VARGAS LLOSA, MARIO (Arequipa, Perú, 1936). Pasó los primeros años... niñez en Cochabamba (Bolivia), Piura y Lima; en este último...

Anuncio
VARGAS LLOSA, MARIO (Arequipa, Perú, 1936). Pasó los primeros años de su
niñez en Cochabamba (Bolivia), Piura y Lima; en este último lugar,
estudió dos
años en el colegio militar Leoncio Prado, experiencia que se convertiría
en
materia de su primera novela, La ciudad y los perros. Sus inicios
literarios
fueron tempranos pero algo oscuros: cuando viaja a París y luego a Madrid
en
1959, es conocido en su país apenas por un reducido círculo de lectores..
A los
18 años ya se había casado con su tía, lo que provocó un gran escándalo
en su
familia; esta historia y la de su propia formación literaria serán la
materia de
otra de sus novelas, La tía Julia y el escribidor.
En realidad, sus años formativos coinciden con la presencia dominante de
un
grupo de narradores peruanos que pertenecen a la llamada "generación del
50", con la que el autor tiene una relación tangencial. Por un lado, es
evidente
que esta generación (cuya principal figura es Julio Ramón Ribeyro)
estimuló su
imaginación y su vocación literaria con su visión realista de la sociedad
peruana,
especialmente la de Lima. Estos influjos son visibles en los cuentos
juveniles de
Vargas Llosa y en sus primeras novelas. Pero, por otro lado, es evidente
que su
proyecto literario era radicalmente distinto, pues si bien podía seguir a
los
"del 50>, en el retrato crítico de la vida urbana de Lima y en el examen
de la
crisis social y moral que suponía, se apartaba de su camino en cuanto al
uso de
técnicas narrativas innovadoras y en su resistencia a presentar "tesis "
o pro
puestas ideológicas de determinado signo. En general, puede decirse que
la no
vedad que introduce su obra es la ruptura del modelo de representación
naturalista y del esquema intelectual algo simplista en el que se apoyaba
el
documentalismo de ese grupo. La misma evolución de las novelas del autor
de
mostrará su rápida independencia estética, estimulada por su experiencia
europea y el descubrimiento de otras formas, ideas y modelos, entre ellos
Sartre, Flaubert y la rebeldía surrealista.
Su fecunda obra creadora -una de las más representativas del llamado
"boom", ese momento cumbre de la novela hispanoamericana de los años 60puede agruparse en dos grandes períodos, o quizá en tres, si las nuevas
líneas
que aparecen en sus obras más recientes alcanzan una definición en el
futuro.
El primero comprende Los jefes (1959), su único libro de cuentos, el
relato Los
cachorros (1967) y las novelas La ciudad y los perros (1963), La casa
verde
(1966) y Conversación en la Catedral (1969). Estas obras no pueden ser
más
diversas por intención, asunto y forma, pero configuran, sobre todo si se
atiende a las novelas, una unidad en el nivel de complejidad del proyecto
y de la
visión narrativa que proponen. Y aun las conexiones con el mundo de Los
jefes
y Los cachorros no deben soslayarse, pues son parte del mismo mundo
ficticio,
en el que predominan los personajes violentos, desadaptados y marginales.
