INTRODUCCIÓN A LA SEMIOLOGÍA. La semiología es la ciencia que estudia los síntomas y signos de las enfermedades. Por síntomas se entienden las molestias o sensaciones subjetivas de la enfermedad (ejemplo: dolor, náuseas, vértigo). Por signos se entienden las manifestaciones objetivas o físicas de la enfermedad (ejemplo: observación de ictericia, palpación de un aneurisma abdominal, auscultación en la región precordial de un soplo cardíaco que sugiere una estenosis mitral). Un síndrome es una agrupación de síntomas y signos, que puede tener diferentes causas. Por ejemplo: síndrome febril, síndrome hipertiroideo, síndrome meníngeo. Una enfermedad tiene características propias y, en general, tiene una causa específica. En un comienzo es posible que el clínico pueda plantear sólo un determinado síndrome sin poder identificar a qué enfermedad corresponde. Posteriormente, sobre la base de exámenes o a la evolución clínica, podrá pasar del diagnóstico de síndrome al de la enfermedad propiamente tal. Una fiebre tifoidea, una influenza o una endocarditis infecciosa, pueden presentarse con un síndrome febril. Una meningitis bacteriana o una hemorragia subaracnoídea pueden manifestarse con un síndrome meníngeo. Indudablemente es necesario aprender aspectos específicos de cada enfermedad que permitan diferenciarlas. El objetivo de la semiología es llegar a conocer las manifestaciones de la enfermedad y finalmente llegar al diagnóstico. Este diagnóstico se puede conocer con distintos grados de precisión: a) b) c) Como síndrome (p.ej.: síndrome de insuficiencia cardíaca). Como diagnóstico anatómico (p.ej.: insuficiencia mitral). Como diagnóstico etiológico (p.ej.: endocarditis bacteriana por estreptococo viridans). El diagnóstico puede quedar planteado con seguridad, o el clínico lo postula sobre la base de la forma de presentación de la enfermedad y las probabilidades que tiene de presentarse. Es conveniente saber agrupar los síntomas y signos en torno a síndromes o enfermedades que pueden presentarse con esas manifestaciones. De esta forma uno se acerca al diagnóstico. Frecuentemente se plantea la conveniencia de hacer algunos exámenes complementarios para respaldar o descartar algunas de las hipótesis diagnósticas planteadas. Un buen clínico es capaz de captar los síntomas y signos más importantes, y sobre la base de sus conocimientos y experiencia, ponerlos en perspectiva, para plantear finalmente los diagnósticos que le parecen más probables. En este proceso que conduce al diagnóstico, hay una etapa en la que se recoge la información mediante la historia clínica y luego el examen físico. Después se ordena la información hasta quedar en condiciones de plantear las hipótesis diagnósticas más probables. Para recoger la información necesaria es muy importante el método que el clínico tenga, y su capacidad para relacionarse con el paciente. Debe saber qué preguntar y cómo hacerlo. Es en esta interacción con el paciente (la entrevista médica propiamente tal), donde se obtiene la información más valiosa. Con esta información se confecciona la historia clínica o anamnesis. Cuando el enfermo no es capaz de comunicarse, habrá que conversar con las personas que puedan informarnos, ya sean familiares o conocidos. Al conocimiento que se obtiene mediante la entrevista médica, se agrega la información que aporta el examen físico. Para que no se escape información importante, existe una forma para desarrollar la historia clínica y el examen físico. Es lo que comenzaremos a presentar a continuación, partiendo con la entrevista médica. LA ENTREVISTA MÉDICA Y LA RELACIÓN CON EL PACIENTE La forma cómo el médico interactúa con el paciente y su grupo familiar es muy importante. Para que esta relación sea de la mejor calidad, conviene tener presente algunos aspectos que van a enriquecer esta interacción. ¿Lugar dónde se desarrolla la entrevista? El lugar y las circunstancias donde se desarrolla la entrevista médica deben ser adecuados. Es necesario disponer de algún grado de comodidad, privacidad, silencio, e iluminación. Respecto al lugar, puede ser en una consulta, en el domicilio, junto a la cama del paciente en el hospital, etcétera. Lo que es fundamental es tener condiciones adecuadas para lograr una buena historia clínica (que es lo que se conoce como anamnesis) y entregar una atención de