La religión en Grecia y Roma

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La Religión
en
Grecia y Roma
Partenón
ESO – 3º
Marzo, 2007
Índice
Página
1.- Las creencias
2
2.- La historia de los mitos
3
2.1.- El origen del mundo
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2.2 .- El origen de los dioses
3
2.2.1.- Primera generación de dioses
3
2.2.2.- Segunda generación de dioses
4
2.2.3.- Tercera generación de dioses
4
2.3.- Algunos dioses compartidos
5
2.4.- El origen del hombre
6
2.4.1.- Hesíodo y el mito de las razas
6
2.4.2.- El mito de Prometeo
6
2.4.3.- El mito de Deucalión y Pirra y los autóctonos
6
3.- El culto
7
4 .- Las prácticas religiosas
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5.- El culto a los muertos
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5.1.-Los ritos funerarios
6.- Material consultado
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La religión en Grecia y Roma
1.- Las creencias.
Los griegos eran profundamente religiosos. La religión formaba
parte de su vida cotidiana y recurrían a la plegaria, al rito o a la ofrenda con
objeto de granjearse el auxilio divino. Para ellos, los dioses representaban
el orden, el equilibrio del mundo.
La religión en Roma tenía un sentido utilitario y estaba al servicio de
los individuos y del Estado. Cada acto de la vida tenía su divinidad
protectora. Todos los ritos y sacrificios tenían como objeto obtener un
beneficio de los dioses que representaban fuerzas ocultas a las que había
que invocar para que les fuesen propicias.
Los griegos y los romanos eran politeístas, tenían innumerables dioses
y estaban abiertos a cualquier creencia o práctica religiosa.
A lo largo de los siglos Grecia fue asumiendo diversas divinidades que
protegían distintos aspectos de su vida. Sus dioses provienen de dos
tradiciones distintas: la de los primitivos pobladores de Grecia y la de los
pueblos indoeuropeos, que llegaron a Grecia a partir del 2000 a.C. Los
primitivos griegos eran agricultores y ganaderos, y tenían dioses de la
fecundidad y de los campos, así como una diosa madre que identificaban con
la "madre tierra". Por su parte, los indoeuropeos eran nómadas y guerreros,
y tenían un dios supremo, del cielo y de la luz, padre y creador del mundo y
de la sociedad.
Los poetas cantaron la historia de los dioses, inspirándose en
leyendas populares, y crearon la mitología griega. Para Homero y Hesíodo,
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los dioses nacían y crecían, tenían infancia, juventud y madurez, se casaban,
engendraban hijos, se peleaban, hacían las paces y se reunían en banquetes.
Los dioses sentían envidias y celos, podían ser más o menos amables, crueles
o vengativos. En resumen, se comportaban como los seres humanos aunque
eran mucho más poderosos. Su inmortalidad era la característica que los
diferenciaba de los hombres, mortales.
2.- La historia de los mitos.
2.1.-El origen del mundo.
Según relata Hesíodo, al inicio del mundo sólo existía el Caos. Las
distintas generaciones de dioses representan el paso del Caos al Cosmos, es
decir, al Orden Universal, a la Justicia Suprema y a la Belleza Absoluta.
2.2.- El origen de los dioses.
Del Caos surgieron tres generaciones de dioses.
2.2.1.- Primera generación de dioses.
Urano y Gea fueron la primera pareja de dioses, "el Cielo y la Tierra",
nacidos del Caos. Junto a ellos apareció Eros, el poder del amor o de la
atracción que actúa sobre dioses y hombres haciendo que éstos se unan. De
la unión de Urano y Gea surgieron muchos seres poderosos como los titanes
o los cíclopes, a los que Urano, por miedo a ser destronado por su
descendencia, obligaba a permanecer dentro del seno de su madre.
Gea, harta del sufrimiento que le provocaba el encierro de sus hijos,
decidió aliarse con su hijo Crono, al que le hizo entrega de una hoz de oro
para que la utilizara contra su padre en una emboscada que planearon.
