REINADO DE LOS SACRATÍSIMOS CORAZONES DE JESÚS, MARIA y JOSÉ CENÁCULO DE ORACIÓN PRESENTACIÓN En el Misal Romano, concretamente en el Prefacio para después de la Ascensión, el texto litúrgico dice del Rey del Universo: “El cual, habiendo entrado una vez para siempre en el santuario del cielo, ahora intercede por nosotros, como mediador que asegura la perenne efusión del Espíritu. Pastor y obispo de nuestras almas, nos invita a la plegaria unánime, a ejemplo de María y los apóstoles, en la espera de un Nuevo Pentecostés”. Se puede decir que la Iglesia Católica exhorta a los fieles, desde las comunidades religiosas hasta las parroquias, a orar suplicando el don providencial de un Nuevo Pentecostés, a imitación de los discípulos que se reunieron con la Santísima Virgen en el Cenáculo de Jerusalén, en la espera de la Venida del Espíritu Santo. Por este motivo, el Cenáculo de Oración es ante todo un encuentro de plegaria; pero este rezo es con la Virgen María. De ahí que, es una característica de todo Cenáculo de Oración el rezo del Santo Rosario. Con él se invita a la Madre de la Iglesia y Esposa del Espíritu Santo a unirse a nuestra plegaria, se ora juntamente con Ella, mientras Ella misma va revelando a las almas el misterio del Sagrado Corazón del Señor. En este mundo, que se ha vuelto peor que en los tiempos del diluvio, la Iglesia será purificada y transformada por el fuego divino de un Nuevo Pentecostés, en preparación a la Segunda Venida de Jesucristo. Toda la faz de la tierra será renovada por el fuego del Espíritu de Amor. Bajo su poderoso hálito de vida se abrirán finalmente los nuevos cielos y la nueva tierra. En el Cenáculo de Oración, los apóstoles de los últimos tiempos se disponen a recibir este Espíritu Divino. El Corazón Traspasado de Jesús nos lo comunica como el don precioso de su Redención; siendo, el Inmaculado Corazón de María la puerta santa a través de la cual el Nuevo Pentecostés llegará a nosotros, bajo el patrocinio del Patriarca del Pueblo de Dios. La lucha entre la Mujer vestida del Sol y su Adversario, el Gran Dragón, ha entrado ya en su fase conclusiva, por eso en el Viernes Santo del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia conoce la hora de tantos abandonos y de las traiciones, luego, finalmente, flagelada y crucificada se encaminará a los días del sepulcro; de las catacumbas, esto es, momento doloroso de la Gran Tribulación, en la espera segura del Domingo de Gloria, una Pascua gozosa y un Nuevo Pentecostés, será conducida, por medio el Triunfo del Corazón Inmaculado de María, y de la mano del Corazón Fiel y Solícito de San José, al esplendor del Reinado Eucarístico. UN PENTECOSTÉS SACERDOTAL Si el Triunfo del Inmaculado Corazón de María está señalado especialmente por la efusión del Espíritu Santo, que como un Nuevo Pentecostés purificará e iluminará la humanidad, para hacer amar a Jesús Sacramentado, y de manera patente sacará al mundo del abismo en que se encuentra, trayendo una Era de Paz, también será notorio el don de un Pentecostés Sacerdotal, que depurará el sacerdocio de las impurezas que lo han deshonrado y lo restaurará con el brillo de la santidad de Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote. El Pentecostés Sacerdotal, prenda del Nuevo Pentecostés, incendiará y quemará la escoria, produciendo una reacción moral y espiritual más grande que la maldad que a la tierra aqueja, realizándose hasta los confines del mundo lo que el ojo no vio ni el oído oyó ni el hombre puede pensar: el Reinado Eucarístico. Es perentorio que los apóstoles de los últimos tiempos clamen al Espíritu implorando el Pentecostés Sacerdotal, obertura del Nuevo Pentecostés, que selle indeleblemente a los sacerdotes y les otorgue una abundancia de carismas para que puedan deshacer las tretas de la ralea de Belial y ser consuelo para el linaje de la Mujer vestida del Sol, atribulado por el Mal. La Virgen, que estuvo presente en el cenáculo de Jerusalén en la mañana de Pentecostés por el cual el Corazón Traspasado del Resucitado envió su Iglesia hacia el mundo, está también en el introito del Pentecostés de santidad por el cual el sacerdocio lucirá de nuevo en el Cuerpo Místico de Cristo. Ella es la tesorera y dispensadora de todas las riquezas guardadas para las almas sacerdotales dentro del Corazón Eucarístico del Señor, y es a través de María que el Espíritu Santo descenderá sobre