Materiales para ADVIENTO y NAVIDAD Ciclo A Compilación elaborada por el P. Francisco Mejía Montoya Director del Departamento de Catequesis de la Conferencia Episcopal de Colombia 2 CONTENIDO ADVIENTO 1. San Mateo, el evangelista del año 2. Pregón de Adviento 3. El Adviento 4. Recomendaciones prácticas para el Adviento 5. Los signos del Adviento 6. Las lecturas de los domingos de Adviento Ciclo A 7. El acto penitencial 8. Bendición de la Corona de Adviento 9. Las lecturas feriales del Adviento 10. La corona de Adviento en la Iglesia y en el hogar 11. Lucernario en honor a la Inmaculada Concepción de María, 7 de diciembre 11.1. Novenario en honor de la Inmaculada Concepción 11.2. Celebración comunitaria familiar: lucernario y jornada por la vida y la familia 11.3. Celebración de la Palabra. Lucernario en honor de la Inmaculada Concepción de María 12. Bendición del pesebre 12.1. Bendición del pesebre familiar 12.2. Bendición del pesebre en la Iglesia 13. Los cuatro prefacios del Adviento. Guía de teología y espiritualidad 14. Oración universal. Hasta el 16 de diciembre 15. Oración universal del 17 al 24 de diciembre 16. Moniciones para el Padrenuestro 17. Novena en honor de Ntra. Sra. de Guadalupe, patrona de América Latina 18. Rosario guadalupano 5 7 14 16 18 19 21 23 26 27 31 31 49 52 58 58 60 64 69 73 78 80 84 NAVIDAD 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. Sugerencias pastorales para el tiempo de Navidad Tiempo de Navidad Los signos de la Navidad Oración universal Invitación al Padrenuestro Pregón de Navidad Celebración de fin de año Noche vieja, año nuevo, celebración cristiana en familia Solemnidad de Santa María, Madre de Dios Jornada mundial de la paz. ¡ de enero de 2020. 90 96 98 101 104 105 107 109 112 3 El Adviento es levantarse y orar, volver los pensamientos y corazones a Jesús que está por venir Papa Francisco Ciclo A 4 La Iglesia del Señor está llamada a dar gloria a su Dios. Su misión es anunciar con la Palabra, la vida y el culto, la presencia de Dios en la Historia, manifestar a Cristo glorioso en medio de las realidades del mundo, celebrando visiblemente su triunfo sobre la muerte. Ya lo decimos en nuestras celebraciones: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús. Al celebrar el Año Litúrgico, los creyentes recorremos la Historia de la Salvación en un ciclo de memoriales, de recuerdos vivos que se insertan en nuestra historia y actualizan la presencia del Señor. Celebramos nuestra fe, viviéndola como un ciclo cuyo referente principal es la Pascua, la gloriosa victoria de Jesús. 5 1. San Mateo, el evangelista del año1 Cada uno de los tres añ os o ciclos en que se ha organizado el actual Leccionario dominical, leemos a uno de los evangelistas sinó pticos (a Juan lo leemos cada añ o en los tiempos fuertes). En los domingos de este añ o A proclamamos en una lectura semicontinuada el evangelio de san Mateo. Este evangelio, aunque no es el primer escrito del Nuevo Testamento (algunas cartas de Pablo son anteriores), ni siquiera el primer evangelio (seguramente el de Marcos es anterior), desde muy antiguo ha sido considerado como el evangelio má s completo y comentado y se puede decir que es el que ha ejercido mayor influencia, sobre todo en la teología eclesial. Cada evangelista da un color distinto al relato que hace de las obras y los dichos de Jesú s, desde su infancia o aparició n en la vida pú blica hasta su muerte y resurrecció n. Mateo depende mucho de Marcos y Lucas, pero da a su escrito una personalidad propia. Como es imposible leer todo un evangelio en los domingos de un añ o, se han seleccionado, en el Leccionario del ciclo A, aquellos pasajes que son má s propios de Mateo, y que no se repiten en otros evangelistas. a) Mateo se distingue porque en su evangelio abundan más las palabras que los hechos, aunque tambié n leemos algunos de sus milagros. O sea, da importancia a la enseñ anza de Jesú s. Estos dichos de Jesú s los organiza Mateo en cinco grandes "discursos", que agrupan temá ticamente las enseñ anzas del Maestro. Cada uno de estos discursos o sermones acaba en Mateo Con la fó rmula: "cuando Jesú s terminó estas palabras...": ▪ ▪ ▪ ▪ el sermó n de la montañ a o carta magna del Reino (ce. 5-7), el discurso de la misió n, con las recomendaciones a los mensajeros del Reino (c. 10), las pará bolas del Reino (c. 13), la exhortació n sobre la vida de la comunidad, sobre todo para sus diri- gentes (c. 19), el discurso escatoló gico: con la exhortació n a la vigilancia mientras el Reino actual nos prepara para el futuro (ce. 24-25). b) Tambié n se puede ver có mo todo el evangelio de Mateo está como enmarcado por dos grandes afirmaciones o confesiones cristológicas: é l es "el Dios con nosotros" (1,23), el Señ or resucitado que afirma: "yo estoy con ustedes" (28,20). El Dios-con-nosotros, el Hijo de Dios, predica e inaugura el Reino de Dios y envía a sus discípulos a predicar y hacer crecer este Reino, y les promete su presencia y su ayuda en esa misió n. ALDAZABAL, J. Enseñame tus caminos 8. Domingo Ciclo A. Dossiers CPL 104. Centro de Pastoral Litúrgica: Barcelona. 2004. 1 6 c) Otra característica de Mateo son las abundantes citas del Antiguo Testamento, bastantes de las cuales no se encuentran en los otros evangelios. La razó n de ser de esta insistencia es que Mateo quiere demostrar una y otra vez que Jesú s cumple las promesas del AT, como el Mesías anunciado por los profetas: "esto sucedió para que se cumpliera lo que estaba escrito...". Jerusalé n ha sido ya destruida, seguramente, cuando escribe Mateo, pero é l quiere presentar la nueva etapa de la historia que se ha iniciado en Jesú s, y que ahora es la Iglesia la que se establece en el mundo como el nuevo Israel. Se podría decir que el hilo conductor de Mateo es "Jesú s, Mesías de Israel y Señ or de la Iglesia". d) Mateo habla de la Iglesia má s que ningú n otro evangelista. La Iglesia es el nuevo Israel, el nuevo pueblo de Dios. Desde los primeros siglos fue considerado el de Mateo como el "evangelio de la Iglesia" o "el evangelio del Reino". El Reino de Dios que Jesú s anuncia, que será definitivo en la escatología, ya ha empezado aquí abajo: en la Iglesia, al menos como proyecto y programa que se ha inaugurado en Jesú s y que seguirá creciendo y madurando hasta el final de los tiempos. Dentro de ella tiene particular relieve en este evangelio la figura de Pedro. Pero es el Señ or Jesú s, el Resucitado, el que está siempre presente a su comunidad como su Señ or y su Maestro. Mateo narra los hechos histó ricos pensando en la comunidad que le escucha y le lee ahora, la comunidad pospascual. e) Mateo tiene pasajes muy propios, como la genealogía de Jesú s (c. 1), los relatos de su infancia, con un protagonismo notorio de José y las escenas de los magos y los inocentes (ce. 1-2), algunas de las pará bolas, el primado de Pedro (c. 16), la escenificació n del juicio final (c. 25) y la fó rmula trinitaria del bautismo (c. 28) etc. 7 2. Pregón de Adviento2 Para acompañar la plegaria de la comunidad creyente en la alborada del Adviento 2019-2020 Reunidos en la Iglesia, en ocasión oportuna antes del Adviento, se prepara el Altar con sus luces encendidas, el texto de las Lecturas y la Cunita Vacía en la que luego se pondrá el Niño Jesús en la Celebración de la Noche Santa de la Navidad. Canto de entrada Ven, ven Señor, no tardes. Ven, ven que te esperamos. Ven, ven Señor, no tardes. Ven pronto Señor. El mundo muere de frío, el alma perdió el calor, los hombres no son hermanos, el mundo no tiene amor. Envuelto en sombría noche, el mundo sin paz no ve, buscando va una esperanza, buscando, Señor, tu fe. Al mundo le falta vida, al mundo le falta luz, al mundo le falta cielo, al mundo le faltas Tú. El celebrante En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amén. La paz y la alegría del Señor que viene a salvarnos, esté con ustedes. R. Y con tu Espíritu. Signo de la Cuna Vacía Junto a la cuna vacía que estamos preparando para el Señor que viene, vamos a abrir este tiempo de esperanza que queremos vivir en la fe y en la alegría. Con María y con la Iglesia, anunciamos la llegada del nuevo año litúrgico y disponemos el corazón para que el Señor lo llene con su gracia y con su paz. Lucernario Se van trayendo y encendiendo las luces, colocándolas junto a la cunita vacía donde luego se pondrá el Niño, según se indica. Lector 1 2 Textos elaborado por el P. Diego Uribe Castrillón, profesor Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín. 2019 8 Luz que enseña: Jesús que eres la luz de la verdad, en tu honor y para tu gloria encendemos esta luz que nos enseñe a buscarte con fe y con esperanza. Los cantores Zagalillos del Valle venid, zagalillos del monte llagad, la esperanza de un Dios prometido, ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá.Lector 2 Luz que consuela: Jesús que eres la luz, encendemos junto a tu cuna esta luz que representa a cuantos quieren estar junto al dolor de sus hermanos como consuelo y fortaleza. Los cantores Zagalillos del Valle venid, zagalillos del monte llagad, la esperanza de un Dios prometido, ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá. Lector 3 Luz que trae la alegría: Jesús que eres la luz del gozo verdadero, encendemos junto a tu cuna esta luz que nos invita a colmar con la belleza de tu presencia el mundo que necesita tu amor y tu esperanza. Los cantores Zagalillos del Valle venid, zagalillos del monte llagad, la esperanza de un Dios prometido, ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá. Lector 4 Luz que fortalece: Jesús que eres la luz que da fuerza, encendemos esta luz que muestra los caminos que debe emprender esta Comunidad de Fe y de esperanza, para ser vida y gozo en nuestro entorno y ser anunciadora del Evangelio de la Paz. Los cantores Zagalillos del Valle venid, zagalillos del monte llagad, la esperanza de un Dios prometido, ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá. Lector 5 Luz que comunica la verdad: Junto a tu pesebre, Señor de la vida, encendemos esta luz que nos convoca para proclamar la vida, para anunciar la alegría, para despertar en los corazones la búsqueda de la paz. Los cantores Zagalillos del Valle venid, zagalillos del monte llagad, la esperanza de un Dios prometido, ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá. Lector 6 Luz que se enciende en Belén: 9 Junto a tu cuna, al encender esta luz, queremos como los magos de Oriente, el esplendor del lucero que en tu Navidad proclamo al mundo entero la llegada de tu reino de vida y de alegría. Los cantores Zagalillos del Valle venid, zagalillos del monte llagad, la esperanza de un Dios prometido, ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá. Oración colecta Señor y Dios nuestro, que tu poder divino prepare nuestro corazón para que cuando llegue tu Hijo, Jesucristo, nos encuentre dignos de sentarnos a su mesa y él mismo nos sirva el alimento celestial. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Proclamación de la Palabra de Dios Reposará sobre él el espíritu del Señor Lectura del libro del profeta Isaías 11, 1-10 En aquel día, saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor -y lo inspirará el temor del Señor-. El no juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir: juzgará con justicia a los débiles y decidirá con rectitud para los pobres del país; herirá al violento con la vara de su boca y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. La justicia ceñirá su cintura y la fidelidad ceñirá sus caderas. El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá; la vaca y la osa vivirán en compañía, sus crías se recostarán juntas, y el león comerá paja lo mismo que el buey. El niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y en la cueva de la víbora, meterá la mano el niño apenas destetado. No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, porque el conocimiento del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erigirá como emblema para los pueblos: las naciones la buscarán y la gloria será su morada. Palabra de Dios. 10 Salmo 71, 1-2. 7-8. 12-13. 17 R. ¡Que en sus días florezca la justicia! Concede, Señor, tu justicia al rey y tu rectitud al descendiente de reyes, para que gobierne a tu pueblo con justicia y a tus pobres con rectitud. R. Que en sus días florezca la justicia y abunde la paz, mientras dure la luna; que domine de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra. R. Porque él librará al pobre que suplica y al humilde que está desamparado. Tendrá compasión del débil y del pobre, y salvará la vida de los indigentes. R. Que perdure su nombre para siempre y su linaje permanezca como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos y todas las naciones lo proclamen feliz. R. Aleluia Aleluya. El Señor vendrá con poder e iluminará los ojos de sus servidores. Aleluya. Evangelio + Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 24, 37-44 En aquél tiempo Jesús dijo a sus discípulos: Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús. 11 Meditación Estamos en la alborada de un nuevo año litúrgico, es el tiempo de la Alegre Esperanza. Hoy estamos reunidos para anunciar el tiempo preparatorio a la conmemoración de la Natividad del Señor, iluminado este año con el gozo de saber que seremos acompañados por San Mateo, el evangelista del Reino, de la vida, de la esperanza. El tiempo preparatorio se llama Adviento, se leen los Profetas que anuncian a Cristo, se prepara su venida con oraciones que le dicen al Señor que venga nuevamente: "Ven, Señor Jesús". Se destaca en este Tiempo la Virgen María, que nos enseña a esperar con fe la segunda venida del Señor. Son cuatro domingos de Adviento. En ellos se celebra la esperanza y la alegría de saber que el Señor llega con su poder y con su paz a inundar los corazones de los que ama con la luz de la vida, con la fuerza renovadora de su amor. San Carlos Borromeo lo propone de modo admirable en una de sus Cartas Pastorales: Ha llegado, amadísimos hermanos, aquel tiempo tan importante y solemne, que, como dice el Espíritu Santo, es tiempo favorable, día de la salvación, de la paz y de la reconciliación; el tiempo que tan ardientemente desearon los patriarcas y profetas y que fue objeto de tantos suspiros y anhelos; el tiempo que Simeón vio lleno de alegría, que la Iglesia celebra solemnemente y que también nosotros debemos vivir en todo momento con fervor, alabando y dando gracias al Padre eterno por la misericordia que en este misterio nos ha manifestado. El Padre, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envió a su Hijo único, para librarnos de la tiranía y del poder del demonio, invitarnos al cielo e introducirnos en lo más profundo de los misterios de su reino, manifestarnos la verdad, enseñarnos la honestidad de costumbres, comunicarnos el germen de las virtudes, enriquecernos con los tesoros de su gracia y hacernos sus hijos adoptivos y herederos de la vida eterna. La Iglesia celebra cada año el misterio de este amor tan grande hacia nosotros, exhortándonos a tenerlo siempre presente. A la vez nos enseña que la venida de Cristo no sólo aprovechó a los que vivían en el tiempo del Salvador, sino que su eficacia continúa, y aún hoy se nos comunica si queremos recibir, mediante la fe y los sacramentos, la gracia que él nos prometió, y si ordenamos nuestra conducta conforme a sus mandamientos. Demos gracias a Dios por los días que nos aguardan en la fe, sobre todo en este año que de la Mano de San Mateo, viviremos el que se ha llamado Año de la Palabra de Dios. Reunidos en la fe y en la esperanza y con el gozo de ser hermanos, bendigamos la Corona de Adviento, cuyas luces iremos encendiendo en estos días de gracia y de esperanza. Se trae la corona de Adviento que se bendice con la fórmula propia: Oremos La tierra, Señor, se alegra en estos días, 12 y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado. Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con luces que iremos encendiendo en este tiempo de gracia. Ahora, pues, que vamos empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. R/ Amén. Y asperja la corona de Adviento con Agua Bendita. Invocación final. Conclusión Ahora con las palabras del Papa San Juan Pablo, saludemos a la Virgen Santísima: Ruega por nosotros, Madre de la Iglesia. Virgen del Adviento, esperanza nuestra, de Jesús la aurora, del cielo la puerta. Madre de los hombres, de la mar estrella, llévanos a Cristo, danos sus promesas. Eres, Virgen Madre, la de gracia llena, del Señor la esclava, del mundo la Reina. Alza nuestros ojos, hacia tu belleza, ¡Amen! Bendición final especial para el Tiempo del Adviento Dios todopoderoso y lleno de misericordia, por la primera venida de su Hijo Unigénito, en la que creemos, y por la segunda que esperamos, los ilumine con su luz y los colme con su bendición. R. Amén. En el camino de esta vida los haga constantes en la fe, alegres en la esperanza y activos en la caridad. 13 R. Amén. Para que celebrando la venida en el tiempo de nuestro Redentor, sean recompensados con el don de la Vida eterna cuando el venga por segunda vez en la gloria. R. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén. 14 3.El Adviento 3 Sentido “Adviento” es una palabra que proviene del latín y que significa “venida” o “llegada”, ya que es el tiempo litúrgico de la preparación de la venida del Señor en el misterio de Navidad. Tiene su origen en la fiesta de Navidad, aparecida en Oriente en el siglo IV, que se celebraba el 6 de enero y en Occidente el 25 de diciembre, coincidiendo con la fiesta romana del “día del sol”. Y entre los siglos IV y VI en Hispania y en las Gálias nació el Adviento con la intención de ser una preparación para la Navidad, de manera semejante con la Cuaresma como preparación de la Pascua. En un principio constaba de seis domingos, aunque fueron reducidos a los cuatro actuales que conocemos. El Adviento no es solamente preparar una venida pasada de hace dos mil años sino también una venida constante, de cada día, esperando la venida definitiva del Señor. El Adviento es también el tiempo de María, la Madre de Dios, que con su sí generoso dio al mundo la Luz eterna, Jesucristo. Precisamente, durante el Adviento celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, el día 8 de diciembre. Desarrollo El Adviento empieza en nuestra liturgia romana cuatro domingos antes de Navidad. Esto hace que no tenga siempre la misma extensión, porque el día de Navidad –25 de diciembre– no es un día fijo de la semana. Por tanto, el Adviento se inicia según cada año en el domingo que cae entre los días 27 de noviembre y 3 de diciembre. Tiene, eso sí, cuatro domingos, cada uno con una temática concreta: así, • en el primer domingo, el hilo conductor es la última venida de Jesús, al final de los tiempos y la llamada a estar en actitud vigilante; • el segundo y el tercer domingos tenemos como protagonista a Juan Bautista, el precursor de Jesús, que nos anuncia su venida y nos invita a prepararle el camino; • y el cuarto domingo contemplamos ya la inmediatez de la Navidad con la figura de María, la Madre de Dios y también a san José, su esposo. Decir, también, que el Adviento se divide en dos partes: • la primera va del primer domingo de Adviento hasta el día 16 de diciembre, la primera parte tiene un tono marcadamente escatológico, es decir, de anuncio del final de los tiempos y nuestra consiguiente actitud de vigilancia y la segunda parte tiene un tono marcadamente navideño, ya que contemplamos los anuncios de los nacimientos de Jesús y de Juan Bautista. • y la segunda parte va del día 17 de diciembre al día 24 de diciembre, tiene un tono marcadamente navideño, ya que contemplamos los anuncios de los nacimientos de Jesús y de Juan Bautista. El Adviento finaliza con la hora nona del día 24 de diciembre, a media tarde. 3 http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/el-tiempo-de-adviento/que-es-el-adviento/ 15 Vida cristiana El Adviento, como cada tiempo litúrgico, tiene una repercusión para nuestra vida cristiana. Podríamos destacar, al menos, cinco actitudes de cara al tiempo de Adviento: • la esperanza (aunque haya dificultades), • preparar el camino del Señor (disponer nuestros corazones), • el gozo (de saber que Dios nos salva), • la oración (“Ven, Señor Jesús”) • y la paciencia (trabajar constantemente aunque cueste). Son actitudes que nos ayudan a ver que hemos de hacer camino para ir construyendo el Reino de Dios que él nos ha prometido, mientras esperamos la venida definitiva del Salvador. El Adviento nos ayuda a tener una actitud de esperanza, de vigilancia, de trabajar cada día preparando los caminos del Señor. 16 4. Recomendaciones prácticas para el Adviento4 a. Por su propia naturaleza y espiritualidad, el Adviento es un tiempo de sobriedad que contrasta con la explosión festiva y ornamental de la Navidad. Sin embargo, a diferencia de la Cuaresma, no es un tiempo tan austero (por ejemplo, en Adviento se canta el Aleluya, cosa que no se realiza en la Cuaresma). Se permite el uso de instrumentos siempre que se utilicen con moderación o, como dice el Ceremonial de los Obispos, “sin que se anticipe la alegría plena de la Navidad” (CE 236). Se entona el aleluya, no se dice el “Gloria”, se usa con moderación los instrumentos musicales y las flores para adornar el altar. b. Sugerir la corona del Adviento como expresión de piedad popular y signo de la espera de Jesús, luz del mundo. Por lo tanto, podría hacerse en este domingo la respectiva bendición. Esta corona tiene cuatro velas y cada domingo de Adviento se enciende una de las luces, a la par que el ministro realiza una oración adecuada para el caso. En la Eucaristía dominical, las velas podrían ser encendidas después del saludo y por distintas personas de la comunidad, debidamente preparadas. En este domingo se puede encender la primera luz de la corona de Adviento, con su respectiva oración; y así sucesivamente en los otros domingos. Si se realiza este rito dominical de la corona de Adviento, en los cuatro domingos de Adviento, se omite el acto penitencial. Igualmente, se puede motivar a las familias y a los catequistas para que tengan las coronas de Adviento tanto en sus casas, como en el lugar de la catequesis y cada semana, en el momento más indicado, ir encendiendo progresivamente las cuatro velas, acompañado de una oración, según la orientación dada por el Párroco. c. Catequizar otros elementos y signos que ayudan a la devoción y al sentido cristiano del Nacimiento del Señor y que son muy comunes entre nosotros, como el pesebre, el árbol de Navidad, las tarjetas que se preparan…, advertir que éstas han de ser “cristianas” y ojalá en ediciones en beneficio de obras sociales o religiosas. d. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la vigilia de los domingos de Adviento y Navidad, solemnidades y fiestas del Señor, de la Santísima Virgen María y de Santos, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas y antes del himno: Señor, Dios eterno… se añadirán los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio. Finalmente se canta el himno: Señor, Dios eterno. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Para el tiempo de Adviento y Navidad ver Liturgia de las Horas I, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 1337 ss. e. Desde el inicio del Adviento se puede programar, cuando mejor convenga, una celebración penitencial, con confesión individual. Esta es la mejor preparación para la celebración de la Navidad. Puede seguirse el modelo que se presenta en el Ritual de la 4 Departamento de Liturgia. Predicación orante de la Palabra. De Adviento a Pentecostés Ciclo A. Bogotá. 