Subido por Mauricio Morón

VENTAJA COMPETITIVA DEL SECTOR ENERGÉTICO (1)

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LA GENERACIÓN DE ENERGÍA ELÉCTRICA EN MÉXICO COMO
VENTAJA COMPETITIVA
Mauricio E. Morón Estrada1
“Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si
no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra;
si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla.”
(Sun Tzu)
I. INTRODUCCIÓN
Los cambios en el contexto global afectan las decisiones que se toman en cualquier
país, y se hace necesario buscar estrategias que permitan adaptarse a este entorno
cambiante, en el que se están perdiendo las fronteras nacionales. Sin embargo,
muchas naciones luchan por mantener su soberanía, y con sobrada razón, pues
dado que los recursos existentes en el planeta dentro de muy poco no serán
suficientes para el estilo de vida de la mayoría, cada país buscará proteger su
patrimonio. El entorno global, y nuestro ambiente, se encuentran en crisis, por lo
que es indispensable contar con estrategias acordes al ritmo de los cambios,
mismas que conlleven una ventaja competitiva para el país. Anteriormente, hasta el
2014, se elaboraba la Estrategia Nacional de Energía, dentro de la cual se
consideraba el sector eléctrico; posteriormente en el 2015, con los cambios
realizados al sector eléctrico se elaboró el Programa de Desarrollo del Sector
Eléctrico Nacional (PRODESEN) el cual tiene una visión de 15 años y en él se
incluyen las estrategias para este sector.
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Estudiante del Doctorado en Ciencias Administrativas y Gestión para el Desarrollo de la Universidad
Veracruzana. ing.mauricio.moron@gmail.com
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Este ensayo tiene como objetivo realizar un análisis de cómo se tiene ventaja
competitiva para el país en el sector eléctrico particularmente desde la generación
de energía eléctrica a través de la planeación estratégica.
Primeramente se detalla la importancia de la generación de energía eléctrica
para el país, pues por su propia naturaleza y los beneficios sociales que brinda es
en sí misma una ventaja competitiva siempre y cuando se administre de manera
adecuada. En seguida se hace una revisión de los conceptos teóricos relacionados
con la Administración Estratégica y la ventaja competitiva, así como las principales
herramientas de análisis de la organización que contribuyen a la planeación
estratégica.
II. LA GENERACIÓN DE ENERGÍA ELÉCTRICA EN MÉXICO
La energía eléctrica es uno de los insumos primarios que permiten llevar a cabo las
actividades productivas, de transformación y de servicios en el país. Un suministro
eficiente de este servicio a un costo accesible contribuye a la promoción de la
competitividad y la capacidad que tienen la industria y las empresas para ofrecer
productos y servicios en mayor cantidad y calidad al mercado, impactando de
manera indirecta en el crecimiento económico.
También la energía eléctrica es un bien final que desde el siglo pasado se
convirtió en algo indispensable para los consumidores, por lo que garantizar el
abasto de electricidad de forma continua y segura les da acceso a bienes y servicios
básicos tales como alimentación, salud y educación contribuyendo al bienestar y
calidad de vida de la población. En suma, cuando hay crecimiento de la economía,
la industria eléctrica crece en mayor medida debido a que impulsa las actividades
productivas del país y satisface las necesidades de más usuarios de este servicio
(SENER, 2017).
La generación de energía eléctrica es el proceso de transformar cualquier
tipo de energía (por ejemplo mecánica, nuclear o eólica) en electricidad. Las
centrales de generación reciben su nombre a partir del elemento que transforman:
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Termoeléctricas, utilizan distintas tecnologías para mover generadores eléctricos:
vapor, turbogás, combustión interna, ciclo combinado (turbogás y vapor), utilizando
combustibles primarios: vapor (combustóleo, gas natural, diésel, carbón). A partir
de la nacionalización de la industria eléctrica fue posible planificar su desarrollo con
base en programas y prioridades nacionales (Comisión Federal de Electricidad,
2006).
