge la Enciclopedia de Bioética de 1978 donde la define como “el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, en cuanto que dicha conducta es examinada a la luz de los valores y de los principios morales”. De tal forma que la bioética nace para tratar de dar una respuesta, desesperadamente necesaria en palabras de Potter, ante los nuevos problemas planteados por el exponencial avance tecnocientífico que se produce en las ciencias de la salud, especialmente desde mediados del siglo XX. De esta forma, la bioética trata de dar respuestas a problemas tan diversos como: la relaciones entre los pacientes y los sanitarios, la eutanasia, las técnicas de reproducción asistida, los trasplantes de órganos, el consentimiento informado, el aborto, las investigaciones sanitarias, los problemas éticos en las unidades de cuidados intensivos,… La intención de la bioética es dotarnos de un marco de análisis, unas pautas para una correcta reflexión y un procedimiento de toma de decisiones para los diferentes problemas bioéticos que han ido surgiendo, y que seguirán surgiendo, debidos a los grandes avances tecnológicos y científicos en las ciencias de la salud. De esta forma, es importante resaltar que la bioética muestra dos vertientes necesarias, que se complementan mutuamente: por un lado, la articulación de procesos de deliberación y decisión; y, por otro lado, la reflexión teórica acerca de los interrogantes éticos que se han abierto por el avance inexorable de las ciencias de la vida y de la salud. Por ello, fundamentación y aplicación van unidas de la mano de forma indisolubles y, podemos afirmar que la bioética tiene dos momentos: uno principialista (desde unos principios que orienten nuestras acciones) de corte deontológico (basados en un deber), y otro consecuencialista (desde el análisis de las consecuencias concretas) de corte teleológico (que se basan en un fin que queremos lograr). 6 Tras todo lo dicho, la bioética debe considerarse como una ética de la vida y, en cuanto se refiere a la vida, la ética es bioética. De esta forma, la bioética ya no sólo se refiere a los temas “clásicos” bioéticos, anteriormente citados, sino que ha sido capaz de abrirse a otras temáticas tan fundamentales como: la definición del concepto de salud y bienestar, la conservación de la vida, la defensa de la libertad de elección, el cuidado de lo frágil y vulnerable (vulnerabilidad), la justicia, el mismo concepto de persona y su identidad, la salvaguarda de los derechos fundamentales y de la dignidad, el futuro y la conservación del medio ambiente, la política sanitaria (biopolítica), el diálogo intercultural, la ética de la ciudadanía, la vida en comunidad, la constitución y desarrollo de las personas como sujetos morales, la globalización, cuestiones de género, las dificultades de la convivencia y la violencia, la responsabilidad por la futuras generaciones, el transhumanismo,… De esta forma, la bioética ha desbordado el propio campo de la ética aplicada para convertirse realmente en una ética civil. 2.2.-­‐ Características de la bioética. -­‐ Compleja: A la hora de poder tomar finalmente una decisión en bioética deberemos buscar un equilibrio entre los principios en los que nos basamos y las consecuencias que nuestras decisiones tendrán. Asimismo, será necesario encontrar los fundamentos con los que justificamos nuestras decisiones y tendremos que elaborar los procedimientos para llevarlas a cabo, todo ello en ocasiones dentro de un tiempo razonable. Por todo ello, estas decisiones siempre resultan sumamente complejas ya que muchas de ellas tienen una relación directa con temas esenciales de la misma reflexión filosófica, por que se refieren a nuestra misma esencia y concepción como seres vivos. -­‐ Interdisciplinar: Debido a este complejidad no es posible encontrar una solución sólo desde una única disciplina académica, sino que es necesario un quehacer interdisciplinar basado en el diálogo conjunto de los profesionales implicados en cada una de las cuestiones y casos a resolver, articulando las diferentes perspectivas y disciplinas. 7 -­‐ Racional: En bioética siempre es importante justificar nuestra decisiones basándonos en razones, si queremos alcanzar un mínimo universal necesario desde el que poder trabajar conjuntamente permitiendo la convivencia de la pluralidad de las opciones posibles, más allá del reconocimiento de que las emociones pueden llegar a jugar un papel importante en la toma de decisiones finalmente. -­‐ Deliberativa: La deliberación es la misma base de la bioética ya que es el único camino posible que nos permite llegar a acuerdos entre posturas en ocasiones casi antagonistas, basadas en distintas culturas y valores. Asimismo la deliberación desde la interdisciplinariedad se muestra como el arma más eficaz contra las diferentes posturas dogmáticas que se intentan imponer. Un diálogo riguroso y respetuoso es la vía necesaria para llegar a mínimos compartidos, más allá de que cada individuo pueda defender finalmente su propio sistema de máximos. Este suelo mínimo suele estar recogido en las diferentes leyes que se promulgan para salvaguardar estos elementos básicos compartidos, pero sin llegar a confundir la ética con el derecho. -­‐ Abierta: La bioética no puede concluirse, ya que no se acabarán los avances tecnocientíficos que la motivan, precisando de nuevas aproximaciones desde diferentes perspectivas en un proceso abierto y continuo de revisión. Esta característica lejos de ser un lastre supone un seguro de su propia necesidad. Más allá de los mínimos, que pudieran parecer una especie de ética pobre o débil, la bioética se abre a la incorporación de los diversos máximos que buscan la excelencia y los ideales de la perfección y la buena vida, desde la pluralidad y el respeto común. -­‐ Dinámica: Los continuos cambios y desarrollos posteriores de los avances tecnocientíficos precisan de una disciplina dinámica que sea capaz de adaptarse continua y rápidamente a estos mismos cambios, mostrando precisamente la riqueza de este conocimiento, que es necesario que descanse en una fundamentación lo suficientemente fuerte y amplia para 8 que pueda dar respuesta a las necesarias revisiones que tendremos que realizar, buscando un equilibrio imprescindible entre la apertura al cambio y los necesarios pilares básicos de la misma reflexión bioética. 2.3.-­‐ La fundamentación bioética. La fundamentación es el esfuerzo de dar razones, que en bioética nos permite asegurarnos de que estamos evitando cualquier dogmatismo o fundamentalismo, basándonos en un diálogo constructivo, tolerante, plural y respetuoso que sea capaz de reconocer las diferencias existentes entre las diferentes cosmovisiones y nos permita llegar a espacios comunes mínimos desde los que poder fundamentar nuestras decisiones finales prácticas. Se ha argumentado que la fundamentación en bioética podría ser considerada una pérdida de tiempo, debido principalmente a la complejidad y dificultad de ésta, abogando por centrarnos en los procedimientos de toma de decisiones que son más útiles y prácticos. Sin embargo, un procedimentalismo vacío de fundamentación podría llegar a justificar arbitrariamente cualquier decisión que tomemos, resultando finalmente inaceptable y, por consiguiente, deberemos analizar críticamente la validez de nuestras decisiones conforme los fines que buscamos, que también deberán ser justificados. Por todo ello, la fundamentación es en sí misma una obligación moral y no un elemento prescindible en la bioética. Hasta hoy no hemos podido encontrar un único modelo de fundamentación que sea capaz de dar respuesta a la pluralidad de las diversas ideas y valores de las diferentes culturas. Esto, más que una debilidad, debe ser considerada como una fortaleza, ya que nos asegura que para tomar una decisión finalmente hemos de acercarnos desde diferentes puntos de vista que se complementan, aunque en ocasiones puedan parecernos claramente enfrentados entre sí, y que nos aseguran una decisión más correcta al ser capaces de integrar precisamente las diferencias y de enriquecer el diálogo final, siempre necesario en la bioética. Aunque hay varios modelos de fundamentación en bioética, principalmente nos solemos encontrar con dos: uno, que se basa en enfoques deontológicos, que evalúa las acciones morales según sean capaces de cumplir unas normas o principios, que entendemos que salvaguardan los valores básicos; y otro, que se basa en enfoques teleológicos, que evalúa las acciones morales según el fin que queramos lograr. En la bioética actual el primero es el que más éxito ha tenido, basándose en el Informe Belmont de 1978, que reconocía tres principios generales: respeto por las personas, beneficencia y justicia. 9 2.4.-­‐ Principios de la bioética. Un principio moral es una proposición que se basa en una razón justificada, que nos permite orientarnos en la toma de decisiones morales, aportando una fundamentación de éstas. Aunque los propios principios en sí mismos son valores reconocidos como irrenunciables por las personas, debe ser posible explicarlos de forma racional. En la bioética, desde su nacimiento, la identificación de estos principios no resultó ser una tarea sencilla. En 1974 se creó una Comisión Nacional en Estados Unidos para poder identificar unos criterios comunes que pudieran fundamentar la toma de decisiones sobre la investigación con seres humanos. En 1978, esta misma comisión emitió el Informe Belmont exponiendo los tres principios anteriormente citado. En 1979, T. L. Beauchamp y J. F. Childress, basándose en el Informe citado y en los deberes prima facie de D. Ross, presentan cuatro principios bioéticos que pueden ser aplicados más allá del campo de la investigación, y son los cuatro principios de la bioética que nos sirven de referencia para poder solucionar cualquier conflicto en nuestra práctica sanitaria, y que a continuación expondremos detenidamente. Son los principios de no maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia. El objetivo de estos cuatros principios es ofrecer un modelo fundamentado y metodológicamente sencillo de explicar, que sea capaz de adaptarse a las diferentes aproximaciones morales posibles. Por ello, deben interpretarse posteriormente según el caso concreto y su contexto, ya que en la práctica real estos mismos principios podrían llegar a entrar en conflicto entre sí, por lo que la deliberación moral será finalmente siempre necesaria en la toma de decisiones finales, a pesar de que los principios bioéticos nos sirvan de gran ayuda para poderlas orientar correctamente desde una base sólida. El éxito del principialismo radica en haber sabido incorporar las principales teorías éticas en los cuatro principios bioéticos. Así, el principio de autonomía es deudor principalmente del modelo kantiano, los principios de no maleficencia y de beneficencia nos remiten al ideal naturalista, y, finalmente, el principio de justicia recoge los diferentes modos de entenderla a lo largo de la historia del pensamiento. 10 2.4.1.-­‐ Principio de no maleficencia. Históricamente queda recogido en la tradición como “primun non nocere”, lo primero es no provocar daño, asegurando la supervivencia del paciente y quedando como una obligación moral fundamental de respeto al otro. Sin embargo, en algunas ocasiones, podría llegar a ser necesario realizar un daño para evitar un mal mayor, por ello es importante entender que el principio de no maleficencia debe comprenderse no sólo como no dañar, sino también como hacer lo indicado y valorar los beneficios y riesgos en las situaciones límites, donde puede llegar a ser preciso realizar un daño para evitar un mal mayor. 2.4.2.-­‐ Principio de justicia. Junto al principio de no maleficencia conforman el nivel de mínimos éticos, a través de los que se pueda construir finalmente un marco mínimo ético desde el que el paciente pueda tomar una decisión personal. Al igual que todas las relaciones humanas, la relación sanitaria siempre queda enmarcada en un sociedad concreta, que engloba desde lo más privado y personal (familiares, amigos, seres queridos,…) a lo más público y general (instituciones sanitarias, gobiernos,…). A lo largo de los siglos, los modelos de justicia, han sido el reflejo de los diferentes sistemas sociopolíticos que existían, desde una justicia puramente distributiva liberal a marcos mas cercanos a la perspectiva socialista, pasando por el desarrollo de los derechos humanos y sociales. Actualmente la justicia se presenta como una mezcla de libertad e igualdad, estableciendo un nivel de mínimos considerados como básicos e irrenunciables. De tal forma, que nos asegura unos mínimos en la dimensión social, siendo una garantía de trato igualitario en el acceso a los bienes o servicios sanitarios, al igual que el principio de no maleficencia asegura unos mínimos en la dimensión individual, siendo una garantía de su supervivencia. 2.4.3.-­‐ Principio de beneficencia. Una vez que queda asegurada la supervivencia del paciente, por el principio de no maleficencia, el principio de beneficencia nos impele a buscar positivamente el bienestar del paciente, ayudándole a recuperar su salud más allá de su propia supervivencia. Este principio de beneficencia debe entenderse desde el respeto a la autonomía del paciente, ya que será éste el que decida finalmente su propio bienestar. 11 2.4.4.-­‐ Principio de autonomía. El principio de autonomía reconoce que el paciente es capaz de tomar sus propias decisiones y que ,los sanitarios ya no podremos pensar de forma paternalista por ellos, decidiendo lo que supuestamente es mejor para éstos. La moderna ética kantiana reconoce al ser humano como un fin en sí mismo, y nunca como un medio, que posee una dignidad inalienable, que impide su instrumentalización, debiendo de ser respetadas sus decisiones que implican finalmente una responsabilidad sobre ellas. En la relación sanitaria supone el reconocimiento del paso del paternalismo, basada en una relación de poder vertical, al reconocimiento de la autonomía del paciente sobre sus decisiones, basado en un diálogo que busca el mejor curso de acción posible, proponiendo ahora una relación de poder horizontal. Los sanitarios informaremos de las cuestiones científicas y técnicas de cada situación, para que el paciente tome sus propias decisiones considerando también su propio sistema de valores. Este principio de autonomía queda reflejado en el consentimiento informado, entendido como un proceso continuo y nunca como un mero documento administrativo dentro de la relación sanitaria. 2.4.5.