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Cronos, cogió la hoz con la mano derecha y castró a Urano. Luego, con
la mano izquierda arrojó los genitales al mar, lanzándolos hacia atrás por
encima del hombro. La sangre de Urano fecundó a Gea, quien engendró a los
gigantes y a las furias.
Los órganos genitales de Urano, al caer al mar,
engendraron a la diosa Afrodita, que en griego significa “la
nacida de la espuma del mar”.
Afrodita de Rodas
2.2.2.- Segunda generación de dioses.
La muerte violenta de Urano a manos de su propio hijo supone el paso
a la siguiente generación: Crono y su esposa Rea, que representan el tiempo
y la naturaleza.
La generación de los titanes tampoco trajo consigo el establecimiento
de un orden justo, pues el comportamiento de Crono se vio condicionado por
la maldición que pronunció su padre antes de morir: Urano profetizó la
muerte de Crono también a manos de uno de sus hijos. Para evitar este
oráculo Crono devoraba a sus hijos nada más nacer.
2.2.3.- Tercera generación de dioses
Tras conseguir escapar de Crono, gracias a la intervención de su
madre, Zeus y sus hermanos declararon la guerra a los Titanes, que estaban
dirigidos por el gigante Atalante confinándoles en el Tártaro (infierno) y
enterrando a los gigantes bajo enormes montañas.
Con la caída de Crono y sus aliados frente a su hijo Zeus, terminará
cumpliéndose la maldición de Urano. La tercera y última generación, la de
Zeus y los Olímpicos, representa la llegada del Cosmos, de un Mundo en
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orden y armonía, regido por una Justicia Suprema. Más tarde, Zeus, el
padre de todos los dioses haría extensiva este orden a los mortales
mediante el concurso de la fuerza de Heracles (Hércules).
Zeus, por su parte, consiguió esquivar gracias a su
astucia las ocasiones en que parecía que podría cumplirse de
nuevo la maldición antigua del oráculo que condenaba al asesino
de su padre a morir él mismo a manos de uno de sus propios
hijos y gobernó junto a sus hermanos e hijos desde el Olimpo.
Zeus
Los dioses latinos carecían de mito y no
eran representados a través de imágenes, pero cuando
el pueblo romano contactó con el griego identificó
muchos de sus dioses, principalmente los del Olimpo,
haciendo suya la mitología que los acompañaba y las
representaciones plásticas de cada dios.
Júpiter
2.3.- Algunos dioses compartidos.
GRIEGO
ROMANO
CARACTERÍSTICAS
Afrodita
Venus
Diosa de la belleza y del amor.
Apolo
Apolo/ Febo
Dios de la profecía, la medicina y el sol.
Ares
Marte
Dios de la guerra.
Ártemis/a
Diana
Diosa de la naturaleza y la caza.
Atenea
Minerva
Diosa de la sabiduría y de la guerra.
Cronos
Saturno
Dios del cielo y del tiempo.
Deméter
Ceres
Diosa de la agricultura.
Dionisio
Baco
Dios del vino y la fiesta.
Hefesto
Vulcano
Dios del fuego. Herrero de los dioses.
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Hera
Juno
Diosa del matrimonio. Esposa de Zeus.
Hermes
Mercurio
Mensajero de los dioses.
Hestia
Vesta
Diosa del hogar.
Hades
Plutón
Dios del mundo subterráneo y de los muertos.
Poseidón
Neptuno
Dios del mar.
Zeus
Júpiter
Soberano de los dioses olímpicos.
2.4.- El origen del hombre.
2.4.1.- Hesíodo y el mito de las razas.
Según Hesíodo, los hombres tienen igual principio que los inmortales,
sólo que su raza fue degradándose hasta la actual. En el famoso mito de las
razas, éstas se nombran por el metal que representan: primera raza o “raza
de oro”, segunda raza o “raza de plata”, tercera raza o “raza de bronce”,
cuarta raza o “raza de los héroes o semidioses”, y quinta raza o “raza
actual”.
2.4.2.- El mito de Prometeo.
Según otros relatos el creador del hombre fue Prometeo, el titán, que
lo modeló con arcilla, y Atenea sopló aliento de vida sobre la imagen de
barro.
