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La gran guerra sobre el
carácter de Dios
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a gente no elige ponerse en lugares de terribles aprietos. Estas situaciones vienen sin invitación. Muchos desastres —tales como
tsunamis, terremotos, ataques terroristas— golpean rápido y con
fuerza brutal y devastadora. Otros -tales como hambres, epidemias (el
SIDA, por ejemplo) y guerras- pueden durar por semanas y aun por generaciones. Inglaterra y Francia una vez tuvieron una serie de conflictos
conocidos colectivamente como la Guerra de los Cien Años (1337-1453).
Aun ahora, algunas personas viven toda su vida en zonas de guerra.
Corrección: Todos las personas, incluyéndolo a usted y a mí, vivimos toda la vida en una zona de guerra. Esta guerra no es un conflicto
regional sobre quién ha de gobernar unos pocos centenares de kilómetros cuadrados. No es meramente una guerra civil o una limpieza
étnica, aunque puedan ser devastadoras. No es siquiera una "Guerra
Mundial", la última de las cuales involucraron a naciones de la mayoría
de los continentes y quitaron la vida a más de cuarenta millones de personas. Es mucho más grande que eso. Ningún ser humano ha podido
escapar de las garras de esta gran guerra. Ha matado a miles de millones de seres humanos y nadie sabe cuántos billones de otras criaturas. De hecho, sólo dos personas han escapado alguna vez de la muerte
en esta guerra: Enoc (Génesis 5:24) y Elías (2 Reyes 2:11).
¡La gran guerra ni siquiera está limitada al planeta Tierra! Jesucristo
mismo, el Hijo de Dios, cayó como una víctima del conflicto. El le dijo a
Pilato que su reino no estaba basado en este mundo (Juan 18:36); él gobierna un dominio mucho más amplio. De modo que esta guerra no esRECURSOS ESCUELA SABATICA - escuela-sabatica.com
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tá sólo aquí, y no sólo trata de nosotros, aun cuando estamos en medio
de ella.
Cuando uno ha vivido toda su vida en una zona de guerra, las
emergencias parecen normales. Uno no conoce nada diferente. En consecuencia, muchas personas aceptan sencillamente el sufrimiento, el dolor, la tristeza y la muerte como inevitables, como algo que tiene que
suceder. Los antiguos egipcios glorificaban e inmortalizaban a sus
muertos porque era como un pasaje de continuación de la vida en otra
forma. La muerte era buena y santa. Cada tumba era un templo. Incontables otros grupos también han estado en una situación de negación,
sin entender o admitir que estamos afectados por una gran guerra. ¿No
fueron el bien y el mal, como el yin y el yang orientales, una parte del
"plan" desde el principio? ¿No es la muerte una parte original, integral
y necesaria de la vida, que sigue en ciclos de reencarnación? ¿O eso significaría "reencarcelación", prisión repetida en las fatales garras de la
mortalidad?
Una persona moderna que está intentando vivir una vida ideal –y
con bastante éxito– puede no necesitar una filosofía oriental para alejarse de la idea de la gran guerra. La vida es segura, cómoda y placentera
gran parte del tiempo. Todo está bajo control. Difícilmente surge algún
problema que no lo puedan arreglar los compañeros de trabajo, los médicos, el agente de seguros, o el gobierno. Pero entonces un accidente
automovilístico, una enfermedad seria, un divorcio o una muerte en la
familia se entromete en la "buena vida" y nos recuerda la realidad perturbadora de que hay algo que está drásticamente mal.
¿Somos melancólicos, mórbidos y paranoicos si reflexionamos sobre
nuestro dilema? Después de todo, la vida tiene mucha alegría, hay tanto
por lo que podemos estar agradecidos. Hay puesta del sol, amigos y
familiares queridos, salud, buena comida, árboles, flores, música y mascotas. Aun en medio de la guerra, hay islas de paz. Así, encontramos un
contraste y una tensión radicales entre dos categorías básicas de experiencia: la buena y la mala, la dolorosa y la placentera.
Origen de la gran guerra
¿De dónde vienen la gran guerra y las dos clases de experiencias?
Esto no es meramente una pregunta histórica: los conflictos que en12
contramos moldean nuestras vidas y actitudes. Es la fuente de estos
conflictos la que mayormente determina su naturaleza.
En una escala menor, la perspectiva y la vida de toda una generación
de personas fueron forjadas en el yunque de la Segunda Guerra Mundial, que surgió de las oscuras ambiciones de fascistas europeos y guerreros asiáticos y que otros poderes intentaron detener (afortunadamente con éxito). 1
Entonces, ¿quién comenzó la gran guerra? La Biblia nos lo dice. Originalmente, todo era paz y perfección. La mano de Dios, el Creador, hizo todo bueno. Entonces sucedió algo: una paradoja en el Paraíso. Dios
contó la historia más tarde, dando al culpable el título literario de "rey
de Tiro".
"En Edén, en el huerto de Dios estuviste [...]
Tú, querubín grande, protector,
yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste;
en medio de las piedras de fuego te paseabas.
Perfecto eras en todos tus caminos
desde el día que fuiste creado,
hasta que se halló en ti maldad.
A causa de la multitud de tus contrataciones
fuiste lleno de iniquidad,
y pecaste;
por lo que yo te eché del monte de Dios,
y te arrojé de entre las piedras del fuego,
oh querubín protector.
Se enalteció tu corazón
a causa de tu hermosura,
corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor;
yo te arrojaré por tierra;
delante de los reyes te pondré
para que miren en ti” (Ezequiel 28:13-17).
De modo que el problema se originó nada menos que en un ángel
poderoso, el "querubín grande, protector", que estaba más cerca de Dios
que ningún otro ser. El se puso orgulloso por causa de su hermosura.
Pero no sólo se miró a sí mismo y preguntó en forma retórica:
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"Espejito, espejito, ¿quién es el más bonito?" Por medio del profeta
Isaías, Dios nos dice más. Esta vez se dirige al originador del mal como
el "rey de Babilonia":
"¡Cómo caíste del cielo,
oh Lucero, hijo de la mañana!
Cortado fuiste por tierra,
tú que debilitabas a las naciones.
Tú que decías en tu corazón:
'Subiré al cielo;
en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono,
y en el monte del testimonio me sentaré,
a los lados del norte;
sobre las alturas de las nubes subiré,
y seré semejante al Altísimo' " (Isaías 14:12-14).
Aquí está el material con que están hechas las guerras: El siervo
quiere destronar a su amo, como muchos siervos lo han hecho en la historia humana posterior. Pero en este caso era el Amo de todo el universo, de modo que lo que estaba en juego era muy alto, y la guerra era
muy grande. De hecho, ha sido grande como vio Juan:
"Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no
prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado
fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él" (Apocalipsis 12:7-9).
El originador de la gran guerra
De modo que el ángel caído fue el que ahora llamamos "diablo" y
"Satanás" (literalmente, el satán, "el adversario"). Él es el líder de un
grupo de ángeles, ahora llamados "demonios", a quienes dirige en su
rebelión contra Dios.
Para muchas personas en estos días, el diablo o Satanás es meramente un ente cultural como Santa Claus. En los Estados Unidos en el
Día de las Brujas, algunas personas se ponen disfraces diabólicos.
Satanás ha llegado a ser un tema de comedias. Flip Wilson provocó
muchísimas risas cuando dijo: "¡El diablo me hizo hacerlo!" Chistes y
caricaturas describen al diablo con cuernos, el supervisor del infierno
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con su tridente, que está de nuestro lado en el sentido de que se goza
atormentando a sus enemigos con toda clase de medios deliciosamente
terribles.
Pero aún los entretenimientos modernos tienen sugerencias de que
el diablo no está de nuestro lado. Cuando se ve una foto de Marilyn
Manson, un astro masculino del rock que es un siniestro ministro de la
iglesia de Satanás y que interpreta en forma convincente a su amo diabólico, uno tiene la impresión de que detrás del brillo amistoso y oculto
de Disney y la magia de Harry Potter hay una realidad más oscura. Uno
se pregunta si es una coincidencia que Manson fue el favorito de Eric
Harris y Dylan Klebold, los muchachos adolescentes que realizaron la
masacre en la escuela secundaria de Columbine, en Llttleton, Colorado. 2
Una vez me encontré con un hombre que se convirtió por causa de
un concierto rock de los Rolling Stones. En su juventud no creía que Satanás existía. En consecuencia, no sentía necesidad de Jesucristo. Su héroe era Mick Jagger, cantor principal de los Rolling Stones. Pero en el
concierto al que él asistió, en medio del clamor sísmico y atronador de
la "música", el joven oyó otra voz que él reconoció que era la de Satanás.
La voz dijo: "Tú eres mío, y te voy a matar". Aterrorizado, no pudo participar de la fiesta después del concierto. En cambio, buscó el ejemplar
de El conflicto de los siglos que pertenecía a su abuelita, y lo leyó. Entregó
su vida a Jesús y llegó a ser un ministro del evangelio. ¡Satanás lo hizo
escaparse del infierno!
Muchas personas hoy niegan la existencia de Satanás. Por lo tanto,
no reconocen la naturaleza de la gran guerra, o su necesidad de ser salvados del mal por su amante Creador, que originó sólo lo bueno, y que
dio su vida para salvarlos. Pero los que están en el contacto más estrecho con Satanás saben que él es real y que se opone decididamente al
Dios de la Biblia.
En un libro aterrador acerca de la liberación de lo oculto, titulado He
Came to Set the Captives Free [El vino para liberar a los cautivos], Rebecca
Brown relata la vida de una ex bruja, una sumo sacerdotisa de Satanás
que una vez fue la más elevada "novia" de Satanás en los Estados Unidos, y que fue liberada de una pasmosa degradación cuando aceptó a
Cristo. La ex bruja Brown describió gráficamente demonios gigantes y
monstruosos que podían descuartizar a una persona, orgías rituales de
sexo, un Sábado Negro (o Misa Negra) que involucraban la crucifixión de
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un hombre para burlarse de la crucifixión de Cristo, y el intento de los
satanistas de llevar a cabo la orden de Satanás de asesinar a una familia
de cristianos que estaban interfiriendo con Satanás al convertir a Cristo
a algunos miembros de ese culto. Rodeando la propiedad de los cristianos había un anillo de enormes "ángeles eslabonados" de Dios, sin armas ni armaduras. Los satanistas repetidamente trataron de atravesar el
cordón, pero no pudieron. Las armas rebotaban en los ángeles, y sencillamente se reían.
Y cuando los ángeles meramente cambiaban la expresión de sus rostros a una mirada fiera, los poderosos satanistas caían impotentes al
suelo". 3 Como dijo el apóstol Pablo: "Si Dios es por nosotros, ¿quién
contra nosotros?" (Romanos 8:31).
El lugar del hombre en la gran guerra
Pablo reconoció que por nosotros mismos somos impotentes: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios
6:12). Pero si estamos con Dios, las fuerzas del mal son impotentes. "Por
lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 8:38, 39).
Si el poder de Dios y de sus ángeles es tanto más grande que el de
las fuerzas enemigas, ¿por qué no terminó la gran guerra hace mucho
tiempo? ¿No debería la abrumadora superioridad militar asegurar una
victoria rápida, como el Blitzkrieg de 1939-40, o la Operación Tormenta
del Desierto en 1991? ¿Qué está demorando las cosas?
La respuesta se encuentra en el lugar que tienen los seres humanos
en la gran guerra. Hemos sido siervos de Satanás. Dios no puede destruir el mal sin exterminar personas a quienes está tratando de rescatar.
Si fuéramos sencillamente secuestrados, Dios no tendría problemas. Sus
ángeles podrían invadir el reino de las tinieblas de la manera en que los
comandos liberaron los rehenes de un avión comercial de Air France en
Entebbe, Uganda, en 1976. El desafío para Dios es que los seres humanos han elegido el reino de Satanás.
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De acuerdo con el libro del Génesis, Dios dio el dominio de este
inundo a Adán y Eva, los primeros seres humanos (Génesis 1:28). Pero
al obedecer la voz del mal en rebelión contra Dios, cayeron bajo el control de Satanás, quien llegó a ser "el príncipe de este mundo" (Juan
12:31). Esto explica por qué el libro de Job describe a Satanás apareciendo entre los "hijos de Dios" para presentarse ante Dios (Job 1:6).
Siendo que Adán y Eva lo habían elegido para el congreso celestial, Satanás podía pretender representar al planeta Tierra en lugar de ellos.
Satanás perdió su asiento en el congreso cuando Jesucristo, un descendiente de Adán y Eva recuperó el dominio para la raza humana.
Como Creador del mundo, Cristo siempre había sido el Soberano del
planeta Tierra. Por esto Satanás lo tentó para que evitara el sufrimiento
invirtiendo sencillamente la jerarquía de la autoridad, poniéndose Satanás en primer lugar. Pero Cristo sabía que si él adoraba a Satanás, todos
los seres humanos quedarían perdidos.
Si el Altísimo se rendía a aquel que codiciaba su lugar, él ya no podría ser más el Altísimo y no podría salvarnos. Más bien, Cristo el
Creador eligió llegar a ser un ser humano y vivir una vida de lealtad total a Dios –y con ello tener éxito donde fallaron Adán y Eva– pagando
así la penalidad dolorosa por la desobediencia de la raza humana. De
esta manera él "juzgó" al mundo en el sentido positivo de lograr la justicia para el planeta Tierra al expulsar a Satanás, el usurpador opresivo y
extraño (Juan 12:31; comparar con los libertadores del libro de Jueces). 4
Surgen un par de preguntas. Primera, ¿por qué Dios no destruyó
sencillamente a la raza humana cuando Adán y Eva decidieron seguir a
Satanás en lugar de seguirlo a él?
Dios no destruyó a Adán y Eva porque ellos no comprendían plenamente lo que estaban haciendo. Eva fue engañada, y Adán no capto
el cuadro completo. Ellos fueron como niños sin experiencia que descuidaron una advertencia sin comprender las consecuencias. ¿Matamos
a nuestros niños cuando nos desobedecen y se meten en grandes problemas?
Segunda, ¿por qué la gran guerra no terminó hace dos mil años
cuando Cristo venció a Satanás en la cruz? ¿No habían proclamado tanto Juan el Bautista como Jesús: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mateo 3:2; 4:17)?
La victoria de Cristo en la cruz fue como el día D en 1944, cuando los
aliados ganaron una entrada en el continente europeo y aseguraron,
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prácticamente, que los días de Hitler estuvieran contados. De hecho, el
resultado de la gran guerra es totalmente seguro. El bien triunfará
inevitablemente sobre el mal. Sin embargo, la contienda sigue, y aun
aumenta en intensidad porque muchos seres humanos todavía prefieren el señorío de Satanás. Lo eligen porque él continúa engañándolos
cruelmente para que piensen que Dios no quiere lo mejor para ellos, y
que ellos no son responsables ante Dios. Por lo tanto, creen que pueden
proveer a su propia felicidad mejor de lo que puede hacerlo Dios, al librarlos del egoísmo y de la adoración propia. Esta es una mentira antigua. De hecho, es lo que la serpiente satánica le prometió a Eva en el
Jardín del Edén: "No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis
de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien
y el mal" (Génesis 3:4, 5).
Habiendo aspirado tomar el lugar de Dios, Satanás trató de pasar su
sueño de ser "como Dios" a nosotros para hacernos pequeños satanases.
Si él fracasó en ocupar el lugar de Dios aun cuando él fue el querubín
grande, protector, ¿qué nos hace pensar que podemos tener éxito, como
carne y sangre mortales que somos?
Hemos encontrado que hay una gran guerra entre Dios y Satanás
sobre el dominio de este mundo. El problema en disputa es el carácter
de Dios y si alguien puede tomar su lugar. En los capítulos restantes de
este libro, exploraremos la forma en que Dios demuestra su equidad
cuando salva o condena a los seres humanos de acuerdo con las elecciones que ellos hacen en favor de Dios o en contra de él. Cuando este
"juicio" se haya completado, no habrá más preguntas acerca del carácter
de Dios y nadie se perderá si hubiera elegido ser salvado. En ese momento, no serán necesarias más demoras, y Dios podrá terminar rápidamente la gran guerra.
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Referencias
Con respecto al profundo impacto de la Segunda Guerra Mundial sobre los
conceptos del mundo, ver Margaret Mead, "Family System and Society", en Changing
Sexual Values and the Family, G. Pirozo Sholevar, ed. (Springfield, Ill.: Charles C. Thomas, 1977), pp. 33-35.
2 Adam Cohen, "A Curse of Cliques", Time (3 de mayo de 1999), p. 45.
3 Rebecca Brown, He Came to Set the Captives Free, (New Kensigton, Penn.: Whitaker House, 1992), pp. 56, 57
4 Roy Gane, Gods's Family Heroes, (Hagerstown, Md.: Review and Herald, 1996), p.
44.
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Justicia para demostrar el
carácter de Dios
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n un viaje de avión a Jordania para participar en una excavación
arqueológica, mi esposa y yo estábamos sentados detrás de un
joven y comenzamos a conversar con él. Era un soldado de una
unidad militar especial tomando una vacación de dos semanas después de un largo y difícil período en Irak. Estaba temiendo volver, las
lágrimas venían a sus ojos al recordar dolorosamente cómo su compañero había sido muerto de un tiro en el cuello. Esos hombres no pueden elegir si vivirán o morirán.
En la gran guerra, ¿quién decide si somos salvos o perdidos? ¡Nosotros! En ese sentido, nos juzgamos a nosotros mismos. Esta es la
gran noticia. Dios es el Juez definitivo, pero él nos da a todos la oportunidad de elegir lo que queremos, y él acepta nuestras decisiones.
Cuando le decimos: "Sí, su Señoría" –cuando aceptamos el evangelio,
las buenas noticias acerca de él– es como si estuviéramos juzgando en favor nuestro porque nos hemos aliado con él.
Así fue en los tiempos de Noé. Dios le dio a la gente abundantes
oportunidades de comprender y aceptar las buenas nuevas de que podrían escapar del Diluvio inminente. La puerta del arca estaba abierta
a todos. Dios no obligó a ninguna persona a entrar al arca o no.
Cuando se cerró la puerta, los destinos de la gente quedaron fijados
de acuerdo con las decisiones que habían hecho (Gen. 6, 7). Si se salvaban o no dependía de ellos, pero debían elegir ser salvos por medio
de la provisión que Dios había hecho. Cualquiera que dijera "no" a
Dios rehusaba así su protección cuando soltara las armas acuáticas de
destrucción masiva contra el dominio de Satanás y sus seguidores.
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Satanás acusa a Dios de ser injusto, pero Dios es quien respeta la libertad humana de elegir. El Cristo divinamente resucitado dice: "He
aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo" (Apocalipsis 3:20). Si alguno
tiene el derecho de forzar su entrada a nuestras vidas, es Cristo, el que
nos creó y murió por nosotros. Pero él se mantiene a la puerta del corazón humano y pide entrar, y entrará sólo si le respondemos.
Hipócritamente, Satanás es quien no respeta nuestra libertad de
elección. Dios advirtió al celoso Caín cuando estaba considerando el
mal contra su hermano: "Si no hicieres bien, el pecado está a la puerta;
con todo esto, a ti será su deseo" (Génesis 4:7). El pecado y Satanás no
llaman. "El pecado está a la puerta" significa que el mal moral está esperando una oportunidad de entrar como un predador y hacerse
cargo del corazón. Las palabras "a ti será su deseo" no significan que el
pecado es como un gatito que quiere treparse a tu falda y ronronear.
Significa que el pecado es como un tigre en el sentido de que te quiere
tragar.
En los días de Jesús, los espíritus de demonios poseían a muchas
personas. Ellas estaban profundamente agradecidas cuando Jesús y sus
discípulos los liberaban. Obviamente, Satanás y sus ángeles caídos no
tenían respeto por los deseos de estas personas, de otro modo los malos
espíritus no hubieran entrado sin invitación.
De acuerdo con la Biblia, Dios es justo en el sentido de que él permite que la gente elija. Él apela, explica y advierte de las consecuencias positivas y negativas del "camino de vida" y del "camino de
muerte" (Jeremías 21:8), pero no fuerza a ninguno a ser salvo o perdido.
Si él usara la fuerza, ¿por qué se tomaría la tarea de apelar al corazón
de la gente?
Dios es también completamente justo cuando exige que la gente sea
responsable de sus elecciones. La Biblia dice: "[Jehová] juzgará a los
pueblos en justicia. [...] Porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo
con justicia, y a los pueblos con su verdad" (Salmo 96:10, 13).
En contraste, los jueces y las cortes humanos pueden cometer errores. Lindy Chamberlain, la esposa de un pastor adventista, fue acusada de asesinar a su bebé mientras acampaba con su familia en el centro
de Australia. En la conclusión del juicio más famoso de la historia legal
de Australia, Lindy fue convicta y apresada. Después de un tiempo de
intenso dolor para ella y su familia, se demostró que la investigación
de la policía de los Territorios del Norte tuvo fallas, y que un dingo
21
(una especie de perro salvaje de Australia) había realmente matado al
bebé.
Los tribunales humanos pueden equivocarse aun cuando traten de
ser justos, y aun cuando reúnen toda evidencia posible, y jurados sin
prejuicios. Pero la ventaja definitiva la tiene Jehová que "escudriña los
corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos" (1
Crónicas 28:9).
Para asegurarnos que comprendemos que los veredictos de Dios
son justos, la Biblia describe repetidamente a Dios como juzgando
cuando percibe, investiga y evalúa las situaciones antes de cumplir
con el castigo o permitir que la justicia se produzca. 1 Así, por ejemplo,
antes de destruir al mundo con un gran Diluvio, "vio Jehová que la
maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de
los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el
mal" (Génesis 6:5, la cursiva fue añadida). En el relato de la Torre de
Babel, "descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban
los hijos de los hombres" (Génesis 11:5). Antes de destruir a Sodoma y
Gomorra, "Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en
extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el
clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré" (Génesis 18:20, 21).
La completa revelación de Dios
Una cosa es creer la Biblia cuando describe a Dios como justo, pero
otra cosa es sentirse cómodo con los resultados del juicio de Dios,
especialmente cuando éstos son tan radicalmente diferentes: la vida
eterna o la muerte eterna. En ninguna parte en los sistemas judiciales
de cualquier país hay recompensas y castigos tan extremos. Si amas
mucho a una persona y esperas verla en el cielo pero ella no aparece
allí, ¿cómo reaccionarás, especialmente si encuentras que tu peor
enemigo está allí? A pesar de tu fe sólida, podrías estar tentado a dudar
que Dios hubiera actuado con justicia perfecta.
Esas dudas podrían ser peligrosas y conducir a otra rebelión en el futuro. Para garantizar la seguridad eterna, Dios necesita resolver todas
esas dudas de modo que el pecado no se levante una segunda vez. Él
quiere hacer la tarea bien la primera vez (ver Nahúm 1:9). ¿Cómo puede hacerlo? Obviamente, la solución sería que él permitiera que cada
uno que seguirá viviendo en su universo examine toda la evidencia
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sobre la que basó sus veredictos. Esto sería un notable nivel de revelación plena, aun para un gobernante de la tierra. ¿Puedes imaginarte
todas las oficinas de tu gobierno haciendo que todos sus registros estén
disponibles para todo el público, aun revelando materiales reservados?
De acuerdo con la Biblia, Dios abre sus registros a sus seres creados.
Él lo hace en dos etapas de lo que puede llamarse el "juicio". Primero,
los registros (la Biblia los llama libros) se abren en el cielo antes de que
Cristo venga la segunda vez. "Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de
fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía
y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de
millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron
abiertos" (Daniel 7:9, 10).
En el capítulo 4 estudiaremos este pasaje en detalle, pero por ahora, es suficiente reconocer que este evento informa a los seres creados
por Dios que están en el cielo. Estos incluyen diversas clases de lo que
llamamos "ángeles" (incluyendo los querubines y serafines). Sin embargo, Cristo representa a la raza humana en el cielo (además de Enoc,
Moisés y Elías, a quienes Dios llevó al cielo (ver el versículo 13: "uno
como un hijo de hombre", y ver Génesis 5:24; 2 Reyes 2:11; Mateo
17:3; Judas 9). Los "veinticuatro ancianos" de Apocalipsis 4:4 también
pueden ser seres humanos redimidos que volvieron a la vida en ocasión de la muerte de Cristo (Mat. 27:52, 53).
Segundo, hay otra fase del juicio en el cielo durante los mil años
después de la segunda venida de Cristo: "Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios,
los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con
Cristo mil años. [...] vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en
él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se
encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie
ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es
el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras" (Apocalipsis 20:4, 11, 12).
23
Esta vez el proceso involucra a la gran multitud de los seres humanos salvados que son llevados al cielo en la resurrección cuando
Cristo vuelva otra vez (ver 1 Tesalonicenses 4:16, 17).
¿Por qué debe haber dos etapas en el juicio? Ambas se realizan en
el cielo, donde se encuentra el centro de gobierno de Dios y donde se
guardan los registros. Los seres humanos salvados no pueden participar
en un juicio en el cielo antes de la segunda venida de Cristo porque
están sobre la tierra. De modo que Dios les da la oportunidad de examinar sus registros en una segunda etapa del juicio, cuando llegan al
cielo.
Daniel 7 y Apocalipsis 20 se refieren a "libros" que se usan en la primera y en la segunda etapa del juicio. No sabemos la naturaleza precisa de esos archivos. Tal vez si Daniel y Juan estuvieran escribiendo
hoy se referirían a "DVDs" o "base de datos". Pero tales registros implican claramente alguna clase de investigación. Sin embargo, aquí hay un
punto vital: Dios mismo no necesita un juicio investigador público para su propia información. Como Juez Divino, Dios ya sabe todo (ver, por ejemplo, el
Salmo 139) y puede determinar por sí mismo el destino de los que se
salvarán o se perderán, sin la ayuda de los ángeles o de los seres humanos redimidos. De modo que si nos referimos al evento en Daniel 7
como un "juicio investigador", queremos decir que Dios permite que
sus seres creados investiguen lo que él ya sabe. Desde la perspectiva de
Dios, es un "juicio demostrativo", en el cual cada caso queda demostrado.
Hay una diferencia clave entre el uso de "libros" y las investigaciones que Dios realiza antes de que actuara en el Diluvio, la Torre de
Babel y Sodoma y Gomorra (ver más arriba). Las Escrituras presentan
a Dios como revisando estas últimas situaciones para hacer una decisión antes de aplicar sus juicios. Es cierto, él realmente sabía lo que estaba ocurriendo, pero la Escritura lo muestra como realizando los
movimientos de una investigación de modo que los seres humanos
puedan comprender que él es justo. El uso de "libros" o registros, por
otro lado, implica que Dios ya ha evaluado las situaciones, lo que significa que sus propias investigaciones ya han ocurrido. Para usar una
analogía, si lees tu diario a alguien, estás compartiendo ideas que ya
habías pensado y expresado.
La segunda etapa del juicio durante los mil años después de la segunda venida de Cristo no fija ningún veredicto en el sentido de decidir
si las personas son salvadas o se perderán. Cristo trae su recompensa
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final consigo cuando regresa (Apocalipsis 22:12; comparar con Mateo
25:31-46), lo que significa que después de ese momento no hay lugar
para determinar si una persona se salva o se pierde. Parece que después que Dios lleva a los salvos al cielo, ellos juzgarán en el sentido de
involucrarse en el proceso de fijar la severidad de los castigos definitivos
que se administrarán al final de los mil años a aquellos que están perdidos (tal vez grados de sufrimiento en la segunda muerte en el lago de
fuego). Nota que este "infierno" destruye a Satanás, quien no ha tenido
ningún control sobre el infierno. En cualquier caso, es claro que los redimidos tendrán el conocimiento pleno de las razones que tuvo Dios
para lo que hace y se convencerán de su justicia.
La confirmación final de que Dios y su Hijo están en lo correcto
vendrá cuando "en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que
están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Filipenses 2:10, 11, la cursiva fue añadida). El aceptar la razón por la que
son castigados testifica de la justicia de la sentencia, como no lo haría
ninguna otra cosa (ver Jueces 1:7).
Referencias
John T. Anderson, Investigating the Judgment, (Hagerstown, MD: Review and Herald,
2003), pp. 62-76, 85-95, 100-104. Gerhard Pfandl, Daniel: The Seer of Babylon (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2004), pp. 69-71. Acerca de paralelos bíblicos del
juicio investigador, ver también William H. Shea, Selected Studies on Prophetíc Interpretation, Daniel an Revelation Committee Series 1, Frank H. Holbrook, ed. (Silver
Spring, MD: Biblical Research Institute, 1992), pp. 1-29.
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Pacto, carácter e historia
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ualquiera que ha estado casado por varios años puede decir
que una relación íntima entre dos personas cambia con el
tiempo. Un matrimonio puede durar bien por más de medio
siglo, pero no queda igual todo el tiempo; la relación se desarrolla, para mejor o para peor cuando los cónyuges enfrentan situaciones juntos
y actúan entre sí. Sus relaciones pueden hacerse más profundas, más
significativas, y más tiernas, o pueden caer en la desconfianza, el abuso y la miseria. Puede cambiar casi imperceptiblemente, o puede sufrir cambios repentinos debido a grandes eventos, tales como el nacimiento de un niño, un cambio de ocupación o de lugar, un accidente o
un adulterio.
Un matrimonio es una historia privada que involucra a dos personas. La historia tiene un comienzo (el casamiento) y un fin (la muerte
o el divorcio), y entre esos momentos pasa de un día al siguiente, y de
un año a otro. El presente siempre está avanzando, de modo que lo
que es futuro llega a ser presente y luego pasado. Aunque algunos elementos de la historia pueden repetirse, como cuando una sucesión de
hijos pasa por etapas similares, la historia en general es una progresión hacia adelante.
La relación de pacto entre Dios y su pueblo es como un matrimonio
(ver Oseas; Ezequiel 16) en el sentido de que se desarrolla en el tiempo
mientras los socios humanos cambian en sus actitudes hacia Dios y en
sus caracteres. El carácter de amor de Dios permanece siempre el
mismo, pero al alimentar su relación con seres humanos con sus fallas,
para salvarlos, él ajusta sus enfoques para adecuarse a sus necesidades. Así, cuando Salomón era joven y fiel, Dios lo bendijo con toda
clase de beneficios fabulosos (1 Reyes 3 al 10). Pero cuando se apartó
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de Dios por la poligamia que lo llevó a la idolatría, Dios comenzó a
debilitar y reducir su reino (1 Reyes 11). En forma similar, cuando los
israelitas apostataron durante el período de los jueces, Dios les permitió seguir solos sin su protección (ver, por ejemplo, Jueces 10). Pero
cuando se volvieron a él, "él fue angustiado a causa de la aflicción de
Israel" (Jueces 10:16) y se sintió compelido a ayudarles.
Siendo que Dios es el socio superior y más maduro que necesita
disciplinar a su pueblo para su bien, el pacto también puede compararse a una relación entre padres e hijos:
"Porque el Señor al que ama, disciplina [...] Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? [...] pero
éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa
de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a
los que en ella han sido ejercitados" (Hebreos 12:6, 7, 10, 11).
Salomón fue heredero no sólo del pacto de Dios con Israel en el Sinaí, sino también de su pacto real con David y sus descendientes. De
este pacto, Dios prometió:
"Si dejaren sus hijos mi ley, y no anduvieren en mis juicios, si profanaren mis estatutos, y no guardaren mis mandamientos, entonces
castigaré con vara su rebelión, y con azotes sus iniquidades. Mas no
quitaré de él mi misericordia, ni falsearé mi verdad" (Salmo 89:30-33).
Al recompensar la lealtad y al ejercer un amor severo mediante una
corrección dolorosa cuando era necesaria, Dios procuró conservar su
pueblo y fortalecer su relación con él de modo que pudiera recibir las
bendiciones que él había prometido. Si no los hubiera disciplinado
cuando se inclinaban a esquemas destructivos de conducta, él sería
responsable de animarlos en la espiral hacia abajo que los heriría a
ellos y a otros, como Eli, quien tuvo la culpa cuando descuidó el detener una conducta atrevida de sus hijos Ofni y Finees (1 Samuel 2 al
4).
Excelencia para el evangelismo
Las instrucciones sensatas de Dios y sus recompensas y castigos
por guardarlas o desobedecerlas (compare las bendiciones y las maldiciones en Levítico 26 y Deuteronomio 28) no fueron meramente para
el beneficio de su pueblo. Su propósito más amplio era enseñar a otros
27
grupos cómo era Dios, de modo que pudieran acercarse a él. Moisés
encargó a los israelitas:
"Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi
Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual
entráis para tomar posesión de ella. Guardadlos, pues, y ponedlos por
obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los
ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán:
Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta. Porque
¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo
está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? ¿Y qué nación
grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley
que yo pongo hoy delante de vosotros?" (Deuteronomio 4:5-8).