-­‐ Jerarquización de los principios. La toma de decisiones en el ámbito sanitario se mueve en el campo de las incertidumbres, trabajando con probabilidades más que con certezas. Por ello, a la hora de tomar una decisión final en el campo bioético, la jerarquización de los principios puede sernos útil cuando éstos pueden chocar entre sí y resulta imposible respetarlos a todos. Pero no sólo debe entenderse esta jerarquización desde la utilidad en la toma de decisiones, sino que hemos de entender que los principios de no maleficencia y de justicia representan los elementos mínimos necesarios que nos aseguran la supervivencia (una ética de mínimos), desde la que posteriormente el paciente podrá tomar las decisiones que tienen que ver con sus valores y su proyecto vital, en los que se basan los principios de beneficencia y de autonomía (una ética de máximos). La jerarquía de los principios bioéticos plantea la necesidad de garantizar primero en caso de conflicto, los que hacen referencia a la ética de mínimos (no maleficencia y justicia), que tendrían un mayor valor o jerarquía, para posteriormente intentar respetar también los que hacen referencia a la ética de máximos (beneficencia y autonomía). 12 Sin embargo, la aplicación práctica en cada caso concreto de esta jerarquía de principios no debe realizarse de forma automática, sino que debe basarse también en la evaluación de las consecuencias. Si bien los principios nos aseguran la prudencia y racionalidad de nuestras acciones, éstas deberían estar basadas en la deliberación moral, donde debemos buscar mediante las labores de pensar y dialogar la mejor decisión razonada y razonable posible. Los principios nos pueden ayudar en la toma de decisiones en bioética, pero no pueden llegar a eliminar la necesidad de la deliberación bioética. 2.5.-­‐ Ética de mínimos y ética de máximos en relación a los principios bioéticos. Como hemos venido exponiendo, podemos identificar una ética de mínimos donde quedan enmarcados los principios de no maleficencia y de justicia. Principios que son exigibles y que nos hablan de un ética del deber, que quedan englobados dentro del ámbito de los derechos de obligación perfecta refiriéndose a un nivel social. Asimismo podemos identificar una ética de máximos, donde quedan enmarcados los principios de beneficencia y de autonomía. Principios que no son exigibles, pero que son claramente deseables. Son principios que actúan más a un nivel personal y hacen referencia claramente a la denominada como ética de la felicidad, quedando dentro del ámbito de los derechos de obligación imperfecta. 2.6.-­‐ Bioética, ética profesional y deontología. La bioética, como hemos visto, es una nueva disciplina que intenta dar respuesta a los problemas éticos nuevos que han surgido tanto en las ciencias de las salud como de la vida. Una ética profesional define los bienes internos de una profesión, mostrando cómo se deben realizar las tareas de ésta, especificando cuestiones particulares del ejercicio de esta profesión, enunciando las obligaciones y responsabilidades y, de esta forma, se promueve la excelencia profesional. Finalmente se van elaborando normas cuyos profesionales están obligadas a respetar. Estas normas son su código deontológico, de obligado cumplimento para dichos profesionales, estableciendo las sanciones pertinentes si dichos profesionales no las cumplen. De esta forma, el código deontológico se puede definir como el sistema de normas y sanciones que se establece de modo obligatorio para los profesionales en función de las conductas de ética profesional. Pero, la bioética es 13 más que una ética profesional, es el mismo sustento desde la que las propias éticas profesionales se construyen y se orientan y por eso, no puede reducirse a ellas. Finalmente, podemos afirmar que las profesiones que tienen un "bien interno" que las defina, significa que tienen: Un compromiso moral y unos fines que han de alcanzarse mediante el cumplimiento de ciertos principios y la observación de ciertos valores y, una ética profesional intrínseca a esa profesión que la define, la dota de sentido y justifica su existencia y valor. 2.7.-­‐ Metodología bioética: La deliberación bioética. Si la fundamentación bioética nos resulta imprescindible para poder justificar finalmente nuestras decisiones, no podemos obviar que la propia resolución de los problemas bioéticos es sumamente necesaria, ya que en última instancia nos vemos abocados a tomar una decisión concreta en el marco de incertidumbre en el que habitualmente trabajamos. Para ello, necesitaremos de un método, de un procedimiento que nos permita tomar decisiones de forma fiable y rápida. Debemos recordar en este punto que el no tomar una decisión (por miedo a equivocarnos o por unas consecuencias irreparables), ya conforma también una decisión en sí misma y, por ello, no podemos demorar en exceso la toma prudente de decisiones en bioética. Como en el propio ámbito sanitario, en bioética, lo que debemos garantizar es que hayamos tomado una decisión racional lo más justificablemente posible, dentro de las mejores opciones disponibles y que siempre conllevará unas consecuencias que tendremos que asumir. Para ello, un buen método de toma de decisiones nos puede llegar a garantizar que hemos seguido el proceso más prudente y cuidadoso que hubiésemos podido en las circunstancias donde tomamos la decisión. Podemos identificar principalmente tres métodos en bioética: -­‐ El método principialista: parte de unos principios morales prima facie, que obligan siempre, que se aplican a un caso concreto. El método principialista más reconocido es el de Beauchamp y Childress que parte de los principios de beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomía, que se convertirán en deberes reales, mediante un proceso de especificación, tras analizar el contexto. 14 -­‐ El método casuístico: parte de las características particulares de cada caso, valorando las circunstancias y los matices concretos, así como las consecuencias que se derivarán. No reconoce máximas universales que guíen nuestras decisiones, aunque aboga por casos paradigmáticos que nos pueden ayudar en la resolución de conflictos. El método casuístico más reconocido es el de Jonsen, Siegler y Winslade que evalúa progresivamente cuatro parámetros de mayor a menor importancia: las indicaciones médicas, las preferencias del paciente, la calidad de vida y los aspectos contextuales, antes de tomar una decisión. -­‐ El método mixto: pretende mejorar los déficit de los dos métodos anteriores, mejorando la flexibilidad del primero para adaptarse a los casos concretos y sus consecuencias, y la posible arbitrariedad del segundo. El método mixto mas reconocido es el de Diego Gracia, cuyo proceso de análisis va desarrollándose en cuatro niveles: sistema de referencia moral, análisis de principios jerarquizados, análisis de consecuencias y verificación moral. Pero mas allá del método elegido, la deliberación bioética, basada en un dialogo prudente y en el respeto de las otras opciones, es la base desde la que hemos de tomar nuestras decisiones prácticas. La deliberación bioética tiene como objetivo conseguir soluciones prudentes que se alcanzarán mediante argumentos razonados y razonables que puedan justificar nuestras acciones, que deben valorar las circunstancias, las consecuencias y el contexto concreto de cada caso, proponiendo finalmente cursos de acción óptimos (es muy frecuente que podamos plantearnos varias soluciones prudentes en un mismo caso). Existe un método de toma de decisiones basado en la deliberación propuesto por Diego Gracia y que consta de cuatro apartados deliberativos: sobre los hechos, sobre los valores, sobre los deberes y sobre las responsabilidades finales. 2.8.-­‐ Los comités de ética. Para llevar a la práctica la deliberación moral se han creado grupos interdisciplinares, plurales y abiertos, para poder tomar decisiones basadas en el diálogo y la reflexión, cuando aparecen situaciones éticas conflictivas. Estos grupos son los diversos comités éticos que podemos encontrarnos. Su finalidad será la de clarificar y resolver los posibles conflictos de valores que pudieran surgir en la práctica asistencial diaria y las investigaciones sanitarias. 15 Hemos de diferenciar tres tipos diferentes de comités éticos: -­‐ Comités de Ética Asistencial (CEA): su objetivo final es mejorar la calidad asistencial sanitaria. Son un grupo interdisciplinar independiente de carácter consultivo, por lo que sus decisiones no son vinculantes (la responsabilidad final de la decisión a tomar, dentro de los posibles cursos de acción recomendados, compete al profesional sanitario), que tratan de analizar y asesorar sobre los posibles conflictos éticos que surgen durante la práctica asistencial diaria en las instituciones sanitarias. Asimismo, elaboran informes o protocolos de actuación sobre temas relacionados directamente sobre la asistencia sanitaria (consentimiento informado, atención al menor,…), así como contribuyen a la formación en bioética de los profesionales sanitarios. -­‐ Comités Éticos de Investigación clínica (CEIC): su objetivo final es proteger a los sujetos humanos que participan en las investigaciones clínicas, velando asimismo por la calidad de éstas. Sus informes sí son preceptivos para poder realizar finalmente un ensayo clínico. -­‐ Comités Nacionales o Internacionales de bioética: sus objetivos son elaborar informes y establecer acuerdos que nos permitan redactar posteriormente reglamentaciones más particulares. 16 3. -­‐ LA ÉTICA DE LA ENFERMERÍA. 3.1.-­‐ La profesión enfermera. Antes de comenzar a hablar sobre la ética de la enfermería es necesario preguntarse sobre la misma labor de la enfermería y su profesionalización en estas últimas décadas. Para ello, tendremos que comenzar por analizar si la enfermería puede ser considerada como una profesión sanitaria y lo que esto implicaría finalmente. La evolución de la labor de la enfermería a lo largo de la Historia ha sido muy diversa, pero si algo la ha caracterizado durante los siglos es que ha estado centrada siempre en el cuidado del enfermo. No obstante, un cambio radical de su labor se fue produciendo a finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX, pasando a ser una labor que precisaba más formación, más dedicación y la correcta realización de una serie de actividades técnicas cada vez más amplias y complejas. Todo ello, provocó finalmente que su trabajo cada vez fuese menos dependiente del médico, abandonando progresivamente su papel de sumisión, para asumir una autonomía moral centrada en la responsabilidad y la defensa del paciente. Sin embargo, estos grandes cambios también han provocado el mismo cuestionamiento de la labor de la enfermería, precisando un profundo análisis en, al menos, tres grandes niveles: -­‐ Una necesaria reflexión sobre la misma práctica enfermera, su significación y sentido. -­‐ Un imprescindible análisis de la ética de la enfermería, tanto en su nivel de fundamentación, como en su nivel de resolución de conflictos concretos en la práctica asistencial diaria. En ambos niveles la bioética puede mostrarse sumamente útil para su análisis. -­‐ Una indispensable consideración sobre su labor a nivel social y la gestión del ejercicio de la enfermería que justifique realmente su necesidad, su integración y su vertebración dentro de las mismas instituciones sanitarias y de la propia sociedad. 17 Si la enfermera reclama convertirse en un profesional sanitario autónomo debemos analizar qué supone esta consideración para nuestra labor. Lo primero que hay que valorar es que la profesionalización implica inevitablemente un compromiso con su quehacer y una responsabilidad que se deriva de sus actuaciones. Asimismo, hemos de analizar que las profesiones presentan unas características propias que las definen como tales: son una actividad humana capaz de suministrar un servicio específico de forma institucionalizada, que tiene que ser único, indispensable y con unas prestaciones que la caracteriza y la diferencia de otras; la vocación es inherente a los profesionales, capaces incluso de dedicar tiempo de su ocio para mejorar su formación, por lo que no pueden ejercerla sólo por el afán de lucro sino que desarrollan una labor encaminada a favorecer a la sociedad; se dedican a ellas como medio de vida, mediante el ejercicio estable de ella con sus colegas de profesión; junto con éstos conforma un colectivo que realiza un control monopolístico de su profesión; para poder acreditarse como profesionales es necesaria una formación reglada teórica y práctica por sus propios colegas; son responsables de sus acciones y técnicas de la misma profesión; y, finalmente, son autónomos en el ejercicio de la profesión, siendo responsables de sus actos y juzgados por los mismos profesionales mediante códigos deontológicos propios para autorregularse eficazmente. Una vez vista todas las características que define a una labor como profesión, es hora de analizar si la enfermería cumple todos estos requisitos y de preguntase sobre la identidad de los profesionales de enfermería, que vendría definida por el bien interno que la dotaría de un sentido y de una legitimidad a su misma actividad. Todavía hoy, con las últimas transformaciones que ha venido sufriendo la enfermería, la definición de nuestro bien interno parece que está aún en construcción. Por eso, a la hora de buscar ese bien interno la ética profesional no parece manifestarse simplemente como un anexo, sino que parece ser la que puede legitimarla y dotarla de sentido. En la enfermería esta ética profesional estará íntimamente relacionada con la ética del cuidado, como veremos, aunque no se reduce solamente a ella. En este sentido, los códigos deontológicos, que van a especificar las normas mínimas de actuación características de los grupos profesionales y que son de obligado cumplimento, no agotan la misma ética profesional, sino que serán 18 también imprescindibles los códigos éticos, que son capaces de definir precisamente el bien interno de la misma profesión y pueden enmarcar la forma de su realización de manera excelente, si entendemos las prácticas profesionales como prácticas morales. La ética profesional es capaz de plasmarse en tres niveles: el de unos mínimos exigibles a todos los profesionales que la conforman; el de los máximos de estos mismos mínimos, deseable para todos; y, finalmente, el de los máximos personales que vendrían a cumplimentar positivamente a los dos anteriores. Por ello, todo profesional debería querer aspirar a esta excelencia final en su profesión como una exigencia realmente moral, ya que en las profesiones la misma categoría de responsabilidad está unida a la de un compromiso. Si entendemos que las bases de toda acción propiamente moral son la libertad, la responsabilidad y este mismo compromiso, podemos llegar a comprender la relación que las une con la propia ética profesional. Para finalizar, la responsabilidad debemos entenderla de dos tipos: por un lado, la jurídica y, por otro lado, la moral. Aunque tradicionalmente la primera hacía referencia a los oficios, y la segunda a las profesiones, actualmente los profesionales debemos asumir ambos tipos de responsabilidad, en busca de la excelencia profesional como exigencia moral. Por todo lo anteriormente expuesto, la labor propia de la enfermería ya no puede ser entendida como la de subordinación a las órdenes médicas, sino que la profesionalización de la enfermería aboga por un trabajo autónomo que conlleva una responsabilidad y un compromiso propio, que se desarrolla conjuntamente con otros profesionales sanitarios, en una relación interdisciplinar de colaboración, de trabajo en equipo y de respeto mutuo. 