LAS MEDICINAS COMPLEMENTARIAS EN EL CONTEXTO DE LA NUEVA CULTURA Transcripción de la conferencia realizada por el doctor Jorge Carvajal el 4 de abril de 2002 en el Auditorio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. Fue presentada esta charla en el Foro de la Cátedra abierta, dedicada al análisis de la Reforma de los sistemas de salud en el mundo. Desde el punto de vista de los sistemas médicos, primero tendríamos que hacer un punto de referencia diciendo que nos tenemos que poner de acuerdo en los términos medicina, salud, enfermedad, sistema médico, sistema de salud, porque frecuentemente cuando nos referimos a estas cosas estamos hablando de tópicos totalmente diferentes. Casi siempre nosotros pensamos que un sistema médico es el sistema de los médicos y por eso nuestros sistemas médicos son sistemas medicalizados, centralizados más o menos reducidos a la academia pero totalmente descontextualizados de la cultura, es decir son sistemas sin vigencia social. Yo querría empezar esta pequeña exposición diciendo que un sistema médico es básicamente un sistema de creencias, la ciencia también es una manera de ver el mundo, es un modelo para comprender el mundo, pero no es el mundo, es una estrategia de lectura de la naturaleza pero no es la naturaleza. Un sistema médico es una estrategia de supervivencia de una cultura y como tal no lo podemos reducir al sistema de la medicina occidental. Hay muchos sistemas médicos tan efectivos como el sistema occidental, que parten de una visión totalmente diferente del mundo no opuesta sino complementaria, diferente, de tal manera que en el sistema médico está involucrada nuestra visión del mundo, cómo vemos el mundo. Y vemos el mundo como somos, nosotros vemos el mundo como nosotros somos. Lo podemos ver desde la perspectiva de la ciencia, pero alguien lo puede ver desde la perspectiva del arte, muchos médicos son más artistas que científicos, muchos médicos son más científicos que artistas, generalmente todos los médicos queramos o no somos artistas y científicos al mismo tiempo y otros un poquito filósofos, de tal manera que estamos viendo que si en la medicina no involucramos una visión del mundo con su filosofía, con el arte, con la academia, con la visión científica, pues realmente estamos haciendo una medicina disociada, una medicina esquizofrénica. Toda esta aventura de lo que yo llamo medicinas complementarias, yo no creo que existan medicinas complementarias, y un paréntesis mayor y hago una afirmación, las medicinas alternativas son un cuento chino, no existen y hago una afirmación mayor, existe una medicina con cuerpo y alma dirigida al cuerpo, la energía, las emociones, el pensamiento, a nuestra realidad biopsicosocial y esa medicina es una medicina integrativa, para que una medicina sea medicina debe integrar porque el hombre no se puede disociar. Lo que llamamos las medicinas alternativas son simplemente un esfuerzo de integrar otras visiones del mundo, al paradigma dominante en occidente que es el de la medicina occidental y ese esfuerzo integrativo nos da lo que en este momento llamamos medicinas integrativas. ¿Quiénes hacen medicinas alternativas en el mundo? Los médicos, los médicos clásicos. El 50% de los médicos americanos utilizan "medicinas alternativas". ¿Por qué se da este tipo de matrimonio extraño entre la razón y algunas cosas aparentemente sutiles o sin razón por lo menos poco conocidas desde el punto de vista académico? Porque están integradas en la cultura, porque están integradas en la visión del mundo de nuestra gente. Entonces partamos de un primer principio: las medicinas alternativas son ejercidas en el mundo de hoy por médicos clásicos, entonces no son alternativas. De un segundo principio: las medicinas alternativas no son marginales. ¿Porque no son marginales? Si revisamos las estadísticas más recientes en el mundo nos damos cuenta de algunas cosas. En una reciente encuesta en los EE.UU. dirigida por los Institutos Nacionales de Salud, se encuentra algo que es muy especial. La mayoría de los usuarios de las "medicinas complementarias o alternativas" están en el grupo de población de los veinticinco a cuarenta años, el grupo económicamente activo y de mayor nivel educacional, de tal manera que no es un fenómeno marginal, son las personas más vigentes académica y económicamente en un sistema, los usuarios de las medicinas complementarias, porque de pronto creemos que esta es una casita por allá de locos o una casita marginal fuera de la academia, no es cierto. Cuando miramos el caso de una las medicinas alternativas cojamos la acupuntura por ejemplo, en este momento hay más de 12.000 acupuntores certificados en los EE.UU., es decir con derecho a ejercer legalmente y de esos acupuntores la mayoría son médicos. Pero si nos remontáramos en la historia nos encontraríamos con cosas como estas, en el año 1900 en EE.UU. existían veintidós hospitales homeopáticos y más del 15% de los médicos