ROSAS: UN CLARO JUEGO POLÍTICO… NINGÚN PASO EN FALSO Nacido un 30 de marzo de 1793, hijo y nieto de terratenientes y militares, esta controvertida figura considerada como uno de los grandes dictadores estrategas, tuvo sus comienzos políticos en 1820. Cuando el Cabildo lo designa Alcalde de Hermandad, cargo al que en un mes después renunciaría. A través de la orden de Martín Rodríguez bajo el gobierno de Dorrego, Rosas asume como Comandante del 5º Regimiento de Campaña. Desde ese entonces comienza a ascender en el poder muy rápidamente. Por su comportamiento como Comandante, Dorrego lo promueve a Teniente Coronel – Jefe del 5º Regimiento en donde mantuvo secretamente un vínculo con Estanislao López, gobernador de Santa Fe. Al poco tiempo comienza a haber diferencias militares dentro de Bs. As. Entre el Coronel Dorrego y el General Rodríguez y Rosas, por lo que los dos últimos lo abandonan. Rodríguez es designado gobernador y la intervención de Rosas es decisiva, él asume como Coronel Comandante (caballería de línea) del 5º Regimiento de milicias por su disciplinada actuación en la intervención contra los sublevados federales bonaerenses. Con ésto, ratifica la convicción en el peligro de la movilización popular, es decir, que con esta actuación demuestra su postura a favor del orden y la legalidad, y en cierta forma se hace ver como una figura firme. El gobierno de Santa Fe pide una indemnización a Bs. As. por los daños de las guerras civiles, por lo que Rosas le otorga 25.000 cabezas de ganado en 3 meses, con lo que descubre el secreto que permitirá la neutralización del federalismo litoralense, mostrando así su astucia en el plano de las negociaciones. En 1823 culmina el mandato de Rodríguez, y ese mismo año la junta de representantes de Santa Fe le otorga a Rosas la ciudadanía de la provincia, lo designa Coronel Mayor y le otorga 80.000 hectáreas de tierra. Al poco tiempo comienzan a distinguirse dos enfoques distintos sobre política indígena: por un lado Rosas prefiere la incorporación de los indios al trabajo productivo de las estancias, pacíficamente, y por otro lado, Rodríguez quiere la acción militar, por la que emprende una campaña que resulta siendo un desastre que afecta a Rosas, ya que “los Cerrillos” es blanco también del malón, razón por la cual Rosas renuncia a su cargo. Al tener excelentes conocimientos de los movimientos indígenas, durante la “feliz experiencia” (1820 1826) se ocupó de las relaciones con los indios. A fines de 1825 acepta las misiones dadas por el nuevo gobernador Gregorio Las Heras. En la 1ª debe estudiar para demarcar una nueva línea de fronteras y en la 2ª debe concretar la paz con los indios y separarlos de las intenciones de los portugueses aludiendo al temor de que el imperio del Brasil ocupe Patagones y concierte con los indios acciones de malón en la Campaña Sur bonaerense. En 1826 se sanciona la Ley de Presidencia en la que asume Bernardino Rivadavia, cargo del cual renuncia en 1827, asumiendo Vicente López y Planes. Una vez que convoca a Congreso Nacional y se elige gobernador a Dorrego, Planes renuncia y desaparece otra vez el poder nacional. En 1828, Lavalle vuelve de la guerra del Brasil y lleva a cabo un golpe militar. Dorrego ordena a Rosas que defienda el gobierno legítimo, pero este último lo desobedece y se va a Santa Fe. Es un comportamiento extraño para un jefe militar, mucho más para alguien obsesionado por la disciplina y el sostén de las autoridades legítimas. Por ende, Lavalle derrota a Dorrego en Navarro y lo fusila sin juicio previo en el mismo campo de acción A pesar de ser federal, Rosas, durante la gobernación de Dorrego, no podía obrar conforme a sus opiniones y deseos, por lo que le envía a Estanislao López una carta, la cual, entre otras cosas, percibe la división de la burguesía de Bs. As. En: Sublevados (fracción comercial y financiera) y otro frente (fracción terrateniente próxima a clases subalternas). Cuando Anchorena, primo de Rosas, le recomienda a éste que se aleje del plano político, él explica que según su parecer, el apoliticismo y autonomismo son la clave para el sector de hacendados y exportadores bonaerenses, pero para lograrlo, hay que pasar por una fuerte politización y utilización de fuerzas amigas, como Santa Fe. En 1829 en Santa Fe, la Convención Nacional designa a López