3.2.-­‐ La ética del cuidado. Como dijimos, la enfermería es una labor orientada al cuidado de los enfermos, hacia otro ser humano que está en una condición frágil y vulnerable y que precisa de una atención solícita, desarrollándose una actitud de cuidado dentro de un contexto de comunicación, que reconoce a esa persona que precisa de sus cuidados como otro ser humano digno de respeto sobre el que desarrolla un sentimiento de solidaridad. En la enfermería este reconocimiento se transforma en un deber moral, del que se constituirá su labor profesional. Sin embargo, es importante recordar que esta ayuda debe respetar los valores y deseos de la persona que la precisa, respetando así su autonomía. 19 Hay que destacar que la importancia del cuidado ha sido reconocida a través de la historia y se ha destacado su profundo significado moral. En este sentido el libro de Carol Gilligan, In a different voice (1982), propone una reflexión necesaria para la fundamentación del cuidado, desarrollando la denominada ética del cuidado, que es capaz de valorar más acertadamente el contexto y los sentimientos, más allá de una simple ética de la justicia que aboga por principios universales supuestamente imparciales. Pero la propuesta de Gilligan de esta ética del cuidado (basada en la responsabilidad y la relación) no debería entenderse como contrapuesta a la ética de la justicia (basada en la imparcialidad y la justicia), sino como complementaria de ésta: justicia y cuidado son dos modelos complementarios que deben comunicarse y que se necesitan mutuamente. Esta ética del cuidado de Gilligan se fue complementando por otras autoras como Nel Noddings, que apuesta por una relación del cuidado (basada en la receptividad, la conexión y la respuesta) como un modo de realización personal, y Verena Tschudin y M. S. Roach, que nos proponen las cinco C del cuidar (compasión, competencia, confianza, conciencia y compromiso). Todas estas nuevas propuestas, basadas en el mismo cuidado, abogan por una visión más amplia e integral del ser humano, donde la relación que se establece entre la enfermera y el paciente cobra un sentido interpersonal fuerte. Sin embargo, un término medio (un cuidado justo) que integre la ética del cuidado y la ética de la justicia, parece más acertado y realista, ya que sería capaz de integrar la imparcialidad e universalidad de la justicia con la necesaria responsabilidad de un cuidado que atienda al contexto y a la diferencia individual, ya que el cuidado parece una condición necesaria pero no suficiente para la labor profesional de la enfermería y, en este sentido, el cuidado debería de respetar la autonomía del paciente a la vez que debe completarse con la justicia. Por todo lo expuesto, el cuidado debería considerarse como el bien interno de la enfermería y su realización la convierte en un práctica moral, ya que exige no sólo una imprescindible competencia técnica, sino además, también una necesaria competencia moral. Un buen cuidado, que no olvide estos dos elementos, es necesario para el paciente recupere su salud o el alivio del sufrimiento, cuando lo primero no sea posible, siempre desde el respeto de sus valores y autonomía. 20 3.3.-­‐ Rasgos morales de la profesión enfermera. Virtudes y valores. Si finalmente entendemos a la enfermería como una práctica moral, debemos integrar en ella unas actitudes que estén basadas en virtudes y valores morales, fundamentados en patrones éticos, por los que le será exigible finalmente una responsabilidad sobre su práctica. No es fácil desarrollar un listado de virtudes y valores necesarios para el profesional de enfermería sin que parezca en ocasiones desmedido. Detrás de las propuestas mas conocidas podemos encontrarnos con virtudes y valores que se comparten y que parecen imprescindibles para la propia enfermería, y sin los cuales la enfermería se presenta sólo como una actividad puramente técnica que no constituye propiamente una profesión, como ya vimos. La propuesta más conocida es la de Carol R. Taylor que nos presenta seis condiciones necesarias y suficientes para el cuidado profesional (afecto, cognición, volición, imaginación, motivación y expresividad de la acción), que pueden llegar a ser complementadas con otras como el respeto, la responsabilidad, la comunicación asertiva, la colaboración profesional, la compasión,… Todo ello, para recordarnos de que el cuidado no sólo precisa de conocimientos y habilidades, sino también necesariamente de actitudes que incorporen virtudes y valores imprescindibles para el ejercicio de nuestra profesión. 21 4.-­‐ DILEMAS ÉTICOS EN ENFERMERÍA. En este apartado pretendemos presentar una serie de cuestiones donde la labor enfermera puede encontrarse habitualmente con problemas éticos. Estos temas que a continuación veremos no son exclusivos de los profesionales de enfermería, sino que en muchas ocasiones, son compartidos por el resto de los profesionales socio-­‐sanitarios que atienden al paciente. Sin embargo, aquí los analizaremos presentando también aquellas consideraciones propias de la enfermería. Antes de comenzar a reflexionar es importante recordar que son temas bastante complejos, donde frecuentemente no nos será posible encontrar una única opción correcta. Nos vamos a mover en asuntos que precisan de un análisis amplio y riguroso que sea capaz de mostrar todos los matices que suelen esconder. Por ello, un planteamiento que presente estas cuestiones de forma dilemática (se asume que hay dos posturas contrapuestas y sólo una de ellas es la verdadera) y no problemática (hay varias soluciones y posturas posibles en cada cuestión), se nos postula como una reducción simplista de cada cuestión a estudiar, donde debemos recordar que no existirán recetas fáciles ni manuales de respuestas rápidas, sino que deberemos intentar solucionarlos desde la deliberación rigurosa. Si bien no podemos asegurarnos de que en cada una de los problemas de nuestra realidad múltiple que vamos a estudiar, llegaremos a la solución correcta en cada caso, sí que podemos asegurarnos de que los profesionales de enfermería seamos capaces de reflexionar sobre nuestro propio quehacer diario, desarrollando habilidades para poder analizar y solucionar estos problemas, una vez evaluados los principios y las consecuencias, basados en procesos deliberativos que puedan analizar también los valores que presentan, cuya responsabilidad es la de asegurarnos que estamos tomando una elección bien argumentada y prudente, para llegar a la solución más correcta según cada caso particular. Asimismo, hemos de reconocer que las tareas de enfermería son muy amplias, teniendo por un lado, aquellas que se derivan de su competencia técnica (que están claramente definidas, siendo las más frecuentes y habituales) y, por otro lado, aquellas que se derivan de las labores del cuidado más allá de lo propiamente técnico (como el apoyo emocional, la compañía, la comunicación,…), que deben estar integradas y no presentarse por separado (especialmente las segundas que, en ocasiones, se las presenta como un anexo o complemento secundario a la labor enfermera). Por otro lado, también podemos clasificar las tareas de la enfermería en cuatro funciones clásicas: la asistencial, la investigadora, la docente y la administrativa y de gestión. En cada una de ellas podemos encontrarnos con un enfoque ético 22 predominante, pero es importante resaltar que comparten unos mínimos éticos comunes que nos identifica como profesionales de enfermería. Avanzando en este planteamiento, dentro de la función asistencial hemos de recordar que deberían estar bien definidas las obligaciones relativas a las competencias técnicas, a las labores propias del cuidado, a la relación clínica y a la capacitación moral, dentro del amplio espectro de actividades que la enfermería actualmente viene desarrollando, precisando de una formación y actualización continuada en cada una de ellas. A continuación, expondremos cada uno de los principales dilemas éticos en enfermería de forma somera, centrándonos en sus características que tengan mayor relación con la labor enfermera. 4.1.-­‐ La comunicación con los pacientes. En la relación del profesional de enfermería con los pacientes la comunicación es un aspecto fundamental de ésta, que debe estar basada en el respeto por la persona enferma, especialmente por sus valores, su condición, su personalidad y su dignidad. El proceso de comunicación con el paciente es continuo, tanto a nivel verbal como no verbal, debiendo adaptándonos a cada paciente y sus circunstancias personales, ya que todo esto va a condicionar finalmente la posibilidad de poder realizar una buena asistencia sanitaria y buen cuidado del paciente. De esta forma la comunicación es imprescindible para poder establecer los objetivos del cuidado. Por ello, la formación en técnicas y habilidades de comunicación es una exigencia ética, necesaria para los profesionales de enfermería. Para poder respetar correctamente el principio de autonomía del paciente es esencial una buena comunicación a lo largo de toda la relación terapéutica, que nos permita establecer una relación de confianza para delimitar los objetivos de sus cuidados, adaptándolos al pacientes y su valores. Aunque este apartado verse sobre la importancia de la comunicación con el paciente, es necesario recordar lo fundamental que será ésta también con los diferentes profesionales socio-­‐sanitarios en el quehacer diario, para poder suministrar unos cuidados de calidad al paciente. Esta comunicación posee matices diferentes con respecto a la que establecemos con los pacientes, pero seguirán estando basada en el respeto y la confianza que deberíamos establecer entre nosotros para poder trabajar, cada uno desde su campo profesional, en la mejora de la salud del paciente de una forma interdisciplinar y no multidisciplinar. 23 Dentro de los elementos importantes que tenemos que tener en consideración en el proceso de la comunicación hemos de destacar los siguientes: -­‐ Más allá de evaluar sólo los argumentos racionales que desarrollamos en la comunicación, también debemos considerar los aspectos emocionales que se establecen durante ella (miedo, soledad, tristeza, ansiedad,…), que la condicionan y modulan. -­‐ La relación de ayuda está fundamentada en un proceso comunicativo, siendo una técnica adecuada que debe aplicarse de manera efectiva en el entorno sanitario. -­‐ La relación de confianza con el paciente se establecerá desde una buena y efectiva comunicación. -­‐ A través de una correcta comunicación podemos potenciar la autonomía del paciente, mediante un apoyo emocional que se adapte al paciente y sus circunstancias, evitando establecer un modelo directivo y paternalista con el paciente. -­‐ Las situaciones conflictivas podremos afrontarlas y prevenirlas desde el conocimiento de estrategias comunicativas efectivas. Si, a pesar de todo, finalmente se produce un conflicto, debemos conocer también las estrategias comunicativas de afrontamiento de problemas y solución de éstos. -­‐ En la comunicación debemos cuidar exquisitamente tres aspectos fundamentales que deben adaptarse realistamente a cada paciente: el modo (sincero, claro y respetuoso), el espacio (cálido, tranquilo, sin interferencias, que respete su intimidad y que se pueda establecer en él una relación simétrica) y el tiempo (sin prisas). -­‐ Debemos de conocer y utilizar las diferentes técnicas de comunicación como un elemento imprescindible de nuestra capacitación técnica y moral de nuestra profesión enfermera, que no debe infravalorarse ni dejarse de actualizar y mejorar, como el resto de los conocimientos técnicos enfermeros. -­‐ En el proceso de información del paciente y en la obtención del consentimiento informado, la comunicación cobra un papel determinante debiendo asegurarnos su fluidez, comprensión y calidez en todo momento. 24 -­‐ Para adecuar los cuidados a cada paciente es imprescindible conocer sus expectativas, miedos y valores y, por ello la comunicación no deja de ser un modo de comprensión de ayuda al propio paciente para poder adaptarnos a sus necesidades y poder de esta forma suministrar cuidados de calidad. -­‐ Conocer nuestros propios obstáculos comunicativos y cómo estos influye en nuestra labor profesional enfermera resulta fundamental para poder superarlos. Finalmente, hay que recordar que si la comunicación con el paciente fracasa, también fracasa la relación asistencial y los cuidados, afectando más negativamente al componente que se encuentra en ese momento más vulnerable: el paciente. 4.2.-­‐ El consentimiento informado. El principio de autonomía del paciente es irrenunciable en la relación sanitaria y viene a salvaguardar el derecho de autodeterminación del paciente con respecto a las decisiones sanitarias que debe tomar a lo largo de su enfermedad. Como ya vimos, diferentes Códigos, Informes y Declaraciones han venido a defender el principio de autonomía de los pacientes. En este sentido, el consentimiento informado es la forma de aplicar en la práctica sanitaria el principio de autonomía de los pacientes, que ha venido a modificar el esquema paternalista de la relación sanitaria, reconociendo la pluralidad de las opciones morales dentro de una relación basada en el respeto mutuo. Mediante el consentimiento informado se informará al paciente de todos los datos relevantes de su enfermedad y los diversos cursos de acción posible, exponiendo clara y comprensiblemente los riesgos y beneficios esperados científicamente en cada uno de ellos, para que el paciente pueda tomar una decisión razonada y razonable sobre estas actuaciones sanitarias, de acuerdo a su propio sistema de valores. El consentimiento informado deberíamos entenderlo como un proceso de comunicación continuado, habitualmente oral, sólo por escrito en situaciones concretas que especifican las leyes que regulan las relaciones sanitarias, que se encuentra en la misma base moral del acto sanitario. 