2019. 17 Reconciliación y Penitencia: Celebración Penitencial para Adviento, Ordinarias, con Niños, con Jóvenes, con Enfermos Tener presente que: ▪ El 3 de diciembre, es la Jornada de la Pontificia Unión Misional. ▪ El domingo, 8 de diciembre, se celebra en Colombia con la debida autorización, la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, por lo que es importante preparar con antelación su digna celebración. Así, La celebración de esta solemnidad, preparación central al nacimiento de Cristo, da lugar a varias manifestaciones de piedad popular, entre las que sobresale la novena de la Inmaculada; en esta manifestación de piedad se podrían destacar los textos proféticos que partiendo del anuncio de Génesis 3,15, desembocan en el saludo de Gabriel a la “llena de gracia” (Lc)1,28) y en el anuncio del nacimiento del salvador (cfr. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, # 102). ▪ Motivar, organizar con tiempo la noche de las velitas, el 7 de diciembre, que se celebra en Colombia como vigilia de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, dogma que fue proclamado por el Papa Pío IX, en 1854. ▪ Se sugiere exaltar el anuncio de la Palabra de Dios con el Evangeliario, inicialmente, llevado con solemnidad en la procesión de entrada y, luego, al momento de la proclamación del Evangelio, tomándolo del altar y llevándolo, precedido por el incensario y los ciriales, al ambón: La finalidad de esta solemnidad es que durante la celebración eucarística los fieles perciban la necesidad insustituible de la escucha y vivencia de la Palabra de Dios para el fortalecimiento de sus vidas (Cfr. OGMR 120,172 y 175). 18 5. Los Signos del Adviento5 El Adviento es la preparación para las solemnidades de Navidad y Epifanía. Y esta preparación interior, pide también una preparación externa para que vivamos mejor este tiempo litúrgico. Un primer signo es la austeridad litúrgica: sabemos que el Adviento no es un tiempo penitencial como la Cuaresma, sino que es un tiempo de preparación y espera gozosa. Por eso tenemos el color morado de los ornamentos, que es un color más apagado en contraste al color blanco y claro que tendremos por Navidad. También es bueno tener una decoración más austera en la Iglesia para que luego la ornamentación de la Navidad destaque más. En Adviento, en la liturgia no cantamos el Gloria, que es el himno de los ángeles en Belén y que cantaremos solemnemente la noche de Navidad; si bien cantamos el aleluya. Un segundo signo son los cantos de Adviento, que sólo se cantan en este tiempo y que es bueno tenerlos reservados para este tiempo, para que tomemos conciencia de que estamos en el Adviento. Un tercer signo es la corona de Adviento. Si bien es una costumbre que nos ha venido de los países nórdicos de Europa, ha enraizado mucho entre nosotros. Consiste en una corona de ramas verdes, situada en un lugar visible y digno, y en la que se colocan cuatro velas vistosas, por los cuatro domingos de Adviento. Cada domingo se enciende una progresivamente hasta llegar a las cuatro velas encendidas el domingo cuarto de Adviento, y se acompaña de una oración o un canto. Es un signo que podemos hacer tanto en la Iglesia como en casa. Un cuarto signo es el calendario de Adviento, basado en un cuadro con ventanitas para cada día del mes de diciembre, hasta el día 25, que se va abriendo y en cada una de ellas se van viendo dibujos de tema navideño que dan sentido a la fiesta. Es una buena herramienta pedagógica para los niños para que entren en la vivencia de la Navidad. El problema es que hay en el mercado muchos calendarios de Adviento que tienen muy poco a ver con un calendario cristiano. Si es así, más vale ahorrárselo. Un quinto signo es la colecta para los pobres, para darnos cuenta de que nuestra vida cristiana está basada en el amor fraterno que el mismo Jesús nos ha dado. La Iglesia hace la colecta para los pobres ya sea con alimentos o con dinero mediante Cáritas. Finalmente, un sexto signo del Adviento es la preparación del belén días antes de Navidad, para ambientarnos en casa ante la celebración de las fiestas de Navidad. Es sin duda un buen instrumento catequético para los niños, explicando cada personaje bíblico y explicando también el nacimiento de Jesús. 5 http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/el-tiempo-de-adviento/los-signos-del-adviento/ 19 6. Las Lecturas de los Domingos de Adviento Ciclo A6 DOMINGO PRIMERO PRIMERA LECTURA (Isaias) La venida de un Mesías que nos traerá la paz y nos anima a caminar a la luz del Señor SEGUNDO Que esta paz que traerá hará que todo el mundo viva en armonía TERCERO Que anunciará la alegría del Señor que viene y nos salvará CUARTO La señal que Dios dará a estas promesas es que “la virgen dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, es decir, Dios-connosotros” SEGUNDA LECTURA Una llamada a la vigilancia y a la paciencia, ya que la salvación está cerca y por tanto, hay que revestirse de Cristo (Rm) EVANGELIO Velen y estén preparados Mt 24,37-44 Arrepiéntanse, porque el Reino de los cielos está cerca Mt 3,1-12 La llamada a la paciencia porque el Señor ya está cerca (Carta de Santiago) ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Mt 11,2-11 Jesús nace del linaje humano, de David. (Rm) Jesús nació de María, desposada con José, hijo de David Mt 1,18-24 Las primeras lecturas de este ciclo son del profeta Isaías que, con su tono poético nos habla de la venida de un Mesías que nos traerá la paz y nos anima a caminar a la luz del Señor (primer domingo), que esta paz que traerá hará que todo el mundo viva en armonía –incluso los antagónicos– (segundo domingo), que anunciará la alegría del Señor que viene y nos salvará (tercer domingo) y que la señal que Dios dará a estas promesas es que “la virgen dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, es decir, Dios-con-nosotros” (cuarto domingo). Las segundas lecturas de este ciclo –a excepción del tercer domingo, que es la carta de Santiago– son de san Pablo a los romanos. En todas ellas ambos apóstoles hacen una llamada a la vigilancia y a la paciencia, ya que la salvación está cerca y por tanto, hay que revestirse de Cristo (primer y segundo domingos); la llamada a la paciencia porque el Señor ya está cerca (tercer domingo) y finalmente se nos presenta que Jesús nace del linaje humano, de David (cuarto domingo). 6 http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/el-tiempo-de-adviento/las-lecturas-de-los-domingos-de-adviento/ 20 Finalmente, en los evangelios, contemplamos por boca de Mateo la llamada a estar atentos, despiertos y preparados porque la venida del Señor se acerca (primer domingo); la llamada a la conversión por boca de Juan Bautista, para así preparar los caminos del Señor (segundo domingo); en el tercer domingo Jesús hace un gran elogio de Juan y en el cuarto contemplamos el sueño de José en el que el ángel le anuncia el nacimiento de Jesús del sí virginal de María. 21 7. El Acto Penitencial7 LUNES Somos pecadores, hemos abandonado al Señor; purifiquémonos, pues, de nuestras malas acciones y quedaremos blancos como la nieve. - Oh Sabiduría que brotaste de los labios del Altísimo y vienes a mostrarnos el camino de la salvación. Señor, ten piedad. Oh Pastor de la casa de Israel, que vienes a librarnos con el poder de tu brazo. Cristo, ten piedad. Oh renuevo del tronco de Jesé que vienes a salvar a todas las naciones. Señor, ten piedad. MARTES Arrepentidos de nuestros pecados, pidamos al Señor que renueve la vida de su pueblo para que con su venida nos llenemos de gozo y de paz. - Tú que descendiste del cielo para traernos el perdón del Padre, Señor, ten piedad. Tú que vienes a visitarnos, para que en tu presencia encontremos la paz, Cristo, ten piedad. Tú que volverás con gloria al fin de los tiempos para pedirnos cuenta del trabajo que nos encomendaste, Señor, ten piedad. MIÉRCOLES Vendra el Señor, iluminará lo que esconden nuestras tinieblas y perdonará lo que merecían nuestros pecados; con espíritu humillado y contrito pidamos perdón. - Gran profeta que vienes a renovar Jerusalén, Señor, ten piedad. Resplandor de la luz eterna, que vienes a iluminar a todos los hombres, Cristo, ten piedad. Deseado de las naciones, que vienes a salvar a los que están perdidos, Señor, ten piedad. JUEVES Humillémonos, hermanos, bajo la poderosa mano de Dios que él, en el día de su venida, nos levantará y nos perdonará: - Tú que vienes con gran poder, Señor , ten piedad. - Tú que purificas el mundo con el fuego de tu Espíritu, Cristo, ten piedad. - Tú que vienes para crear 7 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona. 2001. 22 VIERNES No temas, pueblo mío, que vengo a redimirte; con amor tierno te amé y por eso quiero prolongar mi misericordia contigo; conviértete, pues, a mi de todo corazón”, dice el Señor. En silencio, acerquémonos a él. - Luz del mundo, que vienes a iluminar a los viven en las tinieblas del pecado, Señor, ten piedad. Buen Pastor, que vienes a guiar a tu rebaño por las sendas de la verdad y de la justicia, Cristo, ten piedad. Deseado de las naciones, que vienes a salvar el hombre que tú mismo formaste del fango, Señor, ten piedad. SÁBADO Convirtámonos, hermanos, y llevemos una vida honrada y religiosa, mientras esperamos la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro. - Enviado del Padre para anunciar la Buena Noticia a los pobres, Señor, ten piedad. - Mensajero de la paz, luz del mundo, deseado de las naciones, Cristo, ten piedad. - Hijo de David, que volverás un día para dar cumplimeinto a las promesas del Padre, Señor, ten piedad. 23 8. Bendición de la Corona de Adviento8 Bendición de la corona de Adviento La «Corona de Adviento» o «Corona de las luces de Adviento» es un signo que expresa la alegría del tiempo de preparación a la Navidad. Por medio de la bendición de la corona se subraya su significado religioso. La luz indica el camino, aleja el miedo y favorece la comunión. La luz es un símbolo de Jesucristo, luz del mundo. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona muestra la ascensión gradual hacia la plenitud de la luz de Navidad. El color verde de la corona significa la vida y la esperanza. La corona de Adviento es, pues, un símbolo de la esperanza de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte. Porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre por nosotros, y con su muerte nos ha dado la verdadera vida. I. Rito de la bendición en la familia El ministro, al comenzar la celebración, dice: Nuestro auxilio es el nombre del Señor. Todos responden: Que hizo el cielo y la tierra. Monición introductoria Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la sagrada Escritura, por ejemplo: Is 60, 1: ¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición: Oremos La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas 8 Comisión Episcopal de Liturgia. Bendicional. 1986, Barcelona: Coeditores litúrgicos. 24 de la ignorancia, del dolor y del pecado. Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con luces. [sólo el domingo I: Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo,] te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén. Y se enciende el cirio que corresponda según la semana de Adviento. II. Rito de la bendición en la Iglesia La «Corona de Adviento», que se ha instalado en la iglesia, se puede bendecir al comienzo de la Misa. La bendición se hará después del saludo inicial, en lugar del acto penitencial. Monición introductoria Hermanos: Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza. La corona de Adviento es, pues, un símbolo de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte, porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre y nos ha dado la verdadera vida. El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad. Por eso hoy, primer domingo de Adviento, bendecimos esta corona y encendemos su primer cirio. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición: Oremos La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado. 25 Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con luces. [sólo el domingo I: Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo,] te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén. Y se enciende el cirio que corresponda según la semana del Adviento. 26 9. Las Lecturas Feriales del Adviento9 El Adviento se divide en dos partes bien definidas: la primera va desde el primer domingo hasta el día 16 de diciembre y la segunda parte va del día 17 de diciembre al día 24 de diciembre. Por esta razón, las lecturas feriales van en sintonía con estas dos partes del Adviento. Así pues, en la primera parte del Adviento, las lecturas tienen una organización muy definida: – la primera semana y hasta el miércoles de la segunda semana, el hilo conductor va de la mano del profeta Isaías, el cual, en las primeras lecturas nos anuncia la salvación mesiánica, mientras que los evangelios nos muestran cómo en Jesús de Nazaret se cumplen estas promesas mesiánicas. – A partir del jueves de la segunda semana y hasta el día 17 de diciembre, contemplamos la figura de Juan Bautista en los evangelios, mientras que en las primeras lecturas contemplamos las imágenes de los profetas antiguos que después iluminarán las correspondientes lecturas evangélicas. – Desde el día 17 de diciembre hasta el día 24 de diciembre celebramos la segunda parte del Adviento, llamado “novena”, “semana santa de Navidad”, “ferias privilegiadas” y la mirada se centra en la preparación próxima de la Navidad, de la celebración sacramental de la venida de Cristo. Las lecturas de estos días tienen otra organización, ya que son los evangelios los que marcan el ritmo y nos conducen hacia la Navidad con los pasajes de la genealogía de Jesús (día 17), el anuncio a José (día 18), el anuncio de Zacarías en el templo (día 19), el anuncio a María (día 20), la visitación de María a Isabel (día 21), el cántico de María (día 22), el nacimiento de Juan Bautista (día 23) y finalmente el cántico de Zacarías (día 24). La figura central de estos días es la Madre de Dios. Las primeras lecturas, por su parte, preparan los respectivos evangelios, a modo de paralelismo entre situaciones de salvación en el Antiguo Testamento y la proximidad del nacimiento del Mesías. 9 http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/el-tiempo-de-adviento/las-lecturas-feriales-de-adviento/ 27 10. La corona de Adviento en la Iglesia y en el hogar10 El rito de la corona de Adviento se ha ido introduciendo acertadamente en los distintos ámbitos de la vida cristiana, contribuyendo a resaltar la peculiaridad de este tiempo. Se trata, como se sabe, de una corona de ramas verdes (sin flores, que serán más propias de la Navidad), en la que se fijan cuatro velas vistosas. También podemos emplear la imaginación y crear algún otro tipo de soporte, siempre que resulte digno y agradable. Y cada semana se realiza el rito de encender las velas correspondientes: el primer domingo de Adviento una, el segundo dos, el tercero tres, el cuarto y último las cuatro. Este itinerario, acompañado de alguna oración o canto, nos marcará los pasos que nos acercan hasta la fiesta de la Navidad, y nos ayudará a tener más presente el tiempo en que nos encontramos. La corona en la Iglesia En la Iglesia, la corona se puede poner sobre una mesa, o sobre un tronco de árbol, o colgada del techo con una cinta elegante; no se pone encima del altar, sino junto al ambón o en otro lugar adecuado. El rito de encendido de la corona se hace en todas las misas dominicales (incluyendo la vespertina del sábado). En las comunidades religiosas, en cambio, será mejor hacerlo en la celebración que inaugure cada semana: primeras vísperas, laudes o Eucaristía. En la Eucaristía, se pueden encender las velas sencillamente durante el canto de entrada, o bien con mayor relieve después del saludo y de una breve monición. En este segundo caso, el mismo celebrante, o bien distintas personas de la asamblea (una semana un niño, otra una religiosa, otra un matrimonio...) encienden la vela o velas correspondientes. Y entretanto se canta alguna otra estrofa del canto de entrada, o se dicen las invocaciones del acto penitencial, o se dicen las oraciones siguientes (que puede recitar la asamblea conjuntamente, en una hoja previamente repartida). 10 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona. 2001. 28 Primer domingo Encendemos, Señor, esta luz, como aquél que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primera semana del Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú nos traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría mas verdadera. ¡Ven, Señor Jesús. Ven, Señor Jesús! Tercer domingo En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar. Preparen sus caminos, porque ya se acerca. Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. Ya llega el mensajero. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor! Segundo domingo Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto. La humanidad entera se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne. Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador! Cuarto domingo Al encender estas cuatro velas, en el último domingo, pensamos en ella, la Virgen, tu madre y nuestra madre. Nadie te esperó con más ansia, con más ternura, con más amor. Nadie te recibió con más alegría. Te sembraste en ella como el grano de trigo se siembra en el surco. En sus brazos encontraste la cuna más hermosa. También nosotros queremos prepararnos así: en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día. ¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos! 29 La corona en el hogar En el hogar, la corona se pone sobre una mesa, o colgada del techo, o en algún otro lugar destacado. También se puede poner a los pies de una imagen de la Virgen María. El primer domingo de Adviento es el domingo que cae entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre (o sea, cuatro domingos antes de la Navidad). Ese día o el sábado anterior por la noche, o en cualquier otro momento que resulte adecuado, se enciende una vela de la corona; el segundo domingo dos; el tercero tres; y el cuarto, las cuatro. Este rito se acompaña de una oración, como la que aquí indicamos continuación; también se puede cantar un canto y la oración del padrenuestro y avemaría. También se puede leer la primera lectura de la misa de aquel domingo, o texto de reflexión que ofrecemos también aquí, o las oraciones propuestas para encendido en la Iglesia. a el el el Si hay niños en casa, el rito de la corona les puede ayudar a vivir más cristianamente la preparación de la Navidad. Y si no los hay, también será una buena ocasión para la oración familiar adulta: o bien los esposos solos, o bien los esposos con los hijos mayores u otros miembros de la familia. Oración Ven, Jesús, hermano, Señor. Queremos preparar tu venida. Queremos recibirte. Te esperamos, para que transformes nuestras vidas y nos des tu luz, tu paz, tu amor. Amén. Texto de reflexión Desde muy antiguo, el profeta Isaías anunciaba: – Vendrá el Señor, y juzgará a los pobres con justicia, y nunca más alzará la espada pueblo contra pueblo, porque los corazones estarán llenos del conocimiento del Señor. Allí en el Jordán, el último profeta, Juan el Bautista, proclamaba: – Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Conviértanse, porque está cerca el Reino de los cielos. Y en Nazaret empezó todo: – Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. No temas, María: 30 concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Esta es la historia del amor de Dios. Y nosotros cada año, cada Adviento, la recordamos y la renovamos. – Como el profeta Isaías, deseamos un mundo nuevo, transformado, lleno de Dios, en el que no haya mal, ni dolor, ni injusticia, ni pobreza, ni corazones cerrados; – siguiendo la llamada de Juan Bautista, queremos preparar el camino del Señor: queremos transformar nuestro corazón y queremos transformar nuestro mundo; – y como la virgen María, con toda la confianza, con todo el amor, con un hondo espíritu de fe y de oración, esperamos el nacimiento de aquel niño que renovará nuestras vidas; aquel niño que nace en Belén y que nos llama a compartir un día su vida para siempre. 31 11. LUCERNARIO11 En honor de la Inmaculada Concepción de María 7 diciembre Como es tradicional en nuestras comunidades el gran acontecimiento de la noche de las velitas o de las luces encendidas, es también pastoralmente conveniente seguir fortaleciendo este festejo como un modo de confesar nuestra fe en el amor de Dios y celebrar su misericordia, unidos a la Madre de Jesús. Igualmente, en esta noche se motiva la celebración de la Jornada Nacional por la Vida y la Familia, como ocasión para suplicar a Dios y testimoniar el don de la vida. Es por esto que el Departamento de Liturgia, también con la colaboración del P. Diego Uribe C., presenta los subsidios que se ofrecen a continuación: I. Novenario en honor de la Inmaculada Concepción. II. La Celebración Comunitaria-Familiar: Lucernario y Jornada Nacional por la Vida y la Familia, y III. Celebración de la Palabra: Lucernario en honor de la Inmaculada Concepción de María. 11.1. Novenario en honor de la Inmaculada Concepción 12 Nota: Es muy aconsejable que las novenas, como ejercicios de piedad popular que son, se realicen antes o después de la Santa Misa, mas no dentro de ella. El Papa Pío IX instituyó esta celebración cuando proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854: “…la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano”. En esa definición, Pío XII expresa con precisión el significado de esta verdad de fe: que María fue concebida libre de la mancha del pecado original. Esta fiesta ha sido celebrada desde el siglo VIII en Oriente y en muchas partes de Occidente. (Ver: Catecismo de la Iglesia Católica 490-493). Primer día, 30 de noviembre MARÍA, NUEVA EVA En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo R. Amén. Jesús mi Señor y mi redentor… Oración El mismo Espíritu Santo, que formó a la Virgen María como nueva criatura, para que, de ella, inundada del rocío celestial, naciera Jesucristo, tu Hijo, el fruto de la salvación, santifique ahora, Señor, nuestros dones. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén Lectura del libro del Génesis 3:1-6,13-15 11 Textos elaborado por el P. Diego Uribe Castrillón, profesor Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín. 2019 12Cfr.:https://encuentra.com/oraciones_y_devociones_mariana/novena_a_la_inmaculada_concepcion__10652/ 32 La serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Con que Dios les ha dicho que no coman de ningún árbol del jardín?». La mujer contestó a la serpiente: «Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: “No coman de él ni lo toquen, de lo contrario morirán”». La serpiente replicó a la mujer: «No, no morirán; es que Dios sabe que el día en que coman de él, se les abrirán los ojos, y serán como Dios en el conocimiento del bien y el mal». Entonces la mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos y deseable para lograr inteligencia; así que tomó de su fruto y comió. Luego se lo dio a su marido, que también comió. El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?». La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí». El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón». Consideración María, Madre del Verbo encarnado, está situada en el centro mismo de aquella “enemistad”, de aquella lucha que acompaña la historia de la humanidad en la tierra y la historia misma de la salvación. En este lugar ella, que pertenece a los “humildes y pobres del Señor”, lleva en sí, como ningún otro entre los seres humanos, aquella “gloria de la gracia” que el Padre “nos agració en el Amado”, y esta gracia determina la extraordinaria grandeza y belleza de todo su ser. María permanece así ante Dios, y también ante la humanidad entera, como el signo inmutable e inviolable de la elección por parte de Dios, de la que habla la Carta paulina: “Nos ha elegido en él (Cristo) antes de la fundación del mundo, … eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos” (Ef 1, 4.5). Esta elección es más fuerte que toda experiencia del mal y del pecado, de toda aquella “enemistad” con la que ha sido marcada la historia del hombre. En esta historia María sigue siendo una señal de esperanza segura. Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración. Oración Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén 33 Segundo día, 1° de diciembre MARÍA, LLENA DE GRACIA En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo R. Amén Jesús mi Señor y mi redentor… Oración Dios todopoderoso, que, según lo anunciaste por el ángel, has querido que tu Hijo se encarnara en el seno de María, la Virgen, escucha nuestras súplicas y haz que sintamos la protección de María los que la proclamamos verdadera Madre de Dios. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1,26-33 En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Consideración Cuando leemos que el mensajero dice a María “llena de gracia”, el contexto evangélico, en el que confluyen revelaciones y promesas antiguas, nos da a entender que se trata de una bendición singular entre todas las “bendiciones espirituales en Cristo”. En el misterio de Cristo María está presente ya “antes de la creación del mundo” como aquella que el Padre “ha elegido” como Madre de su Hijo en la Encarnación, y junto con el Padre la ha elegido el Hijo, confiándola eternamente al Espíritu de santidad. María está unida a Cristo de un modo totalmente especial y excepcional, e igualmente es amada en este “Amado” eternamente, en este Hijo consustancial al Padre, en el que se concentra toda “la gloria de la gracia”. A la vez, ella está y sigue abierta perfectamente a este “don de lo alto” (cf. Santiago 1, 17). Como enseña el Concilio, María “sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de Él esperan con confianza la salvación”. Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración. Oración Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María 34 preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén 35 Tercer día, 2 de diciembre MARÍA, SIERVA DEL SEÑOR En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo R. Amén Jesús mi Señor y mi redentor… Oración Oh Dios, que enviaste a tu Hijo, Palabra de salvación y Pan de vida, desde el cielo al seno de la Santa Virgen, concédenos recibir a Cristo como ella, conservando sus palabras en el corazón, y celebrando con fe sus misterios. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén. Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1,34-38 Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró. Consideración En efecto, en la Anunciación María se ha abandonado en Dios completamente, manifestando “la obediencia de la fe” a aquel que le hablaba a través de su mensajero y prestando “el homenaje del entendimiento y de la voluntad”. Ha respondido, por tanto, con todo su “yo” humano, femenino, y en esta respuesta de fe estaban contenidas una cooperación perfecta con “la gracia de Dios que previene y socorre” y una disponibilidad perfecta a la acción del Espíritu Santo, que, “perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones”. La palabra del Dios viviente, anunciada a María por el ángel, se refería a ella misma “Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo” (Lucas 1, 31). Acogiendo este anuncio, María se convertiría en la “Madre del Señor” y en ella se realizaría el misterio divino de la Encarnación: “El Padre de las misericordias quiso que precediera a la encarnación la aceptación de parte de la Madre predestinada”. Y María da este consentimiento, después de haber escuchado todas las palabras del mensajero. Dice: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1, 38). 36 Este sí de María —“hágase en mí”— ha decidido, desde el punto de vista humano, la realización del misterio divino. Se da una plena consonancia con las palabras del Hijo que, según la Carta a los Hebreos, al venir al mundo, dice al Padre: “Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo … He aquí que vengo … a hacer, oh Dios, tu voluntad” (Hebreos 10, 5-7). El misterio de la Encarnación se ha realizado en el momento en el cual María ha pronunciado su sí “hágase en mí según tu palabra”, haciendo posible, en cuanto concernía a ella según el designio divino, el cumplimiento del deseo de su Hijo. Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración. Oración Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén 37 Cuarto día, 3 diciembre MARÍA, BENDITA ENTRE LAS MUJERES En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo R. Amén Jesús mi Señor y mi redentor… Oración Oh Dios, Salvador de los hombres, que, por medio de la bienaventurada Virgen María, arca de la nueva alianza, llevaste la salvación y el gozo a la casa de Isabel, concédenos ser dóciles a la inspiración del Espíritu para poder llevar a Cristo a los hermanos y proclamar tu grandeza con nuestras alabanzas y la santidad de nuestras costumbres. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén. Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1,39-44 En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá». Consideración Poco después de la narración de la anunciación, el evangelista Lucas nos guía tras los pasos de la Virgen de Nazaret hacia “una ciudad de Judá” (Lucas 1, 39). Según los estudiosos esta ciudad debería ser la actual Ain-Karim, situada entre las montañas, no distante de Jerusalén. María llegó allí “con prontitud” para visitar a Isabel su pariente. El motivo de la visita se halla también en el hecho de que, durante la anunciación, Gabriel había nombrado de modo significativo a Isabel, que en edad avanzada había concebido de su marido Zacarías un hijo, por el poder de Dios: “También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible” (Lucas 1, 36-37). El mensajero divino se había referido a cuanto había acontecido en Isabel, para responder a la pregunta de María: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” (Lucas 1, 34). Esto sucederá precisamente por el “poder del Altísimo”, como y más aún que en el caso de Isabel. 38 Así pues, María, movida por la caridad, se dirige a la casa de su pariente. Cuando entra, Isabel, al responder a su saludo y sintiendo saltar de gozo al niño en su seno, “llena del Espíritu Santo”, a su vez saluda a María en alta voz: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!” (cf. Lucas 1, 40-42). Esta exclamación o aclamación de Isabel entraría posterior mente en el Ave María, como una continuación del saludo del ángel, convirtiéndose así en una de las plegarias más frecuentes de la Iglesia. Pero más significativas son todavía las palabras de Isabel en la pregunta que sigue: “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” (Lucas 1, 43). Isabel da testimonio de María: reconoce y proclama que ante ella está la Madre del Señor, la Madre del Mesías. De este testimonio participa también el hijo que Isabel lleva en su seno: “saltó la criatura en su vientre” (Lucas 1, 44). El niño es el futuro Juan el Bautista, que en el Jordán señalará en Jesús al Mesías. Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración. Oración Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén 39 Quinto día, 4 diciembre LA FE DE MARÍA En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo R. Amén Jesús mi Señor y mi redentor… Oración Padre santo, Dios eterno, que quisiste poner el trono real de tu Sabiduría en Santa María Virgen, ilumina a tu Iglesia con la luz de la Palabra de vida, para que resplandezca con la fuerza de la verdad y alcance gozosa el pleno conocimiento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén. Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1,45-56 [E Isabel exclamó:] «Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá». María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre». María se quedó con ella unos tres meses y volvió a su casa. Consideración Sin embargo, las palabras de Isabel “Bienaventurada la que ha creído” no se aplican únicamente a aquel momento concreto de la anunciación. Ciertamente la anunciación representa el momento culminante de la fe de María a la espera de Cristo, pero es además el punto de partida, de donde inicia todo su “camino hacia Dios”, todo su camino de fe. 40 Y sobre esta vía, de modo eminente y realmente heroico —es más, con un heroísmo de fe cada vez mayor— se efectuará la “obediencia” profesada por ella a la palabra de la divina revelación. Y esta “obediencia de la fe” por parte de María a lo largo de todo su camino tendrá analogías sorprendentes con la fe de Abraham. Como el patriarca del Pueblo de Dios, así también María, a través del camino de su sí filial y maternal, “esperando contra esperanza, creyó”. Con razón, pues, en la expresión “Bienaventurada la que ha creído” podemos encontrar como una clave que nos abre a la realidad íntima de María, a la que el ángel ha saludado como “llena de gracia”. Si como “llena de gracia” ha estado presente eternamente en el misterio de Cristo, por la fe se convertía en partícipe en toda la extensión de su itinerario terreno: “avanzó en la peregrinación de la fe” y al mismo tiempo, de modo discreto pero directo y eficaz, hacía presente a los hombres el misterio de Cristo. Y sigue haciéndolo todavía. Y por el misterio de Cristo está presente entre los hombres. Así, mediante el misterio del Hijo, se aclara también el misterio de la Madre. Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración. Oración Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén 41 Sexto día, 5 diciembre MARÍA, CORREDENTORA CON CRISTO En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo R. Amén Jesús mi Señor y mi redentor… Oración Señor, Dios nuestro, por un designio misterioso de tu providencia completas lo que falta a la pasión de Cristo con las infinitas penas de la vida de sus miembros; concédenos que, a imitación de la Virgen Madre dolorosa que estuvo junto a la cruz de su Hijo moribundo, así nosotros permanezcamos junto a los hermanos que sufren para darles consuelo y amor. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén. Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2,25-35 Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción –y a ti misma una espada te traspasará el alma–, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones». Consideración Un hombre justo y piadoso, llamado Simeón, aparece al comienzo del “itinerario” de la fe de María. Sus palabras, sugeridas por el Espíritu Santo (cf. Lucas 2, 25-27), confirman la verdad de la anunciación. Leemos, en efecto, que “tomó en brazos” al niño, al que —según la orden del ángel— “se le dio el nombre de Jesús” (cf. Lucas 2, 21). El discurso de Simeón es conforme al significado de este nombre, que quiere decir Salvador: “Dios es la salvación”. Vuelto al Señor, dice lo 42 siguiente: “Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.” (Lucas 2, 30-32). Al mismo tiempo, sin embargo, Simeón se dirige a María con estas palabras: “Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción… para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones”; y añade con referencia directa a María: “y a ti misma una espada te atravesará el alma” (Lucas 2, 34-35). Las palabras de Simeón dan nueva luz al anuncio que María ha oído del ángel: Jesús es el Salvador, es “luz para iluminar” a los hombres. ¿No es aquel que se manifestó, en cierto modo, en la Nochebuena, cuando los pastores fueron al establo? ¿No es aquel que debía manifestarse todavía más con la llegada de los Magos del Oriente? (cf. Mateo 2, 1-12). Al mismo tiempo, sin embargo, ya al comienzo de su vida, el Hijo de María —y con él su Madre— experimentarán en sí mismos la verdad de las restantes palabras de Simeón: “signo de contradicción” (Lucas 2, 34). El anuncio de Simeón parece como un segundo anuncio a María, dado que le indica la concreta dimensión histórica en la cual el Hijo cumplirá su misión, es decir en la incomprensión y en el dolor. Si, por un lado, este anuncio confirma su fe en el cumplimiento de las promesas divinas de la salvación, por otro, le revela también que deberá vivir en el sufrimiento su obediencia de fe al lado del Salvador que sufre, y que su maternidad será oscura y dolorosa. Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración. Oración Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén 43 Séptimo día, 6 de diciembre MARÍA, PRIMERA EN OÍR LA PALABRA DE DIOS Y GUARDARLA En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo R. Amén Jesús mi Señor y mi redentor… Oración Oh Dios, que enviaste a tu Hijo, palabra de salvación y pan de vida, desde el cielo al seno de la Santa Virgen, concédenos recibir a Cristo como ella, conservando sus palabras en el corazón y celebrando con fe sus misterios. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén. Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11,27-28 Mientras él hablaba estas cosas, aconteció que una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». Pero él dijo: «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen». Consideración El evangelio de Lucas recoge el momento en el que “alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo, dirigiéndose a Jesús: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron” (Lucas 11, 27). Estas palabras constituían una alabanza para María como madre de Jesús, según la carne. Pero a la bendición proclamada por aquella mujer respecto a su madre según la carne, Jesús responde de manera significativa: “Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.” (cf. Lucas 11, 28). Quiere quitar la atención de la maternidad entendida sólo como un vínculo de la carne, para orientarla hacia aquel misterioso vínculo del espíritu, que se forma en la escucha y en la observancia de la palabra de Dios. Sin lugar a dudas, María es digna de bendición por el hecho de haber sido para Jesús Madre según la carne Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”), pero también y sobre todo porque ya en el instante de la anunciación ha acogido la palabra de Dios, porque ha creído, porque fue obediente a Dios, porque “guardaba” la palabra y “la conservaba cuidadosamente en su corazón” (cf. Lucas 1, 38. 45; 2, 19. 51) y la cumplía totalmente en su vida. Podemos afirmar, por lo tanto, que el elogio pronunciado por Jesús no se contrapone, a pesar de las apariencias, al formulado por la mujer desconocida, sino que viene a coincidir con ella en la persona de esta Madre-Virgen, que se ha llamado solamente “esclava del Señor” (Lucas 1, 38). 44 Si por medio de la fe María se ha convertido en la Madre del Hijo que le ha sido dado por el Padre con el poder del Espíritu Santo, conservando íntegra su virginidad, en la misma fe ha descubierto y acogido la otra dimensión de la maternidad, revelada por Jesús durante su misión mesiánica. Se puede afirmar que esta dimensión de la maternidad pertenece a María desde el comienzo, o sea desde el momento de la concepción y del nacimiento del Hijo. Desde entonces era “la que ha creído”. María madre se convertía así, en cierto sentido, en la primera “discípula” de su Hijo, la primera a la cual parecía decir: “Sígueme”, antes aún de dirigir esa llamada a los apóstoles o a cualquier otra persona (cf. Juan 1, 43). Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración. Oración Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén 45 Octavo día, 7 de diciembre MARÍA, MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo R. Amén Jesús mi Señor y mi redentor… Oración Oh Dios, cuyo Hijo, al expirar en la cruz, quiso que la Virgen María, elegida por él como Madre suya, fuese en adelante nuestra Madre, concédenos a quienes recurrimos a su protección ser confortados por la invocación de su santo nombre. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén. Lectura del Santo Evangelio según san Juan 2,1-11 A los tres días había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dijo a los sirvientes: «Hagan lo que él les diga». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenen las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Saquen ahora y llévenlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al esposo y le dice: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora». Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. Consideración María está presente en Caná de Galilea como Madre de Jesús, y de modo significativo contribuye a aquel “comienzo de las señales”, que revelan el poder mesiánico de su Hijo. He aquí que: “Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora.” (Juan 2, 3-4). En el Evangelio de Juan aquella “hora” significa el momento determinado por el Padre, en el que el Hijo realiza su obra y debe ser glorificado. 46 Aunque la respuesta de Jesús a su madre parezca como un rechazo (sobre todo si se mira, más que a la pregunta, a aquella decidida afirmación: “Todavía no ha llegado mi hora”), a pesar de esto María se dirige a los criados y les dice: “Hagan lo que él les diga” (Juan 2, 5). Entonces Jesús ordena a los criados llenar de agua las tinajas, y el agua se convierte en vino, mejor del que se había servido antes a los invitados al banquete nupcial. En esta página del Evangelio de Juan encontramos como un primer indicio de la verdad sobre la solicitud materna de María. Esta verdad ha encontrado su expresión en el magisterio del último Concilio. Es importante señalar como la función materna de María es ilustrada en su relación con la mediación de Cristo. En efecto, leemos lo siguiente: “La misión maternal de María hacia los hombres de ninguna manera oscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia”, porque “hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también” (1 Tm 2, 5). …El hecho de Caná de Galilea, nos ofrece como una predicción de la mediación de María, orientada plenamente hacia Cristo y encaminada a la revelación de su poder salvífico. Por el texto joánico parece que se trata de una mediación maternal. Como proclama el Concilio: María “es nuestra Madre en el orden de la gracia”. Esta maternidad en el orden de la gracia ha surgido de su misma maternidad divina, porque siendo, por disposición de la divina providencia, madre-nodriza del divino Redentor se ha convertido de “forma singular en la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor” y que “cooperó … por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad, en la restauración de la vida sobrenatural de las almas”. “Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia… hasta la consumación de todos los elegidos”. Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración. Oración Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén 47 Noveno día, 8 de diciembre MARÍA, MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo R. Amén Jesús mi Señor y mi redentor… Oración Oh Dios, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz, proclamó como Madre nuestra a santa María Virgen, Madre suya, concédenos, por su mediación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda, se llene de gozo por la santidad de sus hijos, y atraiga a su seno a todas las familias de los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén. Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 23-27 Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: «No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca». Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Consideración Si el pasaje del Evangelio de Juan sobre el hecho de Caná presenta la maternidad solícita de María al comienzo de la actividad mesiánica de Cristo, otro pasaje del mismo Evangelio confirma esta maternidad de María en la economía salvífica de la gracia en su momento culminante, es decir cuando se realiza el sacrificio de la Cruz de Cristo, su misterio pascual. La descripción de Juan es concisa: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al 48 discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.” (Juan 19, 25-27). …Sin embargo, sobre el significado de esta atención el “testamento de la Cruz” de Cristo dice aún más. Jesús ponía en evidencia un nuevo vínculo entre Madre e Hijo, del que confirma solemnemente toda la verdad y realidad. Se puede decir que, si la maternidad de María respecto de los hombres ya había sido delineada precedentemente, ahora es precisada y establecida claramente; ella emerge de la definitiva maduración del misterio pascual del Redentor. La Madre de Cristo, encontrándose en el campo directo de este misterio que abarca al hombre —a cada uno y a todos, es entregada al hombre —a cada uno y a todos— como madre. Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración. Oración Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén 49 11.2.Celebración Comunitaria, Familiar: Lucernario y Jornada Nacional por la Vida y la Familia Las personas convocadas en el sitio bien dispuesto, si es posible, cerca de la imagen de la Inmaculada Concepción convenientemente adornada, con las velas y sus respectivos soportes para ser encendidas, pueden realizar la siguiente propuesta de celebración. Todos reunidos, el Padre o Madre de familia o el ministro laico dice: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amén. El Padre o Madre de familia o el ministro laico saluda a los presentes diciendo: La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos nosotros Todos responden: R. Amén. El Padre o Madre de familia o el ministro laico dice: Amados hermanos en la fe: En esta Vigilia de la Inmaculada Concepción, llamada de las velitas, hemos venido a honrar al Señor de la gloria, luz de luz, y a recordar la bondad de Dios en este signo humilde de las luces que se encienden en la vigilia de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María Virgen. Ahora nosotros, queriendo honrar a la Madre del Señor, vamos a bendecir y encender estas luces para que, al recordar la gloriosa y maternal dulzura de la Virgen Santísima, confesemos nuestra fe en el amor de Dios, celebremos su amor misericordioso y demos testimonio del don de la vida, unidos a la Madre de Jesús. Participemos con fe y con devoción. El Padre o Madre de familia o el ministro laico dice: Dios y Padre nuestro, que, por la maternidad de la Virgen María, quisiste revelar al mundo el esplendor de tu gloria, concédenos poder celebrar con fe íntegra y generosa entrega el admirable misterio de la Encarnación de tu Hijo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. R. Amén. Lectura de la Palabra de Dios Lucas 2, 25-32 Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue 50 al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Palabra del Señor Todos responden diciendo: Gloria a ti Señor Jesús. ORACIÓN DE BENDICIÓN DE LAS LUCES El Padre o Madre de familia o el ministro laico dice ahora: Dios que eres luz, mira la humilde ofrenda y Bendice con tu gracia la luz de estas velas que encendemos hoy y recibe amoroso nuestro deseo de amarte y glorificarte con nuestra vida. Que, con la intercesión de María Inmaculada, sigamos preparando el corazón para que se encienda la luz de Jesús, tu Hijo, en el corazón de todas las familias, santuarios de la vida. Que contigo vive y reina, por los siglos de los siglos. R. Amen. Como alabanza a la Madre de Dios se puede entonar el santo Rosario Misterios gozosos Primer Misterio: La Anunciación "Y concibió por obra del Espíritu Santo." Roguemos al Espíritu Santo que nos enseñe a todos que, desde el momento de la concepción, existe en el seno materno un ser humano con vida. Segundo Misterio: La Visitación "María fue con prisa a la montaña a visitar a su prima Isabel." Roguemos que, a imitación de María, seamos diligentes en acoger a todas las mujeres que están embarazadas. 