DIA DE LA CANDELARIA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR ¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria! R/. El Señor es el rey de la gloria. ¿Quién es el rey de la gloria? Es el Señor, fuerte y poderoso, el Señor, poderoso en la batalla. R/. El Señor es el rey de la gloria. BENDICIÓN DE LAS VELAS Y PROCESIÓN Primera forma: Procesión 1. A una hora conveniente, se reúnen los fíeles en algún lugar adecuado, fuera del templo donde va a efectuarse la procesión. Los fíeles sostienen en sus manos las velas apagadas. 2. El sacerdote, revestido de blanco, como para la Misa, se acerca, junto con los ministros, al lugar donde el pueblo está congregado. En lugar de la casulla, puede usar la capa pluvial durante la bendición de las velas y la procesión. 3. Mientras encienden las velas, se canta la antífona siguiente u otro cántico apropiado. Nuestro Señor vendrá con gran poder, e iluminará los ojos de sus siervos, aleluya. 4. El sacerdote, después de saludar a los fíeles en la forma acostumbrada, les explica brevemente el significado del rito y los exhorta a participar en él activa y conscientemente. Lo puede hacer con estas palabras u otras parecidas: S. Hermanos, hace cuarenta días celebramos con júbilo el nacimiento del Señor. Hoy también la Iglesia está de fiesta al celebrar el día en que Jesús fue presentado en el templo por María y José. El Señor quiso sujetarse a este rito para cumplir con las exigencias de la ley, pero, sobre todo, para manifestarse al pueblo que lo esperaba. Página 1 Impulsados por el Espíritu Santo, fueron al templo aquellos dos ancianos, Simeón y Ana, e iluminados por el mismo Espíritu, reconocieron al Señor y lo anunciaron a todos con entusiasmo. También nosotros, que formamos el pueblo de Dios por la gracia del Espíritu Santo, vayamos al encuentro de Cristo en la casa de Dios. Hallaremos al Señor en la Eucaristía mientras esperamos su venida gloriosa. C. Después de la exhortación, el sacerdote bendice las velas, diciendo con las manos juntas: Oremos: S. Dios nuestro, fuente y principio de toda luz, que concediste al justo Simeón contemplar a Cristo, luz destinada a iluminar a todas las naciones, bendice + estas velas con las que tus fíeles van a ir a tu encuentro en medio de himnos de alabanza, y escucha su oración a fin de que por el camino del bien puedan llegar a la luz inextinguible. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén. Y rocía las velas con agua bendita, sin decir nada. El sacerdote toma entonces la vela destinada a él e inicia la procesión, diciendo: Vayamos ahora alegres al encuentro del Señor. Durante la procesión se canta la antífona siguiente, o algún canto apropiado. R/. Cristo es la luz enviada para iluminar a las naciones y para gloria de Israel. Ahora, Señor, ya puede morir en paz tu siervo, según tu promesa. R/. Porque mis ojos han visto a tu Salvador. R/. Al Salvador a quien has puesto a la vista de todos los pueblos. R/. Al entrar la procesión en el templo, se canta la Antífona de entrada de la Misa. Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia y, si se cree conveniente, lo inciensa. Página 2 Luego se dirige a la sede, en donde se quita la capa pluvial (si la usó en la procesión) y se pone la casulla. Ahí mismo, después de que se ha cantado el Gloria, dice la Oración Colecta como de ordinario. Prosigue luego la Misa de la manera acostumbrada. Segunda forma: Entrada solemne C. Los fieles se reúnen en el templo, teniendo las velas en sus manos. El sacerdote, revestido de ornamentos blancos, va en compañía de los ministros y de una representación de los fíeles a un sitio adecuado, ya sea ante la puerta del templo o en el interior del mismo, en donde, por lo menos una gran parte de los fíeles, puedan participar cómodamente de la ceremonia. Al llegar el sacerdote al sitio escogido para la bendición de las velas, se encienden éstas, y se canta la antífona ‘Nuestro Señor vendrá con gran poder’ u otro cántico apropiado. En seguida el sacerdote, después del saludo al pueblo y de la breve exhortación, bendice las velas; se efectúa luego la procesión con los cánticos, Mal 3,1-4: Entrará en el santuario el Señor a quien ustedes buscan. Salmo 23: El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria Le 2,22-40: Mis ojos han visto a tu Salvador Página 3 LA MISA Monición de entrada: La fiesta de hoy es conocida y celebrada con diversos nombres: La presentación del Señor, la purificación de María, la fiesta de la luz, la fiesta de las Candelas o Candelaria, es decir, fiesta de la luz. María y José acuden con el Niño al templo de Jerusalén para cumplir la doble disposición de la ley mosaica: presentación del primogénito varón al Señor para su rescate y purificación de la madre a los cuarenta días del parto. De pie, por favor para recibir a los celebrantes de esta Eucaristía. ANTÍFONA DE ENTRADA. (Sal 47,10-11) Recordaremos, Señor, los dones de tu amor en medio de tu templo. Que todos los hombres de la tierra te conozcan