El ruido y la furia, publicada en 1929 toma su título de Macbeth: “La vida es un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y de furia, y que nada significa”. Esto ya da un indicio del tipo de lectura que la obra presenta, cuya característica más llamativa es la singularidad de su técnica. La novela esta narrada en cuatro capítulos a través de cuatro narradores diferentes: los primeros tres, son monologos interiores de los hijos de la familia Compson, mientras el último es un relato en tercera persona omnisciente focalizado en Dilsey. En los dos primeros, que poseen la mayor dificultad, Faulkner rompe con el tiempo de la narración y lo organiza de un modo que no es racional. En la novela clásica la acción implica un nudo. La búsqueda de un nudo en El ruido y la furia sería inútil. La intriga no se desarrolla de una forma cronológica sino que está fragmentada en el tiempo, lo cual evidencia, como dicho por Sartre, una “metafísica del tiempo” en Faulkner. Entonces, la técnica que adopta, es una técnica de negación de la cronología Ironía de los capítulos titulados con fechas cronológicas que dan una cualidad situacional y una idea de cronología, de fidelidad y orden temporal mientras que dentro de la narración en el cuerpo del texto esta lógica es destruida. Metafisica del tiempo El pasado forma un bloque destemporalizado en el que los personajes viven, mientras el presente existe en tanto es significado por ese pasado, por sí mismo no añade nada a la historia. En la obra los personajes se constituyen a través de los hechos pasados que los determinan y que a su vez componen la idea de un destino, de una fatalidad inescapable de decadencia. Los personajes de Faulkner no preveen: Quentin no puede ni considerar la idea de no matarse, es una fatalidad, no existe en ella el carácter de posibilidad y por lo tanto no deja a la idea de futuro, sino que es ya parte del presente. El hombre es un total construido en el pasado que no posee porvenir, es la “suma de experiencias climaticas, suma de sus desdichas, suma de lo que se tiene”. Los personajes no vuelven a pensar o recuerdan al pasado sino que lo viven como presente, por lo que anulan al tiempo cronológico. Para eliminar la cronología se usa la técnica del fluir de la conciencia: la cronología organiza una vida según una lógica que en la conciencia inmediata de sí misma no se encuentra organizada de esta manera sino a través de constelaciones afectivas o temas centrales sobre los cuales se gravita (la castración de Benjy, la perdida de la virginidad y el embarazo de Caddy, el suicidio de Quentin) siempre condicionados al tiempo pasado. El presente de Faulkner es catastrófico, más alla de él no hay nada, no existe el porvenir. Movimiento inmóvil, depresivo, sin progresión. Quentin se describe a si mismo diciendo “yo no soy, era.” Benjy La concepción del tiempo de Benjy está gobernada por la fluidez de la memoria, que trae recuerdos constantes al presente de la narración a través de los elementos de la realidad circundante, generalmente por medio de los sentidos. Se trata de un uso del fluir de la conciencia, en un personaje que no es conciente del tiempo, para quien todo tiempo es el mismo, en el presente. La memoria de Benjy funciona en relación con sus sentidos (especialmente el olfato, el oído y el tacto) y con la topografía del jardín y la casa de los Compson. (final de la novela). Los recuerdos no son presentados sino que simplemente aparecen como algo que es. Su existencia no esta regulada por la cronología sino que aparece por fuera del tiempo o demasiado sumergida en el Quentin En el segundo capitulo de Quentin se genera un mecanismo donde se entrelazan presente y pasado: por un lado, el relato y la descripción de un día dentro del mundo material exterior, una suerte de discurso acumulativo (abunda el uso de la conjunción “y”) y por otro lado, mediante el uso del estilo indirecto libre se realiza una suerte de montaje de diferentes voces, coordinadas por la conciencia de Quentin, donde aparecen las palabras de su padre, de su madre, recuerdo de su hermanas y de sus amantes. El presente es sumamaente evasivo, aparece como una sombra y Quentin lo utiliza como una forma de vivir en el pasado. Por ejemplo, Cuando Quentin insulta a Blaid, que ni siquiera es consciente de ello sino en ese momento él está reviviendo una disputa con Dalton Ames. Solo más tarde nos enteramos qué sucedió porque el compañero de cuarto de Quentin se lo relata a él, que no lo recuerda. El relato puede ser contado porque se ha convertido en pasado, pero al desarrarlo en el presente no era más que el revivir un recuerdo anterior. Es muy importante la voz del Padre de quien Quentin hereda