BIENES COMUNES NATURALES: ALGUNAS REFLEXIONES A PARTIR DE LA ALTA MONTAÑA ANDINA TROPICAL DE LOS DEPARTAMENTOS DE CUNDINAMARCA Y META OCTAVIO ALBERTO RODRIGUEZ ORTIZ Sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia Magister en Planeación Socioeconómica Especialista en Ordenamiento y Manejo de Cuencas Hidrográficas Especialista en Gestión Ambiental Estudiante de Doctorado en Estudios Sociales-Universidad Distrital Francisco José de Caldas “Quien pretende el dominio del mundo y mejorar éste, se encamina al fracaso. El mundo es tan sagrado y vasto que no puede ser dominado” Lao Tsé (Tao Te King: Capitulo 29- La dialéctica del Mundo y su naturaleza acrática) RESUMEN Las palabras y las cosas pueden ser una herramienta de relacionamiento social de gran importancia para la vida, pero también pueden ser un medio para confundir y generar miedos; esas circunstancias han sido utilizadas, por un lado, para mostrar un planeta en el camino de la destrucción por culpa de la humanidad, y, por otro lado, tratar los concepto de los bienes comunes naturales vitales como sinónimo de voces tales como recursos naturales, bienes comunes, patrimonio natural o capital natural. De ahí la necesidad de hacer un recorrido rápido, a partir de los ecosistemas de alta montaña andina tropical, sobre la historia de dichos términos para comprender, de alguna manera, los efectos del uso ideológico y político que han permitido que algunos agentes poderosos del capitalismo global de mercado hayan avanzado en la apropiación, expoliación y la negación de los comunes naturales vitales, encubiertos en discursos sobre el desarrollo humano sostenible y los beneficios de la “economía verde”. Pero también el artículo deja entrever, muy tangencialmente, el surgimiento de una biopolítica de los bienes comunes que contienen fuerzas de resistencia o, por el contrario de dominación hegemónica que, en un momento de la historia humana, le “robó” el rostro a la naturaleza, derivando en rompimientos que ponen en peligro a los seres humanos. PALABRAS CLAVES: Bienes comunes, público, privado, comunitario, naturaleza, derecho natural, derecho positivo, naturaleza, medio ambiente, biopolítica, biosaberes, bioresistencias, derecho natural, derecho positivo. INTRODUCCIÓN El presente artículo académico hace parte de las reflexiones que han surgido en torno al proyecto de investigación titulado parcialmente “Los bienes comunes naturales en los ecosistemas de alta montaña andina tropical de los departamentos de Cundinamarca y Meta 2003 - 2018”, el cual tiene como referente de experimentación una serie de estudios científicos y técnicos tendientes, entre otro aspectos, a la conservación, restauración ecosistémica y producción sostenible de un conjunto de bienes y servicios ecosistémicos - BSE presentes en un polígono biogeofísico denominado “Iniciativa del Corredor de Conservación Chingaza, Sumapaz, Guerrero, Guacheneque y Cerros Orientales de Bogotá”, en jurisdicción de los departamentos ya mencionados. El planteamiento que subyace al estudio doctoral surge de la necesidad de comprender los relacionamientos entre la especie humana y el entorno natural, concretamente la alta montaña andina tropical, desde una serie de premisas planteadas por la biopolítica, los biosaberes y las bioresistencias. Todo esto, en atención a una necesidad de reflexionar la condición de país andino colombiano con una extensión agregada, de las tres cordilleras, equivalente a una longitud de 3.423 kilómetros y una superficie aproximada de 360.228 km 2. (https://encolombia.com/educacion-cultura/geografia/colombia/cordilleras-en-colombia/) Sin embargo, el eje temático transversal del artículo que se presenta es, sin duda, la comprensión de los bienes comunes, especialmente de los comunes naturales vitales, dentro de los procesos dinámicos de ocupación territorial que han tenido lugar, por siglos, en la Alta Montaña Andina colombiana, concentrando los esfuerzos en dilucidar la forma en que los discursos hegemónicos pregonados por las entidades multilaterales internacionales y el Estado colombiano, especialmente en los últimos 30 años, han incidido en los modelos de ocupación territorial transformando los paisajes originarios por efectos antropogénicos y, por otro lado, derivado en agenciamientos de acontecimientos de resistencia que le apuestan a relacionamientos desde otras lógicas y modos de acción que permitan equilibrios inestables vitales. De ahí que el escrito apunte a dilucidar una serie de conceptos y palabras que se han utilizado, indistintamente, para