Evolución y envejecimiento Juan Manuel Rodríguez Caso, PhD DOI: 10.13140/RG.2.2.28316.69768 1. Introducción En términos simples, el envejecimiento es el proceso por el que los organismos se vuelven más viejos. Desde un punto de vista más complejo, el envejecimiento en humanos se refiere a un proceso multidimensional de cambios sociales, físicos y psicológicos. Como parte del proceso natural por el que pasa cualquier organismo, entender los procesos biológicos involucrados en el envejecimiento ha sido uno de los grandes enigmas a resolver por los biólogos evolutivos, como lo hizo ver Sir Peter Medawar en 1952 con su escrito “An Unsolved Problem of Biology”, aunque es cierto que el tema ha sido tratado desde hace mucho tiempo, ya que incluso Aristóteles planteó la necesidad de estudiar el envejecimiento desde una perspectiva natural en su De Longitudine et Brevitate Vitae.1 Dada la importancia social del envejecimiento, como puede ser la implementación de políticas públicas adecuadas, es que la información que pueden proveer los estudios evolutivos es de vital importancia. A partir de esto, la intención de esta presentación es presentar algunas de las explicaciones sobre el envejecimiento desde el evolucionismo, tanto desde una perspectiva histórica como los avances recientes. 1 Rose 1991: vii. 1 2. Antecedentes históricos El envejecimiento ha sido un auténtico rompecabezas para la teoría de la selección natural, si consideramos la intuición básica de Darwin, sobre que la adaptación puede ser explicada por las tasas de supervivencia de los individuos con características heredables que a su vez mejoran la supervivencia y la reproducción; con lo que esas características favorables se transmiten a la descendencia. Pero la pregunta se mantiene, ¿cómo es posible que la evolución ha producido frecuentemente organismos con tasas de supervivencia y reproducción que declinan con la edad adulta?2 La primera explicación darwiniana sobre el envejecimiento fue propuesta por el co-descubridor de la teoría de la selección natural, Alfred R. Wallace (18231913), en una nota escrita entre 1865 y 1870, y publicada por el biólogo evolutivo británico Sir Edward B. Poulton (1856-1943) como parte de la traducción al inglés del ensayo “The Duration of Life”, del naturalista alemán August Weismann (18341914), en el que más adelante se profundizará. El planteamiento de Wallace se enfoca en resaltar la importancia de los cuidados parentales para el éxito reproductivo de los organismos, de tal manera que: …cuando uno o más individuos han provisto de un número suficiente de sucesores ellos, como consumidores de alimento en un grado creciente y constante, resultan dañinos para sus sucesores. La selección natural por lo tanto lo elimina, y en muchos casos favorece tales razas como para morir inmediatamente después de haber dejado sucesores. Muchas polillas y 2 Rose 1991: 3. 2 otros insectos están es esta condición, viven solo para propagar su especie para luego morir de inmediato, por lo que algunos ni siquiera llegan a tomar cualquier alimento en el estado perfecto y reproductivo.3 Fue un planteamiento breve, en el que Wallace buscó destacar el importante papel que puede llegar a jugar el grupo y no el individuo en la supervivencia de la especie. Sin embargo, un planteamiento mucho más detallado fue el planteado por Weismann en el ensayo mencionado anteriormente. Weismann partió de un rechazo explícito de que la longevidad biológica estuviera determinada solamente por los atributos psicoquímicos del cuerpo en un sentido mecánico, sino que: “la duración de la vida realmente depende de la adaptación a condiciones externas, por lo que la duración, sea más larga o más corta, es gobernada por las necesidades de las especies”.4 Este planteamiento provocó una separación entre la visión evolutiva y la fisiológica, y de esta última surgiría la gerontología moderna. Ahora bien, la propuesta de Weismann también ponía énfasis en la selección de grupo: … al regular la duración de la vida, la ventaja de las especies, y no del individuo, es la única de alguna importancia. Esto debe ser obvio para cualquiera que alguna vez haya pensado cuidadosamente sobre el proceso de selección natural. No es de importancia para la especie si el individuo vive más o menos, pero es importante que el individuo debería de estar posibilitado para mantener a la especie.5 A partir de esto, Weismann discutirá que la historia natural de las especies está fundada en la percepción del bienestar de las especies como el objeto principal de la selección, aunque a diferencia de Wallace, no consideró que los padres o los 3 Wallace en Weismann 1889: 23. Weismann 1889: 9. 