En la década de 1980 se consideraba como opción a los recursos por el lado
de la demanda, como el ahorro de energía, como una alternativa a la política de
generación, lo cual conduce a la creación de la Comisión Nacional para el Ahorro
de Energía (CONAE), que es un órgano técnico de consulta de los sectores público,
privado y social, cuya finalidad es concebir y promover estrategias y lineamentos de
acción relativos al ahorro y uso eficiente y racional de energía, tomando en cuenta
la necesidad de que los precios de la energía induzcan un comportamiento social
adecuado.
En 1989 el gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari emitió el Plan
de Modernización Energética 1989-1994 en el que se establecen las líneas
generales para integrar la industria eléctrica al proyecto de modernización
económica del país, de manera que la industria eléctrica cumpliera con los
requerimientos de disponibilidad de energía y calidad del servicio que demandaría
la década de 1990.
La estrategia planteada para alcanzar los objetivos consistió en hacer una
revisión y rectificación de las políticas de financiamiento dando una mayor
participación al capital privado y aumentando poco a poco los ingresos del sector,
modificando además la política regulatoria tarifaria y se termina con los subsidios a
algunos tipos de usuarios. Adicionalmente, se establece la necesidad de elevar la
productividad y eficiencia de las dos empresas del sector vía su reestructuración y
modernización, se descarta la integración, manteniéndolas como entidades
diferentes aunque sean entidades paraestatales (Díaz-Bautista, 2004).
Además de la reforma a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos en 2014, en materia energética, el Congreso de
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la Unión legisló nueve leyes secundarias que no existían y modificó doce leyes más;
cuatro de los nuevos ordenamientos corresponden directamente al sector eléctrico:
la Ley de la Industria Eléctrica, la Ley de Energía Geotérmica, la Ley de la Comisión
Federal de Electricidad y la Ley de los Órganos Reguladores Coordinados en
Materia Energética.
Y es precisamente que mediante este marco jurídico se
establece un nuevo modelo eléctrico con múltiples generadores, acceso universal y
operación eficiente de las redes de transmisión y distribución.
En materia de generación se eliminan las barreras de entrada y se fortalece
la competencia. El objetivo es que el sector privado y el sector público compitan
entre sí para generar energía eléctrica y venderla en el Mercado Eléctrico Mayorista.
En lo que concierne al despacho eléctrico, el Centro Nacional de Control de Energía
(Cenace) se independiza de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para operar
tanto el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) como el mercado spot (mercado de
tiempo real) de manera eficiente y competitiva. Para hacerlo tiene un mandato
sencillo pero potente: despachar primero la energía de menor costo. Asimismo,
tiene la responsabilidad de garantizar a los generadores acceso abierto y equitativo
a las redes de transmisión y distribución. De esta manera, con reglas claras y
transparentes, se podrá fomentar la generación de energía eléctrica a precios
competitivos en beneficio de los usuarios.
Los procesos de transmisión y distribución permanecen como actividades
estratégicas exclusivas del Estado, pero se establece la posibilidad de realizar
contratos con particulares para construir la infraestructura necesaria en el sistema.
El objetivo es que el sector privado, nacional e internacional, pueda contribuir con
su experiencia y conocimiento a la modernización de las redes de transmisión y
distribución, con la finalidad de reducir costos y pérdidas de energía (Ochoa, 2015).
En materia de generación de energía eléctrica se contaba con un modelo
centralizado y autorregulado, pues la CFE generaba o compraba alrededor d 94%
de toda la energía eléctrica en el país. Tras la reforma a la Ley del Servicio Público
de Energía Eléctrica en 1992 se permitió la participación de la iniciativa privada en
actividades de generación de energía eléctrica, bajo las modalidades de: 1)
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autoabastecimiento; 2) cogeneración; 3) producción independiente de energía; y 4)
importación y exportación. Sin embargo, mediante estos esquemas de participación,
las empresas privadas sólo podían abastecerse a sí mismas o venderle la energía
a la CFE.