hablar de la naturaleza sin que la misma esté presente como esencia y potencia vitales, pero permitiendo que diversas formas de la racionalidad económica hayan entrado, bajo sutiles estrategias hegemónicas, a dominar la vida y los territorios de la Alta Montaña Andina tropical colombiana, subyugando y negando formas de vida bajo argumentos tales como la prevalencia del desarrollo y crecimiento económico, los derechos de propiedad, el bienestar social, la calidad de vida y otra serie de categorías binarias que, de manera general, se mueven entre lo público- privado, primitivo- civilizado, antiguo – nuevo, por mencionar solo algunas polaridades. En ese orden de ideas, se comienza con una breve exposición de la Iniciativa del Corredor de Conservación como un proyecto desarrollado en la Alta Montaña Andina que, desde el sector público distri tal, regional, nacional y hasta internacional, han tenido el propósito de “conservar, restaurar y promover sistemas productivos sostenibles en áreas de importancia estratégica para el abastecimiento de agua de aproximadamente 10 millones de habitantes de la región – capital”. Todo esto bajo el pretexto de una gestión integral de los ecosistemas de la alta montaña, acudiendo conceptos relacionados con los bienes comunes naturales que han recibido un tratamiento reduccionista por parte de unos poderes hegemónicos que los apropian y explotan. La reflexión continúa con la presentación de algunos argumentos teórico- conceptuales en torno a los bienes comunes, especialmente los que tienen un carácter material y se asocian con la naturaleza: bosques, suelos y agua. Develando, de esa manera, diversos elementos relacionados con las biopolíticas, biosaberes y bioresistencia que se han gestado en torno a la ocupación, apropiación y usos de numerosos ecosistemas que se han calificado de alta importancia geopolítica, especialmente por la provisión de una serie de bienes y servicios ecosistémicos -BSE que atienden necesidades básicas y tienen una creciente demanda. Se termina el escrito con la presentación de un esbozo de los aspectos metodológicos que, desde el enfoque del pensamiento crítico, han servido para avanzar, de alguna manera, en la interpretación y comprensión de las relaciones antrópicas que han transformado, por más de cinco siglos, buena parte de los ecosistemas de alta montaña andina colombiana. 1. ESCENARIO DE ESTUDIO 1.1. Corredor de Conservación 2003 a 2018: Alta Montaña Andina Tropical y geopolítica de los recursos naturales Desde el año 2003 se viene consolidando una iniciativa socioambiental, política y económica en un área de 604.000 hectáreas que en 14 años de gestión ha buscado integrar a 22 municipios de los departamentos de Cundinamarca y Meta, a cuatro autoridades ambientales regionales (CAR, CORPOGUAVIO, CORPORINOQUIA, CORMACARENA), cinco subzonas hidrográficas (ríos Bogotá, Guavio, Guatiquía, Guayuriba y Rionegro), donde existen importantes remanentes de bosques naturales andinos, páramos y ecosistemas de humedales. Casi desde el inicio de ese proceso ha estado el interés abierto y concreto de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá – EAAB e.s.p, con el respaldo de las diferentes administraciones distritales y en el marco de las políticas de integración Bogotá- Región. Obviamente, subyacen a esa inversión unas necesidades concretas relacionadas con el aseguramiento del agua para el abastecimiento del Distrito Capital y 11 municipios más que, de manera agregada, representan, hoy en día, el 20,12% de la población nacional (DANE; 2018); motivo suficiente para adelantar acciones estratégicas que se han concentrado en una serie de ecosistemas de alta montaña andina presentes en la cordillera Oriental, especialmente una serie de páramos, subpáramos y bosques de niebla que se encuentran en el flanco oriental de la mencionada cordillera. Es así como la EAAB, a través de diferentes mecanismos de cooperación científico - técnica y de financiación, comienza a “consolidar una propuesta de planificación territorial que permita garantizar, de alguna manera, la conectividad ecosistémica entre los Parques Nacionales Naturales- PNNs de Chingaza y Sumapaz, la Reserva Forestal Protectora “Bosque Oriental de Bogotá” – RFPBOB, el páramo de Guacheneque (nacimiento del río Bogotá) y el área conocida como páramo de Guerrero, buscando conservar, restaurar y promover sistemas productivos sostenibles en áreas de importancia estratégica para el abastecimiento de agua de aproximadamente 9 millones de habitantes de la región – capital” (EAAB; 2008) Sin