Cumpliendo esta promesa, Dios atrajo a la reina de Saba a sí mismo mediante la sabiduría y la riqueza que le dio a Salomón (1 Reyes
10). Y Dios no quiere nada más que extender toda clase de bendiciones sobre
su pueblo hoy de modo que otros puedan ver su poder y su amor, y quieran
pertenecer también a él. Pero si los bendijera cuando desafían el liderazgo de Dios, su conducción y las leyes de causa y efecto, él destruiría
su propósito y repelería a otros enviándoles una señal que dijera que
él apoya el mal.
Las implicaciones y las aplicaciones de los principios bíblicos recién afirmados son de importancia enorme. Por medio de Cristo, todos somos herederos del pacto de Dios con Abrahán (Gálatas 3:29), a
quien Dios había prometido: "Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre y serás bendición Bendeciré a los
que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas
en ti todas las familias de la tierra" (Génesis 12:2, 3; la cursiva fue añadida). Dios quiere hacernos prosperar, para que seamos en todo sentido
"cabeza y no cola" (Deuteronomio 28:13), pero no es sencillamente para nuestro beneficio. Más bien, es para que Dios pueda usarnos como
canales de bendición para todos los pueblos, para atraerlos a sí mismo.
En la reunión de la Sociedad de Literatura Bíblica de la Región
Medio Oeste de los Estados Unidos, se dieron premios a los estudiantes graduados que sometieron sus mejores trabajos de investigación
en las áreas de Antiguo y Nuevo Testamentos. En 2005, ambos premios fueron para los estudiantes del doctorado en Religión del Seminario Teológico Adventista de la Universidad Andrews. Los eruditos
que escogieron a los ganadores me dijeron que habían notado la coin28
cidencia, y que los había dejado un poco perplejos. Pero habían decidido que esos dos estudiantes debían ser honrados aunque vinieran
de la misma escuela porque habían producido claramente los mejores
trabajos. Los eruditos también notaron que debían estar ocurriendo
cosas buenas en la Universidad Andrews. Cuando supe a quiénes fueron otorgados esos premios, me sentí inmensamente orgulloso por
nuestros alumnos y emocionado porque Dios estaba bendiciendo
nuestros esfuerzos para producir excelencia para él. Sin embargo, lo
más emocionante es el privilegio de participar con Dios cuando usa la
influencia de la excelencia para su gloria.
¡La excelencia es para el evangelismo! El desarrollo de nosotros
mismos y de nuestra comunidad en armonía con los principios divinos es esencial para cumplir la gran comisión de Cristo de llevar su
evangelio al mundo entero. Cuando la gente ve nuestra salud, nuestra
alegría y cuan prósperos somos, tenemos una oportunidad de oro (¡o
de platino!) para contarles que nuestro Dios es el mayor de todos.
Cuando sobresalimos en educación, en sabiduría y habilidades, podemos señalar a la Fuente divina de todo conocimiento y comprensión. Cuando nuestras familias son más armoniosas, nuestras tasas de
divorcio son menores, y la unidad de nuestra iglesia es singularmente
fuerte, podemos conducirlos al Mesías, que oró en favor de los que
creyeran en él:
"Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que
también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me
enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así
como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has
amado a ellos como también a mí me has amado" (Juan 17:21-23; la
cursiva fue añadida).
Por otro lado, cuando somos descuidados, con mucha indulgencia
propia y egoístas con respecto a nuestra salud, relaciones, estudio y
trabajo de modo que nuestros cuerpos, nuestros matrimonios y otras
relaciones, y nuestras realizaciones académicas y profesionales son
poco mejores que los de la población general, o no son nada mejores
que ellas, ¿por qué otros debían interesarse? ¿A quién atrae la mediocridad? Si no nos preocupa, ¿por qué deberían ellos preocuparse?
Si prosperamos pero no damos a Dios el crédito, hacemos un corto
circuito a la evangelización, como lo hizo Ezequías cuando mostró a
los emisarios de Babilonia sus riquezas, sin mencionar su Fuente. Co29
mo Ezequías, podemos encontrar que es peligroso cuando la gente codicia nuestras ventajas terrenales en vez de buscar al Dios que nos las
dio (Isaías 39).
Cuando la Apolo 13 fue dañada por una explosión en su camino a la
luna, poniendo la vida de tres astronautas en grave peligro, Gene
Kranz, el director de vuelo del Control de la Misión en Houston, estaba decidido a traerlos de vuelta con seguridad. Se informó que dijo a
su equipo: "¡El fracaso no es una opción!". Para los cristianos, la mediocridad es un fracaso, y esa no es una opción para ellos.
La esencia de la historia bíblica es la historia de la relación de Dios
con su pueblo, la que muestra cómo se revela su carácter y cómo se
desarrolla el de ellos, de un modo u otro. La historia bíblica también
incluye cronología, listas de archivos, datos geográficos, informes de
actividades militares y de construcción, etc. Sin embargo, aun cuando
esta clase de cosas puede ser de un interés considerable para nosotros,
su función es proporcionar un trasfondo para el relato central que nos
enseña cómo es Dios y cómo debemos relacionarnos con él.
La historia del pacto y el carácter de Dios en Daniel
Una parte especialmente fuerte de la historia del pacto de Dios se
encuentra en el libro de Daniel. Daniel 1:1 y 2 dice que "el Señor entregó en sus manos [de Nabucodonosor, rey de Babilonia] a Joacim rey
de Judá" (la cursiva fue añadida). Entonces Nabucodonosor ordenó
que algunos jóvenes de familias reales y de la nobleza de Judá fueran
llevados a Babilonia, para entrenarlos para su servicio. Entre ellos fueron Daniel y sus amigos (versículos 3-6). Así se cumplió la predicción
hecha a Ezequías, después que él se jactó acerca de sí mismo en vez de
honrar a Dios ante los enviados babilonios: "De tus hijos que saldrán
de ti, y que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia" (Isaías 39:7). De modo que la falla de cumplir
el pacto de parte del pueblo de Dios y de sus dirigentes, condujo al
exilio.
En notable contraste, la valerosa lealtad de Daniel y sus amigos al
pacto permitió que Dios los bendijera de maneras asombrosas. Aun en
el exilio, fueron "cabeza y no cola", y su excelencia evangelizó a emperadores (Daniel 1 al 6).
30
Las profecías del libro de Daniel amplían el mensaje de las historias, que se encapsula en el refrán que se repite: "el Altísimo gobierna
el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da" (Daniel 4:17; ver
también los versículos 25, 32; 5:21). En Daniel 2, la primera de estas
profecías aparece en la forma de un sueño divinamente inducido dado
a Nabucodonosor cerca del comienzo de su reinado, e interpretado
por Daniel.
Tres imperios terrenales seguirían al reino neobabilónico de Nabucodonosor, que fue representado por la cabeza de oro de una estatua
Impresionante. En el sueño, estos imperios fueron simbolizados por
partes progresivamente inferiores del cuerpo de la misma imagen, hechos de metales con valor decreciente, pero de dureza creciente: plata,
bronce, y hierro. El poder del hierro duraría hasta el fin, pero en su fase final estaría dividido y debilitado, como lo muestra la mezcla con
arcilla (versículos 31-33, 36-43). El clímax de la profecía es la destrucción divina de los reinos humanos, representada por una piedra que
fue cortada sin mano y que golpea la base de la imagen. El eterno
reino de Dios, que simbolizaba la piedra, reemplaza los imperios terrenales y llena toda la tierra (versículos 34, 35, 44, 45).
Nota las siguientes características definitorias de esta profecía de
Daniel 2, que establece la agenda para profecías posteriores en el libro
de Daniel (capítulos 7 al 12).
1. La profecía bosqueja la historia del planeta Tierra, que era futura desde la perspectiva de Daniel. Él le explicó explícitamente a Nabucodonosor
que "el gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por
venir" (versículo 45). El mensaje no es una abstracción espiritualizada,
sino tiene que ver con naciones reales y sus líderes, cuyos logros y
campañas serían registrados en libros posteriores de la historia secular. De modo que la exactitud o inexactitud de la profecía puede ser
verificada.
2. Las profecías "clásicas" de los otros libros proféticos del Antiguo
Testamento entregan mensajes divinos (advertencias, llamados, consuelo, etc.) a grupos localizados de personas que vivían en momentos
específicos. A diferencia de esas profecías, ésta de Daniel 2 cubre un
extenso panorama histórico que va desde el tiempo del profeta mismo
hasta el fin universal de la civilización humana como la conocemos.
Siendo que el fin cósmico todavía no ha ocurrido, la profecía debe alcanzar hasta nuestros tiempos. No está toda en el pasado, ni toda en el
31
futuro, pero el presente sigue avanzando.
3. El panorama de la historia presentada es continuo. No comienza
en tiempos antiguos, luego pasa por alto centenares o miles de años, y
se reanuda con eventos justo antes de que Dios concluya los gobiernos
terrenales y asuma el dominio.
4. Hay sólo una interpretación. Aunque la profecía es altamente
simbólica, un símbolo específico representa sólo una realidad. Por
ejemplo, la cabeza de oro representa sólo a Nabucodonosor, es decir,
el reino de Nabucodonosor (versículos 37, 38).
5. El punto general de esta profecía es el mismo que el tema central del libro de Daniel como un todo: "El Altísimo gobierna el reino
de los hombres" (ver Daniel 4:17, etc., y ver más arriba). Así el mensaje
es una revelación de quién es Dios y cómo es él, como se nota por lo
que hace en relación con los seres humanos y su historia. El posee el
poder soberano sobre el planeta Tierra, que él ejercerá plenamente
una vez que los gobiernos humanos corran su curso.
Desde la perspectiva de Daniel en el exilio, cuyos compañeros judíos –el pueblo del pacto– eran oprimidos en Babilonia, el primero de
los cuatro grandes imperios, la profecía era una noticia maravillosa.
Dios eventualmente detendría el régimen opresivo y tomaría el gobierno directo del mundo para siempre. Esto implicaba que en el futuro, su pueblo del pacto habitaría con él en eterna paz y seguridad. La
historia de su relación con Dios tendrá un buen final. Dios gobernará
amplia y sabiamente, y ellos vivirán felices para siempre.
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El juicio de los leales
y los desleales (Daniel 7)
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uchos años después de que Daniel interpretó el sueño de
Nabucodonosor, él tuvo un sueño profético que cubría la
historia desde su tiempo hasta el fin (Daniel 7). Esta vez los
símbolos de los imperios sucesivos fueron animales que se movían,
en vez de partes de una estatua inmóvil. La profecía, con su interpretación, añadió algunos detalles importantes que estaban ausentes en
el sueño de Nabucodonosor, lo cual contribuye a nuestra comprensión del carácter del "Altísimo" y de la forma en que gobierna "el
reino de los hombres".
Así como en Daniel 2, Daniel 7 predijo cuatro grandes reyes/reinos (Daniel 7:17), que terminarían y serían reemplazados por el
eterno reino de Dios en Daniel 7; el énfasis explícito está en el beneficio para el pueblo de Dios, que recibiría el reino de este mundo
(versículo 18). Como en Daniel 2, Daniel 7 describe una transformación del cuarto imperio terrenal, que sería el más fuerte. Sin embargo, mientras en Daniel 2 el cuarto reino está sólo debilitado y dividido (versículos 41-43), en Daniel 7 un poder "diferente", representado
por un cuerno que comienza "pequeño", surge del cuarto imperio.
Este poder del "cuerno pequeño" tiene una agenda religiosa: En forma arrogante afrenta a Dios al hablar contra él, intenta cambiar sus
tiempos y la ley y persigue a sus fieles durante un período específico, es decir, tres "tiempos" y medio (versículos 8, 20, 21, 24, 25).
El mayor elemento nuevo introducido en Daniel 7 es un majestuoso juicio divino que precede a la destrucción del dominio huRECURSOS ESCUELA SABATICA - escuela-sabatica.com
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mano y transfiere el poder a Dios y a su pueblo (versículos 9-14, 22,
26, 27). En el Nuevo Testamento, vemos que Dios derrota a un poder
arrogante y blasfemo que se opone a su autoridad y a su ley y la
conquista del planeta Tierra ocurre en su segunda venida (2 Tesalonicenses 2:1-12; ver también Apocalipsis 13; 19:11-21). Por lo visto, es
claro que Daniel 7 presenta un juicio previo al advenimiento.
Como Daniel 2, Daniel 7 interpreta explícitamente su simbolismo
como presentando la historia humana real que comienza en el tiempo de Daniel y avanza hacia el futuro: "Estas cuatro grandes bestias
son cuatro reyes que se levantarán en la tierra" (versículo 17). Siendo
que el panorama de la historia desde los tiempos de Daniel hasta el
fin es continuo, debe incluir nuestro tiempo. Esta comprensión historicista de la profecía surge por la forma en que el texto bíblico se
presenta y se explica a sí mismo. Esto está en contraste con los enfoques "preterista" (pasado) y "futurista" (incluyendo el enfoque dispensacional) que imponen suposiciones metodológicas al texto bíblico. El preterismo y el futurismo dejan espacios vacíos al evitar aplicar la profecía a ciertas eras históricas (especialmente la Edad Media)
por medio de una agrupación artificial de cumplimientos en el pasado (especialmente el tiempo de Antíoco IV Epífanes, rey seléucida en
el siglo II a.C.) o en el futuro distante (anticristo futuro, etc.). 1
Es bien conocido que la profecía y la teología del Antiguo Testamento, en general, están arraigadas en la historia como un todo continuo, en contraste con el enfoque cíclico de los antiguos egipcios y
mesopotámicos. Los historicistas, preteristas y futuristas están de
acuerdo en que el libro de Daniel contiene historia y escatología
(profecías del tiempo del fin). La cuestión es dónde termina la historia y comienzan las predicciones en relación con el tiempo del autor
de Daniel.
Los historicistas toman el texto como está escrito. Daniel predice
una serie de eventos desde su tiempo, en el siglo VI a.C., hasta la segunda venida de Cristo. Los preteristas, que tienden a negar la posibilidad de predicciones exactas dadas por el autor divino, consideran las "profecías" de Daniel como una combinación de registros históricos exactos escritos en el siglo II a.C. después de ocurridos los
eventos que ellos describen (que culminan con la persecución dirigida por Antíoco IV Epífanes), más predicciones inexactas del autor
del siglo II a.C. (no el Daniel del siglo VI a.C., que vivió en el tiempo
del Imperio Neobabilónico) supuso que ocurrirían en el futuro. Los
34
futuristas siguen con los historicistas y preteristas hasta cierto punto
en el flujo de los eventos predichos, después de lo cual saltan al
tiempo del fin. Los futuristas a menudo separan la semana final de la
profecía de las 70 semanas de Daniel 9:24 al 27 y empujan su cumplimiento al tiempo del fin. 2
¿Qué diferencia hay entre el historicista, el preterista o el futurista? Lo cierto es que esta elección determina cómo se comprenderá
la manera en que se cumplen las profecías de Daniel, y esto tiene que
ver con la manera en que uno personalmente se relaciona con sus
mensajes. Si uno es preterista, no tiene seguridad de que el Operador
del universo puede ver por adelantado hacia dónde va, pero uno no
necesita preocuparse acerca del poder peligroso representado por el
cuerno pequeño ni el juicio de él en Daniel 7 y eso no es relevante
para uno porque esas cosas se cumplieron hace veintidós siglos en el
tiempo de Antíoco IV Epífanes. Por otro lado, si uno es futurista,
puede preguntarse quién será el futuro anticristo (el cumplimiento
del cuerno pequeño), pero uno no puede realmente identificarlo
ahora y puede creer que el juicio sobre él está en algún momento futuro todavía.
En contraste, si uno es historicista, puede encontrar que el poder
del cuerno pequeño identificable está aquí, y que el juicio previo al
advenimiento puede estar sesionando ahora mismo. De modo que
uno se enfrenta con una elección en favor de Dios o de su enemigo, y
esta elección fijará su destino eterno, y cómo se presentará en el juicio (comparar Apocalipsis 13 y 14). Si uno pierde de vista esto, mirando en el pasado o el futuro lo que realmente está en el presente,
como una vez busqué por todas partes los anteojos que llevaba puestos, uno puede comprender mal la naturaleza del juicio y del carácter de Dios, y puede no estar preparado para hacer la decisión correcta con respecto a él. Como resultado, uno puede afrontar las consecuencias de algo que uno quisiera evitar, para decir lo menos.
Identificación del poder del cuerno pequeño
¿Cómo podemos identificar el poder representado con el cuerno
pequeño? Para comenzar, necesitamos seguir la sucesión de los
cuatro reinos primeros, que es paralela a los cuatro reinos de Daniel 2. El primer animal de Daniel 7 es el león (versículo 4), que corresponde a la cabeza de oro de Daniel 2. Daniel identificó ese ani35
mal como que representaba al reino Neobabilónico de Nabucodonosor (versículos 37, 38). La bestia número dos en Daniel 7, que corresponde al pecho y los brazos de plata en Daniel 2:32, es un oso
más levantado de un lado (7:5), que representa el reino que siguió
al de Babilonia. En los relatos de Daniel 5 y 6 y en la historia secular, este fue el reino combinado de Media y Persia, que conquistó a
Babilonia bajo Ciro en 539 a.C.
El tercer animal es un leopardo (Daniel 7:6), que corresponde al
vientre y los muslos de bronce en Daniel 2:32. Representa el Imperio
Greco-Macedónico de Alejandro Magno, que conquistó a MedoPersia antes de su muerte prematura en 323 a.C. a la edad de 32
años. La evidencia que apoya esta identificación son las cuatro alas y
las cabezas del leopardo, que coinciden con el hecho de que después
de la muerte de Alejandro, su imperio se dividió en cuatro reinos helenísticos: la Macedonia de Antígono, Pérgamo de Átalo, Siria de Seleuco y Egipto de Ptolomeo. Confirmación adicional se encuentra en
Daniel 8, donde el reino de Grecia bajo su primer rey (es decir, Alejandro) conquista el reino de Media y Persia. Estos poderes son
nombrados explícitamente en los versículos 20 y 21.
Hasta aquí, la sucesión de los imperios es clara y verificable, tanto
en Daniel como en la historia secular. Permanece el cuarto reino,
simbolizado por las piernas de hierro en Daniel 2:33 y por un monstruo poderoso y aterrador con dientes de hierro y diez cuernos en
Daniel 7:7. Note que el rasgo común del hierro vincula las dos representaciones. Sabemos por el Nuevo Testamento y por la historia secular cuál fue el poder que sustituyó a los cuatro reinos griegos: la
Roma Imperial, que fue el imperio más fuerte, más opresivo y más
duradero de los cuatro.
Si las cuatro alas y cabezas del leopardo griego (Daniel 7:6) simbolizan la división del imperio de Alejandro en cuatro partes, tendría sentido que los diez cuernos del monstruo romano (versículo 7)
representaran la división del imperio en diez partes. Esto está en
armonía con la explicación de Daniel 2:41 de que los pies y los dedos
de hierro y arcilla representan un reino dividido. Además, la historia
secular testifica de la exactitud de la profecía. En el siglo V d.C., el
Imperio Romano occidental fue tomado por varias tribus germánicas.
Daniel 7:8 dice: "Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí
que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron
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arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno
tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas".
Las primeras palabras de este versículo, referidas a Daniel, quien miraba los diez cuernos, implican que el cuerno pequeño orientado hacia lo religioso surgiría de la división de la Roma Imperial. ¿Qué poder como ése se desarrolló a partir de Roma poco después que se dividió?
Hay una sola respuesta viable: la Iglesia de Roma, que surgió a
expensas de algunas naciones tribales germánicas que habían dominado una parte del Imperio Romano (ver Daniel 7:8, 20: tres cuernos
fueron arrancados delante del cuerno pequeño), y que dominó a Europa durante la Edad Media. 3
El cuerno pequeño versus los santos
El juicio previo al advenimiento en Daniel 7 logra dos cosas. Primero, condena el poder rebelde del cuerno pequeño (versículo 11).
Segundo, gobierna en favor de los verdaderos seguidores de Dios,
llamados "los santos del Altísimo", quienes reciben el reino de este
mundo (versículo 22), bajo el señorío de "uno como un hijo de hombre" (o "alguien con aspecto humano", NVI, versículo 13, 14). De
modo que el caso que debe ser juzgado es el "cuerno pequeño" versus "los santos del Altísimo". Estas son las partes contrarias, como lo
muestra el hecho de que el cuerno pequeño persigue a los santos
(versículos 21, 25; comparar con 8:10, 24, 25). La pregunta en el juicio
es: ¿A quién pertenece legalmente el dominio de este mundo? El veredicto es: Pertenece a los santos. El cuerno pequeño pierde.
Algunos intérpretes consideran que los libros de registro que se
abren en el juicio (Daniel 7:10) son los que se ocupan exclusivamente
de los pecados del poder del cuerno pequeño. Otros ven estos libros
como los registros de los pecados perdonados de los santos. Ambos
puntos de vista son medio correctos, porque el juicio se ocupa de
ambos grupos. Se muestra a Dios como justo cuando vindica a los
que realmente lo siguen y cuando condena a los apóstatas rebeldes.
El juicio es como el Día de la Expiación de los antiguos israelitas, que
purificaba/vindicaba a los que eran leales a Dios (Levítico 16:30) pero condenaba a los que se mostraban desleales (23:29, 30).
En Daniel 7:9 y 10, el juicio sucede después de un período de dominio del cuerno pequeño (comparar con el versículo 8) y ocurre
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donde está ubicado el "Anciano de días" –que claramente se refiere
al Dios eterno–, en el cielo. No se menciona la segunda venida de
Cristo a la tierra en estos versículos.
Vinculando las tres escenas de los versículos 9 al 14 está el veredicto que resulta de la investigación (versículos 9, 10) que elimina el
poder del cuerno pequeño (versículo 11) y le da "a uno como un hijo
de hombre" un reino eterno (versículos 13, 14). El que es como un
Hijo de hombre es una persona celestial como un ser humano, cuya
coronación ocurre en el cielo. Compare los versículos 22, 26, 27, que
enfatizan que el juicio tiene como resultado la desaparición del
cuerno pequeño y el otorgamiento del dominio a sus santos, que en
este contexto son seres humanos que han aceptado el señorío de Dios
y de quien es como un Hijo de hombre.
Este Hijo de hombre debe ser Cristo, porque él tiene atributos divinos y controla un reino eterno que se identifica como el reino de
Dios en Daniel 2:44. No obstante el Anciano de días le da su poder,
de modo que él es diferente del Padre. Jesús con frecuencia se refirió
a sí mismo como el "Hijo del hombre" (Mateo 8:20; 9:6; 10:23; etc.),
con lo que se identifica a sí mismo con el Hijo de hombre mesiánico
en Daniel 7.
Sería extraño que un ser humano ordinario se refiriera comúnmente a sí mismo como un "hijo de hombre", siendo que eso significa
sencillamente "ser humano". Esto es tan obvio que no hace falta notarlo. Sin embargo, tiene sentido, si Dios se dirige al profeta Ezequiel
como "hijo de hombre" (Ezequiel 2:1, 3, 6, 8, etc.) para enfatizar su
humanidad en contraste con la divinidad de Dios. Cuando Jesucristo
se llamaba a sí mismo "Hijo del hombre", estaba enfatizando su humanidad en contraste con su propia divinidad. Era como si Jesús estuviera diciendo que lo más inusual acerca de sí mismo es que él se
había unido a la raza humana, combinando la naturaleza humana
con su divinidad original y básica (comparar con Miqueas 5:2; Juan
8:58).
Referencias
Para una explicación y comparación entre el historicismo y otros enfoques, ver, por ejemplo, el Comentario bíblico adventista, Francis D. Nichol, ed., tomo 4 (Mountain View, Cal.: Publicaciones Interamericanas, 1978-1990), pp.
44, 45; Gerhard F. Hasel, "Interpretation of the Chronology of the Seventy Weeks", en The Seventy Weeks, Leviti-
1
38
cus, and the Nature of Prophecy, Daniel and Revelation Committee Series 3, Frank H. Holbrook, etc. (Silber
Spring, Md.: Biblical Research Institute, 1986), pp. 13-63; William H. Shea, Daniel 7-12; Prophecies of the End
Time, The Abundant Life Bible Amplifier, pp. 33-46; Jon Paulien, "The End of Historicism?" Reflections on the Adventist Approach to Biblical Apocalyptic - Part One", Journal of the Adventist Theological Society 14, pp. 15-43.
2
Con respecto al enfoque futurista/dispensacional de este pasaje, ver Brempong Owusu-Antwi, The Chronology of
Daniel 9:24-27, Adventist Theological Society Dissertation Series (Berrien Springs, Mich.: Adventist Theological Sociente, 1995), pp. 42-49.
3
Ver también en Roy Gane, Altar Cali (Berrien Springs, Mich.: Diadem, 1999), pp. 100, 101.
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Justificación del Santuario y
de la reputación de Dios
(Daniel 8)
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ientras Daniel 7 presenta un gran juicio previo al advenimiento como la solución al problema del cuerno pequeño,
la solución en Daniel 8 está expresada en forma diferente,
como la justificación/vindicación del santuario de Dios (versículo
14). Encontraremos que la equivalencia funcional de estas dos representaciones del mismo evento es de importancia profunda para captar la forma en que Dios conserva la reputación de su carácter amante y santo.
Daniel 8 es paralelo a los capítulos 2 y 7 porque cubre el panorama de la historia desde los días de Daniel hasta el fin de la era actual. Sin embargo, aunque el profeta recibió la visión de Daniel 8 en
el tercer año del reinado del rey babilonio Belsasar (corregente con
su padre Nabonido), lamentablemente la visión no incluye a Babilonia porque su poder estaba a punto de terminar. Más bien, comienza
con la secuencia de Medo-Persia a Macedonia/Grecia (explícitamente identificada en los versículos 20 y 21), como simbolizados por un
carnero seguido por un macho cabrío (versículos 3-8).
El gran cuerno del macho cabrío (versículos 5, 8) representa al
primer rey del Imperio Griego (versículo 21), que destruyó el poder
del Imperio Medo-Persa. No hay dudas de que este es Alejandro
Magno, cuyo imperio fue posteriormente dividido en cuatro reinos
helenísticos, representados por los cuatro cuernos que surgieron
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"hacia los cuatro vientos del cielo" (versículos 8, 22; ver también Daniel 7:6).
Daniel 8:9 presenta al siguiente actor en el escenario: "Y de uno de
ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente,
y hacia la tierra gloriosa". Este cuerno, que comienza pequeño y en
este sentido puede llamarse un cuerno pequeño, es el mismo símbolo
usado en Daniel 7. Sin embargo, mientras que en Daniel 7 el cuerno
pequeño surge de una bestia monstruosa, aquí en Daniel 8 el cuerno
pequeño surge de "uno de ellos", que significa de uno de los cuatro
vientos del cielo. Los "cuatro vientos" representan las cuatro direcciones cardinales (ver Jeremías 49:36; Ezequiel 37:9; Daniel 7:2; Zacarías 2:6; Mateo 24:31; Apocalipsis 7:1) -norte, sur, este y oeste- en los
que se dividió el imperio de Alejandro.
Al intentar establecer a Antíoco IV Epífanes, un gobernante seléucida helenístico, como el cuerno pequeño, muchos eruditos han tomado "uno de ellos" como que significa que el cuerno pequeño sale
de uno de los cuernos helenísticos: después de todo, los cuernos no
salen de los vientos. Pero los cuernos normalmente no desarrollan
otros cuernos, y esto es una profecía simbólica, donde los símbolos
no necesitan conformarse con lo que vemos en la vida real. Por
ejemplo, ¿ha visto alguna vez un leopardo con cuatro alas y cuatro
cabezas (Daniel 7:6)?
Varios puntos justifican nuestro rechazo de la interpretación de
que Daniel 8:9 predice el surgimiento y la actuación de Antíoco:
1. El "ellos", de "de uno de ellos" al comienzo del versículo 9 se
refiere en la forma más natural al antecedente más cercano: el que
precede inmediatamente a "los cuatro vientos del cielo" al final del
versículo 8. De modo que el cuerno pequeño no necesita surgir de un
reino helenístico, sino que puede venir sencillamente de una de las
direcciones hacia las cuales se dividió el reino de Alejandro. Esto
concuerda con nuestra conclusión previa de que el cuerno pequeño
en Daniel 7 es un poder romano.
2. Siguiendo con el punto anterior, "ellos", de "de uno de ellos" es
un pronombre masculino en hebreo, de modo que no puede referir
se a los "cuernos" (entendido pero no expresado en la segunda mitad
del versículo 8), porque esa es una palabra femenina. Pero el masculino "ellos" puede referirse a los "vientos" porque la palabra hebrea
para "vientos" puede ser masculina.
41
3. En Daniel 8, el carnero Medo-Persa "se engrandecía" (versículo
4), el macho cabrío de Alejandro "se engrandeció sobremanera" (versículo 8), y el cuerno pequeño "creció mucho" (versículo 9). Antíoco
nunca logró una "grandeza" comparable con la de Alejandro Magno
o aun Medo-Persia.
4. Los poderes terrenales en Daniel 8 remplazan a otro: MedoPersia da lugar al reino unido griego de Alejandro, quien a su vez,
cede su lugar a los cuatro reinos griegos, y ellos, al cuerno pequeño.
Antíoco no reemplazó a otro reino de esta manera. Más bien, él era
sencillamente una parte de uno de los cuatro reinos.
¿Dónde está la Roma Imperial?
Ahora estamos frente a un dilema. En Daniel 7, el cuerno pequeño, o sea la Iglesia Romana, surgió del monstruo del Imperio Romano, pero Daniel 8 pasa directamente de los cuatro reinos helenísticos al cuerno pequeño. ¿Dónde está la Roma Imperial en este capítulo? Hay dos opciones. O la visión sencillamente pasó por alto la
Roma Imperial, o el cuerno pequeño incluye la Roma Imperial. Esta
última opción parece adecuarse mejor porque el versículo 9 indica
que el cuerno pequeño se expande en tres direcciones horizontales,
que corresponden a las direcciones de la expansión inicial del Imperio Romano.
"El versículo 9 afirma que el cuerno pequeño dirigió sus conquistas 'al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa'. Estas direcciones
son adecuadas perfectamente por recoger las cuatro partes del Imperio Griego: Macedonia y Pérgamo, al este, en 168 y 133 a.C., la 'tierra
gloriosa' de Judea en el año 60 a.C., y Egipto, al sur, en el 33 a.C." 1
Luego los versículos 10 al 12 describen los ataques verticales del
cuerno contra el cielo, implicando que se ha transformado en un poder religioso. 2
¿Por qué en Daniel 8 se combinarían la Roma Imperial y la Papal
bajo el mismo símbolo? Tal vez para enfatizar la continuidad entre
ambas, que es aún mayor que en Daniel 7, donde el cuerno pequeño,
que es diferente de los cuernos anteriores, surge de la cuarta bestia,
que es "diferente" de las bestias anteriores (versículos 7, 23, 24). 3 Note la similitud que hay aquí entre la cuarta bestia y el cuerno pequeño: ambos son diferentes.
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Otra posibilidad es que Daniel 8 evite un animal separado, el tercero, para la Roma Imperial porque quiere limitar la visión a dos animales –el carnero y el macho cabrío– que tienen importancia como
par. A diferencia de las bestias carnívoras en Daniel 7, estos son animales domésticos. De hecho, son animales destinados al sacrificio.
Para ser más precisos, esta combinación de animales se encuentra
en sólo un contexto ritual del antiguo Israel: como los dos sacrificios
que la comunidad israelita, no sacerdotal, presentaba en las solemnes ceremonias del Día de la Expiación (Levítico 16:5, 15, 24). 4 E1
orden de los animales en Daniel 8 (carnero y luego macho cabrío) invierte el de Levítico 16 (macho cabrío y luego carnero). Esta inversión (hoy llamada a menudo "quiasmo") era una manera común hebrea de unificar una unidad literaria (por ejemplo, Génesis 2:4: "los
cielos y la tierra... la tierra y los cielos") o vincular un pasaje con
otro. Encontramos vinculación por la inversión aun entre elementos
que pasan del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento. En la presentación de los sacrificios en Levítico leemos acerca de la sangre de
un animal y luego el cuerpo, pero en la Ultima Cena, Cristo instituyó
el pan y el vino como símbolos de su cuerpo sacrificado y luego su
sangre (Mateo 26:26-28). Otro ejemplo es la frase "días de fiesta, luna
nueva o sábados" (Colosenses 2:16), que invierte el orden que aparece en Números 28 y 29, donde están el sábado, la luna nueva, y los
festivales (anuales).
Daniel 8 contiene otras conexiones notables con el sistema del
santuario/templo israelita y el Día de la Expiación:
1. En el versículo 11, el cuerno pequeño quita el tamid, el "regular/continuo" (el llamado "diario"), es decir, la adoración regular. La
palabra hebrea tamid, "regularidad/regular", califica a un grupo de
actividades regulares de adoración que eran realizadas en el santuario israelita, incluyendo la renovación semanal del "pan de la presencia" (Éxodo 25:30; Levítico 24:8), el mantenimiento diario de las
lámparas del candelero para que pudieran brillar de noche (Éxodo
27:20; Levítico 24:2-4), la mediación diaria/continua del sumo sacerdote, como lo representaban sus vestiduras especiales (Éxodo 28:29,
30, 38), el holocausto diario (Éxodo 29:38, 42), el incienso quemado
diariamente (Éxodo 30:8), el mantenimiento regular (continuo del
fuego en el altar exterior (Levítico 6:13) y la ofrenda regular de granos del sumo sacerdote (Levítico 6:20).
