Psicosis Infantil MARÍN Y AULAR

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UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
ESCUELA DE PSICOLOGÍA
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA CLÍNICA DINÁMICA
ESTUDIO PSICOLÓGICO II
PSICOSIS INFANTIL
Profesora: Adriana Paz Castillo
Alumna: Angélica Aular
Jenirée Marín
Mayo, 2012
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INDICE
I.
PSICOSIS INFANTIL DESDE LA PERSPECTIVA FREUDIANA
II.
PSICOSIS INFANTIL DESDE LA PERSPECTIVA KLEINIANA
III.
PSICOSIS INFANTIL DESDE LA PERSPECTIVA LACANIANA
IV.
PSICOSIS Y OTROS TRASTORNOS EN EL DSM-III Y DSM-III-R
V.
PSICOSIS INFANTIL Y AUTISMO
VI.
INVESTIGACIONES RECIENTES
VII.
CONCLUSIONES
VIII.
REFERENCIAS
IX.
ANEXOS
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INTRODUCCIÓN
El término psicosis infantil ha sido empleado por lo general dentro del lenguaje
psicoanalítico y desde diversas perspectivas (principalmente la psiquiatría) se
ha constituido como un elemento en torno al cual, a través de los años, se han
entablado múltiples discusiones respecto de su aplicabilidad y pertinencia. En
un brevísimo recuento histórico podemos decir que la psicosis infantil ha sido
equiparada y diferenciada por distintos autores y posturas teórico/prácticas de
otros “trastornos” tales como el autismo, la esquizofrenia y ciertos trastornos
del desarrollo.
Es de esta manera y conforme a ello que se presentan diversos planteamientos
a modo general en torno a dicho término, sus implicaciones, diferenciación en
cuanto al autismo y cómo se lo ha encontrado en terapia.
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I.
PSICOSIS INFANTIL DESDE LA PERSPECTIVA FREUDIANA
Barreira (2009), expone que en los trabajos de Freud acerca de la
psicosis fueron asistemáticos, en cuanto a sus características y estructura.
En 1984 la psicosis es considera una forma de defenderse ante un realidad
penosa o angustiosa, mientras que en 1924 ya habiendo desarrollado la
segunda tópica, contempla la psicosis como una estructura diferenciada de
las neurosis y las perversiones. Esto es afirmado por el mismo Freud
(1985/1924), cuando indica que en su concepción inicial de la psicosis era
un conflicto entre el yo y el mundo exterior, y aunque esto no deja de ser
cierto, a lo largo de las investigaciones se ha profundizado el tema, hasta
configurara una teoría más extensa en la cual la etiología de la psicosis es
la frustración, generada por el incumplimiento de deseos de la infancia. El
efecto patógeno de esta frustración que siempre es externa, aun cuando en
ocasiones provenga del superyó, el cual es colocado en el exterior,
depende de cómo reaccione el yo ante la misma, si se subordina al mundo
exterior o al ello. Es necesario tener en cuenta que el superyó también está
presente reuniendo influencias tanto del ello como del mundo exterior y
formando un ideal donde se reúnen todas las subordinaciones.
Alrededor de 1914 Freud habla de la parafrenia, como manera de
suplantar el término demencia precoz, y que refiere al éxito de la represión
y a la fijación al autoerotismo, y que se caracteriza por alucinaciones, y
estereotipias verbales y motoras que buscan restablecer la libido en los
objetos. Siendo esta la aproximación más clara de Freud a la psicosis
infantil.
Freud (1985/1914) explica que los parafrenicos muestran dos rasgos
principales, el delirio de grandeza y la indiferencia ante el mundo externo,
este último rasgo parece dar cuenta de un retiro de la libido de las
personas y objetos del mundo exterior, sin remplazarlas en la fantasía
como hace los neuróticos. Esta libido retraída se coloca en parte en el yo,
lo que genera los delirios de grandeza, se trata de un narcisismo por
replegamiento de la libido.
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II.