calidad. No es conveniente hacer lo que se conoce como "consultas de pasillo", en donde el médico es sorprendido en cualquier lugar por alguien que lo conoce, para preguntarle sobre algo que lo aqueja. En una consulta el paciente se abre al médico y le confía aspectos muy personales. Esto hace necesario que el lugar tenga suficiente privacidad. El médico debe guardar las reservas del caso, en el contexto del "secreto profesional". Es normal que durante esta conversación quieran estar presentes uno o más familiares, a quienes hay que saber acoger. No conviene que participen muchas personas ya que es fácil distraerse y la comunicación con el enfermo se puede ver interferida. En el lugar debe haber un ambiente agradable, ni muy frío, ni muy caluroso, sin que lleguen ruidos fuertes desde el exterior que interfieran con la conversación, y la iluminación debe ser adecuada. Hay que tener presente que cuando se examina con luz artificial, especialmente cuando la luz es algo amarillenta, podría no ser posible detectar una ictericia conjuntival que esté comenzando. El manejo del tiempo. Se debe programar un tiempo razonable para atender bien a cada paciente, de modo de poder conocerlo y darle las indicaciones necesarias. La citación de los enfermos en un consultorio debe estar debidamente planificado de modo de cumplir con cada tarea en forma eficiente y no hacer perder tiempo a las personas que vengan después. El clínico debe tener el cuidado de llegar sin atrasos a su consulta y darle a cada paciente la atención que necesita, sabiendo ajustarse a los tiempos que han sido programados. Lo habitual es que el tiempo se haga escaso. Para hacerlo rendir al máximo, es muy importante saber llevar la conducción de la entrevista, que el paciente no se escape por su lado entregando información que nada aporta al diagnóstico, y saber en todo momento qué preguntar. Conviene tener presente que mientras se efectúa el examen físico también se pueden precisar aspectos de la historia clínica que estén todavía pendientes. Actitud y preparación profesional. El médico debe mantener siempre una actitud de servicio y tener la serenidad y tranquilidad necesarias para ofrecer su atención en las mejores condiciones. También, y aunque parece obvio decirlo, debe tener una preparación profesional adecuada. Si por algún motivo no se siente en condiciones de ayudar al paciente en su problema, debe buscar alguna alternativa, ya sea enviándolo a un especialista, o haciéndole ver que necesita estudiar más a fondo su problema antes de poder aconsejarlo. La integridad y honestidad deben ser para un médico aspectos muy importantes en su persona. La entrevista médica. Tomando contacto con el paciente. En el policlínico o la consulta se debe ir al encuentro del paciente. Ojalá saludarlo por su nombre. Esto lo hace sentir acogido. Se invita a pasar y tomar asiento. Es frecuente que la persona entre con algún familiar. Al momento de iniciar la conversación, se pueden tener frases de acogida que centren la conversación, tales como: ¿qué lo trae a consultar? ¿qué molestias ha tenido? ¿en qué le puedo tratar de ayudar? ¿en qué le puedo servir? Saber escoger el trato más adecuado para cada paciente. Este es un aspecto interesante que resulta ser bastante importante. El médico debe ser capaz de hacer sentir cómodo a su paciente, de ganárselo, lograr que cuente sus problemas. El trato debe ser siempre respetuoso, aunque ajustado a las circunstancias. Con personas adultas con las que no hay mayor confianza, lo más adecuado es un trato formal, en el que la relación es de "usted". Con niños o personas conocidas resulta mejor un trato más informal. El resultado final depende mucho de la personalidad del paciente, su edad, su situación, y también de la personalidad del médico y las circunstancias en las que está viendo al enfermo. A veces puede convenir adoptar una actitud más "paternalista", en otras oportunidades es mejor una relación más formal, la cual incluso puede progresar a un trato más informal si surge espontáneamente. En todo caso, siempre debe existir una relación de respeto por ambos lados. Habitualmente no es aconsejable que la conversación caiga a un plano muy familiar por el riesgo de perder de perspectiva la relación médico-paciente. El médico no debe perder la legítima "autoridad" que debe mantener para aconsejar