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2. En Daniel 8:11, el lugar del santuario de Dios es echado por
tierra (ver también el versículo 13).
3. Daniel 8:12 se refiere a la rebelión/transgresión contra la adoración regular de Dios. La palabra para rebelión aquí es una forma
de pes'a que aparece en la ley ritual del Pentateuco sólo en el contexto del Día de la Expiación (Levítico 16:16, 21).
4. En Daniel 8:14, el santuario de Dios es restaurado mediante la
justificación/vindicación.
De modo que hay una progresión de tres pasos: de 1) la adoración
"regular" de Dios a 2) problemas causados por la rebelión contra
Dios, seguidos por 3) la restauración de su santuario, que representa
su reputación y su autoridad. Esta progresión es paralela a la del antiguo año religioso de los israelitas: 1) servicios rituales regulares –
incluyendo sacrificios, quema del incienso, atención de las lámparas,
etc.– que se realizaban a lo largo del año. 2) Los que eran desleales a
Dios podían contaminar su santuario si descuidaban las provisiones
para remediar sus faltas (Números 19:13, 20) o por ocuparse de sistemas de adoración alternativos que se oponían a Dios (Levítico
20:3). 3) Sin embargo, al final del año, en el Día de la Expiación, el
santuario era purificado, lo que indicaba metafóricamente que la
reputación de Dios era justificada/vindicada (Levítico 16).
¿Justificar el santuario de Dios mediante un juicio?
Ahora llegamos a la pregunta central con respecto a Daniel 8:
¿Cuál es la relación entre la purificación/justificación del santuario
en este capítulo, y el juicio preadvenimiento en Daniel 7? En Daniel
8:13 (la pregunta a la cual responde el versículo 14) es claro que justificar el santuario resuelve los problemas religiosos creados por el
poder del cuerno pequeño, así como en el capítulo 7 el juicio resuelve el problema del cuerno pequeño. De modo que en algún sentido
los dos eventos –el juicio y la justificación del santuario– son realmente un evento porque son funcionalmente equivalentes, así como
los términos "Navidad" y "Noel" pueden enfatizar aspectos ligeramente diferentes pero se refieren al mismo evento.
¿Cómo puede un juicio justificar el santuario de Dios?
El santuario de Dios representa su reputación, su carácter y su autoridad. Es el centro de su administración, donde tiene su trono (Jeremías 17:12). De modo que el santuario es como la casa de gobierno
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que puede referirse al presidente actual del país, y no sencillamente
al edificio mismo. La idea de que el santuario de Dios representa su
reputación está confirmada por el hecho de que su "nombre" estaba
presente en el santuario (Deuteronomio 12:5, 11), y su nombre tiene
que ver con su reputación (Ezequiel 20:9), así como un buen nombre,
o un mal nombre en los negocios o en la política se refiere a una
reputación positiva o negativa.
El denominador común del juicio y la justificación del santuario
es la reputación de Dios. Como ya hemos visto, el juicio justifica/vindica la reputación de Dios, que está representada por su santuario.
"En vista de la idea de vindicación en 8:14 y del hecho de que el
"Hijo de hombre" en el capítulo anterior también representa vindicación –las promesas con respecto al reino de Dios con imágenes de
un templo nuevo (purificado, restaurado, vindicado)– no es extraño
que algunos eruditos han visto que Daniel 8:14 simbólicamente presenta el mismo juicio descrito en 7:9-13". 5
La conexión con el Día de la Expiación confirma la conexión entre
el santuario y el juicio. Este día de purificación del santuario era el
día del juicio de Israel, cuando se confirmaba a los leales (Levítico
16:30) y los desleales eran condenados (Levítico 23:29, 30). 6 Así que
en Daniel 7 y 8 la solución al problema del cuerno pequeño, incluyendo su efecto sobre Dios y sobre su pueblo, es un evento solemne
que actúa como un gran Día de la Expiación del tiempo del fin antes
que Jesús regrese a la tierra.
Algunos objetan la idea de un juicio investigador previo al advenimiento o juicio demostrativo sobre la base de que tal evento negaría el perdón que ya hemos recibido en Cristo. Pero el Día de la Expiación israelita no trataba de nuevo el tema del perdón, como si el
perdón ganado por los sacrificios durante el año de repente fuera
anulado. De hecho, es un malentendido erudito casi universal durante dos mil años, pero los pasajes bíblicos que tratan con el Día de
la Expiación (Levítico 16; 23:26-32; Números 29:7-11) no dicen nada
acerca del perdón. Expiación sí, pero no perdón.
La "expiación" del Día de la Expiación es una purificación moral o
sea una etapa de la expiación más allá del perdón (Levítico 16:30). Se
basa en el nivel de reconciliación con Dios, que ya se ha realizado,
pero va aún más allá, así como un grado académico de magíster se
45
basa en un grado de bachiller, en vez de tener que cursar todo de
nuevo.
En vez de eliminar su certidumbre, el juicio lo reafirma.
En el antiguo santuario, cuando el sumo sacerdote realizaba el
juicio en el Día de la Expiación, él no purificaba el santuario lavando
las manchas de sangre que habían sido aplicadas por los pecados durante el año. No, él ponía más sangre en varios de los mismos lugares (Levítico 16:14-19; comparar con 4:6, 7, 17, 18, 25, 30, 34), reafirmando el perdón que ya se había dado.
¿A qué sangre representaba eso? ¡La de Cristo! El sacrificio de
Cristo es tan grande que no sólo compra el perdón sino que también
paga el precio de la misericordia después del perdón, con lo que reafirma nuestra expiación, nuestra reconciliación con Dios. ¡Escuchémoslo otra vez: por la sangre de Cristo!
La sangre de Cristo aplicada a usted en el juicio dice: Usted está
realmente perdonado y finalmente purificado de cualquier impedimento a su relación de pacto con Dios. Usted pertenece a Dios, no a
Satanás. 7
Algunas personas sinceras, comprometidas y bien intencionadas
enseñan que el pueblo santo de Dios lo vindica en el juicio al vivir en
obediencia a sus mandamientos de modo que la acusación de Satanás de que la ley de Dios no se puede guardar aparezca como falsa.
Hay algo de verdad en esto, pero el énfasis, lamentablemente, está
mal puesto en lo que los seres humanos hacen para Dios. Es más bíblicamente correcto decir que Dios se vindica a sí mismo mediante lo
que él hace por, en y para su pueblo: aquellos que aceptan los dones
que él ha otorgado en Cristo. Todo arrepentimiento, perdón y poder
para vivir con santidad viene de él, de modo que a él sea toda la gloria.
Así como Daniel 7 pone un límite de tiempo a las persecuciones
del cuerno pequeño (versículo 25, "tiempo, y tiempos y medio tiempo"), Daniel 8 limita el tiempo durante el cual el santuario de Dios
sufriría la contaminación: "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será justificado" (mi traducción). En un capítulo posterior de este libro estudiaremos en detalle estos períodos,
pero por ahora es suficiente considerar sus implicaciones generales.
El mal que se opone a Dios y oprime a su pueblo no seguirá para
siempre. Dios está en el control de los asuntos humanos, aun conociéndolos de antemano, y él establece los grandes plazos. Su salva46
ción no es una abstracción nebulosa y espiritual, sino alcanza a nuestra historia, que se mide por el tiempo histórico. Él es el Dios del
tiempo y de la eternidad.
Bosquejos históricos paralelos
Hasta aquí hemos estudiado Daniel 2, 7 y 8 y hemos encontrado
paralelos claros entre los bosquejos históricos de estas profecías, que
van desde el tiempo de Daniel hasta el fin de la era presente. También hay paralelos en la "profecía dinástica" de Babilonia, que comienza con Asiria y avanza a Babilonia, y luego Persia (un imperio,
no el de los Medos y Persas), a los macedonios/griegos. Además, las
descripciones del Nuevo Testamento de la venida del "inicuo" en 2
Tesalonicenses 2 y la "bestia" en el libro del Apocalipsis (especialmente los capítulos 13 y 19) obviamente corresponden a las descripciones del poder del cuerno pequeño de Daniel. Ambos pasajes notan la oposición de esta entidad a Dios y a su ley, y su destrucción
final en la segunda venida de Cristo.
Apocalipsis 11 alude al juicio/justificación del santuario, combinando con ello los eventos de Daniel 7 y 8:
"El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el
cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro
Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. [...] Y se
airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los
muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos,
y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de
destruir a los que destruyen la tierra. Y el templo de Dios fue abierto
en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo" (Apocalipsis
11:15, 18, 19).
El hecho de que el arca apareciera a la vista implica una sólida
conexión con el Día de la Expiación, que era el único momento en
que alguien (en realidad, sólo el sumo sacerdote) podía abrir el Lugar Santísimo y entrar en él, donde estaba ubicada el arca (Levítico
16).
Podemos bosquejar las presentaciones paralelas de la secuencia
de eventos de los tiempos del Antiguo Testamento hasta el fin de los
gobiernos humanos del planeta Tierra que se encuentran en Daniel,
la "profecía dinástica", y el Nuevo Testamento del siguiente modo
47
(las identificaciones explícitas de los poderes humanos en los diversos textos se muestran en cursiva):
Daniel 2
Daniel 7
Daniel 8
Profecía
Nuevo
dinástica Testamento
Asiría
Oro
Babilonia
León
Plata
Oso
Bronce
Leopardo
Hierro
Monstruo
Cuerno
Juicio
Babilonia
Carnero
Medo-Persia
Persia
Macho cabrío
Macedonia
Grecia
(Grecia)
Cuerno
(horizontal)
Roma Imperial
Cuerno
"Inicuo" o
(vertical)
"bestia"
Justificador
Santuario
Destrucción de
Destrucción de
Destrucción de
Destrucción de
los poderes
los poderes
los poderes
los poderes
terrenales
terrenales
terrenales
terrenales
Estos paralelos nos dan la impresión abrumadora de que el avance histórico desde Babilonia hasta la destrucción de los poderes terrenales es seguro e importante. También muestran que el juicio y la
justificación del santuario ocurren en el mismo período, lo que confirma que realmente constituyen el mismo evento.
El momento de este evento es tarde en la historia humana, después que el cuerno pequeño/la Iglesia de Roma ha hecho su trabajo
durante algún tiempo. Siendo que la Iglesia de Roma no se estableció
en ningún sentido hasta después que el Segundo Templo (el templo
de Herodes) fue destruido en Jerusalén en el año 70 d.C., el santuario
que es justificado en Daniel 8:14 no puede ser el templo terrenal, que
48
ya no existía más. Debe ser el templo de Dios en el cielo, al que se refiere la Biblia en varios lugares (por ejemplo, Salmos 11:4) y cuya
función se describe en el libro de Hebreos (especialmente los capítulos 7 al 10). En el tiempo del fin, el juicio del Día mundial de Expiación no se realiza en un templo terrenal de importancia localizada. Más bien, se realiza en el templo celestial, el centro de control del
universo entero, donde ningún poder humano o influencia del mal
pueden interferir con los procedimientos. Esto es una buena noticia
para el pueblo de Dios, que recibe el beneficio del juicio que es completamente justo porque Dios lo controla (ver el Salmo 96).
Referencias
William H. Shea, Daniel 7-12: Prophecies of the End Time, p. 39
William H. Shea, "Spatial Dimensions in the Vision of Daniel 8", Symposium on
Daniel, Daniel and Revelation Committee Series 2, Frank H. Holbrook, ed. (Silver
Spring, Md.: Biblical Research Institute, 1986), pp. 507-526. Alberto Treiyer concluye "que solo las proyecciones geográficas de este cuerno, o poder, necesitan ser
identificadas más específica mente con el pagano Imperio Romano (vers. 9), para
permitirnos determinar más fácilmente el trono y el lugar del imperio cristiano que
sucedería al antiguo imperio en la misma ciudad y territorio (cf. Apocalipsis 13:2,
3). "The Day of Atonement and the Heavenly Judgment From the Pentateuch to Revelation
(Siloam Springs, Ark.: Creation Enterprises International, 1992), pp. 338, 339.
3 John T. Anderson. Investigating the Judgment, pp. 37-39
4 Jacques Doukhan. Daniel: The Vision of the End, rev. ed. (Berrien Springs, Mich.:
Andrews University Press, 1987), pp. 26-29.
5 Desmond Ford. Daniel (Nashville: Southern Publishing Association, 1978), p. 163
6 Compare la manera en que los judíos todavía observan el Yom Kippur, el Día de
la Expiación, como un día de juicio de acuerdo con la tradición rabínica. Ver
Jacques Doukhan, Secrets of Daniel: Wisdom and Dreams of a Jewish Prince in Exile, pp.
128, 129; Roy Gane, Cult and Character, pp. 307-309.
7 Roy Gane. Altar Cali, p. 340. El cumplimiento de la tipología/simbolismo del Día
de la Expiación comenzó en la cruz porque allí se derramó la sangre del sacrificio
de Cristo. Pero el hecho de que el escritor de Hebreos 10 consideraba que el juicio
todavía estaba en el futuro muestra que la aplicación de la sangre de Cristo con el
propósito de purificar el santuario-/juicio de Dios no comenzó hasta algún tiempo después de la crucifixión. Note también que Hebreos 10:28 menciona el testimonio de
testigos, lo que implica un juicio investigador
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El destino del Templo, la
ciudad y el pueblo de Dios
(Daniel 9:1-23)
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as visiones de Daniel 7 y 8 predicen una sucesión de poderes
humanos que culminan en un "cuerno pequeño" religioso.
Después de un juicio que vindica el carácter de Dios en el que
él afirma a los leales pero condena a los desleales, su reino eterno reemplazará el del cuerno pequeño. Aunque hubo explicaciones que
acompañaron las visiones de Daniel 7 y 8, éstas perturbaron profundamente al profeta. El fin del capítulo 8 dice que él no comprendió la
visión registrada en ese capítulo, de modo que por lo menos en este
caso, la explicación que recibió fue incompleta. Faltaba un gran eslabón (no uno pequeño).
Nos resulta muy frustrante cuando falta una parte de una historia, dibujo o figura. Se dice que cuando Mozart era niño, en los días
en que no quería salir de la cama por la mañana uno de los miembros de su familia tocaba una escala en el piano, pero se detenía antes de la última nota. El pequeño Wolfgang no podía tolerar tener
una escala sin terminar, de modo que saltaba de la cama y corría al
piano para tocar la nota final.
Había mucho más en juego para Daniel que para el pequeño Mozart. Para Daniel, "el resto de la historia" provino de la experiencia
que se registra en el capítulo 9 de su libro. Daniel 9 comienza así:
"En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los
medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, en el año
primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el
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número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Y
volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en
ayuno, cilicio y ceniza" (versículos 1-3).
¿Por qué era de interés especial para Daniel, en este momento, la
profecía de Jeremías? Con respecto a Judá, Dios había predicho por
medio de Jeremías:
"Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación
por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre" (Jeremías 25:11, 12).
"Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar" (Jeremías 29:10).
De modo que al fin de los 70 años de opresión por Babilonia,
cuando ese imperio sería castigado, el pueblo judío estaría libre para
volver a casa. Daniel, que ahora era un anciano y sabía que los 70
años se estaban por cumplir, debería haber considerado esto como
una buena noticia. ¿Por qué, entonces, estaba perturbado, como lo
muestra su ayuno con cilicio y ceniza?
Note la fecha en Daniel 9:1: "el primer año de Darío". El contenido
de este capítulo se sitúa no sólo al comienzo del reinado de un rey
nuevo, sino de un imperio nuevo: Medo-Persia, el segundo de los
cuatro reinos de Daniel 2 y 7. Otra vez, esto debió ser buenas nuevas.
Cuando los medos y persas conquistaron Babilonia, cumpliendo así
la profecía de Jeremías, debía ser más o menos el tiempo en que los
judíos exiliados regresarían a casa. 1 Pero el hecho de que Daniel estaba grandemente angustiado implica que él sabía algo más. ¿Qué
podría haber sido esto?
El problema era que unos pocos años antes, había sabido por la
visión registrada en el capítulo 8 de su libro que el santuario de Dios
sería purificado (justificado) sólo después de 2.300 tardes y mañanas,
tiempo durante el cual surgirían y caerían una serie de imperios y un
poder religioso malvado se opondría a Dios y a su pueblo. La visión
de Daniel 7 confirmaba la secuencia de imperios y el lugar del poder
religioso malvado; pero lo que hacía que el capítulo 8 fuera tan angustiante era la situación del santuario durante las 2.300 tardes y
mañanas.
51
No teniendo los libros de Hebreos y Apocalipsis del Nuevo Testamento, Daniel supondría naturalmente que el santuario era el templo
de Jerusalén. Los babilonios habían destruido el templo de Salomón
cuando destruyeron a Jerusalén y llevaron al exilio a sus habitantes.
Así que Daniel vincularía el templo, la ciudad y el pueblo en su comprensión de la visión de Daniel 8. Él pensó que la visión significaba
que su pueblo debía esperar otras 2.300 tardes y mañanas difíciles
antes de que pudieran volver a casa y reedificar su ciudad y el templo de Dios.
Si Daniel interpretó las 2.300 tardes y mañanas como días literales
de 24 horas, no habría estado tan perturbado. Cuando se esperaron
70 años, 6 años y un tercio más no es una demora larga. Pero claramente, el profeta no tomó las 2.300 tardes y mañanas como días literales. Él sabía que durante ese tiempo se levantarían y caerían varios
imperios poderosos. Esto llevaría mucho más tiempo que 6 años y
algo más. De modo que la demora sería inmensa.
Comparando la promesa de Dios por medio de Jeremías con la
revelación adicional que Daniel mismo había recibido, él se habría
preguntado por qué había una discrepancia de tan grandes proporciones. ¿Tuvo Dios la intención de que la restauración del templo, la
ciudad y el pueblo se demoraran más de dos mil años después que
cayera Babilonia, o los pecados de los judíos habían traído castigos
adicionales sobre ellos? Daniel sabía que en cualquiera de los casos,
la causa de su penuria era su pecaminosa deslealtad a Dios y a su
pacto.
La oración de Daniel
La mayor parte de Daniel 9 (versículos 4-19) consiste en la oración
que ofreció Daniel en esta ocasión. Es una de las oraciones más hermosas y poderosas conservadas en la Biblia. Aunque Daniel estaba
confesando los pecados y buscando la misericordia de Dios, el hecho
de que él lo hizo no sólo en favor de sí mismo sino en favor de su
pueblo significa que su oración fue de intercesión (comparar Ezequiel 14:14, 20, donde Daniel es reconocido por Ezequiel, su contemporáneo, como un gran intercesor). Como un mediador efectivo con
Dios, Daniel se identificó con su pueblo, usando el pronombre "nosotros" ' (aunque en castellano está implícito en el verbo) en lugar de
"ellos": "Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho
52
impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus
mandamientos y de tus ordenanzas" (Daniel 9:5).
No sorprende que la oración de Daniel concentre su preocupación
por Jerusalén, su templo y su pueblo, que habían sufrido las maldiciones del pacto por causa de su rebelión contra Dios. La base de
su ruego de misericordia era el propio carácter de Dios. El comenzó
su oración: "Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que
guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus
mandamientos" (versículo 4). Estas palabras son un eco de la descripción que Dios dio a Moisés acerca de su propio carácter (ver
Éxodo 34:6, 7; ver también Éxodo 20:5, 6). Cuando los israelitas pecaron en Cades rehusando, por falta de fe, tomar la Tierra Prometida
como Caleb y Josué los animaron a hacer, Moisés intercedió citando
el carácter de Dios y apelando a su deseo de conservar su reputación
en el mundo (Números 14:13-19).
Siguiendo el ejemplo de Moisés, Daniel terminó su oración apelando al carácter misericordioso de Dios y su preocupación por la
ciudad y el pueblo que son llamados por el nombre de Dios, y por
ello están ligados a su reputación.
"Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre;
porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras
justicias, sino en tus muchas misericordias. Oye, Señor; oh Señor,
perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre
tu pueblo" (Daniel 9:18, 19).
Números 14 dice que Dios contestó directamente la oración de
Moisés, diciendo que él perdonaba al pueblo israelita permitiendo
que su nación continuara, pero condenaba a los rebeldes entre ellos
(versículos 20-37). La respuesta de Dios a Daniel también fue igualmente rápida, pero él contestó por medio de su mensajero, Gabriel.
Por lo menos superficialmente, lo que Gabriel dijo tenía que ver
principal mente con la explicación más bien que con el perdón (Daniel 9:20-27). Sin embargo, las palabras del ángel: "Tú eres muy amado" (versículo 23), muestran que Dios aceptó a Daniel y su oración
por misericordia y perdón.
Gabriel siguió diciendo: "Entiende, pues, la orden, y entiende la visión" (versículo 23). ¿Qué visión? ¡No hay visión en Daniel 9! Gabriel
debe haberse referido a la visión anterior, la de Daniel 8, que trataba
53
específicamente con el santuario y el pueblo de Dios, la preocupación central de la oración de Daniel en el capítulo 9 (ver el versículo
20). En nuestro próximo capítulo, investigaremos la explicación que
dio Gabriel en Daniel 9:24 al 27, que detalla la identidad del Mesías
con exactitud asombrosa y revela la base de sacrificios del perdón de
Dios y la restauración de Israel, por la que oraba Daniel. Por medio
del sacrificio de Cristo, Dios realmente preservaría su reputación de
justicia y misericordia.
Referencia
Para la interpretación de que los 70 años del exilio babilónico duraron desde la
primera deportación de judíos a Babilonia en el año civil judío de otoño a otoño
606/605 a.C. hasta el regreso de un grupo grande de exiliados alrededor del
537/536 a.C. (con el cómputo inclusivo de los judíos, que contaba las porciones de los
años primero y último como si fueran años completos), véase el Comentario bíblico adventista, tomo 3, pp. 93-95, 97-100.
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Expiación definitiva
por medio del Mesías
(Daniel 9:24-27)
m
H
emos encontrado que en Daniel 9, Gabriel vino para ayudarle a entender a Daniel la visión registrada en Daniel 8, que
abarcaba desde el período Medo-Persa hasta el fin del tiempo. A la luz de la predicción de que una serie de poderes humanos
surgirían y caerían durante las "2.300 tardes y mañanas" antes que el
santuario divino fuera "justificado", la gran preocupación de Daniel
era la suerte del templo, de Jerusalén y del pueblo judío. ¿Seguirían
desolados por un largo tiempo mientras los enemigos de Dios los pisoteaban? Si era así, ¿cómo podría cumplirse la profecía de Jeremías
de restauración después de 70 años de opresión babilónica (25:11, 12;
29:10)?
La pregunta principal de Daniel tenía que ver con la suerte del
templo, Jerusalén y los judíos durante el futuro inmediato, comenzando con el período de dominación de Medo-Persia. De este modo
Gabriel le respondió explicando qué ocurriría durante ese tiempo
(Daniel 9:24-27). Sí, la profecía de Jeremías se cumpliría en poco
tiempo, el pueblo judío pronto restauraría Jerusalén y el templo sería
reconstruido. Pero la historia seguía. El tiempo del segundo templo
sería angustioso; los judíos experimentarían desolación, abominaciones, y la eventual destrucción de ese templo.
En su oración, Daniel había reconocido que los pecados de su
pueblo habían quebrantado su pacto con Dios y habían traído las
maldiciones del pacto sobre ellos (Levítico 26; Deuteronomio 28). Así
55
que no era suficiente que el pueblo de Dios volviera a su Tierra Prometida. Si seguían rebelándose contra Dios, traerían sobre ellos más
destrucción y exilio en el futuro. Para una restauración duradera y el
cumplimiento definitivo del plan de Dios para su pueblo, como lo
revelaron las visiones y otras revelaciones proféticas, se requería una
solución permanente al problema de sus pecados. Requería una justicia eterna. Dios mismo proveería la solución durante un período de
"70 semanas".
"Setenta semanas han sido cortadas (o "determinadas")
con respecto a tu pueblo
y con respecto a tu santa ciudad
para acabar la transgresión (o "pecado rebelde"),
y para detener los pecados,
y para expiar la iniquidad (o "culpabilidad"),
y para traer justicia eterna,
y para sellar la visión y el profeta,
y para ungir a un santo de santos"
(Daniel 9:24, traducción del autor).
Este versículo, al comienzo de la explicación de Gabriel, tiene que
ver con las tres principales preocupaciones que expresó Daniel en su
oración: "tu pueblo", "tu santa ciudad" (Jerusalén), y un "santo de
santos" (el templo). Ya hemos visto que estas preocupaciones surgieron de la comparación que hizo Daniel de su propia visión de Daniel 8 con la profecía de Jeremías. También vimos que el Día de la
Expiación es un tema destacado en Daniel 8. Ahora encontramos palabras del Día de la Expiación en Daniel 9:24. Los tres términos hebreos para las faltas morales enumeradas aquí -traducidas como
"transgresión, "pecados" e "iniquidades"- también aparecen juntos en
Levítico 16. En los versículos 16, 18 y 19, "transgresiones" (pecados
de rebelión imperdonables) y "pecados" (pecados perdonables e imperdonables) son purificados de las tres áreas del santuario de Dios,
comenzando con el santísimo. Y en el versículo 21, "iniquidades"
(culpabilidades), "transgresiones" y "pecados" son expulsados en un
macho cabrío vivo (el llamado macho cabrío de la expiación) al desierto, a un ser llamado Azazel.
La profecía de las 70 semanas contiene otra conexión –aunque
menos directa– con el Día de la Expiación. Las 70 semanas de Daniel
56
que siguen a la cautividad babilónica están relacionadas con la profecía anterior de Jeremías de 70 años de exilio. A su vez, los 70 años
de Jeremías se relacionan con años sabáticos, cuando la tierra debía
descansar (Levítico 25:1-7). Levítico 26 cita la desobediencia del pacto de los israelitas como una razón para que "la tierra será abandonada por ellos, y gozará sus sábados, estando desierta a causa de
ellos" (versículo 43). Describiendo la catástrofe de la conquista, destrucción y exilio que hicieron los babilonios, 2 Crónicas 36:21 vincula
Levítico 25 y 26 con Jeremías, cuando observa que estos eventos fueron para "que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el
tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los 70 años fueron cumplidos". De modo que los 70 años de exilio nacional incluyeron el
castigo porque los agricultores israelitas no guardaron el año sabático cada siete años.
Las 70 semanas y el año del jubileo
Habiendo encontrado un vínculo claro entre las 70 semanas de
Daniel y los años sabáticos de Levítico 25, podemos reconocer una
conexión entre las 70 semanas y el año del jubileo, que comienza en
el Día de la Expiación después de siete períodos de años sabáticos. El
jubileo se describe en Levítico 25:8 al 10:
"Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo
que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y
nueve años. Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes
séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la
trompeta por toda vuestra tierra. Y santificaréis el año cincuenta, y
pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os
será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual
volverá a su familia".
En esta ley, se cuenta el tiempo en múltiplos de siete, basados en
el concepto del sábado del séptimo día (Sabbath significa "cesación"),
cuando había descanso del trabajo (Éxodo 20:8-11). Pero en Levítico
25:8 al 10, "sábados" son explícitamente de "años" y no de días.
Compare el año sabático en Éxodo 23:10 y 11, paralelo al día sábado
en el versículo 12. De modo que estos "sábados de años" dividen el
tiempo en semanas de años, es decir, ciclos de años sabáticos. 1 Después de siete veces siete años –en otras palabras, 49 años– habría una
57
proclamación de libertad, cuando cada israelita empobrecido que había perdido la capacidad de sostenerse a sí mismo y a su familia en
su propia tierra agrícola recuperaría su propiedad ancestral y quedaría libre de la servidumbre de la deuda. Esta libertad debía proclamarse con la trompeta del jubileo en el Día de la Expiación.
Daniel 9:24 habla de un período de 70 semanas, es decir, 70 veces
7, o 490 "días". Si fueran días literales, serían un total de menos de
un año y medio: no alcanzaría el tiempo para la restauración de Jerusalén (versículo 25). De modo que las "semanas" deben ser semanas de años, sumando 490 años. Al fin de este tiempo habría una liberación, no sencillamente de la pérdida de tierra agrícola y libertad
de israelitas individuales ("cada uno", Levítico 25:10) que necesitaban esta ayuda, sino la libertad del pecado para la nación entera, que
proporcionaría libertad eterna y seguridad. Esto, entonces, sería un
jubileo mayor. Esta idea es reforzada por el hecho de que 490 años
pueden dividirse en 10 períodos ordinarios de jubileo de 49 años cada uno, como lo confirma la inclusión de 7 semanas (49 años) al comienzo de los 490 años (versículo 25).
Hemos encontrado que los números están asociados a temas.
Comparando Daniel 9 con Levítico 25, encontramos que el número
mayor de años hasta la liberación corresponde con el panorama más
amplio de la liberación:
Referencia
Amplitud de la liberación
Años
Levítico 25
cada persona
49 años
Daniel 9
la nación entera
490 años
Las alusiones al Día de la Expiación en Daniel 8 y 9 contribuyen a
la conexión integral entre estos capítulos. En Daniel 8:14, la justificación/vindicación del santuario de Dios en el cielo tiene sentido en el
contexto de un juicio de Día de la Expiación en el tiempo del fin. Es
58
así porque el Día de la Expiación de los antiguos israelitas era el momento cuando la pureza del santuario, que representaba el carácter y
la reputación de Dios, se restauraba y su pueblo era juzgado de
acuerdo con su lealtad o deslealtad (Levítico 16; 23:26-32). Y ¿cuál es
la función de las conexiones con el Día de la Expiación que encontramos en Daniel 9:24? Este versículo no contiene nada acerca de la
justificación o purificación del santuario/templo. Más bien, encontramos las palabras "para ungir al santo de los santos", que tiene que
ver con una consagración inicial de un santuario y su sacerdocio
(ver, por ejemplo, Éxodo 29; Levítico 8).
Esta consagración y el Día de la Expiación están estrechamente relacionados porque el Día de la Expiación restaura el santuario al estado de pureza establecido en su consagración inicial. De hecho, Levítico 16:19 dice que cuando el santuario es purificado el Día de la
Expiación, su altar es (re)consagrado. Así parece que Daniel 9:24 podría estar hablando de ungir/consagrar el santuario que más tarde
necesitará ser "justificado" mediante un Día de la Expiación del
tiempo del fin (8:14).
Dos templos
Daniel 9:24 bosqueja metas permanentes y generales que Dios realizará al fin de las 70 semanas de años, junto con traer la "justicia
eterna". Esto parece contradecir a Daniel 9:26: "Y el pueblo de un líder venidero destruirá la ciudad y el templo" (traducción del autor).
Si el templo había de ser reconstruido durante las 70 semanas y posteriormente destruido, ¿cómo podría su consagración tener un efecto
duradero asociado con la abolición del pecado y el establecimiento
de la justicia eterna?
La respuesta debe ser que Daniel 9 habla de dos templos diferentes. Uno es un templo que ocupa el lugar del templo de Salomón,
que los babilonios habían destruido. Este segundo templo sería construido en una Jerusalén restaurada después del exilio (versículo 25),
pero más tarde destruido (versículo 26). Por lo tanto, no haría una
contribución duradera a la erradicación del pecado y a iniciar la justicia eterna. Estos beneficios serían logrados por medio del ungimiento de otro templo y sacerdocio (versículo 24) y mediante la confirmación de un pacto divino "con muchos" por el Ungido, es decir,
el Mesías (versículo 27).
59
Las 70 semanas no fueron determinadas contra los judíos para
marcar su suerte o implicar el rechazo de Israel. El propósito de las
70 semanas es, en cambio, las buenas nuevas de la salvación de los
judíos y del mundo mediante la obra del nuevo Sumo Sacerdote. Este evento, que ocurrió en el año 31 d.C. como lo informa Pedro, describe a Jesús sentado a la derecha del Padre después de su ascensión
(1 Pedro 3:22). Además, el evento es confirmado en el año 34 d.C.,
precisamente al terminar las 70 semanas, por Esteban, quien vio en
ese mismo momento "los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que
está a la diestra de Dios" (Hechos 7:56).
Así como el antiguo tabernáculo de los israelitas y los sacerdotes
aarónicos fueron ungidos para consagrarlos para sus funciones dentro del contexto del pacto divino, otro templo y otro sacerdocio serían ungidos como parte del pacto divino. Esta vez el sacerdocio aarónico sería el Ungido definitivo. Él es el Sacerdote-Rey del orden de
Melquisedec ("rey de Justicia") de que habla el Salmo 110, uno que se
sienta a la diestra de Dios. No es extraño que este sacerdocio y templo sean capaces de eliminar las faltas morales completamente y establecer la justicia eterna. Este Mesías-Sacerdote reinará para siempre. Por lo tanto, debemos identificarlo con "uno como un hijo de
hombre" en Daniel 7:13, 14.