PSICOSIS INFANTIL DESDE LA PERSPECTIVA KLEINIANA
La hipótesis central Kleiniana plantea que si bien lo psíquico nace de
lo instintivo (particularmente el “instinto” de muerte y sus derivados), su
expresión máxima se da en la fantasía. En esta se muestran las relaciones
que el Yo infantil mantiene con sus objetos internos y que, en lo sucesivo,
determinara como serán las relaciones con los objetos externos.
Ahora bien, dicha fantasía tiene un carácter preponderantemente
destructivo, dadas la presencia del impulso de muerte y un superyó muy
sádico que aumenta la carga de ansiedad generando la necesidad de la
formación de ciertas defensas específicas. Todo esto va a influir en las
relaciones previamente mencionadas (con objetos tanto internos como
externos), marcando así dos posiciones básicas: la esquizoparanoide y la
depresiva. A partir de allí se van a conformar dos núcleos de la psique que
dependerán de rasgos de carácter y conductas particulares mediante los
cuales se controlan y resuelven las ansiedades.
En este sentido, la ansiedad va a ser producto del temor a la
retaliación dado el sadismo infantil presente. De esta manera, los objetos
atacados se convierten en objetos vengadores tanto desde afuera (objeto
malo externo) como desde dentro (objeto malo interno, que será el primer
núcleo del superyó). El niño asume que será tratado por los objetos
externos de la misma manera sádica en la cual él se comporta con ellos.
En la posición esquizoparanoide, características de los primeros años
de vida, está caracterizada por el no reconocimiento por parte del bebé del
objeto total (la madre como una persona) sino que por vía de la escisión
crea dos objetos parciales: uno bueno y uno malo (excepto en casos
patológicos donde hay más). Dicho mecanismo de escisión se conforma
como una defensa precoz que será acompañada por la identificación
proyectiva, la negación mágica omnipotente y la idealización (SánchezBarranco y Vallejo, 2004).
De esta manera, el conflicto intrapsíquico es el producto de la lucha
entre pulsiones de amor y odio respecto de los objetos. En cada una de las
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posiciones se dan deseos, ansiedades y defensas particulares que paso a
fantasías específicas en las cuales quedan expresadas distintas conflictivas
tanto
de
los
objetos
internos
como
externos.
En
la
posición
esquizoparanoide es especialmente relevante la proyección de los
impulsos “malos” o destructivos en objetos externos a la vez que se los
introyecta al tiempo que las relaciones con estos están altamente cargadas
por la fantasía. Es menester la integración tanto de los fantasmas internos
como externos en pro de dar paso a la posición depresiva (más avanzada
en el desarrollo).
Como bien es sabido, una de las características más importantes de
la posición depresiva es que en la misma hay un proceso de integración (ya
no escisión defensiva entre lo externo y lo interno), la elaboración del duelo
consecuente al desmantelamiento parcial de la idealización y la negación
mágica omnipotente, al tiempo que se da paso a la simbolización que ira de
la mano a un fantasear “menos infantil y más realista”. Esto implica la
elaboración del duelo por aquel objeto perdido y la sustitución de éste por
vía de la simbolización a través de otros objetos.
Esta posición depresiva que implica el estado de duelo por la pérdida
del objeto es manejada por medio de defensas que en principio son
maníacas (triunfo, control omnipotente y desprecio por las relaciones con el
objeto). Sin embargo, junto a tales defensas actúa la reparación que va a
permitir la reconstrucción y superación de tal posición. De lo contrario, se
produce una regresión a la posición esquizoparanoide a partir de lo cual se
explica la aparición de una psicosis (caracterizada por el funcionamiento de
esta etapa donde la estructura psíquica es precoz, no hay simbolización y
la relación con lo interno y lo externo se da como comercio entre ambas
instancias de manera indiferenciada). Esto puede ocurrir en cualquier
momento de la vida bajo la forma de una psicosis esquizofrénica o una
psicosis maniaco-depresiva.
Finalmente, esta es descrita como una psicosis simbiótica donde hay
una relación simbiótica madre-hijo que no progresa. Conforme a ello, la
representación mental de la madre va a permanecer inseparable del sí
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mismo o va a fusionarse progresivamente a este; ello ocurre porque el niño
desea mantener la ilusión de omnipotencia mediante dicha fusión
simbiótica con la madre para, de este modo, alejar sus propias reacciones
de pánico ante la amenaza o peligro inminente de separación de la misma.