General en jefe de fuerzas nacionales y éste nombra como 2º jefe a Rosas. Unidas las fuerzas de López y Rosas salieron al encuentro de Lavalle y lo vencieron en el puente de Márquez, el 26 de abril, por lo que se comienza a llamar a Rosas “Restaurador de las leyes”. López vuelve a Santa Fe. El 24 de junio Rosas y Lavalle llegan a un acuerdo: cese de hostilidades y restablecimiento de las fuerzas comandadas por ellos y en agosto vuelven a encontrarse, eligiendo a Viamonte gobernador provisorio. Las divisiones políticas no se corresponden exactamente con las económico-sociales. Mas cuando nos encontramos en un período de formación de clases y una situación fluida, cambiante y ambigua existente. Con una campaña particular, camuflada con homenajes a Dorrego y la presencia de la prensa, el 7 de diciembre es elegido gobernador de Bs. As. con facultades extraordinarias. Apenas asume vuelve a homenajear a Dorrego, raro talento que posee para manejar el teatro de la política. En 1832 finaliza su mandato y es reelegido pero sin facultades extraordinarias por lo que Rosas no acepta. Se elije a Balcarce gobernador, en cierta forma promovido por Rosas quien espera encontrar en él un dócil elemento de su poder. Abandona el plano físico de la política y luego se pronuncia a favor de la constitución, pero personalmente se opone a ella, demorándola, ya que no le convenía, dando como argumento que para dictar una Constitución era necesario “arraigar en el pueblo hábitos de gobierno de vida democrática”, lo cual fue un paro retrograda que a dado la nación alejando el día de la gran obra de la Constitución Nacional. El Pacto Federal hecho en 1831 establecía la formación de una Comisión representativa con facultades para organiza constitucionalmente el país. Rosas se opuso a esta comisión y retiró el delegado porteño. Siempre prefirió una unión basada en pactos interprovinciales con la intención de asegurar el dominio de la aduana para la provincia de Bs. As. Desde 1833 en adelante, la actuación de Encarnación, esposa de Rosas, en el plano político es destacable. Ella conducía la porción apostólica de los federales en contra de los cismáticos (balcarcistas) que ocasionaban un completo desorden desestabilizador, junto a la actuación de La Mazorca (policía secreta terrorista cuyo objetivo era expulsar de la ciudad a los políticos adversarios), conducen a la designación de Juan Manuel como gobernador, única alternativa para restablecer el orden. En 1833 la llamada “Revolución de los Restauradores” exige la renuncia de Balcarce. La legislatura reemplaza a éste por Viamonte, el cual renuncia en 1834, y propone a Rosas que lo reemplace, pero no acepta, por lo que quien se hace cargo del gobierno es el presidente de la legislatura, Vicente Maza. Luego del asesinato de Quiroga (crimen político de gran repercusión en Bs. As.), Maza renuncia y la legislatura considera que el único que puede garantizar el orden es Rosas, por lo que es nombrado gobernador por 2º vez, otorgándole las facultades extraordinarias que él solicitaba, es decir, es investido con un poder sin límites, para, según él, sacar a la patria del abismo. Comienza la dictadura: movilización, organización y dirección de las clases subalternas: “Persigamos de muerte al impío, el sacrílego, al ladrón, al homicida, y sobre todo al pérfido y traidor que tenga la osadía de burlarse de nuestra buena fe. Que de esta razas de monstruos no quede uno entre nosotros y que su persecución sea tan tenaz y vigorosa que sirva de terror y de espanto… El todo poderoso dirigirá nuestros pasos” Rosas, un católico practicante, fue una persona muy inteligente, sagaz y capaz. Su coherencia en el pensamiento y acción es notable, siendo que aparece en un ámbito de revolución y dificultades para armar un nuevo estado, con una regularidad discordante. Gran simulador en los campos políticos y económicos. Audaz negociador y notable organizador y administrador de estancias. De extremada obediencia, fidelidad, firmeza y partidario de un cierto tipo de orden social y político, ni unitario, ni totalmente federal, quien supo mantener silencio en los momentos adecuados. Imagen que encarnó mejor que nadie la necesidad imperiosa de los sectores dominantes de establecer orden en una Argentina que no era ni estado ni nación, que carecía de una clase hegemónica.