25 El entender el consentimiento informado como un documento legal escrito y no como un proceso de comunicación continuado basado en un diálogo que reconoce al otro como un ser humano autónomo con su propio sistema de valores, capaz de tomar sus propias decisiones en el ámbito sanitario, es comprenderlo sólo como un arma defensiva del sanitario que pervierte su auténtico sentido moral. Todo consentimiento informado debería constar de tres elementos o características imprescindibles, sin los cuales no puede ser considerado como tal: -­‐ Capacidad: siempre hemos de evaluar la aptitud del paciente para tomar decisiones (que afecten los posibles cursos de acción, los beneficios y riesgos de las intervenciones, las consecuencias previsibles y los valores que están implicados en cada acto sanitario), desde la premisa de que toda persona es en principio capaz si no es posible demostrar lo contrario. Puede ser bastante útil y prudente plantearnos diferentes niveles exigibles de capacidad o competencia según la gravedad de las decisiones a tomar, exigiendo una plena competencia en aquellas decisiones mas importantes que afectan directamente a la vida del paciente. En el supuesto de que el paciente no pudiese tomar las decisiones por sí mismo (bien sea en un momento puntual de su enfermedad o durante toda ella), debemos plantearnos la opción de que un representante elegido por el paciente tome sus decisiones en sustitución de éste. -­‐ Información: el intercambio de información que va a producirse entre los sanitarios y el paciente debe ser un proceso real de comunicación de calidad, ello implica un proceso de conocimiento y acompañamiento con el paciente que nos permita conocer lo más exactamente posible: cuánta información necesita realmente el paciente (que será un punto intermedio entre los denominados como criterios del médico razonable y criterios del paciente razonable); cómo debemos revelar la información (adaptándonos a las característica del paciente y el proceso); y, finalmente, cuándo (de una forma gradual según el paciente pueda asimilarla). Toda la información que se le suministre al paciente debe ser clara, precisa, progresiva, concisa, adaptada al paciente y evitando tecnicismos y rodeos innecesarios, comprobando finalmente que el paciente ha sido capaz de comprenderla (para lo que hay que asegurarse que el paciente pueda preguntarnos las dudas que le surjan) y aceptarla, asegurándonos, de este modo, la triple dimensión de la comunicación (revelación, comprensión y aceptación) para que el paciente pueda tomar una decisión propia. 26 -­‐ Voluntariedad: finalmente, el paciente debe tomar una decisión que debemos asegurarnos que sea voluntaria y ejercida libremente sin ningún tipo de presiones o coacciones que pudieran acaecer (tanto por parte de sus familiares o allegados, como por los mismos profesionales sanitarios, que buscando la beneficencia del paciente, en ocasiones, nos olvidamos del necesario respeto a su autonomía). Es importante comprobar que esta decisión voluntaria concuerda con su sistema de valores o principios para asegurarnos de su autenticidad y que no existen coacciones por parte de terceros. Considerando todo lo expuesto, hemos de recordar el papel colaborador tan importante que jugamos los profesionales de enfermería en el consentimiento informado, ya que al poder estar más tiempo con los pacientes podremos ayudar a determinar la capacidad del paciente, si la información ha sido comprensible, adecuada y progresiva, y si el consentimiento ha sido voluntario y libre, existiendo en todo momento un auténtico proceso comunicativo que asegure realmente un correcto consentimiento informado. Asimismo, no sólo habría que hablar del consentimiento referido para aquellas actividades cuyos objetivos terapéuticos serían curativos (las que habitualmente son realizadas por los médicos), sino que tenemos que empezar a hablar del consentimiento referido a las actividades que sólo tienen como objetivos los cuidados (que habitualmente son realizadas en exclusividad por los profesionales de enfermería), como parte de una buena práctica enfermera, que tiene tres características propias: la información, que se centrará en las incomodidades o molestias del procedimiento a realizar; el grado de capacidad requerido por parte del paciente, que podría ser ligeramente inferior al requerido para otras acciones que afecten directamente a la vida del paciente (grado de proporcionalidad); y, finalmente, destacar que normalmente no se precisará de un formulario por escrito, la forma habitual de este consentimiento informado será oral pero quedando recogido en las novedades de enfermería. Finalmente, es importante destacar en este apartado cómo la enfermería debería promover la autonomía de los pacientes, si entendemos que nuestra labor asistencial está encaminada en posibilitar el grado máximo de realización de las capacidades del individuo, yendo más allá de una atención solícita cuando el paciente esté enfermo e intentando promover su salud (si entendemos que el profesional de enfermería también es un profesional autónomo y responsable). Pero, la salud no deberíamos entenderla como un fin en sí mismo, sino como un medio para que el paciente pueda llegar a tener una buena vida. Por todo ello, esta 27 beneficencia que supone siempre el cuidado, debe ser entendida y modulada desde la autonomía de los pacientes (sino volveríamos a incurrir en un paternalismo obsoleto), y enmarcada dentro de los principios de rango superior de justicia y no maleficencia, que hacen referencia al marco social donde nos encontremos. 4.3.-­‐ La confidencialidad. La confidencialidad hace referencia a un derecho de los pacientes que intenta salvaguardar su información íntima, con respecto a otros que no han sido autorizados para ella. Este derecho del paciente guarda relación directa con el clásico deber del secreto profesional del personal sanitario, de tal forma, que salvo excepciones, sólo podrán revelarse estos datos cuando el paciente expresamente lo autorice. En general las informaciones o datos de los pacientes no deben ser revelados pero, hay que tener una especial consideración con aquellos datos que hacen referencia a la intimidad moral del paciente, considerados como más sensibles, que son informaciones relativas a su cuerpo, su salud, su enfermedad, su sexualidad, sus creencias y sus valores, y que por ello precisan de una mayor protección. Estos datos sólo pueden ser revelados al resto del equipo sanitario cuando sean estrictamente necesarios, para el tratamiento o los cuidados que impliquen una mejora de la salud del paciente. Sólo cuando el paciente pueda estar en una situación de incapacidad puede llegar a ser necesario compartir cierta información sensible del paciente con otros familiares o allegados que el hubiese autorizado previamente, o que fueran necesarias para poder tomar una decisión terapéutica. Como hemos visto, cuando hablábamos sobre la comunicación con los pacientes, ésta está basada en la confianza y el respeto mutuo, para respetar el principio de autonomía de los pacientes. Por ello, la ruptura del principio de confidencialidad puede incluso afectar al principio de no maleficencia, debido al posible daño que podemos causarle al paciente por la falta de protección de estos datos especialmente sensibles. 4.4.-­‐ La intimidad. La labor de enfermería suele precisar de una actuación sobre el cuerpo del paciente y, por ello, sobre su propia intimidad. Sin embargo, debemos de reconocer no sólo la intimidad física y corporal sino también la intimidad moral (que está relacionada con la confidencialidad de sus datos sensibles, como vimos anteriormente). Ambas deben ser respetadas y tomadas en cuenta según cada 28 paciente, sus valores, sus costumbres, sus creencias y su propia cultura, ya que la vivencia personal de su cuerpo es diferente según cada persona. Debemos recordar que el cuerpo del paciente es un espacio íntimo que puede volverse vulnerable cuando le quitamos sus ropas, sus posturas o gestos habituales, sus adornos,... Por ello, en cada una de nuestras actuaciones sobre el paciente debemos valorar precisamente el necesario respeto sobre su intimidad, pidiendo el consentimiento propio para cada acto que afecte directamente al cuerpo del paciente, informando de sus posibles incomodidades. Asimismo, debemos de respetar el espacio de cada paciente para que pueda mantener su intimidad, realizando nuestros cuidados con todo el respeto y delicadeza que nos sea posible según las circunstancias. 4.5.-­‐ La docencia. En todas las profesiones la docencia es una parte fundamental que nos permite conseguir que la propia profesión se transmita a los nuevos profesionales. En muchas profesiones, como la enfermera, la labor docente no sólo se desarrolla durante la formación de los profesionales, sino que debido a la necesaria actualización de sus conocimientos, esta labor es desarrollada durante toda su vida profesional, en la que el mismo docente se convertirá en ocasiones en discente y viceversa. La labor docente en la enfermería cobra todavía mayor sentido si entendemos que ésta, no sólo tiene la función de transmitir los conocimientos, técnicas y habilidades propios de nuestra profesión, sino que también debe ser capaz educar y formar en los valores propios de la profesión enfermera, en esa ética del cuidado que debería llevar a transformar y conformar las actitudes de los profesionales enfermeros. Por todo ello, la docencia en enfermería debería tener no sólo el clásico enfoque pedagógico de transmisión de conocimientos y procedimientos, que deben ser evaluados al ser imprescindibles para nuestra profesión, sino que también debería contar con el necesario enfoque socrático o mayeútico, cuyo objetivo es el crecimiento y transformación vital del alumno o del profesional enfermero, debiendo ser éste capaz de cambiar sus actitudes y valores si fuese necesario. Finalmente, no debemos olvidar que no sólo transmitimos a los demás profesionales enfermeros un curriculum manifiesto y concreto, sino que en todo momento también transmitimos un curriculum oculto (del que no solemos ser conscientes) que es tan importante como el primero y, que en caso de conflicto, 29 suele prevalecer sobre el manifiesto (como ocurre entre el lenguaje verbal y el no verbal). En este curriculum oculto solemos transmitir los valores de nuestra propia profesión y por ello cobra una importancia fundamental el ser plenamente consciente de él. 4.6.-­‐ La investigación. Es importante recordar que parte del mismo nacimiento y desarrollo de la propia bioética partió por los abusos reiterados en cuestiones que tenían una relación directa con la investigación sanitaria. El Código de Nüremberg, tras la II Guerra Mundial, la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial, el Informen Belmont y otros posteriores, pusieron en evidencia la necesidad de defender los principios bioéticos en relación a la investigación con seres humanos, especialmente el principio de autonomía. Ezequiel Emanuel ha expuesto siete requisitos fundamentales que deberíamos seguir en la ética de la investigación: el valor, la validez científica, la selección equitativa de los sujetos, la proporción favorable riesgo/beneficio, la evaluación independiente, el consentimiento informado y el respeto a los sujetos; que nos intentan garantizar que la investigación clínica genere un conocimiento que sea capaz de incrementar el bienestar o la salud de la sociedad, evitando la explotación de los sujetos que podrían servir como un medio provisional para lograr ese fin loable. Con respecto a la investigación en el campo de la enfermería podemos apreciar un incremento significativo de los estudios propios con una temática muy amplia y diversa, donde cada vez más estudios eligen las metodologías cualitativas sobre las cuantitativas, debiendo asegurarnos que en todos ellos se cumplen los siete requisitos nombrados anteriormente de E. Emanuel, desde la honestidad intelectual y la búsqueda de la verdad, con un balance superior de los beneficios sobre los riesgos potenciales, hasta la protección a los sujetos especialmente más vulnerables en las investigaciones sanitarias. 4.7.-­‐ La gestión. Todos los dilemas bioéticos que previamente hemos visto y a los que la enfermería se tiene que enfrentar, siempre se van a enmarcar dentro de una sociedad donde la enfermería realice su labor. Entre la enfermera y el paciente se debe establecer una relación que esté basada en la confianza mutua, más que en un 30 mero contrato jurídico-­‐mercantil, y esta relación suele desarrollarse habitualmente en una institución sanitaria, más o menos amplia, que debería promover una serie de valores aceptados por la sociedad donde esté establecida, haciendo que su práctica sea éticamente defendible y justificable. Estas organizaciones o empresas sanitarias se constituyen finalmente en un elemento más dentro de nuestra propia sociedad, por lo que su compromiso debería ir más allá del mero beneficio pecuniario debiendo existir una responsabilidad por la justicia social que debería legitimarlas, ya que las organizaciones o empresas no sólo deberían cumplir sus funciones para las que son creadas, sus propios fines, sino que además deberían cumplir sus funciones y asumir las responsabilidades sociales derivadas de éstas y, por ello, finalmente se convierten en instancias con un compromiso moral relevante. Esta responsabilidad que deberíamos exigirle a todas las empresas, pero especialmente a las sanitarias, deberían englobar al menos los siguientes aspectos: la defensa de los propios valores convencionales culturales donde se establecen, una ética de la justicia que defienda la dignidad de las personas, una ética de la responsabilidad con respecto a las consecuencias de sus decisiones empresariales (estableciendo la prudencia como guía de actuación) y, finalmente, intentando respetar una pluralidad que defienda una justicia social. Si, como hemos visto, nuestra labor asistencial está construida mediante valores específicos, deberíamos trabajar en empresas u organizaciones que sean capaces de promover, o al menos respetar, dichos valores. Por todo ello, para poder buscar la excelencia necesaria como profesionales sanitarios, que justifica finalmente nuestra labor, es también necesario realizar una gestión que defienda y luche por esos valores tan fundamentales. Los bienes internos que dotan de legitimidad social a las empresas sanitarias, deberían estar basados en una moral de la responsabilidad y de la justicia de estas organizaciones, donde la enfermería juega un papel fundamental en la gestión, planteándonos nuestra responsabilidad en el establecimiento de la ética de las organizaciones donde trabajamos. Finalmente, hemos de destacar que en la función administrativa y de gestión de la enfermería debería de guiarnos en nuestras decisiones los criterios de responsabilidad y de justicia, siendo la responsabilidad profesional la clave de la ética dentro de las organizaciones, y más especialmente en las sanitarias, donde la enfermería puede tener un papel determinante en la transformación de éstas en auténticas empresas que permitan el necesario cambio social hacia una sociedad más justa. 