I. LA POLÍTICA CRIMINAL COMO UNA POLÍTICA PÚBLICA 1. Las políticas públicas Uno de los logros del avance y modernización de la administración pública es que las funciones estatales no pueden ser ejercidas sin un mínimo de planificación, pues lo limitado de los recursos y lo amplio de las demandas que atienden, obligan a la adopción de criterios de racionalidad para el logro de objetivos y metas, por el contrario, una administración pública sin criterios de racionalidad, con probabilidad no lograría invertir recursos de manera eficiente ni tendría logros significativos, o al menos, criterios claros para distinguir avances o retrocesos. ción de la comunidad y el sector privado. Una política pública de calidad incluirá orientaciones o contenidos, instrumentos o mecanismos, definiciones o modificaciones institucionales, y la previsión de sus resultados.” El concepto clave entonces es información. La información correcta dota del estado de las cosas así como de un nivel de previsibilidad sobre los alcances de las intervenciones posibles y sus resultados. Sin duda, esto esta vinculado a la idea de publicidad de los actos gubernamentales y la transparencia y rendimiento de cuentas. 2. Elementos de una política pública De todo esto se tratan las políticas públicas, de la gestión de grandes áreas de problemas o demandas mediante metodologías racionales de inversión de recursos, planificación y establecimiento de prioridades, objetivos y metas. Esto, que resulta casi obvio, no siempre ha sido así e inclusive, aún muchas áreas de trabajo en diversos ámbitos funcionan más o menos de maneras precarias. El chileno Ignacio Lahera distingue dos conceptualizaciones sobre lo que es una política pública, en primer lugar, se habla de una definición tradicional, según la cual ésta es un programa de acción de una autoridad o al resultado de la actividad de una entidad investida de poder público y de legitimidad gubernamental. Sin embargo, como bien lo señala el autor citado, esta definición da preeminencia al carácter central de Estado, de manera casi excluyente hacia otros actores1. Según Lahera, los avances de la sociedad de la información, de mecanismos de producción de información y acceso al público están generando un esquema diferente en donde el público pasa a jugar un papel importante y la centralidad de los debates giran alrededor de la producción de información, haciendo un cambio de énfasis en la administración, de connotación más estática, por el de gestión, de connotación dinámica. De esta manera, importa más el resultado que el proceso en sí mismo, una visión actual de las políticas públicas establece que se refieren a “(...) cursos de información, relacionados con un objetivo público definido en forma democrática; los que son desarrollados por el sector público y, frecuentemente, con la participa- 1. 2 2.1. DEFINICIÓN DEL OBJETO Tal como ha queda planteado en la definición de política pública, debe existir una necesidad y un objetivo definido de manera participativa y democrática. Es decir, el problema o área de trabajo donde se pretende intervenir no debe partir de definiciones unilaterales, que limitadas al punto de vista de quién tiene poder de definición, que corre el gran riesgo de invisibilizar las necesidades reales de los demandantes o afectados. En este sentido, el principio de participación social es fundamental para establecer los límites y alcances de las políticas públicas. Para el caso, cuando se piensa en la implementación de políticas de prevención de la criminalidad de la niñez y adolescencia, un aspecto clave de esa política debe ser la participación de la niñez como actores de la política pública, dotando a ésta de contenido y legitimidad, especialmente si se considera que en el ámbito de los derechos de la niñez y adolescencia, conceptos tradicionales han dado paso a modelos de desarrollo basados en la Convención de los Derechos del Niño, reconociendo su propia individualidad y capacidad para expresar sus intereses, preocupaciones y necesidades. En este sentido, deben tenerse tanto las consideraciones de los beneficiarios como de los posibles afectados. Esta definición del “qué” de la política pública se denomina “línea de base”, es decir el aspecto concreto sobre el que se van a focalizar los esfuerzos y Lahera, Ignacio. Introducción a las políticas públicas. Fondo de la Cultura Económica, México, 2002. Pág. 13. recursos, reconociendo las prioridades y obligaciones contraídas por el estado con la niñez y adolescencia. Este aspecto inicial resulta obviamente clave, pues de la forma en cómo se defina el objeto, se definirán sus soluciones o alternativas de tratamiento, corriendo el riesgo que, una inadecuada definición, derive en inadecuadas respuestas. El definir el objeto de la política, implica una decisión sobre las soluciones a implementar. En este sentido, este ejercicio también puede verse afectado por la calidad del ejercicio definitorio original. Un principio básico indica: “un problema no es igual a la ausencia de una solución”, el problema debe ser definido en su esencia, por sí mismo y no en sentido negativo, pues un mismo problema puede tener diversas soluciones, la ideal, es la que mejor se adapte al contexto. Un punto importante de destacar es que, si regularmente las políticas públicas son expresiones dinámicas de facultades gubernamentales en atención a demandas sociales, es fácil encontrar una vinculación directa entre derechos humanos y políticas públicas, éstas últimas como herramientas para dotar de vigencia a los primeros. Consecuentemente, la definición del objeto tiene pues, base en la búsqueda de vigencia de uno o varios derechos. 2.2. DIAGNÓSTICO Una vez establecida la línea de base, es necesaria una evaluación (si hay un proceso previo o continuidad) o un diagnóstico del estado de las cosas y su dimensión actual. Nuevamente, la información vuelve a ser fundamental para estos fines. En ocasiones, la ausencia de esta impide tener una visión profunda y precisa de los problemas o las necesidades prioritarias o de relaciones invisibles que afectan los resultados finales. Iniciar una intervención sin un diagnóstico es realizar una mala inversión de recursos y energía, pues no se conocen los aspectos más importantes ni la cantidad de recursos necesarios para afectar esa realidad. Uno de los aspectos claves de un diagnóstico es el preciso establecimiento de criterios de evaluación, pues una inadecuada selección de éstos puede generar percepciones falsas. Un ejemplo: si hablamos de política criminal, y nos interesa conocer el nivel de criminalidad violenta, una forma de conocer esta situación puede ser a través de estadísticas policiales de denuncias recibidas. Aunque éstas puedan dar un panorama, muchas veces necesita datos adicionales y complementarios como encuestas de victimización, ya que de esta forma, podríamos descubrir que un importante nivel de delitos no se denuncian, cifra que termina sesgando las estadísticas policiales, generando un panorama diferente al real. Otra consideración es que el diagnóstico debe comprender una exploración del aspecto material del objeto seleccionado, pero también una exploración del aspecto subjetivo, de las expectativas sociales. Es ilustrador el hecho que existen situaciones donde la percepción sobre la gravedad de un problema es mucho mayor que la dimensión real de éste o viceversa, esta exploración contribuiría a la identificación de medidas comunicacionales de tratamiento o de futuras resistencias. En este sentido, para un diagnóstico, lo ideal sería poder partir de una base amplia de criterios de evaluación, solo de esta manera puede establecerse en términos de planificación una diferencia substancial entre el estado actual y el estado deseado a futuro. También, el diagnóstico permite establecer los puntos clave de estudio y, basados en ellos, la formulación de indicadores como herramientas de evaluación y medición. 2.3. PLANIFICACIÓN La planificación reúne los dos aspectos previos: la línea de base (visión) y el diagnóstico. Con estos datos, se entra en la conjugación de otras variables y elementos. Las variables son múltiples y no son necesariamente iguales para todos los procesos, éstas tienen que ver con el contexto político sobre el que se opera, así como por otros criterios como la cultura de un país o región, legislaciones vigentes, los recursos disponibles o que se deben reunir, personal especializado, inclusive, en algunas materias, hasta las condiciones climáticas. La planificación debe asumir el objeto definido democráticamente y ser coherente con éste. Un primer paso de la planificación es la elaboración de los objetivos perseguidos por esa política pública, estos se refieren al estado ideal esperado a la finalización de un ciclo. Dichos objetivos deben trazarse de acuerdo a resultados esperados en determi- 3 nados períodos, a estos resultados temporalmente establecidos se les denomina metas. Para el establecimiento de las metas es necesario la definición de los aspectos claves y susceptibles de verificación sobre los avances o retrocesos, a estos aspectos claves se les denomina indicadores. La observación sistemática (monitoreo) y la producción de información son fundamentales para poder medir la afectación que sobre la realidad tenga la intervención planificada. La planificación debe ser ante todo un proceso racional y pragmático, pero ello no significa que se funcione en una lógica en la cual “el fin justifica los medios”, sino más bien en una lógica de eficacia y eficiencia, entendiendo por esta última como el mejor logro de objetivos y metas propuestos, con la mejor inversión de recursos disponibles. Dentro de esta idea de eficiencia, se encuentra la necesidad de producir resultados con recursos limitados, de esta manera, se deben buscar la elección de prioridades y en segundo lugar, la búsqueda de apoyos alternativos o generación de economías a escala. Generar economías a escala significa el aprovechamiento y optimización de la división del trabajo por especialidades, por ejemplo, en un taller de zapatería donde se cuenta con cinco zapateros a tiempo completo, una forma de organización puede ser la distribución alterna de pedidos de calzado entre los diferentes zapateros para que cada uno produzca el par que se le ordena. Otra forma de organizar el mismo taller puede ser la división del trabajo a través de tareas especializadas, así, un zapatero puede encargarse de cortar el cuero, mientras otro, de las suelas, un tercero de la costura, el cuarto del pegamento de las piezas y el quinto del acabado de los zapatos. Esta última forma es una economía a escala, que se basa en la idea de que no hace falta repetir funciones entre diversos procesos por diferentes instancias, si éstas pueden ser ejecutadas por una sola, para varios procesos simultáneos. En materia de política criminal, si se considera que desde el punto de vista preventivo es necesaria una intervención en el área educativa, ello no implica que los ejecutores de la política criminal asuman por sí este desafío, si este puede ser trasladado a las agencias educativas correspondientes. 4 2.4. MECANISMOS DE EVALUACIÓN Todo proceso orientado a la producción de resultados debe contar con mecanismos de evaluación, no solo para medir el estado de los avances sino también para favorecer la adopción de revisiones o correctivos del proceso. En este sentido, la evaluación no es solamente para el final, sino que es aplicable a todo el proceso. De la misma manera que en las etapas previas, la evaluación debe incluir las variables exploradas por el diagnóstico (objetivas y subjetivas) y establecidas en la línea de base, de acuerdo a la información producida para alimentar la plantilla de indicadores. La evaluación no se limita al establecimiento cuantitativo de resultados, sino a una valoración cualitativa de lo logrado o pendiente, pues en este nivel una medición estrictamente cuantitativa puede dejar de lado la existencia de variables como resistencias políticas, falta de recursos, falta de apoyo de la comunidad, etc. que condicionan de manera substancial los resultados. Por otro lado, la detección temprana de zonas críticas puede contribuir a la prevención o minimización de distorsiones o generación de efectos perversos o no deseados de las políticas implementadas. Los efectos perversos son resultados contradictorios con los explícitamente buscados, un ejemplo de efecto perverso puede ser que el producto de una política pública de control de armas que aumenta requisitos legales y económicos para la obtención de armas de fuego, sea el traslado de la demanda de armas hacia el mercado negro. La evaluación, en lo posible, debe incluir además, la participación de los actores involucrados y del público, nuevamente para evitar excesos de optimismo o crítica, sino para establecer nuevos espacios de trabajo y negociación de prioridades. De esta manera, las evaluaciones servirían además como mecanismos de rendimiento de cuentas y transparencia. 3. Conflicto, violencias y políticas públicas Como se ha indicado, las políticas públicas son herramientas que sirven para dar vigencia a las fun- ciones estatales frente a la demanda social, así como también como medios de vigencia de derechos humanos. En este sentido, la debilidad o falta de una adecuada política pública puede afectar las condiciones de vida de la sociedad. Alberto Binder distingue que un estado tiene, básicamente cinco grandes políticas, a saber: • Política económica, que rige los criterios de distribución social de la producción y de los recursos, así como su inversión. En este sentido, incluye un amplio abanico de políticas específicas como la política tributaria, el gasto social, política alimentaria2. • Política de salud, establece el sistema de atención de la salud de la población. • Política educativa, encargada de socializar y dotar de formación a las personas para atender las necesidades sociales. • Política de Relaciones Exteriores, posiciona al Estado en sus relaciones con otros países. • Política de gestión de la conflictividad, que se encarga del tratamiento de los conflictos sociales y su solución o reconversión. De acuerdo con el autor citado, los desequilibrios entre las políticas mencionadas generan problemas en otros de los campos de acción en su conjunto (más conflictos), de tal manera que una visión global de las políticas gubernamentales debe buscar un delicado equilibrio que garantice la estabilidad social. En este apartado, nos interesa en particular la política de gestión de la conflictividad, dado que ella constituye la matriz de lo que denominamos política criminal, que sería una política específica. Cada una de las grandes políticas mencionadas cuenta con un entramado institucional encargado de su ejecución, en este sentido, de acuerdo con Binder, la política de gestión de la conflictividad cuenta con un sistema público de gestión de conflictividad, el cual se compone de todas las instancias establecidas para el tratamiento de conflictos, policías, jueces, procuradores, fiscales, defensores, centros de mediación, sistemas de justicia local, comunal, leyes, cárceles etc. 2. 3. 4. La tarea de la política de gestión de la conflictividad y su entramado institucional es la de contener la conflictividad social en un nivel tolerable que evite la suscitación de grandes crisis o debilitamiento de la autoridad, o peor aún una conflagración interna. En este contexto, la idea de conflicto responde a su expresión más elemental que es la existencia de intereses contrapuestos, cuyas manifestaciones pueden variar, siendo una de ellas, el ejercicio de la violencia intersubjetiva, pero ésta no agota las posibilidades de manifestación del conflicto, es solo una de ellas. Por otro lado, el conflicto no es, en sí mismo negativo, sino una característica normal de la interacción social. Tal como lo indica Ross: “Debemos tener presente, no obstante, que el conflicto en sí no es algo que sea deseable o indeseable. (...) la cultura que una sociedad tiene del conflicto define lo que la gente valora, las formas adecuadas de conseguirlo, las posturas ante otros que busquen lo mismo y las instituciones y prácticas que ayuden a determinar el curso de las disputas sobre cuestiones de valor.” “El conflicto ocurre cuando las partes se hallan en desacuerdo con respecto a la distribución de recursos materiales o simbólicos y actúan movidas por la incompatibilidad de metas o por una profunda divergencia de intereses. En el conflicto son importantes tanto los elementos conductuales como los perceptuales”3 La democracia, entre sus atributos, tiene el de ser un mecanismo de gestión de conflictos, pues por su característica propia, en su seno se manifiestan pluralidad de intereses y actores, en consecuencia, las reglas establecidas para la convivencia democrática imponen una forma de resolución de esas divergencias. En este sentido, la organización social y sus instituciones, deben comprender, como una derivación transversal del modelo global, esa característica de resolución de conflictos4. De esta manera, cuando hablamos de política criminal, estamos hablando de una especie particular Binder no establece dentro de las grandes políticas la existencia de una denominada “política social”, pues argumenta que ésta es un subterfugio para separar, ideológicamente, la cuestión económica de la social, es decir, para hablar de “lo social” sin cuestionar las condiciones de distribución social de los recursos y el modelo económico en funciones. Ross, Marc Howard. La cultura del conflicto. Las diferencias interculturales en la práctica de la violencia. Paidos, Buenos Aires, 2000. Págs. 37 y 38. Zino Torazza, Julio. La estructura social. Universidad San Antonio. Murcia. 2001. 5 de conflictos, de aquellos que, según una definición previa y arbitraria, son definidos como conductas delictivas, muchas de las cuales, afectan intereses socialmente protegidos o valorados. El objeto de la política criminal se encuentra orientado hacia determinados conflictos, los cuales son aquellos que por una decisión de poder, que también forma parte de la política criminal, han sido catalogados como delictivos y sujetos de penalidad por medio de la ley. En este sentido, la política criminal se encuentra autolimitada por una definición previa de los conflictos que se encuentran dentro del ámbito delictivo, en consecuencia, abarca tanto aspectos normativos como institucionales relativos a esta materia. Esta visión de política criminal que hemos citado plantea no pocas inquietudes y dudas a la hora de plantear una política pública pues resulta que, su objeto, en principio, el delito, resulta una categoría ambigua, heterogénea e inasible, por otro lado, los actores resultan igualmente heterogéneos y diversos. En razón de lo anterior, el diseño de una política pública en este sentido no puede ser univoca, sino una composición de varios campos de acción. Por otro lado, desde el punto de vista del análisis y abordaje de conflictos, una forma de tratamiento de estos es el conocimiento de las posiciones de las partes y la búsqueda de soluciones conjuntas o compartidas, sin embargo, por sus especiales características, en la política criminal tal y como la conocemos, en determinados conflictos la búsqueda de acuerdos resolutivos, pues los fundamentos sobre la decisión que “resuelve” el conflicto no depende de la voluntad de las partes conflictuadas. b. c. d. e. 4. Los principios de la política criminal estatal Los principios que toda política criminal debe considerar, de acuerdo a nuestro marco normativo, retoman los principios desarrollados en el documento: “Bases para la Discusión sobre Política Criminal Democrática”5, al cual ya hemos hecho referencia, sin embargo destacamos los siguientes: a. Principio de legalidad: los actos de las instituciones estatales deben estar sujetas a la 5. 6 f. ley, entendiendo dentro de éstas la Constitución, las normas de Derechos Humanos y la legislación secundaria. Dicho funcionamiento debe ser congruente con el cúmulo de instrumentos mencionados teniendo en primacía a la Constitución y los Convenios de Derechos Humanos. Principio de dignidad humana: con ello se dota de sentido los actos del estado, a fin de considerar su actividad a la luz del máximo respeto de la persona y de las condiciones que le permitan desarrollar su personalidad. Principio de subsidiariedad: la política criminal es una herramienta de tratamiento de la conflictividad que solo puede ser usada una vez agotadas las formas de tratamiento por vías no penales. La necesidad de reconocer las formas alternativas de resolución de conflictos, más que una opción se convierte en una necesidad de actuación en el especial ámbito de la niñez y la adolescencia. Principio de mínima intervención y reducción del daño: como consecuencia de lo anterior, la política criminal solo intervendrá en los casos más graves y tratará de construir salidas alternativas y restaurativas para los conflictos menores. En este sentido, esta política estará orientada hacia sus consecuencias, de tal manera que la intervención del sistema penal no sea un factor más del conflicto original. Principio de eficiencia y racionalidad: la política criminal supone una toma de decisiones sobre la base de ciertos límites normativos y ciertos límites materiales (en especial los presupuestarios). Esto supone que para el logro de los fines, la política criminal debe tener criterios racionales para obtener los mejores resultados con la mejor inversión posible de los recursos. Esto solamente se logra a través de mecanismos de planificación y evaluación. Ello supone que la toma de decisiones se encuentra basada en procesos de decisión empíricamente fundamentados en necesidades reales. Principio de transparencia y rendición de cuentas: en un estado republicano, los actos del gobierno y sus decisiones pertenecen a la cosa pública, por lo tanto, sus contenidos, fines, resultados y actores están suje- Amaya, Edgardo. Bases para la Discusión sobre Política Criminal Democratica. FESPAD ediciones, San Salvador, noviembre 2003. tos al escrutinio del público. Esto supone una apertura al derecho de acceso a la información por parte de los ciudadanos así como al establecimiento de mecanismos de control o instancias de evaluación. g. Principio de participación ciudadana: como derivación de la republicaneidad del sistema político, los ciudadanos tienen el derecho a participar de aquello que es público, no solo como testigos, sino como actores con poder de decisión. Esto supone un involucramiento de los ciudadanos en aquellas decisiones que pueden terminar afectándolos, tales como las relativas al funcionamiento del sistema penal. h. Principio de igualdad social, Según este principio, el derecho penal debe estar orientado hacia la protección de los derechos humanos y de los sectores más afectados por las decisiones y acciones de los sectores económicos y políticos dominantes que afectan directamente sus derechos. El principio de igualdad social o materia presupone una actuación correctiva sobra la distribución inicial de recursos existentes en la sociedad, a modo de reconocimiento de las desigualdades sociales de las personas y ser tratados conforme a ellas. i. Principio de acción multiagencial: una política criminal reúne a diversos actores que en la práctica funcionan de manera más o menos autónoma, regidos por diversidad de intereses y lógicas. En este sentido, la política criminal debe ser comprensiva de estas circunstancia y establecer una regla de coordinación en atención a fines, sin que cada institución pierda su específica función dentro de la sociedad En consonancia con los anteriores principios, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia en la sentencia 52-2003/56-2003/57-2003 de fecha 1 de abril de 2004, reconoce límites a la facultad sancionatoria del estado, conforme con la Constitución, reconociendo la necesidad de actuar con pluralismo, razonabilidad y proporcionalidad al momento de la formulación de los mandatos y prohibiciones (considerando III). Reconociendo principios como el de lesividad de la conducta, que exige una dañosidad material de la acción para su reconocimiento como norma prohibitiva; el principio de culpabilidad, que proscribe toda manifestación de un derecho penal de autor en la formulación de hechos delictivos, señalando la obligación del establecer una edad mínima para imputar un responsabilidad penal; y el principio de legalidad penal en conexión con la seguridad jurídica, a fin de prohibir la utilización de conceptos jurídicos indeterminados en la configuración de los ilícitos penales. 5. Política criminal y sectores vulnerables: niñez y juventud Una derivación de los principios establecidos en el apartado anterior, es que tal como lo señala el principio de igualdad social, no todo puede ser tratado bajo estándares idénticos cuando existen diferencias sustanciales entre grupos poblacionales, este principio elemental de tomar en cuenta las diferencias, es la que lleva a adoptar ciertas características especiales a la política criminal. Una manifestación importante del reconocimiento de las diferencias y la adición de un plus de garantías para los sectores desaventajados o vulnerables es la configuración de un esquema especial de protección de la niñez y juventud, diferente al de los adultos. La existencia de este esquema de protección, obliga a la política criminal a configurarse, en el caso de la niñez y adolescencia, de acuerdo con ese esquema planteado. En este documento, esa necesidad ha sido recogida y por ello también se hace un énfasis en esta propuesta en lo que debe ser una política criminal aplicable al sector niñez y juventud. 