su obsesion con el tiempo y lo demuestra a través de varias frases que él le ha dicho y comienza jusntamente con la que le dice al regalarle un reloj. El tiempo se materializa a través de los elementos de la sombra y especialmente en el reloj en Quentin. Este reloj, que su padre le regala y que a su vez era también de su abuelo, posee dos dimensiones: por un lado, denota el tiempo cronológico arbitrario y convencional; y por otro, es también una referencia metonímica del legado genealógico familiar de la familia Compson y la cosmovisión sureña que eso conlleva. La posesión de este reloj implica la posesión del tiempo y del legado de otra época del que es representativa la personalidad de Quentin. El tiempo es para Quentin una prisión así como para Benjy lo era la casa, le produce claustrofobia. Para lograr llegar al tiempo real hay abandonar esta medida, la de los relojas, que en realidad, no es medida de nada. “El tiempo sigue muerto mientras lo roe el tictac de las ruedecilas. Solo cuando el péndulo se detiene vuelve a vivir el tiempo.” Quentin intenta romper su reloj, cuyo sonido le recuerda que existe aquí y ahora, en un gesto que pretende eliminar el fluir del tiempo, rompiendo esa realidad material que lo cuantifica. Pero paradójica e irónicamente el reloj sigue funcionando. Luego Quentin va a la relojería, no para saber la hora ni para arreglar su reloj, sino que simplemente pregunta si alguno de los relojes tiene la hora exacta. Quiere comprobar que la medición del reloj es falsa y no se puede confiar en ella. Y luego recuerda que su padre le dijo que el reloj mata al tiempo, y solo al detenerse el reloj vuelve el tiempo a la vida. Entonces el hecho de uqe Quentin rompiera su reloj cobra un nuevo sentido, una intención de hacer surgir al verdadero tiempo, el tiempo sin espacio y sin movimiento en la eternidad. Transfiere su angustia por el devenir temporal al objeto particular, como una forma de intentar controlarlo. Quentin se siente destruido por un tiempo que lo separa de su paraíso de la infancia, la nostalgia del pasado, al que se ancla en una negación del devenir. La memoria es justamente un lugar de permanencia y estabilidad, mientras que el tiempo implica siempre el cambio, y el sujeto es el agente de mediación entre tiempo y memoria. ¿Qué hay en el tiempo que obliga a rebelarse contra él, a no admitir su lógica y a abandonarse? Presente como una época insatisfactoria, vacia y cuya única salvación son las marcas de un pasado heroico que ennoblece las presentes miserias. Esta mirada moderna y nostálgica del pasado es una marca de la época. Especialmente en el Sur de EEUU, con la Guerra de la Secesión cuyo legado de derrota y pesimismo se acumula y transmite de generación en generación. La nostalgia aparece para sobrellevar ese peso y busca retroactivamente al tiempo anterior, el antes de la Guerra, el sur de la plantación, del abuelo de Quentin, antes de la decadencia. Mientras ordena sus cosas Quentin recuerda que su padre le dijo “antes se reconocia a un caballero por sus libros, ahora se le reconoce por los que no ha devuelto”: en esta frase se explicita la diferencia entre pasado y presente, se desprestigia el presente como vulgar e insatisfactorio mientras que el pasado se revaloriza como tiempo de plenitud cultura, edad de oro, etc. De esta manera se muestra la relacion conflictiva del protagonista en relacion con el tiempo, la imposibilidad de conciliar coherentemente presente y pasado, incluso a nivel textual, transmitiendo al lector la ansiedad del protagonista y su angustia. El presente es más bien, un principio estructurante, que se impone como un contrapunto o una fuerza equilibradora de los fragmentos caóticos de la memoria. Dilsey tiene el relato objetivo, es quien “vio el principio y ahora ve el final” y que al final, perserverara. Jason Jason se relaciona con el tiempo de una práctica, es un personaje que sí está regulado por el tiempo cronológico, el legado genealógico familiar lo ha ignorado y esto le genera resentimiento: cree que sus hermanos le han quitado los privilegios que eran su derecho (caddy un trabajo en el banco, quentin la educación, benjy la libertad). Quiere recuperar lo que el tiempo le ha hecho perder, vengándose de su hermana, para escapar las obligaciones del presente, su tiempo se divide entre el tiempo en el trabajo y el tiempo de ocio. Y todo este esfuerzo es borrado cuando Quentin le roba su dinero y huye, su presente se vuelve un vacío. Fatalismo Dilsey experimenta la totalidad del tiempo, es quien ve el principio y el final y persevera. Vive en el presente, acomodando la vida de los Compson mientras pasa, y no es dueña de su tiempo sino que se los da a ellos.