31 5.-­‐ CÓDIGO DEONTÓLOGICO DE LA ENFERMERÍA. El Código Deontológico de la enfermería española fue aprobado por el Pleno del Consejo General de Enfermería mediante la resolución 32/89 cuyo texto, actualizado y corregido, se recoge a su vez en la resolución 2/98 de del citado Pleno. En ambas resoluciones se reconoce el obligado cumplimento de este Código por parte de los profesionales de enfermería del Estado. Hasta ese momento la Organización Colegial de Enfermería había asumido las directrices del Código Deontológico del Consejo Internacional de Enfermería de 1973. Pero, las nuevas condiciones socioculturales y políticas de nuestro país propiciaron la necesidad de contar con un Código Deontológico propio, que fuese dirigido y diseñado por los mismos profesionales enfermeros españoles. El Código Deontológico de la enfermería española tiene la estructura propia de un documento normativo, desarrollándose en capítulos y artículos. Concretamente en ochenta y cuatro artículos, más uno final, que están organizados en trece capítulos, a los que hay que añadir finalmente seis normas adicionales. De tal forma, que queda organizado de la siguiente forma: -­‐ Preámbulo. -­‐ Disposición transitoria. -­‐ Disposición final. -­‐ Prólogo. -­‐ Declaración previa. -­‐ 13 Capítulos con 84 artículos y un artículo final. -­‐ 6 Normas adicionales. Antes de exponer completamente el Código Deontológico resulta interesante citar los diferentes capítulos, ya que muestran la ambición de una propuesta que intenta regular todas las cuestiones relacionados con los diferentes sectores de la población y sus derechos. -­‐ Capitulo I: Ámbito de aplicación. -­‐ Capítulo II: La Enfermería y el ser humano. Deberes de las Enfermeras. -­‐ Capítulo III: Derechos de los enfermos y profesionales de Enfermería. -­‐ Capítulo IV: La enfermera ante la sociedad. -­‐ Capítulo V: Promoción de la salud y bienestar social. -­‐ Capítulo VI: La Enfermería y los disminuidos físicos, psíquicos e incapacitados. -­‐ Capítulo VII: El personal de Enfermería y el derecho del niño a crecer en salud y dignidad, como obligación ética y responsabilidad social. 32 -­‐ -­‐ -­‐ -­‐ -­‐ -­‐ Capítulo VIII: La Enfermería ante el derecho a una ancianidad más digna, saludable y feliz como contribución ética y social al desarrollo armonioso de la sociedad. Capítulo IX: El personal de Enfermería ante el derecho que toda persona tiene a la libertad, seguridad y a ser reconocidos, tratados y respetados como seres humanos. Capítulo X: Normas comunes en el ejercicio de la profesión. Capítulo XI: La educación y la investigación de la Enfermería. Capítulo XII: Condiciones de trabajo. Capítulo XIII: Participación del personal de Enfermería en la planificación sanitaria. A continuación exponemos íntegramente el Código Deontológico de la Enfermería española. PREÁMBULO Conforme el artículo 75, párrafo 16, de los Estatutos de la Organización Colegial aprobados por el Real Decreto 1856/1978, de 29 de junio, se establece que el Consejo General aprobará las normas deontológicas que ordenen el ejercicio de la profesión, las cuales tendrán carácter de obligatorias. En consecuencia, el Pleno del Consejo General, tras los oportunos informes jurídicos, así como el de los diferentes Colegios Provinciales, tal como preceptúa el artículo 75 de los Estatutos anteriormente citados y solicitados a éstos, con fecha 18 de mayo del presente año, entre otros, y por unanimidad de sus miembros; tomó el siguiente Acuerdo-­‐Resolución, cuyo expediente completo obre en el archivo de este Consejo, sección de Resoluciones. Primero. Se aprueba el Código Deontológico de la Profesión de Enfermería que se adjunta como anexo a la presente Resolución. Segundo. El cumplimiento del mismo tendrá carácter obligatorio para todos los profesionales de Enfermería del Estado. Tercero. El incumplimiento de dicho Código llevará implícito las sanciones disciplinarias previstas en los Estatutos de la Organización Colegial. 33 DISPOSICION TRANSITORIA Por el Consejo General se tomarán las medidas oportunas para la difusión a todos los profesionales de Enfermería del documento que tenga dicho Código. DISPOSICION FINAL El Código Deontológico de la Profesión de Enfermería entrará en vigor en el día de la fecha. Y para que conste, expido y firmo la presente en Madrid a catorce de julio de mil novecientos ochenta y nueve. PRÓLOGO El establecimiento de un Código Deontológico que sirva de marco para el ejercicio profesional ha de partir, necesariamente, de un marco conceptual que unifique y delimite los conceptos que sobre el hombre, la sociedad, la salud y la propia Enfermería tengan los profesionales que la ejerzan. El hombre como unidad indisoluble compuesto de cuerpo y mente, sujeto a los diferentes efectos que estos elementos producen sobre él, es, a su vez, un ser eminentemente social, inmerso en un medio que le influye positiva o negativamente dependiendo de múltiples factores, que pueden ser políticos, económicos, geográficos, culturales, etc., y estableciéndose una relación entre él y su entorno que determinará su grado de bienestar; de ahí que resulte fundamental contemplarlo desde un punto de vista integral. Por ello, entendemos que el hombre es un ser bio-­‐psico-­‐social dinámico, que interactúa dentro del contexto total de su ambiente, y participa como miembro de una comunidad. La salud se concibe como un proceso de crecimiento y desarrollo humano, que no siempre se sucede sin dificultad y que incluye la totalidad del ser humano. Dicha salud se relaciona con el estilo de vida de cada persona, y su forma de afrontar ese proceso en el seno de los patrones culturales en los que vive. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. 34 Respecto al papel de los Enfermeros/as en la sociedad, hemos de tener en cuenta su responsabilidad en el área de: 1º Prevención de las enfermedades. 2º Mantenimiento de la salud. 3º Atención, rehabilitación e integración social del enfermo. 4º Educación para la salud. 5º Formación, administración e investigación en Enfermería. Debemos estar en disposición de propiciar una respuesta adecuada a los procesos de cambio que experimente la atención de salud, manteniendo normas de educación, siendo pioneros en la sugerencia de estrategias de puesta en práctica, que tengan en cuenta el contexto social, político y económico del país. Partiendo de la base que la Enfermería como profesión constituye un servicio encaminado a satisfacer las necesidades de salud de las personas sanas o enfermas, individual o colectivamente, debemos tener presente que las/os enfermeras/os, han de enfatizar de manera prioritaria, dentro de sus programas: a) La adquisición de un compromiso profesional serio y responsable. b) La participación activa en la sociedad. c) El Reconocimiento y aplicación, en su ejercicio, de los principios de ética profesional. d) La adopción de un profundo respeto por los derechos humanos. Son muchas las ocasiones en las que está en nuestras manos la dignidad de la naturaleza humana y de ahí nuestra mayor responsabilidad como profesionales de Enfermería. Vivimos en una época en la que se hace preciso realizar una profunda reflexión sobre los aspectos humanos, valores y actitudes de las profesiones sanitarias, en general y de la profesión de Enfermería en particular. Por ello, tal vez sea el momento más idóneo para hablar de ética profesional, sin temor a moralismos trasnochados, sino sencillamente abordando, en el marco de un Código Deontológico, lo que constituye el armazón de nuestra profesión, más allá de sus elementos técnicos. 35 De lo anteriormente expuesto, extraemos las siguientes conclusiones: 1. En nuestro Código Deontológico deberán darse la mano continuidad y actualidad. Los valores básicos, permanentes e irrenunciables en Enfermería, han de ser conservados también en el futuro, pero habrá que examinar una y otra vez las antiguas concreciones de esos valores fundamentales para ver si todavía pueden cumplir su función. Si ya no logran asumir y hacer fructíferas las experiencias de la época, si desconocen la progresiva complejidad de la vida, deberán ser repensadas de nuevo y reformadas en confrontación con los modos de entender el nuevo tiempo. 2. A la hora de fijar instrucciones concretas, conviene ser discretos; será preferible mostrar el sentido último, total y humano de nuestra profesión. Construir modelos concretos es competencia de la conciencia individual de cada profesional responsable. 3. La evaluación presente y futura nos pedirá un esfuerzo, un decidido valor, para emprender experiencias y aceptar lo provisional. A la vista de la complejidad de las condiciones de vida cada vez más diferenciadas, sería utópico que quisiéramos afrontar de antemano soluciones concretas a todos los problemas que se presentan hoy y se presentarán en el futuro. En suma, debemos ser conscientes de que por muchos Códigos Deontológicos que tengamos, el riesgo de la conciencia aumenta considerablemente. Con estas reflexiones hemos elaborado un Código Deontológico para la Profesión de Enfermería en España, que sea un instrumento eficaz para aplicar las reglas generales de la ética al trabajo profesional. Insistir en esto parece, no pocas veces, una reiteración innecesaria ya que se da por supuesta en nuestra profesión; sin embargo, cada vez con mayor fuerza van aumentando las voces que hablan de falta de ética, y de deshumanización. Por ello, es necesario articular el contenido de nuestra responsabilidad profesional, no sea que con la evolución de la Enfermería como ciencia se nos vaya escapando su esencia fundamental, la de los valores que le sirven de sostén. Se equivoca quien piensa que la ciencia nada tiene que ver con los valores; si la ciencia está hoy en crisis, probablemente sea por esta divergencia antinatural. Ha de correr paralela con esta dimensión humana y, por ello, situarse en el ámbito de lo moral. 36 Desearíamos que este Código sirviera para tener conciencia de que los valores que manejamos son auténticamente fundamentales: la salud, la libertad, la dignidad, en una palabra, la vida humana, y nos ayudará a los profesionales de Enfermería a fundamentar con razones de carácter ético las decisiones que tomemos. Estamos convencidos, por último, de que un Código Deontológico, en cuanto a criterio ético, es estrictamente necesario para el buen desempeño de nuestra profesión, no sólo para hacer uso de él en situaciones extremas, sino para reflexionar a través de él en aquellas situaciones diarias en las que se pueden lesionar o infravalorar los derechos humanos. Hacer Enfermería es algo que va más allá de la pura técnica; nuestras actitudes han de trascender al limitado marco que nos otorga un Código Deontológico, ya que ser Enfermero/a es gozar de un talante ante la vida, su origen y creación, más allá de los límites del ser humano, para cuyo estímulo ojalá nos sirva este Código Profesional. En el presente Código están prácticamente incardinados los tres grandes grupos, correspondientes a las distintas obligaciones morales: 1. La Enfermera/o y el ser humano. 2. La Enfermera/o y la sociedad. 3. La Enfermera/o y el ejercicio profesional. El Código Deontológico de la Enfermería Española fue aprobado por el Pleno del Consejo General de Enfermería mediante la Resolución nº 32/89, cuyo texto, actualizado y corregido, se recoge a su vez en la Resolución nº 2/98 del citado Pleno. Según se dispone en ambas Resoluciones, el cumplimiento del Código Deontológico tendrá carácter obligatorio para todos los profesionales de enfermería del Estado. Concretamente, cualquier vulneración del mismo dará lugar a la inmediata exigencia de responsabilidades disciplinarias en los términos previstos en los Estatutos de la Organización Colegial. Por otro lado, se establece también la obligación del Consejo General de adoptar las medidas necesarias para la publicidad y difusión del mencionado Código entre los profesionales de enfermería. 37 Al cumplimiento de esa obligación obedece, pues, la publicación de dicho Código Deontológico en los términos que aquí se recogen. DECLARACIÓN PREVIA La Moral Profesional no es más que una aplicación de las reglas generales de la moral al trabajo profesional del hombre, como la Ley Natural no es otra cosa que la participación de la Ley Eterna en la criatura racional. La Deontología es el Conjunto de los deberes de los profesionales de Enfermería que ha de inspirar su conducta. CAPÍTULO I ÁMBITO DE APLICACIÓN Artículo 1 Las disposiciones del presente Código obligan a todos los Enfermeros/as inscritos en los Colegios, sea cual fuere la modalidad de su ejercicio (libre, al servicio de la Sanidad Pública, Privada, etc.). También serán de aplicación para el resto de los profesionales extranjeros que por convenios o tratados internacionales puedan ejercer ocasionalmente en España. Artículo 2 Una de las responsabilidades prioritarias del Consejo General y de los Colegios es la ordenación, en su ámbito respectivo, de la actividad profesional de los colegiados, velando por la ética y dignidad profesional y por el respeto debido a los derechos y dignidad de los enfermos. Artículo 3 De conformidad con los dispuesto en el artículo anterior, será función primordial del Consejo General y de los Colegios favorecer y exigir el cumplimiento de los deberes deontológicos de la profesión, recogidos en el presente código. 38 CAPÍTULO II LA ENFERMERÍA Y EL SER HUMANO, DEBERES DE LAS ENFERMERAS/OS Artículo 4 La Enfermera/o reconoce que la libertad y la igualdad en dignidad y derecho son valores compartidos por todos los seres humanos que se hallan garantizados por la Constitución Española y la Declaración Universal de Derechos Humanos. Por ello, la Enfermera/o está obligada/o a tratar con el mismo respeto a todos, sin distinción de raza, sexo, edad, religión, nacionalidad, opinión política, condición social o estado de salud. Artículo 5 Consecuentemente las Enfermeras/os deben proteger al paciente, mientras esté a su cuidado, de posibles tratos humillantes, degradantes, o de cualquier otro tipo de afrentas a su dignidad personal. Artículo 6 En ejercicio de sus funciones, las Enfermeras/os están obligadas/os a respetar la libertad del paciente a elegir y controlar la atención que se le presta. Artículo 7 En el ejercicio libre de la profesión, el consentimiento del paciente ha de ser obtenido, siempre, con carácter previo a cualquier intervención de la Enfermera/o. Y lo harán en reconocimiento del derecho moral que cada persona tiene a participar de forma libre y válidamente manifestada en la atención que se le preste. Artículo 8 Cuando el enfermo no esté en condiciones físicas o psíquicas de prestar su consentimiento, la Enfermera/o tendrá que buscarlo a través de los familiares o allegados a éste. Artículo 9 La Enfermera/o nunca empleará, ni consentirá que otros empleen, medidas de fuerza física o moral para obtener el consentimiento del paciente. En caso de ocurrir así, deberá ponerlo en conocimiento de las autoridades sanitarias y del Colegio Profesional respectivo con la mayor urgencia posible. 