5.1. ESTADO DE DERECHO Y LA POLÍTICA CRIMINAL DE LA INFANCIA Sin pretender una definición del Estado de Derecho se reconoce, en primer lugar al estado como una entidad surgida del propio contexto histórico político, con ello sus prácticas o acciones se explican a partir de la conjunción de intereses que permiten a un estado mantener determinadas relaciones sociales entre sus miembros. Por otra parte el derecho pretende afirmar que detrás del estado, hay un poder capaz de prescribir y determinar una conducta humana, a fin que las normas jurídicas sean obedecidas y aplicadas. Las prácticas del estado y las afirmaciones de poder del derecho, en el ámbito específico de “lo criminal”, perfilan la política criminal de un estado. Definiéndose la política criminal (incluyendo la po- 7 lítica criminal de la infancia) como el conjunto de decisiones y prácticas que desde el estado organizan, mantienen, controlan y definen las relaciones sociales no armoniosas entre los miembros de una sociedad a través del sistema penal. Por ello la definición de lo que se entenderá por delito desde la ley (específicamente la ley penal), es una de las muestras más claras de definición de lo que son conductas que afectan al cuerpo social. Sin embargo la definición de los delitos no es el único mecanismo de prácticas político criminales, entre otras podemos mencionar: las actividades de control policial, las decisiones de prioridad institucional para la investigación de ciertos delitos, la forma de aplicación de institutos procesales, los programas de organización institucional para la ejecución de medidas educativas en los centros de internamiento. El ámbito de acción de una política criminal en sí mismo suele ser diverso. La multiplicidad de instituciones estatales que intervienen, así como la diversidad de finalidades declaradas o no de las mismas, hace que sea muy difícil la formulación y ejecución de prácticas coherentes del estado sin la concurrencia de instancias que las coordinen y corrijan, en especial en el tema de la justicia penal juvenil, que se convierte en un fenómeno que engrana una aglomeración de expectativas de diversos sectores sociales, con la pretendida finalidad de construir una mejor convivencia social. Las prácticas y acciones el estado explican muchas veces la propia finalidad del mismo, respecto del modelo de sociedad que se espera, con ello una política criminal expresa la naturaleza del estado que la implementa, por ejemplo un modelo de estado liberal hará énfasis en visiones organicistas, que suponen una ordenación espontánea y natural de la sociedad, absteniéndose con ello de intervenir en el juego de la ordenación natural de aquella, limitándose a garantizar y asegurar la libertad y el ejercicio de los derechos naturales e individuales, en cuanto presupuesto y condiciones de existencia, y de funcionamiento del orden social. En nuestro país un modelo de estado estrictamente liberal (distinguiendo entre liberalismo político y 6. 8 Sentencia de 19-VII-1996, Inc. 1-92, Considerando IV 4. liberalismo económico) es incompatible con lo dispuesto en nuestra Constitución, pues ya la jurisprudencia constitucional explica el carácter personalista de los fines del estado, el estado sólo tiene sentido como un medio puesto al servicio de la persona humana, entendiéndose “…la realización de la persona humana, tanto en su dimensión individual como social, sin anteponer a este objetivo supremo, supuestos ‘fines’ de la colectividad como conjunto orgánico, o del Estado como ente superior a aquélla, pues en este caso su actuación devendría en inconstitucional por vulnerar el artículo 1 de la Ley Primaria” 6. El modelo de estado dispuesto en nuestra Constitución no supone un cumplimiento formal de los derechos y libertades individuales, sino un compromiso de dotarlo de contenido económico y social como solución efectiva para el cumplimiento de los fines éticos de la persona humana, en especial de la niñez por los compromisos internacionales del estado salvadoreño y por las específicas prerrogativas de nuestra Constitución para con la infancia. 5.2. LA CONSTITUCIÓN COMO MARCO DE UNA POLÍTICA CRIMINAL DE NIÑEZ Y ADOLESCENCIA El carácter soberano y normativo de la Constitución establece claros parámetros del compromiso del estado para con la niñez y adolescencia, en especialmente si lo consideramos a luz del principio de igualdad, que obliga hacer una discriminación positiva considerando las condiciones objetivas de vulnerabilidad de la niñez. Una política criminal de la niñez y adolescencia presupone considerar los límites normativos de la Constitución, por ejemplo el artículo 35 inciso segundo obliga a un régimen jurídico especial para aquellos menores en conflicto con la ley, el régimen especial no puede suponer su exposición a condiciones que provoquen la destrucción de la personalidad del menor, al contrario presupone en supuesto especial de igualdad por diferenciación. La Sentencia de la Sala de lo Constitucional del 14-II-97, inciso 15-96, considerando XX 4 y 5 nos expone sobre las consideraciones de significación del régimen sancionatorio de los menores: “…la minoría de edad comprende un período de la existencia del ser humano que no es exacto y absoluto, sino que varía según la clase de relaciones que puedan entrar en juego y está en función directa del ordenamiento positivo que las regula; y aplicando esta idea desde la perspectiva constitucional, es evidente que el constituyente ha establecido que la conducta antisocial de los menores esté sometida a un régimen especial, lo que no puede significar otra cosa que constitucionalmente está prohibido prescribir el mismo régimen sancionatorio para menores que para mayores de edad (…); es constitucionalmente exigible el diferente tratamiento jurídico, en los aspectos sancionatorios, entre menores y mayores de edad. La misma ubicación del régimen sancionatorio de los menores, hace evidente que el constituyente ha insistido a tal grado en la diferenciación de regímenes que vuelve factible que constitucionalmente no sea posible hablar de un derecho penal aplicable a menores, sino un derecho de menores que debe presentar sus propias características y principios”. acciones para con sus ciudadanos menores de 18 años de edad a través de las leyes, las políticas estatales, las instituciones y las prácticas socialmente establecidas. El análisis de la normativa internacional tiene como objetivo entender los fundamentos, el contenido, los límites y compromisos del estado en la formulación de una política criminal juvenil, especialmente por su declarada compatibilidad con la constitución con base a los objetivos perseguidos por el derecho internacional de los derechos humanos11. 5.3.1. LÍMITES ESTATALES EN LA NORMATIVA INTERNA- CIONAL INFANCIA A PARTIR DE PROTECCIÓN IN- La Convención sobre los Derechos del Niño12 viene a superar un paradigma en donde la niñez y la adolescencia, por ser minoría de edad, eran considerados incapaces, incompletos, vulnerables u objetos de tutela estatal. Bajo este discurso de incapacidad sumado a un discurso de piedad, la niñez y sus familias han sufrido, en este contexto, la violación de todos sus derechos fundamentales a través de prácticas coercitivas de los estados, en pos de su tutela y protección. Desde la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño8 en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 19899 casi la totalidad de los Estados del mundo10 han ratificado este tratado de derechos humanos específico para la infancia. Además del reconocimiento de la niñez y adolescencia como sujetos de derecho, la ratificación implica un impacto en la forma en que los Estados dirigen las El sistema de protección integral de derechos de la infancia reconoce una igualdad de status jurídico a las personas menores de 18 años para con los adultos, otorgándole a su vez, un plus de garantías. Así, la Convención y las demás reglas internacionales delimitan cuándo el estado puede ejercer su poder coercitivo hacia personas menores de edad, estableciendo entonces las pautas de una política criminal juvenil13. 5.3. POLÍTICA CRIMINAL DE LA LA NORMATIVA INTERNACIONAL DE TEGRAL7 7. Se refiere a: Reglas mínimas de las Naciones Unidas para la administración de la justicia de menores (“Reglas de Beijing”), adoptadas por la Asamblea General en su resolución 40/33, de 28 de noviembre de 1985; las Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil (Directrices de Riad), adoptadas por la Asamblea General en su resolución 45/112, de 14 de diciembre de 1990; y a las Reglas de las Naciones Unidas para la protección de los menores privados de libertad, adoptadas por la Asamblea General en su resolución 45/113, de 14 de diciembre de 1990. 8. En adelante, la Convención. 9. Adoptada por la Asamblea de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. 10. Al momento, sólo Estados Unidos no ha ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño. 11. Ver sentencia de la Sala de lo Constitucional 52-2003/56-2003/57-2003, de fecha 1 de abril de 2004, considerando III. 12. Ratificada por El Salvador en el Decreto Legislativo N° 487 del 27 de abril de 1990, publicado en el Diario Oficial N° 108 de fecha 9 de mayo de 19990, y entrada en vigor el 2 de septiembre de 1990, de conformidad con el artículo 49 del mismo cuerpo normativo. 13. En adelante, al especificar los sujetos del sistema de responsabilidad penal juvenil o hacia quienes se dirigirá la política criminal juvenil, hablaremos de jóvenes y adolescentes. No usaremos la fórmula niño o niña, ya que la Convención prevé en su art. 40. que por debajo de una edad fijada por cada Estado, los niños no serán sujetos de un régimen de responsabilidad penal. En este sentido, las legislaciones de América Latina han optado, como la legislación salvadoreña, de diferenciar grupos etéreos, los niños, los cuales quedarán fuera del sistema de responsabilidad penal juvenil, y los jóvenes o adolescentes, sujetos de este sistema. 9 En este sentido, el modelo previsto por la Convención y las reglas internacionales es la intervención estatal a través de un derecho penal mínimo: reconociendo la violencia intrínseca que implica la justicia penal, si esta justicia se ejerce sobre los menores de edad entonces debe ser lo más limitada posible. Es decir, se espera que la justicia penal sea un mal menor frente a un oportuno mal mayor. Los artículos 37, 40 y 12 de la Convención son aquellos que perfilan el sistema de responsabilidad penal juvenil, que junto con los postulados y reglas internacionales, se obtienen las bases para una política criminal juvenil. • La finalidad de la justicia juvenil es la promoción de la reintegración del niño y la promoción de que este asuma una función constructiva en la sociedad. En esta disposición se fundamenta un sistema de responsabilidad penal juvenil con el fin de reintegrar al niño o niña a la sociedad. Esto es, el sistema no se monta con un fin represivo o de mero castigo, sólo se decide ejercer el poder penal con un fin de reintegración social. En otras palabras, se le otorga un contenido a la pena de carácter preventivo especial, y no de meramente retribucionista. El artículo 37 de la Convención es el que establece las disposiciones referentes a la privación de libertad de los niños o niñas. En esta disposición se observa que: • Se obliga a los estados a fijar una edad bajo la cual se presume que los niños no tienen capacidad para infringir las leyes penales. Establecida una edad mínima, el estado renuncia a ejercer cualquier acción coactiva sobre una persona: aún cuando esa persona haya cometido un delito, el estado no tiene facultad alguna para ejercer una acción que signifique una restricción de derechos en aras de su protección, su resocialización, etc. La regla 4.1 de Beijing acompaña esta disposición, estableciendo que esa edad no deberá fijarse a una edad demasiado temprana habida cuenta de las circunstancias que acompañan la madurez emocional, mental e intelectual. En este caso, si el niño o niña menor de 12 años (al que no se lo perseguirá penalmente) posee algún derecho vulnerado, se accionarán las agencias estatales que restablezcan ese derecho, pero que de ningún modo puede significar un menoscabo a otros derechos. • Se establece que ningún niño puede ser privado de libertad en forma ilegal o arbitraria, sino que sólo podrá serlo de conformidad con la ley. En un Estado de Derecho sólo la infracción a la ley penal habilita el poder coercitivo del Estado que, entre otras acciones, puede privar de libertad en forma legítima a las personas. Así, la Convención reconoce que sólo los niños o niñas que infringen la ley penal pueden ser privados de libertad, y bajo ciertos presupuestos legales. Como contracara, y quebrando el modelo tutelar antes mencionado, ningún niño, niña o adolescente podrá ser privado de libertad por causas sociales, asistenciales o que no importen la persecución del Estado por causa de una infracción a la ley penal. • Se establece que la privación de libertad sólo podrá ser utilizada como medida de último recurso y por el período más breve posible. En este sentido, la Convención marca este plus de garantías en esta disposición: la privación de libertad no importará igual magnitud para un niño o niña que para un adulto, para la niñez, la privación de su libertad siempre será excepcional, como último recurso, y por el menor tiempo posible. En el artículo 40 se establecen también los lineamientos que un estado debe seguir si decide perseguir penalmente a una persona menor de 18 años de edad. Así, el artículo expresa: 10 • Los adolescentes que serán perseguidos penalmente no lo serán bajo el sistema penal de adultos. A los adolescentes se les seguirá un proceso especial, bajo una administración específica de justicia juvenil, y las penas a las que serán sometidos serán distintas a la de los adultos. • Se establecen todas las garantías otorgadas a los adultos en los juicios penales (presunción de inocencia, juez imparcial, defensa, impugnación, entre otros.). Esta disposición equipara a los adolescentes y a los adultos en sus derechos, pero se les otorga a los primeros un plus de garantías que los beneficia en re- lación con los adultos, como ser un proceso sin demora y expedito fijado por ley, el respeto a su intimidad, el derecho a la presencia de los padres en el proceso (también contemplado en las Reglas de Beijing). • Se establece la adopción de formas para no recurrir al procedimiento judicial, con el respeto de todas las garantías legales para el adolescente. Esta disposición opera en términos de derecho penal mínimo: siempre que sea posible la resolución del conflicto fuera del ámbito de la justicia penal, así se hará, en el entendimiento que la resolución extrajudicial causa menos sufrimiento. • Se establece la imposición de penas alternativas a la prisión de libertad. En este sentido, ante el catálogo de sanciones que ofrece la Convención, entre otras, la privación de la libertad se transforma en la sanción alternativa, siendo impuesta en casos específicos y graves, como último recurso, y por el tiempo más breve posible. Por último, el artículo 12 de la Convención establece el derecho del niño y niña a ser oído en todo procedimiento administrativo o judicial que se le siga, reconociéndolo así como sujeto de derecho. Por su parte, tanto las Reglas de Beijing, las Directrices de Riad y las Reglas para la protección de los menores privados de libertad brindan lineamientos más específicos para la formulación de una política criminal juvenil, que imponen una minimización de la violencia estatal, una especialización de aquellos encargados de la administración de la justicia juvenil, una participación más activa de las comunidades locales para la reintegración del adolescente, y, fundamentalmente, un claro respeto a la dignidad y al desarrollo de los menores de edad. En relación con una minimización de la violencia estatal, se observan los siguientes lineamientos en las disposiciones de las reglas: A. REGLAS DE DE BEIJING i) regla 1.3: Con objeto de promover el bienestar del menor, a fin de reducir la necesidad de intervenir con arreglo a la ley, y de someter a tratamiento efectivo, humano y equitativo al menor que tenga problemas con la ley, se concede- rá la debida importancia a la adopción de medidas concretas que permitan movilizar plenamente todos los recursos disponibles, con inclusión de la familia, los voluntarios y otros grupos de carácter comunitario, así como las escuelas y otras instituciones de la comunidad. Esta es una de las primeras disposiciones de las reglas, y en ella se reconoce que para el bienestar de la niñez no es siempre deseable la intervención de la justicia penal, sino que toda vez que sea posible una solución extrajudicial (en respeto de todos sus derechos) se intentará promoverla para un tratamiento efectivo, humano y equitativo, para evitar los perjuicios que generalmente importa el accionar de la justicia penal. Por otra parte esta regla define el carácter prioritario de la asignación de recursos para el desarrollo de las medidas concretas que favorezcan el bienestar del menor. ii) regla 10.2. El juez, funcionario u organismo competente examinará sin demora la posibilidad de poner en libertad al menor. Esta regla se combina con la siguiente, la regla 10.3, estableciendo que los organismos promoverán el bienestar del niño o niña y que éstos no sufra daño. En este sentido, la privación de libertad es vista como un daño para el adolescente, por ello, la previsión legal para que éste recupere su libertad rápidamente debe ser lo más amplia posible. iii) regla 11. Remisión de casos 11.1 Se examinará la posibilidad, cuando proceda, de ocuparse de los menores delincuentes sin recurrir a las autoridades competentes … Este apartado se complementa con las disposiciones siguientes de la regla 11, en el mismo entendido que una resolución extrajudicial puede causar menos sufrimiento para el niño, niña o adolescente, y para ello se prevé las facultades del órgano policial y del ministerio fiscal, en trabajo conjunto con la sociedad, con programas adecuados para la resolución de este conflicto, y siempre en respeto de las garantías y derechos de la niñez y adolescencia. iv) regla 13.1 Sólo se aplicará la prisión preventiva como último recurso y durante el plazo más breve posible. 11 Nuevamente se reconoce la privación de libertad como un sufrimiento para el adolescente, por lo que de serle privado este derecho en forma preventiva durante el proceso (en combinación con los demás numerales de esta regla), se promoverá el revisar esta medida por otra más benigna, se deberá prever la separación de los adultos, y se les protegerán todos sus derechos. En igual sentido, las reglas prevén una salida anticipada de los adolescentes privados de libertad en la regla 28, referente al derecho a la libertad condicional. con la posibilidad de que el adolescente pueda recuperar su libertad antes de tiempo. Sin embargo, estas reglas son más claras al reconocer en la regla 3 la necesidad de los Estados de respetar los derechos y libertades de los adolescentes y de fomentar su integración en la sociedad, contrarrestando los efectos perjudiciales de todo tipo de detención. En igual sentido que las reglas de Beijing, la privación de libertad en forma preventiva deberá evitarse y limitarse a casos excepcionales (regla 17 y siguientes.) v) regla 17. Principios rectores de la sentencia y la resolución; y regla 18. Pluralidad de medidas resolutorias. ii) Regla 11.b. Definición de privación de libertad. En ambas reglas se observa que, frente a una sentencia o resolución judicial la restricción de libertad se reducirá al mínimo posible, incluso en casos graves o reincidencia por delitos graves, y siempre que no haya otra respuesta o sanción más adecuada (también en concordancia con la regla 19 y 26 sobre el confinamiento de adolescentes en establecimientos penitenciarios). Por ello, la regla 18 prevé diversas respuestas que no significan una privación de libertad, como las órdenes de atención u orientación, prestación de servicios a la comunidad, indemnización del daño, entre otras. Todas ellas en concordancia con la dispuesto en la 18.2, que establece que los adolescentes no podrán ser sustraídos de la supervisión de sus padres, salvo circunstancias específicas. En este sentido, se entiende que la privación de libertad no debe romper el vínculo con la familia, reconociendo al ámbito familiar como el más adecuado para el desarrollo del adolescente. De igual forma la regla 26.1 fundamenta la privación de libertad de un adolescente, estableciendo que su objeto es garantizar el cuidado y protección, así como su educación y formación profesional para permitirles que desempeñen un papel constructivo y productivo en la sociedad. B. REGLAS DE NACIONES UNIDAS iii) Regla 12. Garantía de aplicación de la privación de libertad. Esta regla determina que, si un Estado priva de libertad a un adolescente, debe garantizar el respeto de sus derechos, el fomento de su desarrollo y de su dignidad, así también su sentido de responsabilidad y de su desarrollo como miembro de una sociedad. Por esta razón, la regla 13 que le sigue especifica que sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales no podrán serles negados. iv) Regla 28 y siguientes. El confinamiento en centros penitenciarios. PARA LA PROTECCIÓN DE MENORES PRIVADOS DE LIBERTAD i) Reglas 1, 2 y 3. La privación de libertad como medida de último recurso y por el tiempo más breve posible. Al igual que las Reglas de Beijing, estas reglas establecen la privación de libertad como medida de último recurso, por el tiempo más breve posible, y 12 En forma clara la regla especificó que por privación de libertad se entiende toda forma de detención, encarcelamiento o internamiento, en instituto público o privado y bajo la orden de cualquier autoridad pública que no permita salir al niño, niña o adolescente por su propia voluntad. La herramienta que brinda esta regla es la de limitar la intervención del Estado en los casos en que se acciona coercitivamente, privando de libertad a un menor de edad, sin que mediara la comisión de un delito y la consiguiente persecución penal. De esta forma, determina que una acción estatal, en aras de una protección, puede configurar una privación de libertad contraria a las garantías constitucionales. Al respecto, las reglas determinan el respeto a las necesidades de los adolescentes privados de libertad. A su vez requieren que se organicen centros de detención abiertos, esto es, de mínima seguridad. También se especifica que los centros de internamiento deban contar con condiciones adecuadas de alojamiento, higiene, educación, y recreación, como garantía para el cumplimiento de un objetivo de reintegración del adolescente a la sociedad. v) Regla 63 y siguientes. Limitación de la coerción física y del uso de la fuerza. La minimización de la violencia se evidencia en la determinación de este conjunto de reglas que prevén el uso de instrumentos de fuerza sólo como último recurso, ante el fracaso de otros medios, y en circunstancias establecidas por ley o reglamento. Sin embargo, el uso de estos instrumentos nunca pueden causar humillación o degradación al adolescente. Se prevé a su vez, la prohibición de la portación y uso de armas en estos centros. C. DIRECTRICES DE RIAD i) Directriz 5. Política progresiva de prevención de la delincuencia. En respeto de los derechos y libertades de todo niño, niña y adolescente, esta directriz el inconveniente de criminalizar y penalizar, a niños, niñas o adolescentes por una conducta que no causa graves perjuicios a los demás pero si al proceso educativo del niño o niña. En el desarrollo de sus apartados, en forma clara establece la no conveniencia de estigmatizar a los jóvenes con categorías como “extraviado”, “delincuente” o “predelincuente”. ii) Directriz 6. Control social estatal de forma subsidiaria. Se deben crear programas de prevención social con base comunitaria, para recurrir en última instancia a las agencias de control social del Estado, que pueden importar un daño o una restricción de derechos para el adolescente. En igual sentido, la directriz 58 establece la posibilidad de remisión a otros servicios para sustraer a los jóvenes del sistema penal. iii) Regla 52 y siguientes. Sobre la legislación y la administración de la justicia de menores. Estas diferentes disposiciones de las reglas internacionales demuestran que la comunidad jurídica internacional, reconoce los perjuicios que el sistema penal pueda causar, aún el sistema más respetuoso de las garantías y derechos de las personas. Por ello, en relación específica con los menores de edad, las reglas determinan la mínima violencia que esta justicia juvenil debe causar, al momento de ser aplicada. La repetición constante de los fines de una justicia juvenil, esto es la reintegración del joven a la sociedad, y la permanente repetición de la privación de libertad como medida de último recurso y por el tiempo más breve que proceda, son muestras de la configuración de una justicia juvenil, que debe distar de la tradicional justicia para los adultos. Las reglas internacionales son también claras en la especialización de los administradores de la justicia juvenil, por ello se prevé la promulgación de leyes específicas para los infractores a la ley penal (regla 2.3 de Beijing; directrices 52 a 56 de Riad); la especialización y capacitación de aquellos que trabajan en la administración de la justicia juvenil (regla 22 de Beijing; directrices 58 de Riad; reglas 5 y 6 de Naciones Unidas para la protección de los menores privados de libertad). Pero la a especialización no debe ser solo para los trabajen en la justicia de menores, sino también en los auxiliares de la justicia, comúnmente con funciones administrativas o de agencias ejecutivas del estado, que tienen trato directo con la niñez y adolescencia que puedan infringir las leyes penales. Así, se prevé la necesaria capacitación y creación de cuerpos especiales en el personal policial (regla 12 de Beijing), y la exigencia de personal competente y especializado en los centros de internamiento para los jóvenes (regla 81 de Naciones Unidas para la protección de los menores privados de libertad). 