LA UNIDAD EN LA ÚLTIMA ORACION DE CRISTO El versículo para esta mañana se encuentra en: Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. Jn. 17:21,22 RVR1960 Analizaremos la última oración de Jesús un poco antes de entregar su vida en la cruz del calvario, podremos entender a través de sus propias palabras un mensaje dividido en tres partes en su oración en el huerto de Getsemaní, 1. Ora por sí mismo para que pueda cumplir su misión, 2. Ora por sus discípulos para que no les falte la fé 3. Ora por los que hoy estamos conformando su iglesia, en el huerto de Getsemaní es donde paso su última noche con sus discípulos después de haber comido la pascua con ellos, donde enfatizó su muerte y resurrección a través del rito de la santa cena, con el jugo de uvas y el pan sin levadura. Hoy enfatizaremos el pedido acerca de la unidad, esta unidad que tiene que tendrá que tener y mantener el pueblo de Dios antes del regreso de su Señor, vamos los siguientes textos bíblicos: San Juan 17: 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Efesios 4:3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; Efesios 4: 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; Hechos 1:14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. Hechos 2:46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón Romanos 15: 6 para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo Filipenses 1:27 Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio, Filipenses 2: 2 completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Solo el vínculo del amor hacia Dios y hacia el prójimo hará que el verdadero corazón brote la unidad del pueblo de Dios, y este preparada para la lluvia tardía o el derramamiento del Espíritu Santo, este poder divino santificara no solo la parte externa sino además lo más profundo de nuestros pensamientos, al tener la absoluta confianza en Dios mismo, aun en valle de sombra de muerte no temeremos mal alguno porque Dios mismo estará junto a nosotros acampando junto a los santos ángeles de Dios. Salmos 34:7,8 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende. Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él. Cada discípulo de Cristo tiene su ángel guardián respectivo. Estos centinelas celestiales protegen a los justos del poder del maligno. Así lo reconoció el mismo Satanás cuando dijo: “¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene?” Job 1:9-10. El medio de que Dios se vale para proteger a su pueblo está indicado en las palabras del salmista: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”. Salmos 34:7. Hablando de los que creen en él, el Salvador dijo: “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre”. Mateo 18:10. Los ángeles encargados de atender a los hijos de Dios tienen a toda hora acceso cerca de él. —Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 566-567. Cristo había concluido la obra que se le había confiado. Había glorificado a Dios en la tierra. Había manifestado el nombre del Padre. Había reunido a aquellos que habían de continuar su obra entre los hombres. Y dijo: “Yo soy glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo, más éstos están en el mundo, y yo voy a ti. ¡Padre Santo, guarda en tu nombre a aquellos que me has dado, para que ellos sean uno, así como nosotros lo somos!” “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos. Para que todos sean una cosa; yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa; y que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también a mí me has amado.” Así, con el lenguaje de quien tenía autoridad divina, Cristo entregó a su electa iglesia en los brazos del Padre. Como consagrado sumo sacerdote, intercedió por los suyos. Como fiel pastor, reunió a su rebaño bajo la sombra del Todopoderoso, en el fuerte y seguro refugio. A él le aguardaba la última batalla con Satanás, y salió para hacerle frente. El Deseado de Todas las Gentes, 635,636.