LA SOCIEDAD DEL ESPECTACULO “La sociedad del espectáculo” fue publicado en 1967 por Guy Debord quien nació en 1931, y fue un revolucionario, filósofo, escritor y cineasta francés. En 1952 su actividad se unió a la de la Internacional Letrista y en 1958 fundó la organización revolucionaria Internacional Situacioncita y la Revista del mismo nombre y carácter, que dirigió hasta su autodisolución en 1972. En 1994 se suicidó. Debord pertenece a aquella corriente minoritaria del marxismo que puso especial atención al fenómeno de transformación de los objetos y de la realidad bajo la forma de “mercancía” que tiene lugar en el capitalismo; entendiendo dicho fenómeno no sólo en su dimensión económica sino, también, como un aspecto central y estructurante de las relaciones sociales Conformaba el movimiento situacioncita, con artistas, intelectuales, activistas políticos y escritores. Este fue un conjunto de producción artística, fílmica, teórica y política que se fundaba en las relaciones entre el marxismo y las vanguardias. Dicha interacción se basaba en promover un espíritu revolucionario y la necesidad de la vanguardia en cualquier expresión creativa. A pesar de su ideología marxista, los Situacioncitas se relacionaban con el discurso trotskista y el anarquismo, lo cual los distanciaba del Partido Comunista y criticaban arduamente a los regímenes de Europa del Este y la Unión Soviética. El contexto francés en el que vivió Debord y otros países europeos conocían su época dorada, a través del Estado de Bienestar, el auge de la sociedad de consumo, de la industria del ocio y la multiplicación de los medios de comunicación masivos. Las críticas se dirigían entonces, a la “miseria” de la vida diaria de los individuos, los cuales habían sido convertidos en consumidores pasivos y satisfechos. El diagnóstico de Debord partió de la experiencia cotidiana del empobrecimiento de la vida vivida, de su fragmentación en ámbitos cada vez más separados, y de la pérdida de todo sentido unitario. El proyecto situacioncita pretendió devolver la autonomía a los individuos, tratando de abolir todo lo que estuviera separado de ellos para que éstos pudieran acceder directamente a la construcción de la vida cotidiana. En su producción teórica, Debord retoma aquella corriente del marxismo que atribuye una importancia central al problema de la alienación, al que considera el núcleo del desarrollo capitalista. La Sociedad del Espectáculo fue esencial para consolidar las teorías de los situacioncitas, particularmente en relación al concepto del espectáculo. Para Debord, dicha noción evoca una crítica al capitalismo avanzado de la posguerra, en el que la preocupación de la sociedad se enfocaba en la representación, argumentando que las relaciones sociales estaban mediadas por imágenes. El texto aborda la modernización a la que ha llegado el capitalismo en su punto culminante, de acuerdo con las nociones marxistas. El concepto de sociedad del espectáculo se entiende a menudo referido exclusivamente a la tiranía de la televisión y medios similares. Para Debord, sin embargo, este aspecto de mass media no es sino el aspecto más restringido del espectáculo, su más abrumadora manifestación superficial. Se trata de la invasión de un instrumento neutro, tal vez el más utilizado. El funcionamiento de medios de comunicación de masas expresa perfectamente la estructura de toda la sociedad de la que estos forman parte. El primer capítulo se llama “La separación consumada”, el cual refiere a la separación o alejamiento entre la realidad y la representación de esta, es decir el espectáculo “todo lo que antes se vivía directamente, se aleja ahora en una representación” (1) En mi opinión, para comprender sus teorías debo comenzar por explicar que es el ESPECTACULO, para Debord: Es la relación social entre personas mediatizada a través de imágenes, es una visión del mundo que se ha objetivado, a su vez es el resultado y proyecto del modo de producción existente, es la producción principal de la sociedad actual, somete a los hombres (así como la economía, por ejemplo). Constituye el modelo actual de la vida socialmente dominante a través de propaganda, publicidad, entretenimiento. “La realidad surge en el espectáculo, aunque esta es invadida por la contemplación del espectáculo, y el espectáculo es real”. (8) Ahora que sabemos que es para Debord el espectáculo y porque a través de este nos distanciamos de la sociedad, podemos relacionarlo con escritos de Marx. Por ejemplo, con LA IDEOLOGÍA ALEMANA, ya que las ideas dominantes que rigen por medio de relaciones materiales dominantes y se reproducen, permiten regular la producción y destrucción de ideas de su tiempo. El modo de producción concreto de la Europa modernizada, y con esto nos referimos al espectáculo determina que los hombres actúen de determinada manera producto de relaciones sociales y políticas existentes (conciencia social). El espectáculo determina las condiciones de existencia, su concentración hace que este sea el único medio para satisfacer las necesidades sociales de la época, la separación del espectáculo y la realidad es inseparable de la división del trabajo social, órgano de dominación de clases. Y a su vez este es condicionado por la sociedad que lo consume y que lo produce. “el espectáculo constituye el modelo actual de la vida socialmente dominante” su