III.
PSICOSIS INFANTIL DESDE LA PERSPECTIVA LACANIANA
La psicoanalista de corte lacaniano Coriat (1995), afirma que tanto en
el ámbito psicoanalítico como en el clínico, desde que se comenzó a
estudiar la mente humana, y las enfermedades de la misma, la
configuración del campo ocurrió desde la visión del adulto. En el caso
especifico de la psicosis sucedió lo mismo se formo el campo según las
características de los adultos, luego se esperaba hacer a los niños entrara
en el mismo molde.
En el caso de los niños, la psicosis ocurre de manera diferente, aun
cuando mantiene una gran semejanza con la que se presenta en el adulto.
Coriat (1995) señala como el principal factor diferencial, es el carácter de
irreversibilidad; cuando se diagnostica a un sujeto con psicosis se
considera que la misma es irreversible, estos significantes, irreversibilidad y
psicosis, están fuertemente ligados. En el caso del adulto esta unión de
significantes se mantiene, mientras que en los niños esto no sucede, la
psicosis infantil puede remitir hasta no dejar huellas en la estructura del
sujeto, aunque esto no siempre ocurre.
Se considera que la pubertad es la línea divisoria entre una psicosis
infantil y un psicosis (adulta), debido a que como señala Freud, en esta
etapa se termina de configurara la estructura del sujeto.
Desde la visión lacaniana, el origen de la psicosis, tanto en niños
como en adulto, está relacionado con el Nombre del Padre. El Nombre del
Padre se va inscribiendo en el niño con cada experiencia de separación y
se vuelve el determinante primordial cuando el niño se apodere de la
palabra. El sujeto debe haberse introducido en el estadio del espejo, lo que
le da la noción de no ser uno con el mundo, ni con la madre. Dicha noción
permite al otro con minúscula ingresar haciendo el corte de la Ley, es decir,
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la función paterna va dejando una marca de corte con cada vivencia de
alejamiento o ausencia, pero esta marca aun no es un significante, para
esto es necesario que el individuo lo inserte en su historia, y esto sucede
con la ayuda del deseo sexual y es cuando entra por primera vez la Ley.
Cada uno de estos pasos son necesarios para que ocurra la
internalización de este determinante primordial, en caso de que se presente
cualquier irregularidad en los mismos, ocurre la forclusión del Nombre del
Padre, lo que es el cimiento de la psicosis, esto provoca que no se anuden
de manera correcta lo real, simbólico e imaginario.
Coriat (1995), realiza un señalamiento acerca de un tema, que es
compartida por los psiquiatras y que reafirma Lacan (1958), se trata de que
debido a que esta psicosis son curables, y más que esto es posible
modificar la estructura del sujeto y que las características psicóticas en
cuanto al modo de relacionarse, o mejor dicho no relacionarse con el Otro,
pueden cambiar, siempre que se escriba lo no escrito, lo que es realizable
hasta cierta edad como se menciono antes.
Lacan (1958) enfatiza que el conflicto en la psicosis no es la pérdida
de la realidad sino, la sustitución que ocurre en el discurso, y en
consecuencia asevera que el estado terminal en la psicosis no siempre es
un estado caótico. Respecto a este tema Gutiérrez (1995), expone que la
estructura psicótica favorece recursos, como la suplencia y la creación de
un delirio, que puede ayudar a retrasar o detener el desencadenamiento o
para estabilizar la psicosis clínica.
IV.
PSICOSIS INFANTIL Y AUTISMO
Uno de los psicoanalistas pioneros en la distinción entre
autismo
y
psicosis, así como también en consideraciones harto relevantes respecto
del uso clínico de tales términos de maneras erradas fue Lacan. Analistas
siguientes (como Laurent, 1999) resaltan el tema de la presencia de
alucinaciones en el niño autista; de esta manera, la “falta de atención”
hacia quien lo llama ya no sería vista como una pérdida del contacto
afectivo con la realidad exterior sino como una inmersión en lo real. Esto
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ocurre porque para el niño la voz alucinada en sí ya es una respuesta; en
otras palabras: el niño se escucha a sí mismo.