39 Artículo 10 Es responsabilidad de la enfermera/o mantener informado al enfermo, tanto en el ejercicio libre de su profesión como cuando ésta se ejerce en las instituciones sanitarias, empleando un lenguaje claro y adecuado a la capacidad de comprensión del mismo. Artículo 11 De conformidad con lo indicado en el Artículo anterior, la Enfermera/o deberá informar verazmente al paciente dentro del límite de sus atribuciones. Cuando el contenido de esa información excede del nivel de su competencia, se remitirá al miembro del equipo de salud más adecuado. Artículo 12 La Enfermera/o tendrá que valorar la situación física y psicológica del paciente antes de informarle de su real o potencial estado de salud; teniendo en cuenta, en todo momento, que éste se encuentre en condiciones y disposición de entender, aceptar o decidir por si mismo. Artículo 13 Si la Enfermera/o es consciente de que el paciente no está preparado para recibir la información pertinente y requerida, deberá dirigirse a los familiares o allegados del mismo. CAPÍTULO III DERECHOS DE LOS ENFERMOS Y DE LOS PROFESIONALES DE ENFERMERÍA Artículo 14 Todo ser humano tiene derecho a la vida, a la seguridad de su persona y a la protección de la salud. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, en su familia o su domicilio. Artículo 15 La Enfermera/o garantizará y llevará a cabo un tratamiento correcto y adecuado a todas las personas que lo necesiten, independientemente de cuál pueda ser el padecimiento, edad o circunstancias de dichas personas. 40 Artículo 16 En su comportamiento profesional, la Enfermera/o tendrá presente que la vida es un derecho fundamental del ser humano y por tanto deberá evitar realizar acciones conducentes a su menoscabo o que conduzcan a su destrucción. Artículo 17 La Enfermera/o no podrá participar en investigaciones científicas o en tratamientos experimentales, en pacientes que estén a su cuidado, si previamente no se hubiera obtenido de ellos, o de sus familiares o responsables, el correspondiente consentimiento libre e informado. Artículo 18 Ante un enfermo terminal, la Enfermera/o, consciente de la alta calidad profesional de los cuidados paliativos, se esforzará por prestarle hasta el final de su vida, con competencia y compasión, los cuidados necesarios para aliviar sus sufrimientos. También proporcionará a la familia la ayuda necesaria para que puedan afrontar la muerte, cuando ésta ya no pueda evitarse. Artículo 19 La Enfermera/o guardará en secreto toda la información sobre el paciente que haya llegado a su conocimiento en el ejercicio de su trabajo. Artículo 20 La Enfermera/o informará al paciente de los límites del secreto profesional y no adquirirá compromisos bajo secreto que entrañen malicia o dañen a terceros o a un bien público. Artículo 21 Cuando la Enfermera/o se vea obligada a romper el secreto profesional por motivos legales, no debe olvidar que, moralmente, su primera preocupación ha de ser la seguridad del paciente y procurará reducir al mínimo indispensable la cantidad de información revelada y el número de personas que participen del secreto. Artículo 22 De conformidad con lo dispuesto en el artículo 16.1 de la Constitución Española, la Enfermera/o tiene, en el ejercicio de su profesión, el derecho a la objeción de conciencia que deberá ser debidamente explicitado ante cada caso concreto. El Consejo General y los Colegios velarán para que ningún Enfermero/a pueda sufrir discriminación o perjuicio a causa del uso de ese derecho. 41 CAPÍTULO IV LA ENFERMERA/O ANTE LA SOCIEDAD Artículo 23 Las Enfermeras/os deben ayudar a detectar los efectos adversos que ejerce el medio ambiente sobre la salud de los hombre. Artículo 24 Las Enfermeras/os deben mantenerse informados, y en condiciones de poder informar, sobre las medidas preventivas contra los riesgos de los factores ambientales, así como acerca de la conservación de los recursos actuales de que se dispone. Artículo 25 Desde su ejercicio profesional, la Enfermera/o debe conocer, analizar, registrar y comunicar las consecuencias ecológicas de los contaminantes y su efectos nocivos sobre los seres humanos, con el fin de participar en las medidas preventivas y/o curativas que se deban adoptar. Artículo 26 La Enfermera/o, dentro de sus funciones, debe impartir la educación relativa a la salud de la Comunidad, con el fin de contribuir a la formación de una conciencia sana sobre los problemas del medio ambiente. Artículo 27 Las Enfermeras/os deben cooperar con las autoridades de Salud en la planificación de actividades que permitan controlar el medio ambiente y sean relativas al mejoramiento de la atención de la salud comunitaria. Artículo 28 Las Enfermeras/os participarán en las acciones que ejercite o desarrolle la Comunidad respecto a sus propios problemas de salud. Artículo 29 La Enfermera/o debe participar en los programas tendentes a reducir la acción nociva de los elementos químicos, biológicos o físicos causados por la industria y otras actividades humanas con el fin de contribuir a la mejora de la calidad de vida de la población. 42 Artículo 30 La Enfermera/o participará en equipos multiprofesionales que desarrollan investigaciones epidemiológicas y experimentales dirigidas a obtener información sobre los riesgos ambientales que puedan afectar a la salud, a la mejora de calidad de vida y al trabajo, determinando las acciones y evaluando los efectos de la intervención de Enfermería. CAPÍTULO V PROMOCIÓN DE LA SALUD Y BIENESTAR SOCIAL Artículo 31 El personal de Enfermería deberá colaborar en la promoción de la salud, poniendo al servicio del logro de esa función social sus conocimientos científicos y conducta ética en el desarrollo de los diferentes programas que se planifiquen con ese objetivo. Artículo 32 Los proyectos y programas de promoción de las salud, han de respetar la integridad del grupo social teniendo en cuenta la gran diversidad de niveles socio-­‐ culturales y económicos. Artículo 33 El personal de Enfermería deberá reconocer y conceder al grupo social el derecho que le corresponde en la promoción de la salud, permitiéndole una participación real en las decisiones que le conciernen. Artículo 34 En el establecimiento de programas de promoción de la salud y en el reparto de los recursos disponibles, la Enfermera/o se guiará por el principio de la justicia social de dar más al más necesitado. Los conceptos de justicia social son algo más que paternalismo. 43 CAPÍTULO VI LA ENFERMERÍA Y LOS DISMINUIDOS FÍSICOS, PSÍQUICOS E INCAPACITADOS Artículo 35 Como consecuencia de los derechos que tienen los disminuidos físicos, psíquicos e incapacitados a ser integrados y readaptados a la Sociedad a la que pertenecen, las Enfermeras/os pondrán a su servicio tanto sus conocimientos profesionales como su capacidad de cuidados para que, individualmente o colaborando con otros profesionales, se esfuercen en identificar las causas principales de la incapacidad con el fin de prevenirlas, curarlas o rehabilitarlas. Artículo 36 Asimismo deberá colaborar con organismos, instituciones o asociaciones que tengan como finalidad la creación y desarrollo de servicios de prevención y atención a minusválidos e incapacitados. Artículo 37 Igualmente deberán colaborar en la educación y formación de la Comunidad para que aquellos miembros que sufran incapacidades o minusvalías puedan ser integrados en la misma y, a través de ella, en la Sociedad. CAPÍTULO VII EL PERSONAL DE ENFERMERÍA Y EL DERECHO DEL NIÑO A CRECER EN SALUD Y DIGNIDAD, COMO OBLIGACIÓN ÉTICA Y RESPONSABILIDAD SOCIAL Artículo 38 Las Enfermeras/os en su ejercicio profesional deben salvaguardar los derechos del niño. Artículo 39 La Enfermera/o protegerá a los niños de cualquier forma de abuso y denunciará a las autoridades competentes los casos de los que tenga conocimiento. Artículo 40 En el ejercicio de su profesión la Enfermera/o promoverá la salud y el bienestar familiar a fin de que en dicho núcleo los niños sean deseados, protegidos y cuidados de forma que puedan crecer con salud y dignidad. 44 Artículo 41 La Enfermera/o deberá contribuir, mediante su trabajo, y en la medida de su capacidad, a que todos los niños tengan adecuada alimentación, vivienda, educación y reciban los necesarios cuidados preventivos y curativos de salud. Artículo 42 La Enfermera/o contribuirá a intensificar las formas de protección y cuidados destinados a los niños que tienen necesidades especiales, evitando que sean maltratados y explotados en todo su ciclo vital. También procurará la reinserción o adopción de los niños abandonados. CAPÍTULO VIII LA ENFERMERÍA ANTE EL DERECHO A UNA ANCIANIDAD MÁS DIGNA, SALUDABLE Y FELIZ COMO CONTRIBUCIÓN ÉTICA Y SOCIAL AL DESARROLLO ARMONIOSO DE LA SOCIEDAD Artículo 43 Las Enfermeras/os deben prestar atención de salud tanto al anciano enfermo como sano, al objeto de mantener su independencia, fomentando su autocuidado para garantizarle un mejoramiento de la calidad de vida. Artículo 44 En el ámbito de su competencia profesional, la Enfermera será responsable de los programas de educación para la salud dirigidos al anciano. Artículo 45 Las Enfermeras/os deben influir en la política de salud, para que se ponga a disposición de todos los ancianos que lo precisen, una atención de salud competente y humana. Esa atención será integral e incluirá, entre otras medidas, la adaptación material de la vivienda y el acceso a actividades de tiempo libre. Artículo 46 La Enfermera/o debe incluir en su programas de educación, la atención integral de Enfermería al anciano. 45 CAPÍTULO IX EL PERSONAL DE ENFERMERÍA ANTE EL DERECHO QUE TODA PERSONA TIENE A LA LIBERTAD, SEGURIDAD Y A SER RECONOCIDOS, TRATADOS Y RESPETADOS COMO SERES HUMANOS Artículo 47 Las Enfermeras/os deberán rechazar enérgicamente cualquier tipo de presiones que puedan ejercérseles, con la finalidad de utilizar o manipular sus conocimientos o habilidades en perjuicio de los seres humanos. Artículo 48 Cuando se diera la circunstancia a que alude el artículo anterior, la Enfermera/o deberá, en defensa de los principios éticos de la profesión, denunciar el caso ante su Colegio. En caso necesario, éste, a través del Consejo General, pondrá en conocimiento de la Autoridad o de la opinión pública, las irregularidades indicadas, y adoptará las acciones necesarias y urgentes que el caso requiera, a fin de restablecer el orden ético alterado y defender la dignidad y libertad de los Colegiados. Artículo 49 Ninguna Enfermera/o podrá participar en cualquier forma de tortura y métodos que permitan someter a sesiones de sufrimiento a cualquier ser humano. Artículo 50 En caso de emergencia, la Enfermera/o está obligada/o a prestar su auxilio profesional al herido o enfermo. En situaciones de catástrofe, deberá ponerse voluntariamente a disposición de quienes coordinan los programas de ayuda sanitaria. Artículo 51 La Enfermera/o cooperará con los organismos oportunos a solucionar los problemas de salud de presos y refugiados, ayudando en su adaptación a un nuevo modo de vida. 46 CAPÍTULO X NORMAS COMUNES EN EL EJERCICIO DE LA PROFESIÓN Artículo 52 La Enfermera/o ejercerá su profesión con respeto a la dignidad y la singularidad de cada paciente sin hacer distinción alguna por razones de situación social, económica, características personales o naturaleza del problema de salud que le aqueje. Administrará sus cuidados en función exclusivamente de las necesidades de sus pacientes. Artículo 53 La Enfermera/o tendrá como responsabilidad profesional primordial la salvaguarda de los Derechos Humanos, orientando su atención hacia las personas que requieran sus cuidados. Artículo 54 La Enfermera/o debe adoptar las medidas necesarias para proteger al paciente cuando los cuidados que se le presten sean o puedan ser amenazados por cualquier persona. Artículo 55 La Enfermera/o tiene la obligación de defender los derechos del paciente ante malos tratos físicos o mentales, y se opondrá por igual a que se le someta a tratamientos fútiles o a que se le niegue la asistencia sanitaria. Artículo 56 La Enfermera/o asume la responsabilidad de todas las decisiones que a nivel individual debe tomar en el ejercicio de su profesión. Artículo 57 La Enfermera/o debe ejercer su profesión con responsabilidad y eficacia, cualquiera que sea el ámbito de acción. Artículo 58 La Enfermera/o no debe aceptar el cumplimiento de una responsabilidad que no sea de su competencia, en demérito del cumplimiento de sus propias funciones. 47 Artículo 59 La Enfermera/o nunca deberá delegar en cualquier otro miembro del equipo de salud, funciones que le son propias y para las cuales no están los demás debidamente capacitados. Artículo 60 Será responsabilidad de la Enfermera/o actualizar constantemente sus conocimientos personales, con el fin de evitar actuaciones que puedan ocasionar la pérdida de salud o de vida de las personas que atiende. Artículo 61 La Enfermera/o está obligada a denunciar cuantas actitudes negativas observe hacia el paciente en cualquiera de los miembros del equipo de salud. No puede hacerse cómplice de personas que descuidan deliberada y culpablemente sus deberes profesionales. Artículo 62 Las relaciones de la Enfermera/o con sus colegas y con los restantes profesionales con quienes coopera deberán basarse en el respeto mutuo de las personas y de las funciones específicas de cada uno. Artículo 63 Para lograr el mejor servicio a los pacientes, la Enfermera/o colaborará diligentemente con los otros miembros del equipo de salud. Respetará siempre las respectivas áreas de competencia, pero no permitirá que se le arrebate su propia autonomía profesional. Artículo 64 La Enfermera/o debe solicitar, siempre que sea necesario, la colaboración de los miembros de otras profesiones de salud, para asegurar al público un servicio de mejor calidad. Artículo 65 Es deber de la Enfermera/o compartir con sus colegas aquellos conocimientos y experiencias que puedan contribuir al mejor servicio de los enfermos y al fortalecimiento de la profesión. Artículo 66 La Enfermera/o, en el trato con subordinados, superiores, colegas y otros profesionales sanitarios, se guiará siempre por las reglas de buena educación y cortesía. 