5.3.2. PARTICIPACIÓN Además de la aplicación de leyes y una administración específica para la justicia de menores, se prohíbe que el niño, niña o adolescente sea objeto de medidas de corrección o castigos severos o degradantes. Se determina la necesidad de limitar el acceso de la niñez y juventud a las armas, y la promulgación de leyes al respecto para que ningún niño o niña sea objeto de sanción por una conducta que no está tipificada como delito para los adultos. DE LA COMUNIDAD En relación con la participación activa de las comunidades locales para la reintegración de los adolescentes, encontramos un sinnúmero de disposiciones que complementan, por un lado, la minimización de la violencia estatal a través de la agencia de justicia penal juvenil antes descrita, y la disposición de la Convención sobre Derechos del Niño en el artículo 40 para que la administración 13 de justicia promueva la integración del joven en la sociedad. Se puede agrupar en tres grupos las formas de participación de la comunidad. La primera versa sobre el conocimiento que la comunidad debe tener sobre la función de reintegración social que tiene la justicia de menores, acorde a una concepción de respeto hacia las personas menores de edad (Directrices 2 y 11 de Riad). Una segunda forma de participación es necesaria, para la utilización de la privación de libertad como medida de último recurso, en este sentido, se prevé el uso de los recursos locales para una efectiva restricción del uso de la medida más grave sobre un adolescente, a través de la planificación y ejecución de programas locales, en los que puedan insertarse los adolescentes (Reglas 18, 25, 28 y 29 de Beijing; Directrices 6 y 9.c, f y g de Riad; Reglas 8, 30, 59, 60, 61 y 62 de Naciones Unidas para la protección de los menores privados de libertad). En relación específica con las Directrices de Riad para la prevención de la delincuencia juvenil, los recursos de todo el Estado, la comunidad y la familia son necesarios para la formulación de las políticas. La tercera vía de participación es el espacio a los adolescentes para la participación activa como miembros de la sociedad. En relación con este reconocimiento a su ciudadanía activa, encontramos la Directriz 9.h de Riad la participación de los jóvenes en las políticas y los procesos de prevención de la delincuencia. También el artículo 12 de la Convención sobre los Derechos del Niño abre la posibilidad de una participación activa de la niñez y adolescencia en su comunidad, como verdaderos sujetos de derechos ciudadanos14. Las reglas internacionales ofrecen un marco normativo de gran importancia para la formulación de una política de intervención estatal. Pero se advierte que cada posibilidad de intervención del estado debe ser justificada y reglamentada, a través de la justicia de menores la cual debe reconocer todas las libertades, derechos y garantías de los niños, niñas y adolescentes. Esto no debe interpretarse como una repetición formal de los tratados y reglas internacionales de derechos humanos. Muy por el contrario, en el caso que se viene analizando en este documento las acciones estatales deben significar un claro respeto a la dignidad y al desarrollo de los menores de edad, a través del respeto de todos sus derechos como condición sine qua non para el accionar de las políticas estatales. 5.3.3. LA LEY PENAL JUVENIL La ahora denominada Ley Penal Juvenil15 recoge todos los principios y disposiciones de la Convención sobre los Derechos del Niño y de las reglas internacionales específicas para el respeto de los derechos humanos de la infancia. De hecho, el artículo 4 de la ley establece que su interpretación y aplicación deberá hacerse en armonía con los principios establecidos en la Constitución, los tratados, convenciones, pactos y demás instrumentos internacionales suscritos y ratificados por El Salvador. Se puede afirmar entonces que, en base a esta disposición, esta ley se enrola como aquella respetuosa de los derechos humanos. En forma concordante con lo antes expuesto, el artículo 3 de la Ley establece que sus principios rectores son la protección integral de los menores de edad, su interés superior, el respeto a sus derechos humanos, su formación integral y la reinserción en su familia y la sociedad. Se observa entonces que los principios con los cuáles se promulga esta ley están en clara armonía con el artículo 40 de la Convención, al momento de definir cuál va a ser el fin del Estado al perseguir penalmente y, en su caso, sancionar, a los menores de edad que comenten un delito. Esta disposición se complementa con lo dispuesto en el artículo 5 aparatado m, sobre los derechos de los menores de edad sometidos a la Ley, al establecer que toda medida que se imponga a un adolescente debe tener como fin primordial su educación (de igual tenor se expresa el artículo 9 sobre la finalidad de las medidas). 14. Al respecto, ver la interpretación Alessandro Baratta en, “Infancia y democracia”, en García Méndez, Emilio y Beloff, Mary (comps.), Infancia, Ley y Democracia en América Latina. Análisis crítico del panorama legislativo en el marco de la Convención sobre los Derechos del Niño (1990-1998), Temis/depalma, Bogotá/Buenos Aires, 1998. 15. En adelante la Ley, o la LPJ. Reformada por Decreto Legislativo n° 395 del 28 de julio de 2004, publicado en el diario oficial N° 143, Tomo 364, del 30 de julio del 2004. 14 La LPJ reconoce los derechos y garantías que se establecen en la Convención, y en especial aquellas disposiciones que contemplan para un sistema de responsabilidad penal juvenil bajo la formulación del derecho penal mínimo. Así, y en atención a una minimización de la violencia estatal, se observa que la privación de libertad es una medida excepcional por el tiempo más breve que proceda, con la posibilidad de ser sustituida por otras medidas menos restrictivas de derechos y ordenando como límite máximo de duración, 7 años en caso que el adolescente haya cometido el delito entre los 16 y 18 años no cumplidos, y 5 años si la franja de edad va de 12 a 16 años (artículos 5 apartado e; 8; 15 de la LPJ). A fin de que la privación de libertad realmente pueda ser considerada como una medida de último recurso, la Ley establece la imposición de otras medidas como sanción, siendo éstas: la orientación y apoyo sociofamiliar, la amonestación; la imposición de reglas de conducta; los servicios a la comunidad y la libertad asistida (artículo 8 de la ley). La ley establece también formas anticipadas de resolución del conflicto o de culminación anticipada del proceso, como ser la conciliación, la remisión, la renuncia de la acción y la cesación del proceso. Aún cuando se pueda advertir ciertas falencias en la implementación de la Ley, es de reconocer que la Ley de Justicia Penal Juvenil se adecua en su espíritu a lo normado por el sistema de protección integral de los derechos de la niñez. De esta forma, tanto por estricto cumplimiento de la normativa internacional o por el cumplimiento de las leyes internas del Estado, El Salvador tiene un único modelo para la definición de una política criminal juvenil, basada en el respeto a los derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes. 15 16 Subpolítica de Prevención Subpolítica de Seg. Pública Subpolítica Penal Subpolítica de Persec. Penal Política criminal Política de gestión de conflictos Subpolítica Ejec. Penal 6. Esquema de la política de gestión de la conflictividad y la política criminal II. POLÍTICA CRIMINAL EN EL SALVADOR: EL ESTADO DE LA CUESTIÓN En el presente apartado haremos un breve análisis de la situación actual de la política criminal en El Salvador tomando como base las categorías y conceptos de la primera parte, confrontados con información empírica y documental. 1. Información para una política pública Tal como ha quedado plasmado en la primera parte de este documento, la pieza fundamental e indispensable de una política pública es la información. La elaboración de una política pública sin información es lanzar palos de ciego. Por lo anterior, la evaluación sobre el estado de una política debe de partir del estudio de la información producida, fundamentalmente, para el público. Una de las principales características de la información relativa a política criminal, es la ausencia de un sistema unificado o estandarizado de producción de información sobre la criminalidad. Existen diversos registros sobre delincuencia y respuestas institucionales pero al confrontarlos entre sí, las disparidades de datos entre uno y otro en el registro de variables iguales resultan más que evidentes. El ejemplo más claro reside en la discordancia de registros de criminalidad en materia de homicidios, tres fuentes oficiales (Fiscalía General de la República, Policía Nacional Civil y el Instituto de Medicina Legal) ofrecen datos sensiblemente divergentes, tal como lo hemos documentado en diversos informes16. La Fiscalía General de la República, entre enero y noviembre de 2003 contabilizó 3,160 homicidios intencionales, mientras que la PNC, en todo el año, 2,172 casos. Esta discordancia no debe ser inadvertida. Resulta básico, para una política pública, contar con datos exactos sobre la magnitud de problemas que enfrenta, por aspectos de planificación, como para fines de evaluación. Esta condición elemental aún no se cumple en nuestro contexto. Yendo más allá en las cifras, del total de homicidios, no se sabe públicamente cuántos de ellos son archivados en la Fiscalía –quedando sin respues- ta– y cuántos pasan a tribunales, sin contar los casos que excluye el sistema por falta de mérito (sobreseimientos por insuficiencia de elementos) Mucho menos se sabe cuántos de ellos llegan efectivamente a juicio y cuántos son condenados para saber de manera fehaciente la efectividad de la investigación criminal en el delito de homicidio. Muy probablemente el nivel de impunidad de este tipo de delito es abrumadoramente escandaloso. Otro de los aspectos a destacar es la finalidad con que se produce la información. Hasta muy recientemente se han empezado a desarrollar sistemas de información más completos y con mayores variables de análisis, a diferencia de los sistemas previos, más orientados a la acumulación de información sin mayor sentido, excepcionalmente como información administrativa para la producción de memorias institucionales, pero que poco o nada mostraban todas las variables posibles de los procesos institucionales17. Uno de los registros existentes sobre criminalidad es de la Policía Nacional Civil, el cual, según informaciones oficiales, recopila de manera diaria y sistemática, los reportes de hechos delictivos en el nivel nacional, tanto denunciados, como los que son objetos de capturas. De esta fuente es que se obtienen la mayor cantidad de reportes públicos, especialmente para la prensa. Sin embargo, a pesar de que paulatinamente se han tenido avances en el desarrollo de sistemas de información, ellos no parecen tener mayor influencia en el establecimiento de criterios para la acción, por el contrario, las decisiones político criminales más importantes siguen teniendo basamento en criterios políticos antes que en los datos de la realidad. Por ejemplo, ante la existencia de datos que muestran que el 70% de los homicidios intencionales se comente con armas de fuego y que el uso de estas, incluso, como instrumento de defensa, pone en grave riesgo la vida del portador18 No se ha tomado acción gubernamental alguna para tratar este problema y, por el contrario, se ha fomentado la armamentización social19 16. Véase: FESPAD, Estado actual de la seguridad pública y la justicia penal (Julio 1999-marzo 2001), FESPAD ediciones, San Salvador, 2001. También FESPAD. Estado de la seguridad pública y la justicia penal. El Salvador 2001, FESPAD ediciones, San Salvador, 2002 y FESPAD, Estado de la seguridad pública y la justicia penal. Julio 2002-Diciembre 2003. FESPAD ediciones, San Salvador, 2004. 17. Aguilar, Jeannette. Metodologías de cuantificación del delito. FESPAD ediciones. San Salvador, 2002. 18. PNUD. Armas de fuego y violencia. Proyecto “Hacia una sociedad sin violencia”, PNUD, San Salvador, 2003. 19. FESPAD, Estado de la seguridad pública y la justicia penal. Julio 2002-Diciembre 2003. FESPAD ediciones, San Salvador, 2004. 18 1.1. PRODUCCIÓN DE INFORMACIÓN SOBRE NIÑEZ Y ADO- LESCENCIA EN CONFLICTO CON LA LEY PENAL La importancia de la información para el diseño de una política pública se confirma en el sistema de Justicia Juvenil, existiendo dificultades para el acceso a la información oficial sobre su funcionamiento, debido a interpretaciones extensivas de la garantía de discreción característica del proceso penal de menores. Cada una de las instituciones que integran la justicia penal de la niñez y adolescencia (Fiscalía General, Procuraduría General, Órgano Judicial) maneja sus propias estadísticas, sin embargo no existe una unidad de observación o de análisis que recopile la información y establezca líneas de acción coordinada con los demás actores institucionales, la incoherencia en los datos estadísticos de cada una de las instituciones, incluso en las mismas instituciones, es una de las problemáticas en el manejo y uso de la información estadística. La recopilación de información y el análisis de los mismos tienen como exclusiva finalidad el seguimiento permanente del funcionamiento de la justicia penal juvenil. Un diagnóstico actualizado con información exacta y detallada es imprescindible para la toma de decisiones. Sin embargo no existe una institución encargada de la recopilación de registros fiables para la cuantificación de la violencia juvenil, dificultando las investigaciones realizadas por organismos internacionales u organismos de la sociedad civil. 2. Definición del objeto de la política criminal Aunque se pueda aceptar que debido a esa referencia clara y temática al tema delictivo de la política criminal ésta no puede ser unívoca, sí es posible la existencia de énfasis o de líneas transversales de trabajo, de acuerdo a las necesidades sociales. En este sentido, los énfasis puestos definen las formas de trabajo. Para el caso salvadoreño, se ha destacado en diversos análisis la adopción de criterios normativos y policiales para el tratamiento de la delincuencia en un discurso con las siguiente características: • Reduccionismo: confusión conceptual entre violencia y delincuencia. Es decir, confunde un fenómeno social con una categoría normativa, en consecuencia, como parte de esta confusión, las respuestas que ofrece son normativas. • Fetichismo normativo: Apuesta por la ley como forma de intervención en la problemática. • Maniqueísmo: simplificación del problema que genera dos categorías de tratamiento, la de los ciudadanos honrados y la de los delincuentes. Donde los primeros son los “beneficiarios” o sujetos de la política criminal, y los segundos son “objetos” de ésta. En resumidas cuentas, el objeto de la política criminal salvadoreña ha sido la articulación de respuestas punitivas-policiales ha ciertas manifestaciones de delincuencia, pero sin capacidad de atender de manera sistemática algunos factores condicionantes de la delincuencia y tampoco de resolverlos de manera eficiente, pues la impunidad de los hechos delictivos es alta. 2.1. LA APUESTA NORMATIVA FRENTE A LA NIÑEZ Y ADO- LESCENCIA EN CONFLICTO CON LA LEY PENAL Esta situación también se reproduce en el ámbito de la niñez y adolescencia en conflicto con la ley penal. Al momento de formular propuestas para solucionar los problemas de la justicia juvenil existen visiones minimalistas que reducen la problemática a la necesidad de hacer reformas legales, en especial de la Ley Penal Juvenil, considerada por sus detractores como “demasiado flexible” frente a la criminalidad de los jóvenes. Este tipo de propuestas concibe a los jóvenes como delincuentes o potenciales delincuentes, reproduciendo esquemas y procesos de etiquetamiento, agravando su situación frente a la sociedad. Los esfuerzos por un cambio en la percepción cultural de la niñez es un tema pendiente del estado salvadoreño. El fenómeno específico de las pandillas es un factor que favorece el etiquetamiento de la niñez y adolescencia como delincuentes, se debe tener en cuenta que los datos estadísticos demuestran que la criminalidad realizada por los adolescentes que integran dichos grupos, es significativamente menor que la realizada por los adultos. Se reconoce que el fenómeno es complejo pero el estado no puede formular propuestas superficiales, que primen 19 visiones punitivas de corto plazo, frente a propuestas integrales de mediano y largo plazo que favorezca la prevención e inserción de los jóvenes. La vigencia temporal de propuestas legales como la Ley Antimaras, es un ejemplo de visiones normativistas de corto plazo, que pretenden solucionar problemas sociales complejos con nuevos tipos penales. Otro ejemplo de instrumentalización de la problemática por parte de las políticas de gobierno, es el incremento injustificado de 2,335 casos por capturas de adolescentes durante el año 2003 por delitos relativos al Sistema Constitucional y Paz Publica20, sin que existan pruebas que justifiquen las mismas. Por otra parte, la sobredimensión de lo jurídico no es exclusiva de las políticas de gobierno, los técnicos y profesionales de otras disciplinas, de las distintas instituciones de la justicia juvenil, recurren con frecuencia a propuestas autoritarias de naturaleza penal como solución a problemas que tienen su asidero en lo social. Por ello, es necesario reconceptualizar el fenómeno de la criminalidad juvenil, a fin de formular propuestas multidisciplinarias no reducidas al ámbito jurídico, pero que a su vez ayude a efectivizar los derechos reconocidos de la niñez y adolescencia. Los mismos operadores de la justicia juvenil reconocen la existencia de visiones diferentes, evidenciando que los avances en la materia muchas veces son retóricos y formales21. 3. Generación de diagnósticos La generación de diagnósticos oficiales sobre el objeto de la política criminal resulta bastante débil en nuestro contexto. Básicamente, las exploraciones que se hacen de la situación tienen, de manera dominante, una imagen basada en estadísticas oficiales sobre delincuencia, las cuales, como es ampliamente conocido, solo muestran los datos que han llegado a conocimiento de las autoridades pero no la ocurrencia real de hechos delictivos. Existe una limitada capacidad de análisis sistémico de la problemática criminal, especialmente en el conocimiento de factores condicionantes de la de- lincuencia y la violencia e intervenciones en éstos ámbitos desde el punto de vista preventivo, aun y cuando, éstas ideas de prevención hayan sido mencionadas en diversos documentos gubernamentales22. Sin embargo, las concepciones de la prevención no han superado el nivel de ejecución de experiencias puntuales de las que se desconocen sus fundamentos y cuyos resultados no son conocidos y sin perspectiva de una ampliación global como una política gubernamental. De la misma manera, en el ámbito de la sanción penal, aunque existen fuentes de información sobre el sistema penitenciario, no existen diagnósticos que exploren exhaustivamente la realidad penitenciaria y de ejecución de sanciones penales que permitan conocer el impacto de éstos en los ámbitos de la rehabilitación y reinserción de personas. No obstante las debilidades, sí han existido diversos esfuerzos de estudio sobre el funcionamiento de diversos aspectos del sistema penal y sus efectos en la ejecución de la política criminal, sin embargo, como una característica del predominio político y no técnico de la ejecución de esta política, los resultados de los diagnósticos no tienen seguimiento posterior. 3.1. LA PREVENCIÓN DE LA CRIMINALIDAD Y LA VIOLENCIA Erróneamente se habla de que la prevención se ocupa de tratar las causas del delito para evitar su ocurrencia y en este análisis se trazan cadenas interminables de causas que terminan llevándonos a la conclusión de que la prevención tendría que ser una megapolítica estatal, que no puede ser materialmente asumida. Es necesario, antes de entrar en la situación actual, un breve análisis de esta categoría. En primer lugar, no consideramos que existan causas del delito o la delincuencia en el sentido de las leyes naturales o físicas (Si A, es B) ni en la existencia de leyes universales que digan o establezcan un catálogo de patrones sobre el origen del delito. El delito es una clasificación jurídica creada por los humanos, es una forma de llamar al fenómeno original: el conflicto, previamente penalizado por el le- 20. Ver supra Tabla 6. Delitos cometidos a nivel nacional por menores infractores durante el año 2003 y Primer Trimestre de 2004. 21. UNICEF, La Experiencia de la Justicia Penal Juvenil Salvadoreña.Primera edición, octubre 2000, San Salvador. Pág. 164. 22. GOES. Alianza por la seguridad. Gobierno de El Salvador, San Salvador, 1999. 20 gislador. Los conflictos, están condicionados por factores y configuraciones concretas que cada sociedad y espacio social dispone, los que los dota de originalidad. Por ello preferimos hablar de factores condicionantes de conflictos en lugar de causas. En este contexto, cuando se habla de factores condicionantes, aunque reconozcamos que dentro de ellos puedan existir una amplia gama de variables, la política criminal no puede ocuparse de aspectos que competen a otros sectores, por ejemplo, aunque dentro de muchas relaciones violentas o conflictos de tipo delictivo, existen personas con bajos niveles de educación, o cuando se dice que la situación de violencia afecta la salud mental de las personas, esto no quiere decir que la política criminal deba resolver lo que tiene que ver con la salud y educación, para eso hay políticas específicas. La política criminal se ocupa de la intervención directa en el conflicto y en sus factores condicionantes o efectos concomitantes más importantes. Para hablar de prevención desde la política criminal, hay que distinguir en dos niveles, en primer lugar, una concepción amplia de prevención, que incluye tanto al sistema penal como a otros actores no vinculados a éste, mientras que, el segundo nivel de prevención, serían las funciones específicas del sistema penal en este campo, es decir, prevención en sentido restringido. Al estado de estas nociones dedicamos los siguientes apartados. 3.1.1. PREVENCIÓN DE LA CRIMINALIDAD Y LA VIOLEN- CIA EN SENTIDO AMPLIO En El Salvador, en los últimos años se han dado algunos avances en el desarrollo de iniciativas de prevención desde el sector gubernamental, tales como la iniciativa de prevención social de la delincuencia y los programas de atención a la violencia juvenil, impulsados por el CNSP. Esta misma institución, había señalado en el pasado que la ausencia de planes de prevención era una de las principales debilidades de la gestión de la seguridad en El Salvador. A pesar de los avances, la prevención todavía tiene un sesgo en su enfoque que la coloca como algo marginal, desplazada por las acciones propiamente represivas de la política criminal. Los alcances y coberturas de las iniciativas gubernamentales son limitados territorialmente y presupuestariamente, así mismo, su capacidad para la gestación de estrategias de acción conjunta sostenida es débil, lo cual se ve agravado por las planificaciones fragmentarias entre las diversas organizaciones gubernamentales, que produce duplicación de esfuerzos, disputas de espacios, y mala inversión de recursos. Por otro lado, también no existen criterios claros sobre el desarrollo de labores preventivas, por ejemplo, la PNC, la FGR y otras instituciones del Estado, gestionan espacios en el sistema educativo para realizar algunas actividades relativas a prevención del consumo de drogas o de la violencia juvenil o temáticas similares, cuando esto debería formar parte o ser incluido como una tarea del sistema educativo. Una forma de intervención que incipientemente se desarrolla es la de participación de la municipalidad en materia de seguridad, lo que constituye una forma clara de prevención con la inclusión de actores no vinculados al sistema penal. 3.1.2. PREVENCIÓN DE LA CRIMINALIDAD EN SENTIDO RESTRINGIDO La idea del sistema penal como mecanismo de control formal reconoce el carácter represivo del mismo, pero su eficacia en materia de prevención de la criminalidad adolece de serios cuestionamientos, especialmente cuando el sistema penal orienta sus mecanismos de prevención a partir de finalidades intimidatorias. Las investigaciones criminológicas son las que más han cuestionado la idea de prevención fundada en la intimidación, pues supone una serie de hipótesis que no son comprobadas empíricamente23. A pesar de ello muchos estados, entre ellos El Salvador, formulan sus políticas a partir de modelos preventivos, justificados en el incremento de la delincuencia grave, el sentimiento de inseguridad de los ciu- 23. Entre ellas podemos mencionar: a) el hombre es un ser racional, b) el hombre es libre de elegir entre varias conductas, c) el hombre es un ser hedonista, atraído por el placer, pero teme el sufrimiento, por consiguiente puede ser intimidado por la amenaza de un dolor, d) el hombre aprende por la experiencia, e) todas las personas de un país conocen las leyes y las sanciones penales. Ver García Pablos, Criminología. Una introducción a sus fundamentos teóricos para juristas, Valencia, Tirant lo Blanch, 1996, 3° ed., Págs. 235-236. 21 dadanos, el bajo porcentaje de solución de los delitos y las repercusiones del delito en la sociedad24. Los “planes mano dura” son un ejemplo de políticas preventivas a partir de mecanismos represivos, sin embargo sus resultados son simbólicos al analizar las estadísticas de hechos delictivos. La noción preventiva es más grande que los parámetros construidos a partir del sistema penal, la mera disuasión o intimidación deja intactas las causas del delito, por lo que una prevención más amplia que pretenda atajar el fenómeno criminal desde sus raíces, debe contemplarse como una política de gestión o intervención de la conflictividad. Lo cual no es competencia exclusiva de las instituciones del sector justicia, sino de todas las instituciones estatales. Por ello la formulación de una política criminal de niñez y adolescencia no puede ser confundida con la necesidad de políticas de prevención, o mejor aún, de políticas de gestión de conflictividad juvenil, dado que la naturaleza y las acciones de las políticas son fundamentalmente distintas. Una política orientada a la niñez y adolescencia no puede ser formulada con la finalidad de disminuir los índices de criminalidad, sus objetivos son de mayor amplitud y cobertura como dar vigencia a los derechos contemplados por la Constitución. La formulación de una política de prevención fue encomendada en 1995, en el artículo 127 de la Ley del Menor Infractor, al otrora Ministerio de Justicia, a través de su Dirección de Política Criminal, cuyas funciones fueron asumidas por el actual Ministerio de Gobernación, sin que a la fecha se haya implementado esfuerzo alguno. Entre las funciones encomendadas se señalaban: a. Realizar investigación sobre la delincuencia juvenil; b. Analizar y proponer los programas para la ejecución de las medidas; c. Analizar y evaluar el sistema de justicia de menores y de las instituciones encargadas de ejecutar las medidas; y, d. Coordinar institucionalmente la política de prevención de la delincuencia juvenil. Mención especial requiere la recomendación del Comité de los Derechos del Niño25, sobre la necesidad de fortalecer la coordinación a toda escala para la aplicación de la Convención, designando un ente coordinador dentro de la estructura gubernamental con un mandato claro y con recursos adecuados para desempeñar sus funciones coordinadoras. Los esfuerzos en materia de coordinación interinstitucional ha sido desarrollado por la Unidad Técnica Ejecutiva, la cual desde su creación en 1996 ha realizado diversas actividades orientadas al diagnóstico e implementación de la jurisdicción de menores, sin embargo el esfuerzo ha sido discontinuo, prueba de ello es el abandono del comité interinstitucional del sector de justicia penal juvenil, creado en 1997 para el seguimiento y capacitación del proceso de menores. 