Ahora bien, esto da cuenta de una “alucinación verbal” que pone de
relieve una relación alucinada al lenguaje, alucinación negativa por demás.
Para explicar ello de mejor manera, Lacan plantea el término fenómeno
elemental a partir de De Clérambault y el automatismo mental que va de la
mano con el recorte del discurso corriente. Conforme a ello, para Lacan el
fenómeno elemental vendrá a ser un modo particular de articulación del
sujeto con el significante desligado de la cadena. Ello rompe con el criterio
de que lo que es pensado debería ser lo comprensible; en este caso dicho
significante se encuentra por fuera o externo al campo del yo, es anideico
(Chamorro, 2003). En este sentido, una característica muy particular de la
psicosis tiene que ver con la no conformidad de los fenómenos
presentados respecto de una sucesión de ideas (Miller, 2005; Belaga,
2007).
Desde una perspectiva psiquiátrica, Belaga apunta que en la década
de los 40’ Kanner acuña el término de “autismo infantil precoz” a la
condición de extremo repliegue que mostraban niños desde la infancia
temprana; ello va en concordancia con los planteamientos de Bleuler, quien
describe la alteración del contacto afectivo características de las
esquizofrenias (substitutivas de la llamada demencia precoz) bajo el
término “autismo”. De esta manera, dentro de las corrientes psicoanalíticas
y de psiquiatría dinámica en Estados Unidos durante estos años se formula
al autismo como una “pérdida del contacto con la realidad que entraña
como consecuencia una imposibilidad o una gran dificultad para
comunicarse con los demás”. Sin embargo, no queda claro el estatus de
autismo como síntoma, síndrome, estructura o entidad nosológica
autónoma (cuestión que para muchos sigue en discusión aún en nuestros
días).
Tal
como
se
puede
observar,
dentro
de
la
tradición
analítica/psiquiátrica que da vida y forma al término autismo acuñado a las
psicosis infantiles se hace una reformulación de la mentalidad diagnóstica,
a partir de lo cual se inicia el cambio en la visión de “demencias precoces y
precocísimas” ligadas a la esquizofrenia y a un déficit neurológico
10
específico, tomando como referente los planteamientos kleinianos respecto
de las posiciones esquizoparanoide y depresiva como normales en la
evolución del lactante. Posteriormente, con la aparición del DSM III la idea
de
un
“desarrollo atípico” se va desconectando de la concepción de la psicosis en
el adulto.
Cabe destacar además, que durante los años 40 y 50, en la
psiquiatría norteamericana se intento condensar lo referente al autismo y a
la psicosis infantil en la llamada “esquizofrenia infantil”, caracterizada por
una pérdida de contacto con la realidad, pensamiento autístico, regresión y
disociación (afectiva y entre el lenguaje como signo y como función). Para
autores como Bender, mientras tanto, esta esquizofrenia era determinada
por una encefalopatía; además, relega el carácter y pensamiento autista
destacado por otros autores y plantea más una conducta patológicamente
invasiva. Esta vendría a ser una diferencia radical en cuanto al autismo en
tanto en este, el Yo del niño la madre como entidad separada no sería
nunca objeto de catexis, no es representativa de la realidad exterior.
Posteriormente, de la mano a un nuevo paradigma y planteamientos
de autores como Rutter, con la publicación del DSM III y DSM III R se
incluye al ahora denominado Trastorno Autista como un trastorno del
desarrollo. Aparecen también el Trastorno del Rett (que afecta solo a niñas
con microcefalia), el Trastorno Desintegrativo Infantil (que algunos autores
posteriores relacionaron a la psicosis infantil) y el Trastorno de Asperger
(que habría sido descrito previamente como psicopatía autística tomando
los planteamientos de Kanner como base).
Ahora bien, desde una perspectiva Lacaniana, tanto las psicosis
infantiles de presentación “autista” como la esquizofrenia se da cuenta de
estar atrapado en lalengua (donde la elucubración del lenguaje no es
posible así como tampoco hay un discurso establecido). Cabe acotar que
tanto para Lacan como para Miller la estructura del automatismo mental ya
previamente descrito, es lo normal. De allí proviene la concepción del niño
autista y el niño psicótico como un infante que “se escucha a sí mismo” en
su alucinación verbal. Desde esta perspectiva, el niño autista ha sido
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vinculado más directamente con una vertiente de la esquizofrenia (Miller,
2005).