y entregar sus indicaciones médicas. La actitud del médico debe ser siempre intachable. No hay que olvidar que si la evolución de la enfermedad no es buena, el paciente podría querer distanciarse del médico y hasta adoptar una actitud de crítica. Saber escuchar y ser capaz de dirigir la entrevista. Es fundamental, ¡saber escuchar! Esto no significa dejar hablar al paciente libremente sin ninguna limitación ya que desgraciadamente algunas personas "no paran de hablar" y sin embargo, aportan poca información útil para el diagnóstico. Los primeros minutos deben ser dejados para que el paciente exprese sus molestias y dé a conocer el motivo de su consulta. Posteriormente, en la medida que el médico se orienta respecto a los problemas, toma más control de la entrevista para precisar mejor las molestias. Mientras se efectúa el examen físico, todavía se pueden precisar algunos aspectos de la historia clínica. Es muy frustrante para un paciente salir de la consulta pensado: "Este doctor, ni me escuchó". La conducción de la entrevista médica y la capacidad para ganarse la confianza del paciente, es una habilidad que conviene tener. Saber qué preguntar Al tratar de captar lo que al paciente le aqueja, es fácil que el alumno de medicina, cuando está partiendo con su práctica clínica, se vea abrumado por la gran cantidad de preguntas que habría que hacer y áreas que revisar. Incluso, es fácil que no retenga bien algunas de las respuestas y se sorprenda preguntando por segunda vez algo que ya se comentó. No hay que desesperarse por esto. Con el tiempo y más conocimientos, las cosas se van haciendo más fáciles. Los clínicos con experiencia tienden a revisar los síntomas y los signos clínicos sobre la base de síndromes y saben con qué se pueden relacionar distintas molestias. Esto los lleva a retener y destacar algunos síntomas y signos que consideran muy importantes; en cambio, otras molestias pueden dejarlas momentáneamente de lado. Al hacerlo así, tienen claro qué conviene preguntar en cada momento. Por ejemplo, ante un cuadro de ictericia, se investiga si podría tratarse de una hepatitis, de un cuadro biliar con obstrucción del colédoco, una descompensación de una afección crónica del hígado, etcétera. Si se trata de una mujer que consulta por dolor al orinar, las preguntas estarán muy orientadas a precisar si existe una infección urinaria. Si es un hombre joven que presentó una deposición de color negro, el interrogatorio se dirige a evaluar la posibilidad de una hemorragia digestiva alta y se investigan distintas condiciones que son capaces de dar esta manifestación. Como se puede ver, en la medida que se van teniendo más conocimientos y se pueden analizar más en profundidad algunos síntomas o signos importantes, la entrevista médica resulta más dirigida y rinde más. Saber cómo preguntar: no influir las respuestas. Las preguntas deben ser efectuadas de tal forma que no se influya la respuesta. Por ejemplo, si se está analizando la evolución de un dolor determinado, más que preguntar: "¿no es cierto que está con menos dolor?", convendría dejar abierta la respuesta: "¿desde la última vez que nos vimos, el dolor está igual, ha aumentado o ha disminuido?" El paciente no debe ser influido en sus respuestas por el tipo de pregunta que se le formula. Cómo tomar nota de la información que se recoge. Un aspecto que puede interferir en la relación con el paciente son las anotaciones que el médico efectúa mientras transcurre la entrevista. Esto interfiere el contacto ocular que es conveniente de mantener. Además, el paciente se inhibe cuando nota que sus problemas van quedando registrados en una ficha, a la que incluso pueden tener acceso otras personas. Es comprensible que el médico quiera efectuar algunas anotaciones pero, ¿cuándo hacerlo? ¿en qué forma? Mientras transcurre la entrevista es mejor hacer anotaciones muy breves, incluso en un borrador, sólo para recordar los aspectos principales. Una vez terminado el examen físico, mientras el enfermo se viste, queda un tiempo para escribir algo más definitivo en la ficha. Es además el momento para escribir las recetas y órdenes para exámenes. Qué dejar registrado en las fichas clínicas. Cuando las fichas clínicas de los pacientes pueden ser revisadas por otras personas, es necesario ser cuidadoso con lo que se deja registrado. El