Las tres novelas están marcadas por un índice geométrico de crecimiento
en el
número de historias que cuentan y en la interacción de las mismas. El
esquema
básico de La ciudad y los perros es binario: un microcosmos (el colegio
Leoncio Prado) y un macrocosmos (la ciudad, Lima y sus alrededores); cada
uno
con su respectivo tono, ritmo y conflictividad, y los dos oponiéndose y
haciendo
contraste. En La casa verde la estructura tiene un diseño simétrico,
regulado
por cinco grandes historias y dos amplios espacios en oposición (Piura en
la
costa norte, por un lado; la selva amazónica por otro), entre cuyos
intersticios
discurren episodios e incidentes menores que convierten al conjunto en un
tejido laberíntico -pero riguroso- de tiempos, espacios y aventuras
siempre
en expansión. Conversación en la Catedral es estructuralmente menos
simétrica que la anterior, pero es aún más abarcadora y tiene las
proporciones
de una verdadera saga histórica. Son notables la cantidad de líneas
argumentales que se entrecruzan, el número y variedad de personajes, así
como
el virtuosismo de las técnicas para representar dramáticamente la
realidad
objetiva, la moral de las relaciones interpersonales, la actitud
introspectiva de
la meditación histórica, etc. El esfuerzo de Vargas Llosa es siempre
inclusivo y
centrípeto, espoleado por el ideal inalcanzable de la novela total: la
creación de
un doble del mundo real, tan completo como se pueda y regido por sus
propias
leyes; mejor dicho, un rival ficticio de la realidad que lé da origen.
Por eso, en la
concepción literaria del autor, el novelista puede ser visto como un
"deicida",
un artífice que se empeña en superar o completar la creación divina,
añadién
dole sus propias construcciones imaginarias.
El segundo período creador de Vargas Llosa arranca con Pantaleón y las
visitadoras (1973) y sigue con La tía Julia y el escribidor (1977), La
guerra
del fin del mundo (1981), Historia de Mayta (1984), ¿Quién mató a
Palomino
Molero? (1986), El hablador (1987) y Elogio de la madrastra (1988). En
verdad, hay aquí dos series dentro de un mismo período de producción, que
tal
vez se disciernan con mayor claridad en adelante: por un lado, tenemos
las
novelas cuyo tema es esencialmente político (La guerra del fin del mundo
e
Historia de Mayta); por otro, las que reelaboran vivencias más privadas y
aun
su propia experiencia de escritor. Es un período marcado por una actitud
reflexiva, tanto sobre las grandes cuestiones de la sociedad
latinoamericana
moderna como las del arte narrativo con el que las representa. Hay que
recordar que esta porción de su obra ha sido escrita básicamente en su
país (o,
al menos, desde la perspectiva de éste), al que retomó en 1974. En mayor
o
menor grado, ambos ramales del período revelan que el autor ha moderado
considerablemente el afán totalizador y que ahora trabaja con historias
menos
complejas y dentro de márgenes más restringidos, aunque sigue siendo
fundamental para él el efecto de contraste que brinda el desarrollo
paralelo de
dos o más historias. Igualmente, es notorio que sus convicciones
realistas han
sufrido una crisis: ahora, más que mostrar las amplias posibilidades del
rea
lismo, le interesa subrayar sus limitaciones, la inevitable traición que
el len
guaje de la ficción hace al mundo objetivo y a la experiencia real.
De este conjunto, la obra de mayor envergadura y trascendencia es, sin
duda,
La guerra del fin del mundo; la más insólita también en su repertorio,
pues es
la única cuya acción no transcurre en el Perú y cuyo tema no es una
vivencia
directa, sino una reelaboración de los materiales que le brinda un libro
clásico:
Os Sertóes (1902) de Euclides da Cunha. Estas páginas describen la
célebre
rebelión de Canudos iniciada por un líder mesiánico, Antonio Consejero,
que puso
en peligro la estabilidad del Brasil republicano hasta que fue
sangrientamente
sofocada. Sobre esa base, el autor elabora un vasto cuadro, de
proporciones
épicas, que reconstruye libremente hechos del pasado histórico brasileño
como
un caso que le permite reflexionar sobre cuestiones vivas hoy: el
fanatismo
ideológico, el papel de los intelectuales y los políticos, la violencia,
la religión, la
tradición y el cambio, etc. Historia de Mayta coloca la reflexión
política otra
vez en el Perú y la proyecta sobre el marco de su presente crisis, al
mismo
tiempo que expone el dilema de escribir una novela en esas circunstancias
y
sobre esos temas.
