Hasta la victoria siempre, Comandante. por Iván Feo A Néstor Francia y Eduardo Rothe, ambos de Bernal. La mirada del policía que en el pasado varias veces la escoltó y protegió, ya no es la misma. Ahora la lleva: detenida, esposada, vapuleada, conducida a la fuerza con un paño de mota blanco sobre la cara. Y ya para montarse en la unidad, al tratar de voltear hacia algún periodista, se cae, se desploma frente a la patrulla y el policía la sostiene y evita su mirada aun a través del paño. Hablaba bajito la Comandante Manuit. Fueron varios años de esperanza y fantasía. Esperanza militar, fantasía militar. El arma a la cintura, la indumentaria toda de guerra. Los atachés respaldando las acciones de poder. -Tú para acá, tú para allá. Denle a éste. Toma para aquél. Y la presencia pública: declarar a los periodistas, participar en las acciones donde se requería a los duros. Estar en la vanguardia. Pero ahora Bernal declaró, Lina Ron declaró, PoliCaracas declaró. Todos coinciden en que es usted una malandra aprovechadora de las carencias y la pobreza ajena. Y que la revolución no es eso que usted cree que es. Hay, sin embargo, quien la observa desde la incredulidad de lo ocurrido. Son años de tomas y ocupaciones y de embraguetarse contra la oligarquía perversa, explotadora y tramposa. Y ahora va a empujones a la patrulla y se cae antes de entrar en ella y no sabe quién la sostiene, no reconoce al policía que le aprieta de más el brazo y la sostiene. La imputación es, Comandante, agavillamiento, resistencia a la autoridad, porte ilícito de arma regular y de guerra, presunta droga, lesiones y pare de contar. Ya no va a estar, Comandante, para auxiliar a los buhoneros cuando el ejército decida desplazarlos, a escasos días del Referendo Revocatorio, seguramente con una estrategia maestra, de corte marcial-oriental, diseñada por el General Baduel (La Punta del Tigre podrá llamarse). Saldrían los buhoneros para demostrar que este gobierno sí protege, además de la propiedad privada, el derecho a residir en una ciudad vivible, decente. No va a estar, por descontado, en ningún coctel del Círculo Militar y tampoco comerá otra cosa que no sea el rancho de la cárcel. La revolución va a elecciones, Comandante. No espere que el Presidente se permita hablar de usted. Apriete y entienda su sacrificio. Pero va a salir, Comandante. Saldrá, No será ahora: será cuando saquemos, a patadas, a Chávez y a Bernal y a la cáfila consiguiente. Para entonces, yo le prometo hacer una película, dura y sin cinismo, como estas líneas. Una película buena que aproveche sus clinejas y su pistolota, su tragedia dentro de esta farsa ridícula e inhumana que llaman revolución. En esa historia, los actores secundarios, los subalternos, los segundones sin importancia serán el Presidente y sus Bernal. Sus secretarios y mujiquitas. De esta historia, sencilla y pública -yo y cada venezolano decente juramos- no se salvan. Hasta la victoria pronto, Comandante.