Mientras el Mesías lograría resultados eternos, en el corto plazo
sería "cortado y no tendría nada/nadie" (Daniel 9:26, traducción del
autor). En otras palabras, él sufriría la penalidad judicial divinamente administrada de "ser cortado" (comparar, por ejemplo, Levítico
20:3; Números 15:30, 31), que se reservaba en tiempos del Antiguo
Testamento para los pecadores rebeldes para quienes el sistema de
sacrificios del santuario/templo no tenía provisión para su perdón.
De acuerdo con Donald Wold, que escribió su tesis doctoral sobre la
penalidad bíblica de "ser cortado", este castigo significaba que la línea de sus descendientes eventualmente desaparecería, negándoles
con esto una vida posterior. 2 Una persona que era "cortada" no tenía
a nadie para llevar la memoria de su nombre y se perdería su historia. Esto prefigura el "ser cortado" de Dios que es la muerte segunda
(Apocalipsis 20).
En Daniel 9:26, las palabras "y no tendrá nada/nadie" describen la
soledad de Aquel que es cortado, que en este caso es el Mesías. El
moriría sin nadie que le ayudara (comparar con Daniel 11:45), al clamar: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? [...] No te
60
alejes de mí, porque la angustia está cerca; porque no hay quien ayude" (Salmo 22:1, 11).
El hecho de que el Mesías confirma un pacto "con muchos" (Daniel 9:27) nos recuerda el lugar del siervo sufriente de Dios: "Verá el
fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades
de ellos" (Isaías 53:11; la cursiva fue añadida).
La conquista de la segunda muerte
Los vínculos entre Daniel 9, el Salmo 22 e Isaías 53 apuntan a la
misma Persona, que en el Nuevo Testamento se identifica como Jesucristo. Él confirmó el pacto de Dios con muchos al morir por ellos
(¡incluyéndonos a nosotros!), aparentemente abandonado por Dios
(Mateo 27:46, citando Salmo 22:1), que es el equivalente de la segunda muerte. Pero aunque Cristo murió la muerte definitiva de la cual
no hay retorno, sin descendientes ni vida posterior, él resucitó para
"ver linaje (espiritual)" (Isaías 53:10) porque él era realmente inocente y se sacrificó a sí mismo para interceder por los pecadores (versículos 10-12).
Ahora podemos entender mejor las palabras de Daniel 9:27: "El
hará cesar el sacrificio y la ofrenda de cereales" (traducción del autor), es decir, el Mesías pondrá fin al significado del sistema de sacrificios en el templo de Jerusalén. Cuando Jesús murió, "el velo del
templo se rasgó en dos" (Mateo 27:51), profanando así el templo al
abrir el Lugar Santísimo a la vista del público. En términos de proveer acceso al Lugar Santísimo, esto era como un Día de la Expiación. La diferencia era que previamente, sólo el sumo sacerdote tenía
este acceso especial (Levítico 16). Ahora, por cuanto Jesús cumplió el
sacrificio de una vez por todas, hacia el cual apuntaban todos los sacrificios animales, incluyendo los sacrificios del Día de la Expiación
y los de la Pascua, y por cuanto él murió, ascendió a los cielos y está
ministrando en el templo de Dios allí (Hebreos 7 al 10), todos los
creyentes de la tierra tienen acceso a Dios. Por medio de Cristo,
nuestro Sumo Sacerdote di-vino-humano, todos somos como sumos
sacerdotes humanos en el sentido de que por fe, todos podemos
acercarnos al trono de Dios (Hebreos 4:14-16; 6:19, 20; ver también
las imágenes del Día de la Expiación en Hebreos 9).
61
De acuerdo con el Nuevo Testamento, no hay tal cosa como un
sacerdocio cristiano legítimo que consiste en una elite de ministros
humanos que median en favor de su pueblo ante Dios al realizar ritos y otras actividades. El apóstol Pablo enseñó: "Hay un solo Dios, y
un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1
Timoteo 2:5). Pedro dijo de todos los cristianos: "Mas vosotros sois
linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por
Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1 Pedro 2:9). "De acuerdo con Pedro, todos los cristianos pertenecen al sacerdocio. En el Nuevo Testamento,
la iglesia no tiene un sacerdocio, sino que es un sacerdocio". 3
Un sistema que tenga un sacerdocio humano, exclusivo y elitista,
implícitamente niega que el sacrificio expiatorio de Cristo, hecho de
una vez para siempre, ha alcanzado la meta de dar a todos los creyentes igual acceso directo a Dios por medio del ministerio celestial
de nuestro único Sumo Sacerdote, Jesucristo. Tal sistema comete
blasfemia al usurpar el papel del Cristo divino. Es idólatra en el sentido de que en forma ilegítima dirige la fe del pueblo a cosas terrenales, como si ellas pudieran ayudarle a encontrar favor divino de la
manera en que los israelitas pensaron que el becerro de oro podía
beneficiarlos.
¿Hay un "sacerdocio cristiano" hoy?
Sí, en varias denominaciones, incluyendo la Iglesia de Roma y en
otras iglesias influenciadas por ella.
¿Es legítima esta clase de "sacerdocio" humano?
No de acuerdo con la Biblia. Niega a Cristo y es blasfemo. De hecho, en la misa romana, están "crucificando de nuevo para sí mismos
al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio" (Hebreos 6:6). De modo
que no resulta extraño que la Biblia haya caracterizado a la Iglesia de
Roma como el poder del cuerno pequeño de Daniel 7 y 8.
¿Es "políticamente correcto" el punto de vista expresado aquí?
Todo lo contrario, pero ¿quién dijo que la Biblia es "políticamente correcta"? La filosofía posmoderna y pluralista acepta todo como válido y legítimo si "funciona para ti". Esto contradice a la Biblia, la que
dice que hay salvación sólo en Cristo (Hechos 4:12). Sin embargo, si
hemos de estar libres para practicar nuestra religión, debemos otorgar la misma libertad a los demás. Aun si no aceptamos sus elecciones, debemos respetar su derecho a elegir. Yo estoy agradecido por
la libertad de expresión de que gozamos mientras tengamos la sepa62
ración de la Iglesia y el Estado. En otro momento y/o lugar, podría
haber sido muerto por lo que estoy escribiendo aquí.
Referencias
1 Los eruditos judíos están de acuerdo: ver Ben Zion Wacholder, "Chronomesianism: The Timing of Messianic Movements and the Calendar o Sabbatical Cycles",
Hebrew Union Colfege Annual 46 (1975): pp. 202-204; Hersh Goldwurm, Daniel: A
New Translation With a Commentary Anthologized From Talmudic, Midrashic and Rabbinic
Sources (Nueva York: Mesorah, 1979), p. 259
2 Donald Wold, "The Meaning of the Biblical Penalty Kareth" (Disertación doctoral,
Universidad de California en Berkeley, 1978).
3 Russell Burrill, Revolution in the Church (Fallbrook, Cal.: Hart Research Center,
1979), p. 24; ver también Roy Gane, Leviticus, Numbers, NIV Application Commentary (Grand Rapids: Zondervan, 2004), pp. 170-172.
63
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8
¿Cuándo comienza el Juicio
previo al advenimiento?
(Daniel 8 y 9)
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H
emos aprendido en Daniel que Dios vindica su carácter, representado por su santuario, mediante un majestuoso juicio
investigador/demostrativo en el cielo antes de que Jesús
venga para establecer el eterno reino de Dios en la tierra (Daniel 7:914; 8:14). Este juicio ocurre después de un "tiempo, y tiempos, y medio tiempo" de persecución por el poder del cuerno pequeño (7:25) y
al final de las 2.300 tardes y mañanas (8:14). Estos indicadores de
tiempo sugieren que Dios quiere que su pueblo sepa, por lo menos
en términos relativos, cuándo comienza el juicio.
Siendo que el juicio preadvenimiento es el último gran evento antes de la segunda venida de Cristo, sería útil para nosotros saber si
está en el pasado, el presente o el futuro para nosotros. En el antiguo
Día de la Expiación de los israelitas, Dios esperaba que todas las personas fieles demostraran su lealtad de una manera especial, humillándose mediante la negación propia y la abstención de trabajo
mientras el santuario era purificado (Levítico 16:29-31; 23:26-32). Por
eso, si el juicio del fin del tiempo es un equivalente al Día de la Expiación israelita, ¿no deberían los cristianos saber cuándo comienza?
Si invitas a algunas personas para un evento, pero tu anuncio no especifica el tiempo, ¿cuántas personas puedes esperar que vayan?
Hablando del juicio del tiempo del fin, Apocalipsis 14 proclama el
mensaje especial de Dios para este tiempo:
64
"Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación,
tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios y dadle
gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo
el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque
ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su
mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni
de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. Aquí está la paciencia de los santos, los
que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apocalipsis
14:6-12; la cursiva fue añadida).
Los mensajes de estos tres ángeles ("mensajeros") específicamente
están destinados a las personas que viven durante el tiempo en que
el juicio de Dios "ha llegado" (versículo 7). El mensaje es "el evangelio eterno" (versículo 6) –es decir, las buenas nuevas eternas– porque
es una parte culminante del vasto plan de Dios para salvar a todos
los que lo aceptan por fe en Jesucristo. Contiene una fuerte advertencia contra el poder idólatra que se opone a Dios. El capítulo anterior describió una "bestia" blasfema en términos que la identifican
con el poder del cuerno pequeño de Daniel, que es condenada por
Dios en el juicio preadvenimiento. De este modo, Apocalipsis 14 está
hablando del mismo juicio que se describe en Daniel 7 y 8.
Siguiendo al mensaje del tercer ángel, Apocalipsis 14:12 caracteriza a los leales a Dios como los que, durante el juicio al final del
tiempo, guardan: 1) los mandamientos de Dios, y 2) su fe en Jesús.
Siendo que este juicio es el Día de la Expiación definitivo, es claro
que estos dos requisitos son los equivalentes funcionales de lo que
los antiguos israelitas debían hacer para participar del Día de la Expiación: 1) humillarse ante Dios mediante la negación propia física,
incluyendo el ayuno, y 2) guardando el sábado, al abstenerse de todo
trabajo, como en el sábado semanal (Levítico 16:29, 31; 23:27-32).
Hay conexiones temáticas entre lo que los antiguos israelitas debían hacer y lo que los cristianos del tiempo del fin han de hacer. Así
65
como los israelitas debían humillarse, los cristianos del tiempo del
fin han de guardar la fe en Jesús, que "se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses
2:8). Como los israelitas debían guardar el sábado, los cristianos del
tiempo del fin han de guardar los mandamientos de Dios, que incluyen el sábado (Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15).
Éxodo 31:13 revela un vínculo más abarcante entre el sábado y los
mandamientos de Dios. Guardar el sábado de Dios es "señal entre mí
y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy
Jehová que os santifico". Dentro del contexto del pacto con Dios, la
santificación (llegar a ser santo) significa llegar a ser como él en carácter (Levítico 11:44, 45; 19:2; 1 Pedro 1:14-16), y su carácter es amor
(1 Juan 4:8), que es la base de todos sus mandamientos (Mateo 22:3740). De modo que el santo sábado celebra la manera en que Dios nos
da el don de la obediencia a su santa ley al hacernos santos por el
derramamiento de su santo amor en nuestros corazones por su Espíritu Santo (Romanos 5:5). Es clarísimo ahora que los cristianos realmente necesitan saber cuándo ha llegado el juicio, de modo que
puedan participar en forma inteligente y significativa en este gran
evento, y que así puedan contarlo a otros para que ellos también
tengan la oportunidad de mostrar lealtad a Dios en lugar de mostrarla a la bestia/cuerno pequeño y sus aliados.
¿Proporciona la Biblia suficiente información para que encontremos cuándo comienza el juicio preadvenimiento? Daniel 7 habla de
tres y medio "tiempos" de persecución del cuerno pequeño (Daniel
7:25), que vienen antes de que el juicio libere al pueblo de Dios de la
opresión. Siendo que hemos encontrado que el cuerno pequeño representa a la Iglesia de Roma, podernos captar la perspectiva al
aprender más acerca de este período de dominación papal y su historia. En un capítulo posterior seguiremos esto más en detalle. Pero
Daniel 8:14 indica el momento cuando el santuario de Dios es "justificado", el mismo evento como el juicio mencionado en Daniel 7:9 al
14. Daniel 8:14 dice que el juicio viene después de las 2.300 tardes y
mañanas. El problema es que Daniel 8 no nos da un punto de comienzo para este período, de modo que no sabemos cuándo termina.
Sin embargo, la explicación en Daniel 9 sí nos da un punto de comienzo de las 70 semanas/490 años, y este período cubre el primer
segmento de las 2.300 tardes y mañanas. Es la relación integral entre
la visión de Daniel 8 y la explicación en 9:24 al 27 la que combina los
66
dos períodos y con ello proporciona el punto inicial para las 2.300
tardes y mañanas.
1844 en 10 pasos
1
Ahora consideremos los 10 pasos necesarios para encontrar
cuándo comienza el juicio previo al advenimiento del Día de la Expiación. Los enumeraré y luego analizaremos cada uno de ellos.
Mucho de esto será repaso, pero necesitaremos sumar algunas informaciones para llenar algunos vacíos.
Paso 1: Identificar al cuerno pequeño (Daniel 8).
Paso 2: Reconocer que los 2.300 días no pueden ser días literales.
Paso 3. Reconocer que Daniel 9 explica la visión de Daniel 8.
Paso 4: Identificar la fecha cuando comenzaron las 70 semanas
(490 días).
Paso 5: Reconocer que las 70 semanas son semanas de años, y
con ello, 490 años.
Paso 6: Encontrar el fin de los 490 años.
Paso 7: Reconocer que el fin de Daniel 9 se refiere a los eventos
que ocurrirían después de los 490 años, pero aún dentro de los
2.300 días.
Paso 8: Reconocer que los 2.300 días, como los 490 días, deben
representar años.
Paso 9: Ver cómo los 490 años se superponen a la primera parte
de los 2.300 años.
Paso 10: Encontrar el final de los 2.300 años.
Paso 1: Identificar el cuerno pequeño (Daniel 8).
En Daniel 8, el santuario de Dios es justificado al final de las
"2.300 tardes y mañanas" (versículo 14) y resuelve problemas causados por un poder malvado del cuerno pequeño. El cuerno pequeño había surgido después de varios otros poderes:
• Un carnero (versículos 3, 4), que representa el Imperio MedoPersa (versículo 20), fue conquistado por un macho cabrío con un
gran cuerno (versículos 5-7), que simbolizaba a Grecia/Macedonia
bajo su primer rey (versículo 21). Este debe ser Alejandro Magno,
67
que conquistó Medo-Persia en el siglo IV a.C.
• Cuando murió Alejandro, su reino se dividió en 4 reinos griegos, representados por cuatro cuernos en los versículos 8 y 22. Los
cuatro reinos fueron el Egipto de Ptolomeo, la Siria de Seleuco, el
Pérgamo de Átalo y la Macedonia de Antígono.
• El cuerno pequeño surgió al fin del gobierno de los cuatro reinos (versículo 23) de uno de los cuatro "vientos del cielo", es decir,
de una de las cuatro direcciones en que se dividió el imperio de Alejandro (versículos 8, 9). Este cuerno pequeño construyó un gran imperio (versículo 9). Fue diferente de los cuatro reinos griegos y los
remplazó. Sólo un poder se ajusta a esta descripción: Roma. El Imperio Romano estuvo en el control desde poco antes del comienzo de la
era cristiana hasta el siglo V d.C. La iglesia de Roma remplazó al imperio, dominando la Edad Media. Si la justificación del santuario de
Dios sucede después de la dominación del cuerno pequeño, y si el
cuerno pequeño representa a Roma, el santuario debe ser justificado
después de la dominación de Roma.
Medo-Persia  Grecia  Cuatro reinos  Roma  Purificación del Santuario
Paso 2: Reconocer que los 2.300 días no pueden ser días literales.
La pregunta en Daniel 8:13 es: "¿Hasta cuándo durará la visión?"
La respuesta es: "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas", es
decir, 2.300 días (versículo 14). Pero la visión dura del tiempo del
Imperio Medo-Persa a comienzos de Daniel (versículos 1, 2) hasta
el fin del Imperio Romano, cubriendo muchos siglos. Esto es mucho
más largo que los 2.300 días literales, que son menos de 6 años y
medio.
Paso 3: Reconocer que Daniel 9 explica la visión de Daniel 8.
Daniel oró a Dios (Daniel 9:3-19), quien envió a Gabriel (versículos 20-23) para ayudarle a "[entender] la visión" (versículo 23) dándole información adicional. No hay visión en Daniel 9, de modo
que la visión a la que se refiere debe ser la de Daniel 8. Gabriel con68
soló a Daniel diciéndole que los judíos serían restaurados a su tierra y al templo antes del fin de los 2.300 días. Dentro de "70 semanas" Jerusalén sería restaurada y vendría "el Mesías Príncipe" (Daniel 9:24-27).
Paso 4: Identificar la fecha, cuando comenzaron las 70 semanas (490 días).
Daniel 9:25 indica el comienzo de las 70 semanas: "Desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén". El decreto que
resultó en la restauración de Jerusalén como la capital de los judíos
fue el del rey persa Artajerjes. Fue emitido en el 1° año de su reinado (Esdras 7), que fue el año 457 a.C. 2
Poso 5: Reconocer que las 70 semanas son semanas de años,
y por ello, 490 años.
Las 70 semanas comenzaron durante la era persa y habían de incluir la reedificación de Jerusalén y la venida del Mesías. ¿Cómo
podía ocurrir todo esto en 70 semanas de días literales, o sea, 490
días?
Levítico 25 provee la solución. Para los israelitas, una semana
podía ser una semana de años: Después de 7 sábados/semanas de
años (49 años) venía el jubileo de libertad (Levítico 25:8-10). En
forma similar, las "70 semanas" de Daniel 9 son un período de jubileo en gran escala. La libertad de la dominación de poderes extranjeros vendría después de 70 semanas de años, que totalizan 490
años. La referencia en Daniel 9:25 a "siete semanas" (49 años) al
comienzo de las 70 semanas, refuerza esta interpretación de que las
70 semanas representan un período que conduciría a una especie
de jubileo.
Paso 6: Encontrar el fin de los 490 años.
Si se comienzan los 490 años en el año 457 a.C., entonces este período termina en el año 34 d.C. (para sacar esta cuenta, debe considerarse el hecho de que no hay año O entre los años a.C. y d.C. En
otras palabras, cuando termina el año 1 a.C., el año siguiente se lla69
mará 1 d.C., no año 0. Por ello, réstense 457 años de 490, que es 33,
pero luego hay que agregar 1 para compensar el año O que no existe, y se llega al año 34 d.C.). Daniel 9:25 y 26 dice que el Mesías
vendría al comienzo de la última semana de años, en otras palabras, 7 años antes de 34 d.C., que es el año 27 d.C.
Los 490 años (Daniel 9)
457 a.C.
Viene el Mesías
27 d.C.
34 d.C.
490 años
Paso 7: Reconocer que el fin de Daniel 9 se refiere a eventos que
ocurrirían después de los 490 años, pero todavía dentro de los
2.300 días.
Gabriel le dijo a Daniel que "el Mesías Príncipe" (el Cristo, el
ungido) se "le quitaría la vida", "más no por sí”, y luego Jerusalén
sería destruida junto con su templo (Daniel 9:26). Daniel 9:27 dice
que el Mesías confirmaría un pacto con muchos (comparar con Mateo 26:28) y luego haría que el sistema terrenal de sacrificios cesara,
es decir, terminaría su importancia (ver Mateo 27:51; Hebreos 7 al
10) al fin de los 490 años. Entonces, "con la muchedumbre de las
abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador"
(Daniel 9:27).
En Daniel 9, el contexto inmediato de la abominación desoladora/asombrosa es la destrucción del segundo templo (el templo
de Herodes) en Jerusalén por el ejército de la Roma Imperial bajo
Tito en el año 70 d.C., una pocas décadas después de la crucifixión
de Jesús (31 d.C.). Jesús habló de este evento cuando advirtió:
"Cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que
habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén
70
en Judea, huyan a los montes" (Mateo 24:15, 16). Los primeros cristianos reconocieron el cumplimiento de esta señal cuando vieron
los estandartes paganos de Roma en el espacio sagrado que se extendía fuera de los muros de Jerusalén, junto al área del templo, y
escaparon de la destrucción de la ciudad.
Este lenguaje de Daniel 9:27 también se vincula con el resto de la
historia que ya sabemos de Daniel 8:11 al 13, especialmente en las
palabras del versículo 13 (la prevaricación asoladora) durante la última parte de los 2.300 días. Aquí Daniel 8 se refiere a una clase de
falsa adoración terrenal que la fase vertical del cuerno pequeño
romano –la Iglesia de Roma– pondría en lugar del sacrificio terrenal y el sistema de sacerdocio que Cristo había hecho cesar. Ahora
podemos entender mejor por qué Daniel 8 describe juntas a la Roma Imperial y Papal bajo el mismo símbolo del cuerno pequeño:
Ambas realizarían una transgresión/abominación desoladora después de la primera venida de Cristo. Mientras en Daniel 9:27 la
Roma Imperial está en el primer plano, la Iglesia de Roma está en el
trasfondo (comparar Mateo 24:15-29, que habla de un tiempo de
gran tribulación).
Paso 8: Reconocer que los 2.300 días, como los 490 días, deben representar años.
Ahora sabemos varias cosas:
• El santuario que es "justificado" al fin de los 2.300 días debe
ser el santuario celestial de Dios, donde Cristo está ministrando
ahora (Hebreos 7 al 10). Llegamos a esta conclusión porque Dios
"justifica" el santuario para remediar las abominaciones cometidas
por la fase vertical (papal) del cuerno pequeño, que suceden después que el templo terrenal fue destruido en el año 70 d.C.
• Los 2.300 días de Daniel 8 y los 490 años de Daniel 9 ambos
comenzaron en el tiempo del Imperio Medo-Persa.
• Los 2.300 días llegan más allá de los 490 años, por medio de
un tiempo en que la Iglesia de Roma establecería una falsa adoración, hasta un tiempo cuando Dios resolvería este problema. De
modo que los 2.300 días alcanzan desde los tiempos de MedoPersia pasando por la era de dominación de la Iglesia de Roma. Por
71
lo tanto, los 2.300 días deben ser más largos que los 490 años, y la
expresión "tardes y mañanas" (días) debe representar años, como
ocurre en otros lugares de algunas profecías simbólicas de tiempo
(Números 14:34; Ezequiel 4:6).
Paso 9: Ver cómo los 490 años se superponen a la primera
parte de los 2.300 años.
Siendo que al explicar "la visión" Gabriel dio el punto de comienzo sólo de los 490 años (Daniel 9:23, 25), los 2.300 años deben
comenzar en el mismo momento. El lenguaje de Daniel 9:24 concuerda con esta idea de que los 490 años fueron la primera parte de
los 2.300 años: "Setenta semanas han sido determinadas sobre tu
pueblo". La palabra hebrea traducida "determinadas" aquí no se
usa en ninguna otra parte de la Biblia. Sin embargo, es bastante
común en el hebreo rabínico, donde se usa muy a menudo, y el significado básico es "cortadas". Los objetos que fueron cortados podían ser cosas como partes de animales, pero la palabra también era
usada para hablar de cortar un versículo en dos versículos. 3
"Determinadas" o "decretadas" es un significado por extensión;
en tiempos antiguos una decisión legal o un decreto de un gobierno
era considerado como algo que fue "cortado". La palabra hebrea es
exacta aquí para Daniel 9:24, porque se aplican tanto el significado
básico como el extendido: Las "70 semanas" fueron "cortadas" para
el pueblo judío desde el comienzo de los 2.300 años, y fueron "determinadas/decretadas" para el pueblo judío.
Desde el año 457 a.C., cuando los judíos comenzaron a restaurar
la ciudad del antiguo templo terrenal de Dios, los 490 años alcanzaban hacia adelante al establecimiento de la primera fase de la expiación de Cristo en el santuario celestial: la mediación. Los 2.300
años alcanzaban hacia adelante hasta el comienzo de la segunda fase de la expiación: el juicio.
Paso 10: Encontrar el fin de los 2.300 años.
Ahora que tenemos la fecha del comienzo, 457 a.C., podemos fácilmente calcular cuándo debe ser purificado el santuario celestial
72
de acuerdo con Daniel 8:14. Avanzando 2.300 años desde 457 a.C.
sin un año cero, llegamos a 1844 d.C., poco después que concluyó
el poder civil de la Iglesia de Roma. Tiene sentido que un juicio celestial que debe resolver los problemas creados por el poder romano comience cuando el período de dominación de este poder,
que creó los problemas, haya terminado. Es decir, en 1844, después
que terminó la dominación romana en 1798, cuando el general
Berthier, del ejército de Napoleón llevó cautivo al Papa.
Las implicaciones de nuestra conclusión para los cristianos modernos son asombrosas. Estamos viviendo en el tiempo del juicio
previo al advenimiento, el Día de la Expiación, justo antes de que
Jesús vuelva a conquistar el planeta Tierra y a establecer su reino
eterno. Los mensajes de los tres ángeles en Apocalipsis 14 se aplican directamente a nosotros. Mientras Cristo, nuestro Sumo Sacerdote celestial está justificando/vindicando el santuario, que representa el carácter santo de Dios, deberíamos participar en este evento demostrando nuestra lealtad mediante la observancia de los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
Referencias
Adaptado de Roy Gane, Altar Call, pp. 280-297; comparar con Clifford Goldstein,
1844 hecho simple
2 Siegfried H. Horn y Lynn H. Wood, The Chronology of Ezra 7, especialmente las páginas 115 y 127; comparar con el Comentario bíblico adventista, tomo 3, pp. 103-106;
Brempong Owusu-Antwi, The Chronology of Daniel 9:24-27, pp. 295-299
3 Marcus Jastrow, A Dictionary of the Targumim, the Talmud Babli and Yerushalmi, and
the Midrashic Literature (Nueva York: Judaica Press, 1975), p. 513
1
73
C
A
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O
9
Respuestas a objeciones
acerca del comienzo del
juicio en 1844
m
N
aturalmente, no todos están de acuerdo que Dios realice un
juicio previo al advenimiento que comenzó en 1844. Siguen
algunas de las objeciones más importantes levantadas por
los que no aceptan las evidencias y la lógica presentadas en el capítulo anterior. ¿Qué diferencia hace esto? Si el juicio comenzó en
1844, está sucediendo ahora en el cielo, lo que significa que tenemos
el privilegio y la responsabilidad de participar en él durante el tiempo de la última gran fase de la expiación justo antes de que Jesús regrese. Si este no es el caso, es decir, si no estamos viviendo en este
momento especial, los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14
no se aplican específicamente a nosotros, y los seres humanos pueden continuar viviendo sobre el planeta Tierra en pecado y en miseria por otros mil años o más. ¡Sí, sería como comenzar a prepararnos
para el Y3K [Año 3 mil]!
Objeción 1: El principio de que un día equivale a un
año no es válido.
Si los 2.300 "días" en Daniel 8:14 no representan años, la profecía
no abarca 2.300 años ni apunta a 1844. ¿Cuáles son las alternativas?
Si el período profetizado son 2.300 días literales de 24 horas, sig74
nifica que sólo 6,3 años llevarían a la justificación del santuario.
¿Cuál sería, entonces, el momento inicial, y cuándo terminarían los
6,3 años? Si tomamos en serio el texto de Daniel 8, de acuerdo con el
cual los 2.300 "días" cubren el tiempo de la visión desde el período
Medo-Persa, pasando por la dominación helenística hasta la era Romana y luego hasta el "tiempo del fin" (versículo 17), el resultado sería un absurdo. Obviamente, el reinado de unos pocos reyes, sin contar el período Medo-Persa mismo, cubriría mucho más de 6,3 años.
Además, ¿por qué estaría Daniel tan perturbado, como lo muestra
Daniel 9, acerca de una demora de apenas 6,3 años en la restauración
del santuario? Eso sería como quejarse cuando alguien promete poner paz en el Cercano Oriente en menos de una década. (¡No contenga el aliento!)
¿Hay otras alternativas? En el capítulo siguiente, refutaremos la
interpretación de que los 2.300 "días" son realmente la mitad de esos
días, y que es un período profético de cuando Antíoco IV Epífanes
persiguió a los judíos en Jerusalén durante el siglo II a.C. ¿Podrían
los "días" representar semanas o meses literales? Sencillamente no
hay evidencia en la Biblia para esas sugerencias.
Sin embargo, hay evidencia sólida de que los "días" representan
años literales en las profecías simbólicas de tiempo en Daniel, un
principio de interpretación que es vital para el enfoque histórico/historicista (a diferencia del preterista o futurista) de Daniel. 1
1. Para comenzar, la palabra hebrea yom, "día", puede usarse para
otro período además del día de 24 horas. Los eruditos han reconocido versículos en los cuales el plural de yom significa "años". 2 Aquí
hay algunos ejemplos:
• "Después subió el varón Elcana con toda su familia, para ofrecer a Jehová el sacrificio (literalmente "el sacrificio de los días") acostumbrado y su voto" (1 Samuel 1:21, la cursiva fue añadida; comparar con 2:19; 20:6).
• "Quédate en mi casa, y serás para mí padre y sacerdote; y yo te
daré diez siclos de plata por año (literalmente, "para los días") vestidos y comida" (Jueces 17:10, la cursiva fue añadida).
• "Fue el número de los días que David habitó en la tierra de los
filisteos, un año y cuatro meses" (literalmente, "días y cuatro meses")
75
(1 Samuel 27:7, la cursiva fue añadida).
2. En Números 14:34, Dios especificó un castigo por la rebelión
de los israelitas, que rehusaron tomar la Tierra Prometida porque
creyeron a los diez espías sin fe (ver Números 13). El castigo adecuado para esa rebeldía fue: "Conforme al número de los días, de los
cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo".
Los israelitas tendrían que peregrinar durante 40 años en el desierto,
un año por cada día de la misión de los espías.
3. En Ezequiel 4, Dios ordenó al profeta Ezequiel que realizara
actos simbólicos para impresionar a su pueblo de la gravedad de su
situación. Y es importante para nuestro estudio saber que Ezequiel
fue contemporáneo de Daniel. Dios le indicó:
"Y tú te acostarás sobre tu lado izquierdo, y pondrás sobre él la
maldad de la casa de Israel. El número de los días que duermas sobre él, llevarás sobre ti la maldad de ellos. Yo te he dado los años de
su maldad por el número de los días, trescientos noventa días; y así
llevarás tú la maldad de la casa de Israel. Cumplidos éstos, te acostarás sobre tu lado derecho segunda vez, y llevarás la maldad de la casa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te lo he dado"
(Ezequiel 4:4-6).
4. En el capítulo 7 de este libro notamos que las "70 semanas" de
Daniel 9:24 al 27 son 70 ciclos de años sabáticos de 7 años cada uno,
formando un total de 490 años, que abarcan 10 jubileos de 49 años
cada uno (ver Levítico 25). 3 En este caso podemos verificar históricamente el resultado de aplicar el principio día/año: Jesús comenzó
su ministerio en el año 27 d.C. al comienzo de la última "semana" de
años de los 490 años que van desde 457 a.C. hasta 34 d.C. De modo
que Cristo vino exactamente cuando Daniel dijo que vendría, si en
tendemos que las "semanas" de Daniel son semanas de años y no de
días. Las 70 semanas de Daniel 9:24-27 son el primer segmento de las
2.300 tardes y mañanas de Daniel 8:14. Si los anteriores representan
años, entonces los siguientes también deben representar años.
Note que la precisión de la predicción de Daniel acerca de Cristo
en 9:24 al 27 es un golpe importante contra los que no aceptan que
Dios hace profecías predictivas exactas. Esta profecía alcanza mucho
76
más allá del siglo II a.C., época en la que muchos eruditos creen que
se escribió el libro de Daniel, y aún más allá de la fecha de algunos
manuscritos de Daniel pertenecientes a los rollos del Mar Muerto.
De este modo, la profecía que indica con precisión el momento en
que vendría el Mesías no podría haber sido historia escrita después
de los hechos como si fuera una predicción.
5. En consonancia con la naturaleza simbólica de las profecías de
Daniel 7 y 8, esperaríamos que los períodos de tiempo en estos capítulos fueran también simbólicos. De hecho, así como los animales
simbólicos en estos capítulos son poco usuales, también las profecías
presentan períodos de tiempo con terminología poco usual, aparentemente para enfatizar su naturaleza simbólica. De este modo Daniel
8:14 especifica 2.300 "tardes y mañanas", una expresión anormal para
2.300 días (acerca de esto veremos más en el capítulo siguiente).