51 Tercer Misterio: El Nacimiento del Niño Jesús María, llena de alegría, abraza a su Hijo, el Salvador. Roguemos que todas las madres tengan la dicha de ver nacer a sus hijos y abrazarlos. Cuarto Misterio: La Presentación del Niño Jesús en el Templo "Y a ti, una espada traspasará tu corazón." Roguemos que todos los padres tengan la dicha de ver nacer a sus hijos y ofrecerlos a Dios por medio del bautismo. Quinto Misterio: El Niño Jesús Hallado en el Templo Roguemos que los matrimonios sin hijos puedan tener la felicidad de encontrar y adoptar al hijo anhelado o desarrollar su paternidad en un servicio a niños necesitados. Jaculatoria final: "Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, conduce todas las almas al cielo, especialmente las que más necesitan de Tu misericordia." Padre Nuestro y tres Ave Marías por las intenciones y salud del Santo Padre. Luego todos juntos pueden entonar la Salve "Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia. Vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te Salve. A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra vuelve a nosotros esos Tus ojos misericordiosos. Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de Tu vientre. 0h clemente, Oh piadosa, 0h dulce Virgen María: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo." Amen. El Padre o Madre de familia o el ministro laico concluye la celebración santiguándose y diciendo Dios, bendito a través de todo, nos bendiga con Cristo en todo, para que todo nos sirva para el bien. R. Amén Es aconsejable terminar la celebración con un canto a la Virgen María. 52 11.3.Celebración de la Palabra Lucernario En honor de la Inmaculada Concepción de María El celebrante, revestido de alba y estola y también pluvial blanco o azul (allí donde esté concedido), venera el altar y va a la sede desde donde dice: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amén. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. Amados hermanos en la fe: En la Vigilia de la Inmaculada Concepción, hemos venido a honrar al Señor de la gloria, luz de luz, y a recordar la bondad de Dios en este signo humilde de las luces que se encienden en la vigilia de la Solemnidad de la Inmaculada. En Éfeso, la ciudad a la que San Pablo dirigió su carta y la que fue protagonista de tantos sucesos en el Nuevo Testamento, durante el año 431 se celebraba el Concilio Ecuménico en el que, entre importantísimas definiciones, se proclamó la Maternidad Divina de María, esto es, que la Santísima Virgen María es madre de Dios, y que, al dar a luz al Salvador, Dios y hombre verdadero, debe ser honrada con especial afecto por la Iglesia con éste título único y glorioso. Los habitantes de Éfeso, para animar a los Obispos del Concilio y para hacer sentir su voz, la que asegura la vinculación del Pueblo de Dios a las definiciones de los dogmas de la Iglesia, encendieron en sus casas luces con las que indicaban su adhesión a la verdad revelada en la que se apoya la afirmación de María como Madre de Dios. Llena la ciudad de las luces de los fieles, resonó luego la definición dogmática con la que se proclamaba la Maternidad Divina. El Papa Pío Noveno, quiso retomar este mismo signo la víspera de la definición del Dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854. Pero ya el pueblo fiel, especialmente en España y en América Latina, retomando la costumbre de los pueblos antiguos, había hecho de las luces encendidas un modo de proclamar su fe. Ahora también nosotros, queriendo honrar a la Madre del Señor, vamos a bendecir y encender estas luces para que, al recordar la gloriosa y maternal dulzura de la Virgen Santísima, en la vigilia de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, confesemos nuestra fe en el amor de Dios y celebremos su amor misericordioso unidos a la Madre de Jesús. Unámonos con fe y con devoción. ORACIÓN COLECTA Oremos: 53 Dios y Padre nuestro, que, por la maternidad de la Virgen María, quisiste revelar al mundo el esplendor de tu gloria, concédenos poder celebrar con fe íntegra y generosa entrega el admirable misterio de la Encarnación de tu Hijo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. R. Amén. Lectura de la Palabra de Dios Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 28-30. Hermanos: Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio. En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. Palabra de Dios. SALMO Sal 97, 1. 2-3b. 3c-4 (R.: 1a) R. Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas. Canten al Señor un canto nuevo, porque él hizo maravillas: su mano derecha y su santo brazo le obtuvieron la victoria. R. El Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones: se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. R. Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R. ALELUIA Cf. Lc 1, 28 Aleluya. ¡Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo, 54 bendita tú eres entre las mujeres! Aleluya. Evangelio Feliz de ti por haber creído Evangelio según san Lucas 1, 39-47 María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡ Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que venga a visitarme la madre de mi Señor? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Dichosa tú que has creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.» María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador.» Palabra del Señor. Reflexión El Beato Obispo y Mártir Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, nos enseña, con esa piedad heroica que lo distinguió: “María es humildad de esclava que engendra a Dios; Pobreza que rescata al mundo con el tesoro infinito de Jesús; Virginidad que nos preserva de la corrupción; Mansedumbre de oveja, Madre del cordero mudo ante quien lo esquila; Templanza en la palabra que se volvió silencio, y en la comida escasa que tiene a raya los apetitos; Generosidad que goza del bien de todos y lo derrama a todos; y Laboriosidad de abeja que fabricó el real y verdadero cirio de la Pascua que es Cristo Jesús”13. La vida de María, la Madre Inmaculada, es un camino, hoy queremos hacer de esta marcha (esta celebración) un camino de fe en el que las alabanzas que dirigimos a la Madre del Señor, son signo de nuestra gratitud a Dios que nos ha regalado en María una Madre y una Maestra para nuestra vida de fe, para nuestro camino de esperanza. Marchemos en paz, pero antes encendamos las luces que, bendecidas, iluminarán nuestro camino de fe y de esperanza. ORACIÓN DE BENDICIÓN DE LAS LUCES El sacerdote, enciende uno de los cirios y luego pasa la luz a los fieles. Luego, con las manos extendidas, dice: Oremos. Dios que eres luz, mira la humilde ofrenda y Ben+dice con tu gracia la luz de estas velas que encendemos hoy y recibe amoroso 13 Beato Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, Obispo y Mártir. APARECIÓ UNA MUJER, p. 135, ed. Misioneros de Yarumal. 55 nuestro deseo de amarte y glorificarte con nuestra vida. Que, con la intercesión de María Inmaculada, sigamos preparando el corazón para que se encienda la luz de Jesús, tu Hijo, en el corazón de los discípulos misioneros del Salvador, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. R. Amen. Luego asperja las velas con agua bendita y tomando de las luces encendidas enciende algunos cirios junto a la Imagen de la Virgen Santísima. Alabanzas a la Madre de Dios Estas alabanzas se pueden ofrecer, bien en la Iglesia, bien durante una procesión en la que, mientras se avanza por las calles, los fieles van llevando la imagen de la Santísima Virgen. El Celebrante dice ahora una de las siguientes alabanzas a la Madre de Dios: San Efrén de Ciro14 cantaba así a la Madre del Señor. «El Señor vino a ella para hacerse siervo. El Verbo vino a ella para callar en su seno. El rayo vino a ella para no hacer ruido. El pastor vino a ella, y nació el Cordero, que llora dulcemente. El seno de María ha trastocado los papeles: El que creó todas las cosas las posee, pero en la pobreza. El Altísimo vino a ella (María), pero entró humildemente. El esplendor vino a ella, pero con vestido de humildad. El que lo da todo experimentó el hambre. El que da de beber a todos sufrió la sed. El que todo lo reviste de belleza salió desnudo de ella» Luego, se recita diez veces el Ave-María seguido del Gloria al Padre. Se puede entonar una estrofa de un canto apropiado. Segunda alabanza San Cirilo de Alejandría15 le dice: «Te saludamos, María, Madre de Dios, tesoro digno de ser venerado por todo el orbe, lámpara inextinguible, corona de la virginidad, trono de la recta doctrina, templo indestructible, lugar propio de aquel que no puede ser contenido en lugar alguno, madre y virgen, por quien es llamado bendito, en los santos evangelios, el que viene en nombre del Señor. Te saludamos, a ti, que encerraste en tu seno virginal a aquel que es inmenso e inabarcable; a ti, por quien la santa Trinidad es adorada y glorificada; por quien la cruz preciosa es 14 15 San Efrén de Ciro Himno De Nativitate 11, 6-8. San Cirilo de Alejandría, Homilía en el Concilio de Éfeso, 56 celebrada y adorada en todo el orbe; por quien exulta el cielo; por quien se alegran los ángeles y arcángeles; por quien son puestos en fuga los demonios; por quien el diablo tentador cayó del cielo; por quien la criatura, caída en el pecado, es elevada al cielo; por quien toda la creación, sujeta a la insensatez de la idolatría, llega al conocimiento de la verdad; por quien los creyentes obtienen la gracia del bautismo y el aceite de la alegría; por quien han sido fundamentadas las Iglesias en todo el orbe de la tierra; por quien todos los hombres son llamados a la conversión». Luego, se recita diez veces el Ave-María seguido del Gloria al Padre. Se puede entonar una estrofa de un canto apropiado. Tercera alabanza Santa Laura Montoya16, en sus obsequios a María Inmaculada, dice: «Gloria a Vos tan bella! Amada Madre, poderosa Reina, sonrisa de la vida humana! ¡Amanecer del claro día de la fe! Flor del campo, Rosa de Jericó, caricia de los cielos, hechizo de corazones, oriente de nuestra esperanza, consuelo en las tristezas de este mundo, Maná del alma sedienta de ternura, Medicina del enfermo corazón… Perfumado huerto que nos produjo a Jesús, Puerto de los náufragos del pecado, retoño de Adán que encierra el Cielo, Cielo del mismo Cielo…» Luego, se recita diez veces el Ave-María seguido del Gloria al Padre. Se puede entonar una estrofa de un canto apropiado. CUARTA ALABANZA: De las meditaciones de San Sofronio, Obispo Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que has cambiado en bendición la maldición de Eva y has hecho que Adán, que yacía postrado bajo el peso de la maldición, alcanzara, por ti, la bendición. Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, por ti, la bendición del Padre ha brillado sobre los hombres, librándolos de la antigua maldición. Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, por ti, alcanzan la salvación tus progenitores; pues has de dar a luz a aquel que les obtendrá la salvación divina. 16 Santa Laura Montoya, Obsequios a María Inmaculada. Manual de Oraciones. 57 Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que has producido aquel fruto que esparce la bendición sobre el orbe de la tierra, redimiéndola de la maldición que le hacía producir espinas y abrojos. Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, siendo por condición natural una mujer como las demás, llegarás a ser en verdad Madre de Dios. Efectivamente, si el que ha de nacer de ti es, con toda verdad, el Dios hecho hombre, con toda razón eres llamada Madre de Dios, ya que realmente das a luz a Dios. Luego, se recita diez veces el Ave-María seguido del Gloria al Padre. Se puede entonar una estrofa de un canto apropiado. QUINTA ALABANZA CANTO DE LA SALVE Toma luego el incensario y tras incensar la Cruz que preside el Presbiterio, inciensa también la Imagen de María mientras que entona la Salve. Luego se puede cantar la siguiente oración: Oremos: Señor Dios todopoderoso, haz que, por la intercesión de santa María, la Virgen, nosotros, tus hijos, gocemos de plena salud de alma y cuerpo, vivamos alegres en medio de las dificultades del mundo y alcancemos la felicidad de tu reino eterno. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén Terminada la oración bendice al pueblo diciendo: El Señor esté con ustedes. R. y con tu espíritu. El Dios de toda gracia, que los ha llamado en Cristo a su eterna gloria, los afiance y los conserve fuertes y constantes en la fe. R. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre. R. Amén. Pueden ir en Paz. R. Demos gracias a Dios. Y se concluye todo con un canto apropiado. 58 12. Bendición del Pesebre17 Es laudable la costumbre de instalar en las casas y en las iglesias un «belén» o «nacimiento», que recuerda y ayuda a vivir el misterio de la Navidad. Para dar más sentido religioso o para significar su inauguración puede hacerse un rito de bendición, que signifique el comienzo de las solemnes fiestas navideñas. Este rito es introductorio de los misterios que se celebran en la Liturgia. Si se trata de un «belén» colocado en la iglesia, la bendición puede hacerse antes o después de alguna de las celebraciones con que comienzan las fiestas de Navidad (al final de las vísperas o al final de la misa de la noche). También puede hacerse la bendición como una celebración independiente en la tarde del 24 de diciembre. 12.1. Bendición del pesebre familiar RITO DE LA BENDICIÓN RITOS INICIALES Reunida la familia, el padre o la madre de la misma dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Todos se santiguan y responden: Amén. El que dirige la celebración puede decir: Alabemos y demos gracias al Señor, que tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo. Todos responden: Bendito seas por siempre, Señor. Luego el que dirige la celebración dispone a los presentes para la bendición, con estas palabras u otras semejantes: Durante estos días contemplaremos asiduamente en nuestro hogar este pesebre y meditaremos el gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar con nosotros. Pidamos, pues, a Dios que el pesebre colocado en nuestro hogar avive en nosotros la fe cristiana y nos ayude a celebrar más intensamente estas fiestas de Navidad. Uno de los miembros de la familia lee un texto de la sagrada Escritura. 17 Comisión Episcopal de Liturgia. Bendicional. 1986, Barcelona: Coeditores litúrgicos. 59 Lc 2, 4-7a: María dio a luz a su hijo primogénito Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas. En aquellos días, José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto, y dio a luz a suhijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Palabra del Señor. Después de la lectura, según las circunstancias, puede cantarse un canto adecuado. PRECES Sigue la plegaria común: En este momento en que nos hemos reunido toda la familia para iniciar las fiestas de Navidad, dirijamos nuestra oración a Cristo, Hijo de Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana; digámosle:Por tu nacimiento, Señor, protege a esta familia. Oh Cristo, por el misterio de tu sumisión a María y a José enséñanos el respeto y la obediencia a quienes dirigen esta familia. Tú que amaste y fuiste amado por tus padres, afianza a nuestra familia en el amor y la concordia. Tú que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre, haz que en nuestra familia Dios sea honorificado. Tú que has dado parte de tu gloria a María y a José, admite a nuestros familiares, que otros años celebraban las fiestas de Navidad con nosotros, en tu familia eterna. ORACIÓN DE BENDICIÓN Luego el ministro, con las manos juntas, dice: Señor Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos entregaste a tu Hijo único nacido de María la Virgen, dígnate bendecir ✠ este nacimiento y a la comunidad cristiana que está aquí presente para que las imágenes de este Belén 60 ayuden a profundizar en la fe a los adultos y a los niños. Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo amado, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén. O bien: Oh Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos has entregado a tu único Hijo Jesús, nacido de la Virgen María, para salvarnos y llevarnos de nuevo a ti, te pedimos que con tu bendición ✠ estas imágenes del nacimiento nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría y a ver a Cristo presente en todos los que necesitan nuestro amor. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, tu Hijo amado, que vive y reina por los siglas de los siglos. R/. Amén. CONCLUSIÓN DEL RITO El que dirige la celebración concluye el rito, santiguándose y diciendo: Cristo, el Señor, que se ha aparecido en la tierra y ha querido convivir con los hombres nos bendiga y nos guarde en su amor. Todos responden: Amén. 12.2. Bendición del pesebre en la Iglesia A. RITO DE LA BENDICIÓN FUERA DE LA MISA O DE LAS I VÍSPERAS DE NAVIDAD RITOS INICIALES Reunida la comunidad, puede entonarse un canto navideño. Terminado el canto, el ministro dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. 61 Todos se santiguan y responden: Amén. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los presentes, diciendo: La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, que tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo, estén con todos vosotros. U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la sagrada Escritura. Todos responden: Y con tu espíritu. O de otro modo adecuado. ___________________________________________________________ Si el ministro es laico, saluda a los presentes diciendo: Hermanos, alabemos y demos gracias al Señor, que tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo.Todos responden: Bendito seas por siempre, Señor. O bien: Amén. ____________________________________________________________ El ministro dispone a los presentes para la bendición con estas palabras u otras semejantes: Hermanos: La imagen de Jesús en el pesebre nos ayudará a recordar los misterios que celebramos estos días en la liturgia. Pidamos, pues, a Dios Padre, que la contemplación de este Belén o nacimiento avive nuestra fe en su Hijo, que se ha hecho hombre para hacernos partícipes de su vida. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada Escritura. Lc 2, 4-7a: Dio a luz a su hijo y lo acostó en un pesebre Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas. En aquellos días, José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto, y dio a luz a su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. 62 Palabra del Señor. El que preside, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicando la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado del pesebre colocado en la iglesia. Después de la lectura o de la alocución, según las circunstancias se canta un salmo, un himno u otro canto adecuado. PRECES Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras. Adoremos a Cristo, que se anonadó a sí mismo y tomó la condición de esclavo, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado, y supliquémosle con fe ardiente, diciendo: R/. Por tu nacimiento, socorre, Señor, a quienes has redimido. Tú que al entrar en el mundo has inaugurado el tiempo nuevo anunciado por los profetas, — haz que tu Iglesia se rejuvenezca siempre. R/. Tú que asumiste las debilidades de los hombres, — dígnate ser luz para los ciegos, fuerza para los débiles, consuelo para los tristes. R/. Tú que naciste pobre y humilde, — mira con amor a los pobres y dígnate consolarlos. R/. Tú que por tu nacimiento terreno anuncias a todos la alegría de una vida sin fin, — alegra a los agonizantes con la esperanza de un nacimiento eterno. R/. Tú que te hiciste hombre para que todos los hombres, de un confín al otro del mundo, contemplaran la salvación de Dios, — acuérdate de las familias que en estas fiestas de Navidad viven en soledad y dolor y haz que sientan el consuelo de saberse hijos de la gran familia de Dios. R/. ORACIÓN DE BENDICIÓN Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos exaudidas, si es laico, con las manos juntas, dice: Señor Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos entregaste a tu Hijo único nacido de María, la Virgen, dígnate bendecir ✠ este nacimiento y a la comunidad cristiana que está aquí presente, para que las imágenes de este Belén 63 ayuden a profundizar en la fe a los adultos y a los niños. Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo amado, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén. O bien: Oh Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos has entregado a tu único Hijo Jesús, nacido de la Virgen María, para salvarnos y llevarnos de nuevo a ti, te pedimos que con tu bendición ✠ estas imágenes del nacimiento nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría y a ver a Cristo presente en todos los que necesitan nuestro amor. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, tu Hijo amado, que vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén. CONCLUSIÓN DEL RITO El ministro, si es sacerdote o diácono, concluye el rito diciendo: Dios, Padre todopoderoso, que en el nacimiento de su Hijo nos ha manifestado su misericordia, os bendiga y os guarde en su amor. Todos responden: Amén. Si el ministro es laico, concluye el rito santiguándose y diciendo: Dios, Padre todopoderoso, que en el nacimiento de su Hijo nos ha manifestado su misericordia, nos bendiga y nos guarde en su amor. 64 13. Los cuatro Prefacios del Adviento18 Guía de teología y espiritualidad El tiempo de Adviento está dividido en dos partes bastante definidas. La primera, hasta el 16 de diciembre, y la segunda, del 17 al 24 de diciembre. Hasta el día 16 la perspectiva es más bien escatológica: los textos miran más allá de la Navidad, hacia la última manifestación del Señor, al final de los tiempos. Del 17 al 24, en la llamada "semana santa de la Navidad", nos centramos en la preparación próxima de la celebración festiva de la Navidad. Esta división se nota también en los prefacios: - los prefacios I y III se van alternando en la primera parte del Adviento, hasta el día 16; - los prefacios II y IV son propios de los días preparatorios de la Navidad, a partir del día 17 de diciembre. Los prefacios de la primera parte del Adviento Los dos prefacios de la primera parte del Adviento nos resumen muy bien el sentido de este tiempo y la actitud espiritual con la que somos invitados a vivirlo. El I nos hace ver la diferencia entre las dos Venidas de Cristo: la histórica hace dos mil años y la escatológica al final de los siglos. El III también se centra en la venida última de Cristo, en un día que será terrible y glorioso a la vez. Prefacio I: las dos venidas de Cristo …por Cristo nuestro Señor. Quien al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación. Para que cuando venga de nuevo, en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar. Por eso con los ángeles... Este prefacio dirige nuestra atención a la última venida de Cristo, comparándola con la histórica de hace dos mil años. La primera venida de Cristo, en Belén, fue "en la humildad de nuestra carne". La segunda será "en la majestad de su gloria". 