2.4.3.- El mito de Deucalión y Pirra y los autóctonos.
Para otros, los hombres son “autó-ctonos”, es decir, “nacidos de la
tierra”. Según la leyenda del diluvio universal, sólo se salvaron Deucalión y
Pirra. Cuando terminó el diluvio y ambos hubieron desembarcado del arca
que habían construido por consejo de sus padres, buscaron compañeros
preguntando al oráculo de Apolo en Delfos. La respuesta fue que arrojaran
tras de sí los huesos de su madre, y ellos entendieron que se trataba de la
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Madre-Tierra, cuyos huesos debían de ser las piedras. De las piedras que
arrojó Deucalión nacieron los hombres y de las que arrojó Pirra las mujeres.
3.- El culto.
En general, los griegos eran respetuosos con sus dioses. Pensaban que
los dioses debían recibir algo a cambio de lo que hacían por los humanos. En
las casas solía haber un espacio dedicado a ellos, con un pequeño altar donde
realizar ofrendas.
En las ciudades había templos dedicados a las divinidades, donde se
guardaban sus estatuas. En algunos lugares especiales de la geografía griega
se construyeron santuarios donde, en fechas señaladas, acudía gente de
toda Grecia para festejar a los dioses con sacrificios, procesiones,
representaciones de teatro y competiciones deportivas.
Los templos y santuarios eran atendidos por ciudadanos que se
encargaban de realizar los sacrificios y ofrendas. No había sacerdotes
dedicados en exclusiva al culto, ni tampoco un libro sagrado con las verdades
religiosas que todo el mundo tuviera que creer.
El culto a los dioses incluía tres tipos de actos: la plegaria que solía ir
acompañada de una ofrenda ante el altar. Si se trataba de leche o vino se
derramaba (libación) y si era
una figura, una estela o algún
alimento se depositaba en el
altar.
Culto a los dioses: libación y sacrificio.
En los sacrificios, los animales, sin defectos y engalanados, eran
degollados sobre los altares. Si se sacrificaban cien bueyes se llamaba
“hecatombe” y si se quemaba el animal “holocausto”.
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Para muchos griegos, el sacrificio era más una celebración social que
una ofrenda a los dioses, ya que se comían la carne y sólo consagraban a los
dioses los despojos. Según el mito, Prometeo engañó a Zeus haciendo que
éste escogiera para los dioses la parte en apariencia más sabrosa del buey,
los huesos; mientras que dejó para los hombres la parte menos sabrosa, la
carne.
Por último, la purificación era una ceremonia que se realizaba con
agua para poder entrar en contacto con algo de carácter sagrado o para
eliminar la mancha producida por el contacto de las cosas consideras
impuras: después de un nacimiento o de una muerte.
Las fiestas oficiales eran ceremonias religiosas muy importantes.
Incluían juegos, competiciones atléticas y concursos literarios. En las
“Grandes Dionisos” de Atenas, el primer día tenía lugar una procesión y el
segundo lo dedicaban entero a los “ditirambos” (composiciones poéticas de
carácter elogioso), en honor del dios Dionisio. El tercer día lo dedicaban a la
comedia y los tres días siguientes a la tragedia.
Los
teatros
eran
descubiertos,
con
gradas
para
el
público
aprovechando el desnivel natural del terreno. En mitad de la “orchestra”
donde actuaba el coro, se alzaba el altar en honor de Dionisio. Carecían de
telón porque no cambiaban los decorados aunque sí tenían paneles de fondo
y algunos efectos.
Teatro de Epidauro.
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Los actores eran todos masculinos, actuaban con máscaras que
exageraban los rasgos diferenciadores de los personajes y se veían
obligados a cambiarlas a medida que se desarrollaba la obra.
Otro tipo de celebración religiosa eran los “Juegos Olímpicos” en
honor de Zeus. A estas celebraciones que duraban siete días no podían
acudir las mujeres. En la ciudad de Olimpia, los juegos comenzaban con
sacrificios y celebraciones y toda una serie de ceremoniales y rituales
preparatorios hasta llegar a los cinco días de competición. Al final había una
procesión solemne y un banquete.
