Gustave Flaubert (1821 – 1880). Nació en una familia de cirujanos de los alrededores de Rouen. Inició estudios de Derecho en París, pero los abandonó a causa de unas primeras crisis de epilepsia. Se instaló en Croisset, en la Normandía, e inició una relación tempestuosa de más de 10 años con la poetisa Louise Colet. Los últimos años de su vida son difíciles; tiene dificultades financieras y de salud. Murió en 1880 a causa de una hemorragia cerebral. En Memorias de un loco (1838) explica su juventud y el desagrado que le provoca la sociedad adulta. Después de La tentación de San Antonio (1849), que no tuvo éxito, Flaubert publicó en 1856 Madame Bovary, su obra más conocida, que provocó un gran escándalo y le costó un proceso judicial por inmoralidad, del que salió finalmente absuelto. En 1862 publicó Salambó, novela histórica que evoca la revuelta de Cartago y que lo llevó a Túnez con el fin de documentarse bien. En 1869 apareció la Educación sentimental, novela que explica las relaciones sentimentales entre un burgués rico y una mujer casada. En 1874 propuso una nueva versión de La tentación de San Antonio. En 1877 apareció Tres cuentos. Dejó una novela inacabada: Bouvard et Pécuchet (1881). Madame Bovary. Introducción. Formada por 35 capítulos, esta novela se presenta como una sucesión de cuadros que describen los momentos de una vida. Más que una narración lineal que exponga el argumento de una tensión hasta el desenlace, los capítulos aparecen como unidades enteras, ligadas sutilmente entre ellas. Como relato de un adulterio, Madame Bovary es la novela de la insatisfacción, de la frustración nacida del deseo no realizado y del aburrimiento. El “bovarysmo” de Emma es la nostalgia de un tiempo, de un ideal que no ha conocido nunca, pero que ve en un imaginario construido por sus lecturas. El ambiente en que vive Emma es mediocre, y de él no puede surgir ninguna esperanza, solo el fracaso. Sus sueños siempre chocan con la realidad. En un mundo como este, hay dos actitudes posibles: vivir la mediocridad (como Charles) o asumirla con éxito (como Homais, el farmacéutico). Emma no consigue asumir ninguna, y solo le parece una alternativa el suicidio. La originalidad de la obra de Flaubert radica en el echo de que los personajes, los lugares, los objetos y las acciones parecen tener una existencia autónoma, que el narrador parece no poder dominar totalmente. Emma se suicida, pero este momento parece llegar con independencia de la voluntad del autor: la acción surge, se desarrolla rápidamente y no da lugar a un análisis sobre los motivos de Emma, sus angustias o sus dudas. En cambio, su agonía es bien descrita. Flaubert domina el estilo indirecto libre, que le permite ocupar una posición situada en el exterior de sus creaciones y cultivar una impersonalidad fría. Por otra parte, por medio del personaje de Madame Bovary, Flaubert rompe todas las convenciones morales y literarias de la burguesía del siglo XIX: nadie antes se había atrevido a presentar un prototipo de heroína de ficción rebelde y tan poco resignada a su destino. Argumento. Varios son los casos reales que pudieron servir de base en la creación de Madame Bovary. El más probable fue un hecho real aparecido en la prensa. Emma Bovary es una joven casada con Charles Bovary, un médico mediocre instalado en un pueblo de la región de Ruán. Emma, que se alimenta de lecturas románticas, es víctima bien pronto del aburrimiento y de un deseo irresistible de salir de la monotonía de su vida. Para ello, se busca amantes. El primero es León, un pasante del notario del pueblo, que solo le proporciona una experiencia platónica pero gracias al cual recibe el encanto de sentirse deseada y la secreta satisfacción de resistirse. La aventura se acaba con la marcha del joven, lo cual deja en Emma un regusto amargo. Rodolphe, el segundo amante, es un Don Juan banal pero persuasivo hacia el cual ella siente una pasión violenta y posesiva. Con él, Emma conoce ele adulterio, experimenta la angustia de la espera de