forma y su contenido son la justificación total de las condiciones y fines del sistema vigente. “Lo que la gente consume es una copia fiel de una realidad que nunca existió”, esto solo es posible en un determinado grado de desarrollo. El espectáculo solo puede surgir en una época donde la mercancía había colonizado toda la sociedad. - Además, podemos interpretar al espectáculo como la reconstrucción material de la ilusión religiosa. Es equivalente al velo que imponía o impone la religión, en la actualidad el espectáculo es quien cumple ese papel. Y en cierto modo es peor porque la ilusión no se prolonga en el cielo, sino en la misma tierra, por lo que puede confundirse con lo real. Y la sociedad tiene una visión positiva hacia esto, lo legítima, cuanto la sociedad más contempla al espectáculo, menos se pertenece a sí mismo y menos puede entender su existencia, más su vida le pertenece a la representación de la imagen falsa. Y cuesta diferenciar entre la realidad y la imagen. De este modo también estamos relacionando La sociedad del espectáculo, con la enajenación, EL TRABAJO ENAJENADO de los escritos de Marx. Esta es una causa y una consecuencia de las relaciones de producción y distribución, como se expone en este es que el origen del mal es la división del trabajo, y solo se puede alcanzar una sociedad del espectáculo, a más desarrollo, es decir a más división de trabajo. El objeto producido por el trabajo, se le opone al trabajador como algo extraño, es la objetivación del trabajo, así como el espectáculo es la objetivación de la visión del mundo. Cuantos más objetos produce el trabajador, tanto menos puede poseer y tanto más le domina su producto. En este caso producen las representaciones, y estas terminan por dominarlos. Produce la dominación. “El espectáculo somete a los hombres vivientes en la medida en que la economía los ha sometido totalmente” “es el fiel reflejo de la producción de cosas y la objetivación infiel de los productores” Podemos ver que “La sociedad del espectáculo” de Debord no solo se relaciona con la enajenación con el producto, también amplía el concepto de enajenación, incluyendo la actividad que está más allá del trabajo. En la época de Marx, el proletariado industrial no tenía la oportunidad de disfrutar de momentos de ocio o simplemente, de momentos que estuvieran más allá de la jornada laboral; sin embargo, conforme pasan los años, los estados liberales que pretenden aspirar a lo que actualmente denominamos "estados del bienestar", comienzan a dar oportunidades a los trabajadores de disfrutar del ocio. Obviamente Marx no contempla eta posibilidad porque en su época no se da, pero aquí, Guy Debord vuelve a sorprendernos haciendo esta ampliación del término marxista "enajenación" hacia el propio ocio; hacia la actividad que está "más allá del trabajo". También con uno mismo, es decir con su ser genérico, ya que la vida como especie se le convierte solo en un medio de subsistencia, el trabajador no se siente suyo hasta que sale del trabajo, pero en el caso del espectáculo nunca se siente suyo porque este está en todos lados. Y cuando el hombre se opone a si mismo se extraña también a otros hombres. Podemos dar cuenta de esto a través de varias citas incluidas en el escrito de Debord. “(…) cuanto más contempla menos vive, cuanto más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de necesidad, menos comprende su propia existencia y sus propios deseos. La exterioridad del espectáculo respecto del hombre activo se manifiesta en que sus propios gestos ya no le pertenecen a él, sino a otros que los representan. Es por eso que el espectador no se siente en su sitio en ninguna parte, porque el espectáculo está en todas” “el hombre separado de su producto produce cada vez con mayor potencia todos los detalles de su mundo, encontrándose cada vez más separado de este” “con la separación generalizada entre el trabajador y su producto, se pierde todo punto de vista unitario sobre la actividad realizada, toda comunicación personal directa entre los productores. Siguiendo el avance de la acumulación de productos separados, y la concentración del proceso productivo. La unidad y la comunicación pasan a ser atributo exclusivo de la dirección del sistema. El éxito del sistema económico de separación es la proletarización del mundo” “el espectáculo se origina en la perdida de la unidad del mundo y la expansión gigantesca del espectáculo moderna expresa la totalidad de esa perdida” El espectáculo es la forma más desarrollada de la sociedad basada en la producción de mercancía y en EL FETICHISMO DE LA MERCANCÍA Otro aspecto que podemos relacionar es el escrito con “el fetichismo de la mercancía” postulado por Marx, es otorgarle a la cosa la capacidad de ser, los hombres crean las mercancías y después sacrifican su vida a sus mercancías, se les imponen. El proceso de producción domina al hombre en vez de dominar el hombre a ese proceso. Existe una disociación entre en fenómeno y las causas sociales que lo hicieron posible. “A medida que la necesidad resulta socialmente soñada, el sueño se hace necesario. El espectáculo es la pesadilla de la sociedad moderna encadenada (…)” “el espectáculo expresa lo que la sociedad puede hacer, pero en esta expresión lo permitido se opone de manera absoluta a lo posible” “todos los bienes seleccionados por el sistema del espectáculo