Seguridad Escolar: el bullying, un delito en alza Por el Lic. Juan Moratto Consultor en Seguridad El llamado “bullying” o acoso, es muy diferente a lo que estamos acostumbrados a escuchar de periodistas que poco o nada saben del tema, del gobierno que es responsable indirecto, y de las mismas autoridades escolares y padres de agresores que minimizan los ataques y los consideran “cosas de chicos”. Lo que va a leer a continuación es bullying real, no ficticio redactado con el ánimo de vender noticias y mantener puestos de trabajo de docentes. El bullying o acoso es un serio problema que afecta a miles de niños y padres. Resulta común ver a padres contar lo que les ocurrió a sus hijos debido a que las instituciones educativas privadas o estatales han fallado en tomar acciones correctivas. Son pocos los padres que habiendo planteando previamente el problema con los docentes, luego con la dirección de la institución educativa y finalmente, en el distrito escolar, deciden ejercer sus derechos legales e iniciar acciones escalonadas en función del grado de responsabilidad de cada actor. Asimismo, son muchos los colegios que cuentan entre sus reglamentos medidas disciplinarias a quién ejerce el acoso, pero rara vez hacen algo para eliminarlo. El bullying es una actividad consciente, intencionada y deliberadamente hostil cuyo fin es dañar, inducir temor a través de amenazas de futuras agresiones y crear terror en la víctima. Como puede verse, el bullying es una actividad llanamente criminal y delictiva perpetrada por menores y muchas veces por adultos. Siempre busco cuatro elementos clave sobre para determinar si existe acoso o bullying, independientemente del sexo, edad o cargo del acosador o supuesto acosador: 1. Un desequilibrio de poder: el acosador es más grande, más fuerte o disfruta de una mejor posición que la víctima. 2. El acosador tiene la intención de dañar: sabiendo él o ella que va a infligir un dolor físico o emocional, el daño se evidencia en la acción que comete. 3. Está siempre presente una amenaza de futuras agresiones: tanto la víctima como el acosador saben que la agresión presente no va a ser la última. 4. Terror permanente: se mantiene a la víctima en un constante estado de tensión. La esencia del bullying es el menosprecio, no el enojo. El acosador ve a su prójimo carente de respeto o empatía. Es un individuo antisocial, enfatizando el carácter delictivo de su accionar. Resulta indignante para todos los padres saber que sus hijos sufren de bullying, ellos también son víctimas de este accionar. Las medidas tomadas por algunas instituciones de “tolerancia cero” no han resultado efectivas y, a la vez, las situaciones son variadas, difusas y, muchas veces encubiertas lo cual obliga a los padres a tomar por sí mismos, riendas en el asunto: El bullying puede ser causado por niños y niñas, adolescentes masculinos y femeninos, docentes, choferes de micros y el mismo personal de la institución educativa llegando, inclusive, a las universidades privadas y las que son propiedad del estado. Los efectos del bullying son varios: pensamientos suicidas, orinarse durante la noche, llanto, depresión, pérdida de peso, stress, abuso de drogas, de bebidas alcohólicas, dolores físicos (de cabeza, de estómago) nervios y tartamudeo, además se suman las ausencias a clase, pérdida de atención, entre tantos otros efectos. En estos casos la acción de los padres debe ser directa: prestar atención a los hijos y sus padecimientos y cambios de actitud. Ante estos hechos: enviar, abogado mediante, cartas documento a la superintendencia escolar, al director y a los maestros, y enviar una copia a los medios de comunicación. Se debe realizar una denuncia escrita a todos los estamentos de la situación de bullying ya que la institución y los que la habilitaron son los responsables directos de lo que está ocurriendo. Se debe verificar si el estatuto del colegio, escuela, instituto o universidad incluye apartados de “tolerancia cero” o lo deja a criterio de profesores o autoridades, con lo cual se agrava la situación legal de estos últimos. Además se debe realizar, abogado mediante, un encuentro personal con todos los involucrados (careo). Los padres, como mencioné, también son víctimas del bullying. En caso de que exista la presencia de daño físico se debe llamar a la policía “al lugar” del incidente (no llevar a la víctima a radicar la denuncia) para que labre el acta correspondiente y tomar nota del número de acta para el inicio de acciones judiciales. El acta debe detallar las acciones que llevó adelante la institución frente a la observación de daño físico. ¿Qué incluye el bullying aparte de lo que mencioné? Asalto, robo, intimidación, caídas intencionales, solicitud de dinero, destrucción de la propiedad de la víctima, robo de sus posesiones, exhibicionismo sexual, voyeurismo, propuestas indecentes, contacto físico con intenciones de acoso sexual y ritos de iniciación deportivas a los “nuevos” que incluyen hasta violaciones, quemaduras y heridas con elementos cortantes