Resumen del resumen del resumen La sexualidad y la reproducción remiten a las formas a través de las cuales el cuerpo no sólo se materializa como una entidad biológica, sino que también se constituye en un lugar histórico social y culturalmente construido, por medio del cual se gestiona la vida individual y colectiva. El cuerpo así entendido, además de ser un instrumento político de control y de reproducción de lo social a través de la sexualidad y la reproducción, es el primer escenario en donde se vivencia la existencia o inexistencia de condiciones materiales para una vida digna, así como los marcos éticos que le dan horizontes de posibilidad y de futuro a las sociedades. La Política Nacional de Salud Sexual y Reproductiva de 2003, define los derechos sexuales y reproductivos como derechos fundamentales que, asociados al “derecho básico de alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva para contribuir al desarrollo de las personas y al mejoramiento de su calidad de vida” , aluden al hecho de que “las decisiones sobre la sexualidad y la reproducción y la atención de las enfermedades y eventos relacionados con ellas, entrañan el ejercicio de derechos tales como el derecho a la vida (...); a la igualdad, (...) a no sufrir ningún tipo de discriminación (...); [y] a la integridad personal (...) entre otros.” Hablar de derechos sexuales y reproductivos es entonces, hablar de los derechos humanos inscritos en el cuerpo cuyo disfrute depende de las condiciones materiales y simbólicas que asociadas a la etnia, la clase social, el género, la edad, etc., favorecen u obstaculizan su ejercicio ETAPAS Primera infancia (primer mes de vida hasta aproximadamente los dos años de edad) En estos primeros años de la vida humana -a partir de los cinco meses- los bebés comienzan a explorar su cuerpo y a realizar conductas de autoestimulación. Los adultos deben aceptar estos comportamientos con naturalidad y proteger al niño de posibles abusos sexuales (Ochaíta y Espinosa 2004, pp. 271). Etapa preescolar (dos a los seis años) Durante esta etapa aparecen aspectos muy concretos de las necesidades sexuales, pues los niños comienzan a distinguir las diferencias entre los sexos y a mostrar ciertas conductas como autoexploración, autoestimulación, curiosidad por los compañeros del sexo opuesto, etc. Manifiestan interés por aspectos relacionados con la sexualidad, a lo que se debe responder con veracidad y un nivel adecuado a su edad. Durante este período descubren también su identidad de género y practican los roles estereotipados que corresponden a su sexo. En este sentido es importante respetar el derecho del niño al desarrollo de la identidad de género, aunque a los adultos pueda parecer que esta representación no corresponde a la forma en que se asumen los papeles en la familia. No hay que desestimar la influencia de los medios de comunicación en la construcción del significado de ser hombre y ser mujer. (Ochaíta y Espinosa 2004, pp. 286-288). Etapa escolar (seis años hasta la pubertad, que se presenta alrededor de los doce o trece años) En lo que se refiere a las necesidades sexuales, el niño construye una imagen de su identidad sexual y de género y flexibiliza los estereotipos tan marcados durante la etapa anterior. Es capaz de comprender que la identidad sexual y de género permanecerán constantes durante toda la vida y que no dependen de los factores externos (como por ejemplo la ropa, adornos o profesión). En este proceso el papel de los padres es fundamental pues constituye el patrón de referencia de los niños para aprender los elementos más esenciales y significativos sobre la conducta sexual (Ochaíta y Espinosa 2004, pp. 299-300). Es importante también el recibir una adecuada educación sexual que incluya formación en la afectividad y el conocimiento personal como parte fundamental de la identidad. Pubertad y adolescencia (pubertad a dieciocho años) Las necesidades sexuales comienzan a cobrar una gran relevancia, pues la maduración sexual permite a los jóvenes tener relaciones coitales, por lo que se debe prestar especial atención a la educación sexual y a la prevención de embarazos y enfermedades. La educación sexual-afectiva debe contemplar, entre otras cosas, la vinculación con el otro, la responsabilidad y