la próxima cita, vive la ansiedad de los celos y goza de las delicias hasta entonces desconocidas del placer sensual. Deseosa de llevar hasta el final esta pasión y de vivirla con libertad, Emma proyecta huir a Italia con su amante y dejar atrás su familia y la vida de provincia; pero, en el momento de la marcha, Rodolphe da un pasó atrás: mediante una carta que deja abatida a Emma, le comunica que se va de la ciudad. Emma necesita un cierto tiempo para recuperarse de esta tragedia. Rencuentra en Ruán a León, con quién tiene una relación esta vez seria y apasionada. León ha perdido la inocencia, que ha sido sustituida por el civismo de una vida disoluta en contacto con la gran ciudad. Enamorada y ciega, Emma gasta una fortuna en regalos para su amante y acaba endeudándose gravemente. Al no poder responder ante los acreedores que la persiguen (incluso se rebaja a pedir dinero a Rodolphe, quién rechaza dárselo) y no poder afrontar la vergüenza y la humillación de su situación, Emma se suicida con Arsenio. Muere entre sufrimientos terribles, con el marido al lado, que no entiende este último gesto de su esposa, a la que continúa amando y admirando. El propio Charles muere consumido por el dolor. Génesis, redacción y publicación. Como hemos dicho, el punto de partida de Madame Bovary es un hecho real desgraciado, aireado por la prensa y, de alguna manera, protagonizado por gente próxima al entorno de Flaubert. Las circunstancias del hecho y las que Flaubert incluye en su novela coinciden en muchísimos puntos. No obstante, divergen las motivaciones de la joven para buscarse amantes. En la novela, la motivación principal es el deseo de una vida brillante y llena de emociones auspiciado por las lecturas románticas de la protagonista. Es aquí dónde aparece el influjo del Quijote (aunque se trate de una influencia secundaria). Del mismo modo que los libros de caballerías permanecen vivos en el alma de don Quijote, las novelas románticas siguen vivas en el alma de Emma Bovary, provocando el deseo de otro mundo menos mediocre. Flaubert empleó más de cuatro años y medio en la redacción de Madame Bovary (1851 – 1956). Gracias a la correspondencia que simultáneamente mantenía con sus conocidos, se puede fechar cada etapa de la creación de la novela. Su método de escritura es legendario: escribe “en voz alta”, repitiendo de viva voz cada frase y haciéndola pasar por la prueba de la musicalidad y el ritmo. Tenía la tendencia a rehacer todo lo que escribía. La novela apareció publicada en seis entregas, entre octubre y diciembre de 1856, en la Revue de Paris. El director de la revista publicó la novela más por amistad que por convicción o creencia en la calidad de la misma. Inmediatamente la justicia puso los ojos en la novela y acusó a Flaubert de inmoralidad, con lo cual se inició un proceso judicial que duró varios meses y del que, finalmente, Flaubert salió obsoleto. Como libro aparece en abril de 1857. El éxito fue abrumador, como prueban las sucesivas ediciones que se hicieron. Estando aún vivo Flaubert, se reditó hasta cinco veces (1857, 1858, 1862, 1869, 1873, 1874). Sin duda, los ecos del escándalo provocado por el proceso judicial beneficiaron al éxito y difusión de la obra. Estructura. La obra se divide en tres partes: La primera consta de nueve capítulos. Lo más destacado es la época estudiantil de Charles Bovary, su primer matrimonio, el conocimiento de Emma Bovary, la boda entre ambos y la estancia en Tostes, de donde salen estando Emma embarazada. La segunda consta de quince capítulos y comienzan cuando se mudan a Yonville. Lo más significativo es la frustración matrimonial de Emma, la decisión de ser como las heroínas de las lecturas románticas, y la relación adúltera con Rodolphe, quién acaba abandonándola. Antes había nacido su hija Berthe, a quién pone al cuidado de una nodriza y con quién solo tiene relación en contadas ocasiones. La tercera se divide en once capítulos, y corresponde a la relación con su segundo amante, León, quién también