En Roma tenían los grandes dioses nacionales a los que el Estado
rendía culto público y las divinidades domésticas que eran veneradas en
familia. En determinadas épocas los emperadores romanos se hicieron
adorar como dioses.
En el centro de la casa, el atrio, tenían una capilla (lararium) donde
rendían culto a la diosa Vesta, manteniendo siempre encendido el fuego,
símbolo del hogar. Junto a esta diosa, veneraban
a los dioses “lares” que cuidaban de la salud de
la familia y de la concordia entre sus miembros
y a los “penates” que eran los guardianes de la
despensa. Se les designaba con el nombre común
de “lares familiares”.
Lares familiares.
Al final de cada comida había que dejar algo en la mesa para ellos y
cualquier celebración familiar empezaba con ofrendas de perfumes y
guirnaldas de flores.
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También veneraban a los “manes” que eran los espíritus de sus
antepasados muertos. Pensaban que si no se acordaban de ellos y hacían
ofrendas en sus tumbas, sus almas no alcanzarían la inmortalidad y andarían
errantes hasta llegar a convertirse en espíritus malignos (lemures). Para
evitar esto, una vez al año celebraban las fiestas funerarias en las que
ofrendaban alimentos, bebidas, flores y obsequios.
El culto público era el que se daba a los
grandes dioses presididos por Júpiter, Juno
y Minerva, y tenía un carácter oficial
íntimamente relacionado con la política. La
religión era uno de los símbolos de la unidad
del Estado
Júpiter, Juno y Minerva.
En honor de los dioses también celebraban fiestas y juegos. El acto
más importante del culto romano eran los sacrificios porque era lo que más
satisfacía a los dioses. Cada divinidad mostraba sus preferencias por una
clase de ofrendas. Una vez elegido el animal era conducido al altar adornado
con guirnaldas y cintas. Una vez en él se le purificaba con migas de
“molamasa” (mezcla de harina y sal).
Después de degollada la víctima se dejaban las entrañas a la vista
para que los “arúspices” se encargasen de examinar el estado de las
vísceras. Si observaban alguna anomalía lo interpretaban como signo de mal
agüero y rechazaban a la víctima. Si todo estaba bien se quemaban las
entrañas y el resto de la carne se asaba y se ofrecía a los asistentes.
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Cuando se inauguraba o restauraba un templo, el sacrificio ofrecido
se llamado “suovetaurilia” y consistía en la inmolación de un cerdo, una oveja
y un toro.
Suovetaurilia
Cuando las desgracias persistían, se interpretaba que los dioses no
estaban satisfechos y ofrecían una “hecatombe”.
Un remedio extraordinario contra los grandes males, contemplado en
los libros Sibilinos, era “la primavera votiva” que consistía en ofrecer a
Júpiter el sacrificio de todo ser animado que naciese durante la primavera
si el dios concedía lo que se le solicitaba. Si los niños no eran excluidos
expresamente, esperaban a que fuesen adultos y los desterraban para
siempre, ya que no eran partidarios de los sacrificios humanos.
También en circunstancias importantes celebraban las “lustraciones”
que eran purificaciones colectivas que se hacían cada cinco años.
En el culto doméstico el padre (paterfamilias) era el sacerdote que
dirigía las ofrendas y pronunciaba la oración que debía ir acompañada de los
gestos establecidos para que produjese los efectos deseados. Si se
equivocaba debía volver a empezar toda la ceremonia.
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En el culto público romano, de las fiestas y ceremonias se encargaban
los sacerdotes que eran elegidos de entre los ciudadanos, políticos o
militares generalmente, y no se les exigía una preparación previa.
En Roma había distintas clases de sacerdotes, debido a lo complicado
y diverso del ritual. Los más importantes eran los “pontífices” presididos
por el “Pontifex Maximus” cuyas funciones eran velar por la pureza del
culto, fijar las fiestas y anotar los acontecimientos más importantes.
4.- Las prácticas religiosas.
Los griegos creían que los acontecimientos futuros podían ser
conocidos con antelación ya que los dioses les sugerían, por diversos
procedimientos, la conducta que debían seguir.