y te alaben, porque es infinita tu misericordia. Se dice Gloria ORACIÓN COLECTA Dios todopoderoso y eterno, mira a tus fieles reunidos hoy para celebrar la presentación en el templo de tu Hijo Jesucristo, y concédenos que podamos presentarnos ante ti plenamente renovados en el espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo... Monición. Primera lectura: Malaquías 3, 1-4 (El mensaje del Señor entrará en su santuario). En la primera parte de la alocución de Simeón, es decir, en la proclamación mesiánica de Jesús, escuchamos un eco, mejor dicho vemos la realización del anuncio del profeta Malaquías: venida del Señor al santuario. El libro de Malaquías está centrado en la figura del Mensajero, se orienta a crear una nueva actitud religiosa que, a su vez, renueve el culto del templo, que estaba en franca decadencia. Escuchemos. Página 4 PRIMERA LECTURA Del libro del profeta Malaquías: 3,1-4 Esto dice el Señor: «He aquí que yo envío a mi mensajero. El preparará el camino delante de mí. De improviso entrará en el santuario el Señor, a quien ustedes buscan, el mensajero de la alianza a quien ustedes desean. Miren: Ya va entrando, dice el Señor de los ejércitos. ¿Quién podrá soportal el día de su venida? ¿Quién quedará de pie, cuando aparezca? Será como fuego de fundición, como la lejía de las lavanderas. Se sentará como un fundidor que refina la plata; como a la plata y al oro, refinará a los hijos de Leví y así podrán ellos ofrecer, como es debido, las ofrendas al Señor. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos». Palabra de Dios. SALMO RESPONSORIAL. Del salmo 23 R/. El Señor es el rey de la gloria. S. ¡Puertas, ábranse de par en par; agrándense, portones eternos, porque va a entrar el rey de la gloria! R/. El Señor es el rey de la gloria. S. ¿Quién es el rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos, es el rey de la gloria. R/. El Señor es el rey de la gloria. Monición. Segunda lectura: Hebreos 2, 14-18 (Tenía que parecerse en todo a sus hermanos). Jesús participó de nuestra humanidad y con su muerte nos liberó del poder de Satanás que nos tenía esclavizados. Jesús es el Sumo Sacerdote compasivo fidedigno en lo que toca a Dios. Pongan atención. SEGUNDA LECTURA De la carta a los hebreos: 2, 14-18 Hermanos: Todos los hijos de una familia tienen la misma sangre; por eso, Jesús quiso ser de nuestra misma sangre, para destruir con su muerte al diablo, que mediante la muerte, dominaba a los hombres, y para liberar a aquellos que, por temor a la muerte, vivían como esclavos toda su vida. Pues como bien saben, Jesús no vino a ayudar a los ángeles, sino a los descendientes de Abraham; por eso tuvo que hacerse semejante a sus hermanos en todo, a fin de llegar a ser sumo sacerdote, misericordioso con ellos y fiel en las relaciones que median entre Dios y los hombres, y expiar así los pecados del pueblo. Como él mismo fue probado por medio del sufrimiento, puede ahora ayudar a los que están sometidos a la prueba. Palabra de Dios. Página 5 Monición. Tercera lectura: Le 2, 22-40 (Breve (22-32) (Mis ojos han visto a tu salvador). En el texto evangélico de hoy y en boca del anciano Simeón hay una proclamación solemne, casi oficial, de Jesús en el mismo templo de Jerusalén, como el Mesías esperado. Dichoso este anciano a quien el peso de los años no le apagó sus pupilas, sino que le dio una visión más aguda y penetrante para ver en aquella ocasión, que parecía tan rutinaria como una de tantas, a una pareja distinta y a un niño sin paralelo, el Mesías de DIOS. ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO. (Lc. 2,32) R/.Aleluya, aleluya. EVANGELIO Del santo Evangelio según san Lucas: 2, 22-40 Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones. Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fúe al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo: «Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel». El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: «Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma». Página 6 Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Ana se acercó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él. Palabra del Señor. R/Gloria a ti, Señor Jesús. HOMILIA Hoy la Iglesia celebra la fiesta de la Presentación del Señor o la Fiesta de las Candelas. Esta fiesta data del siglo IV en Jerusalén. Es el encuentro oficial del Señor con su pueblo en la persona de Simeón y en el templo de Jerusalén. El evangelista intenta dar una respuesta teológica y catequética a los cristianos formados en un ambiente tradicional judío. A Lucas le interesa colocar a Jesús en relación con la ciudad de Jerusalén, como lugar donde se revela para todos los pueblos la luz de la salvación. El cántico de Simeón así lo demuestra. Jesús, el bebé, será «luz para alumbrar a todas las naciones, presentado a todos los pueblos». Así, la salvación queda conectada al pasado de Israel, pero abierta universalmente a todos los pueblos y naciones del universo y