El cantar del Mío Cid. Introducción. Él mito de aquel noble guerrero conocido como el Mío Cid Campeador (el combatiente) o simplemente como don Rodrigo Díaz de Villar, caló hondo en la memoria colectiva de muchos hombres tanto de sus contemporáneos como en las generaciones posteriores a su época. Preguntar o investigar si efectivamente existió o tan solo fue parte de los cuentos de aquellos juglares medievales que a través de sus relatos llevaron un poco de entretención y enseñanza a los distintos caseríos, villoríos, ciudadelas y ciudades medievales. Pareciere ser un poco difícil, sin contar lo complejo que resultaría la tarea, por tal motivo démonos esa pequeña licencia de que el efectivamente existió don Rodrigo Díaz de Villar, y que además era acreedor de todas esas virtudes señaladas en el poema del Mío Cid Campeador. Pues bien, partiendo de esta base debemos preguntarnos que es lo que hace a este hombre tan especial, su capacidad física, su lealtad para con un Rey que lo destierra, su concepto de honor y honra, o quizás tan solo sea esa necesidad de creer en los superhéroes por que no somos capaces de creer en nosotros mismos. Desarrollo. El actuar de aquel legendario hombre nos hace reflexionar acerca de lo ideal que sería un mundo en cual estuviera perfectamente claro el rol de los chicos malos y de los buenos. Esto conforme avanza la lectura de la historia de este hombre nos transportamos a un mundo en el cual sabemos que los malos en el orden político son los contrarios al Rey sean moros o cristianos, mientras que en el orden social son los infantes de Carrión. En cuanto al orden político, hay que tener presente que en una sociedad fuertemente traspasada de espíritu comunitario, o sea, en la cual se confunde la pertenencia de un hombre a sí mismo y la sujeción a su Rey, no es extraño el actuar del Cid. Es así, que él en vez de reaccionar de manera rebelde o resistir la decisión de Alfonso, actúa como le corresponde de acuerdo a su calidad tratando de recuperar su honra de la manera que siempre lo hecho siendo más fiel que nunca a su Rey, esto debido que su castigo no es tan solo una sanción de extrañamiento físico, sino que también una exclusión de la sociedad, una declaración de alguien como infame, una verdadera muerte civil. De tal manera lo que esta en juego es la honra del Cid que no se puede acrecentar o menguar tan solo se tiene o se pierde. Esto queda perfectamente claro al analizar las ordenes expresas del Rey a los habitantes de Burgos, que además de negarle cobijo le niegan el respeto que le corresponde debiendo dormir a la orilla de un río. Esto es una manera de restregar en la cara del Cid el hecho que ha perdido toda la honra que podría haber tenido en un momento. Pero como siempre ha ocurrido en el transcurso de la historia, los gobernantes en sus distintas versiones ( Reyes, Caudillos, Presidentes, Primer Ministro, etc.) han cometido muchos errores, y es así, como los juglares medievales lo denunciaban en ese entonces, pero lo interesante es que ya en esa época no se le achaca al Rey el haber cometido el error o que este equivocado, sino que son otros los que influenciaron a éste o son otros los culpables de indisponer una persona con él. Digo que es interesante puesto que pareciera ser una característica del pueblo español 1 transmitido a nuestros continente donde si hay un problema en el gobierno de un país lo que se cambia son los ministros, asesores, consejeros o algún chivo expiatorio, pero jamas se toca al presidente o la autoridad máxima. También podemos rescatar el mensaje político de la sujeción plena de los gobernados a su gobernante, independiente de las circunstancias en las cuales uno se vea sometido por que al final del día lo que importa es el gobernante y no los gobernados. El actuar del Cid no es más que el reflejo manifiesto de esto, ya que su fidelidad para con el Rey es a toda prueba, aún cuando tenga más valor, coraje y fuerza que éste. Lo que tal vez lograron los juglares a través del poema del Cid fue una especie de adoctrinamiento del pueblo para que estos fueran fieles a su Rey o autoridad, a semejanza, a las ovejas y el pastor un par de siglos antes que los intelectuales del absolutismo ilustrado de Luis XIV. En cuanto al orden social, queda de manifiesto que la afrenta de Corpes es directo al honor de las hijas del Cid, entendiendo como tal la consideración social que merece un hombre o mujer ante la opinión pública. A diferencia de la honra, esta puede acrecentarse o disminuirse. Uno de los puntos más sensibles en materia de honor es el decoro de la mujer, o sea, si este era agraviado, no tan solo sus efectos recaen sobre la mujer sino que sobre toda la familia y cuyo deber natural será reparar la ofensa. Es interesante que nuevamente los juglares medievales señalan la manera en que se soluciona la afrenta. El Cid exige la reparación tanto por la vía moral como la jurídica, y en definitiva el honor del Cid se ve finalmente fortalecido cuando sus hijas se emparentan con las familias reales de Navarra y Aragón, en un nuevo matrimonio. A diferencia de lo que normalmente podría considerarse como una reacción natural de cualquier padre, eso sí teniendo presente circunstancias la época en que transcurre la historia sería pedir la vida de los infantes de Carrión. El Cid opta por acudir a su Rey, o sea, la autoridad para que él resuelva la controversia, en lugar de hacerse justicia por sus propias manos. Acá vemos un esbozo de aquellos principios que informan la justicia en general, a saber, juridicidad, legalidad, debido proceso, etc.. Además no se conforma que el Rey resuelva la situación de sus hijas, sino que el Cid solicita al Rey la devolución de las espadas dadas a sus yernos, por cuanto, si bien han nacido al alero de una familia noble ellos no lo son, y por tal motivo el Cid considera que no tienen la honra que él detenta y que sí bien le fue quitada por el Rey este mismo quien finalmente reconoce tal atributo al Cid. Queda claro que juglares tangencialmente realizan una sucinta crítica social a la aristocracia que posteriormente adquiere gran fuerza a través de los años, eso sí, sin atacar al Rey. Quizás lo que falta mencionar es la relación de esta obra con la guerra, pareciera ser que la visión épica con la que se le pretende revestir, se puede justificar por el hecho que la Península Ibérica que en esa época a la sazón estaba dominada en gran parte por los moros y no había un poder real que pudiera hacerles frente, tan solo estaban los distintos reinos como los de Castilla, Léon, Aragón, Navarra, pero ninguno de ellos lo suficientemente fuerte para rechazar a los invasores moros y que en definitiva fueron vencidos un par de siglos después en la época de los Reyes Católicos. Quizás se pretendió crear este superhéroe para que el pueblo se identifique con un él y al igual que este fueran leales solo Rey o autoridad para de tal manera se de paso a la unificación de España. Conclusión. Que se puede decir de esta gran obra de la literatura Castellana. La verdad que mucho, pero siguiendo un poco lo expuesto debemos resaltar la obra de los juglares que difundieron en un mundo de mayorías poco letradas como era el de entonces mediante la recitación, el canto, la actuación, la música, etc. esta historia la cual nos permite deducir un poco el mundo de esa época. Asimismo es un canto a la unificación de España que este legendario personaje encabeza y que lo logra por medio de su lucha contra los invasores además de resaltar dos virtudes que le son propios del pueblo español, o sea, la honra y el honor. 1 5 2 3