El marco jurídico anterior a la reforma de 2014 proveía algunos incentivos
para la generación de electricidad a partir de energías renovables, como el porteo
de estampilla, una tarifa de transmisión que estimula la generación de renovables.
Sin embargo estos incentivos eran insuficientes para aprovechar todo del potencial
de México. Los desarrolladores de plantas solares y eólicas no encontraban
suficiente apoyo financiero y enfrentaban dificultades para interconectar sus plantas
al SEN. La red de transmisión debe crecer para darle cabida a las nuevas centrales
que se construyen para satisfacer la creciente demanda de energía eléctrica. Sin
embargo, la expansión del mallado eléctrico sólo consideraba las necesidades de
la CFE, sin tomar en cuenta los proyectos privados o las regiones con alto potencial
renovable. Eventualmente, ello hubiera significado que el crecimiento de las redes
del sistema eléctrico fuera insuficiente para satisfacer la demanda futura, lo que
dificultaría la incorporación de privados y, en especial, de proyectos de fuentes
renovables de energía. Sin embargo, en el marco jurídico que existía antes de la
reforma energética la expansión y modernización de las redes de transmisión y
distribución de energía eléctrica sólo podían realizarse mediante recursos públicos.
La participación de privados también estaba prohibida en la operación, el
financiamiento y el mantenimiento de las redes de transmisión y distribución. Por lo
tanto, las inversiones en estos rubros eran insuficientes, lo que se reflejaba en los
niveles de pérdidas técnicas, en los costos de transmisión y en las dificultades del
sistema para soportar una mayor expansión de la generación de energía eléctrica
de fuentes renovables. El marco jurídico previo a la reforma energética no permitía
la participación del sector privado en la comercialización de energía eléctrica, por lo
tanto, los particulares sólo podían generarla para su propio consumo o vendérsela
a CFE, pero no podían comercializarla con el público en general. No existía un
mercado de energía donde los particulares pudieran vender de manera libre su
exceso de energía eléctrica.
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Bajo el nuevo modelo, las empresas privadas podrán generar energía
eléctrica, asumiendo costos y riesgos, y contarán con la posibilidad de
comercializarla en el mercado eléctrico. De esta forma, la generación eléctrica por
parte de la iniciativa privada no estará limitada al autoabastecimiento o a vender su
producto a la CFE. Ello quedó referido en el artículo cuarto de la Ley de la Industria
Eléctrica, en el que se establece que el suministro de energía eléctrica es un servicio
de interés público, mientras que la generación es un servicio que debe prestarse en
un régimen de libre competencia (Ochoa, 2015).
En 2009 se aprobó la generación particular de energía en México. Incluso, si
la red eléctrica lo permite, la compañía federal tiene la capacidad de comprar el
excedente de energía eléctrica que produzcan los particulares. Más aún, la
generación de energía eléctrica por parte de particulares no tiene que ser
forzosamente in-situ: se pueden realizar inversiones en otra parte de la República
Mexicana donde se extraiga más valor a dicha inversión y la compañía federal
cobrará un por la distribución de la energía que se produzca en ese sitio,
independientemente de la distancia que ésta deba recorrer para llegar al punto
donde se consume (Deloitte, 2012).