5 Weismann 1889: 10. 4 3 organismos viejos fueran perjudiciales de alguna manera para la supervivencia del resto de organismos. Un avance importante en el estudio de la vejez llegó con la genética de poblaciones, especialmente con los trabajos de los británicos Ronald A. Fisher (1890-1962) y J.B.S. Haldane (1892-1964). En términos generales, la propuesta tanto de Fisher como de Haldane proporcionaba las bases matemáticas para entender las tasas de supervivencia dentro de las poblaciones en relación con el éxito reproductivo, y así poder hacer una correlación con la edad de los organismos. Para el tema que nos interesa, esa fecundidad disminuye con la edad, una idea casi intuitiva, pero que Fisher y Haldane lograron expresar en términos matemáticos, ∞ ∫ 𝑒 −𝑟𝑥 𝑙 (𝑥 )𝑚(𝑥 ) 𝑑𝑥 = 1 0 en donde r es el fitness del organismo, dado por el parámetro malthusiano; e es el exponencial natural; l(x) es la “supervivencia”, o sea la probabilidad de supervivencia desde el nacimiento hasta una edad x; y m(x) es la fecundidad por individuo a la edad x.6 Ese parámetro malthusiano es equivalente al fitness en un locus para un modelo de dos alelos cuando l(x) y m(x) son independientes en el tiempo del genotipo. Un autor que realizó importantes aportaciones al tema fue el también biólogo británico Sir Peter Medawar, el primero en buscar resolver el problema del envejecimiento desde una perspectiva evolutiva a partir de trabajos específicos. 6 Rose 1991: 7-8. 4 Más que modelaciones matemáticas como Fisher o Haldane, Medawar desarrolló su argumento tanto verbal como gráficamente, para lo que usaba poblaciones hipotéticas con una probabilidad constante de supervivencia por unidad de tiempo. Fue a partir de la década de 1960 con los trabajos de William D. Hamilton (1936-2000) y Brian Charlesworth (1945) que lograron hacer una propuesta matemática y evolutiva consistente en todo sentido. La propuesta de Hamilton, uno de los proponentes más reconocidos de la sociobiología, se basó en la fórmula de Fisher, pero considerando que la población debía dividirse en clases de edad discretas (o sea, no continuas), 𝑙 (𝑥 ) = 𝑃(0)𝑃(1)𝑃(2) ⋯ 𝑃(𝑥 − 1) ∞ ∑ 𝑒 −𝑟𝑥 𝑙 (𝑥 )𝑚(𝑥 ) 𝑑𝑥 = 1 𝑥=1 El valor de P es la proporción de organismos que han alcanzado una edad t; y m(x) una vez corresponde a la fecundidad a una edad específica, seguido de la sumatoria que les sigue hasta el infinito. Charleswoth, por su parte, logró un planteamiento en el que el parámetro malthusiano de un genotipo podía ser considerado como equivalente al fitness. En otras palabras, las frecuencias génicas dinámicas con estructura de edad son similares a aquellas con generaciones discretas, en los que el parámetro malthusiano se ve afectado por apareamiento no azaroso, dependencia de la densidad, y diferencias en la selección de sexos, todos ellos factores que pueden provocar desviaciones en las dinámicas evolutivas. 5 Con este breve recorrido histórico, lo que se debe destacar es que todos los biólogos evolutivos que han trabajado sobre el envejecimiento han coincidido que la causa última es la fuerza declinante de la selección natural con la edad. Los planteamientos matemáticos, aunque sofisticados, confirmaron esta idea, que se convirtió en la base de la teoría evolutiva del envejecimiento. 