3.2. LA CRIMINALIDAD Y VICTIMIZACIÓN EN EL SALVADOR A continuación se presenta un intento por recopilar diferentes fuentes de información disponibles que nos permitan establecer un bosquejo de diagnóstico sobre la situación de la criminalidad y la justicia en El Salvador. 24. Dichos argumentos son los mismos en todos los países que implementan este tipo de políticas. Ver Rico/Salas, Inseguridad ciudadana y policia, Madrid, Tecnos, 1988, págs. 170-171. 25. Naciones Unidas. Análisis de los Informes Presentados por los Estados Partes bajo el artículo 44 de la Convención de los Derechos Niño.Trigésima Sexta Sesión. CRC/C/15/Add.232, 4 de junio de 2004. Versión electrónica en http://www.unhchr.ch/ html/menu2/6/crc/doc/session36.htm. 22 Tabla 1. Comparación de delitos relevantes 1999-2003 Delitos Secuestro Privación de Libertad 1999 2000 2001 2002 2003 101 114 49 26 8 * * 32 412 439 Extorsión 535 508 315 374 283 Violación 640 778 791 842 838 Daños 1,484 1,895 1,825 1,539 1,729 Homicidios 2,270 2,341 2,210 2,018 2,172 821 832 * 47 25 * * 894 983 1,019 Robos 9,722 10,599 7,724 5,329 4,578 Hurtos 14,761 16,565 14,085 11,625 10,250 Homicidios culposos Hom. culposo por acc. de Tto. Robo de vehículos 1,861 1,701 1,602 1,869 1,528 Hurto de vehículos 3,483 4,564 3,464 3,069 2,689 Robo y hurto de Veh. c/mercadería 1,095 795 56 291 127 13 23 * 236 307 4,375 5,583 5,707 4,542 4,406 * 1,643 * 2,789 3,047 Amenazas 5,686 6,278 6,226 5,523 5,146 Otros 6,436 7,074 6,517 3,223 4,185 53,413 61,545 52,597 44,758 42,776 Apropiaciones indebidas Lesiones Lesiones culposas Totales Fuente: PNC varios años. Se observa en la tabla 1. una constante en la reducción en las denuncias de varios hechos delictivos. El decremento de las denuncias no implica necesariamente una reducción real de los delitos. En ese sentido es necesario contrastar la información con fuentes alternativas como las encuestas de victimización. De acuerdo con un seguimiento de los últimos cinco años de las encuestas del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la UCA, los niveles de victimización presentaban una tendencia a la disminución desde el año 1995 (V. Tabla 2) Tabla 2. Índices de victimización 1993-2003 según encuestas del IUDOP Año Índice 1993 34.3 1994 39.5 1995 n/a 1996 29.5 1997 31.1 1998 21.2 1999 23.4 2000 17.3 2001 16.1 2002 19.7 2003 16 IUDOP (varios años) 23 A pesar de la persistencia del sentimiento de inseguridad que ha justificado políticas de seguridad de tipo reactivo, este no se encuentra, necesariamente, acompañado en la realidad -a excepción de 2002- de un incremento en los niveles de victimización. Por su parte, el descenso de los niveles de victimización muestra poca coincidencia con el proceso de cambio de legislación penal, pues el punto más alto se coloca en 1994, cuatro años antes de que dicho cambio se suscitara, lo que desmitifica el difundido cliché acientífico que simplifica el problema de la violencia y la delincuencia a una supuesta “debilidad de las leyes”. Más bien, el descenso en las cifras de victimización encuentra múltiples explicaciones. El paulatino avance del proceso de pacificación y la consolidación de algunas instituciones como la PNC son algunos factores que ayudan a explicar el fenómeno de la reducción de los índices de victimización, pero tampoco son los únicos y deben investigarse. Los virtuales auges delincuenciales han afectado las esferas políticas26 y generaron un proceso de combinación de las políticas de seguridad con un proceso de reforma legislativa de endurecimiento penal y ampliación de facultades coercitivas de la policía. De esta manera se agregó a esta forma de gestión de la seguridad un componente normativo muy importante27 que llegaba a la Asamblea Legislativa por vía del Ejecutivo, de donde además, se han producido iniciativas como el Plan Mano Dura, las legislaciones antimaras, cuyo fundamento no se corresponde con los supuestos logros en materia de seguridad, ni con los datos de las encuestas de victimización. De acuerdo con los datos expuestos hay coincidencia en las tendencias entre las cifras de denuncias policiales y los índices de victimización para el año 2003. Es decir, en ambas fuentes hay una reducción respecto de 2002. Sin embargo, la consistencia de esta comparación no es contundente al hacer el mismo ejercicio en otros años. Por ejemplo, si se observa, el año 2000, fue el que acumuló mayor cantidad de denuncias, sin embargo en ese año se experimentó una importante caída en el índice de victimización, es decir, no hay correlación entre el supuesto incremento de denuncias y la victimización reportada. En 2002, se puede notar que tuvo menos denuncias que el año previo (15% de denuncias menos que en 2001. Ver Tabla 1) pero el índice de victimización lo colocó a más de tres puntos arriba del índice de victimización de 2001. En pocas palabras, en 2002 hubo menos denuncias, pero hubo más victimización que en 2001. Con la evidencia empírica presentada, se puede afirmar, con reservas, que 2003 experimentó una disminución general de la incidencia delictiva. Y en este sentido, es necesario establecer si existe relación entre el plan Mano Dura y esta reducción. Una hipótesis posible es que la mayor presencia y despliegue policial hayan favorecido la disminución de una serie de delitos. No obstante esa reducción genérica, supuestamente atribuible al plan Mano Dura, no se dio en delitos tan graves como el homicidio intencional, el cual cerró el año con un alza en comparación con el año 2002, el cual había sido el que menos homicidios reportaba en los últimos 4 años.28 En el último lustro, según estadísticas policiales, el homicidio intencional se ha mantenido por encima de los 2 mil casos anuales, en un promedio de 34.5 homicidios por cada 100 mil habitantes, de los cuales, según la PNC, un 70% serían cometidos con arma de fuego. Lo mismo puede decirse de los homicidios culposos por accidentes de tránsito, que tuvieron una tendencia al incremento en 2003 con respecto de 2002. Según estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS) la presencia de 10 homicidios por 26. Esta sensibilidad de las elites hacia el problema de la criminalidad se explica por la afectación directa de determinados delitos a sectores económicos importantes tales como el secuestro y el robo de mercadería importada. Martínez, Jaime. La policía en el Estado de derecho latinoamericano: estudio sobre El Salvador, Fundación Friedrich Ebert/FESPAD, San Salvador, 2002. Pág. 102. 27. Entre los años 1998 y 2002 se realizaron cerca de 190 reformas a los Códigos Penal y Procesal Penal. Véase: Martínez Ventura, Jaime y Marchelli, Xochilt. Reforma Penal y Acuerdos de Paz. FESPAD ediciones, 2002. Pág. 60. Los contenidos de estas reformas se orientaron básicamente al endurecimiento de penas, creación de nuevas figuras delictivas y a la ampliación de facultades policiales en materia de detención e investigación. 28. A más de dos meses de haberse iniciado el plan Mano Dura las autoridades de Gobernación planteaban la existencia de una ola de homicidios, la que según las autoridades necesitaba una legislación especial contra las maras. El Diario de Hoy, 09-10-03, Pág. 8. 24 cada 100 mil habitantes es suficiente criterio para clasificar a un país como violento. El promedio de homicidios de la región latinoamericana es de 28 homicidios por cada 100 mil habitantes y el índice de homicidios de El Salvador que hemos mencionado supera los 34 puntos, es decir, se coloca por encima de la media latinoamericana, que de por sí ya es muy alta de acuerdo con los datos expuestos. Esto indica que el índice de mortalidad continua siendo uno de los aspectos que debe tener mayor atención y que hasta el momento se presenta como una sensible debilidad de la política criminal y de seguridad ciudadana, que continua colocando a El Tabla 3. Delitos cometidos a nivel nacional por y primer trimestre de 2004 Salvador como uno de los países más violentos de la región latinoamericana. 3.3. L A CRIMINALIDAD ATRIBUIDA A LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA Habiéndose señalado las limitaciones en la recolección de datos estadísticos, a continuación se presentan datos básicos de la justicia penal de niñez y adolescencia, se debe tomar en cuenta que los datos referidos a los delitos cometidos por los menores de edad, es un indicador que reduce el fenómeno juvenil al ámbito jurídico, pero nos sirve como uno de los indicadores para establecer los niveles de violencia de los jóvenes. menores infractores durante el año 2003 Delitos por Bien jurídico protegido Total 2003 % a nivel nacional 2003 Total 1° Trimestre 2004 % Nacional 1° Trimestre 2004 Relativos al Sistema Constitucional y la Paz Pública 2,335 29.7 180 9.9 Relativos al Patrimonio 1,945 24.7 464 25.6 Relativos a la Integridad Personal 942 12.0 216 11.9 Relativos a la Libertad 696 8.9 152 8.4 Contra la Libertad sexual 612 7.8 121 6.7 Relativos a la Administración Pública 272 3.5 153 8.4 Ley Reguladora de las Actividades Relativas a las Drogas 238 3.0 131 7.2 Delitos Relativos a las Maras * 212 2.7 230 12.6 Relativos a la Vida 202 2.6 49 2.7 Faltas Relativas a la Vida, a la integridad y a la Libertad 127 1.6 26 1.4 Relativos a las Relaciones Familiares 60 0.8 12 0.6 Faltas relativas a las Maras * 48 0.6 14 0.7 Faltas relativas al Orden y la Tranquilidad Pública 34 0.4 15 0.8 Faltas Relativas al Patrimonio 32 0.4 1 0.05 Delitos Relativos a la Fe Pública 30 0.4 7 0.3 Relativos a la Administración de Justicia 28 0.4 7 0.3 Ley Especial para Sancionar Infracciones Aduaneras 17 0.2 11 0.6 Relativos al Honor e Intimidad 8 0.1 - - Relativos a la Ordenación del Territorio y Medio Ambiente 3 0.03 2 0.1 23 0.2 7,864 100 1,815 Otros Total 24 1.3 100 * Figuras delictivas derogadas Fuente: Elaboración propia con base en los datos proporcionados por la Fiscalía General de la República. 25 Durante el año 2003 los delitos relativos al Sistema Constitucional y la Paz Pública, representan casi el 30 % de la totalidad de hechos delictivos, en concordancia con la implementación de los planes “mano dura”, realizados por la Policía Nacional Civil, oficializados el 23 de julio de 2003, a través de prensa escrita y una cadena nacional de radio y televisión 29. Las capturas se realizaron por hechos delictivos tipificados como agrupaciones ilícitas (art. 345 CP), siendo el fundamento jurídico más importante de capturas por hechos delictivos, desordenes públicos (Art. 348 CP), Tenencia, Portación o Conducción Ilegal de Armas de Fuego (346-A CP), entre otros. Los delitos relativos al patrimonio representan el segundo lugar en importancia con un 24.7 por ciento, le siguen los delitos contra la integridad personal con un 12 por ciento; los relativos a la libertad y la libertad sexual representan un 8.9 y 7.8 por ciento respectivamente. En su conjunto los anteriores hechos representan el 83.1% de la totalidad de hechos delictivos realizados por menores de edad durante el año 2003. iniciaron un total de 1,815 casos contra menores infractores a nivel nacional. Considerando los hechos delictivos de adultos, los casos contra menores de edad representan el 5.8 por ciento del total de casos iniciados por la fiscalía. Durante el primer trimestre del 2004 los delitos relativos al patrimonio, representan la mayor frecuencia con un 25.6 por ciento, le siguen los delitos relativos a la Integridad Personal (por lo general lesiones) con un 11.9 por ciento; los delitos contra el Sistema Constitucional y la Paz Pública (asociaciones ilícitas, desordenes públicos, portación ilegal de armas de fuego o guerra) se presentan en el 9.9 por ciento de los casos; los relativos a la libertad (como amenazas y privación de libertad) se da en el 8.4 por ciento; los relativos a las Drogas se presenta en el 7.2 por ciento; y los delitos contra la Libertad Sexual en un 6.7 por ciento. Si bien los delitos relativos a las maras representan el 12.7 de los casos, se debe considerar la declaración de inconstitucionalidad de la Sala de lo Constitucional el 1 de abril de 2004. Durante el primer trimestre del presente año de acuerdo a la Fiscalía General de la República, se Tabla 4. Menores detenidos según rango de edad y regional de Fiscalía durante el año 2003 Regional o Subregional de Fiscalía San Salvador Soyapango San Miguel Nueva San Salvador Mejicanos Apopa Santa Ana Usulután Zacatecoluca Sonsonate Chalatenango Cojutepeque La Unión Ahuachapán San Vicente San Marcos San Francisco Gotera Sensuntepeque Total 12 – 15 años 249 216 166 157 159 115 127 99 91 87 68 86 56 52 47 59 49 27 1,910 16 – 17 años 652 542 434 468 387 269 199 253 229 169 153 138 141 132 115 100 97 49 4,527 No Responde 71 19 73 27 60 52 75 29 23 13 44 21 42 12 19 13 14 23 630 Total 972 777 673 652 606 436 401 381 343 269 265 245 239 196 181 172 160 99 7,067 % 13.8 11.0 9.5 9.2 8.6 6.2 5.7 5.4 4.9 3.8 3.7 3.5 3.4 2.8 2.6 2.4 2.3 1.2 100.0 Fuente: Elaboración propia con datos proporcionados por Fiscalía General de la República. Unidad de Estadísticas. 29. El Diario de Hoy, 24 -07-03, Pág 4. 26 A diferencia de otros sectores de la problemática criminal, la justicia penal juvenil salvadoreña posee diferentes investigaciones, elaborados por distintos organismos no estatales, entre ellos podemos mencionar: “Temas sobre la Ley del Menor Infractor” elaborado por FESPAD en el año 2002; “Justicia Penal Juvenil Salvadoreña. La experiencia desde los operadores” promovido por UNICEF durante el 2001; “Informe Anual Sobre la Justicia Penal Juvenil. El Salvador 2003”, elaborado por FESPAD; “Derechos Humanos de la Niñez y la Juventud. Enero 2004” presentado por la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos. Tal y cómo se estructura el sistema de administración de justicia penal de acuerdo con el diseño procesal, existe un esquema escalonado de atención de la demanda de justicia. El primer nivel es el relativo a la recepción de denuncias o inicio de oficio de acciones penales por la comisión de ilícitos. La Fiscalía General de la República concentra, en esta etapa, la dirección de las investigaciones y el ejercicio de la acción del universo de hechos conocidos, haciendo una división inicial entre casos que se llevan a conocimiento judicial (judicializados) y aquellos que según la normativa, no superan esta etapa, los cuales son objeto de archivo administrativo. Algunas investigaciones estudian aspectos puntuales de la problemática, entre ellas: “Centros de Resguardo de Menores de Edad en El Salvador”, elaborado por Sarah H. Rackley a través de FESPAD; “Estado y situación de los/las jóvenes en conflicto con la ley al interior de los Centros Reeducativos, desde su propia perspectiva”, elaborado por el Departamento de Psicología de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” durante el año 2003. Posteriormente, en etapa judicial, los casos ingresados pueden ser objeto de una facultad discrecional sobre la acción penal por parte de la Fiscalía (criterio de oportunidad, desestimación) u objeto de una salida alterna (conciliación, suspensión condicional del procedimiento), pueden ser excluidas del sistema por vía de sobreseimientos provisionales o definitivos o llegar a juicio y en esa instancia resolver sobre la inocencia o culpabilidad de los justiciables. 3.4. RESPUESTAS Los datos presentados permiten apreciar la variación proporcional entre los casos ingresados y su depuración en el desarrollo del proceso penal. Como se puede observar, la cantidad de casos que la FGR efectivamente judicializa corresponde a algo más del 40% de las denuncias o casos que conoce. Lo cual resulta hasta cierto punto comprensible, dada la dificultad de atender y resolver una importante cantidad de delitos de bagatela que saturan la FGR. INSTITUCIONALES: LA JUSTICIA PENAL Uno de los aspectos de análisis del funcionamiento de la justicia penal tiene que ver con la capacidad de gestión de la demanda social a la que es sometida, es decir, como organiza su trabajo de cara, en primer lugar, al universo de casos que recepta y, posteriormente, de cara al logro de resolución jurídica de estos. Tabla 5. Evolución procesal de casos recibidos por la FGR enero-noviembre 2003 Categoría Cantidad Porcentaje Global Porcentaje según casos judicializados Ingresos (casos iniciados) 94,912 100% – Casos judicializados (requerimientos) 39,178 41.28% 100% Casos llevados a audiencia preliminar 4,615 4.86% 11.78% Casos llevados a juicio 1,729 1.82% 4.41% Fuente: construcción propia con datos de la Fiscalía General de la República (2003) 27 Lo que es observable en la tabla 5 es que la cantidad de juicios en comparación con los casos judicializados, representa un 4.41%, cantidad en sí que resulta pequeña al no superar el 5%. Mucho mayor es la diferencia proporcional entre el número de juicios y la totalidad de casos conocidos de la que apenas representa un 1.82%. Los datos presentados, no dan cuenta del número de condenas y absoluciones aplicadas en los casos, que podrían indicar, la solidez de los casos llevados hasta juicio por la FGR. A través de la prensa escrita, citando fuentes de la FGR, revelaba que de un total de 2,073 vistas públicas, en un 1,013 (48.9%) había logrado sentencia condenatoria30. Lo que puede ser considerado un bajo nivel de efectividad, considerando que los casos que se llevan a juicio son aquellos con mayores elementos y evidencias para probar la hipótesis punitiva. En consecuencia, el elevado número de absoluciones, que en 2003, superaron el 50%, indica que la calidad de los casos llevados hasta juicio era débil y que en comparación con años anteriores, la FGR estaría perdiendo eficiencia en el logro de resultados efectivos en los casos que lleva hasta juicio. A lo que se debe de sumar el hecho que muchos de esos casos pudieron tener una salida diferente al juicio en etapas previas del proceso, los cuales, al ser absueltos, además del costo económico y humano de llevarlo hasta juicio, la víctima no recibe respuesta alguna. 3.5. DEFICIENCIAS EN EL FUNCIONAMIENTO INSTITUCIONAL DE LA JUSTICIA PENAL DE LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA 3.5.1. INSTITUTO DE DESARROLLO INTEGRAL ÑEZ Y ADOLESCENCIA DE LA NI- para la administración, el cual fue incumplido de una u otra forma, argumentado deficiencias o vacíos legales, o bien, tratando de delegar responsabilidad en otros actores como las municipalidades. Como ejemplo tenemos la no asunción de responsabilidad del ISNA para la creación de Centros de Resguardos para jóvenes detenidos administrativamente, generando constantes diferencias con las alcaldías y policía respecto a la custodia de la niñez y adolescencia. Es importante señalar que la implementación del sistema penal de adultos de 1998 fortaleció la implementación del debido proceso de menores infractores, al clarificar algunas de las instituciones procesales y el rol de los actores de la justicia penal minoril; sin embargo, el ISNA no implemento cambios administrativos que le facilitaran el desarrollo de programas a nivel nacional, permitiendo establecer mecanismos coordinados de inserción o generación de oportunidades para los jóvenes en conflicto con la ley, obligando a los equipos multidisciplinarios de los tribunales de menores y de ejecución de medidas al menor, asumir esfuerzos para generar dichos programas de inserción, especialmente en los casos de ejecución de medidas en medio abierto. Para el 2004 persiste el deterioro de los derechos de la niñez en detención administrativa, por la ausencia de centros de resguardos adecuados; persiste la ausencia de políticas de estado para la elaboración de programas adecuados de inserción para los jóvenes en ejecución de medidas en medio abierto y privados de libertad; no existe un componente administrativo encargado de vigilar y ejecutar las medidas socioeducativas, distintas al internamiento, impuestas por los jueces de menores. 3.5.2. POLICÍA NACIONAL CIVIL La organización y el diseño de las instituciones de la justicia penal juvenil resultó ser el componente más deficiente, en especial aquellas de naturaleza administrativa como el ahora denominado Instituto de Desarrollo Integral de la Niñez y Adolescencia (ISNA). La entrada en vigencia de la Ley del Menor Infractor31 estableció un programa de acción La vigencia de la ley orgánica de la Policía Nacional Civil en el 2001 permitió en términos operativos, una verticalización de la corporación policial, a través del debilitamiento de los mecanismos de control administrativo, abriendo espacios para el diseño e implementación de políticas de seguridad pú- 30. Veáse: El Diario de Hoy, 23-12-03, Pág. 10. En informes de labores de la FGR se daba cuenta de índices mayores de condenas que promediaban entre el 55 y 60%. Véase: Fiscalía General de la República, Memoria de Labores. Junio 2000- mayo 2001, documento oficial. San Salvador, 2001. También Memoria de Labores. Junio 2001- mayo 2002, documento oficial, San Salvador, 2002. 31. Ahora denominada Ley Penal Juvenil. 28 blicas, acordes a las necesidades políticas-partidarias coyunturales. Esta conversión de las metas de la política pública en metas de la política general se realizó en desmedro del marco constitucional y los derechos humanos de la niñez y adolescencia, prueba de ello fueron los planes “Mano Dura”, implementados durante el 2003. Tales acciones fueron señaladas en el informe del 4 de junio del 2004, por el Comité de los Derechos del Niño, como acciones “contrarias a la Convención”, expresando su preocupación por las medidas adoptadas bajo el plan denominado “Mano Dura”, así como la vigencia de la Ley Antimaras, y la Ley para el combate de las actividades delincuenciales de grupos o asociaciones especiales. El Comité se pronunció en contra del elevado número de niños y niñas que han sido detenidos como consecuencia de los planes y leyes anteriores, lamentando la falta de políticas sociales y educativas, para hacer frente a los problemas de participación de la niñez en las maras y a la violencia entre los adolescentes. La no conformidad con la Convención provocó la recomendación de derogación de la segunda Ley Antimaras (Ley para el combate de las actividades delincuenciales de grupos o asociaciones especiales), especialmente por el aumento artificial de casos fundamentados en delitos relativos al Sistema Constitucional y la Paz Pública (agrupaciones ilícitas, desordenes públicos, tenencia o conducción ilegal de armas de fuego)32. Se debe reconocer que los funcionarios de la policía tienen una percepción negativa de la justicia penal juvenil por su naturaleza preventiva especial, siendo objeto de una discriminación negativa. Las unidades operativas en el área de seguridad pública, las unidades especializadas (justicia penal juvenil), y las unidades disciplinarias (control e inspectoría), demuestran un desconocimiento muy pronunciado en el respeto de los derechos y garantías de la niñez y adolescencia, provocando muchas veces la vulneración de sus derechos. Asimismo existen directrices institucionales generadoras de arbitrariedades, por ejemplo, al establecer metas numéricas en la captura de menores de edad, las cuales se estimulan por los días de licencia concedidas a los y las policías. 3.5.3. ACTORES DEL PROCESO PENAL JUVENIL No existe especialización de defensores públicos (o procuradores de menores) para los casos de adolescentes en conflicto con la ley penal, siendo distribuidos de igual forma que los casos de adultos, generando un desmedro en la calidad de la defensa técnica de menores. La Procuraduría General de la República es una de los grandes ausentes dentro de la discusión de la justicia penal juvenil. La Fiscalía General tampoco cuenta con fiscales especializados a nivel nacional (excepto en la fiscalía central y en la fiscalía regional del municipio de Soyapango), tampoco existe estabilidad en el conocimiento de casos de menores infractores, siendo trasladados frecuentemente a otras unidades, perdiendo con ello la especialidad de la justicia penal juvenil. La falta de especialidad de sus miembros se refleja al momento de la formulación de propuestas, no comprendiendo las específicas garantías de la infancia. El proceso de menores es una de las fortalezas de la justicia penal juvenil, sin estar exento de problemas. Se requiere de una redistribución de las competencias de los tribunales de menores en base a la carga de trabajo, y las necesidades específicas de cada localidad. En general los actores instituciones no deben considerar la jurisdicción de menores como secundaria o de castigo para aquellos fiscales con problemas disciplinarios dentro de la institución, requiriendo de amplia y constante capacitación, así como manuales de acción para dirigir las específicas necesidades del área. 3.6. PERSONAS PRIVADAS 3.6.1. EL DE LIBERTAD SISTEMA PENITENCIARIO DE ADULTOS Una de las características que define el sistema penitenciario salvadoreño es su constante saturación e incumplimiento de los fines para los que constantemente ha sido establecido. Como resultado de las decisiones de política criminal y seguridad ciudadana adoptadas en el pasado reciente, estas características se han visto agudizadas a niveles extremos. 