Daniel 7:25 habla de "tiempo, y tiempos, y medio tiempo" durante
los cuales el poder del cuerno pequeño perseguiría al pueblo de
Dios. La palabra aramea 'iddan, traducida "tiempo", no es una palabra usual para una unidad específica de tiempo, tal como un día, una
semana, un mes o un año. Pero su significado llega a ser claro cuando miramos a Daniel 4, donde el profeta usa la misma palabra para
los "siete tiempos" (o "siete períodos de tiempo") que pasarían sobre
Nabucodonosor antes de que su mente le fuera restaurada (versículos 16, 32). El versículo 34 dice: "Mas al fin del tiempo [literalmente,
"los días", es decir, "los años"; ver más arriba] yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta"(la cursiva fue añadida). De modo que si "tiempos" significa años aquí, el mismo significado puede aplicarse a Daniel 7:25: tres años y medio.
Una comparación con Apocalipsis 12 confirma esta interpretación
de los "tiempos" de Daniel. Al hablar de este mismo período de persecución, este capítulo usa la terminología de Daniel de tres "tiempos" y medio (versículo 14), pero también especifica directamente lo
que eso abarca: 1.260 días (versículo 6). Así que, tres tiempos y medio equivale a tres años y medio a razón de 360 días por año. (Ver
también Apocalipsis 11:2, 3; 13:5, donde se da este período como
"cuarenta y dos meses". A 30 días por mes, 42 meses equivalen a
1.260 días.)
77
Ahora podemos comprender mejor la conexión de Daniel 12 entre
"tiempo, y tiempos, y medio tiempo (versículo 7), que ahora sabemos
que son 1.260 días, y dos períodos más largos que se indica explícitamente que son "días" en vez de "tiempos": "1.290 días" (versículo 11),
y "1.335 días" (versículo 12). Los contextos tanto de Daniel como del
Apocalipsis describen extensas persecuciones por un importante poder religioso. Entonces, resulta claro que los 1.260 días no pueden ser
1.260 períodos literales de 24 horas, sino que deben ser "días" proféticos/simbólicos; en otras palabras, 1.260 años literales. De hecho,
hemos identificado al perseguidor como la Iglesia de Roma, y las
persecuciones llevadas a cabo por esa iglesia se extendieron a lo largo de muchos siglos.
Desechar los períodos de tiempo en Daniel como meramente simbólicos y por lo tanto no conectados con espacios de tiempo histórico
específicos no sería justo para esta clase de escritos proféticos. Primero, las imágenes simbólicas, animales y cuernos de Daniel 2, 7 y 8
representan poderes históricos reales, algunos de los cuales el profeta identificó explícitamente como tales en su libro (2:38; 8:20, 21). Segundo, hemos encontrado que en Números 14:34 y Ezequiel 4:6, números específicos de días fueron usados para simbolizar el mismo
número de años reales. Tercero, hemos visto que en Daniel 9:24 al 27,
el marco de tiempo de las 70 semanas corresponde bien con la cronología de la primera venida de Cristo.
En el contexto de Daniel 9:24 al 27, las "semanas" son tan obviamente períodos de años sabáticos, es decir, semanas de años, que el
principio de día por año no parece estar en efecto. Sin embargo, en
otras partes de la Biblia hebrea la palabra para "semana" denota una
semana de días. La terminología para los años sabáticos en Levítico
25:8 está relacionada, pero es diferente: literalmente "sábados de
años": "Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de
modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años". Otra vez vemos que el uso poco usual de la terminología en Daniel, en este caso "semanas" para semanas de años,
es simbólico y nos alerta acerca de la presencia del principio día por
año.
78
Objeción 2: Daniel 9:25 no se refiere al decreto de
Artajerjes I en el año 457 a.C.
Si "la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén" (Daniel 9:25) no se refiere al decreto emitido por el rey Artajerjes I de
Medo-Persia en el año 1º de su reinado (Esdras 7), que fue 457 a.C.,
debe haber otro punto de comienzo de la profecía de las 70 semanas.
Si hay otro comienzo, es obvio que habrá otro momento de terminación, y la profecía no indicaría con exactitud el momento de la primera venida de Cristo. Esto arrojaría serias dudas sobre el principio
día por año y socavaría la base de nuestros cálculos del período de
las 2.300 tardes y mañanas (Daniel 8:14) que comienzan con este decreto.
Una objeción a la identificación del decreto de Daniel 9 como el
de Artajerjes I dice que de acuerdo con varias traducciones y comentarios, fue Ciro el que decretó que Jerusalén fuera reedificada (cerca
del 536 a.C.; ver Isaías 44:28). Por lo tanto, los 2.300 años no terminaron en 1844.
Sin embargo, fue Dios, y no Ciro el que ordenó la reconstrucción
de Jerusalén. Ésta comenzó con Ciro (Esdras 1:1-4; ver también 6:35), continuó con Darío I (6:6-12), quien conscientemente siguió el
precedente que Ciro había establecido, y culminó con el decreto de
Artajerjes I, como lo indica Esdras 6:14: "Edificaron, pues, y terminaron, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes rey de Persia".
Ciro desempeñó un papel importante en el proceso de restauración ordenado por Dios como lo había profetizado en Isaías 45:13:
"Él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos". Pero fue el decreto
de Artajerjes (Esdras 7:11-26), a diferencia de los decretos anteriores
de Ciro y de Darío, el que explícitamente incluyó la preocupación
por la ciudad de Jerusalén misma, no sólo del templo de Jerusalén.
El decreto de Artajerjes ordenó la restauración de Jerusalén como el
centro administrativo y de justicia civil y por lo tanto, por implicación, como la capital del pueblo judío (Esdras 7). 4
"Desde el punto de vista tanto de los judíos como del poder real,
la misión principal confiada a Esdras estuvo en el campo legal. Él recibió la orden de nombrar jueces y magistrados 'que gobiernen a to79
do el pueblo que está al otro lado del río'; y se prometía un castigo
ejemplar a cualquiera que no cumpliera 'las leyes de tu Dios' (7:25)". 5
Note que Daniel 9:25 habla de restaurar y edificar a Jerusalén; la
ciudad es el complemento directo de ambos verbos. Así que aunque
"restaurar" aquí literalmente significa "hacer que vuelva", no está hablando de que Ciro hizo que los judíos volvieran a su patria. Más
bien, tiene que ver con hacer que la ciudad de Jerusalén volviera a su
estado anterior.
Aquí hay una segunda objeción al decreto de Artajerjes I. De
acuerdo con Daniel 9:25, las 70 semanas comienzan cuando un decreto sale "para restaurar (literalmente, "hacer volver") y (re)edificar
a Jerusalén. El decreto de Artajerjes I en 457 a.C. no indicaba explícitamente la reedificación de los muros de Jerusalén. De hecho, eso
ocurrió más tarde, bajo Nehemías, quien recibió autorización de Artajerjes, en el 20º año del rey (444 a.C.; Nehemías 2). Por lo tanto, los
que objetan dicen que es erróneo usar 457 a.C. como el punto de partida de las profecías de las 70 semanas y de los 2.300 años.
Sin embargo, una comparación cuidadosa de términos similares
en otras partes de la Biblia muestra que el decreto de Artajerjes corresponde bien con las especificaciones proféticas, aún mejor de lo
que se pensaba. El hebreo de Daniel 9:25 tiene la forma Hifil (causativa) de shub, "traer de vuelta, restaurar", combinado con banáh, "edificar". Estos dos verbos se usan también juntos con una ciudad corno
complemento directo en 2 Reyes 14:22: "Reedificó él a Elat, y la restituyó a Judá, después que el rey durmió con sus padres" (comparar
con 2 Crónicas 26:2). Aquí la restauración de una ciudad significa
restaurar su posesión a una entidad política. Esta idea también aparece
en 1 Reyes 20:34: "Y le dijo Ben-adad: Las ciudades que mi padre tomó al tuyo, yo las restituiré; y haz plazas en Damasco para ti, como
mi padre las hizo en Samaría".
Este último versículo es un paralelo especialmente interesante de
Daniel 9:25 porque restaurar la posesión por un rey precede a un
proyecto de obras públicas por el grupo de personas a quienes se
restaura la ciudad (comparar con Daniel 9:25: "Se volverá a edificar
la plaza y el muro"). Fue el decreto de Artajerjes I, registrado en Esdras 7, el que devolvió Jerusalén a los judíos en el sentido de darles
80
el control civil autónomo de la ciudad (bajo el Imperio Persa, por supuesto). Esto aparentemente implicaba el permiso para restaurar la
infraestructura de obras públicas, incluyendo sus muros, los que Esdras con los que regresaron con él comenzaron a hacer hasta que se
levantó oposición (Esdras 4:11-16), y que completó Nehemías, con el
permiso de Artajerjes. 6
Una tercera objeción es que Esdras 7 habla del 1º año de un Artajerjes diferente que Artajerjes I. Hubo cuatro reyes Medo-Persas
con el nombre de Artajerjes: 7 Artajerjes I, (465-424/423 a.C.); Artajerjes II (405-359); Artajerjes III (359-338); y Artajerjes IV (338-336).
Nehemías 13:6 elimina los últimos dos como los reyes que gobernaron durante los tiempos de Esdras y Nehemías, al referirse al 32º año
de Artajerjes. Artajerjes III y IV no reinaron tanto tiempo. De Artajerjes I y II, el contexto histórico del primero se ajusta mejor al período
de Esdras-Nehemías.
Amelie Kuhrt describe las acciones vigorosas de Artajerjes I para
contrarrestar una amenaza de los atenienses, que apoyaban la revuelta egipcia contra los persas:
"Artajerjes se movió rápidamente para contrarrestarlos: un general aqueménida, Megabises, fue enviado para aplastar la revuelta
egipcia, lo cual hizo con brutalidad, aniquilando a los rebeldes egipcios y el contingente ateniense (Tucídides, 1.110). La evidencia arqueológica de varios sitios en el Levante sugiere que se establecieron
nuevos puntos de guarniciones fortificadas para fortalecer las defensas de Persia.
Las misiones de los cortesanos judíos aqueménidas, Esdras y
Nehemías, a Jerusalén (tal vez fechables entre 458 y 445, respectivamente) pueden bien estar vinculadas con estos vigorosos esfuerzos
persas para anular la amenaza griega". 8
La mención que hace Kuhrt de 458 a.C. como la fecha posible de
la misión de Esdras está en armonía con su cronología, y sería el 1º
año de Artajerjes I (Esdras 7:7). Otros eminentes historiadores también dan 458 a.C. como la fecha del decreto de Artajerjes y la misión
de Esdras. 9 Esto es un año antes de la fecha de 457 a.C. que hemos
usado, una pequeña diferencia, en especial considerando que los
años antiguos se superponían a nuestros años, de modo que un año
81
en el calendario antiguo sería parte de nuestros años 458 y 457 a.C.
Siegfried Horn y Lynn Wood examinaron muy de cerca las correlaciones entre los documentos antiguos fechados en el reino de Artajerjes que usaban diferentes sistemas de calendario. Llegaron a la
conclusión que de acuerdo con el calendario judío que Esdras debe
haber usado, el decreto de Artajerjes y el viaje de Esdras realmente
ocurrieron en457 a.C. 10 William Shea explica eso de acuerdo con el
calendario persa de primavera a primavera:
"El séptimo año de Artajerjes comenzó en la primavera de 458
a.C., y terminó en la primavera de 457 a.C. De este modo, según el
calendario persa, Esdras debe haber comenzado su viaje de Babilonia
en la primavera de 458 a.C. y llegado a Jerusalén en el verano del
mismo año. Los judíos, sin embargo, consideraban que el año nuevo
comenzaba en el otoño, de acuerdo con el calendario civil por el cual
contaban los reinados de sus reyes y los de otras naciones. [...] De este modo, por el calendario civil judío, el séptimo año de Artajerjes
comenzaría en el otoño de 458 a.C. y terminaría en el otoño de 457
a.C. Con esta manera de contar, Esdras habría comenzado su viaje a
Jerusalén en la primavera de 457 a.C., llegando allí en el verano del
mismo año. 11
Objeción 3: No tenemos fuentes históricas que fechen la muerte de Cristo en el año 31 d.C.
Daniel 9:27 dice que el Mesías haría terminar (la importancia) del
sistema de sacrificios terrenal durante (la segunda) mitad de la semana final de años, es decir, alrededor del año 31 a.C., si los 490
años se databan entre 457 a.C. hasta 34 d.C. En ninguna parte del
Nuevo Testamento ni en ninguna otra fuente se da un año específico
para la crucifixión de Jesús. Sabemos por los Evangelios que él murió un viernes de Pascua durante los primeros años del término de
Poncio Pilato como procurador romano, o sea, en algún momento
entre 29 d.C. y 33 d.C. Por supuesto, el año 31 d.C. cae dentro de este
plazo. Aunque se ha mostrado que una crucifixión en un viernes de
Pascua es posible en los años 30 ó 31 d.C., los cálculos astronómicos
no han demostrado en forma concluyente cuál fue la fecha de este
82
evento. 12 ¿Cómo podemos estar seguros de que Cristo cumplió exactamente la profecía de las 70 semanas de Daniel 9:24 al 27? Si hay
dudas acerca del cumplimiento de esta profecía, también habrá dudas sobre nuestra interpretación de las 2.300 tardes y mañanas de
Daniel 8:14.
No necesitamos la confirmación de la muerte de Cristo en el año
30 ó 31 d.C. porque tenemos la confirmación de su bautismo en el
año 27 d.C., al comienzo de la última de las 70 semanas de años de
Daniel (7 + 62 "semanas", en otras palabras, 483 años después de 457
a.C.; ver Daniel 9:25, 26). Jesús fue bautizado y comenzó su ministerio público "en el año decimoquinto del imperio de Tiberio César"
(Lucas 3:1). Se sabe por las fuentes seculares de la historia que Tiberio César llegó a ser el emperador único de Roma (después de haber
sido corregente en las provincias romanas) cuando Augusto murió el
19 de agosto del año 14 d.C. Lucas probablemente siguió el método
corriente de fechar en ese tiempo, que reconocía el primer año del
reinado de un rey como la porción del año que había antes del primer día de Año Nuevo (en el otoño, a mediados de octubre) de su
reinado. De modo que el tiempo entre agosto 19 y octubre del año 14
d.C. se habría contado como el primer año de Tiberio. El segundo
año del emperador habría sido el año civil judío que abarcaba de octubre del año 14 d.C. hasta octubre del año 15 d.C. Siguiendo de esta
manera, el decimoquinto año de Tiberio hubiera alcanzado desde el
otoño del año 27 d.C. hasta el otoño del año 28 d.C. El fin de los 483
años de Daniel fue el año 27 d.C., cayendo dentro del decimoquinto
año de Tiberio. Jesús mantuvo su cita con la profecía de Daniel. 13
Hemos encontrado que el principio de día por año y el año 457
a.C. como el punto de partida de las profecías de los 490 y los 2.300
años de Daniel 8 y 9 son sólidos. Además, la profecía de las 70 semanas alcanza hasta el tiempo de Cristo, lo que significa que se extiende mucho más allá de cualquier fecha en que pudo haberse escrito el
libro de Daniel. De modo que debemos concluir que Daniel 9 definidamente contiene una profecía predictiva real y exacta. Esto apoya la
idea de que las otras profecías (Daniel 2, 7, 8, 11 y 12) cubren exactamente un panorama de la historia que comienza en el pasado y llega
83
a través de los tiempos al futuro, al fin de la era presente y el comienzo de la nueva era del reino eterno de Cristo.
Referencias
1 Ver la defensa del principio del día por año que hace Desmond Ford en Daniel, pp.
300-305 (Apéndice F), y el estudio principal de William Shea en Selected Studies on Prophetíc Interpretation, Daniel and Revelation Committee Series 1, pp. 67-110. Ver
también Gerhard Pfandl, Daniel: The Seer of Babylon, pp. 60-62.
2 Ludwig Koehler y Walter Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old
Testament (Londres: Brill, 2001), t. 1, pp. 400, 401.
3 Ver Ben Zion Wacholder, "Chronomessianism", pp. 202-209.
4 Roy Gane, Altar Call, pp. 289, 290.
5 Pierre Briant, From Cyrus to Alexander: A History of the Persian Empire (Winona Lake,
Ind.: Eisen-brauns, 2002), p. 584.
6 Arthur Ferch, "Commencement Date for the Seventy Week Prophecy", en The Seventy Weeks, Leviticus, and the Nature of Prophecy, Daniel and Revelation Committee Series 3, pp. 64-74; Brempong Owusu-Antwi, The Chronology of Daniel 9:24-27, pp. 131138, 290-295, 299-303.
7 Amelie Kuhrt, The Ancient Near East c. 3000-330 a.C. (Londres y Nueva York:
Routledge, 1995), tomo 2, p. 648
8 lbíd., pp. 671, 672
9 A History of the Jewish People, H. H. Ben-Sasson, ed. (Cambridge, Mass.: Harvard
University Press, 1976), p. 173; The Cambridge History of Judaism, W. D. Davies and
Louis Finkelstein, eds. (Cambridge: Cambridge University Press, 1984), p. 73; Briant,
p. 583. Note que tenemos fechas precisas basadas en antiguos registros de fenómenos
astronómicos (especialmente eclipses) que se relacionan con los años de reinados desde los tiempos neobabilónicos en adelante. En consecuencia, los eruditos pueden datar muchos eventos de los reinados de los monarcas desde esa era hasta el día en que
ocurrieron.
10 Siegfried H. Horn y Lynn H. Wood, The Chronology of Ezra 7 (Hagerstown, Md.:
Review and Herald, 1953; 1970), especialmente las pp. 115 y 127; ver también el Comentario bíblico adventista, tomo 3, pp. 103-113; Owusu-Antwi, pp. 295-299
11 William H. Shea, Daniel 7-12: Prophecies of the End Time, p. 65
12 C. Mervyn Maxwell, El misterio del futuro revelado (Buenos Aires: Asoc. Casa Editora
Sudamericana, 1991), tomo 1, pp. 265-268; Owusu-Antwi, pp. 310-323
13 El Comentario bíblico adventista, tomo 5, pp. 234-238, explica esta cronología en detalle
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Más respuestas
a objeciones: Roma
versus Antíoco
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n el capítulo anterior, respondí a objeciones hechas a la interpretación de la profecía de Daniel 8:14 de las 2.300 tardes y mañanas
que va desde 457 a.C. a 1844 d.C. En el presente capítulo, consideraremos otra clase de objeciones, que desafían las fechas de las profecías de Daniel y ponen en grave duda su credibilidad básica. En los tribunales, si no se puede responder a las objeciones de una persona, se
puede ganar el caso si se muestra que la persona no es confiable, o que
la persona ni siquiera es quien dice ser.
Una teoría erudita muy difundida sostiene que las profecías de Daniel con respecto al poder del cuerno pequeño y su equivalente en Daniel 7 al 12 fueron realmente escritas en respuesta a la crisis que provocó, entre los judíos, el rey seléucida Antíoco IV Epífanes (reinó desde
175 a.C. a 164/3 a.C.). Esta teoría dice que alguien, que no fue Daniel,
escribió el libro que lleva su nombre después que ocurrieron los eventos
"profetizados" en él. Si este enfoque es correcto, las 2.300 tardes y mañanas fueron cumplidas en el pasado distante, de modo que no hay un
juicio preadvenimiento en estos momentos.
La mayoría de los eruditos hoy aceptan y enseñan la teoría que acabo de describir, como se puede ver fácilmente mirando los comentarios
sobre Daniel. En la mayoría de estos comentarios, Antíoco está presente
y da forma a todo el marco de la interpretación profética. Una cantidad
de eruditos ha perdido de vista el hecho de que la teoría es una teoría;
85
la tratan como si fuera un hecho o un dogma fijo que está más allá de la
crítica. 1
Los orígenes de las interpretaciones
¿Dónde comenzó la interpretación que identifica al cuerno pequeño con Antíoco Epífanes?
La aplicación profética, hoy frecuente, del cuarto reino de Daniel
2 y 7 al período helenístico, y por consiguiente del cuerno pequeño
de Daniel 7 a Antíoco Epífanes, generalmente se remonta a Porfirio
(233-c. 304 d.C.), neoplatónico y defensor del paganismo. Alarmado
por la difusión creciente del cristianismo, y comprendiendo que la
profecía ocupaba un puesto clave en el pensamiento de los cristianos
primitivos, Porfirio trató de contrarrestar la fuerza de la profecía de
Daniel argumentando que el libro no era una profecía escrita por
Daniel en el siglo VI a.C., sino un bosquejo histórico engañoso, redactado por un autor posterior al tiempo de los Macabeos. Porfirio
afirmaba que el libro había sido fraguado después que los sucesos
históricos tuvieron lugar, pero que habían sido puestos en tiempo
futuro como una predicción. 2
Este libro apoya el enfoque histórico de la interpretación de las
profecías de Daniel. Los no cristianos encuentran que este enfoque
los amenaza porque identifica a Jesús como el Mesías por la fecha de
su primera venida (ver Daniel 9:24-27). La Iglesia de Roma lo encuentra amenazador porque da un perfil de este poder como el
enemigo de Dios, el cuerno pequeño. Muchos cristianos protestantes
siguen inclinándose ante la autoridad tradicional romana al adorar
en el domingo romano, y desean legitimizar a la Iglesia de Roma y
unirse con ella aún más, de modo que no les gusta el enfoque histórico.
Además, para la mayoría de los cristianos –católicos y protestantes, incluyendo los evangélicos– seguir la exactitud histórica de las
profecías de Daniel hasta su conclusión lógica de que un juicio previo al advenimiento comenzó en 1844 d.C. es inaceptable. No les
gusta esta interpretación, que sostienen sólo los Adventistas del Séptimo Día, porque está asociada con la desacreditada predicción de
Guillermo Miller de que la segunda venida de Cristo ocurriría en
1844. Muchos cristianos piensan que la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que surgió del movimiento millerita del siglo XIX, inventó la
86
idea del juicio previo al advenimiento para salvar las apariencias al
retener la fecha de 1844 pero cambiando el evento a uno celestial,
que está más allá de la posibilidad humana de refutar. 3
Pero, por supuesto, no se puede refutar una interpretación de la
Biblia ya sea señalando su origen o su relación con una idea desacreditada. Si ese fuera el caso, la consistencia sugeriría que los eruditos cristianos debieran abandonar la teoría de que Antíoco fue el
cuerno pequeño solamente porque la originó Porfirio, que era pagano y polemista anticristiano. Deberíamos juzgar las interpretaciones de la Biblia por su consistencia con los principios de interpretación que surgen de la Biblia misma.
Las profecías de largo alcance del libro de Daniel, de una sucesión
de imperios mundiales que alcanza mucho más allá del tiempo de
Daniel, aún más allá del tiempo de Antíoco IV Epífanes (ver los capítulos 2, 7 y 8), y las predicciones del libro acerca del Mesías (Daniel
9:24-27) han resultado exactas. Y los Adventistas del Séptimo Día
consideran que la profecía de las 2.300 tardes y mañanas es consistente con la interpretación de estas otras profecías. ¿No deberían estos hechos ser razón suficiente para creer en un evento celestial de
juicio previo al advenimiento?
Por qué Antíoco IV Epífanes no es el cuerno pequeño
Aquí hay algunos problemas serios que eliminan la posibilidad de
identificar a Antíoco IV Epífanes con el cuerno pequeño: 4
1. En Daniel 7, el cuerno pequeño surge del cuarto imperio, que
es Roma. 5 El rey seléucida del siglo II a.C., Antíoco IV Epífanes, fue
un gobernante de una de las cuatro divisiones del Imperio Griego,
que fue antes de Roma. De modo que Antíoco no puede ser el
"cuerno pequeño". Apareció en la escena algunos siglos demasiado
temprano.
Un sábado de tarde cuando mi hermano y yo éramos jóvenes,
nuestros padres jugaron un juego bíblico de "veinte preguntas" con
nosotros. Mi hermano nos sorprendió a todos con un personaje bíblico que ninguno pudo adivinar, así que nos dimos por vencidos. ¡Nos
informó entonces que el personaje era Abrahán Lincoln! Mi hermano
sabía que había un Abrahán en la Biblia, que en los tiempos bíblicos
los hombres usaban barba, y que Abrahán Lincoln parecía anciano y
usaba barba. Pero aunque Lincoln amaba la Biblia y usó lenguaje bí87
blico en sus discursos, la Biblia no lo menciona a él. Ponerlo allí era
un anacronismo. Identificar el Antíoco del siglo segundo a.C. como
el cuerno pequeño de la profecía de Daniel, cuando Daniel dijo que
el cuerno surgiría del Imperio Romano, es también un anacronismo.
Para sobreponerse a esta dificultad de que el cuerno pequeño
surgió del cuarto imperio, los eruditos preteristas dividen a Media y
Persia, diciendo que los cuatro imperios fueron: Babilonia, Media,
Persia y Grecia. Esto hace que Grecia sea el cuarto imperio y así Antíoco puede ser el cuerno pequeño, que surgió del cuarto imperio.
Es un buen esfuerzo, pero vayamos despacio. Media y Persia ya
estaban combinados en un solo imperio cuando realizaron la conquista de Babilonia, y el libro de Daniel habla de un reino de Medos
y Persas, que compartían un sistema de leyes (ver Daniel 5:28; 6:8,
12, 15; 8:20: comparar con Ester 1:3, 14, 18, 19; 10:2). Además, la "profecía dinástica" de los babilonios enumera los imperios que gobernaron Babilonia antes de Macedonia/Grecia como Asiría, Babilonia y
Elam (Persia). Esta lista, babilónica, no incluía a una Media separada. 6 ¿No cree usted que los babilonios recordarían quién los había
gobernado?
Note la importante diferencia entre la forma en que los eruditos
preteristas y los historicistas leen el libro de Daniel para identificar
el cuerno pequeño. Muchos preteristas comienzan con Daniel 11, explicando una gran parte de este capítulo al identificar al malvado
"rey del norte" (el "hombre despreciable" del versículo 21 y siguiente) con Antíoco. Dicen que Antíoco es el gran hombre malo aquí, que
elimina la adoración regular (que dicen que es el sacrificio regular en
Jerusalén) y establece la abominación desoladora (11:31). Luego leen
la identificación hacia atrás, a Daniel 7 y 8, donde es el cuerno pequeño el que hace esas cosas. El resultado lógico es afirmar que Antíoco cumple el símbolo del cuerno pequeño. Sin embargo, hacerlo
así tuerce lo que dice Daniel 7 y 8. Concedemos que Daniel 11 debe
ayudar a explicar las profecías anteriores, ¡pero una explicación debiera concordar con lo que explica!
El enfoque historicista que contiene este libro, por otro lado, lee a
Daniel hacia adelante, permitiendo que los capítulos anteriores (2, 7
y 8) desarrollen la secuencia de poderes en forma natural, formando
un marco claro dentro del cual se puede interpretar Daniel 11.
"Siendo que Daniel 2 es la profecía más sencilla, y que Daniel 7
añade detalles y es más compleja, parece natural y lógico comenzar
88
con la profecía más sencilla y avanzar en el libro hasta las más complejas, añadiendo los detalles presentados por cada profecía sucesiva". 7
El resultado no ignora ni tuerce a Daniel 11. Más bien, pone al capítulo en la perspectiva establecida por el libro de Daniel mismo. 8
2. Antíoco fue sólo uno de los reyes en medio de una sucesión de
gobernantes seléucidas. Y aunque él persiguió a los judíos por un
tiempo, sus correrías a Egipto, Palestina y otras partes pronto terminaron en fracasos. Aunque gozó de algún éxito inicial en Egipto, dejó el país y retiró su ejército sencillamente porque el embajador romano, C. Popilius Laenas, le dijo que el Senado Romano quería que
saliera. 9 El temía a Roma porque este poder, que estaba surgiendo,
había derrotado decisivamente a su padre, Antíoco III, que había sido mucho más fuerte que él mismo. Y en vez de conquistar Palestina, Antíoco IV la perdió ante los judíos bajo el liderazgo de los macabeos. El murió mientras peleaba en el este. El resultado final es
que Antíoco fue un perdedor total. Difícilmente se ajusta al perfil del
gran cuerno pequeño en Daniel 7 y 8 que surge "al fin del reinado"
de los reinos helenísticos (8:23) y sobrepasa a todos ellos.
3. Desde su perspectiva en el primer siglo d.C. (ver Mateo 24:15,
16), Jesús interpretó la "abominación desoladora", o "el sacrilegio desolador/pasmoso" –un objeto o práctica religioso que Daniel dijo
que el poder del cuerno pequeño establecería (Daniel 8:12, 13; 9:27;
11:31; 12:11)- como algo todavía futuro. El libro del Apocalipsis también mira hacia el futuro cuando habla de un período de dominio
por un poder malvado que está simbolizado en Daniel por el cuerno
pequeño.
Daniel 7:25
3 1/2 tiempos
Apocalipsis 12:6
1.260 días
(3 1/2 años)
Apocalipsis 12:14
3 1/2 tiempos
Apocalipsis 13:5
42 meses
(3 1/2 años)
En el Apocalipsis, este período viene después de la vida de Cristo
sobre la tierra:
89
"Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono.
Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios,
para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días" (Apocalipsis 12:5, 6).
Es claro que Cristo y el Nuevo Testamento no consideraban al anterior rey Antíoco como el que cumplió la profecía del cuerno pequeño, aun cuando el libro apócrifo de 1 Macabeos describe algo que
Antíoco puso sobre el altar del templo de Jerusalén como la "abominación de la desolación" (1:54). ¿Podemos aceptar la interpretación
de 1 Macabeos y argumentar que aunque en el esquema mayor de
las cosas, Antíoco fue un perdedor, él cumplió el símbolo del cuerno
pequeño de Daniel porque se lo veía grande en el horizonte de los
judíos que eran el centro de la preocupación de Daniel? No. Daniel
presenta el cuadro grande en el cual el "cuerno pequeño" es un sucesor de los poderes mundiales más bien que un mero bravucón para
los judíos.
Un ejemplar reciente del Journal of Bíblical Literature contiene un artículo fascinante e importante de Steven Weitzman titulado: "Plotting
Antiochus's Persecution" [Tramando la persecución de Antíoco]. Aunque Weitzman sigue aceptando el dogma preterista de que Antíoco
IV es el cuerno pequeño de Daniel, él lo socava apoyando fuertemente la idea de que los libros de los Macabeos son propaganda que se
ajusta bien a una larga tradición literaria del antiguo Cercano Oriente. Pinta los actos de Antíoco en colores especialmente oscuros en su
intento de mostrar a los macabeos como los salvadores de la religión
judía. 10
Algunos dicen que Antíoco sencillamente fue el primero de múltiples cumplimientos del cuerno pequeño, y que Jesús habló de uno
de los otros cumplimientos. Pero los puntos 1 y 2 arriba citados eliminan a Antíoco de cualquier clase de cumplimiento, aun de uno de
los menores. 11 Él vivió en la época equivocada, y su carrera no se
ajusta a las especificaciones. Sin duda, Antíoco era malvado y opuesto a Dios, y ciertamente hizo algunas cosas que dijo que haría el cuerno pequeño. Pero eso no lo hace el cuerno pequeño.
4. Antíoco persiguió a los judíos durante 1.080 días. Este período
no se ajusta a ninguno de los períodos de tiempo profetice dados en
Daniel. Los eruditos tratan de ajustar este período con las 2.300 tardes y mañanas de Daniel 8:14, dividiéndolos en dos mitades. Dicen
90
que este versículo se refiere a 2.300 holocaustos sacrificados "regularmente" (comparar los versículos 11 al 13) mañana y tarde (comparar Números 28:4) en el templo de Jerusalén en 1.150 días literales,
dos sacrificios por día.
Aunque muchas de las traducciones suponen que Daniel 8:11 al
13 habla del "sacrificio regular o continuo", el texto original hebreo
de estos versículos se refiere sólo a la "regularidad" (es decir, la adoración que ocurre regularmente, el así llamado "continuo"). No hay
un término hebreo para "sacrificio" en este contexto. Aun si "la regularidad" pudiera mostrarse que representa los holocaustos matutino
y vespertino en el templo de Jerusalén, estos eran mañanas y tardes,
no tardes y mañanas como en Daniel 8:14. Además, los dos sacrificios abarcaban una unidad (ver Números 28:1-8). Más todavía, en
Daniel 8:14, "2.300 tardes y mañanas" aparecen como una abreviación de "2.300 tardes y 2.300 mañanas", como lo muestra la comparación con el versículo 26: "las tardes y mañanas", es decir, las 2.300
tardes y las 2.300 mañanas, refiriéndose a los 2.300 días completos
(comparar con Deuteronomio 9:25, "cuarenta días y cuarenta noches"). 12
Como señalamos en el capítulo 9, las "2.300 tardes y mañanas" 13
es una unidad de tiempo poco común, como son otras unidades simbólicas en las profecías de tiempo de Daniel. Una combinación similar de tardes y mañanas en este orden aparece en las fórmulas para las
unidades diarias de la semana de la Creación: "Y fue la tarde y la
mañana un día" (Génesis 1:5; ver también los versículos 8, 13, 19,
etc.). 14 Note que la tarde seguida por la mañana se refiere al ciclo de
un día, no dos medios días. De modo que no hay justificación para
dividir los 2.300 días por la mitad, para hacer 1.150 días, que estaría
más cerca de la duración de la persecución realizada por Antíoco.