americanos practicaban la homeopatía. Si nos avanzamos en el tiempo y miramos en este momento qué es la homeopatía en los EE.UU. nos encontramos que los medicamentos homeopáticos están aceptados y reglamentados por la FDA que regula su producción y su fabricación. Si vamos un poquito a Europa y nos vamos a países que no están en la edad media como Francia y Alemania, y vamos por una calle de Francia o de Alemania nos encontramos que la mitad de las farmacias en Francia o en Alemania son homeopáticas. ¿Por qué? ¿Porque están loquitos? No, ese es un sistema vigente legalmente, independiente lo comprendamos o no a la luz de nuestra ciencia y de nuestro paradigma. Aquello que no comprendemos no lo podemos catalogar como de irreal, el mundo de la realidad trasciende con mucho del mundo de nuestra comprensión. Si regresáramos aún más en el tiempo pongamos el año 1849 y vámonos a Ohio una epidemia de cólera una buena parte de la población fue tratada por medio de técnicas y de procedimientos homeopáticos. Cuando posteriormente se hacen las estadísticas y los estudios de la mortalidad a raíz de esa epidemia de cólera nos encontramos algo sorprendente, aquellos que fueron tratados homeopáticamente tuvieron un 3% de mortalidad, la mortalidad con el abordaje clásico osciló entre el 40 y el 70%. Es una visión de mundos, sí pero frecuentemente es también la diferencia entre la vida y la muerte. Cuando yo estuve en Viena estudiando acupuntura me sorprendían unas agujas inmensas largas que de sólo verlas asustaban, empecé a encontrar cómo los síndromes de malabsorción eran tratados con una aguja subdérmica que iba a lo largo del reborde externo de la tibia entre los puntos que llaman el 36 y el 37 de estómago, le pregunto al doctor Johaness Bishko que era le director del departamento de acupuntura, sobre el origen de la técnica y me dice: esto fue lo que durante siglos utilizaron los acupuntores chinos con excelentes resultados en las epidemias de cólera. Cuando yo estaba haciendo (porque de lo que se trata es de la vigencia) la medicatura rural en el Chocó, obviamente allá no tenia medicamentos, no tenía exámenes de laboratorio, no tenía a nada más que recurrir que a la relación médico-paciente y algunas cosas alternativas, empecé a utilizar esa técnica de 36 a 37 de estómago sumados con otros puntos, en los síndromes de malabsorción y para mi gran sorpresa con excelente respuesta. Miramos entonces que hay cosas que tienen vigencia, y la vigencia trasciende nuestra concepción de las estadísticas, una cosa es vigente socialmente porque es socialmente usada, y es socialmente usada porque tiene un significado y lo significativo también opera como un medicamento. Yo no me tomo solamente el medicamento en la relación médico-paciente, yo me estoy introduciendo en el mundo de lo significativo, ese el mundo de los significados, que también repercute sobre nuestra vida. Lo que para nosotros significa la enfermedad, el dolor, la muerte, está determinando también el pronóstico de nuestras enfermedades. Y empezamos a reconocer algo que yo llamo el mínimo común denominador ¿Cuál es el más grande de los indicadores de salud? ¿El más grande predictor de morbimortalidad en todos los estudios? Es la imagen que nosotros tenemos de nosotros, es lo que creemos de nosotros, es lo que pensamos de nuestra enfermedad. Ese pensamiento está involucrado en nuestros patrones de personalidad, en nuestras moléculas, en nuestros neuropéptidos, en nuestros neurotransmisores y están modificando nuestra fisiología. Hay un grupo de estudios que a mí me llaman la atención, fueron realizados por la universidad de Harvard hace más de cuarenta años por estudiantes de medicina. Son estudios prospectivos en los cuales se investiga el perfil psicológico de los estudiantes y se decide definir el modelo de afrontamiento que ellos tienen de la vida, es un modelo de afrontamiento positivo optimista o negativista y pesimista. Eso se reduce o resume en preguntas como: ¿Cómo es su salud, es buena, es regular o es mala?, ¿Usted qué piensa de sí mismo, es usted feliz o infeliz?, ¿Usted qué opina de su futuro? ¿Es un futuro brillante promisorio o es un futuro oscuro? Pues bien cuando se clasifican los estudiantes en dos tipos, los de afrontamiento maduro y los de afrontamiento inmaduro, los de afrontamiento inmaduro sienten que no tienen un contexto relacional adecuado y que el mundo les genera impotencia y los estudiamos cuarenta años después a ver qué ha pasado con ellos y nos encontramos algo que es realmente sorprendente y eso que los estudiantes con afrontamiento inmaduro tuvieron una tasa de morbimortalidad por todas las causas tres a cuatro veces superiores a los estudiantes que tenían afrontamiento maduro. Pero vámonos a una unidad de cuidados intensivos y tratemos de determinar cuáles son los pacientes que se mejoran o salen satisfactoriamente de una cirugía de bypass, de una complicación coronaria; hacemos todos los