Capitulo XXXI Los temibles serie 80. EI insigne libertador y Padre de la Patria cubana José Martí, dijo: "Nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino". Con esta frase quizás cargada de "conformismo incambiable", por el autor, damos paso a un nuevo capítulo de este libro. Paraíso, remontándonos a época atrás, era un pueblo afable, de gente honesta, trabajadora y hospitalaria, las cuales se caracterizaban por dar una cordial bienvenida a los extranjeros y advenedizos, a través de una sonrisa. Todo aquel que venía a Paraíso quedaba con la ilusión de no irse y con el deseo de volver. Su fresco microclima, su variedad de frutos, sus ríos y lindas playas hacen el atractivo marco natural de este pueblo. Los 20 y 21 de enero de cada ano, nuestro pueblo era frecuentado por los miles y miles de feligreses que acudían a las celebraciones de las fiestas patronales, las cuales cada ano que pasaba se daban más numerosa, hasta el punto de vista que las calles del municipio se convertían en centra intransitable, por el cordón humano existente. Como dice un refrán: "En la viña del Señor hay buenos y malos", aunque Dios no hizo a ningún ser humano malo, sino que cada quien traza su propio camino y destino; estos malos comenzaron a aprovecharse de la situación de paz y tranquilidad con que gozaba Paraíso, y empezaron a traer el desorden y el desasosiego al hospitalario y tranquilo Paraíso, a través de las primeras matanzas de personas en cada patronales que pasaba. Recuerdo el primer caso en el cual se le dio por primera vez el mote de "serie 80" a los paradiseros. En el cual un joven de nombre Mariano Feliz, se tomaba unos tragos en el cabaret de Alba y Pedrito, el cual era frecuentado por "mujeres de la vida alegre" (cuero). Ese día muy temprano, Mega Mariano, quien parece que frecuentaba a menudo este lugar; el comienza a beber, quizás hasta mas no poder, de pronto una de las prostitutas se le acerca para hacerle compañía, y entre trago y tragos, el alcohol empieza a surtir sus efectos embriagantes y alucinógenos, entre el joven y la prostituta; ya al cavo (cabo) de unas horas en la tardecita llega un policía a dicho cabaret y se sienta a una mesa, y empieza a pedir bebida, entre romo y cerveza, el policía empieza a molestar a la prostituta que está tomando con Mariano, lo que da a entender que el anteriormente era su marido (chulo). Mariano, ya un poco borracho y viendo la situación, empieza a discutir con el militar por la disputa de la prostituta, entre insultos y palabras entre estos tres personajes, el coraje militar se impone cuando dicho policía saca su arma de reglamento y le dispara a Mariano en una pierna, hiriéndole hasta correr la sangre, todo aquel que estuvo alii ese día salió corriendo, entre otros que con más gallardía enfrentaron al militar con piedras en manos por el abuso de poder cometido por el policía. No obstante, después del militar haber baleado a Mariano, este sin prever las consecuencias, lo agarra y lo lleva preso al cuartel de la policía que estaba frente al parque. Varios munícipes se acercaron al jefe de puesto para que este le permitiera llevar al herido al médico, a lo cual se opuso el sus militares. Mientras las horas pasaban el preso se desangraba, al ver esto, un grupo de jóvenes de la comunidad viendo la situación, empezó a atacar al recinto policial a piedra limpia y con quema de neumáticos. Fue una batalla campal entre tiro contra piedra, a lo que al cavo (cabo) de las horas, las piedras se impusieron sobre las balas, ya que después de habérsele acabado las balas a los militares, estos tuvieron que pedir refuerzo al destacamento de Enriquillo, y estos luego de enfrentarse con la realidad, al de Barahona para poder aplacar la horda de mujeres y hombres que luchaban con piedras en manos, por el abuso cometido por esos policías. Esa noche fueron miles y miles de tiros que se L escucharon, las ráfagas de las ametralladoras tronaban con su ruido ensordecedor. El pánico se apoderaba más y más de los indefensos pobladores, quienes no