3. Interpretaciones evolutivas sobre el envejecimiento En términos actuales, es importante mencionar aquí brevemente las diferentes definiciones que se utilizan al momento de hablar del envejecimiento. En gerontología, usualmente se habla del aumento en el tiempo de la probabilidad de la muerte. Medawar hablaba de disminuciones tanto en las tasas de supervivencia para edades específicas como en las tasas de reproducción para edades específicas, una idea que han sostenido otros autores como Hamilton y Charlesworth,7 y que de manera obvia hace énfasis en la importancia de la reproducción de los organismos. Otros autores, como Rose, proponen esta definición: “una disminución persistente en los componentes de la aptitud para una edad específica de un organismo debido al deterioro fisiológico interno”,8 que se centra en las fluctuaciones en las oportunidades reproductivas, el deterioro en la calidad del ambiente del organismo, y en cambios dependientes del fenotipo y de la edad. 7 8 Hamilton 1966, Charlesworth 1980. Rose 1991: 20. 6 A partir de lo anterior, desde la biología evolutiva se pueden resaltar tres enfoques desde los que se ha estudiado el envejecimiento: el campo experimental, la genética y la biología molecular. a. Experimentales Los mejores experimentos para probar la teoría evolutiva del envejecimiento son experimentos de selección en los que la acción de la selección natural a diferentes edades adultas es manipulada. Estos experimentos dependen de algunas suposiciones: se asume la validez de la genética de poblaciones (que a su vez depende de la validez de la teoría mendeliana); se requiere la existencia de variación genética que afecte la supervivencia y reproducción de los adultos; se requiere que no toda la variación genética que afecta el envejecimiento covaríe positivamente con la aptitud biológica. A partir de estas suposiciones, los principales experimentos que se han hecho han sido con modelos biológicos conocidos, como Drosophila (mosca) y Caenorhabditis (gusano), que han mostrado por un lado diferencias en los patrones de envejecimiento, pero que sobre todo han servido para confirmar la importancia de la variación genética en esos patrones. De hecho, existen evidencias de este tipo de experimentos desde principios del siglo XX, de manera paralela al desarrollo de la genética clásica. Estos experimentos tienen algunos problemas: a pesar de la importancia de las variaciones genéticas, existe una gran disparidad entre los fenotipos y sus correlaciones genéticas, que pueden dar resultados en los que la sola evidencia 7 fenotípica sea concluyente. Otro problema es la depresión endogámica, particularmente por los efectos deletéreos que puede provocar en la mayor parte de las especies sexuales, al punto que muchos organismos tienen mecanismos para evitarla.9 Un problema relacionado es el de las mutaciones de novo, al momento de hablar de las relaciones entre las nuevas mutaciones y alelos ya establecidos dentro de las poblaciones, en las que esas mutaciones pueden llegar a afectar el fitness de los organismos. Un último problema es la interacción entre genotipo y ambiente, en el que se manifiesta de nuevo que determinado genotipo puede no dar los mismos resultados en función de diferentes ambientes en los que se puede encontrar, con la consiguiente diferencia en el éxito reproductivo de los organismos o bien, en el desarrollo de una estructura de edad específica. Como una posible respuesta a estos problemas, se ha sugerido que la única evidencia que puede responder a la pregunta sobre la relación evolutiva entre envejecimiento y adaptación es aquella que se obtiene de poblaciones en las que se permite que procreen de manera natural y que son estudiadas en su propio ambiente evolutivo.10 En términos generales, la experimentación desde una perspectiva evolutiva indica que el envejecimiento es genética y evolutivamente distinto del fitness. Se considera que la evolución del envejecimiento es entonces un proceso separado de la evolución del fitness que depende de manera crítica del grado en el que los caracteres tempranos y tardíos de las historias de vida están genéticamente correlacionados de manera positiva. 9 Charlesworth y Charlesworth 1987. Rose 1991: 49-50. 