estudios, las estadísticas y además de eso le hacemos un pregunta a la gente, una pregunta aparentemente desconectada de todo esto, ¿Usted se siente querido por su mujer?, pues bien el que se sienta querido por su mujer tiene tres veces menos posibilidad de complicaciones independientemente de todos los otros detalles. Otra pregunta fundamental: ¿Está feliz con lo que hace?, ¿Está feliz con su trabajo? Porque si usted está infeliz con su trabajo tiene un riesgo de infarto mucho más alto. Si queremos averiguar quiénes se van a morir por ejemplo entre la sexta y la séptima podemos hacer un pool de exámenes de laboratorio, todas las investigaciones, un chequeo ejecutivo completo o hacer una simple pregunta ¿Y usted qué piensa de sí mismo? ¿Está contento con lo que es y con lo que hace? Esa pregunta tiene un valor de predicción sobre la mortalidad de la próxima década mucho más grande que todos los exámenes de laboratorio de tal manera que estamos llegando a un mínimo común denominador: la conciencia. Qué sentimos y pensamos, de nosotros mismos, porque ese pensar-sentir que determina la consciencia de si está determinando la calidad de nuestras vidas y en consecuencia nuestro nivel de salud. ¿Y por qué la gente consulta los médicos alternativos? ¿Por qué en un mundo donde la diosa razón se ha impuesto hay tanto “irracional suelto consultando loquitos y médicos alternativos” y tanta gente que pone imanes y gente que pone agujas y gente que ora y hace sanación espiritual y habla de la conciencia y de sanaciones a distancias y tienen grupos de sanación y hacen cromoterapia y cosas no científicamente constatadas? ¿Qué es lo que está ocurriendo? Recurramos de nuevo a las estadísticas, en las que podemos esbozar algunas de las respuestas. Yo era uno de los que pensaba que la gente iba a consultar a los llamados médicos alternativos (que ya sabemos, médicos alternativos no hay, todos somos médicos) era porque estaban descontentos con la otra medicina. Pero esto es apenas una creencia que no se corresponde con la realidad. La gente no va a consulta médica alternativa porque está descontenta con los otros médicos, los grandes estudios que se han hecho hasta el momento nos demuestran una cosa. Ellos van porque en la medicina alternativa se encuentran algo que resuena con su sistema de creencias y con su visión del mundo. Ellos ven una vida con sentido, una vida holística algo que va mucho más allá del cuerpo, para el paciente no es necesario solamente tratarle la enfermedad sino ayudarle a revelar el sentido, el propósito de la enfermedad. Nosotros los médicos somos especialistas en hacer historias clínicas, pero la historia clínica no son eventos muertos, son eventos significativos; lo más importante de una historia no es lo que pasó sino cómo le pasó, lo más importante no es lo que viví sino cómo lo viví. Un parto es diferente de otro parto, la muerte de la madre puede ser un hecho del que aprendemos, pero puede ser un hecho que nos sumerge en el mundo del sinsentido, de la depresión y nos puede dar una depresión inmune o una artritis reumatoidea después de un evento de ese tipo. La historia tiene un significado y lo importante no es la historia muerta, sino la historia viva, lo que para ti significó ese evento. Pero las cosas no solo tienen historia y significado en el pasado, sino que tienen un propósito; tenemos una dirección y un sentido, también la enfermedad como la vida está llena de propósitos, la enfermedad no es una catástrofe, es también un maestro, un despertador, la enfermedad es un agente de la evolución. No es tan importante de qué me enfermo, sino para qué me enfermo, por qué me enfermo y para qué me enfermo, la enfermedad frecuentemente es un señalador de lo que estamos haciendo con nuestra vida y en ese sentido la enfermedad es un agente de la evolución y del cambio, eso es bien importante en la perspectiva de la medicina complementaria, porque no es cierto que la medicina complementaria haga cosas distintas de la otra medicina. Las vivencias subjetivas de un sujeto, que no podemos reducir a un objeto tan objetivo como hemos pretendido, son la sustancia misma de esta medicina, una materia intangible que no podemos medir, que no que podemos pesar, y por tanto no podemos traducir fácilmente en términos del método científico, pero que realmente gravita sobre la calidad de nuestra vida y el nivel de nuestra salud. Y esa sustancia intangible es la calidad de la relación humana. Cómo nos relacionamos en la perspectiva humana, mi pregunta fundamental es ésta: ¿Lo que nosotros hacemos es medicina o es paleontología médica? Porque a veces ni siquiera alcanzamos a la paleontología médica, cuando yo creo que tú eres un saco de moléculas, te estoy tratando como si existieras hace miles de millones de años cuando las moléculas acabaron de perfeccionarse. Cuando yo te trato solamente desde químicos, neurotransmisores y neuropéptidos, pues no estoy tratando al Homo sapiens, ni