El sector eléctrico tiene un papel fundamental en esta tarea, ya que, por un
lado, es un insumo básico para el crecimiento y, por otro, ha sido hasta ahora una
de las industrias más contaminantes a nivel mundial. En este sentido la reforma
energética es una reforma verde pues establece los mecanismos necesarios para
dar un impulso al aprovechamiento sustentable de los vastos recursos naturales de
México y para la generación de energía eléctrica a partir de fuentes renovables. Ello
con el fin de promover la diversificación de la matriz energética, reducir el uso de
combustibles contaminantes en los procesos de generación de energía (DíazBautista, 2004)
En cuanto a la parte ambiental, desde el punto de vista de la generación
alternativa de energía, México es un país privilegiado. El territorio nacional ofrece
una muy amplia gama de condiciones para volver sumamente rentables. Contamos
con una alta radiación solar en buena parte del territorio donde la generación
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fotovoltaica puede alcanzar un máximo de eficiencia; varios sitios, por sus
condiciones geográficas, son ideales para la generación de electricidad por
geotermia; corredores donde son habituales fuertes corrientes eólicas donde
aerogeneradores podrían estar produciendo electricidad de forma prácticamente
constante y en abundancia; numerosos afluentes hídricos lo suficientemente
caudalosos como para que una mini o micro estación hidráulica sea redituable
(Deloitte, 2012).
III. ESTRATEGIA Y VENTAJA COMPETITIVA DEL SECTOR ELÉCTRICO
MEXICANO
La estrategia de una organización puede decirse simplemente que es el plan de
acción con el que la administración espera competir con éxito y obtener utilidades,
a partir de una caja de herramientas integrada de opciones. Formular la estrategia
representa el compromiso de la administración de emprender un conjunto particular
de acciones, a través de la cual la administración expresa que de entre las diversas
formas de conducirse y competir se selecciona una combinación particular de
planteamientos para llevar a la empresa en la dirección deseada, fortaleciendo su
posición en el mercado y su competitividad, y mejorando su desempeño.
El proceso de administración estratégica se compone de un conjunto
completo de compromisos, decisiones y acciones que requiere una empresa para
lograr una competitividad estratégica y obtener un rendimiento superior al promedio.
El primer paso de la empresa consiste en analizar tanto su entorno externo como el
interno para determinar cuáles son sus recursos, capacidades y competencias
centrales llamados insumos estratégicos, a partir de lo cual define su visión y su
misión y formula su estrategia. Con el fin de implementar esta estrategia la empresa
toma medidas para lograr la competitividad estratégica y obtener rendimientos
superiores al promedio (Thomson, Gamble, Peteraf, & Strickland, 2012).
La ventaja competitiva proviene de la capacidad para satisfacer las
necesidades de los consumidores con más eficacia, con productos o servicios que
los consumidores aprecien mucho, o con más eficiencia, a un menor costo.
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Satisfacer con mayor eficacia las necesidades de los consumidores se puede
traducir en la capacidad de pedir un precio más elevado, lo que puede elevar las
utilidades al generar mayores ingresos. La satisfacción de las necesidades de los
clientes con costos más eficientes se puede traducir en cobrar precios más bajos y
alcanzar mayores volúmenes de ventas, con lo que se incrementan las utilidades
por el lado de los ingresos y por el de los costos. Además, si la ventaja competitiva
de una empresa parece sustentable, tanto mejor para la estrategia y para la futura
rentabilidad de la compañía. Lo que hace que una ventaja competitiva sea
sustentable son los elementos de la estrategia que ofrecen a los compradores
razones duraderas para preferir los productos o servicios de una compañía sobre
los de sus competidores (Hitt, Ireland, & Hoskisson, 2008)
Según Cummings (2008) las tendencias futuras en la estrategia
principalmente corresponden respecto a la práctica a una orientación más dinámica,
más ágil, de respuesta inmediata, en contraste con la planeación y objetivos a largo
plazo que se establecían antes; hacer planeación desde todos los puntos de vista
en lugar de un análisis racional de arriba hacia abajo; en cuanto a la decisión
estratégica se dejan las decisiones individuales para pasar a las decisiones
colectivas. En cuanto a los procesos, se analizan en redes, más que en una
jerarquía; se deja a un lado la búsqueda de la eficiencia para la promoción del
aprendizaje; anteriormente se trataba de preparar el futuro, cuando ahora se trata
de aprovechar el aprendizaje del pasado y la experiencia. En cuanto a las personas
involucradas, el personal clave ya no son sólo los ejecutivos sino una banda más
ancha de personas de todos los niveles; quienes anteriormente solamente eran
consumidores de estrategia, pasan a ser quienes la producen.