embargo, esta propuesta tiene sus antecedentes en tres hechos que marcaron el interés institucional de los gobiernos distritales y, con el correr de los años de otras entidades del orden departamental, regional, nacional e internacional: - El interés efectivo de algunas entidades públicas del sector ambiental por dar cumplimiento a los compromisos señalados en el documento Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (ONU; 2005) como uno de los pasos concretos para evaluar la crisis ecológica y ambiental, la pérdida de la biodiversidad y sus efectos deletéreos en los países en desarrollo. Esto sirvió como argumentos para plantear una primera propuesta, en el año 2003, de hacer unos estudios científicos, técnicos y sociopolíticos en la Alta Montaña Andina Tropical colombiana. - La disposición formal de la Unidad Administrativa Especial de Parques Naturales Nacionales - UAEPNN (hoy Parque Naturales Nacionales -PNN), en cumplimiento de la Ley 99/93 y algunas resoluciones del MAVDT, de avanzar, desde 2004, en la conceptualización y posterior desarrollo del denominado Corredor de Conservación de Ecosistemas Estratégicos de la Región Central de la Cordillera Oriental – CEERCCO (http://pricc-co.wdfiles.com/local--files/documentos-referencia/2011Abr27_CEERCCO.pdf), que cubriría ecosistemas estratégicos presentes en los departamentos de Cundinamarca, Meta, Huila y Boyacá (alrededor de 1´600.000 hectáreas) e integraría a las autoridades ambientales regionales con jurisdicción en ese territorio (CORPOCHIVOR, CORPOGUAVIO, CORPORINOQUIA, CORMACARENA, CAM, CAR, y PNN) - El desarrollo el Proyecto Piloto Nacional de Adaptación al Cambio Climático – INAP (2006 a 2011), que tuvo como uno de sus referentes de estudio e implementación una serie de municipios vecinos al Sistema Chingaza de la EAAB. De esa manera, en el año 2008 la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá – EAAB comienza a establecer convenios con algunas ONGs y entidades públicas con jurisdicción en el polígono del Corredor de Alta Montaña Andina, logrando, en esa segunda fase que va hasta el año 2010, identificar de manera cartográfica diversas zonas que requieren una gestión ambiental estratégica que permitiera, en el mediano y largo plazo, un flujo de Bienes y Servicios Ecosistémicos – BSE, especialmente agua, para atender “el negocio”. Para el 2012 se logra resultados concretos que permiten plantear el establecimiento de diversos acuerdos de voluntades y la firma de compromisos de entidades públicas, para que incorpores parte de los resultados obtenidos ( http://bit.ly/2bbbf6l) sus programas y proyectos de inversión (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, CAR, Alcaldía Mayor de Bogotá, D.C., Secretaria Distrital de Ambiente – SDA, entre otras) Entre el 2013 y 2015 se establecen nuevos convenios entre la EAAB, entidades públicas y privadas para realizar estudio a escalas de detalle (1:35.000 y 1:25.000) que permitieran determinar una serie de municipios estratégicos a los que se deberían enfocar las inversiones de implementación y el desarrollo de otros procesos de investigación científica que se ven reflejados en una segunda publicación: Corredor de Conservación Chingaza - Sumapaz - Guerrero: Resultados del Diseño y Lineamientos de Acción ( http://bit.ly/2bbbf6l). A estos productos se sumaron una serie de acciones técnicas (pilotos), destinadas a reconocer los costos de implementaciones para restauración de ecosistemas degradados en microcuencas de la ciudad de Bogotá que permitieron, con resultados efectivos, interesar a diversas entidades públicas distritales, regionales y nacionales para que gestionaran, ante el Banco Interamericano de Desarrollo – BID, unos recursos de inversión pertenecientes al Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por su siglas en inglés) para la Alta Montaña Andina Tropical, concretamente municipios estratégicos del Corredor de Conservación donde, desde el 2016 se vienen invirtiendo. Finalmente, la EAAB desarrolla una cuarta fase de implementaciones del proyecto del Corredor desde el 2016 hasta el 2018 (Proyecto Páramos de la EAAB) con recursos provenientes del Fondo de Regalías que deja diversas implementaciones bajo los criterios que, desde el principio de la idea del Corredor, fueron planteados. Sin embargo, por directivas del gobierno nacional y distrital se procede a cerrar el proyecto y traspasar esos recursos (aproximadamente 86 mil millones de pesos) a la Región Administrativa y de Planeación Especial – RAP-E, creada desde el año 2014, con el