Los hombre debían tratar de recabar e interpretar la información
trasmitida por los dioses, pero ello sólo estaba al alcance de unos pocos, los
adivinos, que estaban dotados de poderes extraordinarios que les permitían
servir de intermediarios entre los hombres y los dioses. La “ornitomancia” a
través del estudio de las aves o la “hieroscopia” o examen de las vísceras de
los animales sacrificados, eran algunas de las técnicas utilizadas en la
adivinación.
De estas prácticas, la más importante y trascendente fue la
desarrollada por el “Oráculo de Delfos” donde
profetizaba el dios Apolo. Allí, una sacerdotisa
(pitia) entraba en trance y se suponía que
trasmitía las palabras del dios.
Templo de Apolo en Delfos.
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Un sacerdote (prophétes) recogía las consultas y se las hacia llegar a
la “pitia”, confeccionando una respuesta con las incoherencias de ésta. El
mensaje solía ser ambiguo para, en caso de no cumplirse la profecía,
atribuirlo a un error de interpretación.
Los vaticinios y la adivinación eran parte importante de la vida y la
religión de los romanos; por ello, antes de tomar cualquier decisión o
emprender cualquier empresa importante se consultaba al “augur” que eran
los sacerdotes especializados en presagiar acontecimientos a través de la
observación y el comportamiento de determinados animales.
Los
sacerdotes
llamados
“decenviros”
tenían
la
función
de
interpretar, previa autorización del Senado, los tres
libros Sibilinos que estaban depositados en el templo
de Júpiter. A ellos se acudía sólo en circunstancias
extraordinarias para interpretar los prodigios de
carácter adverso.
Textos sibilinos
Otra actividad, aunque poco común, de la Grecia clásica fue la magia.
Las prácticas mágicas solían tener dos finalidades básicas, atraer o
recuperar a la persona amada por medio de filtros y conjuros o destruir a
un enemigo para lo que se utilizaban unas tablillas en las que se escribía la
maldición que se deseaba invocando a las divinidades infernales (Hécate,
Hermes o Perséfone).
En el mundo romano, religión, superstición y magia no tienen una
delimitación concreta. Las prácticas mágicas importadas de Oriente fueron
fácilmente aceptadas.
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En Grecia existían un conjunto de prácticas religiosas secretas y
desconocidas realizadas en el santuario de Eleusis, situado a pocos
kilómetros de Atenas y consagrado a la diosa Deméter. Tenía una habitación
reservada (el ádyton) donde sólo podía entrar el supremo sacerdote
(hierofante) que era el celebrante de los “Misterios de Eleusis” y en donde
se guardaban los “objetos sagrados”, aunque no se sabe en realidad lo que
eran.
El culto a Deméter viene del mito que tiene como protagonista a su
hija Perséfone. La joven fue raptada por Hades (Plutón), el dios de los
muertos. Deméter recorrió el mundo buscando a su hija y cuando se entera
de lo que ha pasado llega a un acuerdo para que
Perséfone pase un tiempo con su esposo en el
mundo subterráneo y otro con ella en el mundo
de los vivos. Deméter es la tierra de cultivo y
Perséfone el fruto que debe ser enterrado para
que surja una nueva planta. El mito representa el
ciclo vegetal del nacimiento, la muerte y la
resurrección.
Deméter y Perséfone celebrando los Misterios.
También en Roma aparecieron los ritos “mistéricos” reservados sólo a
los iniciados que tenían obligación de guardar silencio. Solía consistir en la
reproducción de episodios de la vida del dios para identificarse con él.
Los misterios má extendidos fueron los celebrados en honor de
Cibeles (originaria de Frigia en la actual Turquía), Isis (originaria de Egipto)
y Baco (Dionisio). Este último tenía carácter orgiástico y escandaloso y sólo
se permitía bajo el control del “pretor”.
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5.- El culto a los muertos.
Entre los griegos, la muerte tenía gran importancia en el contexto
familiar. Los ritos funerarios debían ser ejecutados por los parientes,
especialmente los hijos, que estaban obligados a asumir los gastos del
funeral.