siquiera al hombre de Neandertal, ni siquiera al ratón, sino al paramecio porque es que el paramecio había completado ya los 70 u 80 neuropéptidos que están funcionando en nuestro cerebro. Cuando yo creo que el hombre es lo que está debajo de la piel y no entiendo su lenguaje, su cultura, sus sueños, sus esperanzas, si yo no sé qué hay también en un cuerpo y en ese cuerpo, está su creatividad, está el sentido de vivir, entonces realmente no me estoy refiriendo a su humanidad. Una medicina humana es la medicina del hombre y el hombre no es lo que está debajo de la piel y de las moléculas. Nos decía Monod en su libro sobre El Azar y la Necesidad, que la cuestión del sentido debe excluirse de la ciencia, la piedra de toque de la ciencia es que la ciencia es ciega, las leyes de la naturaleza son ciegas y obviamente si son ciegas y operan independientemente del sujeto, nosotros no podemos incluir en la ciencia el problema del sentido. Pero yo me digo a cuál ciencia nos estamos refiriendo porque es que cuando hablamos del hombre no podemos hablar de leyes de la naturaleza que operan de una manera ciega. Eso lo puedo decir yo desde el laboratorio, desde la probeta, pero un médico que haya estado en un servicio de cuidados intensivos o un servicio de urgencias sabe que la fe, sabe que la esperanza, sabe que el contexto relacional, que la solidaridad, que todas esas cosas están inmiscuidas en la evolución y el pronóstico de las enfermedades de la gente. Sabe también que su sistema de creencias desempeña un rol fundamental en el pronóstico y evolución de sus enfermedades. De pronto nos encontramos en este momento en la literatura médica denominaciones tan raras como la de Epidemiología de la Religión acuñada para una de las cátedras de Harvard por Joseph Levine: universidad - un epidemiólogo americano que trabaja con los Institutos Nacionales de la Salud ¿Por qué se acuña ese término?, Porque el pronóstico y la evolución de los enfermos crónicos depende de lo que piensan de Dios. Dios está metido ahí en las moléculas aunque nosotros no queramos contar con él. El radiólogo británico, John Lorber haciendo estudios poblacionales de resonancia nuclear magnética cerebral se encuentra un hombre sin cerebro, tenía una corteza cerebral de unos cuantos milímetros de espesor, producida por una hidrocefalia congénita, él ante ese hallazgo dice, ¿y este hombre cómo vino a la consulta, quién lo recibió, quién le hizo el examen radiológico? En fin, lo manda a citar y para su gran sorpresa se encuentra a un profesional joven, brillante, con un cociente intelectual de 120. Uno empieza a pensar dónde esta el cerebro. Pero si nos remontamos unos miles de años en la evolución encontramos que el homo de Neandertal tenía el cerebro mucho más grande que el nuestro; el problema no es cuantitativo, el problema es cualitativo, el problema no es el número de neuronas sino cómo se relacionan entre ellas, el problema no eres tú y tu hígado y tu enfermedad sino la calidad y la cantidad de relaciones que establecen con tu entorno, la imagen de tu padre está metida ahí en tus neurotransmisores, en tu cerebro, en la resistencia eléctrica de la piel, en tu fisiología; seguramente en esa úlcera o en esa hiperémesis o en ese cáncer hay también sentimientos como el odio o la tristeza o la amargura. Cuando tú estás triste no es cierto que estés triste con el sistema límbico, estas triste con el sistema inmune, estas triste con el riñón: cuando tú estás estresado porque vas a presentar un examen de medicina pues se te baja la inmunoglobulina A secretoria y seguramente te van a dar los virus que están de moda y uno ve todos estos pobres estudiantes, yo me acuerdo con virosis y problemas inmunes alrededor del tiempo de presentación de exámenes. Cuando a un grupo de estudiantes de la Universidad de Harvard se les presenta una película de la madre Teresa encontramos dos tipos de respuesta: unos salen conmovidos por ese mensaje de amor puesto en práctica en servicio y otros salen no conmovidos sino casi enojados desde el intelecto, eso para ellos son majaderías; pero si hacemos un examen de inmunoglobulina A secretoria y ahí no podemos pedirles la opinión a los estudiantes según su programación, sino que vamos a pedirle la opinión al [programa de la vida inscrito en las moléculas, encontramos que tanto en todos aquellos que creen que es una película hermosa como aquellos que creen que son majaderías, el nivel de inmunoglobulina A secretoras en saliva se aumenta, en todos se aumenta, y es una película que hace relación al amor. Nos preguntamos entonces ¿qué tiene que ver el amor con la medicina? Nosotros hablamos de los servicios de salud, hablamos de una ética médica en la que nos referimos a la beneficencia, ¿qué relación hay entre la beneficencia, el servicio, el amor y la compasión? ¿Es la compasión una forma de medicina? me empiezo yo a preguntar. Ya existen suficientes estudios científico para vislumbrar