La contemplación a nuestra bandera, históricamente, representa el sentido de pertenencia que tenemos en el territorio soberano, donde las buenas prácticas ciudadanas, conjugan el quehacer cultural donde nos desarrollamos y expresamos como seres libres. Los colores patrios forman parte de una historia trágica de la república ecuatoriana que, durante años, por la conquista española y las atrocidades cometidas por altos comandos de la época, se violentó y se apresó la libertad de nuestros antepasados, hasta la independencia y liberación del pueblo ecuatoriano, mismo que adoptó el mestizaje, pero mantuvo su pensamiento de esperanza y lucha. El 26 de septiembre de cada año Ecuador conmemora el día de la Bandera Nacional. Este símbolo representa la historia de gloria y el futuro de esperanza de todos los ecuatorianos. Nuestra Bandera, hasta contar con una composición definitiva, tuvo numerosos cambios en el devenir histórico del Ecuador, hasta que el 26 de Septiembre de 1860, el Presidente García Moreno, dispuso que se adopte el pabellón de la Gran Colombia, por haber sido “sellada con la sangre de los héroes” y para que sea siempre consagrada como la insignia del pueblo y orgullo de nuestras glorias nacionales. La Convención Nacional del 10 de Enero de 1861 ratificó el Decreto de manera definitiva. El 5 de Noviembre de 1900, según consta en el Registro Oficial No. 1725, en el gobierno del General Eloy Alfaro, el Congreso del Ecuador decretó que el Pabellón Nacional sea, sin alteración alguna el que adoptó el Ecuador desde que proclamó su independencia, el amarillo, el azul y el rojo. La faja amarilla tiene el doble de ancho que las restantes y representa la abundancia de nuestro suelo minero y fértil. En el medio, el azul representa el cielo y el mar ecuatoriano y el rojo en la parte inferior simboliza la sangre de nuestros héroes. En el centro se colocó el Escudo Nacional. Posteriormente, en 1955, el Congreso Nacional designó el 26 de septiembre como el Día de la bandera Nacional. Este día ha sido escogido como el día que se proclama a los abanderados, portaestandartes y escoltas. Un día en el que el juramento con la expresión del “sí juro”, va más allá de ese grito, acompañado del beso respetuoso a la bandera tricolor. Es un momento donde ratificamos nuestro compromiso de llevar en alto la nacionalidad dentro y fuera del país, manteniendo siempre la esencia del lugar de donde venimos y al que nos debemos como ciudadanos en una Patria libre y soberana.