La investigación innovadora, los cambios radicales en los entornos
competitivos y la incapacidad de los directivos para preverlos se nutren del área
estratégica para reenfocar sus recursos de manera que sean capaces de responder
a la realidad cambiante del entorno. Los factores que influyen en la competencia
modifican las fuentes de ventajas competitivas y la economía de distintos sectores
de manera imprevista. Es innegable que en todo proceso debe tenerse en cuenta el
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entorno, que se sabe que es cambiante y muchas veces de un modo caprichoso,
pero lo que ocurre en el entorno de las empresas da vertiginosos cambios en muy
breve espacio de tiempo. Estos cambios muestran a cada instante la necesidad de
adaptarse y modificar los paradigmas.
Entre los factores que influyen en el origen de la competencia, los cuales
modifican las fuentes de ventajas competitivas y hacen necesaria una seria
reconsideración, Prahalad y Hamel (1996) mencionan, entre otras: liberalización,
cambios estructurales, preocupaciones medioambientales, menor proteccionismo,
discontinuidades tecnológicas, surgimiento de los bloques de comercio y
competencia global.
La liberalización y privatización de las industrias influyen considerablemente
en la rentabilidad, competencia y oportunidades de mercado. Este punto de análisis
es muy importante actualmente en México, debido a la apertura a la inversión
privada, con lo que el Estado libera el control del sector para cederlo al mercado.
Habrá que estudiar la manera en que se van a generar las oportunidades de
mercado y la competencia y cómo influirán en el consumo de energía. Pues al
mercantilizar el sector, se corre el riesgo de que la demanda energética crezca en
forma desmedida y se deje de lado la sustentabilidad y la protección del ambiente.
Como consecuencia de lo anterior, están los cambios estructurales que en lo
general constituyen el paso de la centralización e integración vertical y jerárquica
hacia la descentralización y fragmentación dominado por las empresas, constituyen
otro aspecto que modifica las ventajas competitivas. Aunque en México se está
hablando de privatización del sector energético, por abrirse a la inversión privada,
lo cual constituiría ceder el control al sector empresarial, a nivel de gobierno se
puede vislumbrar la vuelta a las instituciones centralizadas, en las que el Estado
tomará el control, como lo hizo durante más de siete décadas.
En el caso de México, es necesario el diseño de rutinas, procedimientos,
sistemas y estructuras para lograr sugerir alguna aportación a las organizaciones
(e.g. Petróleos Mexicanos y Comisión Federal de Electricidad) que se encuentran
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dentro del paradigma funcionalista (De la Sierra Cuspinera, 2004), y que debería
llevarse al paradigma interpretativo manteniéndose así dentro del cambio regulado
pero buscando acercarse más a lo subjetivo y de cualesquiera otras empresas que
manejen los energéticos, buscando una fuerte influencia en los actuales hábitos de
consumo para poder modificarlos en pro del desarrollo sostenible y la gestión del
patrimonio de los mexicanos.
Otro de los factores que influyen considerablemente en la modificación del
entorno son las preocupaciones medioambientales. La sustentabilidad ambiental es
una restricción más para la industrialización y el avance voraz del capitalismo y la
sociedad de consumo, por lo que repercute considerablemente en las
organizaciones tanto públicas como privadas. Este es uno de los principales
argumentos para la reforma energética en México.
Las externalidades, o costos externos, relacionados con la salud y el medio
ambiente, que se derivan de la generación y el uso de la energía son importantes.