32. Ver supra. Tabla 6. Delitos cometidos a nivel nacional por menores infractores durante el año 2003 y primer trimestre de 2004. 29 El número de personas privadas de libertad en El Salvador se ha incrementado considerablemente en los últimos cinco años. Entre 1998, año en que entraron en vigencia las nuevas leyes penales, y diciembre de 2003, la población penitenciaria creció de 6,969 a 11,451 personas privadas de libertad, lo que representa un aumento del 64% en relación con diciembre de 1998, lo cual se ha traducido en un grave problema de hacinamiento. La capacidad total de los centros penales es de 7,132 personas, mientras que el total de presos y presas es más de 12 mil, resultando un excedente de 5 mil personas, es decir, una sobrepoblación general de 60%. Este porcentaje podría ser más alto ya que, según la Procuraduría Para la Defensa de los Derechos Humanos, no todas las instalaciones reportadas por la Dirección General de Centros Penales funcionan completamente, calculándose que la capacidad real es de 6,000 personas;33 de este modo, la sobrepoblación aumentaría en más de diez puntos a 72%. Esta circunstancia que puede deberse a dos factores principales: la instalación y funcionamiento de la nueva normativa cuya celeridad habría incrementado la capacidad del sistema de emitir condenas, pero también a las constantes reformas a la legislación penal que han ampliado la capacidad de captación de personas por el sistema, además por las reformas que establecen usos automáticos de la detención provisional, el incremento de penas o la eliminación de beneficios penitenciarios o dificultad burocrática para su obtención. Por otro lado, otro aspecto a evaluar es la mora judicial para la celebración de juicios que ha afectado a los tribunales de sentencia de lo penal y que ha dilatado la resolución de una importante cantidad de casos. Con estos datos, El Salvador tenía en 2003 una tasa de encarcelamiento de aproximadamente 173 personas por cada 100,000 habitantes34. Si a esta cifra se suma un estimado de 1,000 personas, entre mayores y menores de edad, que en promedio son detenidas mensualmente en las celdas de la policía, más un promedio de 400 jóvenes o adolescentes en los centros de internamiento para menores de edad35, la tasa se incrementaría a 194 personas privadas de libertad por cada 100,000 habitantes. Es importante destacar el rápido incremento entre diciembre de 2003 y agosto de 2004 en seis puntos, aumentando la tendencia al crecimiento del año previo. Tabla 6. Personas privadas de libertad (adultos) por condición jurídica y por sexo, de 1998 a 2004* Condenadas Año Procesadas Subtotal H M H M H 1998 1,485 38 5,133 313 1999 2,047 133 4,488 2000 3,350 185 2001 4,218 2002 Hombres procesados % Mujeres pr ocesadas % M Total 6,618 351 6,969 78% 89% 246 6,535 379 6,914 69% 65% 4,000 285 7,350 470 7,820 54% 60% 249 4,909 338 9,127 587 9,714 54% 65% 5,303 261 5,097 394 10,400 655 11,05 5 49% 60% 2003 6,606 331 4,216 298 10,822 629 11,45 1 37% 47% 2004* 7,172 322 4,289 334 11,461 656 12,11 7 37.42% 50.91% *Datos al 16 de agosto de 2004. Fuente: Elaboración propia con base en los datos proporcionados por Ministerio de Gobernación. Dirección General de Centros Penales. Departamento de Registro y Control Penitenciario. 33. V. Procuraduría Para la Defensa de los Derechos Humanos. “La situación de las personas privadas de libertad en El Salvador”. Documento Ejecutivo preparado para la Honorable Comisión de Justicia y Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa. En Recopilación de Resoluciones e Informes Especiales. Enero-Diciembre 2002, San Salvador, Pág. 440 34. Según el documento Proyección de Población El Salvador 1995 – 2025, de la Dirección General de Estadísticas y Censos (DIGESTYC) del Ministerio de Economía, la población de El Salvador para el año 2003, se estima en 6,638,200 habitantes, mientras que según la Dirección General de Centros Penales, del Ministerio de Gobernación, la población penitenciaria al 31 de diciembre de 2003 era de 11,451 personas privadas de libertad. 35. V. FESPAD. Temas sobre la Ley del Menor Infractor. Versión completa. FESPAD ediciones, San Salvador, 2002, páginas 19 y 20. 30 Tabla 7. Privados de libertad por cada 100 mil habs. 1998-2004* Año Población ES Privados de Libertad Proporción por c/100 mil habs. Incremento respecto año previo 1998 6,031,326 6,969 116 – 1999 6,154,079 6,914 112 -4 2000 6,272,353 7,820 125 +13 2001 6,428,672 9,714 151 +26 2002 6,517,798 11,055 170 +19 2003 6,638,200 11,451 173 +3 12,117 179 +6 2004* *Datos al 16 de agosto de 2004 Fuente: construcción propia con datos de la Dirección General de Estadísticas y Censo. Ministerio de Economía (varios años). Destaca en las tablas el hecho de la reducción de las personas presas en espera de juicio, situación que ha progresado positivamente en lo últimos años. Sin embargo, los datos en esta materia desagregado por sexo, indican que este progreso no es equivalente en las mujeres privadas de libertad, cuya condición es mucho más vulnerable en el sentido que muchas de ellas son cabezas de familia o enfrentan situaciones de maternidad en privación de libertad. 3.6.2. CENTROS DE INTERNAMIENTO Según informe del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (ISNA), a junio de 2004 había 346 jóvenes presos de los cuales el 74.85% se encuentran con sentencia condenatoria; el 24% de la población se encuentran bajo la condición de detenidos en espera de la audiencia de juicio y el 1.15% se encuentran en los centros de resguardo. Tabla 8. Niñez y adolescencia privados de libertad en Centros Reeducativos CENTROS DEFINITIVO PROVISIONAL REEDUCATIVOS FISCALÍA TOTAL RESGUARDO El Espino 46 17 --- 63 Tonacatepeque 99 18 4 121 Ilobasco, sector masculino 76 37 --- 113 Ilobasco, sector femenino 11 11 --- 22 Centro alternativo para infractores Cojutepeque 27 --- --- 27 259 83 4 346 TOTAL Fuente: Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y Adolescencia (ISNA), datos hasta el 8 de Junio de 2004. 31 De acuerdo a un estudio regional de la organización Defensa de Niñas y Niños Internacional (DNI)36, El Salvador presenta diversas situaciones que vulneran los derechos de la Niñez, conforme a la Convención sobre los Derechos del Niño, entre ellas podemos mencionar: • En los centros de internamiento los adolescentes están privados de libertad con adultos (mayores de 18 años). • No se atiende adecuadamente las enfermedades y las necesidades odontológicas, no se les provee de medicamentos. • La utilización de esposas para trasladar personas enfermas a hospitales. Las celdas de aislamiento, los maltratos físicos y psicológicos. • Las personas entrevistadas manifiestan no participar o dicen que no existen actividades de esparcimiento, juegos o actividades, recreativas, culturales y artísticas. Faltan bibliotecas o se encuentran en mal estado. Se carecen de espacios de tiempo más amplios para actividades deportivas. • La alimentación es poca, de regular calidad, de regular higiene y variedad. • Los dormitorios, baños, sanitarios y celdas se encuentran en mal estado. • Una parte no asiste a la escuela, y falta un programa sólido de formación profesional y laboral con suficientes materiales y equipos. Junto a las anteriores dificultades debemos agregar la deficiente formación de los operadores dentro de los centros de internamiento, para ello es necesario hacer énfasis en los procesos de selección y contratación de los especialistas, sin dejar de mencionar los deficientes programas de reinserción que no responden a las necesidades de cada persona, por ello se debe optar por la optimización de recursos a través de programas en libertad en coordina- ción con la comunidad, que potencien las salidas alternas y técnicas de mediación. La importancia de la problemática administrativa se vio reflejada, en las discusiones para la aprobación de las reformas de la ahora denominada Ley Penal Juvenil, reconociendo la necesidad de estipular claramente la responsabilidad del ISNA, para el respeto de los derechos de las personas privadas de libertad durante la detención administrativa (artículo 58 inciso segundo), así como la necesidad de crear centros intermedios para las personas que hayan cumplido los dieciocho años, que requieran un tratamiento especializado o que su permanencia en el centro implique un perjuicio para los menores de edad37. 4. Planificación A pesar de la existencia de proyecciones gubernamentales y grandes líneas oficiales sobre política criminal y seguridad ciudadana38, el trabajo de las diversas instituciones, en la práctica, es fragmentado, disperso y en ocasiones, hasta contradictorio39. En este sentido, existe muy poca articulación de iniciativas colectivas pensadas en términos de economía a escala, es decir, con un apoyo de las especialidades de diversas instituciones en proyectos, cuya gestión tenga un carácter interinstitucional y multidisciplinario. Un problema o ausencia fundamental ha sido la ausencia de una cabeza política visible que asuma la responsabilidad de la gestión de la política criminal y de seguridad, de esta manera, se favorece la fragmentación de esfuerzos y visión global del trabajo gubernamental es muy reducida. Es una necesidad básica el hecho que a la par de una propuesta o iniciativa de política pública, haya a la par un gestor político, encargado de establecer acuerdos que la hagan viable y de ser un referente 36. Defensa de Niños y Niñas Internacional, sección Costa Rica, Diagnóstico regional sobre las condiciones de detención de las personas adolescentes en las cárceles de Centroamérica. Primera edición, San José 2004. Pág. 79. 37. Decreto Legislativo N° 395, del veintiocho de julio de 2004, publicado en el Diario Oficial N°143. Tomo 364, del 30 de julio de 2004. 38. Véanse: GOES. Alianza por la Seguridad. Gobierno de El Salvador, San Salvador, 1999 y GOES. País seguro. Gobierno de El Salvador, San Salvador, 2004. 39. Ha sido evidente la existencia de contradicciones entre funcionarios sobre aspectos de política criminal, por ejemplo, importantes titulares del Órgano Ejecutivo, incluído el entonces Presidente Flores, negaron su apoyo a las propuestas del Consejo Nacional de Seguridad Pública y Policía Nacional Civil para restringir la circulación de armas en manos de la ciudadanía. También en el marco del Plan Mano Dura y la Ley Antimaras, existieron divergencias substanciales entre el presidente del CNSP y la línea adoptada por el Presidente de la República y la PNC. 32 para el público. Pese a un proceso de fusión ministerial entre 1999 y 2001 que dio vida al actual Ministerio de Gobernación y le dio a este el control de las funciones de seguridad y del sistema penitenciario, esta cartera no ha tenido en el pasado reciente preponderancia como actor político en la gestión de política criminal y en la representación de esta ante la sociedad. Otra de las principales debilidades en materia de gestión de la criminalidad, derivada del problema señalado en los párrafos anteriores, es la ausencia de una instancia encargada de las tareas de análisis, estudio, evaluación y gestación de política criminal de manera amplia, pese a existir intentos por establecer este tipo de mecanismos. Un primer ejemplo fue la denominada Dirección de Política Criminal del Ministerio de Justicia, creada en 1996. Dicha Dirección se constituyó como un esfuerzo por generar un espacio de recolección de información y análisis de la situación de la criminalidad en el país, pero sin embargo, sus alcances estaban limitadas por el hecho de que dependían de la obtención de información de otras fuentes institucionales, muchas veces de precaria calidad o de difícil obtención por factores burocráticos o políticos. Dentro de su decreto de creación como en su planificación operativa, se destacaba el dato de que la Dirección serviría como una entidad encargada de dictar líneas rectoras a otras instituciones e incluso, de dar orientaciones de “políticas sociales”, para prevenir y tratar el fenómeno criminal. Pese a la amplitud y vaguedad de su mandato, el planteamiento originario era bueno, pues contemplaba la necesidad de integrar información, la necesidad de basamento técnico para la adopción de decisiones, favorecer aspectos alternativos a la intervención exclusivamente represiva y de plantear la necesidad de criterios integradores de la actuación interinstitucional. Además, partía de criterios básicos de formulación de políticas públicas, tales como el diagnóstico, planificación e implementación Sin embargo, había problemas que este diseño planteaba, los cuales eran la inexistencia de mecanis- mos interinstitucionales de planificación y la ausencia de participación ciudadana en los procesos. Tampoco se preveían la existencia de mecanismos de control y evaluación permanente de los resultados. Un débil presupuesto de funcionamiento y falta de apoyo político, terminaron por anular los alcances de ésta Dirección40. La ausencia o debilidad de los procesos de establecimiento de diagnósticos y líneas de base, debilitan las posibles planificaciones o limitan sus alcances. Como ejemplo, podemos tomar las líneas establecidas en el plan del Gobierno de la administración del Ejecutivo 1999-2004, en el documento Alianza por la Seguridad. En el campo de la Seguridad Pública, este plan de gobierno, proponía tres objetivos estratégicos: • Disminuir los índices delincuenciales. • Fomentar la participación ciudadana. • Promover el bienestar policial41 Pese a que se presentaron tres objetivos estratégicos, las metas pretendidas que se consignaron en el informe solamente se refieren al primero de ellos, es decir, a la reducción de delitos, en términos cuantitativos, además se debe destacar que tal como se ha señalado con anterioridad, el abordaje del problema se hace de manera reducida desde la categoría “delito” sin mayores matizaciones. Posteriormente, en las metas trazadas se ofrecían la reducción de índice de delincuencia violenta en un 50% en el lapso de tres años y la reducción del índice general de delitos en un 60% en el mismo período. Así como también, reducir la actividad del crimen organizado en un 50% en dos años. Estas metas propuestas fueron consideradas simplistas y poco realistas42 lo cual condicionaba de manera substancial la ejecución de la política propuesta. La conversión de las metas de la política pública en metas de la política general, generó un esquema que favoreció la reacción policial y su acción en el campo represivo, pero que dejó de lado, las labores preventivas en sentido amplio, es decir, las diferentes a las labores policiales, con apoyo de otras instituciones en estos campos, con excepción del 40. La Dirección de Política criminal, fue disuelta luego de un proceso de fusión ministerial realizado por la Administración Flores en 2001. En alguna medida esto demostraba la poca importancia o utilidad que el gobierno otorgaba a este tipo de instancias. 41. GOES. Alianza por la Seguridad. Gobierno de El Salvador, San Salvador, 1999. Pág. 4. 42. Amaya Cóbar, Edgardo. “Politicas de seguridad en El Salvador 1992-2002”, material inédito, producido para el Mexico Project, Latin american studies institute, Georgetown University, 2003. 33 Consejo Nacional de Seguridad Pública, que sí desarrolló procesos de prevención, pero de alcances limitados43. Uno de los efectos perversos de esta conjunción de metas y favorecimiento de la reacción policial, fue la adopción de criterios de evaluación del trabajo basados en indicadores cuantitativos (capturas realizadas, reducción de delitos) y no cualitativos, de tal manera, que para satisfacer las exigencias laborales, jefaturas policiales adecuaron sus formas de trabajo al cumplimiento de lo requerido, en algunos casos, estableciendo cuotas de detenciones o en otros casos, alterando los resultados estadísticos de su localidad, para evitar ser objeto de señalamientos por su rendimiento. No obstante la idea de reducir índices delincuenciales, el impulso de propuestas legislativas creadoras de nuevas figuras delictivas o de ampliar facultades de captura, simplemente contribuyó a aumentar las posibilidades de incrementos delictivos en términos estadísticos, lo cual afectaría el cumplimiento o verificación de la meta. Es decir, los procesos de trabajo político no eran coherentes con los procesos de planificación original. to disperso de esta instancia. De esta manera, no existe una clara relación coherente entre el funcionamiento de seguridad pública, manifestado en el creciente número de capturas44, la saturación e incapacidad de atención del sistema penitenciario a los internos y el proceso de promoción de legislaciones que amplían las facultades de captura y las variables delictivas. Un ejemplo más de esta dispersión y falta de coherencia se encontraba en las labores del Consejo Nacional de Seguridad Pública. Paradójicamente el CNSP, a pesar de ser el organismo creado para asesorar al Presidente en materia de seguridad pública ha sido excluido en la toma de trascendentales decisiones, al grado de tener serias desavenencias con las acciones gubernamentales para el caso de la implementación del plan Mano Dura y la Ley Antimaras, pues según reiteradas declaraciones, el entonces presidente del Consejo manifestó estar en total desacuerdo con la ley pues se prestaba a arbitrariedades45, incluso señaló que esta acción iba en contra de su plan de trabajo de rehabilitarlos.46 5. Mecanismos de evaluación Otra característica de los últimos años en materia de política criminal ha sido su carácter fragmentario, esto, incluso cuando se han llevado a cabo fusiones ministeriales que agrupan gran parte de las competencias del Ejecutivo en materia de seguridad y justicia. El Ministerio de Gobernación (en adelante MG) fue creado el 18 de diciembre del año 2001 a través del Decreto Ejecutivo número 124, que integró dentro de este nuevo ramo estatal lo que antes era el Ministerio del Interior y el Ministerio de Seguridad Pública y Justicia. Según las autoridades esta reforma respondía al afán de establecer una estrategia de combate a la delincuencia que de forma integral y conjunta recogiera los aportes que puedan provenir de las áreas de seguridad pública, seguridad ciudadana y seguridad jurídica. Sin embargo, pese a los objetivos formales de integración, la práctica ha evidenciado un funcionamien- Tal como ha sido planteado, la ausencia de diagnósticos exhaustivos, globales, los procesos fragmentarios de planificación e implementación de iniciativas afectan la existencia de mecanismos de evaluación generales. Además, la diversidad de criterios de trabajo no permiten la existencia de criterios integrados de “éxitos” o logros. Ciertamente, algunas instituciones como la PNC o el CNSP tienen mecanismos propios de evaluación de sus actividades tales como las reuniones de EFICACIA de la institución policial o las evaluaciones que imponen la misma dinámica de la ejecución de proyectos, en el caso del CNSP. Sin embargo, estas evaluaciones se encuentran condicionadas porque son hechas por el mismo ejecutor, en consecuencia sus alcances se ven afectados por la parcialidad y criterios propios de trabajo y no por criterios valorativos alternativos que podría tener un observador externo. 43. FESPAD, Estado de la seguridad pública y la justicia penal. Julio 2002-Diciembre 2003. FESPAD ediciones, San Salvador, 2004. 44. Ibid. 45. La Prensa Gráfica, 24-08-03, Págs. 8-9 46. La Prensa Gráfica, 25-07-03, Pág. 12. 34 Sin embargo, aunque no existan para todos los casos, procesos participativos de evaluación, debe decirse que existe una amplia participación de organismos de sociedad civil, de diversa índole, que estudian y evalúan el desempeño institucional desde sus particulares perspectivas, a través de estudios o informes sobre seguridad pública, criminalidad, violencia, justicia penal juvenil, etc. Pero dichos ejercicios encuentran en el camino dificultades de acceso a la información, sea por su inexistencia o precariedad u en ocasiones a la falta de atención institucional. Por lo anterior, no existe una evaluación integral de todas las acciones político criminales que el Es- tado implementa, lo que tiene amplias repercusiones en variados sentidos, el más previsible es en materia económica, pues no se tiene una visión del costo económico y de la efectividad de las políticas adoptadas. Por ejemplo, una aspecto necesario de medición en términos económicos es el costo que implica la ejecución de planes al estilo Mano Dura y contrastarlo con sus resultados. Otro aspecto de esta evaluación fragmentaria es la pérdida de información y visión sobre qué es lo que resulta, cuáles medidas son más efectivas que otras. Finalmente, las evaluaciones con poca información tienden la generalización de sus resultados, invisibilizando los requerimientos específicos de apoyo de zonas o sectores. 35 36 III. PROPUESTA DE UNA POLÍTICA CRIMINAL PARA EL SALVADOR Una vez establecido un marco de referencia sobre lo que significa la comprensión de la política criminal cómo una política pública de adultos y de menores de edad, y los requisitos que cómo ésta debe cumplir, así como un acercamiento a la situación actual de la política criminal actual, se cuenta con suficientes elementos para trazar una serie de lineamientos de acción para una política criminal unificada y comprensiva. En el estado actual de las cosas, la política criminal no puede ser considerada exclusivamente una política de gobierno, sino, una política de estado, es decir, un amplio acuerdo que busque el apoyo de los diferentes actores de la vida nacional, y cuyo cumplimiento y alcance no se encuentre limitado a un periodo presidencial, sino que sea un proceso de larga duración y permanencia. En este sentido, la concepción de la política criminal no puede limitarse a un sector exclusivo del entramado institucional, sino que debe representar un proyecto articulado y con compromisos básicos para funcionar de manera coherente entre multiplicidad de actores, tanto del sistema penal como otros fuera de éste. • Percepción sobre la situación del país y la localidad en materia de violencia y delincuencia (inseguridad subjetiva) • Conocimiento y evaluación sobre acciones gubernamentales y locales para tratar la problemática de la violencia y la delincuencia. • Percepción de los factores de riesgo, propuestas de atención o demandas de servicios. De la misma manera, en el ámbito de la prevención del crimen y la violencia, se deben potenciar investigaciones sistemáticas y creación de variables e indicadores sobre aspectos relativos a los aspectos condicionantes de la violencia y delincuencia que permitan afinar estrategias de intervención47 e incorporar las recomendaciones de dichos estudios a las políticas públicas. En todo caso, debería revisarse la abundante producción que sobre estos temas se ha hecho en los últimos años en El Salvador. La adopción de planes de prevención o de intervención sobre aspectos claves, también deben partir del establecimiento de análisis y construcción de información que permita conocer sus avances y logros. 1. Producción de información La formulación de toda política necesita de insumos indispensables que solo pueden ser obtenidos a través de procesos sistemáticos de construcción de información adecuada para el conocimiento de la realidad que se pretende intervenir. En este sentido, una de las debilidades detectadas en materia político criminal es la diversidad y falta de coherencia en la construcción de información sobre el delito, la violencia y las respuestas institucionales. Por otra parte, es necesaria la reflexión sobre la base de indicadores no solo cuantitativos sino también cualitativos, como la percepción y satisfacción del público sobre las respuestas institucionales, los niveles de victimización y percepción de inseguridad. Esto puede hacerse mediante la aplicación de encuestas de victimización aplicadas de manera sistemática, preferiblemente en periodo de un año. Algunas de las variables deben ser: • Vivencia personal o grupal de la delincuencia y la violencia • Nivel socioeconómico de la víctima • Contactos institucionales a raíz de la vivencia de la delincuencia o la violencia (acceso a la justicia, interés, credibilidad) En este campo preventivo debe entrar en juego el análisis de variables demográficas y sociales como por ejemplo: • Zonas críticas y densidad poblacional • Población. Rangos etarios, géneros, ocupación, educación, nivel económico. • Acceso a servicios estatales y municipales (Salud, agua, educación, vivienda, policía, justicia, centros de mediación, etc.) • Cifras delictivas registradas en la zona. En el plano de la intervención del sistema penal en materia de represión se propone la creación de un sistema unificado de información sobre el delito que surja de la revisión y corrección de las diferencias institucionales en la recolección de datos, que permita tener una perspectiva amplia y detallada de la problemática criminal. Este sistema de información debe además medir la calidad de las respuestas institucionales y su evolución, por lo que es conveniente la creación de una metodología de seguimiento de datos que permita conocer la eficiencia institucional en la respuesta a estas demandas sociales. Una forma de aprovechar 47. PNUD. Prevención y control del crimen y la violencia en El Salvador. Lineamientos estratégicos. PNUD, San Salvador, 2004. 