LA DIETA DE LOS HUNZAS Se dice de manera informal que de un hecho se pueden sacar mil teorías, pero muchas veces de mil teorías no se puede sacar un hecho. En ese sentido existen poblaciones longevas que por su estilo de vida han logrado una expectativa de vida mucho mayor que en el resto del mundo y, sobre todo, con buena calidad de vida. Es el caso de la población Hunza, localizada en el noreste de Pakistán donde las altas montañas del Karakórum se encuentran con el Himalaya. Hunza es especialmente hermosa y resalta entre otras cosas por su río de agua glacial rico en minerales, que se abre paso a través del valle. Muchos autores creen que la calidad de su agua es parte fundamental de su longevidad. Por su difícil acceso tiene poco contacto con los bienes modernos, aunque eso está cambiando hoy día. Es reconocida la longevidad y la poca incidencia de enfermedades crónicas en esta población. También es muy bajo el porcentaje de enfermedad mental y cáncer. Cuando los cardiólogos estadounidenses, el Dr. Paul Dudley White y el Dr. Edward G. Toomey visitaron Hunza en 1964, documentaron en el American Heart Journal que de 25 hombres que estudiaron entre 90 y 110 años, encontraron pruebas analíticas excepcionalmente buenas; ninguno mostró un solo signo de enfermedad coronaria, presión arterial alta o colesterol alto. La mayoría esperaba vivir al menos hasta los 80 años, e incluso hasta los 90 y 100 años, sin tener que visitar al médico; las personas mayores de esta población son física y mentalmente activas, y sus últimos años los reconocen como los años “ricos”. En 1927, el Dr. Robert Mc- Carrison experimentó la dieta Hunza en ratas. Les administró a los roedores como alimentación chapatis (mezcla de harina, sal y agua) de grano entero, legumbres germinadas, zanahorias crudas frescas, repollo crudo fresco, leche fresca no pasteurizada, un poco de carne, solo una vez a la semana, y abundante agua, aire fresco, luz solar y ejercicio. Las ratas se sacrificaron a los 27 meses y se examinaron. Incluso el propio Dr. McCarrison se sorprendió al descubrir que no había signos detectables de patología en ninguna de las ratas. También observó que las ratas vivían con más armonía entre ellas. McCarrison luego probó otras dietas en ratas: una dieta bengalí de arroz blanco, verduras y especias o una dieta inglesa de pan blanco, alimentos enlatados y té azucarado. Estas ratas desarrollaron las enfermedades propias del mundo industrializado. La dieta y el estilo de vida de Hunza concuerdan con los principios de la longevidad, por lo que no es de extrañar que disfruten de una magnífica salud y de una vida larga y feliz. ¿QUÉ COMEN LOS HUNZA? Comen muchas verduras cultivadas, ya sean crudas o cocidas en un poco de agua por corto tiempo, debido a la necesidad de ser ahorrativos con los suministros de combustible. Los tomates, las cebollas, el ajo, las espinacas, los nabos, las zanahorias, las calabazas, el repollo y la coliflor son todos componentes regulares de su alimentación diaria. ¿CÓMO LOS PODRÍAMOS IMITAR? En Hunza comen alimentos ricos en micronutrientes y sabor, debido a sus métodos de fertilización del suelo con compost orgánico y cenizas. No usan pesticidas, y consumen alimentos integrales naturales, sin procesar y sin aditivos. Lo que podemos hacer: Tratemos de obtener productos que hayan sido cultivados en suelos ricos en nutrientes, como es el caso de los productos ecológicos/biológicos. Comamos una amplia variedad de verduras frescas, locales, de temporada, orgánicas y ligeramente cocinadas: esta es la manera de obtener la mayor cantidad de nutrientes y sabores. Elijamos alimentos integrales naturales, sin procesar y sin aditivos. En Hunza comen la cantidad justa, ya que no tienen cantidades excesivas de alimentos disponibles. Ellos comen en promedio alrededor de 1.900 calorías diarias. Lo que podemos hacer: Evitemos el exceso de calorías, en especial si son vacías o de predominio de carbohidratos. Prefiramos, como principal fuente de calorías, grasas de buena calidad e incorporemos ayunos intermitentes como los que sugiere la dieta cetogénica. En experimentación in vivo se ha podido corroborar como la disminución de calorías es un factor que prolonga la vida de manera considerable. En Hunza obtienen sus grasas beneficiosas de granos de albaricoque, lino y nueces, así como otros alimentos vegetales. Lo que podemos hacer: Obtengamos una dosis diaria de grasas esenciales beneficiosas de nueces y semillas y sus aceites prensados en frío: almendras de albaricoque, lino y nueces frescas en sus cáscaras. En Hunza cultivan albaricoques, ya que son parte importante de su dieta. Tienen albaricoques frescos, secos, en sopa, molidos en jugo y mezclados con agua de glaciar e, incluso, se mezclan con nieve para hacer “helado”. Lo que podemos hacer: Los albaricoques secos son una excelente fuente de betacaroteno que protege las partes grasas de nuestras células del daño de los radicales libres y, por lo tanto, pueden ayudar a prevenir enfermedades degenerativas. Los albaricoques y sus almendras son de fácil acceso; elijamos que sean orgánicos y sin conservantes. Si no podemos encontrar almendras de albaricoque, las almendras crudas y, en general, las semillas crudas son muy similares. En Hunza comen muchas frutas, especialmente en verano: cerezas, manzanos, melocotones y peras; muchas familias tienen árboles frutales enfrente de sus casas, así como vides, cuya fruta comen fresca o preparan un zumo de uva fermentada. Cuando tienen apetito simplemente se suben a un árbol y recogen algunas frutas. Lo que podemos hacer: Comamos fruta fresca en lugar