18 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona. 2001. 65 En la primera, Cristo "realizó el plan de redención trazado desde antiguo". En la segunda, revelará ya "la plenitud de su obra". En la primera "nos abrió el camino de la salvación". En la segunda podremos "recibir los bienes prometidos". Las antítesis son literariamente hermosas y poderosas en contenido. Se trata de dos momentos fuertes de una única Historia de Salvación. El elemento común es la "venida": "al venir por vez primera", "cuando venga de nuevo". O sea, el "adviento", el "advenimiento". En el tiempo intermedio hay un proceso de crecimiento y maduración. Lo que empezó en la primera venida llegará a su plenitud en la segunda. ¿Y cuál es la actitud cristiana para estas semanas? La "vigilante espera". "Esperanza", porque estamos seguros de que lo que empezó se llevará a término ("confiamos alcanzar"). Y "vigilancia", porque no sabemos cuándo se manifestará Cristo y porque es urgente realizar esta tarea de crecimiento y maduración que él nos ha encomendado. La Eucaristía es la condensación de toda la Historia de la Salvación: en ella está siempre presente la tensión entre la primera y la segunda venida de Cristo. Recordamos y realizamos lo que él nos encomendó ("haced esto en memoria mía"), "mientras esperamos la gloriosa venida de Nuestro Señor Jesucristo", y clamamos "ven, Señor Jesús". Así, la misa es una celebración diaria del Adviento. Prefacio III: Cristo, Señor y Juez de la historia ... Padre todopoderoso, principio y fin de todo lo creado. Tú nos has ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo, Señor y Juez de la historia, aparecerá, revestido de poder y de gloria, sobre las nubes del cielo. En aquel día terrible y glorioso pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva. El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de su reino... También este prefacio nos hace elevar la mirada al día de la manifestación final de Cristo. 66 Dios Padre es el Señor de la historia, principio y fin de todo. Él es el que ha establecido el tiempo de la plenitud en que vino su Hijo a nuestra familia humana, y el que también ha pensado cuándo será la vuelta gloriosa del mismo Jesús como Juez de vivos y muertos. El día final será a la vez "terrible y glorioso". El que ahora viene humilde en Belén, vendrá entonces en gloria. Y "pasará la figura de este mundo", para dejar paso a "los cielos nuevos y la tierra nueva". Pero entre el ayer de Belén y el mañana de la parusía está el hoy de nuestra vida de cada día. Y aquí también "viene" Cristo Jesús a nosotros: "viene a nuestro encuentro en cada hombre (¿hubiera sido mejor traducir "en cada persona"?) y en cada acontecimiento". Nuestra acogida de su venida en este Adviento debe ser de fe y amor: "para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio". El mejor testimonio de que creemos verdaderamente en el Enviado de Dios es que vivamos en la caridad y en esperanza gozosa. Los prefacios de la segunda parte del Adviento En la segunda parte del Adviento, a partir del 17 de diciembre, son los prefacios II y IV los que -junto con las lecturas y las demás oraciones- nos ayudan a celebrar con las actitudes justas la cercanía de la Navidad. Prefacio II: la doble expectación de Cristo ...por Cristo nuestro Señor. A quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza. Por eso con los ángeles... El prefacio II nos ayuda a preparamos más próximamente a la fiesta de la Navidad, presentándonos los tres personajes que más intensamente vivieron la espera de la Venida: Isaías, el Bautista y la Virgen María. El tema fundamental de estos últimos días del Adviento -también en las lecturas- es la preparación a la Navidad. Así, el prefacio se centra en la venida histórica y su "misterio", que celebraremos gozosamente en la Navidad. 67 Esos tres personajes concretan toda la espera y la acogida del Señor: - - - los profetas, en especial Isaías, que "anunciaron" su venida. En las lecturas proclamamos de nuevo su anuncio. Ciertamente es todavía actual todo el mensaje de confianza, renovación y estímulo que vibra en sus páginas, porque todavía no se ha cumplido del todo el programa de salvación que proponían; la Virgen María, que le "esperó con inefable amor de Madre". Es el mejor modelo del Adviento. La mejor maestra de la espera. Además de la fiesta de la Inmaculada, hacia el inicio del Adviento, hay un tono claramente mariano en los últimos días antes de la Navidad; y por fin Juan el Bautista, que "lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres". La voz del Precursor invitando urgentemente a la conversión, al cambio de mentalidad, se hace oír repetidas veces en estos días. Y nos convoca a todos, también ahora, a la tarea de preparar los caminos del Señor. Además de las actitudes sugeridas por estos tres personajes típicos del Adviento, este prefacio señala otras ideas muy sustanciosas: - - - es el mismo Señor el que "nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento", de modo que no somos nosotros los que nos ponemos en marcha, sino que aún en nuestra preparación, la iniciativa la tiene el mismo Señor; la Natividad es el "misterio de su nacimiento" que se hace presente. No nos preparamos a una cosa pasada, sino a su "misterio", a la actualización sacramental de la venida de Cristo, "para encontrarnos, cuando llegue..." la postura espiritual del cristiano en Adviento se completa con otros aspectos: si el primer prefacio había señalado la "vigilante espera" como la actitud justa, ahora se habla de "prepararnos con alegría", "velando en oración". "cantando su alabanza". Así aparecen con fuerza las diversas dimensiones del espíritu del Adviento: una espera de la Navidad y su misterio, llena de alegría pero también de vigilancia atenta, comprometida en una preparación activa, a la vez que ambientada en la oración y en la alabanza de Dios. El Adviento sigue siendo escuela de esperanza, una virtud fundamental para los cristianos. Como dijo el liturgista Odo Casel, "la forma de ser cristiana es el Adviento”. Prefacio IV: María, nueva Eva Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos por el misterio de la Virgen Madre. Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina, en el seno virginal de la hija de Sión ha germinado aquel que nos nutre con el pan de los ángeles, y ha brotado para todo el género humano la salvación y la paz. La gracia que Eva nos arrebató 68 nos ha sido devuelta en María En ella, madre de todos los hombres, la maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva. Así, donde había crecido el pecado, se ha desbordado tu misericordia en Cristo, nuestro Salvador. Por eso nosotros, mientras esperamos la venida de Cristo. unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria. La alabanza a Dios se centra en la figura de María, la Madre del Mesías. La antítesis entre Eva y María nos ayuda a entender mejor la gracia que Dios nos hace y nuestra respuesta en esta próxima Navidad: - - - al principio fue la ruina, por culpa del "antiguo adversario", el demonio; ahora nace del seno de María, "la hija de Sion, el que nos salva y nos trae la paz, el que nos nutre con el pan de los ángeles; Eva nos arrebató la gracia, faltando al mandato de Dios, y María nos la devuelve, porque ha sabido responder con su "sí", en nombre de toda la humanidad, al don de Dios: "hágase en mí según tu palabra"; donde la maternidad empezó envuelta en pecado y muerte, ahora es redimida y se abre al don de una vida nueva; y si creció el pecado, ahora se ha desbordado la misericordia de Dios, que nos envía a su Hijo, nuestro Salvador. Retrato del Adviento y de la actitud de acogida Los cuatro prefacios nos hacen una especie de retrato, tanto de lo que celebramos como de las actitudes con que lo hacemos: - - - - celebramos la venida de Cristo Jesús: la que ya es historia, porque vino a Belén hace dos mil años; la que sucederá al final de los tiempos; la que sucede diariamente "en cada persona y en cada acontecimiento"; ese Cristo Jesús que vino humilde volverá en poder y gloria; el que nos abrió el camino a la esperanza, nos llenará de plenitud; y así, la historia va caminando, en un perpetuo Adviento, hacia el final de los siglos, cuando pasará la figura de este mundo y nacerán nuevos y la tierra nueva, que con la venida histórica de Jesus solo quedaron inaugurados e iniciados; tenemos unos buenos modelos para la espera y la acogida de ese Cristo Jesús: ante todo, su Madre, María; el profeta Isaías, representante de todos los demás, y Juan, el precursor, señalándolo e invitando a seguirlo; también quedan apuntadas las actitudes con las que deberíamos vivir el Adviento: la vigilante espera, la alegría, la fe y el amor, velando en oración y cantando la alabanza de Dios. 69 14. Oración Universal19 Hasta el 16 de diciembre LUNES Presidente: Mientras esperamos la venida definitiva del Señor, cuando acogerá en su Reino a toda la humanidad redimida, oremos para que su amor, su paz, su luz, transformen ya ahora nuestras vidas y las de todos nuestros hermanos. Oremos diciendo: R. Ven, Señor Jesús. 1. Para que llegue un día en que todos los hombres y mujeres de toda la tierra, puedan vivir en paz, con esperanza, confiados ante el futuro. Oremos. 2. Para que la luz y la fuerza del Evangelio haga desaparecer el egoísmo, la dureza de corazón, la mentira. Oremos. 3. Para que los gobernantes, los políticos, los que tienen el poder económico o militar, trabajen sinceramente por el bienestar de todos, y especialmente de los más pobres y débiles. Oremos. 4. Para que el pueblo de Israel, que recibió desde muy antiguo la llamada del Señor, se esfuerce en buscar la paz y muestre ante el mundo el rostro amoroso de Dios. Oremos. 5. Para que la Iglesia entera, y cada uno de nosotros, vivamos con alegría nuestra fe y la vida nueva que hemos recibido. Oremos. Oración conclusiva: Señor Jesús, escucha nuestra oración. Ven y renuévanos, a nosotros, a toda la Iglesia, y a la humanidad entera. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. MARTES Presidente: En este tiempo de preparación de la venida del Señor, oremos para que el amor de Dios se derrame en nuestro mundo. Oremos diciendo: R. Padre, escúchanos. 1. Por la Iglesia y por cada uno de los cristianos. Que seamos siempre portadores de esperanza, de amor, de misericordia. Oremos. 2. Por todos los pueblos de la tierra. Que ningún pueblo alce ya más la espada contra otro, y se terminen las guerras y las violencias. Oremos. 3. Por los que son víctimas de la violencia y de cualquier opresión. Que encuentren el apoyo que merecen, para poder liberarse de esa injusticia. Oremos. 4. Por los niños. Que con nuestro ejemplo y nuestra palabra sepamos educarlos en la generosidad, la sencillez, y el amor a Jesús. Oremos. 5. Por nosotros. Que en esta celebración de la Eucaristía vivamos con mucha fe la venida del Señor a nuestras vidas. Oremos. 19 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona. 2001. 70 Oración conclusiva: Escucha, Padre, estas peticiones, y envíanos a tu Hijo, el salvador del mundo. Él que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. R. Amén. MIÉRCOLES Presidente: A Jesús, la luz del mundo, el Príncipe de la paz, orémosle diciendo: R. Ven, Señor Jesús 1. Por el papa, por nuestro obispo, por los sacerdotes y los diáconos, por los religiosos y religiosas, por todos los que tienen responsabilidades en la comunidad cristiana. Oremos. 2. Por todos los hombres y mujeres que se esfuerzan trabajando al servicio de los demás. Oremos. 3. Por los que sólo piensan en sí mismos, por los que tienen el corazón cerrado a la compasión, por los que buscan por encima de todo ser ricos y poderosos. Oremos. 4. Por las familias rotas, por los ancianos abandonados, por los niños que no conocen el cariño de unos padres. Oremos. 5. Por nosotros y por todos los cristianos, que queremos abrir un camino al Señor en nuestras vidas y preparar la llegada de su Reino. Oremos. Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús. Ven en medio de nosotros y da tu consuelo a los afligidos, tu fortaleza a los que te queremos seguir, tu luz a los que no te conocen, y un corazón nuevo a los que viven encerrados en el egoísmo. Tú, nuestro hermano y nuestro Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. JUEVES Presidente: Presentemos a Dios, el Padre, nuestros anhelos y deseos para el bien de nuestros hermanos cristianos y de todos los hombres y mujeres del mundo entero. Oremos diciendo: R. Padre, escúchanos. 1. Para que este tiempo de Adviento sea un estímulo de renovación para la Iglesia, a fin de que con sus palabras y sus obras transmita alegría y esperanza a toda la humanidad. Oremos. 2. Para que el Señor, con su venida, nos dé ánimo para hacer realidad las grandes aspiraciones humanas de un mundo más justo, más libre, más fraterno. Oremos. 3. Para que todos los que se sienten tristes y desanimados encuentren fortaleza en Dios, y una mano amiga que les ayude a superar sus angustias y dolores. Oremos. 4. Para que los terroristas y todos los que actúan con violencia, se conviertan y aprendan a amar a los demás como Jesús nos ama a todos. Oremos. 5. Para que todos nosotros tengamos viva conciencia de nuestra debilidad, y sintamos la necesidad de que el Señor venga a salvarnos del pecado. Oremos. 71 Oración conclusiva: Escucha, Padre, nuestra oración. Transforma nuestros corazones para que preparemos la venida de tu Hijo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. VIERNES Presidente: A Jesús, que vino por primera vez en Belén, hecho hombre como nosotros, y que vendrá de manera definitiva en la plenitud de los tiempos para cumplir todas las esperanzas, pidámosle que venga ahora entre nosotros a transformar nuestras vidas y la vida de la humanidad entera. Oremos diciendo: R. Ven, Señor Jesús. 1. Por la Iglesia, por cada uno de los cristianos. Que demos ejemplo de comprensión y acogida hacia los inmigrantes que vienen a nuestro país buscando una vida digna. Oremos. 2. Por los que no comparten la fe de Jesucristo pero tienen el corazón abierto al amor y al servicio a los demás. Que Dios venga a sus vidas, y puedan encontrar un día la alegría y la luz del Evangelio. Oremos. 3. Por los que viven en los países ricos. Para que estén dispuestos a solidarizarse con los países pobres. Oremos. 4. Por los más necesitados, por los que no tienen trabajo, por los enfermos. Que a nadie le falte el apoyo y la ayuda necesaria. Oremos. 5. Por nosotros, que celebramos la Eucaristía en este tiempo de espera de la venida del Señor. Que renovemos nuestra fe en la vida definitiva que Dios nos ofrece más allá de este mundo. Oremos. Oración conclusiva: Escucha, Señor, nuestra oración, y haz que sepamos descubrirte y esperarte en todos los acontecimientos de la vida. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. SÁBADO Presidente: En este tiempo de Adviento experimentamos de un modo especial el amor y la ternura de Dios para con nosotros. Él nos ama y nos envía a su Hijo, para que nos acompañe en nuestro camino y nos dé fuerza y esperanza. Por eso podemos acercarnos a él y presentarle nuestras peticiones. Así pues, oremos diciendo: R. Padre, escúchanos. 1. Por nuestra parroquia, y por todos los que en ella dedican tiempo y esfuerzo al servicio de la comunidad cristiana. Oremos 2. Por los distintos movimientos cristianos, de jóvenes y de adultos. Oremos. 3. Por los que se preparan para el sacerdocio y para la vida religiosa, y por sus responsables y formadores. Oremos. 4. Por los enfermos, por los que más fuertemente experimentan la debilidad y el dolor. Oremos. 72 5. Por los que no tienen trabajo, o tienen trabajos precarios que les hacen vivir en la inseguridad y la angustia. Oremos. 6. Por nuestros familiares y amigos difuntos. Oremos. Oración conclusiva: Escucha, Padre, nuestra oración, y haz que, como María, tengamos el corazón bien dispuesto para recibir a tu Hijo Jesús. Que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén. 73 15. Oración Universal20 Del 17 al 24 de diciembre Diciembre 17 Presidente: Cuando están ya muy cerca las fiestas de Navidad, oremos con fe para que la venida del Señor renueve a la Iglesia y a toda la humanidad. Oremos diciendo: R. Ven, Señor Jesús. 1. Por la Iglesia, por todos los cristianos. Que seamos siempre portadores de amor y de esperanza. Oremos. 2. Por el pueblo de Israel, el pueblo del que nació Jesús. Que quiera caminar siempre a la luz del Dios salvador y misericordioso. Oremos. 3. Por los gobernantes de nuestro mundo. Que tengan como objetivo hacer posible una justa distribución de la riqueza. Oremos. 4. Por los que trabajan en entidades y asociaciones al servicio de la justicia, la paz y la igualdad. Que Dios les bendiga, y encuentren el apoyo que necesitan a su labor. Oremos. 5. Por nosotros. Que vivamos con mucha fe las fiestas de Navidad. Oremos. Oración conclusiva: Señor Jesús, ven entre nosotros, y renuévanos con tu luz. Tú, el Hijo de Dios, nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. Diciembre 18 Presidente: Con mucha fe y mucha esperanza, oremos diciendo: R. Ven, Señor Jesús 1. Para que, como san José, todos los cristianos estemos abiertos a escuchar las llamadas que Dios nos dirige. Oremos. 2. Para que los que se preparan para el sacerdocio o la vida religiosa vivan muy unidos a Jesús para poder dar testimonio de él en nuestro mundo. Oremos. 3. Para que, en nuestro país y en todos los países, reinen la justicia y el derecho. Oremos. 4. Para que las familias que sufren divisiones y rupturas, se esfuercen con buena voluntad para superar los rencores y los agravios mutuos. Oremos. 5. Para que los que hoy nos hemos reunido en esta Eucaristía, nos preparemos de todo corazón para las fiestas que se acercan. Oremos. Oración conclusiva: Señor Jesús, Dios con nosotros, que vienes a salvar a tu pueblo de los pecados, escúchanos y danos tu amor y tu gracia. Tú que vives y reinas por los siglos Amén. 20 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona. 2001. 74 Diciembre 19 Presidente: Llenos de alegría porque el Señor está cerca, oremos diciendo: R. Ven, Señor Jesús. 1. Para que la Iglesia, como Juan Bautista, anuncie la salvación de Dios y dé testimonio de fe y de esperanza en el Señor que viene a nuestras vidas. Oremos. 2. Para que no falten en nuestro mundo profetas capaces de hacer que crezcan en todos los corazones sentimientos de generosidad, de justicia y de fraternidad. Oremos. 3. Para que los pobres sean protegidos y salvados de su dolor, y toda persona tenga lo necesario para vivir. Oremos. 4. Para que los matrimonios que no pueden tener hijos vivan con paz y confianza. Oremos. 5. Para que nuestra comunidad llegue a ser un pueblo bien dispuesto para recibir al Señor. Oremos. Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús. Ven en medio de nosotros y da tu consuelo a los afligidos, tu fortaleza a los que te queremos seguir, tu luz a los que no te conocen, y un corazón nuevo a los que viven encerrados en el egoísmo. Tú, nuestro hermano y nuestro Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. Diciembre 20 Presidente: A Jesús, el Emmanuel, el Dios con nosotros, el hijo de María, orémosle diciendo: R. Ven, Señor Jesús. 1. Por la Iglesia, por cada uno de los cristianos. Para que seamos portadores de paz en los conflictos, y nos esforcemos en la búsqueda de soluciones cuando se planteen tensiones y problemas. Oremos. 2. Por todos los pueblos de la tierra. Para que las fiestas de Navidad hagan crecer la justicia, la libertad, la paz. Oremos. 3. Por las madres y los padres que esperan el nacimiento de un hijo. Para que lo puedan vivir con mucha felicidad, y el niño crezca sano de cuerpo y de espíritu. Oremos. 4. Por los pobres y por todos los que vivirán estas fiestas en el dolor y la tristeza. Para que reconozcamos en ellos la presencia del Dios hecho hombre, y les demos toda nuestra ayuda. Oremos. 5. Por nosotros. Para que vivamos estos días de espera del nacimiento de Jesús con un gran espíritu de fe y de oración. Oremos. Oración conclusiva: Señor Jesús: A nosotros, que por el anuncio del ángel hemos conocido tu encarnación, condúcenos, por tu pasión y tu cruz, a la gloria de la resurrección. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. 75 Diciembre 21 Presidente: El Señor está cerca. Con fe, con esperanza, orémosle diciendo: R. Ven, Señor Jesús. 1. Por los obispos, por los sacerdotes, por los diáconos. Que, como María, que trajo la alegría a la casa de Isabel, sean fuente de alegría para todo el pueblo cristiano. Oremos. 2. Por los que dudan y los que desfallecen en la fe. Que estas fiestas de Navidad les ayuden a encontrar al Dios que se ha hecho nuestro hermano. Oremos. 3. Por los que trabajan en los servicios sociales y la atención a los pobres, tanto en instituciones civiles como en instituciones de Iglesia. Que Dios les dé la fortaleza y el amor que necesitan para llevar a cabo su labor. Oremos. 4. Por los que sufren hambre y miseria, en nuestro país. Que reciban la ayuda y la solidaridad que necesitan, por parte nuestra y de todas las personas de buena voluntad. Oremos. 5. Por los que nos hemos reunido a celebrar la Eucaristía, en estos últimos días del tiempo de Adviento. Que estemos siempre bien dispuestos para recibir al Señor que viene a nuestras vidas. Oremos. Oración conclusiva: Escúchanos, Señor, y ven a salvarnos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. Diciembre 22 Presidente: Unidos con María, que canta la alegría de la salvación, y dispuestos, como ella, a llevar a Jesús a nuestros hermanos, oremos diciendo: R. Ven, Señor Jesús. 1. Por la Iglesia. Que esté siempre a favor de los pobres y los débiles, y se oponga a los opresores. Oremos. 2. Por los creyentes de las religiones no cristianas: judíos, musulmanes, budistas, hinduistas. Que Dios les ilumine en la búsqueda del bien y del amor. Oremos. 3. Por todos los que, en cualquier lugar del mundo, trabajan al servicio de la justicia y la igualdad entre los hombres. Que sus esfuerzos sean eficaces, y den fruto para el bien de todos. Oremos. 4. Por los maestros y los educadores. Que con su labor ayuden a construir un mundo de hombres y mujeres libres, conscientes y generosos. Oremos. 5. Por nosotros. Que sepamos reconocer agradecidos las maravillas que el Señor obra en nuestras vidas. Oremos. Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús, y danos tu amor inagotable. Tú, el Hijo de Dios, nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. 76 Diciembre 23 Presidente: A las puertas ya de la Navidad, cuando está a punto de nacer entre nosotros aquel que nos muestra la bondad de Dios y su amor a todos los hombres y mujeres del mundo entero, orémosle diciendo: R. Ven, Señor Jesús. 