propósito de “fomentar la articulación de Boyacá, Cundinamarca, Meta, Tolima y Bogotá D.C., para garantizar la sostenibilidad del territorio” (https://regioncentralrape.gov.co/quienes-somos/). Pero tras de esa breve reseña de la iniciativa del Corredor hay también toda una urdimbre de discursos públicos, privados y comunitarios que dan cuenta de las diversas perspectivas que se han construido en torno estos territorios que hacen parte de la Alta Montaña Andina tropical y que, por efectos de los afanes institucionales por mostrar gestiones y, por otro lado, de las comunidades por tener algunos beneficios “gratuitos”, se han pasado por alto, especialmente el que refiere a la gestión misma de los bienes comunes naturales. 1.2. Bienes comunes y los comunes naturales (conceptos y definiciones) Tal vez la reseña de la iniciativa del Corredor de Conservación solo sea la “punta del páramo”, solo un hecho fenoménico que, a primera vista, opaca todo lo que subyace a la intervención humana dentro de ecosistemas que han sido, por centurias, intervenidos y transformados para atender las necesidades de un sistema antrópico de alto consumo energético. Sin embargo, es importante señalar que la transformación de los ecosistemas montañosos andinos, especialmente los de la cordillera oriental no son de fecha reciente, sino que se remontan a épocas prehispánicas y se intensifican con la llegada tanto de los españoles al Altiplano Cundiboyacense como a todos los procesos de apropiación e implementación de sistemas productivos a lo largo de la Colonia y la República. En ese sentido, vale la pena mirar más allá de esa visión romántica que subyace a muchos discursos de la conservación y de la gestión socioambiental, para avanzar en la comprensión, desde el pensamiento crítico, de lo que ha significado la alta montaña andina en Colombia, de su acelerada transformación por acción antrópica y sus efectos sobre la vida en general. De ahí que el planteamiento de investigación para la tesis de Doctorado el Estudios Sociales tenga como un referente teórico – conceptual de esa interpretación a los Bienes Comunes. Obviamente, la definición misma de bienes comunes suele ser compleja debido a las diversas concepciones y corrientes de pensamiento que la han nutrido; por eso, desde de una perspectiva práctica, se tomarán algunas ideas generales de la obra de Elinor Ostrom y otros autores que han seguido desarrollando los postulados de la premio nobel, dejando claro que solo se trata de una aproximación sobre los bienes comunes en el momento actual. El tema de los bienes comunes ha estado presente desde la Antigüedad, Aristóteles fue uno de sus grandes pregoneros que llegó, de alguna manera, a influenciar en la tradición romana, donde los bienes de carácter material quedaron sometidos a un régimen de la “propiedad-dominio”. El sistema de la propiedad es un ‘derecho real’ y sólo se aplica sobre los “bienes materiales-cosas”. Con mayores o menores limitaciones, la propiedad otorga al titular o dueño de un bien material plena potestad para usar, gozar o disponer del bien según su voluntad. Por tanto, también lo faculta para excluir perfectamente a terceros de la relación con el bien... (Vercelli & Hernán; 433). Eso diluyó el tema de los bienes comunes en el correr de los tiempos, para resurgir en el medioevo europeo con las grandes discusiones teológicas y filosóficas de Tomás de Aquino y Agustín de Hipona, por mencionar a los más renombrados padres de la iglesia oficial y aportantes al derecho natural. Con el advenimiento de la modernidad, especialmente con la llegada de los europeos a las “Indias Occidentales, volvió a recuperarse dicha discusión, pero desde la perspectiva del derecho positivo, especialmente, lo que en siglos posteriores se llamaría el derecho público internacional. (Vercelli y Thomas; 2008, 154) Lo anterior permite rememorar, de alguna forma, que esos postulados del derecho natural y la teología dieron lugar a una de las grandes discusiones que tuvo la historia mundial en el siglo XVI y que sentó las bases del derecho internacional moderno: la propiedad de las tierras y los naturales que contenía el Nuevo Mundo. La inmemorable discusión entablada entre el dominico Francisco de Vitoria y, el también canónico, Juan Ginés de Sepúlveda, sobre los derechos de dominio y propiedad, sobre los justos títulos y las guerras justas, que deberían dirimir los grandes imperios, el español y el portugués, que ya iniciaban la ocupación de las Indias Occidentales. Obviamente, todas esas discusiones entre Vitoria y