La certeza académica Aldo A. Sánchez Enseñanza Inteligente Un elemento medular del éxito académico en los estudiantes se esconde tras un hecho aparentemente menor, al que he llamado Certeza Académica. Definamos primero Éxito Académico: me refiero al aprender y usar lo aprendido durante y después de concluir los estudios formales. Lo aprendido (conformado por conocimientos, habilidades metacognitivas, habilidades emocionales, habilidades psicomotoras en su caso, procesos, métodos, etc.) que va adquiriendo, debe darle la certeza al estudiante de que es útil, es valorado, importante, significativo y lo hace una mejor persona tanto individualmente, como profesional y laboralmente. En mi concepto, esto es parte del Aprendizaje Significativo (David Ausubel), específicamente de la significabilidad psicológica. Esta primera parte de la Certeza Académica, si bien parece abstracta o teórica de inicio, el reto de todo profesor es llevarlo a la práctica. Los profesores ya no son más los expertos ambulantes, de aula en aula, otorgando (unos claramente y otros no tanto) los datos e información que su sabiduría posee. Desde luego este punto no excluye el hecho de que el profesor debe tener una sólida formación sobre los conocimientos que imparte, se debe contar, pues, con personas competentes en conducir con seguridad a los estudiantes, ya que después de todo están practicando Pedagogía (la palabra lo dice por sí misma: conducir a los niños, en su acepción más amplia, alumnos). Es trabajo del profesor, en la disciplina de la cual es responsable, que tenga como base este primer elemento básico: conocimientos que den la certeza de utilidad, valor, importancia y desarrollo. Cuando el alumno siente estas certezas de lo que va aprendiendo, parte de su éxito en el desarrollo académico, está asegurado. Dentro de esta misma área está la significabilidad lógica (Aprendizaje Significativo; David Ausubel). El conocimiento debe de ser presentado de forma coherente, ordenada, clara, que vaya de lo conocido a lo desconocido, de lo simple a lo complejo y que esté afianzado en un conocimiento o experiencia previos (Modelo Cognitivo Previo: Piaget; Mediador: Vigotsky; Concepto Integrador: Ausubel). Otros aspectos elementales para dar significabilidad lógica al conocimiento es que sea percibido como un conjunto integrado, es decir, que forme un paradigma (Thomas Kuhn) o modelo cognitivo (Piaget) y sus componentes sean trasladados a otros conjuntos integrados (De Bono: Pensamiento Lateral). Este conjunto de conocimientos deberá ser presentado atendiendo tanto a: la visión global como a la de sus partes, dando igual importancia a ambos; a las similitudes como a las diferencias; a los procedimientos y su rigor necesario, como a las opciones de solución basadas en un mayor conocimiento, mayores habilidades o mejores procesos (Metaprogramas de Generalidades y Detalles; Similitudes y Diferencias; Opciones y Procedimientos: PNL). En esta parte, el trabajo del docente es presentar y organizar los conocimientos de forma que le sea más fácil aprenderlo al alumno, que obtenga habilidades y aptitudes en el menor tiempo posible y señalarle el camino a la destreza, sabiendo para qué sirven y a qué conjunto global pertenecen. Todo lo anterior nos dice que esta primera parte es necesaria para lo definido en la segundo párrafo de éste artículo, es el quehacer didáctico. Viene ahora la segunda parte, que es el motivo central de este ensayo y a la que me refiero como aparentemente menor. Cada paso que el alumno tenga en su avance deberá darle la certeza de sus logros y de lo que le falta, expresado en la escala de evaluación usada en la clase. En cada momento el estudiante debe saber qué puntaje, créditos o calificación lleva hasta esa etapa del proceso o del curso o fracción, y porqué. Cuando el alumno no tiene información precisa de su avance y de lo que falta por hacer, siente que su calificación depende del arbitrio del profesor y no de sus esfuerzos. Esto lo desmotiva y lo desorienta. El tiene el derecho a tener la retroalimentación de su trabajo, exámenes, proyectos y demás partes del proceso de aprendizaje, de forma inmediata y tener una precisión cuantitativa, insisto, en cualquier momento. El profesor, entonces, tiene como parte de su labor educativa, estar informando continuamente esa situación cuantitativa a cada estudiante y convenir (esto regularmente se hace al inicio del curso) las formas de recuperar una calificación baja o adversa. Estos logros estarán registrados formalmente por el profesor, en un encuadre preciso (ésta se hace también regularmente al principio del período) y con las reglas de evaluación muy claras. Esto le implica al docente dejar bien especificados los requisitos mínimos y máximos de cada trabajo, investigación, proyecto o tarea que deban elaborar los alumnos, definir los tiempos de entrega y puntos de revisión. Al final de los períodos no hay sorpresas ni percepción de injusticia en las calificaciones obtenidas. Los alumnos cuando no tiene esta parte de la Certeza Académica, suelen tener dos sentimientos adversos al aprendizaje: temor o enojo. Muchos estudiantes sienten temor, se sienten angustiados durante todo un período porque no saben, con razonable precisión, si sus esfuerzos, capacidad o trabajo están siendo justamente valorados, ni qué resultados le arrojarán al final. Mientras más incertidumbre sienta, puede incrementar el temor y angustia, entonces, su capacidad de aprender se verá disminuida, así como su disposición a hacerlo. Este simple hecho es muchas veces la causa de los alumnos que en medio del período bajan su rendimiento. El no contar con una retroalimentación precisa y encontrarse al final con una calificación inferior a sus expectativas, genera molestia o enojo hacia el docente. No creo que sea necesario que especifique los efectos que tiene estar trabajando bajo la guía de un profesor con el que se está enojado. Tener información constante, diaria, sobre el rendimiento académico de cada alumno impide, por un lado, que el docente tome decisiones arbitrarias (muchas veces por causa, incluso, de un mal registro) lesionando la relación con sus alumnos y lesionando por ende el proceso. Por otro lado, además de disipar los sentimientos adversos al proceso de enseñanza-aprendizaje, se obtienen esfuerzos importantes de los estudiantes para reponer pérdidas o atrasos. El cumplimiento en estos simples procesos “administrativos” del profesor, dan precisamente la confianza y seguridad que propongo al inicio de este planteamiento. Además de ser parte inevitable de su trabajo, hacerlo bajo este concepto es hacerlo bien, de otra forma es realizarlo con un pobre desempeño como docente (no quisiera plantear aquí que en muchas ocasiones se hace mal este trabajo con dolo o con el objetivo de ejercer un control insano sobre los estudiantes, sin embargo sucede con más frecuencia de la que nos gustaría). Para ser más puntual y directo: no hacerlo bajo estos fundamentos, entonces, sólo podría ser explicable por tres causas: el profesor hace mal su trabajo, lo hace por dolo o lo hace por tener un control dictatorial sobre sus estudiantes. Hacerlo bien es mucho más importante de lo que muchos profesores pueden suponer: incrementa el rendimiento del alumno y hace más probable su éxito académico y profesional posterior. El quehacer educativo, ahora, exige nuevas competencias al profesor: mejores métodos y mejores pedagogías, y sobre todo una relación más honesta y equitativa entre los dos protagonistas de la educación. Le exige, por tanto, nuevas responsabilidades: dar Certeza Académica a sus estudiantes, construir y fomentar un ambiente emocional sano y seguro, y, la siempre inevitable, de estar dando constantemente una mirada al futuro (esta será motivo de otro artículo). *David Ausubel - Aprendizaje Significativo.- El Aprendizaje Significativo surge cuando el alumno construye modelos de conocimiento a partir de los que ha adquirido anteriormente, principalmente porque lo quiere y está interesado en ello. De esta definición se desprende los tres conceptos que tratamos respecto a Ausubel: El alumno lo quiere, porque se siente capaz de aprenderlo, le es importante, representa un valor y lo percibe útil, esto lo llamó Significabilidad Psicológica; está interesado porque el conocimiento es coherente, claro, lógicamente ordenado y se le facilita su comprensión, lo nombró Significabilidad Lógica. El tercer elemento, a partir de los que ha adquirido anteriormente se desprende de lo planteado por Piaget en el modelo constructivista como el Modelo Cognitivo Previo y que Ausubel llamó el Concepto Integrador. *Jean Piaget - Construcción de Modelos Cognitivos.* Vigotsky – Mediador *Ausubel – Concepto Integrador