1. Para que pronto llegue la unidad de todos los cristianos bajo la guía del único pastor, Jesús, el Hijo de Dios. Oremos. 2. Para que en el corazón de todas las personas crezcan sentimientos de amor, de generosidad, de perdón. Oremos. 3. Para que todos los niños y niñas tengan casa, escuela, y una familia que les quiera. Oremos. 4. Para que aquellos que viven pensando sólo en sí mismos, se conviertan y aprendan a amar. Oremos. 5. Para que todos nosotros nos preparemos para la celebración de la Navidad mediante la oración y el amor sincero. Oremos. Oración conclusiva: Señor Jesús, ayúdanos a vivir estos días con los ojos muy abiertos a nuestro alrededor, sin escondernos de los problemas, y con ganas de poner en ellos todo el amor de que seamos capaces. Te lo pedimos a ti, hombre como nosotros, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. Diciembre 24 Presidente: Ya se cumple el tiempo en el que Dios envió a su Hijo a la tierra. Con fe, le decimos: R. Ven, Señor Jesús. 1. Por todos los pueblos de la tierra. Que la luz del Evangelio siembre en ellos semillas de esperanza, de fe y de amor. Oremos. 2. Por los países que sufren la tragedia de la guerra. Que la venida del Príncipe de la paz transforme los corazones y sea posible alcanzar soluciones de justicia y de concordia. Oremos. 3. Por los pobres y por todos los que vivirán estas fiestas en el dolor y la tristeza. Que reconozcamos en ellos la presencia del Dios hecho hombre, y les demos toda nuestra ayuda. Oremos. 4. Por la Iglesia. Que sea siempre testimonio transparente del amor y la bondad de Dios que hemos conocido en Jesús, el Niño de Belén. Oremos. 5. Y por todos nosotros. Que la alegría de la Navidad transforme nuestros corazones. Que, como María, la Madre de Dios, vivamos estas fiestas poniendo a nuestro alrededor todo el amor de que seamos capaces. Oremos. 77 Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y fortalezca a los que esperan todo de tu amor. Tú, la Palabra hecha carne, el Hijo de Dios, nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén. 78 16. Moniciones para el Padrenuestro21 Días 30 y 15 Pidamos, hermanos, que el Reino de Dios venga a nosotros y que en nosotros arraigue, fructifique y llegue a su plenitud: Días 1 y 16 Que el pecado no impere en nosotros sino que en nosotros se manifieste solo el Reino de Dios: Días 2 y 17 Hermanos, anhelando que llegue la hora en que se manifestará plenamente nuesta condición de hijos, pidamos la llegada de aquel Reino que Dios ha prometido: Días 3 y 18 Sintiéndonos salvados por la esperanza, pidamos a Dios que llegue para todos los hombres el Reino que se nos prometió: Días 4 y 19 Oremos, hermanos, para que el Reino de Dios venga a nosotros y así ni la muerte ni el pecado tengan dominio sobre nosotros: Días 5 y 20 Oremos, hermanos, para que llegue la hora en el Príncipe de este mundo sea expulsado y llegue a nosotros el Reino de Dios: Días 7 y 22 Padre, deseamos que tú reines sobre nosotros y anhelamos que llegue aquel Reino que nos tienes dispuesto desde el comienzo del mundo, y por eso te decimos: Días 9 y 23 Pidamos ahora con confianza la venida del Reino de Dios con las mismas palabras que nos enseñó el Señor: Días 10 y 24 Pidamos al Señor juez justísimo, que venga su Reino y reciban así la corona merecida todos los que desean su venida: Día 11 Pidamos al Señor que venga a visitarnos, que llegue su Reino y que podamos así alegrarnos en su presencia: Día 12 21 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento. Dossiers 2. Barcelona. 1996. 79 Porque deseamos tu Reino, porque suspiramos, Señor, por un mundo nuevo alejado de toda esclavitud y de todo pecado, por eso te decimos: Día 13 Oremos, hermanos, para que aquel Reino que Dios tiene preparado desde el comienzo del mundo para los que le aman, venga ya a nosotros: Día 14 Deseamos, Señor que venga el Reino de tu Hijo: Reino de verdad y de vida, Reino de santidad y de gracia, Reino de justicia, de amor y de paz, y por eso, llenos de confianza, te decimos: 80 17. Novena en honor de Nuestra Señora de Guadalupe Patrona de América Latina Señal de la Cruz. Acto de Contrición Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. Propongo enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco cuanto hiciere en satisfacción de mis pecados, y confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que me perdonéis y me des gracia para nunca mas pecar. Así lo espero por intercesión de mi Madre, nuestra Señora la Virgen de Guadalupe. Amén. Se hace la petición... Rezar cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones y luego se reza la oración de cada día. Primer Día Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus sagradas cienes publica que eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como Hija, como Madre y como Esposa del altísimo tienes absoluto poder y justísimo derecho sobre todas las criaturas. Siendo esto así, yo también soy tuyo; también pertenezco a tí por mil títulos; pero no me contento con ser tuyo por tan alta jurisdicción que tienes sobre todos; quiero ser tuyo por otro título mas, esto es, por elección de mi voluntad. Ved que, aquí postrado delante del trono de tu Majestad, te elijo por mi Reina y mi Señora, y con este motivo quiero doblar el señorío y dominio que tienes sobre mí; quiero depender de tí y quiero que los designios que tiene de mí la Providencia divina, pasen por tus manos. Dispón de mí como te agrade; los sucesos y lances de mi vida quiero que todos corran por tu cuenta. Confío de tu benignidad, que todos se enderezarán al bien de mi alma y honra y gloria de aquel Señor que tanto se complace en todo el mundo. Amén. Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria. Segundo Día 81 Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Que bien se conoce que eres Abogada nuestra en el tribunal de Dios, pues esas hermosísimas manos que jamás dejan de beneficiarnos las juntas ante el pecho en ademán de quien suplica y ruega, dándonos con esto a ver que desde el trono de gloria como Reina de Ángeles y hombres haces también oficio de abogada, rogando y procurando a favor nuestro. Con qué afectos de reconocimiento y gratitud podré pagar tanta fineza? Siendo que no hay en todo mi corazón suficiente caudal para pagarlo. A tí recurro para que me enriquezcas con los dones preciosos de una caridad ardiente y fervorosa, de una humildad profunda y de una obediencia pronta al Señor. Esfuerza tus súplicas, multiplica tus ruegos, y no ceses de pedir al Todopoderoso me haga suyo y me conceda ir a darte las gracias por el feliz éxito de tu intermediación en la gloria. Amén. Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria. Tercer Día Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Qué puedo creer al verte cercada de los rayos del sol, sino que estás íntimamente unida al Sol de la Divinidad, que no hay en tu casa ninguna cosa que no sea luz, que no sea gracia y que no sea santidad! Qué puedo creer sino que estás anegada en el piélago de las divinas perfecciones y atributos, y que Dios te tiene siempre en su corazón! Sea para bien, Señora, tan alta felicidad. Yo, entre tanto, arrebatado del gozo que ello me causa, me presento delante del trono de tu soberanía, suplicándote te dignes enviar uno de tus ardientes rayos hacia mi corazón: ilumina con su luz mi entendimiento; enciende con su luz mi voluntad; haz que acabe yo de persuadirme de que vivo engañado todo el tiempo que no empleo en amarte a Tí y en amar a mi Dios: haz que acabe de persuadirme de que me engaño miserablemente cuando amo alguna cosa que no sea mi Dios y cuando no te amo a Tí por Dios. Amén. Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria. Cuarto Día Oh Santísima María de Guadalupe! Si un ángel del cielo tiene por honra tan grande suya estar a tus pies y que en prueba de su gozo abre los brazos y extiende las alas para formar con ellas repisa a tu Majestad, qué deberé yo hacer para manifestar mi veneración a tu persona, no ya la cabeza, ni los brazos, sino mi corazón y mi alma para que santificándola con tus divinas plantas se haga trono digno de tu soberanía? Dígnate, Señora, de admitir este obsequio; no lo desprecies por indigno a tu soberanía, pues el mérito que le falta por mi miseria y pobreza lo recompenso con la buena voluntad y deseo. Entra a registrar mi corazón y verás que no lo mueven otras alas sino las del deseo de ser tuyo y el temor de ofender a tu Hijo divinísimo. Forma trono de mi corazón, y ya no se envilecerá dándole entrada a la culpa y haciéndose esclavo del demonio. Haz que no vivan en el sino Jesús y María. Amén. Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria. 82 Quinto Día Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Qué otro vestido le correspondía a quien es un cielo por su hermosura, sino uno todo lleno de estrellas? Con qué podía adornarse una belleza toda celestial, sino con los brillos de unas virtudes tan lucidas y tan resplandecientes como las tuyas? Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo unir en ti hermosura tan peregrina con pureza tan realzada, y gala tan brillante y rica con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de hermosura tan amable, y quisiera que mis ojos se fijaran siempre en Tí para que mi corazón no se dejara arrastrar en otro afecto que no sea el amor tuyo. No podré lograr este deseo si esos resplandecientes astros con que estás adornada no infunden una ardiente y fervorosa caridad, para que ame de todo corazón y con todas mis fuerzas a mi Dios, y después de mi Dios a Tí, como objeto digno de que lo amemos todos. Amén. Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria. Sexto Día Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Que bien dice a tu soberanía ese tapete que la luna forma a tus sagradas plantas! Hollaste con invicta planta las vanidades del mundo, y quedando superior a todo lo creado jamás padeciste el menguante de la mas ligera imperfección: antes de tu primer instante estuviste llena de gracia. Miserable de mí, Señora, que no sabiéndome mantener en los propósitos que hago, no tengo estabilidad en la virtud y solo soy constante en mis viciosas costumbres. Duélete de mí, Madre amorosa y tierna; ya que soy como la luna en mi inconstancia, sea como la luna que está a tus pies, esto es, firme siempre en tu devoción y amor, para no padecer los menguantes de la culpa. Haz que esté yo siempre a tus plantas por el amor y la devoción, y ya no temeré los menguantes del pecado sino que procuraré darme de lleno a mis obligaciones, detestando de corazón todo lo que es ofensa de mi Dios. Amén. Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria. Séptimo Día Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Nada, nada veo en este hermosísimo retrato que no me lleve a conocer las altas perfecciones de que dotó el Señor a tu alma inocentísima. Ese lienzo grosero y despreciable; ese pobre pero feliz ayate en que se ve estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que le sirvió de cabeza y fundamento a tu asombrosa santidad. No te desdeñaste de tomar la pobre tilma de Juan Diego, para que en ella estampase tu rostro, que es encanto de los ángeles, maravilla de los hombres y admiración de todo el universo. Pues, cómo no he de esperar yo de tu benignidad , que la miseria y pobreza de mi alma no sean embarazo para que estampes en ella tu imagen graciosísima? Yo te ofrezco las telas de mi corazón. Tómalo, Señora, en tus manos y no lo dejéis jamás, pues mi deseo es que no se emplee en otra cosa que en amarte y amar a Dios. Amén. Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria. 83 Octavo Día Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Qué misteriosa y que acertada estuvo la mano del Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa orla de oro finísimo que le sirve de guarnición. Aludió sin duda a aquél finísimo oro de la caridad y amor de Dios con que fueron enriquecidas tus acciones. Y quién duda, Señora, que esa tu encendida caridad y amor de Dios estuvo siempre acompañada del amor al prójimo y que no, por verte triunfante en la patria celestial, te has olvidado de nosotros? Abre el seno de tus piedades a quien es tan miserable; dale la mano a quien caído te invoca para levantarse; traete la gloria de haber encontrado en mí una miseria proporcionada, mas que todas, a tu compasión y misericordia. Amén. Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria Noveno Día Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Que cosa habrá imposible para tí, cuando multiplicando los prodigios, ni la tosquedad ni la grosería del ayate le sirven de embarazo para formar tan primoroso tu retrato, ni la voracidad del tiempo en mas de cuatro siglos ha sido capaz de destrozarle ni borrarle? Que motivo tan fuerte es este para alentar mi confianza y suplicarte que abriendo el seno de tus piedades, acordándote del amplio poder que te dio la Divina Omnipotencia del Señor, para favorecer a los mortales, te dignes estampar en mi alma la imagen del Altísimo que han borrado mis culpas! No embarco a tu piedad la grosería de mis perversas costumbres, dígnate solo mirarme, y ya con esto alentaré mis esperanzas; porque yo no puedo creer que si me miras no se conmuevan tus entrañas sobre el miserable de mí. Mi única esperanza, después de Jesús, eres tú, Sagrada Virgen María. Amén. Hágase la petición... Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria. 84 18. Rosario guadalupano PRIMER MISTERIO Se medita en la primera aparición. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. El 9 de diciembre de 1951 Juan Diego iba a México a oír Misa y estudiar la Doctrina. AVE MARÍA. Al pasar por El Tepeyac, oyó en la cumbre una música que semejaba el canto de muchos pajaritos. AVE MARÍA. Juan Diego sube a la cumbre del cerrito. AVE MARÍA. Allí ve una princesa resplandeciente de luz hermosísima. AVE MARÍA. Que le dice: Hijito mío, Juan Diego, a quien amo como a tiernecito y delicado. AVE MARÍA. Yo soy la Madre de Dios, ve al Señor Obispo y dile que “es mi deseo que en este lugar se me edifique una templo”. AVE MARÍA… “En el que me mostraré Madre tuya y de tus semejantes”. AVE MARÍA… Juan Diego, obediente, va a ver al Señor Obispo. AVE MARÍA… Después de mucho trabajo es conducido a presencia del Señor Obispo. AVE MARÍA… Ya en su presencia le da el recado de la Santísima Virgen. AVE MARÍA… Gloria al Padre etc SEGUNDO MISTERIO Se medita en la Segunda Aparición 1. 2. 3. 4. 5. 6. El Señor Obispo no le da crédito a Juan Diego. AVE MARÍA El indio, desconsolado, se regresa a su pueblo la tarde de ese mismo día. AVE MARÍA. Al pasar por el cerrito, en el mismo lugar vuelve a ver a la Santísima Virgen. AVE MARÍA. Le comunica lo sucedido. AVE MARÍA Y le ruega que envíe con el Señor Obispo a otra persona de más representación. AVE MARÍA. La Santísima Virgen le ordena que vuelva él mismo. AVE MARÍA 85 7. 8. 9. 10. Lo que hace el indio al día siguiente, 10 de diciembre, después de oír Misa. AVE MARÍA El Señor Obispo examina bien a Juan Diego. AVE MARÍA Y no se resuelve a poner manos a la obra. AVE MARÍA. Le exige una señal como prueba de su misión. AVE MARÍA. Gloria al Padre etc. TERCER MISTERIO Se medita en la Tercera Aparición 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. Juan Diego se retira del palacio episcopal. AVE MARÍA El Señor Obispo manda a dos personas que lo vigilen. AVE MARÍA Al llegar al cerrito, Juan Diego se les pierde. AVE MARÍA Los espías lo acusan con el Señor Obispo de brujo y hechicero. AVE MARÍA Entre tanto el indio sube al cerito. AVE MARÍA Allí ve por tercera vez a la Santísima Virgen. AVE MARÍA Le dice que el Señor Obispo pide una señal. AVE MARÍA La Santísima Virgen dice al indio que vuelva al día siguiente para darle la señal. AVE MARÍA Pero sucedió que Juan Diego, no pudo volver. AVE MARÍA Debido a la enfermedad de su tío Juan Bernardito. AVE MARÍA Gloria al Padre etc. CUARTO MISTERIO Se medita en la Cuarta Aparición 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. Juan Diego tiene necesidad de volver a México. AVE MARÍA Para buscar a un Sacerdote que auxilie a su tío. AVE MARÍA Como va de prisa toma otro camino. AVE MARÍA Pero la Santísima Virgen le sale al encuentro. AVE MARÍA Juan Diego avergonzado se disculpa con la enfermedad de su tío. AVE MARÍA La Virgen no le reprende, le dice que su tío en ese momento está sano. AVE MARÍA En ese momento al Virgen se le aparece a Juan Bernardito y lo sana. AVE MARÍA Y le dice que envió a su sobrino a México con el Señor Obispo. AVE MARÍA A llevarle unas flores a una Imagen en tilma, como señal. AVE MARÍA Y que dijese él, al Señor Obispo, que la Imagen había que llamarse Santa María de Guadalupe. AVE MARÍA Gloria al Padre, etc. 86 QUINTO MISTERIO Se medita que la Santísima Virgen se quedó estampada en la Tilma de Juan Diego. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. La Santísima Virgen mandó a Juan Diego llevar la señal al Señor Obispo. AVE MARÍA La Señal consistía en una rosas y flores que mandó cortar a Juan Diego, en las rocas donde se le apareció la primera vez. AVE MARÍA Aunque Juan Diego sabía que en aquel lugar no había rosas fue a buscarlas. AVE MARÍA En las peñas habían brotado hermosísimas rosas y flores. AVE MARÍA Juan Diego las corta, las pone en su Tilma y vuelve a presentárselas a la Santísima Virgen. AVE MARÍA La Santísima Virgen toma algunas rosas y vuelve a ponerlas en la Tilma diciendo: que ellas eran la señal. AVE MARÍA Juan Diego se va a llevar las flores al Señor Obispo y con trabajo logra hablar con él. AVE MARÍA Ya en su presencia del Señor Obispo, Juan Diego desdobla la Tilma y al caer las rosas queda estampada la Virgen María de Guadalupe. AVE MARÍA El Señor Obispo sorprendido se arrodilla ante la Augusta Imagen. AVE MARÍA Este prodigio se verificó entre 9 y 10 de la mañana del martes 12 de diciembre de 1531. AVE MARÍA Gloria al Padre etc. LETANÍAS Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo ten piedad de nosotros. Cristo, óyenos. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos. Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros. Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros. Trinidad Santa que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros. Santa María de Guadalupe, Ruega por nosotros y por el mundo entero. Reina de México, Ruega por nosotros. Sol de Anáhuac, Ruega por nosotros. Rosa del Tepeyac, Ruega por nosotros. Baluarte de nuestra fe, Ruega por nosotros Faro de nuestra esperanza, Ruega por nosotros Llama viva de ardiente caridad, Ruega por nosotros Patrona de las Naciones Latinoamericanas, Ruega por nosotros Madre de los Mexicanos., Ruega por nosotros 87 Tú que te dignaste descender a nuestro suelo, Ruega por nosotros Tú que te dignaste descender a nuestro suelo, Ruega por nosotros Tú que te apareciste a Juan Diego, Ruega por nosotros Tú te mostraste circundada del sol, Ruega por nosotros Tú que con luz eclipsaste la luna, Ruega por nosotros Tú que tienes por peana un querubín, Ruega por nosotros Tú que vistes la usanza india, Ruega por nosotros Tú que quisiste volverte morena y mexicana, Ruega por nosotros Tu a cuyo contacto los nopales y piedras se miraron brillantes como el oro, Ruega por nosotros Tú que quisiste que se te edificara un templo, Ruega por nosotros Tú que dijiste que serías Madre del Indio y de todos sus semejantes y de todos los que te invoquen, Ruega por nosotros Tú que prometiste escuchar nuestros ruegos, Ruega por nosotros Tú que hiciste brotar rosas en las áridas rocas del Tepeyac, Ruega por nosotros. Tú que enviaste al Señor Obispo las Rosas, Ruega por nosotros Tú que quedaste estampada en la Tilma de Juan Diego, Ruega por nosotros Tú ante quien se postró el Sr. Obispo, Ruega por nosotros Tú que quisiste llamarte Santa María de Guadalupe, Ruega por nosotros Tú que volviste la salud a Juan Bernardino, Ruega por nosotros Tú que disipaste las tinieblas de la idolatría, Ruega por nosotros Tú que trajiste la fe a nuestro suelo, Ruega por nosotros Tú que en Dolores fuiste Bandera de Nuestro Pueblo, Ruega por nosotros Tú que fuiste esperanza de los insurgentes, Ruega por nosotros Tú que fuiste venerada por nuestros mayores, Ruega por nosotros Tú a quien nuestros padres nos enseñaron a llamarte Madre, Ruega por nosotros Tú que eres la patrona del indio, Ruega por nosotros Tú que eres patrona de los mexicanos, Ruega por nosotros Tú que eres patrona de los latinoamericanos, Ruega por nosotros Tú que eres patrona de los filipinos, Ruega por nosotros Tú que eres más hermosa que las rosas de castilla, Ruega por nosotros Tú que tienes tus ojos maternales, inclinados hacia nosotros, Ruega por nosotros Tú de quien dependen nuestras felicidades, Ruega por nosotros Tú que has permanecido con nosotros desde hace 500 años, Ruega por nosotros Tú que no nos abandonarás nunca, Ruega por nosotros Tú que eres la gloria del Anáhuac, Ruega por nosotros Tú que eres la esperanza de México, Ruega por nosotros Tú de quien Benedicto XIV dijo que no habías hecho cosa igual con otra nación, Ruega por nosotros Tú a quien tanto hemos ofendido, Ruega por nosotros Tú que siempre nos has perdonado, Ruega por nosotros Tú que detienes el brazo justiciero de tu Hijo, Ruega por nosotros 88 Tú que escuchas nuestros ruegos, Ruega por nosotros Tú que eres nuestro iris de Alianza, Ruega por nosotros Tú que eres nuestra medianera con Dios, Ruega por nosotros Tú que intercedes siempre por nosotros, Ruega por nosotros Tú que nos amas tiernamente, Ruega por nosotros Tú que serás nuestra defensora en el tribunal de Dios, Ruega por nosotros Tú que conducirás nuestras almas al cielo, Ruega por nosotros Tú a quien contemplaremos eternamente, Ruega por nosotros Cordero de Dios que quietas los pecados del mundo. Ten misericordia de México (Colombia) y del mundo entero Cordero de Dios que quietas los pecados del mundo. Perdona a México (Colombia) y al mundo entero. Cordero de Dios que quietas los pecados del mundo. Salva a México (Colombia) y al mundo entero. 