Sepúlveda solo sirvieron para resolver en favor de los diferentes imperios que se disputaban la soberanía, la propiedad y la tenencia de las Indias Occidentales, pero también reiteraba una serie de privilegios y poderes especiales en favor de la iglesia católica (Patronato Regio) que se ejercerían con disciplina de "hierro" en las colonias hispánicas y portuguesas. Hoy en día, el tema de bienes comunes ya no se circunscribe a los beneficios y utilidad que subyacen a la naturaleza, interpretada por siglos, como recursos naturales infinitos y donados por Dios para usufructuarlos, a su “honra y gloria”, sino que incluye a nuevas creaciones técnicas capaces de producir elementos no materiales o virtuales. Esto ha dado origen a una profunda reflexión sobre los derechos de cuarta generación que, por supuesto, todavía no se resuelven. Sin detenerse en las minucias históricas que anteceden a las construcciones del concepto y sus diversos sentidos, se pueden enunciar algunos principios rectores, que desde la economía, los estudios sociales y el derecho, le han dado una forma y un contenido más acabado a las definiciones más aceptadas de bienes comunes: disponibilidad, accesibilidad, eficiencia, equidad, sostenibilidad, igualdad, libertad, responsabilidad, comunicación, sociabilidad, inclusividad, reciprocidad, confianza, solidaridad, cooperación, colectividad o comunidad, resiliencia, información, comunicación, deliberación, pluralidad, inclusión, fraternidad, dignidad y otros atributos que, en últimas, garantizan unas condiciones de propiedad muy particular y dentro de las condiciones necesarias para la vida y su reproducción. Todos ellos juegan el doble papel de ser, por un lado, presupuestos de la realización de los bienes comunes y, por otro, las bases para su materialización. Otros conceptos que los apoyan son el de transparencia, democracia interna y justicia social e intergeneracional, que contribuyen a la cohesión social de este régimen colaborativo. Principios todos éstos que tienen alta relevancia porque no son meros productos de especulaciones filosóficas, sino que han sido valorados por los estudios sociales y las corrientes económicas críticas como factores condicionantes del éxito de los bienes comunes, entre otras razones, porque son verdaderos generadores de dinámicas permanentes de relacionamientos sociales que, a pesar de las diferencias y las contradicciones, permiten establecer un tejido colaborativo sostenible. De ahí que Elinor Ostrom, desde su enfoque neoinstitucionalista que reconocía una parte de los atributos ya enunciados, adelantara una crítica sistemática a varios modelos racionalistas liberales que ya habían tratado el tema de los bienes comunes sin aportes a soluciones reales y concretas: La tragedia de los comunes (Hardin); el dilema del prisionero (Flood; Dresher; Nash), y la lógica de la acción colectiva (Olson). Todos esos discursos basaban sus análisis en las leyes del mercado o en la intervención del Estado, marcando una diferencia notable y radical pues, la Ostrom ya planteaba el desarrollo de una economía de los bienes comunes donde todos tienen la misma influencia y pueden integrarse con iguales derechos, mientras que los otros autores insistían en sociedades de capital donde el dinero decide el nivel de influencia. Los temas de bienes comunes retoman un nuevo aire, fuera del contexto del derecho positivo, para incorporarse en las esferas de las ciencias biológicas, la economía y los estudios sociales, revelándose como una forma alternativa de organización económico-social más allá de los parámetros del mercado y del Estado, y con una serie de principios que ya se han referenciado Valga insistir que los bienes comunes es una categoría que está en permanente discusión. Cuando hablamos de bienes comunes, no hablamos de bienes privados -propios de los individuos-, ni hablamos de los bienes públicos -propios del Estado-Los bienes comunes son una tercera modalidad de bienes que presenta, entre otras, algunas características: - Son construcciones sociales derivadas de relacionamientos sociales entre diferentes; - Se trata de productos tangibles o intangibles, con ciertos niveles de complejidad y cargados de contradicciones, que se derivan, como ya se anotó, de relacionamientos donde se ponen en juego elementos sociales, políticos, jurídicos, filosóficos y hasta tecnológicos; - Se usan colectivamente, pudiendo llegar a ser utilizados por todos de acuerdo con unas reglas de juego específicas; - No poder ser gestionados con criterios de racionalidad individual - No