la abandona. Especial relevancia tienen, igualmente, los gastos desmesurados de Emma y la persecución de los acreedores. Culmina con el suicidio de Emma y la muerte de Charles. Personajes. Protagonistas. Emma Bovary. Hija de Rouault, un campesino acomodado. Es una joven formada en un colegio de monjas, sensible a la música y a la literatura. Es sensual, llena de sueños, muchos de ellos egoístas y vacíos. Con su matrimonio ve frustrados sus anhelos en un ambiente provinciano. En la búsqueda del romanticismo, se entrega a dos amantes, no menos egoístas que ella. Charles Bovary. Graduado como oficial en sanidad, comienza a ejercer en Tostes, donde se casa dos veces. Su segunda esposa, Emma, acaba por dominarlo y someterlo a sus designios. Es un buen hombre, limitado y conformista. Adora a su esposa, a la que considera una diosa, y es incapaz de ver sus infidelidades. Su incompetencia no se reduce al ámbito de lo conyugal, sino que también es un profesional mediocre: provoca la gangrena en la pierna de un paciente, obligando a cortársela. Muerta su esposa, descubre toda la verdad. Muere solo y en completa ruina. Personajes secundarios. León Dupuis. Pasante de notario en Yonville, donde conoce a Emma y con la que simpatiza rápidamente, pues ambos tienen gustos afines por las lecturas sentimentales y las evocaciones románticas. Sin posibilidad de concretar su amor, parte hacia Ruán a seguir estudiando. Allí le encuentra Emma tres años después. Viven un amor apasionado y loco, pero él termina abandonándola para casarse con una mujer “decente”. Rodolphe Boulanger. Rico galán que reside en un castillo en los alrededores de Yonville. Frívolo y donjuanesco, seduce a Emma y la convierte en su amante. Cuando ella lo presiona para que se fuguen, él huye dejándola moralmente arruinada. Años después, ella lo busca para que la salve de otra ruina, la económica, pero él le niega la ayuda. Muerta Emma, se encuentra con Charles y ambos protagonizan una escena irónica. El burgués no pierde la compostura y no vacila en humillar al pobre viudo arruinado. Homais. Farmacéutico en Yonville. Petulante e ignorante, se cree con derecho a opinar sobre todo. Tiene ínfulas de sabio. Se cree anticlerical y alardea de ello, pero es tan vulgar como el clérigo del pueblo. Pretende convertir a sus tres hijos, sucios y maleducados, en genios científicos. Se relaciona indirectamente con el suicidio de Emma, pues ella tomará el veneno de su laboratorio. Al final de la novela se convierte en la autoridad local y el rey le impone la cruz de honor. Madame Bovary (madre). Posible responsable de la debilidad de su hijo, a quién ha sobreprotegido en exceso. Es intrigante y detesta a su nuera Emma. Sin embargo, saca a la pareja de varios apuros económicos. Es real enemiga de la literatura, a la que responsabiliza de los “desórdenes” de Emma. Pretende quedarse con su nieta, lo que provoca las iras de Charles y la ruptura entre madre e hijo. Monsieur Bovary (padre). Padre de Charles. No se parece en nada a su hijo: es un borracho, mujeriego y holgazán. Su esposa le mantiene. Se da ínfulas de conquistador, pero no es más que un “viejo verde” en decadencia. Muere de un infarto. Elóise Dubuc. Primera esposa de Charles. Viuda de un escribano, hace creer a todos que es rica. Es enfermiza y celosa. Cuando se descubre que no tiene dinero, es acusada por los Bovary y muere repentinamente. Charles la llora momentáneamente, pero pronto la olvida. Berthe. Hija de Emma y Charles. Su madre muy pronto la rechaza y solo la recuerda cuando tiene problemas con sus amantes. La niña es poco agraciada, muestra poco interés en formarse. Víctima de la tragedia del suicidio de Emma, pasa de mano en mano de sus familiares. Finalmente es recogida por una hermana de Rouauld, quién es pobre y la envía a trabajar en una hilandería. Abate Bounisier. Es el cura de Yonville. El representante de dios en la Tierra demuestra su ineptidud como consejero espiritual ante las crisis de Emma. Vive en constante desacuerdo con el