Reunión apostolado y familia

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Reunión apostolado y familia
Introducción: Si bien algo de esto se toco el año pasado, parte en el “río de mi vida” y parte
con la revisión de año, queríamos dedicarle tiempo al apostolado en la familia.ç
Como cevequianos, nuestra misión de laicos comienza en nuestras familias, con sus debilidades
y con sus riquezas.
1era parte: Se trabaja sobre la base del siguiente cuadro rellenando los espacios con cada
integrante de mi familia
Nombre
Tipo de relación
Lo + positivo de
la relacion
Lo + negativo de
la relacion
Ejemplo: Diego
Padre
…….
…..
Lo más positivo y negativo es de la relacion que tengo con esa persona no es lo más negativo o
positivo de la persona.
Luego me tomo un ratito de oración y leo el siguiente texto que me puede ayudar a reflexionar
sobre lo escrito anteriormente.
Oración:
(Extracto de “Hogar y Familia” Teresa de Calcuta)
No deberíamos vivir en las nubes, en un nivel de superficialidad. Deberíamos
empeñarnos en comprender mejor a nuestros hermanos y hermanas. Para
comprender mejor a aquellos con quienes convivimos, es necesario que antes nos
comprendamos a nosotros mismos. Jesús, nuestro modelo en todo, lo es también
en la obediencia.
Yo estoy convencida de que siempre pedía permiso para todo a María y a José. En
Jesús, María y José, los integrantes de la Sagrada Familia de Nazaret, se nos brinda
un magnífico ejemplo para la imitación. ¿Qué fue lo que hicieron? José era un
humilde carpintero ocupado en mantener a Jesús y María, proveyéndoles de
alimento y vestido: de todo lo que necesitaban para subsistir. María, la madre,
tenía también una humilde tarea: la de ama de casa con un hijo y un marido de los
que ocuparse.
A medida que el hijo fue creciendo, María se sentía preocupada porque tuviera una
vida normal, porque se sintiera a gusto en casa, con ella y con José. Era aquél un
hogar donde reinaban la ternura, la comprensión y el respeto mutuo. Como he
dicho: un magnífico ejemplo para nuestra imitación.
Hoy todo el mundo da la impresión de andar acelerado. Nadie parece tener
tiempo para los demás: los hijos para sus padres, los padres para sus hijos,
los esposos el uno para el otro. La paz mundial empieza a quebrarse en el interior
de los propios hogares. De vez en cuando deberíamos plantearnos algunos
interrogantes para saber orientar mejor nuestras acciones.
Deberíamos plantearnos interrogantes como éste: ¿Conozco a los pobres?
¿Conozco, en primer lugar, a los pobres de mi familia, de mi hogar, a los que viven
más cerca de mí: personas que son pobres, pero acaso no por falta de pan? Existen
otras formas de pobreza, precisamente más dolorosa en cuanto más íntima. Acaso
mi esposa o mi marido carezcan, o carezcan mis hijos, mis padres, no de ropa ni de
alimento. Es posible que carezcan de cariño, porque yo se lo niego. ¿Dónde
empieza el amor? En nuestros propios hogares. ¿Cuándo empieza? Cuando oramos
juntos. La familia que reza unida permanece unida. Muchas veces basta una
palabra, una mirada, un gesto para que la felicidad llene el corazón del que
amamos.
Luego compartimos.
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