HERÁCLITO DE ÉFESO Vivió entre la segunda mitad del siglo VI y la primera del siglo V a. C. la nobleza reinante de Éfeso (ciudad de la Jonia, en Asia Menor); como primogénito le correspondía el cargo de basileus, pero renunció en favor de su hermano. descifrar (por lo que en la antigüedad fue conocido como «el oscuro»). En su obra aparecen referencias a Hornero, Hesíodo, Anaximandro, Pitágoras y Jenófanes, de los que habla en tono despectivo. Escribió una obra en prosa que luego pasó a ser conocida con el título Acerca de l a naturaleza, compuesta a base de aforismos y sentencias breves, en tono cortante y lapidario, a veces difíciles de EL DEVENIR Se suele presentar como tesis fundamental de la doctrina de Heráclito: La naturaleza está en cambio permanente(no te bañarás dos veces en el mismo rio), el mundo es un permanente devenir (cambio). Lo expresa en el aforismo: PANTA REI (todo cambia, nada permanece). Este devenir es entendido como una lucha de contrarios. La tesis, habitual entre los presocráticos, de que las cosas se dan en un sistema de oposiciones alcanza su máxima expresión en Heráclito: «La guerra es padre de todo, de todo es rey, y a unos hace aparecer como dioses, a otros como hombres, a unos hace esclavos, a otros libres» Pero esta lucha no supone aniquilación, sino una tensión armónica. Esto puede entenderse de la siguiente manera: cada cosa es prevaleciendo sobre su contrario, pero, por eso mismo, la cosa nos remite a su contrario, precisa de él (el calor surge imponiéndose al frío, pero es necesario contar con el frío para que el calor sea calor; es decir, esta imposición no aniquila al otro en la nada, sino que lo oculta momentáneamente). Los contrarios s e necesitan, en ese sentido, mutuamente. De ahí que el mundo sea una unidad de contrarios: «No comprenden que lo diferente concierta consigo mismo; armonía de lo que retorna sobre sí mismo, como la del arco y la lira». Esta tesis es muy similar a la de Anaximandro, aunque Heráclito resalta el aspecto de lucha, de tensión, que constituye a la physis. Efectivamente, para Heráclito es la tensión (como la del arco y la lira donde la tensión de las cuerdas los hace ser lo que son) la que constituye la physis, mientras que Anaximandro recalcaba el aspecto de la dikhé (justicia = orden cósmico). FUEGO Y LOGOS De este cosmos concebido como lucha de contrarios (donde lo que se manifiesta, lo que surge, lo hace a costa del ocultamiento de su contrario), Heráclito dice que es un «fuego viviente» «Este cosmos, de todo [para todas las cosas] el mismo, ni alguno de los dioses ni de los hombres lo hizo, sino que era y es y será, fuego (eterno)siempre viviente, encendiéndose según medida y apagándose según medida». Efectivamente, el fuego se manifiesta, surge y crece, a partir de aquello que consume (haciendo desaparecer, ocultando, aquello que consume). Por eso el cosmos es también un fuego viviente (es un continuo crecer a costa de aquello que oculta). Pero este proceso cósmico no es ilimitado, pues supondría un final del cosmos consumido por el fuego; se produce conforme a medida. En algunos pasajes Heráclito describe el proceso de crecimiento y mengua de este cosmos-fuego a través de dos vías: la vía ascendente y la vía descendente: 1. La vía descendente: el Sol es un cuenco de fuego puro, que se transforma en nubes de tormenta y estas en lluvia (y por tanto en agua), que va a parar parte al mar, parte a la tierra (se hace tierra). 2. La vía ascendente: la tierra, por evaporaciones, se convierte en agua su vez, el agua del mar también se evapora), estas evaporaciones se hacen cada vez más cálidas hasta acabar convertidas en fuego que va a parar, finalmente, al cuenco del Sol. La función de la medida, de la determinación, está asignada al logos, que parece funcionar como una ley que lo gobierna todo (de hecho, una de las posibles traducciones de la palabra logos es «norma», «ley») El cosmos es un fuego viviente que se enciende y se apaga siguiendo una medida, un orden racional (LOGOS)