Aprendizaje cooperativo Vs. aprendizaje por competitividad: Por qué hacer música en conjunto mejora los ambientes de aprendizaje. La educación es un proceso que requiere de ambientes y entornos motivadores que garanticen su fluidez y la obtención de los logros planeados, que en el caso del aprendizaje; es pasar de un estado a otro, además de ello, el ser o persona como pieza fundamental en el proceso de aprendizaje, es integral y complejo, lo que quiere decir que está conformado por un ser físico, un ser emocional, un ser cognitivo, un ser social y además de esto un ser que reacciona al entorno. En este orden de ideas podemos pensar entonces en que si el entorno está directamente relacionado con el proceso de aprendizaje y el ser humano inmerso en ambos, deben ser tenidos en cuenta con mayor relevancia e insistencia a la hora de implementar didácticas que optimicen ambos componentes, la planta física no es más importante que el estudiante, ni el estudiante más importante que el modo de relacionarse con sus compañeros. A menudo nos enfrentamos con episodios de intolerancia, maltrato verbal o físico, la no aceptación a las diferencias, episodios que podemos vivenciar en la vía, en el transporte público, en las escuelas, universidades, entornos laborales o sociales. Considerando la escuela primaria como el primer espacio en el que los seres humanos pasamos más tiempo después del entorno familiar, vale la pena analizar cómo la educación y el proceso de aprendizaje en su práctica cotidiana pueden brindarnos una forma de mejorar la formación de un ser más sensible y más consciente del otro, es decir , a cualquier persona que no sea yo, como pieza importante dentro del propio proceso de formación y crecimiento, nos cuesta trabajo aceptar que necesitamos de los demás, ignorando muchas veces que el ser humano es un ser social y, se quiera o no, existe cierta “interdependencia” entre unos y otros, sin que importen diferencias de tipo, social, religioso, racial o intelectual. Un ambiente socialmente amigable será óptimo a la hora de, por ejemplo; participar en clases, ya que autoestima, seguridad y aceptación son elementos que influyen al momento en el que el estudiante hablará en público frente a sus compañeros, un chico de primer semestre que no se sienta aceptado por los compañeros de aula y que por no haber alcanzado el logro de la última competencia en matemáticas haya sido excluido de un grupo de trabajo, no estará motivado a participar en clases, convirtiéndose éste en un factor emocional y social que frena su proceso de aprendizaje; en cambio, para el grupo o compañero que rechaza, es una ¨situación¨ conveniente que su compañero quede en desventaja académica con respecto de él o ellos, porque esto pudiera representar para él o ellos el logro de las competencias en el área de matemáticas, al fin del año escolar. Ahora bien, ¿cuántas veces ocurre esto durante el proceso de formación de un estudiante?, Podemos decir que situaciones como estas en el aula escolar son consideradas violentas, conflictivas o agresivas, y si hay agresión en el aula estamos hablando entonces de bullying. En este caso específico bullying social, que se considera como bullying indirecto. Según Clara López de Mesa (Mesa, 2013) en lo referente a agresión y/o maltrato en estudiantes y profesores, 47.5 % de los estudiantes percibe haber sufrido algún tipo de agresión por parte de otro estudiante. Al evaluar esta situación en la escala según el grado de severidad de alto, medio y bajo, se observó que 3 % está en un grado entre medio y alto. El 7,1 % de los estudiantes consideró haber agredido a otro estudiante en un grado de severidad de alto y medio. El 9,7 % de los estudiantes expresó haber sido agredido por algún profesor. El 3,1 % de los estudiantes reveló haber agredido a algún profesor. Vemos entonces las deficiencias que se presentan entre los actores del aprendizaje, ahora bien las competencias, según el psicólogo César Coll (COLL, 2017), por naturaleza son de carácter personal e individual, por lo que se requiere conocer y respetar las capacidades cognitivas de los educandos. Según la RAE la competencia es oposición o rivalidad entre dos o más personas que aspiran a obtener la misma cosa. Estos conceptos poseen con un común denominador: la individualidad, centrados desde y para el pensamiento independiente. Según la RAE cooperar es obrar juntamente con