la respuesta. El Heart Math, es un Instituto de las Matemáticas del Corazón. Cuando se le hace electrocardiogramas a la gente y esos electrocardiogramas se analizan a través de un programa especial de tal manera que se superponen en el tiempo podemos hablar de una variable general respecto al electrocardiograma que se llama la tasa de variabilidad de la frecuencia cardiaca. Cuando una persona tiene paz interior, cuando experimenta un estado de amor o de genuina compasión, la variabilidad de la frecuencia cardiaca o esa tasa de variabilidad de la frecuencia cardiaca tienden a cero, en la medida que se desordena, la variabilidad de la frecuencia cardiaca aumenta. Pero además en este instituto se hacen una serie de pruebas con personas que son capaces de experimentar un amor impersonal, que no se mide metafísicamente sino que se mide por la tasa de variabilidad de su frecuencia cardiaca, y nos encontramos cosas sorprendentes y es que una persona en ese estado, es capaz de producir en un tubo de ensayo una despolimerización del ADN y eso lo podemos medir por espectrofotometría, y yo me debato, Dios mío, si se puede producir en un tubo de ensayo a voluntad, ¿qué puede ocurrir en vivo? Esa es mi pregunta. Pero bueno, yo estoy aquí, soy médico, estoy viendo mi paciente, y pienso que estoy detrás del escritorio: no es cierto, jamás estoy detrás escritorio frente a un paciente, estoy en el paciente y con el paciente no desde un punto de vista de metafísico o filosófico sino aún desde el punto de vista de la física convencional. Si hacemos mido un magneto-encefalograma lo podemos registrar, lejos del cuerpo claro, pero si practicamos un magneto-cardiograma lo podemos registrar, con aparato suficientemente sensibles, a más de tres metros de distancia del cuerpo, asumamos que la energía eléctrica del corazón no sólo es electricidad sino que es, una onda que contiene mi información, aquello que yo soy, mis intenciones y mis sentimientos y asumamos que estoy frente a ti y aunque no te diga ni una sola palabra y aunque simplemente te escuche y esté en silencio, aunque no te mande un solo medicamento, tú vuelvas a la consulta y de pronto me dices: doctor, es que usted me produce un sentimiento de paz, es que de esa enfermedad yo me siento mucho mejor. Yo recuerdo a un paciente y amigo que vivía en Unguía, zona del macizo del Darién en el Urabá Chocoano. Le llamaban El Gallo y era famoso por su aforismo “lo que no cura el aguardiente es cáncer”. – en efecto su aforismo se cumplió, quince años más tarde de la anécdota que les voy a relatar, cuando murió a causa de un cáncer hepático”- Estaba recién llegado para hacer la medicatura rural - a la que agregué cuatro felices años más -. A esa región aún como hoy marginada, y en ese entonces, refugio de colonos y aventureros porque aún era muy selvática. Le envié una formula con un antiinflamatorio para un lumbago y quince das después me lo encontré montado en sui caballo por una de esas trochas de la región y le pregunté ¿cómo vas, qué hay de ese lumbago? Y me dice, del lumbago nada, estupendo, una maravilla y ¿cómo vas con el medicamento? Cuál medicamento, médico, me dice, yo tengo la fórmula aquí en el bolsillo y yo me la sobo todos los días. Yo creí que me estaba tomando el pelo, pero como ellos allá no tenían acceso a los medicamentos, el gallo se había tomado lo de la fórmula como una especie de oración o amuleto. Muchas veces no es ni siquiera la fórmula porque la fórmula eres tú, la fórmula es tu solidaridad, son tus intenciones, es tu compasión: nosotros frecuentemente somos médicos del codo para abajo y la diferencia que hay entre un cirujano que trabaja del codo para abajo y un cirujano que trabaja desde el corazón puede ser la diferencia entre la vida y la muerte de un paciente. Cuando Herbert Benson en su libro Curados por la Fe, hace relación a este tipo de estudios sobre los resultados de las cirugías de by-pass, se encuentra algo sorprendente. Dos excelentes cirujanos de la misma escuela frente al mismo tipo de pacientes tienen resultados totalmente diferentes. Digamos que habida cuenta del efecto placebo y de otras cosas los pacientes a veces se alivian a pesar de nosotros. podríamos tener buenos resultados en una cirugía de by pass, es decir en una cirugía exenta totalmente de complicaciones en un 50% de los pacientes. Pero si alguien habla con su paciente si le explica qué le va a hacer, si lo acompaña, si el paciente tiene un soporte en su médico, si cree en su médico, los resultados se elevan de un 45-50% a un 85%. Pero en cirugía de by-pass esa diferencia puede representar la distancia entre la vida y la muerte- hay que advertir que éstas son estadísticas de la misma medicina convencional. Empezamos a entrar entonces en la dimensión del soporte relacional en el que la salud no es lo contrario de la enfermedad: la enfermedad también es un agente de salud. El objetivo de la medicina no es luchar a muerte contra la