89 Dejémonos sorprender por Jesús en esta Navidad Papa Francisco 90 1. Sugerencias pastorales para el Tiempo de Navidad22 Navidad es la fiesta más popular, la más intensamente vivida. Sin embargo, todo esfuerzo pastoral será poco para ayudar a que los cristianos, a través de todo el folklore, lleguen a captar el verdadero misterio del Dios que se hace hombre. "Descomercializar" el tiempo de Navidad es un programa necesario en nuestros días. Porque ambos polos, Navidad y Epifanía, están invadidos por las leyes de la sociedad de consumo. Eso no quiere decir quitar a la fiesta lo que tiene de sentimiento y emotividad. Sino guiar hacia una celebración cristiana auténtica, en profundidad, más allá de toda la capa de las felicitaciones, las doce uvas y los regalos de Reyes. Características de la Eucaristía navideña a) AMBIENTACIÓN. La iglesia debe tener, a partir de la misa de la tarde del día 24, la ambientación festiva de las grandes solemnidades. Esto significa la ornamentación de las flores, los cirios alrededor del altar. Ornamentos más bonitos y festivos, quizás la utilización del incienso. Un elemento que no acostumbra a faltar en estos días es la imagen del Niño Jesús, quizás debería disponerse todo de modo que invitara a la plegaria, que estuviera situado más bien a baja altura (los niños son los que más ganas tienen de acercarse a besar la imagen). La proximidad o no al presbiterio de este elemento navideño depende de la configuración de la Iglesia; con todo, convendría que, en cualquier caso, fuera accesible, y no precisamente en el mismo presbiterio. También un árbol de Navidad puede ayudar a la ambientación, junto al pesebre o a la entrada del templo. La música ambiental es fácil e importante. Pero debería ser una música navideña discreta, quizás mejor instrumental que vocal. Está el concierto de Navidad de Corelli, las corales de Bach, algunas armonizaciones de cantos populares... Estos días, por la calle, se oyen tantas y tantas músicas de villancicos con finalidad comercial, que debería procurarse que la iglesia no pareciese una pura continuidad con este ambiente de compras y obsequios. Si existe la posibilidad de confeccionar un buen mural para el atrio de la iglesia, con fotografías y dibujos y slogans adecuados, puede ayudar. Igualmente los pósters o las pancartas. Frases como: "Por obra del Espíritu Santo se encarnó de la Virgen María y se hizo hombre", situadas visiblemente en algún lugar de la iglesia, darían sentido al gesto peculiar de adoración que hacemos en las misas de Navidad, cuando las recitamos en el Credo. Toda esta ambientación debería prolongarse hasta el día 6 de enero, y no más allá. Tan importante como colocar las cosas en su momento es sacarlas cuando éste ya ha pasado. b) EL GLORIA. Existe toda una tradición —inspirada en el evangelio de Lucas— de valoración del Gloria en la misa de Navidad. Este himno no acostumbra a tener, en las liturgias 22 Centro de Pastoral Litúrgica. Navidad y Epifanía. Dossiers 5. Barcelona, 1991. 91 dominicales, el relieve que le corresponde. El tiempo de Navidad es una buena ocasión para valorarlo. En la misma nochebuena debería cantarse, después del canto de entrada. ¡Quién sabe si en algún lugar, el modo más sencillo sería entonar aún el Gloria de la misa de Angelis!... Pero hay melodías de la versión vernácula sencillas y conocidas. En las demás misas de Navidad, y en las demás misas de este tiempo, el Gloria podría ser perfectamente el primer canto de la celebración, de este modo: llega el celebrante, sin canto de entrada, saluda e introduce la celebración invitando a la alabanza y a la súplica del perdón de los pecados en el "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo y está sentado a la derecha del Padre"; después de unos momentos de silencio, entona el Gloria. c) LAS LECTURAS DE NAVIDAD. La Navidad tiene cuatro formularios de lecturas, dentro de los cuales debe hacerse una distinción entre los de la vigilia y los tres restantes. Los de la vigilia deben utilizarse en las misas vespertinas del 24 de diciembre, y no en las demás; las restantes, no deben utilizarse en esta misa. En las misas del día de Navidad, a partir de la misa de medianoche, se pueden elegir de entre los tres formularios las lecturas más aptas para cada asamblea. A pesar de todo, creo que la misa de la noche no debería quedarse sin el evangelio del nacimiento según san Lucas, y que la misa principal del día de Navidad debería mantener el prólogo de san Juan. Las demás lecturas, en cambio, se pueden cambiar fácilmente, manteniendo siempre como primera una de las de Isaías. La lectura del prólogo de san Juan casi exige la aclamación final cantada. Quizás cantar esta aclamación en las misas de Navidad podría ser una forma de remarcar que es la fiesta de "la Palabra hecha carne". Un detalle amable en el día de Navidad sería que en los lugares en que se hablan dos lenguas se leyera en este día el evangelio en ambas. d) EL CREDO. En la recitación navideña de la profesión de fe, todos se arrodillan en el momento de la referencia a la encarnación. Este gesto debería ser explicado previamente, y hecho de una manera destacada: que sea una verdadera ocasión de expresar la adoración ante el misterio de la encarnación, como lo expresamos —en la lectura de la Pasión— ante el misterio de la redención. Por esto, debe interrumpirse la recitación para arrodillarse, y no quedarse en una genuflexión insignificante. Tal vez lo mejor será, no arrodillarse mientras se dicen estas palabras, sino después: hacer un breve silencio de adoración, arrodillados; levantarse luego y proseguir el Credo. e) EL TIEMPO DE LA PREPARACIÓN DE LAS OFRENDAS. Estos momentos de la celebración, que habitualmente se llenan con música, o se dejan en silencio para la plegaria y la meditación personal, pueden ser un momento apropiado, en los días de Navidad, para escuchar algún canto navideño, o incluso para cantarlo. En algunos lugares, los jóvenes o los niños tendrán ganas de colaborar con su habilidad musical... No conviene, en todo caso, que la intervención o el canto resulten desproporcionados en duración, para que no se dé la sensación de una ruptura en la celebración. f) LA PLEGARIA EUCARISTICA. Las dos grandes fiestas de este tiempo —Navidad y Epifanía— deberían remarcarse en el momento de iniciar y concluir la plegaria eucarístíca, con el canto de las salutaciones —por lo menos— y de la doxología final, con el Amén. También debería cantarse la aclamación del memorial, preferiblemente la primera de las tres propuestas en el 92 misal. En estas fiestas no debería olvidarse el canon romano (plegaria eucarística I, con los embolismos propios). g) EL CANTO DE LA PAZ. Las fiestas navideñas son apropiadas para destacar el rito de la paz. Esto invita a cantar un canto adecuado durante las salutaciones, con preferencia al Cordero de Dios. h) LA BENDICIÓN FINAL. Los magníficos textos de bendición ampliada que presenta el misal para estas fiestas no deberían pasar desapercibidos. Son un resumen admirable de lo que podemos desear a los fieles, al terminar la celebración. i) LA VENERACIÓN DEL NIÑO JESÚS. La veneración de la imagen del niño Jesús es un elemento celebrativo que merece mantenerse. Con todo, la veneración más solemne, vinculada a la celebración, conviene más bien en las misas de Navidad (al término de la misa, por ejemplo, el celebrante besa la imagen y la ofrece a la veneración de los fieles, que acuden procesionalmente). En cambio, en las demás fiestas de este tiempo, es mejor dejar la imagen al alcance de los fieles para que acudan en particular. 2. La Navidad a) La misa de la vigilia. Esta misa, la que se celebra al atardecer del día 24, no debería suprimirse, porque pedagógicamente muestra que la noche de Navidad no tiene el significado de la de Pascua, en que no es posible ninguna misa anterior. Esta misa es ya inauguración de la fiesta de Navidad. Tiene más color de celebración que de preparación. Sobre todo pensando que para muchos —niños, ancianos, o simplemente personas que no piensan participar en la Misa del gallo al día siguiente— puede ser la única celebración eucarística de la Navidad. b) Vigilia preparatoria. Antes de la misa de medianoche cabe una celebración preparatoria, a modo de vigilia más prolongada. Ayudaría a preparar los ánimos para una Eucaristía más intensamente vivida. c) Un elemento que cada vez va cobrando más auge es el Pregón de Navidad. Se puede proclamar en esta vigilia previa a la Eucaristía, o en la Eucaristía misma, por ejemplo antes del Gloria y las lecturas. Así se subraya el Gloria como respuesta al anuncio, y también quedan las lecturas bíblicas resaltadas como el anuncio verdadero y definitivo de la buena noticia. Todo ello, a no ser que el pregón haya sido cantado o recitado antes de la cena, por ejemplo en las comunidades religiosas. Toda esta vigilia previa a la Eucaristía tiene una finalidad: hacer ver cuáles son los objetivos fundamentales de la Navidad. Partir de la vida, de la historia, de nuestras perspectivas, para acoger mejor los planes salvadores de Dios, la gran Noticia que es el Nacimiento de Jesús. 93 d)La Misa del Gallo. No es la Misa principal (lo es la del día). Pero sí la más emotiva, y tiene ciertamente una pedagogía eficaz el que se celebre precisamente a medianoche. Tendría que ser preparada en equipo: los comentadores, lectores, músicos y el presidente deberían tener las necesarias reuniones para que todo esté previsto y preparado. La acogida podría ser algo especial, más personal, de modo que todos los que acudan se encuentren como en casa. La ambientación del atrio, o del local, debería ser más festiva y expresiva, con murales y adornos. Así como la ambientación musical mientras la gente va llegando. Si el pregón se quiere hacer aquí, podría proclamarse antes del Gloria. Y el Gloria, resaltarlo con el oportuno canto festivo por parte de todos (que tengan la letra delante). ¿Con toque de campanas? En lugares donde se hablan dos lenguas, la proclamación del evangelio sería oportuno que fuera esta noche bilingü e. E n el ofertorio, si parece oportuno, la procesión de ofrendas tendría más expresividad si de algún modo se relacionara con la caridad de todos para casos concretos del barrio o de la zona. El gesto de la paz esta noche tiene un sentido más emotivo. Además de hacerse con mayor expresividad, podría cambiarse su lugar: en vez de antes de la comunión, hacerse después del pregón y el Gloria, o bien después del evangelio y la homilía. La comunión, esta noche, a ser posible, con las dos especies para todos. La celebración eucarística la prolongan muchas comunidades en la noche de Navidad con un sencillo ágape familiar: en tono festivo y de comunicación, todos pasan a una sala adecuada, para tomar un caldo o un chocolate caliente, mientras se ofrece por ejemplo una exposición de las actividades de la parroquia o del grupo durante el año que acaba, y se ambienta el encuentro con canto de villancicos. e)La Misa del día. Es la principal. Para muchos es la única. En general son más los que participan en la Eucaristía la mañana del 25 que en la medianoche. Habría que cuidarla tanto o más que la nocturna. Dándole un tono festivo y expresivo del misterio que se celebra, con los mismos elementos que en la noche pueden ayudar a que todos celebren en profundidad esta Eucaristía. Y dado el carácter "ocasional" de muchos de los participantes, convendría darle a esta Misa un color claramente evangelizador y optimista: el anuncio gozoso de la Buena Noticia por excelencia: el amor de Dios que se ha manifestado en el Nacimiento de Jesús. 94 Recordar que los tres formularios de lecturas de la Navidad pueden utilizarse indistintamente, según parezca más oportuno, en cualquiera de las cuatro misas de la Navidad (contando también la de la víspera). 3. Los días de la octava Junto con Pascua, es Navidad la única fiesta que tiene octava. Convendría dar el oportuno énfasis a estos días, con un tono festivo, que se puede exteriorizar en los cantos, en las flores, en la ambientación, etc. Todos los días sería bueno cantar el Gloria. "Utilizar los varios prefacios de Navidad. Y la bendición solemne, al final. La veneración del Niño, costumbre tan popular en estos días, se puede realizar de varias maneras: o dejando la imagen en un lugar de fácil acceso, para que al final de la Eucaristía los fieles vayan a besarla, o bien ofrecerla personalmente, con acompañamiento de cantos, o al menos, de música grabada. Si han ido encendiéndose a lo largo de las semanas de Adviento las luces de la "corona de Adviento", ahora pueden estar junto al Niño, para indicar su cumplimiento y plenitud en El. a) En la fiesta de la Sagrada Familia, en algunas regiones se realiza un gesto expresivo de bendición de los niños, o de las familias. Lo hacen al final de la Eucaristía, o bien antes del ofertorio, o también en otra celebración aparte, en la que con alguna lectura navideña y cantos se hace oración por los niños o las familias, acabándose con una bendición especial por ellos. b) El 1 de enero Esta fiesta tiene muchos sentidos posibles en la actualidad: es octava de la Navidad, con el recuerdo de la Circuncisión del Niño Jesús; es comienzo del año; es jornada de la paz; pero sobre todo es la fiesta de Santa María Madre de Dios. La prioridad la tiene esta fiesta mañana, en la octava de la Navidad del Señor. María es el modelo de todos los creyentes, la madre entrañable que acogió en su seno y dio a luz al Salvador. Maestra de la esperanza. La que mejor celebró la Navidad. Santa María del Año Nuevo. Santa María de la Paz, Santa María Madre del Dios hecho hombre. Como también será la Madre que está presente en la Manifestación de Jesús en la Epifanía. Todos los motivos de esta fiesta se tendrían que centrar, además de en María, sobre todo en Cristo, cuyo Nacimiento estamos celebrando: él es el verdadero Principe de la Paz, él el Principio y Fin del tiempo y de la historia. Los otros aspectos —el comienzo del año y la jornada de la paz – pueden estar presentes en las oraciones, en los cantos, pero sin alcanzar prioridad sobre el motivo fundamental de la fiesta. 95 c) Epifanía y Bautismo del Señor En la Eucaristía del 6 de enero, una iniciativa que, si se realiza bien, puede resultar expresiva del misterio del día, es proclamar la primera lectura —Is 60 — a modo de pregón. El lector, o los lectores, proclaman lírica y solemnemente el pasaje profético. Y la asamblea responde con una aclamación cantada que tenga carácter de alegría y dirigida a Cristo. La lectura se puede muy bien dividir en tres estrofas, intercalando esa aclamación. El domingo siguiente, el Bautismo del Señor, es uno de los días anuales en que más sentido tiene que en la comunidad se celebre solemnemente el bautizo colectivo, con la oportuna preparación. d) La ambientación festiva del Tiempo de Navidad La pedagogía de los signos y el valor de las costumbres más o menos folklóricas y religiosas que en torno a la Navidad hemos heredado es innegable. Son a veces pequeños detalles ambientales, pero pueden dar expresividad a la fiesta: ▪ las luces, flores, adornos, ▪ la música: tanto ambiental en las celebraciones, como los cantos, en un repertorio aumentado de año en año; ▪ el canto y la motivación del Gloria en la Eucaristía; ▪ el canto de tos villancicos, no sólo en las celebraciones, sino también su difusión por coros de niños por las calles del barrio; ▪ el signo de la paz más expresivo y general; ▪ el árbol de la Navidad: su origen parte de la idea del "árbol del paraíso", pero ahora apunta a que en Cristo se ha cumplido toda promesa y la nueva vida del paraíso; ▪ el pesebre, de mayor raigambre en nuestras tierras, y que resulta de innegable eficacia ambiental y orientadora de los motivos de la fiesta; ▪ la ambientación con murales de los diversos lugares de la celebración o de la vida comunitaria, ▪ he aquí algunos de los "slogans": "Navidad Dios-con nosotros", "Navidad abre un camino: el amor", "Navidad tiene un nombre: compartir", "Qué bueno que viniste", "Siempre que amamos es Navidad". "Es Navidad: Gloria a Dios. Paz a los hombres", "Navidad: la fiesta del encuentro Dios-hombre", "Donde se ama, nunca es de noche", "Dios se hace niño: Aleluya"... 96 2. Tiempo de Navidad23 Sentido La Navidad es sin duda la fiesta más popular del calendario cristiano, aunque de hecho no sea la más importante. La más importante es la Pascua, que es el centro del año litúrgico. El tiempo litúrgico de Navidad y Epifanía tiene su origen tres siglos más tarde de Jesús. Entonces solamente se celebraba la Pascua, el misterio pascual, pero más tarde se vio que la venida de Cristo en el mundo se merecía una celebración festiva ya que, si el acto redentor decisivo fue la muerte y la resurrección, la primera aparición de Jesús en el mundo también se tenía que considerar como un acontecimiento salvador de primer orden. En el momento de fijar una fecha, tanto en oriente como en occidente estuvo relacionada con la existencia de unas fiestas paganas en honor del sol y de la luz. Por tanto, celebramos el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios (Navidad) y su manifestación a todos los pueblos (6 de enero). Desarrollo El tiempo de Navidad y Epifanía se inicia la víspera del día 24 de diciembre, con las primeras vísperas de Navidad, y finaliza el día del Bautismo del Señor, el domingo siguiente a la solemnidad de la Epifanía. Cabe decir que el calendario de las celebraciones de Navidad y Epifanía es complejo. En primer lugar, las fiestas principales no se celebren en domingo sino en días fij24os: así, el Navidad se celebra el día 25 de diciembre; la solemnidad de santa María se celebra el día 1 de enero y la solemnidad de la Epifanía del Señor se celebra el día 6 de enero. Empieza el día 25 de diciembre con la solemnidad de la Natividad del Señor. Aquí ya nos encontramos con una primera peculiaridad, que es el hecho de tener cuatro misas: la de vigilia, la de la noche, la de la aurora y la del día, que es la más importante. Las lecturas de este día se pueden intercambiar. Sigue la Octava de la Navidad, que son los días feriales que van de la solemnidad de Navidad a la solemnidad de santa María: los tres primeros días recordamos santos muy próximos a Jesús, como son san Esteban (26 de diciembre), san Juan Evangelista (27 de diciembre) y los santos Inocentes (28 de diciembre). Decir, también, que el domingo que hay entre Navidad y el año nuevo celebramos la fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Cuando no hay ningún domingo entre Navidad y año nuevo, la fiesta se celebra el día 30 de diciembre. El día 1 de enero, ocho días después de Navidad, celebramos la solemnidad de santa María, Madre de Dios, que es la fiesta litúrgica de la Virgen María más antigua del rito romano. El domingo que cae entre el día 1 y el día 6 de enero celebramos el segundo domingo después de Navidad. El día 6 de enero celebramos la segunda gran fiesta del tiempo de Navidad, que es la Epifanía del Señor. En ella celebramos la manifestación de Jesucristo a todas las naciones. El domingo 23 http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/el-temps-de-nadal/dios-se-hace-hombre/ 97 después del día 6 de enero celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, en la que también se manifiesta Jesús justo antes de iniciar su misión salvadora y es el día en que se concluye el tiempo litúrgico de Navidad y Epifanía. Vida cristiana La Navidad siempre ha tenido un gran eco y una gran repercusión fuera del contexto cristiano: son unas fiestas y unos días cargados de simbolismo y sensibilidad; son días de gozo, de fiesta, de familia, de recuerdos, de alegrías, de emociones a flor de piel. El ambiente festivo externo nos lo facilita: las luces, el belén, los villancicos, los otros signos navideños, etc. Para los cristianos, la Navidad se tiene que vivir también con los mismos sentimientos de gozo, pero a la vez un gozo cristiano, de sentirnos salvados por Dios, que se hace hombre por nosotros. Para vivir interiormente la Navidad, nos pueden ayudar algunos signos externos: en primer lugar, el ambiente festivo en la iglesia, con el belén, flores, luces, colores blancos y dorados, los cantos. Un segundo elemento es vivir y transmitir la ternura de Dios y esto se traduce en traer alegría y esperanza a nuestro mundo aunque haya dificultades y a la vez tener muy presentes a los pobres, ayudándolos y también nosotros intentando ser austeros (aunque esta es una actitud que deberíamos tener todo el año, no sólo por Navidad). Otro elemento es el de encontrar espacios de interioridad, intensificando nuestra oración, haciendo el belén, el árbol de Navidad, cantando villancicos, entre otros elementos. 98 3. Los Signos de la Navidad25 El belén Uno de los elementos más característicos de la Navidad cristiana es, sin duda, el belén; si bien, también tenemos el árbol de Navidad, que es una tradición que nos ha venido de los países del norte de Europa. Es muy aconsejable hacer el belén en nuestros hogares y también, más que nunca, en la iglesia, en un lugar visible, como puede ser el presbiterio o muy cerca de él. En el belén contemplamos plásticamente el acontecimiento salvador del nacimiento de Jesús, envuelto por el amor de María y de José. Luces En Navidad celebramos el nacimiento de aquel que es la Luz de las naciones, Jesucristo. Más que nunca en Navidad es muy aconsejable tener en nuestra casa luces festivas y sobre todo en el templo es bueno que haya un claro aumento de luces que decoren nuestra iglesia y hacer visible lo que celebramos: el nacimiento de Aquél que nos trae la luz, Jesús. Flores La decoración navideña se ve claramente reflejada en la ornamentación floral, con plantas y flores. Por eso, conviene que en la iglesia abunde en estos días esta decoración floral, para dar toda su relevancia a estos días. El canto del Gloria Si el aleluya es el canto propio de la Pascua, el Gloria es al canto propio de la Navidad, ya que es el himno que los ángeles cantaron cuando nació Jesús en Belén. Por tanto, es muy conveniente que, en nuestras celebraciones litúrgicas navideñas, el Gloria sea cantado y solemne, para significar así la alegría que los cristianos tenemos porque ha nacido nuestro salvador, a semejanza de la alegría de los ángeles la noche de Navidad en Belén. Cantos El clima navideño también se hace bien patente con los cantos propios de Navidad, como son los villancicos, muchos de los cuales nos hablan del nacimiento de Jesús y también de la Virgen María, san José, los ángeles, etc. Es muy positivo que en nuestras celebraciones tingamos algún momento –como puede ser la adoración del niño Jesús– para cantar algunos villancicos típicos. La colecta para los pobres No hemos de olvidar que Jesús nació pobre en el seno de una familia humilde y pobre. Por esta razón, en los días de Navidad –y durante todo el año– debemos tener presentes a los pobres. Es, por tanto, muy recomendable, hacer una colecta para los pobres, ya sea en alimentos o bien monetariamente. Así mostramos con hechos que nuestra fe cristiana está profundamente enraizada en este Cristo que nace pobre para enriquecernos a todos. 