pueden establecer la ganancia como fin último - No pueden ser propiedad privada; - Tampoco pueden ser considerados como propiedad pública (Programa Internacional sobre Democracia, Sociedad y Nueva Economía; 2017); - Están sujetos a regulación y no pueden ser apropiados individualmente (Añaños; 2014; 1); - Su carácter y cualidades son explicitas y, en ocasiones, tiende a ser formalizadas, permitiendo su diferenciación como un bien privado, público o común; - Pueden ser apropiables o no apropiables, abiertos y libres en su gestión; - Tiene en cuenta las asimetrías de poder entre personas y comunidades, así como el posible abuso de poder. En ese sentido, se convierten en instrumento para reclamar la propiedad dentro de las condiciones necesarias para la vida y su reproducción; - Refiere a una relación de propiedad compartida, que implica responsabilidad compartida y relaciones de beneficio compartidas (Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales- MMBT; 2017; 3 y 4) Por todo lo anterior, se podría decir que un bien común no es un bien privado ni un bien público. Esta diferenciación es importante puesto que la propiedad privada se basa en la capacidad de unos individuos frente a otros de excluir del uso, o del beneficio, a unos determinados recursos, mientras la propiedad pública sitúa en el ámbito de los gobiernos la gestión y la decisión de quien tiene acceso a los bienes. Los ejemplos más conocidos de bienes comunes se encuentran en la naturaleza: aire, agua, tierra, bosques y biodiversidad. Los bienes comunes también pueden ser sociales, intelectuales y culturales: por ejemplo, sistemas de salud y educación, conocimiento, tecnología, Internet, literatura y música. (MMBT; 2017; 4) De este modo, lo que es escaso, lo que es frágil, lo que es fundamental para nuestra supervivencia, lo que está en el centro de políticas de justicia social, lo que puede ser una herramienta de poder, lo que impli ca una responsabilidad con el resto de seres vivos, lo que es clave para la evolución social... no puede ser privado, sino que debe ser de titularidad colectiva. Ante esto surge la necesidad de (re)construir una economía basada en los bienes comunes. (González Reyes; 2017;4) Sin embargo, en el caso del Corredor de Conservación, al igual que otros ecosistemas estratégicos, se han adentrado, sutil pero efectivamente, actores sociales relacionados con los mercados financieros insertándose en las vidas y economías locales o regionales con el propósito de buscan capturar la naturaleza misma, como con la Economía Verde. Se están creando nuevos activos financieros a partir de la tierra, el agua, el suelo, el carbono, los océanos y la biodiversidad, mediante los cuales los recursos naturales pueden comercializarse como mercancías. En ese sentido, las poblaciones locales son privadas de su accionar político y de sus derechos para tomar decisiones sobre cómo producir, consumir, vivir y trabajar. Esto también pone en evidencia que los bienes comunes se convierten en espacios de lucha entre diferentes actores sociales, políticos y económicos; pero en la coyuntura actual de crisis recurrentes, los bienes comunes son espacios donde se libran las resistencias más feroces y duraderas al desarrollo capitalista, el neoliberalismo y el crecimiento económico basado en el consumismo (MMBT; 2017; 6). Claro que una reflexión crítica a la relación entre el ser humano y el medio ambiente natural y los medios para aprovecharlo es muy importante y necesaria. La entropía y los desequilibrios energéticos a los que aludía Georgescu-Roegen (Ley de la Entropía y el Proceso Económico; 1971) ya se vienen mostrando como un problema de dimensiones glocales y que es necesario enfrentar, pero en el amplio entendimiento de los estudios sociales críticos. Sería mejor llamar a los bienes comunes como biopolíticos en el entendimiento de una subjetividad común y colectiva del hombre como un ser que coopera con otros. Se trata de un entendimiento de la política como un modelo de vida común. Es una política distinta a la que estamos acostumbrados en el mundo actual. La política es más bien una forma de ser en conjunto de los seres humanos (y no humanos si extendemos la política a otros seres como los animales, el ambiente natural y los productos de nuestra actividad). El ser humano no es visto como un ser individual sino como una entidad corpórea específica profundamente social que, por su condición de viviente planetario, requiere de un relacionamiento con los bienes comunes naturales y, por lo tanto, su ontología y