enfermedad y la muerte, nuestros sistemas de salud son sistemas de enfermedad porque tratan enfermos, pero no promueven ni previenen la salud. A los médicos se les paga para que hagan medicina terminal asistencial, pero no se les paga por hablar, por mover, por promover la salud, por enseñar; la principal estrategia terapéutica es la pedagogía: toda pedagogía debe ser terapéutica, toda terapéutica debe ser pedagógica. Doctor viene de doctus y docere, \el que enseña. El que enseña aprende la mejor manera de aprender, que es aprender del dolor y la enfermedad en el contexto subjetivo de cada paciente. Para eso es necesario quitarse las máscaras de la autosuficiencia, bajarnos del pedestal, escuchar, recurrir a la sabiduría del paciente. Regresar a la humildad del servidor, el genuino agente de salud. Hay una conspiración en nuestro mundo occidental: toda nuestra medicina occidental está en quiebra, pero no solamente la nuestra, sino también todos los sistemas de salud, por la corrupción, y está corrompido todo el sistema porque estamos tratando a un hombre que ya dejó de existir, estamos tratando con un hombre fósil. No estamos tratando su psicología. Sus emociones, dividimos la medicina, neurología es distinto de psicología y es psicología distinto de inmunología, pero ahora empezamos a descubrir cosas bien especiales. Ustedes entran a un Journal y dice: Journal de psiconeuro-inmunología y luego se encuentran a alguien que dice psico-neuro-inmuno-endocrinología y otro que se le ocurre decir psico-neuro-inmuno-endocrino-socio-eco y ponga todo lo que sean todas las logias, si ese hombre se llama Juan y Juan tiene un cerebro y tiene sistema inmune y tiene emociones y tiene pensamientos y tiene sueños y tiene familia y a veces a Juan lo que le interesa es que le pregunten por su señora o por su hijo. La esposa de un hombre que fue sometido a un trasplante de corazón, le consulta al médico y le dice: yo no me soporto este hombre escuchando música metálica todo el día y él escuchaba música clásica, Mozart, Beethoven y está escuchando música metálica. Había recibido el corazón de un rockero. Pero es bien especial hay datos simpáticos, estos son estudios realizados, se me escapa el nombre del autor en este momento, pero el libro se llama El Código del Corazón, es un libro bellísimo que yo mismo recomiendo escrito por un médico epidemiólogo, el mismo sufrió cáncer y se ha dedicado al estudio a la investigación epidemiológica del trasplante del corazón. Describe otro caso que a mí me parece muy especial y es que ustedes tienen una paciente, y el esposo de esta paciente está muy feliz porque su esposa ha cambiado sus hábitos sexuales, esta era una esposa muy frígida, muy fría, muy difícil de abordar y en este momento dice el esposo, yo estoy en la luna de miel, estoy en la gloria, ella había recibido el corazón de una prostituta. Esto parece ser de reírse, pero miren las implicaciones. Yo no estoy hablando de que sea universal es un 15% de los pacientes, pero miren lo que ocurre. Ustedes conocen el caso del trasplante, corazón pulmón en que el paciente receptor y dador quedan vivos porque el que da su corazón recibe a su vez el corazón y el pulmón de otro donante, de tal manera que él puede dar su corazón que está bueno a otro paciente. Esto ocurre en casos de fibrosis pulmonar o en enfermedades en las que el corazón todavía esta bien pero el pulmón está deteriorado, es más fácil trasplantar el corazón y el pulmón que solamente el corazón. Así que a mí me sacan mi corazón y mi pulmón yo recibo un corazón pulmón de otro, pero como mi corazón está bueno se lo puedo dar a otro, de tal manera que el donante y el receptor están vivos y es muy especial porque ha llevado a que las familias se encuentren, tanto del donante como del receptor, yo estoy frente a ti y yo tengo tu corazón. En una de esas situaciones se descubre que, ellas dicen hablando que cuando el marido estaba haciendo el amor en el momento del éxtasis la llamaba por el nombre de la otra, pero ellos obviamente, ellos no se habían presentado, no se conocían. Éticamente eso no se puede hacer sin que haya una asesoría psicológica. De todas maneras, qué pasa desde nuestro corazón y vamos a mirarlo en una perspectiva fisiológica y una perspectiva fisiológica es que si yo tomara el electrocardiograma sin filtros en todo el cuerpo se puede tomar el electrocardiograma, en la cabeza en los pies por todas partes eso lo sabemos todos. Si tomara el electro sin filtros al tomar el EKG (electrocardiograma) sobre la cabeza o al trata de tomar el EEG me encontraría la imagen del EKG y a caballo muy pequeñita la imagen del EEG, pero si yo tomara el EKG de una mujer en embarazo tratando de tomar el EKG del niño lo que me encontraría es el EKG de la madre y a caballo pequeñito el EKG del niño, eso que quiere decir: que todo en el organismo va a caballo del corazón, nuestro corazón produce campo magnético más poderoso de nuestro organismo, es 