REFLEXIONES SOBRE EL ACOSO ESCOLAR. BULLYING Cuando pensamos en el acoso escolar inmediatamente nos posicionamos en el lado de la víctima, sintiendo la necesidad de comprender su sufrimiento, así como de prestarle la ayuda necesaria mediante los recursos tanto educativos como sociales y psicológicos disponibles. Esta, sin duda, es una reacción enteramente humana, comprensible y sin duda indispensable. No obstante, el acoso escolar, es un problema complejo y dinámico lo que supone que, para su aparición, desarrollo y mantenimiento, son necesarios diferentes factores y agentes. Factores de vulnerabilidad presentes tanto en el agresor como en la víctima, factores predisponentes (sociales, psicológicos, educativos), factores precipitantes (historial familiar, presiones en el entorno familiar y de iguales, factores económicos, patrones educativos y de crianza, estrés psicosocial en el menor agresor, etc). En este sentido, resulta interesante volver la vista hacia el menor agresor, explorar sus rasgos de personalidad, su historial de vida, experiencias tempranas, estructura familiar, apego y estilos de crianza. Todo ello nos permitirá elaborar un perfil del menor que actúa de forma persecutoria hacia sus compañeros, esbozando así las motivaciones de su conducta. Así, es frecuente observar que, los menores agresores sufren de un profundo sentimiento de exclusión y rechazo por parte de sus compañeros, sintiéndose señalados y etiquetados como “malos”, “rebeldes”, o como “casos perdidos”. Es igualmente usual encontrar entre ellos la creencia de “no ser queridos”, de ser repudiados, y, esta creencia, les mantiene alerta ante posibles desprecios, maltratos y ofensas, mostrándose altamente sensibles ante cualquier indicio de las mismas. Desarrollan una forma de pensar defensiva del tipo “si me haces daño yo te haré más”, o, “si vas a por mí, yo iré a por ti antes”, manteniendo un estado de alerta constante ante posibles desagravios y preparados a devolver “golpe por golpe”, “ojo por ojo”. Generalmente, son menores que, desarrollan un odio hacia aquellos otros menores que consideran privilegiados por tenerlo todo, ser aceptados y queridos y a los que culpan de su situación. Así, están acostumbrados a que se les trate de forma coercitiva, mediante amenazas, castigos y reproches, lo que provoca en ellos un aumento de su hostilidad tanto hacia la autoridad como hacia los menores privilegiados, esto es, queridos y admirados por los demás y por los adultos. Sin embargo, cuando se les transmite confianza en su capacidad para el cambio, y se les conceden y asignan responsabilidades de grupo, cuidado, vigilancia, etc, responden de forma altamente favorable. Llegando incluso a pasar de agresores a cuidadores de otros menores inhibiendo, controlando y arbitrando en disputas de patio, si ese es el cometido que se les ha conferido. Esto se produce por la necesidad de sentirse aceptados, integrados y, en el fondo, queridos por sus iguales y profesores. Ignacio González Sarrió. Doctor en Psicología Jurídica. Perito judicial y forense. Miembro del Turno de Peritos Forenses del Ilustre Colegio Oficial de Psicólogos. Coordinador Grupos de Trabajo en Psicología Jurídica. http://psicolegalyforense.blogspot.com NºCol.cv06179. 696102043 Valencia.