La tarde seguida por la mañana también aparece en Éxodo 27:20,
21:
"Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente
las lámparas. En el tabernáculo de la reunión, afuera del velo que está delante del testimonio, las pondrá en orden Aarón y sus hijos para
que ardan delante de Jehová desde la tarde hasta la mañana, como
estatuto perpetuo de los hijos de Israel por sus generaciones".
Este pasaje contiene varios paralelos a Daniel 8: La lámpara está
ardiendo continuamente / regularmente (comparar con "regulari91
dad"/"continuo" en Daniel 8:11-13) en el santuario (ver palabras para
"santuario" en Daniel 8:11, 13, 14) desde la tarde hasta la mañana
(comparar con Daniel 8:14, 26). Al proveer luz durante la noche en el
"palacio" del Rey divino, mostraba que él estaba despierto. La lámpara recordaba al pueblo de Dios que "no se adormecerá ni dormirá
el que guarda a Israel" (Salmo 121:4).
La conexión con el ciclo de la lámpara del santuario implica que
las 2.300 tardes y mañanas se refieren a 2.300 noches, es decir, la porción oscura de 2.300 días (refiriéndose a "días" como períodos simbólicos de veinticuatro horas). Hay un ciclo continuo de tarde y mañana para cada ciclo de veinticuatro horas, de modo que otra vez, no
hay apoyo para dividir las 2.300 tardes y mañanas en mitades de
días. La idea de que Dios vigila durante la noche es destacada en
Daniel 6, donde Dios protegió al profeta mientras pasó la noche en el
foso de los leones. En Daniel 8, el pueblo de Dios experimenta un período "oscuro" de opresión por una sucesión de poderes durante los
2.300 días/años, pero Dios guarda a los suyos durante todo el tiempo.
Referencias
1 Un ejemplo extremo es Louis F. Harman y Alexander A. Di Lella, The Book of Daniel,
Anchor Bible 23 (Carden City, Nueva York: Doubleday, 1978)
2 Comentario bíblico adventista, tomo 4, p. 45
3 Ver, por ejemplo, Tremper Longman III, Daniel NIV Application Commentary
(Grand Rapids, Zondervan, 1999), p. 231
4 Ver además William H Shea, Selected Studies on Prophetic Interpretation, pp. 31-66
("Why Antiochus Is Not the Little Hora of Daniel 8"); comparar con Desmond Ford,
Daniel, pp. 164, 188, 191.
5 Hersh Goldwurm expresa la interpretación tradicional judía de Daniel 7: "El cuarto reino, representado aquí por una bestia temible no especificada, diferente de todas las otras bestias, es el del Imperio Romano con todas sus metamorfosis. Esto es el
pensamiento de casi todos los comentadores y claramente el de nuestros Sabios en el
Talmud y numerosos midrashim". Daniel: A New Translation, p. 199. De acuerdo con esto, las identificaciones tradicionales judías del cuerno pequeño que sale de la cuarta
bestia en Daniel 7 han sido Tito (Rashi), la institución del papado (Abarbanel, Malbim), Islam (Malbim), o una nación que se convertiría al Islam (Ibn Ezra), todas las
cuales nos llegan del período romano o más tarde (Goldwurm, pp. 202, 203). La
identificación del cuerno pequeño en Daniel 8 no es la misma: el reino seléucida en
general (Ibn Ezra), Antíoco IV (Malbim y Mayenei HaYeshuah), y el gobierno de Tito (y
Vespasiano) sobre el Imperio Romano (Rashi) (Goldwurm, pp. 221, 222).
92
Roy Gane, Altar Call, p. 299; A. K. Grayson, Babylonian Historical-Literary Texts (Toronto: University of Toronto Press, 1975), pp. 24-37
7 William H. Shea, Daniel 1-7: Prophecy as History, The Abundant Life Bible Amplifier
(Nampa, Idaho: Pacific Press, 1996), p. 132
8 Para este enfoque de la explicación de las fronteras de Daniel 11, ver William H.
Shea, Selected Studies, pp. 53-63; ver también William H. Shea, Daniel 7-12: Prophecies of
the End Time, pp. 178-213
9 Ver, por ejemplo, C. Mervyn Maxwell, El misterio del futuro revelado, tomo 1, p. 165
10 Steven Weitzman, "Plotting Antiochus's Persecution", Journal of Biblical Literature
123 (2004), pp. 219-234
11 Contra Desmond Ford, Daniel, pp. 172, 186, 187
12 Gane, pp. 284, 285
13 Literalmente, "tarde-mañana", pero con números grandes en hebreo se usa la forma
singular, de modo que el sentido es "tardes-mañanas".
14 Ver Siegfried J. Schwantes, "Ereb Boquer Daniel 8:14 Re-examined", en Symposium on
Daniel, Daniel and Revelation Committee Series 2, Frank H. Holbrook, ed. (Silver
Spring, Md.: Biblical Research Institute, 1986), pp. 463, 472-474
6
93
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El cuerno pequeño:
rebelde y anticristo
m
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aniel 7:9 al 14 dice que el cuerno pequeño está condenado
mediante el juicio previo al advenimiento, que involucra
abrir los libros que presumiblemente registran las acciones
de ese poder. ¿Por qué? Este juicio no es necesario para condenar los
imperios humanos previos: Babilonia, Medo-Persia, Grecia, y Roma
Imperial/Pagana. Ellos terminan sencillamente porque son malvados y no hay dudas acerca de si salvarlos porque no tienen ninguna
conexión positiva con Dios, quien tiene el poder para salvar. Como
Jesús le dijo a Nicodemo: “El que no cree, ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan
3:18). Todos los seres humanos han pecado (Romanos 3:23), y “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Por eso los que nunca respondieron a la oferta divina de salvación sencillamente mueren la
muerte eterna, así como los reclusos en la fila de la muerte no son
considerados para una demora en la ejecución a menos que apelen al
gobernador.
¿Por qué el cuerno pequeño no sería automáticamente condenado
sin reunir antes un tribunal celestial que se tome el trabajo de abrir
sus actos para ser inspeccionados? Aunque el cuerno pequeño ejerce
una fuerza coercitiva contra el pueblo de Dios como lo han hecho
otros poderes humanos (ver Daniel 7:25; 8:24; y comparar, por ejemplo, con Daniel 3:6), la situación difiere porque las pretensiones del
cuerno pequeño trascienden la política secular (ver Daniel 7:24). Es
94
un poder religioso. Esto se muestra en el hecho de que “pensará en
cambiar los tiempos y la ley” (Daniel 7:25), es decir, la ley del pacto
de Dios (incluyendo el tiempo sagrado) y la adoración.
El cuerno pequeño entra bajo el juicio previo al advenimiento
porque pretende tener una conexión con Dios. Por lo tanto, lo que
representa afecta la reputación de Dios en el mundo, así como las actividades ilegales de un coronel del ejército norteamericano afectaron adversamente la reputación de su presidente, bajo cuya administración estaba actuando. A fin de dar al pueblo un cuadro exacto de
su carácter, Dios debe mostrar su relación verdadera con el cuerno
pequeño.
Por la misma razón, Dios necesitaba condenar a los antiguos israelitas y a los extranjeros que vivían dentro de las fronteras de Israel que pertenecían a la comunidad del pacto, pero que contaminaban su reputación cuando adoraban a Moloc (Levítico 20:3) o descuidaban voluntariamente sus provisiones para purificarse de la
contaminación con muertos (Números 19:13, 20). Estas “transgresiones” (pecados de rebeldía) nunca eran perdonadas mediante el sistema israelita de sacrificios. Tenían que ser eliminadas del santuario
israelita el Día de la Expiación junto con los pecados perdonables/perdonados (Levítico 16:16). Aunque la eliminación de estos últimos pecados del santuario beneficiaba a los pecadores perdonados
con la purificación/vindicación moral (versículo 30), la eliminación
de las transgresiones sólo beneficiaba a Dios. Los pecadores rebeldes
no tenían parte en el juicio del Día de la Expiación en el sentido de
recibir su beneficio, sino quedaban irremediablemente condenados. 1
Significativamente, el cuerno pequeño comete “transgresiones
/pecados de rebelión” (persa; Daniel 8:12, 13, el mismo término hebreo como en Lev. 16:16). Por esto es condenado por medio del juicio
(Daniel 7:11, 22) aun cuando el santuario/reputación de Dios es purificado/vindicado (Daniel 8:14). De modo que el cuerno pequeño se
ajusta al perfil de los pecadores rebeldes en la comunidad divina del
pacto quienes no reciben el beneficio de la vindicación en el Día de la
Expiación. 2
En el antiguo Israel, la contaminación más severa del santuario
/templo ocurría cuando los rebeldes contra Dios introducían objetos
95
de culto extraño en el santuario mismo, como hizo el rey apóstata
Manasés: “Y puso una imagen de Asera que él había hecho, en la casa de la cual Jehová había dicho a David y a Salomón su hijo: Yo
pondré mi nombre para siempre en esta casa, y en Jerusalén a la cual
escogí de todas las tribus de Israel” (2 Reyes 21:7; comparar con Ezequiel 8). El hecho de que el buen rey Josías más tarde tuvo que ordenar a los levitas que pusieran “el arca santa en la casa que edificó Salomón hijo de David, rey de Israel” (2 Crónicas 35:3) sugiere que
Manasés había sacado el arca del pacto del Lugar Santísimo y la había reemplazado con un símbolo idolátrico o imagen de Asera, una
diosa pagana de la fertilidad. 3
En una escala mayor que en los días de Manasés y Josías, el templo celestial de Dios necesitaría “ser justificado” (Daniel 8:14) después que el cuerno pequeño pusiera una “prevaricación asoladora”
en lugar de la verdadera adoración (vers. 11-13) e impidiera a la gente que adorara en forma adecuada y regular (Apocalipsis 11:2, 3 dice
que hollarán el patio que está fuera del templo).
“El ‘cuerno pequeño’ es específicamente culpable porque no sólo
deja de tomar en cuenta parte del sistema divino de sacrificios (comparar con Números 19:13, 20) sino que participa de un sistema alternativo (comparar con Lev. 20:3); quita parte del sistema de Dios, es
decir, la ‘regularidad’ (llamada el ‘diario’ o ‘continuo’), y establece
un sistema alternativo (Daniel 8:11-13; 11:31; 12:11). De este modo el
cuerno caería bajo la jurisdicción de un tribunal que repasa su situación respecto del pacto”. 4
Otra vez, nuestra identificación del cuerno pequeño como la Iglesia de Roma (en vez de Antíoco IV Epífanes, que era un gobernante
pagano) se ajusta perfectamente: Esta iglesia es un poder cristiano
profeso que pretende tener una conexión con Cristo pero niega su
ministerio celestial al sustituir un confesional, un sacrificio (la misa),
y un sacerdocio terrenal. 5 La Iglesia de Roma se desarrolló a partir
de una iglesia cristiana primitiva originalmente fiel, de modo que
puede pretender un vínculo no interrumpido con los apóstoles. Sin
embargo, trágicamente, se apartó de la adoración pura autorizada
por el verdadero Dios, así como generaciones de antiguos israelitas
apostataron y se apartaron a diversas formas de idolatría, incluyen96
do la mezcla de verdadera adoración con prácticas paganas (ver los
libros de Jueces, Reyes y Crónicas).
Cuando el pueblo de Dios se apartó de él, especialmente al seguir
su hipócrita profesión de fe, mancharon la reputación de Dios. Y su
reputación de amor, incluyendo la justicia y la misericordia, es vital
porque los seres humanos son atraídos a él y la salvación que ofrece
sólo en la medida que el carácter de Dios los atrae. Si estas personas
ven que el pueblo de Dios tiene poca diferencia con los demás, y tal
vez en algunas formas es peor que ellos (compare Jueces 19 con Génesis 19), ¿por qué deberían esperar que una conexión de pacto con
Dios les ayudaría?
En Daniel 7 y 8, el cuerno pequeño actúa como un intruso que trata de asumir, en forma hostil y corporativa, el pacto de Dios y las
bendiciones que van con él. Sin embargo, el juicio del tribunal celestial le quita el dominio y se lo entrega al santo pueblo de Dios (7:26,
27). Dios da este premio a su pueblo porque ellos le pertenecen. “Los
mansos [...] recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5; comparar
con Salmo 37:11) por la misma razón que Canaán fue prometida a
Abrahán: porque tenía una relación de pacto con él.
El anticristo
En el siglo XVI, los Reformadores llegaron a la conclusión de que
el cuerno pequeño simbolizaba a la Iglesia de Roma. Los contrarreformadores intentaron desviar esta evaluación negativa de su iglesia
en dos direcciones posibles: los preteristas dijeron que las profecías
del cuerno pequeño se cumplieron antes de que existiera la iglesia,
en el tiempo y la persona de Antíoco IV Epífanes. Y los futuristas
empujaron el cumplimiento de estas profecías para mucho más tarde, a un “anticristo” que todavía no había aparecido. No importaba
que los puntos de vista de los contrarreformadores fueran contradictorios; ofrecían una distracción, como en las historias. Algunos amigos del “hombre malo” decían que él se había ido, y apuntaban en
una dirección, y otros decían: No, él se fue en esa otra dirección y
señalaban la dirección contraria.
El preterismo y el futurismo son enfoques que se excluyen mutuamente. Ninguno de ellos se ajusta a los datos del texto bíblico.
97
Con respecto al preterismo, hemos encontrado que Antíoco IV Epífanes no se ajusta adecuadamente al perfil del cuerno pequeño:
Aunque hay algunas similitudes, Antíoco vivió en el tiempo y lugar
incorrectos, y su actuación no se ajusta al panorama de lo que haría
el cuerno pequeño (ver el capítulo 10).
Aquí hay un par de dificultades importantes para el concepto futurista:
1. Daniel describe al cuerno pequeño que surge durante la división del Imperio Romano, que ocurrió en el siglo V d.C. (ver más
arriba). Desde nuestra perspectiva, esto es historia, no algo todavía
futuro.
2. En Daniel 7, un poder sigue en los pasos de otro. No hay grandes espacios vacíos entre los imperios profetizados y el cuerno pequeño. Este es contemporáneo de otros poderes que siguieron a Roma, como lo muestra el hecho de que varios de ellos caen delante del
cuerno pequeño durante el tiempo en que él está surgiendo (ver
arriba).
3. La Escritura indica que el cristianismo no fue protegido del anticristo hasta algún tiempo en el futuro; ya ha experimentado un anticristo. En 1 Juan 4 se nos dice lo que significa ser “anticristo”:
“En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa
que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no
confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el
espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que
ahora ya está en el mundo” (vers. 2, 3).
No es suficiente que creamos que Jesús es humano, o por otro lado, que él es divino. Es vital que aceptemos que él vino de Dios en la
carne, lo que significa que él es divino-humano, porque sólo si él tiene esta combinación puede servir como puente o escalera entre los
seres humanos caídos y mortales, y el Dios puro y santo (comparar
con Juan 1:51). Sólo un Ser divino-humano puede mediar como nuestro sumo sacerdote de la línea real de Melquisedec, que tiene pleno
acceso a Dios, y que “fue tentado en todo según nuestra semejanza,
pero sin pecado” (Hebreos 4:15).
Hay más de una manera de ser un “anticristo”. Uno puede negar
explícitamente la divinidad de Jesús o su humanidad. O se puede
98
negar implícitamente “que Jesús vino en carne” al negar lo que su
misión divino-humana realizó al establecer un sacrificio terrenal
continuo en lugar de su sacrificio “de una vez para siempre” (Hebreos 9:28) y poniendo en lugar de su sacerdocio celestial plenamente suficiente (Hebreos 4:14-16; 6:19 a 10:25) un sacerdocio humano
que pretende en forma blasfema perdonar los pecados.
Hemos identificado al cuerno pequeño como la Iglesia de Roma
no por causa de alguna clase de prejuicio previo, sino sencillamente
al seguir la evidencia que hay en la Biblia, y al reconocer la forma
notablemente exacta en la que se han cumplido las profecías de Daniel. Estas predicciones son claramente divinas, pues Dios procura
revelar su carácter y el camino de salvación mediante Cristo, advertirnos acerca de los peligros espirituales, y aseguramos que él nos
salvará si le somos fieles.
Al implicar a la Iglesia de Roma, la Biblia ha señalado un sistema
institucional de jerarquías, ritos y dogmas que es contrario a Dios.
Sin embargo, esto de ningún modo excluye de la salvación definitiva
a todos los miembros de esa iglesia. 6 Jesús dijo: “También tengo
otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y
oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor” (Juan 10:16; comparar
con Apocalipsis 18:4, donde Dios llama a su pueblo a salir de la “Babilonia” del tiempo del fin, el equivalente del Apocalipsis del cuerno
pequeño de Daniel). A lo largo de los siglos, muchas personas maravillosas pertenecieron a la Iglesia de Roma. Su sinceridad, su espiritualidad, su vida sacrificada por Cristo, y su servicio abnegado por
otros son una fuente de inspiración para todos los cristianos. Ojalá
todos nosotros fuéramos tan dedicados como lo fue la Madre Teresa,
la monja albanesa que dio su vida por la resaca humana de Calcuta.
Referencias
Roy Gane, Altar Call, pp. 210-215; Roy Gane, Leviticus, Numbers, pp. 281, 282, 166368. Para más detalles, ver Roy Gane, Cult and Character, pp. 144-151, 154-156, 162,
294-299.
1
99
Ver Roy Gane, “Judgment as Covenant Review”, Journal of the Adventist Theological
Society 8 (1997): pp. 190, 191.
3 Cuando Manasés hizo esto y otras clases de abominaciones, él quebrantó el pacto
entre Dios e Israel tan seriamente que el exilio de su pueblo fue inevitable desde ese
tiempo en adelante (2 Rey. 23:26, 27; ver Roy Gane, “The End of the Israelite Monarchy”, Journal of the Adventist Theological Society 10 [1999], pp. 344, 345, 348-350).
4 Gane, “Judgment as Covenant Review”, p. 191.
5 Compare William H. Shea, Selected Studies on Prophetic Interpretation, Daniel and
Revelation Committee Series 1, p. 145; Gerhard Pfandl, Daniel: The Seer of Babylon,
pp. 80- 82.
6 Pfandl, pp. 82, 83.
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Juzgados por no elegir al
Dios que nos deja elegir
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l pecado humano comenzó cuando Eva aceptó la representación distorsionada del carácter de Dios: Satanás sugirió que él
usa su autoridad para impedir que sus criaturas se den cuenta
de todo su potencial y que lo hace porque quiere mantenerlos subordinados. En otras palabras, Dios es un tirano injusto y su pretensión de
ser "amor" (1 Juan 4:8) es hipocresía. Entonces y ahora, la gran guerra
siempre ha sido acerca del carácter de Dios. Este problema ha dado
forma al conflicto en todas sus etapas. Satanás y sus seguidores quieren tener la posición de Dios, y para conseguirla, desafían su justicia
como Absalón desafió la justicia de su padre, el rey David (2 Samuel
15:2-6).
De modo que ¿cómo concluirá la gran guerra? Dios está esperando
misericordiosamente que la gente cambie su decisión y pase su lealtad de Satanás a él. Muchos no se dan cuenta de que hay una gran guerra, y peor aún, no comprenden la naturaleza de ambos bandos, su lugar y lo que está involucrado en ello.
Obviamente, Dios no puede, en última instancia, ayudar a aquellos
rehenes de Satanás que no admiten que son rehenes y rehúsan ser rescatados. Dios ha basado su gobierno en el amor, que es su carácter y que
es el único principio según el cual los seres inteligentes, con libre albedrío, pueden coexistir armoniosamente en el universo y no destruirse unos a otros. 1 Si Dios forzara a la gente a ser salvos, él estaría
negando el amor, que exige libertad de elección. El amor nunca puede
ser forzado, o no será amor. Por esto Dios hizo a los seres humanos con
101
libertad para elegir. C. S. Lewis explicó: "La libertad de elegir, aunque
hace que sea posible que exista el mal, también es lo único que hace
posible que el amor, la bondad y el gozo valgan la pena tener. 2
Si Dios quisiera controlarnos, él podría fácilmente habernos hecho
"robots". Pero los robots nunca podrían amarlo, por intrincada que
fuera la programación de sus circuitos. Por eso Jesús murió para salvarnos con nuestro poder de elección intacto. Así, por un lado, Jesús
no puede forzar a todos a ser salvados. Pero por otro lado, él no quiere que ninguno perezca que podría ser salvo si sabe lo que realmente
está sucediendo (Ezequiel 33:11; 2 Pedro 3:9).
Jesús dijo a sus discípulos: "Y será predicado este evangelio del reino
en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces
vendrá el fin" (Mateo 24:14). Note el propósito de la predicación del
evangelio: "para testimonio a todas las naciones". ¿Un testimonio de
qué? A la luz del resto de la enseñanza de Jesús, podemos ver que el
testimonio muestra el carácter amoroso de Dios y de su gobierno como
lo revela lo que él ha hecho y sigue haciendo en favor de nosotros mediante Jesucristo. Jesús no dijo que el fin vendría cuando todos se hubieran convertido. Más bien, que el fin vendría cuando todos hayan
tenido una oportunidad informada de elegir a Dios, mediante la predicación.
El propósito de la predicación cristiana no es glorificar al predicador, entretener a la multitud, llenar un espacio necesario en el culto
de adoración, hacer que la gente se sienta segura acerca de experimentar cambios en su vida, o generar un número de bautismos que
impresione a los supervisores del predicador. El propósito de la predicación cristiana es dar testimonio de quién es Dios y cómo es él realmente, de modo que la gente pueda elegir claramente estar en su favor, o en su contra. Si los cristianos hacen esto, están predicando el
evangelio. El evangelismo es teodicea: la justificación del carácter de
Dios.
Los predicadores tienen el privilegio y la responsabilidad maravillosos de señalar a Cristo a la gente como la revelación definitiva del
carácter de Dios. Sin embargo, ellos no son responsables por los resultados, como los centinelas no son responsables por lo que hace la
gente una vez que dieron fielmente la advertencia con sus trompetas
102
(Ezequiel 33:1-9). Es Cristo mismo, no el predicador humano, quien
atrae a las personas a sí mismo porque él ha sido levantado en la cruz
(Juan 12:32).
La "predicación" o "proclamación" del evangelio tiene un sentido
mucho más amplio que los discursos en público a grupos de personas.
Podemos proclamar el evangelio en pequeños grupos o a una sola persona, como cuando Jesús reveló las buenas nuevas de la salvación a
un fariseo importante llamado Nicodemo (Juan 3) y a una mujer samaritana junto a un pozo (Juan 4). Los "predicadores" no se limitan al
clero profesional. Cada cristiano –hombre o mujer, joven o anciano–
es un "ministro" en un "real sacerdocio" (1 Pedro 2:9). La predicación
no se limita a dar discursos, como lo reconoció Francisco de Asís
cuando rogaba: "Prediquen el evangelio. Usen palabras si hace falta".
En los tiempos del Antiguo Testamento, el arca del pacto en el santuario israelita contenía las tablas de piedra con los Diez Mandamientos de Dios. Éstos servían como "testimonio" o "testigos" (Éxodo
25:16, 21), es decir, eran las condiciones o estipulaciones del pacto entre Dios y su pueblo escogido. Sin embargo, ahora que la vida de
Cristo, su muerte en la cruz y su resurrección revelaron el carácter de
Dios de una manera más amplia de lo que podían hacerlo las tablas
de piedra (2 Corintios 3), éstas son las buenas nuevas de su reino como "testimonio a todas las naciones".
El testimonio cristiano no es teoría abstracta. El evangelio es la historia de una experiencia, un encuentro personal con Dios. Los testigos
dicen lo que han presenciado personalmente, no sencillamente lo que
han escuchado de otros o leyeron en un libro. Por eso Juan, el discípulo amado, comenzó su primera carta a la iglesia cristiana diciendo: "Lo
que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con
nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos
tocante al Verbo de vida [...] eso os anunciamos" (1 Juan 1:1, 3).
En forma similar, cuando Jesús expulsó una legión de demonios de
un hombre, le dijo que fuera a su casa y contara su propia experiencia
con Dios: "Cuéntales cuan grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y
cómo ha tenido misericordia de ti" (Marcos 5:19). Este es el testimonio
más poderoso que alguien en el universo puede dar. Sólo los seres
humanos salvados, ni siquiera los ángeles, pueden testificar de la miseri103
cordia del Señor diciendo: "Una vez estuve perdido, pero he sido hallado". Como lo dijo una ex prostituta de Wisconsin, EE.UU.: "¡El último
Hombre que me compró pagó por mí con su sangre!"
Lo que abarca el juicio previo al advenimiento
Cuando Dios revela su carácter, especialmente mediante el amor
que ha mostrado en Cristo, él le da a la gente la oportunidad de escogerlo. Sin esta oportunidad, la boleta del voto tendría sólo un
nombre: Satanás. Al añadir su nombre al voto, Dios hace que sea una
elección real y no una farsa como las que los dictadores plantean, en
los cuales ellos reciben prácticamente el 100% de los votos, porque
no hay otra posibilidad. Y Dios le da a cada persona que "vota" por
él el privilegio de vivir bajo su gobierno benévolo más bien que bajo
la tiranía de Satanás.
Dios no obliga a nadie a elegirlo a él, o a vivir toda la eternidad
con él. La elección que él plantea es una verdadera elección. Cuando
las personas eligen a Satanás, eligen su gobierno y echan su suerte
con él, así como los pueblos de varias naciones que escogieron adoptar el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial vincularon su
suerte con la de Adolfo Hitler.
Siendo que Dios es el Gobernante definitivo del universo, y siendo que sólo él es justo, El "cuenta los votos" y permite que todos sus
seres creados sean testigos de cada etapa del proceso del "juicio" de
modo que puedan estar seguros de que él ha hecho todo correctamente. Tal vez podemos comparar estos "monitores cósmicos" con
los equipos internacionales de observadores de las Naciones Unidas
que monitorean las elecciones en algunos países para asegurarse de
que se llevan a cabo correctamente.
La primera etapa del juicio (Daniel 7) ocurre antes de la segunda
venida de Cristo y decide si las personas se salvarán o se perderán.
Muchos cristianos creen sinceramente que Dios decide el juicio basados en si han pecado o no. Pero esta es una idea ridícula porque "todos pecaron" (Romanos 3:23). ¿Cómo podría un juicio distinguir entre dos grupos sobre esta base? Sería como decidir quién gozará de
un crucero gratuito por el Caribe sobre la base de quién está respi104
rando. En lo que respecta a ser pecadores, todos estamos en un problema inmenso, en el mismo crucero que se está yendo a pique. La
pregunta en el juicio no es si hemos pecado, sino más bien, si hemos
aceptado la salvación mediante el sacrificio de Jesucristo.
Cuando Jesús perdonó a la mujer encontrada en el adulterio, le
dijo: "Ni yo te condeno; vete, y no peques más" (Juan 8:11). Al hacer
eso, él eliminó la condenación que merecía por su vida pasada y le
dio un nuevo comienzo. Si ella aceptaba este perdón, basado en su
nueva relación con Dios, ella no se metería en la cama con alguien
que no fuera su esposo. El juicio está basado en el hecho de que su
vida después de su conversión revelaría si ella fue fiel o no. Si ella
más tarde rechazaba a Dios y desechaba el perdón que había recibido, su conversión sería irrelevante y por lo tanto toda su vida incluyendo su vida antes del perdón- la condenaría (comparar con
Ezequiel 18:24; Mateo 18:32-35).
De modo que vemos que el juicio previo al advenimiento está basado en nuestra vida después de la conversión. Dios decide si hemos
seguido apreciando el perdón que recibimos y si aceptamos la transformación que él ofrece. No tiene sentido que el juicio considere los
casos de las personas que nunca creyeron en Dios en algún momento, o por lo menos anunciaron algún tiempo de creencia porque
el problema del juicio es la vida posterior a la conversión. Si no hubo conversión o pretensión de ella, no puede haber vida posterior a la conversión para investigar. Para usar una analogía, una decisión favorable
en un tribunal con respecto a un juicio que beneficia a las viudas, es
sólo para las mujeres que vivieron después que sus esposos murieron. Las mujeres que no vivieron después de haber enviudado sencillamente están fuera del alcance del juicio.
Lo que Jesús le dijo a Nicodemo acerca de la salvación por intermedio de él apoya la idea de que el juicio pre-advenimiento no necesita decidir si las personas que nunca tuvieron una relación con Dios
serán salvos o no. Él dijo que "el que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el
nombre del unigénito Hijo de Dios" (Juan 3:18; la cursiva fue añadida). Los que creen están liberados de la condenación porque "la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos
105
8:1; 6:23). En contraste, los que no creen y por ello rechazan el don,
ya están condenados porque "la paga del pecado es muerte" (versículo 23).
Esto implica que la posición en la que los seres humanos comienzan inicialmente es la de condenación. Porque "todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23), hay sólo una
manera en que la persona puede ser rescatada de la muerte eterna:
"Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo" (Hechos 16:31). "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). (Las palabras "no hay otro nombre" no significan que la gente que no ha escuchado literalmente el nombre de Jesús no tiene posibilidades de
salvarse. Cristo que era "la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo" [Juan 1:9], incluyendo a los que no lo conocen a él por nombre y no tienen acceso a la Biblia [comparar con
Romanos 2:14-16].)
Si usted hubiese estado en el Titanic cuando chocó con un témpano en el Atlántico Norte en 1912, seguramente habría muerto a
menos que hubiese podido entrar en un bote salvavidas. Su posición
por omisión hubiera sido perderse en el mar. Si hubiera sido arrojado al agua helada y luego invitado a subir a un bote salvavidas, hubiese sido un suicidio rechazar la invitación. Por supuesto, conocemos la historia. No había suficientes botes salvavidas, y los que fueron afortunados de entrar en ellos dejaron que otros murieran en lugar de correr el riesgo de recargar sus botes salvavidas. Jesús es un
bote salvavidas mucho mejor. Él es suficientemente grande para invitar a todos a bordo y ayudar a los que quieren ser salvados.
Note que dije que la posición por omisión en la cual se encuentran inicialmente los seres humanos individualmente es estar perdidos. Es cierto que mediante el sacrificio de Cristo, Dios ya ha asegurado que nuestro mundo se salve. Pero si las personas individuales
serán parte del mundo restaurado depende de su elección de aceptar
el don divino de la salvación. Esta diferencia está clara en 2 Corintios
5:18 al 20:
"Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios
106
estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en
cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de
Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en
nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios".
El punto que presenta Pablo aquí es que Dios por medio de Cristo, ya estableció la reconciliación para todo el mundo y ofreció una
amnistía general para todos los que pecaron contra él. Los que han
aceptado la oferta de Dios son "embajadores" de él en el sentido de
invitar a otros a aceptar la oferta que hace Dios de reconciliarse con
él también.
La aceptación de la oferta de amnistía de Dios
Esto no significa que en la cruz, Dios perdonó automáticamente a
todos y los salvó. Tanto la historia antigua como la moderna han
mostrado repetidamente que cuando un estado o una provincia que
pertenece a una nación se separa y declara su independencia, a menudo resulta una guerra. Restablecer la unidad y la paz requiere una
reconciliación dejando a un lado las diferencias. Si la nación "madre"
es más fuerte, ella establece las condiciones. Una forma efectiva para
reconquistar la lealtad de tantos rebeldes como sea posible es ofrecer
una amnistía a todos los que cesen en su hostilidad y depongan sus
armas. Aunque esa amnistía se ofrece a un grupo, siempre contiene
condiciones, y beneficia sólo a las personas que aceptan las condiciones.
Los anteriores rebeldes que experimentaron los beneficios de volver a unirse con la nación madre son los mejores "embajadores" a los
rebeldes que todavía luchan. Por ejemplo, Waheed Baghrani, hasta
ahora el comandante talibán de más alto nivel que aceptó la oferta
de amnistía de Afganistán, dijo: "Mi mensaje a los que todavía luchan es que debieran aprovechar esta oportunidad de oro y se vuelvan y construyan el país". 3 En forma similar, Pablo dijo que los cristianos que gozan de paz con Dios (Romanos 5:1) son embajadores a
las personas que todavía están en guerra contra Dios. Nuestra tarea
es decirles que la guerra ya ha sido ganada, ya se ha pagado el pre107
cio de la reconciliación, y la amnistía ya se ha extendido a todos los
que sencillamente la acepten. Estas son las buenas nuevas, el evangelio.
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial en 1945, un soldado
japonés llamado Shoichi Yokoi estaba escondido en la selva de la isla
de Guam, en el Pacífico. Él leyó una hoja que había arrojado un
avión de los Estados Unidos que anunciaba que la guerra había terminado, pero él supuso que era una trampa para que él se rindiera.