además de golpizas grupales organizadas por el mismo entrenador físico o el líder del equipo deportivo. El otro tipo de bullying, más moderno, es el ciberbullying que permite al acosador emplear medios electrónicos como computadoras, celulares y tablets para amenazar, enviar mensajes agraviantes, distribuir información falsa de la víctima o intimidarla constantemente: durante la clase, su permanencia en la institución o en su vivienda, ya que a través del medio electrónico el o los acosadores entran en “la casa de la víctima”. Facebook y Twitter son las dos redes más usadas por los acosadores y las víctimas poco pueden hacer para defenderse, ya que si se borran de la red provocarían ataques más violentos a la vez de aislarse aún más de sus compañeros. Esto también se produce en las universidades cuando una víctima “nunca se entera de lo que ocurre” porque todos le hacen un vacío. La incomunicación también se considera bullying. Las instituciones educativas que permiten el uso de medios electrónicos en un aula deben demostrar que nunca se usaron para amedrentamientos, bullying o ninguna de las prácticas mencionadas ya que caso contrario, estará alentando al bullying e inclumpliendo con sus obligaciones que justifican su existencia. La “tolerancia cero” en el uso de teléfonos celulares en las instituciones educativas, debe ser obligatoria ya que éstas y sus autoridades serán las primeras en sufrir una andanada de demandas legales y de desprestigio en la comunidad a través de la comunicación constante a los medios. Reitero la recomendación a los padres: comunicar, comunicar y comunicar esa es la clave para poner en evidencia a docentes negligentes, directores inclumplidores de sus obligaciones e instituciones que no se preocupan por su misión principal: educar niños y jóvenes que serán los que formarán la sociedad del mañana y aplicar acciones correctivas, a quienes cometen impunemente delitos ante los ojos insensibles de los demás. Sobre este último “personaje” vale una explicación. Siempre existe un trío: el acosador, la víctima y el testigo. El testigo es cómplice de lo que el acosador hace y este testigo puede ser desde el director del colegio hasta un compañero de la víctima. El “testigo” debe ser solicitado en toda audiencia a declarar acerca de lo que vio y exhibir sus dispositivos electrónicos. Le aclaro que tanto Facebook como Whatsapp deben entregar toda la información que haya sido borrada de los celulares por orden judicial. ¿Por qué es tarea del área de seguridad? Por varias razones: una de ellas es que es muy semejante a la “violencia laboral”, que analizaré en otra nota, pero el motivo más contundente es que cientos de víctimas mueren anualmente por culpa del bullying (suicidios, depresiones, drogadicción, alcoholismo, etc.) y otros cientos de víctimas abandonan sus estudios o “cambian sospechosamente de vocación y de amistades”. Obviamente es un tema de seguridad y no solo sociológico, psicológico o político como le han hecho creer. El bullying es un delito, incluyendo a los ritos de iniciación deportiva los cuales tienen connotaciones penales y como tales, ingresan en el ámbito de la seguridad. En Argentina, lamentablemente, aún no existe ley de “tolerancia cero” al bullying, por ello la UNESCO (informe Primer Semestre 2016 Observatorio Unesco para la República Argentina) reporta que el 40% de los estudiantes secundarios argentinos han sufrido bullying durante sus estudios. Oriana Belén Picotti. Se suicidó por el bullying que padecía en su escuela de Paso de la Arena, Paraná. Entre Ríos. Datos Primer Semestre 2016: 1.142 casos denunciados. 1 - Provincia de Buenos Aires 232 casos 2 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires 196 casos 3 - Provincia de Córdoba 96 casos 4 - Provincia de Formosa 80 casos 5 - Provincia de Corrientes 72 casos 6 - Provincia de Misiones 58 casos 7 - Provincia de Mendoza 56 casos 8 - Provincia de San Luis 54 casos 9 - Provincia de Santiago del Estero 40 casos 10 - Provincia de San Juan 32 casos 11 - Provincia de Neuquén 30 casos 12 - Provincia de Río Negro 32 casos 13 - Provincia de Entre Ríos 31 casos 14 - Provincia de Salta 28 casos Otros 105 Los casos de suicidio por bullying en Argentina pueden consultarse libremente por cualquier buscador de internet. Sin embargo la ONG denominada “Bulling sin Fronteras” (https://bullyingsinfronteras.blogspot.com.ar) señala que en 2017 se denunciaron 2.907 casos, el doble de víctimas que la UNESCO cita como ocasionados un año antes: las víctimas se duplicaron. En la Argentina, si bien se puede recurrir para accionar legalmente a la ley 26.026 (http://www.me.gov.ar/consejo/resoluciones/res14/226-14.pdf ) que reglamenta entre las instituciones educativas públicas las medidas que están obligadas a tomar para impedir el bullying, la misma es poco exigente en la conceptualización del incidente en sí. Lara Tolosa. 15 años. Se suicidó en plena clase del Colegio Normal Nacional Nro. 1 de La Plata. Provincia de Buenos Aires. Dependiente de la Universidad de La Plata