5.000 veces más potente que el campo magnético del cerebro, de tal manera que el corazón produce una onda que porta todas las otras ondas del organismo aún las del EEG. Nos referimos a todo esto para comprender el influjo de la dimensión relacional interpersonal y ahora vamos a pasar ahora a una perspectiva social: ¿Qué ocurre entonces con la calidad de nuestras relaciones y nuestra salud? Ya hay estudios muy grandes en la literatura, el primer estudio realizado es en el condado de Alameda en California, es un estudio que se realiza con más de 10.000 habitantes que demuestra lo siguiente: la calidad de las relaciones, el soporte relacional es el indicador más importante de la salud, de los riesgos enfermar o de morir por cualquier causa. Ese estudio es precedido por uno trascendental que es el de Roseto, una pequeña población en Pennsylvania cuya composición es de inmigrantes italianos, la característica de Roseto es que allá la gente no se moría de infarto, es decir las estadísticas de infarto en todo el estado de Pennsylvania, allí perdían extrañamente su tendencia. Los investigadores se formulan hipótesis y se van los epidemiólogos a hacer el estudio, la hipótesis es que son vegetarianos, que no fuman, que se acuestan temprano y se van y se encuentran con una población de vida sedentaria, los más fumadores, los más bebedores y los más sinvergüenzas en términos de la rígida moral convencional. Empiezan a preguntarse bueno cuál...será la variable que hace que en Roseto la gente no se muera de infarto. Empiezan a estudiar la gente que se va de Roseto y los que se van de Roseto sí se mueren de infarto, ¿cuál será el factor misterioso? En la década en que se hizo ese estudio, todavía era una comunidad cerrada de inmigrantes italianos que vivían como las viejas familias paisas, es decir, que comían el almuerzo juntos, que compartían la mesa, en el mantel siempre había un poquito más de sopita para el que venía, los abuelos, conversaban aún con los hijos y los nietos. Existía una comunidad de relaciones cerradas con un gran contexto relacional, un gran soporte relacional; pero cuando Roseto se industrializó y vinieron las comidas rápidas, el automóvil, el acelere y la gente no tuvo más tiempo de encontrarse, pues Roseto volvió lamentablemente a las estadísticas del estado en relación a la mortalidad y morbilidad por enfermedad coronaria. Cuando vemos entonces los estudios en el Condado de Alameda en California, nos encontramos exactamente lo mismo. No importa que tú fumes (obviamente sí es importante yo no voy a decir aquí que el cigarrillo no es un factor de riesgo muy importante para muchas enfermedades), pero más importante que el cigarrillo, más importante que el licor, más importante que el estilo de vida es el soporte relacional; si tienes dónde caer, si tienes un médico que te soporte, si tienes a alguien que te escuche más allá de su ciencia, si tienes a alguien que te comprenda, si tienes una abuela o una mamá o un hijo, es decir si te sientes querido la enfermedad tiene un pronóstico diferente. ¿Qué vamos a hacer en la ciencia con la conciencia? El mínimo común denominador de toda medicina es la conciencia. Cuando cambiamos el patrón de personalidad podemos cambiar el patrón de las enfermedades; hay escritos ya muchos casos en la literatura sobre el síndrome de personalidades múltiples en que una persona es diabética en una personalidad insulina-dependiente y cambia de personalidad y si usted le pone insulina la mata, en que una persona es alérgica al jugo de naranja en una personalidad y si cambia de personalidad puede tomar jugo de naranja en cantidades industriales y no hay reacción alérgica, entonces ¿que relación hay entre las moléculas, la biología, los neurotransmisores, los neuropéptidos, mis emociones, mi comportamiento, mi patrón de personalidad? qué relación hay? Distintos patrones de personalidad tienen riesgos de salud diferentes; yo veo dos fumadores y a uno le hago una técnica x y deja de fumar y a otro le hago la misma técnica y no deja de fumar, pero si analizamos un grupo de fumadores frente a la misma técnica nos encontramos que ellos están en distintos estados de conciencia, es el mismo fumador es la misma técnica, pero el estado de conciencia en que se encuentra determina su receptividad y su capacidad de respuesta de tal manera que si yo encuentro a alguien motivado y comprometido por una correcta relación en las estadísticas que se hacen a nivel mundial podemos encontrar un 60-70% de resultados positivos, pero si no hay un compromiso, una participación activa del paciente, una comprensión que lo involucre, los resultados apenas son de 3% ni siquiera alcanzan a los resultados del efecto placebo. Entonces el mínimo común denominador es conciencia, no es lo mismo una enfermedad en una personalidad A que en una per- sonalidad B, la personalidad A tiene el doble de posibilidades de hacer un infarto, una hipertensión, un derrame, una úlcera, la