son también las armas que permiten reforzar de modo constante las condiciones de aislamiento de las “muchedumbre solitaria”. El espectáculo recobra sus propios supuestos en forma cada vez más concreta” También encontramos esta relación en el segundo capítulo de la sociedad del espectáculo, el cual lleva el nombre de “mercancía como espectáculo” “El principio del fetichismo de la mercancía, la dominación de la sociedad por “cosas suprasensible aunque sensibles” se consuma de modo absoluto en el espectáculo, donde el mundo tangible es remplazado por una selección de imágenes que existen por encima de él, y que al mismo tiempo se impone como lo sensible por excelencia” es decir que la mercancía domina a través del espectáculo. La imagen y el espectáculo de los que habla Debord se han de entender como un desarrollo ulterior de la forma mercancía, con la que comparten las características de reducir la multiplicidad de lo real a una sola forma abstracta e igual. La imagen y el espectáculo ocupan efectivamente en Debord el mismo lugar que en la teoría marxiana ocupan la mercancía y sus derivados. Debord expone que: con la revolución industrial, la división manufacturera del trabajo y la producción masiva para el mercado mundial, aparece efectivamente la mercancía, como potencia que viene a colonizar la vida social. El espectáculo es el momento en que la mercancía ha logrado la colonización total de la vida social. La relación con la mercancía es lo único visible. Este modo de producción “(…) exige la participación de la gran mayoría de los hombres, como trabajadores asalariados, en la infinita prosecución de su esfuerzo; y todos saben que es necesario someterse o morir. La realidad de este chantaje, ya no existe sino preso en la riqueza ilusoria de la supervivencia aumentada, constituye la base de la aceptación de la ilusión en el consumo de las mercancías modernas. El consumidor real se convierte en consumidor de ilusiones. La mercancía es esta ilusión efectivamente real; y el espectáculo, su manifestación general”. Lo contrario a que los trabajadores posean directamente todos los momentos de su actividad, es la sociedad del espectáculo, es decir el máximo de la enajenación, donde la mercancía se contempla a sí misma en un mundo que ella ha creado. Este capítulo podemos relacionarlo con el capítulo I de EL CAPITAL, en el que Marx explica lo que para él es la mercancía: producto del trabajo humano que tiene la capacidad de satisfacer necesidades directa o indirectamente destinadas al intercambio. Marx subraya el doble carácter de la mercancía: además de su utilidad – valor de uso – esta posee un valor que determina la relación por la cual se intercambian con otras mercancías – valor de cambio. Identifica esta sustancia de valor como la cantidad de tiempo de trabajo abstracto que se necesita para producir la mercancía en cuestión. En las sociedades modernas, los individuos se hallan aislados dentro de una producción en la que cada uno produce solo conforme a sus propios intereses. El vínculo social que los une se establece solo a posteriori mediante el intercambio de sus mercancías. La producción capitalista significa que las características de la mercancía se hacen extensivas al conjunto de la producción material y de las relaciones sociales. Los hombres no hacen más que intercambiar unidades de trabajo abstracto, objetivados en valores de cambio que luego pueden transformarse de nuevo en valores de uso. El crecimiento económico libera a las sociedades de la presión natural que exigía su lucha inmediata por la supervivencia, pero les falta entonces liberarse de su libertador: la independencia de la mercancía se ha extendido al conjunto de la economía, sobre la que reina. (tesis 40) La abundancia de mercancías no puede ser más que la supervivencia aumentada. En el momento de la abundancia económica el resultado concentrado de trabajo social se evidencia y somete toda realidad a la apariencia, que es ahora su producto (tesis 50) Debord muestra que “Cuando la necesidad económica es reemplazada por la necesidad del desarrollo económico infinito, no puede sino reemplazar la satisfacción de las primeras necesidades humanas, sumariamente reconocidas, por una ininterrumpida de pseudo necesidades” lo que nos lleva a entender que: “El espectáculo en una guerra del opio permanente que procura hacer aceptar la identificación de los bienes con las mercancías; y de la satisfacción con la supervivencia que aumenta según sus propias leyes” Para concluir podemos decir que: Nos hemos convertido en esclavos de nuestra imagen, al estar nuestras realidades tan deterioradas. Nuestra propia incapacidad para buscar una realidad con sentido nos conduce a la necesidad de construir una imagen de nuestra realidad adulterada y estática. La necesidad de disfrutar del espectáculo y transformar nuestra propia vida provoca que convirtamos nuestra realidad en una interminable representación. Todo ello provoca que seamos esclavos de la inmediatez del momento presente y estemos sujetos a la representación posterior que hacemos de este. Para los Situacioncitas, la forma de contrarrestar el espectáculo era ciertamente a través de situaciones. El objetivo de las situaciones era experimentar la sensación de la liberación de la vida cotidiana, vivir momentos no destinados a consumir o producir objetos, imágenes o servicios.