de la historia. Jesús es luz que disipará las tinieblas de todo el mundo. Por eso esta celebración está llena de simbolismo, de belleza, de iluminación. - Dejemos que la luz de Cristo nos invada a todos. El cumplimiento de los ritos. (2, 22-24) Según el Levítico 12, 6-8, .Cuando se termina (para la mujer) el tiempo de su purificación, tanto por un hijo como por una hija, lleva al sacerdote un cordero de un año. Si no consigue hacerse con un cordero, toma dos tórtolas o dos pichones- (cf. Lev 5,7). Esta ceremonia no atañe sino a la mujer y tiene lugar 40 días después del nacimiento de un varón (cuando se trata de una hembra son 80 días). El rito de rescate del primogénito es muy diferente. Según Ex 18, 1-2, Dios dijo a Moisés: . Página 7 Conságrame todo primogénito, todo el que abre el seno materno. Según Números 3, 47, al primogénito se le rescata con cinco ciclos y debe hacerse durante el mes que sigue al nacimiento (Núm 18, 16). En esta ocasión es el padre el que tiene que actuar' y nunca se pide que el niño esté presente en el templo. A Lucas no le importan mucho estos ritos. El los mezcla confusamente y habla indebidamente de su purificación. Lo único que le interesa es presentar al niño en el templo, como había sido presentado el pequeño Samuel por Ana (1 Sam 1.22-28). Es posible que quiera decirnos igualmente que los padres de Jesús eran fieles cumplidores de la ley, fuertemente vinculados al pueblo de Israel. Pero es, el mismo tiempo, un medio de anunciar el tema de las divisiones dentro del mismo Israel (2,34), utilizando ¡para ello el paralelismo, tan típico de Lucas. Simeón el profeta (2. 25-38) La ley que empuja a los padres de Jesús y el espíritu que lleva a Simeón se une para designar al nuevo mesías en el corazón mismo de la religión de Israel, en el templo. Simeón, perfecto representante de los más altos valores espirituales, esperaba .el consuelo de Israel-, es decir la inauguración de la era mesiánica. El tema del consuelo es particularmente apreciado por el Segundo Isaías (ls 40, 1s) y la palabra “consolador”, será uno de los títulos que recibirá el mesías. Al igual que Isabel y Zacarías, llenos del espíritu (1,41.67; 2,25.27), Simeón identifica a Jesús como .Cristo del Señor-, el rey ungido por Dios (l Sam 24, 7) para reinar sobre Israel y salvar al pueblo de Dios. El anciano Simeón, a las puertas de la muerte, tiene en sus brazos toda su esperanza. El cántico de Simeón, construido igualmente en el hermoso estilo de los cantos bíblicos, vislumbra ya la misión de Jesús. El profeta ha visto el signo prometido y la larga espera del mesías se acaba. La salvación anunciada por Isaías (.Toda carne verá la salvación de Dios-: ls 40,5; cf. Le 3,6), y anunciada por Zacarías (Le 1,69. 71.77), ya se ha realizado. El horizonte, sin embargo, su ponía el del solo pueblo de Israel y se hace universal. El hecho concierne a todos los pueblos, como dice Simeón utilizando las palabras del Segundo Isaías: • Te he destinado para luz de las naciones, para ser mi salvación hasta los extremos de la tierra- (cf. Is 42, 6; 49, 6). Estas palabras de Simeón, nos recuerdan una vez más la figura del Samuel de las antiguas tradiciones aggádicas judías. Página 8 En el relato del Pseudo-Filón que habla de la presentación del pequeño Samuel en el templo y que presenta el cántico de Ana, que el autor retoca a su manera, la figura del profeta Samuel recibe tintes de mesías-, utilizando para ello expresiones sacadas del Segundo Isaías: Ana ha dado a luz da luz de las naciones... Vive el profeta del pueblo. Que sea por mucho tiempo la luz de este pueblo • (LAS 51, 6-7). Mateo centró su reflexión sobre Jesús niño partiendo de la figura de Moisés. Lucas de la de Samuel. La doble profecía de Simeón en los v. 34_35 es difícil de comprender. Es el último anuncio del relato de la infancia. Pueden encontrarse quizá en este pequeño relato algunos elementos del esquema de anuncio: extrañeza de los padres de Jesús (cf. el temor en los otros relatos), el término “he aquí”, la mención de un signo contestado (o expuesto a la contestación) -, el reconocimiento del signo operado por María en su propio interior... La hija de Sion se verá dividida, como desarticulada en su más íntimo ser. Nos encontramos con el tema bíblico de la división de los corazones, aunque no es posible alegar una cita bíblica concreta: quizás 8, 14 Y 28, 16 (cf. Le 20,17.18), o quizá el poema del siervo que sufre, al que se exalta y desprecia (ls 52, 13-53, 12). En este texto se encuentra como concentrada toda la historia de Jesús, llena de gloria y de humillaciones, así como la historia de Israel profundamente dividido con su venida. María, en medio de esta lucha, será el preciso lugar en el que el signo de la división se manifestará con toda su fuerza, el lugar del desgarro realizado por la espada de la que habla Ez 14. 17, que corta a Israel en dos, dejando únicamente un resto, la parte elegida por Dios.' Podemos comparar, finalmente, el versículo que se refiere al crecimiento de Jesús (2. 