10 8 b. Genéticas Son varios los mecanismos genéticos que pueden estar involucrados en el proceso de envejecimiento. En la línea de la teoría evolutiva, las adaptaciones pueden ser explicadas mediante varias hipótesis en relación con los mecanismos evolutivos: 1) La selección natural actúa sobre unos pocos loci de efectos mayores 2) La selección natural actúa sobre muchos loci de efectos menores 3) La selección natural actúa sobre loci de diferentes efectos que inciden de manera simultánea en diferentes caracteres11 Desde la genética de poblaciones se han propuesto dos mecanismos genéticos: a) pleiotropía antagonista, en la que los alelos que tienen efectos benéficos en edades tempranas tienen efectos deletéreos en edades adultas; y b) especificidad de la edad de la acción de genes, en la que los alelos que tienen efectos deletéreos en edades adultas son esencialmente neutros, debido a una carencia de efectos en edades tempranas y una selección débil en edades adultas debido a la declinación de la fuerza selectiva. Las primeras discusiones sobre pleiotropía antagonista fueron de Medawar en 1946, en la que planteaba que un gen o combinación de genes podían diseminarse en una población dada a través de grupos de jóvenes, ya que como grupo podían hacer una contribución mayor a la población, con lo que podían conseguir que sus genes tuvieran mayor presencia entre la progenie.12 11 12 Wright 1980. Medawar 1946. 9 Posteriormente, el biólogo evolutivo estadounidense George C. Williams se convirtió en el principal defensor de esta idea como el mecanismo principal para explicar la evolución de la vejez: La selección de un gen que confiere una ventaja a cierta edad y una desventaja a otra dependerá no solo de las magnitudes de los efectos mismos, sino de los tiempos de esos efectos. Una ventaja durante un periodo de probabilidad máxima de reproducción incrementará la probabilidad total de reproducción más que una desventaja similarmente proporcional que posteriormente pudiera minimizarla. Así la selección natural frecuentemente maximizará el vigor en los jóvenes a expensas de hacerlo posteriormente y de la misma manera producirá un vigor declinante (vejez) durante la vida adulta.13 Ahora bien, la especificidad de la edad de la acción de genes se concibe a partir de tres modelos: 1) efectos cualitativamente uniformes en todas las edades, bien sean benéficos o deletéreos; 2) efectos variados, tanto benéficos como deletéreos, en todas las edades; y 3) efectos estrictamente específicos de la edad, sean benéficos o deletéreos. En los dos primeros casos, son modelos teóricos que tienen algunos problemas, como el hecho de que se ignora la presión mutacional, ya que esta puede afectar las frecuencias génicas, alterando la posibilidad de efectos uniformes, o bien la imposibilidad para determinar desórdenes específicos asociados a la edad. Una opción que puede sostener la acción de genes específicos a la edad es la acumulación de mutaciones: a partir de evidencias experimentales, sobre todo de los trabajos de Charlesworth, el envejecimiento es el resultado de la acumulación de mutaciones que provocan efectos deletéreos en la posibilidad de supervivencia de los organismos a una edad específica. 13 Williams 1957. 10 En todos los casos, sobra decirlo, la corroboración experimental fue muy importante en la consolidación de estas propuestas. Los experimentos, como ya se señalaba en la sección anterior, se realizaron con poblaciones de Drosophila, cuyos resultados se han extrapolado a los seres humanos. c. Moleculares y celulares Dado que no hay una causa absoluta que explique el envejecimiento, es necesario considerar otros mecanismos, como pueden ser los moleculares y celulares. A partir del auge del enfoque reduccionista en la biología desde la década de 1960, como parte de los avances derivados del descubrimiento del DNA, la cantidad de evidencias experimentales derivadas de esos avances es cada día mayor. Ese enfoque reduccionista impactó en el desarrollo de la gerontología, que recuperó los avances de la biología molecular y celular para dar una mayor comprensión del proceso de envejecimiento en los seres humanos. Una de las primeras propuestas fue dada por el biólogo y cirujano francés Alexis Carrel (1873-1944) en 1922, en la que planteaba que el envejecimiento era una propiedad de los organismos que se explicaba enteramente en términos de la fisiología. Sus experimentos con líneas germinales de células buscaban demostrar la inmortalidad de esas líneas, a partir de un manejo de las condiciones que las rodeaban. Esta idea de hecho fue corroborada muchos años después, en la década de 1970 con experimentos en células cancerosas. Aunque en realidad, sí hay un límite a la “inmortalidad” en las líneas celulares, como lo demostró el anatomista estadounidense Leonard Hayflick (1928), considerado el padre de la 11 “citogerontología”. En pocas palabras, Hayflick descubrió que las células humanas se dividían un número limitado de veces en condición in vitro, una idea que hasta el día de hoy se conoce como “límite de Hayflick”. Dado que con el envejecimiento comienza una serie de procesos de deterioro paulatino de órganos y sus funciones asociadas, las investigaciones a nivel celular han recibido particular atención. Uno de los descubrimientos más interesantes que se ha dado es que las células normales están programadas para un número determinado de divisiones; cada cromosoma posee en sus extremos una serie de secuencias altamente repetitivas y no codificantes denominadas telómeros. Debido al mecanismo de replicación del DNA, esos telómeros se van acortando con cada división, esto debido a una enzima llamada telomerasa que realiza la replicación telómerica. Sin embargo, la actividad de la telomerasa se da en células embrionarias, y no en células somáticas, lo que conlleva un acortamiento progresivo de los telómeros cromosómicos. Cuando el tamaño de los telómeros llega a un cierto nivel mínimo, se desencadenan mecanismos que conducen a la muerte celular. Por esta razón, el acortamiento telomérico se ha asociado con el proceso de envejecimiento celular. De esta forma, el largo de los telómeros representaría una especie de reloj genético que determinaría el tiempo de vida de las células. Hay también algunas propuestas alternativas a la propuesta de Hayflick, como el artefacto de cultivo celular, la diferenciación espuria, y el auténtico envejecimiento. Cuando se habla de artefactos, simplemente se refiere a la deficiencia en las condiciones de los cultivos, como resultado directo de los instrumentos que se utilizan para cultivos in vitro. La diferenciación espuria se 12 refiere al hecho de que la proliferación celular cesa en condiciones in vitro como resultado de una diferenciación defectuosa, producto de las nuevas condiciones, o en otras palabras, las células pierden capacidad mitótica como resultado de los largos procesos de maduración, que pueden resultar en procesos caóticos. La última opción es simplemente considerar que tanto en condiciones in vivo como in vitro los procesos celulares de manera natural decaen con el paso del tiempo, y las divisiones celulares resultan con la edad en diversos problemas que resultan en el envejecimiento. Con respecto a esto último, son numerosas las evidencias en diversos organismos que a nivel celular existen similitudes en los procesos celulares. Así, cuando como resultado de la mitosis celular las mitocondrias empiezan a mostrar anormalidades, se da un decremento en la actividad respiratoria, que desciende a su vez con la edad. Una degradación similar se da con la acumulación de desechos (o lipofuscina), así como con los lisosomas, que son los responsables de producir enzimas que permiten la digestión celular. En términos generales, se puede afirmar que hay una correlación entre los problemas que surgen en la mitosis celular con la edad, que a su vez afectan la fisiología de los organismos, generando que a la larga los organismos presenten decrementos en funciones básicas. d. Envejecimiento de los organismos Dentro de la gerontología, la fisiología ha sido el principal campo de investigación. Bajo una perspectiva evolutiva, la fisiología no es la única causa del 13 envejecimiento, sobre todo si recordamos que éste es el resultado de un decremento en la fuerza de la selección natural en poblaciones estructuradas en