25 http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/el-temps-de-nadal/los-signos-de-navidad/ 99 Las lecturas de los domingos y fiestas de Navidad Este tiempo litúrgico tiene la particularidad de que las fiestas principales no caen en domingo, sino en días concretos del calendario, como son la solemnidad de la Navidad (25 de diciembre), la solemnidad de la Epifanía del Señor (6 de enero) y la solemnidad de santa María, Madre de Dios (1 de enero). En los domingos con que cuenta la Navidad se celebra la fiesta de la Sagrada Familia (primer domingo después de Navidad, cuando lo hay), el segundo domingo después de Navidad (entre Ano Nuevo y Epifanía, cuando lo hay) y el Bautismo del Señor, que es el domingo siguiente a la Epifanía. En primer lugar, el día 25 de diciembre, la solemnidad de la Navidad, cuenta con cuatro misas: vigilia, noche, aurora y día. En la misa de vigilia propiamente no sale ningún texto navideño en sí mismo, sino que leemos las promesas de Dios y el anuncio del nacimiento del Hijo (que aún no ha nacido) por boca de Mateo. En la misa de la noche (la más popular, pero no la más importante, que es la del día) leemos el acontecimiento del nacimiento del Salvador en Belén de Judea por boca de Lucas, mientras que Isaías nos habla de que el pueblo que vive en la oscuridad ha visto una gran luz y la carta de san Pablo a Tito nos dice que el amor de Dios se ha revelado a todos los pueblos. En la misa de la aurora leemos la continuación al relato del nacimiento, o sea, la adoración de los pastores. Finalmente, en la misa del día leemos el prólogo del evangelio de san Juan, que afirma que “la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros”. En definitiva, nos habla de Cristo, eterno desde siempre, como Palabra y como Luz. Las otras lecturas nos hablan de la salvación de Dios, que nos ha hablado en la persona del Hijo. La fiesta de la Sagrada Familia cuenta con los ciclos A, B y C. En el ciclo A, se nos habla de les relaciones familiares, las cuales tienen que ser buenas y movidas por el amor, mientras que el evangelio nos narra la huída de Egipto. En el ciclo B, la primera y la segunda lecturas nos hablan de la fe de Abrahán y de Sara, que tendrán un hijo, y el evangelio nos habla de la presentación de Jesús al templo en brazos de María y José. En el ciclo C sale en escena el nacimiento de Samuel, hombre consagrado al Señor, mientras que la segunda lectura nos habla que Dios nos reconoce como a hijos; finalmente, en el evangelio nos encontramos con el relato de Jesús, perdido y hallado en el templo. En la solemnidad de santa María, Madre de Dios, la primera lectura es una preciosa bendición que el Señor manda a Moisés que haga Aarón y sus hijos, basada fundamentalmente en la promesa de la bendición del Señor y el don de la paz; por su parte, la segunda lectura es la carta de san Pablo a los Gálatas que nos habla de que Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer. Finalmente, el evangelio nos narra la adoración de los pastores y la imposición del nombre de Jesús al Niño. En el segundo domingo después de Navidad, la primera lectura nos habla de la sabiduría, refiriéndose claramente a Cristo, si bien sin mencionarlo, ya que nos encontramos en el Antiguo Testamento. La segunda lectura es una bendición a Dios, que nos ha concedido el don 100 de ser hijos suyos. El evangelio vuelve a ser el prólogo de san Juan que ya hemos leído en la misa del día de Navidad. La solemnidad de la Epifanía del Señor es la segunda gran fiesta del tiempo de Navidad. La primera lectura nos habla de la luz, que ha llegado a Jerusalén y brilla para todos los pueblos de la tierra. La segunda lectura nos habla, por boca de Pablo, de que el evangelio ha llegado a todos los pueblos. El evangelio, por su parte, nos narra la adoración de los sabios de Oriente al niño Jesús, ofreciéndole sus presentes: oro, incienso y mirra. Finalmente, la fiesta del Bautismo del Señor cuenta con los ciclos A, B y C como en la fiesta de la Sagrada Familia. En el ciclo A nos encontramos con uno de los cantos del siervo de Yahvé de Isaías, un siervo bueno y fiel, mientras que la segunda lectura, de los Hechos de los Apóstoles, narra el discurso de Pedro en casa de Cornelio, confesando que Jesús ha resucitado, que nos envía el Espíritu Santo. El evangelio de este ciclo nos narra el bautismo de Jesús por boca de Mateo. En el ciclo B encontramos en la primera lectura de Isaías el elemento del agua, la gratuidad de los dones de Dios y la llamada a recibirlos. La segunda lectura, de san Juan, nos habla del Espíritu, del agua y de la sangre, los cuales dan testimonio de Jesús. Finalmente, el evangelio de Marcos nos narra la predicación de Juan Bautista y seguidamente el bautismo de Jesús. Y en el ciclo C, en la primera lectura, Isaías nos habla de la consolación de Dios hacia su pueblo y que aparecerá la gloria del Señor y todos la verán a la vez. 101 4. Oración Universal26 LUNES Levantemos confiados nuestros ojos al Señor que ha enviado a su Hijo al mundo y con él quiere darnos todos los bienes: 1. Para que todos los fieles perseveren arraigados en la fe verdadera, confesando a Cristo, Dios verdadero como el Padre y verdadero Hombre como nosotros, oremos al Señor. 2. Para que a los hombres que aún no conocen a Cristo les sea anunciado el Evangelio y encuentren en el Hijo de Dios hecho hombre descanso para su espíritu, oremos al Señor. 3. Para que los que en estos días de Navidad se sientan solos o tristes encuentren consuelo en la contemplación de la pobreza de Cristo, roguemos al Señor. 4. Para que todos nosotros, alegres por el nacimiento de Cristo, sintamos la urgencia de anunciar el Evangelio a todos nuestros hermanos, oremos al Señor. Escucha, Padre del Cielo, la oración de tu Iglesia que, feliz por el nacimiento humano de tu Hijo, te suplica confiada por todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor. MARTES Oremos, hermanos, al Padre, por medio de Jesucristo, su Hijo, que siendo rico se hizo pobre por nosotros, para salvarnos a todos: 1. Por la Santa Iglesia de Dios: para que llena de gozo, celebre la presencia de Dios en medio de los hombres, oremos al Señor. 2. Por los hombres de todas las religiones: para que lleguen a conocer a Cristo y encuentren en él la plenitud de aquella verdad que desean, oremos al Señor. 3. Por los que en estos días de Navidad están lejos de sus hogares: para que sientan el consuelo de saberse hijos de la gran familia de Dios, oremos al Señor. 4. Por los que estamos aquí reunidos: para que al celebrar el nacimiento de Cristo, renazcamos a una vida nueva de justicia y santidad, oremos al Señor. Escucha, Dios todopoderoso, las oraciones de tu pueblo y haz que en la venida de tu Hijo, el Redentor del mundo. se sacie nuestra sed con la abundancia de tus gracias. 26 Centro de Pastoral Litúrgica. Navidad y Epifanía. Dossiers 5. Barcelona, 1991. 102 Por Jesucristo nuestro Señor. MIÉRCOLES Invoquemos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso que en el nacimiento de su Hijo nos ha manifestado su misericordia, y pidámosle por las necesidades de todos los hombres: 1. Para que el Señor que ha querido que su Hijo compartiera la vida de familia en el hogar de José y de María, conserve en paz a todas las familias cristianas, oremos al Señor. 2. Para que todos los hombres, de un confín al otro de la tierra, contemple la salvación que Cristo nos ha aportado, oremos al Señor. 3. Para que el Señor dé fortaleza a los débiles, fuerza a los que están tentados y protección a los que se encuentran en peligro, oremos al Señor. 4. Para que todos nosotros podamos un día participar de la vida eterna de Cristo que ha querido compartir nuestra vida temporal, oremos al Señor. Señor, Dios, rico en misericordia y amor, escucha nuestras oraciones y haz que los que celebramos con alegría el nacimiento de tu Hijo nos veamos libres de todo mal y obtengamos los bienes que te hemos pedido. Por Jesucristo nuestro Señor. JUEVES Oremos a Cristo nuestro Dios que ha aparecido en el mundo y ha querido vivir entre los hombres: 1. Que Jesús que se ha hecho hombre para ser el Buen Pastor de la Iglesia, conceda al Papa N., a nuestro Obispo N., y a todos los obispos y presbíteros, pastorear con celo las comunidades que tienen encomendadas, oremos al Señor. 2. Que el Rey del cielo, que por sus ángeles anunció la paz a los hombres, aleje de todas las naciones los horrores de la guerra, oremos al Señor. 3. Que Cristo, que quiso asumir las debilidades de los hombres, sea la fuerza de los débiles y el consuelo de los tristes y de los que se sienten solos, oremos al Señor. 4. Que el Hijo de Dios, que descendió al mundo para que los hombres pudieran subir al cielo, admita en su gloria a nuestros familiares que ya nos han dejado, oremos al Señor. Escucha nuestras oraciones. Dios todopoderoso y eterno, y haz que quienes hemos orado por todos los hombres seamos enriquecidos también con tus dones. Por Jesucristo nuestro Señor. 103 VIERNES Oremos a Dios que envió a su Hijo único al mundo para que por medio de él tengan vida todos los hombres: 1. Para que todos los hijos de la Iglesia, al celebrar el nacimiento de Cristo, renazcan a una nueva vida, oremos al Señor. 2. Para que los que gobiernan las naciones no aparten nunca a sus súbditos del camino que lleva a Cristo, oremos al Señor. 3. Para que llegue a la presencia del Señor el gemido de los que sufren y con su brazo poderoso los salve, oremos al Señor. 4. Para que el Hijo de Dios que ha querido participar de nuestro tiempo, a nosotros nos conceda participar de su eternidad, oremos al Señor. Escucha complacido. Dios todopoderoso, la oración del pueblo que te invoca en estas fiestas del nacimiento de tu Hijo; y concédele abundantemente todo lo que te ha pedido. Por Jesucristo nuestro Señor. SÁBADO Ahora que ha aparecido la bondad de Dios, salvador nuestro, y su amor al hombre, oremos al Señor no confiando en la justicia que hayamos hecho nosotros sino en su propia misericordia. 1. Para que todos los fieles, a semejanza de María, conserven y mediten en su corazón lo que han oído decir del Hijo de Dios hecho hombre, oremos al Señor. 2. Para que el Hijo de Dios, que ha venido a traer la paz al mundo, conceda a todas las naciones la concordia mutua y aleje de ellas los horrores de las guerras, oremos al Señor. 3. Para que el Verbo de Dios, que en la etapa final de la historia se ha hecho hombre, se manifieste a los que sufren buscando aún la verdad que desconocen, oremos al Señor. 4. Para que los que ahora celebramos las fiestas de Navidad podamos un día contemplar al Hijo de María en su gloria, oremos al Señor. Acepta, Dios de bondad, nuestras súplicas y, por la intercesión de Santa María virgen, que llevó en sus entrañas a tu Hijo, concédenos los bienes que te hemos pedido. Por Jesucristo nuestro Señor. 104 5. Invitación al Padrenuestro27 1. Dios nos ha manifestado su amor en el nacimiento de Jesús, como primogénito de la humanidad. Por eso nos atrevemos a decir: 2. Jesús, el Hijo de Dios, se ha hecho hombre y hermano nuestro. Por eso también nosotros somos hijos y nos alegramos al decir: 3. El Reino de Dios se inauguró con el nacimiento de Cristo. Pidamos hoy al Padre que este Reino venga en plenitud a nosotros y a todo el mundo. 4. Unidos a cuantos estos d ías de Navidad sufren hambre de pan, de comprensión y de amor, pidamos al Padre común para todos los hombres el pan de cada día. 5. El mismo Cristo Jesús que nació en Belén es el que ahora se nos ofrece como Pan y Vino de salvación. Preparémonos a recibirle diciendo la oración que él mismo nos enseñó a rezar: la oración de los hijos. 6. Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres y que su amor se extienda por toda la tierra, pidamos al Padre que su Reino venga a nosotros. 7. Cristo Jesús ha venido a unir a todos los hombres en una gran familia. Digamos, pues, nuestra oración al Padre común de todos. 27 Centro de Pastoral Litúrgica. Navidad y Epifanía. Dossiers 5. Barcelona, 1991. 105 6. Pregon de Navidad28 Les anunciamos, hermanos, una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo; escuchadla con corazón gozoso: Habían pasado miles y miles de años desde que, al principio. Dios creó el cielo y la tierra y, asignándoles un progreso continuo a través de los tiempos, quiso que las aguas produjeran un pulular de vivientes y pájaros que volaran sobre la tierra. Miles y miles de años, desde el momento en que Dios quiso que apareciera en la tierra el hombre, hecho a su imagen y semejanza, para que dominara las maravillas del mundo y, al contemplar la grandeza de la creación, alabara en todo momento al Creador. Miles y miles de años, durante los cuales los pensamientos del hombre, inclinados siempre al mal, llenaron el mundo de pecado hasta tal punto que Dios decidió purificarlo, con las aguas torrenciales del diluvio. Hacía unos 2.000 años que Abraham, el padre de nuestra fe, obediente a la voz de Dios, se dirigió hacia una tierra desconocida para dar origen al pueblo elegido. Hacía unos 1.250 años que Moisés hizo pasar a pie enjuto por el Mar Rojo a los hijos de Abraham, para que aquel pueblo, liberado de la esclavitud del Faraón, fuera imagen de la familia de los bautizados. Hacía unos 1.000 años que David, un sencillo pastor que guardaba los rebaños de su padre Jesé, fue ungido por el profeta Samuel, como el gran rey de Israel. Hacía unos 700 años que Israel, 28 Centro de Pastoral Litúrgica. Navidad y Epifanía. Dossiers 5. Barcelona, 1991. 106 que había reincidido continuamente en las infidelidades de sus padres y por no hacer caso de los mensajeros que Dios le enviaba, fue deportado por los caldeos a Babilonia; fue entonces, en medio de los sufrimientos del destierro, cuando aprendió a esperar un Salvador que lo librara de su esclavitud y a desear aquel Mesías que los profetas le habían anunciado y que había de instaurar un nuevo orden de paz y de justicia, de amor y de libertad. Finalmente, durante la olimpiada 94, el año 752 de la fundación de Roma, el año 14 del reinado del emperador Augusto, cuando en el mundo entero reinaba una paz universal, hace 2019 años, en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel, ocupado entonces por los romanos, en un pesebre, porque no tenía sitio en la posada, de María virgen, esposa de José, de la casa y familia de David, nació Jesús, Dios eterno. Hijo del Eterno Padre, y hombre verdadero, llamado Mesías y Cristo, que es el Salvador que los hombres esperaban. El es la Palabra que ilumina a todo hombre, por él fueron creadas al principio todas las cosas; él, que es el camino, la verdad y la vida, ha acampado, pues, entre nosotros. Nosotros, los que creemos en él, nos hemos reunido hoy (en esta noche santa), o mejor dicho, Dios nos ha reunido, para celebrar con alegría la solemnidad de Navidad, y proclamar nuestra fe en Cristo, Salvador del mundo. Hermanos, alegraos, haced fiesta y celebrad la mejor noticia de toda la historia de la humanidad. 107 7. Celebración del fin de año29 En torno al 31 de diciembre y 1 de enero, muchas comunidades organizan una celebración en la que se reflexiona a la luz de Cristo sobre el año que empieza. Y su reflexión se convierte en oración. El énfasis debería ponerse en la acción de gracias y en la esperanza cara al nuevo año. Todos necesitamos ánimos, visión optimista de la historia. Esta celebración quiere compartir la esperanza cristiana, con una visión cristiana del correr del tiempo y de la tarea que a todos nos toca en la historia. 1. Saludo del presidente. Motivación. Invitación. 2. Canto de entrada: “Marcha de la Iglesia”, “Juntos para soñar”, “Juntos como hermanos” (un largo caminar), “Exodo y liberación” (peregrino, ¿a dónde vas?), “Iglesia peregrina de Dios”, “Hacia ti, morada santa”... Si se quiere dar un tono mariano a la celebración: “Santa María del camino” (ven con nosotros al caminar...), “Santa María de la esperanza” (mantén el ritmo...). 3. Profecía o pregón de año nuevo. 4. Lectura bíblica: elegir una que refleje la marcha de la historia, la plenitud que ésta adquiere en Cristo, o la confianza en Dios, conductor de la vida y del tiempo... Proponemos éstas: – Ef 1,3-14 (nos ha bendecido... antes de la creación... el designio que ha decidido realizar en la plenitud de los tiempos...). – Col 1,13-20 (Cristo, la imagen perfecta del Padre, plenitud de toda la historia...). – Mt 5,1-12 (las bienaventuranzas). – Mt 6,25-34 (fe en la providencia; no andar preocupados por el mañana...). – Lc 12,16-48 (parábola del hombre rico y sus sueños... recomendación de confiar en la providencia... parábola de los siervos vigilantes... parábola del administrador infiel...). – Eclo 18,1-14 (Dios dirige el universo... los días del hombre son contados... el Señor comprende, tiene paciencia...). – 2 Pe 3,1-18 (la historia y la promesa de la vuelta; nuevos cielos y nueva tierra... vivir en la paz). 3. Pausa de silencio y meditación. Posible canto de respuesta, si parece oportuno: Salmo 64 (Oh Dios, tú mereces un himno en Sión...), Salmo 89 (Señor tú has sido nuestro refugio... los siembras año por año...). Si se elige el salmo 64, mejor alternar las estrofas cantadas con otras leídas o proclamadas: por ej. “coronas el año con tus bienes...”. 29 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona, 2001. 108 4. Aspectos esperanzadores del año que termina. Entre dos, enumerar brevemente los acontecimientos y las direcciones más optimistas de la historia de este año: a nivel mundial, nacional, a nivel de Iglesia y de la propia comunidad 5. Canto de acción de gracias. Salmo 135: Porque su amor no tiene fin... O bien el “Magníficat”. 6. Aspectos deficientes del año que termina, en clima de petición de perdón: todos somos solidarios de la culpa. Entre dos, enumerar brevemente los acontecimientos y las direcciones más lamentables del año, a los mismos niveles que los positivos de antes. 7. Canto de petición de perdón. Salmo 50: Perdón, Señor, perdón. 8. Reflexión personal: balance de la vida de cada uno en el año que termina: aspectos positivos y negativos. ¿En silencio? ¿en diálogo de comunicación? 9. Oración final – litánica, con intervenciones libres, – oración presidencial (con o sin Padrenuestro) – terminar con la bendición solemne del Misal Romano para el comienzo del año. 109 8. Noche vieja: año nuevo30 Celebración cristiana en familia La despedida del año viejo y la entrada en el nuevo suele ser un acontecimiento muy emotivo en una familia, en un grupo o una comunidad. Se crea un ambiente entrañable. Evitando el lujo y la ostentación, y también el tono un tanto parrandero al que a veces nos parece invitar el ambiente, es muy bueno que este clima de alegría humana y familiar sea en verdad comunicativo y feliz, tanto para los mayores como para los jóvenes y niños. Pero para una familia o comunidad cristiana, el paso al Año Nuevo es bueno que tenga además un color claramente cristiano. Aparte de que se pueda participar en esa tarde/noche en las Vísperas o en la Eucaristía (algunos grupos organizan esta noche una hora de Adoración al Señor Eucarístico), aquí ofrecemos para el ambiente de familia un esquema que se puede realizar en poco más de cinco minutos. Se trata de un momento sencillo de oración, que en el clima familiar y en un momento tan significativo puede resultar muy expresivo de nuestra fe. 1. Acción de gracias por el año que acaba Monición (dicha por el padre o la madre) Señor nuestro, Padre que estás en el cielo. Nos hemos reunido aquí, momentos antes de terminar este año y empezar el nuevo. Queremos darte gracias por tantas cosas buenas que han sucedido este año: para la humanidad, para la Iglesia, para nuestro país, para nuestra familia, para cada uno de nosotros. Sabemos que estamos en tus manos de Padre y te lo agradecemos (se pueden enumerar algunos de estos acontecimientos del año). Se puede elegir entre el canto o la oración de acción de gracias. HOY SEÑOR, TE DAMOS GRACIAS HTTPS://YOUTU.BE/XAC0BSVO4EQ Hoy Señor, te damos gracias por la vida, la tierra y el sol. Hoy Señor queremos cantar las grandezas de tu amor. Gracias Padre, mi vida es tu vida, tus manos amasan mi barro; mi alma es tu aliento divino, tu sonrisa en mis ojos está. Gracias Padre, tu guías mis pasos, tú eres la luz y el camino; conduces a ti mi destino como guías los ríos al mar. 30 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona, 2001. 110 Gracias, Padre, me hiciste a tu imagen, y quieres que siga tu ejemplo; brindando mi amor al hermano, construyendo un mundo de paz. GRACIAS SEÑOR Lector 1 Gracias Señor por todo cuanto me diste en el año que termina, gracias por los días de sol y los nublados tristes, por las tardes tranquilas y las noches oscuras. Gracias por la salud y por la enfermedad, por las penas y las alegrías. Lector 2 Gracias por todo lo que me prestaste y luego me pediste. Gracias Señor, por la sonrisa amable y por la mano amiga, por el amor y por todo lo hermoso y por todo lo dulce, por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las almas buenas. Lector 3 Gracias por la soledad, por el trabajo, por las inquietudes, por las dificultades y las lágrimas. Por todo lo que me acercó a Ti. Gracias por haberme conservado la vida, y por haberme dado techo, abrigo y sustento Gracias Señor. Gracias Señor. Señor. Lector 4 ¿Qué me traerá el año que empieza? Lo que Tu quieras Señor, pero te pido fe para mirarte en todo, esperanza para no desfallecer, y caridad para amarte cada día más, y para hacerte amar entre los que me rodean. Dame paciencia y humildad, desprendimiento y generosidad, dame Señor, lo que tu sabes que me conviene y yo no sé pedir. Que tenga el corazón alerta, el oído atento, las manos y la mente activas, y que me halle siempre dispuesto a hacer tu Santa Voluntad. Derrama Señor, tus gracias sobre todos los que amo y concede tu paz al mundo entero. Así sea. Gracias Señor. Gracias Señor. Todos rezan despacio el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria al Padre. En un momento de silencio pensamos en los que ya han partido a la casa del Padre. 111 3. Las doce uvas, no faltaría más, puntualmente. Comerlas sin prisa. 4. Oración de año nuevo Señor Dios, dueño del tiempo y de la eternidad. Tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al empezar un año mas, detenemos nuestra vida ante el nuevo calendario, aun sin estrenar, y te presentamos estos días que solo Tu sabes si llegaremos a vivirlos. Hoy te pedimos para todos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría. Queremos vivir cada día con optimismo y bondad, llevando a todas partes un corazón lleno de compresión y paz. Cierra tus oídos a toda falsedad; nuestros labios o palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre, en cambio, nuestro ser a todo lo que es bueno. Que nuestro espíritu se llene solo de bendiciones y las derrame a mi paso. Cólmanos de bondad y de alegría para que cuantos conviven con nosotros o se acerquen, encuentren en nuestra vida un poquito de Ti. Danos un año feliz, y enséñanos a repartir felicidad. Amen. 4. La copa de champán, con el oportuno brindis. 5. El abrazo y el beso con todos los presentes, para empezar el año con un compromiso de fraternidad y, si hace falta, de perdón. Con un voto de confianza a todos. Olvidando lo desagradable del año viejo y empezando “de cero”. 6. Y luego, seguir la fiesta. Dichosa la familia que sabe divertirse a sí misma. 112 9. Solemnidad de Santa María, Madre de Dios Jornada Mundial de la Paz 1 de enero de 2020 El tiempo de Navidad constituye una prolongada memoria de la maternidad divina, virginal y salvífica, de Aquella que sin mengua de su virginidad dio a este mundo un Salvador. Así, en la solemnidad de la Natividad del Señor, la Iglesia, al adorar al Salvador, venera a su gloriosa Madre. En la Epifanía del Señor, al celebrar la llamada universal a la salvación contempla a la Virgen, Sede de la Sabiduría y verdadera Madre del Rey' que ofrece a la adoración de los Magos al Redentor de todas las naciones. Y en la fiesta de la Sagrada Familia considera con veneración la santa vida que llevan en su casa de Nazaret, Jesús, Hijo de Dios e Hijo del Hombre, María su Madre, y José, el varón justo. En la nueva ordenación del período de Navidad, creemos que la atención común se debe dirigir a la renovada solemnidad de Santa María Madre de Dios. Esta, fijada el 1 de enero, según una antigua sugerencia de la liturgia romana, está destinada a celebrar la parte que tuvo María en el misterio de la salvación y a exaltar la singular dignidad de que goza la Madre Santa, por la que merecimos recibir al Autor de la vida. Esta fiesta es asimismo ocasión propicia para rendir adoración al recién nacido Príncipe de la Paz, para escuchar de nuevo el jubiloso anuncio angélico y para implorar de Dios, por mediación de la Reina de la Paz, el don supremo de la paz. Por eso, en la feliz coincidencia de la octava de Navidad con el principio del nuevo año, hemos instituido la "jornada mundial de la paz", que goza de creciente adhesión y que está produciendo frutos de paz en el corazón de tantos hombres. De la exhortación apostólica "Marialis Cultus", de Pablo VI, n.5