Cómo se ganó el Oeste el liderazgo de Willards permitió a las mujeres adquirir el pleno derecho al voto en varios estados y el derecho al voto en las elecciones del consejo escolar en 19 estados. Frances Willard no utilizó los argumentos de la justicia o la reforma social. Ni siquiera presentó la cuestión como algo relativo al voto de las mujeres. Ella prefirió llamarlo el «voto de la protección del hogar». Willard veía el sufragio como «un arma para protegerse [...] de la tiranía del alcohol». De ese modo, el sufragio podría ser utilizado como un medio para alcanzar un fin deseable: si las defensoras de la templanza querían luchar contra el abuso de alcohol, tenían que votar. El argumento era particularmente eficaz en el Oeste. Antes de que la Decimonovena Enmienda a la Constitución concediera a la mujer el derecho al voto, el 81 % de los estados y territorios del Oeste de Estados Unidos habían aprobado leyes de sufragio, mientras que en el Este solo lo habían hecho dos y en el Sur, ninguno. El pensamiento radical suele ser necesario cuando se quiere plantear algo original. Las sufragistas originales, sin embargo, una vez planteada la radical idea de la votación, necesitaban un mediador más moderado para llegar a un público más amplio. Frances Willard gozaba de una credibilidad excepcional entre las activistas de la templanza, porque en sus discursos se apoyaba en ideas muy familiares. Hacía, por ejemplo, un uso intensivo de la retórica religiosa, citando la Biblia con frecuencia. Sus acciones nos ofrecen dos lecciones acerca de la forma de convencer a posibles aliados para unir fuerzas. En primer lugar, tenemos que pensar en los valores de manera diferente. En lugar de suponer que nuestros principios son compartidos por otras personas, o intentar convencerlas para que los adopten, debemos presentar nuestros valores como un medio para alcanzar los suyos.. En segundo lugar, la transparencia no siempre es la mejor política. Aunque quieran ser sinceros con los socios potenciales, los originales a veces tienen que replantear sus ideas para atraer a su audiencia. Willard escondió el sufragio femenino dentro del caballo de Troya de la lucha contra el alcoholismo. Pero ese argumento no funcionó con todos los grupos a los que se dirigió. El argumento de la justicia atrajo a las mujeres más radicales, que favorecían la igualdad de género. Con las muy conservadoras activistas de la templanza, el argumento que facilitó las coaliciones fue el de la protección del hogar, mucho más moderado. Pero este era un argumento demasiado moderado para conseguir otros aliados que quisieran unirse al movimiento sufragista para lograr que cada vez más mujeres creyeran en el sufragio como un fin y no simplemente como un medio para obtener otros fines, fue necesario darle el enfoque «Ricitos de Oro», esto es, el moderado argumento de la reforma social. Lucy Stone Sugirió que las mujeres podrían contribuir aún más y no olvidó mencionar que estaban empezando a tener su propia profesión, aunque sin compararlas con los hombres. Rob Minkoff Si algo no es suficientemente original, resulta aburrido o trillado. Si es demasiado original, puede ser difícil que el público lo entienda. Tiene que estar en su punto.» Unidos permanecemos: crear coaliciones en las líneas de Conflicto Después de veinte años de conflicto, las dos organizaciones sufragistas coincidieron al fin en su filosofía y sus tácticas. Stanton y Anthony habían evitado las alianzas radicales durante más de una década y ahora dedicaban todas sus energías a educar al público. Stanton se encargaba de escribir la historia del movimiento; Anthony viajaba por el país impartiendo conferencias y presionando a personajes públicos; coincidía con Stone en que era preciso aliarse con las defensoras de la templanza y hacer una campaña más moderada y concentrada únicamente en el sufragio, dejando de lado otras cuestiones relativas a las mujeres. Aunque la organización de Stone tenía claros los beneficios de la alianza, en la dirigida por Anthony y Stanton había luchas internas. Stanton se oponía a las alianzas con las defensoras de la templanza y al enfoque limitado exclusivamente al sufragio; algunos miembros no tenían claro si el sufragio debía ser aprobado en el ámbito federal o en el estatal, y si debía ser total o parcial Stone, pese a ser tan eficaz atrayendo aliados, no era la persona indicada para negociar con Anthony. Cuando la desconfianza es tan profunda como entre estas dos mujeres, las coaliciones dependen de que los individuos enfrentados no actúen como líderes, sino como pararrayos. Stone y Anthony reconocieron el valor de retirar a los halcones de la discusión y optaron por designar a siete miembros de cada organización para formar una comisión mixta que negociara los términos de un acuerdo de unión. Después de superar los obstáculos internos de la organización de Anthony finalmente llegaron a un consenso, su propuesta resultó tan ajena a los principios acordados. después de haber dedicado tres años a unir las dos organizaciones, las dos organizaciones se fusionaron. A pesar que en el futuro hubo pequeñas diferencias y personas que atacaron los intentos unificación lo superaron, pero ya no podían advertir a sus sucesores sobre el narcisismo de las pequeñas diferencias. Aunque Anthony y Stanton nunca se reconciliaron con Stone, cuando esta falleció, la importancia de sus contribuciones las obligó a hablar en términos elogiosos de ella. A principios del siglo XX, en el ocaso de sus vidas, cedieron el liderazgo de la organización nacional sufragista a Carrie Chapman Catt Pasaron veintisiete años antes de que la Decimonovena Enmienda fuera aprobada. Pero cuando las mujeres lograron el pleno derecho al voto en todo el país, la huella del radicalismo moderado de Stone era profunda y visible. Como resume Kerr: «El modelo organizacional de Stone fue adoptado por Carrie Chapman Catt en la marcha final, y triunfante, hacia la enmienda de 1920».