grupos de edades específicos. Una de las propuestas más simples es el desgaste. La tendencia de cualquier organismo, y de todo lo que lo compone, es que tienden a moverse hacia altos niveles de entropía, y dado que casi todos los organismos carecen de sistemas de auto-renovación, con el paso del tiempo las células, las funciones se van desgastando. Otra idea es el efecto degenerativo que provocan las enfermedades infecciosas, en la medida que inyectan en los organismos toxinas que pueden resultar dañinas, aunque es cierto que al día de hoy con los avances farmacéuticos esto puede no ser concluyente. El ambiente puede también llegar a jugar un papel importante, ya que por ejemplo se ha observado una influencia directa entre la temperatura y la longevidad en insectos, aunque pruebas experimentales han demostrado diversas complicaciones en esa correlación, ya que no todos los individuos se ven afectados de igual forma. En general, la fisiología puede proveer de numerosos detalles útiles bajo una visión evolutiva, sobre todo si se consideran los estudios comparativos con otras especies, y no solo con los seres humanos. 4. Conclusiones A pesar de que como se mencionó al principio, el envejecimiento se puede considerar un auténtico rompecabezas para la biología evolutiva, son muchos los avances que se han dado desde finales del siglo XIX. El planteamiento evolutivo 14 de Darwin sirvió de base para dar una nueva visión de los procesos naturales, y a partir de ahí la posibilidad de nuevas explicaciones. Pero a pesar de eso avances, son dos los grandes conflictos que se pueden señalar sobre las explicaciones evolutivas del envejecimiento: muchos teóricos ven a la vejez como el resultado de un programa genético específico diseñado por la selección natural para eliminar individuos que después de la reproducción ya no son necesarios, una visión sostenida particularmente a mediados del siglo XX. Por otro lado, en la actualidad, el mayor consenso es ver a la vejez como un artefacto de fuerzas que actúan para maximizar el éxito reproductivo en organismos con reproducción sexual y que tienen somas mortales, en lo que se conoce como “modelo epidemiológico”.14 Sin lugar a dudas, y cómo se ha podido ver a lo largo del trabajo, más que una sola respuesta, son varias las perspectivas desde las que se puede abordar el problema del envejecimiento, y es a partir de la conjunción de esas perspectivas que se puede llegar a una explicación adecuada sobre el envejecimiento, no solo en seres humanos sino también en otros organismos. En general, lo que hay que tener claro es que desde una visión evolutiva son varios los niveles a los que se puede explicar (genético, molecular, celular, organísmico), además de que los procesos de envejecimiento pueden variar en organismos como los insectos por influencias ambientales. Al final, la biología evolutiva puede todavía aportar nuevas evidencias en la comprensión del envejecimiento. 14 Crews 2003: 34. 15 5. Referencias Charlesworth, B., Evolution in Age-Structured Populations (Cambridge: Cambridge University Press: 1980). Charlesworth, D., y B. Charlesworth, “Inbreeding depression and its evolutionary consequences”, Annual Review of Ecological Systems, 18 (1987), 237-268. Crews, Douglas E., Human Senescence. Evolutionary and Biocultural Perspectives (Cambridge: Cambridge University Press: 2003). Hamilton, William D., “The moulding of senescence by natural selection”, Journal of Theoretical Biology, 12 (1966), 12-45. Medawar, Peter B., “Old age and natural death”, Modern Quarterly, 1(1946), 30-56. Medawar, Peter B., An Unsolved Problem of Biology (Londres: H. K. Lewis: 1952). Rose, Michael R., Evolutionary Biology of Aging (Oxford: Oxford University Press: 1991). Weismann, August, Essays upon Heredity and Kindred Biological Problems, editado por Edward B. Poulton, Selmar Schönland y Arthur E. Shipley (Oxford: Clarendon Press: 1889). Williams, George C. “Pleiotropy, natural selection, and the evolution of senescence”, Evolution, 11 (1957), 398-411. Wright, Sewall, “Genic and organismic selection”, Evolution, 34 (1980), 825-843. 16