médico debe mantener reserva con la información que se le ha confiado. Si la persona está consultando en una Institución, la responsabilidad de guardar la privacidad del paciente involucra a todas las personas que de una u otra forma participan en la atención (médicos, enfermeras, auxiliares, secretarias, etc.). Otro aspecto importante tiene relación con las implicancias médico-legales. Frente a un juicio, la ficha clínica pasa a ser un documento que puede ser solicitado por los tribunales de justicia. El médico debe dejar constancia de la situación del paciente y evitar opiniones que comprometan el honor de otras personas o la credibilidad de la Institución. El adjudicar responsabilidades penales les corresponderá a los magistrados. Cómo presentar la información. En general se sigue un esquema bastante tradicional en el que se identifica al paciente, se menciona el motivo de la consulta, luego se cuenta la historia clínica, se revisan los antecedentes y finalmente se deja constancia del examen físico siguiendo un orden establecido. Es importante cuidar la calidad de la letra y la redacción. Se deben evitar errores ortográficos y gramaticales groseros. No se debe abusar de las abreviaciones. Al respetar estos aspectos se facilita la revisión de las historias clínicas. Ojalá el mal prestigio de la "letra de médico", se pueda desterrar. Cuidado con el lenguaje no hablado. Este aspecto puede traicionarnos fácilmente. La actitud, la expresión del rostro, el tono de la voz, la capacidad de mantener contacto ocular, son elementos que se deben usar para enriquecer la relación. No es posible lograr una buena comunicación si el paciente ve que el médico está distraído, desinteresado, impresiona apurado, es interrumpido con llamadas telefónicas, etc. Además, es una falta de respeto. La presentación personal es también parte del lenguaje no hablado. A todos nos pasa que tenemos una imagen de lo que es un abogado, un arquitecto, un obrero de la construcción, y así, distintos oficios y profesiones. También las personas tienen una imagen del médico. Esto no significa que todos los profesionales de una determinada rama tengan que ser iguales. Incluso la diversidad es buena ya que satisface distintas preferencias. Cada médico debe aspirar por lo menos a irradiar una imagen con la que de confianza a sus pacientes. Cómo recoger la información. La información se obtiene a medida que se interactúa con el paciente. Es necesario saber escuchar y saber formular preguntas. En clases se enseña un esquema que permite clasificar la información según su naturaleza: lo que es propio de la enfermedad del enfermo, lo que son antecedentes, etc. Habitualmente, a medida que la conversación fluye, se aprovecha de preguntar sobre aspectos relacionados. Por ejemplo, si la consulta es por tos, se preguntará por expectoración, sensación de falta de aire, fiebre, etc. Es conveniente que la conversación sea fluida e hilvanada. Tener un esquema para saber qué información obtener, es bueno. Incluso, cuando el médico está muy cansado, es conveniente poder recorrer este esquema en forma casi automática. En la medida que se logra experiencia, es factible desempeñarse en condiciones más adversas (en turnos, bajo presión de trabajo, etc.). Obtenida la información, ésta se escribe en la ficha clínica siguiendo un orden determinado. Esto permite encontrar posteriormente aspectos específicos sin tener que leer toda la ficha. Conviene saber redactar y resumir. Una ficha no es mejor porque se escribió mucho, sino porque contiene la información y se presenta en forma adecuada. Las descripciones muy extensas, la mala redacción, la omisión de datos, la mala letra, son aspectos deterioran la presentación. Los alumnos de medicina cuando están comenzando a ver pacientes. Un aspecto que complica a los alumnos cuando recién están comenzando a ver pacientes es la sensación que no tienen nada que ofrecerles y que hasta los molestan. Esto no debiera ser motivo para no tomar contacto con ellos. Es frecuente que los pacientes colaboren cuando se les trata con respeto, e incluso, agradezcan el interés que se les muestra y la compañía que se les entrega. Además, los alumnos pueden ayudar a los médicos tratantes en aspectos específicos. Por ejemplo, cuando descubren aspectos de la historia clínica todavía desconocidos, o colaborando en