V.
PSICOTERAPIA Y PSICOSIS INFANTIL
Una de las pioneras en cuanto al tratamiento de las psicosis en niños
fue Melanie Klein, es por ello que se tomaran como base sus
planteamientos para el desarrollo de ciertas precisiones respecto del tema.
Lo primero que cabe destacar es que desde el punto de vista
psiquiátrico en cuanto a la psicosis se toma como punto central la relación
que entabla la persona con la realidad. Sin embargo, esta realidad está
pensada y es evaluada desde el punto de vista del adulto normal,
ignorando muchas veces el hecho de que los fundamentos con la realidad
durante la temprana infancia son sustancialmente diferentes.
En
este
sentido,
el
análisis
de
niños
pequeños
(entre 2 y 5 años, por ejemplo), ha mostrado cómo es que para estos al
principio la realidad externa es principalmente un reflejo de su propia vida
instintiva. Klein (1930) afirma que en la primera realidad del niño el mundo
es un pecho y un vientre lleno de objetos peligrosos (esto a causa del
impulso del propio niño a atacarlos-lo que nos remite a la identificación
proyectiva de la que se habló previamente-). Así pues, en tanto que el
curso normal del desarrollo del yo es evaluar gradualmente los objetos
externos mediante una escala “realista” de valores, para el psicótico, el
mundo es valorado en este nivel original; es decir, es todavía un vientre
poblado de objetos peligrosos, de modo tal que las agrupaciones
principales en la psicosis corresponden a las defensas contra las
principales fases de desarrollo del sadismo.
Cabe destacar, además, que los rasgos característicos que
determinan el diagnóstico de una psicosis en general son distintos de los
de una psicosis infantil pese a la existencia de semejanzas sumamente
estrechas. En cuanto a la psicosis infantil, se puede decir que el rasgos
más característico a observar es una detención o fijación en los sistemas
de fantasía característicos de una posición que antecede a la esperada
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para la edad (por lo general la esquizoparanoide); esto clínicamente implica
una detención en el desarrollo. Si bien es cierto que desde esta perspectiva
la fijación solo se detecta mediante el análisis, Klein resalta la apreciación
inadecuada
que
se
tiende
a
tener
respecto
de
los
resultados
proporcionados por algunas pruebas clínicas de retardo.
Conforme a ello, es frecuente que muchos casos de psicosis infantil
sean tratados bajo el nombre de una “detención en el desarrollo”, “estado
psicopático” o “tendencia asocial”, todo ello gracias al tiempo que conlleva
el diagnóstico de una esquizofrenia. En este caso, sin embargo, ocurre que
muchas características de la misma son elementos normales en el
desarrollo de un niño (a saber: conducta tonta, charla sin sentido, marcado
apartamiento
de
la
realidad,
exceso
de
actividad
y
movimiento
estereotipado, obediencia automática, conducta negativista y angustia
fóbica. Sobre todo en estos últimos componentes cabe destacar que se
pueden prestar a confusión ahora precisamente por considerarles
normales.
Aún así, es de suma relevancia destacar que nada de esto implica
necesariamente una señal de alarma. De hecho, Klein destaca que por lo
general más a menudo que psicosis se encuentran rasgos psicóticos que
en condiciones desfavorables podrían llevar a la enfermedad en una fase
posterior de la vida más avanzada.
Es igualmente importante destacar que en los casos de psicosis
existe un miedo y temor abrumados por lo general ligados a una fobia
como forma defensiva. En otros casos, se encuentran niños que se
relacionan directamente con la fantasía y acaban por excluir por completo
la realidad; estos niños no asumen ninguna frustración ya que las mismas
los conectan a la realidad por lo que son considerablemente incapaces de
concentrarse en cualquier actividad que implica contacto de algún tipo con
la misma. Finalmente, conforme a todo lo expresado, la psicosis infantil no
necesariamente implica de manera lineal la aparición de una psicosis en la
adultez sino que puede ser superada con la ayuda del análisis y la
psicoterapia de conformidad con otros elementos sociales y familiares
relevantes.