de patatas fritas o dulces. En Hunza cultivan su propio trigo integral orgánico que se convierte en harina para los chapatis o germinados para hacer pan de trigo germinado. Lo que podemos hacer: Elijamos harina y pan integral orgánico. El pan de trigo germinado está disponible en tiendas naturistas y puede ser tolerado por algunos que generalmente no pueden digerir el gluten, ya que el gluten se descompone durante el proceso de germinación. En Hunza también usan el mijo, trigo sarraceno, cebada y maíz. Lo que podemos hacer: Usemos una gama de granos integrales y productos de granos integrales, fácilmente disponibles para nosotros en Occidente en tiendas de alimentos saludables. En Hunza consumen proteína vegetal de alubias y lentejas. Las lentejas se convierten en dhal (plato típico asiático con legumbres), mientras que las alubias se usan para hacer harina o se agregan al curry. Los garbanzos también se utilizan para hacer harina. Las alubias a menudo se germinan y se usan en ensaladas. Lo que podemos hacer: Intentemos obtener proteínas de fuentes vegetales como alubias, garbanzos y lentejas. Aumentemos el consumo de germinados. La harina de estos granos también está disponible en las tiendas de alimentos saludables y se puede usar para hacer varios platos. En Hunza consumen pequeñas cantidades de carne de vaca, yak, oveja y cabra. La carne es magra y orgánica y, generalmente, hervida, lo que mantiene los niveles de grasa saturada muy bajos. Lo que podemos hacer: Comamos carne en pequeñas cantidades y elijamos cortes orgánicos magros. En Hunza comen pequeñas cantidades de queso y mantequilla tradicionalmente de cabra, oveja, vaca y yak. También usan mantequilla clarificada (ghee) para cocinar. Lo que podemos hacer: Elijamos quesos orgánicos y leches fermentadas de vaca, oveja y cabra, y consumámoslos en cantidades limitadas, en lugar de hacerlo en grandes cantidades y de menor calidad. En Hunza beben y se bañan en agua cristalina del glaciar que fluye desde la montaña. Lo que podemos hacer: Bebamos mucha agua, preferiblemente agua mineral o agua filtrada. Si es filtrada existen múltiples maneras de revitalizarla (campos magnéticos, vórtices de remolinos, información, intención, una pizca de agua de mar, etc.) En Hunza beben té de hierbas hecho de agua de glaciar hervida y una hierba llamada tumuru. Lo que podemos hacer: Intentemos beber té de hierbas variado, y té verde en lugar de café o cantidades excesivas de té negro. LA ISLA DE OKINAWA Otra población muy longeva está en la isla de Okinawa en Japón. En esta cadena de exóticas islas bordeadas de coral, se encuentran no solo las personas más longevas del mundo, sino también a los centenarios más sanos. El visitante de este paraíso de la longevidad puede encontrar a personas de 90 años recogiendo frutas y personas a sus 80 y 90 años haciendo sesiones de ejercicios aeróbicos grupales. Beben zumo de guayaba con vino de arroz y tienen una amplia red de apoyo social. El Dr. Suzuki, un médico japonés, llegó a Okinawa en 1975 para investigar su longevidad. Llegó a encontrar 40 centenarios en la pequeña isla principal y descubrió que no solo eran numerosos sino inusualmente sanos. Hoy en día, hay treinta y cuatro centenarios por cada 100.000 personas en Okinawa, en comparación con diez por cada 100.000 en los Estados Unidos, con un número extraordinariamente alto de personas mayores de 105. Además poseen los niveles más bajos del mundo de los principales causantes de mortalidad en occidente: enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular y cáncer. El Dr. Suzuki y los gerontólogos que posteriormente estudiaron a los antiguos habitantes de Okinawa encontraron que tenían arterias juveniles, bajos niveles de homocisteína, altos niveles de hormonas sexuales, sistemas inmunológicos sanos, una excelente salud ósea y una agilidad mental excelente. Los investigadores también han encontrado, y esta es una buena noticia para el resto del mundo, que la longevidad de Okinawa se debe no tanto a los genes sino a ciertas dietas y hábitos de vida. El Estudio Centenario de Okinawa, que examinó a 600 centenarios, concluyó que una dieta basada principalmente en plantas y algunas proteínas de pescado y productos fermentados de soja, mucho ejercicio al aire libre y al sol, redes sociales cercanas y fuertes creencias espirituales conforman la fórmula para su juventud prolongada y vitalidad excepcional. Estas poblaciones nos dan un ejemplo de lo que tendríamos que seguir en cuanto a la agricultura, alimentación y estilo de vida si queremos imitar su calidad de vida y longevidad. También es una buena noticia para los que no vivimos en esas poblaciones privilegiadas en cuanto a su salud y longevidad que, gracias a la globalización (tiene algunas ventajas…), podemos obtener plantas y productos relacionados con una buena salud y longevidad por su gran cantidad de adaptógenos y capacidad antioxidante e inmunomoduladora. Para finalizar algunos de ellos: Omegas 3 de pescado, resveratrol, aceite de oliva extra virgen, algas, selenio, polen, propóleo y productos derivados de la miel, krill, cúrcuma, triphala, acai, aloe vera, vitamina C, astaxantina, astrágalus, chlorella, equinácea, ginkgo, granada, graviola (guanábana), magnesio, vitamina D3, vitamina K2, vitamina E natural, extracto de oliva, maca, maqui, pau d’arco, propóleo, quercetina, rhodiola, sulforafano, té verde, uña de gato, hongo cordiceps, hongo del sol, hongo maitake, hongo melena de león, hongo reishi, hongo shiitake, ácido lipoico, CoQ10 (ubiquinol), shilajit, Ashwagandha. DR. JORGE ENRIQUE ANGEL Medical Advisor Laboratorio Equisalud