funciones administrativas como conseguir resultados de exámenes o alguna ayuda que se les solicita con relación a las fichas clínicas. El examen físico Al momento de efectuar el examen físico, es conveniente tener presente los siguientes aspectos: Respetar el pudor del paciente. Este es un aspecto muy importante. Hay que disponer de la suficiente privacidad que incluya un espacio o rincón adecuado para que el paciente pueda sacarse y ponerse la ropa. Al momento de examinar, conviene lograr un adecuado balance entre la necesidad de disponer de un buen campo visual, y el debido respeto por el pudor del paciente o de la paciente. Para lograr esto, se le permite al enfermo quedarse con algo de ropa, especialmente su ropa interior. Se examina por segmentos, los que se descubren sucesivamente. En esta labor, una sabanilla puede ser muy útil. Los médicos varones deben tener presente la conveniencia de estar acompañados por una enfermera o una auxiliar de enfermería cuando efectúan el examen de mamas o el examen ginecológico en una mujer. Ser delicado al momento de examinar. Esto debe ser una condición básica. El paciente ya tiene bastantes molestias con su enfermedad. Al examinar, se debe ser cuidadoso de no producir dolor más allá de lo estrictamente necesario. Por ejemplo, en un cuadro abdominal agudo, es necesario palpar y esto producirá dolor, pero, hay formas y formas de examinar, algunas más delicadas y otras más toscas. En el mismo contexto, se debe evitar examinar con las manos y el instrumental frío, especialmente en el invierno. Disponer de todo lo necesario para efectuar un buen examen físico. Esto implica tener un lugar con una camilla, con suficiente privacidad, buena iluminación y disponer de los instrumentos que sean necesarios: estetoscopio, manómetro de presión, balanza, etcétera. Todo el material que toma contacto con el paciente debe estar limpio. Respetar las medidas de aislamiento bacteriológico. Esto actúa en dos sentidos. Por un lado, está el caso de pacientes con infecciones que se puede transmitir (p.ej., tuberculosis pulmonar, meningitis meningocócica, etc.). Los médicos están expuestos a contagiarse y deben tomar precauciones: usar mascarillas, delantal, vacunarse, etc. Por el otro lado, están los pacientes con grave compromiso inmunológico que están propensos a contraer infecciones. Las personas que los atienden deben respetar las medidas conducentes a evitar que se pueda transmitir alguna infección. Para esto es muy importante lavarse las manos antes y después de atender a cada enfermo, y respetar las medidas de aislamiento que estén indicadas (delantal, mascarilla, etc.). Esto es más importante aún en los hospitales donde existen gérmenes de mayor virulencia. Informar al paciente. Se debe explicar al paciente lo que tiene y lo que le conviene hacer. Esto es lo que al paciente más le interesa. Después de haber efectuado la anamnesis, el examen físico, y de haber escrito algunas anotaciones en la ficha clínica, es necesario explicarle al paciente, con la mayor claridad posible, lo que tiene, lo que eso significa, el pronóstico asociado, y lo que debe hacer. Las recetas deben ser claras. También es necesario preocuparse de llenar formularios de seguros y licencias médicas. El médico debe ser muy honesto y prudente en la forma de entregar la información, especialmente en el caso de diagnósticos de mal pronóstico. Se debe tener la sensibilidad suficiente para producir el mínimo de alarma o angustia. Aunque es cierto que el paciente debe saber lo que tiene, no es necesario comunicarle todo en una sola sesión, "como un balde de agua fría". Hay formas y formas de entregar la información, y eventualmente, se puede ir preparando a la persona en distintos encuentros. Es conveniente trabajar estas situaciones en conjunto con la familia, pero respetando la privacidad del paciente. La honestidad, experiencia, conocimientos, prudencia y criterio del médico también se van a reflejar en la cantidad de exámenes que solicita, en los medicamentos que prescribe, los controles que efectúa, las derivaciones a otros especialistas. Su objetivo debe ser siempre dar la mejor atención. La despedida también es importante. Una vez concluido todo este proceso, llega el momento de despedirse. Si se trató de una consulta, se acompaña al paciente y a su acompañante a la salida.