Hay un sesgo farsesco y más liviano en Pantaleón y las visitadoras, La
tía Ju
lia y el escribidor y ¿Quién mató a Palomino Molero? La presencia del
humor
está asociada a su nueva posición frente al realismo del primer período y
a su
deseo de usar la ficción como un vehículo autorreferencial y a veces
autoparódico. Esto es muy visible en La tía Julia y el escribidor, pero
también en
Historia de Mayta y El hablador; cada vez más, el narrador abandona la so
berana objetividad de sus novelas iniciales y se convierte en un actor
que
participa de su propia ficción, generándola. y criticándola al mismo
tiempo. Hay
otro tipo de parodia en ¿Quién mató a Palomino Molero?, que usa las
formas
típicas del thriller pero las somete a una distorsión que da al relato un
aire
grotesco de humorada policial. Esa deliberada exageración está también
presente en Elogio de la madrastra. Aunque ésta es la primera novela
erótica
del autor, no es, por cierto, la primera en la que el elemento perverso y
transgresor de la sexualidad aparece en su obra. Al contrario: es un
rasgo ca
racterístico de un admirador de Bataille, Sade y la literatura libertina,
en los
que ve otra manifestación de la eterna rebeldía del individuo ante las
normas
del mundo social.
Paralelamente a este proceso de re-novación estética, Vargas Llosa
desarrolló
otros intereses y experiencias que contribuyeron al reajuste de sus
posiciones
intelectuales y personales. La tarea crítica, que había comenzado
temprano a
través de su ejercicio periodístico, dio frutos más consistentes; entre
ellos, su
estudio García Márquez: historia de un deicidio (1971), su ensayo La
orgía
perpetua. Flaubert y "Madame Bovary" (1975) y posteriormente las reco
pilaciones de sus páginas de crítica literaria, cultural y política,
tituladas
Contra viento y marea (1983). Con La señorita de Tacna (1981) inicia (o
reini
cia, si se tiene en cuenta un lejano antecedente teatral de su
adolescencia) una
fase de intenso interés por la creación dramática, que ha continuado con
Kathie
y el hipopótamo (1983) y La Chunga (1986).
Su última obra, La fiesta del chivo, está cosechando grandes éxitos tanto
a
nivel nacional como internacional, llevándole de nuevo a la élite de la
literatura mundial.
BREVE BIOGRAFÍA Y OBRAS
Mario Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, en 1936. Se licenció en
Letras en
la Universidad de San Marcos de Lima y se doctoró por la de Madrid.
Residió
durante algunos años en París y posteriormente en Londres y Barcelona.
Aunque
había estrenado en 1952 un drama en Piura y publicado en 1959 un libro de
relatos, Los jefes, premio Leopoldo Alas, su carrera literaria cobró
notoriedad
con la publicación de la novela La ciudad y los perros, que obtuvo el
Premio
Biblioteca Breve de 1967 y el Premio de la Crítica en 1963, y que ha sido
traducida a más de treinta lenguas. En 1966 apareció su segunda novela,
La casa
verde, que logró asimismo el Premio de la Crítica en 1966 y el Premio
Internacional Rómulo Gallegos en 1967.
Posteriormente publicó el relato Los cachorros, la novela Conversación en
la
catedral, el estudio García Márquez, historia de un deicidio, la novela
Pantaleón y las visitadoras, el ensayo La orgia perpetua: Flaubert y
Madame
Bovary, la novela La tía Julia y el escribidor, las piezas teatrales La
señorita
Tacna, Kathie y el hipopótamo, La chunga, El loco de los balcones y Ojos
bonitos, cuadros feos, y las novelas La guerra del fin del mundo,
Historia de
Mayta, ¿Quién mató a Palomino Molero?, El hablador, Elogio de la madras
tra, Lituma en los Andes, ganadora del Premio Planeta 1993, el libro de
memorias El pez en el agua y la novela Los cuadernos de don Rigoberto. Se
han reunido sus textos ensayísticos en los tres volúmenes de Contra
viento y
marea, y los de crítica literaria en La verdad de las mentiras y Carta de
batalla por Tirant lo Blanc.