los sacerdotes y los transformará en luz para iluminar los caminos del bien, en pastores puros para sacar de la impudicia a las muchedumbres, en ascuas de fuego que llenen de amor divino al mundo entero. El Corazón Fiel y Solícito de San José, Patriarca del Pueblo Sacerdotal, vela, cuida, guía e intercede para que sean angelizados los sacerdotes y adquieran un eximio temor de Dios, una fortaleza inamovible, una piedad ardiente, una ciencia luminosa, una sabiduría inagotable, un profundo entendimiento y el consejo encomiable. Él junto a la Reina de todos los santos, antes del Advenimiento de Cristo, revertirán de forma inexorable y súbita el dominio del Maligno, porque estando presentes donde el Paráclito Divino ora con gemidos inefables, y siendo la íntima ligazón de sus Corazones omnipotencia suplicante, tanto más poderoso y dinámico se muestra el Espíritu Santo, y, muy pronto, sobre la vigente impostura religiosa sobreabundará el Pentecostés Sacerdotal, engendrando santos y grandes sacerdotes llenos de gracia y celo apostólico, que bullirán en la culminación del Nuevo Pentecostés +Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. +En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. ACTO DE CONTRICIÓN ¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del Infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO Ven, Espíritu Santo, y por la intercesión del Inmaculado Corazón de María, llena nuestros corazones con el fuego de tu Divino Amor. Ven, Espíritu Santo, derrama en los corazones de tus fieles el fuego de un Nuevo Pentecostés, y renueva la faz de la tierra. MISTERIOS GOZOSOS (lunes y sábado) LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS (Lc 1, 30-38) El ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Y María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón? El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible. María contestó: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tú palabra. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. LA VISITACIÓN DE NUESTRA SEÑORA A ISABEL (Lc 1, 39-43) En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS (Lc 2, 6-11) Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada. En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO (Lc 2, 22-35) Lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor, y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones. Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción, y a ti misma una espada te traspasará el alma, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. JESÚS PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO (Lc 2, 41-50) Sus padres solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados. Él les contestó: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre? Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. A la intención de un Pentecostés Sacerdotal, se reza un Padre Nuestro, un Avemaría y un Gloria, comenzando con la Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima, llena los corazones de los pastores y enciende en ellos la Llama de Amor de un Pentecostés Sacerdotal, que renueve el servicio que prestan en la Iglesia y para provecho del Reino que viene. MISTERIOS DOLOROSOS (martes y viernes) LA ORACIÓN DEL SEÑOR EN EL HUERTO (Lc 22, 39-44) Salió y se encaminó, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo: Orad, para no caer en tentación. Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo, que lo confortaba. En medio de su angustia, oraba con más intensidad. Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. LA FLAGELACIÓN DEL SEÑOR (Jn 18, 33 – 19, 1) Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le contestó: ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? Pilato replicó: ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí: ¿qué has hecho? Jesús le contestó: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí. Pilato le dijo: Entonces, ¿tú eres rey? Jesús le contestó: Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Pilato le dijo: Y ¿qué es la verdad? Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos? Volvieron a gritar: A ese no, a Barrabás. El tal Barrabás era un bandido. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. LA CORONACIÓN DE ESPINAS (Mt 27, 27-29) Entonces los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura, y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: ¡Salve, rey de los judíos! Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. EL CAMINO DEL MONTE CALVARIO (Mc 15, 20- 22) Y lo sacan para crucificarlo. Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la Cruz. Y conducen a Jesús al Gólgota que quiere decir lugar de la Calavera. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. LA CRUCIFIXIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR (Jn 19, 25-30) Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego, dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: Tengo sed. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: Está cumplido. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. A la intención de un Pentecostés Sacerdotal, se reza un Padre Nuestro, un Avemaría y un Gloria, comenzando con la Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima, llena los corazones de los pastores y enciende en ellos la Llama de Amor de un Pentecostés Sacerdotal, que renueve el servicio que prestan en la Iglesia y para provecho del Reino que viene. MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles y domingo) LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR (Mc 16, 1-7) Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: ¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro? Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y quedaron aterradas. Él les dijo: No tengáis miedo ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado. No está aquí. Mirad el sitio donde lo pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR (Lc 24, 50-53) Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO (Hch 1, 12-14; Hch 2, 1-4) Entonces se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Cuando llegaron, subieron a la sala superior, donde se alojaban: Pedro y Juan y Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el Zelotes y Judas el de Santiago. Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús. Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA A LOS CIELOS (Ap 12, 1) Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. LA CORONACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN (Sal 45, 9-16) A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos, desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas. Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir. Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna; prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu Señor. La ciudad de Tiro viene con regalos, los pueblos más ricos buscan tu favor. Ya entra la princesa, bellísima, vestida de perlas y brocado; la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes, la siguen sus compañeras: las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. A la intención de un Pentecostés Sacerdotal, se reza un Padre Nuestro, un Avemaría y un Gloria, comenzando con la Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima, llena los corazones de los pastores y enciende en ellos la Llama de Amor de un Pentecostés Sacerdotal, que renueve el servicio que prestan en la Iglesia y para provecho del Reino que viene. MISTERIOS LUMINOSOS (jueves) EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL JORDÁN (Mc 1, 9-11) Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. AUTOREVELACIÓN DE JESÚS EN CANÁ (Jn 2,3-11) Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: No tienen vino. Jesús le dice: Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora. Su madre dice a los sirvientes: Haced lo que él os diga. Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: Sacad ahora y llevadlo al mayordomo. Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al esposo y le dice: Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora. Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. ANUNCIO DEL REINO INVITANDO A LA CONVERSIÓN (Mc 1, 14-15) Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. LA TRANSFIGURACIÓN (Mc 9, 2-8) Seis días más tarde Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, sube aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía qué decir, pues estaban asustados. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo. De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. LA INSTITUCIÓN DE LA SAGRADA EUCARISTÍA (Mt 26, 26-28) Mientras comían, Jesús tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió, lo dio a los discípulos y les dijo: Tomad, comed: esto es mi cuerpo. Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias y dijo: Bebed todos; porque esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados. Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima. Se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Jaculatorias ¡Oh, Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de tu misericordia. Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo, y te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores. A la intención de un Pentecostés Sacerdotal, se reza un Padre Nuestro, un Avemaría y un Gloria, comenzando con la Oración: Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu Esposa amadísima, llena los corazones de los pastores y enciende en ellos la Llama de Amor de un Pentecostés Sacerdotal, que renueve el servicio que prestan en la Iglesia y para provecho del Reino que viene. LETANÍAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA Señor, ten piedad, Señor, ten piedad Cristo, ten piedad, Cristo, ten piedad Señor, ten piedad, Señor, ten piedad Cristo, óyenos, Cristo, óyenos Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros Dios Hijo redentor del mundo ten misericordia de nosotros Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros Trinidad Sta. un solo Dios, ten misericordia de nosotros Santa María, ruega por nosotros Santa Madre de Dios, ruega por nosotros Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros Madre de Cristo, ruega por nosotros Madre de la Iglesia, ruega por nosotros Madre de la Divina Gracia, ruega por nosotros Madre Purísima, ruega por nosotros Madre Castísima, ruega por nosotros Madre siempre Virgen, ruega por nosotros Madre Inmaculada, ruega por nosotros Madre Amable, ruega por nosotros Madre Admirable, ruega por nosotros Madre del buen consejo, ruega por nosotros Madre del Creador, ruega por nosotros Madre del Salvador, ruega por nosotros Madre de Misericordia, ruega por nosotros Virgen prudentísima, ruega por nosotros Virgen digna de veneración, ruega por nosotros Virgen digna de alabanza, ruega por nosotros Virgen poderosa, ruega por nosotros Virgen clemente, ruega por nosotros Virgen fiel, ruega por nosotros Espejo de Justicia, ruega por nosotros Trono de la Sabiduría, ruega por nosotros Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros Vaso espiritual, ruega por nosotros Vaso digno de honor, ruega por nosotros Vaso de insigne devoción, ruega por nosotros Rosa mística, ruega por nosotros Torre de David, ruega por nosotros Torre de marfil, ruega por nosotros Casa de oro, ruega por nosotros Arca de la Alianza, ruega por nosotros Puerta del Cielo, ruega por nosotros Estrella de la mañana, ruega por nosotros Salud de los enfermos, ruega por nosotros Refugio de los pecadores, ruega por nosotros Consoladora de los afligidos, ruega por nosotros Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros Reina de los Ángeles, ruega por nosotros Reina de los Patriarcas, ruega por nosotros Reina de los Profetas, ruega por nosotros Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros Reina de los Mártires, ruega por nosotros Reina de los Confesores, ruega por nosotros Reina de las Vírgenes, ruega por nosotros Reina de todos los Santos, ruega por nosotros Reina concebida sin pecado original ruega x nosotros Reina asunta a los Cielos, ruega por nosotros Reina del Santísimo Rosario, ruega por nosotros Reina de la familia, ruega por nosotros Reina de la paz, ruega por nosotros Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. ORACIÓN Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. SECUENCIA DE PENTECOSTÉS Ven, Espíritu Divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén. ACORDAOS (oración de San Bernardo) Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro haya sido abandonado de Vos. Animado por esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a compadecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!, mis humildes súplicas. Antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente. Amén. ORACIÓN A SAN JOSÉ (del Papa León XIII) A Vos, bienaventurado José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de vuestra Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os tuvo unido y por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que, con su sangre, adquirió Jesucristo, y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades. Proteged, oh providentísimo custodio de la Divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo: apartad de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asistidnos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha contra el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defended la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar la eterna bienaventuranza en el cielo. Amén CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ Oh Glorioso Patriarca San José, desde ya os elijo como a mi padre, protector y guía. Bajo vuestro amparo pongo mi cuerpo y mi alma, propiedad, vida y salud. Aceptadme como hijo vuestro. Preservadme de todos los peligros, asechanzas y lazos del enemigo. Asistidme en todo momento y ante todo en la hora de mi muerte. Amen. CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN ¡Oh Señora mía, oh Madre mía!, yo me ofrezco enteramente a Vos y, en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, oh Madre de bondad, guardadme y protegedme como cosa y posesión vuestra. Amén. CONSAGRACIÓN A JESUCRISTO, LA SABIDURIA ENCARNADA, POR MEDIO DE MARÍA (de San Luis María Grignion de Montfort) ¡Oh Sabiduría eterna y encarnada! ¡Oh amable y adorable Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, ¡Hijo único del Padre Eterno y de María, siempre virgen! Os adoro profundamente en el seno y en los esplendores de vuestro Padre, durante la eternidad, y en el seno virginal de María, vuestra dignísima Madre, en el tiempo de vuestra Encarnación. Os doy gracias porque os habéis anonadado y tomado la forma de un esclavo para sacarme de la cruel esclavitud del demonio. Os alabo y glorifico porque os habéis sometido a María, vuestra Santa Madre, en todo, a fin de hacerme por Ella vuestro fiel esclavo. Pero ¡ay! ingrato e infiel como soy, no he cumplido las promesas que tan solemnemente os hice en el Bautismo; no he guardado mis deberes, no he merecido ser llamado vuestro hijo ni vuestro esclavo; y como nada hay en mí que no merezca vuestra repulsa y vuestra cólera, no me atrevo a aproximarme por mí mismo a vuestra Santísima y Augusta Majestad. Por esto he recurrido a la intercesión de vuestra Santísima Madre, que Vos me habéis dado como medianera para con Vos, y por este medio espero obtener de Vos la contrición y el perdón de mis pecados, la adquisición y la conservación de la Sabiduría. Os saludo, pues, ¡oh María Inmaculada!, tabernáculo viviente de la Divinidad, en donde la Sabiduría eterna escondida quiere ser adorada por los ángeles y los hombres. Os saludo, ¡oh Reina del cielo y de la tierra!, a cuyo imperio está todo sometido, todo lo que está debajo de Dios. Os saludo, ¡Oh refugio seguro de los pecadores!, cuya misericordia no falta a nadie; escuchad los deseos que tengo de la divina Sabiduría, y recibid para ello los votos y las ofrendas que mi bajeza os presenta. Yo, ………. pecador infiel, renuevo y ratifico en vuestras manos los votos de mi bautismo. Renuncio para siempre a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y me entrego enteramente a Jesucristo, la Sabiduría encarnada, para llevar mi cruz tras Él todos los días de mi vida. Y a fin de que le sea más fiel de lo que he sido hasta ahora, os escojo hoy, ¡oh, María!, en presencia de toda la corte celestial, por mi Madre y Señora. Os entrego y consagro en calidad de esclavo mi cuerpo y mi alma, mis bienes interiores y exteriores, y aun el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras, otorgándoos un entero y pleno derecho de disponer de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, a vuestro agrado, a la mayor gloria de Dios, en el tiempo y la eternidad. Recibid, ¡oh Virgen benignísima!, esta pequeña ofrenda de mi esclavitud en honor y unión de la sumisión que la Sabiduría encarnada quiso observar para con vuestra Maternidad; en homenaje del poder que ambos tenéis sobre este pequeño gusano y miserable pecador; y en acción de gracias por los privilegios con que os dotó la Santísima Trinidad. Protesto que para en adelante quiero, como verdadero esclavo vuestro, procurar vuestra honra y obedeceros en todo. ¡Oh Madre admirable!, presentadme a vuestro querido Hijo en calidad de eterno esclavo, a fin de que como me rescató por Vos, me reciba de vuestras manos. ¡Oh Madre de misericordia!, hacedme la gracia de alcanzarme la verdadera sabiduría de Dios y de colocarme a este efecto en el número de los que amáis, enseñáis, guiais, alimentáis y protegéis como hijos y esclavos vuestros. ¡Oh Virgen