boticario, Homais, pero ambos son, en realidad, groseros e incultos. En el velatorio de Emma, Flaubert los pone a dormir frente a frente, igualándolos así en su condición. Monsieur Rouald. El padre de Emma. Es un viejo bonachón y no tiene idea de cómo es su hija. Presenta un interesante equilibrio entre lo sentimental (su enorme capacidad de amor) y lo práctico: la idea de casar bien a su hija, el valor que da al dinero (regalo anual del pavo)… Justine. Empleado de Homais. Vive siempre enamorado platónicamente de Emma. Es un personaje tierno y uno de los pocos que destaca por su nobleza y fidelidad. Hipólito. Joven sirviente de la hostelería. Es cojo y sufre la incompetencia profesional de Charles como médico; por culpa de éste le amputan una pierna. En el entierro de Emma se muestra muy formal y estrena la pierna artificial nueva que ella le había regalado en compensación por el desaguisado provocado entre todos. Doctor Lariviere. Antiguo maestro de Charles. Es descrito como un hombre brillante, compasivo e inteligente. Es otro de los personajes nobles que aparece en la novela. Los críticos aseguran que es el trasunto literario del propio padre de Flaubert. El ciego mendigo. Vagabundo que espera a la entrada de Yonville el coche de transporte. Emma siente repulsión por él y se convierte en augurio de mala suerte. De hecho, es el último ser que ella oye sobre la faz de la Tierra. El ciego es enemigo de Homais, a quién desprestigia por haberle prometido curarle y no hacerlo. El boticario logra que lo encierren en un manicomio. Lhereux. El comerciante del pueblo. Un miserable embaucador y delincuente. Responsable indirecto de la muerte de Emma, pues la enreda hasta dejarla en una situación ruinosa a la que no puede hacer frente. Es, además, hipócrita y cíclico. Monsieur Guillaumin. Notario de Yonville. Emma lo visita cuando está a punto de que embarguen sus bienes, y él aprovecha la ocasión para hacer solicitudes sexuales. Emma lo insulta y casi vomita. Binet. Recaudador y jefe de bomberos de Yonville. Emma acude a él como último recurso para que le preste dinero y se le insinúa sexualmente. Ahora es ella la rechazada. Estilo. En Flaubert, y más concretamente en Madame Bovary, el estilo no es solo la preocupación por la lengua, sino todo lo concerniente a la estructura de la novela: orden del relato, organización del tiempo, gradación de los efectos, ocultación o exhibición de datos; en suma: una técnica que se refiere tanto al uso de la palabra como a la utilización de los elementos narrativos. En Madame Bovary no pueden disociarse el fondo y la forma, sino que constituyen una misma cosa. Flaubert aplica a la creación de su novela la teoría platónica de que lo Bello es el esplendor de lo Verdadero, y esto explica su obstinada búsqueda de la expresión cabal, que debe ser armoniosa. Por ello, Flaubert, al acabar una frase, la declama en voz alta como un actor, y si descubre que no suena bien, concluye que la idea no ha sido justamente expresada y, por tanto, no es buena, lo cual lo llevaba a remprender la redacción. Para Flaubert, cada frase ha de conservar su individualidad estética, pero contribuyendo a la unidad armónica del conjunto, como los diferentes instrumentos de una orquestra se armonizan para conseguir una expresión musical bella. El impresionismo en el estilo de Madame Bovary. Al hablar de estilo impresionista podemos comparar la técnica de Flaubert con la técnica cinematográfica posterior. En efecto, el autor se recrea mediante la mezcla de planos, el zoom que utiliza, o de esas pinceladas impresionistas en medio de un escenario. Por ejemplo, esos plumones de los pajarillos al amanecer, “erizándose los suaves plumones de los buches con el viento frío de la mañana” (parte I, capítulo 2) (1); u otros como la visión en medio del campo de la falleba de las contraventanas (parte I, capítulo 3): “Charles ató su caballo a un árbol. Corrió a apostarse en el sendero; esperó. Pasó media hora, después contó diecinueve minutos por su reloj. De