38 recursos institucionales existentes, puede ser la incorporación de la Dirección General de Estadísticas y Censos (DIGESTYC) como entidad unificadora de la información producida una vez acordados los mecanismos interinstitucionales de construcción de información, seguimiento y consolidación. Toda esta información debería ser de fácil acceso y disponibilidad para el público. En el ámbito concreto de la justicia penal parece conveniente la existencia de un mecanismo de identificación y seguimiento unificado que permita conocer en detalle la evolución institucional de las infracciones delictivas conocidas y sus resultados. De esta manera se podrían establecer algunas variables como: • Delitos denunciados. Su función sería saber cual es el nivel de delitos oficialmente conocidos y contrastarlos con encuestas de victimización para hacer estimaciones sobre cifra obscura y evaluaciones sobre acceso y confianza en la justicia. Acá también es importante establecer variables específicas sobre el tipo de delito, las víctimas y los imputados: edades, sexo; lugar y hora de los hechos, etc. • Casos archivados y casos judicializados. Establecer los alcances reales de la persecución penal en el procesamiento y averiguación de casos sometidos a su conocimiento mediante el desglose de la información en la mayor cantidad de variables posibles. Esto permite detectar qué tipos de delitos representan mayores desafíos, en consecuencia, políticas institucionales de tratamiento. De la misma manera, permitiría la adopción racional de políticas de persecución. Algunas de la variables específicas deben centrarse en las facultades discrecionales de la persecución penal: archivo, desestimación, oportunidad (en sus diversas variedades), detención administrativa y tipos de delitos en los que se enfrentan. También sería importante destacar el número de casos judicializados con imputados presentes, y los casos iniciados con imputados ausentes. • Evolución procesal de casos. Con esta variable se analizaría las formas de desarrollo que alcanzan los casos en sede judicial. Dentro de las variables específicas deben figurar los datos generales de las perso- nas procesadas (edad, sexo, ocupaciones), el tipo de delito, las condiciones en que enfrenta el proceso (libertad o medidas cautelares) y los niveles procesales alcanzados, esto es, determinar el momento y forma en que los casos terminan. • Temporalidad (duración de etapas) Uno de los puntos clave para evaluar una respuesta institucional es si esta es oportuna, en este sentido, el control del tiempo es indispensable para conocer la prontitud o dilación de las respuestas institucionales. Básicamente se trata de medir la duración del tiempo entre la comisión de un hecho delictivo y la respuesta inicial y final del sistema. • Salidas aplicadas y penalidades impuestas. Es necesario saber qué tipo de respuestas es la que da el sistema y evaluar su efectividad o dañosidad, así como sus costos sociales y económicos. Las variables específicas a conocer son: tipo de delito y salidas aplicadas (tipo de salida alterna, sobreseimientos, absoluciones y condenas) • Estadísticas sobre medidas compositivas. Conocer la eficiencia de las medidas compositivas puede ser un aliciente para promoverlas como desplazamiento de la penalidad del sistema penal. Para este aspecto, las variables específicas pueden ser el tipo de delito, el tipo de medida compositiva (reparación del daño o declaratoria de responsabilidad civil y monto pecuniario establecido) En el campo de la reinserción también se debe procurar el seguimiento y monitoreo de las medidas adoptadas, determinar la cobertura y alcances de los programas de reinserción y su incidencia o relación con los niveles de reincidencia u ocupación de personas beneficiadas. Las dificultades para la obtención de la información no es exclusiva del sistema penal de adultos, la justicia penal juvenil tampoco centraliza su información estadística, por ello cada una de las instituciones cuenta con información parcial, no logrando una visión holística del fenómeno, en consecuencia se recomienda que la DIGESTYC también unifique la información de las instituciones vinculadas con la niñez, con la reserva de la identidad de los jóvenes tal como lo exige la constitución y las leyes. 39 2. Definición del objeto y campos de acción Tal como ha sido expuesto con anterioridad, el objeto de una política pública, debe ser definido de acuerdo a un proceso amplio y democrático de participación social, dado que lo que se discute es un tema perteneciente a la agenda pública. Simultáneamente a este proceso de consulta, se deben tomar en cuenta los estudios y propuestas que sobre esta materia o sobre aspectos específicos se hayan elaborado y revisión de viabilidad esté pendiente. En este sentido, debemos pasar revista a los datos de la realidad que nos caracterizan el estado actual de la violencia y la delincuencia en nuestro país ya vistos en el apartado anterior. Uno de los aspectos claves de la definición del objeto de la política criminal debe ser la capacidad de establecer una concepción abarcativa de diferentes fenómenos comprendidos en el marco de la legislación penal propiamente dicha, pero también de fenómenos relacionados cuya ocurrencia o probabilidad tiene consecuencias en el ámbito penal, por ejemplo, cuando se trabaja en el ámbito de la prevención, se pretende incidir en un campo donde no existe realmente una afectación a la normativa. Tal como lo indica Baratta, la política criminal puede tener manifestaciones explicitas con relación a su objeto específico: la criminalidad, pero a la vez existen multiplicidad de acciones e iniciativas que no se encuentran definidas por ese objeto específico, pero sí, orientadas por él, identificación de este tipo de acciones e iniciativas se hace a partir de la intencionalidad subjetiva de los actores. Por ejemplo, impulsar un plan de deporte, podría corresponder a una subpolítica educativa, pero la intencionalidad de los actores puede ser la de evitar que la juventud se vea involucrada en actividades delictivas o desviadas. La política criminal, como forma específica de operar el sistema público de gestión de la conflictividad, debe partir de la idea de conflicto como línea guía, pues detrás de cada definición normativa en el ámbito penal existe un tipo específico de conflicto, sea este un homicidio, un acto de corrupción o una defraudación. La afectación a un bien jurídico supone un reclamo, una contradicción, un conflicto. El objeto de la política criminal y de seguridad ciudadana entonces debe partir de esa concepción amplia de conflicto que homogenice la diversidad de 40 hechos definidos dentro de su objeto de tratamiento, aunque destacando algunas prioridades o haciendo determinados énfasis. De esta manera, podemos intentar hacer un esfuerzo definitorio del objeto de nuestra política criminal y de seguridad ciudadana: Enfrentar y gestionar la conflictividad social expresada en los altos niveles de violencia y criminalidad, mediante un ejercicio sistemático de planificación y construcción para el establecimiento de medidas de prevención, represión, composición, tratamiento, reinserción y fortalecimiento institucional, apegadas y respetuosas a la normativa constitucional y de derechos humanos, con base en la participación democrática de la ciudadanía, con el fin de contribuir a la pacificación de El Salvador y de reducir la dañosidad que dichos conflictos ocasionan a la sociedad y sus habitantes. Sin duda, la amplitud y ambición del objeto arriba consignado hace necesaria la adopción de ciertos campos específicos de acción para materializar algunos de los aspectos mencionados, en este sentido seguiremos los tres campos de acción en que tradicionalmente se ha subdivido la política criminal: prevención, represión y reinserción. 3. Planificación Todo proceso de planificación se supone, debe partir de información precisa que permita establecer el panorama y las prioridades sobre las que se debe incidir de acuerdo a las demandas sociales. Sin embargo, tal como lo hemos expuesto en el capítulo precedente, la información sobre el panorama político criminal actual es débil debido a la dispersión o precariedad de los sistemas de información institucional. Como se ha señalado en el diagnóstico sobre la situación actual de la política criminal, una de las principales debilidades de ésta es su asistematicidad, fragmentación y falta de fundamentación técnica. En este apartado se tratará de proponer algunas de las medidas que se deberían adoptar para contrarrestar las debilidades identificadas. 3.1. P R I O R I D A D E S IDENTIFICADAS DESDE EL DIAGNÓSTICO De los datos sobre la problemática de la violencia y criminalidad en El Salvador podemos encontrar los siguientes aspectos prioritarios para ser abordados por la política criminal: • Los elevados niveles de mortalidad ocasionada por la violencia condicionada por factores como: o La amplia y descontrolada circulación de armas de fuego, mayoritariamente armas ilegales, pero también de armas legales utilizadas en la comisión de delitos. Fuentes policiales indican que el 70% de los homicidios intencionales se ejecutan con este tipo de instrumento. o El débil control sobre el tráfico vehicular y su incidencia en el elevado nivel de accidentes de tránsito con saldos mortales. El Salvador es el segundo país del continente con mayor incidencia mortal por accidentes de tránsito. • El alto consumo o acercamiento a drogas desde edades tempranas entre los jóvenes, especialmente en el sistema educativo. • La falta de eficacia de las instancias de investigación criminal, debido a la descoordinación interinstitucional y falta de fortalecimiento técnico, científico y profesional de sus estructuras. • La impunidad producida por la falta de capacidad de las instituciones para dar respuestas a la criminalidad, especialmente en los casos de delincuencia de cuello blanco o de aquella cometida desde o con apoyo del aparato estatal. En los casos de corrupción, regularmente la respuesta penal es ineficaz48. • Un sensible problema de violencia y criminalidad juvenil, manifestado en una significativa participación de maras o pandillas en diversas actividades delictivas. • Falta o debilidad de una política de persecución penal con criterios de racionalización de la gestión de casos ingresados a la FGR, lo que debilita la capacidad de respuesta institucional. • Política penal excesivamente represiva que ha generado un sistema penal con una gran captación de personas pero pocas alternativas de salida y descongestión, lo que ha conllevado a una situación crítica en la gestión de casos por la justicia (mora) y en sistema penitenciario (hacinamiento) • Centralismo de las políticas de seguridad que invisibilizan las necesidades territoriales • Falta de mecanismos de coordinación y planificación interinstitucional para el abordaje de política criminal aprovechando economías a escala entre las diversas instituciones. • Estructura de gestión judicial obsoleta y no coherente con la demanda del servicio de la justicia. 3.2. OBJETIVOS DE LA POLÍTICA CRIMINAL Una vez establecidas las prioridades, los objetivos que debe perseguir esta política criminal, los cuales exponemos en el siguiente ejercicio: 1. General: “Gestionar de manera racional y eficiente la respuesta institucional del Estado frente a la conflictividad social expresada en los elevados niveles de violencia y criminalidad, mediante la adopción de mecanismos y metodologías que la hagan eficiente y generadora de seguridad para los habitantes de El Salvador.” 2. Específicos. “Estructurar un sistema estatal de estudio, observación y gestación de políticas públicas orientadas a la contención, prevención, represión y tratamiento de la criminalidad y la violencia y sus costos sociales.” “Invertir esfuerzos estatales para disminuir la afectación al derecho a la vida ocasionada por los altos niveles de violencia y criminalidad.” “Procurar la gestación de esfuerzos especializados en la prevención, tratamiento y represión contra formas de violencia y criminalidad que afecta especialmente a mujeres y niñez.” “Promover una política de investigación y persecución penal en la Fiscalía General de la República, basada en criterios de eficiencia y utili- 48. Probidad. Las huellas de la corrupción 2003. Accesible desde www.probidad.org.sv 41 dad, que favorezca una mejor inversión de recursos y la dotación de respuestas de calidad a las demandas sociales. “Fortalecer las instancias de investigación criminal mediante adopción de mecanismos y metodologías de coordinación, así como la dotación de los recursos financieros, técnicos y humanos para atender de manera competente los graves hechos de criminalidad y reducir su impunidad” “Fortalecer la capacidad de respuesta del sistema de investigación criminal en la persecución de diversas formas de criminalidad organizada, incluida, la de cuello blanco, cuyos resultados y su impunidad causan graves daños a la sociedad salvadoreña.” “Crear un subsistema nacional de atención a la niñez y adolescencia con amplia participación de actores estatales y asunción de obligaciones para la prevención de la violencia, que genere alternativas a la necesidad de respuestas penales y de la inserción de jóvenes en la sociedad.” “Revisar y revertir por parte de la Asamblea Legislativa los efectos de la política penal y de seguridad actual de cara a los resultados obtenidos en perspectiva costos-beneficios” “Disminuir los niveles de inseguridad subjetiva mediante la visibilización de acciones contundentes para organizar y gestionar la seguridad en el nivel local y central” 3.3. CONTENIDOS. Una vez establecidos los objetivos de esta política criminal es necesario dotarla de algunos contenidos. A continuación expondremos aquellos que con- sideramos de gran importancia a ser asumidos por la política criminal desde los diversos campos de acción, es decir, prevención, represión y reinserción, además debemos agregar un cuarto eje o campo de acción a ser considerado, cual es la necesidad de reformas institucionales para adecuar este modelo que se propone. 3.3.1. PREVENCIÓN En materia de prevención algunas de las temáticas a tratar deben ser: A. INICIATIVAS CIUDADANAS EN MATERIA DE SEGURIDAD EN EL ÁMBITO LOCAL Existen abundantes experiencias y una creciente tendencia a la gestación de modelos de seguridad basados en el ámbito local49. Esta tendencia se basan en el presupuesto que las autoridades locales (Concejos Municipales) son la primera instancia de representación política de la ciudadanía y en consecuencia, un espacio de exigencia y gestión de servicios y políticas de atención a demandas básicas50. El Décimo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en Viena en abril de 2000, estableció como una de sus líneas de trabajo la participación ciudadana en la prevención de la delincuencia51. Entre las razones que se destacan para impulsar esta iniciativa se encuentra el incremento o fuerte presencia de la delincuencia en la sociedad, que afecta de manera sensible a los sectores más pobres, especialmente en zonas urbanas y altera la calidad y forma de vida de sus habitantes y en particular, de las víctimas, debilitando los vínculos sociales por la desconfianza y erosionando la débil institucionalidad por su creciente pérdida de credibilidad en su capacidad de brindar seguridad y justicia a la sociedad. 49. En el ámbito europeo y amglosajón se han iniciado diversas iniciativas de gestión local de seguridad, entre ellas se encuentran el Observatorio de Seguridad de la ciudad de Oporto, Portugal, las iniciativas de la Nouvelle prevention en Francia y la iniciativa Citta Sicura (Ciudad Segura) del gobierno de la región Emilia Romagna, Italia. En ambos casos, la municipalidad se ha convertido en la articuladora de esfuerzos estatales y comunitarios en la gestión de la seguridad local y en la focalización en problemas específicos de las zonas bajo su competencia. V. Baratta, Alessandro. Política criminal: entre la política de seguridad y la política social, en: http://www.justinfo.net/UPLOAD/DOCS/DD24.doc acceso 7 de octubre de 2003. también, Braccesi, Cosimo, “El proyecto Cittá sicura: una experiencia de la Región italiana de la Emilia Romagna”, en Revista Catalana de Seguridad Pública, 6-7, junio-diciembre 2000: Las nuevas políticas de seguridad.. 50. Aunque esta posición sea válida en términos de exigibilidad de demandas ciudadanas al municipio, también reconoce que este tipo de esfuerzos necesita un mayor compromiso del municipio en asumir estas competencias. 51. ONU, Participación de la comunidad en la prevención de la delincuencia, Documento de antecedentes para el curso práctico sobre participación de la comunidad en la prevención de la delincuencia. A/CONF. 187/11. Diciembre 1999. 42 Otros aspectos que son considerados por Naciones Unidas son los graves costos de la violencia, que debilitan la capacidad del estado de invertir en otras áreas, pero también, la inefectividad del abordaje de la problemática desde la atención a sus expresiones más visibles sin ahondar en causas precisas ha generado una inversión ineficaz en los sistemas de seguridad y justicia. Se estima que las iniciativas preventivas efectivas son entre dos y siete veces más baratas que lo invertido en el encarcelamiento, especialmente en países que registran crecientes niveles de privación de libertad52 como El Salvador. De acuerdo con Naciones Unidas, la generación de redes de trabajo en el ámbito local contribuye a disminuir el impacto de los factores de riesgo y de manifestaciones delictivas comunes mediante diversos niveles de intervención. Un aspecto principal a destacar de esta práctica es que ella supone el compromiso y apoyo a la municipalidad de parte de las instancias centrales, en todo aquello que la municipalidad no pueda resolver por sí sola. En El Salvador, algunos de los antecedentes de esta temática se han dado en diversas iniciativas de modelos de Policía-comunidad. Sin embargo, aparte que en estas iniciativas, el tema policial llevaba el protagonismo (desplazando a la comunidad). En la experiencia salvadoreña, los antecedentes han mostrado debilidades de retroalimentación, pues la comunicación entre policía y comunidad tendió a ser unidireccional, es decir, de la policía hacia la comunidad (Aguilar, et alia 2001) En este documento, en materia de seguridad desde el ámbito local se propone: • Convocatoria municipal y reunión de actores oficiales y no gubernamentales de la zona para abordar la situación de inseguridad ciudadana. • Elaboración de un diagnóstico local de la situación, mediante la recopilación de información institucional y, de ser posible, encuestas de victimización. • Identificación y priorización de factores de riesgo. • Determinar formas de intervención y recursos disponibles, así como necesidades de apoyo. • Obtención de compromisos entre los actores y la municipalidad. En este sentido, las instituciones centralizadas deberían contar con márgenes de acción para adecuar su funcionamiento a estas demandas, de manera, que el centralismo de su manejo no se convierta en un valladar insalvable a la hora de pactar apoyos. • Establecimiento de objetivos, metas e indicadores de evaluación y mecanismos de seguimiento. Regularmente, en materia preventiva, los indicadores deben estar basados en aspectos que indiquen “mejora” de la situación inicial, tales como la reducción de hechos delictivos, la disminución de conflictos, la activación de medios institucionales para la resolución de conflictos, la mejora de la percepción sobre la seguridad de los ciudadanos y ciudadanas. • Seguimiento permanente. En este mismo sentido, es fundamental un sistema de atención local o comunitaria de la niñez, que se convierte en una temática transversal de las anteriores propuestas, con la obligación del estado de proporcionar los recursos que se requieran, para el diseño e implementación de las mismas. Para lograr la coordinación desde la perspectiva de la infancia, es importante el diseño y aprobación del Código de la Niñez, normativa que pretende la creación de redes de atención nacional para la niñez y adolescencia. Un actor clave para la creación de las redes es la municipalidad, sin embargo existe una fuerte desvinculación de las prioridades centrales en relación con las prioridades municipales, muchas de ellas originadas en el desconocimiento de las obligaciones del estado para con la niñez, y del específico carácter de protección asumido en el marco normativo. Los compromisos estatales para con la niñez son atinentes a organismos centrales como municipales, por ello la asunción de compromisos pactados entre ambas se convierte en una necesidad. Los compromisos presuponen temas presupuestarios, de acción coordinada con instituciones centrales como el Ministerio de Educación, Policía Nacional Civil o ISNA. 52. ONU. Análisis de los Informes Presentados por los Estados Partes bajo el artículo 44 de la Convención de los Derechos Niño.Trigésima Sexta Sesión. CRC/C/15/Add.232, 4 de junio de 2004. Versión electrónica en http://www.unhchr.ch/html/menu2/ 6/crc/doc/session36.htm. Pág. 6. 43 La creación de las redes locales, con amplia participación comunitaria, supone la priorización en la puesta en marcha de políticas locales de atención, intervención y asistencia a la niñez, a fin de facilitar los planes de inserción y desarrollo laboral de los jóvenes en la comunidad. B. INICIATIVAS DE JUSTICIA LOCAL SOBRE INFRACCIONES MENORES Existen múltiples experiencias de justicia local, los modelos conocidos son: una competencia judicial especializada en materia contravencional o en el manejo de normativas de convivencia propias del municipio. Otro modelo es el de un referente administrativomunicipal, es decir, una oficina de la municipalidad que se encarga de la administración de la normativa municipal sobre convivencia. Un tercer modelo, con carácter más independiente, es el que se desarrolla mediante la instauración de mediadores electos por la misma comunidad y sin mediaciones burocráticas o normativas restrictivas. Sea cual sea el modelo, se basa en el principio que la atención a pequeños conflictos puede contribuir a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía y a evitar conflictos mayores. Esta propuesta no tiene una opción concreta, pues ella depende de factores políticos, administrativos como presupuestarios que tendrían que ser discutidos en el ámbito local para definir opciones viables. Sin embargo, creemos que aprovechando la presencia institucional de los juzgados de paz en todo el país, estos podrían ser una herramienta para dar vida a esta propuesta de justicia local que aprovecharía lo ya existente. Otra alternativa, sobre lo ya existente, es la potenciación de las Casas de Justicia o Centros de Mediación de Conflictos que tiene la Procuraduría General de la República. En algunos casos, estos mecanismos de justicia local, logran liberar de una importante carga de conflictos al sistema penal, mediante la recepción de algunos conflictos penales de menor intensidad que puedan recibir soluciones de tipo restaurativo o reparatorio. En este ámbito debe considerarse la existencia de legislaciones contravencionales o tratamiento de faltas creadas por vía de ordenanzas, 53. Idem supra. 44 como herramientas de aplicación normativa. Se debe tener muy en cuenta que dichas legislaciones no deben ser aplicables a menores de dieciocho años, considerando la específica conformación normativa de protección para con la niñez y adolescencia. Sin embargo, estas iniciativas de seguridad y justicia local, deben enmarcarse en un panorama más amplio de una agenda local, organización comunitaria, municipalidad y representaciones de las instituciones centrales en la gestión de soluciones comunes a la comunidad. C. CREACIÓN DE UN SISTEMA NACIONAL DE PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA Y DELINCUENCIA Este se propone a partir de la necesidad de contar con una instancia interinstitucional, técnica, dedicada al estudio multidisciplinario de la violencia y la criminalidad con el fin de generar metodologías de recolección y producción de información sobre estos temas, pero más importante, para que, conociendo la realidad, sea posible establecer estrategias de intervención más efectivas en los factores condicionantes de la violencia y la criminalidad, haciendo énfasis en respuestas diferentes a las brindadas por el sistema penal. Algunos de las tareas de este sistema son: • Investigación sobre factores condicionantes de la violencia y criminalidad y formas de intervención preventivas tanto, desde el sistema penal como externas a este. • Recolección, construcción y análisis de información para monitoreo e intervenciones preventivas (información estadística, demográfica, encuestas de victimización, de opinión, indicadores, etc.) • Generación de indicadores evaluativos de la prevención. En materia de niñez y adolescencia y siguiendo las recomendaciones del Comité de los Derechos del Niño, en su recomendación previa número diez53, es prioritario el fortalecimiento de la coordinación sobre la aplicación de la Convención de los Derechos del Niño, para ello es necesario que dentro del sistema nacional de prevención de violencia, se designe un ente coordinador con un mandato claro y con recursos adecuados para desempeñar funciones de coordinación y seguimiento de la justicia juvenil. D. MEJORA DE LA RESPUESTA ESTATAL Y PREVENCIÓN DE VIOLENCIA DE GÉNERO CON ÉNFASIS EN LA INTERVENCIÓN FAMILIAR Esto se propone por la existencia de elevados niveles de violencia aplicada en el ámbito hogareño especialmente contra mujeres y contra la niñez, lo cual devalúa la vigencia de los derechos de estos sectores poblacionales. La población femenina de El Salvador constituye el 52% de la población total del país y poco más del 30% de los hogares salvadoreños son sostenidos por mujeres que tienen la calidad de jefas de familia54. Un estudio realizado por diferentes organizaciones de mujeres establece que el 57% de las mujeres salvadoreñas (más de la cuarta parte de la población total de El Salvador) sufren agresión física en el ámbito familiar55. Investigaciones realizadas en diferentes países han demostrado la existencia de una correlación entre la violencia intrafamiliar y la situación de violencia y delincuencia general56. Cuando se logra incidir en la reducción de la violencia intrafamiliar, simultáneamente se produce una reducción de la violencia delictual común. Este argumento fundamenta, sin lugar a dudas, la política de atención a la violencia de género como un aspecto fundamental para la prevención de la violencia. Los estudios sobre el perfil de los miembros de pandillas en El Salvador han mostrado que unos de los motivos de integración a las pandillas es el maltrato y abuso de la niñez. Con este panorama, se concluye que un tratamiento adecuado, puede, a mediano y largo plazo, contribuir de manera significativa a la disminución de algunas expresiones de violencia y criminalidad. Sin embargo, es necesario destacar que la intervención por vía del sistema penal no es quizás la más apropiada en una gran variedad de casos, en los que una intervención alternativa podría ser más efectiva y menos dañosa. En este sentido se propone, la descentralización y ampliación de la cobertura de las instituciones es- pecializadas en el tratamiento de violencia de genero y familiar (SNF, ISDEMU e ISNA) y que éstas establezcan coordinación permanente con la PNC, FGR, PGR y juzgados de paz y familia para el tratamiento de problemas de violencia y maltrato, para hacer intervenciones desde los primeros niveles. Se debe hacer una campaña masiva de educación, prevención y participación ciudadana en la atención de esta problemática. De tal manera que se dote a la ciudadanía de información precisa y fácil de obtener de los lugares donde acudir en casos de violencia contra la mujer o el abuso familiar, así también referida a la necesaria protección de la niñez. Se debe articular una coordinación o alianza permanente con el sistema nacional de salud, para que a través de éste se logre dar acceso a agresores y víctimas a un servicio gratuito y accesible de atención terapéutica en estos casos. De la misma manera, el sistema educativo debe potenciar el control sobre las manifestaciones de niños y niñas afectados por cualquier clase de abuso mediante canales permanentes de comunicación con las instancias correspondientes de tratar esta problemática. Esto supone el entrenamiento y capacitación del personal de estos sistemas para atender esta específica forma de violencia. E. INTERVENCIONES PREVENTIVAS EN CONFLICTOS DE GRAN INTENSIDAD MEDIANTE RESPUESTAS NO PENALES En este aspecto de la prevención se trata de intervenir en algunas de las variables de mayor incidencia en la mortalidad en la sociedad salvadoreña: la amplia circulación y uso de armas de fuego y la constante ocurrencia de accidentes de tránsito con saldos fatales. Otra variable condicionante de la violencia y delincuencia es la asociada al consumo y abuso de drogas, dentro de las cuales debe ser incluido el alcohol como la droga de mayor afectación en hechos delictivos, sean culposos o intencionales. Por otro lado, la existencia creciente de drogodependencias puede tener consecuencias en ciclos de violencia y criminalidad, por lo que se debe 54. González, Francisco; Pizarro, Crisóstomo, Cambios recientes en la situación de la niñez y la mujer en El Salvador, Publicación de UNICEF, San Salvador, 1998, Pág. 5. 