LA CIUDAD Y LOS PERROS . Novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa,
premio Príncipe de Asturias 1986 publicada en 1962. A raíz del robo de
las
fórmulas que habrán de ser objeto de los exámenes de química en el
Colegio
Militar Leoncio Prado, Ricardo Arana, al que todos llaman el Esclavo por
su
sumisión y la resignación con que se somete a todos los vejámenes de que
es
objeto, es castigado a no salir los fines de semana mientras no se
averigüe quién
las robó. Arana resiste mal el castigo porque desde hace algún tiempo ha
empezado a pretender a Teresa. Le pide a Alberto, uno de sus compañeros,
al
que llaman el Poeta porque a cambio de otros favores les escribe cartas y
novelitas pornográficas, que vaya a verla y le explique la razón por la
que él no
puede hacerlo. Alberto se propone cumplir el cometido, pero al ver a
Teresa
simpatiza con la joven y comienza a salir con ella:
ésta deja de escribir a Arana, quien, atormentado por su silencio, delata
a Cava
como ladrón de los exámenes, razón por la cual éste es expulsado de la
escuela.
Más tarde, durante unas maniobras, el Esclavo muere de un disparo que le
penetra por la nuca, debido, al parecer, a que se le ha disparado el
fusil; Alberto
atormentado, al pensar que se haya disparado él mismo debido al desengaño
sufrido en relación con Teresa, da en pensar, posiblemente para acallar
inconscientemente las voces de su conciencia, que ha sido asesinado por
el
Jaguar para vengar a su compañero Cava, que con él, el negro Vallano y el
Boa
constituían cl Círculo, una especie de sociedad secreta. Está, o pretende
estar,
tan convencido de ello que se lo cuenta al teniente Gamboa, quien
proponiéndose
esclarecer los hechos, se enfrenta con sus superiores, que no quieren
removerlos, por lo que al final será trasladado a una lejana guarnición.
En el
epilogo. Alberto. que ha olvidado a Teresa. sale con otra muchacha de más
alta
condición y se dispone a marchar a Estados Unidos para estudiar la
carrera de
ingeniero, luego volver, casarse con la chica y ser un alegre mujeriego,
lo mismo
que su padre; mientras el Jaguar, que es inocente de la muerto del
Esclavo. se
casa con Teresa a quien ya conocía desde mucho antes. Contada así, la
historia
puede parecer sencilla, pero en realidad se trata de una novela muy
compleja
que precisa de una lectura sumamente atenta. Además de los hechos aquí
expuestos, se sigue la historia de los principales personajes y de sus
familias
antes de su entrada en la escuela: una escuela regida por militares, pero
de la
cual los alumnos salen sin serlo a pesar de que durante los tres años de
permanencia en la misma se les somete a una disciplina y entrenamiento
castrenses. Muchas páginas se dedican a la vida que los alumnos llevan en
ella, a
las crueles novatadas que son sometidos los perros, los alumnos de tercer
año -
primero de la escuela -, por los cadetes de cuarto y de quinto curso. La
acción
no avanza de manera rigurosamente cronológica, sino a saltos,
retrocediendo
una y más veces para luego volver sobre sus pasos: y esta forma
fragmentada de
narrar la acción, resulta todavía más quebrada debido a la necesidad de
contar
las singulares historias dc unos personajes que sólo convergen en La
escuela. El
monólogo interior es uno de los recursos de que se sirve el autor en su
narración, que el lector sólo abarca en toda su complejidad una vez
terminada la
lectura, siempre y cuando haya seguido con atención los distintos flashes
en que
se descompone sin perderse en sus múltiples meandros. Al final. se tiene
la
triste sensación de que, como siempre ocurre, Arana y Gamboa han sido
sacrificados inútilmente, que todos los demás se las componen a la
perfección
una vez tranquilizada su conciencia: o incluso sin haberlo hecho. Premio
Biblioteca Breve el mismo año de su publicación: obtuvo el de la Critica
en 1963.
Descargar