epistemología fundamentales debería ser, valga decir, totalmente un ser anti-individualista (Swida; 2014; 2 y 3). Por todo lo anterior, el abordaje y comprensión sistemática de los bienes comunes naturales y el bien común requiera, desde la perspectiva sociocrítica, una lectura que incluya entradas biopolíticas que permitan reconocer esos relacionamientos Bio/Zoe de los que depende el equilibrio inestable y la neguentropía. Pero también es un reto para los biosaberes interesados en reconocer, de alguna forma, los enlaces que orientan el comportamiento social e individual frente a las demás formas de vida no humana, excluidas por el antropocentrismo de la modernidad hegemónica y que, podrían alojar, diversas bioresistencias en favor o en contra de los bienes comunes naturales. En fin, los bienes comunes y el bien común, son unos conceptos que “nutren las continuas luchas, negociaciones y redefiniciones que se establecen dentro de las sociedades humanas” (Vercelli y Thomas; 2008, 427) 2. CONSIDERACIONES METODOLÓGICA A partir de la breve reseña sociohistórica y política que subyace a la iniciativa del Corredor de Conservación de páramos, además del reconocimiento de una serie de fenómenos globales como el cambio climático y el debilitamiento de la capa de ozono, surgen diversas preguntas en torno a los efectos inmediatos y los posibles cambios que afrontarán los Ecosistemas de Alta Montaña Andina Tropical. Sin embargo, las lecciones aprendidas en 14 años de gestión del Corredor de Conservación, han mostrado que las narraciones socioambientales, los relatos oficiales sobre el cuidad integral del patrimonio natural y ecológico, y los discursos de diversos sectores de la sociedad civil se han quedado en el relato fatalista, los afanes de adaptación por cualquier vía y la búsqueda de culpables del daño infringido al entorno natural. Al final de todo el balance de las actuaciones o de las omisiones públicas o privadas alrededor de los ecosistemas de alta montaña andina se revela la ausencia de una reflexión más profunda de los comunes naturales que garantizan, de alguna manera, la vida: agua, suelo, bosque y tal vez otros más discretos. El ejercicio interpretativo y compresivo, des una perspectiva crítica, requiere el diseño de unos procedimientos particulares que permitan promover, entre otros asuntos, las reflexiones, percepciones empíricas, experiencias y saberes, que tienen diversos individuos y colectivos que han estado vinculados, directa o indirectamente, en la vida de la Alta Montaña Andina Tropical colombiana, especialmente en el polígono del Corredor de Conservación. En ese sentido, se ha planteado una ruta metodológica que tenga como punto de partida el espacio de encuentro deliberativo y la construcción de confianzas que faciliten la expresión de percepciones, el relato testimonial, la valoración subjetiva de las vivencias territoriales y, por supuesto, la expresión de conceptos individuales y colectivos capaces de dar cuenta de procesos de territorialización, desterritorialización y reterritorialización de los numerosos paisajes de la Alta Montaña Andina Tropical. Talleres de vida (Espacios de encuentro experienciales- ¿De qué viven y cómo viven?) El álbum de fotografía (Transformación del paisaje natural y expresión de percepciones) Cartografía social (territorio, desterritorialización, reterritorialización) Revisión archivística (Archivo General de la Nación; Hemeroteca) 3. REFLEXIONES FINALES BIBLIOGRAFÍA Ángel M, A, 1990. Hacia una sociedad ambiental. Editorial Labrador, Bogotá. Ángel M, A, 1993. La trama de la vida. Bases ecológicas del pensamiento ambiental. Cuadernos Ambientales # 1. Universidad Nacional- IDEA y Ministerio de Educación Nacional, Bogotá. Ángel M, A, 1993. El retorno a la tierra. Elementos para un método ambiental de análisis. Cuadernos Ambientales # 3. Bogotá: Universidad Nacional- IDEA y Ministerio de Educación Nacional. Ángel M, A, 1994. La tierra herida. Las transformaciones tecnológicas del ecosistema. Cuadernos Ambientales # 2. Universidad Nacional- IDEA y Ministerio de Educación Nacional. Bogotá. Ángel M, A, 1995. La Fragilidad Ambiental de la Cultura. Editorial Universidad Nacional- Instituto de Estudios Ambientales, Bogotá. Ángel M, A, 1996. El reto de la vida. Ecofondo, Bogotá. Ángel M, A, 1996. Desarrollo sostenible o cambio cultural. Corporación Universitaria Autónoma de Occidente y Fondo mixto para el desarrollo de la cultura, Cali Ángel M, A, 1997. Alcances y límites de la educación ambiental. 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