APORÍA DE LO INDIFERENTE Y LO IMPENSADO Francisco Martínez Pintor (Papiro, 2007) Siempre se nos ha dicho que somos superiores, no solo como especie, sino como entes elegidos para heredar el último paraíso fiscal, la divinidad eterna; aunque eso sí, que curioso que tenga fronteras, acceso restringido y vías de peaje. Pero claro, depende de qué continente procedas, purgarás en mayor o menor medida, aquella retahíla de deudas y pecados capitales con altos intereses; en algunos casos impagables en una sola vida; no importa, se reencarnaría con alguna minusvalía kármica o como les gusta más, adquiriendo los herederos la condena y así todas las deudas. Es curioso el parecido de los moralistas, religiosos y militares sin escrúpulos con el oficio de banquero y recaudador de impuestos o de diezmos forales. En realidad estamos aun más jodidos, quienes tributamos a dos o más formas de gobierno, el Cielo, la Curia, el Estado y para colmo de los males, una Autonomía franqueada por una bandera de trapo con colores de juguete; que por cierto, en caso de conflicto, nadie enarbolaría en el frente de batalla. Pero la especie humana, decididamente va mal si la libertad de los humanos no se da, si grupos de hombres son instrumentalizados por grupos de hombres, cuyos intereses carecen de universalidad, y es que la realización del animal no exige cumplimiento de los contenidos de una voluntad de auto determinación (Víctor G. Pin, 2009). La posibilidad de escapar al círculo de hostilidades de todo poder es casi nula, habida cuenta lo bien que han manipulado las mentes hasta un fin de siglo, muy adornado de todo tipo de vanguardias y promesas impensadas, pero culpable por otra parte de las mayores atrocidades bélicas de la historia. Aunque eso está cambiando en Occidente, ventana de escape de tanto lastre y reinos varios. Ahora la juventud es determinantemente individualista ¿acaso no era una condición indispensable para ser libre?, además, cuenta con todo tipo de medios para desenmascarar a tanto fariseo y tanta conducta delictiva, ¡vamos que el 68 francés se quedará pequeño para lo que nos queda que visualizar! Lo que no saben ni quieren los caciques de turno, es admitir que ya no se usará la hoz ni el martillo para eludirles, sino la palabra y la mirada a los ojos. Aunque repriman los medios, ya hay cloacas donde esconder por más tiempo la verdad ni las corruptelas de palacio. La era de la información es el tiempo de la palabra en boca de los demás, inclusive de un pensamiento impensado por ellos, los de arriba, aquellos que a los futuros y angelicales contribuyentes nada podrán exigir sin dar ejemplo primero. Puede que se avecine un tiempo de demostraciones públicas que sirva a las privadas, ya que hasta ahora ha sido lo contrario y como tal, así nos ha ido. La informática no es privativa ni excluyente, representa la victoria más grande de lo universal sobre la propiedad privada, es decir, una herramienta de libertad para las mentes reprimidas y condicionadas por una cultura, que había sido indiferente a los males ajenos y mentirosa por naturaleza. Hoy se sabe todo lo que alcanza el sentido común, por tanto carece de sentido prometer nada y esconderse en la manga la mejor parte. El grado de patetismo al que el ser humano ha llegado es tal, que se necesita una simbiosis absoluta o la creación de otra especie con menos tetosterona y una dosis completa de eudaimonia. Solo así se podrá optar a esa felicidad, tantas veces impensada por quienes se creen en la obligación de servir a los demás. Fíjate que hasta los neoliberales empujan a este cambio con su mensaje de revolución personal en la figura del autónomo, libre de cargas sociales, y preocupado en particular por su reino. Lo gracioso es que luego van a misa para chutarse una dosis de humildad a cambio de una pequeña contribución, pues nunca reconocen ni declaran haber ganado nada que les sobre o les obligue a contribuir a la hacienda pública (su satán). Ellos en su indiferencia materialista, parece que siguen pensando que las carreteras se trazan desde el cielo. O en su caso, habrán sido fruto de alguna donación de un buen rico creyente, a la usanza de la biblioteca de Alejandría y de algún hospital que otro; modesto desde luego, pero es que como el hombre nace con pecado original, no tiene derecho a mejores servicios, no vaya a ser que se enfaden los dioses y carguen con su furia divina y arrase con los monopolios y las vergüenzas de la trastienda. Mejor que todo siga igual, para ello crearon adrede tantas misivas selectivas: mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Y es que no se cansan de crear un mundo impensable por la lógica, ni de amenazar a los demás; menos a los suyos y a ellos mismos, al igual que sucede en los parlamentos, mal llamados democráticos. Llevan tantos siglos condenándonos a la errante purificación del alma (bíos orphikós), por nuestro bien eterno y la salvación de isofacto, mientras ellos, no tan ingenuamente, se encargan de sobrealimentar su cuerpo en su propio nombre. Por si fuera poco y alguien los pudiera cuestionar, como sería algo muy lógico y evidente, se atrevieron a figurar una triada disimétrica (metempsicosis) en la que tan solo se deja en libertad al espíritu, porque al ser imperceptible y no cuantificable, aporta el canon de la divinidad demiúrgica. Una jugada maestra, la cuadratura del círculo y única posibilidad de orden, no vaya a ser que se rompa la baraja. Es tan simple, amenazar aquí y prometer el indulto en otra vida, que basta con una sentencia: "Con la medida que uses serás medido". Estas son palabras abrasadoras para una conciencia insignificante y caduca, que apenas tiene recursos para imaginarse la singularidad; donde nada empieza ni termina. Como aseguraba Deleuze, siempre habrá demasiados sentidos, exceso producido y sobreproducido por el sinsentido, como defecto de sí mismo (Deleuze, 2005).