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VI.
INVESTIGACIONES RECIENTES
Psicosis Infantil: el juego de la presencia – ausencia
María Antonieta de Miguel (2009) realiza en este artículo una
interesante conjunción de la visión Freudiana y Lacaniana de la psicosis
infantil, y cómo desde esta última es trabajada en terapia.
Para hablar de la psicosis infantil es necesario primero entender que
es un niño, o en este caso que es un niño desde la perspectiva
psicoanalítica. La autora considera que tanto Freud como Lacan tienen una
visión parecida, el niño es el primero en cuestionar su narcisismo, en notar
la falta que genera la ausencia del otro, además de la falta que puede
generar en el otro cuando fantasea en faltarle.
La falta, tanto la propia como la del Otro es el eje de sus sueños,
pesadillas, fantasías, juegos y muchos cuentos. Éste pensarse en falta es
necesario para la constitución de sujeto, y la imposibilidad del psicótico.
En el juego y en la repetición incesante del mismo el niño busca un
espacio separado para representar la separación del otro una y otra vez,
este recurso no lo tiene un niño psicótico. Un sujeto con psicosis infantil no
juega con su ausencia como lo hace un neurótico, debido a que la
presencia del Otro le genera una gran indiferencia o un gran horror, en su
historia infantil no se encuentra un momento de contacto con la falta, o
donde se erotice el cuerpo y se busque en el Otro la completud. Por lo que
resulta un elemento diagnostico,
La psicosis en una enfermedad que supone la ruptura del la conexión
con el Otro, la línea que trasmite el deseo se ha cortado, el lenguaje que la
moviliza está altamente deteriorado. Todo niño es marcado por el lenguaje,
lo que lo conduce a la simbolización, en el caso del psicótico esta
simbolización es imposible, esta es la raíz o el quiebre del sujeto psicótico,
y el obstáculo que debe superar el clínico para lograr escucharlo. Por ende
Lacan asevera que el lenguaje no sólo es la causa sino también la cura.
En la cura de una psicosis infantil mediante la palabra, el analista
busca separa lo real de lo simbólico, busca generar en el niño la necesidad
de lo simbólico: la pérdida, esto se da por la presencia del analista de
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manera real y en la palabra, por la manera en que éste se da, la
regularidad de dicha presencia, la mirada que coloca en el niño, la posición
del que enunciación la ley.
Los niños psicóticos y el aprendizaje
Por lo general los niños con algún tipo de psicosis suelen presentar
dificultades en el aprendizaje, pero en ocasiones la dificultad se encuentra
en demostrara lo conocimientos. Con estos niños se implementas técnicas
especiales para ayudarlos, pero muchas de estas parecen no funcionar por
lo cual Arias (1995), señala que hacen falta técnicas y métodos nuevos.
Estos alumnos presentan una serie de características particulares,
primero la autora se refiere al sujeto, a estos niños hay que tomarlos en
cuenta ya sea hablándole o escuchándole, prestando atención a sus
demandas, aun cuando no se entienda lo que dice. Los adultos debe tener
una actitud de comprensión, y que a pesar de que no entiendan lo que el
niño le dice, o porque hace algo, él está queriendo decir algo. Esto resulta
de suma importancia debido a que el lenguaje afecta al sujeto.
Otra característica es acerca del saber, con estos alumnos ellos son
los que poseen el saber, el saber inconsciente de cómo
trabajar y
manejarse, el profesor debe tomar la posición de no saber, y cometer
errores para darle a entender al niño que se puede cometer errores sin
problemas y que de esta manera el puede enseñar lo que sabe.
La alienación y separación son los dos tiempos de la configuración del
sujeto, que el caso de los psicóticos no está presente en lo simbólico sino
en lo real. Otro concepto a considerara es el otro persecutorio, los adultos
deben estar en el rol del otro acogedor, por que el niño puede sentir temor
y cerrarse o ser agresivo. Por último nos topamos con el cuerpo, con el
cual estos sujetos presentan dificultades, el psicótico tiene el cuerpo
fragmentado, pero también hay casos en que los problemas son de
lateralidad y orientación espacial.