el autoconocimiento para plantear un proyecto de vida con la sexualidad como componente esencial. (Ochaíta y Espinosa 2004, p. 316) Como puede advertirse, se propone la comprensión de un concepto amplio de sexualidad. La utilización de una noción restringida ha tenido como consecuencia la limitación de los derechos vinculados con ésta. La propuesta de considerarla como una parte fundamental para el ser humano, integrada por una serie de elementos relacionados, permite un mejor entendimiento de su relevancia durante toda la vida humana y las diferentes formas de manifestarse y ejercerse los derechos sexuales. Esto sin duda tendría que obligar a establecer una regulación protectora de estos derechos que implicaría la restricción de otros (en especial los vinculados con la patria potestad), lo cual parece lejos de ocurrir, debido a la arraigada cultura sobre las relaciones entre padres e hijos. A esto se suma la consolidación del paradigma liberal del titular de derechos, que basa su ejercicio en un cierto tipo de autonomía de la que se presume carecen las niñas y niños. DERECHOS FUNDAMENTALES DE LOS NIÑOS –UNICEFhttps://www.unicef.org/lac/historias/10-derechos-fundamentales-de-los-ni%C3%B1os-porquino Los derechos sexuales y reproductivos, actualmente ¿son en realidad derechos humanos? Los niños pueden ser víctimas de violaciones a sus derechos sustentadas en referentes culturales y prácticas de discriminación y exclusión por razones socioeconómicas, de edad, género, etnia, etc., que a propósito del ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos, determinan sus posibilidades en primer lugar, para acceder a la atención en salud, a la información y la formación dispuesta para brindarle herramientas para la toma de decisiones alrededor de su salud sexual y reproductiva; en segundo lugar, para construir libremente su identidad y las formas de relacionarse con los otros y las otras, realizando un ejercicio autónomo, responsable y pleno de su sexualidad; y en tercer lugar, interpelar las representaciones sociales frente a la reproducción que inciden en la facultad que tengan para planear una familia, ejercer la maternidad y la paternidad, entre otras. Se considera inaplazable y de la mayor pertinencia el análisis del ejercicio de derechos sexuales y reproductivos en niños, niñas y adolescentes, debido a que estos grupos poblacionales están viendo afectados sus derechos a la vida, a la libertad, a la autonomía, a la integridad y al bienestar físico, a la igualdad, a la salud y a la educación, entre otros, habida cuenta de las transformaciones culturales que favorecen la iniciación temprana de las relaciones sexuales y los factores socioeconómicos que inciden en el incremento y la prevalencia del embarazo adolescente. Se definieron cinco líneas de derechos: el derecho a la autodeterminación reproductiva, libre opción a la maternidad y protección en caso de embarazo; el derecho a la vida, la libertad, la supervivencia, la seguridad y a una sexualidad libre de riesgos; el derecho a la no discriminación y al respeto por las diferencias; el derecho a la información y a la educación; el derecho a la atención y protección en salud y a los beneficios del progreso científico. Con estas líneas de derechos, se busca analizar a través la doctrina de protección integral, la perspectiva de derechos de la infancia, la perspectiva de género y el principio de corresponsabilidad, la situación de los derechos sexuales y reproductivos de los niños, niñas y adolescentes. LOS CASOS LÍMITE A DEBATE Además de la evidente dificultad que presentan los derechos sexuales de niñas y niños, derivado de la minoría de edad y la incapacidad para dar el consentimiento, hay algunos casos aún más complejos. Con el fin de generar el debate, se propone la discusión de casos límite, en los que, por tratarse de niños y de derechos relacionados con la sexualidad, no existe un acuerdo generalizado sobre la intervención y límites en el ejercicio de los derechos. Las preguntas que sirven como hilo conductor son ¿Quién es el titular del derecho? ¿Quién está facultado para ejercer el derecho, en el entendido de que se trata de una libertad de elección? ¿Qué pasa con el consentimiento? •Niños intersexuales. •Pederastia, estupro y prostitución infantil.