fiel!, hacedme en todo tan perfecto discípulo, imitador y esclavo de la Sabiduría encarnada, Jesucristo, vuestro Hijo, que por vuestra intercesión y a ejemplo vuestro, llegue, a imitación vuestra, a la plenitud de la perfección sobre la tierra y de la gloria en los cielos. Así sea. CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO (del Siervo de Dios Juan González Arintero) ¡Oh Espíritu Santo, lazo divino que unís al Padre con el Hijo en un inefable y estrechísimo lazo de amor! Espíritu de luz y de verdad, dignaos derramar toda la plenitud de vuestros dones sobre mi pobre alma, que solemnemente os consagro para siempre, a fin de que seáis su preceptor, su director y su maestro. Os pido humildemente fidelidad a todos vuestros deseos e inspiraciones y entrega completa y amorosa a vuestra divina acción. ¡Oh Espíritu Creador! Venid, venid a obrar en mí la renovación por la cual ardientemente suspiro; renovación y transformación tal que sea como una nueva creación, toda de gracia, de pureza y de amor, con la que dé principio de veras a la vida enteramente espiritual, celestial, angélica y divina que pide mi vocación cristiana. ¡Espíritu de santidad, conceded a mi alma el contacto de vuestra pureza, y quedará más blanca que la nieve! ¡Fuente sagrada de inocencia, de candor y de virginidad, dadme a beber de vuestra agua divina, apagad la sed de pureza que me abrasa, bautizándome con aquel bautismo de fuego cuyo divino bautisterio es vuestra divinidad, sois vos mismo! Envolved todo mi ser con sus purísimas llamas. Destruid, devorad, consumid en los ardores del puro amor todo cuanto haya en mí que sea imperfecto, terreno y humano; cuanto no sea digno de vos. Que vuestra divina unción renueve mi consagración como templo de toda la Santísima Trinidad y como miembro vivo de Jesucristo, a quien, con mayor perfección aún que hasta aquí, ofrezco mi alma, cuerpo, potencias y sentidos con cuanto soy y tengo. Heridme de amor, ¡oh Espíritu Santo!, con uno de esos toques íntimos y sustanciales, para que, a manera de saeta encendida, hiera y traspase mi corazón, haciéndome morir a mí mismo y a todo lo que no sea el Amado. Tránsito feliz y misterioso que vos sólo podéis obrar, ¡oh Espíritu divino!, y que anhelo y pido humildemente. Cual carro de divino fuego, arrebatadme de la tierra al cielo, de mí mismo a Dios, haciendo que desde hoy more ya en aquel paraíso que es su corazón. Infundidme el verdadero espíritu de mi vocación y las grandes virtudes que exige y son prenda segura de santidad: el amor a la cruz y a la humillación y el desprecio de todo lo transitorio. Dadme, sobre todo, una humildad profundísima y un santo odio contra mí mismo. Ordenad en mí la caridad y embriagadme con el vino que engendra vírgenes. Que mi amor a Jesús sea perfectísimo, hasta llegar a la completa enajenación de mí mismo, a aquella celestial demencia que hace perder el sentido humano de todas las cosas, para seguir las luces de la fe y los impulsos de la gracia. Recibidme, pues, ¡oh Espíritu Santo!; que del todo y por completo me entregue a vos. Poseedme, admitidme en las castísimas delicias de vuestra unión, y en ella desfallezca y expire de puro amor al recibir vuestro ósculo de paz. Amén. + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. RUMBO AL REINADO EUCARÍSTICO Si los arquitectos del Nuevo Orden Mundial, auspiciados por el Humo de Satanás, están desacralizando la sociedad posmoderna e implantando la cultura de la muerte, una obra de perversidad que culminará con la elevación de la Babel del Anticristo, por otro lado, un Nuevo Pentecostés nos sacará del dominio de las Tinieblas y nos trasladará al Reinado de los Sacratísimos Corazones de Jesús, María y José. Con los Cenáculos de Oración, y la personal inmolación de los apóstoles de los últimos tiempos, María, Madre de la Iglesia, y San José, Patrono de la Iglesia Universal, realizarán los designios divinos, apresurando el momento de instaurar el Reino de la Verdad y la Vida, retornando así toda la Creación a su originaria glorificación de Dios. La realización del designio de Dios de hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza tiene por preludio la caída de la gran Babilonia, asentada en el trono de la Bestia. La guarida de todo espíritu inmundo se destruirá por su inherencia al Misterio de la Iniquidad, pues el mal se devora a sí mismo. El Cielo permitirá el hundimiento de