Se aisló de la civilización, vivió en un abrigo muy primitivo y subsistió con lo que pudo encontrar en la jungla. Cuando sus ropas se gastaron, se hizo alguna vestimenta con la corteza de los árboles. Vivió
en este estado de estrés y privación, pensando que la guerra seguía
hasta 1972, 27 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Unos cazadores encontraron a Yokoi mientras estaba pescando, y le
dijeron que su pueblo había estado gozando de paz durante décadas.
Es triste que los "embajadores" no lo encontraran antes.
Cuando Jesús dijo: "El que en él cree, no es condenado" (Juan
3:18), estaba hablando del juicio en el sentido de condenación. Él no
quería decir que el tribunal celestial no juzgaría los casos de los creyentes en el sentido de evaluarlos. Pablo escribió: "Todos compareceremos ante el tribunal de Cristo" (Romanos 14:10), y "es necesario
que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para
que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el
cuerpo, sea bueno o sea malo" (2 Corintios 5:10). Y Pedro escribió:
"Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si
primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no
obedecen al evangelio de Dios?" (1 Pedro 4:17).
El juicio previo al advenimiento incluye sólo a los que han tenido
una conexión con Dios, aunque sea nominal. 4 Los rebeldes que nunca depusieron sus armas están automáticamente excluidos de la amnistía, pero los que han recuperado condiciones amistosas pueden,
en algún momento, reclamar los beneficios de la lealtad. La pregunta
es: ¿Son ellos realmente leales como dicen, o han elegido renunciar a
su lealtad? Por cuanto el evangelio invita a los que responden a ofrecer una "rendición incondicional" a Dios y lealtad a él, es necesario
un juicio para estar seguros de que satisfacen las condiciones.
108
Pablo expresó la necesidad de una lealtad continua: "Y a vosotros
también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra
mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo
de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin
mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio
que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro" (Colosenses 1:2123).
La seguridad de la salvación está basada sobre una relación presente y continua con Dios mediante Cristo. Juan dijo: "El que tiene al
Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida" (1
Juan 5:12; la cursiva fue añadida). El no dijo que los que tuvieron a
Cristo en algún momento pasado tienen vida. Tampoco dijo que los
que tienen a Cristo ahora tienen una garantía automática de tener vida en el futuro, aun si se apartan de Cristo.
Resultados del juicio previo al advenimiento
Ya hemos encontrado que en el juicio previo al advenimiento
Dios decide si las personas se salvan o se pierden basado si en su vida posterior a la conversión muestran que han continuado aceptándolo a él y su salvación, y de que él involucra a sus seres creados en
este proceso de juicio. En el antiguo Día de la Expiación, el santuario
que representaba la administración y el carácter de Dios, era purificado (Levítico 16; 23:26-32). Del mismo modo, el juicio del tiempo
del fin "justifica" el santuario (Daniel 8:14) al vindicar el carácter de
Dios como justo cuando distingue entre dos grupos opuestos. 5 Dios
reconoce las elecciones humanas con respecto a él condenando a los
rebeldes y vindicando a los leales, cuyos pecados han sido perdonados.
¿En qué sentido puede un juicio ser considerado como justificando al santuario de Dios? En 2 Samuel 14 encontramos un indicio importante. En este capítulo, la mujer de Tecoa implora al rey David
que le otorgue una amnistía a su "hijo culpable". Ella dice: "Mas el
rey y su trono sean limpios" (versículo 9, traducción del autor). El
109
trono de David representaba su administración, que involucraba su
autoridad y justicia. De la misma manera, el lugar del trono de Dios
–su santuario (Jeremías 17:12)– representa la autoridad y la justicia
de Dios. David y su justicia necesitaban ser legalmente "limpios". Del
mismo modo, la justicia de Dios debe ser vindicada.
¿Por qué la justicia de Dios necesita vindicación? Por una razón:
él y su santuario necesitan ser vindicados por causa de los pecados
de rebeldía desafiante del poder del cuerno pequeño, que difama a
Dios y contamina su santuario, así como el santuario israelita era
contaminado cuando el pueblo de Dios descuidaba su sistema de
adoración (Levítico 20:3; Números 19:13, 20).
Segundo, Dios perdona a las personas verdaderamente culpables,
las llama santas y les da el mundo (Daniel 7 y 8). Al perdonar a tales
personas, él provoca preguntas acerca de su justicia. Considere la
historia de David y la mujer de Tecoa: si la mujer no hubiera tomado
sobre sí la culpa, David como juez hubiera tenido que llevar la responsabilidad judicial y dañado su reputación por la justicia, al permitir que una persona culpable escapara sin castigo. 6
¿Ha pecado usted y luego experimentó el perdón de Dios? Si es
así, usted sabe de qué estoy hablando aquí. Dios perdona a las personas verdaderamente culpables, lo que un juez justo no haría (comparar con Deuteronomio 25:1). Pero Dios lo hace de todos modos,
basado en el sacrificio de su Hijo, quien pagó el costo de la misericordia. Dios es justo cuando justifica a las personas, pero sólo cuando esas personas creen genuinamente en Jesús (Romanos 3:26) como
lo demuestran sus vidas (Gálatas 5:6; Santiago 2:26). El juicio revela
si esto es así o no (Eclesiastés 12:14).
Referencias
Roy Gane, Altar Call, pp. 269, 270.
The New Encyclopedia of Christian Quotations, Mark Water, ed. (Grand Rapids:
Baker, 2000), p. 378.
3 Citado en "Verbatim", Time (13 de junio de 2005), p. 11.
4 Comparar con Elena de White, El conflicto de los siglos (Florida, Bs. Aires: AGES,
1993), p. 534: "En el rito típico, sólo aquellos que se habían presentado ante Dios
arrepintiéndose y confesando sus pecados, y cuyas iniquidades eran llevadas al
santuario por medio de la sangre del holocausto, tenían participación en el servicio
1
2
110
del día de las expiaciones. Así en el gran día de la expiación final y del juicio, los
únicos casos que se considerarán serán los de quienes hayan profesado ser hijos de
Dios. El juicio de los impíos es obra distinta y se verificará en fecha posterior. 'Es
tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios: y si primero comienza por nosotros, ¿qué será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio?' (1 Pedro 4:17)".
5 "'Purificar/ser puros' en Levítico 16 y 'ser justo' en Daniel 8:14 se refieren a lo
mismo de dos maneras diferentes. [...] En los contextos de Job 4:17, Levítico 16 y
Daniel 8:14, estas palabras significan básicamente lo mismo: la purificación legal o
vindicación" (Gane, pp. 242, 243; comparar con Niels-Erik Andreasen, "Translation
of Nisdaq/Katharisthemsetai en Daniel 8:14", en Symposium on Daniel, Daniel and Revelatíon Committee Series 2, Frank H. Holbrook, ed. [Silver Spring, Md.: Biblical
Research Institute, 1986], pp. 483-486; Richard M. Davidson, "The Meaning of Nisdaq en Daniel 8:14”, Journal of the Adventist Theological Society 7 [1996], pp. 11, 112).
6 Gane, pp. 233, 234; Roy Gane, Leviticus, Numbers, pp. 284, 285. Para más detalles,
ver Roy Gane, Cult and Character, pp. 318-323, 338-344.
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C
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1 3
La relación entre
el evangelio y el juicio
E
m
l antiguo Día de la Expiación involucraba un juicio entre los israelitas leales y los desleales que era un anticipo del juicio preadvenimiento. Los leales recibían la purificación moral (Levítico
16:30), pero los desleales eran condenados (23:29, 30). 1 Como en el juicio previo al advenimiento, el Día de la Expiación se limitaba al pueblo
de Dios (ver el capítulo 12). En este caso, el pueblo de Dios se definía
como la comunidad de los israelitas, que experimentaban el beneficio
expiatorio de los holocaustos matutino y vespertino (Números 28:1-8)
que apuntaban hacia el sacrificio futuro de Cristo.
No todos los israelitas eran leales. Entre ellos había quienes habían saboreado el don celestial de la liberación de la esclavitud y del maná en el
desierto, pero que en forma ingrata eligieron rebelarse pecando con desafío. Así despreciaron la provisión gratuita de Dios de restauración, y/o
rehusaron mostrar una lealtad humilde a Dios en el Día de la Expiación
al no practicar la negación propia ni la abstención del trabajo (ver Hebreos 6:4; Números 15:30, 31; capítulo 16; Levítico 23:29, 30).
Lo que las personas hacen demuestra dónde está su lealtad. La lealtad no es sencillamente un concepto abstracto distinto de las acciones.
¿Es leal a su esposa un hombre que tiene un "affaire"? ¿Es leal un político
que miente a los miembros de su distrito? ¿Es leal un profesor "cristiano"
de Biblia que socava la fe de sus estudiantes? Por supuesto que no.
Mostramos nuestra lealtad a Dios por medio de nuestras acciones.
Sin embargo, ninguna de nuestras acciones leales pueden salvarnos.
Dios nos salva por su gracia, que nosotros recibimos como un regalo
112
por fe/confianza en él (Efesios 2:8, 9). Pero la fe necesariamente produce acciones leales. Jesús perdonó a la mujer encontrada en adulterio, borrando su culpabilidad. Pero entonces ella debía atesorar el perdón y vivir en armonía con él (Juan 8:11). Dios la tendría por responsable por su vida sólo después de su conversión.
Jesús nos toma como somos, pero no nos deja así. Santiago dijo:
"Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin
obras está muerta" (Santiago 2:26). Una fe viva es activa, sociable y abnegada, obrando mediante el amor, que es el principio básico del carácter y la ley de Dios (Gálatas 5:6; 1 Juan 4:8; Mateo 22:37-40). La fe de
una persona perezosa que no hace nada positivo en favor de nadie,
está muerta. De hecho, no es fe de ningún modo, y sin una fe viva, la
ecuación de la salvación: gracia + fe = salvación está rota. La fe es la
mano humana que se aferra de la gracia, la mano de Dios. Pero una
mano humana muerta no puede aferrar nada. Cuando Dios le dijo a
Abram (más tarde Abrahán) que saliera de su tierra a un país que él le
mostraría, Abram anunció a Sarai, su esposa, y a todo su clan que
empacarían y se mudarían. Así "se fue Abram, como Jehová le dijo"
(Génesis 12:4). ¿Fue eso fe u obras? Sí, y sí, porque la fe y las obras son
inseparables.
El libro de Eclesiastés termina con las palabras: "Dios traerá toda obra
a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala"
(Eclesiastés 12:14). Antes mencionamos las palabras de Pablo: "Porque
es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de
Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo" (2 Corintios 5:10). ¿Cómo puede Dios juzgarnos con justicia sobre la base de nuestras obras cuando
no somos salvados por nuestras obras, sino más bien somos salvados
por gracia mediante la fe? La respuesta es que nuestras obras revelan
fielmente la calidad de nuestra fe así como la calidad de una casa revela la calidad de la mano de obra que la fabricó.
Hay un incidente acerca de dos artistas brillantes, uno que trabajaba
intensamente y uno que sólo se sentía motivado por un desafío. Un rey
los comisionó para que decoraran una gran galería en su palacio; un
artista debía pintar la pared de un lado, y el otro, la pared opuesta. El
rey prometió pagarles en oro al fin del año.
113
El artista industrioso comenzó de inmediato a pintar, y trabajó
diligentemente todo el año. El otro artista pospuso su tarea hasta una
semana antes de que terminara el año, confiando que su genio le permitiría hacer el trabajo en un tiempo breve. Cuando al final fue a la galería, descubrió con horror que su colega había realizado una tarea artística
tan intrincadamente magnífica que no había manera en que él podría
igualarla en el tiempo que le quedaba. De modo que cubrió su lado de la
galería con espejos que reflejaran la obra del otro hombre.
Entonces vino el rey para inspeccionar la galería. Miró con placer y admiración la obra del artista industrioso, lo felicitó calurosamente, y dio la
orden a sus servidores que trajeran las bolsas de oro resplandeciente para
pagarle. Entonces el rey se dio vuelta para irse. Alarmado, el artista perezoso preguntó: "Pero, su Señoría, ¿dónde está mi paga?" El rey señaló el reflejo del oro en los espejos que el artista había instalado, y contestó: "¡Allí!"
La calidad del trabajo que él había elegido producir revelaba su carácter y
determinó su paga.
Alguien podría objetar: "Dios puede leer nuestros pensamientos (Génesis 6:5; Salmo 139:23; Mateo 12:24, 25; Lucas 7:39, 40). ¿Por qué no nos
juzga por nuestros pensamientos de fe en vez de nuestras obras?"
Él no lo hace porque el juicio de Dios no es para informar a Dios ¡sino
para informar a sus seres creados, que no saben todo, y que no pueden
leer los pensamientos! 2 En un tribunal, ¿tendría sentido presentar como
Prueba Nº 1 una evidencia que ni el juez ni el jurado pudieran ver? De
modo que el juicio final, realizado para beneficio de los habitantes del
universo, debe presentar evidencias que ellos puedan ver.
Cómo nos juzga Dios
Si somos salvados por la gracia mediante la fe/confianza en Dios que
resulta en obras, ¿significa esto que contribuimos a nuestra propia salvación? No. Efesios 2:8 dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y
esto no de vosotros, pues es don de Dios" (la cursiva fue añadida). Por nosotros mismos, no poseemos suficiente fe como para salvarnos. Sólo podemos clamar a Dios: "Creo; ayuda mi incredulidad" (ver Marcos 9:24). Ni
tampoco podemos arrepentimos por nosotros mismos. El arrepentimiento es un don de Dios (Hechos 5:31; 2 Timoteo 2:25). Aun la obe114
diencia a Dios es un don porque Dios derrama su amor, la base de su ley,
en nuestros corazones mediante su Espíritu Santo (Romanos 5:5).
Si todo lo que necesitamos para la salvación es un regalo, ¿sobre qué base puede juzgarnos Dios? Estamos tan acostumbrados a las evaluaciones sobre la base de nuestras realizaciones, sea en la escuela, los deportes, la música o el trabajo, que tendemos a creer que Dios también debe juzgarnos
por lo que hacemos. Tenemos dificultades en meter dentro de nuestros
cráneos que Dios realmente nos juzga sobre ¡cómo recibimos sus dones! No
es por lo que hacemos para él, sino por lo que le dejamos hacer a él por nosotros.
"Somos salvos por la gracia, y por la gracia sola. Pero cuando somos
salvados por la gracia, hacemos obras que Dios acepta como buenas. De
modo que se observa que cuando Dios nos juzga por nuestras obras, sencillamente está juzgando si hemos recibido su gracia o no como el poder
para hacer buenas obras. Si somos salvados por la gracia de Dios, nuestras
obras serán obras buenas. Si no somos salvados por la gracia de Dios, nuestras obras serán obras pecaminosas. Por esto Dios nos juzga por nuestras
obras". 3
La virgen María lo dijo bien cuando el ángel Gabriel le contó que
daría a luz al Mesías. Ella contestó: "He aquí la sierva del Señor; hágase
conmigo conforme a tu palabra" (Lucas 1:38). Ella dijo sencillamente "Sí" a
Dios, dejándolo hacer con ella lo que deseaba: permitiéndole plantar a
Cristo en su vientre mediante el Espíritu Santo (versículo 35). Experimentamos algo parecido espiritualmente: Si le decimos sí a Dios, Cristo y
su amor vendrán a nuestras mentes y corazones mediante el Espíritu Santo (Juan 14:15-20, 23; Romanos 5:5; 8:9, 10; Gálatas 2:20; Colosenses 1:27;
Apocalipsis 3:20), quien nos dará un nuevo nacimiento espiritual (Juan
3:3-8). 4
¡Cuán diferente es esta "posesión divina" de la posesión demoníaca!
Los brujos adquieren poder al invitar a los demonios a sus cuerpos.
Cuanto más poderosos son los demonios, más poder poseen los brujos... y
tanto más fuerte y peligrosamente son esclavizados por Satanás y sus malvados ángeles caídos, que son egoístas y crueles, y que no respetan la libertad de elección de los hombres. 5 La "posesión divina" es tan real como
la posesión demoníaca, aun cuando la mayoría de los cristianos no la
tratan como algo real. Pero no son meros ángeles los que viven en no115
sotros. Más bien, invitamos al Dios del universo, a nuestro Creador, a
entrar en nosotros. ¡Qué poder es éste! Cuando Cristo y su Espíritu
Santo moran en nosotros, no necesitamos tener absolutamente ningún
temor de peligros posteriores de los comparativamente débiles poderes de las tinieblas (Romanos 8:31, 39).
La "posesión divina" no significa que tenemos el poder que está en
armonía con las normas terrenas de riqueza, fama y la capacidad de forzar a otros a hacer nuestra voluntad. Tampoco significa necesariamente
que somos inmunes a todo daño físico, de modo que las balas que
vienen en dirección a nosotros siempre caen al suelo ante de tocarnos.
Dios no nos controla pasando por alto nuestra capacidad de elegir lo
que haremos, aunque bajo circunstancias especiales él se ha mostrado
capaz de hacer eso con personas tercas (ver, por ejemplo, Números 24;
1 Samuel 19:23, 24). Pero él da el valor y la capacidad a las personas de
hacer cosas maravillosas que de otro modo no hubiesen hecho (ver el
libro de los Jueces y de los Hechos). Sobre todo, él provee su clase de
amor, que es la fuerza más poderosa del universo y es lo opuesto al
egoísmo que gobierna a Satanás, a sus horribles demonios, y a quienes
ellos poseen. Los cristianos han sufrido pérdidas catastróficas al apreciar
muy poco lo que Dios quiere hacer por ellos, en ellos y a través de ellos.
Una de las expresiones más poderosas de cómo Dios quiere cambiarnos para el bien está en Tito 3:4 al 7:
"Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su
amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento
de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador".
¿Quién nos salvó?
Dios.
¿Por qué?
No por alguna cosa justa que nosotros hubiéramos hecho, sino
porque nos ama.
¿Cómo nos ha salvado?
Dándonos misericordiosamente un nuevo nacimiento y la renovación por el Espíritu Santo, que está abundantemente disponible para
nosotros por causa de Cristo.
116
Habiendo recibido este renacimiento y esta renovación, hemos sido justificados –en otras palabras, hechos justos– por su gracia. Así que
por "el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo" tenemos la misma experiencia que "siendo justificados por
gracia", por la que somos herederos de vida eterna. 6
Transformación
Por supuesto, esta experiencia incluye la libertad legal de la condenación por nuestros pecados (Romanos 8:1). Pero involucra mucho
más también: la transformación de adentro hacia afuera mediante la
morada de Cristo y su Espíritu Santo. Dios no nos declara justos como
una clase de ficción legal. Más bien, nos hace justos y nos declara así
por lo que él hace de nosotros. No podemos separar su declaración de
la transformación que él realiza. 7 Recuerde que en el principio, cuando
Dios habló, fue así.
Es interesante que en la Biblia hebrea, ciertos verbos que significan
"crear" (raíz br) y "perdonar" (raíz slh) se usan sólo en conexión con lo
que Dios hace. Los seres humanos pueden crear en el sentido de hacer
cosas, pero siempre las hacen con algo que ya existe. Por otro lado,
Dios puede hacer cosas de la nada (Hebreos 11:3). Los seres humanos
pueden perdonar los males que se hacen unos a otros. Dios, por otro
lado, tiene una especie de perdón especial que no sólo renuncia a la
"deuda" sino también produce una restauración y una transformación
positiva por su poder recreador. Elena de White estaba en lo justo cuando observó:
"Pero el perdón tiene un significado más abarcante del que muchos
suponen. [...] El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por
el cual libra de la condenación No es sólo el perdón por el pecado. Es
también una redención del pecado. Es la efusión del amor redentor que
transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del perdón
cuando oró: 'Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí' (Salmo 51:10)". 8
Ahora estamos listos para comprender la profunda profecía que
señalaba hacia adelante, a Cristo, y lo que él realizaría por nosotros como el "siervo" sufriente de Dios. Traducido en forma bastante literal,
117
Isaías 53:11 dice: "Mi siervo hará justa a una persona justa para muchos"
(traducción del autor). Esto es lenguaje de juicio. Comparar con Deuteronomio 25:1 y 1 Reyes 8:32, donde un juez justo "hace" justos a los justos y
"hace" malvados a los impíos, es decir, el juez vindica o condena de acuerdo con la realidad del carácter de la persona. Hacer de otro modo es injusto (Proverbios 17:15; Isaías 5:23).
Isaías 53:11 dice que el siervo de Dios vindica a muchas personas. ¿Sobre qué base? Las siguientes palabras dan la respuesta: "Llevará las iniquidades de ellos". ¿Eso los hace justos? Sí, o él no sería justo al vindicarlos.
Dios dice: "Yo no haré justo al impío" (Éxodo 23:7, traducción del autor).
El sacrificio de Cristo muestra que Dios es justo cuando justifica a los
que tienen fe en Jesús (Romanos 3:25, 26). ¿Por qué? Este sacrificio, recibido por fe, hace que una persona sea justa de modo que pueda ser justamente juzgada como justa. Esto no es una ficción legal, sino, en cambio,
una transformación tanto en carácter como de posición por la gracia divina. No que las personas que recién son "justas" sean instantáneamente
perfectas, sino que ahora han prometido lealtad al Señor y reciben su Espíritu renovador (Tito 3:4-7; Romanos 5:5).
Como cristianos, todas nuestras obras buenas y leales son parte de la
recepción del don de Dios. Pero si nuestra salvación fuera totalmente un
don, ¿por qué debemos luchar? Aquí hay tres razones. Primera, estamos
en conflicto con el pecado, con Satanás, y con las distracciones de la vida,
que nos atraen para apartarnos de nuestra lealtad a Dios (ver Mateo 13:1922). Ser sobrios y vigilantes "porque vuestro adversario el diablo, como
león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" demanda una
atención constante (1 Pedro 5:8).
Segunda, es difícil para las personas orgullosas y autosuficientes aceptar un regalo o decir: "Sí, necesito ayuda". Esposas, esa es la razón por la que
los esposos prefieren dar vueltas en el auto durante horas en lugar de tomar un momento para detenerse y pedir ayuda, o porque prefieren andar a los tropezones en el matrimonio durante décadas en vez de pasar
unas horas con un consejero matrimonial cristiano.
Tercera, recibir un regalo puede demandar trabajo. Hace un par de
años, mis padres me dieron su automóvil modelo 1985, por el cual estuve
profundamente agradecido. Ir desde California a mi hogar en Michigan,
y mantenerlo allí ha significado algo de tiempo y esfuerzo, pero todavía
118
era un regalo. Recibir de Dios el regalo de un carácter puro, fuerte y
amante requiere cooperación de nuestra parte mientras las dificultades
de la vida nos refinan. Por esto Pablo pudo decir: "También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y
la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza" (Romanos 5:3, 4).
¿Juicio versus seguridad evangélica?
Algunas personas dicen que la idea de un juicio preadvenimiento elimina la seguridad evangélica de la salvación que los cristianos deberían gozar. Dale Ratzlaff escribió un libro titulado The Cultic Doctrine of Seventh-day
Adventists [La doctrina cúltica de los adventistas del séptimo día]. Su libro
se opone al concepto de un juicio investigador en el santuario celestial
antes de la segunda venida de Cristo. En él, Ratzlaff contrasta "las enseñanzas del juicio investigador" (columna izquierda en el cuadro) con su
propio concepto evangélico, que él llama "enseñanza de la Escritura" (columna derecha). 9 No hay dudas de que la última categoría contiene verdades, pero es una verdad parcial que se ajusta con "la enseñanza del juicio investigador" en el cuadro bíblico más amplio, en vez de oponerse a
ellas como alega Ratzlaff. 10
Podemos confirmar y enriquecer nuestra comprensión de la relación
entre el evangelio y el juicio al responder brevemente a cada uno de los
contrastes, que Ratzlaff ha resumido convenientemente en una tabla. Sus
"contrastes" aparecen en los cuadros siguientes en negrita, y mis respuestas siguen en redonda.
Enseñanzas del juicio investigador:
Enseñanzas de las Escrituras:
La sangre cargada de pecados contamina
La sangre limpia
Ratzlaff objeta a la enseñanza de que cuando Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, aplica su propia sangre del sacrificio para limpiarnos del pecado,
su sangre llega a ser el medio de transferir nuestros pecados al santuario
celestial, con el resultado de que el santuario debe ser limpiado mediante
un juicio previo al advenimiento. Ratzlaff cree que esta idea arroja una
119
sombra sobre la sangre de Cristo al decir que contamina. Sin embargo, la
sangre del sacrificio, por sí misma, no contamina. Más bien, se lleva la contaminación de la gente cuando se la usa para limpiarlos, de modo que lo
que la recibe (incluyendo el santuario) también recibe la impureza que ella
lleva (Levítico 6:27, 28). 11 Compare la forma en que el agua del baño lleva
la suciedad del cuerpo, con la forma en que la sangre actúa como un
agente en el cuerpo para llevarse los productos de desperdicio. No hay
nada de malo en el agua o la sangre. ¡Sencillamente hacen el trabajo que
les corresponde!
El pecado borrado después de 1844
El pecado borrado al arrepentirse
Los pecados son eliminados mediante un proceso de expiación en dos
fases: 1) al arrepentirse la persona, el perdón quita el pecado del pecador
(Levítico 4:26, 31), y 2) eventualmente, la purificación del santuario en el
Día de la Expiación resulta en la purificación final del pueblo de Dios (Levítico 16:30; comparar con 1 Juan 1:9; Jeremías 31:34). Antes de que el pecado sea finalmente purificado o borrado –es decir, hecho irrelevante por
la eternidad– el no vivir en armonía con el perdón que se ha recibido
puede llevar a la pérdida de ese perdón (Mateo 18:23-25).
Recuerde que el juicio preadvenimiento, la realidad del tiempo del fin
que el Día de la Expiación señalaba, trata con la vida de la persona después de la conversión, que Dios posibilita (ver Juan 8:11). El juicio no tiene
la intención de decidir quién haya pecado, porque todos han pecado
(Romanos 3:23). Más bien, es acerca de quién es perdonado: o sea, tiempo
presente, "es y sigue siendo", no "fue".
Si permitimos que la gracia de Dios siga trabajando en nuestras vidas,
el juicio reafirma nuestro perdón y pone nuestra certeza en concreto al
hacer que nuestros pecados sean eternamente irrelevantes. Compare el hecho de que en el Día de la Expiación, el sumo sacerdote aplicaba la sangre
en los lugares precisos donde se aplicaba durante todo el año, afirmando
el perdón que los israelitas ya habían recibido (Levítico 16:16, 18, 19; comparar con 4:6, 7, 17, 18, 25, 30, 34).
120
Énfasis en las obras personales
Énfasis en la fe en Cristo
Somos salvados por la gracia mediante la fe en Cristo (Efesios 2:8, 9), y
esta relación salvadora del nuevo pacto resulta en obras de amor porque
Dios escribe su ley de amor en nuestros corazones mediante su Espíritu
(Gálatas 5:6; Jeremías 31:31-34); comparar con Mateo 22:36-40; Romanos
5:5). La falta de obras de amor es un síntoma de que la fe está muerta
(Santiago 2:26), lo que significa que la persona no ha aceptado la gracia
salvadora de Dios. Las obras no nos salvan, pero no somos salvados sin
las obras que resultan de aceptar el don divino de la salvación. El caballo
que da fuerza (la gracia) debe estar delante del carro (obras), pero el carro
también debe estar presente. De modo que sería engañoso decir que las
obras no tienen nada que ver con nuestra salvación. El juicio trata con
las obras como evidencias de la fe porque el juicio existe para el beneficio
de los seres creados por Dios, que no pueden leer los pensamientos de
fe (Salmo 62:12; Eclesiastés 12:14; Mateo 16:27; 1 Pedro 1:17; Apocalipsis
20:12; 22:12; comparar con Daniel 7:10).
Debe lograr la perfección
del carácter personal
Debe confiar en la perfección
sin pecado de Cristo
Cristo es nuestro Portador de pecados libre de culpa, nuestro ejemplo y compasivo Sumo Sacerdote (1 Pedro 2:21-25; Filipenses 2:5-8; Hebreos 4:14-16). El quita la condenación que es nuestra por causa de los
pecados pasados y transforma nuestras vidas mediante su Espíritu (Juan
3:3-17; 8:11; Tito 3:4-7). Así como Dios le pidió a Abrahán que fuera
"perfecto" (intachable) (Génesis 17:1), Cristo hace que su pueblo sea
perfecto (intachable) (Efesios 5:25-30; Apocalipsis 14:5; 19:7, 8). Su obra es
la de hacernos perfectos. Nuestra parte es la de ser leales (Levítico 23:2732; Apocalipsis 14:12), siguiendo de todo corazón a Dios dondequiera que
él nos conduzca (Números 14:24) y aceptando lo que él quiera hacer con
121
nosotros (Lucas 1:38). El juicio de Dios sencillamente acepta las decisiones
de la gente para ser la clase de personas que han elegido ser (Apocalipsis
22:11).
El Juicio trata con el pueblo
El Juicio trata con los impíos
El antiguo Día de la Expiación trataba con los miembros nominales del
profeso pueblo de Dios, es decir, los israelitas, limpiando de pecados a los
que permanecían leales (Levítico 16:29, 30) y condenando a los que eran
desleales (Levítico 23:27-32). En forma similar, el juicio del tiempo del fin
que vindica la justicia de Dios como se representa con la purificación del
santuario, trata con el pueblo nominal de Dios, los que por lo menos se
llaman "cristianos". Este juicio beneficia a los "santos del Altísimo" (Daniel 7:22, 27) y condena al poder apóstata del cuerno pequeño (Daniel
7:11, 26; 8:25), que hemos identificado con un poder profesamente "cristiano": la Iglesia de Roma (ver el capítulo 4 de este libro). El juicio preadvenimiento no trata con los "impíos" en general, los que no tuvieron conexión con Dios.
La expiación no fue completada
en la Cruz
La expiación fue completada
en la Cruz
La expiación fue completada en la cruz en el sentido de que la muerte
única de sacrificio expiatorio de Cristo hizo una provisión completa para
la salvación de todos los seres humanos (Hebreos 9:28; comparar con
Romanos 5:12-17). Sin embargo, para recibir el beneficio de la expiación,
cada persona debe aceptar a Cristo por la fe (Juan 3:16-18; Efesios 2:8, 9).
La expiación es una reconciliación de las relaciones. De modo que el proceso de la expiación continúa mientras estamos siendo reconciliados con
Dios. Décadas después que Cristo muriera en la cruz, Pablo apeló a los co-
122
rintios diciéndoles: "Reconciliaos con Dios" (2 Corintios 5:20), y su apelación es bien apropiada para nosotros hoy. 12
La mediación sacerdotal de Cristo es una obra de expiación necesaria y
también lo es su ministerio de juicio del Día de la Expiación (Hebreos 9:1115, comparar con Levítico 4:31; Daniel 8:14; Levítico 16, Día de la Expiación).
Pero debemos recordar que toda expiación, incluyendo la del juicio del
tiempo del fin, fluye de la muerte como sacrificio único de Cristo (ver Levítico 16:11, 15; Apocalipsis 5:6).
Cristo tiene un ministerio de pie,
de súplica
Cristo tiene un ministerio sentado, de victoria
Ambas expresiones son correctas. Desde su ascensión, Cristo ha sido
victorioso y en condiciones de sentarse con su Padre (Hebreos 1:3). Él
puede ponerse de pie si la situación lo requiere (Hechos 7:56). Él puede
caminar como Mediador, atendiendo las necesidades de las iglesias sobre la tierra (Apocalipsis 1:12-20). Como nuestro Mediador, él puede
ponerse de pie para alegar como nuestro Abogado defensor porque él
lleva el evento de la cruz consigo (Apocalipsis 5:6). Su "súplica" no es un
pedido como de mendigos. Más bien, es más como un pedido legal en
una situación en un tribunal. En el caso de Cristo, su pedido es una
demostración triunfante de la evidencia por su sacrificio, que hace posible que él salve a todos los que aceptan lo que él ha hecho por ellos.
Referencias
Roy Gane, Leviticus, Numbers, pp. 408, 409; Roy Gane, Cult and Character, pp. 305-323
Comparar con John T. Anderson, Investigating the Judgment, pp. 44-46
3 Erwin R. Gane, Jesús Ordy: Paul's Letter to the Romans (Roseville, Calif.: Amazing
Facts, 2005), p. 48
4 Ver Ibíd.,p. 123, Nº 1
5 Rebecca Brown, He Carne to Set the Captives Free, especialmente las páginas 45-47, 62
6 E. R. Gane, pp. 29, 32, 33, n. 3
7 Ver Ibíd., p. 70
1
2
123
8 Elena G. de White, El discurso maestro de Jesucristo (Florida, Buenos Aires: Asoc.
Casa Editora Sudamericana, 1975), p. 97
9 Dale Ratzlaff, The Cultic Doctrine of Seventh-Day Adventists (Sedona, Ariz.; Life Assurance Ministries, 1996), p. 223
10 Comparar con la crítica de Clifford Goldstein del libro de Ratzlaff, titulada Graffíti
in the Holy of Holies (Nampa, Idaho: Pacific Press, 2003). Yo escribí mi libro Altar Call
en parte para responder a las objeciones de Ratzlaff al juicio previo al advenimiento,
pero no lo mencioné por nombre, ni tampoco a quién estaba respondiendo. Hay lugar para debates publicados y comentarios que se refieren específicamente a autores y los hacen responsables por lo que escribieron con el fin de aguzar y hacer progresar nuestra comprensión colectiva. Sin embargo, en Altar Call mi meta era ayudar
al lector a concentrarse en el Dios del santuario y a enamorarse de él, un enfoque
que en última instancia apoya nuestra enseñanza del santuario de la manera más
poderosa.