48 Artículo 67 La Enfermera/o en las relaciones con sus colegas nunca practicará la competencia desleal, ni realizará publicidad profesional engañosa para acaparar clientes. La Enfermera/o considerará como un honor que sus colegas la llamen para que preste cuidados de Enfermería a ellos o a sus familiares más cercanos. Es norma tradicional no exigir en esas circunstancias el pago de los honorarios devengados por los actos profesionales realizados. Artículo 68 La Enfermera/o no aceptará hacerse cargo de un cliente que está siendo atendido por otro colega sin el previo consentimiento de éste, excepto por una causa muy justificada y en caso de urgencia. CAPÍTULO XI LA EDUCACIÓN Y LA INVESTIGACIÓN DE LA ENFERMERÍA Artículo 69 La Enfermera/o no solamente estará preparada para practicar, sino que deberá poseer los conocimientos y habilidades científicas que la lex Artis exige en cada momento a la Enfermera competente. Artículo 70 La Enfermera/o será consciente de la necesidad de una permanente puesta al día mediante la educación continuada y el desarrollo del conjunto de conocimientos sobre los cuales se basa su ejercicio profesional. Artículo 71 La Enfermera/o deberá valorar sus propias necesidades de aprendizaje, buscando los recursos apropiados y siendo capaz de autodirigir su propia formación. Artículo 72 La Enfermera/o debe asumir individual y colectivamente la responsabilidad de la educación en la Enfermería a todos sus niveles. 49 Artículo 73 La Enfermera/o debe procurar investigar sistemáticamente, en el campo de su actividad profesional, con el fin de mejorar los cuidados de Enfermería, desechar prácticas incorrectas y ampliar el cuerpo de conocimientos sobre los que se basa la actividad profesional. Artículo 74 Es obligación de la Enfermera/o que participe en investigación, vigilar que la vida, la salud y la intimidad de los seres sometidos a estudio, no estén expuestas a riesgos físicos o morales desproporcionados en el curso de estas investigaciones. Artículo 75 La Enfermera/o, al actuar ya sea como investigadora, como asistente de investigación o como experta que valora críticamente los resultados de la investigación, debe tener presentes los principios promulgados por la Declaración de Helsinki y los que regulan la ética de la publicación científica. CAPÍTULO XII CONDICIONES DE TRABAJO Artículo 76 La Enfermera/o que acceda a puestos de relevancia o responsabilidad en la Administración Sanitaria o en centros sanitarios, deberá tratar en todo momento con corrección a sus colegas, aun en el caso de surgir discrepancias. Artículo 77 Las Enfermeras/os deben trabajar para asegurar y mantener unas condiciones laborales que respeten la atención al paciente y la satisfacción de los profesionales. Artículo 78 Aun en caso de conflictos laborales y de suspensión organizada de los servicios profesionales, la Enfermera/o tendrá presente que su primera responsabilidad es atender a los intereses de los enfermos. 50 Artículo 79 La Enfermera/o que participe en un conflicto laboral, tiene el deber de coordinar y comunicar las medidas adoptadas para garantizar la continuidad de los cuidados que necesitan sus pacientes. Artículo 80 Cuando la Enfermera/o observare que las deficiencias que se dan en las instituciones sanitarias, públicas o privadas, en que presta sus servicios, pueden influir negativamente sobre la salud o la rehabilitación de los pacientes que tiene a su cargo, deberá ponerlo en conocimiento del Colegio, para que éste tome las medidas oportunas. El Colegio, si la gravedad del caso lo requiere, lo comunicará al Consejo General, para que éste, a nivel de Estado, ejerza las acciones oportunas ante los organismos competentes y dicte las instrucciones necesarias para la debida protección de los pacientes y del personal de Enfermería. CAPÍTULO XIII PARTICIPACIÓN DEL PERSONAL DE ENFERMERÍA EN LA PLANIFICACIÓN SANITARIA Artículo 81 La participación del Personal de Enfermería en la Planificación Sanitaria se ejercerá: a) A través de los Consejos Generales y Colegios respecto a las normas y disposiciones que se dicten. b) A través de las Enfermeras/os en la ejecución de los planes o en la elaboración de los programas locales concretos. Artículo 82 Las Enfermeras/os deben participar plenamente, a través del Consejo General, de las Agrupaciones de Colegios o de los propios Colegios, en las comisiones de planificación y en los consejos de administración en que se decide las políticas sanitarias a nivel estatal, autonómico o provincial. Artículo 83 Los Enfermeros/as forman parte integrante y cualificada de la asistencia sanitaria, siendo responsables de los servicios de Enfermería que dirigen. 51 Artículo 84 La Enfermera/o procuran estar presentes y participar activamente, a título individual y con independencia de las actuaciones corporativas, en todo el sistema nacional de salud y en sus organismos locales autonómicos y estatales. Artículo final El Consejo General se obliga a mantener al día el contenido de este Código Deontológico y publicará oportunamente el texto de los artículos nuevos o modificados. NORMAS ADICIONALES Primera Por medio de la acción colectiva se cumple una más efectiva definición y control de calidad de los Servicios de Enfermería. Por tanto, el Consejo General de Enfermería asume la responsabilidad de preservar la autonomía profesional y la autorregulación en el control de las condiciones de trabajo, velando porque los estándares éticos de la profesión se mantengan actualizados. Segunda Consejo General y los Colegios Profesionales de Enfermería deben prestar continua atención a los derechos, necesidades e intereses legítimos de los profesionales de Enfermería y de las personas que reciben sus cuidados. Tercera Consejo General y los Colegios Profesionales de Enfermería deben adoptar actitud abierta a las diferentes corrientes que circulan en la profesión, siempre que redunde en una mejor calidad en la atención y cuidados hacia la salud de todos los ciudadanos. Cuarta Con el fin de asegurar el respeto y la armonía profesional entre todos sus miembros, es esencial, que exista una comunicación y colaboración constante entre el Consejo General, los Colegios Profesionales y cualquier otra asociación de Enfermería. Quinta Consejo General de Enfermería de España asume la responsabilidad de velar por los valores éticos de la Profesión, arbitrando las acciones pertinentes. 52 Sexta Los responsables de la Organización Colegial de Enfermería de España, en cualquiera de sus niveles, miembros de Juntas de Gobierno u otros órganos de los Colegios Provinciales, de los Consejo Autonómicos u órganos de similar rango que existan o se constituyan en el futuro, Pleno del Consejo General, y en definitiva, cuantas personas ostenten cualquier c argo electivo o de designación en la Organización Colegial, vienen especialmente obligados a guardar y hacer guardar, en la medida de sus competencias, las normas recogidas en este Código y en la normativa general de la Enfermería y su Organización Colegial. En consecuencia, y a tenor del artículo 57.a) y c) y 58.a) del R.D. 1856/78, de 29 de junio, incurrirán en responsabilidad disciplinaria aquellos que por comisión, omisión o simple negligencia en el cumplimiento de sus funciones, se conduzcan en forma contraria a las disposiciones de este Código o de cualquier otra norma de obligado cumplimiento en materia ética o deontológica o permitan, con su abstención u omisión, que otros lo hagan sin aplicar las medidas legales a su alcance, en defensa de las reglas y preceptos éticos y deontológicos de la Enfermería. 53 6.-­‐ DERECHOS Y DEBERES DE LOS CIUDADANOS EN EL SERVICIO CANARIO DE LA SALUD. La Constitución Española vigente de 1978, establece en su artículo 41 (dentro del Título I, de los el derechos y deberes fundamentales) que los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres. Asimismo, expone en su artículo 43 (dentro del Título I, de los el derechos y deberes fundamentales) el derecho a la protección de la salud, encomendando a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. Basándose en dichos artículos constitucionales, la Comunidad Autonómica de Canarias establece en la Ley 11/1994, de 26 de julio, de Ordenación Sanitaria de Canarias, el Sistema Canario de la Salud, especificando en su capítulo segundo los derechos y deberes de los ciudadanos en el Sistema Canario de la Salud. En el artículo cinco se especifican los titulares de los derechos: 1. Son titulares de los derechos que esta Ley y la restante normativa reguladora del Sistema Canario de la Salud efectivamente defina y reconozca como tales todos los ciudadanos españoles que tengan, legalmente, la residencia en cualquiera de los municipios de Canarias. El acceso a y el disfrute de las prestaciones y los servicios deben quedar garantizados, en condiciones de igualdad efectiva, a todos los titulares. 2. La titularidad a que se refiere el número anterior se extiende a los ciudadanos españoles que tengan la condición de transeúntes y a los no residentes en Canarias, con el alcance determinado por la legislación estatal y el que se establezca en los convenios interadministrativos que se suscriban. 3. Los ciudadanos de Estados miembros de la Unión Europea tienen los derechos que resulten del Derecho comunitario europeo y de los Tratados y Convenios que se suscriban por el Estado español y les sean de aplicación. 4. Los ciudadanos de Estados no pertenecientes a la Unión Europea tienen los derechos que les reconozcan los Tratados y Convenios suscritos por el Estado español. 54 En el artículo seis se exponen los derechos de los ciudadanos: 1. Los titulares tienen los siguientes derechos: a) Al respeto de su personalidad, dignidad e intimidad y a la no discriminación por causas injustificadas. Estos valores sólo podrán verse afectados en lo estrictamente indispensable para la correcta y eficaz ejecución de los procedimientos necesarios de prevención, terapia y rehabilitación. b) A la confidencialidad, en los términos de la legislación aplicable, de toda la información relacionada con su proceso y estancia en cualquier centro sanitario de Canarias y, en general, la derivada de su relación con los servicios del Sistema Canario de la Salud. c) A la formulación de sugerencias y reclamaciones, así como a recibir respuesta por escrito, siempre de acuerdo con lo que reglamentariamente se establezca. d) A participar, a través de las instituciones comunitarias, en las actividades sanitarias y, en particular, en la orientación y evaluación de los servicios, en los términos establecidos en esta Ley y en las disposiciones que la desarrollen. e) A la información suficiente, comprensible y adecuada sobre: 1) Los factores, situaciones y causas de riesgo para la salud individual y colectiva. 2) Los derechos y deberes de los usuarios y beneficiarios del Sistema Canario de la Salud. 3) Los servicios y prestaciones sanitarios a los que puede acceder y sobre los requisitos necesarios para su uso. f) A que se les extienda certificación acreditativa de su estado de salud, cuando su exigencia se establezca por una disposición legal o reglamentaria. g) A la promoción y educación para la salud. 55 h) A las prestaciones y servicios de salud individual y colectiva del Sistema Canario de la Salud adecuados a las necesidades individuales y colectivas, acorde con los recursos disponibles. i) A obtener los medicamentos y productos sanitarios que se consideren necesarios para promover, conservar o restablecer su salud, en los términos que reglamentariamente se establezcan por la Administración General del Estado. j) A la igualdad en el acceso y uso de los servicios sanitarios. k) A elegir el médico de acuerdo con las condiciones contempladas en esta Ley, en las disposiciones que se dicten para su desarrollo. l) A elegir entre los servicios y centros que forman parte del Servicio Canario de la Salud o, en su caso, de la Red Hospitalaria de Utilización Pública, de acuerdo con lo establecido en esta Ley y en las disposiciones que se dicten para su desarrollo. m) A que se le asigne e identifique un médico, así como su suplente en caso de ausencia, que asumirá la responsabilidad ordinaria de la relación con el equipo asistencial durante todo el tiempo de duración de la atención de su proceso, así como de la situación de ingreso. n) A que se le dé, en términos comprensibles a él y, en su caso, a sus familiares, información completa y continuada, verbal y escrita, sobre su proceso, incluyendo diagnóstico, pronóstico y alternativas de tratamiento. o) A no ser objeto como paciente, sin haber otorgado previamente su libre consentimiento por escrito y conformado por el médico responsable y la Dirección del centro o establecimiento, de procedimientos de diagnóstico y terapia en fase de experimentación pero debidamente autorizados, susceptibles de ser empleados, así como sus resultados, con fines docentes o de investigación. Estos procedimientos en ningún caso podrán implicar riesgo alguno adicional para el paciente de acuerdo con el estado más avanzado de los conocimientos médicos. 56 p) A la libre elección entre las opciones que le presente el médico, siendo preciso el consentimiento previo por escrito del paciente para la realización de cualquier intervención, excepto en los siguientes casos: 1) Cuando la no intervención suponga un riesgo para la salud pública. 2) Cuando no estén capacitados para tomar decisiones, en cuyo caso, el derecho corresponderá a sus familiares, y en el caso de no existir éstos o no ser localizados, comunicárselo a la autoridad judicial. 3) Cuando la posibilidad de lesión irreversible o peligro de fallecimiento exija una actuación urgente. q) A negarse al tratamiento, excepto en los casos señalados en la letra o) del presente artículo, debiendo, para ello, solicitar y firmar el alta voluntaria. r) A que quede constancia por escrito o en soporte técnico adecuado de todo su proceso. Al finalizar la estancia en una institución hospitalaria, el paciente, familiar recibirá su informe de alta. s) A disponer de información sobre el coste económico de las prestaciones y servicios recibidos. t) A disponer, en todos los centros, servicios y establecimientos sanitarios y sociosanitarios, de una carta de derechos y deberes por la que ha de regirse su relación con los mismos. Finalmente se expone que sin perjuicio de la libertad de empresa, y respetando el peculiar régimen económico de cada servicio sanitario, los derechos anteriores rigen también en los de carácter privado y son plenamente ejercitables. Entre los artículos séptimo y décimo se exponen otros derechos: Artículo 7.