pronto se escuchó un ruido contra la pared; se había abierto el postigo, la aldabilla temblaba todavía”; o el hilillo de baba del viejo duque de Lavardière, en la gran escena del comedor en el castillo: “en la cabecera de la mesa, solo entre todas las mujeres, curvado sobre el plato lleno, con la servilleta anudada al cuello como los niños, un anciano comía, cayéndole de la boca las gotas de salsa. Tenía los ojos rojos y su pelo se recogía atrás en una cola sujeta en una cinta negra” (parte I, capítulo 8). El narrador. En Madame Bovary son varios los narradores, que se relevan de un modo tan hábil que el lector apenas advierte el juego del cambio de perspectivas. La novela se inicia con la descripción de la llegada de Charles al colegio. La escena está contada en primera persona del plural, como si fueran varios los narradores que actúan como testigos del acontecimiento. Hay, por tanto, un narrador que habla en nombre de varios; y es, sin duda, el propio autor quién nos relata sus recuerdos de colegio, como aportando un testimonio histórico y una sensación de realismo. Existe, por otra parte, el principal responsable del relato, el narrador omnisciente, que describe tanto el mundo exterior como la psicología de los personajes y está dotado de los atributos de ubicuidad, omnisciencia y omnipotencia; se presenta de dos formas: en primer lugar, como un relator invisible y objetivo que se limita a informar sin juzgar y da la impresión de que no existe (como la descripción del padre de Charles Bovary; parte I, capítulo 1). Este es el recurso de estilo utilizado por Flaubert para poner en práctica su teoría de la impersonalidad. Y, en segundo lugar, como narrador filósofo, que ocupa, a veces, el primer plano del relato, y sentencia o saca conclusiones de algún hecho narrado. Sus intervenciones son poco frecuentes y algunos críticos las consideran como fallos del autor. (1) : Todos los fragmentos textuales están extraídos de Madame Bovary, edición de Germán Palacios, Editorial Cátedra, Colección Letras Universales, 2005. El discurso narrativo. En la primera parte de Madame Bovary predomina la descripción. En la segunda, a partir de la instalación del matrimonio Bovary en Yonville, el diálogo cobra especial importancia, y ya al final pasa a ser la forma predominante de la narración. En relación con el diálogo, Flaubert aportó a la narrativa una técnica de la que se le considera creador, aunque podemos encontrar ejemplos esporádicos en la literatura anterior: se trata de la técnica del estilo indirecto libre. Esta técnica consiste en que el narrador se acerca tanto al personaje que casi se confunde con él, de tal modo que el lector no percibe si es el narrador quién habla o el propio personaje el que monologa mentalmente. Citemos algunos ejemplos: Parte I, capítulo 9. “Abandonó la música. ¿Para qué tocar?, ¿quién la escucharía?”. Parte II, capítulo 6. Se describe el estado psicológico de León, que, cansado de la vida del pueblo, piensa en trasladarse a París. “Puesto que debía terminar sus estudios de derecho, ¿por qué no se iba?, ¿quién se lo impedía?”. Parte II, capítulo 10. Emma, que acaba de leer la carta de su padre, añora la felicidad de la casa paterna, comparándola con su vida conyugal. “¿Pero quién la hacía tan desgraciada?, ¿dónde estaba la catástrofe extraordinaria que la había trastornado?”. Parte II, capítulo 15. En la escena del teatro de Rouen, al describir el rencuentro de León con Emma, se lee: “¿Por qué entonces volvía con él? ¿qué combinación de aventuras volvía a ponerlo en su vida?”. De los ejemplos citados se desprende que el autor recurre a este procedimiento estilístico cuando quiere narrar la intimidad, estrechando más el contacto con el personaje, como si ambos se fundieran en una sola persona, de tal modo que apenas se puede separar lo que corresponde a uno y a otro. Al relativizar la perspectiva con que se presenta el relato, se consigue que el lector penetre en la intimidad del personaje y tenga una mayor sensación de verdad.