durmieron esa noche por temor a que uno de esos disparos hiciera blanco en el cuerpo de un inocente. Fuimos muchos los que tuvimos que quedarnos a dormir en las iglesias, ya que dicha balacera nos agarró a algunos en el culto y muchos de nuestros familiares no sabían si estábamos presos o muertos. Al otro día, que era domingo, muy de mañana, el contingente militar se metía casa por casa llevándose presa a personas inocentes. La cárcel de Barahona estaba atestada de paradiseros, mientras que el local donde se hallaba ubicado el cuartel policial, lucia con varias tablas destrozadas, producto de las piedras lanzadas por los airados munícipes. Ese día las autoridades civiles y política del municipio hicieron todas las diligencias pertinentes con el propósito de que sean soltadas todas las personas apresadas. Después de realizarse todas las gestiones de lugar sin obtenerse resultados positivos, el secretario municipal del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Don Ángel Leger, viendo la negatividad del ' General de la quinta brigada con asiento en Barahona, decide comunicarse con el Señor presidente de la Republica, Dr. Salvador Jorge Blanco, para que supiera el motivo de los hechos y ordenara la libertad de todos los apresados en el incidente, los cuales fueron soltados tan pronto el presidente dio la orden. De ahí en adelante Paraíso fue eco de noticia a nivel nacional de manera negativa por ser uno, sino más bien el primer pueblo en enfrentarse a piedras con el cuartel policial por el abuso cometido contra Mariano. Paraíso no peleaba por la libertad de Mariano, sino por la violación de sus derechos como ciudadano, al cual le correspondía ser asistido por un médico, y luego ser sometido a la acción de la justicia si era hallado culpable de infringir la ley. 135 Todas estas escaramuzas que hasta el día de hoy le ha pesado moral y social al pueblo de Paraíso, pudo ser evitada si ante todo hubiesen predominado el tacto y la cordura tanto en los militares de puesto como en los libérrimos héroes paradiseros. Desde entonces Paraíso sello su sentencia de ser considerado como un pueblo de mal renombre. Ya no eran Cabral ni Polo los pueblos más temidos del Suroeste, sino más bien, Paraíso. Muchos seudos auguristas, hijos de la cabalística, habían especulado que el demonio de la muerte y la desgracia habían sido lanzados desde Polo, por el cause (cauce) que sigue el rio Nizaito hasta Paraíso. Muchas personas creyente de todo y estudioso de nada, dieron real crédito a dicha creencia. Nosotros los seres humanos somos los responsables del desarrollo o el atraso social y cultural de nuestros pueblos, somos nosotros después de Dios, los que cambiamos el curso de la historia, a través de nuestra preparación social y educativa, y nuestra interrelación con los demás. Es de ahí que depende el alto desarrollo alcanzado por otros pueblos más pequeños y quizás antes, más atrasados que Paraíso. Nuestra propia guerra no la debemos tener con nuestra prójimo, sino más bien contra nosotros mismos, hasta cuando no aprendamos a luchar contra nuestra propia ignorancia la cual combate y lacera la capacidad de compartir y vivir en paz consigo mismo y con los demás, dejando atrás ese animal salvaje que subyace en el inconsciente de cada ser humano. Aunque en los últimos años, ha proliferado en nuestro pueblo una ola mayor de delincuencia, muerte y drogadicción, apelamos a la conciencia de nuestros munícipes para que Paraíso pueda recobrar nuevamente ese aspecto civilista que nos caracterizó desde tiempos atrás como pueblo trabajador y hospitalario, merecedor de llevar en tan alto el gentilicio de paradisero. Convirtamos los cuchillos y los machetes saca hígado en una rosa que perfume el rostro de nuestros semejantes, no le neguemos el derecho que Dios le has dado de vivir, no aceleremos su efímera partida de esta tierra, convirtamos las chilenas en sonidos que susurren palabras de amor hacia los demás, recordemos que la vida y la tierra son un regalo de Dios, sin fotocopia ni repuesto. 135