otro u otros para la consecución de un fin común. Cuando trabajamos con actitud cooperativa, el trabajo individual aporta a un beneficio común, las personas aprenden entre sí y no se considera una meta alcanzada, a menos de que todos estén al mismo nivel intelectual, económico, cultural y social, entonces ya no somos rivales, debo y quiero que mi compañero crezca porque solo así podré alcanzar mi propio crecimiento. El aprendizaje cooperativo en principio fue una propuesta de Pestalozzi, direccionada a la socialización del estudiante y a no aislarlo como ser individual. Consideró que la escuela debía ser un espacio sin restricciones, sin individualismos y que los estudiantes alcanzaran por medio de la cooperación el conocimiento esperado, destacó además la utilidad de los cantos acompañados con movimientos corporales y consideró la importancia de escuelas para estudiantes de pocos recursos económicos, como la función social de la educación. Según David Johnson (JOHNSON, 2014) el aprendizaje cooperativo es el empleo de grupos pequeños en la enseñanza para que los estudiantes trabajen juntos, maximizando así su propio aprendizaje y el de los demás. Rosario Isabel Herrada Valverde (Valverde, 2018), expone y define 3 formas de aprendizaje: competitivo, Individual y cooperativo Muestra que en el aprendizaje competitivo los estudiantes se ven comprometidos en un ambiente que busca saber quién es el mejor, en este las metas de aprendizajes están estandarizadas, pero solo unos pocos pueden alcanzarlas. Los estudiantes se ven expuestos a competir unos contra otros en la búsqueda de un premio individual que no tendrá ninguna relación con los logros de sus compañeros. Por el contrario, mientras peor le vaya a otro mejor me irá a mí, en cambio en el entorno de aprendizaje cooperativo los estudiantes trabajan en pequeños grupos asegurándose de que todos y cada uno domine el material de estudio. En este tipo de ambientes los estudiantes pueden percibir que las metas son alcanzables para todos sólo y cuando en realidad, todos trabajen en conjunto aportando sus recursos para lograr la meta en común. Anna La Prova (PROVA, 2017) afirma que el aprendizaje cooperativo es un proceso de enseñanza aprendizaje que se da con los recursos del grupo con el objetivo de mejorar el aprendizaje y las relaciones sociales, considerando este proceso como un intercambio y no una transmisión, considerando así que el grupo clase es un contexto social en el que se experimentan normas comportamentales que inevitablemente se interiorizan. Planteando la música como estrategia didáctica, diré entonces que las habilidades sociales implicadas en la práctica musical son herramientas idóneas para mejorar significativamente la cooperación social en grupos de estudiantes en los que los niveles de esa cooperación tienden a ser deficientes. Por otro lado la música en conjunto tienen un carácter social implícito que facilita las relaciones interpersonales, fomenta los acuerdos, fomenta el respeto por las diferencias técnicas, físicas o sociales y se ejercitan las conductas cooperativas. Haciendo música en conjunto los estudiantes comprenden la importancia que hay en cumplir reglas, ya que el director quien es la máxima autoridad en un ensamble, toma decisiones interpretativas, de escogencia de obras, ajustes a los repertorios, silencios, velocidades, entre otros; sin embargo cada músico podría tener razón al exponer su posición en cuanto a propuestas de repertorio, interpretación y velocidades, sin embargo entre todos deciden hacerlo tal cual como lo está indicando el director. Cuando exponemos a los estudiantes a ejercicios como estos direccionados a fomentar la cooperatividad más que la competitividad, optimizamos sus capacidades cognitivas, lo hacemos consciente de su compañero y lo valioso que es su aporte para todos y facilitamos los procesos de aprendizaje no sólo en artes, sino al resto de áreas del conocimiento. Al fin de todo este análisis he concluido que debemos trabajar por mejorar la interacción entre los actores del aprendizaje quienes son los que al fin generan o no un ambiente amigable, sería muy provechoso si cada estudiante disfruta de su proceso de aprendizaje, y siendo así, a través de la música en conjunto replicar estas conductas cooperativas al momento de enfrentarnos al mundo como seres sociales, no habrá mejor inicio al camino de la cultura de paz.