personalidad B tiene mucho más posibilidades de hacer un cuadro inmune-depresivo de tal manera que yo ya estoy abordando los patrones de comportamiento frente al mundo que son los patrones de personalidad y eso yo no se lo puedo dejar a los psicólogos. El médico, un buen médico tiene que ser psicólogo, tiene que ser un buen neurólogo, tiene que ser un buen inmunólogo, tiene que ser ante todo un ser humano hablando frente a una humanidad total. Lo que los pacientes buscan en las medicinas alternativas, no es una técnica alternativa; lo que buscan es rescatar la integridad, que alguna vez en el ejercicio de nuestra medicina perdimos. Frecuentemente nosotros somos cada vez más sabios y cada vez más brutos, porque sabemos cada vez más de menos cosas, pero no se trata tampoco de saber cada vez menos de más cosas es necesario encontrar un término medio en el cual volvamos a contar con el sujeto, el paciente, porque una medicina sin sujeto no tiene objeto. El 70% de las enfermedades crónicas depende de los hábitos de vida, de tal manera que nos jugamos la vida nosotros como médicos logrando que los pacientes cambien sus hábitos de vida y hay una pregunta fundamental que nos hacemos en las medicinas complementarias, ¿cómo cambia la gente? En esto también existen estudios fundamentales, tenemos que aprender a ver cómo cambiamos la conducta, si yo tengo un paciente como médico clásico y como médico alternativo y ese paciente está en una fase refractaria quiere decir no tiene conciencia de su problema y no quiere tener conciencia de su problema, no admite que tiene un problema ese paciente le podemos hacer magia, religión, filosofía, ciencia cualquier cosa y no va a responder. No basta la competencia del médico o el agente de salud es necesario que en medicina también tengamos pacientes competentes. Si ese paciente es competente y puede discutir conmigo de su problema, tiene libertad de optar, y ya no lo podemos manipular con cosas como éstas, de las que nuestros pacientes se quejan todos los días “ es que te tenés que operar mañana y aquí está la orden y aquí está el número de la pieza” y, cómo así doctor? – le dicen a uno- y yo dónde estoy? ¿Y a mí quién me ha explicado lo que tengo? ¿Y el pronóstico y el provenir de mi enfermedad? ¿Y los riesgos? ¿Y si sí vale la pena operarme? Cuando él empieza a participar y no es sólo el médico sino él también el que toma la decisión, los resultados de la interacción terapéutica cambian tan dramáticamente que un paciente que opta, que elige, que tiene conciencia de si y de su problema, al que le respetamos esa primera norma de la ética médica que es la libertad de opción, tiene un pronóstico totalmente distinto. Pero libertad de opción no es que el especialista le diga a su paciente usted tiene prohibido ir donde los bioenergéticos, usted se me hace esto, usted se me hace esto otro, las alternativas son charlatanería, la oración es prohibida, este tipo de cosas son buenas, este tipo de cosas son malas. No es ético inmiscuirse en la cultura, el sistema de creencias del paciente, y atentar contra la libertad de opción con una información unilateral y sesgada. El problema de nuestros sistemas médicos es uno profundamente ético, es un problema de actitud y de visión del mundo. La propuesta global de las alternativas es salir del mundo de la conspiración, en la que entramos en la quiebra de todos los sistemas de salud porque no contamos con el mayor agente de salud que es la conciencia misma del paciente. Entramos de lleno en el territorio de la ciencia de la conciencia, la medicina es conciencia y los territorios de la conciencia son: la conciencia en la materia a eso lo llamamos medicina occidental que va hasta el mundo de las moléculas, la conciencia en la energía, a eso le llamamos medicina china que es la medicina del chi o de los movimientos de energía, la conciencia como ciencia de la vida a eso le llamamos la medicina ayurvédica, la conciencia en la interfase entre la energía y la información, a eso lo denominamos bioenergética con su capítulo de biocibernética. Pero ya sea como materia, como energía o como información todas son modalidades de consciencia que empieza a estudiar el paradigma emergente de síntesis al que hemos denominado- por tener un código de referencia- la sintergética. Ya hoy en esta aldea global no nos podemos dividir la medicina del hombre entre medicinas occidentales, orientales, más o menos tradicionales, científicas o empíricas, legales o ilegales. Emergemos hacia una medicina para la humanidad en todos sus niveles de conciencia. En ella es tan importante la molécula como la emoción y el pensamiento. Cuando adecuamos nuestra visión del mundo a la cultura emergente de la humanidad actual, dejamos atrás el paradigma dualista de una mente separada del cuerpo o un espíritu dividido de la materia, y entramos de lleno en la medicina para esta era de síntesis: la medicina de la consciencia. Jorge Carvajal Posada