Babilonia la Grande por los poderes impíos; unos poderes que la arrasarán con un odio que se presentará a la vez como de soplo diabólico y como dispuesto providencialmente por el Altísimo para castigo divino de la civilización de todos los impíos desde Oriente a Occidente. Dios consentirá que la hundan quienes, al hundirla, lo que desean es consumar el enfrentamiento de la humanidad al Alfa y la Omega, el que es, el que era y ha de venir, el Todopoderoso. Mientras el emporio del Hombre del Pecado será devastado, una inconmensurable Llama de Amor Santo transformará la faz de la tierra en Nueva Jerusalén. Aparecerá a todos la magnitud del Triunfo del Inmaculado Corazón de María, ya que el mundo se abrirá para recibir la Nueva Civilización del Amor. Don de la Reina elevada al Cielo será el Nuevo Pentecostés, que con potente acción de fuego y de gracia renovará desde sus cimientos todo el orbe. Un prodigio que la Tesorera y Distribuidora de los dones divinos lo administrará con la íntima colaboración de San José, alter ego de María, a quien la propia Trinidad confió su cuidado y el de su Hijo. Así, llevarán a toda la Iglesia a un nuevo esplendor, y liberada de las insidias de la apostasía y del espíritu de rebelión, toda radiante, sin mancha ni arruga, se convertirá en Esposa fiel y casta. Con el prodigio del Nuevo Pentecostés, asistiremos al gran giro de la Historia, en el que la humanidad reconocerá a Jesús como su Redentor y como su único Salvador. Entonces el Espíritu Santo abrirá los corazones y las almas para acoger el Reinado Eucarístico, cuyo cenit será el gran gozo de la Parusía. PUEBLO DE REYES Si hay un tiempo para cada cosa y no se traspapela la petición de un Nuevo Pentecostés, que enmudecerá el siseo de la Antigua Serpiente, con la Santísima Virgen perseveraremos en el combate trascendental y terrible que se inició hace mucho tiempo y que todavía no ha terminado, pero que bajo el rezo discreto y continuo del Cenáculo de Oración gestará, en los corazones de muchos, una hoguera mística, obra incomparable del Dador de Dones, que resplandecerá en una Cristiandad restaurada y rescatada de la actual quiebra espiritual que nos aflige, en la espera del Retorno Glorioso del Señor. Con la plegaria, los apóstoles de los últimos tiempos están prestando su voz, pero también su corazón, a la Voluntad Divina, pues el deseo del Altísimo es voluntad de salvación; de ahí que, con el rezo del Cenáculo de Oración se está dando voz al deseo de Dios, que es salvar a los que habitan en tierra y sombras de muerte, para que contemplando la Luz Beatísima sean sus corazones vivificados. Antes de la Segunda Venida de Cristo, el Corazón Eucarístico de Jesús ejerce, como Rey, su señorío universal sobre la Iglesia peregrina, en indisociable unión con el Corazón Inmaculado de su Madre y con el Corazón Fiel y Solícito de su Padre Virginal, como intercesores y como soberanos dispensadores, en jerárquica subordinación, de mayor a menor dignidad, de la gracia salvífica, con vistas a la dilatación del Reino de Dios hasta su plenitud escatológica en la Parusía. Nosotros, linaje de la Reina del Corazón del Rey, preparamos la Nueva Civilización del Amor asentada en el Reinado Eucarístico, infundida en la brisa de un Pentecostés Sacerdotal, espiración del Nuevo Pentecostés, por mediación de María, Madre de la Iglesia, y del Patriarca del Pueblo de Dios, Monarca del Corazón del Rey del Universo; será el triunfo de los Tres Corazones Unidos de Jesús, María y José que, antes del último desencadenamiento del mal, aplastará la cabeza del Dragón Infernal y legitimará la figura del Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, inhabilitada el Viernes Santo del Cuerpo Místico de Cristo. De un modo u otro, el trueque radical de pueblo de los infieles a Pueblo de Reyes pasa primero por la conversión de los creyentes; este cambio personal es preparado ya en silencio ante el Sagrario y en la adoración del Santísimo Sacramento del Altar, afectando a todos los hijos y servidores de María que son fieles en mantenerse en la compañía con Jesús Hostia. En cualquier caso, el Pueblo de Reyes, en la época áurea del Reinado de los Sacratísimos Corazones de Jesús, María y José, será portador de múltiples y extraordinarios dones místicos, aunque su más auténtico timbre de gloria estará en su vínculo al perenne Fiat Supremo de los Tres Soberanos de todos los santos.