-­‐ Derecho a la libre elección de médico y centro o establecimiento sanitario. 1. Respecto de los facultativos, servicios, centros y establecimientos del Servicio Canario de la Salud y, en su caso, de la Red Hospitalaria de Utilización Pública, los ciudadanos tienen los siguientes derechos: a. A la libre elección de médico general, pediatra hasta la edad de 14 años inclusive, tocoginecólogo y psiquiatra, de entre los que presten sus servicios en la Zona Básica de Salud o en el municipio de su lugar de 57 residencia. Reglamentariamente se podrá ampliar el derecho a la libre elección a otras especialidades en función de los recursos y necesidades de la ciudadanía. Igualmente, se fijará reglamentariamente los supuestos excepcionales en que los ciudadanos pueden ejercer su derecho en el ámbito de otra Área o Zona Básica de la Comunidad Autónoma. Efectuada la libre elección y aceptada por el facultativo, la Administración sanitaria viene obligada a la adscripción del ciudadano a su médico sin más limitaciones que las que se establezcan para garantizar la calidad asistencial. b. Al libre acceso, en las condiciones generales de organización y funcionamiento de los servicios, a los facultativos del Centro de Atención Primaria que preste servicio en la Zona Básica de Salud de su lugar de residencia. c. A la elección, previa libre indicación facultativa, de centro o establecimiento sanitario, de entre las posibilidades que existan. No obstante, la efectividad de este derecho estará en función de los siguientes principios: 1) Optimización de los recursos públicos; 2) Disponibilidades en cada momento de los medios y recursos del Sistema Canario de la Salud; 3) Ordenación eficiente y eficaz de los recursos sanitarios; 4) Garantía de la calidad asistencial. 2. Se regulará reglamentariamente la libre elección de médico general, pediatra hasta la edad de 14 años inclusive, tocoginecólogo y psiquiatra, los cambios en la elección de médico, el régimen de aceptación por éste, el tiempo de adscripción, así como las condiciones de ejercicio de la libertad de elección de servicio, centro o establecimiento sanitario. Artículo 8.-­‐ Derecho a una segunda opinión. Los pacientes de los centros y servicios sanitarios integrados y adscritos al Servicio Canario de la Salud tienen el derecho a la segunda opinión facultativa. A tal fin, reglamentariamente se regularán los procedimientos de obtención de información suplementaria o alternativa ante recomendaciones terapéuticas o indicaciones diagnósticas de elevada transcendencia individual. 58 Artículo 9.-­‐ Derecho a programas y actuaciones especiales y preferentes. Los niños, los ancianos, los enfermos mentales, las personas que padecen enfermedades crónicas e invalidantes y las que pertenezcan a grupos específicos reconocidos sanitariamente como de riesgo tienen derecho, dentro de las disponibilidades en cada momento de medios y recursos del Sistema Canario de la Salud, a actuaciones y programas sanitarios especiales y preferentes. Artículo 10.-­‐ Derechos específicos de los enfermos mentales. Los pacientes que por razón de enfermedad física o mental, sean considerados incapaces o presuntos incapaces, en el sentido que lo manifiesta el título IX, del libro I, del Código Civil y que están ingresados o tuvieren que ingresar en un centro o establecimiento sanitario, gozan además de los previstos en los artículos 6 y 9, de los siguientes derechos: a) Cuando en los ingresos voluntarios desapareciera la plenitud de facultades durante el internamiento, la Dirección del centro deberá solicitar la correspondiente autorización judicial en los términos regulados en el artículo 211 del Código Civil, debiendo reexaminar periódicamente la necesidad del internamiento. b) Los ingresos forzosos sólo podrán realizarse de acuerdo con el artículo 211 del Código Civil. Artículo 11.-­‐ deberes de los ciudadanos: Los ciudadanos tienen los siguientes deberes: a) De cumplimiento de las prescripciones y órdenes sanitarias, generales y particulares, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 6 en sus apartados o) y p). b) De tolerancia respecto de las medidas sanitarias adoptadas para la prevención de riesgos, protección de la salud o la lucha contra las amenazas a la salud pública, así como de colaboración para el éxito de las mismas, especialmente en estado de necesidad. c) De usar, cuidar y disfrutar de manera responsable y conforme a las normas correspondientes de las instalaciones, servicios y prestaciones del Sistema Canario de la Salud. 59 d) De respeto a la dignidad personal y profesional de cuantos prestan sus servicios en el Sistema Canario de la Salud. e) De observancia de las normas, así como de lealtad, veracidad y solidaridad, en la solicitud, obtención y disfrute de prestaciones del Sistema, en especial las aparejadas a la baja laboral, incapacidad para el trabajo y la asistencia terapéutica y social. f) De observancia, como paciente, del tratamiento prescrito facultativamente. En caso contrario, cuando su inobservancia sea jurídicamente legítima, debe solicitar y firmar el documento de alta voluntaria. De negarse, la Dirección del correspondiente centro sanitario, a propuesta del facultativo encargado del caso, podrá dar el alta forzosa. Finalmente, en el artículo 12 se recogen las garantías con respecto a los anteriores: 1. La Administración sanitaria de Canarias garantizará a los ciudadanos información suficiente, adecuada y comprensible sobre: a) Los derechos y deberes en el Sistema Canario de la Salud. b) Los servicios y prestaciones sanitarios disponibles, su organización, horario de funcionamiento y de visitas, requisitos y procedimientos de acceso, uso y disfrute, y demás datos de utilidad. 2. La Administración sanitaria de Canarias garantizará la confidencialidad de toda la información relacionada con el proceso de los pacientes, así como, en general, toda la información resultante de la relación de los usuarios con los servicios y centros sanitarios. Igualmente garantizará el uso exclusivamente sanitario y científico de la misma. Todo el personal sanitario y no sanitario de los centros y servicios sanitarios públicos y privados implicados en los procesos asistenciales a los pacientes queda obligado a no revelar datos de su proceso, con excepción de la información necesaria en los casos previstos expresamente en la legislación. 3. Las infracciones por violación de estos derechos y el incumplimiento de los deberes estarán sometidos al régimen sancionador contemplado en esta Ley, sin perjuicio de la responsabilidad disciplinaria del personal autor de la misma. 60 4. Los servicios, centros y establecimientos sanitarios, públicos y privados, deberán disponer y, en su caso, tener permanentemente a disposición de los usuarios: a) Información accesible, suficiente y comprensible sobre los derechos y deberes de los usuarios. b) Formularios de sugerencias y reclamaciones. c) Personal y locales bien identificados para la atención de la información, reclamaciones y sugerencias del público. 5. El Gobierno de Canarias favorecerá las condiciones materiales y organizativas necesarias, para el ejercicio del derecho a la participación de la población en el Servicio Canario de la Salud, impulsando la creación y desarrollo de los órganos de participación que se establezcan. 6. En la Administración canaria habrá una unidad administrativa específica denominada Oficina de Defensa de los Derechos de los Usuarios Sanitarios, con dependencia orgánica y funcional de la Consejería competente en materia de sanidad. Esta unidad estará específicamente encargada de atender solicitudes y reclamaciones de los usuarios de los servicios sanitarios. 61 7.-­‐ CARTA DE LOS DERECHOS Y DE LOS DEBERES DE LOS PACIENTES Y USUARIOS SANITARIOS DEL SERVICIO CANARIO DE LA SALUD. El Gobierno de Canarias aprueba mediante la Orden 28 de febrero de 2005, la Carta de los Derechos y de los Deberes de los Pacientes y Usuarios Sanitarios y se regula su difusión. DERECHOS 1. Al respecto de su personalidad, dignidad humana e intimidad, a la autonomía de su voluntad y a la no discriminación. 2. A la información completa y continuada sobre su proceso (diagnóstico, pronóstico y alternativas de tratamiento), en términos comprensibles para él y, en su caso, a sus familiares o personas legalmente responsables y al respecto de la voluntad de no ser informado. 3. Al acceso, con las reservas marcadas por la Ley, a la documentación que integra su historia clínica, la obtención de copia de sus datos y a que los centros sanitarios dispongan de mecanismos de custodia activa y diligente de las historias clínicas. 4. A la confidencialidad de toda la información relacionada con su proceso y estancia en cualquier Centro Sanitario de Canarias. 5. A disponer, en todos los centros, servicios y establecimientos sanitarios y socio-­‐sanitarios, de una Carta de Derechos y Deberes por la que ha de regirse su relación con los mismos y a la formulación de Sugerencias y Reclamaciones, así como a recibir respuesta por escrito dentro del plazo reglamentario. 6. A participar en las actividades sanitarias, a través de las instituciones comunitarias en los términos establecidos por la Ley. 7. A la información suficiente, comprensible y adecuada sobre los factores, situaciones y causas de riesgo para la salud individual y colectiva y sobre los servicios, unidades asistenciales y prestaciones sanitarias y sobre los requisitos necesarios para su uso y acceso. 62 8. A que se les extienda una certificación acreditativa de su estado de salud, que será gratuita cuando así se establezca por una disposición legal o reglamentaria. 9. A la promoción y educación para la salud. 10. A las prestaciones y servicios de salud, acorde con los recursos disponibles del Sistema Canario de la Salud. 11. A obtener los medicamentos y productos sanitarios que se consideren necesarios en los términos que se establezcan por la Administración General del Estado. 12. A la igualdad en el acceso y uso de los Servicios Sanitarios. 13. A la libre elección de médico general, pediatra (hasta los 14 años) tocoginecólogo y psiquiatra, de entre los que presten sus servicios en la Zona Básica de Salud o en el municipio de su lugar de residencia. 14. A la elección, previa indicación facultativa, entre los Servicios y Centros que forman parte del Servicio Canario de la Salud, o, en su caso, de la Red Hospitalaria de Utilización Pública de acuerdo con los siguientes principios: optimización de los recursos públicos, disponibilidad en cada momento de los medios y recursos del Sistema Canario de la Salud, ordenación eficiente y eficaz de los recursos sanitarios y garantía de Calidad Asistencial. 15. A la asignación e identificación de un médico (y suplente en caso de ausencia) que asumirá la responsabilidad ordinaria de la relación con el equipo asistencial durante su proceso, así como de la situación de ingreso, y garantizará su derecho a la información. 16. A ser advertido y autorizar previamente y por escrito, los procedimientos que se realicen cuando vayan a ser utilizados en un proyecto docente o de investigación, que, en ningún caso, comportará peligro adicional para su salud. 17. A la libre elección entre las opciones clínicas disponibles, después de recibir la información adecuada, siendo preciso el consentimiento previo del paciente, para la realización de cualquier intervención, excepto en los supuestos legales establecidos. 63 18. A negarse a cualquier tratamiento, excepto en los supuestos legales establecidos, debiendo para ello solicitar y firmar el Alta Voluntaria. 19. A revocar por escrito su consentimiento previo. 20. A la constancia por escrito o en soporte técnico adecuado de todo su proceso y a recibir su informe de Alta al finalizar la estancia en una institución hospitalaria. 21. A disponer de información sobre el coste económico de las prestaciones y servicios recibidos. 22. A una segunda opinión facultativa, según la normativa vigente. 23. A programas y actuaciones especiales y preferentes (niños, ancianos, enfermos mentales, enfermedades crónicas e invalidantes y las que pertenezcan a grupos específicos reconocidos sanitariamente como de riesgo). 24. A derechos específicos de los enfermos mentales: a. Cuando en los ingresos voluntarios desapareciera la plenitud de facultades durante el internamiento, la Dirección del Centro deberá solicitar la correspondiente autorización Judicial, debiendo reexaminar periódicamente la necesidad de internamiento. b. Los ingresos forzosos solo podrán realizarse de acuerdo con la normativa en vigor. 25. Derecho a manifestar por escrito sus instrucciones previas sobre los cuidados y tratamiento de su salud, o en caso de fallecimiento, el destino de su cuerpo y órganos. DEBERES 1. Deber de cumplimiento de las prescripciones y órdenes sanitarias conforme a lo establecido legalmente. 2. Deber de tolerancia, así como de colaboración para el éxito de las medidas sanitarias adoptadas para la prevención de riesgos, protección de la salud o 64 la lucha contra las amenazas a la salud pública, especialmente en estado de necesidad. 3. Deber de responsabilidad, conforme a las normas, del uso, cuidado y disfrute de las instalaciones, servicios y prestaciones del Sistema Canario de la Salud. 4. Deber de respeto a la dignidad personal y profesional de cuantos prestan sus servicios en el Sistema Canario de la Salud. 5. Deber de observancia de las normas y veracidad en el uso de los recursos y prestaciones del sistema (bajas laborales, incapacidad para el trabajo, asistencia terapéutica y social...). 6. Deber, como paciente, de observancia del tratamiento prescrito, o firmar, en caso de rechazo a las actualizaciones sanitarias, el documento de Alta Voluntaria; de negarse, a propuesta del médico responsable, la Dirección del Centro podrá dar el Alta Forzosa. 7. Deber de facilitar los datos sobre su estado físico o su salud de manera leal y verdadera y de colaborar en su obtención. 65 8.-­‐ BIBLIOGRAFÍA: -­‐ BEAUCHAMP, T. L. y CHILDRESS J. F., Principios de ética biomédica, Barcelona, Masson, 1999. -­‐ Carta de los derechos y deberes de los pacientes y usuarios del Servicio Canario de la Salud. http://www2.gobiernodecanarias.org/sanidad/scs/contenidoGenerico.jsp? idDocument=90e2a237-­‐7df7-­‐11df-­‐b998-­‐ 6ff93f31e00f&idCarpeta=04d48f0a-­‐541c-­‐11de-­‐9665-­‐998e1388f7ed. Consultada el día 21 de abril del 2014. -­‐ Código Deontológico de la Enfermería Española. http://www.celp.es/es/servicios/deontologia/Codigo%20Deontologico%2 0Enfermeria.pdf/view. Consultada el día 21 de abril de 2014. -­‐ FEITO GRANDE, L., Ética profesional de la enfermería. 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