Los romanos pensaban que con esta vida acababa todo y que la única
manera de conseguir la inmortalidad era perdurar en la memoria de los
hombres. Admiraban al difunto, le honraban, pero en el fondo le tenían
miedo.
5.1.- Los ritos funerarios.
En Gracia, las mujeres de la familia preparaban el cuerpo, que era
bañado, ungido con aceite y engalanado con coronas, cintas y joyas.
Al día siguiente tenía lugar la exposición (próthesis) en la casa del
fallecido y servía para confirmar la muerte y para el lamento funerario,
protagonizado por las mujeres que se golpeaban la cabeza y el pecho y se
mesaban los cabellos.
Al tercer día, antes del alba, el muerto era conducido a la sepultura
en un procesión sin grandes ostentaciones y por calles secundarias ya que, al
igual que en la vida, no se debía sobresalir por sus riquezas. Para reclamar la
atención de los viandantes se recitaban “epitafios”, pequeños poemas en los
que se hablaba de la personalidad del difunto, la forma de su muerte y la
huella que había dejado entre los vivos. El cortejo era encabezado por los
hombres, seguidos por las mujeres, hasta llegar a la tumba, donde era
depositado sin apenas ceremonia; se purificaba la tierra y se hacían
libaciones.
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La casa del muerto debía permanecer durante un tiempo marcada por
el luto, con una vasija en la puerta señalando la contaminación religiosa que
la muerte había llevado a la misma.
La purificación, preferentemente con agua del mar, se realizaba en la
tumba y en la casa; incluso si sabían que iban a morir era el futuro difunto el
que se bañaba y se vestía adecuadamente para su funeral.
El lugar del enterramiento era marcado con un
elemento, generalmente una estela con forma humana, que
sobresalía
de
la
tierra,
para
identificarlo,
evitar
su
profanación y recordar al difunto.
Estela.
Cuando fallecía un romano, se apagaba el fuego del hogar, lo colocaban
en su lecho y se despedían de él llamándolo por su nombre (conclamatio),
mientras las mujeres se lamentaban con gritos, lloros y arañazos en el
rostro. Los hombres debían reprimir toda manifestación externa de dolor.
Tras bañar, amortajar y perfumar el cuerpo se le colocaba en el
“atrium” de la casa, que estaba adornado con flores y lámparas, durante
varios días. De su rostro se sacaba una máscara de cera que pasaba a
formar parte del “lararium”, para garantizar su inmortalidad y rendirle culto
(manes). Bajo la lengua se le colocaba una moneda de plata (óbolo para
Caronte, barquero que transportaba las almas de los muertos por la laguna
Estigia hasta las puertas del mundo subterráneo).
Concluida la exposición se organizaba una comitiva fúnebre (pompa)
encabezada por músicos a los que seguían los esclavos con antorchas, las
plañideras y los familiares que portaban las máscaras de los antepasados
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muertos (cerae). El difunto iba colocado sobre unas parihuelas seguido de
familiares y amigos. Si era de noble familia, la comitiva pasaba por el foro a
la hora más concurrida en donde el cortejo se detenía para que un familiar
pronunciara la oración funebre (laudatatio funebris) en las que se
ensalzaban las virtudes del fallecido.
Según su condición social se procedía a incinerarlo o a inhumarlo.
Antes de depositarlo en la pira, recibe el último beso de su viuda y su hijo le
abre y le cierra los ojos y le arrojan flores. La pira se
apagaba con vino y los restos se colocaban en urnas en
monumentos funerarios situados en las principales vías de
salida de la ciudad. Los asistentes tenían que purificarse
al llegar a sus casas.
Monumento funerario
con la cabreza del difunto.
6.- Material consultado.
-
Fotocopias profesora.
-
Enciclopedia Encarta, ed. Microsoft
-
Enciclopedia Micronet, ed. Micronet
-
Página web de la “Enciclopedia Libre Wikipedia,”
http://es.wikipedia.org/
-
Página web “antehistoria”
http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/
historia/contextos/547.htm
-
Página web “Proyecto Palladium”
http://recursos.cnice.mec.es/latingriego/Palladium/_comun/eshome.php
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