55. González, Francisco, Op. Cit., pág. 9. 56. Larraín, Soledad, Violencia en América Latina y el Caribe: Causas, Consecuencias y Posibles Soluciones, material del Seminario “Promoviendo la convivencia ciudadana: Un marco de referencia para la acción”, Cartagena de Indias, Colombia, 14 de marzo de 1998. Banco Interamericano de Desarrollo. 45 intervenir mediante campañas de educación y programas estatales de rehabilitación accesibles a las personas afectadas. En materia de control de armas, por ser un tema polémico y de gran debate político, se debe partir de aquellos aspectos que en principio no necesitarían una importante reforma legal o institucional. En este sentido, se propone iniciar con campañas estatales que promuevan el desarme de los ciudadanos que poseen armas en estado de ilegalidad, mediante la generación de amnistías o periodos especiales de entrega sin consecuencias penales. Por supuesto, estas campañas deben contemplar la posibilidad de incentivos para los ciudadanos en posesión ilegal de armas, tales como bonos para compras o dotaciones de canasta básica o cualquier otro estipendio por la entrega de armas. Esto supone la necesidad de generar convenios con la empresa privada para el logro de opciones en la generación de dichos estímulos. En un segundo plano, en materia de control de armas se retoman las propuestas hechas por el Programa “Hacia una sociedad sin violencia”, plasmadas en la investigación “Armas de Fuego y Violencia”: • Desarme: recolección de las armas en estado de ilegalidad. • Eliminación de la portación de armas en el espacio público. Las armas solo podrían tenerse en el ámbito domiciliar. Solamente la PNC o la Fuerza Armada serían los únicos autorizados a portar armas, excepcionalmente, los empleados de empresas privadas de seguridad podrían portar armas en un territorio limitado y en funciones laborales. • Limitación del número de armas de fuego por persona a un arma larga y un arma corta. • Incremento de los requisitos para la obtención de licencias de armas de fuego. • Creación de un impuesto especial para armas de fuego. • Traslado del control de armas de fuego y de la emisión de licencias y matrículas a la Policía Nacional Civil y a la Academia de Seguridad Pública, las tareas de entrenamiento y evaluación de aspirantes. • Reducción de la duración de las licencias. • Establecer como causa de revisión de los permisos de armas de fuego la existencia de antecedentes (pasados o actuales) de violencia intrafamiliar o de otros tipos de actos violentos por el aspirante o licenciatario. 46 • Eliminar los permisibilidad de la legislación de control de armas que autoriza el ingreso de pólvora y otros químicos que pueden servir para la elaboración de explosivos caseros u otro tipo de armas ilegales. En materia de tratamiento de control del consumo y abuso de drogas y alcohol, el Estado debe articular un esfuerzo por medio del sistema de salud, así como por los convenios que con instituciones especializadas pueda establecer, de espacios reales y alternativas asequibles para la población afectada por estas problemática y que necesita asistencia profesional adecuada, priorizando programas de concientización e información a través del sistema educativo, como herramienta de prevención temprana. F. REVISIÓN DEL PAPEL DE LAS POLÍTICAS FAMILIA, MUJER, NIÑEZ Y JUVENTUD EN DE EDUCACIÓN, LA PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA Y CRIMINALIDAD Se reconoce que la política criminal no puede asumir como propios desafíos que corresponden a otras políticas públicas, pues perdería su especificidad y terminaría pervirtiendo a las otras políticas, cayendo en la lógica de que se cumplirían solo con el objeto de prevenir delitos y no con el fin de dar cumplimiento a los derechos de la población. Sin embargo, es necesario advertir que la política criminal por sí sola no puede afectar sensiblemente la realidad sino es acompañada por esfuerzos más grandes como los perseguidos por políticas dedicadas a amplias demandas sociales como la educación, la atención a la mujer, la familia, la niñez y la juventud, trabajo, salud, vivienda y otros servicios estatales cuyas intervenciones, podrían ser más efectivas desde el punto de vista preventivo, que una intervención penal desde el punto de vista represivo. En este sentido, desde el plano preventivo, la política criminal podría contribuir a identificar aspectos sobre los que aquellas políticas deberían intervenir. Sobre este punto deben tomarse algunas iniciativas especiales a partir de la complejidad de determinados fenómenos, entre ellos el de la exclusión y marginación de sectores de la niñez y juventud como los miembros de pandillas y niñez en la calle: • Revisar los factores de exclusión y discriminación de jóvenes pandilleros en los espacios de participación social (Ej. Sistema educativo). Esto limita las capacidades de preven- ción. Mientras la respuesta estatal o social es la marginación (social y física) se aumenta su situación de exclusión y los devalúa como ciudadanos. • El Estado debe dar atención inmediata a la problemática de niñez en la calle y niñez en situación de abandono, por las condiciones de múltiple exclusión y marginación en las que sobreviven. 3.3.2. REPRESIÓN A. CONSOLIDACIÓN DE UN SISTEMA UNIFICADO DE INFOR- MACIÓN Y ESTADÍSTICAS CRIMINALES Uno de los grandes problemas que enfrenta la política criminal, es la falta de información global sobre el fenómeno criminal, tanto de su conteo, como de la medición de las respuestas institucionales. Se sabe que las instituciones cuentan con sistemas de información propios, pero su funcionamiento y resultados son completamente ajenos a los de otras instituciones del sistema penal. En este sentido, se debe hacer un esfuerzo de unificación de metodologías que conduzcan a la construcción de un sistema único de estadísticas criminales que reúna, como mínimo, las variables propuestas en el apartado “Producción de información” de este capítulo, en lo relativo al campo represivo. La unificación de criterios y depuración de los mecanismos interinstitucionales de construcción de información pueden ser una gran herramienta para el diseño de procesos de planificación e intervención desde el punto de vista represivo al detectar aspectos problemáticos y formas de solución. Por las dimensiones de este trabajo, creemos que el principal llamado a unificar la información delictiva y procesal de los hechos conocidos es la Fiscalía General de la República, ya que, como encargada de la investigación de los delitos, ella interviene en todos los hechos que se reportan57. Esta información debe estar periódicamente a disposición del público y asequible por cualquier medio que facilite su conocimiento (Internet, por ejemplo), no debe estar sujeta a autorizaciones previas o criterios discrecionales de entrega. La justicia penal juvenil no esta exenta de estas dificultades, al contrario reconociendo que todas las instituciones involucradas manejan sus propias estadísticas, no existe un ente que concentre la información para el seguimiento y evaluación de la justicia penal juvenil, por ello se sugiere que el ente encargado de la evaluación y seguimiento permanente la Justicia Penal Juvenil, sea a su vez el encargado de manejar un sistema unificado de información y estadística de la justicia juvenil. B. MEJORA Y FORTALECIMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN CRI- MINAL Esta propuesta no supone la creación de una entidad especial, sino un mecanismo y unas pautas de acción que deben ser adoptadas con el fin de mejorar la calidad de la investigación criminal que ha demostrado ser clave para enfrentar los elevados niveles de impunidad que producen investigaciones deficientes ocasionadas por debilidades técnicas, falta de desarrollo tecnológico, dotación de recursos insuficiente y ausencia de coordinación sistemática entre las instituciones involucradas (FGR y PNC)58 Un elemento indispensable es la disponibilidad de información para la construcción de redes de trabajo, por lo que se propone la mejora de un aparato de inteligencia en materia criminal con toda la información disponible sobre casos investigados, que permita establecer conexiones entre presuntos delincuentes, modus operandi, redes, antecedentes criminales, etc. Todo esto con el fin de generar el desarrollo de investigaciones de mercado, de hechos que inciden en gran medida en los niveles de violencia y criminalidad social y que no pueden ser investigados de manera puntual. Las investigaciones de mercado, apuesta a una visión macro de la oferta y demanda delincuencial, muy diferente de la metodología tradicional de trabajo, basada en caso por caso sin una visión global en determinadas figuras delictivas. 57. Aunque la PNC tiene una gran cuota de denuncias recibidas, muchas otras son presentadas en la FGR, lo que produce un desfase informativo. Por el contrario, existe un deber legal de la PNC de informar de todos los hechos conocidos por ella a la FGR. 58. V. FESPAD. Estado de la Seguridad Pública y la Justicia Penal. Julio 2002-Diciembre 2003. FESPAD Ediciones, 2004. Pág. 85-86. 47 Un aspecto esencial para la credibilidad del sistema de investigación criminal es lograr rendir resultados contundentes en diversos niveles de actuación. Las evidencias empíricas muestran que la investigación de casos complejos en materias de corrupción o fraudes financieros, dejan resultados raquíticos, que no compensan la expectativa del público y devalúan la credibilidad. En ese sentido es necesario el desarrollo interinstitucional de metodologías de investigación especializada y conjunta en estas materias. Este proceso debe suponer la adquisición de diversos expertos tales como contadores, administradores de empresas o economistas que permitan hacer observaciones más técnicas sobre los aspectos investigados. Otra alternativa es la creación de convenios con otras instituciones del Estado para crear equipos especializados de investigación financiera y anticorrupción. Para echar a andar esta iniciativa, es necesario el establecimiento de un mapa de necesidades y presupuesto para la represión del delito, con especial énfasis en la profesionalización y tecnificación de las agencias de investigación criminal y sus operadores, ello implicaría una mayor inversión en tecnología para dotar de mejores herramientas a estas instituciones. C. REVISIÓN DE LA POLÍTICA PENAL Desde el cambio de legislación penal en abril de 1998, se han realizado más de 200 reformas a los códigos Penal y Procesal Penal como parte de un proceso de contrarreforma, cuyas características principales han sido, la creación de nuevos delitos y el endurecimiento de penas, así como la generación de un esquema que facilita la captación de personas por el sistema penal, lo que ha generado no pocos problemas en el ámbito de la administración de justicia, entre los que encontramos: • La saturación y debilitamiento de la capacidad de respuesta de las instituciones por el exceso de demanda. Lo que redunda en ineficiencia e impunidad. Paradójicamente, esta es una política que facilita el ingreso de ciertas figuras delictivas de tipo común, pero no ingresa en igual medida casos de delincuencia de cuello blanco o corrupción. • La prolongación de la duración de los procesos penales por la generación de mora judicial por la saturación. • Reducción de posibilidades de uso de las salidas alternativas al proceso penal, lo que dis- 48 minuye la capacidad del sistema de dar respuestas e incrementa su carga activa, así como contribuye al incremento de personas en detención provisional en el sistema penitenciario. • El incremento de la crisis penitenciaria por el hacinamiento ocasionado por el cierre o restricción de medidas cautelares distintas a la detención provisional y su uso todavía amplío en sede judicial, así como por el incremento de personas condenadas sin alternativas para el logro de beneficios penitenciarios, debido al recorte legal para el uso de estos, lo que ha generado una gran conflictividad interna en centros penitenciarios y motines con desenlaces fatales. En resumen, la política penal y de seguridad han favorecido la captación de personas hacia el sistema penal, pero no han hecho inversiones coherentes para dotar de capacidad a las instituciones para procesar y gestionar ese incremento de la demanda. Por lo anterior se propone una revisión de la política penal en los siguientes términos: • Reducción de las penas que constituyen privaciones de libertad perpetuas. Se debe volver al máximo de encarcelamiento de 30 años. • Ampliación de las figuras delictivas sujetas a salidas alternas, y establecer controles sobre ellas a partir de una política de persecución penal creada por la FGR. En este sentido, ellas deberían ser aplicables a delitos con amenaza de pena de hasta 5 años. • Eliminación de los criterios legales de “detención provisional automática” (Art. 294 CPP), y ampliación del uso de alternativas a la detención provisional. • Tratamiento normativo igualitario en la dotación de beneficios penitenciarios. • Revisión de figuras delictivas intrascendentes y despenalización de ellas. • Eliminación de las facultades de detención por sospecha (Art. 290 CPP y 345 CP). En Justicia Penal Juvenil es necesario establecer criterios político criminales para que algunos delitos no sean aplicados a los menores infractores, considerando que su aplicación conlleva mayor perjuicio en el proceso socioeducativo de los jóvenes infractores. Por ello se propone la no-aplicación de las faltas en la justicia de menores, y la no aplicación en los delitos de posesión de droga con evidentes señales de drogadicción, que por lo general es para el consumo y debería conllevar a la aplicación de programas de desintoxicación, en lugar de sanciones limitadoras de la libertad individual de los jóvenes; la no punición de la niñez en delitos como el aborto, es otra propuesta considerando que en sí mismo el hecho ocasiona serios obstáculos a los jóvenes para su inserción social. D. CREACIÓN DEL SISTEMA NACIONAL DE ATENCIÓN A VÍC- TIMAS A pesar de su reconocimiento normativo y un catálogo de derechos, la víctima sigue siendo objeto de marginalización o instrumentalización en el marco de los procesos penales, en ausencia de instancias de atención directa a sus necesidades y demandas. Se debe constituir un sistema nacional de atención a víctimas de delitos que tenga tres componentes: • Asesoría legal: dotar a las víctimas de un panorama y de herramientas sobre su situación y sus derechos. • Sistemas de protección de víctimas y testigos. Establecer niveles de seguridad que van desde la adopción de medidas básicas como el asesoramiento sobre mejoras de viviendas para evitar repetición de hechos delictivos, la gestión de medidas cautelares que impidan el contacto entre víctima y agresor o emisarios de éste, llegando a medidas de mayor complejidad como la dotación de números de teléfonos (y aparatos celulares) especiales para la atención directa de las víctimas, asignación de personal de seguridad, hasta sistemas de traslado domiciliar, local o internacional o cambios de identidad. • Atención psicológica o social. Creación de un equipo de especialistas para tratar problemas específicos de las víctimas (traumas) o su familia, el cual debería estar compuesto por profesionales en salud mental y trabajadores sociales. Estos deberían funcionar como apoyos para las víctimas para continuar en el proceso, pero también para brindar asistencia posterior a éste. • Debe hacerse un énfasis y mayor inversión en el tratamiento de casos de violencia intrafamiliar, violencia hacia la mujer y la niñez, de manera que la intervención punitiva sea la última instancia y reservada para los casos más graves. Por el contrario, debe buscarse tanto la asistencia para las víctimas como para el víctimario que también necesita asistencia profesional para romper el circulo vicioso de la violencia. • Es necesario intervenir de manera permanente y sistemática en materia de administración de justicia para dar tratamiento especializado y riguroso a los aspectos de violencia sexual (tratamiento a víctimas, régimen de investigación y prueba para evitar excesos) Esto debe ser un aspecto importante de la materia de capacitación de todo el funcionariado involucrado en la aplicación de la justicia (Policías, judicatura, defensoría, equipos técnicos, fiscalías), pues muchas veces, la falta de ésta facilita la prevalencia de prejuicios o patrones culturales, en detrimento de la justicia y la reparación de las víctimas. • Crear unidades especializadas en el trato y recepción de casos de violencia intrafamiliar o sexual que faciliten el accesos a las víctimas y disminuyan el temor de éstas a denunciar o a participar del sistema de justicia. 3.3.3. REINSERCIÓN A. PLAN NACIONAL DE TRATAMIENTO Y REINSERCIÓN Una descripción simple de la situación penitenciaria en El Salvador es que la cárcel es un receptáculo de personas sin mayor capacidad de atención y tratamiento a los perfiles y necesidades específicas de reinserción de las personas ingresadas al sistema penitenciario. La infradotación de recursos materiales y humanos, la corrupción, el hacinamiento y la falta de control han vuelto a la cárcel en centros de especialización de la criminalidad. Para romper ese círculo vicioso de la criminalidad y la cárcel es necesario asumir con seriedad un plan nacional de tratamiento y reinserción que debe partir de los siguientes aspectos: • Identificación de perfiles y necesidades de la población privada de libertad para planes específicos de intervención (por criterios de sexo, formación profesional, educativa, etc). Así como para su ubicación y distribución en diferentes centros penitenciarios. • Creación de un sistema semiabierto que dote de oportunidades laborales a las personas privadas de libertad. 49 • Ampliación del trabajo penitenciario y generación de bolsas de trabajo interno y externo. • Mejora del sistema de control de medidas no privativas de libertad o del control de la libertad condicional para hacer efectivo el funcionamiento y ampliación de los beneficios penitenciarios. • Determinar necesidades de las mujeres en el sistema penitenciario, pues hay mayor exclusión de la mujer. Ellas tienen otras formas de relacionarse con las necesidades externas (familia) Es necesario destacar las necesidades básicas de cada género, las que deben guiar y adecuar la respuestas del Estado en el sistema penitenciario y en otras respuestas de la administración de justicia. • Respecto de la población femenina, es necesario dotarla de programas de reinserción amplios y no limitados a una visión “tradicionalista” de las funciones de la mujer, limitando las funciones laborales a un número limitado de tareas. • Promover fundamentalmente la participación de la privada de libertad en la adopción de decisiones relativas a los procesos de reinserción. En la justicia penal juvenil se propone el fortalecimiento del ISNA, a fin crear una unidad de especialistas que les den seguimiento a los jóvenes con medidas definitivas en medio abierto, las cuales actualmente son controladas por los equipos multidisciplinarios de los tribunales de ejecución de medidas. Los especialistas al momento de controlar la ejecución de las medidas deberán actuar de forma proactiva, ejerciendo su labor como tutores estatales de los jóvenes, con capacidad de orientar e incidir en el seno familiar, a fin de facilitar los procesos de inserción de los y las adolescentes. La creación de los centros intermedios para los casos de menores que requieran tratamiento especializado, como enfermos que requieran tratamientos especializados, jóvenes en proceso de desintoxicación por drogas, entre otros, debe ser una prioridad para la asignación de recursos, en cumplimiento del artículo 119 de la Ley Penal Juvenil. Estos compromisos suponen una inversión coherente con las dimensiones de las políticas de seguridad y las políticas penales que se adopten. 50 Por otro lado, debe promoverse la participación ciudadana como medio para la reinserción de privados de libertad en la medida que exista una red social de entidades capaces de dar espacios de atención. También se necesita la adopción de medidas concretas para promover la contratación y ocupación laboral por parte de privados de libertad como de aquellos liberados del sistema penitenciario, para romper con el ciclo de delincuencia ocasionado por situaciones de desamparo económico y necesidad, en este sentido, el apoyo de la empresa privada es fundamental. B. ELIMINACIÓN DE TODA FORMA DE DETENCIÓN CONTRA- RIA A LA DIGNIDAD E IGUALDAD DE LAS PERSONAS Se debe eliminar el funcionamiento de Centros de máxima seguridad que imponen condiciones de vida indignas a los privados de libertad. La seguridad no implica la degradación de las personas. De la misma manera deben eliminarse formas expresas o tácitas de discriminación de acuerdo a determinadas características de la población penitenciaria, como las establecidas por el artículo 103 de la Ley Penitenciaria. Debe revisarse la reglamentación de la sexualidad de las privadas de libertad, que se constituye en un valladar para ejercer su libertad sexual y aumenta la represión personal y promiscuidad al interior de los centros penales femeninos. C. ELIMINACIÓN O SECRETIVIDAD DE LOS ANTECEDENTES JUDICIALES O PENALES DE LAS PERSONAS Se debe promover la eliminación de las peticiones de antecedentes penales o policiales para diversos fines como la obtención de empleos, pues funcionan como criterios discriminatorios y que no contribuyen a la reinserción de personas. No obstante lo anterior, estos antecedentes sí podrían ser revisados en casos excepcionales tales como el ingreso de aspirantes a la PNC o a la FGR, casos en los que, la PNC por sí misma o a petición, podría establecer los antecedentes de los aspirantes, igual situación sería aplicable a las candidaturas todos los cargos de elección popular y los nombramientos de funcionarios. El registro de antecedentes debe servir como una herramienta de investigación criminal o para dotar de información restringida en los casos mencionados en el párrafo anterior, pero no para generar una variable de discriminación social. D. MEDIDAS INSTITUCIONALES PARA DISMINUIR EL HACI- NAMIENTO PENITENCIARIO El problema de la sobrepoblación penitenciaria no es solo un problema de falta de espacio sino de una opción preferencial por el encierro desde la administración de justicia y la política penal. En este sentido, las responsabilidades por el crecimiento desmesurado de la población penitenciaria y del deterioro de sus condiciones de vida es compartida. De tal manera se deben adoptar alternativas viables para contener el crecimiento de la población penitenciaria, esto, mediante la revisión de la política penal que arriba se detalló, así como por la toma de conciencia por el sector judicial del problema carcelario. En este sentido, la administración penitenciaria debería coordinar con el Órgano Judicial y los jueces, líneas de acción para contrarrestar la sobrepoblación. De la misma manera debe darse vigencia a los mandatos de la Ley Penitenciaria e instrumentos internacionales sobre la situación, relativos a la separación y clasificación de personas de acuerdo a criterios de edad, sexo, etapa penitenciaria, estatus procesal, etc. 3.3.4. REFORMA A. ANÁLISIS PÚBLICA INSTITUCIONAL Y REVISIÓN DEL GOBIERNO DE LA es fundamentalmente de tipo político y no necesariamente de tipo funcional. La necesidad de establecer y hacer funcionar este gobierno de la seguridad pública es para evitar la atomización de labores entre los diferentes actores del sistema así como también, la autogestión o autogobierno de estos al margen de una autoridad política que sirva de referente de las demandas sociales. Durante la historia reciente, en nuestro país se han dado amplias transformaciones en el sistema de seguridad pública, sin embargo, aún no es visible el logro de un verdadero gobierno de la seguridad. Por ejemplo, no está clara cual es la función, nivel de vinculatoriedad y relación con los otros actores del sistema que debe cumplir el CNSP, en particular, con el Ministerio de Gobernación. Las planificaciones fragmentarias y acciones dispersas de los diferentes actores, que ya se han indicado en el diagnóstico, tienen que ver con la ausencia de coordinación sistemática y permanente bajo una entidad rectora. Entre 1999 y 2001, se dio un importante proceso de fusión ministerial. En una primera etapa, se fusionaron el Ministerio de Seguridad Pública con el de Justicia y posteriormente, en un segundo paso, el entonces Ministerio de Seguridad Pública y Justicia con el Ministerio del Interior, dando paso al actual Ministerio de Gobernación y de esta manera agrupando bajo su mandato importantes tareas como la seguridad pública y la ejecución penitenciaria. SEGURIDAD Uno de los aportes de los Acuerdos de Paz fue el logro de trasladar el manejo de la seguridad de la esfera militar hacia el mando civil. Sin embargo, los alcances de la reforma originada por los acuerdos no termina en ese traslado, sino que tenía y tiene otras implicaciones, cuales son el hecho de crear un gobierno de la seguridad pública es decir, un espacio en el que se agrupa el sistema de seguridad pública (el conjunto de instituciones que lo componen) bajo la dirección o autoridad de una cabeza visible que es la máxima autoridad del sistema, es decir, el ministro del ramo. Esta autoridad Aunque el proceso de fusión estuvo justificado en necesidades funcionales y económicas, lo cierto es que al final, se creó un mega Ministerio, con una cantidad enorme de funciones que diluyen la capacidad real de reacción del Ministerio frente a ciertos problemas específicos, por la gran cantidad de temáticas que ocupan su agenda. Esto lleva a la necesidad de plantear nuevamente el debate sobre un ministerio especializado o dedicado a los aspectos de seguridad y justicia penal, separado de las demás tareas administrativas que actualmente realiza el Ministerio de Gobernación y que permita tener un gobierno efectivo de estos aspectos. 