Arias (1995), concluye que el psicoanálisis puede aportar mucho a la
enseñanza de niños con estructura psicótica.
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VII.
CONCLUSIONES
La psicosis infantil sigue siendo en la actualidad un tema que genera
muchas dudas y preguntas, tanto acerca de su etiología, como de su
diagnostico, y si es plausible o no usarlo en niños, en pleno desarrollo.
Todo esto es debido a que diferentes representantes del campo
psicológico, lo perciben de distintas formas, siendo parte de una misma
escuela, posición o paradigma. Además muchos de los términos son
utilizados
indiscriminadamente,
tales
como
autista,
esquizofrénico,
psicótico, parafrenico, entre otros.
El psicoanálisis en sus distintas vertientes ha buscado dilucidar con la
causa de la psicosis infantil, aunque todavía se discute si este es el término
más apropiado para describirlo. En general las tres visiones presentadas
tienen varias similitudes en
cuanto a la etiología y las características
conductuales que se observan, tales como que su origen está en la primera
infancia, que algo trunca la conexión con el otro, lo que cada uno explica en
sus propios términos, sin embargo parecido.
La diferenciación de la psicosis infantil con otros trastornos con lo cual
se los confunde en complicada, esto porque hay autores que señalas que
se debería hacer referencia a las psicosis, y congregar distintos trastornos
dentro de esta área, mientras otros consideran que hay que separarlos.
La búsqueda de un mejor entendimiento de la psicosis infantil, permite
ayudar a estos niños en diferentes ámbitos, educando a las personas que
se relacionan y está en constante interacción con ellos, tales como las
maestras, los padres y el resto de la familia. Además de generar nuevas
maneras de intervenir, para controlarla o para evitar que se desencadene.
16
VIII.
REFERENCIAS
Arias, B. (1995). Los niños psicóticos y el aprendizaje. Artículo presentado en la
Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis, Buenos Aires, Argentina.
Belaga, G. (2007). Las Psicosis infantiles: del “autismo” a la psicotización.
Revista Digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana [Versión
electrónica] (16), p. 3-15.
Barreira, I. (2009). Schopenhauer y Freud. Buenos Aires, Argentina: Ediciones
el Signo.
Chamorro, J. (2003). Las 10 lecciones de la psicosis para el psicoanálisis.
Recuperado
el
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mayo
de
2012,
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http://psicanalises.blogspot.com/2004_06_01_archive.html
Coriat, E. (1995). Las Psicosis y Los Niños. Artículo presentado en la Reunión
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Freud, S. (1985). Introducción al narcisismo. En J. Etcheverry (Traduc.), Obras
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Freud, S. (1985). Neurosis y Psicosis. En J. Etcheverry (Traduc.), Obras
completas: Sigmund Freud (Vol. 19, pp. 38 -39). Buenos Aires,
Argentina: Amorrortu. (Trabajo originl publicado en 1924).
Gutiérrez, N. (1995). Arte, angustia y psicosis infantiles. Artículo presentado en
la Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis, Buenos Aires, Argentina.
Lacan, J. (1985). De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la
psicosis. En J. Lacan (Ed.), Escritos 2 (pp. 3 -21). Buenos Aires,
Argentina: Siglo XXI.
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2012,
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http://www.tuanalista.com/Melanie-Klein/9235/La-
Psicoterapia-de-las-Psicosis-(1930)-pag.3.htm
Laurent, E. (1999). La psicosis en el niño en la enseñanza de Lacan. Buenos
Aires, Argentina: Colección Diva.
Miller, J. (2005). El saber delirante. Buenos Aires, Argentina: Paidos.
17
Miguel, M. (2009). Psicosis Infantil: el juego de la presencia – ausencia. Boletín
da Asociación Galega de Saúde Mental,(48-49), 417 -427.
Sánchez-Barranco, A. y Vallejo, R. (2004). Melanie Klein, una princesa que
creó su propio reino. Revista de la Asociación Española de
Neuropsiquiatría (91), p. 117-136.
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