Otro reto son los efectos del cambio climático que produce importantes afectaciones
a la salud y otros sectores. Es urgente tomar acción para minimizar los riesgos del
cambio climático, principalmente a través de la reducción de gases de efecto
invernadero. Para todo esto es necesario cambiar los patrones de producción y
consumo. En la actualidad existe la meta de reducir las emisiones en un treinta por
ciento para el año 2020, del cual casi las dos terceras partes estarán a cargo del
sector energético (SENER, 2013).
Se debe considerar que las restricciones que había hacia el comercio global
se están extinguiendo poco a poco, con lo cual muchas empresas se ven obligadas
a mejorar su productos y servicios para ajustarse a los niveles que se exigen a nivel
mundial para alejarse de los ineficaces resultados que trae consigo el
proteccionismo por parte del Estado en diversos sectores, como el energético. Este
punto es de vital importancia para la reforma y la transición que conlleva para
México. Se debe estudiar cuidadosamente la manera en que, al privatizar y reducir
el proteccionismo del Estado, se lograrán mejorar los productos y servicios
relacionados con el sector energético.
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Las empresas que logran incorporar con éxito una robusta estrategia
energética encuentran un gran caudal de beneficios que además de incluir ahorros
significativos fortalece su línea base e incrementan la lealtad de sus clientes. Esto
por supuesto les proporciona una clara ventaja competitiva y disminuye
considerablemente su riesgo. Adicionalmente, una estrategia de reducción
energética es por lo general el punto de partida de los programas de sustentabilidad
(Deloitte, 2012).
La figura 1 muestra los aspectos primordiales en la elaboración de una
estrategia energética, lo cual se espera ver en PRODESEN 2017. Por un lado, en
la parte superior, se pueden ver los motivadores que conducen a elaborarla. En
contraparte, en la parte inferior están los beneficios de contar con esta estrategia.
En cuanto al precio en constante aumento de los energéticos se obtienen a cambio
ahorros considerables; en relación con la disponibilidad de los energéticos se ve
una ventaja competitiva; y por el lado de las regulaciones se obtiene una
disminución del riesgo.
Figura 1. Motivadores y beneficios de una estrategia energética
Fuente: Deloitte, 2012
Por lo que, diseñar una buena estrategia energética se trata de realizar lo
mismo usando menos energía e incluso más allá: hacer más con menos. Un edificio
verde puede reducir desde un 30% hasta un 50% el consumo de energía dentro de
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él, de acuerdo a estudios realizados por IBM, alcanzando así una reducción de sólo
15% en la energía utilizada en los edificios de todo el mundo (Deloitte, 2012).
IV. CONCLUSIONES
Considero que debido a la gran importancia que tiene el sector eléctrico para el país
es fácil caer en la creencia de que todas las decisiones que se tomen y los planes
que se elaboren al respecto son estratégicamente adecuados y que constituyen en
sí mismos una ventaja competitiva, sin embargo, por la misma razón no se puede
descuidar ningún detalle.
Durante varias décadas del siglo XX, el esquema de exclusividad estatal fue
el apropiado para integrar el sistema eléctrico nacional y ampliar su cobertura a todo
el territorio del país. La tecnología disponible y la escala de los proyectos requeridos,
así como las fuentes de inversión existentes, hicieron necesario que esta etapa del
crecimiento se diera a partir de la centralización de los instrumentos de desarrollo
de la industria eléctrica en el sector público.
En estas condiciones, el considerar a la electricidad como área estratégica a
cargo del Estado en forma exclusiva fue el sustento natural para la consolidación de
la infraestructura eléctrica nacional.
Los avances tecnológicos hacen posible la generación de energía de manera
económica en mini-plantas que utilizan pequeñas corrientes hidráulicas o eólicas, o
termales que usan basura o biomateriales como combustible. Estas alternativas de
generación son en sí mismas estrategias para mejorar la eficiencia del sector
eléctrico nacional y constituyen una ventaja competitiva, que además es
sustentable, pues busca una alternativa al agotamiento de recursos energéticos no
renovables y al basarse en fuentes renovables es perdurable.
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