51 B. CREACIÓN CRIMINAL DE LA COMISIÓN NACIONAL DE POLÍTICA Si se comprende que una política criminal y de seguridad ciudadana sea una política de estado, en consecuencia, ello supone la participación amplia de actores institucionales, privados y ciudadanía en general. Para poder dar vida a esta cuestión creemos oportuna la creación de una Comisión Nacional de Política Criminal (CNPC) que sería un organismo permanente y con presupuesto propio conformado por diversas instituciones y personas, con el fin de crear líneas coherentes y organizadas de intervención en la conflictividad social, partiendo de principios de acción coordinada y multiagencial. Como miembros institucionales se proponen los titulares de las siguientes instituciones: • Consejo Nacional de Seguridad Pública • Ministerio de Gobernación • Secretaría Nacional de la Familia • Asamblea Legislativa • Fiscalía General de la República • Procuraduría General de la República • Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos • Representante de las municipalidades del país (COMURES) • Universidad de El Salvador • Representante de las Universidades Privadas. Dicho Consejo deberá ser creado mediante una ley que la establezca con claridad su mandato y sus facultades. En todo caso, sería un organismo rector de la política criminal del estado. Se notará que en la nómina propuesta no se encuentra representado el Órgano Judicial. Dicha ausencia es deliberada. En nuestra concepción, no es posible ser juez y parte, es decir, el Órgano Judicial, en particular, los jueces no forman parte del proceso de diseño de la política criminal, sino más bien de los controles que esta debe tener. De esta manera, no nos parece conveniente la participación orgánica de la judicatura en el diseño de política criminal, aunque se reconoce su experiencia y conocimiento como fuentes de consultas para aspectos puntuales. Esta comisión debería contar con una subcomisión técnica, conformada por personal especializado de las instituciones involucradas y de otros nuevos participantes. La composición de dicha subcomisión sería: • Representante de la Policía Nacional Civil • Representante del Consejo Nacional de Seguridad Pública • Representante del Consejo Criminológico Nacional • Representante del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y Adolescencia (ISNA) • Representante del Instituto Salvadoreño para el desarrollo de la mujer (ISDEMU) • Representante de la Comisión de Seguridad de la Asamblea Legislativa • Representante de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos • Representante de la Fiscalía General de la República • Representante de la Procuraduría General de la República • Representante de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos • Representante de las municipalidades del país (COMURES) • Representante de la UES • Representante de las Universidades Privadas • Representantes de sociedad civil vinculados con la temática59. La misión fundamental de esta subcomisión es la generación de un proceso colectivo para gestación de un Plan estratégico de política criminal y seguridad ciudadana y de un Plan operativo de política criminal y seguridad ciudadana con el establecimiento de un grupo de objetivos comunes y metas claras, así como de mecanismos de participación, supervisión y evaluación del trabajo por el público. Este proceso de planificación además, debe contar con un doble enfoque: uno, central, de líneas comunes de trabajo entre las instituciones y un segundo enfoque dedicado a la descentralización de la política criminal y seguridad ciudadana mediante la participación directa de las municipalidades y sus poblaciones. Esta subcomisión tiene a su cargo la generación de grupos de trabajo, de acuerdo a grandes temáticas específicas, establecidas por los campos de acción de la política criminal y de seguridad ciudadana, es decir, en principio a las áreas de prevención, represión y reinserción. Quedan establecidos de esta manera: 59. La forma de elección de estos representantes debe ser objeto de un proceso específico. 52 53 Sociedad Civil Universidades Prevención de accidentes de tránsito. Prevención del abuso de drogas (incluido el alcohol) • • -Papel de la política educativa y de atención a la familia, mujer, niñez y juventud, en la prevención de la criminalidad y la violencia. Control y restricción de armas de fuego; • -Prevención de conflictos por intervenciones no penales: -Presupuesto estatal para materia de prevención de la criminalidad y la violencia -Prevención de la violencia intrafamiliar y -Metodologías de monitoreo local y nacional de la situación de la seguridad. Recolección, construcción y análisis de información para monitoreo e intervenciones preventivas (información estadística, demográfica, encuestas de victimización, de opinión, indicadores, etc.) • -Sistema Nacional de prevención de la violencia y delincuencia: ISDEMU Investigación sobre factores condicionantes de la violencia y criminalidad y formas de intervención preventiva -Iniciativas ciudadanas de seguridad en el ámbito local. ISNA • -Mecanismos de resolución alternativa de conflictos en el ámbito local. CNSP COMURES -Participación de la municipalidad en materia de prevención de conflictos. PNC Prevención Temáticas Participantes Campo de acción 54 -Descentralización y planificación local en materia de seguridad (Municipio- Comunidad- FGR Integración de la Policía de Investigaciones a la Fiscalía General de la República. Reorganización territorial y funcional del sistema de investigación criminal y judicial sobre la base de propuesta de diseño territorial del Plan de Nación. • • Sociedad Civil COMURES Legislativa Representantes Asamblea Desarrollo de metodologías de investigación para criminalidad organizada y de cuello blanco. • ISDEMU y tecnificación del Sistema Nacional de Investigación Criminal -Mapa de necesidades y presupuesto para la represión del delito, con especial énfasis en la profesionalización Desarrollo de metodologías de investigación del mercado delincuencial (investigaciones macro) • ISNA Creación de un sistema de inteligencia criminal a partir de toda la información • PDDH -Sistema nacional de investigación criminal: -Análisis periódicos sobre criminalidad, formas de intervención y respuestas institucionales. CNSP PGR -Sistema nacional de información criminal y unificación de estadísticas en la DIGESTYC. PNC Represión Temáticas Participantes Campo de acción Servicios legales de asesoría a víctimas de delitos Servicios de protección de víctimas y protección a testigos de hechos delictivos Apoyo psico-social a víctimas de delitos • • • -Sistema Nacional de atención a víctimas: -Revisión de la política penal. -Revisión de la política de seguridad en perspectiva de costos-beneficios. . 55 Reinserción Campo de acción -Mejora del sistema de control de medidas no privativas de libertad. -Requerimientos presupuestarios para el Plan Nacional de reinserción. PDDH Representantes Asamblea Legislativa Sociedad Civil Universidades COMURES -Ampliación del trabajo penitenciario y generación de bolsas de trabajo interno y externo. Consejo Criminológico Nacional -Creación de un sistema semiabierto que dote de oportunidades laborales a las personas privadas de libertad. -Identificación de perfiles y necesidades de la población privada de libertad para planes específicos de intervención (por criterios de sexo, formación profesional, educativa, etc). ISNA ISDEMU -Plan Nacional de tratamiento y reinserción. Temáticas CNSP Participantes Cada uno de los grupos de trabajo debe someter sus iniciativas a consulta pública. Apoyo técnico Dada la complejidad y variedad de temas así como por la necesidad de contar con herramientas técnicas de planificación, esta subcomisión tendrá que crear un equipo de apoyo metodológico y apoyo operativo de tipo multidisciplinario. En este sentido se recomienda la participación permanente de un o una profesional en ciencias políticas, con especialización en políticas públicas y planificación participativa, un o una profesional de la sociología o ciencias sociales, preferentemente con experiencia en materias relacionadas con abordaje de la criminalidad o la violencia, un o una profesional de las ciencias económicas especializada en materia de análisis presupuestario. La subcomisión además, deberá nombrar un director ejecutivo encargado del funcionamiento y administración de las actividades y recursos de la CNPC. La contratación de personal operativo se hará de acuerdo con las necesidades trazadas por el plan operativo. En todo caso, el proceso de planificación debe reunir varias etapas, la primera debe ser la de funcionamiento interno de la instancia y en segundo lugar la de las iniciativas propiamente dichas, las cuales deben partir de experiencias pilotos de mediana duración para el conocimiento de su viabilidad como políticas generales o necesidades de corrección del diseño. • Evaluación por un Comité Consultivo: Sería una instancia ad hoc creada por el mismo CNPC, constituido por personalidades y representantes de instituciones relevantes, que brinde opinión, observaciones y recomendaciones al CNPC para mejorar sus labores y logros. El Comité podría entrar en sesión dos veces al año. Uno de los presupuestos básicos para la realización de las actividades de evaluación debe ser el principio de transparencia y rendición de cuentas, en este sentido, una regla general de la CNPC y de las instituciones participes debe ser la producción de información fiable y disponible para el público, así como la disponibilidad de documentos de trabajo e información requerida por el público sin mayores restricciones, tanto relativa a las funciones del CNPC o del funcionamiento y presupuesto asignado a éste y a las instituciones oficiales vinculadas. C. ADECUACIÓN INSTITUCIONAL PARA LA DESCENTRALIZA- CIÓN EN SEGURIDAD Y JUSTICIA La generación de iniciativas permanentes de trabajo en materias de seguridad y justicia requiere una serie de modificaciones en el funcionamiento de las instituciones involucradas. En el caso de las alcaldías, esto supone asumir tareas que siempre fueron vistas como patrimonio del gobierno central. También las agencias de seguridad y justicia deben hacer una adecuación a esta modalidad para hacerla eficiente. La diversidad de distribuciones territoriales genera desequilibrios en la atención de servicios para la población. Mecanismos de evaluación Los procesos de planificación deben establecer las formas de evaluación que pueden ser de tres tipos: • Evaluación interna: revisión de los equipos del logro de los objetivos y metas trazados en el proceso de planificación estratégica. • Evaluación externa: mediante una consulta amplia donde se exponen los resultados del trabajo en periodos anuales, se revisen, se observen y se recopilen propuestas. • Evaluación general: una evaluación en términos globales de la política criminal y seguridad ciudadana en el nivel nacional. • Evaluación local: evaluación de las iniciativas y resultados en el plano municipal. 56 La Policía, sin dejar de ser una sola institución, debe colocar al municipio como la primera instancia ante la que debe rendimiento de cuentas y atención real a las demandas específicas del municipio y la comunidad en materia de seguridad, es decir, la relación debe trascender de lo meramente formal y llegar a ser sistemática y permanente. Lo anterior supone un cambio importante en el perfil del funcionamiento policial, lo cual debe ser objeto de transformaciones institucionales (nuevas formas de distribución de recursos, mayor autonomía a las representaciones municipales) y de políticas institucionales, lo que implica la necesidad de un programa de formación policial orientado en este sentido, labor que tendría que ser asumida por la Academia Nacional de Seguridad Pública. De la misma manera, el Órgano Judicial, la Fiscalía General de la República y la Procuraduría General de la República deben adecuar sus recursos a esta forma de trabajo y distribución. D. ESPECIALIZACIÓN minal tanto en términos de especialidades como en términos territoriales. • Establecer coordinación permanente y directa en cada dependencia de investigación criminal. • Generación de equipos de trabajo interinstitucionales que superen la dualidad del trabajo caso por caso actual. DE LA CARRERA POLICIAL F. PROFESIONALIZACIÓN La policía debe tener, en principio, tres grandes áreas de especialización: Investigaciones, Tránsito y Seguridad Vial y Seguridad Pública. Cada una debe corresponder a un segmento específico de la carrera policial, esto implicaría que el ingreso a una de las especializaciones consecuentemente se tendría que desarrollar su carrera en ese ámbito específico. Al contrario de las políticas laborales de traslados constantes entre diferentes áreas funcionales que afectan la acumulación de experiencia del personal policial en determinados aspectos. Este proceso debe ser acompañado por acciones complementarias, como la eliminación de las rotaciones territoriales frecuentes, que ocasionan pérdida de acumulación y conocimiento del terreno por agentes y oficiales, así como del contacto con la comunidad. De la misma manera, se debe generar un sistema de carrera basado en los estímulos al buen desempeño que pueden ser los aumentos salariales, envío a un destino de interés del beneficiado, posibilidad de capacitación, o incremento de las posibilidades de ascenso y promoción. Esto implica simultáneamente, un cambio de los parámetros de evaluación de la función policial basada en datos como la reducción de cifras delictivas o el número de capturas realizadas, pasando a incluir variables como el respeto a los derechos humanos y las opiniones de la municipalidad y comunidad sobre el trabajo realizado. E. RELACIONES ENTRE LA FGR Y LA PNC EN EL MARCO DE LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL Se deben adoptar medidas urgentes y sistemáticas para corregir el déficit de efectividad de la investigación criminal, especialmente en aquellas variables que tienen que ver con la coordinación interinstitucional. En este sentido, se propone: • Revisión y adecuación, mediante compromisos institucionales, de los criterios laborales y administrativos en la asignación de recursos humanos en materia de investigación cri- Y ESPECIALIZACIÓN DE FISCALES Y DEFENSORES Para el logro de un sistema de justicia operado por personal competente, es necesario profesionalizar a dichos operadores, para ello es necesario el logro de condiciones básicas: • Estabilidad laboral. En la actualidad la mayor parte de defensores y fiscales se encuentran bajo régimen de contrato. Sometidos a la duración de éstos y a la voluntad de la institución de requerir sus servicios. En este sentido se deben dar garantías de estabilidad laboral a los fiscales y defensores, mediante mecanismos de control transparentes y respetuosos del debido proceso y normas de estabilidad y permanencia laboral que de un mayor estímulo a los operadores. • Otro aspecto básico para la profesionalización de los fiscales y defensores es la creación de carreras administrativas donde los méritos y la experiencia generen estímulos positivos para la búsqueda de ascensos profesionales. En este sentido, las jefaturas deberían ser objeto de procesos de concurso de méritos y comprendidos como parte del desarrollo propio de una carrera profesional. • Dotación de autonomía a los operadores judiciales, es decir, espacio de decisión sobre el desarrollo de sus actividades profesionales, así como mecanismos de transparencia de los procesos de decisión y dictado de ordenes directas en que exista discordancia con el criterio del operador. • Ruptura de organizaciones excesivamente jerarquizadas de manera vertical por una con diseño más horizontal, lo que supondría un mayor nivel de las jefaturas y una nueva forma de nombramiento de éstas con base a criterios de carrera y mérito, por sobre los criterios personales. También las decisiones importantes deberían ser tomadas en colectivo mediante procesos de discusión grupal. 57 G. REFORMA INSTITUCIONAL LA REPÚBLICA DE LA FISCALÍA GENERAL DE La FGR juega un papel fundamental en la gestión y configuración de la política criminal, en ese sentido, su diseño debe ser acorde a un modelo democrático de política criminal. A continuación se presentan las principales propuestas de reforma institucional para el logro de estos objetivos: • Nueva forma de nombramiento del Fiscal General, mediante la existencia de ternas construidas por un método y una instancia de nominación diferente al Órgano encargado del nombramiento que reduzca el impacto de nombramientos negociados o distribuciones partidocráticas de las instituciones que eliminan su autonomía y debilitan la institucionalidad. • Nueva Ley orgánica de la FGR que establezca la creación de un Consejo de Fiscales que agrupe a las principales jefaturas como instancia de discusión de las grandes líneas político criminales de la institución, así como un mecanismo de reducción de la verticalidad institucional. Este consejo serviría para dirimir o revisar situaciones conflictivas en materia de persecución penal. Los miembros del Consejo deberían fiscales de carrera. • Generación de mecanismos de ingreso por concurso de méritos, estabilidad laboral, autonomía profesional y mecanismos de control y de carrera transparentes. • Transformación de la Unidad de Política Criminal en una instancia de análisis y gestión de la política de persecución penal, basada fundamentalmente en el análisis de información y generación de políticas de racionalización y gestión de la persecución penal mediante el impulso en las formas de organización del trabajo interno, así como en la coordinación de estos aspectos con otras instituciones. • Diseño y establecimiento de una política de persecución penal basada en los siguientes aspectos claves: o Generación de trabajo basado en equipos y generación de economías a escala, es decir, que cada área de la fiscalía este dividida en niveles de especialización tales como: recepción y revisión temprana, unidad de trámites encargadas de actividades formales de los procesos o audiencias de menor intensidad como las relativas a salidas alternas, unidad de 58 litigación, encargada de las investigaciones y la preparación de casos para juicios. o Sistemas de atención temprana de casos: es decir, mecanismos de recepción y estimación de la viabilidad o no de los casos sometidos a conocimiento de la FGR. En este nivel se haría la pre-selección de casos objetos de archivo administrativo, de criterios de oportunidad o salidas alternas, así como de los casos con viabilidad para continuar judicialmente. o Criterios claros y definidos de persecución y aplicación de salidas alternas, es decir, dotar de líneas a los operadores de cuándo es preferible aplicar una salida alterna y cuando es preferible anteponer el interés estatal de la persecución. o Mejora de los criterios y el rigor de los casos sometidos a juicios, dado que en el panorama actual, entre el 40%-45% de los casos llevados a juicio son declarados absueltos, cuando se supone, que la FGR solo lleva sus casos más fuertes a esta instancia. • Creación del sistema nacional de atención a víctimas y colocación de éste como dependencia de la FGR, esto supondría además, la dotación de recursos financieros, materiales, técnicos y humanos para poder llevar a cabo estas funciones de acuerdo a lo dispuesto en la propuesta sobre el Sistema Nacional de Atención a Víctimas arriba descrito. H. REACTIVACIÓN Y PROTAGONISMO DE LA COMISIÓN COORDINADORA DEL SECTOR JUSTICIA Es necesaria la reactivación de la Comisión Coordinadora del Sector Justicia como espacio de discusión y toma de acuerdos interinstitucionales y readecuarla al esquema actual del sector justicia. La Comisión debería contar con dos instancias: la instancia política, constituida por los titulares y la Unidad Técnica Ejecutiva, instancia técnica constituida por personal especializado de cada una de las instituciones representadas con un perfil eminentemente técnico, cada uno de los cuales sería el encargado de asegurar la implementación y ejecución de los acuerdos interinstitucionales en cada uno de sus campos respectivos. Algunos de los aspectos que deben ser considerados por la Comisión Coordinadora del Sector Justicia son: • Análisis y adecuación de la distribución territorial de las instituciones del sector justicia de cara a favorecer el acceso a la justicia mediante la descentralización, así como para equilibrar las cargas y flujos de casos entre las diferentes oficinas. • Revisión y unificación de los sistemas de información estadística y seguimiento de casos para conocer la demanda concreta de servicios y la elaboración de políticas en materia de gestión de la justicia y gestión de recursos. • Acuerdos interinstitucionales para unificar y coordinar la gestión de procesos penales, para economizar tiempo y recursos institucionales. Por ejemplo, establecer sistemas comunes de agenda para garantizar y aprovechar al máximo el tiempo de los jueces y operadores judiciales evitando choques de audiencias o tiempos muertos en la realización de éstas. • Generar espacios departamentales de coordinación interinstitucional, estableciendo una relación de coordinación y comunicación bidireccional con la sede central, lo cual permitiría matizar las políticas generales a partir de datos específicos de las sedes departamentales. I. FORTALECIMIENTO DEL INSTITUTO DE DESARROLLO INTEGRAL DE LA NIÑEZ Y LA ADOLESCENCIA (ISNA) La importancia del ISNA como ente rector de las políticas de niñez y adolescencia, requieren una institución fortalecida técnica y organizativamente para sumir todas las obligaciones encomendadas, entre las que podemos mencionar: La creación del sistema de resguardos encomendado en la reforma de la Ley Penal Juvenil, el cual en su artículo 58, establece que la institución es responsable por el respeto de los derechos de los jóvenes infractores durante la etapa de su detención administrativa. La creación de los Centros Intermedios para aquellos jóvenes que por su enfermedad, o su comportamiento requiera de un programa especializado para su inserción. Ello supone la creación de reglamentos y de personal altamente especializado para su operatividad. La institución debe garantizar los procesos de inserción a través de verdaderos programas educativos y de formación en los centros de internamiento. El fortalecimiento institucional supone transformaciones institucionales que garanticen la contratación del personal adecuado para las funciones a desempeñar, así como un proceso de capacitación que de forma continuo dote de herramientas a los profesionales para el mejor desempeño de sus funciones. J. REVISIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN Y SERVICIOS PENI- TENCIARIOS Uno de los problemas detectados en nuestro proceso de consulta ha sido la excesiva verticalidad del funcionamiento del subsistema penitenciario y su burocracia. Como una consecuencia de esta verticalidad, los niveles de arbitrariedad en el manejo de cuestiones como los consejos criminológicos se puede ver vulnerable a las manipulaciones. En este sentido se propone: • Dotación de autonomía a los Consejos Criminológicos respecto de la Dirección General de Centros Penales • Activación de la Escuela Penitenciaría y generación de la carrera penitenciaria. • Establecimiento de metodologías de contratación de personal de acuerdo a méritos y capacidades. • Mejorar los espacios de atención a las demandas y necesidades de información de los privados de libertad, en este sentido, debe establecerse un mecanismo de comunicación ágil y permanente entre la población penitenciaria y los juzgados de vigilancia penitenciaria. • Debe brindarse un servicio de defensa penitenciaria ágil y permanente, situación que debe ser asumida por la Procuraduría General de la República. 59 Bibliografía y materiales utilizados Aguilar, Jeannette. Metodologías de cuantificación del delito. FESPAD ediciones. San Salvador, 2002. ___. Estado de la seguridad pública y la justicia penal. Julio 2002-Diciembre 2003. 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