40) con el que se refiere a Juan (1.80): en este caso, se insiste en la sabiduría y en la gracia de Dios (compárese 1,66). La palabra sabiduría aparece igualmente en 2.52, al final de la segunda parte del díptico de las presentaciones en el templo. Este término es muy fuerte, en aquella época era más o menos el equivalente de lo (que nosotros llamamos hoy .cultura-. Lucas insiste en este tema (cf. 7,35; 11,31.49; 21,15; Hech 6,3. 10; 7,10; 19. 22). La sabiduría era igualmente el ideal de los escribas y de los doctores de aquel tiempo a los que agradaba llamarse precisamente .sabios». La repetida mención de la sabiduría de Jesús (2, 40. 52) que se enfrenta a la de los doctores, tiene un profundo sentido, por el uso de paralelismos antitéticos de Lucas.' Página 9 ORACIONES DELOS FIELES 1. Por la Santa Iglesia de Dios: para que, por la vida de sus, fieles y el ministerio de sus sacerdotes, haga brillar ante los hombres la luz de Cristo, Salvador de las naciones. Roguemos al Señor. 2. Por nuestros gobernantes: para que su labor sea siempre de servicio, de justicia y de paz. Roguemos al Señor. 3. Por las madres de familia: para que reciban en sus hogares el honor, la ayuda y la gratitud que merecen sus afanes de cada día por el bienestar su familia. Roguemos al Señor. 4. Por los enfermos y todos los que sufren: para que perseveren en la llamada de atención a la responsabilidad de todos. Roguemos al Señor. 5. Por nosotros mismos los aquí reunidos y por todos los miembros de nuestra parroquia: para que la manifestación del Señor en la carne sea causa de edificación y vida, y no ocasión de caída y escándalo. Roguemos al Señor. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Que te sea agradable, Señor, el sacrificio de tu Hijo único, el Cordero sin mancha que tú quieres que la Iglesia te ofrezca por la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. PREFACIO C: El Señor esté con ustedes. A: Y con tu espíritu. C: Levantemos el corazón. A: Lo tenemos levantado hacia el Señor. C: Demos gracias al Señor, nuestro Dios. A: Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, porque al ser presentado hoy en el templo tu eterno Hijo, fue proclamado por el Espíritu Santo gloria de Israel y luz de las naciones. Por eso, nosotros, al venir hoy llenos de júbilo al encuentro del Salvador, te alabamos con los ángeles, diciendo sin cesar: Página 10 SANTO Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo. ACTO CONSACRATORIO Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y + Sangre de Jesucristo, nuestro Señor. Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes. Del mismo modo, acabada la cena. Tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulas y sus discípulos, diciendo: “Tomen y beban todos de él, porque esta es mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por todos los hombres para el perdón de los pecados, hagan esto en memoria mía” S. Este es el Sacramento de nuestra fe. T. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven Señor Jesús! S. Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos (as) de servirte en tu presencia. Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo. C1. Acuérdate Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y rehundida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal. Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu presencia. Página 11 Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, Madre de Jesús, su esposo San José, los apóstoles, los santos y mártires y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas. TERCERA ELEVACIÓN S. POR CRISTO, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. R./ Amén. RITO DE LA COMUNIÓN. Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir: O bien: Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo. R/ Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre Señor. S. Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz les dejo, mi paz les doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/ Amén. La paz del Señor esté siempre con ustedes Página 12 R/ Y con tu espíritu. S. Como hijos de Dios, intercambiemos ahora un signo de comunión fraterna. CORDERO S. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN. Le 2,30-31 Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has puesto ante la vista de todos los pueblos. ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Señor, tú que colmaste las esperanzas del anciano Simeón de no morir antes de ver al Mesías, completa en nosotros la obra de tu gracia por medio de esta comunión, para que sepamos buscar siempre a Cristo en esta vida y podamos llegar a contemplarlo en la eternidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. S. El Señor esté con ustedes R/ Y con tu espíritu. S. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. R/ Amén. S. La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden irse en paz. Nuestra celebración ha terminado. R/ Demos gracias a Dios. Página 13