11 Ver Roy Gane, Altar Call, pp. 206, 207; Gane, Leviticus, Numbers, pp. 148-150. Para
más detalles, ver Gane, Cult and Character, pp. 165-180
12 Ver además en Gane, Altar Call, pp. 123-127
124
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1 4
De qué modo el juicio
marca la diferencia
N
m
o se puede vivir en una zona de guerra y escapar del impacto
de la guerra. Las personas que sobrevivieron a conflictos armados en lugares como Ruanda, Kosovo e Irak, nos cuentan
que el peligro produce temor, sufrimiento y dolor. También consume
tiempo, energía y recursos que se podrían usar en otras cosas. Aun fuera del terrible costo de la guerra en muertes y heridas, es costoso física,
emocional y económicamente.
“Cada fusil que se fabrica, cada barco de guerra que es botado, cada
cohete enviado significa en el sentido final, un robo contra los que tienen hambre y no son alimentados, los que tienen frío y no son abrigados. Este mundo armado no gasta sólo dinero. Está gastando la traspiración de los trabajadores, el genio de los hombres de ciencia, las esperanzas de sus niños. Esta no es una manera de vivir en ningún sentido.
Bajo las nubes de la guerra, la humanidad está colgada de una cruz de
hierro” (Dwight Eisenhower, 16 de abril de 1953). 1
Pero, ¿qué pasa si usted sabe que viene ayuda en camino? ¿Que las
fuerzas de liberación han obtenido una victoria decisiva? ¿Que la guerra casi ha terminado? ¿Que mientras todavía está en una zona de guerra, la paz llegará pronto? ¿Que el Día D está en el pasado, y el Día V
está casi aquí? Su desánimo y resignación se transformarían en esperanza y energía. Se prepararía para saludar y cooperar con los que están
a punto de liberarlo.
Este es el lugar donde estamos en la gran guerra. Cristo ha obtenido
la victoria decisiva en la cruz, y está en la etapa final de liberar por
125
completo al mundo: ¡el juicio previo al advenimiento! Al final del juicio,
que puede suceder en cualquier momento, su pueblo será confirmado
como suyo (ver Apocalipsis 7:3, 4: el sellamiento). Lo siguiente será la
segunda venida de Cristo. Más bien que quemamos con celo legalista
para tratar de salvamos, lo que es suicida y sin esperanza, podemos llenamos con expectativa gozosa mientras nos preparamos para dar la
bienvenida a nuestro Salvador. Es tiempo de levantar nuestras cabezas
porque nuestra redención está cerca (Lucas 21:28).
“Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda
lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la
tierra; porque Jehová lo ha dicho. Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es
nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien
hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación”
(Isaías 25:8, 9).
Muchos libertadores envían agentes con anticipación para preparar
el camino antes que comience el asalto final. Primero van los exploradores para evaluar la situación, agentes de inteligencia para ayudar a los comandantes a decidir las mejores estrategias, y coordinar con
la gente local que han estado ofreciendo resistencia encubierta contra el
enemigo. Luego los comandantes envían ataques aéreos y paracaidistas
para ablandar al enemigo y servir de punta de lanza como ataque inicial, después de lo cual entran los tanques. La invasión es un proceso
que comienza mucho antes del principio de la batalla final.
Otra vez, allí es donde estamos. Dios conoce la situación, de modo
que no necesita espías para informarle acerca de lo que está sucediendo.
Pero él envió sus agentes celestiales -el Espíritu Santo y los ángeles- para enseñar, equipar y dar el poder a la gente local para que cooperen
con él en hacer su conquista tan efectiva como sea posible. Sólo que en
esta guerra, la efectividad no se define por la cuenta más elevada de
cuerpos en el menor tiempo posible. Al contrario, se define como salvar
a tantas personas como sea posible de la destrucción definitiva que Satanás y sus aliados pronto experimentarán.
Hasta cierto punto, la situación que hemos estado describiendo ha
sido cierta a lo largo de toda la era cristiana. Sin embargo, el hecho de
que estamos viviendo ahora en el período final cuando “la hora de su
juicio ha llegado” (Apocalipsis 14:7) da un tremendo sentido de urgen126
cia porque queda muy poco tiempo para que los demás seres humanos
cambien su lealtad del poder satánico y de las “bestias” humanas (Apocalipsis 13) a la de su Creador y Salvador, el Rey del universo.
Si realmente creemos que “la hora de su juicio ha llegado”, temeremos “a Dios” y le daremos gloria, y adoraremos “a aquel que hizo
el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:7).
Si realmente lo creemos, guardaremos los mandamientos de Dios y nos
aferraremos a nuestra fe en Jesús (versículo 12). Si realmente lo creemos, saldremos del poder de la “Babilonia” del tiempo del fin, apóstata,
mundana y opresiva, que se opone a Dios como las antiguas Babilonia,
Medo-Persia, Grecia y Roma (Apocalipsis 18:4; comparar con 14:8). 2
Si realmente creemos que “la hora de su juicio ha llegado”, nuestras
prioridades, metas y cursos de acción diferirán radicalmente de las personas que están concentradas en la seguridad temporal, el materialismo
y la gratificación terrenal, incluyendo a los cristianos tibios de Laodicea
(Apocalipsis 3:14-21). No invertiremos todas nuestras energías en apilar
dólares, pesos, euros, dinares o yen, y las cosas de moda que el dinero
puede comprar. No nos asimilaremos a la cultura humanista y secular
de la sociedad contemporánea que ahoga la “voz suave y queda” del
Espíritu Santo. Tendremos el valor de ser diferentes, como Daniel, cuya
lealtad a Dios fue tan fuerte que los imperios no pudieron sacudirla.
“El acusador de los hermanos”
Apocalipsis 12:10 al 12 tiene un significado especial para nosotros
hoy, quienes vivimos durante el juicio preadvenimiento:
“Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la
salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su
Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han
vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual
alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la
tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira,
sabiendo que tiene poco tiempo”.
Es cierto que Satanás ya era el acusador del pueblo de Dios en tiem127
pos antiguos (Job 1 y 2; Zacarías 3). También es cierto que cuando Cristo estuvo en la tierra, él derribó a Satanás al derrotar a sus demonios
mediante su ministerio y el de sus discípulos (Lucas 10:18) y sobre todo
al morir en la cruz para recuperar el mundo (Juan 12:31, 32). Sin embargo, hay un sentido especial en el que el juicio preadvenimiento derriba
al “acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (Apocalipsis 12:10).
El propósito del juicio preadvenimiento es precisamente vindicar a
Dios contra las acusaciones de Satanás y su cohorte. Ellos acusan a Dios
diciendo que es injusto cuando salva a algunos y no a otros (ver los capítulos 4 y 12 del presente libro). Y Satanás se enfurece especialmente
porque quienes aceptan a Cristo no sufrirán la suerte definitiva en el lago de fuego (Apocalipsis 20). Cada persona que se salve es una victoria
para Dios, a quien Satanás odia. De modo que Satanás es el “acusador
de nuestros hermanos”, es decir, de nuestros hermanos y hermanas que
son leales a Dios. Para privar a Dios de su compañía, Satanás dice que
porque ellos pecaron, merecen la muerte eterna. La gran guerra termina
con el mismo problema que Satanás provocó al principio: el carácter de
Dios.
No pase por alto los siguientes puntos vitales:
1. Es Satanás, y no Dios, quien está tratando de quitarnos nuestra
seguridad de la salvación. En su intento por destruir a las personas, él
las tienta a pecar y luego las acusa precisamente por haber cometido
esos pecados.
2. El juicio previo al advenimiento confirma la seguridad de la salvación a los que son leales a Dios, confundiendo las acusaciones de Satanás. Los que están protestando que el juicio preadvenimiento destruye la verdadera seguridad cristiana del evangelio, están viendo la situación al revés. Los únicos que encuentran que el juicio los amenaza son
los desleales a Dios.
3. No es extraño que veamos a Satanás “con gran ira, sabiendo que
tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12). La mayor parte del mundo cristiano no comprende o no acepta el juicio previo al advenimiento, pero
¡Satanás sí! En un sentido intelectual, él es un mejor teólogo que la mayoría de los teólogos humanos, aun cuando él está del lado equivocado
de la teología.
128
4. La gente que está totalmente comprometida con Dios es victoriosa sobre Satanás “por medio de la sangre del Cordero y de la palabra
del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte”
(Apocalipsis 12:11). Apocalipsis 12:17 se refiere también a su lealtad y a
la base de su victoria. “El dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue
a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. Este versículo describe a los fieles seguidores de Cristo a lo largo de la era
cristiana, pero tiene un significado especial durante el tiempo del juicio
preadvenimiento, cuando los que perseveran en su lealtad a Dios
“guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12:17).
Confianza, en vez de negación 3
Muchos cristianos están en un estado de negación acerca del juicio
porque le tienen miedo. Un estado de negación es un fenómeno psicológico fascinante y peligroso. Desde la destrucción de las torres gemelas
en Nueva York el 11 de setiembre de 2001, un estudio del National Institute of Standards and Technology investigó la capacidad de las personas de evacuarse cuando hay un peligro inminente. La intención era
hacer que las operaciones de advertencia y rescate sean más exitosas en
el futuro. Uno de los problemas mayores es que se necesita tiempo para
que la realidad del peligro penetre en la conciencia de la gente, aun
cuando el peligro sea obvio.
Cuando el avión chocó con el edificio en que estaba Elia Zedeño el
11 de setiembre, el efecto no fue sutil. Desde el piso 73 de la torre 1,
ella oyó una explosión enorme y sintió que el edificio realmente se
había inclinado hacia el sur, como si estuviera por caerse. Nunca antes había sentido eso, aun cuando en 1993 una bomba estalló en el
subsuelo, atrapándola en un ascensor. Esta vez, Zedeño se aferró de
su escritorio y levantó los pies del suelo, y gritó: “¿Qué está pasando?”
Uno pensaría que su siguiente instinto fue el de huir. Pero ella tuvo
la reacción opuesta. “Lo que yo realmente quería era que alguien me
129
gritara: “Todo está bien. No te preocupes. Está en tu cabeza”.
Ella no lo supo en ese momento, pero a su alrededor otros tenían la
misma incredulidad. Y las reacciones no son únicas del 9/11. Sea en
naufragios, huracanes, desastres aeronáuticos, o incendios en edificios,
la gente en peligro experimentan etapas notablemente similares. Y la
primera -aun ante un peligro claro y urgente- es casi siempre un período de profunda incredulidad. 4
Elia pudo salir del edificio a tiempo porque una de las compañeras
de trabajo respondió en forma diferente y les gritó a ella y a otras que
salieran. Pero muchos otros en las torres gemelas demoraron demasiado y perecieron. “Por lo menos 135 personas que teóricamente tenían acceso a escaleras abiertas -y tiempo suficiente para usarlas- nunca
lo lograron”. 5
Queremos intensamente que nuestra situación estable continúe; vacilamos en renunciar a ella hasta que estamos obligados. Algunas veces
la advertencia viene de Dios más bien que de nuestros sentidos físicos o
de otros seres humanos. Los ángeles advirtieron a Lot y a su familia,
pero ellos estaban en un estado de negación y no querían abandonar
sus cómodos hogares. Los ángeles tuvieron que arrastrarlos fuera de
Sodoma y lograron sacarlos justo antes de que el fuego divino quemara
la ciudad. Aun entonces, la esposa de Lot desobedeció, al mirar atrás, e
instantáneamente se convirtió en un pilar de sal (Génesis 19). Su situación de negación fue fatal. El hecho de que ella no trató el peligro como
algo real no disminuyó su realidad.
Los cristianos temen el juicio, en parte porque no sólo libera a los
que son leales a Dios sino también condena a los desleales (Hebreos
10:26-31). Pero un estado de negación no hará que el juicio desaparezca.
Como ocurre con cualquier otra situación que involucra consecuencias
de vida o muerte, –en este caso, vida eterna versus muerte eterna– lo
único sensato es afrontarla directamente, evaluando las opciones y sus
consecuencias. No hacer nada es elegir la muerte por omisión, así como
los que se demoraron en las torres gemelas y con ello determinaron su
suerte.
Sí, el escenario parece oscuro para quienes se apartan de Dios. Pero
Dios quiere salvarlos, de modo que les da una advertencia oportuna.
Durante el juicio preadvenimiento, la advertencia es como la siguiente:
130
“Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su
frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que
ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego
y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su
tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni
de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la
marca de su nombre” (Apocalipsis 14:9-11).
¿Por qué habría de ser Dios tan cruel como para dar una advertencia
así? En realidad, al dar esta advertencia, Dios no es cruel, sino es misericordioso. El hace que la gente conozca las terribles consecuencias de
modo que puedan elegir evitarlas. Supongamos que los aviones aliados
hubieran dejado caer panfletos sobre Hiroshima el 5 de agosto de 1945,
advirtiendo a todos que abandonaran esa área porque al día siguiente
caería una bomba atómica allí. ¿Habría sido eso cruel o bondadoso? Así
que si ha estado en un lugar equivocado en su relación con Dios, por
favor lea su “panfleto”, la Biblia, y haga algo acerca de esa relación. No
se quede parado o sentado hasta que el infierno se desate.
Para los que eligen ser leales a Dios, el juicio preadvenimiento es una
historia diferente. Es “acerca de la misericordia y sus resultados para
nosotros y para nuestro divino Rey y Juez, quien es también nuestro
Padre. Cuando entremos al juicio alegrándonos por el perdón que ya
hemos recibido, el juicio fija en concreto nuestra confianza”. 6
La Biblia responde a nuestros temores
La Biblia responde a nuestros temores informándonos acerca del juicio de modo que podamos hacer una elección informada, basada en datos reales, en vez de hundimos en la negación propia o empujarnos a
una reacción excesiva. Aquí están los factores principales:
1. Somos juzgados por nuestras obras (Eclesiastés 12:14; comparar
con Daniel 7:10). Esto suena aterrador porque Dios sabe todo. Sin embargo, nuestros hechos son sólo síntomas de nuestra fe en la gracia de
Dios mediante la cual él nos salva (Efesios 2:8, 9; Santiago 2:26). Siendo
que Dios es el que da poder a nuestras obras mediante la fe (Romanos
5:5; Gálatas 5:6; Filipenses 2:12, 13), no hay lugar para el legalismo o la
desesperación, que son realmente dos lados de la misma moneda mise131
rable que vanamente trata de comprar el favor de Dios en vez de regocijarse en su gracia.
2. El perdón que hemos recibido previamente puede ser anulado en
el juicio (ver Ezequiel 18:24; Mateo 18:32-35). Sin embargo, esto puede
ocurrir sólo si rompemos nuestra conexión de pacto con Dios al alejamos de él, y le impedimos damos continuamente la transformación
del carácter que es parte del paquete del perdón (Hebreos 6:4-6). Mientras aceptemos el cambio que él ofrece, tenemos la seguridad total de
que nuestros pecados están perdonados (Romanos 8:1-17; Colosenses
1:21-23).
3. El juicio sucede en el cielo, y no sabremos cuándo serán considerados nuestros casos. Estos factores pueden causar temor porque
significan que no podemos limpiar nuestra vida a tiempo para nuestra
aparición en el tribunal. Dios está interesado en el compromiso permanente y genuino en vez de una muestra hipócrita que da una buena
impresión temporaria pero no está basada en la realidad profunda.
¿Querría usted casarse con alguien a quien sólo vio en un traje de gala
sin saber cómo se vería y actuaba durante los altos y bajos de la vida
ordinaria? Aunque no sabemos cuándo aparezca nuestro caso personal,
Dios nos ha dicho cuándo comenzó el juicio en general (1844, ver el capítulo 8 de este libro). Él también nos ha dicho lo que él quiere que hagamos durante todo el tiempo: “Guardar los mandamientos de Dios y
la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12).
Jesús dijo que Dios el Padre “todo el juicio dio al Hijo” (Juan 5:22).
Piense acerca de las implicaciones de esta afirmación. El Padre no juzga
a ningún ser humano directamente sino que depende del juicio de su
Hijo, Jesucristo, quien murió para salvarlo. La gente que invierte en algo o
en alguien quiere proteger su inversión. Morir por alguien es la inversión máxima, pero Jesús hizo más que morir por usted: él murió el
equivalente a la segunda muerte por usted.
Él tiene más inversión en usted que la que cualquier otro ser del
universo pudiera hacer. ¿No tiene sentido, entonces, que él tenga un interés supremo en salvarlo si pudiera, es decir, si usted se lo permite?
No sólo Dios lo amó lo suficiente para enviar a su propio Hijo para
morir por usted, sino que el mismo Hijo vivió sobre el planeta Tierra
durante 33 años entre seres humanos falibles, como usted y yo. Así él
132
experimentó nuestras debilidades de una manera que nunca podría haberlo hecho por mera observación. El sintió nuestras tristezas, nuestro
dolor, nuestras enfermedades (Isaías 53:3, 4). Aunque nunca cometió
pecado, él “fue tentado en todo según nuestra semejanza” (Hebreos
4:15). Por ello está perfectamente calificado para servir como nuestro
misericordioso Sumo Sacerdote y Juez.
La obra de un sacerdote es la de interceder, la de mediar en favor de
alguien. El hecho de que Cristo es nuestro Sumo Sacerdote y por lo tanto nuestro Mediador o Abogado defensor (ver 1 Juan 2:1) y al mismo
tiempo nuestro Juez (Juan 5:22) y el “testigo fiel y verdadero” (Apocalipsis 3:14), debería damos una tremenda certeza y seguridad. ¡Pero hay
más!
“Jesús es también nuestro sustituto, el acusado, habiendo tomado
voluntariamente nuestro lugar. Mediante el milagro de la gracia divina,
Cristo se pone en nuestro lugar. Al que no conoció pecado, por nosotros
lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en
él’ (2 Corintios 5:21)”. 7
Si estamos con Jesús, todo está a nuestro favor porque no tenemos
nada que temer. Todo depende de nuestra relación con Jesús, quien dijo:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo
también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a
cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré
delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32, 33).
¿Qué mejor “referencia” podría usted tener que una de Jesucristo?
Los cristianos pueden gozar de cinco clases de confianza durante el juicio preadvenimiento: 1) Confianza de acceso a Dios mientras Jesús,
nuestro Sumo Sacerdote, quien está ministrando en el Lugar Santísimo
celestial (Hebreos 4:14-16; 1 Juan 5:14, 15). 2) Confianza de que Dios es
justo (Salmo 96). 3) confianza de que él nos librará de opresión (Daniel
7:21, 22, 26, 27; Salmo 9:1-4). 4) Confianza en la inminencia de la segunda venida de Cristo (Daniel 8:14; Apocalipsis 14:6, 7; comparar con Génesis 15:13-16; Habacuc 2:3; Amós 4:12). Y 5) confianza de que estamos
en una relación salvadora con Dios (Salmo 50:3-6; Levítico 16:14-19;
comparar con Levítico 4:6, 7, 17, 18, 25, 30, 34; 1 Juan 5:13).
133
Participación y compromiso
En el antiguo Día de la Expiación, los israelitas no podían ver físicamente a su sumo sacerdote cuando entraba al santuario para purificarlo de los pecados de ellos. Sin embargo, debían participar en este
gran evento, que tenía consecuencias de vida o muerte para ellos, humillándose mediante la abnegación física (ayuno, etc.) y la observancia del
sábado absteniéndose de trabajar (Levítico 16:29, 31; 23:26- 32). 8 De este
modo obedecían a Dios y le prometían su lealtad a él. Al humillarse, anticipaban en una medida pequeña la experiencia de fe de Cristo: “Se humilló
a sí mismo” (Filipenses 2:8).
Durante el Día de la Expiación del tiempo del fin, que es el juicio
preadvenimiento, Dios quiere que su pueblo participe haciendo dos cosas similares: 1) obedeciendo sus mandamientos, y 2) aferrándose a la fe
de Jesús (Apocalipsis 14:12). Apocalipsis 14 dice que cuando los santos
alcancen la seguridad del otro lado de la crisis, seguirán a Cristo a donde quiera que los guíe (versículo 4). Pero ellos no comienzan a seguirlo
por primera vez cuando entren por las puertas de perla de la Nueva Jerusalén. Lo seguirán en ese lugar porque eso es lo que acostumbraban
hacer mientras obedecían a Dios y se aferraban a la fe de Jesús.
El llamado básico a la vida de fe sigue siendo el mismo. A los cristianos que vivan en el fin no se les requerirá que tengan una calidad de
fe singular ni una lealtad que nadie en el pueblo de Dios haya poseído
en lo pasado. Es cierto que Apocalipsis 14:5 habla de un grupo especial
de salvados que son “sin mancha”. Pero hace miles de años, Dios ordenó a Abrahán: “Anda delante de mí, y sé perfecto” (Génesis 17:1). La
norma es la misma, y no hay norma más elevada de armonía con la voluntad de Dios que esa. Caleb lealmente siguió a donde Dios lo condujo.
Y así lo hicieron José, Daniel, Ester, Juan el Bautista, los apóstoles de
Cristo, y una hueste de otros, que obedecieron a Dios, confiaron en su
salvación, y aceptaron su conducción, (ver Hebreos 11). No hay nivel
más alto al seguir la conducción de Dios que ése.
“Caminar” con Dios es la única manera de llegar a ser como él en carácter, es decir, crecer a la madurez, a la perfección. Enoc no obtuvo la
bendición de cruzar el umbral al mundo eterno porque estuvo sentado
tratando de perfeccionarse crujiendo los dientes y arrancándose las faltas una por una. El la obtuvo porque amaba estar con su Señor. Obtuvo
134
fuerzas y pureza al acompañar a su divino Maestro dondequiera que
iba. Enoc no tuvo que dar un gran salto para entrar al Paraíso; fue sólo
un pequeño paso para él porque ya estaba caminando con Dios (Génesis 5:24).
“Cuando pienso en llegar a ser perfecto en carácter, comienzo a contemplar mis faltas y a sentir miedo. Como Pedro cuando caminó sobre
el agua, me distraigo con los obstáculos -el viento y las olas- y comienzo
a hundirme (Mateo 14:30). Pero cuando pienso en ser leal a Cristo, el
cuadro cambia porque mi mirada está sobre él. Él es mi ejemplo, pastor
y guardián (1 Pedro 2:21-25). Obtengo valor porque todo lo que necesito es seguirlo a él donde quiera que él quiera llevarme, incluyendo a la
perfección del carácter. El resultado es similar –la perfección del carácter– pero el foco es diferente”. 9
Sabemos la clase de fidelidad que Dios nos pide hoy. En las historias
que contiene la Biblia, hemos visto demostraciones en las vidas de personas reales con faltas, desafíos y debilidades como las nuestras. Por
eso es tan importante que estudiemos toda la Biblia. Al observar las características que Dios aprueba y las que él rechaza, y al permitimos saber que él está con nosotros ayudándonos todo el tiempo, nos enseña
cómo actuar y hablar y qué actitudes deberíamos luchar para conseguir.
¿Demanda el lugar del juicio nuevos requisitos del pueblo de Dios?
Apocalipsis 14:12 especifica la observancia de los mandamientos de
Dios y aferrarse a la fe de Jesús. No son requisitos nuevos, así como el
“nuevo mandamiento” de Jesús de “que os améis unos a otros” (Juan
13:34) no es nuevo en sí mismo sino fue renovado para los seguidores
de Cristo y recibió un nuevo significado por su ejemplo (Levítico 19:18,
34; Juan 13:34). El Apocalipsis renueva y enfatiza los mandatos de obedecer a Dios y guardar la fe de Jesús (incluyendo la fe en Jesús) porque
estos mandatos tienen un significado especial para la gente que vive
durante el juicio, cuando los poderes que se oponen a Dios desafían su
obediencia y su fe. La calidad de su lealtad no será singular; siguen en
las pisadas de personas como Abrahán y Caleb. Pero Dios los conducirá
a través de circunstancias singulares, que nadie ha experimentado antes. Además, en el tiempo del fin, todo un grupo de personas -en vez de
que sean una o dos personas- cooperarán con él de este modo.
135
Nuestra cultura tiende a ser altamente individualista, y cada uno de
nosotros debe tener una relación personal con Cristo. Sin embargo, su
obra en el mundo debe ser hecha por una comunidad unificada de creyentes que cooperan usando sus diversos dones espirituales para alcanzar a los perdidos con el amor de Dios y la verdad acerca de su carácter.
La comisión evangélica de Cristo de llevar las buenas nuevas de la salvación al mundo entero antes de que venga (Mateo. 24:14; 28:19, 20) no
se cumplirá mediante unas pocas estrellas de primera magnitud que actúen como si fueran las únicas importantes. Más bien, será hecho por
un esfuerzo masivo con poder dado divinamente, de muchas personas
humildes que trabajan juntas como una sola, para quienes lo único que
importa es la gloria de Dios mediante el servicio a la humanidad. ¡Sí,
Dios, tu honor es lo único que importa!
Referencias
The New Encyclopedia of Christian Quotations, p. 1094.
Acerca de la identidad y la naturaleza de la “Babilonia” del tiempo del fin en el libro del Apocalipsis, ver el Comentario bíblico adventista, t. 7, pp. 843, 844.
3 El resto del capítulo presente está adaptado de Roy Gane, Altar Call, pp. 314-343.
4 Amanda Ripley, “How to Get Out Alive”, Time (2 de mayo de 2005), p. 59.
5 Ibíd.
6 Gane, p. 338.
7 John T. Anderson, Investigating the Judgment, p. 26.
8 Para una explicación de negación propia, ver Roy Gane, Leviticus, Numbers, pp. 404,
405; Roy Gane, Cult and Character, pp. 312-315.
9 Gane, Altar Call, p. 333.
1
2
136
C
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C
L
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S
I
Ó
N
El mensaje de Elías
y el mensaje
del tercer ángel
H
m
emos encontrado que el mensaje del tercer ángel de Apocalipsis 14:9 al 12 contiene un mensaje doble para las personas que
vivan durante el juicio que ocurre justo antes del regreso de
Jesús. Los advierte contra la adoración de “la bestia y su imagen”, y
llama a tener la “paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (versículos 11, 12). Al fin mismo del
Antiguo Testamento, Malaquías registró la promesa de Dios: “He aquí,
yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y
terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra
con maldición” (Malaquías 4:5, 6). 1
La figura de Elías hace su obra de reconciliar a las familias antes
del “día de Jehová, grande y terrible”, que debe ser la segunda venida
de Cristo (ver Apocalipsis 6:15-17; 14:14-20; 19:11-21). Esto por lo menos se superpone con el tiempo del juicio preadvenimiento, cuando se
proclama el mensaje del tercer ángel. ¿Cuál es, entonces, la relación
entre el mensaje de Elías de Malaquías y el mensaje del tercer ángel
del Apocalipsis?
El mensaje de Elías implica un juicio. Antes que Dios tenga a las
personas por responsables por la forma en que se relacionaron, les da
la oportunidad de reconciliarse unos con otros, especialmente dentro
de las familias y a través de las generaciones. La profecía de que el
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mensaje de Elías “restaurará los corazones” de las personas unas con
otras indica que involucrará una renovación del amor de unos hacia
los otros.
El mensaje del tercer ángel también llama al amor: los mandamientos de Dios están basados en el amor a Dios y a los demás seres
humanos (ver Mateo 22:37-40). Y su llamado a que la gente tenga “la fe
de Jesús” exhorta a la gente a mantener la confianza que Cristo tuvo en la
voluntad de su Padre para salvamos mediante su sacrificio hecho por
amor y/o tener fe en Jesús para libramos por cuanto él nos ama tanto
que murió por nosotros. Por causa del amor que Jesús nos mostró, él
nos ha ordenado que “os améis unos a otros; como yo os he amado,
que también os améis unos a otros” (Juan 13:34).
Así que el mensaje del tercer ángel abarca el mensaje de Elías. Su
dirección es la misma, sólo que el mensaje de Elías enfatiza más estrechamente la reconciliación de las relaciones entre los padres y los hijos. Los que no aceptan el mensaje de Elías son maldecidos (Malaquías
4:6), y los que rechazan el mensaje del tercer ángel, escogiendo la
“bestia y su imagen” en vez del Dios amante, sufren la destrucción
por fuego y azufre (Apocalipsis 14:10). Esto muestra que el amor mutuo es esencial para nuestra supervivencia. Los que viven con Dios,
sus santos ángeles y los seres humanos redimidos por toda la eternidad en la vida futura serán aquellos cuyos corazones han estado
amándose unos a otros en la edad presente que está pasando.
En la parábola de la oveja y las cabras (Mateo 25:31-46), Jesús dijo
que el veredicto del juicio preadvenimiento estaría basado en la forma
en que trataron a los que padecían de necesidad, lo cual, dijo él, revela
cómo lo hubiéramos tratado a él cuando estuvo sobre la tierra. Los
ejemplos de situaciones que da Jesús son muy sencillas, prácticas y
practicables: “Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (versículos 35, 36). Todos pueden hacer esta clase de cosas. No se requiere
siquiera un certificado de haber terminado la escuela primaria, y mucho menos estudios universitarios.
Por supuesto, Jesús no tenía la intención de limitar lo que espera
que hagamos los unos por los otros a la breve lista que mencionó en
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su parábola. Su punto era que debemos ayudar a los que están en necesidad, sean miembros de la familia, amigos o extraños. Una mujer
puede necesitar un abrazo para asegurarle que su duro trabajo y preocupación por la familia es apreciado. Un hombre puede necesitar
ayudar a lavar los platos y la ropa para mantener el hogar en marcha
mientras su esposa está estudiando algún curso. Un hijo puede necesitar ayuda con sus matemáticas, y una hija adolescente puede necesitar
hablar acerca de sus relaciones en la escuela. Una persona sola puede
necesitar palabras de ánimo y una oración. Una persona anciana puede necesitar que la lleven a hacer las compras de almacén. Un amigo
puede estar en dificultades con respecto a su trabajo o por causa de
problemas financieros o maritales. Un extraño puede necesitar indicaciones para llegar a una dirección, o ayuda para cambiar un neumático junto a la carretera. Las posibilidades siguen y siguen. El factor
común es el amor por los demás.
La Madre Teresa dijo: “Jesús viene a nuestro encuentro. Para darle
la bienvenida, vayamos a su encuentro. Él viene a nosotros en la persona de los hambrientos, los desnudos, los solitarios, los alcohólicos,
los adictos a las drogas, las prostitutas, los mendigos en la calle. Él
puede venir a usted o a mí como un padre que está solo, como una
madre, un hermano o una hermana. Si los rechazamos, si no salimos a
encontramos con ellos, rechazamos a Jesús mismo”. 2
No podemos atender las necesidades de todos. Aun Jesús mismo
no trató de hacer todo cuando estuvo en la tierra. Él podía estar sólo
en un lugar a la vez, de modo que tuvo que ser selectivo. Pero él buscó a los que estaban con necesidades profundas de varias clases, y no
ignoró ningún pedido urgente y genuino de ayuda.
Por supuesto, sabemos que hay personas que se aprovechan de los
cristianos modernos, poniendo sobre ellos un sentido de culpa para
extorsionarlos; ayuda que realmente no necesitan. El apóstol Pablo enseñó que no tenemos obligación de proveer a los que son capaces de
trabajar pero “tienen desafíos motivacionales”, una expresión “políticamente correcta” para “pereza”. Si pasan hambre, esto es cosa de
ellos. Pablo dijo: “Si alguno de vosotros no quiere trabajar, que tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10). Jesús no estaba hablando de estas
personas en Mateo 25. Allí nos pide que ayudemos a quienes tienen
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necesidades reales.
Malaquías y el mensaje del tercer ángel de Juan nos llaman a arrepentimos de nuestra falta de amor no cooperativo que fragmenta nuestra unidad y con ello diluye nuestro testimonio por Cristo en el mundo.
Hay un Dios, un Salvador, una fe, un bautismo y el compañerismo de
un cuerpo de iglesia (Ver Efesios 4:4-6). Es tiempo de que volvamos al
Mesías que nos reunió, pongamos a un lado nuestras diferencias, para
gozarnos en nuestra diversidad dada por Dios, para avanzar hacia la
norma divina en el centro de nuestra fe, y para marchar victoriosamente hasta el fin de la gran guerra a la gran paz que hay del otro lado.
Referencias
Esta traducción sigue la Septuaginta griega y no el texto hebreo.
Mother Teresa: In My Own Words, José Luis González-Galado, compilador (Nueva
York: Gramercy Books, 1996), p. 29.
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